Antropología en Juan Duns Escoto 2018

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Antropología en Juan Duns Escoto

Una aproximación filosófico – teológica

¿Qué es el hombre? ¿Quién es el hombre?

Que el ser humano se pregunte por si mismo, por “lo que es”, es adecuado desde su
naturaleza; aquel que no llegue a preguntarse por si mismo, no vislumbrará “lo que
es”; esta búsqueda, ciertamente lo puede hacer el ser humano, desde aquello que puede
constatar pro statu isto, pero, ya que su naturaleza de homor viator es temporal, es
adecuado que este ser le pregunte a aquel que le ha dado tal condición de creado para
que pueda descubrir quién es él; en este sentido si es justa la pregunta del ser humano
sobre si mismo a otros seres humanos o indagando en la evidencia, no es la más
adecuada porque ésta necesariamente la remitirá a su creador, luego de responderse
como creatura. En este sentido, preguntar por el hombre es una osadía pues debe
formularse con suficiente humildad de reconocerse “carente” y limitado, pero al mismo
tiempo abierto y con la posibilidad de la capacidad y potencia que tiene el ser humano
(desde el encuentro con Dios), desde su reconocimiento como tal y desde su
reconocimiento desde el rostro de Dios que lo constituye en lo que realmente es.

El autor

La propuesta teológica del considerado “último gran maestro franciscano”, el beato


Fray Juan Duns Escoto, ha quedado en la sombra de la reflexión filosófica y teológica.
La razón de ello no se debe a su poco rigor o poco aporte sino a “razones” de tipo
“conveniente” para algunos sectores que quisieron acallar esa voz, como también al
poco interés por rescatar sus propuestas por considerarlas erróneamente como “poco
ortodoxas”.

Juan Duns Escoto habría nacido entre los años 1265 ó 1266 según un cálculo hecho,
gracias al descubrimiento de la fecha de su ordenación sacerdotal, acaecida el 17 de
marzo de 1291. El lugar de nacimiento sería “una pequeña ciudad escocesa cerca del
confín ingles”1 conocida como Duns que formaría parte, en aquel tiempo, de la región
sur de Escocia. Duns habría sido el toponímico que se convirtió en el apellido de su
familia; su nombre sería: Juan Duns Escoto y haría referencia al lugar de su nacimiento.
Según Dietrich Esser, historiador franciscano, la familia de Juan poseía una finca rural
en el que se habría criado y desempeñado labores campesinas; según una tradición,
habría sido pastor de gansos. En contraposición a este dato, José Antonio Merino nos
dice que “pertenecía a una familia acomodada económicamente.”1

Juan fue el hijo de Niniano Duns de Liteldean; no se tiene datos de la madre, aunque si
se afirma que tenía un tío: Elías Duns, que era fraile menor. Sobre su encuentro con los
frailes menores se narra: “Su verdadero "servicio militar" empezó́ ya en Duns. Se dice
que un buen día llegaron al pueblo dos frailes menores para recoger cereales y fruta de
los campesinos. Entonces, uno de los frailes dijo a Juan el Padrenuestro en latín. El
chico, que no conocía absolutamente nada de ese idioma, repitió́ sin faltas toda la
oración. Contestó, además, acertadamente a varias preguntas de los frailes. Estos,

1
MERINO, José Antonio. Introducción a su pensamiento filosófico – teológico. Madrid: BAC, 2007.
P.XVII. 2 MERINO, Op.cit., pág. XVII
reconociendo su excepcional talento, se llevaron al joven consigo para que ingresara en
la Orden”2.

Uno de esos dos frailes de la historia narrada por Dietrich Esser, habría sido su tío Elías,
por lo cual, al descubrir el talento de su sobrino, se haya hecho posible la facilidad de
llevarlo al convento. Si esto es cierto, a la edad de 13 años, habría frecuentado el
convento de Haddington, donde estaba su tío; a la edad de 15 años, en 1280, habría
ingresado al noviciado de la orden franciscana y recibido por su mismo tío que por el
tiempo prestaba el servicio custodio de la Custodia de Escocia.

Sus primeros estudios los cursó en colegios de su propia orden, posiblemente en el


convento de Dunfires; haciendo un cálculo de años, basándonos nuevamente en el año
de su ordenación sacerdotal y teniendo en cuenta que se podía ingresar a la orden con
15 años, aunque generalmente lo hacían a los 18, se puede inferir que: de 1281-1283
cursó las siete artes liberales (el trivium: gramática, retórica y dialéctica y quatrivium:
aritmética, geometría, música y astronomía). 1283-1285 cursos de filosofía natural y
metafísica (como asignatura principal) y cómo los estudiantes distinguidos podían
enseñar esas asignaturas, se considera que ensenó́ entre 1285 a 1287. 1287-1290 cursos
de teología en un studium solemne, considerado superior al studium conventual. De
1290 a 1291 podría haber ejercido el ser profesor en un studium conventual. Su
ordenación sacerdotal fue en el año 1291. Desde 1293 a 1297 habría estudiado en París,
donde destaca como maestro suyo Guillermo de la Ware, (1291 – 1293), teólogo
franciscano que habría aportado en su posterior afirmación sobre la Inmaculada
Concepción. De 1297 a 1300, habría impartido sus primeras clases en Cambridge como
bachiller en escritura. De 1300 a 1301 impartió clases en la universidad más famosa de
Inglaterra, como bachiller.3

En 1302, es enviado a París como bachiller, pero su misión fue interrumpida por
motivos de enfrentamiento entre el papa Bonifacio VIII y el rey Felipe el Hermoso
(1303); Duns Escoto tuvo que salir de París expulsado por no aceptar suscribir la
petición del rey de celebrar un Concilio en contra del Papa. Regresa a Oxford y sigue
enseñando. Regresa por segunda vez a París (1304 -1307) a petición del Ministro
General de ese tiempo: Gonzalo de España, recomendándolo de manera especial ante el
Ministro Provincial de París.

“Recomiendo a vuestra caridad nuestro carísimo hermano en Cristo, Juan Escoto, de


quien conozco sobradamente su digna vida, su excelente saber, su sutilísimo ingenio y
otras muchas cualidades, en parte, por razón de una larga convivencia comunitaria con
él, y, en parte, por su gran reputación”. Con el fin proponerlo para el grado de doctor
que posiblemente se haya realizado hacia la pascua de 1305. De 1306 – 1307 ya con el
grado de doctor, enseñó como Regente de la universidad. La famosa disputa sobre la
Inmaculada Concepción se habría realizado entre los años 1304 y 1307 durante esta
tercera estancia en París. “A finales de 1307, fue trasladado a Colonia como Lector
principalis”. Y posiblemente también aquí ejerció el cargo de maestro regente. Esta
etapa docente estuvo matizada por su dedicación a escribir y ejercer su ministerio; tuvo
además que enfrentar a los Begardos y los Beguinos. Muere el día 8 de noviembre de

2
ESSER, Dietrich, o.f.m. Beato Juan Duns Escoto. En:
http://www.franciscanos.org/santoral/jduns.html. 14 de julio de 2008. 9:27 p.m.
3
ESSER, Dietrich, o.f.m. Beato Juan Duns Escoto. Disponible En:
http://www.franciscanos.org/santoral/jduns.html. 16 de julio de 2008. 6:14 p.m.
1308, a temprana edad, y sin saber las causas de ella; por este motivo muchos
malintencionados crearon historias con el fin de descalificarlo como gran teólogo y
hombre virtuoso y decimos historias ya que ninguna de ellas cuenta con algún tipo de
sustento. Lo que si es constatable es que los frailes y el mismo pueblo sabía que Juan
Duns era un hombre brillante y virtuoso y por ello lo apodaban “doctor sutil”, “doctor
mariano”, “luz del clero”.

Luego de muchos años de andaduras, se le ha negado, por sectores influyentes, el


reconocimiento eclesiástico de la santidad. El 20 de marzo de 1993, Juan Pablo II lo
proclamó beato.

El hombre es un ser complejo y unitario

Para nuestro autor, el hombre es un ser complejo y unitario al mismo tiempo.


“Complejo, por los elementos que lo componen; unitario, porque no es una realidad mosaico sino
integrada en una realidad integral en una unidad estructural.”4 De la misma manera que todos
sus contemporáneos, Juan Duns Escoto considera que el hombre es un ser
compuesto de alma y cuerpo y que el cuerpo está en relación al alma como la
materia a la forma. Esta concepción Aristotélica fue la que más influyó en el
pensamiento de los filósofos e inclusive posteriormente hasta en los teólogos al tratar de
explicar la naturaleza del ser humano. El doctor sutil, enfatiza en los términos:
complejo porque sabe que existe en el ser humano una serie de elementos que se
pueden “distinguir” al acercarse a éste y examinarlo de manera más atenta y unitario
porque quiere salvar la separación de dos realidades que serían diferentes de si y
enfatizar una unidad estructural que salva la contraposición y valoración de uno contra
otro.

Según la concepción tradicional, como lo recoge Juan Duns Escoto en el Opus


Oxoniese IV, la forma sustancial confiere el ser a una cosa; La forma
sustancial, el alma, conferiría el ser al cuerpo, pero aunque era la manera de concebir
en el contexto y defendida por varios autores, el doctor sutil, considera que deberíamos
comprenderla de otra manera. Ètienne Gilson, analizando el alma humana, desde la
perspectiva de nuestro autor, considera lo siguiente:

“Es verdad que la creación del alma es posible, por lo cual debe entenderse que el alma puede ser creada
en si misma y sin cuerpo. En efecto, el alma es forma. Por otra parte, es sabido también, al menos por la
revelación, que ella es apta para subsistir por si e independiente de su cuerpo. No se trata aquí de una
forma por accidente, inseparable del cuerpo y en consecuencia tal que sólo pueda ser creada con él y en él.
Una forma que puede ser por si puede ser producida por si. Ahora bien, la escritura afirma que el alma
de Adán fue creada, y, dado que era posible, podemos estar seguros de que ella fue producida en si
misma, a pesar del hecho que fue creada en su cuerpo.”

Afirma Juan Duns Escoto que no puede ser demostrado que el alma sea producida por
si, porque considera que para los filósofos no podría darse ésta en dos momentos,
mientras que para las concepción teológica, la creación del ser humano, se da en dos
momentos (de naturaleza) “en el primer momento, Dios crea al alma; en el segundo momento, la
infunde en el cuerpo... esta creación es libre...dado que es una parte del hombre, Dios debe haberla creado
al mismo tiempo que el cuerpo del cual ella es acto, pero hay ahí dos producciones pasivas, la del alma,

4
P. 187.
término parcial, y la del todo.” 5 es el ser humano entonces compuesto de cuerpo y alma,
pero desde la perspectiva que lo considera Juan Duns Escoto, que el hombre es el ser
compuesto, el acto terminal y conclusivo de la creación divina, y no el alma o el cuerpo
tomados separadamente. Es la unidad la que justifica al hombre, no sus partes
constitutivas.6

La unión del alma con el cuerpo no se realiza

“ni para la perfección del cuerpo ni para la perfección del alma sola, sino para la perfección del todo que
está compuesto por estas partes. De este modo, aunque no pueda derivar alguna perfección de la una o de
la otra parte, que no hubiera tenido según la unión, esta unión no es inútil, porque la perfección del todo,
que es la finalidad esencial de la naturaleza, no se puede lograr si no es de este modo”7

Esta manera de concebir del doctor sutil, busca que no se confunda la superioridad o
dependencia de uno para con el otro, del alma para con el cuerpo, es por esas razón por
la que considera que esa unión es finalidad esencial de la naturaleza del ser humano; de
esta manera, se da el valor adecuado al alma y al cuerpo como realidad de realización
de la naturaleza humana y al mismo tiempo en esta concepción, se manifiesta un
optimismo de la materia, tan característico de la escuela franciscana.

El ser humano es entendimiento y voluntad

Este ser humano, posee dos potencias que se prueban y manifiestan en la operaciones
propias del hombre: el conocer y el querer. El entendimiento y la voluntad como
potencias que posee el ser humano; en cuanto al entendimiento, podemos decir que el
ser humano tiene la capacidad de conocer el ser en cuanto ser, ésta capacidad en cuanto
nos encontramos pro statu isto, por nuestra situación actual, conoce de manera
limitada, pero esto no significa que no tenga la potencia de conocer la totalidad del ser.

En cuanto a la voluntad se expresa en el querer y la voluntad, ésta es formalmente libre,


no esta sometida a las leyes materiales y se abre al horizonte de lo espiritual. “Ella se
presenta como facultad activa indeterminada y como radical poder de
autodeterminación”8 lo cual implica que puede superar las leyes físicas del mundo
material. Entre ellas hay una distinción formal. En cuanto a la relación es idéntica a la
que existe entre el ser y sus atributos trascendentales. “El alma contiene unitivamente
estas potencias, aunque formalmente sean distintas”.9


5
Etienne Gilson p.474.
6
Manual de filosofía franciscana. P.187.
7
Ox. IV, d.45 q.2 n14 (XX 306).
8
Collatio XVII, n8.
9
Ox. II, d.16. q.un. n.18. (XII 43).
El ser humano es libre

Ese ser humano con la capacidad intelectiva y volitiva, es libre porque puede
autodeterminarse y esta posibilidad sólo sería posible si es la voluntad aquella que
tiene la primacía, ya que, si es la inteligencia, el objeto sería el que determina al ser
humano para que lo conozca; es por esta razón por la que Juan Duns Escoto concede
que la voluntad posee cierto dominio sobre las demás potencias del alma. Esta prioridad
causal de la voluntad “proviene de atribuir al amor la importancia de un acto
totalmente libre y original”10 por esta facultad, el ser humano podría gozar de la
presencia de Dios que es amor. Juan Duns Escoto considera que ésta es la facultad más
noble del ser humano. La moralidad del ser humano nace no solo de la voluntad sino
que el orden moral es constituido desde la conformidad del acto de la voluntad con la
recta razón, sometiéndose o revelándose contra ella.

El ser humano es capax Dei – misterio incomunicable

Para Juan Duns Escoto, el ser humano es Capax Dei, es un ser que es capaz de Dios.
Desde este presupuesto, considera que la definición de Boecio no hacía justicia al ser
humano y por esta razón toma la definición de Ricardo de San Víctor: La Persona es la
existencia incomunicable de naturaleza intelectual. “la existencia no es un
modo cualquiera de estar existiendo sino una característica del modo humano de
existir, que es el ser personal.”11 Esa incomunicabilidad hace del individuo un ser
singular e irrepetible.

La persona para Juan Duns Escoto, está óntica, constitutiva y formalmente, referida a
Dios y a los hombres; tiene una relación de ultimidad en cuanto tiende al tú infinito “No
hay naturaleza dotada de inteligencia que pueda descansar fuera del objeto infinito”12 y
se vinculan en una relación cósmica en cuanto es fin de la creación visible y todos los
seres de la tierra le reclaman y con él se vinculan.

El ser humano es un misterio incomunicable con vocación de apertura al


otro – a lo otro

José Antonio Merino, afirma en su manual de filosofía franciscana, al tratar sobre Juan
Duns Escoto que la persona tiene vocación de apertura al otro y a lo otro y siente el
reclamo de su presencia, se sabe homo viator y aunque tiene ese deseo insatisfecho,
sabe que debe conseguirla si previa y simultáneamente sabe vivir en si misma, es
necesario llegar a ser persona en si misma para después ser solidario con los demás,
puesto que primordialmente la persona está destinada a subsistir por si misma y
solamente desde este ser para si, se lanza al ser para el otro.

Desde la experiencia teológica, podemos considerar que al conocer el rostro de su


creador, el ser humano se sabe y se constituye en Hijo de Dios y ésta experiencia le
permite reconocer al otro que es como él, en Hijo también y por lo tanto hermano en
cuanto comparte su identidad de hijo con el otro y reconoce a Dios como su Padre. La

10
Manual de filosofía franciscana. 190.
11
Idem. 195.
12
Ord. II, d.1 n.326 (VII 158)
apertura y solidaridad del ser humano se plenifica en la fraternidad universal, como
ámbito de su realidad en la que como afirma San Pablo, al final, “todo será en Dios y
Dios en todo”.

Las respectivas facultades del ser humano de la inteligencia y la voluntad están


intrínsecamente dotadas de una fuerte intencionalidad que las lleva al absoluto
como exigencia definitiva de su propio dinamismo; es su complemento último
y definitivo. Lo sobrenatural no podría considerarse sobrenatural en su sentido extraño
o ajeno a su naturaleza ya que el ser humano viene de Dios y se dirige hacia él, y
aunque pro statu isto aún no puede desarrollar su potencia intelectiva y volitiva, ésta se
plenificará en su encuentro con aquel que lo ha creado y hacia el cual tiende. Ese deseo
de infinito de la voluntad está ínsito en la misma naturaleza humana y es irrealizable en
ella misma. Lo natural y lo sobrenatural no son momentos disyuntivos sino
complementarios del itinerario existencial del hombre.

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