Dialogos de Carmelitas Libro de Recreaciones

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DILOGOS DE CARMELISTAS:

LIBRO DE RECREACIONES DE MARA DE SAN JOS


Ms PILAR MAERO SOROLLA

Universidad de Barcelona

Mara de Salazar, religiosa carmelita que tomar el nombre de Mara de San


Jos es, sin lugar a dudas, una de las personalidades femeninas ms notables de
la reforma teresiana. Si nos atenemos a los hechos de su vida, de la que me he
ocupado en otro lugar,1 su nombre se ha de barajar, necesariamente, con las
grandes figuras del Carmen descalzo en el siglo xvi: con Santa Teresa y San
Juan y, especialmente, con Jernimo Gracin y Ana de Jess.
Los historiadores de la orden en los siglos xvi y xvn: Jos de Jess Mara
(Quiroga),2 Jernimo de San Jos (Ezquerra)3 o Francisco de Santa Mara (Pulgar)4, responsables, entre otras cosas, de las tergiversaciones barrocas perpetradas de manera sensible en torno a la figura de Santa Teresa y de sus monjas, optaron por silenciarla y muchas y grandes fueron las causas de semejante opcin.
Los cambios y convulsiones que se operaron en el seno del Carmen descalzo
despus del nombramiento en 1585 del genovs Nicols Doria como segundo
provincial y primer general de la orden, ms la adulteracin de las Constituciones de Santa Teresa, lgicamente determinantes de la desfiguracin paulatina de
la herencia espiritual teresiana, reportaron la desgracia a todos aquellos fieles y
1. Exilios y destierros en la vida y en la obra de Mara de Salazar VII Simposio de la Sociedad Espaola de Literatura General y Comparada. Barcelona, Universidad Autnoma-Real Academia de Buenas Letras, 6-8 octubre de 1988, Madrid, 1616, pp. 51-59.
2. Historiador oficial de la descalcez desde 1597, escribi una Historia General de la Reforma
del Carmen en tres vols., que no lleg a imprimirse, desapareciendo el ms. con la exclaustracin del
s. XIX.

3. Historia del Carmen Descalzo, Madrid, 1637.


4. Reforma de los Descalcos de N.S. del Carmen de la primitiva observancia hecha por Santa
Teresa de Jess en la antiqusima Religin fundada por el gran Profeta Elias, Madrid, 1644-1655, 2
vols.

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mximos colaboradores de la fundadora y defensores de su herencia espiritual:


Jernimo Gracin, primer provincial de la descalcez, expulsado en 1591, San
Juan de la Cruz, desterrado en La Pefluela y muerto en el mismo ao; en fin,
Ana de Jess y Mara de San Jos, que, desde Madrid y Lisboa, defendieron las
Constituciones primitivas. Y este silencio de los primeros historiadores del Carmen, como las tergiversaciones aludidas, cubrieron la personalidad de nuestra
escritora, su vida y su obra, prcticamente hasta nuestros das5 en los que asistimos a su recuperacin desde la vertiente de la espiritualidad,6 como tambin
desde esta ladera literaria.7 De hecho, ya en 1905, don Manuel Serrano y Sanz,
quien, como se sabe, reuni y estudi la obra parcial de ms de trescientas escritoras espaolas, an calificando a las religiosas muy por debajo del excelso
modelo teresiano y aun equivocndose en algunos datos concernientes a la vida de Mara de San Jos que sealaremos oportunamente, acierta, al apreciar
con buen tino, la calidad literaria de nuestra monja a quien tuvo entre los mejores modelos de pluma femenina del ltimo tercio del siglo xvi. 8
Natural de Toledo, donde nace en 1548, ningn rastro de sus progenitores9
5. Hay que sealar, frente a estos silencios, las mltiples referencias que, en cambio, realiza
Melchor DE SANTA ANA en su Chronica de Carmelitas Descaigas particular do Reyno de Portugal,
Lisboa, 1657, t. I, lib. 1, cap. 24-34; lib. 2 cap. 4-5, 8-10, 22, 25, 35-36. Tambin, aunque con ciertos
reparos en el plano interpretativo, Silverio DE SANTA TERESA, Historia del Carmen Descalzo, Burgos, 1937, t. VIII, cap. XV, pp. 435-475 principalmente.
6. Pginas esclarecedoras e importantes le dedican A. DONAZAR en Principio y fin de una reforma. Una revolucin religiosa en tiempos de Felipe II, Bogot, 1968, pp. 179-187 principalmente;
1. MORIONES en Ana de Jess y la herencia teresiana. Roma, 1968, pp. 101-119 y 302-320; y, aunque
dede una perspectiva encontrada a las anteriores, reconoce igualmente la altura espiritual de nuestra
religiosa, aportando sustanciosos datos, Efrn DE LA MADRE DE DIOS en La herencia leresiana, Madrid, 1975, pp. 334-342 principalmente.
7. Se han ocupado ltimamente de Mara de SAN JOS con acierto: S. HERPOEL en Sainte Thrse et le Libro de Recreaciones, crire sur soi en Espagne. Modeles et Ecarls. Actes du lile colloque intemational d'Aix-en-Provence (4-5-6 Dcembre 1986), Publications Universit de Provence,
1988, pp. 45-56 y E. ARENAL-S. SCHLAU en Untold Sisters. Hispanic nuns in their own works, Albuquerque, Universily of New Mxico Press, 1989, pp. 27-30, 36-46. Subrayan igualmente la vala de
nuestra escritora, desde el mbito de la poesa, A. CUSTODIO VEGA en La poesa de Santa Teresa,
Madrid, 1975, pp. 216-229. Y, ms recientemente, en esta lnea, A. PRIETO, La poesa espaola del
siglo XVI, II, Madrid, 1987, pp. 747 y ss., y M. P. MARRERO SOROIXA, La poesa de Mara de San
Jos (Salazar), Homenaje a Georgina Sabat-Rivers, Madrid, en prensa.
8. Apuntes para una Biblioteca de Escritoras Espaolas, Madrid, Tipografa de la Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos, 1905, t. O, p. 332.
9. Simen DE LA SAGRADA FAMILIA en Escritos Espirituales. Roma, 1979, p. 11, aventura los
siguientes datos: Sus padres oriundos de Molina de Aragn en la actual provincia de Guadalajara,
se llamaron, segn unas noticias, Sebastin de Salazar y Mara de Torres, y segn otras, Pedro de
Velasco y Mara de Salazar. Caen en algunas confusiones, en este sentido, M. SERRANO Y SANZ en
su op. cil., t. II, pp. 333-334. Pero en el Libro de profesar del Carmelo de Malagn consta como hija
de Pedro de Velasco y de Mara de Salazar, la cual natural de Aragn. Agradezco a la actuar priora
de Malagn, M ! Raque! de San Juan de la Cruz, su amable copia de documentos.

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nos proporciona en sus escritos en los que, de su vida anterior al ingreso en el


Carmen, slo nombra la casa de la seora en donde me haba criado;10 es decir, el palacio de los duques de Medinaceli, en el que se educa esmeradamente y
vive en calidad de pariente lejana de doa Luisa de la Cerda hasta los 22 aos.
En esta casa ducal conocer a Santa Teresa en el ao decisivo de 1562; pero slo ms tarde, en 1569, se definir su vocacin religiosa, tomando el hbito en
1570 y profesando al ao siguiente, en Malagn; Carmelo muy particular, patrocinado con renta por doa Luisa, en feudo de su marido, el difunto Arias Pardo11 y con licencia especial para seguir la regla mitigada del papa Eugenio IV.12
A principios de 1575, Santa Teresa la elige para llevarla consigo al Sur y emprender las fundaciones de Beas, Caravaca y Sevilla, de cuyo ltimo Carmelo
ser proclamada priora el mismo ao de su fundacin y en donde permanecer
con grandes trabajos13 hasta finales de 1584, el ao en que Jernimo Gracin,
anteponindose al abate de Brtigny que la solicitaba para introducir el Carmelo
reformado en Francia,14 la elija, a su vez, para fundar en Lisboa e iniciar as la
reforma de la descalcez femenina en Portugal, donde vivir hasta que en 1603
el nuevo general descalzo, Francisco de la Madre de Dios, la destierre a Cuerva,
muriendo en esa ciudad, al cabo de pocos das de su llegada, en circunstancias
extrasimas.15
Precisamente de esta ltima etapa portuguesa, etapa de madurez de nuestra
carmelita, datan casi todos sus escritos: la mayor parte de su posea, su entera
produccin en prosa que se abre con el Libro de Recreaciones, dilogos que,
atendiendo a lo que la propia Salazar nos indica al inicio de la obra, parecen tener su punto de arranque en 158316 y, por lo tanto, Sevilla como marco, pero
que debieron redactarse en Lisboa en el mismo ao de 1585 en que se conclu10. Libro de Recreaciones,
LIA, p. 65.

11.

Segunda Recreacin, en el op. cit. de Simen DE LA SAGRADA FAMI-

SANTA TERESA, Libro de las Fundaciones, cap. 9, Citamos por la ed. de las Obras Comple-

tas de Efrn DE LA MADRE DE DIOS y O. STEGGINK, Madrid, 1977.

12. Efrn DE LA MADRE DE DIOS y O. STEGGINK, Tiempo y vida de Santa Teresa, Madrid, 1977,
p. 379.
13. Que podemos seguir, aun teniendo a Santa Teresa como protagonista, en el op. de PM. PINERO RAMIREZ, La Sevilla imposible de Santa Teresa, Sevilla, 1982, con numerosas referencias a Mara
de San Jos. Por lo que se refiere a los dos procesos inquisitoriales en los que se ve envuelto el Carmelo sevillano durante su priorato: el primero en 1575 contra santa Teresa y el segundo, en 1578,
contra ella misma vid. el esencial estudio de E. LLAMAS, Sania Teresa de Jess y la inquisicin espaola, Madrid, 1972, pp. 53-194, especialmente.
14. Vid., en este sentido, tanto la obra de F. DE BEAUVAIS, La vie de M. de Brtigny, preste fondateur des carmltes de sainle Thrse en France el aux Pays-Bas, Pars, 1947, como la ms reciente de P. SEROUET, /ean de Brtigny (1556-1634). Aux origines du Carmel de France, de Belgique et
du Congo, Louvain, 1974.
15. Carta de la M. Manuela de la Madre de Dios. Ms. 3537 de la BN. de Madrid.
16. Primera Recreacin, p. 46. Citamos por la moderna edicin de Simen DE LA SAGRADA FAMILIA contenida en Escritos Espirituales cit.

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yen, o mejor, se truncan.17 Posiblemente se trate de la primera obra en prosa de


Mara de Salazar, poetisa consumada desde sus ltimos aos toledanos; la ms
docta del Carmelo femenino y sin duda autora efectiva de alguna composicin
tradicionalmente atribuida a Santa Teresa.18 De hecho, si excluimos un minsculo escrito titulado Santa Condordia, dedicado a las Dominicas de la Anunciada de Lisboa, convento en el que las carmelitas residirn un mes al llegar a la
capital del Tajo y en el que se viven y se sufren los paroxismos milagreros de
sor Mara de la Visitacin, la famosa monja de las llagas,19 el resto de su produccin en prosa debemos ubicarlo ms all de 1590: Consejos que da una
priora (1590-1592), Carta que escribe una pobre descalza (1593), Ramillete de
mirra (1593-1595), Tratado de los tres votos (1599), Instruccin de Novicias
(1602);20 en fin, obras pedaggicas, devocionales e histricas, segn las vas de
gneros y estilos tentadas y resueltas por Santa Teresa, en donde la dimensin
autobiogrfica se revela omnipresente y en donde nuestra San Jos despliega su
saber y su cultura; sus dotes para la polmica y la argumentacin; su docto uso
del dilogo humanstico, cuyo canon no pudo tomar de su ilustre predecesora.
Contrariamente a algunas obras de Mara de San Jos, publicadas en Pars,
traducidas al francs, al inicio del siglo xvn 21 cuyo hecho no deja de ser
significativo, pues en Pars fundar en 1604, Ana de Jess, ltimo baluarte de
la herencia teresiana en su pureza22 su Libro de Recreaciones, de mayor va17. De que el Libro de Recreaciones lo escribi en Lisboa en 1585, da cuenta la cit. Chronica
portuguesa, en I, p. 143: Quinze relacin que redact la M. Mara en el Libro de Recreaciones de
su entrada en el convento de Malagn, que tuvo lugar en 1570.
18. Salta a la vista, conociendo su poesa, que le pertenece la nica octava atribuida a Teresa de
Jess, Dichoso el corazn enamorado (O.C., ed. cit., . 514) quien nunca escribi en octavas italianas, eslrofismo, en cambio, frecuente en nuestra poetisa. Y aunque es cierto que esta composicin figura en varios cdices a nombre de Santa Teresa, como testimonia A. CUSTODIO VEGA en su op. cit.,
p. 219, lo es tambin que, dadas las caractersticas de la poesa carmelitana, donde abunda el anonimato y las copias colectivas, poco significa un nombre en una composicin no autgrafa y adems
tan alejada del estilo leresiano y tan prxima al de Mara de San Jos.
19. Vid., al respecto, A. HUERGA, La vida seudomstica y proceso inquisitorial de sor Mara de
la Visitacin, Hispania Sacra, XII (1959), pp. 35-110.
20. A parte queda la Declaracin en el proceso de canonizacin de Santa Teresa, 1595.
21. Consejos que da una Priora fue publicada por vez primera en una traduccin francesa: Discours pour servir d' instruction aux Prieures pour le gouvernement des Reli^ieuses, compos par la
Mere Marie de saint Joseph, Religieuse au Monastre de Carmlites dechausses de Lisbonne en
Portugal, e envoi para elle a la Mere Jerome de la Mere de Dieu, Prieure du Couvent du mente Ordre Saint Joseph de Seville, Pars, 1620. Tambin Instruccin de Novicias ve la primera luz traducida al francs: Pour I'Instruction des Novices. Dialogue entre deux Religieuses nommes Grace el
I ust, touchant l'Oraison e Mortiftcalion en laquelle ils doivent estre institus, Pars, 1612. Vid. en
relacin a esta ltima obra: M.P. MAERO SOROLLA, Un dilogo de carmelitas primitivo traducido
al francs: Pour l'Institution de novices de Mara de San Jos (Salazar), Coloquio Internacional:
Traduccin y adaptacin cultural Espaa-Francia, Universidad de Oviedo, 19-22 noviembre 1990,
en prensa.
22. Vid. al respecto, entre muy abundante bibliografa, el op. de J.B. ERIAU, L'Ancien Carmel
du Faubourg Saint' Jacques (1604-1792), Paris, 1929, y el de BERTHOLD-IGNACE DE SAINTE-ANNE,

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lor literario, permanecer indito hasta nuestros das. El original autgrafo de


la obra parece perdido y el texto ha llegado hasta nosotros en una copia del
siglo xvn, procedente del convento de Carmelitas Descalzos de Mlaga, hoy
contenida en el Ms. 3508 de la B.N. de Madrid. De esta copia se editaron dos
transcripciones, la primera realizada por Eduardo de Santa Teresa en la revista El Monte Carmelo, en 1909 y en volumen aparte por el P. Silverio en
1913. H Recientemente, y siempre en crculos carmelitanos, coincidiendo con
el inters despertado por esta religiosa desde la ladera de la espiritualidad a
la que en un principio me refera, la obra ha registrado dos nuevas ediciones,
debidas ambas, a Simen de la Sagrada Familia y que datan la primera de
1966 y de 1979 la segunda.24
Por lo tanto, a pesar de no ser el Libro de Recreaciones una obra indita,
sorprendentemente, no figura en el catlogo de dilogos realizado por Jess Gmez en su excelente y muy bien documentado estudio El dilogo en el Renacimiento espaol,25 en donde, precisamente, el citado estudioso se duele de que en
el siglo xvi sea raro que una mujer aparezca en un dilogo didctico y ms raro
an que discuta sobre problemas filosficos. Entre los ejemplos examinados
dice el autor la nica excepcin es el Duarum virginum colloquium, donde
dos damas de la corte discuten sobre un problema filosfico tradicional, el de
beata vita. Claro que el Duerum virginum colloquium fue escrito por una mujer,
Luisa Sigea.26 Pues bien, es necesario aadir otra excepcin importante en el
siglo por la rareza, el Libro de Recreaciones de Mara de San Jos, seguido por
su instruccin de Novicias, dilogos ambos escritos en vulgar, lo cual induce a
preguntarnos si nos hallamos ante los primeros dilogos didcticos escritos en
castellano por pluma femenina y en los que no slo una mujer es, adems, la
protagonista, sino que son fminas la totalidad de los interlocutores. En ello se
ha de ver, a mi parecer, tanto una determinante de lugar de la que en seguida
nos ocuparemos, como una firme adscripcin de la autora a la creencia teresiana
de que mijor se entienden unas mujeres a otras,27 y de la que se har eco al
inicio de sus declaraciones:

Anne de Jsus et les Constituions des Carmlites Dchausses o mmoire historique el justificatif
iendant demontrer que la servante de Dieu Anne De Jsus est resle constamment fidle l'esprit
du Carmel Reform par Sainte Thrse, Bruxelles, 1874.
23. Libro de Recreaciones, Ramillete de Mirra, Avisos, Mximas y Poesas por la Madre Mara
de San Jos, C.D., Burgos, 1913.
24. Escritos espirituales cit. supra, nota na 9.
25. Madrid, 1988. Merece tambin ser destacado sobre este gnero el estudio de J. FERRERAS,
Les dialogues espagnols du XVIe. sicle ou I' expression littraire d' une nouvelle conscience, Paris,
1985.
26. Op. cit., p. 43.
27.

SANTA TERESA, Moradas, Prlogo, 5, ed., cit., p. 364.

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porque en caso de escribir y tratar de valor y virtud de mujer (replica) solemos tener (a los hombres) por sospechosos y a las veces nos harn dao, porque no es
posible sino que causen confusin las heroicas virtudes de muchas flacas (mujeres) como por la misericordia de Dios en estos floridos tiempos de renovacin vemos.28

Magnfico hiprbaton, feminismo claro, que ser una constante en su obra, y


amargura velada que hemos de recoger al final, tanto ms cuanto que me interesa dilucidar en este punto las causas que pudo tener Mara de San Jos en la
adscripcin de un procedimiento narrativo sin precedente en los gneros literarios tentados y felizmente resueltos por Santa Teresa, pero que muy bien pudo
haber tomado de egregias personalidades del propio Carmelo o en relacin estrecha a la reforma descalza. Merece ser recordado, en este sentido, que la estructura dialgica es la utilizada por Fr. Luis de Len en De los nombres de
Cristo, dilogos espirituales que ven la luz en 1583, ao que aparece precisamente al inicio de los de Mara de San Jos y que ya dimos como punto de
arranque temporal en la gnesis de su obra. Precisemos, por otro lado, que el libro de Fr. Luis ser lectura corriente en los crmenes femeninos hasta el punto
de figurar como lectura obligada en las modificaciones introducidas por Sixto V
en 1590 a las Constituciones de 158829 propugnadas por Ana de Jess, significativamente colaboradora de Fr. Luis en la tarea paralela de publicacin, en el
mismo ao de las obras de Santa Teresa en la primera edicin de Foquel. En
ellas se amplan considerablemente las lecturas recomendadas por la fundadora
en las primeras Constituciones impresas en Alcal en 1581.
Y, con lodo, preciso ser tambin reparar en que otros dilogos30 se escriben
precisamente en 1584, aunque se publican mucho ms tarde.31 Son los Dilogos
del trnsito de la Madre Teresa de Jess de Jernimo Gracin Dentisco,32 el
provincial humanista, punto de referencia psicolgico complementario de Teresa de Jess y mentor cultural, a la vez que espiritual, de nuestra Mara de San
Jos. Su padre, Diego Gracin de Alderete, traductor de los clsicos Jenofonte, Tucdides, San Ambrosio fue secretario de Cifra y Cruzada de la Corte del
rey Felipe y antes del emperador; amigo de Luis Vives y, a travs de ste, del
mismo Erasmo. Quin mejor que l para introducir el dilogo humanista en el
Carmelo teresiano? Introducirlo y seguir cultivndolo en Flandes, despus de su
expulsin y cautiverio a travs de obras como el Dilogo de un Pastor y una
Pastora sobre el gobierno de cierto ganado, Dilogos sobre las persecuciones
28.

Libro de Recreaciones, ed. cit., p. 54.

29.

SILVERIO DE SANTA TERESA, Historia del Carmen Descalzo cit., t. VI, cap. VII, p. 209.

30. Olvidados tambin, inexplicablemente, por Jess Gmez en su ltimo op. cit.
31. Repara, en cambio, en ellos, y en relacin a nuestra Mara de San Jos, R. Rossi en "Hilar"-"Rezar" versus "Orar"-"leer" e/o "Escribir" nella tradizione Teresiana, Ephemerides Carmelilicae, XXXVin (1986), p. 430.

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de Elseo, Dilogo de Reformacin y, muy particularmente, la Peregrinacin de


Anastasio.33
Pero hay sobre todo un hecho que filia o auna el Libro de Recreaciones al
primer dilogo de Jernimo Gracin: el gran tema de Teresa de Jess y de su
muerte con el que se abre tambin, a manera de invocacin y planto, la Primera
Recreacin de nuestra escritora:
Ao del Seor de mil y quinientos y ochenta y tres, da del serfico padre san
Francisco, habiendo un ao que este da se sec la or del Carmelo, invoqu el
llanto y luto, vindose despojado de su dulce Madre Teresa de Jess, de quien dos
hijas suyas, puestas a la sombra de una hermosa alameda, hablaban de ella debajo
del nombre de Angela. Y aunque el tiempo no era para buscar la frescura y campos, que en la primavera suele ser deleitoso, empero a la pltica que tena ayudaba
la soledad y ruido del viento que mova todo a sentir la suya, y con las lgrimas en
los ojos traan a la memoria el robo que la muerte hizo dejndolas sin Madre, pastora y consuelo.34
La situacin nos introduce en la conformacin estructural del Libro que, segn breve declaracin que a manera de prlogo lo inicia, debi de constar de
cinco partes. La primera contendra la primera autobiografa de Mara de San
Jos en nombre fingido por mandato de su director el padre Eliseo. Nos hallamos frente al consabido tpico de la obediencia al escribir las memorias de su
vida y proceder en la oracin al que nos tena acostumbrados Santa Teresa y
que, como en este caso, puede ser excusa para coger la pluma, curndose en salud; pero tambin efectiva recomendacin. De hecho, si tenemos en cuenta que
Eliseo es Gracin, segn el nombre latinizado del profeta hebreo con el que ya
gust designarle Santa Teresa y testimonia reiteradamente en su Epistolario35 y
que 1585 es el ao del captulo lisboeta, por lo tanto, de presencia reiterada del
provincial en la capital del Tajo, no resulta descabellado suponer que el origen
de las memorias de la priora que, en el fondo, eso son sus dilogos, obedezca, si
no al mandato, s a la invitacin de escribir de s misma, y sobre todo de Santa
Teresa, en prosa y a la manera en que lo haba hecho o lo estaba haciendo el
mismo Gracin, es decir, utilizando el dilogo humanstico.
La segunda parte de la obra tratara de la antigedad y grandeza del Carme32. Publicados por el P. SILVERIO con el ttulo de Dilogos sobre la muerte de la M. Teresa de
Jess, Burgos, 1913 y recientemente, con el ttulo primigenio en Monumento Histrica Carmeli Teresiani 6, Roma, 1982, pp. 36-184.
33. Vid. Obras del P. Jernimo Gracin de la Madre de Dios, editadas y anotadas por el P. SILVERIO, Burgos, 1933.

34.
Op.cit.,p.5\.
35. Vid., por ejemplo, la carta dirigida al mismo Gracin, fechada en Sevilla el 27 de septiembre de 1975 en op. cit., p. 745.

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lo. La tercera, de la vida y muerte de la madre Teresa que, como ya hemos visto, aparece bajo el nombre de ngela. La cuarta, de los monasterios que fund.
La ltima parte sera una suma breve de los efectos que hace el amor de Dios en
las almas, rematada por unas octavas de nacimiento de gracias. Sin embargo,
el texto que hoy poseemos llega slo hasta el principio de la cuarta parte e ignoramos si, efectivamente, la quinta fue redactada y const alguna vez en el autgrafo. Por otro lado, y pese al propsito y plan inicial, la divisin material del
libro no est hecha por partes sino por Recreaciones, situacin que refleja el ttulo y que, a la vez que determina el lugar y el tiempo del dilogo, justifica la
adopcin de un estilo coloquial y cierta lgica distensin y libertad en el proceso de razonamiento y argumentacin de las materias tratadas.
Finalmente, la Recreacin, que divide y nomina el Libro, se manifiesta a mi
parecer y creo que as ha de entenderse rectamente como una declaracin
de principios de la priora de Lisboa; como la opcin y defensa de un cierto Carmelo reformado, humanstico y tolerante,36 frente al rigorismo que se otea en el
horizonte de la futura Contrarreforma descalza que cristalizar en la famosa
Consulta de 1591, de tan penosas consecuencias para la descalcez femenina.
La Recreacin, por lo tanto, con multiplicidad de funciones, pero, desde el
punto de vista estructural, e inicialmente, como eje que nos lleva a un lugar retrico: el jardn conventual, con indicios en el texto de que sea el de Lisboa. Al
cabo, un locas amoenus con los particulares buclicos de rigor rboles, pjaros, fuentes, flores ms la connotacin caracterizadora carmelitana: las ermitas; el recuerdo en el patio del monasterio de la vida primitiva de los eremitas
del desierto; contrapunto oracional del recreo; rplica del silencio y la soledad
al lugar de la compaa y la conversacin; el sitio en donde, en aras de la verosimilitud, han de cristalizar los dilogos de Mara de San Jos.
Tambin, temporalmente, stos vendrn limitados por una marca ritual, que
no se ajusta a las acotaciones convencionales ms frecuentes en el gnero dialgico, como la llegada de la noche en los clsicos o las comidas, banquetes y festejos en los cortesanos. De conformidad con el ambiente, los dilogos de la recreacin que no podrn efectuarse en el refectorio, donde se lee, cesarn,
sistemtica y puntualmente en el libro con el toque de oracin, salvo en la Recreacin novena que, como indicamos, aparece truncada, precisamente cuando
la autora anuncia la memoria de esta fundacin de Lisboa, prueba evidente de
que el Libro se redact en San Alberto, despus de su institucin.
En el colloquium, desarrollado, por lo tanto, en estas nueve peculiares jornadas, intervienen slo cinco monjas dirigidas por la autora que se esconde
36. Sobre este particular, tan importante y caracterstico de la concepcin humanstica teresiana
de la vida conventual, dej santa Teresa escritas varias pginas preceptsticas diseminadas en el Libro de la vida, ed. cit., VI, 4; VII, 3, 4 Y 9; VIII, 12, como asimismo en Camino de perfeccin, V, 7,
y, naturalmente, en las Constituciones, VI, 5.

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bajo el nombre de Gracia y en la que recae la funcin de la praeparatio prologal y en la que, de manera indirecta (verba dicendi), introduce a sus interlocutores. Frente a Gracia, Justa, que se dira su oponente, a la vez que su alter
ego y que en las argumentaciones, sobre todo doctrinales, aparece en lugar
destacado entre la propositio y la probado de cada razonamiento. A otro nivel inferior, pero perfiladas como individuos concretos, Atanasia, Josefa y
Dorotea, de las que se dice haber pertenecido a la fundacin sevillana y tras
las que supongo se esconden Mariana de los Santos, Ins de San Elseo y
Blanca de Jess, carmelitas que acompaaron desde Sevilla a Lisboa a la propia Mara de San Jos.37
No hay entre los miembros de esta comunidad disensiones de monta en el
contraste de pareceres propio de la dialctica y aunque, lgicamente, la priora
acte de portavoz didctico, apoyada en las Sagradas Escrituras y en la obra de
Santa Teresa, las dems monjas tambin opinan y a menudo lo hacen con humor; concluyendo los distintos razonamientos en un acuerdo general de los interlocutores. A medida que la obra avanza se opera en ella una sensible decantacin cuantitativa hacia la narracin en detrimento del dilogo puro que, de todas
formas, sigue operando como praeparatio, para que aquella se introduzca en lo
que convencionalmente determinan los propios interlocutores, al pedir al principal, Gracia quien, naturalmente, se va a erigir en narradora, l relato de un
tema particular. Y as, a travs de este subterfugio, se insertan en los dilogos
de las Recreaciones los distintos modelos genealgicos canonizados con brillantez por Teresa de Jess: la vida propia y ajena; es decir, la autobiografa y la
biografa; la crnica de la Orden y la fundacional, al cabo, una prolongacin de
la propia vida de Teresa de Jess: su dimensin externa, su gesta; ms el tratado
de oracin. Todo aderezado a travs del arte dialgico, a manera de olla podrida o ensalada de subgneros diversos a las que se aluden en la conversacin
al inicio de la obra:
Bien dices, hermana replic Josefa, que ya me va pareciendo, de lo poco que he odo, olla podrida, que se hace muchas cosas.
Ms honesto nombre parece ensalada ....38

El Libro de Recreaciones no slo representa, as, el primer dilogo escrito


en castellano por una mujer, sino la primera autobiografa espiritual enmascarada en el dilogo haciendo una manera de representacin al vivo,39 que por
ir con nombre fingido se sufrir40 que nos presenta el Carmen femenino, or37.
38.
39.
40.

Chronica portuguesa til., T.I, lib. I, cap. XXIV, p. 126.


Op. cit., p. 59.
Op. ci/.,p. 48.
Op. cit., p. 49.

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den en la que irradia la autobiografa cumbre de Teresa de Jess y a la que seguirn otras muchas ms, en la eclosin de la moda de la confesin escrita,41 no
siempre realizada por las mismas razones,42 ni utilizando el mismo pacto autobiogrfico.43 En el caso concreto de Mara de San Jos nos las tenemos que haber con una literata de vocacin que recurre al dilogo para hablar de s misma
por pudor; pero tambin por arte y cultura humanstica. Desdobla a travs de l
su propia personalidad, a la vez que interioriza experiencias ajenas: las de su
comunidad; vidas reales edificantes que por medio de su obra literaria se perfilan como ejemplares; presente siempre el modelo hagiogrfico,44 de manera especial, en este caso, el de la Santa de vila, madre y maestra.
La vida de la fundadora irrumpe por lo tanto en la narracin, aunque no por ello
desaparece la verdadera protagonista. Lgicamente nuestra autora cuenta lo que sobre Teresa de Jess conoce bien: la vida, los hechos y los ideales compartidos con
la fundadora. El encuentro con la santa en el palacio toledano de los duques de Medinaceli en 1562; su conversin espiritual en 1568, cuando Santa Teresa vuelve por
segunda vez a palacio, son los acontecimientos que abren la brecha de una historia
de ambas que luego har suya y ms tarde de la orden. As este primer tanteo biogrfico inicial se trunca al comienzo de la Segunda Recreacin para retomarse luego en la Octava que llena la vida y milagros de la Reformadora: la descripcin de
sus arrebatos, vuelos y xtasis msticos, junto al relato de sus ms importantes fundaciones con la presentacin de dos de sus primeros libros: Vida y Camino de Perfeccin*5 que se declaran como inspiradores de la Octava Recreacin, su glosa y resumen. Lo cual debe creerse en lo tocante a la informacin que Mara de San Jos
nos suministra, pero en modo alguno a la forma de proceder que corresponde a un
estilo ms regular y docto que el de la santa, pero sin la brillantez, la gracia y la garra emocional de los escritos teresianos:
41. Vid. el op. de J. MOLINO, Siratgies de l'autobiographie au sicele d'or. L'aulobiographie
dans le monde hispanique, Actes du Colloquc International de la Baume-les-Aix, 11-13 Mai 1979,
Paris-Aix en Provence, 1980, quien muy acertadamente subraya el valor especfico de la autobiografa religiosa del Siglo de Oro espaol en el desarrollo del gnero en la modernidad occidental.
42. Vid. a este propsito las apreciaciones de R. DE MAIO en Autobiografa femenina, Mujer y
renacimiento, Madrid, 1988, pp. 176-181: Dejando a un lado las autnticas (...) muchas de estas autobiografas no pertenecen a la historia de la coaccin eclesistica, sino a la de la siquiatra y de la
vanidad.
43. Naturalmente estoy aludiendo al consabido Pacte autobiographique de P. LEJEUNE, Potique 4 (1973), pp. 137-162, ahora en el libro del mismo ttulo, Paris, 1975.
44. Para la relacin de autobiografas religiosas y vidas de santos en nuestro Siglo de Oro vid. I.
POUTRIN, L'aprentissage de la saintel dans l'Espagne Moderne, Mlanges de la Casa de Velzquez, XXIII (1987), pp. 331-354.
45. Recordemos que precisamente en Portugal, y en 1583 tiene lugar la publicacin de Camino
de perfeccin, al cuidado de Teutonio de Braganza, arzobispo de Evora, admirador y amigo de la ya
difunta Santa Teresa y futuro protector de Mara de San Jos.
46. Op. cit., p. 177.

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Todas las cosas dichas y otras muchas que por la brevedad no se dice, dej la
santa Madre escrito en el Libro de su vida, el cual escribi, como dijimos, para
que se entendiese su espritu, al principio de la fundacin del convento de vila,
con otro que se dice Camino de Perfeccin el cual habla slo con las monjas de
San Jos, que an no haba otras.46

Y convendra destacar, puntualmente, dentro de un tema que da para mucho,


que la biografa de Santa Teresa incluida en el Libro de Recreaciones se redacta
en un momento en el que, haciendo excepcin de la Vida de Julin de vila*7 y
del opsculo de Fr. Luis de Len, De la vida, muerte, virtudes y milagros de la
Santa Madre Teresa de Jess todava no han aparecido las grandes biografas
de la fundadora: la de Yepes, que data de 158749 o la de Ribera de 1590.30 Mara
de San Jos, por lo tanto, aparte de tener que sumarse, por derecho propio y cronolgico, a los bigrafos de Santa Teresa en el siglo XVI,51 se erige, por otro lado, en pionera de una moda con parejo furor al de las autobiografas espirituales
en el Siglo de Oro: el de las biografas de hermanas en religin,52 directriz
igualmente importante de la literatura conventual de la poca, apenas estudiada.
Subgnero literario, por otro lado, no adscrito como el de los diarios a una orden femenina memorialista por excelencia, como la carmelitana, sino compartida, igualmente, por otras rdenes: agustinas, franciscanas, trinitarias etc., y con
funcin relativamente diferente al de la autobiografa espiritual."
Si las crnicas fundacionales glosadas por Mara de San Jos en la Recrea47. Vida de Sania Teresa de Jess, por el maestro Julin de Avila, primer capelln de la sania.
Obra indita hasta la publicacin realizada por V. DE LA FUENTE, Madrid, 1881.
48. Libro primero, que debi de escribirse y darse a conocer antes de 1587, pues ya consta en la
biografa de Yepes. Actualmente se incluye en las O.C. de Fr. Luis.
49. Vida, virtudes y milagros de la Bienaventurada Virgen Teresa de Jess, Madrid, 1587. Segunda ed. en Zaragoza, 1606; e impresa modernamente en Buenos Aires, 1946.
50. La Vida de la Madre Teresa de Jess, fundadora de las Descaigas y Descalgos, compuesta
por el Doctor Francisco de Ribera de la Compaa de Jess, y repartida en cinco libros. Salamanca,
1590.
51. Se echa en falta, por ejemplo, en el estudio de F. FITA, Cuatro bigrafos de Santa Teresa
en el siglo XVI: el padre Francisco de Ribera, Diego de Yepes, fray Luis de Len y Julin de vila,
Boletn de la Real Academia de la Historia 67 (1915), pp. 550-561.
52. Variante de la biografa realizada por el confesor, de la que nos habla R. DE MAIO en op.
cit.,p. 171 y ss.
53. La biografa de otra monja, aunque poda exigirla el confesor (capelln, visitador, provincial... Vid. en este punto el cap. Biografa y confeson> del op. cit. de R. DE MAIO, pp. 171 y ss.) y an
escribirla (recurdese el caso de Julin de vila), no obedeca a un fin inquisitorial de control de conciencia como la autobiografa por mandato, sino, antes bien, a la propuesta de escritura de una vida
ejemplar con objetivos didcticos y edificantes, salvaguardando con ello del olvido vidas de religiosas
que por humildad o por falta de letras no haban podido ni sabido escribir su propia autobiografa. No
es el caso de Teresa de Jess, pero s, por ejemplo, el de la trinitaria Catalina de San Josef cuya vida
escribe sor Marcela de San Flix hija de Lope de Vega (Vid. al respecto la ed. de Electa Arenal y
Georgina Sabat-Rivers, Barcelona, 1988) y con ella, tantsimas otras que aguardan un estudio.

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don Octava se reducen a menciones y comentarios puntuales referentes a las


ocho primeras fundaciones vila, Medina, Malagn, Valladolid, Toledo, Pastrana y sus dolorosas vicisitudes, Salamanca y Alba, la fundacin de Sevilla,
o mejor, la expedicin al Sur, iniciada en 1575, llenar la Novena Recreacin.
De nuevo la autora irrumpe como protagonista y lo hace para contar con autenticidad y pericia expresiva aquello que conoce bien por haberlo vivido y sufrido. El relato fundacional, mucho ms extenso y minucioso que el que la propia
Santa Teresa redactase en los captulos XXV y XXVI del Libro de las Fundaciones, ampla y profundiza los hechos gloriosos de la fundadora en la capital
andaluza y conduce las vicisitudes del carmen sevillano desde 1576, fecha en
que la santa deja definitivamente Andaluca, hasta 1585 en que lo har ella misma para fundar en Lisboa. La narracin, volcada ms al nos que al yo, perfila la
vida conventual cotidiana sembrada de zozobras y privaciones:
La pobreza fue tanta como he dicho, los caminos tan largos, todo aquel verano
sobre los caizos sin tener con qu nos cubrir, aunque el calor era tan grande que
de esto nos excusaba, y la casa bien aparejada para con l nos afligir; la comida
eran muchos das solas manzanas y pan, a veces guisadas y a veces en ensalada, y
da hubo que no hubo pan sino uno solo y con gran gusto repartido entre todas, el
cual nos bast aunque era bien pequeo.5'1

Salpicada con algn acontecimiento gozoso como la llegada de Indias de


don Lorenzo de Cepeda, justo a tiempo para remediar los males de la comunidad.55 Pero esencialmente marcada por tres acontecimientos de monta: la lucha
con los calzados hasta la intervencin de rey Felipe II56 y dos procesos inquisitoriales de los que seguramente por cautela no habla Santa Teresa en sus Fundaciones:57 el primero de ellos, en 1575, contra la propia santa e Isabel de San
Jernimo, por delacin de la beata Mara del Corro por parecer (la espiritualidad del nuevo Carmen) segn la calificacin, doctrina nueva, supersticiosa, de
embustes y semejante a la de los alumbrados de Extremadura;58 el segundo en
1578, por calumnias perpetradas por dos nuevas beatas, Beatriz de Chaves y
Margarita de la Concepcin y hostigadas por el capelln.59 Ambos procesos en
54. Op. ci., p. 204.
55. 12 de agosto de 1575: Fue Dios servido que viniese entonces de las Indias un hermano mi
que hava ms de treinta y cuatro aos que estava all SANTA TERESA, Fundaciones, 25, 3.
56.

Efrn DE LA MADRE DE DIOS y O. STEGGINK, Tiempo y vida cit., pp. 673 y ss.

57. Aunque el drama se patentiza en las sobrecogedoras Cuentas de Conciencia, nmeros 53 y


54: Vicisitudes espirituales y memoria de confesores que tuvo en Sevilla y Grados de la Oracin, ambas redactadas en 1576. op. ci., pp. 474-480.
58. Leg. 2946. Inquisicin. Archivo Histrico Nacional de Madrid. Documento presentado en
Tiempo y vida cit., p. 681.
59. Alusiones varias en las cartas n 267 y 277, 300 y 302, dirigidas a nuestra Mana de San Jos y fechadas en vila, 31.1.1579; 3.V.1979 y Malagn, 21.XII. 1579; 12.1.1580 respectivamente.

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la lnea de neurosis colectiva ante la Inquisicin a la que en tantas ocasiones


se ha referido Amrico Castro y que tan bien ilustran las delaciones aludidas,
relatadas por nuestra escritora:
Este clrigo con estas dos solas, porque ninguna otra hubo que se inquietase,
hicieron otros memoriales para la Inquisicin y los dieron a los padres del Carmen, que fue todo lo que ellos pudieron desear. Levantronos muchos testimonios
y a nuestra santa Madre del tiempo que en Sevilla estuvo y a nuestro padre Gracin y de m, que era la que deseaban.60

Pero las Recreaciones, la Vida de Gracia-Mara a travs del dilogo, la escribe primordialmente la protagonista para revelar a travs de ella la manera
de proceder en la oracin y las misericordias que Dios le ha hecho,61 lo que debera abocarnos a las partes ms ntimas y recnditas de una autobiografa espiritual que, sin embargo, se trunca antes de llegar a esta ltima parte anunciada
en el prlogo. Diseminadas, sin embargo, por las distintas Recreaciones que poseemos y a pesar de la continua declaracin de la monja de no querer entrar en
doctrina,62 la adscripcin a la prctica de la oracin mental, habitual en Santa Teresa en su forma contemplativa y en principio recomendada a sus monjas,63
se presenta como la igualmente practicada por Mara de San Jos en sus aos de
postulante, por mimetismo expreso de Teresa de Jess durante su segunda estancia en el palacio ducal de Medinaceli (1568-1569), en poca no muy lejana o
coincidente con la segunda redaccin de Camino de Perfeccin:6*
Y al fin le comuniqu mi llamamiento (entindase a la Santa) el cual hacia
fuerza en ver que aquellas religiosas tenan de Constitucin tener oracin mental,
a que yo estaba muy aficionada sin saber lo que era ...,65

Recordemos que esta muy marcada directriz del Carmelo reformado, que
emboba a la Mara de San Jos palaciega, todava Salazar, pero ya seducida por
el carisma de Teresa de vila, variar ligeramente de puertas para fuera a raz
60. Op. cU.,p. 214.
61. Op. cit., p. 47.
62. Op. cit., p. 65.
63. Precisemos que sobre el particular hay divergencias y mientras que Efrn DE LA MADRE DE
Dios se inclina razonablemente por estas fechas en su ed. cit., p. 194, Toms DE LA CRUZ en su ed. de
Camino de Perfeccin, Roma, 1966, II, pp. 15-30, propone la de 1566.
64. Op. cit., p. 66.
65. Vid. para una panormica casi exhaustiva de esta tradicin literaria orante el op. de M. BATAILLON, Erasmo y Espaa, Mxico, 1976, pp. 72 y ss.
66. Para el confusionismo de las tendencias a travs de los sntomas y manifestaciones externas,
an atendiendo a un momento anterior, vid. el modlico estudio de A. REDONDO, Luther et l'Espagne de 1520 a 1536, Mlanges de la Casa de Velzquez, I, (1965), pp. 109-164.

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del perceptible cambio de los movimientos espirituales en torno a los mtodos


oracionales que se experimenta en los aos sesenta.66 El recelo hacia la oracin
mental por las temibles relaciones que ello pudiera tener con las peculiaridades
propias de los alumbrados, erasmistas y protestantes,67 determin en muchos casos su prohibicin.68 La descalcez vive en esta encrucijada muy patente y en
Camino de Perfeccin, libro teresiano clave para tomar el pulso a la controversia oracional del siglo, y que recordamos se publica en Portugal en fechas prximas a las que Mara de San Jos compone sus dilogos,69 Santa Teresa, diplomtica, conciliatoria y prctica, defender la utilidad y la dignidad de la oracin
vocal.70 Pero las descalzas seguirn practicando la mental en sus celdas y Mara de San Jos nos dar cuenta de ello en sus Recreaciones^. No ser con todo
esta va oracional la nica propuesta por la priora de Lisboa en sus escritos: la
variabilidad aconsejada por la inteligente y tolerante Teresa de Jess en el cap.
XXVII de Camino segn las naturalezas, los temperamentos y las circunstancias
de las almas, practicada por ella misma, se perfilar igualmente en la pluralidad de mtodos tentados y experiencias conseguidas por su hija predilecta y
enumerados y descritos en las confesiones de su Segunda Recreacin:71 mental,
vocal, sensible (humanidad de Cristo), de quietud, de unin. Pero, con todo,
Gracia-Mara se mostrar ms parca y menos vivaz que su predecesora en la
descripcin de los recovecos del alma, en lo que continuar siendo maestra indiscutible Teresa de Jess. Llegado un punto, incluso se mostrar recelosa y
contraria en dar detalles de sus vivencias anmicas, lo que se puede explicar por
cautela o decoro clasicista; pero tambin por regular don expresivo o falta de
experiencia realmente profunda:
Con el modo que he dicho casi me ha llevado siempre el Seor, aunque es verdad que el hambre que a los principios tena de aquella oracin gustosa, se me
quit habr casi ocho aos, y qued con gran paz, de suerte que ahora tengo oracin, ahora no, siempre salgo con paz y contento, digo cuando yo hago lo que
puedo, que es irme a la oracin y aunque no se me comunique en ella cosas de
gusto, con leer o rezar vocalmente y hacer actos, paso; y ninguna vez dejo de salir
satisfecha, y a mi parecer con ganancia, porque con cualquiera que haga, me mueve mucho a alabanzas de Dios y a contriccin, que son dos cosas en que quera
gastar mi vida. Este es el camino por donde el Seor me ha llevado desde que co67. Actitud paralela a la oposicin de la religiosidad tridemina antimisticista, representada
por un Melchor Cano, Fernando de Valds o Domingo de Soto, a la espiritualidad humanista y afectiva del Primer Renacimiento. Pero vid. asimismo BATAILLON, op. cil., p. 726 y ss.
68. Op. ci., pp. 726 y ss.
69. Vid. nota n? 44.
70. Vid., para pormenores, en los que ahora no puedo entrar, mi Introduccin a Camino de
Perfeccin en SANTA TERESA, Antologa, Barcelona, 1987, pp. 267-278.
71. Op. ci., pp. 71 y ss.

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menz Su Majestad a darme luz, y con esto quedar entendido lo que se me ha


mandado decir, sin que haya necesidad de contar ms particularidades ni sentimientos ...72

Contina la especulacin en torno a la oracin en momento de recreacin


cuando se pregunta y se responde, se replica y comunica en voz alta lo que se
experimenta a solas y en silencio. As, el tratado oracional, aun sin contar con
lo que debera haber sido en su anunciada ltima parte, cristaliza, en esta Recreacin Segunda, como uno de los subgneros intercalados en la olla podrida o ensalada de temas de conversacin que el artificio del dilogo hurde y
teje entre los dems subgneros y temas que, por razones evidentes de espacio y
tiempo, despuntamos slo, aqu y ahora.

72. Op. cit., pp. 74 y ss.

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