Dialogos de Carmelitas Libro de Recreaciones
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Universidad de Barcelona
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AIH. Actas X (1989). Dilogos de carmelistas: Libro de Recreaciones de Mara de San Jos. M DEL PILAR MAN...
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11.
SANTA TERESA, Libro de las Fundaciones, cap. 9, Citamos por la ed. de las Obras Comple-
12. Efrn DE LA MADRE DE DIOS y O. STEGGINK, Tiempo y vida de Santa Teresa, Madrid, 1977,
p. 379.
13. Que podemos seguir, aun teniendo a Santa Teresa como protagonista, en el op. de PM. PINERO RAMIREZ, La Sevilla imposible de Santa Teresa, Sevilla, 1982, con numerosas referencias a Mara
de San Jos. Por lo que se refiere a los dos procesos inquisitoriales en los que se ve envuelto el Carmelo sevillano durante su priorato: el primero en 1575 contra santa Teresa y el segundo, en 1578,
contra ella misma vid. el esencial estudio de E. LLAMAS, Sania Teresa de Jess y la inquisicin espaola, Madrid, 1972, pp. 53-194, especialmente.
14. Vid., en este sentido, tanto la obra de F. DE BEAUVAIS, La vie de M. de Brtigny, preste fondateur des carmltes de sainle Thrse en France el aux Pays-Bas, Pars, 1947, como la ms reciente de P. SEROUET, /ean de Brtigny (1556-1634). Aux origines du Carmel de France, de Belgique et
du Congo, Louvain, 1974.
15. Carta de la M. Manuela de la Madre de Dios. Ms. 3537 de la BN. de Madrid.
16. Primera Recreacin, p. 46. Citamos por la moderna edicin de Simen DE LA SAGRADA FAMILIA contenida en Escritos Espirituales cit.
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Anne de Jsus et les Constituions des Carmlites Dchausses o mmoire historique el justificatif
iendant demontrer que la servante de Dieu Anne De Jsus est resle constamment fidle l'esprit
du Carmel Reform par Sainte Thrse, Bruxelles, 1874.
23. Libro de Recreaciones, Ramillete de Mirra, Avisos, Mximas y Poesas por la Madre Mara
de San Jos, C.D., Burgos, 1913.
24. Escritos espirituales cit. supra, nota na 9.
25. Madrid, 1988. Merece tambin ser destacado sobre este gnero el estudio de J. FERRERAS,
Les dialogues espagnols du XVIe. sicle ou I' expression littraire d' une nouvelle conscience, Paris,
1985.
26. Op. cit., p. 43.
27.
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porque en caso de escribir y tratar de valor y virtud de mujer (replica) solemos tener (a los hombres) por sospechosos y a las veces nos harn dao, porque no es
posible sino que causen confusin las heroicas virtudes de muchas flacas (mujeres) como por la misericordia de Dios en estos floridos tiempos de renovacin vemos.28
29.
SILVERIO DE SANTA TERESA, Historia del Carmen Descalzo cit., t. VI, cap. VII, p. 209.
30. Olvidados tambin, inexplicablemente, por Jess Gmez en su ltimo op. cit.
31. Repara, en cambio, en ellos, y en relacin a nuestra Mara de San Jos, R. Rossi en "Hilar"-"Rezar" versus "Orar"-"leer" e/o "Escribir" nella tradizione Teresiana, Ephemerides Carmelilicae, XXXVin (1986), p. 430.
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34.
Op.cit.,p.5\.
35. Vid., por ejemplo, la carta dirigida al mismo Gracin, fechada en Sevilla el 27 de septiembre de 1975 en op. cit., p. 745.
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lo. La tercera, de la vida y muerte de la madre Teresa que, como ya hemos visto, aparece bajo el nombre de ngela. La cuarta, de los monasterios que fund.
La ltima parte sera una suma breve de los efectos que hace el amor de Dios en
las almas, rematada por unas octavas de nacimiento de gracias. Sin embargo,
el texto que hoy poseemos llega slo hasta el principio de la cuarta parte e ignoramos si, efectivamente, la quinta fue redactada y const alguna vez en el autgrafo. Por otro lado, y pese al propsito y plan inicial, la divisin material del
libro no est hecha por partes sino por Recreaciones, situacin que refleja el ttulo y que, a la vez que determina el lugar y el tiempo del dilogo, justifica la
adopcin de un estilo coloquial y cierta lgica distensin y libertad en el proceso de razonamiento y argumentacin de las materias tratadas.
Finalmente, la Recreacin, que divide y nomina el Libro, se manifiesta a mi
parecer y creo que as ha de entenderse rectamente como una declaracin
de principios de la priora de Lisboa; como la opcin y defensa de un cierto Carmelo reformado, humanstico y tolerante,36 frente al rigorismo que se otea en el
horizonte de la futura Contrarreforma descalza que cristalizar en la famosa
Consulta de 1591, de tan penosas consecuencias para la descalcez femenina.
La Recreacin, por lo tanto, con multiplicidad de funciones, pero, desde el
punto de vista estructural, e inicialmente, como eje que nos lleva a un lugar retrico: el jardn conventual, con indicios en el texto de que sea el de Lisboa. Al
cabo, un locas amoenus con los particulares buclicos de rigor rboles, pjaros, fuentes, flores ms la connotacin caracterizadora carmelitana: las ermitas; el recuerdo en el patio del monasterio de la vida primitiva de los eremitas
del desierto; contrapunto oracional del recreo; rplica del silencio y la soledad
al lugar de la compaa y la conversacin; el sitio en donde, en aras de la verosimilitud, han de cristalizar los dilogos de Mara de San Jos.
Tambin, temporalmente, stos vendrn limitados por una marca ritual, que
no se ajusta a las acotaciones convencionales ms frecuentes en el gnero dialgico, como la llegada de la noche en los clsicos o las comidas, banquetes y festejos en los cortesanos. De conformidad con el ambiente, los dilogos de la recreacin que no podrn efectuarse en el refectorio, donde se lee, cesarn,
sistemtica y puntualmente en el libro con el toque de oracin, salvo en la Recreacin novena que, como indicamos, aparece truncada, precisamente cuando
la autora anuncia la memoria de esta fundacin de Lisboa, prueba evidente de
que el Libro se redact en San Alberto, despus de su institucin.
En el colloquium, desarrollado, por lo tanto, en estas nueve peculiares jornadas, intervienen slo cinco monjas dirigidas por la autora que se esconde
36. Sobre este particular, tan importante y caracterstico de la concepcin humanstica teresiana
de la vida conventual, dej santa Teresa escritas varias pginas preceptsticas diseminadas en el Libro de la vida, ed. cit., VI, 4; VII, 3, 4 Y 9; VIII, 12, como asimismo en Camino de perfeccin, V, 7,
y, naturalmente, en las Constituciones, VI, 5.
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bajo el nombre de Gracia y en la que recae la funcin de la praeparatio prologal y en la que, de manera indirecta (verba dicendi), introduce a sus interlocutores. Frente a Gracia, Justa, que se dira su oponente, a la vez que su alter
ego y que en las argumentaciones, sobre todo doctrinales, aparece en lugar
destacado entre la propositio y la probado de cada razonamiento. A otro nivel inferior, pero perfiladas como individuos concretos, Atanasia, Josefa y
Dorotea, de las que se dice haber pertenecido a la fundacin sevillana y tras
las que supongo se esconden Mariana de los Santos, Ins de San Elseo y
Blanca de Jess, carmelitas que acompaaron desde Sevilla a Lisboa a la propia Mara de San Jos.37
No hay entre los miembros de esta comunidad disensiones de monta en el
contraste de pareceres propio de la dialctica y aunque, lgicamente, la priora
acte de portavoz didctico, apoyada en las Sagradas Escrituras y en la obra de
Santa Teresa, las dems monjas tambin opinan y a menudo lo hacen con humor; concluyendo los distintos razonamientos en un acuerdo general de los interlocutores. A medida que la obra avanza se opera en ella una sensible decantacin cuantitativa hacia la narracin en detrimento del dilogo puro que, de todas
formas, sigue operando como praeparatio, para que aquella se introduzca en lo
que convencionalmente determinan los propios interlocutores, al pedir al principal, Gracia quien, naturalmente, se va a erigir en narradora, l relato de un
tema particular. Y as, a travs de este subterfugio, se insertan en los dilogos
de las Recreaciones los distintos modelos genealgicos canonizados con brillantez por Teresa de Jess: la vida propia y ajena; es decir, la autobiografa y la
biografa; la crnica de la Orden y la fundacional, al cabo, una prolongacin de
la propia vida de Teresa de Jess: su dimensin externa, su gesta; ms el tratado
de oracin. Todo aderezado a travs del arte dialgico, a manera de olla podrida o ensalada de subgneros diversos a las que se aluden en la conversacin
al inicio de la obra:
Bien dices, hermana replic Josefa, que ya me va pareciendo, de lo poco que he odo, olla podrida, que se hace muchas cosas.
Ms honesto nombre parece ensalada ....38
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den en la que irradia la autobiografa cumbre de Teresa de Jess y a la que seguirn otras muchas ms, en la eclosin de la moda de la confesin escrita,41 no
siempre realizada por las mismas razones,42 ni utilizando el mismo pacto autobiogrfico.43 En el caso concreto de Mara de San Jos nos las tenemos que haber con una literata de vocacin que recurre al dilogo para hablar de s misma
por pudor; pero tambin por arte y cultura humanstica. Desdobla a travs de l
su propia personalidad, a la vez que interioriza experiencias ajenas: las de su
comunidad; vidas reales edificantes que por medio de su obra literaria se perfilan como ejemplares; presente siempre el modelo hagiogrfico,44 de manera especial, en este caso, el de la Santa de vila, madre y maestra.
La vida de la fundadora irrumpe por lo tanto en la narracin, aunque no por ello
desaparece la verdadera protagonista. Lgicamente nuestra autora cuenta lo que sobre Teresa de Jess conoce bien: la vida, los hechos y los ideales compartidos con
la fundadora. El encuentro con la santa en el palacio toledano de los duques de Medinaceli en 1562; su conversin espiritual en 1568, cuando Santa Teresa vuelve por
segunda vez a palacio, son los acontecimientos que abren la brecha de una historia
de ambas que luego har suya y ms tarde de la orden. As este primer tanteo biogrfico inicial se trunca al comienzo de la Segunda Recreacin para retomarse luego en la Octava que llena la vida y milagros de la Reformadora: la descripcin de
sus arrebatos, vuelos y xtasis msticos, junto al relato de sus ms importantes fundaciones con la presentacin de dos de sus primeros libros: Vida y Camino de Perfeccin*5 que se declaran como inspiradores de la Octava Recreacin, su glosa y resumen. Lo cual debe creerse en lo tocante a la informacin que Mara de San Jos
nos suministra, pero en modo alguno a la forma de proceder que corresponde a un
estilo ms regular y docto que el de la santa, pero sin la brillantez, la gracia y la garra emocional de los escritos teresianos:
41. Vid. el op. de J. MOLINO, Siratgies de l'autobiographie au sicele d'or. L'aulobiographie
dans le monde hispanique, Actes du Colloquc International de la Baume-les-Aix, 11-13 Mai 1979,
Paris-Aix en Provence, 1980, quien muy acertadamente subraya el valor especfico de la autobiografa religiosa del Siglo de Oro espaol en el desarrollo del gnero en la modernidad occidental.
42. Vid. a este propsito las apreciaciones de R. DE MAIO en Autobiografa femenina, Mujer y
renacimiento, Madrid, 1988, pp. 176-181: Dejando a un lado las autnticas (...) muchas de estas autobiografas no pertenecen a la historia de la coaccin eclesistica, sino a la de la siquiatra y de la
vanidad.
43. Naturalmente estoy aludiendo al consabido Pacte autobiographique de P. LEJEUNE, Potique 4 (1973), pp. 137-162, ahora en el libro del mismo ttulo, Paris, 1975.
44. Para la relacin de autobiografas religiosas y vidas de santos en nuestro Siglo de Oro vid. I.
POUTRIN, L'aprentissage de la saintel dans l'Espagne Moderne, Mlanges de la Casa de Velzquez, XXIII (1987), pp. 331-354.
45. Recordemos que precisamente en Portugal, y en 1583 tiene lugar la publicacin de Camino
de perfeccin, al cuidado de Teutonio de Braganza, arzobispo de Evora, admirador y amigo de la ya
difunta Santa Teresa y futuro protector de Mara de San Jos.
46. Op. cit., p. 177.
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Todas las cosas dichas y otras muchas que por la brevedad no se dice, dej la
santa Madre escrito en el Libro de su vida, el cual escribi, como dijimos, para
que se entendiese su espritu, al principio de la fundacin del convento de vila,
con otro que se dice Camino de Perfeccin el cual habla slo con las monjas de
San Jos, que an no haba otras.46
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Efrn DE LA MADRE DE DIOS y O. STEGGINK, Tiempo y vida cit., pp. 673 y ss.
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Pero las Recreaciones, la Vida de Gracia-Mara a travs del dilogo, la escribe primordialmente la protagonista para revelar a travs de ella la manera
de proceder en la oracin y las misericordias que Dios le ha hecho,61 lo que debera abocarnos a las partes ms ntimas y recnditas de una autobiografa espiritual que, sin embargo, se trunca antes de llegar a esta ltima parte anunciada
en el prlogo. Diseminadas, sin embargo, por las distintas Recreaciones que poseemos y a pesar de la continua declaracin de la monja de no querer entrar en
doctrina,62 la adscripcin a la prctica de la oracin mental, habitual en Santa Teresa en su forma contemplativa y en principio recomendada a sus monjas,63
se presenta como la igualmente practicada por Mara de San Jos en sus aos de
postulante, por mimetismo expreso de Teresa de Jess durante su segunda estancia en el palacio ducal de Medinaceli (1568-1569), en poca no muy lejana o
coincidente con la segunda redaccin de Camino de Perfeccin:6*
Y al fin le comuniqu mi llamamiento (entindase a la Santa) el cual hacia
fuerza en ver que aquellas religiosas tenan de Constitucin tener oracin mental,
a que yo estaba muy aficionada sin saber lo que era ...,65
Recordemos que esta muy marcada directriz del Carmelo reformado, que
emboba a la Mara de San Jos palaciega, todava Salazar, pero ya seducida por
el carisma de Teresa de vila, variar ligeramente de puertas para fuera a raz
60. Op. cU.,p. 214.
61. Op. cit., p. 47.
62. Op. cit., p. 65.
63. Precisemos que sobre el particular hay divergencias y mientras que Efrn DE LA MADRE DE
Dios se inclina razonablemente por estas fechas en su ed. cit., p. 194, Toms DE LA CRUZ en su ed. de
Camino de Perfeccin, Roma, 1966, II, pp. 15-30, propone la de 1566.
64. Op. cit., p. 66.
65. Vid. para una panormica casi exhaustiva de esta tradicin literaria orante el op. de M. BATAILLON, Erasmo y Espaa, Mxico, 1976, pp. 72 y ss.
66. Para el confusionismo de las tendencias a travs de los sntomas y manifestaciones externas,
an atendiendo a un momento anterior, vid. el modlico estudio de A. REDONDO, Luther et l'Espagne de 1520 a 1536, Mlanges de la Casa de Velzquez, I, (1965), pp. 109-164.
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