Tiempo y Eternidad en Las Confesiones de San Agustin
Tiempo y Eternidad en Las Confesiones de San Agustin
Tiempo y Eternidad en Las Confesiones de San Agustin
Los conceptos de espacio y tiempo han sido uno de los hilos conductores de toda
la historia de la filosofía. La preocupación acerca de estas cuestiones las podemos
encontrar ya desde el pensamiento griego en obras como el Timeo de Platón o la
Física de Aristóteles, pasando por San Agustín y Santo Tomas de Aquino, hasta
llegar a la Edad moderna o incluso en la Contemporánea en obras de la talla de la
Crítica de la razón pura de Kant o de Ser y Tiempo de Heidegger.
Es por ello que para nuestro estudio sobre las Confesiones, hayamos decidido
estudiar el Libro XI que versa precisamente sobre el tiempo. El objetivo de las
siguientes líneas será mostrar la relación que tienen los conceptos de Tiempo y
Eternidad en la obra ya mencionada de San Agustín. Para tal efecto hemos
dividido nuestro texto en tres partes: en la primera abordaremos una pequeña
historia de los conceptos de tiempo y Eternidad y su relación en los autores
anteriores a San Agustín. En la segunda parte, recorreremos los puntos
principales del libro XI de las confesiones, en el cual nuestro autor desarrolla el
tema de nuestro interés. Por ultimo, desarrollaremos una pequeña reflexión sobre
el tema que hemos venido tratando.
II
Antes de que el cielo y la tierra fuesen creados no existía el tiempo y, por lo tanto,
no se puede hablar de un antes previo a ala creación del tiempo. El tiempo es
creación de Dios y, por lo tanto, la pregunta carece de sentido, porque aplica a
Dios una categoría que sólo es válida para la criatura, cometiendo así un error
estructural, ya que la eternidad “siempre permanece” a diferencia de los tiempos
“que nunca permanecen” ya que son categorías incomparables, ya que
“el tiempo largo no se hae largo sino por muchos movimientos que pasan y
que no pueden coexistir a la vez, y que en la eternidad, al contrario, no pasa
nada, sino que todo es presente, al revés del tiempo, que no puede existir
todo él presente”3.
2
San Agustín, Confesiones, X, 11, p. 474. BAC. Madrid 2002.
3
San Agustín, op. Cit. P. 475.
4
Ídem. Págs. 477-8.
de una indebida aplicación de tiempo a lo eterno, que es algo totalmente diferente
al tiempo.
Ante esto, San Agustín se pregunta: ¿Qué es pues el tiempo?
Es habitual al hablar de la concepción agustiniana de tiempo referirse a su
perplejidad ante el tiempo, pues el tiempo es una gran paradoja. El tiempo es un
fue que ya no es. Es un ahora que no es; el ahora no se puede detener, pues si tal
cosa ocurriese ya no seria. Es un será que todavía no es. El tiempo no tiene
dimensión, cuando vamos a apresarlo se desvanece. Y sin embargo, yo se lo que
es el tiempo cuando no tengo que decirlo:
“¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo se: pero si quiero
explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé”5.
“Lo que si digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo
pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no
habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro ¿cómo
pueden ser, si el pretérito ya no es él y el futuro todavía no es? Y en cuanto al
presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pretérito, ya no seria
tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente, para ser tiempo es necesario que
pase a ser pretérito, ¿cómo decimos que existe éste, cuya causa o razón de
ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que
existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?”.
5
Ídem. P. 478.
6
Ídem p.481.
Pero un análisis más exhaustivo nos hará ver que con el día pasa lo mismo que
con la cuenta de los días, meses y años. Ya que un día contiene veinticuatro de
las cuales una seria presente y los restantes, pasados y/o futuros.
“Pero aun la hora esta compuesta de partículas fugitivas, siendo pasado lo
que ha transcurrido de ella, y futuro lo que aun queda”7.
Hay algo de tiempo que se pueda concebir como indivisible en partes, por
pequeñísimas que éstas sean, sólo ese momento es que debe decirse
presente; el cual, sin embargo, vuela tan rápidamente del futuro al pasado,
que no se detiene ni un instante siquiera. Porque si se de detuviese, podría
dividirse en pretérito y futuro, y el presente no tiene espacio ninguno”8.
Es por ello que, como ya habíamos dicho, si hablamos de ‘tiempo largo’ y ‘tiempo
breve’, sólo podemos decirlo del tiempo pasado y futuro, ya que el tiempo
presente no puede ser largo.
Llamamos, pues, tiempo pasada largo, por ejemplo, a cien años antes de ahora, y
asimismo, tiempo futuro largo a cien años después. De igual manera, tiempo
pasado breve, si decimos, por ejemplo hace diez días, y tiempo futuro breve,
dentro de diez días.
“Pero ¿cómo puede ser largo o breve lo que no es? Porque el pretérito ya no
es y el futuro todavía no es”9.
No se puede decir con propiedad que son tres los tiempos: pretérito,
presente y futuro; sino que tal vez seria mas propio decir que los tiempos son
tres: presente de las cosas pasadas, presente de las cosas presentes y
presente de las cosas futuras. Porque estas son tres cosas que existen en
algún modo en el alma, y fuera de ella yo no veo que existan: presente de
cosas pasadas (la memoria), presente de cosas presentes (visión) y presente
de cosas futuras (expectación)10.
7
Ídem p. 481.
8
Ídem p. 481.
9
Ídem p. 479.
10
Ídem p. 487.
El futuro es lo que se espera; el pasado es lo que se recuerda, el presente es
aquello a lo que se está atento; futuro pasado y presente aparecen como espera
memoria y atención.
¿Quién puede negar que las cosas futuras son todavía? Y sin embargo, la espera
de ellas se halla en nuestro espíritu.
¿Quién puede negar que las cosas pasadas no son ya? Y sin, embargo, la
memoria de lo pasado permanece en nuestro espíritu.
¿Quién puede negar que el presente no tiene no tiene extensión, por cuanto pasa
en un instante? Y sin embargo, nuestra atención permanece y por ella lo que no
es todavía se apresura a llegar para desvanecerse.
De esta manera, el tiempo futuro no puede ser calificado de largo, sino que un
largo tiempo futuro no es sino una larga espera de tiempo futuro
Tampoco hay un largo tiempo pasado pues éste no es ya, sino que un largo
tiempo pasado no es sino un largo recuerdo de tiempo que pasó.
Para Agustín, el tiempo es, más bien una cierta distensión (extensión), una cierta
extensión del alma.
Es claro que el tempo tiene una cierta relación con el movimiento (como en
Aristóteles), ya que ningún cuerpo puede moverse si no es el tiempo. Gracias al
tiempo podemos medir la duración del movimiento de un cuerpo, sin embargo. L
tiempo no es el movimiento del cuerpo.
11
Ídem p. 488.
12
Ídem p. 490.
se encuentra vinculado de forma estructural a la memoria, la intuición y la espera,
pertenece al alma y es de ese modo predominante una extensión del alma, una
extensión que se da entre memoria, intuición y espera. En este texto de las
Confesiones, se resume la solución agustiniana:
“De qué manera disminuye o se consuma el futuro que aun no existe o crece
el pasado que ya no es más, si no es porque el alma espera, atiende y
recuerda: de modo que aquello que espera, a través de lo que es su objeto
de atención, pasa a convertirse en materia de su recuerdo. Ahora bien, nadie
niega que el futuro aun no existe. A pesar de ello, en el alma existe la
expectativa del futuro. Y nadie negara que el pasado ya no es. No obstante,
sigue existiendo en el alma el recuerdo del pasado. Y tampoco nadie niega
que el presente carece de extensión, por o que su transcurrir no es mas que
u punto. A pesar de ello, dura la atención, a través de la cual lo que será
presente se apresura a dirigirse hacia el ser ausente. En consecuencia, no es
largo el tiempo futuro que no existe aun, sino que el futuro largo es la larga
espera del futuro. Y tampoco es largo el pasado que ya no existe, sino que el
largo pasado es el largo recuerdo del pasado”.
No debe sorprendernos por tanto que el concepto del tiempo, que por lo general,
viene de la mano del concepto de espacio, haya sido, como lo mencionamos en el
inicio de estas líneas, unos de los temas más recurrentes en las reflexiones de los
filósofos.
A manera de conclusión podemos decir que:
Para san Agustín hay una unión indisoluble del tiempo y de la eternidad, que
se encuentran ligados por tres razones: en primer lugar, porque el tiempo
procede de la eternidad, ya que la eternidad es esencialmente creadora del
tiempo de los hombres.
En segundo lugar, porque el tiempo cumple el designio eterno: es la condición
necesaria para la salvación de los hombres y el perfeccionamiento de la
creación. Y, en tercer lugar, porque se acaba en ella, porque una vez cumplido
el fin para el que fue creado, el tiempo se terminará en la eternidad.
En realidad no hay tiempo verdadero más que para el ser humano, puesto que
está sometido a él por su cuerpo material y es capaz de percibirlo y de darle
una significación por su conciencia espiritual.
San Agustín rompe con la concepción helénica del tiempo regido por la necesidad
ya que su aceptación le hubiese impedido forjarse un concepto del tiempo
histórico, que sólo era posible dentro de una doctrina creacionista.
En las Confesiones, San Agustín expresa no sólo una perplejidad acerca de esa
escurridiza realidad llamada tiempo, sino también, y sobre todo, la idea de tiempo
como realidad vivida o, mejor dicho, vivible (que se vive, se vivió o se vivirá). Pero
no debe olvidarse que lo que puede llamarse la concepción intimista (psicológica)
de tiempo esta ligada en San Agustín a una concepción Teológica y hasta esta
fundada en esta ultima.
En efecto, San Agustín se preocupó no sólo de cómo podemos aprehender en
tiempo sino también de que tipo de realidad es el tiempo como realidad creada. No
se puede pensar que el tiempo preexistía a Dios que es anterior a todo por ser
causa suprema de todo. Hay que admitir, por tanto, que el tiempo fue creado por
Dios.
Sin embargo, no puede pensarse que Dios que es eterno, creo el tiempo y con ella
surgió la duración temporal de la eternidad como una especie de prolongación de
ella. El tipo de duración llamado eternidad y el tipo de duración llamado tiempo son
heterogéneos. Cierto que hay analogías entre la eternidad y el tiempo: ambas son
fundamentalmente presentes. Pero la eternidad es una presencia simultánea, en
tanto que el tiempo no lo es. La eternidad es heterogénea inclusive al tiempo
infinito, pues el tiempo infinito no constituye una eternidad, la cual se haya por
encima de todo tiempo.
BIBLIOGRAFIA