Romano Sucesiones
Romano Sucesiones
Romano Sucesiones
2019-1
Taller sucesiones
El testamento en el derecho romano era un acto mortis causa o de última voluntad, el cual
sólo tenía efectos tras la defunción del causante. Se dice que era de carácter unilateral, ya que
solo se necesitaba la voluntad del testador para que este acto se efectuara y personalísimo
porque no se podía ejecutar mediante un representante legal ni un voluntario. Era un acto
solemne que se realizaba frente a testigos y que tenía por objeto otorgar una herencia a una o
varias personas y dejar expresadas ciertas disposiciones mortis causa de carácter personal y
patrimonial, como podían ser las manumisiones.
“Testementum est voluntatis nostrae iusta sententia de eo, quod quis post
mortem suam fieri velit”. Modestino (Digesto 28.1.1)
Luego, en el derecho pretorio, se creo otro tipo de testamento conocido como testamento
pretoriano, el cual era básicamente un juramento ante el pretor, quien creyó que como las
tablas testamentarias representaban la voluntad del testador, quien apareciera como heredero
en estas podía tener la bonorum possessio secundum tabulas y reclamar la herencia, siempre
y cuando estuviera debidamente sellada por siete testigos.
2) Testamentos extraordinarios
También existió una clase de testamento que tenía en cuenta la necesidad de testamento
en medio de una peste. Este testamento se conocía como tempori pestis y permitía que en
tiempos de peste, las personas ejercieran su derecho a testar con sólo un testigo a la vez y de
esta manera prevenir al máximo la propagación de la peste. Esto lo contemplaba Diocleciano
en el Digesto (C. 6, 23, 8).
3) Testamentos especiales
Los segundos también podían testar de manera oral. Posteriormente, podían hacerlo de
manera escrita, pero para esto, se requería la presencia de un octavo testigo que redactaría el
testamento por él. Esto estaba contemplado en el Digesto (C. 6, 23,21, 1).
4) Capacidad para testar
Las personas que tenían la capacidad de testar necesitaban cumplir con una serie de requisitos
que constituían la testamenti factio activa, o la capacidad de testar. Era absolutamente
necesario que la persona fuera libre, ciudadano romano y que fuera sui iuris, es decir que
contara con los tres status (libertatis, civitatis y familiae). Además, debía contar con el Ius
Commercium.
Para testar, la persona tenía que ser capaz, por lo cual ni los impúberes, ni los pródigos
bajo interdicción, ni los locos furiosos (fuera de estados de lucidez) podían testar. Las
mujeres, siempre y cuando cumplieran con los requisitos ya mencionados (materfamilias, por
lo general), o que se libraran de su tutela, o bien, obtuvieran la autorización o auctoritas de su
tutor, podían celebrar testamentos. Los sordomudos, que además sean analfabetos no podrán
testar por ser considerados mortuos similis, de acuerdo con el Digesto (C. 6, 23,29).
Para poder ser heredero o legatario de un testamento, se debía tener la testamenti factio
pasiva. Aquellos que eran condenados a pena capital, eran hijos de prisioneros o reos por alta
traición, o la viuda que no cumplía con el año de luto antes de volver a casarse, no podían
suceder, entre otras razones.
Existía una sanción contra el heredero la cual se llamaba indignitas, la cual se imponía
cuando se el heredero cometía algún acto de indignidad en contra del causante o testador. Por
ejemplo, si el heredero atentara contra la vida del causante, sería denominado indigno. Esto
no le quitaría su capacidad jurídica de suceder, pero el fisco podía privarlo de los bienes
hereditarios, por considerar que no debía conservarlos.
BIBLIOGRAFÍA
Petit, E., & Ferrández González, J. (2016). Tratado elemental de derecho romano. Buenos
Aires: 20XII.