Historia de Centroamerica V PDF
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HISTORIA GENERAL
DE
CENTROAMÉRICA
HISTORIA GENERAL
DE
CENTROAMERICA
,' 972.8
H59h
De la posguerra a la crisis I Héctor Pércz Brignoli, ed.
- - 2 ed ..• San José: FLACSO • Programa Costa
Ricn, 1994.
288 p.
ISBN 9977-68-056-6
Comisión Coordinadora:
Programa Guatemala
Programa El Salvador
Programa Costa Rica
Secretaría General
edición a cargo
de
HÉCTOR PÉREZ BRIGNOLI
Torno v
NOTA PRELIMINAR
* Arturo Arias y Margarita Rojas escribieron dos valiosos textos sobre la literatura
y la creación cultural que sirvieron como insumo para varios tomos de la presente
colección. No fue posible obtener, sin embargo, una contribución sobre el tema en el
período 1945-1979 que verdaderamente ct1briera los cinco países centroamericanos.
10 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
tura y la separación de los poderes del Estado una quimera. Los par
tidos políticos reflejaban este primitivismo y no conseguían separarse
del personalismo dominante en las décadas anteriores. Hay que notar,
en este aspecto, lo problemático del contexto internacional. La guerra
fría y la revolución cubana provocaron un realineamiento político que
se caracterizó por cobijar, bajo una ideología fuertemente anticomu
nista, a las elites empresariales, los militares, y una amplia mayoría
de los sectores medios. El beneplácito norteamericano no se hizo espe
rar, y la política de Washington nunca escatimó el apoyo a regímenes
que no tenían nada de democráticos, pero que aseguraban el orden y
la tranquilidad en un mundo convulsionado. Se constituyó así una alian
za reaccionaria, que vio el fantasma comunista en cualquier intento de
cambio en el sistema político o de reforma social y económica, y que
eligió gobernar con una participación extremadamente limitada. De
hecho, los excluidos de la política fueron en aumento, y la represión y
violencia tendieron a aumentar en espiral, sobre todo a partir de los
años sesenta, cuando aparecieron movimientos guerrilleros de una cla
ra inspiración cubana.
Esto lleva a considerar el tercer dilema, el de la participación. Las
grandes mayorías no sólo estuvieron excluidas del juego político; tam
bién fueron apartadas de los frutos del crecimiento económico. Reci
bieron sólo el beneficio indirecto de obras de infraestructura o políticas
públicas de educación y salud; en el conjunto el progreso material se
dio a costa de una fuerte concentración de la riqueza. Hacia principios
de la década de 1970, cuando los intentos de la Alianza para el Progreso
eran ya letra muerta, parecía obvio que tanto las clases dirigentes como
la política norteamericana habían abandonado cualquier ilusión de lar
go plazo: de Guatemala a Nicaragua, los regímenes políticos se endu
ret'ían mientras que la violencia y la represión subían a niveles hasta
entonces desconocidos. Los costos sociales y políticos del crecimiento
económico se volvieron así insoportables y las sociedades centroame
ricanas comenzaron a despedazarse en la guerra civil.
En este contexto, el ejemplo costarricense tiene un valor particular.
o
N sólo muestra -lo que es más que evidente- que otro camino era
posible. Ofrece claves para entender qué fue lo que fracasó en el resto
de Centroamérica. Simplificando las cosas, pero sin traicionar el fondo
del asunto, uno podría decir que la ideología de la modernización, asu
mida con pasión por las elites empresariales, no logró una traducción
efectiva en el ámbito político y social. El éxito costarricense en dicha
traducción se puede explicar, en primera instancia, recurriendo a la
creatividad y originalidad en el desarrollo de la sociedad civil (partidos
políticos, instituciones educativas, producción intelectual, etc.). En efec
to, si en algo se distinguió el desarrollo costarricense desde los años
cuarenta fue en la originalidad, visión y coherencia con que elites e
12 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
EL DESARROLLO ECONÓMICO
Alfredo Guerra-Borges
EL ESCENARIO INICIAL
textil destacaba entre todas las ramas, pero apenas cubría un poco más
de la tercera parte del mercado interno.
Esta incipiente actividad industrial fue parcialmente favorecida por
las restricciones del abastecimiento importado durante el período de
la guerra, lo que estimuló una modesta sustitución de importaciones.
Se logró así un cierto incremento de la capacidad instalada y elevar el
porcentaje de su utilización. Sin embargo, las posibilidades de ampliar
la producción industrial fueron contrarrestadas por la dificultad para
adquirir nueva maquinaria y materias primas.
El financiamiento de la inversión industrial dependía en gran parte
de los aportes de los empresarios, y en los buenos años de exportación
algunos agricultores facilitaban préstamos personales a prestatarios con
buenas garantías, y en mucha menor medida transferían capitales de
la agricultura a la industria. Otra fuente de recursos era el comercio,
en respuesta a cuyos intereses se establecieron algunas industrias.
El papel de los intermediarios financieros era muy restringido. No
se contaba todavía con una banca central. Las políticas crediticias de
los años treinta habían sido necesariamente muy restrictivas. Además,
16 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
ción entre el potencial y el uso de las tierras. Las fincas grandes, con
vocación exportadora, ocupaban las mejores tierras. Por el contrario,
las fincas pequeñas y muy pequeñas poseían tierras de bajo potencial,
con índices de productividad muy bajos debido a las tecnologías en
uso. El Estado hubiera podido elevar la productividad de las explota
ciones pequeñas, aun en ausencia de transformaciones agrarias, si el
campesino hubiera sido objeto de su interés y en consecuencia hubiera
seguido las políticas adecuadas.
La estructura agraria a que se ha hecho referencia determinaba un
patrón ineficiente de utilización de los suelos, que se agravó con el
desarrollo de la ganadería bovina en los años sesenta y la consiguiente
extensión de los pastizales. El patrón de uso de las tierras se caracte
rizaba por la sobreutilización que hacían las fincas de menor tamaño
de las zonas de bajo potencial. Por el contrario, las fincas grandes sub
utilizaban las zonas de alto potencial. Mientras las fincas pequeñas
llegaban a utilizar hasta el 51 % de las tierras de bajo potencial (de uso
extensivo) en el cultivo de granos y otros rubros de ciclo anual, las
fincas grandes y muy grandes dedicaban a la siembra de pastos hasta
un 56% de las zonas de alto potencial (para cultivos intensivos) de que
disponían. «El área utilizada bajo esta última forma (suelos de alto
22 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
1.7. MARIO ECHANDl. PRESIDENTE DE COSTA RICA (1958-1962). CON LUIS Y ANASTASIO SOMOZA.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 27
Algodón
Localizado geográficamente en las fértiles llanuras occidentales de
Centroamérica, el cultivo del algodón adquirió rápidamente gran im
portancia en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. En este país «el
sector algodonero empezó a desarrollarse durante las décadas de los
años treinta y cuarenta, cuando los ganaderos y comerciantes de la
región del Pacífico se interesaron por alternativas para la acumulación
de capital. Se dedicaban al cultivo de ajonjolí y algodón, en vez de
hacerlo con otras actividades productivas que surgieron durante la Se
gunda Guerra Mundial, tales como la actividad minera, la maderera y
el cultivo del caucho, que tenían carácter de enclave y en las que pre
valecía la inversión extranjera» 21. En 1950 el algodón era ya el rubro
principal de producción agrícola y exportación de Nicaragua.
En dicho año la superficie algodonera centroamericana fue de 63.300
hectáreas y la producción de 71.l 00 toneladas, correspondiendo a Ni
caragua el 53% del área de cultivo y el 71% de la producción. A partir
de estos niveles el cultivo se expandió año tras año, con variaciones de
acuerdo con las expectativas del mercado mundial. En 1965-69 la su
perficie cultivada en la región fue, en promedio, de 288.100 hectáreas
y la producción de 566.400 toneladas, es decir, cuatro veces más que
al inicio en ambos casos 22.
Varios factores favorecieron la competitividad internacional del al
godón centroamericano. El clima cálido y la precipitación pluvial bien
distribuida en el año, así como la calidad de los suelos de la costa del
Pacífico y su perfil plano que favorecía el uso de tractores en las labo
res culturales, hicieron posible la obtención de altos rendimientos por
hectárea. En 1970 el rendimiento promedio de la región ya había al
canzado los 2.400 kilogramos por hectárea, que es un nivel alto de
productividad según estándares internacionales, y posteriormente se
alcanzaron en Guatemala los más altos niveles de productividad a ni
vel mundial.
Cuando la cotización internacional de la fibra era muy alta, la su
perficie de cultivo se ampliaba utilizando para ello suelos de menor
fertilidad o de más difícil manejo o con precipitación pluvial menos
adecuada. Ello no obstante, los rendimientos más bajos o los costos
unitarios más altos se compensaban ampliamente con el precio inter
nacional que se recibía. Refiriéndose a El Salvador, Thielen hace notar
que como las mejores tierras pertenecían históricamente a los grandes
28 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Otro factor fue el bajo nivel de los salarios de la mano de obra, que
hizo posible obtener beneficios aun en períodos de caída de las cotiza
ciones de la fibra o de alza de otros costos de producción. De igual
manera, el nivel de las remuneraciones permitió que la cosecha se le
vantara por medios manuales, y no mediante costosos medios mecáni
cos, con la ventaja adicional de que en Europa y Japón se premia la
limpieza del algodón cosechado a mano.
Durante un primer período el algodón se estableció gracias a la
intervención decidida del Estado, que invirtió en la construcción de
carreteras que atravesaban las zonas de gran potencial y concedió cré
ditos subsidiados a los agricultores. El Banco Mundial proporcionó tam
bién apoyo financiero. En los años sesenta la expansión algodonera fue
favorecida por el empleo de nuevas tecnologías, en particular el uso de
insecticidas, con lo cual se pudo superar la más importante barrera
para el desarrollo del cultivo que eran las plagas de insectos.
El empleo masivo de pesticidas fue uno de los factores que permi
tieron alcanzar muy elevados rendimientos por hectárea, pero la
contrapartida fue, por una parte, que tenía que destinarse a las impor
taciones de insumos hasta un 40% del ingreso percibido por la expor
tación de la fibra; y por otra parte, las plagas rápidamente se volvieron
resistentes, lo que obligaba a emplear dosis cada vez mayores de pes
ticidas, con el daño consiguiente para la ecología y para la población.
La aspersión de los pesticidas mediante aviones ocasionó daños muy
severos al ganado (mayor y menor) y a la población fuera de las áreas
cultivadas, como se comprobó más de una vez por la presencia de pes
ticidas en la carne para consumo humano y para exportación, así como
en la leche materna.
Por la concentración del cultivo en un número reducido de agricul
tores, el algodón se diferenció de unos países a otros. De acuerdo con
los registros estadísticos a fines de los cincuenta participaban en el
cultivo 2.854 ·productores, de los cuales el 71% se encontraba en Nica
ragua. A fines de los sesenta el total de cultivadores algodoneros era
ya de 8.843, de los cuales correspondía a Nicaragua un 54% y a El
Salvador el 36% 24.
También hubo diferencias muy significativas en cuanto a la parti
cipación de los pequeños agricultores. En Guatemala y Costa Rica la
representación de los pequeños agricultores fue ordinariamente irrele
vante, no así en El Salvador, donde a principios de los sesenta este
grupo de cultivadores constituía el 58% del total o en Honduras y Ni
caragua, donde el grupo representaba la mitad y una cuarta parte del
total, respectivamente. Las extensiones cultivadas estaban comprendí-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 29
Caña de azúcar
El cultivo de la caña se ha practicado en Centroamérica desde que
los colonizadores españoles lo establecieron en el siglo XVI, pero su
expansión acelerada tuvo lugar en los sesenta cuando el azúcar cubana
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 31
Ganadería
El tercer rubro nuevo de exportación fue la carne de ganado vacuno,
cuyo destino ha sido el mercado preferencial estadounidense donde tie
ne un precio más alto que el mundial. También en este caso la activi
dad ya existía desde los tiempos de la colonia, pero el destino de la
ganadería era el mercado interno de carne y productos lácteos, cuyo
consumo no ha sido nunca floreciente. Por algún tiempo se hicieron
exportaciones de ganado en pie a países del Caribe y de América del Sur.
La ganadería fue siempre una actividad rentable, pero sin vocación
exportadora. La actividad cobró rápidamente importancia y se orientó
al mercado exterior hasta finales de los años cincuenta. Por entonces
(1957) se instaló en Managua la primera planta empacadora de carne.
Con anterioridad la carne era enviada por barco a Miami en cajas de
sesenta libras (27 kilogramos) y después de pasar por la inspección de
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 33
El crédito bancario
Tradicionalmente el destino del crédito bancario fue la agricultura
y en segundo lugar el comercio, pero esta situación comenzó a cambiar
en los cincuenta, si bien fue sobre todo a partir de los sesenta que la
industria pasó a ser uno de los principales usuarios del crédito comer
cial. Además, la demanda del sector manufacturero provocó la creación
de instituciones especializadas como el Instituto Salvadoreño de Fo
mento Industrial en El Salvador; el Instituto de Fomento Nacional en
Nicaragua, que concedió atención preferente al sector manufacturero;
o el Banco Industrial en Guatemala, constituido en virtud de una ley
que dispuso qúe un porcentaje de los derechos de importación exone
rados debía destinarse a la capitalización del banco, como en efecto se
hizo.
No obstante los cambios ocurridos en la estructura del crédito ban
cario por su destino, la agricultura siguió siendo un importante usua
rio, en razón de su importancia en la economía. De un país a otro hubo
algunas diferencias que conviene destacar. La razón crédito/producto
agrícola en Costa Rica era, y ha sido en todo tiempo, superior a la de
los restantes países centroamericanos, en particular con relación a Gua
temala y El Salvador, cuya razón crédito/producto agrícola estaba muy
por debajo de Costa Rica.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 47
Guatemala y Nicaragua; dos años después firmó otro similar con Costa
Rica, y en 1957 renegoció con Honduras el convenio de libre comercio
que estaba vigente desde 1918. Por su parte, Guatemala suscribió en
1955 dos protocolos al tratado bilateral con El Salvador; el mismo año
concluyó un convenio comercial con Costa Rica y un año después otro
similar con Honduras.
Todos estos instrumentos, excepto el de El Salvador-Nicaragua, se
denominaron tratados de libre comercio e integración económica, « lo
cual pone de manifiesto que la intención iba más allá de establecer
puras relaciones de comercio. Sin embargo, el mencionado tratado en
tre El Salvador y Nicaragua fue en realidad el que sirvió de modelo
para negociar los convenios que posteriormente se suscribieron» 58•
Mediante los tratados bilaterales los países se otorgaron libre co
mercio para un número limitado de productos originarios, incluidos en
una lista especial, y se estableció el compromiso de lograr la equipa
ración de los respectivos aranceles, así como de incorporar sucesiva
mente nuevos productos a las listas.
Los tratados contenían además disposiciones sobre trato no discri
minatorio en materia tributaria y coordinación de las políticas comer
ciales con terceros países. Se disponía, asimismo, la mutua concesión
del tratamiento de nación más favorecida y se establecía la Cláusula
Centroamericana de Excepción, en virtud de la cual las partes contra
tantes se comprometían a no hacer extensivas a terceros las concesio
nes que se hicieran entre sí.
Un aspecto notable de los tratados bilaterales fueron las normas
para garantizar la libre convertibilidad de las monedas centroamerica
nas. Se prohibía además el establecimiento de restricciones cambiarias
o el tratamiento discriminatorio en las transferencias de fondos entre
los países signatarios. Estas disposiciones fueron recogidas más tarde,
sin mayor desarrollo, en los instrumentos básicos de la integración
regional.
Dos aspectos de los tratados bilaterales resta por señalar: su corta
duración (entre uno y cuatro años) y la facultad que se reservaban las
partes contraiántes de retirar artículos de las listas de libre comercio
en caso de que lo consideraran conveniente a sus intereses. A primera
vista estas disposiciones constituían dos puntos débiles de los conve
nios bilaterales, pues cuando no se tiene certidumbre sobre la estabi
lidad del libre comercio la inversión se retrae. Esto es así en teoría,
pero situándose en la época ambas disposiciones parecen lógicas. Ante
todo había que crear un clima de confianza, un conocimiento recípro
co. La economía giraba en torno a un solo producto de exportación
cuyo mercado no era Centroamérica. Por consiguiente, el mensaje de
los convenios de libre comercio iba dirigido a nuevos sectores, cuya
experiencia se cifraba en el mercado interno, de por sí muy frágil.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 49
La contrapropuesta terrateniente
Al presentarse al Congreso de la República el proyecto de ley de
reforma agraria la oposición la encabezó la Asociación General de Agri
cultores (AGA), la cual elaboró una contrapropuesta en forma tan pre
cipitada que su texto mismo echaba por tierra su argumento de que la
reforma agraria era «comunista» porque supuestamente no creaba nue
vos propietarios. El proyecto de ley de la AGA «no contempló en nin
guna de sus partes la entrega de la tierra en propiedad. Habló sola
mente de usufructo y arrendamiento a largo plazo en su artículo 28,
inciso c), y en su artículo 36 estableció que los campesinos con menos
de 5 hectáreas o sin tierra podían solicitar <<"usufructo vitalicio o arren
damiento a veinte años plazo de parcelas hasta de 20 hectáreas"» 79.
mayor. Otra desventaja era que las tasas de interés eran variables, en
dependencia de las tasas vigentes en el mercado internacional. Esto
último no se presentaba como desventaja en los años setenta, pues
como se indicó anteriormente las tasas de interés eran moderadas. Fue
hasta fines de los setenta y principios de los ochenta que las tasas de
interés se dispararon y de la noche a la mañana el pago de los intereses
de la deuda creció en forma abrumadora.
Entre J 973 y 1978 todos los países registraron una notable acelera
ción de su deuda externa, aunque con diferencias de unos países a
otros. La deuda por habitante, que en 1973 era de 115 dólares, en 1979
se había triplicado al alcanzar un nivel de 342 dólares. Por su monto
la deuda centroamericana superaba en un 21 % el valor de las ex
portaciones, con índices aún mayores en el caso de Costa Rica (204%,
Nicaragua 157% y Honduras 145%). Por entonces la deuda externa de
Guatemala y El Salvador todavía era inferior al valor de sus ex
portaciones 104•
No es el caso de entrar en consideraciones técnicas acerca de la
deuda externa. Basta considerar el contexto económico y social en que
se fue acumulando para cntrc\'er sus consecuencias. El endeudamiento
vino a sellar una década colmada de problemas. Un decenio en que
subieron a la superficie, uno a uno, los factores de b crisis (económica,
social y política) más profunda de la historia centroamericana. Fue un
decenio de premonición. Los peores años estaban por llegar.
CONCLUSIONES
LA POLÍTICA
2.1 RAFAEL ÁNGEL CALDERÓN C.l ARDIA. PRESIDFNTE DE COSTA RICA ( 1940-1<µ4¡ E.-.; LA nRMA DEL DF.CR.ETO DE
CREACIÓN DE LA L'II\ LRSIDAO OE COSTA RICA (l�I
2.2. VtCTOR M. SANABRIA. ARZOBISPO DE COSTA RILA. F.!\ LA flR!I.U DFL DECRETO DI:. CRE.ACJó:,; DE U
U�I\TRSIDAD Dí' COSTA RICA (!<MQ)
capital. Del total de votos válidos Figueres obtuvo el 65%; sin embargo,
un abstencionismo del 32,5% indicaba la renuencia de los sectores de
rrotados en la guerra civil de 1948 a integrarse dentro del nuevo es
quema político; el abstencionismo se elevó en las elecciones de 1958 al
35,3%. Solamente a partir de las elecciones de 1962 . , cuando Calderón
Guardia nuevamente se integró a la lucha. electoral al frente del Partido
Republicano, el abstencionismo descendió considerablemente, fluctuan
do de ahí en adelante alrededor del 20% del padrón electoral. Calderón
Guardia había realizado el último intento armado de derribar al nuevo
régimen, a principios de 1955, otra vez con el apoyo de Somoza.
A pesar de estos hechos, la sociedad costarricense entró en un pe
ríodo de creciente normalización política después de 1950, y de relativo
auge económico, gracias a que los precios del café y de otros productos
agropecuarios se elevaron en el mercado internacional.
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'
2.3. JOSE FlCUERES FERRER DANDO EL ·MAZAZO• Ql E Sl.\1801.lZA LA A80LIUO, DEL EJERCITO 11�9
dad para jugar un papel más activo dentro del desarrollo económico
del país 42• Una misión del FMI recomendó el establecimiento del Ban
co Central y el Banco Nacional de Fomento; en 1952 se creó el Minis
terio de Agricultura, que posteriormente se transformó en Ministerio
de Recursos Naturales. Con el apoyo del BANAFOM también fueron
establecidas algunas empresas agroindustriales.
En términos de apertura política se permitió el regreso paulatino
de los exiliados y el establecimiento de un limitado juego político, que
fue aprovechado por el Partido Liberal, bajo la dirección del médico
Ramón Villeda Morales, para ampliar sus bases sociales. Apareció en
escena el Movimiento Nacional Reformista, como un desprendimiento
del Partido Nacional, y el Partido Democrático Revolucionario Hondu
reño, del cual se separó posteriormente una fracción que fundó el Par
tido Comunista Hondureño en abril de 1954. Precisamente fue en este
mes cuando se inició un movimiento de trabajadores que desembocó
en la gran huelga bananera de 1954, de 69 días de duración; huelga en
la cual jugaron un papel importante los comunistas. Dada la coyuntura
preelectoral en que ocurrió, así corno la importancia de la actividad
bananera para el país, el impacto de esta huelga fue determinante en
los acontecimientos políticos de 1954 y de los años posteriores, pues
los sectores dominantes se dieron cuenta de que no era posible seguir
gobernando con la exclusión de otros sectores sociales de la política. A
la huelga siguió una significativa expansión del sindicalismo, funda
mentalmente de sindicatos encuadrados dentro de la corriente de la
ORIT, como el poderoso Sindicato de Trabajadores de la Tela Railroad
Cornpany (SITRATERCO).
Para las elecciones realizadas el 1 O de octubre de 1954 se postularon
Tiburcio Carías, quien nuevamente aspiraba a ocupar la primera ma
gistratura, representando al Partido Nacional; Abraham Williams Cal
derón, por el Partido Nacional Reformista, y Ramón Villeda Morales
por el Partido Liberal. Este último recogió el mayor número de votos,
pues además de movilizar las bases tradicionales del Partido Liberal.
logró capitalizar el voto de los trabajadores y las capas medias, inte
grando parcialmente sus demandas dentro de su plataforma política;
pero no logró la mayoría absoluta, y la elección pasó a ser asunto del
Congreso Nacional.
El día fijado para realizar la elección, el 5 de diciembre, el Congreso
no pudo sesionar por falta de quorum: un acuerdo entre el Partido
Nacional y el Partido Nacional Reformista lo habían impedido. lo que
era un indicador, más allá de los personalismos presentes en la política
hondureña, de la resistencia de los sectores conservadores a una mayor
apertura del régimen político. Para esta fecha el presidente en funcio
nes era Julio Lozano Díaz; sustituía a Gálvez, quien había renunciado
aduciendo motivos de salud. Ante la situación presentada, Lozano Díaz
J 10 HJSTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
La contrarrevolució11 guatemalteca
Cuadro 2.J
Año de
Nombre y sigla
operación
F1/1'11te: A1:11i!t'lu v ffo1111·m. •�• d1.dr.', t1cJ tl.-1 lt'I rur. S'111 )<h� /'DI 'C.\, /'JS/, J.JJ./4.J
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 123
Cuadro 2.2
( .. ) No terminó su período; fue depuesto en abril de 1948 por el (!rupo insurgente encabezado por
José Figueres F.
, .... ) Ejerció el cargo de jefe de la Junta Fundadora de la Se-gunda Republica, despues de haber
encabezado una insurrección , icturiu�1.
Friente: Trib1111al Supremo de Eleccro11es.
Cuadro 2.3
Fuente: Enriquez, Pedro, El Salvador: Iglesia profética y cambio social. San José: CSUCA-DE!,
1988, 66; CINAS, «El proyecto popular ( /980-1984)», Jiménez, Edgar y orros, El Salvador: guerra,
política y paz (1979-1988). San José: CJNAS-CRIES, 1988: 177.
Imparcial, del 20 de diciembre de 1944, dice que Arévalo obtuvo 223.041 votos, mien
tras que Recinos solamente 23.368 votos.
12. Poitevín, 1977: l 56; Fortuny, José Manuel, «Observaciones al trabajo de Edel
berto Torres-Rivas» en Historia y Sociedad, segunda época, n.º 15 (1977), pág. 57.
13. Gleijeses, Piero, «The Death of Francisco Arana: A Turning Point in the Guate
malan Revolution» en Joumal of Latin American Studies, vol. 22, parte 3 (octubre 1990),
págs. 5 41-542.
14. Según Paz (1986: 118), « El quetzal había perdido su poder adquisitivo en cerca
de un 40% entre 1945 y 1959, de ese porcentaje un 20% lo fue en el tiempo de la
publicación y primeras aplicaciones del Código de Trabajo, y cerca del 10% después
del levantamiento militar que hemos mencionado».
15. Melville, Thomas y Marjorie, Tierra y poder en Guatemala (San José: EDUCA,
1982), pág. 62.
16. En 1951 el Partido Guatemalteco del Trabajo fue legalizado.
17. Herrera, 1986: 1_09; Guerra-Borges, Alfredo, «Apuntes para una interpretación
de la Revolución Guatemalteca y de su derrota en 1954» en Anuario de Estudios Centro
americanos, vol. 14, fascículos 1-2 (1988), págs. 112-113.
18. Paz, 1986: 123-124.
19. Jonas, 1976: 93.
20. Melville, 1982: 80-81.
21. Ibídem: 82.
22. Torres-Rivas, Edelberto, «La caída de Arbenz y los contratiempos de la revo-
lución burguesa» en Historia y Sociedad, segunda época, n.º 15 (1977), págs. 40 y ss.
23. Fortuny, 1977: 57.
24. lonas, 1981: 85.
25. Los comunistas tuvieron mucha participación en la redacción de la Ley de
Reforma Agraria, en la dirección de la agencia gubernamental encargada de llevarla
a cabo y en la organización de comités en el campo.
26. Toriello Garrido, Guillermo, Tras la cortina del banano (La Habana: Editorial
de Ciencias Sociales, 1979), págs. 148-150 .
27. lonas, 1976: 124.
28. Al respecto, véase Dalton, Roque, Miguel Mánnol (San José: EDUCA, 1982),
págs. 482 y SS.
29. Cfr. Castro Morán, Mariano, Función polftica del ejército salvadorefzo en el pre
sente siglo (San Salvador: UCA Editores, 1987), pág. 186.
30. Ibídem: 171 y SS.
31. Proclama del 25 de diciembre de 1048, Cáceres, Jorge y otros, El Salvador: una
historia sin lecciones (San José: FLACSO, 1988), pág. 116.
32. Ibídem: 91; Castro Morán, 1987: 204-205.
33. Ítalo López buscó relacionar la política salvadorer1a en el período 1948-1977
con las elevaciones y descensos cíclicos de los productos de exportación. Di\·idió en-
160 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
tonces el período en dos subperíodos de aproximadamente doce años cada uno: de 1948
a 1960, y de 1962 a 1975, y encontró que cuando los precios de los productos de
exportación se estabilizaban, la fracción agrario-financiera-industrial de la oligarquía
favorecía la introducción de cambios económicos y políticos. Al respecto, véase López
Vallecilos, Ítalo, «Fuerzas sociales y cambio social en El Salvador• en Est11dios Sociales
Centroamericanos, n.° 369-370 (1979), págs. 557-590.
34. Dada Hirezi, Héctor, La economía de El Salvador y la Integración Ce11troameri.
ca11a, 1954-1960 (San José: EDUCA, 1983), págs. 46-47.
35. Véase al respecto Monteforte Toledo, Mario, Centro América: subdesarrollo y
depe11de11cia (México: U NAM, tomo 2, 1972), pág. 78.
36. Véase al respecto Sala zar Valiente, Mario, • El Salvador: crisis, dictadura, lu
cha... {1920-1980)" en González Casanova, Pablo, América Latina: historia de medio
siglo. 2 - México, Centroamérica y El Caribe (l\1éxico: Siglo XXI Editores, Instituto de
ln\'estigaciones Sociales de la UNAM, 1988), pág. !08.
37. Menjívar, Rafael. Fon11aci611 y lucha del proletariado i11d11strial sah·adore,10 (San
Salvador: UCA Editorl'S, 1979), pág. 92: Lungo. Mario, La lucha Je las masas en El
Sal,•ado,· (San Sahador: UCA Editores. 1967), pág. 45.
38. Cáccres, 1988: 101.
39. Canessa falleció unos años después, como pro<lu..:10 de una golpiza propinada
por la policía de Lemus.
40. Cúccn:s, 1988: 103.
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2. Ce11rro1.1111crica, Mérico \' l:l Caribe (Mé·rn:u: Siglo XXI Editur1.·,. 198�). p.tg..W�
45. Cfr. P1.:rl'/ 81.·1 muJe,. C�1r10� .,· Gun arn. Onoln:, l:'l ,,w, 111114."llfl> ol>rero e11 \'1u1-
ra¡:.11a (ap1111tt'S parad co11oci111ie,,ro d,· .,11 '11,rwwJ. (.\1.lll�1gua: Ed,turial El ,\m;1nt'l.'t"!'
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46. Cfr. Tonl's-Ri\a,, Edelbl'rto, /..11 c11.,1., d,·l pvda t'll Ct'II/IP,H11,•nu1 (S.111 Ju,1.'
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47. Jon;1s, Sus;1nnc. •"E,l·ap.1r.1t1.·· d1.• b 1.u1111.11rt',ulu1.1un• en Jun.1,. Sus.mn(.•,
Tobis, D.n·id, Grnltt'mala: 1111a 1,i\toria i11111,·drar,1 ('.\k,,cu �i�lo XXI Ed1wre-.. 19,c,l
p:1gs. 14-t .V SS.
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50. «G11:11e111ala: 111i:diu siglo de Jw,lotia puht,ca" t'll Go111alc-, Ca-..1110,a. P.dblu.
Ameri._·a J,tlli11t1: lii.H<•ria de· 111,·d10 .,1>!lu. 2 - \frücv. Ct'11lttxll11<'11ct1 \. FI Cw1b<' ('.\h•,i.:o
Siglo XXI EJitorL'S, lm,lillllu d1.• lnn·s1ig:Kiu11t·� SlX"i.lll'� dl' l., L'�A,\1. 19SSl p:lg IN�
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 161
ETNIAS Y SOCIEDADES
(1930-1979) 1
Richard N. Adams
Patrones precolombinos
Divergencias de la Conquista
Cuadro 3.1
ahora sigue. Pero debe tenerse presente que cuando las tradiciones se
manifiestan es porque resulta ventajoso para el bienestar de alguien.
Así sucede con estas dos. Las tradiciones cambian cuando ya no hay
ventajas que las retengan. Así la Revolución Mexicana introdujo cam
bios que, aparentemente, ni en Guatemala ni en El Salvador se consi
deran posibles.
La situación en 1930
La década <le 1920 vio una continuación de las épocas de las refor
mas liberales que se iniciaron en la década de 1870 en Guatemala y El
Salvador, y que habían evolucionado esencialmente hacia sistemas de
trabajo forzado usualmente bajo regímenes dictatoriales. La meta del
Estado era mantener un alto grado de orden en la población trabaja
dora que permitiera a los intereses agrocxportadores -especialmente
a los cafetaleros y a los beneficiadores- proseguir sus acth·idades e�o
nómicas sin que fueran paralizadas por el malestar social. Sin embar
go, los eventos en otras partes dd mundo -específicamente la Rc\'O
luci6n Rusa y la depresión mundial- impusieron nue\'as condiciones
que tuvieron importantes consl'CUl'IKias para las suciedad'-.'s centro
americanas.
Antes de tratar con estos factores externos, será útil. sin embargo,
revisar la naturaleza de las condiciones labor..tlcs en r..·sta t'pOl.·a. En
febrao de 1932 la legación aml'rkana l'l1 San Sal\'ador informo a Was
hington sobre las condiciulll.'S locales. Escogimos esta fur..·nte en ,a dl'
aquellas <le ..contcmporúm:os que Íul'run participantes más dirl·ctos �
cuyos puntos <le \'isla -a fa\'or 17 o l'll contra 111- pudrían por lo tanto
resultar sospechosos dL· ser parciales. Esnibio l'I sl'fwr i\kCaffl.'rty:
Sl.' han l.'xpn.·sado opinionl'-. d1.: 4LH.' d \'l.'rdadao connrnismo 1ll> plX.h.\
prnspcrar l'II l'slt' país dl.'hidu al dirn�l beni�nu �, .i b .1bu111.l.111c1�1 de
comida, a la ;u1st.'lll'i,1 Ul' llLºL"1:sidaJ por mucha l'opa , techo. Du1-..rnlt.'
las sl.'rnanas recil'llll'S, sin emhargo, st.' ha lwchu ma .... y 111�-. e,·ic.k'ntl'
que lo:-. lidl'rt's comunist.is, mudw:-. dt.• dio:-. c:xtrankrus, con l.\ m ud.,
l.k· h1 propaganda t.'Ut11uni•aa imp1·esa sobn.- wdu l'll Estallos Unido'\,
se- han ..,pru\'l·chado Jd dl'svo11knto tTt.•cit·ntt' l'lltrt" los t1·ab�tjadurt•s
de las pluntal·iont·s de cale. La:-. condi1..·ium·:,, qut· han permitido d sur-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 173
gimiento bastante sor presivo del así llamado comunismo son bien co
nocidas. A los trabajadores de las fincas a menudo se les ha pagado
miserablemente y han estado trabajando en condiciones ciertamente
intolerables en algunas fincas. En las fincas de muchos de los terra
tenientes más ricos de El Salvador, las condiciones han sido las peo
res. No ha habido atención médica disponible, los trabajadores han
sido forzados a comprar sus pocas necesidades a precios altos en las
tiendas mantenidas por los propietarios de la finca. Frecuentemente
se ha afirmado que un animal de la finca es mucho más valioso para
el propietario que el trabajador, ya que generalmente hay una gran
oferta de estos últimos 19•
La matanza en El Salvador
La depresión mundial de 1930 fue catastrófica para las economías
exportadoras de Centroamérica. La demanda de café cayó a la mitad
y la mano de obra, tanto en Guatemala como en El Salvador, hizo
frente a una caída desastrosa de lo que era ya un ingreso inadecuado.
Los precios del café, durante los peores años, no podían siquiera pagar
los costos de producción de la mano de obra. De los dos países, sin
embargo, fueron los trabajadores salvadoreños los que más sufrieron
174 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Antes de la matanza
La «matanza» de 1932 en El Salvador fue el evento aislado más
significativo en las relaciones entre un Estado mesoamericano y una
población indígena en este siglo, al menos hasta que el gobierno gua
temalteco efectuó sus matanzas en 1979-1984. Ahora, más de medio
siglo después, sus consecuencias continúan sintiéndose en El Salvador,
y -de otras formas- en Guatemala. En El Salvador no sólo un seg
mento importante de la población indígena fue exterminado, sino que
el estigma de «comunista» fue más o menos unido permanentemente
a las expresiones abiertas de los intereses indígenas y campesinos.
La lección aprendida por los indígenas salvadoreños no sería sólo
176 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉ'.RJCA
El Estado de Ubico
Tanto en Guatemala como en El Salvador la naturaleza de los even
tos durante esta época marcaron la tradición mesoamericana como di
ferente de la del sureste. Desde las reformas del siglo XIX ambos esta
dos se han dedicado a asegurarse de que el sector exportador tuviera
los recursos necesarios para el desarrollo económico del país, y esto
requería garantizar que había mano de obra disponible. Los indígenas
fueron críticos hacia ambos estados, pero en El Salvador la mayor la
dinización y la indivisibilidad que siguió a la Matanza, significó que
los campesinos ladinos rurales también tenían que compartir esta
carga.
La inestabilidad de principios de los treinta en El Salvador fue con
trolada por el general Hernández Martínez después del éxito que tuvo
en aplastar la revuelta de 1932. El general Jorge Ubico tomó el poder
en Guatemala en 1931. Aunque la depresión se sumó a la deplorable
pobreza de la mano de obra maya y campesina, en ambos países hubo
diferencias significativas. Primero, los mayas de Guatemala estaban
178 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
. . .ieoéndez
Ef Gobierno 0e1 Generar· . . hicii
. . - --- .-11111.11 El
H
ll 11 s
. .A .gJ .D II
8. P� WI.VERA 1111$
cracia, etc. Fue necesario aprender hasta cómo sobornar y ser corrup
tos, ya que estas prácticas fueron severamente limitadas bajo Ubico.
Para los mayas dos desarrollos en el Estado tuvieron consecuencias
durante este período. Uno de ellos fue la derogación por parte de Cas
tillo Armas de la prohibición liberal, largamente mantenida, sobre la
cantidad del clero permitido en el país. En pocos años cientos de nue
vos curas extranjeros llenaron las parroquias que no habían tenido
clero residente desde la Reforma 71• Debido a que estos curas eran casi
todos extranjeros, necesariamente resultaron novedosos.
El otro fue que la revolución se había derrumbado a pesar de los
militares y a causa de los mismos. El Ejército guatemalteco se sintió
profundamente deshonrado de estar subordinado a las fuerzas de «li
beración» .de Castillo Armas, e intentó corregir la situación. El pensa
miento militar que prevalecía fue el de autodesarrollarse y así ser ca
paces de llegar a manejar al gobierno si fuera necesario.
Tras el asesinato de Castillo Armas se realizaron elecciones, que
ganó el general Ydígoras Fuentes, otro de los antiguos generales de
Ubico con una reputación parecida a la de Ponce Vaides; su historial
como jefe político de Ubico estaba relacionado con una matanza de
mayas en Tacaná en 1937, que nunca fue oficialmente investigada 72.
Igual que gobiernos anteriores, los proyectos de bienestar social y co
munitario se iniciaron, pero una vez más con nula atención especial
para los mayas. El gobierno de Ydígoras Fuentes puede ser recordado
más por la escalada de corrupción que porque su inefectividad incitara
tanto la revuelta como un golpe militar que inició un largo período de
regímenes militares.
En 1959 otro evento externo tuvo un fuerte impacto, no sólo en
Guatemala sino en toda Centroamérica: Fidel Castro desplazó a un
clásico dictador latinoamericano y poco después instaló un régimen
abiertamente comunista en Cuba. El fantasma del comunismo que ini
ció la Matanza y que abortó la revolución guatemalteca ahora se le
vantaba a sólo unas pocas millas en el Caribe. El efecto fue electrizante.
Los nacientes revolucionarios en toda América Latina vieron que
una «revolución» podía funcionar. Mientras que en algunos países los
idealistas marxistas respondieron al llamado, en Guatemala, la reac
ción provino de un pequeño grupo de oficiales de la Fuerza Aérea que
se rebelaron, fracasaron y se fueron a la montaña para comenzar lo
que iba a ser una insurrección ladina. Los mayas de Guatemala no
estaban listos para la revolución y el éxito cubano tuvo poco interés
directo e inmediato para ellos. La derecha guatemalteca estaba lista
para hacer frente al comunismo en cualquier oposición que afectara al
Estado y sus propios intereses. Ahora, junto a los militares, vieron al
anticuado y corrupto régimen de Ydígoras como vulnerable a la sub
versión, y decidieron que había llegado la hora de que los militares
192 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Cuadro 3.2
Porcentaje
de tierras para fincas
Tierra arable per cápita 88 en minifundio (%)
Cuadro 3.3
Incremento
1950 1964
porcentual
Cuadro 3.4
Índices gini 90
de concentraciones de tierra, por el departamento de
etnicidad (1964-1979) 91
nes mayas. El nuevo grupo, sin embargo, incluía a muchos que tenían
una verdadera preocupación por el desarrollo de los mayas y algunos
tenían aspiraciones aún más ambiciosas; por el uso de los lenguajes
mayas a nivel del Estado, por ejemplo, y hasta por la autonomía y un
Estado maya.
La burguesía maya, sobre todo en las aldeas más grandes y en las
capitales de los departamentos del oeste, había estado activa en las
políticas locales a nivel municipal y en las negociaciones con los go
biernos departamentales. En la fraudulenta elección presidencial de
1974, unos cuantos se eligieron para el Congreso Nacional. Dos hom
bres, uno de Tecpán y otro de Coma lapa, ganaron. Ésta fue, probable
mente, la primera vez que candidatos mayas que se postulaban en una
plataforma pro-maya ganaban y llegaban al Congreso. Mientras que
ambos lo hicieron como candidatos de los partidos politicos, en 1976
uno de ellos, Tetzahuíc Tohon, hizo un intento para desarrollar un par
tido maya independiente. El Frente de Integración Nacional apareció
pero no pudo ganar suficiente apoyo para poner en marcha su proyec
to. Finalmente estableció una alianza con el general Romeo Lucas Gar
cía en 1978, pero la calidad fraudulenta de esa elección lo desacreditó
completamente y gradualmenll.' se desaniculú. Estos esfuer1.os de los
mayas burgueses poco hicieron por mantener la solidaridad con los
mayas rurales y el I idl·rn1.go ma�·a emergente tomó una dirección dife
rente. Desde comienzos de lus setenta la g:u1..•rrilla habia buscado apoyo
en la región norte de El Quiché, �- en 1973 los mayas en contacto se
comenzarnn a dividir respecto de su posición con la insurgencia. Algu
nos los consideraban peligrosos y comunistas �· buscaron la asistl..'ncia
militar. Los militares evidentemcnte no rt•spondieron ..,cti,·amt'ntc a los
primt.>ros requerimientos. pero al arribar 1976. fucron 1..'n\'iadas tropa..;
a Ncbaj. Esto inició los �,sesinatos y los sc1..·ucstros que se COll\"ertinan
en una pníctica acostumbrad�• 1..'n posteriorcs �111os.
El taremoto qu1..• ocurrió en febrero <fr 1976 mató a más de 30.000
personas y dejó a un millon sin hogares. St• le llamo un terremoto «<le
clase» porqU(� daflú primon.lialmL'lltt' a los 111�1ya:- pubn·s. Sus l'lectus
Íul'ron Sl'Jltidus en las tiL'rras del altiplano occidental me<lio, siendo
particularnll..'nh.' ,·ulnL'rahlL's lus hogart'S nw� as de adobe ,· teja. Los
daf10s fueron considerables,· exll'llsi, º" en muchas comunicbdes. Cuan
do comenzó a llegar la a�·tHb por el tt'tT1..·muto d gobierno no fm· C::lpaL
d1..• maucjar la log:h,tica y c�1da \t'/. mas organi1.aciont•s t'Xtranjc:1�,, �
privadas st• hicieron cargo dl.' la dirt·1..·lion loi:al _, regit>n�1l dd trabajo
de n:cunstrun:ion. Varios grupos <.k igk·sia l..'Stu\'il..•ron tan l..'Xtremad�1-
mente acti\'os como las guarillas. Dt· particular importancia fut' un
grupo de lakres 1..·ampe::.inos 111avas, mudws dt.• los cualt's tt'1uan e:\.pe
riencia con Acción Catolica ,. cun la!> Cumunidadl.'s Cristianas, qui;- se
habían estado organi:tamlu dandt•stinanll..'ntt' dt.·sde 1973. Esto dio lu-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 201
Cuadro 3.5
Gráfico 3.1
\ L&pa :, 1 l 'orciefflO
\U)¡ de � l'*'lxion 1'0QI
l'lq)
0 0.00 .t 14.'N
O 1 'i,00 a 49.'N
O 49.'N a �4.<N
• S'- IJl.l a 100.W
Gráfico 3.2
D o.oo
a 14,99
[23
15,99 a 49,99
O 49,99 a 84,99
• 85,00 a 100,00
Gráfico 3.3
dos poblaciones entre 1950 y l 98 l. El contraste t:'n l.h {1rt.>as <ll· lTeCÍ·
miento es quiz:'1 asombroso, pern conllt.•\'a un cuidadoso l'Scn1tinio. Con
pocas excepciones, la población ladina crL'ció ful·rtemlAnte t'n casi todos
los municipios a lo la1·gu de todo t•l arco que st• forma desdt.• d Pett'n
y la costa atltlntica hasta d oriente y la cust�, padfica y �kxico. Un
crecimiento notablemente significati\'o ocurre c.>n los munkípios dd
norte de Alta Verapaz, El Quich� y Huehm·tenango. Tambil'n los ladi·
nos ocupan ahora un corTedor dcsdL' la ciudad de Hut'huch.·nango a b
de Out·zaltenango. El Gráfico 3.3 mut.·stra d cn:cimiento compll·men·
tario de los mayas. Es muy fuertL' en t•I altiplano occidt.•nal medio don-
207
Gráfico 3.4
Comunidad
Clásicamente la comunidad indígena ha sido vista como una unidad
social, núcleo de la etnia maya. Después de la destrucción de los esta
dos nativos por la conquista el sistema colonial arraigó individualmen
te a los indígenas a su comunidad para controlar el tributo, y excluyó
a otros, en especial a los ladinos, de residir allí. En Guatemala, las
comunidades del altiplano fueron menos afectadas en la época colonial
que otras, debido a que producían menos productos exportables y a
que estaban lo suficientemente cerca de la capital, Santiago de los Ca
balleros (Antigua) para recibir mejor protección, siendo explotados di
rectamente por la Iglesia y la Corona en lugar de los colonizadores
españoles 107. A todo esto debe añadirse que la cultura y el clima fresco
del altiplano resultaban poco atractivos para los proyectos españo
les 108.
Hacia 1930 la comunidad había sido ya por largo tiempo la máxima
unidad social de la sociedad indígena 109. Aunque las tierras de la co
munidad fueron amenazadas por las reformas liberales del siglo XIX,
éstas realmente no estuvieron bajo una presión destructiva. Las tierras
de la comunidad, por ejemplo, no fueron puestas totalmente a la dis-
212 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Lenguaje 117
Mientras que el lenguaje a menudo se considera como una caracte
rística que identifica una etnia, no necesariamente es así entre los ma
yas. Ha quedado claro en años recientes que hay un número de condi
ciones en las que el lenguaje ha dejado de ser usado, pero donde los
reclamos por la identidad étnica maya son reconocidos como legítimos.
Quizá los reclamos más comunes proceden regionalmente de El Salva
dor y del oriente de Guatemala, pero durante las últimas dos décadas
los reclamos individuales han sido escuchados por los mayas del alti
plano occidental medio de Guatemala.
Aunque en los años de la década revolucionaria los programas bi
lingües fueron recomendados, discutidos y hasta iniciados tímidamen
te, no fue hasta los ochenta que el gobierno se involucró profundamen
te, habiéndose convencido finalmente de que ésta era la mejor manera
de alfabetizar (la lógica es que uno puede aprender a escribir más fá
cilmente en su propio idioma antes que tratar de escribir en un segun
do idioma). El programa bilingüe en curso funciona a través de una
oficina gubernamental, PRONEBI, que llevó a cabo programas en cada
uno de los cuatro más importantes idiomas del país: cakchiquel, quiché
mam y kekchí. Sin embargo, fue diseñado sólo para los aflos de escuela
primaria y explícitamente como una manera para facilitar la obtención
del alfabetismo en español. Ha encontrado dos tipos de oposición entre
216 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
los mayas. Uno es que los niños en algunas escuelas han rehusado a
aprender el maya que se enseña, a veces apoyados por sus padres que
los enviaron a la escuela a aprender español 118. El otro viene de los
seguidores del pan-maya que han visto el programa bilingüe como una
manera de promover el español, o sea, dirigido a la mela «civilizadora•
de los indigenistas. En contraste, lo que desean es que los lenguajes
mayas sean enseñados en un contexto donde se utilicen; deberían ser
enseñados tanto a los ladinos como a los mayas 119, aunque esto pueda
parecerles escandaloso a los ladinos guatemaltecos. Se señala que Bél
gica, Suiza y Paraguay han demostrado que el multilingüismo es posi
ble a nivel nacional.
Para muchos adultos el problema maya continúa siendo muy serio.
La pérdida de lo maya no se manifiesta solamente entre los niños de
la generación escolar actual sino aun entre los mayas adultos, que cre
cieron en los sesenta y los setenta. cuando la nue\·a filosofía pro-maya
todavía tenía que ser clara y popularmente articulada. En la economía
expansiva de los sesenta aprender español obviamente era útil para la
propia supcn•ivencia. Dadas estas prcocupaciom:s. una serie de progra
mas privados han comenzado a enseñar maya a los adultos cuya base
nativa es débil o no existente.
Los intelectuales pro-mayas tienl'n razón de prcocup.trsc por la pér
dida de interés de parte de la generación más jon·n, al mismo tiempo
que el gobierno continúa con sus antiquísimas políticas indigt:'nistas dt.•
«civilizar» a los mayas de Guatemala para hacer ladinos. Sin embargo,
la población maya de Guatemala tii..·ne muchos lugares y facetas. Entre
1944 y 1980 se ha \'isto en el altiplano dar un giro a b gente. ahora �a
no se refieren sólo a sí mismos como un rnit.•mbro de la comunidad
sino sobre todo como un grnpo lingüístil"o y a n·ces hasta como• m3y.i •.
Escuchar n alguien decir: «Soy quiché,. t's común. De hecho l'Sto t'll
1944 era p oco común. En el Scminn,·iu Fundación Frít.•dcrich
Ebert/FLACSO en 1988. los participantes mayas st• rdirit'ron a sí mis
mos casi exclusivamente en tt�rminos de un grupo lingüístico 1�0.
Vestido
Un estudio recienll' de las mujl:'rl'S mavas que asist i�rn a b Uni\·t.·r
sidad de San Carlos 121 indico que ha�· un intento i..·spt•c1fico por parti..•
de algunos de pro�·cctar una ilk·ntidad maya, pc.•ro confundiendo o res
tando importancia al nivel comunitario Ot' identidad. Esto st• hnt.·t' man
teniendo un guardarropa di..· l'ttaguas �· huipíks dt• \'�líias l·omunidades
e intl'nciunadami..·nll· usando combinal·iont.•s de aldt'as dift'rt'nte�. La
mayor parlt' de In i11tellige11tsia ma�·a no usa prt.•n(bs identificabll·s dd
vestido maya, pt·ru algunos sí usan cami�a� bordadas para identific�irse
a sí mbmos como mayas.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 217
Otra faceta que reveló este estudio, sin embargo, fue que hay un
número de mujeres de origen indígena en la Universidad que simple
mente se negaron a participar en el estudio. No usaban el vestido maya
en su hogar y preferían no llamar la atención por ser mayas. Hasta qué
grado hay un rechazo abierto hacia la identidad indígena, o meramente
timidez o vergüenza dada la baja categoría que se les asigna a los
mayas tradicionalmente, no quedó claro porque las mujeres rehusaban
discutir el asunto con la investigadora -siendo ella una mujer maya
que vestía las prendas del vestido maya con orgullo.
El giro hacia el vestido pan-maya fue evidente en los sesenta cuando
las mujeres en muchas aldeas del altiplano central encontraron conve
niente comenzar a usar un huipil generalizado, producido en los telares
de Totonicapán, pero que no era característico de ninguna aldea en
particular. Ese fue el período cuando los mayas del altiplano se invo
lucraron cada vez más en el comercio y en la creciente producción del
minifundio para el mercado. Puede ser que el tiempo necesitado para
tejer un huipil completo en un telar a mano entró en competencia cada
vez mayor con otras actividades potencialmente más rentables. Esto
pudo haber sido un factor que contribuyó a la creación de la identidad
pan-maya, que se manifestó más claramente en los setenta y ochenta.
Y así sucede con el vestido en general. Los cambios pueden signifi
car cualquier número de cosas y han estado sucediendo durante tanto
tiempo ... Las innovaciones son introducidas por razones privadas y pú
blicas, y se hacen populares o no con base en otros factores igualmente
impredecibles. Chichicastenango ha cambiado grandemente la natura
leza de su huipil al menos tres veces durante las últimas cuatro o cinco
décadas. Las aldeas han dejado de usar los cortes distintivos o han
adoptado el huipil de otra. Santa Catarina Palopó y Sololá ambas han
hecho cambios significativos en sus vestidos durante los últimos años.
Todo esto sugiere que hay dinámicas simbólicas que aún son pode
rosas a nivel comunitario, pero su significado es esencialmente local y
particular. Los hombres mayas han estado abandonando las vestimen
tas mayas en la mayor parte del altiplano, pero las comunidades alre
dedor del lago Atitlán generalmente aún están orgullosas de la distin
ción del vestido de sus comunidades. Sin embargo, estos cambios
difieren de aquel de la mujer de la Universidad de San Carlos que
intencionalmente mezcló estilos de ropa, cambio que puso toda una
serie de significados en juego. Ahí, fue una herramienta que estaba
siendo usada en un esfuerzo por diseñar una nueva sociedad.
Este tipo de juego con los elementos puede no ser una amenaza a
la cuestión del indigenismo o de la identidad maya, pero sí sugiere dos
cosas. Una: puede jugar o experimentar y redefinir los símbolos de
identidad sin amenazar seriamente la integridad de la identidad en sí
misma. La otrn es que. en un mundo en el que las características la-
218 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
dinas están siendo impuestas sobre uno, jugar con las que están bási
camente bajo control propio probablemente ayuda a reforzar la iden
tidad.
Religión
La religión maya a fines del siglo XX se ha vuelto bastante compli
cada y pluralista. Probablemente es útil, al principio, enmarcar pre
guntas teológicas e ideológicas en términos de cuatro campos de la
práctica y de las ideas: l) el catolicismo tradicional cofradista, también
llamado «costumbrista»; 2) la ortodoxia católica reformada de Acción
Católica al lado de la Teoría de la Liberación que puede incluírsele; 3)
un número grande de iglesias protestantes activas y sectas; y 4) la
iglesia maya. La gente se mueve de un lado al otro en este polo. Sin
embargo, la membrcsia entre las primeras tres es mutuamente exclu
yente, pero todas coexisten con la iglesia maya.
Como se describió anteriormente, la genialidad de la cofradía ha
sido preservarse y adaptarse al modo de vida de la comunidad dcntro
de una sociedad autocrática. Fue engendrada bajo la España Imperial
y continuó sirviendo a lo largo de los primeros ciento n�inticinco años
de Independencia corno un amortiguador crítico contra la habilidad de
extracción del capitalismo liberal y dc los antojos de los déspotas. Así
como fue un obstáculo a ser cambiado durante la rl.'\'oluciún de 19��
que abrió nuevas alternativas a mediados de siglo y en los sesenta
cuando la persecución del comuni!rn10 distrnjo al Estado. Como en mu
chos sistemas políticos atrincherados culti\'ó sus propias formas dt.• co
rrupción trivial y los principales que la gobl.'rnaban no sin razón t'Sta
ban celosos de su pode,·.
Por lo tanto, al evaluar hoy la cofradía uno tal \"t.'l. dl.'bería exami
narla desde d punto de vista de lo que quaia prt.•scr\'ar, l.'n \ t.'l (Íl� lo
que quería excluir 122. Cuando la 1\1atanLa de 1932 hi.w desapart.'Ct.'í a
los indígenas salvadon.·ños dt.• la \'isibilidad nacional � encontraron sa
bio dispt.·n�a¡ cst ilos de ropa y de cualquier otra caractcrbtica qu1..• los
expusiera potencialmente a lus abw,os dt.· lo� ladinos ) dd Estado. fut•
a la cofradía a la qut.' rccurrit'ron para bust.·ar protl'cción im,titu\.'ional
a su identidad 12\ Así como había funcionado bien bajo la Corona t'::.
pat1ola, también funcionó L'Ollt ra el autoritarismo libe1·al dd siglo XX
dl.' HL'rnándl'z Martínt.•z y de una SLX'iedad que quaia que- los indtgt.·nas
desaparecieran.
El papel de las organizacionl.'s religiosa� ma::. tradicionales no esta
ba limitada a El Salvador. Claramentl.' las L'ofrad1as c.>ran importantt's
parad modo de vida de los rnavas de Guatemala. \' al ml.'nos t'ntrndos
los aflos cuarenta, su� rituak·s·. papde!) y pr.kticas fueron un lugar
común de idt'ntidad maya. Como ocurrio en El Sal\'ador, a principios
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 219
Charles R. Hale
Ningún otro pueblo en Centroamérica ha tenido éxito de sobrevivir
a las vicisitudes de la Conquista y de la era colonial con tanta integri
dad como lo han hecho los mayas de Guatemala. Tanto la situación
inicial del siglo XVI como la historia subsiguiente de los grupos indí
genas y sus relaciones externas han producido caminos históricos bas
tantes diferentes. Nuevos grupos étnicos han emergido en las áreas del
sureste y de la costa del Caribe. dando a ese área sociedades de un tipo
totalmente diferente, sociedades que culturalmente deben poco a los
antecedentes españoles, tan importantes en el interior y en d Pacifico.
Lo más relevante es la severa reducción o virtual ausencia de los tipos
de trabajos forzados y de relaciones étnicas hostiles qut• siguieron a la
conquista de los pueblos mesoamericanos. Como se mencionó anterior
mente, hubo áreas importantes en la costa atlántica que nunca sufrk
ron la conquista espmiola. Los pueblos de la región, �in embargo. si
soportaron las enfermedades destructivas trnidas por los españoles y
fueron severamente afectados por las incursiont·s europeas en b región
durante los siguientes siglos.
Los pueblos indígenas de las llamir�\S dd Caribe pertenecen nl gn.1-
po lingüístico macro-chibchá �· llegaron al istmo a travC.:•s de migrado,.
nes rumbo al norte desde las Jlanuras de Surnmerica 131• Se asentaron
tanto en la costa como en h1s montañas del cor-rt•dor central. vi\·iendo
en grupos pt:queños. dispersos y rdati\'allll'lllt' acéfalos. en contraste
con los pueblos mesoamericanos de la costa pacífica hasta Nicoya t'n
el sur (Costa Rica) 1 �:!. Las historias coloniales y dd siglo XIX cambia
ron los contornos de esa partición. pt'ro la dt•jarnn bf\sicamc.>nte intacta.
Gran Bretaña reclamó la costa dd Caribt' dt· Nit:aragua y de Honduras
(conocida como la costa Mosquitia) y Bdict• (Honduras Britanica), atrn
yt•ndo bajo su esforn de influencia a los habitantes indígenas d\.· t•sas
áreas -más notablemente ¡1 los indios miskito�. La transfert•ncia de
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 221
Cuadro 3.6
Población Fecha/Fuente
Cuadro 3.7
Los distintos pueblos indígl.'nas dl.' las llanuras dd Caribe son dl'·
masiadu numl.'rusos. di\'ersus y pubrl.'mentc documl.'ntados como para
permitir un estudio adecuado. Dejando de lado n los inmigr::rnte� ma
yas del altiplano de Guatemala hasta Bl·licl.', d arl·a custdia está h�\bi
tada hoy úüi por doce gn1pus indígl.'nas distintos en lo cul tural-lingü1s
ticu, y prubablcml.'nll' ful.' d hogar dd dobk de l.'Sl' numl·ro l'n 1930 1 '"'.
El pueblo más numeroso y con mayor l':\tl·nsiún tl·rritorial �un lus mis
kitos, quienl.'s l.'ll 1930 totalizaban caca de 15.000 y \·ivian en pequl'f1as
aldeas costeñas desde la� 1·iberas dd no Tinto l'n Hondura� hasta Pl·arl
Laguun en Nicaragua. Durantl' los siguil.'ntcs dnC\.Jl'nta a11us esta� fron
teras de prcsl.'ncia tcnitorbl miskita pl.'l'manedl·ron basicamente in
tactas, a pesar dl· que induian un numl.'ru lTL'CÍl'lltl.' c.k inmigrantes de
lengua cspaüula del oeste. Aunque se lle\'() a L'abu alguna asimibdun
a la cultura nacional (tnt:�tizn) y t:Tiolla. l'n cspl·dal t'n las aldl·as ma
yores, la identidad dl.' los mi ski tus permanecio vibrante y su pobladun
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 223
Cuadro 3.8
Los sumu 140, los rama, los paya (pech) y los jicaque (tolupán) de
Nicaragua y Honduras tienen historias similares, excepto que para la s
dos primeras la asimilación ha sido hacia las dos culturas regionales
dominantes -miskita y criolla- al igual que hacia los mestizos. A
mediados de los setenta, los indígenas de Costa Rica se organizaron y
ganaron el derecho a las tierras (llamadas «Reservas»), que podrían de
alguna manera ayudar a frenar la velocidad de estas tendencias i-1 1,
Organizaciones similares emergieron entre los indígenas no-miskitos
de Honduras y Nicaragua, pero sus logros desde 1979 fueron mucho
más limitados.
224 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Otros tres pueblos merecen breve atención para completar esta vi
sión de la composición étnica de las sociedades de las llanuras centro
americanas. Primero, como se mencionó anteriormente, la inmigración
mestiza a las llanuras ha sido importante a lo largo de la región. espe
cialmente en la última década del período en consideración. Los mes
tizos se incorporaron a la jerarquía étnica/de clase tanto en los estratos
superiores -como elite política y económica- como en la base -como
trabajadores remunerados en compañías transnacionales y subsecuen
tementc como campesinos con pequeñas propiedades. La inmigración
hacia el este del último grupo creó lo que llegó a ser conocido en Costa
Rica y Nicaragua (¿Honduras?) como la frontera agrícola: una frontera
que marcaba los límites de los asentamientos mestizos y los comienzos
de los bosques tropicales que ser\'Ían de amortiguamiento entre las
sociedades nacionales y las de la costa atlántica. Sin embargo. ya para
1979 el término había perdido su sentido, pues el amortiguamiento
había desaparecido en gran parte exponiendo muchas áreas donde los
dos pueblos entraban en contacto directo 142• Los mestizos ahora cons
tituyen el grupo étnico mayoritario en las regiones de las llanuras de
Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Segundo. Belice y las
llanuras de Guatemala son ahora el hogar de un creciente número de
mayas que han inmigrado del oeste, muchos a causa de la \'iolcncia
política y del desajuste económico de los ochenta. pero otros hace ya
más de un siglo. Estos inmigrantes rnl'recen atención c?special. aparte
de las generalizaciones sobr·e los pueblos indigenas de las llanuras, y
por lo tanto están mt,s allú del espectro dl.'I análisis que se prest.•nta
más adclanlL'.
Finalmente, d enclave económico norteamericano atrajo a otro::. in
migrantes -sobre todo chinos-. muchos de los cuales permanecieron
aún dcsput'.-s del periodo de declinación <.k la compar'tia. Aunque n:la·
tivamente pocos en número, los chinos formaron comunidades cohc-..io
nadas y jugaron un importante papl.'I t.'n la l.'Cunorrna regiun�l (por
ejemplo, como duer'tm, de tiendas ,. cumu capitalista.., a pequd1a esca
la), y en gl·ncracioncs subsiguientt.•:,.., tamhit•n en la pulitica IH_
ver el mundo de los criollos con otro tipo de datos que engloban sus
inclinaciones de resistencia y autoafirmación. Dependiendo del contex
to específico una u otra de estas facetas un tanto contradictorias pasa
al frente y predomina en la conciencia y las acciones del pueblo crio
llo 158. He hecho un análisis paralelo de la «afinidad anglosajona» del
pueblo miskito en Nicaragua 159•
Hay limitada evidencia que sugiere que los garífunas se ajustan a
una variación de este mismo patrón. González informa que los garífu
nas, aunque no son fenotípicamente africanos, no se identifican como
negros porque reclaman «poseer una cultura única no-occidental, y en
parte porque aún se consideran como un pueblo cuyo pasado no estaba
manchado por la esclavitud» 160. Sin embargo, González también hace
ver que un hombre garífuna de setenta años comentó que, antes de un
viaje a Estados Unidos donde una mujer negra « le dijo que era bien
parecido y acarició_ su mejilla, nadie le había hablado así antes y él se
creía feo» 161. González también pone mucho énfasis en el «individua
lismo omnipresente» de la cultura garífuna 162. Debido a que tanto el
racismo antiafricano como el individualismo eran soportes ideológicos
centrales de las instituciones norteamericanas, con las que los garífu
nas estaban extensamente involucrados, parecería imprudente descon
tar la influencia de una «ideología anglosajona» al moldear la manera
en que articularon su identidad.
Finalmente, resulta altamente significativo que las organizaciones
etnopolíticas de los garífunas, a finales de los setenta, hayan escogido
enfatizar sus orígenes africanos, por lo tanto buscando sobreponerse a
las tensiones mutuas, de hace tanto tiempo, con los otros afrocaribeños.
Puede tal vez tomarse como una señal de que la militancia étnica, entre
los pueblos de las llanuras costeñas, tiene el potencial para desarrollar
se como una afrenta ante los privilegios del gobierno central y del
legado neocolonial norteamericano. En todo caso, permanece como un
recordatorio de que la asimilación y la «pérdida de cultura», aunque
son fenómenos verdaderos, a menudo resultan ser ilusorios y reversi
bles. Por lo tanto, podemos esperar que continúe la reformulación de
las culturas e identidades de los pueblos de las llanuras de Centroamé
rica y que la militancia étnica sea un importante catalizador de su
movilización política en los años venideros.
NOTAS
l. Adams reconoce una deuda especial con los trabajos anteriores de Ricardo Fa
lla, Arturo Arias, Caro! Smíth, Demetrio Cojti Cuxíl, Jurge Arias, Jorge Luján Muñoz,
Ralph Lee Woodward, Charles Hale y Bclly Hannstein Adams.
2. Esta sección sigue de cerca a Adams, Richard N. «Thc Conqucst Tradition of
Central America• en Tl1c Americas. \'OI. XLVI, n.• 2 (1989). págs. 1 19-136; y debe mucho
a Stone, Samucl Z. lA di1ias1(a de los co11quistadorc.s: la crisis del poder e11 la Costa Rica
co111e111porá11ea (San José, Costa Rica: EDUCA. 1975); �· Stonc, Samucl Z. Tl,e Heri1age
o( tlic Co11q11istadors: R11li11g Classt'S in Central Amaica. From Co,1qw:s1 to tire Sa11di11is
tas (Lincoln, Nebraska: Unin·n,itv uf Ncbraska Press, 1990).
3. Carmack, Robcrt M., Tl,e Q11icl11! Mayas of Uta1/d11: tlrt• fa•olutio11 o{ a l/1g'1/a11J
G11ate111alcm Ki111;dom (Nurman: Univcr..ity uf Oklahoma Press. 19S 1 ); Fowler. William
R., Jr. The C11lt11ral E\'Ol11tiv11 o/ A11ci.·11f Na/11111 Cil·lli:a1io11.�: 1l1e Pipil-Nicarao u{ Ct"lltral
America (Nunnan: University of Oklahum.1 Prcss. 1988); Fox, John \\'., Q111cli.1 Co,1-
q1¡est: Ce111ra/is111 allll Regio11ab111 i11 llir,l1/m1d G1wtmrala11 Swte Den·lopmt'rll (Albuquc:r
que: Uni,·crsitv uf Ncw J\k:xico Press, 1978).
4. Citado pur Paul Kin:huff l"ll «Ml..'soaI11l'1°il"a: its gt:ugrnphical limit,. ethni,.: \.'um·
pusition. and cultura I char�1c l\.·rist ics • en //t•11ta!!L' o/ Co,1q11.·.,;t, Sol Tax 1.·di1or (Gknt.-oc:.
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cumcnzaron los c:hi,J1iml'cas k1!.la una lml'a qut.· corrt.• al sun·,tl' Je l.1 p;1rlt' nor�·st,:
dt" Honduras hasta l'I gulfu d'-' Nicuva. �· l'Il C'-·n1ru�1m�ric.1 indU\l' d uc.·,t.: de Gu..ll1..'·
mal::t, El Sal�a�or, t.'I Ol'Stl' dl' Honduras, bs tÍL'rr:.1s ;1lt;1:-. dl' �k;1ragua � la cust.1
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terns» en Lati11 A111,·11d111 Rt'St'11,.cl1 Rt'\'Ít'W, ,·ul. XX. n.• 3 ( 19��l. p.ig:-.. -t-l. él�. 1..it..l utr-;i,
cifras dt: esta fucnk· qut.· 110 st.' ajus1a11 ;, l's!.is. Cifr.1 dt.• 1570 dt.· .\lun.lu J .\t;\l:Lt.W,
«Los ind1g.:nas dt.· Guatl·mala t.'11 los siglos X\'l � X\'11 t.1111.,ño dt.• b publ;.11..·io11, re�ur
sus _,· urg:.mizacion <ll" la mano dl' obra» L'll Pobl,1dot1 \ 111,11w clt! t>l>rn t'PI -\111c'11cc1 Lati11d
Comp. Ji: Nicul::b Sancht.·z-Alb11111u, U\t.idrid. Editorial Ali�1111.1, l�SSl, p..lg 5=; Gu�lle
mala: W. G. Lo\'dl y William R. S,,etl'�, • Th'-· Pupul.11ion uf Suutht.>rn Guatemala al
Spanish Contact » L'll Ca11adia11 l1111111al u/A11tl,n,polo�y. ,ol. 111. n.• 1. p..lg:> 71 -S-t U9S�l
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 233
Citado por G. Lovell, «Mayan Survival in Guatemala» en Latin America Research Re
view, vol. XXIII, n.º 2 (1988). pág. 29: El Salvador: H. E. Daugherty, Man-Induced
Ecologic Chdnge in El Salvador, Tesis (University of California, Los Angeles), pág. 120;
citado en Newson, 1985: 44: Soconusco: P. Gerhard, sugiere que había 1.800 contribu
yentes en 1569, y 800 en 1694; las cifras estimadas en cinco personas por contribuyente.
The Southeast Frontier (Princeton University Press, 1979), págs. 158-162; citado en Newson,
1985: 68. Coloca al grupo nadir a fines del siglo XVI. HONDURAS. Linda Newson, The
Cost of Conquest: Indian decline in Honduras Under Spanish Rule (Boulder: Westview
Press, 1986), págs. 91 y 330; para la población aborigen, el oeste y el centro de Hon
duras incluye Cortés, Santa Bárbara, Copán, Ocotepeque, Lempira, lntibucá, Comaya
gua, La Paz, Francisco Morazán, y Choluteca; El Paraíso, Olanco, Gracias a Dios, islas
de la Bahía, y medio Colón 528.970), más el área ocupada por los jicaque, por ejemplo,
Atlántida, Yoro, y la otra mitad de Colón (16.528). El este de Honduras incluye algunas
porciones que fueron conquistadas «desde el sur» y algunas que no fueron conquista
das. Newson no sugiere qué parte pertenece a cada una de las subregiones. Nicaragua
(Mesoamérica): Linda Newson, Jndian Survival in Colonial Nicaragua (Norman: Univer
sity of Oklahoma Press·, 1987), cuadro 3; NICOYA: Newson, ibid., Cuadro 31: Costa
Rica: trabajo demográfico histórico creíble sobre los indígenas de Costa Rica casi no
existe, así que estas cifras deben tomarse con todavía más precaución que la corriente.
Las cifras dadas se supone que incluyen Nicoya. Las cifras costarricenses sobre la
Conquista son estimaciones de William Deneven basadas en cifras comparativas de
áreas vecinas; The Native Population of the American in 1492 (Madison: University of
Wisconsin Press, 1976). La cifra es para 1596, de Bernardo Augusto Thiel, «Monografía
de la población de la República de Costa Rica en el Siglo XIX, 1900» en Población de
Costa Rica y Orígenes de los Costarricenses, presentación de Luis Demetrio Tinoco (San
José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1977), págs. 117-214. Murdo MacLeod, Spanish
Central America: A Socioeconomic History, 1520-1720 (Berkeley: University of California
Press, 1973), pág. 332, da una cifra de 80.000 para mediados del siglo XVI. La cifra es
para 1611, de Thiel, ibid. PANAMÁ: Charles F. Bennett, «Human Influences on the
Zoogeography of Panama» en Ibero-Americana, n.º 51 (Berkeley: University of Califor
nia Press, 1967), citado por Denevan, pág. 291, no da número de página de Bennett.
O rnar Jaén Suárez, La población del istmo de Panamá (Panamá: Impresora de la Nación,
1978) en Cuadros 3 y 4 implica una cifra de 250.000; las cifras posteriores son tomadas
del Cuadro 1, pág. 22.
7. Chamberlain, Robert S., «The Conquest and Colonization of Yucatán» en Car
negie Jnstitution Publication 582 (Washington, D.C. 1948); News9n, 1986; Newson, 1987 ·
8. MacLeod, Murdo, Spanish Central America: A Socioeconomic History, 1520-1720.
(Berkeley: University of California Press, 1973.)
Gua
9. Lutz, Christopher H., y W. George Lovell, «Core and Periphery in Colonial
temala» en Caro] Smith (ed.), Guatema lan Indians and tire State: 1540 to 1988. (Austm:
University of Texas Press, 1990.)
10 . M cCreery, Dav1"d, « State power, indigenous communities, and land in nine-
teenth-century Guatemala, 1820-1920» en Caro! Smith (ed.), G11atemalan htdra11s mzd
the State: 1540 ro 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990.)
cal S11bstratas
11. Bricker, Victoria, The ludian Christ, tite !ndian Ki11g: the Histori
of Maya Myth and Ritual. (Austin: University of Texas Press, 1981.)
234 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
12. Browning, David, El Salvador: Landscape and Society (Oxford: University Press,
197 J ); El Salvador, La tierra y el hombre, traducción de Paloma Gatesi y A. Ramírez.
(San Salvador: Ministerio de Educación, 1975.)
13. Pérez Brignoli, Héctor, «Indios. comunistas y campesinos: la rebelión de 1932
en El Salvador» en Cuademos Agrarios, n." 5. UNA. Escuela de Historia (1991).
14.McCreery, 1990: 108.
15. Fundación Friedrich Eben y Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), Conferencia sobre la c1wsti611 étnica (Guatemala: FLACSO. 1988). Inédito.
16. Stone, 1990.
17. Por ejemplo, Dalton, Roque; Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salva
dor(San José. Costa Rica: EDUCA. 1972). traducción de Kathlecn Ross y Richard Schaaf.
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18. Por ejemplo, Méndcz, Joaquín, Los s11cesos comunistas en El Sal\·ador (San
Salvador: Imprenta Fún<lcs y Ungo, 1932); y Schlesinger. Jorge. Re-.·ol11ci611 comunista
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19. American Legatiun, San Salvador. Curresp<mdeuce, 1932, \'OI. CXI. File 800, Ge
neral Con<litions Report, Despatch 57, págs. 11-13. National Archi\'es. Washington, D.C.
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20. Dalton. 1972.
21. Kincaid, A. Dougla�. o:Peasants into Rebcls: Community an<l Class in Rural El
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22. Véase capllulo Ol' Carlos Fi�ul·ro:1 lbarra; tamb1\.'n Figu"•roa lbarra, Cario:-..• El
bolchc,·iquc mexicano Je la Ccntroaméi-i,:a de lo� al'ws \'Cinll'• kntre\'i'>ta a Jorge Fcr
nandez Anaya). en Me111uria, Re\'i�ta del Centro Ol' E.,tudios dt•I �,o,·imiento Obrao y
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Costa Rica: EBl:JCA, 1982.)
26. Torres, Abdar<lo, Tierra� v culu,ri:,icitm (San S:1h·atlor: lnsti1uw di: Es1u<l1os
fa·onómicos <lL' la Uni\'crsi<lad Je El Sah·ador, 1961) citado cn Pfrt•/ Brignoli. Hc.-,:tur.
«Indios, comunistas y campt•sinus ... •; \'éase tambi('n a Urow11i11g, 19SI.
27. Pl'rt'Z Brignoli, op. cit.
28. Kincai<l, 1987: 477.
29. Marrnqum, Alcjandro D. * El prnbk111a i11d1gen:i en El S�\h�11.lur• cn r\r,1t>11ca
illdigena, \'OI. XXXV, n.• 4 (1975), pags. 747-771. 754 .
30. Fonseca, Pedro S., Lt•ccio11t's dt' Estudislicu (San Sah �,dor. 1927) l'itado en M.1-
rroquin, Alejandro D., 1975: 747-77; y Rufino Paz, J .• Nut'\'u Gt'ogra/ia dt' El Salrndor
(San Salvador 1920).
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 235
53. Éste es un avance tentativo del trabajo que actualmente realiza Enrique Gordi·
llo.
54. Hernández de León, 1940: t. 11, págs. 413.
55. Juárez Muñóz. J. Fernando, El indio guatemalteco; ensayo de sociologla nacio-
nalista (Guatemala, 1913), págs. 123-132.
56. Ibid., págs. 81-85 y 159· 166.
57. H. M. Vázquez, La Hora (2 7 de febrero de 1945).
58. El Liberal Progresista (7 de agosto de 1936). Archivo General de Centroamérica
(AGCA).
59. El Liberal Progresista (3 de enero de 1938). AGCA.
60. Schwartz, Norman B .. Forest Society: A Social History of Petén, Guatemala (Phi·
ladelphia: University of Pennsylvania Pres s, 1990), pág. 188.
61. Los informes publicados son pocos, sobre todo los de Hemández Sifontes, 1965,
264 ff.; un estudio más detallado se está llevando a cabo en estos momentos: Adams,
Richard N., .. The Patzicía Massacrcs of 1944: a Reintcrpretation• (1990}, inédito.
62. El Imparcial, 8 de noviembre de 1944.
63. Handy, Jim, .. ·A Sea of Indians'. Ethnic Conflict and the Guatemalan Rernlu·
tion, 1944-1952,, en The Americas, vol. XILVI, n.• 2 (1989). págs. 189-204; y Adams.
Richard N., «Ethnic Images and Strategics in 1944• en G11atemola11 fodians and tlze
State: 1540 to 1988, Carol Smith editora. (Austin: Univcrsity of Te�as Press. 1990). págs.
143-145.
64. Artículo 137, Párrafo IS, reproducido en Siln.·rt. Kalman. u,, es1ud10 de �bia·
110: Guatemala. Seminario de lnll:gración Social. tomo XXVI (Guatemala: Editorial
«José de Pineda )barra•, 1964) (wrsión original l"n ingles, 1954.), pflg. 227.
65. Buletfn del lnstitwu Nacio11al l11digt'llisra Nac-iorral. vol. l. n.• 1, Guatc:mala
(1945), pág. 6.
66. Gkijeses. Picru, Slzattaed Hope: T/11: G11at,m1a/a11 R,"l'Oliaio11 a,id tl,e l.!11ited Sta
tes, 1944-1954. (Princeton Uni\'ersity Press. 1991.)
67. Hundy, Jim, «The Corpur-atc Communit�·. Campei.ino Organi1a1ions. and Agra
rian Rdorm: 1950-1954» t•n Carol Smith (l"d.). G11ate111al,111 /11día,1s a,1d tht' Sratt': 15.W
to 1988. (Austi11: Univ1.·rsity uf Texa� Press, 1990). págs. 167-168.
68. Est1.· h•ma se cc:ntr.1 fundaml"ntalmt•nte sobrt• H:mdy, 1990.
69. Silvcrt. 1964.
70. Hupp. Bruce, Tl1t' Urba11 /11diam o( Q111•:olre111111J!O. G11att'mal..i, Tesis (Austin:
University uf Texas 1969). Inédito.
71. Hullcran, Mary, C/,wc/1 mul Statt' ;,, G11are111al,1 (Nc-w York· (kt.tgon Bouh
1949).; y Adams, Richard Newbold, Cnic1/1ctio11 bv Pm1't·1: Es.rnn u11 Gwit,•111al,.m ,\u
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86. Ibid.
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torial Rumbos Nuevos. 1980), después del 11 Censo Agropec11ario, Guatemala, 1964.
88. Ya que no hay datos específicos sobre la tenencia de la tierra para los distintos
grupos étnicos, la situación puede ser aproximada comparando las cifras de los tres
departamentos: departamentos mayas son aquellos en los que la población indígena
es 70% del total O más, por ejemplo, Totonicapán, Sololá, Alta Verapaz, El Quiché,
Chimaltenango, Huehuetenango y San Marcos. Los departamentos ladinos serán aque
llos con un 70% 0 más de población ladina, por ejemplo, el Petén, Jutiapa, Zacapa,
238 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Guatemala, Escuintla, Izaba!, Santa Rosa, y El Progreso. Los restantes, Jalapa, Saca
tepéquez, Retalhuleu, Baja Verapaz, Chíquimula, Suchitepéquez, y Ouezaltenango son
departamentos mixtos. Para datos útiles, es conveniente excluir el Petén de los cálculos.
89. Fuentes para Cuadro 3.3; Censos Agropecuarios de 1950 y 1980.
90. El índice Gini mide la concentración de la tenencia de la tierra; un índice de
uno significa tener toda la tierra en manos de una persona. Una fracción baja indica
que la tierra está ampliamente distribuida.
91. Fuente: Hough, Richard, 1982: Cuadro 1.
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99. Este ensayo no cubre la época de la politic1 dc tit'n�• arr.b.1da dd gobkmo
de 1979-1983.
100. Esto deja claro que mi afirmación sobr" qm• habna una J><.'rdida rit:l.1ti\.l
continua de la poblacion indígt•n:1 no esta \'t•rificada. \'east' a Adam�. 1957
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148. En este asunto sobre Costa Rica, \'éase Bourgois, P. Ethnicity at Work Jolms
Hopkins University Press (1989). págs. 79-110; y Olien, M., op. cit.; para ejemplos de
este discurso en Nicaragua, véase F. Ruiz y Ruiz, ln{onne sobre la costa atlá11tica (Ma
nagua, 1925); referencias sueltas de medidas antinegras similares en Honduras pueden
encontrarse en Posas, M., Luchas del Movimiento Obrero Hondure,·,o (San José. Costa
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149. Véase M.W. Hclms. 1976: 18. El argumento referente a la importancia estra
tégica de la matrifocalidad en la reproducción cultural se desarrolla aún más en « Do
mestic Organization in Eastcm Central America: The San Bias Cuna, �1iskito. and
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151. Olien, 1977: 147-50. Los datos de Olicn también demuestran una rdaciún
in\'ersa entre la edad y d porcentaje de angluhablantl.'S, que sugic:rc: que: la tendencia
se acelerará.
152. P. Buurgois. 1989: 110.
153. Una tendencia cuntrastnnh: qut• e11fat11�1ba el orgullo ,. la militancia n<-'gra
emergió en los años setenta; pcro ya t'll 1979, no hab1a g;inadu d npo,u de los miem
bros mayores y más cstablcci<los de I;\ comunidad criolla. Para mayor infurmaciun.
véase E. T. Gordun, «History. ldl·ntity·. Cun!>ciuu,nt•ss, and Rc:, ulutiun: Afn.rN1L.1r.1-
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155. Casi nu existen fm·nll.'S :-uhn· los miskllus t•n llomlur�1s. E�ras �-.l'i fra�·s
son conjeturas dt·ri,·a,b� dt.• la infornwdón pru\'istn por G. T. WooJ,,�1nl. Gr<1cw, u
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COLABORADORES DEL TOMO V
RICHARD N. ADAMS.
Norteamericano. Doctor en Antropología por la Universidad de Yale en 1951. Ha
ejercido su profesión en las universidades de Michigan y la de Texas. En la actua
lidad es profesor de Artes Liberales y director del lnstitute of Latín American Stu
dies, en la Universidad de Texas. Tiene una vasta experiencia en investigación de
campo en América Latina. En Centroamérica se ha especializado en Guatemala. De
este país, tiene investigaciones sobre las comunidades indígenas, una inspección de
la cultura ladina, además de un estudio comparativo de los cambios políticos de
la sociedad guatemalteca. Es autor de inumerables artículos entre sus principales
obras se encuentra Crucifi.xion by power: Essays 011 Guatemalan national social es
tructure, 1944-1966 (1970). Actualmente prepara un trabajo sobre los indígenas y
políticos en Centroamérica.
CHARLES R. HALE.
Norteamericano, Doctor por la Universidad de Stanford, California. Es profesor
asistente de Antropología en Davis, en la Universidad de California; ha recibido
diversas becas y distinciones. Actualmente disfruta una beca postdoctoral en Paz y
Seguridad Internacional de la SSRC-Mac Arthur Foundation. Ha publicado Ethnic
Militancy and U.S. hegemony in tlze Miskiw political co11sciousness, en F. V. Harrison
272 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
MANUEL ROJAS.
Costarricense. Obtuvo el Doctorado en Sociología por la Universidad Nacional Au
tónoma de México. Es especialista en temas de sociologia y política. Ha sido Di
rector del Programa Centroamericano de Ciencias Sociales. -CSUCA-, Coordina
dor de investigación del Instituto Centroamericano de Administración Pública
-ICAP-. Actualmente es catedrático en la Uniwrsidad de Costa Rica. investigador
del Centro de Estudios para la Acción Social -CEPAS- en su pals y miembro de
la Coordinadora Regional de lnwstigacioncs -CRIES- con sede en Nicaragua. Es
autor del libro Lucha social y Guerra Cit•il en Costa Rica, 1940-19./-8, además de
numerosas publicaciones en Costa Rica y en el extranjero.
LISTADO DE FIGURAS
Capítulo 1
Captrulo 2
Figura 2.1. Rafael Ángel Calderón Guardia, presidente de Costa Rica (1940-1944), en
la firma del decreto de creación de la Universidad de Costa Rica, 1940.
Figura 2.2. Monseñor Víctor M. Sanabria, arzobispo de Costa Rica, en la firma del
decreto de creación de la Universidad de Costa Rica, 1940.
Figura 2.3. José Figueres Ferrer dando el «mazazo» contra uno de los muros del cuartel
de Bellavista, simbolizando la abolición del ejército, 1949.
Figura 2.4. Toma de posesión de Ramón Villeda Morales, Honduras, 1957.
Figura 2.5. Anastasio Somoza Debayle en una conferencia de prensa. 30 de enero de 1977.
274 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Capítulo 3
Figura 3.1. Doctor Juan José Arévalo, presidente de Guatemala (1945-1950). (Rafael
Morales.)
Figura 3.2. Periódico salvadoreño anunciando la caída de Maximiliano Hernández Mar
tínez, 1944.
Figura 3.3. Jacobo Arbenz Guzmán, presidente de Guatemala (1951-1954).
Figura 3.4. Grabado alegórico de R. Roldán E. sobre el Decreto n.• 900 y la Reforma
Agraria de 1952 en Guatemala.
Figura 3.5. Grabado alegórico de Rina Lazo sobre la Reforma Agraria de 1952 en
Guatemala.
Apéndice 2
educación indígena, 179, 183, 186, 187, Gautama Fonseca, 52, 133.
199, 214-216. Gleijeses, Piero, 189.
Ejército, 58, 59, 85, 87, 91, 94, 108, 111, gobierno, 16, 25, 58.
117,128-130,132-134,139,140,146,147, civil, 194, 198.
150, 169, 187, 188, 191, 198-201. democrático, 13, 85, 86, 97, 99, 104, 105,
Guardia Nacional (Nicaragua), 111,112, 123, 150.
114, 116, 118, 127, 134-136, 148·154. militar, 59, 69, 85, 86, 95, 96, 102, 104,
guatemalteco, 97, 98, 101, 102, 117-120, 108, 113, 115, 140, 145, 146, 148,
140, 142, 191, 192. 150-156, 170, 172, 191, 201.
salvadoreño,103,104,107,123,126, 132, municipal, 179, 194, 200, 212.
144 145.
1 Goldsmith, Raymond, 41.
El Salvador, 17, 18, 22, 23, 27-31, 35-38, Gómez, Estanislao, 61.
40-42, 45·52, 56, 67, 69·72, 75, 77, 78, Gómez, Felipe, 61.
86, 87, J.02-108, 111, 123-128, 132, 140, González Dávila, Gil, 166.
142-145,165,168-178,180,189,199,203, González López, Luis Arturo, 118.
204, 211, 212, 215, 218, 247. González, Ranulfo, 119.
enclave, 27, 205, 226, -228. Goubaud Carrera, Antonio, 185, 186.
Escobar, José Benito, comandante, 151. Grupo de los Doce, 150-152.
España, 52, 169, 201, 218, 225. Guatemala, 16-18, 22, 25, 27-31, 35-37, 40,
Espiñola Castro, Mauro, general, 104. 42-50, 52, 54, 56, 57, 60, 61, 63, 67-69,
Esquino, Adrián, 177. 71, 72, 75-77, 86, 87, 93-102, 104, 108,
Estados Unidos, 16, 22, 33, 34, 38, 53, 70, 111, 116-121, 135, 140-142,154, 168, 169,
75, 77, 85, 87, 89, 91, 92, 99-103, 112, 171-202, 209-213,215, 216,218,220,222,
114, 117, 120, 124, 127, 144, 148, 150, 224, 227-230, 247.
154, 156, 172, 173, 188, 189, 192, 214, guerras, 14, 15, 16, 41, 56, 87, 88, 91, 94,
219, 225, 227, 230, 231, 248. 119, 127, 139, 166.
estructura agraria, 21, 26, 86. guerrá civil, 70, 85, 86, 94, 95, 130.
etnia, 165, 168-171, 174,175, 187, 196,202, guerra de las cien horas, 126, 132.
203, 210, 211, 213, 220, 224, 226, 227, guerra del banano, 71.
229, 231, 244. guerra del fútbol, 199; véase guerra de
las cien horas.
Facio, Rodrigo, 90. guerrilla, 77, 116, 119, 121, 133-136,141,
Falla, Ricardo, 123, 195. 142, 199-201, 228, 248, 249.
Femández Anaya, Jorge, 174. Guerrero, Lorenzo, 135.
Figueres Ferrer, José, 90, 93-95, 134, 157, Gutiérrez, Jaime Abdul, 145.
228, 247.
Flores Valeriano, Enrique, 147. Habilitaciones, 214.
Fonseca Amador, Carlos, 134-136, 150, Haití, 173.
151. Haya de la Torre, 247.
Fortín, René, 123. Hemández de Córdova, Francisco, 166.
Foster Dulles, John, 24. Hemández Martínez, Maximiliano, gene-
Fuentes Mohr, Alberto, 141. ral,102,103, 112, 174,177, 180,181,218.
Fuentes Peruccini, 140. Hernández, Plutarco, 136.
Honduras, 14, 17, 18, 22, 24, 25, 28, 29, 32,
Galindo Pohl, Reynaldo, 104, 105, 127. 38, 40-42, 44-48, 50-52, 56, 57, 67-69,
Gálvez, Juan Manuel, 108, 109, 111, 130, 70-72, 75-77, 86, 87, 101, 108-111,
182. 126-135, 140, 145-147,165,169, 170, 199,
Gálvez, Roberto, mayor, 111. 220-225, 229, 230.
278 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA
Revolución Mexicana, 171. 172, 247. nacionales, 57-59, 63, 179, 180.
Reyna Barrios, 181. Tirado, Víctor, 135.
Ríos Montt. Efrafn, general, 141, 199. Tohon, Tezahuíc, 200.
Rivera, Julio Adalberto, teniente coronel. Toriello Garrido, Jorge, 96.
123-125, 127. Torres, Abelardo, 175.
Rivera, Roque J., general, 111. tratados, 47-49, 52-56, 69.
Robelo, Alfonso, 151, 152. Tratado de Asociación Económica, 51,
Rodas Alvarado. Modesto, 130. 52.
Rodríguez, Abraham, 125. Tratado General de Integración Econó
Rodríguez Porth, José Antonio, 123. 124, mica Centroamericana, 52, 53, 68.
127. Tratado Multilateral de Libre Comercio
Román Reyes, Víctor, 114. e Integración Económica, 49-52.
Romero, Arturo, 103, 104. Trujillo, 93, 94. 247.
Romero, Carlos Humberto, general, 144, Turcios Lima, Luis Augusto. teniente, 119,
145. 135.
Rossi, Jorge, 138.
Ruiz y Ruiz, Frutos, 226, 228. Ubico, Jorge, general. 86. 95-97. 112,
177-185,188-192.194, 197,202,209,212,
Sacasa, Ramiro, 149. 246, 247.
Salazar, José Luis, 118. Ulate, Otilio, 92-94.
Sanabria, Víctor M., monseñor, 89, 92. Ungo, Guillermo Manuel, 126, 145.
Sán chez Hernández, Fidel. general. Unión Soviética, 92, 101.
125-127.
Sandino, Augusto César, 173, 174, 228. Valiente, José Francisco. 123. 124.
Santos López, coronel, 134. Venezuela, 92, 153.
Schick, René, 134, 135. Viera, Napoleón, 103.
sindicatos. 60, 61. 64, 67, 92, 95, 97, 99, Villagrán, gl·neral. 95.
106, 109, 113, 120, 121. 125, 131. 133, Vil leda Morales, Ramón, 51, 58, 109,
134, 139, 145, 148-151, 192. 128-130, 134.
Solís, Rufino, general, 108.
Somarriba, Rafael, 134. Williams Calderón, Abr.iham. lOS. 109.
Somoza Debayle, Anastasio, gem·ral,
114-116, 135, 136. Xinca, los, 215.
Somoza Debayle, Luis. 115, 116, 136.
Somoza García, Anastasio, general. 93-95, \'anez, coronel Cesar. 123.
111-115, 136, 148-151.153-155, 171.225, Ydigorns Fut·nll·s, Miguel. general. 50. 96,
229, 247. 99, 118, 119, 191, 192.
Suiza, 101,216. Yon Sosa, Man.·o Antonio, 119.
Tierras,14, 19-21. 24. 28, 33, 35, 61-63, 66, Zdaya Rodrigut·1.. Armk·ar 147.
100, 103, 187, 196, 213, 214, 223. Zúi\iga Augustinus. Ricardo, tt•ni1..•nte \'.'O
NOTA PRELIMINAR
Héctor Pérez Brignoli ............................................................................... 9
EL ESCENARIO INICIAL.................................................................................... 14
NOTAS.......................................................................................................... 79
CAPÍTULO 2. LA POLÍTICA
Manuel Rojas Bolaños ................... .......................... ................................. 85
REACCIÓN Y KF.VOLUCJÚN: LAS Ll'CIIAS CAMHIAN rn: CARACTTR ( l 9S9- t 9c,9) ••••••..•.• l 16
La co11trarre1•0/ució11 guatemalteca........................................................... l 17
El Sall'adnr: los /Í/ti111os i11te11tos re{om1i.,tas ............................ ............... 123
/1011d11 ras: re(or111is1110 "/i/Jcra/" v ri..fom1ismo militar . ... ................ .......... 128
Nicamgua: el i11icio de la �11errilla ..... .......................... ........ ......... . ............ 133
Costa Rica: 111Í eje111plo d,• <''>tohili::.ació11 social........................................ 136
Los NUEVOS ACTORES SOCIALES l t 970. J 979) ••••·· .......................... •••······•••••··•••· .. 139
El Estado militar e11 G11atemala ............................................................. ... 140
El Salmdor: hacia la g11erra civil............................................................... 142
El re{un11is111n 111ilitar en flow!itras ................................................. ......... 145
ú1 Nicaragua Je Somo:.:a: el dt•rr1m1he de la di11a:>tw ............................... 148
Costa Rica: la crisis de 1111 111oddo de des annllo .................. .. ...... .. ........... 156
NOTAS.......................................................................................................... 158
283
CAPÍTULO 3. ETNIAS Y SOCIEDADES (1930-1979)
Rkhard N. Adams ..................................................................................... 165
11
LAS 11TRADICIONES DEL SURESTE Y DEL CARIBE (1930-1979)
Charles R. Hale ............... ........................................... ............................... 220
Las etnias de la vertiente atlántica............................................................. 224
ÍNDICE...................................................................................................... 281