El Vuelo
El Vuelo
El Vuelo
A las siete debía llegar Julio a la casa de sus nuevos amigos, tuvieron que pasar más
de seis meses para que consiguiera las amistades que debían estar a su lado, por lo menos
así lo consideraba él, una tarea extenuante, pero satisfactoria al final. Empezó a alistarse con
la ropa adecuada para la noche. Zapatos deportivos negros, pantalón azul marino, camiseta
blanca y en los bolsillos de su chaqueta negra; una caja de preservativos, marihuana, treinta
dólares y una pequeña daga de oro para alardear a sus amigos. Preveía que iba a ser una
noche estupenda, en el que su espíritu llegaría hasta el paroxismo, y sus actos por primera
vez desde que llegó a la ciudad provocarían comentarios importantes, los cuales él aceptaría
dignamente. Se miraba en el espejo y se decía: “Hoy es, hoy es, hoy es”, mientras hacia este
ejercicio de motivación recibió un mensaje de Alex, apresurándolo a que vaya más temprano
de la hora establecida para comprar licor. Apenas leyó el mensaje, Julio salió
inmediatamente de casa.
Era normal escuchar sermones de algunos conservadores que pasaban por el parque
de San Fierro. Allí se estableció un refugio para jóvenes que no tenían donde ir a pasar un
rato con sus amigos, se sentaban a libar y a hablar sobre temas de gran importancia para su
crecimiento. Esto no era tan cierto para aquellos que habían puesto una cortina de normalidad
en sus ojos. Lucy y Mary se encontraban en el parque conversando.
—Creo que no tome la decisión correcta—dijo Lucy a Mary con la voz quebrantada.
—Fue la mejor elección-respondió Mary— no hiciste mal. Lucy, no podrías
sobrevivir con un hijo que no deseaste, tu mente te destrozaría, sentirías un golpe de
indignación al no poder decirle que jamás lo vas a querer y que simplemente lo cuidas porque
debes hacerlo. Ni el falso afecto que le podrías dar o por hacer sentir bien al niño crearía en
ti un sentimiento honesto, no se es capaz de convencerse con mentiras, pues algún momento
la conciencia y los remordimientos llegaran a destruir la paz que hayas establecido con tus
engaños.
—Trato de aceptar lo que hice y ver a esa decisión como algo bueno, no únicamente
para mí, sino para todos, pero no puedo, es difícil. Y no podré olvidar las horribles imágenes
de esas manos sosteniendo las pinzas y sacando el feto de mi vagina. Tengo pesadillas todas
las noches desde que aborte y no paran. Todas son similares, siento que ahora mismo la
conciencia viene a atormentarme en mis sueños, y sé que algún momento moriré. Sueño con
manos todo el tiempo. Este sueño lo tuve ayer:
“Abrí los ojos y vi mi cuerpo tendido en una cama, una sábana blanca me cobijaba.
Me hallaba dentro de un cuarto desconocido, era azul y muy pequeño, parecía el espacio
perfecto para una bodega de casa, pues la puerta que estaba en direcación frontal a mí era
diminuta, se podía entrar solamente arrastrándose, aun así, el espacio era limpio y por lo
menos entraba otra persona allí. El latido de mi corazón era mudo, no podía ni oír la
exhalación de mi respiración, parecía como si hubiera perdido mis oídos; allí estaban no las
podía sentir, pero sabía que se encontraban en su lugar. El silencio me aterrorizaba
demasiado y traté de moverme; no pude. De pronto aparecieron dos manos blancas en el
fondo de la cama; parecían estar lubricadas de una sustancia viscosa que desprendía un olor
desagradable y se movían tal como lo hacen las arañas; empezaron a acercarse a mis pies,
para jugar después con ellos; quitaron la sabana para poder manipularlos mejor, los movían
de izquierda a derecha, parecían divertirse; mientras veía esto; quería gritar y llorar, pero no
podía ni siquiera abrir la boca un milímetro, estaba paralizada por completo. Subieron hasta
mi abdomen.; y allí acariciaron de manera muy tierna mi ombligo; sentía náuseas y me di
cuenta que quería vomitar, pero al igual que el intento de moverme, este tampoco se lograba
concretar; el vómito en mi garganta se iba acumulándose en gran cantidad, el punto de
irritación llegaba al máximo, nada podía salvarme. Yo seguía inmóvil, sin duda, sintiendo la
muerte por dentro; las manos dejaron de acariciar y procedieron a oprimir fuertemente mi
panza hasta abrirla por completo y fundir en mí un dolor imposible de explicar. Vi hacia la
parte media de mi cuerpo, y envés de los órganos del estómago había un gigantesco ojo lleno
de sangre; su pupila era acrisolada y su iris del color del sol. Lo sostuvieron y lo pusieron
en dirección a mi cara, acercándolo de a poco, hasta el punto en el que sólo podía ver el ojo
y nada más. Y ahí acababa el sueño, me levante totalmente asustada y con mucho frio, había
sudado mucho, el tiempo no había transcurrido nada. El sueño no habría durado más de dos
minutos, tenía mucho temor y no quise dormir más.”
—Wao que se sueño tan loco-respondió Mary de manera curiosa más que asustada y
añadió- No te preocupes solamente fue una parálisis del sueño, casi toda la población ha
tenido una. De verdad dan miedo, pero al final no es más que un simple sueño...
Una llamada de Alex, al celular interrumpe su conversación. Él las apresura a que
vayan más temprano a la reunión.
—Es hora de irnos, nos están esperando Alex y nuestro nuevo amiguito- añade Mary
enérgicamente
—No crea que pueda ir, no estoy bien y no me sentiré mejor estando con ustedes—
dijo fríamente Lucy.
— ¡Vamos! No seas aburrida, nos divertiremos. Tenemos una gran sorpresa para
todos y en especial para los nuevos, será su bienvenida. Ahora vamos.
Lucy agarró de la mano a su amiga y, esta con una expresión de cansancio la siguió
hacia su nuevo rumbo.
Se acercaba la fría noche y todos los invitados estaban en camino a la casa de Alex,
su casa se ubicaba en el final de una montaña poblada, cualquiera que pasase por ese sector
en la mañana o al obscurecer se quedaba admirando por unos segundos el hogar, tenía luces
con los colores primarios en un amplio patio que, estaba lleno de juegos mecánicos y bustos
de los dueños aun sin acabar. Esta familia acogía a los visitantes de manera cálida y servil;
quienes iban, siempre se llevaban una buena impresión y, claro, no dudaban en dejar un buen
comentario en las conversaciones cotidianas con otras personas. Y por eso se había
convertido en un punto de encuentro para dar soluciones a los problemas del barrio: sin esa
casa y la familia que la habitaba toda la montaña sería lúgubre y triste, ni las idioteces de
Alex desmoronaban esa buena imagen. Igual que más daba, todos aceptaban lo que ellos
hacían.
Empezaron a beber, fumar, y cada vez querían más. Después de un par de horas de
haber comenzado la reunión llegó la última invitada, Jilo que paso enseguida a la salita donde
estaban todos. Sus pasos tímidos e inseguros eran el reflejo de lo poco sociable que solía ser.
Para ese día se había vestido muy diferente a lo normal. Pero los nuevos amigos al verla se
rieron de su vestimenta, casi nadie de los presentes sabía mucho de ella, lo único que podían
tener en común es que iban a la misma escuela, cualquiera prescindía de su amistad. El
motivo de la invitación, solamente era para jugarle una broma a Jilo y a Julio. La
“inocentada” consistía en hacerlos perder en los juegos de beber, y así se queden dormidos;
para después desvestirlos, sacarlos a la calle y acostarlos en un colchón cobijados con una
sábana. Tomarles una fotografía y difundirla con un pie de página “Hasta los raros deben
complacerse”. Lucy, Alex y Mary empedernidos en hacerlo debían aguantar con muchos
tragos la noche, es por eso que no les faltaba cocaína para sus narices. Los tres granujas
parecían estar interesados por la vida de sus nuevos amigos, les preguntaban cómo eran ellos
en el pasado, qué hacían y por qué habían llegado a esta ciudad. Jilo muy feliz de sentir el
interés de ellos, accedió a relatarle la historia de tiempos pasados. “Me crie en San Tobias,
un pueblo alejado de aquí, casi nadie lo conoce, ahí dedicaba mi tiempo a pintar cuadros.
Nadie me enseño, ya que es un pueblo pequeño y no había espacio para la diversidad, tuve
que aprender en internet…” El relato fue interrumpido por un estruendoso ruido que los puso
en alerta. Parecía el sonido de un cohete.
— ¡¿Qué fue eso?!—grito Alex asustado.
Asustados por aquel ruido que ninguno había escuchado hasta ese momento el
ambiente se tornó incómodo.
Mary empezó a reírse de los demás y los acusaba de miedosos y cobardes.
—Sólo es un cohete ja…ja…ja, es tan sólo un sonidito, pero al niño Alex, no le gusta
la pirotecnia ja…ja…ja.
— ¡Otra vez esos idiotas del barrio y sus malditas fiestas!—respondió Alex muy
exasperado y seguro.
—Sigue relatándonos tu historia Jilo—intervino Lucy.
—Sí… sí es está bien—balbuceaba Jilo.
Se sentaron todos a excepción de Alex, que había salido enojado a reclamar a los
supuestos causantes del sonido, los demás no querían salir. Jilo, pretendía seguir hablando
con cierto miedo: “… una vez dibuje a…” ¡Poom! ¡Poom! ¡Poom! ¡Poom! Ahora los
sonidos fueron mucho más fuertes y ensordecedores, cuando la onda de sonido llego hasta
los amigos todos cayeron al piso con las manos en las orejas, como si los explosivos
estallaran dentro de sus tímpanos.
— ¡Qué mierda está pasando! —grito muy asustada Mary.
— ¡Ahhhhhhhhhh!—gritó Julio desesperado—mis oídos me están sangrando, me
duelen demasiado. ¡Jilo!, háblame… por por favor, cre cre creo que me he quedado sordo.
Jilo le habló, pero él no le escucho; lo volvió a hacer, esta vez le grito y apenas él
sintió un murmullo. Al ver esto, Jilo y Mary estaba completamente asustadas, mientras Lucy
estaba callada y mirando a un punto fijo.
—Cálmense, todo está bien. Ya paso, se pondrá bien, hay métodos para solucionar
todo lo que nos afecta— dijo Lucy moviendo únicamente su boca.
—Ahora no es buena idea que empieces con tus mierdas sin sentido, Lucy. Iré a ver
a Alex—añadió Mary.
Cuando Mary se disponía a salir de la sala, empezó a temblar tan fuerte que ella cayó
al piso como si una persona la hubiera empujado con todas sus fuerzas. Todo caía de la casa;
los adornos, platos, botellas, vasos y ellos eran arrojados. Las luces se apagaron y quedaron
en una absurda oscuridad. El sonido que emitan las cosas cayéndose de sus lugares en la casa
era demasiado alto. Mary y Jilo gritaban desesperadas, pero apenas se las escuchaba. De
pronto, un silencio aún más inaudito que cualquier otra cosa se presentó.
La única que estaba consiente a pesar de los golpes recibidos, era Lucy y sentía que
su cuerpo estaba suspendido en el aire, con los ojos apenas abiertos vio que la electricidad
volvió al hogar. Efectivamente, todos estaban flotando desplazándose de un lado a otro muy
lento, esto de una manera u otra hizo que Lucy esboce una sonrisilla, pues sin darse una
explicación, sabía que ya no estaba más en el lugar donde siempre había vivido. Pero esta
muestra de tranquilidad no duro tanto como se esperase. Trato de estabilizar su cuerpo y se
percató que empezaba a calentarse su cráneo, giro la cabeza a la derecha y vio algo espantoso
que no la dejo tragar ni un poco de saliva. Un ente jamás visto estaba a junto a ella, era una
sombra maciza que flotaba entre las cosas. La fisonomía era como la de cualquier hombre,
pero carecía de extremidades, y en vez de un rostro tenía una esfera negra de grandes
dimensiones que en su centro; una diminuta llama irradiaba mucho calor, y el color rojo
teñía los bordes del globo. En la parte inferior de la silueta, parecía nacer otra y otra, hasta
que aparecieron cuatro más. Al observarlos, emitieron sonidos desagradables “rugroag
wauauhuwtuuuaig hasdfjasjooohuaa” parecían los lamentos de alguien que quiso hablar y
jamás pudo hacerlo. Jilo cerró sus ojos con gran fuerza pensando en que nunca los volvería
abrir por su propia voluntad, no quería ver los seres horrendos que tenía a lado.
Un sonido estruendoso despertó del sueño transitorio de Julio, que se encontraba
sentando en la sala, a su derecha sentadas estaban Jilo y Lucia. Y diagonal a ellas en otro
sillón estaba Alex, que sin creer en lo que estaba sucediendo, observaba como los labios de
Mary se desprendían, a la vez que gritaba desesperada y su mirada buscaba compasión ante
los seres que le acaban de pulverizar los labios. Nada había tocado su boca, simplemente
desaparecieron, como si un niño se encontrara borrando una imperfección de su dibujo con
la diferencia que, era una escena horrible. Cuando nadie creía lo que estaba sucediendo, la
mitad de la parte frontal del cráneo de Mary cayó en su propio regazo, con la cara hacía
arriba y con los ojos aun pidiendo clemencia. La sangre salía a borbotones de la otra mitad
de la cabeza que aún estaba adherida al cuerpo.
Alex sorprendido al ver a su descuartizada amiga gritó:
— ¡La mataron, malditos! ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?
—Yo no he hecho nada, déjenme ir— rogaba Julio— no sé quiénes son, por favor,
déjenme libre. Haré todo lo que quieran, pero no me maten. No merezco morir, yo sólo
quería pasar bien esta noche. No he hecho daño a nadie jamás. No me debería pasar esto a
mí. Son a ellos a quienes quieren, ellos, eh… eh... ellos tienen mucho dinero, pueden darles
todo, sus familias son muy adineradas. Yo en cambio no tengo nada para ustedes, solo soy
un miserable niño. Por favor no me hagan daño. ¿Qué sacarían matándome?
— ¡Por favor basta!— grito Lucy con la boca llena de mocos. Las sombras salieron
de la sala con dirección al hall de la casa, con sus movimientos parecidos a los de un
octópodo, pero una se quedó. Julio recordó que llevaba una daga en su bolsillo; sin pensar y
rodeado por el miedo y queriendo que todo termine, se arremetió contra la sombra gritando
y clavando la daga en la esfera, que fácilmente se hundió hasta el antebrazo perdiéndose en
el interior. Julio se calló, sus ojos estaban muy abiertos, como si hubiera hecho un
descubrimiento espantos y su cara adquirió, al instante, una blancura solo vista en la nada,
ahí se quedó por unos instantes, entonces en el cenit del muchacho apareció un hoyo del
tamaño de una tapa de alcantarilla y por ahí apareció el brazo sujetando la daga y cayendo
sobre el hombro del joven; la sombra se movió y se descubrió la mutilación. que se quedó
ahó Los ingenuos jóvenes llenos de miedo pensaron que se habían librado de las sombras,
pero Julio no creía que ese era el fin de aquella espantosa travesía, el sudor que caía de su
cara demostraba el temor que aún tenía.