Practica de Tildacion 1
Practica de Tildacion 1
Practica de Tildacion 1
Texto 1
Me recibió de lo mas bien. Estaba en su oficina solo, firmando unos documentos.
Cuando me vio se puso de pie y me invito a pasar. Se sentó y se quedo largo rato
mirándome: creo que no me reconocía muy bien (a mi me dio esa impresión). El había
cambiado mucho desde la ultima vez que lo había visto. Estaba no se, si mas viejo o
solo mas cansado; mas no estaba como yo lo recordaba. Algo tenia en si que me decía
de remotos sufrimientos: esa cicatriz bajo el pómulo, la cornea lagrimosa, las arrugas
en la frente, tenues aun, pero indelebles ya, marcas de profundas preocupaciones.
Se que usted tiene algo que decirme, dijo. Le ruego que sea breve, porque luego de
usted aun debo atender a mas personas, recalco. Si, le respondí. He creído necesario
venir a entregarle el trabajo que se me encomendó acerca de la crisis económica de
nuestro país. Aun no esta concluido, mas debe conocerlo: creo que hemos avanzado
mas de lo que se esperaba. Lo alcance, me lo recibió. Se quedo en silencio. Lo veía
aturdido. Se frotaba las manos: le temblaban. Hizo un esfuerzo, balbuceo palabras que
no entendí, y me alcanzo un memorando. Sospechaba algo. Leí su contenido con avidez
increíble: me decía que estaba despedido. Me sorprendí. Me mire las manos: estaba
tiritando como traslucido de frio. Todo me daba vueltas. Un sopor extraño invadió mi
ser. En esos instantes llegaba a mi la voz severa de mi padre: “Se como aquel – decía
refiriéndose al joven Sáenz – el si que es una persona importante, es el mas hábil
estudiante de su sección y jamás ha decaído en sus estudios. No te metas en política.
Terminaras como esos en la misma calle”. Acudía también a mi memoria la imagen de
mi madre, la veía sentada allí, en el viejo sofá de la casa, calentándose bajo el tímido
sol invernal. Ella también me repetía inquisidora: “se como el”. La cabeza me dolía
con fuerza. En eso sentí que alguien torciéndome el brazo me empujo hacia atrás.
Empecé a gritar, mas nadie me oía. Me vi en el vacío, caía, caía... Pretendí cogerme de
algo por ese instinto que tenemos los hombres de abrir las manos frente al peligro. Me
0
agite, grite... Sobresaltado, me incorpore con desesperación. Solo había sido un sueño
y nada mas. El reloj marcaba las seis de la mañana. Había que ir a trabajar. Un sueño
que parecía realidad.
Texto 2
Aquel día demore en la calle y no sabia que decir al volver a casa. A las cuatro salí de
la escuela, deteniéndome en el muelle, donde un grupo de curiosos rodeaba a unas
cuantas personas. Metido entre ellos supe que había desembarcado un circo...
***
Se dieron las voces, se soltó el trapecio opuesto, y en el suyo la niña se lanzo mientras
el bombo – detenida la música – producía un ruido siniestro y monótono. ¡Que miedo,
que dolorosa ansiedad! ¡Cuanto habría dado yo por que aquella niña rubia y triste no
volase! Serenamente realizo la peligrosa hazaña. El publico silencioso y casi inmóvil la
contemplaba y cuando la niña se instalo nuevamente en el estrado y saludo segura de
su triunfo, el publico la aclamo con vehemencia. La aclamo mucho. La niña bajo, el
publico seguía aplaudiendo. Ella, para agradecer hizo unas pruebas difíciles en la
alfombra, se curvo, su cuerpecito se retorcía como un arco, y enroscada, giraba,
giraba como un extraño monstruo, el cabello despeinado, el color encendido. El
publico aplaudía mas, mas. El hombre que la traía en el muelle de la mano hablo
algunas palabras con los otros. La prueba iba a repetirse.
1
Papa nos hizo salir, cruzamos las calles, tomamos el cochecito y yo, mudo y triste,
oyendo los comentarios, no se que cosas pensaba contra esa gente. Por primera vez
comprendí entonces que había hombres muy malos...
***
Me quede mirándola largo rato. La niña levanto hacia mi los ojos y me miro
dulcemente. ¡Cuan enferma debía estar! Seguí a la Escuela y por la tarde volví a pasar
por la casa. Allí estaba la enfermita, sola. La mire cariñosamente desde la orilla; esta
vez la enferma sonrió, sonrió. ¡Ah, quien pudiera ir a su lado a consolarla! Volví al
otro día, y al otro, y así durante ocho días. Éramos como amigos. Yo me acercaba a la
baranda de la terraza, pero no hablábamos. Siempre nos sonreíamos mudos y yo
estaba mucho tiempo a su lado...
(EL Vuelo de los Cóndores
Abraham Valdelomar)
Texto 3:
Justifica por qué deben o no llevar tilde las palabras subrayadas; como en el
aguda
ejemplo:
Fue tanta la emoción y solo atine a decirle: somos como las flores que
se alegran cuando llega la primavera, así somos cuando tenemos al ser
amado cerca ... habrá nuevos tiempos para ti, muchos mas y la vida
continua. En ese momento de nada sirvió que el me de el si para
ayudarle, pues tenia el animo deshecho. Ahora vive solo para
2
refugiarse en sus recuerdos; no explico por que, cuando y como se
acabo su ilusión amorosa; ni dijo quien era el culpable. ¡Imagínate!
Cuanto me preocupaba saber cual era el secreto.