El Problema de La Conciencia Cognitiva

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El problema de la conciencia

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Rodolfo Carlos Bächler


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“El Problema de la Conciencia”
Rodolfo Bächler S.

Resumen

El presente trabajo analiza el problema de la conciencia en ciencia cognitiva


representacional simbólica, a la luz del trabajo de tres autores que han dedicado parte
importante de su obra a analizar este tema. En primer término, se realiza una
contextualización del problema de la conciencia en el marco del problema filosófico mente
cuerpo. Luego, se intenta dilucidar por qué la conciencia constituiría una dificultad para
avanzar en la construcción de una ciencia de la mente y cuáles son los aspectos de este
fenómeno que chocarían con el paradigma científico. Para avanzar en este punto, se
analizan algunos aspectos de los planteamientos sobre el problema de la conciencia en
ciencia cognitiva, según David Chalmers, John Searle y Francisco Varela.

Finalmente, se elaboran algunas conclusiones respecto las características de este problema,


los puntos de vista de los autores revisados, y algunas ideas respecto de posibles caminos
para una investigación futura de la mente que no excluya la consciencia.

Palabras Claves: ciencia cognitiva, problema de la conciencia, Searle, Chalmers, Varela.

1
El concepto “Mente”

El concepto “mente”, ocupa un lugar central dentro de nuestra cultura, teniendo inmensas
implicaciones en la vida cotidiana de las personas, al punto que podemos afirmar que
prácticamente nadie se atrevería a negar actualmente la existencia de la mente, en los seres
humanos al menos.

Sin embargo, qué significa decir que la mente existe. Cuando nos referimos a la existencia
de la mente, parece ser que no estamos haciendo referencia a una existencia similar a la
existencia de una mesa por ejemplo. Pero, ¿cómo es entonces la cualidad de la existencia de
la mente? ¿Podemos decir que existe algo si no estamos aludiendo a una existencia física?
¿Cómo podría ser una existencia de otro tipo? ¿Si la mente existe (de la forma que sea),
dónde se encuentra, es decir, cuál es su residencia? ¿Finalmente, cómo se relaciona la
existencia de la mente con procesos característicos del ser humano que si son
inapelablemente físicos, como la actividad del sistema nervioso? Estas y otras preguntas
relacionadas, nos llevan hasta un problema que a ocupado gran parte de la actividad de la
filosofía durante varios cientos de años.

El Problema Mente / Cuerpo

Según de la Cruz (2002), el problema de clarificar las relaciones entre la mente y el mundo
físico (problema mente/cuerpo), es un problema que ha acompañado el desarrollo completo
de la humanidad, aún cuando habría adoptado diversas formas durante su historia. Este
autor, al igual que otros (Wozniak 1992, Berman 1987), plantea que si bien el problema es
muy antiguo, la forma a través del cuál lo reconocemos hoy en día, tendría su raíz más
directa en los planteamientos de René Descartes. Este matemático, filósofo y fisiólogo
francés, sería quién intentó la primera explicación sistemática de las relaciones entre la
mente y el cuerpo, definiendo de alguna forma el problema mente/cuerpo, y otorgando
también las primeras directrices para intentar avanzar en su solución.

2
Según Wozniak (1992), al localizar el punto de contacto entre el alma y el cuerpo en la
glándula pineal, Descartes planteó la cuestión de las relaciones de la mente con el cerebro y
el sistema nervioso, pero al mismo tiempo, al trazar una radical distinción ontológica entre
el cuerpo como extensión y la mente como puro pensamiento, Descartes, en búsqueda de la
certidumbre, habría creado paradójicamente, un caos intelectual. La solución de la glándula
Pineal, habría sido auto-contradictoria, ya que suponía la afirmación de una sustancia que
era pensante y extensa a la vez, lo cual choca con la propia definición cartesiana de
sustancia. (de la Cruz 2002).

No obstante esta contradicción, las ideas de Descartes en el sentido de ubicar el epicentro


de las funciones mentales en el cerebro, se han visto reforzadas por un enorme caudal de
investigaciones llevadas a cabo durante los últimos ciento cincuenta años, sobre la
estructura y el funcionamiento del sistema nervioso. Desde el localizacionismo extremo de
la antigua frenología, hasta el neo-localizacionismo actual de la moderna neurociencia, los
científicos se han empeñado en encontrar la residencia física de las funciones mentales en
el sistema nervioso, específicamente en el encéfalo. El desarrollo de las técnicas de
investigación del cerebro, ha permitido grandes avances en la comprensión de los
mecanismos neurofisiológicos del sistema nervioso central. Entre otros, se han delimitado
las diferentes áreas de la corteza cerebral encargadas de recibir y procesar la información y
controlar las reacciones musculares; se ha determinado la existencia de las áreas de
asociación que interpretan, integran y coordinan la información proveniente de las áreas
sensoriales y motoras (permitiendo el funcionamiento mental superior); y finalmente, se ha
establecido la interrelación entre los hemisferios cerebrales y sus respectivas funciones
generales, determinándose así, la compleja vinculación entre la localización de las
funciones mentales y la actividad del cerebro como un todo.

De esta forma, la investigación científica sobre el sistema nervioso ha permitido replantear


el alcance del problema mente/cuerpo, trasladando el análisis desde una relación amplia
(mente/cuerpo), hasta una relación bastante más acotada (mente/cerebro). El énfasis de la
discusión se ha centrado en las características del funcionamiento del sistema nervioso y su

3
relación con los procesos mentales, dejándose de lado el rol fundamental del cuerpo en
tanto soporte de las emociones y del movimiento, como acción generadora de lo cognitivo.

El problema es planteado actualmente en los siguientes términos:

- ¿cómo se relacionan los procesos mentales y cerebrales?;


- ¿es posible explicar (reducir) los procesos mentales a partir de los procesos
neurofisiológicos del sistema nervioso?;
- ¿son los procesos cerebrales idénticos a los procesos mentales?

El Desarrollo de una Ciencia de la Mente

La falta de una solución sobre las interrogantes anteriores ha significado grandes


dificultades para el desarrollo de una ciencia de la mente. La visión de las propiedades
mentales como un dominio distinto de lo físico, choca fuertemente con la cosmovisión
materialista de la ciencia, y no le permite a esta última, hacerse cargo de la explicación de
lo mental, fenómeno que eventualmente escaparía a este dominio. Esta es probablemente, la
razón más poderosa por la cuál a pesar de que actualmente contamos con más de treinta
años de desarrollo de la ciencia cognitiva, el problema duro (o problema difícil) sigue
siendo el abordaje de las propiedades mentales, las cuáles no serían aparentemente
explicables en términos puramente físicos.

Dentro de este contexto, el problema de la conciencia planteado por la ciencia cognitiva (tal
como lo revisaremos más adelante), constituye en términos esenciales, una re-formulación
muy elaborada del histórico problema mente/cuerpo. Este último problema, no sólo no ha
sido superado por la ciencia cognitiva, sino que se encuentra plenamente presente en su
interior, como una piedra de tope que dificulta el progreso en el estudio de la mente.
Observar este problema no es fácil, puesto que cuando los científicos cognitivos hablan de
“la mente” (sobre todo, pero no únicamente en el sentido computacional), no se

4
aprecia de forma directa que generalmente estamos dejando de lado un aspecto que para
muchos constituye la dimensión principal de lo mental: la conciencia.

Flanagan (1992), sorprendido por el regreso post conductista de la mente a la investigación,


sin un retorno paralelo de la conciencia, reflexiona sobre algunos aspectos que pueden dar
luces sobre esta carencia. La primera razón que señala, hace referencia al hecho que el
abandono de las ideas del behaviorismo respecto del escenario de la mente, no fue
acompañado de un abandono metodológico. El conductismo, habría dejado un legado
metodológico a la ciencia cognitiva, una forma de tratar los fenómenos de la mente, que
incide directamente en la exclusión de la conciencia de parte de los científicos cognitivos.
Otros aspectos que señala este investigador como posibles causas de esta exclusión, serían:

- La existencia de la idea en ciencia cognitiva, que un mapa posible de la mente


debiera proveer una teoría de la vida mental inteligente sin comprometerlo a uno
con un punto de vista acerca de la naturaleza, función y rol de la conciencia.
- La existencia de la idea en el funcionalismo computacional, que la conciencia no es
esencial.
- La presencia de la “suspicacia” epifenomenalista, según la cuál los estados
conscientes no tendrían un rol causal, y los seres humanos podríamos ser
considerados como autómatas conscientes, es decir, organismos que actuamos de
manera mecánica, pero acompañados en ocasiones de estados conscientes que no
tendrían sin embargo eficacia causal.

Como observa Flanagan, resulta extraño constatar que el desarrollo de la ciencia cognitiva,
no trajo consigo un rescate de la mente, concebida a la manera de la psicología pre
conductista. Lo que en verdad ocurrió, fue que el retorno de la mente propiciado por el
enfoque cognitivista, trajo aparejado consigo una maniobra un tanto confusa, mediante la
cuál, la ciencia cognitiva proporcionó un puente para salvar la distancia que existía entre la
cosmovisión físicalista de la ciencia y el estudio de la mente.

5
La Mente en el Sentido Cognitivista Computacional

En cierto sentido, muchos de los científicos cognitivos hablan de la mente sin referirse
totalmente a ella. Lo que la ciencia cognitiva hace (sobre todo en su versión cognitivista
computacional), es reformular el concepto de “mente” hasta unos términos que resulten
admisibles dentro de la visión materialista, pero perdiendo en este intento, las propiedades
centrales de “lo mental”. Para acercarse a los ideales “fisicalistas” de la ciencia, la ciencia
cognitiva redefine los estados mentales en términos de actitudes proposicionales que tienen
propiedades causales y que pueden ser experimentalmente constatables. Desde este
enfoque, la ciencia cognitiva no explica en último término qué es un estado mental, pero si
logra finalmente, conservar la intención de hacer una ciencia (natural) de la mente, que
cumpla con los requisitos de fisicalidad, observación por terceras personas, funcionalidad
(conducta guiada por propósitos), y experimentalidad. El enfoque cognitivista a través de la
teoría representacional de la mente y la hipótesis del sistema de símbolos físicos (ambos
presentes en el corazón de este enfoque), redefinió nuestra concepción de la mente como un
asunto absolutamente compatible con el mundo físico, rescatándola del terreno místico, y
haciendo posible su estudio científico. Al reformular los estados mentales como actitudes
proposicionales, la teoría representacional de la mente le otorgó un anclaje físico a la
actividad mental, y la noción de cognición, entendida como manipulación de símbolos a
partir de su forma física no presentó problema alguno para el requisito científico de
fisicalidad. La hipótesis de los sistemas de símbolos físicos por su parte, dio pie al
cumplimiento del requisito de implementabilidad, al señalar que cualquier sistema
inteligente, no es más que un sistema de símbolos físicos y puede ser por tanto
implementado en cualquier sustrato físico que cumpla con algunas condiciones básicas.

El avance impulsado por el enfoque cognitivista, observado sobre todo a partir del
impresionante desarrollo de la inteligencia artificial, significó que la mirada cognitivista
representacional simbólica se transformase en el enfoque oficial para la investigación
científica de la mente. A pesar de todo lo anterior, quedaron sin embargo algunos
importantes problemas sin resolver.

6
Nuevas Versiones del Problema Mente / Cuerpo: El Problema de la Conciencia

Desde su surgimiento, la ciencia cognitiva ha experimentado un vertiginoso desarrollo. No


obstante este hecho, no son pocos los que piensan que el paradigma cognitivista continua
siendo hasta ahora, el único modelo con un desarrollo teórico y experimental importante y
que debiera guiar por tanto, la investigación en ciencia cognitiva. Desde este punto de vista,
como deja entrever Clark (2001), el resto de las ideas y teorías existentes, (cognición
distribuida, vida artificial, sistemas dinámicos, etc), no serían tanto nuevas teorías, opuestas
a un modelo cognitivista dominante, sino más bien, aportes desde distintos ámbitos a lo que
seguiría siendo el paradigma central de la cognición y la mente (paradigma cognitivista
computacional). Dentro de este escenario, para este autor, la conciencia sigue siendo el
problema duro de la ciencia cognitiva, y aunque habría “salido del armario”, y se encuentra
actualmente de moda en la literatura cognitiva, aún no sabemos exactamente qué estamos
diciendo cuando hablamos de conciencia, ni está todavía claro cuál es el rol que le cabe
dentro del funcionamiento mental.

La Distinción del Problema de la Conciencia

Si bien en ciencia cognitiva existe una fuerte corriente ortodoxa que se niega de múltiples
formas a la posibilidad de estudiar la conciencia en sus propios términos, el avance en la
comprensión de la mente y la cognición propiciado por esta disciplina, ha permitido por
otra parte, distinguir aspectos cada vez más sutiles del problema mente/cuerpo. Podría
decirse que en paralelo a la dirección propiciada por la ortodoxia computacionalista del
cognitivismo, ha corrido una vertiente de pensamiento más pequeña (pero no menos
importante) que se ha empeñado en develar las lagunas del cognitivismo en cuanto a su
comprensión de la mente. Al respecto, fue el libro ya clásico de Ray Jackendoff, “La
Conciencia y la Mente Computacional”, el que puso un nuevo foco de luz sobre la
comprensión del problema de la consciencia.

7
En esta obra, Jackendoff (1998), colocó atención sobre lo que se ha llamado
posteriormente, la “des-unidad” del sujeto cognitivo, revelando cómo mente y conciencia,
o más bien computación y conciencia, serían dos aspectos eminentemente diferenciados del
funcionamiento mental (Varela 1997). Aunque no es el objetivo de este trabajo, resulta
interesante destacar al respecto, que según Francisco Varela, la aparente cohesión mental
que experimentamos en la percepción del mundo (y de nosotros mismos), no sería más que
una ilusión generada a partir de la estructura de la mente. Esta vivencia de unidad respecto
de nuestro propio funcionamiento mental, así como del mundo percibido, estaría sustentado
por una serie de aspectos y/o funciones que son en sí mismas claramente diferenciadas1.

Jackendoff (1998), mediante su trabajo, distinguió los que pueden ser considerados los
aspectos más gruesos del funcionamiento mental, a saber, la dimensión computacional y
fenomenológica de la mente. Para este autor, la mente fenomenológica tiene que ver con la
mente como el lugar del percatamiento conciente, la experiencia del mundo y las propias
vidas interiores que cada uno llevamos, inaccesibles a los demás. El otro gran aspecto de
“lo mental”, denominado mente computacional, considera la mente como un sistema de
soporte y de procesamiento de la información. La mente en este último sentido, actúa como
el lugar del entendimiento, el conocimiento, el razonamiento y la inteligencia. Para
Jackendoff (1998), esta distinción permite considerar dos problemas de diferente tipo a la
hora de analizar la relación mente/cuerpo: “ resulta así que la psicología tiene ahora no dos
ámbitos de los que ocuparse, el cerebro y la mente, sino tres: el cerebro, la mente
computacional y la mente fenomenológica. En consecuencia, la formulación de Descartes
del problema mente/cuerpo se divide en dos cuestiones separadas. El problema mente
fenomenológica – cuerpo es: ¿cómo puede un cerebro tener experiencias? El problema
mente computacional – cuerpo es: ¿cómo puede el cerebro llevar a cabo el razonamiento?
Además tenemos el problema mente/mente, es decir: ¿cuál es la relación entre los estados
computacionales y la experiencia” (Jackendoff pp. 38-39). Este problema, deriva de la

1
Este hecho ha sido ampliamente demostrado tanto neurofisiológica como cognitivamente, a través de
estudios de percepción. Anne Treisman por ejemplo, demuestra cómo la percepción del mundo aún cuando la
experimentamos de manera unificada, se caracteriza por una gran segmentación, dentro de la cuál, uno de los
aspectos más gruesos de la diferenciación, se encuentra entre los aspectos pre y post atencionales. En otro
ámbito, el mismo Varela, en su libro “De cuerpo presente”, comenta el trabajo de Minsky que descubre la
inexistencia de un yo tal como lo experimentamos internamente.

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constatación del hecho que nuestra cognición se dirige hacia el mundo tal como lo
experimentamos. La respuesta de Jackendoff a este problema, es planteada en términos de
proyección. La conciencia sería desde su punto de vista, una proyección de
representaciones de nivel intermedio de la mente computacional.

Al utilizar la distinción de Jackendoff, y si dejamos por un momento de lado el concepto


“computación” (nada nos asegura que sea ésta la única manera no consciente de procesar
información), nos encontramos sin duda frente a un excelente mapa para representar la
complejidad que ha adquirido el problema mente/cuerpo a partir del surgimiento de la
ciencia cognitiva. Para los fines de este trabajo, interesa mucho más el ordenamiento
general de la mente que establece Jackendoff, que su visón y explicación de la conciencia,
la cuál resulta poco explicativa puesto que señala que la conciencia es causada (proyectada)
por los procesos computacionales, pero no tendría una utilidad por sí misma. (Jackendoff
1998).

Lo más interesante de esta distinción, se encontraría en el hecho que Jackendoff, coloca la


conciencia en el centro de los procesos mentales, distinguiéndolo con claridad de otros
aspectos de la mente. Al identificar esta situación, entrega un mapa general para nombrar
un problema que brota permanentemente en las investigaciones respecto de la mente, y
frente al cuál, a los científicos cognitivos les resulta cada vez más difícil hacerse a un lado.
Los siguientes apartados, intentarán definir con cierta exactitud a qué se refiere el
“problema de la conciencia” y cuáles son las dificultades que este tema plantea a la ciencia
cognitiva, específicamente a su paradigma dominante, el enfoque cognitivista.

Para ello, el trabajo se avocará desde aquí en adelante, a la revisión de este problema, a
partir de las ideas de tres autores que han desarrollado importantes trabajos respecto del
tema.

9
1. La Mente Consciente de David Chalmers

David Chalmers, filósofo australiano, provoco durante finales de los años noventa, un gran
revuelo con sus planteamientos respecto de la conciencia (Searle 2000). Para este autor, el
problema de la conciencia constituye el problema difícil de la ciencia cognitiva, en el
sentido de ser un asunto que va más allá de lo técnico, implicando aspectos de orden
metafísico (Chalmers 1999). La pregunta difícil que intenta responder Chalmers es: ¿Por
qué todo el procesamiento (de la mente) se encuentra acompañado de la vida interna
experimentada?

Dos Variedades del Funcionamiento de la Mente

Chalmers (1999) realiza una división de la mente en:

- Mente fenoménica, que equivale a la mente como experiencia consciente


- Mente psicológica, que equivale a la mente como base causal o explicativa de la
conducta

Resulta evidente la similitud de esta división con las categorías de Jackendoff


anteriormente comentadas, sin embargo, uno puede distinguir al menos dos diferencias
respecto de este punto entre ambos autores:
- Para Chalmers no toda la actividad de la mente psicológica (o computacional)
debiera necesariamente ser procesamiento simbólico.
- Para Chalmers, existirían variedades de la mente fenoménica que serían también
psicológicas, (la vigilia, la introspección, la informatividad, la autoconciencia, la
atención, el control voluntario, el conocimiento y más generalmente la percatación).

Respecto de este último punto, es interesante la identificación de estados


psicológico/fenoménicos, puesto que denotan una diferencia más profunda entre las
distinciones de Chalmers y Jackendoff. En este último caso, la mente parece estar dividida

10
en dos aspectos, teniendo como criterio de base para la diferenciación, el tipo de
funcionamiento manifiesto. La mente desde este punto de vista, se divide en dos aspectos
que son cualitativamente diferentes: la mente computacional, (simbólica, e inconsciente), y
la mente fenomenológica (experimentada conscientemente). En el caso de Chalmers en
cambio, la diferenciación se establece obedeciendo no tanto a un reconocimiento de dos
dimensiones independientes de lo mental (psicológica / fenoménica), sino más bien, a una
diferenciación de tipo operacional para describir funcionalmente la actividad de la mente.

Problema Mente / Cuerpo

Para Chalmers (1999), el problema de la conciencia tendría que ver con la antigua
discusión de la relación mente/cuerpo, aunque no sería exactamente lo mismo. El problema
mente/cuerpo de acuerdo a Chalmers, es el problema de definir qué tipo de vínculo existe
entre estos dos aspectos del mundo. El problema de la conciencia en cambio, sería un
problema algo diferente que puede entenderse mejor si observan los aspectos más finos
derivados de la distinción mente psicológica / mente fenoménica. La distinción
psicológico/fenoménica, permite factorizar el problema mente/cuerpo en dos partes
separadas, dentro de las cuáles, la más difícil sería aquella referida a la cuestión de por qué
las propiedades psicológicas están acompañadas por propiedades fenoménicas. De esta
forma, al igual que en las ideas de Jackendoff; en Chalmers, encontramos al menos dos
problemas mente/cuerpo, de los cuáles uno (el problema mente/mente), constituye el
problema difícil metafísicamente hablando.

Al revisar su trabajo, resulta tentador suponer una causalidad lineal y progresiva que iría
desde lo físico hasta lo fenoménico, pasando por lo psicológico. Chalmers sin embargo,
cuida bastante el uso del lenguaje al referirse a estas posibles relaciones, de manera de no
plantear el problema en términos de causalidad lineal. La pregunta que intenta responder
por tanto, no es: ¿cómo causan los procesos psicológicos la experiencia consciente?, sino
más bien, ¿por qué las propiedades psicológicas se encuentran acompañadas por
propiedades fenoménicas?

11
De cualquier modo, Chalmers se ocupa también de reflexionar sobre otras interrogantes
anexas al foco central de su trabajo, indagando cuestiones tales cómo: ¿cuál es el lugar de
la conciencia en el orden natural?, o, ¿es la conciencia un fenómeno físico?, o, ¿puede la
conciencia explicarse en términos físicos?

Finalmente, Chalmers (1999), se declara un dualista de propiedades. Esto se traduce en una


defensa de la irreductibilidad de la conciencia pero también, en la afirmación de que la
conciencia surgiría de lo físico, aún cuando no sería ella misma algo físico. ¿Cómo es
posible esto? La explicación que Chalmers entrega, es que esto se debería a la presencia de
un ingrediente extra: la información.

La Teoría de la Conciencia de Chalmers

La teoría de Chalmers respecto de la conciencia, resulta menos convincente que la


discusión respecto del problema. El mismo Chalmers hace referencia a esta situación
cuando señala: “no presento una teoría completamente desarrollada, pero formulo
sugerencias acerca de las construcciones involucradas en esas leyes (...) Mi objetivo al
formular estas ideas sueltas no es plantear un marco conceptual que resista un escrutinio
filosófico detallado; más bien las propongo con el fin de poner las ideas sobre la mesa”
(Chalmers 1999 p. 351).

Chalmers (1999), afirma que la conciencia es una propiedad básica existente en la


naturaleza y que por lo tanto, aún cuándo existirían grados variables de ella en los seres y
objetos del mundo, prácticamente todos presentarían conciencia. Este hecho, es difícil
aceptarlo según este autor, entre otras razones por la confusión existente entre conciencia y
autoconciencia. Por otra parte, nuestras experiencias conscientes serían de un carácter tan
sofisticado que no facilitan la imaginación de la experiencia consciente de una piedra o en
el mejor de los casos, de un ratón.

12
La razón fundamental por la cual la conciencia sería una propiedad básica de la naturaleza
es que ella está asociada al concepto de información. Para llevar adelante su análisis en esta
dirección, Chalmers utiliza el concepto de información presente en la teoría de Shannon
(1948 citado en Chalmers 1999). Este concepto, hace referencia a una noción formal o
sintáctica, relacionada con un estado seleccionado a partir de un conjunto de posibilidades
(dentro de lo cuáles, el más básico es el bit). La información así entendida, tendría siempre
un aspecto físico y otro fenoménico. Físicamente realizada, la información sería “una
diferencia que hace una diferencia”, o que está asociada a un camino causal. La
información realizada fenoménicamente en cambio, tiene que ver con “las cualidades
intrínsecas de las experiencias y la estructura entre ellas, es decir, las relaciones de
similitudes y diferencias entre ellas y su estructura combinatoria intrínseca” (Chalmers
1999 p. 360).

La información, como una propiedad que presenta siempre ese doble aspecto, permitiría la
conexión entre los dominios físicos y fenoménicos del mundo. Así, “una experiencia
consciente es una realización de un estado de información; un juicio fenoménico se explica
mediante otra realización del mismo estado de información. En un sentido, postular un
aspecto fenoménico de la información es todo lo que necesitamos para asegurarnos que
esos juicios son verdaderamente correctos: existe un aspecto cualitativo en esa información
que se muestra directamente en la fenomenología y no sólo en un sistema de juicios”
(Chalmers 1999 p. 369).

13
2. El Naturalismo Biológico de John Searle

John Searle, filósofo de la mente estadounidense, ha dedicado gran parte de su obra al


estudio de los actos del habla, sin embargo, al interior de la ciencia cognitiva, es reconocido
principalmente por su crítica a la inteligencia artificial, denominada “la habitación china”.
Una parte importante de su trabajo durante estos últimos años, lo ha dedicado a entregar su
punto de vista respecto del problema de la conciencia.

Para Searle (2000), existirían dificultades de orden teórico y filosófico que impiden realizar
una correcta aproximación al problema de la conciencia. Estas serían:

- La existencia de una tradición de pensamiento estructurada a partir del concepto de


dualismo y la división del mundo en lo material y lo mental.
- El hecho de que a pesar de tratar la conciencia como un fenómeno biológico y por
ende parte del mundo físico, muchos autores consideran que la idea de una
conciencia que es causada por procesos cerebrales, lleva a suponer que hay dos
cosas en juego, procesos cerebrales como causas y estados concientes como efectos
(lo que pareciera implicar una forma de dualismo).

Sobre estos dos últimos aspectos, Searle estructura gran parte de su trabajo, el cuál se avoca
sobre todo a derribar lo que serían para él las dos grandes confusiones filosóficas: el
materialismo y el dualismo. Su trabajo está orientado por tanto, a develar algo que él
concibe como una confusión histórica que lleva a los filósofos de la mente e investigadores,
a caer en errores que oscilan entre la defensa del materialismo o la aceptación de algún tipo
de dualismo (frecuentemente dualismo de propiedades como ocurre en el caso de
Chalmers). Para Searle (2000), ambas estrategias implican un no tomar en serio el
fenómeno de la conciencia. En primer lugar, porque es evidente, que no habría nada más
claro que la existencia de la consciencia. En segundo término, porque pretender la
existencia de una substancia no material, sin dar cuenta de una conexión clara con el mundo
material, constituiría un ir en contra de todo el conocimiento científico acumulado a lo
largo de la historia.

14
Para Searle (2000), tanto el materialismo como el dualismo contienen en sí mismos errores
fundamentales, y la conciencia sería un fenómeno natural biológico que no puede
enmarcarse de manera apropiada en ninguna de las categorías tradicionales de lo mental y
lo físico. Ésta, estaría causada por micro procesos de nivel inferior que se dan en el cerebro
pero a la vez sería ella misma un rasgo del cerebro en los niveles macro superiores.

La Definición de Conciencia de Searle

Aunque Searle (2000), señala que no es posible definir la conciencia con exactitud, afirma
también que se puede hacer referencia a la conciencia entendiéndola como “aquellos
estados del sentir y del advertir que, típicamente, dan comienzo cuando despertamos de un
sueño sin sueños y continúan hasta que nos dormimos de nuevo, o caemos en un estado
comatoso, o nos morimos, o de uno u otro modo, quedamos inconscientes” (Searle 2000 p.
19). Esta definición, bastante vaga, puede ser complementada con algunos puntualizaciones
más específicas de su visión sobre qué es la conciencia, detallados en otro texto:

- La conciencia es diferente de la autoconciencia y la cognición


- La conciencia puede variar en grados,
- La consciencia es como un mecanismo de encendido y apagado,
- Consciencia no es “awarenes” (darse cuenta). Aunque estos fenómenos se parecen,
no son equivalentes, puesto que awarenes esta mucho más estrechamente vinculado
a cognición.
- Los estados conscientes siempre tienen contenido (Searle 1996).

15
Searle afirma que la conciencia es el fenómeno mental por excelencia, y “de un modo u
otro, todas las demás nociones mentales –como intencionalidad, subjetividad, causalidad
mental, inteligencia, etc.- sólo pueden ser entendidas completamente como mentales a
través de sus relaciones con la conciencia2”. (Searle 1996 p. 96). En concordancia con todo
lo anterior, reconoce que este fenómeno se manifiesta en distintos grados, desde la
experiencia más simple hasta los complejos estados de autoconciencia. Sin embargo (al
igual que Chalmers), se limita a reflexionar considerando el fenómeno en sus aspectos más
básicos y esenciales, puesto que tomando en cuenta el estado del arte en la investigación
neurobiológica, no resulta conveniente preocuparse de problemas relacionados con estos
temas.

Según Searle, (1996) parece claro que la conciencia sirve para organizar cierto conjunto de
relaciones entre el organismo, su entorno y sus estados internos. La conciencia,
proporcionaría poderes de discriminación mucho mayores de los que tendrían los
mecanismos inconscientes de discriminación. La conciencia añadiría poderes de
discriminación y flexibilidad incluso a las actividades rutinarias memorizadas. La hipótesis
que sugiere Searle es que una de las ventajas evolutivas que nos confirió el desarrollo de la
conciencia es la flexibilidad, la sensibilidad y la creatividad mucho mayores.

2
Al respecto, resulta interesante preguntarse: ¿qué es realmente lo que medimos cuando evaluamos inteligencia? La
inteligencia vista según el análisis de Searle sería más bien un sub-producto de la mente, directamente dependiente de la
presencia de un alto nivel de conciencia. El problema es que no podemos medir directamente conciencia, pero si
pudiésemos hacerlo, tal vez descubriríamos que aquello que se encuentra disminuido en forma notoria en aquellos casos
que definimos como retardo mental, es la conciencia. Un detalle, curioso en este sentido, es que el término utilizado para
referirnos a los sujetos que presentan un bajo nivel de inteligencia sea “retardo o deficiencia mental” y no retardo o
deficiencia de la inteligencia.

16
Algunas Ideas para una La Teoría de la Conciencia a partir de Searle3

Para Searle (1996), existen unas capacidades, habilidades y “saber cómo” generales, que
hacen posible el funcionamiento de nuestros estados mentales. Todos estos elementos
constituirían lo que él denomina el “Trasfondo” . La tesis del Trasfondo es: los fenómenos
intencionales, funcionan sólo dentro de un conjunto de capacidades de Trasfondo que no
son en sí mismas intencionales. Otro concepto importante para comprender la existencia de
fenómenos intencionales el de “Red”. Además del Trasfondo, para que los fenómenos
mentales existan, en necesario que existan dentro de una Red de otros fenómenos
intencionales. Según Searle, Resulta imposible para los estados intencionales determinar
aisladamente sus condiciones de satisfacción. Para tener una creencia o un deseo, es
necesario tener toda una Red de otras creencias y deseos. La relación de la Red con el
Trasfondo esta dada porque además de la Red necesitamos postular un Trasfondo de
capacidades que no son parte de la Red. La totalidad de la Red necesita un Trasfondo,
puesto que los elementos de la Red ni se auto-interpretan ni se auto-aplican.

La tesis de Searle respecto del Trasfondo puede resumirse como sigue:

1. Los estados intencionales no funcionan autónomamente. No determinan


aisladamente las condiciones de satisfacción.
2. Cada estado intencional requiere para su funcionamiento una Red de otros estados
intencionales. Las condiciones de satisfacción se determinan sólo de manera relativa
a la Red.
3. Incluso la Red no es suficiente. La Red sólo funciona de manera relativa a un
conjunto de capacidades de Trasfondo.
4. Esas capacidades no son y no pueden ser tratadas como meros estados intencionales
o como parte del contenido de algún estado intencional particular.

3
Searle no hace referencia a sus ideas como parte de una teoría de la conciencia. Sin embargo, señala
explícitamente que la tesis del trasfondo resulta ser una “tesis muy fuerte” y que la postulación de los
fenómenos del Trasfondo podrían constituir “una categoría separada para la investigación” (Searle 1996 pp.
182 183)

17
El mismo contenido intencional puede determinar diferentes condiciones de satisfacción
(tales como las condiciones de verdad) y con relación a algún Trasfondo no determina
ninguna en absoluto. (Searle 1996: pp 182 183)

Lo anterior puede entenderse también de otra forma según Searle (1996). En mi cerebro
hay una enorme y compleja masa de neuronas incrustadas en las células gliales. Algunas
veces la conducta de los elementos de esta masa compleja causa estados conscientes,
incluyendo aquellos estados inconscientes que son parte de las acciones humanas. Los
estados conscientes tienen todo el color y la variedad que constituye nuestra vida de vigilia.
Pero en el nivel de lo mental estos son todos los hechos. Lo que sucede en el cerebro, que
es distinto de la conciencia, tiene una realidad ocurrente que es neurofisiológica más bien
que psicológica. Cuando hablamos de estados inconscientes, estamos hablando de las
capacidades del cerebro para generar conciencia. Además, algunas capacidades del cerebro
no generan conciencia, sino que más bien funcionan para fijar la aplicación de los estados
conscientes. Me capacitan para pasear, correr, escribir, hablar, etc.

¿Cómo se relaciona todo esto con las distinciones de Trasfondo y Red?

Searle (1996), dice que: “cuando describimos un hombre en tanto que teniendo una
creencia inconsciente, estamos describiendo una neurofisiología ocurrente en términos de
su capacidad disposicional para causar pensamientos y conducta conscientes. Pero si esto es
correcto, entonces parece seguirse que la Red de intencionalidad inconsciente es parte del
Trasfondo. La ontología ocurrente de aquellas partes de la Red que son inconscientes es la
de una capacidad neurofisiológica, pero el Trasfondo consta enteramente de tales
capacidades.

18
La cuestión de cómo distinguir entre Red y Trasfondo desaparece porque la Red es aquella
parte del Trasfondo que describimos en términos de su capacidad para causar
intencionalidad consciente”. (pp193 194). Lo que debemos distinguir entonces, es lo
intencional de lo no intencional dentro de las capacidades de Trasfondo. Para eso, se puede
hacer algunas distinciones más:

1. Necesitamos distinguir entre lo que está en el centro de nuestra atención consciente


de las condiciones límite, periféricas, y de situación de nuestras experiencias
conscientes.
2. Necesitamos distinguir dentro de los fenómenos mentales la forma representacional
de la no representacional. Puesto que la intencionalidad se define en términos de
representación, ¿cuál es el papel, si es que hay alguno, de lo no representacional en
el funcionamiento de la intencionalidad?
3. Necesitamos distinguir capacidades de sus manifestaciones. Una de nuestras
preguntas es: ¿cuáles de las capacidades del cerebro deberían pensarse como
capacidades de Trasfondo?
4. Necesitamos distinguir aquello en lo que nos interesamos efectivamente, de aquello
que damos por sentado.

Abandonando la concepción de mente como inventario, la hipótesis de Trasfondo queda de


la siguiente forma:

“Toda la intencionalidad consciente –todo pensamiento, percepción, comprensión, etc.-


determina condiciones de satisfacción sólo relativamente a un conjunto de capacidades que
no son y no pueden ser parte de ese mismo estado consciente. El contenido efectivo por sí
mismo es insuficiente para determinar las condiciones de satisfacción.” (Searle 1996 p.
195).

19
Hay algunas capacidades de trasfondo que se generaron como reglas o hechos
conscientemente aprendidos, sin embargo hay otras que fueron adquiridas por otros
mecanismos4. No obstante, sobre cualesquiera de estas capacidades, si elaboramos
pensamientos podemos transformarlas en pensamientos conscientes o intencionales.

Finalmente, algunas leyes de operación del Trasfondo según Searle serían:

1. En general, no hay acción sin percepción y no hay percepción sin acción.


2. La intencionalidad ocurre en un flujo coordinado de acción y percepción, y el
Trasfondo es la condición de posibilidad de las formas tomadas por el flujo. Sin un
aparato complejo, no se puede tener en modo alguno la intencionalidad involucrada
en ninguna actividad.
3. La intencionalidad tiende a elevarse al nivel de la capacidad de Trasfondo.
4. Aunque la intencionalidad suba al nivel de la capacidad de Trasfondo, alcanza la
capacidad hasta el fondo.
5. El Trasfondo sólo se manifiesta cuando hay contenido intencional.

4
Dentro de estos, podríamos incluir probablemente todas las experiencias corporales o de psicomotricidad vividas por
el niño, las cuales se incorporarían como background de capacidades inconscientes, o trasfondo no intencional en el
adulto. Por ej. la noción de que los objetos son sólidos, la articulación del habla, la afinación musical, etc. Consideradas
así las capacidades de trasfondo, es posible conectar las ideas de Searle con la concepción de mente encarnada o
corporizada de Varela.

20
3. El Enfoque Enactivo Neurofenomenológico de Varela

Francisco Varela, es uno de los precursores del enfoque enactivo, enfoque que derivó hacia
finales de su vida, en un método de investigación de la conciencia que denominó
“neurofenomenología”. De acuerdo al enfoque enactivo, los seres cognitivos no
representan un mundo pre dado, y la cognición consiste más bien en “enacción”,
entendiendo por esta, la puesta en marcha de un mundo que surge a partir de una historia de
la variedad de acciones que un ser realiza en el mundo. La enacción es posible gracias a la
clausura operacional del sistema, es decir de sus propiedades auto-organizativas y la forma
en que el sistema se acopla con el medio. Los sistemas enactúan un mundo, sobre la base de
su autonomía, o dicho de otra forma, el mundo se enactúa a través de una historia de
acoplamiento estructural. La clausura y el acoplamiento hacen emerger un mundo que
resulta relevante para un sistema “X”.

Las ideas anteriores, surgen del estudio científico, pero tienen para Varela una contrapartida
en la filosofía budista, a la cuál él alude de manera central en su obra5. El punto de vista
budista, enfatiza la vacuidad del mundo, el vacío como su característica esencial, y la
carencia de solidez de los fenómenos, en el sentido de que son siempre el producto de
relaciones de interdependencia. Para el budismo, no existen objetos sólidos o
independientes en el mundo, puesto que la característica esencial de este, sería que todo
cuanto vivenciamos en él, surge como el producto de relaciones interdependientes.

El concepto de “enacción”, se relacionaría según Varela, con la filosofía budista, en el


sentido que ambos enfatizan la inexistencia del mundo con independencia del sujeto que lo
“percibe”. El mundo, sería más bien enactuado a partir de un sistema que posee
determinadas propiedades auto-organizativas (clausura operacional), gracias a las cuáles es
posible la interacción con determinados rasgos que aparecen como relevantes y se generan
determinadas distinciones que cobran importancia y significado (este proceso es
denominado acoplamiento estructural).

5
Ver por ejemplo, “De cuerpo presente. 1997. Editorial Gedisa. O también, “El sueño los sueños y la
muerte”. 1998. Edición de Francisco Varela

21
La Respuesta de Varela al Problema de la Conciencia: La Neurofenomenología.

Si bien Varela, de una u otra forma, aborda el problema de la conciencia en gran parte de su
obra; existe un artículo en el cuál este autor se avoca específicamente a desarrollar su
respuesta al difícil problema planteado por Chalmers. Este trabajo, es considerado el punto
de partida para el desarrollo del método de investigación denominado neurofenomenología
(Rudrauf, David, Lutz, Antoine, Cosmelli, Diego et al. 2003). En este texto, Varela cita un
artículo de Chalmers, en el cuál este último autor equipara los conceptos de conciencia y
experiencia consciente: “A veces, términos como “conciencia fenomenal” y “qualia”
también son utilizados aquí, pero creo que es más natural hablar de “experiencia
consciente” o simplemente “experiencia” (Chalmers, 1995, p. 201 citado en Varela 1996).

Este problema definicional respecto de los términos conciencia y experiencia no es menor,


y probablemente daría pie a una investigación por sí misma, pero más allá de estos aspectos
semánticos, en lo que sigue, se revisará la respuesta de Varela al difícil problema planteado
por Chalmers, refiriéndonos indistintamente a los conceptos de “conciencia” y/o
“experiencia”. como términos equiparables, en el sentido que ambos hacen alusión a la
vivencia subjetiva, experimentable sólo en primera persona6.

Para Varela (2000), la única vía de acceso al entendimiento de la experiencia consiste en


encontrar un método de observación de ésta, que permita hacer distinciones finas respecto
de los modos en que la experiencia es vivida. Esta opción, presenta claras similitudes con
las propuestas de otros autores (Searle 1996, Jackendoff 1986), en el sentido de otorgar
importancia fundamental a la identificación y comprensión de las categorías de la
experiencia. La diferencia de Varela respecto de otros trabajos en este ámbito, es que este

6
En este artículo, Varela realiza una equivalencia entre los conceptos de conciencia y experiencia. Al revisar un
diccionario de ciencias cognitivas para contrastar ambos conceptos, el resultado no es muy esclarecedor. El concepto de
experiencia, remite sobre todo a los estudios de la percepción, haciéndose alusión a que habría una distinción entre el
contenido intencional o representacional, y el contenido subjetivo o cualitativo de la experiencia. Respecto de la
conciencia en cambio, se señala que la noción de “conciencia fenomenológica” resulta ser la idea de conciencia más
problemática para las ciencias cognitivas, puesto que no disponemos de una teoría de nuestra naturaleza física o funcional
que explique nuestra experiencia subjetiva (Houdé, Olivier; Kayser, Daniel; Koenig, Olivier; Prust, Joëlle & Rastier,
Francois. 1998).

22
autor, propone un método para llevar a cabo ese proyecto, mientras que en el resto de los
autores revisados, el trabajo queda en el análisis del problema y la declaración de principios
y necesidades.

El trabajo de Varela tiene dos antecedentes directos (aparte de la neurobiología) que le


permiten llegar a la conclusión de que es posible desarrollar un método de observación y
una teoría científica acerca de la experiencia. Estas vertientes son, por un lado (como ya se
señaló), la filosofía y la práctica budista, y por otro, la escuela filosófica de la
fenomenología. Estas inclinaciones dan origen a la neurofenomenología, la cuál puede ser
entendida como “un programa de investigación que busca articulaciones mediante
limitaciones mutuas entre el campo de los fenómenos revelado por la experiencia y el
campo correlativo de fenómenos establecido por las ciencias cognitivas” (Varela 2000 p.
260).

La neurofenomenología tiene como una de sus principales herramientas de trabajo, la


reducción fenomenológica. Ésta, corresponde a una herramienta para la observación de la
experiencia., basada en los planteamientos fenomenológicos de diferentes autores (sobre
todo de Maurice Merleau Ponty) sobre los cuáles Varela hace su propia síntesis. Al
referirse a la reducción fenomenológica, Varela (2000), señala: “ahora necesito desplegar
en profundidad esta actitud o gesto, que es la forma habitual que tenemos para
relacionarnos con los cambios de nuestro mundo vivido. Esto no requiere que imaginemos
un mundo diferente, sino más bien considerar al presente como otro. Como dijimos antes,
este gesto transforma una experiencia simple o sin examinar en una experiencia reflexiva o
de segundo orden. La fenomenología insiste correctamente en este cambio desde lo natural
a la actitud fenomenológica, puesto que sólo entonces el mundo y mi experiencia aparecen
abiertos y necesitan ser explorados” (Varela p. 269).

Varela concuerda con Chalmers y parece estar de acuerdo en casi todo el planteamiento de
Chalmers respecto de la futilidad de intentar una explicación de la conciencia del tipo
reduccionista. Para él, al igual que otros investigadores (como Lakoff, Velmans o el mismo
Searle), la consciencia constituye una dimensión irreductible a lo físico y sería asequible

23
sólo a partir el relato en primera persona, puesto que se trata de una propiedad
eminentemente subjetiva. Respecto de la teoría, y el método de investigación sobre la
conciencia en cambio, Varela toma un camino totalmente diferente al de Chalmers, y al de
la mayoría de los investigadores. Con relación a este punto señala, “hay muy poco que
hacer con algunos “ingredientes extra”, teóricos o conceptuales”(...) “en lugar de encontrar
“ingredientes extra” para explicar la manera en que la conciencia emerge de la materia y el
cerebro, mi propuesta reformula el problema de encontrar puentes significativos entre dos
áreas fenomenales irreductibles. En este sentido específico, la neurofenomenología es una
solución potencial al difícil problema que muestra de manera muy distinta lo que significa
“difícil””. (Varela 2000 p. 277).

Si volvemos a la pregunta original de Chalmers: ¿por qué el procesamiento de la


información (mente psicológica) se encuentra acompañado de experiencia vivida (mente
fenomenológica)? Varela destaca una diferencia fundamental entre sus planteamientos y los
de Chalmers. La hipótesis de trabajo de la neurofenomenología es: “Las referencias
fenomenológicas acerca de la estructura de la experiencia y sus equivalentes en la ciencia
cognitiva se relacionan unas con otras a través de restricciones mutuas (Varela p.283). Esta
hipótesis muestra según Varela, un punto de vista y un método en los cuáles se presenta una
equiparación de niveles de importancia e influencia entre los aspectos biológicos y
fenomenológicos de la mente, en el sentido que el puente extendido por Varela entre lo
biológico y lo fenomenológico sería uno en dos direcciones y que estipula además
limitaciones y validaciones mutuas. La estructura de la conciencia y la estructura
neurofisiológica se encontrarían mutuamente delimitadas.7

7
No es el objetivo de este trabajo detallar los resultados de la investigación neurofenomenológica, sin embargo es bueno
puntualizar que el camino adoptado por Varela ya se encontraría dando frutos, y cierto sentido la neurofenomenología
habría probado ser una herramienta eficaz para la exploración científica de la conciencia (Lutz A., Lachaux J.P.,
Martinerie J, & Varela F.J. 2002).

24
V Conclusiones

1. El problema mente cuerpo tiene un descendiente directo en el problema de la


conciencia de las ciencias cognitivas. Ambos problemas no son exactamente los
mismos, pero es indudable que las definiciones de la mente y el método de
investigación en ciencia cognitiva, se encuentran directamente coartados por el
problema filosófico mente / cuerpo. En este sentido, una dimensión muy importante
del problema de la conciencia, tiene un origen histórico - definicional.
2. Lo anterior implica que en ciencia cognitiva “oficial” (cognitivismo o
funcionalismo cognitivo), la conciencia es un tema no abordado, aún cuando resulta
ser un aspecto central de la mente.
3. La ontología de la conciencia es innegablemente irreductible a la física. Lo anterior
no equivale sin embargo, a señalar que por esta razón el problema de la conciencia
no pueda ser abordado científicamente. Las dificultades para el tratamiento de este
tema no obedecerían tanto a razones metafísicas, como más bien a una confusión
existente en la ciencia respecto de las posibilidades del conocimiento y el método
científico.
4. Las discusiones respecto del problema de la conciencia elaboradas por los autores
revisados, constituyen excelentes definiciones del problema. En este diagnóstico,
todos apuntan por diferentes vías a la necesidad de la indagación en la experiencia,
como un terreno fértil para el progreso en la comprensión de la mente. Sin embargo,
los caminos a través de lo cuáles este recorrido pudiera darse no están tan claros a
excepción del caso de Varela.
5. Resulta altamente necesario para la comprensión de la mente, la consideración de
una posible co-determinación de los aspectos neurobiológicos, computacionales
(y/o psicológicos) y fenomenológicos, en los desarrollos teóricos y/o metodológicos
de la investigación. Este punto es un tema que se deja entrever en las ideas de
Chalmers; la vinculación de la conciencia con el trasfondo y la red de Searle; y de
manera prioritaria en la neurofenomenología de Varela

25
6. La comprensión de la conciencia requerirá muy probablemente, una reformulación
del concepto “mente” presente en ciencias cognitivas. Esta nueva orientación
debiera implicar entre otros los siguientes aspectos:
a. El relevamiento de la “encarnación” como un hecho indiscutiblemente
necesario para la generación de mente consciente
b. La comprensión de la mente como un producto que no depende
exclusivamente del sistema nervioso, sino que incluye de manera primordial
el desarrollo social inter-subjetivo.

26
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