Dossier+Informativo Materiales
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Los beneficios mentales que obtenemos con la práctica habitual de la risa son
muchos, entre ellos: Nos hace ver las situaciones desde un punto de vista más
optimista, eliminamos el grado de angustia y depresión, nos hace propensos a los
cambios emocionales positivos, en casos de insomnio, provoca una fatiga sana, que
el sueño repara con naturalidad, aumenta automáticamente una subida del tono de
ánimo, nos hace más creativos, nos comunicamos más y mejor, etc.
También se utiliza la risa con el fin de eliminar bloqueos emocionales, físicos,
mentales, sexuales, liberarse de inhibiciones , sanar nuestra infancia, como proceso de
crecimiento personal. Se crea un espacio para estar con uno mismo, vivir el aquí y
ahora, estar en el presente, ya que cuando reímos es imposible pensar, nos ayuda a
descubrir nuestros dones, abrirnos horizontes, vencer los miedos, llenarnos de luz, de
fuerza, de ilusión, de sentido del humor, de gozo y aprender a vivir una vida positiva,
intensa, sincera y total, como los niños.
• Baja autoestima.
• Depresión.
• Tristeza.
• Enfermedades psicosomáticas.
• Evita pensamientos y emociones negativas.
• Alivia el insomnio.
• La hipertensión.
• Combate miedos y fobias.
• Timidez.
• Ayuda a expresar emociones.
• Fortalece los lazos afectivos.
• Alivia el sufrimiento.
• Descarga las tensiones.
• Potencia la creatividad y la imaginación.
• Genera un proceso de regresión que actúa como un mecanismo para aliviar una
realidad que se percibe como dolorosa o negativa.
• Genera un mecanismo de expresión, ya que a través de la risa las personas
exteriorizan emociones y sentimientos.
• Es contagiosa, lo que facilita la comunicación interpersonal. del humor.
Corresponde a una noción primordial: la dimensión lúdica del hombre -el homo
ludens-. Es decir, su natural capacidad y necesidad de jugar.
No hay que extenderse aquí sobre la conocida función de los juegos en el desarrollo
integral del niño (motricidad, coordinación, sistema muscular, sistema nervioso,
emocionalidad, sensorialidad, voluntad, intelecto, sociabilidad, etc.). Baste decir que la
atrofia de esa capacidad en el adulto, el olvido de esa dimensión, es una de las
grandes pérdidas que condicionan el deterioro de la calidad de la vida, la abrumadora
falta de plenitud que padece el adulto. Dicha pérdida acompaña invariablemente la
adultez, y se agrava en las grandes ciudades, en las altas esferas sociales y con las
funciones laborales complejas y de mucha responsabilidad. El hecho es que el adulto
no juega. Sus ocupaciones, el ritmo y estilo de su vida así lo determinan. Pero más
aun lo determina su mente, para la cual el juego es cosa de niños, no de adultos, y
menos aun de adultos importantes y respetables. Según señalan algunos estudios, los
niños ríen unas 300 veces al día, mientras que los adultos reímos mucho
menos, entre 15 y 100 veces al día, y nuestras risas tienden a ser de menor
intensidad.
Parece que con los años vamos perdiendo alegría y nos volvemos más serios, quizás
en parte porque la sociedad exige que lo seamos
No hablamos aquí por supuesto de los juegos de azar, ni de los juegos deportivos
profesionales. Hablamos del auténtico juego del homo ludens, el juego gratuito y
desinteresado del niño. Ese juego es salud. Es alegría, vitalidad. Cualquier
adulto, en condiciones favorables -y por desgracia excepcionales, ya que no las
propicia-, puede experimentarlo como un verdadero descubrimiento. Y lo que
necesita no es tan sólo el tiempo y el lugar disponibles -que pueden siempre
aparecer-, sino ante todo la actitud adecuada, la superación de la inercia, y de la
vergüenza, la inhibición que habitualmente padece. Porque el problema,
repetimos, más que en el orden práctico está en la mente y el espíritu. No es por
azar que la noción de "hacerse niños", en apariencia trivial, se encuentra siempre
de algún modo en la médula del pensamiento espiritualista, en las más diversas
culturas, con un sentido de liberación, apertura, autenticidad, plenitud,
renacimiento.
A lo largo de nuestra vida nos vamos conformando una personalidad externa que es la
que nos sirve para relacionarnos con el exterior aunque eso en muchas ocasiones
tenga poco que ver con lo que realmente somos. Sin embargo, los convencionalismos,
el miedo al dolor, la necesidad de adaptarnos a un determinado ambiente, la falta de
libertad, la necesidad de mostrar una imagen que sea aceptada por los demás, etc.,
nos ha hecho adquirir una serie de escudos que aparentemente nos protegen pero
que, al mismo tiempo, nos alejan de los demás.
Así, en muchos momentos del día en realidad estamos representando un papel como si
la vida se tratara de una obra de teatro. Sin darnos cuenta, tendemos cada vez más a
dramatizar cosas insignificantes que se convierten en problemas insolubles que nos
mantienen prisioneros de una realidad "objetiva" que sólo lo es para nosotros.
No obstante, cuando miramos hacia atrás vemos que nuestro pasado está salpicado de
problemas que, actuando como acicate, nos han hecho crecer y recordamos que quizá
en esos momentos alguien a nuestro lado nos dijo sin que le escucháramos: "Esto
también pasará".
Pero es que, además, la risa es un maravilloso mecanismo de comunicación entre los
seres humanos. Las personas que han compartido situaciones de humor, que se han
reído juntas, se sienten más cercanas, más libres, capaces de saltar los límites de los
convencionalismos sociales, creándose unos canales de comunicación difíciles de
conseguir de otro modo. Según se desprende de las mediciones realizadas por medio
de los electroencefalogramas, las ondas cerebrales del grupo se sincronizan y se
produce una armonización natural en los procesos mentales. No hay barreras o límites
que la risa no sea capaz de traspasar.
Según explica, un pionero de la "terapia de la carcajada" en Europa, "esa técnica nos
enseña a cambiar nuestra forma de percibir nuestra realidad y el mundo que nos
rodea, y se practica generalmente en grupo, porque una de las cualidades de la risa es
que es contagiosa, porque es natural en el ser humano".
Lo cierto es que cuando alguien nos sonríe -incluso si es un desconocido- y le
devolvemos la sonrisa nos sentimos mejor, cambia nuestra actitud y nos invade la
sensación de que todo va bien.
Incluso en los experimentos que se han hecho sobre la sensibilidad de las plantas en
relación con los estados anímicos de las personas con las que conviven se constató que
percibían lo que sucedía a su alrededor y reaccionaban positivamente (mayor
crecimiento y lozanía) ante los ambientes de optimismo y alegría mientras también se
"contagiaban" de la tristeza, el odio o la agresividad que sentían los que les rodeaban.
E igualmente reaccionan los animales, dando muestras bien de alegría, bien de recelo
y huida según el tipo de estímulos que perciben.
El concepto de salud, como se sabe, no se limita a lo puramente corporal -no existe lo
puramente corporal-. Es el concepto de una realidad psico-somático-espiritual que
implica la vida más interior y también el ser social de la persona, sus relaciones con los
demás. De manera que no se puede hablar de una salud verdaderamente satisfactoria
si la persona no funciona bien como individuo y como ser social. Y tanto sus relaciones
como sus momentos de soledad presentan siempre un tinte emocional, tienen lugar
dentro de cierto marco anímico o talante. Este ánimo o talante (lo que se dice estar de
buen humor o malhumorado) será favorable o desfavorable a las diversas actividades
de la vida, incluyendo el disfrute del humor.
Por su parte, la diversión, y específicamente el juego, con su capacidad de
estimulación anímica, ejerce una poderosa y positiva acción sobre ese talante. Vuelve
favorable al más adverso de los estados de ánimo.
A lo cual hay que añadir, por último, la relación que existe entre una determinada
cultura del humor, el sentido del humor que caracteriza a la persona, y el ánimo o
talante que esta presenta en cada momento o circunstancia. El cual a su vez ejerce
una influencia eventual sobre dicho sentido del humor, facilitando u obstaculizando la
captación y el disfrute de una expresión humorística determinada.
De acuerdo con todo esto, resulta clara la estrecha relación que existe entre una vida
de juego frecuente, una cierta cultura del humor, y una salud satisfactoria. Lo que se
expresaría en un ánimo o talante generalmente bueno, y un elevado sentido del
humor.
El cuadro de relaciones que acaba de exponerse constituye las vías y formas mediante
las cuales el humor interviene - como factor sobresaliente de un pensamiento positivo,
de una inteligencia emocional- en la conformación de una actitud ante la vida. De esta
actitud depende la posibilidad de cada uno para el crecimiento personal y el
enriquecimiento de su existencia mediante el humor. Y se corrobora una vez más algo
que ya sabíamos: la salud, el buen funcionamiento de la persona, en su sentido más
abarcador, corresponde a una realidad holística, multidimensional. El humor forma
parte de esta realidad, cuya plenitud lo necesita.
En los seres humanos sonreír está íntimamente ligado a la capacidad de dar y recibir.
Eso produce un trasvase de energías muy saludable que se traduce en una vida más
feliz.
En un ámbito de trabajo que lleva a vivir tan estrechamente con el dolor, tanto
personal como familiar, las situaciones a las que el personal sanitario debe
enfrentarse, no invitan precisamente al humor. Pero este dolor, acumulado y reprimido
durante mucho tiempo, conlleva a que se creen una serie de tensiones que hacen sea
necesario un cuidado y protección especiales .Esta realidad a la que el profesional
sanitario debe enfrentarse diariamente, provoca cansancio, agotamiento y renuncias
personales al seguir atendiendo problemas ajeno. Habitualmente, toda esta tensión
debe ser superada sin ayuda. El nivel de ansiedad y depresión en las llamadas
profesiones de ayuda es enormemente elevada e invalidante para quien la sufre.
Como ya hemos visto anteriormente : Reírse, divertirse, ridiculizarse a uno mismo,
ayuda, protege. Mejora, en una palabra: cura .Debería ser, pues habitual que el
colectivo que más se "quema", fuera aquel que más se riera ,ya que reír produce
alivio y distensión, y esto facilita la comunicación. Por lo tanto el profesional sanitario
necesita tener como aliado y soporte el buen humor ,tanto para sobrellevar el día a
día, como para saber transmitir al enfermo grandes dosis de vitalidad y optimismo ;la
alegría es una herramienta definitiva para ayudar a recuperar a los pacientes,
cuyas vidas deben dirigirse hacia la felicidad .
Precisamente en esto coinciden tanto los profesionales del humor como los
terapeutas. Los caminos utilizados son diferentes, pero coincidentes en un mismo
punto: ayudar a una persona. Los terapeuta, serios y distantes, creen que la
utilización del humor les rebaja del pedestal en donde sus pacientes les deberían situar
. Sin duda, el sentido del humor de los pacientes es algo que los médicos
valoran aunque sea a nivel inconsciente. Sin embargo, debido a que resulta algo
obvio el papel que juega el humor en la salud, no se suele discutir de forma explícita
en ninguna Facultad de Medicina y no existe ningún tipo de registro sanitario acerca de
si el sentido del humor de los pacientes es normal o no. Como si existiese un cierto
rechazo a aceptar aquello que no es medible con los sofisticados aparatos de que
disponen los hospitales.
También es sabido , de la influencia que un medio hospitalario puede tener en el
estado de ánimo de un niño, y de la influencia negativa para su enfermedad. El
conjunto de estímulos aversivos, coincidentes en el espacio y en el tiempo, tienen un
efecto condicionador y reforzante que ayudan poco a mejorar la evolución del niño. La
mente infantil no asocia necesariamente el instrumental médico, las batas las
mascarillas, los guantes y las inyecciones con su finalidad curativa. Las batas blancas
crean distancia, las palabras amables y las sonrisas crean cercanía
Es necesario educar al personal sanitario también, en técnicas de dinamización
y de expresión, así como a los educadores y voluntarios que se implican en estas
aventuras.
Ya existen en nuestro país experiencias a este respecto : En el Área de Psicología
de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Lleida, se ha creado la
asignatura "La risoterapia y su aplicación terapéutica", realizando las prácticas
docentes en los servicios hospitalarios de pediatría.
También en España existen varios grupos de payasos que trabajan en hospitales para
repartir alegría entre los pacientes más jóvenes y sus familiares, como Payasospital en
Valencia, Pallapupas en Barcelona, Pupaclown en Murcia y La Sonrisa Médica en Palma
de Mallorca..
Bien está también, por tanto, que algunos hospitales se hayan decidido a promocionar
la existencia de una sala especial donde el humor sea el protagonista principal y los
pacientes compartan anécdotas, se cuenten chistes y vayan a ellas a reírse
Muchos expertos actuales citan a Rabelais como el primer médico que, en el siglo
XVI y de forma seria, aplicó la risa como terapia . Como buen médico, decía: "La Risa
es propia del hombre", aconsejando a muchos de sus pacientes, la risa como método
de curación. Fue el pionero en "recetar" la risa como método infalible para aliviar los
sufrimientos.
Robert Burton clérigo y erudito inglés de la misma época ,propone la risa como
método terapeútico. Fue más lejos con su obra Anatomy of Melancholy: "La
compañía alegre no debe separarse de la música, ambas son necesarias: la alegría
prorroga la vida, da buen juicio, da juventud al cuerpo, le da vida... Hacer locuras no
está mal, festea a menudo y ten amigos alegres, cuyas bufonadas puedan
contentarte".
En el siglo XIX el médico inglés William Battie, realiza tratamientos a enfermos
mentales a través del sentido del humor, durante el reinado de Jorge III: "Se ha dicho
que tuvo un paciente con anginas que amenazaban con ahogarle. Battie había
intentado todos los remedios y tuvo que recurrir a las locuras. Se colocó mal la peluca,
deformó su rostro e interpretó una locura tan deliciosa que su paciente, tras mirarle,
rompió a reír de tal modo que se abrió el impóstumo y salvó al paciente de una muerte
inminente".
Los primeros estudios del efecto del humor sobre el cuerpo, fueron realizados en los
Estados Unidos en la década de 1930. Pero no fue hasta 1964 en que la investigación
sobre el humor despegó del área de las teorías. El pionero de las investigaciones en
esta terapia fue Normand Cousins , editor de un semanario norteamericano se
enfrentó con un diagnóstico de espondilitis anquilosante, una forma de artritis dolorosa
y potencialmente limitante, con una combinación de tratamientos convencionales y
grandes dosis de humor. Cousins miró vídeos de Cámara Oculta, películas de los
Hermanos Marx y otras de humor Esto le procuraba 2 horas sin dolor.. Aunque los
médicos le habían dado pocas esperanzas de mejoría, a los 8 días su dolor empezó a
remitir y volvió al trabajo. Documentó su recuperación en el libro “Anatomía de una
enfermedad” y fundó la Humor Research Task Force. La experiencia de Cousins
estimuló la investigación sobre el humor.
En los años 70, surgió en Estados Unidos un médico sorprendente -el doctor Patch
Adams- después de una depresión padecida en su adolescencia, decide seguir la
carrera de medicina. Luego de su graduación, fundó el Instituto Gesundheit, un
hospital donde el sentido del humor y la risa eran las principales medicinas , El Doctor
Adams está convencido de que el humor puede sanar, en oposición a un sistema
conservador. La risa y el humor deben ser parte integral de la terapia de salud. Su
filosofía de vida promueve una cultura basada en la diversión y el cariño. "La
compasión, el involucrarse y la simpatía”-sostiene Patch- tienen tanto valor para el
médico como los avances tecnológicos en la medicina. “Para sanar, la risa y la
diversión son tan necesarios como los medicamentos"..
Puso en marcha unos nuevos canales de comunicación , revolucionando los conceptos
establecidos en lo concerniente a la relación médico-paciente . Patch fue un pionero en
la filosofía que se basa en tratar al paciente y no solamente a la enfermedad.
Descubrió que cuando al médico le interesa el ser humano que tiene delante como una
persona global -y no como alguien que, por ejemplo, tiene el hígado enfermo- se
acortan las distancias y se activan las capacidades curativas del paciente. El médico se
convierte así en un facilitador, en un acompañante -terapeuta- que ayuda no sólo con
sus conocimientos técnicos sino con su comprensión y cercanía.
Opina:-"Todo lo que necesita una persona sana y una persona enferma es amor. Los
valores reales de la vida son el amor, el humor, el espíritu, la curiosidad, la pasión , la
esperanza, la creatividad, la relación con la comunidad y el servirla.
Vengo de una sociedad que está deprimida y ansiosa. Las personas en Estados Unidos
-a pesar de que tienen los elementos necesarios- todavía no son saludables ni felices.
Cuando te concentras mucho en el dinero y en las cosas materiales de la vida,
entonces pierdes el verdadero sentido de ella".
El doctor Patch Adams, del que se ha hecho una película, era un convencido del
potencial del humor en la curación de las enfermedades e hizo del humor y la risa un
aliado en la cabecera de sus enfermos. Ya hay algún hospital tan convencido de esto
que facilita a sus pacientes una biblioteca de literatura de humor, hay payasos en las
salas de los hospitales y el personal sanitario lleva narices rojas como los payasos en
sus actividades diarias con los enfermos . Es un punto de referencia , no sólo para los
médicos de cualquier especialidad sino para los psicólogos y terapeutas que participan
de esa misma filosofía. A partir de su experiencia se ha comenzado a utilizar la técnica
de la terapia de la risa en hospitales de EEUU, Suiza, Alemania y Francia.
Para poder llegar a todo esto es necesario desbloquear las tensiones y equilibrar las
emociones y así recuperar la risa sanadora que estimula la producción de distintas
hormonas Para ello debemos restablecer diferentes aspectos como:
- Favorecer la comunicación interna y externa.
- Aumentar la sensibilidad perceptiva.
- Desarrollar la creatividad.
- Mejorar la capacidad de abstracción.
- Agudizar la motricidad gruesa y fina.
- Expresión corporal. “Sentir que siento”.
- Alcanzar estados de consciencia, relajación y armonía.
- Recuperar autoestima.
- Redescubrir la alegría. JUGAR.