La Quimica en La Cocina - Carlos - Vazquez - Salas02 PDF
La Quimica en La Cocina - Carlos - Vazquez - Salas02 PDF
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“QUÍMICA EN LA COCINA”
AUTORÍA
CARLOS VÁZQUEZ SALAS
TEMÁTICA
EDUCACIÓN
ETAPA
3º ESO, 4º ESO Y BACHILLERATO
Resumen
Este artículo pretende dar a conocer la importancia de la química en nuestra vida cotidiana. Para ello
vamos a reflejar los distintos fenómenos químicos que diariamente e inconscientemente se llevan a
cabo a la hora de cocinar. Con ello vamos a proporcionar a los docentes un material que les puede ser
de gran ayuda en su práctica docente haciéndoles ver a nuestros alumnos que la química a pesar de
ser una ciencia abstracta, poco atractiva para ellos, la necesitamos para cosas tan sencillas como a la
hora realizar nuestros platos de comida.
Palabras clave
Química, alimentos, cocina y enseñanza.
Es muy común entre nuestros alumnos escuchar preguntas como ¿para qué nos sirve la
química?, ¿qué importancia tiene su estudio para nuestro futuro?. Los alumnos ven en la química una
ciencia abstracta basada en mezclas, combinaciones y experimentos sin sentido; pero la química es
mucho más que eso. Si miramos a nuestro alrededor podemos comprobar que la mayoría de los
fenómenos que ocurren en nuestra vida diaria son fenómenos químicos, cambios que ocurren en la
naturaleza de la materia y las cualidades de las sustancias por las que estaba constituida.
Ya desde que el hombre habita la tierra, ha sido testigo de las transformaciones fisicoquímicas de
la materia como sucede al cocinarse la carne o prender una hoguera; estos hechos comenzaron a
indagar en el subconsciente de las personas buscando las causas que los producen. Así lo que ahora
se conoce como química antiguamente se le llamaba alquimia donde los alquimistas, como buenos
magos, mezclaban diferentes sustancias obteniendo extraños resultados causando gran expectación.
Uno de los principales objetivos de este artículo es la de ayudar a interpretar la realidad de los
fenómenos que nos rodean con el fin de motivar y fomentar el estudio de esta materia olvidada y en
muchos casos odiada materia. La realidad es el punto de partida a partir del cual podemos trabajar por
construir un entorno motivador para nuestros alumnos. La química nos va a permitir dar una descripción
global de las claves del funcionamiento de todo lo que nos rodea sirviendo como apoyo para las demás
ramas de la ciencia, como la física, biología, matemáticas, etc…
Desde hace tiempo despertó en mí el interés de la cocina como forma de enseñar la química no
solo por ser una vía divertida para fomentar el interés y la motivación de nuestros alumnos por esta
materia, sino también por la sencillez de los experimentos que diariamente los alumnos pueden realizar
en sus hogares.
Sin darnos cuenta estamos utilizando la cocina como un laboratorio químico donde los cacharros
que utilizamos son similares en su uso a los materiales de vidrio de los laboratorios químicos. Los
primeros alquimistas tomaron de sus cocinas ollas, alambiques, cucharas, hornos y morteros para
realizar pequeños experimentos con los que obtener mejunjes en busca de recetas para producir oro o
el elixir de la eterna juventud.
Todos los que cocinamos, en el que me incluyo, somos en cierto modo químicos; de hecho las
primeras reacciones químicas se produjeron en la cocina al cocer los huevos, hacer mayonesa, hacer
una sopa o simplemente al calentar la leche; estamos realizando un verdadero ejercicio de química que
practicamos a diario inconscientemente.
La química nos ha ayudado a conocer el por qué se producen ciertos procesos en la cocina así como el
saber de la influencia de los distintos ingredientes en el resultado final de un buen plato.
De esta manera nuestros alumnos van a poder aprender los principios de la química de los
alimentos comprendiendo el porqué lloramos al cortar una cebolla, porqué ciertas recetas exigen
bicarbonato de sodio o porqué se desprende un olor agradable al cocinar la carne.
Esta es una manera de ver la ciencia desde la cocina sin implicar grandes equipos ni costosos
materiales de laboratorio.
El interés de nuestros alumnos por la cocina es una oportunidad que debemos de aprovechar los
docentes para educarlos en el método científico al mismo tiempo que podemos tratar temas
relacionados con la salud, nutrición y los valores.
Las reacciones químicas que a continuación se detallan tratan de dar información al profesorado
de química para integrarlas en el currículum de las materias de 3ºESO, 4º ESO y Bachillerato, y así
poder exponer ejemplos fácilmente entendibles por nuestros alumnos en su práctica docente, haciendo
más atractiva nuestra materia.
En este apartado voy a exponer las reacciones químicas que normalmente y sin saberlo se desarrollan
a la hora de elaborar nuestros platos en la cocina.
A) En el pan:
El pan está presente en todas las culturas en formas muy distintas desde
el baozi chino hasta el lavash armenio. Pero ¿qué tienen en común todos
estos panes?. En la forma más sencilla, todos ellos implican en la cocina una
mezcla de granos molidos y agua.
El polvo de hornear o bicarbonato sódico son hongos que se nutren de los azúcares de la harina en
una reacción química llamada fermentación en el que se produce dióxido de carbono necesaria para
inflar la masa o pasta. El Polvo de hornear o bicarbonato de sodio se utiliza para productos horneados
rápidos que tienen una delicada estructura, tales como los panes de maíz y las galletas.
Si queremos comprobar que los hongos están vivos solo tenemos que coger un vaso de agua
templada y añadir una cucharada de levadura y otra de azúcar. En unos minutos veremos como
empiezan a salir burbujas de dióxido de carbono y alcohol producto de la fermentación.
Por último, cuando la masa esté cocida, dependiendo del tipo de pan que queramos hornear, la
levadura seguirá alimentándose y las bolsas de gas en la masa continuarán expandiéndose. Como la
temperatura de cocción de la masa aumenta, la levadura finalmente muere, el gluten se endurece, y la
masa se solidifica obteniendo el ansiado pan.
B) En los huevos:
Las proteínas están hechas de largas cadenas de aminoácidos. Las proteínas de una clara de
huevo son proteínas globulares (albúminas), es decir son largas cadenas de aminoácidos dobladas y
torcidas, gracias a unos débiles enlaces químicos que le dan una forma tridimensional esférica.
Lo primero que observamos al cocer un huevo es la presencia de pequeñas burbujas de aire que se
forman en su cáscara debido a la expansión del aire de su interior que salen por los poros de la
cáscara. En el interior del huevo las proteínas se agitan rápidamente chocando entre ellas y con las
partículas de agua debilitando los enlaces que las mantienen dobladas. Una vez que las cadenas de
aminoácidos se han abierto las partes hidrofóbicas de estas cadenas podrán ahora enlazarse con las
cadenas de otras proteínas formando una red entrelazada. Los intersticios de esta red pueden contener
restos de agua dando como resultado un gel sólido; “el huevo duro”.
Debemos de tener cuidado con la sobre cocción del huevo ya que puede hacer que se combinen algo
de azufre y de hierro para dar sulfuro que hierro, perjudicial para la salud.
¿Y si batimos el huevo?
Al batir un huevo estamos aumentando la superficie de contacto con el aire, al introducirse las
burbujas de aire entre las proteínas, modificando las interacciones hidrofóbicas al desnaturalizar las
proteínas del huevo (conalbúmina). Cuando una proteína se enfrenta a una burbuja de aire, los restos
hidrofóbicos (repelidos por el agua) se orientan hacia las burbujas de aire y los hidrofílicos (atraídos por
el agua) hacia el agua impidiendo que las proteínas enlacen entre ellas como ocurría al calentar. Esta
disposición de las proteínas permite capturar las burbujas de aire dentro de la clara dando a la mezcla
una estabilidad estructural. La gran viscosidad de la clara batida se debe a las proteínas llamadas
globulinas y ovomucina, las cuales actúan de soporte facilitando un lento drenaje necesario para que la
conalbúmina forme su red. Al aplicar calor sobre el producto resultante, el aire presente en las burbujas
capturadas se expande y se solidifica la red entorno a las burbujas impidiendo que la estructura se
derrumbe cuando estallen. Por este motivo si batimos bien huevos nos saldrá una tortilla esponjosa.
Todo el mundo sabe que, abandonados a su suerte, el aceite y el agua no se mezclan: por mucho
que agitemos nunca se mezclarán. Pero para muchas recetas, se necesita realizar dicha mezcla. La
única forma para que se pueda llevar a cabo dicha mezcla es mediante unos mediadores llamados
tensioactivos (moléculas con un extremo “hidrofílico”, atrae al agua y el otro “hidrofóbico” la repele).
La mayonesa es una emulsión, es decir, la dispersión de un líquido (aceite) en otro (huevo) en forma
de pequeñas gotitas. Muchas proteínas presentes en la yema del huevo, como la lecitina, pueden
actuar como agentes que favorezcan la emulsión.
Cuando la mayonesa se corta lo que sucede es que no hemos sido capaces de dispersar bien el
aceite ya que los ingredientes están demasiado fríos o la yema no ha proporcionado el agua suficiente
para el aceite usado.
C) En la carne:
Después de que un animal es sacrificado, la circulación sanguínea se detiene, y los músculos dejan
de recibir oxígeno necesario para producir ATP. A partir de entonces, se produce la glicólisis anaerobia,
proceso que descompone el azúcar sin oxígeno, para generar ATP a partir de glucógeno, un azúcar
almacenado en los músculos. Esta energía es suficiente para contraer los músculos y producir ácido
láctico que se acumulará en el tejido muscular. Si el contenido en ácido es demasiado alto, la carne
perderá su capacidad de almacenar agua tomando un aspecto pálido y acuoso. Si la cantidad de ácido
es baja, la carne será dura y seca.
Las moléculas de proteínas en la carne cruda se enrollan en bobinas, que se forman y se mantienen
unidas por lazos. Cuando la carne se calienta los enlaces que las mantienen enrolladas se rompen
separándose entre sí para después recombinarse con otras moléculas o coagularse. Al mismo tiempo,
la grasa responsable del sabor se funde y dispersa por toda la carne y se evapora parte del agua que
contiene la carne. Además, los aminoácidos y los azúcares de la carne expuestos a la mayor cantidad
de calor, experimentan la llamada ‘Reacción Maillard’, un conjunto complejo de reacciones químicas
producidas entre las proteínas y los azúcares similares a la caramelización de los alimentos coloreando
de marrón la costra de la carne. Como producto de la reacción se producen unas sustancias que
aportan ese sabor y aroma tan peculiar cuando asamos la carne.
El calor también disminuye el tamaño de las fibras musculares, tanto en diámetro como en longitud.
D) En el azúcar:
La sacarosa es en realidad dos azúcares más simples pegadas: fructosa y glucosa. Si lo miramos
de cerca, el azúcar tiene forma de cristales cúbicos.
¿Y si le aplicamos calor?
Cuando al azúcar le añadimos agua, los cristales de azúcar entran en la disolución. Pero no se
puede disolver una cantidad infinita de azúcar. Llegará un momento en que el azúcar precipita. En este
caso diremos que la solución está saturada.
El punto de saturación es diferente a diferentes temperaturas. Cuanto más alta sea la temperatura,
más azúcar pasará a la disolución. Al hervir agua con azúcar la solubilidad es elevada y al enfriar la
disolución la solubilidad del azúcar disminuye cristalizando el azúcar
El hecho de que se solidifique el azúcar en cristales es muy importante a la hora de realizar los
dulces. Existen básicamente dos tipos de dulces: los cristalinos “con el azúcar cristalizado visible” y los
amorfos “azúcar no visible” como en los caramelos. Una forma de evitar la cristalización de la sacarosa
en dulces es asegurarse de que haya otros tipos de azúcares como la fructosa y la glucosa, ya que
actuarán impidiendo que las moléculas de sacarosa adopten grandes estructuras cristalinas.
La costra formada sobre la leche hervida es una proteína conocida como lactoalbúmina que tiene la
propiedad de solidificarse o cuajarse cuando se hierve, y de flotar después en la superficie de la leche
formando la nata. Las burbujas quedan debajo de esta capa y presionan hasta romperla desbordando la
leche rápidamente.
El pan se tuesta al reaccionar un aminoácido presente en las proteínas del pan deshidratándolo y
formando una capa de pan seco y crujiente sobre ella; al derretir los azúcares y almidón del pan se
logra un color oscuro.
Al cortar la cebolla con el cuchillo estamos mezclando una enzima y una proteína produciendo un
compuesto sulfurado llamado óxido sulfúrico de propanoetiol que ataca las glándulas lagrimales y
produce ese olor característico. Al ser soluble en agua, al cortar la cebolla con el cuchillo mojado en
agua evitará el que lloremos.
Al igual que en la cebolla, el ajo posee una proteína (aliina) y una enzima (aliinasa) que mezcladas
al cortar el ajo con el cuchillo, producen un compuesto sulfurado produciendo el gusto y olor
característico del ajo.
Los vegetales tienen ese color verde debido a presencia en sus hojas de la clorofila. La clorofila
reacciona con los ácidos (vinagre, limón, etc..) dándole un cambio de color bronce a las hojas. Los
pigmentos amarillos y anaranjados de ciertas verduras también son atacados por los ácidos cambiando
el color de sus hojas.
Las bases como el bicarbonato sódico cambian el color verde de la clorofila a blanco.
Las verduras blancas como cebollas o pepinos en contacto con hierro o aluminio, presentes en los
recipientes de cocina, se oscurecen bastante.
Aunque los aceites de oliva, de girasol, y los que usualmente utilizamos en nuestros hogares son
buenos para nuestra salud, al calentarlos en la fritura o en el rehogado sus propiedades varían. Los
aceites se transforman en otro tipo de grasas, estas saturadas, que favorecen el asentamiento del
colesterol en las arterias aumentando los riesgos cardiovasculares.
Cuando el aceite humea o huele a frito es porque está quemado pasando a contener sustancias
toxicas para el organismo. Peor resulta cuando este aceite se reutiliza en diferentes frituras ya que se
enrancia fácilmente.
Además, la fritura absorbe aceite en gran cantidad resultando de digestión más lenta a parte de la
gran cantidad de calorías que proporciona.
Autoría
Nombre y Apellidos: Carlos Vázquez Salas
Centro, localidad, provincia: IES Miguel de Cervantes, Lucena, Córdoba
E-mail: [email protected]