2 Bachillerato. El Teatro Anterior A 1936
2 Bachillerato. El Teatro Anterior A 1936
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Otras orientaciones que conviven con las citadas son el teatro social, de
trasfondo socialista o anarquista, y los grupos vanguardistas, que intentaron
crear un nuevo concepto del drama en España.
1. EL TEATRO COMERCIAL
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vicios y defectos de las costumbres burguesas. Escribe obras ambientadas en
interiores cosmopolitas y decadentes, como La mariposa que voló sobre el mar;
otras de ambiente provinciano, como Pepa Doncel, y algunos dramas rurales,
como Señora Ama o La malquerida (1913), otra de sus obras más conocidas,
donde no domina la habitual ironía benaventina, sino una visión cruda de los
sentimientos, con un lenguaje directo y sobrio.
Un gran éxito de público obtuvo también este teatro, cuya finalidad era el
entretenimiento, basado casi siempre en la presentación de costumbres y tipos
populares, a la manera de los sainetes del siglo XVIII o el género chico del XIX.
Los autores más representativos son:
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Pedro Muñoz Seca, creador de un subgénero cómico, el astracán (o
astracanada), que se basa en situaciones disparatadas y en los juegos de
palabras, con el único fin de provocar la risa. Su obra más famosa es La
venganza de don Mendo (1918), hilarante parodia de los dramas históricos
neorrománticos y del teatro en verso.
F Cabe señalar, además, que dentro del teatro cómico se representaron obras correspondientes a
diversos subgéneros mixtos (con música): opereta, revista, vodevil. Aunque no es propiamente
teatro cómico, hemos de señalar que también la zarzuela contaba con el favor del público.
2. EL TEATRO RENOVADOR
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Dentro de la generación del 27 (no exclusivamente poética, como
sabemos), mencionaremos a Rafael Alberti, con alguna obra de carácter
surrealista, como El hombre deshabitado, y otra donde muestra su giro hacia la
literatura comprometida, Fermín Galán. Alejandro Casona, que mezcla humor
y lirismo en La sirena varada y Otra vez el diablo, y continúa después su
producción en el exilio: La dama del alba es su mejor obra. Destacan en él la
habilidad constructiva y la equilibrada combinación de realidad y fantasía.
Max Aub escribió comedias de vanguardia, cuyo tema central es la incapacidad
del hombre para comprenderse y para comunicarse, como se ve en Narciso.
Sus obras más importantes serán las del exilio: Morir por cerrar los ojos.
Miguel Hernández, después de un auto sacramental (Quien te ha visto y quién
te ve), escribió una obra de tema social en verso, El labrador de más aire.
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Rosita la soltera tiene como protagonista a una mujer frustrada, aunque en
este caso se trata de un drama sobre la espera inútil del amor.
Ramón José Simón Valle Peña, conocido como Ramón María del Valle-Inclán, nació en Villanueva de
Arosa (Pontevedra) en 1866. En 1892 abandonó sus estudios de Derecho y marchó a México y Cuba. De
vuelta en España se instaló en Madrid, donde llevó una vida bohemia.
Por sus orígenes y por su sensibilidad, se mostró anti-burgués. Su aversión a la civilización burguesa,
que considera mecanizada y fea, y su repulsa del liberalismo, le llevan a ensalzar los viejos valores de la
sociedad rural tradicional en que se había formado, proclamándose carlista. Pero, a partir de 1915, dará
un giro radical: se sigue oponiendo a lo mismo, pero desde posiciones revolucionarias, y llega a
enfrentarse abiertamente a la dictadura de Primo de Rivera, para ingresar después en el Partido
Comunista. De figura inconfundible – largas barbas, melena, vestido con capa y chalina – y centro de
todas las tertulias, se dedicó por entero a la literatura (fue, además de dramaturgo, poeta y novelista)
hasta su muerte, ocurrida en Santiago de Compostela en enero de 1936.
Etapa decadentista
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Las principales obras dramáticas de esta etapa son las Comedias
Bárbaras (de cuya trilogía sólo publicó dos en este periodo, Águila de Blasón y
Romance de lobos) y El embrujado.
Etapa expresionista
En estas obras late el sentido crítico de la generación del 98. Fustiga las
dictaduras hispanoamericanas1 y españolas, y los falsos valores de la España
de la Restauración a través de su presentación de la España de Isabel II en la
serie El ruedo ibérico y Farsa y licencia de la reina castiza. Cabe mencionar
también la tragedia de aldea con Divinas palabras; los autos para siluetas
Ligazón, Sacrilegio; los melodramas para marionetas La rosa de papel y La
cabeza del Bautista, además de las farsas.
Pero dentro de esta etapa de Valle son los esperpentos los que más han
atraído la atención de la crítica: Luces de bohemia, Los cuernos de don Friolera,
La hija del capitán y Las galas del difunto.
EL ESPERPENTO
En este diálogo entre Max y don Latino la nueva visión y la nueva técnica
esperpéntica se nos daban unidas a conceptos de mucho más alcance y valor:
el sentido trágico de la vida española, la consideración de España como una
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Inauguró la llamada novela “de dictador”, con su Tirano Banderas.
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Desde este instante hay que añadir a las acepciones que daba el diccionario de la palabra (una persona o cosa
notable por su fealdad o mala traza; otra habla de “desatino y absurdo”), una tercera: clase particular de obra
dramática en la que concurren lo feo y de mala estampa, lo desatinado y lo absurdo.
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caricatura de la civilización europea. Es un grito de protesta ante una sociedad
hipócrita, insensible ante las injusticias. El esperpento en un grito que
despierta y un dedo que señala el desesperado modo de vivir lo español, porque
la sociedad española es una sociedad en la que la verdad, la justicia, los
valores auténticos han sido sustitutitos por máscaras vacías de sentido.
Valle Inclán, que pasaba, y con razón, por caudillo del bando opuesto, de
los modernistas, se siente un día herido por el famoso dolor de España. De la
herida lo que brota es el esperpento y sus tipos son héroes grotescos de la
angustia por España. Su obra, que parecía tan poco española, tan galicista,
enlaza entonces con la de otros grandes creadores que anticiparon la estética
expresionista: Quevedo, castigador feroz; Velázquez, pintor de infantas y de
enanos; Goya, de los tapices a los disparates.
Pero Valle, además, fue mucho más allá de lo que permitían las
convenciones escénicas de su tiempo. Frente a lo que él llamaba “un teatro de
camilla casera”, se declaró partidario de un teatro “de numerosos escenarios” y
hasta “que siga el ejemplo del cine actual”. No se doblegó a los prejuicios
estéticos o sociales de público y empresarios. Así, consciente de que sus obras
tendrían dificultades para ser representadas, hace sus acotaciones tan
literarias como el diálogo mismo.