Los Años Rebeldes: España 1966-1969, Manuel Espín
Los Años Rebeldes: España 1966-1969, Manuel Espín
Los Años Rebeldes: España 1966-1969, Manuel Espín
www.kailas.es
www.twitter.com/kailaseditorial
www.facebook.com/KailasEditorial
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1. Una sociedad en marcha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
2. Universidad, la primera crisis del Régimen . . . . . . . . . 25
3. Una generación en movimiento . . . . . . . . . . . . . . . . 53
4. La bomba perdida de Palomares . . . . . . . . . . . . . . 65
5. Explota la Universidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
6. París: El volcán de las utopías . . . . . . . . . . . . . . . 111
7. La conexión España-París . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
8. Los diversos Mayos del 68 . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
9. La singular revuelta del 68 alemán (e italiano) . . . . . . 173
10. La música de la revuelta . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
11. El elevado precio de la disidencia . . . . . . . . . . . . . 193
12. Vietnam: Tan lejos, tan cerca . . . . . . . . . . . . . . . . 201
13. El caso Matesa abre nuevas brechas . . . . . . . . . . . . 213
14. Flores y piedras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
15. Prensa, con ley y sin ley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
16. Nuevas culturas, nuevos lenguajes . . . . . . . . . . . . . 255
17. Franquismo sociológico y quiebra de valores . . . . . . . 265
18. Las élites se suben al carro de la rebeldía . . . . . . . . . 281
19. La luz del Concilio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
20. Mujeres en busca de visibilidad . . . . . . . . . . . . . . 301
21. El 68 y la proyección en el tiempo . . . . . . . . . . . . . 311
22. El final de un ciclo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337
Cronología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339
S
in que necesariamente aparezca una sola fecha o una re-
ferencia única de arranque, la década de los 60 aportó a
las sociedades occidentales cambios que iban mucho más
allá de las culturas y las estéticas, afectando a los estilos de
vida y, directamente, a las ideologías y las expresiones sociales y
políticas. Ese conflicto tuvo unas características diferentes en Espa-
ña, bajo una dictadura que, por el momento, no tenía posibilidad
alguna de cambio. Más allá de la presencia clandestina de fuerzas
políticas y sindicales, que nunca llegaron a poner completamente
en peligro al Régimen, se había empezado a evidenciar una inquie-
tud generacional. Tenía algunos puntos en común con los de otros
países, aunque con unas características marcadamente propias.
Unos jóvenes que llegaban a los espacios sociales en un Occidente
que se resistía a las transformaciones, donde acabaron por generar
abundantes conflictos y choques de percepciones. Pese a la severi-
dad con la que el franquismo intentó controlar el discurso social
y cultural que había dominado sin fisuras desde 1939, a mitad de
los 60 ese contenido se mostraba deteriorado; en fase de regresión
o condenado a la extinción por su obsolescencia. Al conflicto ge-
neracional, habitual en otras sociedades bajo el escaparate de los
pronunciados cambios de estética, se unió en el caso de España la
11
12
13
14
15
16
O
ctubre de 1969. Franco releva a Lacalle, el ministro
del Aire. Su nombre completo es José Daniel Lacalle
Larraga* (1897-1981) y es el teniente general del arma
de Aviación. Desde 1962 se sentaba en el Consejo de
Ministros. Es el «héroe militar» en la guerra de Marruecos y uno
de los primeros pilotos militares españoles. En 1936 encabezó una
columna de requetés incorporada a los sublevados. Ha pertenecido
a la élite social del Ejército desde su juventud. En 1923 se casó en la
iglesia del Buen Suceso de la calle de la Princesa de Madrid, en pleno
corazón del barrio de Argüelles, con María de Sousa. Era la sobrina
del general Arturo de Sousa Regoyos, uno de los militares más co-
nocidos de la época y director de la Academia de Caballería, entre
otros destacados cometidos. En el enlace del teniente del Aire con
María firmaron como testigos personajes como el infante Alfonso
de Borbón, el marqués de Urquijo y diversos generales de resonantes
apellidos en la monarquía de Alfonso XIII.
El destacado militar llega a general y es ascendido a los más
elevados puestos de su arma. Entre los hijos del matrimonio Lacalle-
* Hijo de Tirso Lacalle Yabar (1845-1920), guerrillero liberal navarro y personaje de las gue-
rras carlistas, uno de los veinticuatro supervivientes de la matanza de Cirauqui de 1873, de
donde le vino el apodo de Cojo de Cirauqui, participante en la contraguerrilla. Tuvo una vida
que parece extraída de un relato de ficción y su biografía transitó por Filipinas antes de la
independencia de la colonia española.
17
18
* Según Pedro Vega y Fernando Jáuregui en Crónica del antifranquismo. Planeta: Barcelona,
2006, pág. 368.
19
* Nacido en San Sebastián en 1938, Nicolás Sartorius de las Asturias Bohorques es hijo de los
Condes de San Luis, desciende de de Luis José Sartorius, quien fuera jefe de gobierno y
presidente de las Cortes con Isabel II. Nicolás fue abogado, político, escritor sobre temas
sociales. Militará en el FLP y más tarde en el PCE. Interviene en la fundación de Comisiones
Obreras (CCOO). Es detenido y condenado en diversas ocasiones, imputado en el proceso
1001, y permanecerá seis años en prisión. Fue miembro del secretariado, el Comité Ejecutivo
del Comité Central del PCE. Es elegido diputado en el Congreso en la II, III y IV legislatura
por el PCE e IU, de quien fue portavoz. Después se une a Nueva Izquierda. Con diversos
libros publicados y una presencia constante en la prensa de opinión, en la actualidad es vi-
cepresidente de la Fundación Alternativas.
20
21
* José Luis de Arrese (1905-1986) fue un arquitecto bilbaíno que entró en la Falange a poco
tiempo de haberse creado el partido. Se casó con María Teresa Sáenz de Heredia, prima del
fundador José Antonio. Participó plenamente en la guerra de facciones del primer fran-
quismo. Estuvo vinculado a Manuel Hedilla, contrario a la unificación de Falange Española
con los tradicionalistas, fue encarcelado y estuvo a punto de ser condenado a muerte. Se libró
gracias a la intercesión de Serrano Suñer ante su cuñado Franco. En adelante, Arrese se
convertiría en uno de los personajes falangistas más importantes dentro del aparato del
Régimen. En 1941 es elevado al puesto de Ministro Secretario General de FET y de las
JONS, el Partido Único ahora dócil ante Franco. En 1943 se entrevista con Hitler en Alema-
nia. Cuando los aliados habían empezado a revertir el curso de la guerra, el Caudillo pide a
Arrese y a otros falangistas evitar públicamente las declaraciones de simpatía hacia el Eje.
Durante esta etapa, Arrese controla áreas muy importantes, como la prensa y la propaganda.
Es cesado cuando la victoria aliada impone un cambio de estéticas.
Tras la crisis de 1956, con motivo de los sucesos estudiantiles de Madrid que determinan
la salida de Ruiz-Giménez y de Fernández Cuesta del gobierno, Arrese vuelve a hacerse
cargo de la secretaría de Falange y se sienta otra vez en el Consejo de Ministros. En estos
años elabora un proyecto de institucionalización de un estado nacional-sindicalista, que el
dirigente falangista define como la consecución de unas aspiraciones revolucionarias sin
realizar, lo que en esa terminología se denominará hasta prácticamente el final del Régimen
como «revolución pendiente».
El proyecto Arrese chocará de lleno con el Ejército, la Iglesia católica y la nueva tecno-
cracia emergente vinculada al Opus Dei y acaba por ser archivado para siempre por
Franco. Se consideró el último intento de instauración de un régimen falangista. Tras ser
cesado como ministro secretario general del partido, entre 1956 y 1957 detentó la cartera
de Vivienda nada más haber sido creada.
22
23
* Franco Salgado-Araujo, Francisco: Mis conversaciones privadas con Franco. Planeta: Barce-
lona, 1976, pág. 525. A falta de unas memorias del propio Caudillo, las anotaciones de su
primo y Teniente General, jefe de la Casa Militar y secretario privado pueden ser considera-
das el texto más cercano. En esta época distintas referencias de Salgado-Araujo (1890-1975)
mencionan las revueltas estudiantiles. La publicación del libro a muy poco de la muerte de
Franco tuvo una gran repercusión y polémica dentro de las distintas familias del Régimen.
** El obispo Luis Alonso Muñoyerro (1888-1968), graduado en Teología y Derecho Canónico
por la Universidad de Comillas, obispo de Sigüenza (1944), académico de la Real Academia
de Farmacia (1949) y Vicario General Castrense (1950). Durante la primera parte del Con-
cilio se mostró disconforme con la declaración conciliar sobre libertad religiosa. Su punto de
vista, como el de otros sectores del episcopado español, era que la unidad religiosa de España
debía ser preservada frente a cualquier intento de proselitismo de otras confesiones, a dife-
rencia de sociedades donde venían conviviendo diversas religiones, como Estados Unidos.
24
«Para ti, patria, árbol arrastrado, sobre los ríos, ardua España mía
un nombre de la luz que ha alborotado: alegría».
Blas de Otero (1919-1979)
E
l primer aviso serio de que se empezaba a asomar tí-
midamente otra generación, sin que ello supusiera un re-
cambio, se produjo en 1956 con los sucesos de Madrid
que escenificaron por primera vez las disidencias entre el
núcleo duro del Régimen y los «hijos de los vencedores». Excepto
en los intentos aislados de militares monárquicos bajo un modelo
autoritario y por contados momentos después de 1945, cuando la
monarquía de Don Juan de Borbón tenía alguna papeleta para ser
instaurada con el viento en las velas de los aliados, en ningún ins-
tante el franquismo perdió el timón. Ni siquiera en los momentos
más duros del boicot internacional. Franco se mostró astuto sin
mover una ceja, desplazando discretamente a la estética «azul» por
la católica, con el Vaticano de Pío XII como valedor y el cortejo
descarado hacia el nuevo centro de poder, Estados Unidos. Superó
el boicot de Naciones Unidas en muy pocos meses, sin ceder a la
tentación ni a la presión externa para imponer una monarquía au-
tocrática y burocratizada. El aislamiento tenía un alto precio social
y económico. El resto de los estados salían, todavía con el olor a
humo de las ruinas de la Guerra Mundial, con una retórica de bue-
nos deseos y palabras de gran sonoridad. Aunque muy pocos meses
más tarde, las tensiones de la Guerra Fría y el conflicto de Corea
vencían las últimas reticencias hacia el Régimen, en esa época coro-
25
26
27
28
29
* Vasco nacido en 1932, hijo de un violinista y de una francesa judeopolaca, Múgica Herzog
descubrió a los catorce años sus orígenes culturales. Estudiante y más tarde licenciado en
Derecho en Madrid, tuvo una activa participación en el intento de celebrar el congreso de
escritores jóvenes, por lo que fue encarcelado tres meses en 1956. Múgica, que militó en el
PCE hasta 1967, volvió a prisión en 1959, 1962 y 1967, año en el que abandonó su antiguo
partido para militar en el PSOE en la clandestinidad. Defendió a diversos procesados por el
Tribunal de Orden Publico. En 1974 tuvo una importante participación en el congreso del
PSOE en Suresnes, de donde saldría elegido Felipe González como número uno. Secretario
de coordinación de dicho partido y representante en la llamada Plata-Junta de la oposición
democrática. De 1977 a 2000 fue diputado en el Congreso y ministro de Justicia entre 1988
a 1991 con el presidente González. El asesinato de su hermano Fernando por ETA le llevó a
una línea más radical contra el nacionalismo rechazando cualquier intento de diálogo, in-
cluso las tentativas del gobierno Zapatero. Mantuvo relaciones privilegiadas con el gobierno
de Israel. Entre 2000 y 2010 fue elegido Defensor del Pueblo, por acuerdo entre el gobierno
de Aznar y el PSOE.
** Blas Pérez González (1898-1978), canario de la isla de La Palma, falangista, ejerció como
Ministro de la Gobernación, Delegado Nacional de FET y de las JONS, Fiscal del Supremo
y catedrático de Derecho Civil, precisamente en la Complutense, cuando esa facultad era uno
de los centros de la revuelta. Imputado por el juez Garzón dentro de las tres decenas de altos
cargos a los que el sumario emprendido acusaba de supuestos delitos de detención ilegal y
crímenes contra la Humanidad durante la Guerra Civil y la posguerra, sumario por el que
Garzón fue imputado por prevaricación por parte del Supremo al entender que no tenía
competencias para iniciarlo, sin que el alto tribunal entrara en el fondo del tema.
30
31
* Gabriel Elorriaga (1930), nacido en El Ferrol, detenido por estos sucesos, acabaría por con-
vertirse en responsable de publicaciones del Instituto de Estudios Políticos. Con la llegada
de Fraga Iribarne al Ministerio de Información y Turismo en 1962 se constituirá en uno de
los personajes clave de esa cartera, como jefe del gabinete técnico hasta que Fraga sea cesado
en 1969 de resultas del caso Matesa. Desde esta época estuvo vinculado personalmente a la
figura de Manuel Fraga, participando en la creación de Reforma Democrática, más tarde de
Alianza Popular, luego reconvertida en Partido Popular, de la que fue diputado entre 1982
y 1996 y senador de 1996 a 2008.
** Juan Antonio Matesanz estudió Derecho y se licencio en Ciencias Políticas. Intervino en la
fundación de la Agrupación Socialista Universitaria y más tarde de la FUDE: «Fui uno de
los pocos que no entré en el PCE. Yo no era leninista, y estaba muy de acuerdo con lo que
había expresado Indalecio Prieto: “Soy socialista a fuer de liberal”». Durante un año cola-
boró para el Diccionario de María Moliner: «En aquella época se trabajaba con fichas he-
chas a mano, no había Internet… Moliner era muy exigente». Impartió clases en centros
universitarios, tanto de España como de Italia, donde trabajó como ayudante de Norberto
Bobbio. Condenado y encarcelado entre 1963 y 1965, se convirtió en traductor tanto de
ensayo como de ficción en francés, inglés e italiano, además de escribir para distintos medios
y participar en múltiples iniciativas de carácter cultural y de impulso a los valores democrá-
ticos.
32
33
34
35
36
37
38
* Nacido en 1940, Carlos López Riaño pasó por NIU y el FLP, ingresó en 1966 en el PSOE,
donde fue dirigente histórico de Izquierda Socialista y de la que salió por discrepancias inter-
nas en 1987. Opuesto a la entrada en la OTAN, fue reprobado por el Comité Federal del
PSOE: «Tengo un enorme cariño por Felipe González, pero aquello fue lamentable. Perdimos
ocasión de hacer un gran discurso de política internacional. Teníamos que haber recordado a
los aliados: “En cuarenta años de fascismo ustedes no hicieron nada por la democracia en
España. Pero ahora tienen la ocasión de hacerlo, hay una deuda pendiente suya pendiente con
los españoles. Somos un país occidental, democrático, vinculado con la UE, pero déjenos ser
como Irlanda que tampoco está en la OTAN y comparte los mismos valores que nosotros.
Respeten nuestra historia. Los aliados no tuvieron un detalle con la España exilada. La em-
bajada americana durante muchos años no fue clara respecto a la oposición democrática”».
Diputado por el PSOE entre 1982-1996, durante la ii, iii, iv y v legislatura, y miembro de
la Comisión constitucional, las de Justicia e Interior y Mixta Congreso Senado para el informe
de las Drogas en España. En 1994 fue nombrado secretario de Estado y delegado del Go-
bierno para el Plan Nacional sobre Drogas en sustitución del juez Baltasar Garzón: «De mi
carrera en la política destaco cuando nada más llegar el PSOE al gobierno en 1982 logré que
el Grupo Parlamentario que debatía el sometimiento de las Fuerzas Armadas al gobierno
elegido de manera democrática apreciara un error gramatical muy importante, que al final
Narcís Serra aceptó, y mi paso por el Plan Nacional sobre Drogas. Intentamos transformar el
punto de vista que la sociedad tenía sobre el toxicómano, creíamos que era un enfermo. En
esa época todavía Corcuera o García Vargas eran partidarios de aplicarles el Código Penal.
Pero ese no era el camino: se necesitaba distinguir entre el narcotraficante y unas víctimas que
podían ser nuestros propios hijos. Rectificar ese discurso social era elemental. Así consegui-
mos que se aprobara el embargo de los bienes propiedad de los narcotraficantes, como ocurrió
con Olegario Oubiña y su finca vitivinícola: lo celebramos con Carmen Avendaño y las Ma-
dres Contra la Droga con una fiesta y un concierto al aire libre. Me congratulo de que hoy,
tras cumplir su condena, Oubiña quiera ayudar a las víctimas. En esa época al frente del Plan
tuve muchas ayudas y colaboraciones, por ejemplo agradezco mucho la excelente relación de
amistad con Carmen Romero que he mantenido posteriormente. Recuerdo que hablé con
Aznar y acabó entendiendo el cambio de discurso sobre las drogas. Especialmente con Gon-
zalo Robles, que me sustituyó al frente del Plan (no de la Secretaria de Estado, que se eliminó
cuando el gobierno del PP rebajó su rango administrativo)».
39
40
41
42
* Luis Gámir (1942-2017) cursó Derecho en Madrid y Comercio Exterior en Oxford. Fue
técnico comercial del Estado, economista y catedrático de Política Económica en la Complu-
tense. Con Adolfo Suarez en la presidencia del Gobierno se coinvierte en Secretario General
Técnico del Ministerio de Agricultura, director del Banco Hipotecario y secretario de Estado
de la Seguridad Social. Diputado por UCD en el Congreso, en 1980 Adolfo Suarez le nombra
Ministro de Comercio y Turismo, y con Calvo-Sotelo en la presidencia, de Transportes y
Comunicaciones. Tras la desaparición de UCD abandona la política activa. Reaparece en
1991 a través de su militancia en el PP, donde acaba por ejercer como Coordinador Jefe de
Economía y miembro de la ejecutiva nacional. Resulta elegido diputado al Congreso en
1993, 1996, 2000 y 2004. En 2006 fue vicepresidente del Consejo de Seguridad Nuclear.
Más tarde, presidente del Consejo Consultivo de Privatizaciones.
43
44
45
46
* Entre ellos, José Pedro Pérez-Llorca, José María Maravall, Narcís Serra, Joaquín Leguina,
Jaime Pastor, Manuel Castells, Carlos Romero, Nicolás Sartorius, Ignacio Fernández de
Castro, Antonio López Campillo, José Oneto, Miquel Roca i Junyent, Jesús Aguirre, César
Alonso de los Ríos, Manuel Vázquez Montalbán, Pasqual Maragall, Ignacio Quintana, José
Luis Leal o el estudiante Enrique Ruano, del que se habla más adelante.
47
48
49
50
Para ver
Muerte de un ciclista, 1956. Dir.: Juan Antonio Bardem. Con Alberto Clo-
sas y Lucía Bosé.
Un accidente sirve para desvelar un mundo oculto en una élite social en
la que se entremezcla el amor y la infidelidad, el chantaje y la corrupción.
En una de las mejores películas de Bardem y un título clave en el cine
español. Aparecen referencias muy suaves de los sucesos de 1956, aunque
de manera casi subliminal, solo el espectador de la época más «enterado»
podía ser capaz de captar.
Para leer
Jáuregui, F. y Vega, P.: Cónica del Antifranquismo. Planeta: Barcelona, 2007.
Largo y minucioso recorrido documentado por los diferentes tipos de
resistencia contra la dictadura entre 1939 y 1975.
51
«No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie pero
si alguien cierra los ojos ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!».
Federico García Lorca (1898-1936)
D
urante el primer lustro de la década de los años 60,
los españoles habían adquirido la percepción de que
el mundo se estaba moviendo de una manera cada vez
más acelerada. También se daban cuenta de que el dis-
curso hegemónico de la década anterior basado en una dialéctica
de rígidos dogmatismos se quebraba por los cambios producidos
en el tablero internacional (descolonización, llegada de Kennedy a
la Casa Blanca, desestalinización, etc.) y especialmente en la Igle-
sia católica del Concilio Vaticano II. Sin embargo, persistían los
argumentos de la Guerra Fría con nuevos escenarios (Cuba, Amé-
rica Latina, Sudeste Asiático, África, etc.) y se crearon figuras de
recambio de ese viejo discurso. Pese a ello se iba abriendo paso
un hecho cultural caracterizado por el deterioro de diversos dog-
mas, por una acentuada transformación de los lenguajes capaces
de generar una nueva cultura y unos mitos, dentro de un crecien-
te proceso de valoración de conceptos antaño despreciados y aho-
ra rescatados en olor de prestigio, primero por las élites y luego
por más amplias mayorías: rebeldía, apertura, revolución, aggior-
namento, cambio, renovación, libertad, diálogo, etc. Estas pala-
bras estaban conjugadas en grados de intensidad muy distintos.
Ese cambio de percepciones estaba ya presente en España en el
periodo 1960-65, incluso entre sectores de las estructuras del fran-
53
54
55
56
* En los años 50 se habían producido varios regresos entre los científicos. Estaban propiciados
en buena medida por Joaquín Ruiz-Giménez en su etapa como ministro de Educación Na-
cional. Los precedentes anteriores no habían sido precisamente prometedores. El regreso de
Ortega y Gasset lo convirtió en un incomprendido en su propio país, con un recibimiento
escasamente lucido. Ruiz-Giménez, aún en esa época en un proceso de evolución desde el
nacionalcatolicismo a una democracia cristiana progresista, debía ser consciente de los es-
tragos de la depuración de republicanos de la primera posguerra. Uno de los casos más es-
candalosos fue la muerte en el exilio del prestigioso físico de Lanzarote, Blas Cabrera
(1878-1945). Con Ruiz-Giménez había vuelto en 1953 de su forzosa estancia en Reino
Unido el físico Arturo Duperier (1896-1959), depurado tras la Guerra Civil con la peregrina
acusación de no aprovechar su viaje a Paris en 1937 para desertar a favor de la España na-
cional. Lamentablemente, a Duperier no se le permitió traer el laboratorio donado por los
físicos británicos. Ni siquiera pudo continuar investigando y tuvo que limitarse práctica-
mente a participar en algunos cursos teóricos.
La concesión del Nobel de Fisiología o Medicina a Severo Ochoa (1905-1993) debió ser
embarazoso, para el Régimen por las circunstancias de su exilio en Norteamérica. Sin em-
bargo, el propio Severo, con posterioridad al galardón, reanudó enseguida los contactos con
España, donde no llegó a trasladar definitivamente su residencia hasta 1985.
En la segunda mitad de los años 60 se dio luz verde a regresos favorecidos por la admi-
nistración Fraga. Uno de los más sonados fue el del escritor Max Aub (1903-1972), que en
1969 pisaba por primera vez tierra española desde 1939. Su periplo alcanzó características
amargas, tal y como relata en su libro publicado en México en 1971, La gallina ciega (Alba:
Madrid, 2009). Se encontró con una sociedad muy distinta a la que imaginaba, en la que era
prácticamente un desconocido. En el texto pone en boca de personajes del mundo de la
cultura, que aparecen bajo nombres supuestos para no ser identificados, opiniones muy
duras sobre esa realidad en la que él parecía haberse convertido en una sombra.
También en 1966 había retornado el médico y científico catalán Josep Trueta (1897-
1977). También lo hizo en 1970 Américo Castro (1885-1972), entre otros. Sin embargo, el
retorno era un arma de doble filo y suponía pisar terreno resbaladizo. El ejemplo más pal-
pable fue el del escritor teatral Alejandro Casona, más representado en los primeros años 60
que en el resto de su carrera, acogido por el público más burgués y recibido con desprecio
por la nueva crítica, que consideró su teatro poético absolutamente anticuado y pasado de
moda. Otras operaciones retorno se quedaron en tentativas, como la de Pablo Picasso, obje-
tivo de varias iniciativas desde los aledaños del franquismo por su altísimo carácter simbó-
lico. Sin embargo, Margarita Xirgu o Pau Casals se quedaron sin volver a pisar su tierra
natal. El segundo regreso de Buñuel al cine español con Tristana (1969), después de su primer
retorno diez años antes con Viridiana (1960), se trata más adelante.
57
58
59
* Aunque la censura no permitió estrenar Hair, una versión libre y censurada que utilizaba
algunas de sus escenas y canciones se representó en una sala de fiestas madrileña. Resulta
extraña la manera con la que parcialmente llegaban los ecos de las nuevas imágenes
exteriores.
60
61
* Era evidente que, incluso dentro del sector azul, el bloque no era monolítico. Tampoco lo
había sido en sus años heroicos, aunque el barniz retórico cubría por igual a todo su dis-
curso. Ahora se marcaban dentro de este sector dos realidades impuestas por motivos pura-
mente generacionales: una casta directa heredera de las esencias del Régimen, con sus mismos
discursos de antaño y en riesgo de aparecer como figuras de museo de cera, y un grupo cada
vez más amplio de funcionarios burócratas más jóvenes crecidos bajo las faldas del Movi-
miento. Este grupo había asumido cambios de estilo y de estética, como la que simbolizaba
el abandono parcial de la peculiar chaqueta de los Consejeros que recordaba a los tiempos
de uniformidades de la posguerra y la cercanía a un nuevo lenguaje. Se trataba de unos casi
tecnócratas surgidos dentro del propio Movimiento o de sus instituciones, como los que
simbolizarían con el paso del tiempo Adolfo Suárez o Rodolfo Martín Villa.
62
63
351