Lectura Dialógica
Lectura Dialógica
Lectura Dialógica
SÍNTESIS: En este trabajo se aborda el estudio de la lectura dialógica enmarcada en una más
amplia concepción de aprendizaje que tiene sus fundamentos en las prácticas (comunidades de
aprendizaje), teorías (Freire, Habermas, Searle) e investigaciones (includ-ed) más relevantes de la
actual sociedad de la información, situando en este nuevo contexto las aportaciones dialógicas
anteriores. Esto permite entenderla como una instancia coordinante de las actividades de
aprendizaje que realizan todas las personas que interaccionan con los niños, especialmente
quienes conviven con ellos en las aulas y en los domicilios, es decir, el profesorado y las familias.
Aquí se intenta demostrar cómo los centros que han adoptado esta concepción de aprendizaje
dialógico están consiguiendo mejorar y acelerar el aprendizaje de la lectura y la escritura de todos
los educandos con más espacios y más personas que las tradicionales de la escuela heredada de la
sociedad industrial. Así mismo, se constata cómo se promueve la lectura de los familiares en casa y
también en el espacio escolar a través de las tertulias literarias dialógicas que consiguen que
personas que nunca han leído un libro disfruten de obras de Safo, Joyce o Lorca. Resulta
auspiciosa, además, la colaboración directa de familiares, de diversidad de profesionales y del
voluntariado en el aprendizaje de la lectura y la escritura que realizan los estudiantes, no solo en el
horario lectivo sino también fuera de clase.
1. Introducción
Hay centros educativos que ya están superando el anclaje en las prácticas y concepciones
elaboradas durante la sociedad industrial y han comenzado a situar su aprendizaje de la lectura en
el contexto sociocultural de la sociedad de la información: en sus mejores prácticas, en sus teorías
más importantes y en sus investigaciones más relevantes. Algunos de esos centros reciben el
nombre de «comunidades de aprendizaje» y trabajan mancomunadamente en ambos lados del
Atlántico (1).
Diversos autores se han referido a la naturaleza dialógica del lenguaje y de la condición humana
(Bakhtin, 1981; Mead, 1990; Vygotsky, 1986) así como del diálogo como un requisito indispensable
para la convivencia entre personas (Habermas, 1987; Freire, 1997). La pers-pectiva dialógica en el
aprendizaje se puede definir a través de la in-ter-acción social entre personas, mediada por el
lenguaje. A través del diálogo las personas intercambian ideas, aprenden conjuntamente y
producen conocimiento, encontrando y creando nuevos significados que transforman el lenguaje y
el contenido de sus vidas.
La lectura dialógica es el proceso intersubjetivo de leer y com-prender un texto sobre el que las
personas profundizan en sus in-ter-pre-taciones, reflexionan críticamente sobre el mismo y el
contexto, e intensifican su comprensión lectora a través de la interacción con otros agentes,
abriendo así posibilidades de transformación como persona lectora y como persona en el mundo.
De esta forma, la lectura dialógica implica desplazar el centro del acto de significado de una
interacción subjetiva entre persona y texto a nivel individual hacia una interacción intersubje-tiva
entre niños y/o personas adultas en relación con el texto.
El aprendizaje orientado hacia niveles evolutivos que ya se han alcanzado resulta ineficaz desde el
punto de vista del desarrollo total del pequeño. [...] El aprendizaje despierta una serie de procesos
evolutivos internos capaces de operar solo cuando el niño está en interacción con personas de su
entorno y en cooperación con algún semejante [más capaz] (pp. 137-139).
La zona de desarrollo próximo –o potencial de aprendizaje en colaboración con los demás– incluye
las interacciones con todas las personas adultas y más capaces del entorno, además del
profesorado y de los compañeros de aula. La perspectiva transformadora del psicólogo soviético,
marcada por el contexto revolucionario de su época, ha sido a menudo poco resaltada.
Reflexionando sobre las aportaciones vygotskyanas, Wells (1981) indica que la actividad
intersubjetiva se puede contemplar desde el punto de vista de cada una de las personas
participantes como individuos que aprenden a través de su interacción, o desde el punto de vista
de las prácticas sociales en las que estas personas participan, o sea, desde los elementos
mediadores que se utilizan y su repercusión en el aprendizaje. En cualquier caso, el sentido de la
interacción y la reciprocidad sigue estando presente.
Bakhtin concibe la vida humana como un proceso dialógico en el que encontramos significado solo
a través de nuestras interacciones con los demás. Para el autor, en general, las relaciones
dialógicas son un fenómeno más amplio que el mero intercambio de palabras, son un fenó--meno
universal presente en todas las manifestaciones y discursos de la vida humana que tengan
significado. Bakhtin (1986) critica la filosofía racionalista de la modernidad tradicional por ser
estrictamente monológica y considerar una única forma de percibir el desarrollo cognitivo y la
verdad. Propone dar un paso adelante y unir la perspectiva utópica de la modernidad tradicional
con el socialismo utópico y su fe en las convicciones. También critica el estructuralismo lingüístico
de Saussure por su limitado análisis del lenguaje en cuanto que ignora su naturaleza dialógica.
Mead (1990) también analiza la relación entre lo individual y lo social, argumentando que una
persona solo puede concebirse como miembro de una sociedad, es decir, que el pensamiento y el
espíritu de una persona no son sino un proceso de desarrollo social mediado por el lenguaje. Este
investigador defiende que las personas construyen la personalidad cuando perciben las imágenes
que los demás tienen de ellas mismas, y de esta forma construyen una imagen de su propia
capacidad de aprendizaje.
La interacción social en un entorno cultural y educativo tiene una influencia directa en la forma en
que los niños, y las personas en general, viven el proceso de aprendizaje y el propio centro
educativo. También para Bruner (1998, p. 70) «el proceso de interiorización depende de la
interacción con los demás, de desarrollar categorías y transformaciones que correspondan a la
acción comunitaria». Para él, el desarrollo cognitivo es un proceso de interiorización de la cultura,
y la educación tiene la función de guiar y animar este desarrollo.
Uno de los principios del aprendizaje dialógico (Aubert y otros, 2008) es la dimensión
instrumental. En ocasiones se han opuesto diálogo y cooperación a aprendizajes técnicos o
instrumentales, pero en la práctica, por el contrario, hemos comprobado que cuando en un centro
o aula aumentan las interacciones entre iguales y personas del entorno en un clima de diálogo y
ayuda mutua, se intensifica la dimensión instrumental. También hemos comprobado que si se
hace un erróneo enfoque dialógico, que relativiza la importancia del aprendizaje instrumental, se
aumentan las desigualdades, el fracaso escolar y la oposición al diálogo (Elboj y otros, 2002).
Diferentes modelos de lectura ven a la persona lectora como un actor individual intentando crear
significado a partir de un texto escrito: los que se centran más en la decodificación de signos y
estructuras que se refieren a unos significados objetivos; aquellos que profundizan en el proceso
cognitivo de cada persona que se enfrenta al texto desde su experiencia subjetiva y conocimiento
acumulado; y por último, los que se centran en la relación profesor-alumno y en cómo se va
proporcionando el andamiaje necesario al niño o niña o persona adulta neolectora para que logre
con éxito comprender un texto. Todas estas aproximaciones, aunque diferentes, tienen un punto
en común: se basan en lo que Habermas (1987) conceptualiza como acción teleológica, es decir,
en objetivos individuales y acciones estratégicas para entender unas palabras, buscar la idea
principal en un texto, hacer un resumen, etc., sin explotar las posibilidades comunicativas de leer
con un objetivo dialógico.
En sus estudios sobre la indagación dialógica, Gordon Wells (2001) analiza cómo las interacciones
entre pares y con el profesor intensifican el aprendizaje instrumental. Los diálogos entre los niños
y los adultos que entran en el aula como facilitadores de estas interacciones en pequeños grupos,
hacen que, al modo freireano de «pedagogía de la pregunta», los estudiantes razonen sus
argumentos y sus respuestas, aumentando la conciencia de los propios aprendizajes y, por tanto,
la metacognición. Wells no analiza los conceptos previos de estos alumnos sino los procesos de
comunicación, mediados por el lenguaje, en el contexto del aula. El autor se centra sobre todo en
el diálogo con profesores y niños más capaces, y comenta que el proceso de indagación dialógica
se multiplicaría en coordinación con más personas adultas de la comunidad educativa, o sea, como
apunta Vygotsky, más personas del entorno social de los niños.
Desde una perspectiva muy parecida, Isabel Beck (1997) y Victoria Purcell-Gates (1995; Purcell-
Gates y Waterman, 2000), han empezado a introducir estas ideas dialógicas en el campo de la
lectura y la escritura. Por ejemplo, Beck propone una metodología llamada Questioning the Author
en la que se establece un proceso colectivo de interpretación de los textos y discusión en
actividades de aula, con el objetivo de ayudar al alumnado a encontrar sentido y aumentar la
comprensión. Para Beck, igual que para Wells, la riqueza no está en los conceptos previos de cada
niño individualmente, sino en el proceso comunicativo y el conocimiento que se genera en el
grupo a través de esta comunicación. Asimismo, Purcell-Gates (1995) recoge cómo el aprendizaje
en interacción con otras personas crea un buen ambiente afectivo y de empatía, un mejor clima
para aprender, y cómo para conseguir este clima es importante el cambio de roles
tradicionalmente establecidos en la escuela.
El resultado es que las personas que se acaban de alfabetizar leen y disfrutan las obras clásicas de
la literatura universal, consolidando cada vez más su nivel de lectura y escritura, adquiriendo un
mayor vocabulario y aumentando constantemente sus competencias básicas (Flecha, 1997). Las
tertulias literarias dialógicas parten de dos criterios fundamentales: se leen clásicos de la literatura
universal y se prioriza la participación de personas sin titulaciones universitarias, como las que se
acaban de alfabetizar o con formación académica básica. Estos dos criterios rompen con el
estereotipo que la literatura clásica universal no puede ser leída y entendida por personas en
procesos de posalfabetización. Superando las bajas expectativas, estas personas aprenden y
disfrutan de la literatura clásica universal cuando leen a Tolstoy, Joyce, Hugo, Cervantes, Lorca o
Shakespeare.
Las personas leen en casa las páginas acordadas, señalan el párrafo o párrafos que más les han
gustado o que quieran resaltar por algún motivo. Una vez en la tertulia, respetando el turno de
palabra las personas leen su párrafo y explican por qué lo han elegido e inmediatamente se abre
un turno de palabras para que los demás participantes expresen su opinión. A través del diálogo
igualitario se establece que todas las opiniones serán respetadas por igual. La finalidad no es que
una opinión se imponga o se considere como válida por encima de las otras, sino que todas las
personas se sientan capaces de aprender y de aportar conocimientos, convirtiéndose en creadoras
de cultura. La importancia está en los argumentos que se aportan y no en la posición de poder de
quien los formula, así como en la intención de llegar a un entendimiento. Fruto del diálogo
igualitario y del debate, aumenta la motivación y curiosidad por aprender los contenidos
académicos, potenciando que se investigue sobre todo aquello que se desea aprender –lo que con
frecuencia lleva a iniciarse en la informática– y, una vez investigado, compartirlo colectivizando el
conocimiento y, por lo tanto, multiplicándolo. Es una aplicación de la propuesta de Wells (2001) al
defender un aprendizaje basado en el diálogo, para aprender a través de la indagación dialógicade
forma que el conocimiento se construya entre todo el alumnado en actividades conjuntas y a
través de interacciones dialógicas.
Las obras que se leen, al ser clásicos de la literatura universal, hacen que los temas que surgen en
el debate se puedan relacionar con temas actuales, potenciando una reflexión crítica sobre
aspectos centrales de nuestras sociedades. Las tertulias literarias dialógicas entroncan con la
sugerencia de Freire al afirmar que la lectura no se abre solo al texto y a las personas
participantes.
Leer no consiste solamente en descodificar la palabra o el lenguaje escrito; antes bien es un acto
precedido por (y entrelazado con) el conocimiento de la realidad. El lenguaje y la realidad están
interconectados dinámicamente. La comprensión que se alcanza a través de la lectura crítica de un
texto implica percibir la relación que existe entre el texto y el contexto (Freire, 1989, p. 51).
A esto hay que añadir el proceso de transformación de los participantes. El diálogo igualitario, el
ambiente solidario y las reflexiones que de ello se derivan hacen que personas que nunca antes se
hubieran atrevido a hablar en público o a expresar su opinión entren en un debate sobre los temas
que se discuten. Los participantes de las tertulias literarias –muchas de ellas mujeres– cambian su
autoconcepto adquiriendo mayor autoestima y seguridad y modificando así las relaciones que
tienen en su entorno. Este aumento del aprendizaje contribuye a una posalfabetización de éxito al
superar las barreras que las habían mantenido al margen de la educación y la participación social.
Así, la transformación que se genera no es solo individual sino también social y de su entorno al
ser, generalmente, personas que se implican en sus centros, barrios y comunidades.
Si leer es un proceso dialógico, hacerlo de manera colectiva amplía los espacios de diálogo.
Uno de los ámbitos fundamentales del aprendizaje es el aula y es en ella donde hay que organizar
espacios que fomenten las interacciones para el aprendizaje de la lectoescritura. Una posibilidad
son los grupos interactivos, una forma organizativa del aula pensada para fomentar las
in-ter-acciones entre iguales y con adultos de la comunidad, con el fin de aumentar el aprendizaje
instrumental y la solidaridad. Muchas comunidades de aprendizaje, por ejemplo, trabajan el área
de lengua organizando las aulas por grupos interactivos (Aubert y otros, 2008).
En las clases interactivas el aula se divide en varios grupos, heterogéneos tanto en el nivel de
aprendizaje, como de género, cultura u origen social. Cada grupo cuenta con la tutoría de un
adulto que se encarga de establecer interacciones y ayudar a cada educando. Este adulto puede
ser otro maestro, una madre o un padre, otros estudiantes mayores del instituto, una persona
jubilada de la comunidad, estudiantes universitarios, amas de casa... El docente responsable del
aula dinamiza el trabajo de cada grupo y de cada tutor. El tiempo de la clase se distribuye en
cuatro partes para que todos los grupos realicen cuatro actividades diferentes en el tiempo de una
hora u hora y media. Cada veinte minutos aproximadamente el grupo cambia de mesa, de
actividad y de tutor.
En la clase de lengua organizada por grupos interactivos un grupo puede realizar una actividad de
lectura, otro una de escritura, otro una actividad de lenguaje oral y otro, por ejemplo, una de
carácter más manipulativa. Los grupos interactivos son una forma muy potente para acelerar el
aprendizaje de la lectoescritura. En la perspectiva tradicional el alumno solamente interactúa con
el texto, mientras que desde la concepción dialógica las interacciones en el proceso lector se
realizan con todos los miembros del grupo, iguales y personas adultas que se relacionan con ese
texto. A mayores y más diversas interacciones, mayor es el aprendizaje de la lectura.
Uno de los aspectos a destacar desde el punto de vista del aumento del aprendizaje instrumental
es la potencialidad de la ayuda entre compañeros con diferente desarrollo de habilidades lectoras.
Cuando un alumno más experto en una actividad de lectura explica a su compañero el significado
de una palabra, de una frase o el contenido de una lectura está desarrollando aún más las
habilidades lingüísticas con las que ya cuenta y está activando un proceso de metacognición que
favorece su desarrollo cognitivo y la empatía, la comunicación, la es-cucha, el diálogo, la
solidaridad.
En estas situaciones de aprendizaje quienes aprenden son los dos alumnos, porque no existe un
muro entre quien explica y enseña y quien escucha y aprende. Los niños que son ayudados saben
que lo que hacen es posible gracias a la colaboración que reciben de sus compañeros y de las
personas adultas que participan en el grupo interactivo. Estos otros, más expertos en lectura, les
facilitan el establecer puentes entre «lo conocido» y «lo nuevo» (Rogoff, 1993), acercándoles el
nuevo lenguaje, las nuevas palabras, los nuevos grafismos y fonemas a lo que ya conocen para,
una vez que compartan significado, recorrer juntos la zona en la que aprenden en colaboración.
La lectura dialógica no se reduce al espacio del aula sino que abarca más espacios: incluye la
variedad de prácticas de lectura que pueden realizarse en la biblioteca, en actividades
extraesco-lares, en el hogar, en centros culturales, y otros espacios comunitarios (Soler, 2003, p.
49).
En toda esta gama de posibilidades cabe prestar una especial atención al aprovechamiento de
espacios con los que cuentan todos los centros educativos. Es el caso de las bibliotecas tutorizadas
y el aula de informática tutorizada, que pueden convertirse en espacios de aprendizaje de la
lectura y la escritura basados en interacciones con la participación de familiares y voluntariado.
La diferencia con otras actividades es que en la realización de una actividad de lectura dialógica
delante del ordenador las personas participantes, alumnos de diferentes edades y niveles,
dialogan entre ellos y con la persona adulta voluntaria para resolver conjuntamente la actividad. El
aprendizaje de la lectura se acelera a través de la comunicación. En un aula digital tutorizada
pueden encontrarse frente a un ordenador unas sillas ocupadas por una niña, su abuelo y una
persona voluntaria que dialogan y dan su opinión acerca de cómo resolver la actividad. En las aulas
digitales se potencia este tipo de aprendizaje intergeneracional aprovechando la apertura del
centro a personas adultas de diferentes edades.
Bibliografía
Ausubel, David (1963): The Psychology of Meaningful Verbal Learning. Nueva York: Grune &
Stratton.
Austin, John L. (1962): How to do Things with Words. Oxford: Oxford University Press.
Bakhtin, Mikhail (1981): The Dialogic Imagination. Four Essays. Austin, tx: University of Texas
Press.
Beck, Isabel y otros (1997): Questioning the Author: An Approach for Enhancing Student
Engagement with Text. Newark, de: International Reading Association (ira).
Bruner, Jerome (1995): Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza
(Alianza Ensayo).
Chomsky, Noam (1986): Knowledge of Language. Its Nature. Origin and Use. Nueva York: Praeger.
— (2000): New Horizons in the Study of Language and Mind. Nueva York: Cambridge University
Press.
Derrida, Jacques (1967): De la grammatologie. París: Les Éditions de Minuit.
Flecha, Ramón (1997): Compartiendo palabras. El aprendizaje de las personas adultas a través del
diálogo. Barcelona: Paidós.
Moll, Luis (1992): Vygotsky and Education: Instructional Implications and Applications of
Sociohistorical Psychology. Nueva York: Cambridge University Press.
Purcell-Gates, Victoria (1995): Other People’s Words: The Cycle of Low Literacy. Cambridge, ma:
Harvard University Press.
— y otros (2001): «Impact of Authentic Adult Literacy Instruction on Adult Literacy Practices», en
Reading Research Quarterly, vol. 37 n.º 1, pp. 70-92.
Rogoff, Barbara (1993): Aprendices del pensamiento. El desarrollo cognitivo en el contexto social.
Barcelona: Paidós.
Searle, John y Soler, Marta (eds.) (2004): Lenguaje y ciencias sociales. Diálogo entre John Searle y
crea. Barcelona: El Roure Ciencia.
Scribner, Sylvia y Cole, Michael (1981): The Psychology of Literacy. Cambridge, ma: Harvard
University Press.
Snow, Catherine y Ninio, Anat (1996): Pragmatic Development (Essays in Developmental Science).
Boulder, co: Westview Press.
Soler, Marta (2003): «Lectura dialógica. La comunidad como entorno alfabetizador», en Ana
Teberosky y Marta Soler (eds.): Contextos de alfabetización inicial. Barcelona: Institut de Ciències
de l’Educació (ice)/Horsori.
Teale, William y Sulzby, Elizabeth (1986): Emergent Literacy. Writing and Reading. Norwood, ny:
Abblex.
Vygotsky, Lev (1979): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Crítica.
— (1986): Pensamiento y lenguaje. Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas.
Buenos Aires: La Pléyade.
Wells, Gordon (1981): Learning Through Interaction: The Study of Language Development.
Language at Home and School, vol. 1. Cambridge University Press.
— (2001): Indagación dialógica. Hacia una teoría y una práctica socioculturales de la educación.
Barcelona: Paidós.
Notas