Sentencia Galeón San José
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Sentencia Galeón San José
Magistrado Ponente
CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO
ANTECEDENTES
LA SENTENCIA IMPUGNADA
Consider el Tribunal, que si bien es cierto que el numeral 16 del artculo 128
del Cdigo Contencioso Administrativo, le atribuye al Consejo de Estado el
conocimiento de los procesos de carcter administrativo respecto de los
cuales no exista regla especial de competencia, tambin lo es que el numeral
1 del artculo 16 del Cdigo de Procedimiento Civil, le asigna a los jueces
civiles del circuito la competencia para conocer de los procesos de mayor y
menor cuanta en que sea parte la Nacin, salvo los que correspondan a la
jurisdiccin contencioso administrativa.
Bajo ese entendimiento, estim que la demandante no pretende que los actos
administrativos de la DIMAR sean declarados nulos, ni persigue el
restablecimiento del derecho; tampoco que se tutele el orden jurdico frente a
desviaciones de los rganos de la administracin, ni cuestiona operacin
alguna ejecutada por stos, ni hechos ocurridos con motivo de actividades
administrativas. Por el contrario, la sociedad demandante aspira a una
declaracin relacionada estrictamente con el derecho privado, relativa a la
propiedad que cree tener respecto de los tesoros denunciados. Por tanto, si las
pretensiones y hechos de la demanda se contraen al presunto derecho de
dominiosobre la totalidad o parte de los bienes nufragos no rescatados, no
se ve razn para que esas declaraciones tengan que hacerse en una accin
ordinaria o de cualquier clase ante la jurisdiccin contencioso administrativa (fl.
171, cd. 9).
De otra parte, la Ley no distingue entre la tierra firme y el fondo del ocano,
pues basta que los objetos hubieren estado largo tiempo sepultados o
escondidos. Y en el fondo del mar tambin lo pueden estar, por causas
naturales o por actividad del hombre, sin importar que el hallazgo de tesoros en
el citado lecho marino no se hubiere reglamentado, lo cual se explica porque
para esas fechas no se dispona, ni se prevea que pudiese disponerse de los
medios tcnicos y cientficos para realizar exploraciones submarinas a grandes
profundidades y descubrir tesoros (fl. 194, cd. 9).
Tampoco, dijo, eran aplicables los Decretos 655 de 1968 y 2349 de 1971, en
trminos generales, de similar contenido a los apartes del Decreto 2324 de
1984 que fueron retirados del ordenamiento. El primero, por ser contrario a la
Constitucin de 1886 y a la vigente, puesto que, sea reglamentario, ejecutivo o
autnomo, el Gobierno Nacional lo expidi sin tener facultades para reformar
las disposiciones sobre tesoros del Cdigo Civil. El segundo, porque las
disposiciones que regulaban esa misma materia, fueron declaradas
inexequibles.
Agreg que los tratados internacionales no son aplicables al caso, puesto que
l no versa sobre los lmites de Colombia, sino sobre la pretensin que tiene
una empresa extranjera de apropiarse de la totalidad del tesoro que se
encuentre en la plataforma continental o en la zona econmica exclusiva. En
todo caso, ante la falta de normas internacionales que limiten expresamente
el derecho de Colombia ante la empresa extranjera denunciante del
descubrimiento, impera de preferencia la Constitucin Poltica, la cual
establece que tambin hacen parte de Colombia la plataforma continental y la
zona econmica exclusiva, reas a las que precisamente se extiende su
soberana, pues de no ser as, el Cdigo Civil no tendra operancia y ningn
juez colombiano podra vlidamente reconocer los derechos reclamados (fl.
206, cd. 9).
Tres son las demandas de casacin presentadas, con las cuales, cada uno de
los recurrentes, sustent su respectiva impugnacin.
Sea del caso sealar, respecto de todas y cada una de las acusaciones,
anticipadamente, que la Sala, en procura de su definicin y esclarecimiento, se
concretar a su especfico contenido, a las actuaciones registradas y a los
documentos y pruebas oportunamente allegadas al expediente, sin que, por
tanto, como debe ser, puedan incidir en el fallo, ninguna otra clase de
elementos de juicio de los aqu militantes -que sean jurdicamente atendibles- o
de conocimiento o informacin derivada, ya sea de relatos histricos o
literarios, o, en general, de las diversas publicaciones que en torno a este
asunto pudieren existir, extra processus, por relevantes que fueran. De all que
la Corte, en desarrollo del debido proceso, a que tambin sta sujeto el recurso
de casacin, se limitar al examen de las censuras en su momento formuladas,
as como al material vlidamente obrante en el proceso, objeto de reproche o
particular cuestionamiento. Al fin y al cabo, con todo lo que ello entraa, es este
un recurso tpicamente extraordinario, como tal, ajeno a los que se ventilan en
las instancias.
CONSIDERACIONES
Como bien se desprende de la lectura de los cargos sub examine, ellos aluden
a varios aspectos que, en sentir de los censores, conducen a declarar la
El primero, efectivamente, se hizo consistir en que el origen del presente juicio,
deriva de unos actos administrativos, luego la declaracin de dominio sobre
unos bienes patrimoniales de la Nacin, con prescindencia de la calificacin
jurdica de la pretensin, debe ser conocida por la jurisdiccin de lo contencioso
administrativo.
En ese punto qued suspendida la comunicacin entre las partes, sin que, por
ende, se hubiere llegado despus a la celebracin del contrato respectivo.
Conclyese, entonces, que si bien pudo haber en gracia de discusin- un
principio o un comienzo de negociacin, la misma no se concret o agot en la
esfera jurdica y, por consiguiente, como acaba de sealarse, no se materializ
ntegramente del litigio la pretensin quinta inicial, relacionada con los aspectos
que ahora se comentan.
2.2. Conforme a la demanda corregida (fls. 166 a 191, cd. 1), ello es medular
en este asunto sometido al escrutinio de la Corte, sus pretensiones quedaron
referidas nicamente al dominio de los bienes cuyo hallazgo denunci la
cedente de la demandante a la DIMAR, como quiera que se solicit que si ellos
estn ubicados en la zona econmica exclusiva o en la plataforma continental
colombianas, no pertenecen a la Nacin (primera), sino que, en su totalidad,
le pertenece(n) a la sociedad demandante, (segunda); que si se
encuentran en el mar territorial colombiano, solo el 50% de esos bienes
pertenece a la sociedad demandante, y el otro 50% pertenece a la Nacin
(tercera); y que segn se encuentren en esas primeras dos zonas, la actora
tiene derecho a recuperarlos para s, como su nico propietario, sin limitacin
alguna, en tanto que si estn ubicados en la ltima, la Nacin debe hacerle
entrega del 50% de propiedad de aquella (cuarta).
1
Para mayor claridad, a rengln seguido se transcriben las cuatro pretensiones que
finalmente fueron materia de conocimiento por el Juzgado Dcimo Civil del Circuito de
Barranquilla y por el Tribunal Superior de esa ciudad: PRIMERA: Que no pertenecen
a la Nacin, en parte o proporcin alguna, los bienes de valor econmico, histrico,
cultural o cientfico que tengan calidad de tesoros y se encuentran en la plataforma
continental colombiana o en su zona econmica exclusiva, dentro de las coordenadas
y reas aledaas que estn referidas en el Reporte Confidencial sobre la Exploracin
Submarina efectuada por la Compaa GLOCCA MORRA COMPANY en el Mar
Caribe, Colombia Febrero 26 de 1982, pgina 13 No. 49195 Berlitz Translation
Service, que hace parte integral de la Resolucin No. 0354 de 3 de junio de 1982, de
la Direccin General Martima y Portuaria, por la cual se reconoci a la sociedad
GLOCCA MORRA COMPANY como denunciante de los tesoros o especies
nufragas que se hallen en tales reas; SEGUNDA: Que los bienes de que trata la
peticin anterior le pertenecen en su totalidad a la sociedad demandante, si se
encuentran en la plataforma continental colombiana o en su zona econmica
exclusiva, dentro de las coordenadas y reas aledaas que estn referidas en el
Reporte Confidencial sobre la Exploracin Submarina efectuada por la Compaa
GLOCCA MORRA COMPANY en el Mar Caribe, Colombia Febrero 26 de 1982, pgina
13 No. 49195 Berlitz Translation Service, que hace parte integral de la Resolucin No.
0354 de 3 de junio de 1982, de la Direccin General Martima y Portuaria, por la cual
se reconoci a la sociedad GLOCCA MORRA COMPANY como denunciante de los
tesoros o especies nufragas que se hallen en tales reas; TERCERA: Que si los
bienes de que tratan las dos peticiones anteriores se encuentran dentro de las
coordenadas y zonas aledaas all mismo sealadas, pero no se hallan en la
plataforma continental colombiana o en su zona econmica exclusiva, sino en el mar
territorial colombiano, solo el 50% de esos bienes pertenece a la sociedad
demandante, y el otro 50% pertenece a la Nacin; CUARTA: Que como
consecuencia de las anteriores declaraciones la sociedad demandante tiene la
2.4. Del compendio realizado en lneas que anteceden, puede concluirse que
la accin intentada est referida exclusivamente al dominio de los bienes
disputados, calificados por la propia demandante como tesoro, el cual, con
respaldo en el artculo 701 del Cdigo Civil, segn la indicacin expresa que
hizo en la demanda, pretende ella para s, en todo o en un 50%.
Nada ms, pero tampoco nada menos, fue lo que finalmente se solicit en la
demanda. Ninguna otra splica all se formul y las propuestas son del
contenido ya sealado. En ellas, por consiguiente, no se comprometi tema
diferente al de los bienes descubiertos, itrase, considerados por la propia
actora como tesoros o, ms propiamente, al de la propiedad de los mismos,
cuya definicin la demandante procura se haga a su favor, con respaldo en el
citado artculo 701 del Cdigo Civil y en la circunstancia de concurrir en ella,
por la cesin de derechos que le hizo la sociedad Glocca Morra Company, la
calidad de denunciante, segn el reconocimiento que como tal la DIMAR
efectu a travs de la Resolucin 0354 de 3 de junio de 1982.
Al respecto, con toda precisin, tiene dicho el mismo Consejo de Estado que
La funcin de la jurisdiccin contenciosa administrativa es exclusivamente la
de decidir sobre la legalidad o ilegalidad de los actos de la administracin. Pero
no puede determinar si un bien es de propiedad nacional o particular,
pues invadira la rbita sealada al poder judicial. Cuando un acto de la rama
ejecutiva del poder pblico repercute sobre cuestiones de dominio, a la
jurisdiccin de lo contencioso administrativo solo corresponde fallar sobre si tal
acto se ajusta a las disposiciones legales que rigen la materia o si fue dictado
con violacin de las mismas o con abuso de poder o desviacin de las
contenciosa administrativa, ajena por completo a la posibilidad de declarar
quien sea dueo, poseedor, usufructuario, etc. , pues tal cosa sera el
resultado de una controversia de derecho privado y no de derecho pblico, y
sabido es que la aplicacin del uno o del otro marcan el lmite entre la llamada
jurisdiccin comn y ordinaria y la contencioso administrativa (Anales, LX, 449;
se destaca).
3.4. Aunque los recurrentes alegan que toda la materia litigiosa est
gobernada por el derecho pblico, que se trata de una actuacin
administrativa de una entidad pblica y que, por las relaciones de la
demandante con la Nacin, la jurisdiccin administrativa es la llamada a
conocer del presente proceso, la Sala considera que la mera mencin de la
clusula general de competencia prevista en el Cdigo Contencioso
Administrativo, no es suficiente para concluir que este asunto, de raz, est
viciado de nulidad, en la inteligencia de que es indispensable, adicionalmente,
que las pretensiones aducidas en la demanda, se apuntalen clara y
frontalmente en uno de los elementos previstos en los artculos 82 y 83 de tal
estatuto, esto es, en actos administrativos, hechos, omisiones, operaciones
administrativas o contratos administrativos y privados con clusula de
caducidad, pues estas son las fuentes vinculantes de la administracin o
generadoras de su responsabilidad, conforme se pincel en precedencia. Por
ello, en rigor, no es dable aludir a un litigio administrativo, esto es, el que se
produce sobre relaciones jurdicas que se hallan registradas por el Derecho
Administrativo, y no por otros derechos, v. gr., el civil6.
Respecto del especfico tema del derecho de propiedad, nervio de este asunto,
la misma Corte apunt que Cuando es el dominio lo que se alega, sea cual
fuere la clase de persona, natural o jurdica, se ubica inequvocamente en la
jurisdiccin ordinaria, puesto que en la contencioso administrativa no se
discute propiedad bajo el entendimiento de que los entes pblicos,
cuando son demandantes o demandados comparecen como cualquier
particular para dilucidar la controversia. De igual modo, que Tampoco se
puede desviar la disputa sobre el dominio, hacia una accin contenciosa
administrativa, como lo pretende el censor, con apoyo en la construccin hecha
sobre el inmueble [realizada por el entidad pblica contra quien se promovi el
litigio] (CLXXXIV, 257).
11
Alberto Luis Maurino, Nulidades procesales, Astrea, Buenos Aires, 1985, pg. 28.
Este mismo autor, citando a Berizonce (La nulidad en el proceso, La Plata, Platense,
1967, pg. 91), indica que La declaracin de nulidad es un remedio excepcional,
ltimo, al que debe recurrirse cuando no queda otro remedio para subsanarla. Por ello
es de interpretacin estricta. En caso de duda sobre la existencia del defecto procesal,
cabe desestimar la nulidad, y que Este criterio de interpretacin, se deriva del
de aceptarse la nulidad aducida por los recurrentes, slo en gracia de
discusin, ello acarreara la consecuente invalidacin del litigio desde el mismo
auto admisorio de la demanda para que, en su ausencia, se proceda al rechazo
de plano, por falta de jurisdiccin, del libelo y a su correspondiente envo a la
autoridad que, conforme a tales raciocinios, resulte facultada para conocer de
l.
2. Fijados en la forma que se deja sealada los aspectos que del cargo
segundo de la Nacin sern aqu examinados, apreciados ellos en conjunto
con el cargo primero formulado por la Procuradura General, cabe puntualizar
que tales acusaciones someten a la consideracin de la Corte una primera
cuestin, atinente a que en el proceso no estn probadas las cesiones en que
se fund la actora para promover la accin y que, por tanto, el Tribunal supuso
su demostracin, al aceptar su legitimidad como demandante.
2.2. Puestas de este modo las cosas, es incontestable que entre la sociedad
demandante y la Glocca Morra Company, no se verific ninguna cesin de
crditos personales, para cuyo perfeccionamiento fuera necesario observar
los requisitos establecidos en los artculos 1959 y siguientes del Cdigo Civil,
porque, stricto sensu, la Nacin, por conducto de la DIMAR, no se constituy
deudora de dichas sociedades, sino que nicamente concedi permiso para la
exploracin submarina, tendiente a localizar tesoros o especies nufragas,
amn de autorizar las sustituciones respectivas, reconociendo a los cesionarios
como tales, al punto que los facult para adelantar la exploracin; les permiti
la utilizacin de naves de bandera extranjera con ese propsito e, incluso, tuvo
a la sociedad demandante como denunciante de tesoros o especies
nufragas, al tratar con ella ulteriormente lo atinente a la celebracin del
contrato para el rescate de los bienes encontrados.
Se acus la sentencia de violar directamente los artculos 685, 689, 700, 701,
704, 706 y 710 del Cdigo Civil; 72, 101 y 102 de la Constitucin Poltica; 202
de la Constitucin Poltica de 1886; las Leyes 14 de 1936 y 163 de 1959, y el
Decreto 655 de 1968.
En suma, los bienes disputados no podan ser calificados tesoros por tener
dueo conocido, la Nacin colombiana, y en tal circunstancia, tampoco eran
susceptibles de apropiarse por ocupacin, en tanto que su adquisicin es
prohibida por las Leyes,, y que la propiedad pblica sobre los mismos no
puede ser compartida, por corresponder a nuestro patrimonio e identidad
cultural nacional. Igualmente, reproch al Tribunal por haber calificado como
tesoros los bienes en cuestin, porque de conformidad con lo previsto en los
artculos 700 y 701 del Cdigo Civil, para que los mismos tengan la calidad de
tales y puedan ser adquiridos por el modo de la ocupacin, se requiere del
apoderamiento fsico de la cosa o, al menos, del descubrimiento.
CARGO TERCERO
Afirm tambin que a partir de la Constitucin de 1821, todos los bienes que en
el antiguo rgimen pertenecan a la Corona Espaola, pasaron a formar parte
del patrimonio de la Repblica, gozando del dominio por encontrarse en
predios de la Nacin, entre ellos los efectos reclamados, los cuales, de
conformidad con lo previsto en las disposiciones constitucionales citadas, as
como en los artculos 4 y 9 de la Ley 397 de 1997, integran el Patrimonio
Cultural de la Nacin, concretamente el Patrimonio Cultural Sumergido (fls.
178 y 179, cd. 13).
Acot que si los bienes de la Nacin no pueden ser adquiridos por el modo de
la ocupacin, por prohibirlo expresamente el artculo 685 del Cdigo Civil, el
Tribunal no poda reconocer a un particular dueo del 50% de los mentados
bienes, porque estando en el suelo colombiano, su propiedad o dominio se
encuentra en cabeza de la Nacin colombiana, nunca han dejado de
pertenecerle, hacen parte del patrimonio cultural e histrico, que no puede ser
objeto de reconocimiento en cualquier proporcin a favor de un particular (fl.
182, cd. 13).
CONSIDERACIONES
As, mientras que la ocupacin propiamente dicha tiene como punto de partida
que las cosas no han pertenecido a nadie (res nullius), el tesoro, por el
contrario, presupone que ellas, en alguna poca y medida, s le pertenecieron a
alguien, slo que se perdi o borr la memoria de su dueo (res sine domino).
De igual manera, mientras que en la primera la adquisicin del dominio reclama
ha tenido la dicha de hallar[la] antes que otro12. He aqu por qu el legislador
colombiano -siguiendo muy de cerca al Chileno-, entendi que existan varias
especies de ocupacin, entre ellas el hallazgo (art. 699 C.C.); pero como este
tambin demanda el apoderamiento de la cosa inanimada, sea ella res nullius
por naturaleza, o por abandono de su propietario (res derelictae), se entendi
que el descubrimiento del tesoro era, a su vez, una especie de invencin, tanto
ms si los bienes que lo conforman no califican, en estrictez, como cosa jams
poseda, o riqueza en estado nativo (in situ), ni de ellas puede suponerse que
el dueo quiso abandonarlas para que las hiciera suyas el primer ocupante.
El Cdigo Civil argentino de 1869, por su lado, lo concibe como todo objeto
que no tiene dueo conocido, y que est oculto o enterrado en un inmueble,
sea de creacin antigua o reciente, con excepcin de los objetos que se
encuentren en los sepulcros, o en los lugares pblicos, destinados a las
sepulturas de los muertos (art. 2551), nocin que suscita particular inters, por
cuanto admite la existencia de tesoro sobre cualquier cosa, con la sola
excepcin que trae su parte final, sin detenerse en su valor, y ni siquiera en su
antigedad, amn de que exige que se hallen en bienes races, condicin sta
ltima que no puede tildarse de generalizada, habida cuenta que en otras
naciones se admite que el tesoro pueda hallarse en bienes muebles, tal y como
sucede con los libros, algunos enseres y compartimentos ocultos16. De este
modo, es admitido que el hallazgo no siempre debe ser sub terra, in terrulis, o
in loco.
15
El artculo 875 del Cdigo Civil mexicano de 1928, reproduce prcticamente el
contenido del artculo 352 del Cdigo Civil espaol, segn el cual se entiende por
tesoro el depsito oculto de dinero, alhajas u otros objetos preciosos, cuya legtima
procedencia se ignore.
16
El proyecto del Cdigo Civil argentino del ao 1998, sometido a consideracin del
parlamento, establece en su artculo 1892, que Es tesoro toda cosa mueble de valor,
Por su parte, el Cdigo Civil Italiano de 1865, cuyo artculo 714 corresponde en
lo fundamental al artculo 932 de la codificacin de 1942, vigente, registr como
tesoro a cualquier objeto mueble precioso oculto o sepultado sobre el cual
nadie puede justificar propiedad, y que es descubierta por puro efecto de la
casualidad17, nocin que amerita las mismas anotaciones efectuadas respecto
del Cdigo francs, salvo en lo que atae a la naturaleza o tipologa de las
cosas.
17
El precitado artculo 932 del Cdigo Civil italiano vigente, es del siguiente tenor:
Tesoro es cualquier cosa mueble de mrito, oculta o enterrada, de la que nadie puede
probar que es el propietario. El tesoro pertenece al propietario del fundo en que se
encuentra. Si el tesoro es encontrado en fundo ajeno, siempre que haya sido
desaparicin o relativizacin de la institucin, la cual, en lo pertinente, mantiene
vigencia en los regmenes as estructurados.
Es, pues, pertinente, la nocin acuada por Don Andrs Bello, quien consider
de manera uniforme en sus distintos proyectos de Cdigo Civil, que era tesoro,
en general, todo efecto precioso como las monedas y joyas, expresin que
inicialmente comprende cualquier cosa mueble -pues no es limitativa-, con tal
que tenga algn valor, objetivamente considerado, siendo claro que su
configuracin no debe subordinarse a criterios subjetivos, como la mayor o
19
Digesto, Libro 41, Titulo I, 31 1. El texto completo precepta as: El tesoro es una
cierta cantidad depositada de la que ya no se recuerda quin pudo ser su propietario;
y as se hace de quien lo haya encontrado, pues no es de nadie ms; en cambio, si
alguien hubiera escondido algo bajo tierra por codicia, temor o precaucin, no hay
tesoro, y puede ser objeto de hurto (Paul. 31 ed.).
20
Ulpiano, al respecto, a su vez precisaba que, El trmino pecunia o cantidad- no
menor vala que tengan los bienes para una persona, pues la calificacin no
puede depender, privativamente, de quien lo descubre, sino de las
caractersticas de las cosas que, in casu, lo componen o integran. Por ello se
dice que su determinacin jurdica obedece a una tpica quaestio facti.
Precisados los alcances que, en relacin con el tesoro, tienen las condiciones
de ser cosas muebles, preciosas y elaboradas por el hombre, necesario es
advertir, en forma preliminar, que hay dentro de ellas objetos que
materialmente responden o pueden responder a esas mismas caractersticas,
pero que en la esfera jurdica no pueden ser consideradas tales, por cuanto el
legislador, ex professo, proscribi tal posibilidad iuris, como acontece en
tratndose de los monumentos muebles, en su oportunidad definidos en el
artculo 7 de la Ley 163 de 1959, por la cual se adoptaron inequvocas y
diversas medidas para su entendible defensa y conservacin (art. 14, Ley 163
de 1959), y como tambin tiene lugar, en general, con los bienes que integran
el apellidado patrimonio histrico, cultural y arqueolgico, incluido el submarino,
en palmaria muestra de la evolucin experimentada por el instituto del tesoro,
en la hora de ahora dueo de un radio de accin ms limitado, en pro de la
salvaguarda de los referidos bienes, materia de celosa proteccin y guarda
extra comercium, no solo en el derecho colombiano, sino tambin en la rbita
internacional (constitucional y legal), conforme se esboz y como se analizar
con cierto detenimiento.
Reza el artculo 1 del tratado celebrado entre las repblicas americanas sobre
defensa y conservacin del patrimonio histrico, acordado en la 7 Conferencia
Internacional Americana al que remite literal y categricamente el artculo 7 de
la Ley 163, al expresar que Se consideran monumentos muebles los
enumerados en el y a la cual adhiri Colombia por Ley 14 de 1936, entre los
que se enumeran: a) De la poca precolombina: las armas de guerra o
utensilios de labor, las obras de alfarera, los tejidos, las joyas y amuletos, los
grabados, diseos y cdices, los equipos, los trajes, los adornos de toda ndole,
y en general todo objeto mueble que por su naturaleza o su procedencia
muestren que provienen de algn inmueble que autnticamente pertenece a
aquella poca histricab) De la poca colonial: las armas de guerra, los
utensilios de trabajo, los trajes, las medallas, monedas, amuletos y joyas, los
diseos, pinturas grabados, planos y cartas geogrficas, los cdices, y todo
libro raro por su escasez, forma y contenido, los objetos de orfebrera, de
porcelana, marfil, carey, los de encaje, y en general, toda las piezas
recordatorias que tengan valor histrico o artsticoc) De la poca de la
emancipacin y la Repblica: los mencionados en el inciso anterior que
correspondan a esta pocad) De todas las pocas: 1) las bibliotecas oficiales
y de instituciones, las bibliotecas particulares valiosas tomadas en su conjunto,
los archivos nacionales y las colecciones de manuscritos, oficiales y
particulares de alta significacin histrica; 2) como riqueza mueble natural los
especimenes zoolgicos de especies bellas y raras que estn amenazadas de
exterminacin o de desaparicin natural, y cuya conservacin sea necesaria
para el estudio de la fauna.
22
En punto del derecho de propiedad, esta Corporacin seal que su sentido
netamente individualista, heredado del derecho romano, que la concibi como
concentracin de poderes o atribuciones del dueo sobre sus bienes en cuya virtud
stos quedan sometidos directa y totalmente a su seoro con el fin de satisfacer
nicamente sus egostas intereses, ha venido cediendo el paso a una concepcin
marcadamente solidarista o funcionalista que, sin desconocerle al titular la facultad de
Idneo resulta entonces concluir, sin perjuicio de la ampliacin que del tema se
efectuar en acpite posterior (punto III), que los bienes definidos como
monumentos muebles que conforman el patrimonio histrico, cultural o
arqueolgico-, pese a que puedan formalmente considerrseles preciosos y
hubiesen sido elaborados por el hombre y, tambin, permanecido sepultados o
escondidos largo tiempo, sin que haya memoria o indicio de su dueo, no son
tesoro, en estricto sentido, pues por expreso designio del legislador, reflejado
en el mencionado artculo 14 de la Ley 163 de 1959, entre otras disposiciones,
fueron meridianamente excluidos como tales, quedando pues sometidos al
especial gobierno de esa legislacin y a las dems concordantes, sin que
entonces, se itera, les sea aplicable el rgimen general previsto
centenariamente para el tesoro, consagrado explcitamente en el Cdigo Civil
(arts. 700 y siguientes), a partir de consideraciones no tenidas en cuenta por el
seor Bello, fruto del surgimiento de hechos y circunstancias de floracin
ulterior, no por ello carentes de acentuada vala y trascendencia jurdicas.
Es este, sin duda, uno de los elementos que -en Colombia y a diferencia de lo
que sucede en otras latitudes, se reitera-, distingue y cualifica al tesoro, al
punto que, en cierta forma, justifica los derechos que la ley le reconoce al
descubridor, en cuanto ha sido la persona que recupera una riqueza que
permaneca oculta y que ha puesto o colocado en circulacin, con todo lo que
ello comporta en los planos econmico y fiscal, primordialmente, aledaos al
jurdico.
24
Alfonso Agudo Ruiz. Rgimen jurdico del tesoro en derecho romano. Ed. Dykinson,
S.L., Madrid, 2005, pgs. 45 y 46, al igual que en otro ensayo de su autora, incluso
ms reciente: La definicin del tesoro en las fuentes jurdicas romanas, Redur 4, 2006,
pg. 165, en donde pone de relieve que en realidad los jurisconsultos romanos no
pensaron en la necesidad de que deba probarse que el tesoro hubiera sido escondido
voluntariamente, parecer que comparte la Profesora M. Luisa Lpez Huguet, con
ocasin del cometario realizado alrededor del primero de los trabajos citados del
profesor Agudo, por cuanto estima que Paulo no exige al descubridor que pruebe
dicha voluntariedad del inicial ocultamiento, resultando intrascendente que el
ocultamiento inicial haya sido hecho por la mano del hombre, o que las monedas
abandonadas o perdidas hayan quedado ocultas involuntariamente o por accin de las
fuerzas de la naturaleza. Crtica bibliogrfica, Alfonso Agudo Ruiz, Rgimen jurdico
del tesoro, Redur, 3, 2005, pg. 265 (pg. 164). Cfme: Jos Luis Moreu Ballonga.
Ocupacin, hallazgo y tesoro. Bosch, Barcelona, 1980, pgs. 341 y 342; V. L, Montes
Peneds, Comentario a los arts. 351 y 352, en Comentarios al Cdigo Civil y a las
Compilaciones Forales, T. V, Vol. I, Edersa, Madrid, 1990, pgs. 268 y ss., y
Francesco Messineo, a juicio de quien no es necesario que la ocultacin o el
soterramiento hayan sido obra del hombre. Manual de derecho civil y comercial. T. III.
E.J.E.A., Buenos Aires, pg. 342. Lo propio aseveran los doctrinantes galos Henri,
Len y Jean Mazeaud y Franois Chabas, al indicar respecto de la cosa que no es
necesario que ella haya sido escondida. La intencin del propietario es indiferente.
Leons de droit civil, T. II, Biens, Montchrestein, Paris, pg. 313 (Se subraya). Cfme:
Gabriel Marty y Pierre Raynaud, Droit civil, Les biens, Sirey, Paris, 1980, pg. 522;
Pietro Rescigno, Trattato di diritto privato, Propriet, Vol. 7, T. I. UTET, 1982, pg. 643;
Gianpiero P. Cirillo, voz Tesoro, en Enciclopedia del diritto, Giuffr, Milano, T. XLIV,
de vista que, en la legislacin patria -al igual que en otras que comparten
anlogo sentido, bien expresa, bien tcitamente-, lo importante es que los
efectos preciosos hayan estado largo tiempo escondidos o sepultados, siendo
claro que es justamente por esa exigencia temporal, que para el momento del
descubrimiento no interesa si fue el dueo quien los ocult, o un tercero y
menos con qu propsito o finalidad cardinal: Cmo establecerlo, si,
precisamente, no se sabe, ni es menester conocer quin es el propietario?; si
fue por acto volitivo, por hechos de la naturaleza, por eventos fortuitos o del
mero azar: Cmo probarlo, en sana y prudencial lgica, si ni siquiera se
conoce, ni es necesario conocer el dueo?26.
25
Galgano, S. F. Dellacquisto del tesoro e del requisito del nascondimento nella
tradizione storica e nel diritto vigente, en Il Filangieri. Rivista giuridica, dottrinale e
practica. No. 33, Milano, 1908, pg. 16.
En suma, en el derecho colombiano el concepto de tesoro no depende de
elementos de juicio meramente subjetivos, tales como el mayor o menor valor
de los bienes descubiertos -a condicin de que sean preciosos (art. 700, C.C.)-,
segn sea la persona que efecte la calificacin, o la voluntad en la ocultacin
de los mismos. El tesoro se apreciar entonces con sujecin a las condiciones
que existan al momento del descubrimiento, segn el caso, sin que sea
necesario detenerse en las razones por las cuales, a la sazn, fue sepultado u
ocultado (acto de la naturaleza o del hombre)27. Por ello es por lo que la
expresin depsito, muy socorrida en esa materia para referirse a la cosa
depositada de antao (vetus depositio), no puede tomarse en un sentido
restringido, a la vez que estricto e, incluso tcnico, sino en uno amplio y
general, con el fin de no limitarla, sin razn, a una sola situacin, de suyo ms
grfica e ilustrativa que jurdica, en puridad28.
27
Guarda estricta consonancia con lo que se ha expuesto, la Resolucin de la DIMAR
No. 0148 de 10 de marzo de 1982, mediante la cual se modific el Manual de
Procedimiento de las Capitanas de Puerto, como quiera que en su artculo 1 se
manifest: Para los propsitos del presente reglamento, se consideran tesoros o
antigedades nufragas, las embarcaciones, bienes muebles yacentes dentro de ellas
o diseminadas en el fondo del mar, valiosos intrnsecamente o en razn de su
antigedad o significacin cultural, con la nota comn a todos de haber sido
elaborados por el hombre (especificacin) y sin que importe la causa por la cual se
produjo su situacin actual de encontrarse en el fondo del mar: naufragio fortuito,
autoprovocado o resultante de accin de extraos, o por haber sido abandonado por
su propietario (res derelictae) o que no lo tienen conocido o, cuyo propietario a la
poca del hundimiento no es conocido o, sindolo, tampoco es factible establecer una
sucesin en la titularidad hasta el presente (Se subraya).
28
Como lo precisa el doctrinante espaol Manuel Albaladejo, aludiendo al concepto de
tesoro, Evidentemente el trmino depsito no tiene aqu un sentido tcnico. Pero an
sin drselo y entendiendo que significa cosa situada (depositada) all, tampoco hay
que reducirse al caso de que lo haya sido por la mano del hombre, sino que puede
haberlo sido por cualquier causa (Se subraya). Derecho civil, III, Derecho de bienes.
Bosch, Barcelona, 1991, pg. 346. Corroboran este criterio, entre otros, el profesor
Antonio Ortega Carrillo de Albornoz, quien pone de presente en torno al derecho
espaol, que "las expresiones 'depositio' del Derecho romano y de 'depsito' que el
art. 352 tom de la definicin paulina a travs del art. 716 del C. C. francs, son poco
afortunadas y deben interpretarse en sentido amplio entendidas como descriptivas e
ilustrativas, pero no en sentido estricto ni como limitativas". Por eso, as el
ocultamiento no se deba "a la voluntad humana el hallazgo no deja de ser
considerado tesoro Adems, en la mayora de los casos sera prcticamente
imposible determinar si las cosas preciosas encontradas fueron escondidas
voluntariamente o no" (Se subraya). El concepto romano de tesoro y el artculo 352 del
Cdigo Civil, en Estudios jurdicos in memoriam del Profesor Alfredo Calonge, Vol. II,
Salamanca, 2002, pgs. 740 y 741; Vittorio Scialoja, Teoria della propiet, Vol. I, ARE,
De otra parte, es importante precisar que un tesoro no deja de ser tal, por el
simple hecho de tenerse indicios de su existencia. La presencia de rastros,
como se acot, es determinante cuando son indicativos de su dueo, pero no
del lugar donde pueda encontrarse ubicado. La historia es prodiga en relatos
de tesoros buscados incesantemente, pero jams hallados. De all, entonces,
que lo relevante en el concepto de ocultacin, es que no se conozca la
ubicacin del tesoro, as se tenga una idea o creencia de que existe29. He ah
lo oculto, porque de su emplazamiento exacto, es la regla, no queda recuerdo.
Por eso el mrito del descubridor, lo que centenariamente ha justificado el
reconocimiento a l realizado por los legisladores, incluidos los de la
antigedad. Tanto que, en algunas pocas, se le reconoci la calidad de verus
domini nico, lo que explica su asignacin porcentual (100%), lo que
igualmente fue objeto de ajustes y recortes, sin perjuicio de la fuerza adquirida
a la sazn por la distribucin equitativa patrocinada por el Emperador Adriano
(siglo II, D. de C. 50% y 50%).
30
Si bien es cierto, como se anticip, que algunas codificaciones no exigen
explcitamente el requisito de la antigedad, no es menos cierto que un sector de la
doctrina, reafirmando la significacin intrnseca de la vetustez en cita y, sobre todo, las
consecuencias que de ello se derivan, no duda en entender que en su legislacin est
implcita, por ser consustancial esta especfica calidad. Es el caso de Espaa, se
afirma, pues aun cuando el artculo 352 de su Cdigo Civil pretende, por lo visto,
emanciparse del expresado concepto, descartando el elemento de la antigedad, es
ste tan consustancial con la nocin jurdica del tesoro apropiable, que as como no es
posible concebir compraventa sin precio, y la Ley que lo decretara atentara a la
naturaleza de la institucin, as tampoco es factible llegar a la idea de un tesoro
susceptible de ocupacin perfecta y, como tal, engendradora de dominio pleno, sin
que el transcurso de un nmero de aos suficiente para presumir fundadamente la
muerte del que lo ocult en la tierra o en un muro, elimine, juntamente, con la persona,
la relacin de propiedad que la ligara con el tesoro. Quintus Mucius Scaevola, Cdigo
Civil, T. XI, Comentado por Francisco Ortega L., Reus, Madrid, 1943, pg. 309,
opinin, in extenso, compartida por el tambin doctrinante ibrico Antonio Ortega
Carrillo de Albornoz, quien apoyado en la afamada y difundida nocin de Paulo, que
refiere a la antigedad del tesoro (vetus depositio), concluye que "aunque el art. 352
[del C.C. espaol] no la exija creemos debe entenderse implcitamente". El concepto
romano del tesoro y el artculo 352 del Cdigo Civil, Op. cit, pg. 743. Vid, Jos
Antonio Alvrez Caperochipi, Curso de derechos reales. T. I, Civitas, Madrid, 1986,
pg. 122.
arqueolgico, que hayan estado bajo el agua por lo menos durante 100 aos
(UNESCO, 2001).
32
Sobre el tema en cuestin, en orden a corroborar el referido avance tecnolgico,
conveniente es memorar el uso de la escafandra autnoma despus de la Segunda
Guerra Mundial y, ms recientemente, de los minisubmarinos robotizados y los
sistemas de localizacin por satliteLa prospeccin arqueolgica subacutica
tradicional est fuertemente condicionada por el medio en el que se realiza, siendo
necesario superar una serie de problemas inherentes al mismo: corrientes, falta de
visibilidad, profundidad a la que se trabaja, etc. Para paliar estos inconvenientes, as
como para poder aumentar la superficie objeto de estudio, en los aos ochenta
comenzaron a aplicarse, en el campo de la investigacin arqueolgica, sistemas de
prospeccin geofsica marina: sonar de barrido lateral, penetradores de fondo,
magnetmetros, detectores de metales, robots, etc.. La prospeccin geofsica como
tcnica aplicada a la identificacin y proteccin del patrimonio arqueolgico
subacutico, referencia realizada por el autor Jos Mara Aristteles Magn Perales,
El patrimonio arqueolgico subacutico; situacin legislativa espaola e internacional,
pgs. 73 y 74.
Con otras palabras, si la ley permite la apropiacin del tesoro por el descubridor
y el propietario del terreno, segn el caso, es porque el titular del dominio de
aquel no puede ser encontrado y, menos an, se podra arrimar prueba idnea
e incontrovertible de un ttulo legtimo de propiedad. Nadie podra discutir que
las cosas que lo componen tuvieron dueo; pero es claro que al momento del
descubrimiento, no es posible hallarlo para que acredite su dominio. De all que
pueda afirmarse que en el rgimen jurdico del tesoro, ms que la cosa, es su
dueo el que est perdido, lato sensu, y en forma definitiva (in tempus).
33
Luis Claro Solar. Explicaciones de derecho civil chileno y comparado. Vol. III. T. VII.
Temis y Editorial Jurdica de Chile, Bogot, 1992, pgs. 72 y 73.
34
Jos Luis Moreu Ballonga. Ocupacin, hallazgo y tesoro, Op. cit, pg. 321.
35
"Una cosa escondida hace tiempo por dueos desconocidos, en realidad no tiene
Por tanto, acreditada la antigedad por el descubridor, le corresponde a quien
objeta la declaracin demostrar fehacientemente su propiedad -y no a travs de
narraciones, deducciones, inferencias, leyendas, especulaciones y relatos
histricos hurfanos de plena certidumbre-, no bastando la prueba de que las
cosas, otrora, tenan propietario, pues, como ya se examin, la nocin de
tesoro, in illo tempore, presupone que hubo dueo. Como bien se afirma, Es
indudable que la prueba de la pertenencia de los objetos hallados corresponde
a quien invoca aquella, y que en caso de duda, debe reputarse aquellos
constitutivos de tesoro36 (Se destaca).
Desde luego que en esa tarea de acreditar que las cosas tienen propietario, se
insiste, contemporneo o actual, que no de antao, o ab antique, en Colombia
resulta suficiente que exista un indicio de su dueo, o que hay memoria de l
(art. 700, C.C.). En este sentido, esos indicios pueden construirse a partir del
lugar del descubrimiento; o del arca, urna, cofre o cosa en que se guardaron
los efectos preciosos; o a partir de estos mismos, segn que contengan
esclarecidas seales que develen quin es, en la hora de ahora, el verus
dominus ( p. ej.: una marca, un signo, una sea, etc.). Ms en ello no caben
conjeturas, ni suposiciones, ni sospechas, ni plpitos, ni exmenes o
disquisiciones frgiles, ni dubitaciones, justamente porque la antigedad del
hallazgo est llamada a robustecer la postura del descubridor, en la medida en
que es al que se opone a ella, a quien le corresponde probar que las cosas real
y jurdicamente tienen dueo, como se acot.
Es por ello por lo que no se descarta que sean tesoro aquellos bienes muebles
calificados (art. 700, C.C.), que se encuentran despus de permanecer largo
tiempo ocultos, por las solas reminiscencias de los hechos que pudieron
provocar la ocultacin (una erupcin, un terremoto, un naufragio, etc.), no slo
porque, se itera, la ausencia de recuerdo y de rastro atae al titular del dominio,
que no a las razones que causaron su sepultura, enterramiento o hundimiento,
sino tambin porque la persona que se opone a que unos bienes hallados sean
considerados como tesoro, debe suministrar prueba idnea, inconcusa y
suficiente de que los bienes, inequvocamente, tienen un propietario actual37.
36
Jos Mara Manresa y Navarro. Comentarios al Cdigo Civil espaol. T. III. Reus,
Obsrvese bien que el Cdigo Civil distingue claramente las nociones de tesoro
y de cosas extraviadas (paves del derecho francs), precisamente en funcin
del rastro que pueda existir de su propietario. Si alguien encuentra o descubre
una cosa que por sus seales o vestigios indique que tiene dueo, debe
ponerla a su disposicin o de la autoridad competente; es lo que se ha llamado
tesoro impropio, justamente porque, al no ser antiguo el ocultamiento, debe
presumirse que tiene un propietario conocido o localizable (art. 704, C.C.). Pero
si a pesar de las evidencias que demuestran que los bienes descubiertos
estuvieron bajo dominio anterior, no hay indicio alguno de quien sea su titular,
debe reputarse que su dueo, para el momento del descubrimiento, por lo
menos es inhallable o incognoscible-, entre otras razones, por la antigedad
del ocultamiento.
De ah que los artculos 702 y 703 del Cdigo Civil, al establecer el derecho
que tiene una persona a cavar en suelo ajeno para sacar dinero o alhajas
escondidas sobre las cuales alegue dominio, consagren que probado el
derecho, ste deber ser respetado. Pero que a falta de prueba, dichos
dineros o alhajas, sern considerados o como bienes perdidos, o como tesoro
encontrado en suelo ajeno, segn los antecedentes o seales (Se
resalta). Es decir, que si las cosas no han estado sepultadas o escondidas por
largo tiempo, deber presumirse que tienen dueo, como que sern cosas
perdidas. Pero si la ocultacin es antigua (vetus) y no hay memoria, ni indicio
del dueo, deben tomarse como tesoro, pues se parte de la base de que su
otrora propietario ya no existe para el momento de la denuncia, y que el actual,
es inexistente otros prefieren sealar que es inhallable, segn se advirti-.
Cosa distinta es que, segn los antecedentes y seales (art. 703, C.C.),
fundamentalmente porque ha transcurrido un largo tiempo..., sin que haya
memoria ni indicio de su dueo (Se destaca), tales efectos preciosos se
cataloguen como tesoro; pero si lo son, es porque nadie puede alegar un
derecho de propiedad, segn las circunstancias en que tuvo lugar el
hallazgo38, an si se le buscara, y ni siquiera como heredero; mejor an, nadie
podra probarlo si lo invocara. En este sentido, el elemento antigedad, como
se acot, viene a confirmar que, por regla, no hay quien pueda alegar o
acreditar dominio, pues el paso del tiempo ha hecho desparecer al propietario
y a sus sucesores39, por lo que, para muchos, ciertamente, se trata ms de un
caso de propietario inexistente, como se refiri.
Estudios sobre la jurisprudencia civil, Tecnos, Madrid, Vol. II, 1981, pg. 230.
38
Federico Puig Pea. Compendio de derecho civil espaol. T. II. Ediciones Pirmide
S.A., Madrid, pg. 183.
39
Eduardo Volterra. Instituciones de derecho privado romano. Civitas, Madrid, 1986,
III. Bienes muebles que legal y jurdicamente no constituyen tesoro
(Evolucin de la institucin). Expresa referencia al patrimonio histrico,
artstico y cultural y a su proteccin especial (Tendencia internacional).
41
Como bien lo anota el autor italiano Roberto de Ruggiero, cuanto ms antiguo
sea el tiempo de la ocultacin tanto ms improbable resultar el hallazgo del
propietario. Instituciones de derecho civil, T. I. Reus, Madrid, 1979, pg. 608. Lo
propio tena lugar en el derecho romano, a juicio de la generalidad de la romanstica.
Vid, Pietro Bonfante, La vera data di un testo di Calpurnio Siculo e il concetto romano
del tesoro, en Scritti giuridici varii, Vol. II,
Torino, 1926, pg. 916.
42
Vid. Jos Castan Tobeas. Derecho civil espaol, comn y foral, T. II, Derecho de
cosas, Reus, Madrid, 1957, pg. 217, y Gerhard Wesenberg y Gunther Wesener R,
Historia del derecho privado moderno, Lex Nova, 1998, pgs. 304 y 305.
Por su parte, a nivel legislativo, es elocuente registrar que algunos cdigos modernos,
expresamente, excluyen del concepto de tesoro los bienes de inters o contenido
histrico. Es el caso, entre otros, del Cdigo Civil italiano, en razn de que en su
artculo 932, que se ocupa de definir el tesoro y de establecer el rgimen de
distribucin del mismo, en su parte final explicita que, En cuanto al hallazgo de los
objetos de inters histrico, arqueolgico, paletnolgico, paleontolgico y artstico se
observarn las disposiciones de las leyes especiales. Lo propio sucede con
legislaciones ms recientes, como la boliviana y la rusa, slo para aludir a dos
ejemplos ms. Es as como el Cdigo Civil de Bolivia de 1976, en su artculo 146,
expresamente seala que esa tipologa de bienes no constituye tesoro, lo que explica
que su regulacin se confe a leyes especiales. Por ello es por lo que el numeral II de
la citada norma, dedicada al thesaurus, estatuye que El descubrimiento de objetos
histricos, arqueolgicos o artsticos se rige por las disposiciones especiales que les
conciernen. A su turno, el artculo 233 del Cdigo Civil ruso de 1994, reservado al
tesoro, precepta en su segundo ordinal que si lo hallado contiene objetos que
pertenecen a monumentos histricos o culturales, ellos deben ser incorporados al
patrimonio del Estado.
Por tanto, si lo que se quera era a todo trance contar con un estatuto legal
que garantizara plenamente los derechos y deberes de la Nacin frente al
patrimonio artstico, histrico y arqueolgico del pas, ya que el Estado no ha
sido suficientemente celoso en su defensa y conservacin, segn se anot, y
que se pretenda ampliar y salvaguardar no solamente los monumentos y
obras de carcter permanente, sino de vigilar e impedir la prdida, dispersin y
fuga del pas de todos aquellos objetos cuyo inters histrico y artstico
imponen su conservacin como parte del patrimonio nacional, se tornara
frustrneo dicho cometido bienhechor, amn que tuitivo, si se restringiera o
eclipsara su alcance y significado, en orden a circunscribirlo, privativamente, a
la superficie o subsuelo terrestre (tierra firme), a las claras en forma inconsulta,
en atencin a que Las palabras de la ley se han de entender eficazmente
(Verba legis cum effectu sunt accipienda), procurando respetar, racionalmente,
la voluntas legislatoris, tanto ms cuanto ella luzca difana y sin ambages,
como en efecto aparece en punto tocante con los supraindicados y dicientes
antecedentes preceptivos (Ley 163/59), conforme se expres en precedencia.
De nada, o por lo menos de muy poco en esta materia, servira una legislacin
a medias y, por ende, de alcance parcial.
43
En la Exposicin de Motivos del proyecto de ley en comentario, presentada en la
Cmara de Representantes por el mencionado Dr. Germn Arciniegas, explcita y
adicionalmente, se seal que la idea que animaba la iniciativa estribaba en
ponerlo a tono con las verdaderas necesidades del pas en este particular y con lo
Por consiguiente, los indicados bienes, en particular los monumentos
muebles, quedaron sometidos a la especial, celosa y exigente proteccin
dispensada por dicha ley, difanamente corroborada, al mismo tiempo, por
otras normas jurdicas, incluso de ms reciente factura, todas enderezadas a
reiterar, o a establecer una adecuada y justificada salvaguarda de una serie de
objetos que, por sus caractersticas, son expresin de la identidad cultural o
histrica, rectamente entendida, en aras de no erosionar o desdibujar su real
teleologa y significado, de suyo arropador, tal y como tambin tiene lugar en la
esfera internacional, en prueba inequvoca de esta nueva realidad jurdica que
pregona que, en la hora de ahora, no todos los hallazgos o descubrimientos,
per se, pueden encontrar abrigo en la reglamentacin del Cdigo Civil,
suficiente para una poca divergente, v.gr. en las normas que definen y
disciplinan el tesoro, pero en la actualidad insuficiente para responder a la
sentida necesidad de proteger el patrimonio histrico, arqueolgico, esttico,
artstico y, en fin, todas las expresiones de la cultura examinada bajo el lente
de la historia, cuna de la sociedad contempornea44.
44
Precisamente por dicha circunstancia es que la doctrina especializada es refractaria
a incluir en el universo de bienes que jurdicamente estn llamados a integrar el tesoro
aquellos que conforman el patrimonio cultural en comentario. Ello justifica que autores
como el profesor Antonio Butera, con argumentos slidos y atendibles, ponga de
manifiesto que al lado de los presupuestos directos y positivos de la figura del
thesaurus milita un requisito negativo, vale decir que se trate de cosas que no
revistan valor histrico o artstico, en cuyo caso la propiedad de los objetos
descubiertos la tiene el Estado. Voz Tesoro, en Il Digesto Italiano, Op. cit., pg. 975.
45
La evolucin de la institucin del tesoro acompasa con la que, en trminos
generales, en lo pertinente, se ha registrado en relacin con el derecho de propiedad,
a la que ya se hizo sumaria alusin. Sobre el particular, la Corte Constitucional ha
expresado que El concepto de propiedad no ha sido una idea esttica e inamovible.
En un comienzo en el derecho romano fue concebido bajo una estructura sagrada,
absoluta e inviolable, De esta forma el derecho a la propiedad, asegur a cada
hombre un espacio exclusivo e imperturbable en el que no exista injerencia alguna
sobre sus bienes, y que garantizaba un poder irrestricto y autnomo sobre sus
posesiones Sin embargo, esa nocin clsica de la propiedad, que se inscribe en una
concepcin individualista, progresivamente fue cediendo a las exigencias de la justicia
sazn, eran catalogados de arquetpicos tesoros, hoy no lo son o no lo
pueden ser-, habida cuenta del efecto excluyente, amn que especial, que
dimana de las reglamentaciones que protegen el precitado patrimonio cultural e
histrico, entre otras razones, por su incontrovertible carcter extra
commercium, lo que justifica su condicin de inembargable, inalienable e
imprescriptible, a lo que se agrega, como obvia secuela, la de ser bienes no
pasibles de apropiacin u ocupacin (art. 685 y ss. del Cdigo Civil)46.
Efectivamente, el Decreto 1397 de 1989, por el cual se reglamenta la Ley 163
de 1959, indic en su artculo 1, que Los monumentos muebles a que se
refiere la Ley 163 de 1959, no estn cobijados por la nocin de tesoro prevista
6. Sin perder de vista que la ley 397 de 1997, por la cual se desarrollan los
artculos 70, 71 y 72 y dems artculos concordantes de la Constitucin Poltica
y se dictan normas sobre patrimonio cultural, fomentos y estmulos a la cultura,
se crea el Ministerio de Cultura y se trasladan algunas dependencias, no es
aplicable para decidir el caso materia de controversia, especficamente las
demandas formuladas en el campo estrictamente casacional con
independencia de lo que, en sede de instancia sealar la Corte en su
sentencia sustitutiva o de reemplazo-, como quiera que los hechos
generadores del debate judicial son anteriores a su expedicin y vigencia,
cuestin tratada puntualmente en otros apartes del presente fallo, es
pertinente, de todas maneras, precisar que ella corrobora que ha sido siempre
una constante en la actividad legislativa patria, el propsito de establecer un
ellos, caracterstica que en esta normatividad aparece con mayor nfasis y
desarrollo (postura maximalista, por oposicin a la denominada minimalista),
al punto que dispuso, en sintona con el referido carcter proteccionista, que
Pertenecen al patrimonio cultural o arqueolgico de la Nacin, por su valor
histrico o arqueolgico, que deber ser determinado por el Ministerio de
Cultura, las ciudades o cementerios de grupos humanos desaparecidos, restos
humanos, las especies nufragas constituidas por las naves y su dotacin, y
dems bienes muebles yacentes dentro de stas, o diseminadas en el fondo
del mar, que se encuentren en el suelo o subsuelos marinos de las aguas
interiores, el mar territorial, la plataforma continental o zona econmica
exclusiva, cualquiera sea su naturaleza o estado y la causa o poca del
hundimiento o naufragio. Los restos o parte de embarcaciones, dotaciones o
bienes que se encuentren en circunstancias similares, tambin tienen el
carcter de especies nufragas (art. 9).
Se sigue de lo dicho, que siendo ese, antes y ahora, el propsito del Estado en
frente de los bienes constitutivos de los monumentos muebles establecidos
en su oportunidad en la Ley 163 de 1959, tal legislacin, como ya se anticip,
se caracteriza por la proteccin especial dispensada al patrimonio histrico,
cultural y artstico, comprensiva de todos los bienes que lo conforman.
47
Alejandro Guzmn Brito. Las reglas de interpretacin del Cdigo Civil de Chile.
Monumentos y tesoros, LexisNexis, Santiago, 2006, pg. 167.
Ms adelante, el citado autor continu precisando que: Por tanto, al lado del
valor intrnseco de los objetos encontrados, que puede siempre ser notable
gemas, monedas, etctera- se afirma y prevalece la consideracin del valor
artstico o arqueolgico. Los intereses cada vez ms vivos con que los pueblos
civilizados aprecian los hallazgos que de cualquier modo brindan luces acerca
de las condiciones del arte y la cultura de las edades pasadas hacen que
tambin el eventual valor del objeto pase a un segundo plano para su
estimacin;Mayor es el inters cuando se trata de una obra de arte clsica,
en la que al valor meramente arqueolgico se suma el artstico, Las normas
sobre los tesoros representan, en las diversas legislaciones, la atemperacin
de dos intereses antagnicos, el del inventor y el del propietario del fundo,
variadamente apreciados por las leyes y variadamente justificados por la
doctrina. Son intereses privados: el inters pblico no entra en este campo sino
fuera tal vez, indirectamente, en cuanto a que a l pueda importar que los
propiedad al inventor o la compensacin que es asignadaSi se trata en
cambio de hallazgos artsticos o arqueolgicos, el inters pblico se afirma en
primera lnea: l exige sobre todo que los objetos descubiertos sean
examinados por los conocedores en aquellas condiciones de tiempo y lugar
que permitan una mejor interpretacin;As, por fuera y por encima de la
competencia privada entre el inventor y el dominus soli, se presenta un altsimo
inters colectivo que, en las condiciones actuales, no puede ser ejercido sino
es por el Estado, y surge la duda en cuanto a que el ejercicio de esta tutela
pueda alcanzarse convenientemente con normas administrativas de vigilancia y
control, o si no es ms bien deseable en estos casos una modificacin radical
en el rgimen de adquisicin de los tesoros, para atribuirle al Estado un
derecho de propiedad, haciendo as pasar a una segunda lnea la contestacin
entre las pretensiones, e impidiendo que ellas puedan en todo caso perjudicar
la suerte de los objetos encontrados48 (Se subraya).
48
Algunas legislaciones modernas prosigue el profesor Rotondi se han orientado
decididamente en esta va: Renunciando a la bsqueda de precedentes histricos
de dudoso valor, se puede decir que la tendencia por parte del Estado a intervenir con
disposiciones positivas sobre la tutela de los objetos de arte y ms especialmente-
sobre los que tienen un valor arqueolgico, data solo de la poca moderna: es una
consecuencia del impulso vigoroso que supone el renacimiento del culto a las artes y a
la antigedad clsica.. I ritrovamenti archeologici e il regime dell acquisto del
tesoro, Riv. di dir-civile, II, 1910, en Studio varii di diritto romano ed attuale, Pisa, 1922,
pgs. 341 y ss.
49
El Decreto 655 de 1968 se refiri a especies nufragas pero en sentido algo
diverso, esto es, queriendo significar, aunque de forma no muy precisa, las
embarcaciones y los elementos que se encuentren en ellas, existentes en aguas
2324 de 1984), son posteriores a 1982 y, por ende, resultan inaplicables a la
presente controversia-, tambin se ocuparon de dicha figura, divergente como
tal de la institucin del tesoro en cualquiera de sus manifestaciones y
regulaciones-.
Por consiguiente, los bienes que han permanecido largo tiempo en el fondo
del mar, bien por causa de un naufragio, ora por echazn del cargamento, no
pueden ser considerados especies nufragas, por la sencilla razn de que no
hubo salvamento, ni se trata de bienes rescatados o salvados que, por no
aparecer interesados dentro de los treinta das siguientes al naufragio, sean
susceptibles de una declaracin de mostrencos.
2. Puestas de este modo las cosas, es claro que, desde la perspectiva del
Cdigo Civil, los bienes nufragos que no sean salvados, que de suyo estn
ocultos pues no estn a la vista de nadie y, por tanto, se encuentran sepultados
o escondidos, sobre los cuales no se pruebe derecho por persona alguna,
debern considerarse o como bienes perdidos, o como tesoro encontrado
en suelo ajeno (Se destaca), como lo precisa, con meridiana claridad, el
artculo 703 del Cdigo Civil, calificacin que depender, por mandato del
mismo legislador, de los antecedentes y seales (Se destaca), entre los que
pudo tener lugar por largo tiempo; pero si ellas son antiguas y, adems, las
condiciones de la ocultacin son reveladoras de que ha pasado largo tiempo,
bien podran reputarse como tesoro, en tanto que no haya memoria ni indicio
de su dueo (art. 700, ib.).
51
Cumple advertir, en todo caso, que la Direccin General Martima y Portuaria, en
uso de las atribuciones que le confiri el Decreto Ley 2349 de 1971, mediante la
Resolucin 0148 de 10 de marzo de 1982, modific El Manual de Procedimiento de
las Capitanas de Puerto y respecto de la Seccin 4 de su Captulo Tercero, seal:
V. DEFINICIONES. Para los propsitos del presente reglamento, se consideran
tesoros o antigedades nufragas, las embarcaciones, bienes muebles yacentes
dentro de ellas o diseminados en el fondo del mar, valiosos intrnsecamente o en
razn de su antigedad o significacin cultural, con la nota comn a todos de haber
sido elaborados por el hombre (especificacin) y sin que importe la causa por la cual
se produjo su situacin actual de encontrarse en el fondo del mar: Naufragio fortuito,
autoprovocado o resultante de accin de extraos, o por haber sido abandonado por
su propietario (res derelictae) o que no lo tienen conocido o, cuyo propietario a la
poca del hundimiento no es conocido o, sindolo, tampoco es factible establecer una
sucesin en la titularidad hasta el presente (Se subraya y resalta).
52
Partida Tercera, Ttulo XXVIII, Ley XLVI.
53
Es as como el expositor francs G. Baudry Lacantinerie, advierte, ms all del
resultado de una pesquisa adelantada con ese especfico y confesado
propsito, aqul, o ambos, segn el caso, se harn a su dominio por el modo
de la ocupacin, en sentido amplio. Al fin y al cabo, como lo seala autorizada
doctrina, El que encuentra un tesoro en un terreno de su propiedad, lo
adquiere lo mismo si el encuentro fue casual que si tuvo lugar por
consecuencia de trabajos realizados en busca del tesoro54. Tal previsin, por
lo dems, luce acorde con los principios que informan el ordenamiento jurdico
nacional, en cuanto el dueo del terreno, como titular de un derecho real, tiene
la prerrogativa de hacer uso del mismo para los fines que mejor y
racionalmente estime aconsejable, desde luego respetando la funcin social
que le es inherente a su derecho, por lo que puede legtimamente cavar para
buscar tesoros, o permitir que un tercero lo haga.
54
Jaime Santos Briz. Derecho civil. Teora y prctica. T. II. Editorial Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1973, pg. 191.
55
Pedro Bonfante. Instituciones de derecho romano. Reus, Madrid, 1979, pg. 258,
romanista que culmina su anlisis, sealando que "Tenemos, pues, en el tesoro una
adquisicin por ocupacin, o mejor dicho por inventio, a favor de quien lo descubre".
Cfme: Biago Brugi, Instituzioni di diritto romano, Torino, 1926, pg. 218. Anloga es la
conclusin a la que arriba la profesora Emilsen Gonzles de Cancino, debido a que
anota que tratndose del tesoro el mero hallazgo (inventio) es suficiente para
propio, frente al derecho medieval, en concreto, el criterio bordado por
Accursio, uno de los ms emblemticos militantes de la clebre y renacentista
Escuela jurdica de los Glosadores, toda vez que se le reconoci al
descubrimiento del tesoro especficas propiedades jurdicas (adquisicin de la
propiedad), con prescindencia de su ulterior aprehensin56. Ello explica que la
moderna doctrina, sobre el particular, sea prcticamente unnime, como quiera
que en la misma lnea se enfatiza que la ley habla de descubrimiento de un
tesoro y de la persona que ha hecho el descubrimiento y es a sta a la que
reconoce el derecho de ocupacin. Es, por lo tanto, el hecho del
descubrimiento, no la aprehensin material lo que se toma en cuenta; y en
esto difiere la invencin o hallazgo de un tesoro de las dems clases de
ocupacin, lo que constituye una excepcin notable porque siendo una
ocupacin, no se realiza con la aprehensin efectiva. Para los efectos legales,
es inventor del tesoro el primero que lo ha hecho visible, aunque otro que
lo vea tambin se apodere del tesoro antes, corpore57 (Se subraya y resalta).
Anloga anotacin, de cara al derecho chileno, efectan los autores Arturo Alessandri
Rodrguez y Manuel Somarriva Undurraga, toda vez que ponen de presente que El
dominio del tesoro se adquiere por el solo hecho del descubrimiento, aunque el
descubridor no se apodere de l. No exige el Cdigo Civil una aprehensin real; se
contenta con una aprehensin presunta. Derecho civil. Los bienes y los derechos
reales. Imprenta Universal, Santiago, S/F, pg. 278. Cfme: Luis Guillermo Velsquez,
Bienes, Temis, Bogot, 1998, pg. 216, quien puntualiza que si alguien descubre un
tesoro y pospone su aprehensin material no vemos inconveniente para considerar su
adquisicin por ocupacin mediante el mecanismo de la aprehensin presunta.
siglo XX se inclin por esta misma postura. Vid. Georges Ripert y Jean Boulanger.
Tratado de derecho civil, T. VI, La Ley, Buenos Aires, 1965, pg. 156.
Lo propio tiene lugar en el derecho peruano, segn lo avala el Dr. Gunther Gonzlez
Barrn, quien expone que al momento del descubrimiento se produce la adquisicin
de la propiedad por parte del descubridor, as como del dueo del suelo donde se le
poseedorEl tercer momento, en fin, comienza con la aprehensin del tesoro,
apprehensio rei,59.
59
Nicola Taraschi. Appropriazione del tesoro, referido por Jos Luis Moreau Ballonga,
Ocupacin, hallazgo y tesoro, Op. cit., pg. 267. En sentido similar, en forma no
menos clara y pertinente, el profesor Francesco Ferrara expresa que el querer
exigir esencialmente en todo caso que el hallazgo del tesoro deba consistir en un
material desvelamiento de un objeto hasta entonces escondido, que sale a la luz por
obra del descubridor, es un concepto demasiado estrecho y unilateral de
descubrimientoLa inventio thesauri no debe consistir necesariamente en una
excavacin o desenterramiento en desarrollo del cual se extrae el tesoro; es cierto que
es esta la idea ms popular y comn de descubrimiento, pero no es la que
corresponde a la realidad jurdica. Il carattere della scoperta nellaquisto del tesoro, en
Il foro italiano, Vol. XXXII, 1907, Roma, pg. 55.
60
Tan cierto es lo sealado que, en estrictez, no es exigido que todo lo revelado, a
priori, deba inexorablemente tener la apariencia o condicin intrnseca de tesoro, pues
en ocasiones, por la forma en que se produce el descubrimiento, no es posible
realizar una detallada o por lo menos suficiente comprobacin material, tal y como
suele tener lugar con los hallazgos o encuentros marinos, signados por su conocida
complejidad o intrincada accesibilidad (profundidad, ubicacin, oscuridad, presin,
entorno, amenazas acuticas, condiciones climticas adversas, corrientes submarinas,
turbulencias, turbiedad de las aguas, etc.), a lo que se suma que el explorador
legalmente autorizado, es la regla, slo puede realizar tareas de exploracin y no de
exhumacin o rescate, lo que limita sensiblemente el acercamiento fsico a los objetos
descubiertos o internados en determinado continente, v. gr. : un pecio, de ordinario
cubierto por sedimentos, capas coralinas, espesa vegetacin, cuya formacin puede
datar de numerosas dcadas o, incluso, de varios siglos, circunstancias estas que
dificultan o entraban an ms su identificacin inicial, las cuales deben ser muy
tenidas en cuenta por el juzgador, al momento de realizar el escrutinio jurdico
Esta distincin aflora ntida en el Cdigo Civil, que tambin le da el tratamiento
de tesoro a los efectos preciosos escondidos en predio ajeno, cuyo lugar de
ubicacin es referido por un tercero que no prueba derecho sobre ellos. As
emerge de los artculos 702 y 703 del Cdigo Civil, normas segn las cuales,
tratndose de dinero o alhajas escondidas en una herederad o edificio,
respecto de los cuales una persona sealare el paraje en que estn
escondidos, pero no probare el derecho sobre dichos dineros o alhajas,
podrn considerarse como tesoro encontrado en suelo ajeno, segn los
antecedentes y seales. De all que la ltima de las citadas disposiciones
precise que, en dicha hiptesis, se dividir el tesoro por partes iguales entre el
denunciador y el dueo del suelo (Se resalta).
Pero as como la denuncia protege el derecho al tesoro del dueo del suelo
(dominus loci), as tambin ampara los derechos del denunciador, del
descubridor, quien ser dueo de la mitad de aquel, en virtud del
descubrimiento (iure inventionis). Lo contrario, esto es, afirmar que los
derechos de la persona que descubre un tesoro en predio ajeno, slo nacen en
el momento en que este es materialmente extrado, conduce a generar un
evidente desequilibrio en la relacin jurdica que existe entre el denunciador y
el propietario del terreno, en la medida en que aqul quedara sujeto a ste,
quien podra aprovechar su dominio sobre el bien, en desmedro del inventor,
entre otras hiptesis ms.
Ms adelante, el informe seala que un gran objetivo fue registrado por medio
del Sonar Lateral a bordo del Auguste Piccard, el cual tiene la apariencia de
un gran afloramiento rocoso o arrecife que est cubierto por una capa delgada
de sedimento y una comunidad diversa de cultivo marino, puntualizando que,
pese a ello, tiene varios rasgos que no es natural del suelo marino y que una
anomala magntica definida... fue registrada en travesas por y sobre el
objetivo. Extradas de all varias muestras de madera, fueron analizadas y se
declar que tenan aos en exceso de 300 aos, todo lo cual permiti afirmar
la presencia de objetos hechos por el hombre (madera) y concluir que
objetos en algunos lugares son parte de un naufragio o naufragios en el suelo
marino (fls. 667 a 669, cd. 1 III).
c) En tercer lugar, que dicho reporte confidencial fue corroborado por los
informes rendidos por integrantes de la Armada Nacional al Director General
Martimo y Portuario de 31 de octubre de 1983 (fls. 733 a 758, cd. 1-III) y 29 de
septiembre de 1988 (fls. 699 a 722, cd. 1-III), en donde se describen
detalladamente las labores de ubicacin del hallazgo y se precisa el lugar
donde se encuentra.
62
En este sentido, como lo memora el autor Alfonso Agudo Ruiz, quien se refiere a lo
manifestado por Pacchioni, conforme al cual el tesoro no es una cosa res nullius; y
no lo es porque no se considera abandonada, sino slo depositada por quien fue su
De manera, pues, que no luce afortunado cuestionar la sentencia sobre la base
de afirmar que para ser tesoro, debe tratarse de cosas que no tengan
propietario, exigencia que, como tal, esto es, en los trminos expresados en la
censura, no aparece formulada en el derecho patrio. Cosa distinta es que por la
antigedad del descubrimiento y, en general, por no existir rastro del probable
dueo, se considere que ste es inexistente -o inhallable en opinin de otros-.
A este respecto, encuentra la Corte que no le asiste razn a las censuras, por
las siguientes razones:
a.3) Ahora bien, en cuanto a la Ley 14 de 1936, sin perder de vista que la
Nacin no precis, como tena que hacerlo, cul de sus artculos habra sido
infringido, circunstancia que traduce la insatisfaccin de la exigencia
consagrada el numeral 3 del artculo 374 del C.P.C., basta sealar que dicha
ley no estableci que eran de propiedad de la Nacin los all denominados
monumentos muebles y que mediante ella, nicamente se "autoriz la
muebles precolombinos, coloniales y de la poca de la emancipacin y de la
Repblica.
De otra parte que, como se anticip, el simple cotejo de los artculos del
Decreto 655 de 1968 con los de la QUINTA PARTE, tocante con Especies
nufragas, del Decreto-Ley 2349 de 1971 (arts. 110 a 121) denota la similitud
o simetra bsica- de ambas normatividades, de donde no queda duda que
toda la materia reglamentada por la primera de tales legislaciones qued a
cabalidad comprendida en la segunda.
Siendo ello as, forzoso es colegir, por tanto, que el citado Decreto 2349
sustituy y dej sin efectos el 655 de 1968, puesto que como lo ensea el
artculo 3 de la Ley 153 de 1887, Estmase insubsistente una disposicin
legal por declaracin expresa del legislador, o por incompatibilidad con
disposiciones especiales posteriores, o por existir una ley nueva que regule
ntegramente la materia a que la anterior disposicin se refera (Se subraya).
La Corte, al respecto, tiene dicho que Con apoyo en los artculos 71 y 72 del
Cdigo Civil ledos en armona con el artculo 3 de la Ley 153 de 1887 bien
o indirecta, siendo posible que a su vez esta segunda modalidad revista el
carcter de derogacin tcita en sentido estricto o tenga expresin en la
llamada derogacin orgnica que, como tuvo ocasin de volverlo a puntualizar
no hace muchos aos la doctrina jurisprudencial (G. J. T. CLXXVI, pg. 16),
sucede cuando una ley nueva regula ntegramente la materia a la que la
anterior disposicin se refera, se funda en que si el legislador ha
disciplinado toda la materia regulada por una norma precedente, forzoso es
suponer que ha partido de otros principios directrices y por consiguiente no
resulta tarea sencilla establecerla con la indispensable exactitud, habida cuenta
que el determinar si una materia est o no enteramente regulada por la ley
posterior, depende, no tanto del mayor o menor nmero de disposiciones que
contenga en relacin con la antigua, sino de la intencin revelada por el
legislador de abarcar con la nueva disposicin o disposiciones toda una materia
, aunque en realidad no haya especfica incompatibilidad entre stas y las de la
ley anterior (CCXVI, 185).
Tal apreciacin respecto del decreto invocado por los recurrentes para apoyar
sus censuras, en lo que concierne con el tpico ahora auscultado, descarta el
acogimiento de las mismas, pues es lo cierto que para 1982, cuando la DIMAR
reconoci a la Glocca Morra Company como denunciante del hallazgo que
efectu (Resolucin No. 0354 de 3 de junio de 1982) en virtud de la previa
autorizacin para efectuar exploraciones en el Mar Caribe que se le confiri, tal
legislacin en virtud de su derogacin era inexistente y, en consecuencia, mal
poda reclamarse su aplicacin para dilucidar la situacin aqu debatida,
mxime cuando los hechos bsicos generadores de la controversia acaecieron
despus de haber desaparecido del mbito jurdico patrio el decreto en
cuestin.
64
La norma en cuestin reza: La Constitucin es norma de normas. En todo caso de
incompatibilidad entre la Constitucin y la ley u otra norma jurdica, se aplicarn las
disposiciones constitucionales.
Sobre los alcances de tal precepto la Corte Constitucional ha sealado que El valor
normativo de la Carta Poltica trae aparejado dos fenmenos diversos: la derogatoria
tcita de todas las disposiciones jurdicas de orden inferior que le sean contrarias (CP
art. 4) y la inaplicacin de aquellas manifiestamente incompatibles con el
ordenamiento constitucional. En el primer caso, el juez verifica en el sistema de
fuentes aplicable a la controversia, sealando las normas relevantes a su juicio,
derogadas, sin necesidad de declaracin judicial previa. Con todo si percibe
incompatibilidad entre las disposiciones de inferior rasgo y la Constitucin, puede, en
virtud de la primaca de la segunda y el perentorio mandato del artculo 4 de la Carta
Poltica, inaplicar las normas cuya incompatibilidad sea manifiesta (Se subraya; T-
098-1994).
65
En su sentencia de 27 de febrero de 1975, la Corte Suprema de Justicia, Sala
Efectivamente, como el Decreto 655 es reglamentario, es preciso recordar que
tanto en vigencia de la Constitucin de 1886, como de la actual, aquellas
materias cuya regulacin no hubiere sido atribuida expresamente por la Carta a
una determinada autoridad, en este caso al Gobierno, son de competencia del
Congreso de la Repblica, de conformidad con la clusula general de
competencia normativa. Tal la razn para que la Corte Constitucional, en la
sentencia C-474 de 10 de junio de 2003, hubiere precisado que La
Constitucin colombiana radica en el Congreso la clusula general de
competencia, tal y como esta Corte lo ha sealado en numerosas ocasiones
(CP art. 150 ords. 1 y 2). Esto significa que en principio las reglas a las cuales
se sujeta la sociedad son expedidas por el Congreso mientras que el
Presidente ejerce su potestad reglamentaria para asegurar la debida ejecucin
de las leyes (CP art. 189 ord. 11) Este reparto general de competencias
normativas entre la ley y el reglamento no es casual ni caprichoso sino que
responde a finalidades profundas, Un examen de las competencias
atribuidas expresamente al Gobierno y a otras autoridades constitucionales
muestra que la Carta no atribuye a ninguna de ellas la regulacin especfica de
la proteccin del patrimonio arqueolgico y cultural de la Nacin, por lo cual,
por clusula general de competencia, dicha regulacin corresponde al
Congreso. Pero eso no es todo; esa conclusin se ve reforzada por numerosas
disposiciones constitucionales que indican que la regulacin del tema de la
propiedad y del patrimonio arqueolgico de la Nacin corresponde
primariamente a la ley (Se subraya).
transcrita, pueda crear ciertos derechos de particulares o del Estado, como los que
resultan de las disposiciones acusadas. Una es la tarea de sealar funciones
Finalmente, slo en el evento de insistirse hipotticamente en la aplicacin del
decreto en referencia, posibilidad inviable en consideracin a la convergencia
de los argumentos anteriores, es menester observar que la parte dispositiva del
mismo no se ocupa de atribuir a la Nacin derecho de dominio alguno en torno
a los objetos de valor histrico que se encuentren en buques hundidos en
distintas pocas. La mencin al respecto aparece en la parte considerativa
(considerando), ajena, como tal, a las normas propiamente dichas (arts. 1 a
13), adems, ni siquiera en el considerando, en mencin, se atribuye
especficamente propiedad, como quiera que se parte de ese hecho, pero sin
ningn soporte o fundamento, en rigor. Su texto en efecto, es el siguiente:
CONSIDERANDO: Que existen indicios de que en el mar territorial y la
plataforma continental submarina se encuentran elementos de valor histrico,
cientfico y comercial en buques hundidos en distintas pocas, que actualmente
forman parte del patrimonio de la Nacin.
As, por lo dems, lo imponen la forma en que ocurren las cosas y el propio
sentido comn, pues si el legislador permite la bsqueda de tesoros en predio
ajeno y, tratndose de aquellos localizados en el fondo del mar, supedita su
rescate a la previa celebracin de un contrato que puede celebrarse con
personas distintas del descubridor, es apenas obvio que el derecho de
propiedad sobre el tesoro, tanto para ste como para el dueo, aflore desde el
mismo momento del descubrimiento.
Tan claro es ello, que incluso normas posteriores como la Ley 397 de 1997,
que ya se expres deviene inaplicable a ste caso por lo menos en punto
tocante a esta temtica-, diferencian entre la denuncia del hallazgo de especies
nufragas que integran el patrimonio cultural sumergido de la Nacin, y su
rescate, precisando luego que el denunciante tiene derecho a un porcentaje
del valor bruto de aquellas (par. 1, art. 9).
Puestas de este modo las cosas, no les asiste razn a los impugnantes, pues a
diferencia de la ocupacin propiamente dicha y de la invencin, el tesoro se
adquiere por su descubrimiento, sin que sea necesario que haya aprehensin
fsica (apprehensio rei), conforme se explicit a espacio.
Pero sea lo que fuere, se impone remitir aqu a las apreciaciones que sobre el
mismo punto se consignaron al despachar las acusaciones fundadas en el
quebranto indirecto de las normas sustanciales, analizadas en precedencia, en
relacin con las cuales la Corte puntualiz que el fundamento basilar en que el
Tribunal se apoy para tener por cumplido el requisito del descubrimiento, con
todo lo que ello implica, incluida la exigencia de la plena identificacin del sitio
de ubicacin de los bienes, fue el hecho del reconocimiento que la DIMAR hizo
a la cedente de la actora, y que pas a sta, como denunciante de "tesoros y
especies nufragas" contenido en la Resolucin 0354 de 3 de junio de 1982,
aspecto que, en puridad, no fue controvertido por las recurrentes, ello es
trascendental, y que, al no haber sido desvirtuado, sostiene suficientemente la
conclusin que en este aspecto obtuvo el ad quem, la que en tal virtud no
puede ser escrutada o examinada por la Corte, en sede casacional.
considerado como requisito, para colegir que los bienes disputados son tesoro,
que mediara su descubrimiento-, por cuanto se centr en la comprobacin del
mismo, cuestin dilucidada en los cargos precedentes, en donde se estableci
el fracaso del ataque, en tanto y en cuanto, como acaba de recordarse, no se
combati el pilar ms importante que al efecto sirvi de sustento a las
conclusiones del ad quem.
De suyo, pues, se itera, que si es requisito legal para que una cosa se tenga
por especie nufraga, que ella haya sido salvada y dejada a disposicin de la
autoridad para que se verifique su restitucin al dueo, tal exigencia descarta
que los bienes que an se encuentran en el fondo de mar, esto es, que an no
han sido recuperados y en relacin con los cuales su dueo no ha tenido la
posibilidad de obtener su restitucin, previo el pago de los valores
mencionados, puedan ser considerados tales, entendimiento que, per se,
desvirta cualquier intento para que en torno de los que son materia del
presente debate judicial se arribe a una conclusin semejante.
Sin embargo, estima la Corte que esta opinin, de suyo respetable, aun cuando
no vinculante por su propia etiologa, naturaleza y alcance, no est en estricta
consonancia con la recta inteligencia de las normas que regulan, en la esfera
En efecto, para no incurrir en redundancia, baste decir que el H. Consejo de
Estado tom como punto de partida de su concepto, que para ser tesoro deba
tratarse de cosa sin dueo o res nullius, lo cual no es exacto porque, como ya
se seal, los efectos preciosos, otrora, debieron tener propietario, quien nunca
quiso desprenderse de su dominio (de all que no sean res derelictae), slo que
para la poca del descubrimiento no hay memoria ni indicio de l. Esta
circunstancia lo llev a afirmar que el hallazgo de cosa cuya naturaleza indique
haber estado en dominio anterior, slo poda tener dos modalidades: la de
cosa perdida que debe ser restituida a su dueo, o la de bien mostrenco, con lo
cual pas por alto, de una parte, que el tesoro es cosa que por haber sido
elaborada por el hombre, tuvo dueo y, de la otra, que segn el artculo 703 del
C.C., no citado en el concepto, los dineros o alhajas sobre los cuales no se
pruebe dominio, califican o como bienes perdidos, o como tesoro encontrado
en suelo ajeno, segn los antecedentes y seales, lo que significa que el slo
hecho de no tener dueo aparente o conocido, no es suficiente para predicar
que las cosas son mostrencas, pues esa circunstancia, como queda
expresado, tambin debe hacer presencia en la otras dos referidas figuras
legales, esto es, se itera, en el tesoro y en el de las cosas perdidas.
Para refutar el primero de tales argumentos, seal el impugnante que slo con
la promulgacin del acto legislativo No. 1 de 1968, se consider que los mares
adyacentes eran parte del territorio colombiano, pero de conformidad con los
tratados internacionales aprobados, los cuales, por establecer lmites al
ejercicio de la soberana, hacen parte integrante del artculo 101 de la actual
Constitucin Poltica.
13. En tanto parte integral del territorio del Estado, la plataforma continental se
encuentra sometida a la soberana del ribereo. Ciertamente, el derecho
internacional pblico define el territorio como aquel conjunto de espacios en los
cuales el Estado ejerce su soberana, razn por la cual la consecuencia
fundamental de que algn espacio fsico forme parte integral del territorio de un
Estado consiste en que tal espacio queda sometido al ejercicio de la soberana
estatal con todos los atributos que ella implica Conforme a lo anterior, puede
afirmarse que, desde el punto de vista del derecho internacional pblico, el
ncleo fundamental de la soberana de los Estados reside en la posibilidad de
darse una organizacin poltica, social, econmica y cultural interna con plena
autonoma e independencia, lo cual implica que, dentro de su territorio, el
Estado ejerce en forma exclusiva, autnoma y plena el acervo de
competencias dirigidas al ejercicio de las funciones legislativa,
administrativa y jurisdiccional.
66
Sobre el particular, el doctor Alfredo Vsquez Carrizosa, como Ministro de
Relaciones Exteriores de Colombia, expres el 19 de diciembre de 1970 ante el
Sin embargo, solo fue hasta el ao de 1968 que se declar constitucionalmente
que la plataforma continental haca parte de Colombia, pronunciamiento cuyos
orgenes en el derecho internacional se remontan, como es sabido,
fundamentalmente, a la declaracin del Presidente Trumann de los Estados
Unidos de Amrica el 28 de septiembre de 1945, que gener a partir de tal
fecha manifestaciones unilaterales de carcter anlogo- por parte de la
mayora de naciones67.
explotacin. Colombia y los problemas del mar, Bogot, Imprenta Nacional, 1971,
pg. 202
67
As, por va de ejemplo: Argentina, el 11 de octubre de 1946; Mxico, el 29 de
dentro de stas, o diseminados en el fondo del mar, que se encuentren en el
suelo o sub suelo marinos de las aguas interiores, el mar territorial, la
plataforma continental o zona econmica exclusiva, cualesquiera sea su
naturaleza o estado y la causa o poca del hundimiento o naufragio.
68
En este punto, gran importancia denota el hecho de que, en tratndose del
Patrimonio Histrico Espaol, la ley 16 de 1985 del pas ibrico, en su artculo 40,
consagre que forman parte de l los bienes muebles o inmuebles de carcter
histrico, susceptibles de ser estudiados con metodologa arqueolgica, hayan sido o
no extrados y tanto si se encuentran en la superficie o en el subsuelo, en el mar
territorial o en la plataforma continental (Se subraya).
As las cosas, militando en autos escrito que sugiere que el hallazgo se halla
en el mar territorial colombiano, propio es colegir que resulta vana toda
incursin en el tema relacionado con los derechos que, para la fecha del
descubrimiento, tena Colombia en la plataforma continental y en la zona
econmica exclusiva.
SENTENCIA SUSTITUTIVA
Del mismo modo, ellos fueron objeto de las previsiones de la Ley 397 de 1997,
lo que se deduce de su artculo 4, en la medida en que, por una parte, el
pargrafo 1 dispuso que Los bienes declarados monumentos nacionales con
anterioridad a la presente ley, as como los bienes integrantes del patrimonio
arqueolgico, sern considerados como bienes de inters cultural (Se
subraya) y, por la otra, el inciso 2, estableci que Las disposiciones de la
presente ley y de su futura reglamentacin sern aplicadas a los bienes y
categoras de bienes que siendo parte del patrimonio cultural de la nacin
pertenecientes a las pocas prehispnicas, de la colonia, la independencia, la
repblica y la contempornea, sean declarados como bienes de inters
cultural, (Se subraya y resalta), de lo que se sigue que al haber sido
considerados de inters cultural los bienes que desde antes tenan la calidad
de monumentos nacionales, entre ellos, obviamente, los monumentos
muebles de la Ley 163 de 1959, stos, de plano, quedaron sujetos al rgimen
legal de la mencionada ley 397, que, en lo cardinal, entre otras, se caracteriza
por las siguientes reglas: Es obligacin del Estado y de las personas valorar,
proteger y difundir el Patrimonio Cultural de la Nacin (art. 1, num. 5); es
Patrimonio Cultural de la Nacin (art. 2); el Patrimonio Cultural de la Nacin,
est constituido por todos los bienes y valores culturales que son expresin de
la nacionalidad colombiana, tales como la tradicin, las costumbres y los
hbitos, as como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e
inmuebles, que poseen un especial inters histrico, artstico, esttico, plstico,
arquitectnico, urbano, arqueolgico, ambiental, ecolgico, lingstico, sonoro,
musical, audiovisual, flmico, cientfico, testimonial, documental, literario,
bibliogrfico museolgico, antropolgico y las manifestaciones, los productos y
las representaciones de la cultura popular.
Adems, claro est, no hay duda que los indicados monumentos muebles,
quedaron igualmente cobijados por las disposiciones del Decreto 833 de 2002,
reglamentario de la precitada ley, en el que se reiter que El encuentro de
bienes integrantes del patrimonio arqueolgico no tiene para ningn efecto el
carcter civil de invencin, hallazgo o descubrimiento de tesoros, norma que
explicit, de manera rotunda, la imposibilidad de que todo objeto que denote
especial inters histrico, cultural o arqueolgico sea susceptible de tales
formas de adquisicin del dominio, ratificando as la exclusin ntegra de dichos
bienes del rgimen que, en relacin con los tesoros, consagra el Cdigo Civil.
10. Empero, como tanto en el artculo 1 del Tratado celebrado entre las
Repblicas americanas, sobre defensa y conservacin del patrimonio histrico,
como en el artculo 1 de la Ley 163 de 1959 en la que expresamente se
remiti en su art. 7 a dicho tratado-, se incluyeron alusiones generales
(numerus apertus) para completar los conceptos pertinentes, en su orden, de
monumentos muebles y de patrimonio histrico y artstico nacional, es
menester evaluar la incidencia de esa circunstancia, frente al presente proceso.
71
Obsrvese que, de conformidad con lo sealado por la UNESCO, Se calcula que
en los fondos ocenicos se hallan diseminados ms de 3 millones de navos
naufragados sin localizar. En el Dictionary of Disasters at Sea se enumeran por
ejemplo los naufragios de 12.542 buques mercantes, de pasajeros y de guerra,
ocurridos en 1824 y 1962. Carpeta de informacin, Convencin de la UNESCO sobre
informacin con que se contaba se logr la ubicacin de los restos de un
naufragio (fl. 701, cd. 1-III).
Con carcter meramente ilustrativo, cabe resear que esa especial actividad, la
Ley 163 de 1959 la asign al Ministerio de Educacin Nacional (art. 13); que el
Decreto 655 de 1968, a su turno, la radic en peritos designados, uno por la
Direccin Martima Mercante Colombiana, otro por la persona contratada para
su recuperacin y el tercero, por los as nombrados (art. 7), disposicin que,
como se sabe, fue reproducida por el artculo 117 del Decreto-Ley 2349 de
1971; que igualmente el Decreto 12 de 1984, en relacin con las antigedades
nufragas, aludi a la figura de peritos en el literal a) del pargrafo del artculo
4, como a su vez lo hizo el Decreto 2324 de 1984, en el literal a) del pargrafo
del artculo 191; y que la Ley 26 de 1986, estableci que el Consejo integrado
por el Ministro de Hacienda, el Ministro de Defensa, el Ministro de Educacin,
el Secretario General de la Presidencia de la Repblica y el Gerente General
del Banco de la Repblica (art. 6), evaluar las antigedades y los valores
nufragos recuperados (art. 8).
rese, en las codificaciones civiles ms recientes, incluso del siglo XXI, se sigue
legislando acerca del tesoro
73
Como bien lo advierte el profesor Giovanni Rotondi, es menester que los objetos
descubiertos sean examinados por los conocedores en aquellas condiciones de
tiempo y lugar que permitan una mejor interpretacin. I ritrovamenti archeologici e il
regime dell acquisto del tesoro. Op. cit., pg 343.
En esta misma orientacin, el profesor Jess Carrera precisa que Es evidente que
hay restos que no presentan ningn tipo de inters histrico, cultural ni
arqueolgico. Es ms, es enteramente posible que un encuentro cualquiera, una
vez exhumado, pueda revelar que existan objetos que, en estrictez, no interesen a la
historia y a la cultura, y que tampoco puedan ser considerados preciosos y, por tanto,
como constitutivos de tesoro, tal y como lo corrobora el profesor A. Agudo Ruiz
cuando reconoce que hay casos en que el descubrimiento no despierta inters
alguno (arqueolgico o econmico) ni surge el concepto de tesoro. Rgimen
jurdico del tesoro. Op. cit., pg. 64.
Al fin y al cabo, como lo recuerda Andrea Tabet y Enzo Ottolenghi No basta que se
trate de cosas que tengan cualquier relacin con el arte, la historia, la etnografa, etc.,
pues es necesaria una vinculacin calificada que denote un particular inters. La
propiet, Unione Tipografico Editrice Torinese, Torino, pg. 742, inters que, en el
mbito colombiano, igualmente ha calificado el legislador, por va de ejemplo, en el
artculo 1 de la Ley 163 de 1959, alusiva a la defensa y conservacin del patrimonio
histrico y artstico, al indicar que se declaran patrimonio histrico y artstico nacional
los monumentos, tumbas prehistricas y dems objetos que tengan inters especial
para el estudio de las civilizaciones y culturas pasadas, anotacin que guarda
consonancia con la remisin que hace el artculo 7 de la ley 163 de 1959 (art. 1, letra
entendido que la propiedad all reconocida, por partes iguales, para la Nacin y
la sociedad demandante, est referida nica y exclusivamente a los bienes
que, por sus caractersticas y rasgos propios, segn el caso, sean susceptibles
de calificarse como tesoro, en el campo jurdico, teniendo en cuenta que su
configuracin, concepto y alcance, definitivamente, no es el mismo que otrora
tena, en atencin a la tutela y salvaguarda conferidos prevalente y
preferentemente al mencionado patrimonio, hoy una constante a nivel
internacional. De all que convergen y, de paso, primen intereses superiores de
indiscutido carcter social y cultural, lo cuales el juez y dems autoridades
deben proteger, segn se advirti.
Exp. 08001-3103-010-1989-09134-01
Con todo respeto me permito disidir del fallo que puso trmino al
recurso de casacin.
Fecha ut supra,
19 de julio de 2007.
Manuel Isidro Ardila Velsquez