Comentario A La Vita Consecrata Agustinos
Comentario A La Vita Consecrata Agustinos
Comentario A La Vita Consecrata Agustinos
COMENTARIO A LA
EXHORTACIN APOSTLICA POSTSINODAL
VITA CONSECRATA.
P. Santiago Sierra
COMENTARIO A LA EXHORTACIN
APOSTLICA POSTSINODAL
VITA CONSECRATA
Publicada el 25 de marzo de 1996, ha sido acogida con bastante entusiasmo por su estilo positivo y alentador. Una lectura
atenta del documento nos revela su riqueza de temas y orientaciones. Lo importante, posiblemente sea encontrar las claves de
lectura y comprensin que nos ayuden a una lectura seria y favorezcan su asimilacin y recepcin vital. La Exhortacin no
pretende ser un tratado sobre la vida consagrada desde el punto de vista doctrinal, sino que ofrece puntos y aspectos que hoy
tienen relevancia especial. Habla de lo que la vida consagrada debe ser hoy y esto exige una lectura creativa. Tampoco podemos
pretender que la Exhortacin nos de la solucin de todos los temas polmicos. El Papa invita a acoger la Exhortacin y a continuar
la reflexin. La verdad es que no es cuestin de presentar la Exhortacin como algo nuevo, porque todos la hemos ledo ya, pero
esta presentacin nos puede ayudar a vivirla con ms intensidad.
* En primer lugar es necesario partir de que es una exhortacin, por tanto, es un documento que resalta el carcter
espiritual y doctrinal, que promueve la vida religiosa poniendo de relieve sus valores ideales, sus dificultades y los caminos
abiertos para su realizacin. El Papa quiere que su lectura suscite en cada uno una experiencia de gozo y de aliento (n 13).
* Adems es una exhortacin apostlica. Esto quiere decir que tiene la autoridad misma del Papa, que ofrece una
teologa segura de la vida consagrada en el momento actual de la Iglesia, aunque probablemente con signo tradicional; la visin es
universal y est dirigida a toda la Iglesia.
* Es, por otra parte, una exhortacin apostlica postsinodal. Quiere ser y presentarse como el fruto del Snodo de
octubre de 1994; en ella estn recogidos sus ecos y sus deseos.
* Est dirigida a toda la Iglesia. No es una carta que est dirigida solamente a las personas consagradas, y esto puede
VITA CONSECRATA: COMENTARIO Y TEMAS DE REFLEXIN
condicionar mucho su contenido, como todos podemos entender. Todo lo que en esta carta se trata est visto bajo el prisma de la
eclesiologa de comunin y es la continuacin de la Cristifideles Laici, que pone de relieve la vocacin y misin de los laicos y de la
Pastores dabo vobis, que presenta la necesidad de una amplia y urgente formacin de los pastores de la Iglesia; en este contesto
la Vita Consecrata nos presenta una amplia sntesis de la consagracin, la comunin y la misin eclesial de la vida consagrada.
* Una amplia introduccin. En ella se afirma lo esencial de la vida consagrada en su referencia trinitaria y cristolgica,
eclesial y social (n 1). Adems, se seala el origen evanglico y se afirma que es la manifestacin permanente de los rasgos
caractersticos de Cristo virgen, pobre y obediente. Seguir a Cristo, estar con l, dedicarse con l y como l al servicio del Padre y
de los hermanos es uno de los rasgos esenciales de esta vocacin en la Iglesia y en el mundo y representa a la Iglesia Esposa (n
3). En esta introduccin se hace tambin una descripcin de la realidad histrico-teolgica de la vida consagrada y de su
pluriformidad (nn 5-12).
* Los tres captulos en los que se estructura el documento, recogen en tres palabras claves la teologa y la misin de la
vida consagrada en la Iglesia:
+ Primer captulo: Confessio Trinitatis.- El primer captulo nos sita en las fuentes cristolgico-trinitarias de la vida
consagrada. Se trata de la teologa de la vida consagrada, desde una perspectiva trinitaria, inspirada en el misterio de la
Transfiguracin del Seor.
+ Segundo captulo: Signum fraternitatis.- La vida consagrada es el signo de la comunin en la Iglesia. Este captulo es
de carcter teolgico y prctico. Presenta la vida consagrada en la comunin eclesial: se puede contemplar en l el carcter
comunitario a la luz del misterio trinitario, sus implicaciones eclesiales de comunin con la Iglesia, su apertura a la comunin con
los laicos...
+ Tercer captulo: Servitium caritatis.- La vida consagrada est vista como epifana del amor de Dios en el mundo. Se
centra todo l en la misin apostlica, con una perspectiva pastoral y espiritual.
Las dimensiones de la vida consagrada que vertebran todo el documento son la interaccin entre la teologa y la
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espiritualidad, la consagracin y la misin, la eclesialidad y la apertura al mundo que hay que amar y renovar en Cristo.
* Conclusin. El testimonio de la vida consagrada en la Iglesia y en el mundo debe ser la gratuidad del amor personal a
Cristo y del servicio a los hermanos. Se hace una seria llamada para que todos reconozcan la dignidad de la vocacin a la vida
consagrada. Se termina todo el documento con una oracin a la Trinidad y otra a la Virgen Mara.
El Papa comienza la Carta ponindose delante de la vida consagrada con nimo sereno; intuyendo la preciosidad del don,
exclama lo bueno que es la comunidad, por eso el Papa defiende la vida consagrada y observa que muchas personas, desde una
cultura utilitarista y tecnolgica, que mide al hombre y a las cosas con el metro de la inmediata funcionalidad, se interrogan sobre
el valor y la actualidad de la vida consagrada (n 104). La Introduccin y la Conclusin son un precioso resumen y resaltan los
contenidos internos de la Carta, as como las motivaciones profundas que han llevado al Papa a escribirla. Los tres captulos
tratan respectivamente de las tres dimensiones fundamentales de la vida consagrada: consagracin, comunin, misin.
Ahora se trata de mirar la infraestructura doctrinal a la que hace referencia el documento y que tiene su reflejo ms claro en
las notas a pie de pgina.
* Tiene una amplia infraestructura bblica. El captulo primero, que es el ms doctrinal, es el ms bblico.
* La tradicin patrstica est representada con textos de gran valor espiritual y de eficaz claridad teolgica (como
ejemplo nos sirve que Agustn, el ms citado de los Padres, est presente en los nn. 24,41,75,82,109).
Tambin se cita a los santos fundadores.
* Hay tambin varias referencias al magisterio del Vaticano II y de los Papas, as como a documentos de las distintas
Congregaciones.
*La Exhortacin hace amplia referencia a las Proposiciones aprobadas por los Padres sinodales.
Si queremos simplificar diramos que la clave de lectura es el hoy de la sociedad y de la Iglesia. Mientras nuestra
sociedad se configura cada vez ms al margen de Dios y de la religin, la evangelizacin de esta sociedad es hoy llamada urgente
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para la Iglesia. La realidad social y la preocupacin evangelizadora son las dos coordenadas para que encuentre su
identidad la vida religiosa. De hecho, los tres temas centrales de la Exhortacin son: Cultura que debe ser evangelizada, cmo
ser testigos del Dios vivo, y papel de la vida consagrada en esta misin. No obstante, segn la Exhortacin, Cristo, centro del
Evangelio, es la verdadera clave de la vida consagrada. Est ah la razn de ser ms profunda. Los puntos determinantes del
programa de vida de los consagrados pueden y deben ser entendidos y explicados por Cristo, con l y en l. Quien prescinda de la
forma de vida de Cristo deforma la vida consagrada. Cristo es el supremo consagrado y el sumo Apstol y misionero del Padre.
La clave histrico-carismtica. La vida consagrada es una experiencia de vida eclesial que se enraza en el Evangelio
(n 14). Su desarrollo en el tiempo est marcado por la evolucin de la Iglesia. En el captulo primero se hace referencia a esta
historicidad en su realidad carismtica (n 36-37). Esta dimensin histrica se confronta con las dificultades actuales que son un
desafo histrico (n 63). No slo tenis una historia que recordar, sino una historia que construir (n 110). Junto a esto es
imprescindible la fidelidad al carisma.
Una teologa trinitaria. En un momento de atesmo prctico y de pasotismo religioso, en el que el hombre busca por
caminos equivocados el genuino rostro de Dios, es a la vida consagrada a la que corresponde mostrar, ms que demostrar en su
vida que Dios es Amor-Comunidad-Familia: Padre, Hijo y Espritu Santo, y que los hombres somos, por Cristo y en la Iglesia,
mediante la accin del Espritu Santo, hijos del Padre y hermanos. El Dios Trino es la Patria y el Hogar de todos los hombres. De
hecho, ya en el nmero primero se propone la clave de comprensin teolgica de la vida religiosa. Se trata de una especie de
meditacin teolgica acerca de la vida consagrada en clave trinitaria, con una acentuacin cristolgica que constituye el hilo
conductor de la Exhortacin.
Desde la contemplacin del misterio de la Transfiguracin, la Exhortacin propone y desarrolla una clave trinitaria de la
vocacin, de la consagracin y de la misin.
Se insiste en la inspiracin trinitaria de la vida consagrada que llega hasta una nueva teologa de los votos, que nos refleja
algo del ethos trinitario, del modo de ser de la Trinidad. La vida consagrada es reflejo de la Trinidad. Por tanto, se presenta una
teologa de la vida consagrada a partir de la Trinidad. La teologa trinitaria de la vida consagrada es hoy la mejor hermenutica y la
ltima frontera teolgica y vale la pena que la teologa de la vida consagrada remonte el vuelo hasta la Trinidad y sea as
confesin que agradece y testimonia.
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Esta dimensin trinitaria permite iluminar los grandes temas de la vida consagrada: vocacin, seguimiento, consagracin,
consejos evanglicos. Por otra parte, la comunin se valora como expresin trinitaria, espacio trinitario del ser y del vivir, comunin
e imagen de la Trinidad; y tambin la misin es presentada como expresin de la comunin de amor de la Trinidad en su
extroversin salvadora hacia toda la humanidad.
* Dentro de esta dimensin trinitaria, con frecuencia el documento pone de relieve la dimensin cristolgica, que explicita
y hace concreto el dinamismo trinitario del Padre con la mediacin del Cristo y la configuracin a El en el Espritu Santo. La
primera referencia fundamental de la vida consagrada es Cristo, cuya forma de vida quiere imitar. Pero no basta imitar, es
necesario, como nos dice la Exhortacin citando a san Agustn, ser Cristo (n 109). Cristo es el camino que recorre el Padre en la
bsqueda del hombre y el camino que ha de hacer todo hombre en su encuentro con el Padre. Conformndose con Cristo, la vida
consagrada se convierte en espacio humano habitado por la Trinidad (n 41). Al Padre, el Papa le pide la santificacin de los
consagrados; al Hijo la comunin con El y los consagrados han de ser depositarios de la misericordia, preanuncio de su retorno,
signo viviente de los bienes de la resurreccin futura; al Espritu Santo se le pide que llene los corazones de los consagrados de la
certeza de que son elegidos para amar, alabar y servir. El misterio de la Transfiguracin es un momento decisivo del misterio de
Jess que ilumina la teologa y la experiencia espiritual de la vida consagrada. Aunque todos estn llamados a vivir el misterio de
Cristo, la entrega total de la vida mediante los consejos evanglicos marca la existencia de todos los llamados a una adhesin total
a la persona de Jess y a conformar su existencia con la suya. El consagrado es la presencia viva y verificable de Cristo
consagrado por el Padre con la uncin del Espritu Santo, para la liberacin integral del hombre.
La inspiracin fundamental que orienta la dimensin trinitaria de la vida consagrada tal como la propone la Exhortacin es
en relacin con el Padre por la iniciativa de Dios en la vocacin, la relacin con Cristo en el seguimiento, la conexin con el
Espritu en la consagracin (nn. 17-19).
La dimensin trinitaria nos lleva no slo a la comunin de la vida trinitaria de Jess y de los consagrados, sino que marca su
existencia por el Reino de Dios en esa extroversin trinitaria de Jess y de sus seguidores hacia el mundo: Verdaderamente la
vida consagrada es memoria viviente del modo de existir y de actuar de Jess como Verbo encarnado ante el Padre y ante los
hermanos. Es tradicin viviente de la vida y del mensaje del Salvador (n 22).
El seguimiento tiene en la vida consagrada, a la luz de la transfiguracin, una prolongacin en su fidelidad al misterio de
Cristo crucificado y en la adhesin al resucitado; es la dimensin personal de la vida consagrada. La vida consagrada es presencia
y testimonio del Cristo de la pasin, de la cruz y de la resurreccin y es dejar transformar la propia vida en estas dimensiones de
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La eclesialidad de la vida consagrada. El primer reflejo de la dimensin trinitaria y del fundamento evanglico de la vida
consagrada se propone en su esencial dimensin eclesial: La vida consagrada est en el corazn mismo de la Iglesia como
elemento decisivo para su misin, ya que indica la naturaleza ntima de la vocacin cristiana y la aspiracin de toda la Iglesia
Esposa hacia la unin con el nico Esposo. En el Snodo se ha afirmado en varias ocasiones que la vida consagrada no slo ha
desempeado en el pasado un papel de ayuda y apoyo a la Iglesia, sino que es un don precioso y necesario tambin para el
presente y para el futuro del Pueblo de Dios, porque pertenece ntimamente a su vida, a su santidad y a su misin (n 3). Sin duda
una de las aspiraciones ms palpables de la Exhortacin es la de lograr que todas las personas consagradas sean cada vez ms
conscientes de la necesidad de vivir eclesialmente la vida consagrada. Este deseo y esta preocupacin tienen un campo concreto
de aplicacin en la interpretacin y en el uso de la Biblia.
En el captulo primero, el apartado 3 se titula: En la Iglesia y para la Iglesia, y se desarrolla las relaciones entre la vida
consagrada y las otras vocaciones en la Iglesia, sealando la complementariedad (nn. 30-32).
La Iglesia a travs de la vida consagrada vive y testimonia algunos aspectos que pertenecen a su misterio y misin: su
dimensin pascual (n 24), presencia en el mundo (n 25), su esperanza y compromiso escatolgico (nn. 26-27).
Eclesiologa y espiritualidad de comunin. En el captulo segundo, hablando de los valores permanentes se expone
una eclesiologa de comunin como marco referencial de la vida consagrada. Esta eclesiologa arranca de una perspectiva
trinitaria, de la Iglesia a imagen de la Trinidad (n41), y de la vida de fraternidad que es espacio de la vida trinitaria (n42). La vida
comunitaria es nota peculiar del estado religioso. ltimamente se ha vivido un modelo de comunidad liberal, donde se relativizan
las observancias y se abri un amplio espacio a las libertades personales con riesgo de cierto anarquismo; el papel de los
superiores en este esquema qued un poco indefinido; en algunos casos se redujo a tapar agujeros y mantener la vivienda.
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Probablemente esta manera de hacer necesita una profunda revisin y una recuperacin de lo ms genuino de la comunin.
Donde mejor se manifiesta y se plasma la verdad de los consejos evanglicos es en la vida fraterna, entendida como vida
compartida en el amor, que significa disponibilidad para el servicio sin reservas, prontitud para acoger al otro tal como es, sin
juzgarle (n 42). La comunidad religiosa slo es posible y autntica en un espacio teologal. El modelo de comunidad evanglica,
inspirado en el amor y alimentado en la oracin y los sacramentos, es el nico que puede proclamar con elocuencia el misterio
trinitario de comunin que es la Iglesia. Para revitalizar la comunidad es imprescindible la experiencia del verdadero Dios que
garantiza la constante promocin del amor fraterno tan imprescindible hoy para sanear las relaciones humanas (n 41). La fe
comn compartida, celebrada y practicada en la misin, ser base imprescindible de la nueva comunidad y de la misin propia de
los consagrados en la Iglesia y en la sociedad. La comunidad religiosa tiene que ser un espacio donde se respire, se practique, se
celebre y se transmita la superabundancia de gratuidad (n 104).
La comunidad de los consagrados, porque es parte de la Iglesia que es icono de la Trinidad, se descubre como
manifestacin de la vida trinitaria: La vida consagrada posee ciertamente el mrito de haber contribuido eficazmente a mantener
viva en la Iglesia la exigencia de la fraternidad como confesin de la Trinidad. Con la constante promocin del amor fraterno en la
forma de vida comn, la vida consagrada pone de manifiesto que la participacin en la comunin trinitaria puede transformar las
relaciones humanas (n 41). La vida consagrada es signo y profeca de la comunin trinitaria y lugar privilegiado donde se
manifiesta el proyecto de Dios sobre la humanidad, que es un proyecto de comunin.
Desde este planteamiento la Exhortacin desarrolla una serie de perspectivas teolgicas y pastorales en torno a la
comunin eclesial: el sentir con la Iglesia, la presencia de los carismas, la fraternidad, comunin y colaboracin con los laicos...
Una vigorosa dimensin espiritual. En la Exhortacin hay una fuerte llamada a la espiritualidad vivida y comunicada. La
importancia de la vida espiritual como elemento esencial de la vida del consagrado es evidente en toda la Exhortacin, es uno de
los temas trasversales, si as se puede hablar. Qu se entiende por vida espiritual? Nos lo dice la misma Exhortacin: Podemos
decir que la vida espiritual, entendida como vida en Cristo, vida segn el Espritu, es como un itinerario de progresiva fidelidad, en
el que la persona consagrada es guiada por el Espritu y conformada con Cristo, en total comunin de amor y de servicio en la
Iglesia (n 93).
Las dos lneas esenciales de renovacin propuestas por el Papa invitan a una fuerte revitalizacin de la espiritualidad propia
de cada Instituto: una especie de refundacin espiritual del carisma desde sus races trinitarias; una fuerte llamada a la fidelidad
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La teologa debe transformarse en viva y la pastoral debe desembocar en una rica experiencia espiritual. La espiritualidad
aparece en el documento desde mltiples perspectivas, como vida y testimonio. La vida consagrada es vida de amor, respuesta de
amor, misin de amor. El consagrado sabe que no puede amar al Seor si no es con un corazn indiviso, que no puede
contentarse con dedicarle algunos gestos, algunos momentos o algunas actividades, sino toda la vida. El Papa hace suyas las
palabras de Santa Teresa: Qu sera del mundo si no fuera por los religiosos?. Y contina: Ms all de las valoraciones
superficiales de funcionalidad, la vida consagrada es importante precisamente por su sobreabundancia de gratuidad y de amor,
tanto ms en un mundo que corre el riesgo de verse asfixiado en la confusin de lo efmero. Sin este signo concreto, la caridad
que anima a la Iglesia correra el riesgo de enfriarse, la paradoja salvfica del Evangelio de perder en penetracin, la sal de la fe de
disolverse en un mundo de secularizacin (n 105).
Ya en la Introduccin se presentan los rasgos esenciales de la espiritualidad de la vida consagrada. En el primer captulo
todo parte de una fuerte inspiracin espiritual; pero el tema de la espiritualidad y la santidad se sita bajo la accin del Espritu de
santidad. De aqu surge la ascesis, el combate espiritual y la oracin (n 38), y se pide promocionar la espiritualidad (n 39).
Tambin en el segundo captulo se acenta la espiritualidad comunitaria y se encomienda a los consagrados la vivencia y la
promocin de la espiritualidad de la comunin (nn. 46;51-52). Y en el tercer captulo se hace una llamada a la espiritualidad
apostlica o espiritualidad de la accin (n 74).
La vida consagrada debe nutrirse de una slida y profunda espiritualidad (n 93), que exige una oracin que lleve a la
comunin con Dios y haga cultivar el hombre interior: Toda persona consagrada est comprometida a cultivar el hombre interior,
que no es ajeno a la historia ni se cierra en s mismo. Viviendo en la escucha obediente de la Palabra, de la cual la Iglesia es
depositaria e intrprete, encuentra en Cristo sumamente amado y en el misterio trinitario el objeto del anhelo profundo del corazn
humano y la meta de todo itinerario religioso sinceramente abierto a la trascendencia (n 103).
Otras perspectivas de la espiritualidad son la opcin por los pobres (n 82), el profetismo (nn. 84-86), la escucha de la
palabra, en comunin con Cristo mediante la vida sacramental (nn. 93-95). La palabra culmen de la espiritualidad es la gratuidad
del amor personal a Cristo y al servicio de los hermanos (nn. 104-105).
Una fuerte llamada a la misin. Desde la teologa y desde la espiritualidad se propone una visin de la vida consagrada
donde, sobre todo en el tercer captulo, se afirma la unin inseparable entre consagracin y misin y se hace una especie de
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apologa de la espiritualidad apostlica (nn. 72-74). Esta dimensin hemos de entenderla desde la escena del Lavatorio de los
pies, que representa la entrega de Cristo mismo (n 75). Se pretende llegar a una sntesis de unidad entre contemplacin y
servicio. Se da mucha importancia a la primera evangelizacin y se insiste en la presencia de la vida consagrada en la nueva
evangelizacin (n 81), a la opcin por los pobres (n 82). Se presentan los nuevos arepagos de nuestro tiempo: educacin,
cultura, comunicacin social (nn. 96-99).
La Iglesia confa a la vida consagrada la tarea de entablar un dilogo salvador con todos: dilogo ecumnico, interreligioso y
con todo hombre inquieto por una nostalgia de Dios (nn. 100-103).
Una mirada realista a las tareas y desafos de la vida consagrada en el momento presente. Se habla de las
dificultades que ha atravesado la vida consagrada (nn. 3;13). Se afirma el valor de la oracin y de la ascesis. Se examinan las
dificultades en las que estn muchos Institutos y ofrece lneas para una pastoral vocacional, se desarrollan los aspectos de la
formacin inicial y permanente, que tienden a formar personas nuevas, configuradas a Cristo.
Hay una memoria de los valores esenciales de la vida consagrada, desde una perspectiva trinitaria, dentro de una
eclesiologa y espiritualidad de comunin, abiertos a los grandes retos y horizontes de la misin. La vida consagrada debe ser un
signo elocuente para toda la comunidad cristiana. La predileccin por los pobres y la promocin de la justicia son clave
interpretativa de la forma de vivir y de la misin de la vida consagrada (n 82). Es necesario cambiar la lgica de dominacin por
la solidaridad. Es necesario bajar del Tabor y trabajar por la causa del Reino, porque con demasiada frecuencia hemos cado en la
tentacin de Pedro. Al relativizar las instituciones y al subir a primer plano la responsabilidad de las personas, slo las
convicciones fuertes pueden garantizar el porvenir y la conviccin se llama para nosotros experiencia de fe o mstica. Si falta esta
mstica todas las reformas son intiles: La persona llamada se confa al amor de Dios que la quiere a su exclusivo servicio y se
consagra totalmente a l y a su designio de salvacin (n 17). La vida consagrada es don del Espritu para el bien de la
comunidad cristiana y todos tienen derecho de beneficiarse de su testimonio. Los consagrados deben ofrecer su carisma proftico
inspirados e impulsados por una experiencia mstica, de tal manera que sean memoria y denuncia.
Se afirma con fuerza el carcter evanglico de la vida consagrada, la fundacin eclesial de esta vida. Se clarifica que la
profesin de los consejos evanglicos supone y exige una consagracin nueva y especial.
VITA CONSECRATA: COMENTARIO Y TEMAS DE REFLEXIN
No se trata slo de contar una historia, sino de construirla: una historia que se juega con el discernimiento y transformacin
de las obras apostlicas, la fidelidad creadora y una pastoral vocacional seria. Ser necesario seguir la reflexin y profundizar en
esta vida: Mientras confo en que los hijos de la Iglesia, y en particular las personas consagradas, acogern con adhesin cordial
esta Exhortacin, deseo que contine la reflexin para profundizar en el gran don de la vida consagrada en su triple dimensin de
la consagracin, la comunin y la misin, y que los consagrados y consagradas, en plena sintona con la Iglesia y su Magisterio,
encuentren as ulteriores estmulos para afrontar espiritual y apostlicamente los nuevos desafos (n 13).
La realidad social y la preocupacin evangelizadora son presentadas como las dos coordenadas para que encuentre identidad la vida
religiosa. Vivimos en una sociedad que se configura cada da ms al margen de Dios y de la religin; evangelizar esta sociedad es una llamada
urgente para la Iglesia.
En nuestro mundo, en el que parece haberse perdido el rastro de Dios, es urgente un audaz testimonio proftico por parte de las personas
consagradas. Un testimonio ante todo de la afirmacin de la primaca de Dios y de los bienes futuros, como se desprende del seguimiento y de la
imitacin de Cristo... (n.85).
Ante los numerosos problemas y urgencias que en ocasiones parecen comprometer y avasallar incluso la vida consagrada, los llamados
sienten la exigencia de llevar en el corazn y en la oracin las muchas necesidades del mundo entero, actuando con audacia en los campos
respectivos del propio carisma fundacional (n.73).
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Nosotros agustinos, como provincia o comunidad religiosa, estamos llamados a atender a la realidad social y responder desde la
preocupacin evangelizadora.
La vida consagrada es presentada en dimensin trinitaria y la comunin aparece como expresin de la misma vida divina:
amor-comunidad-familia. Los consejos evanglicos son expresin del amor del Hijo al Padre en la unidad del Espritu Santo (n.21).
Primer objetivo de la vida consagrada es el de hacer visibles las maravillas que Dios realiza en la fragil humanidad de las personas
llamadas. Ms que con palabras, testimonian estas maravillas con el lenguaje elocuente de una existencia transfigurada, capaz de sorprender al
mundo (n. 20).
La vida religiosa aparece como Imagen de la Trinidad (n.41), Icono de Cristo transfigurado (n. 14), Epifana del amor de Dios
(n.25), signo y profeca de su amor y anticipacin de la esperanza escatolgica (n.15 y n. 24).
Las nuevas situaciones de penuria han de ser afrontadas por tanto con la serenidad de quien sabe que a cada uno se le pide no tanto el
xito, cuanto el compromiso de la fidelidad. Lo que se debe evitar absolutamente es la debilitacin de la vida consagrada, que no consiste tanto
en la disminucin numrica, sino en la prdida de la adhesin espiritual al Seor y a la propia vocacin y misin (n.63).
entre quienes trabajamos y vivimos? Qu carencias descubrimos y cmo podemos incrementar nuestro testimonio con hechos
concretos?
La vida fraterna, entendida como vida compartida en el amor, es un signo elocuente de la comunin eclesial. [...] El amor llev a Cristo
a la entrega de s mismo hasta el sacrificio supremo de la Cruz. De modo parecido, entre sus discpulos no hay unidad verdadera sin este amor
recproco incondicional, que exige disponibilidad para el servicio sin reservas, prontitud para acoger al otro tan como es sin juzgarlo,
capacidad de perdonar hasta setenta veces siete (n. 42).
La Iglesia encomienda a las comunidades de vida consagrada la particular tarea de fomentar la espiritualiad de la comunin, ante todo
en su interior y, adems, en la comunidad eclesial misma y ms all an de sus confines (n.51)
A la vida consagrada se le asigna tambin un papel importante a la luz de la doctrina sobre la Iglesia-comunin, propuesta con tanto
enfasis por el Concilio Vaticano II. Se pide a las personas consagradas que sean verdaderamete expertas en comunin, y que vivan la respectiva
espiritualidad como testigos y artfices de aquel proyecto de comunin que constituye la cima de la historia del hombre segn Dios (n.46)
En los fundadores y fundadoras aparece siempre vivo el sentido de la Iglesia, que se manifiesta en su plena participacin en la vida
eclesial en todas sus dimensiones, y en la diligente obediencia a los Pastores, especialmente al Romano Pontfice (n.46).
Las personas consagradas, por su parte, no dejarn de ofrecer su generosa colaboracin a la Iglesia particular segn las propias fuerzas y
respetando el propio carisma, actuando en plena comunin con el Obispo en el ambito de la evangelizacin, de la catequesis y de la vida de las
parroquias (n.49).
El n. 54 habla de la comunin y colaboracin con los laicos y anima a aunar esfuerzos entre los diversos miembros de la Iglesia con el fin
de participar ms eficazmente en la misin eclesial. En este contexto se seala que no pocos institutos han llegado a la conviccin de que su
carisma puede ser compartido con los laicos. Estos son invitados por tanto a participar de manera ms intensa en la espiritualidad y en la misin
del Instituto mismo.
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Los religiosos y religiosas deben continuar en cada poca tomando ejemplo de Cristo el Seor, alimentando en la oracin una profunda
comunin de sentimientos con l (n.9).
El primer contenido misionero las personas consagradas lo tienen hacia s mismas, y lo llevan a cabo abriendo el propio corazn a la
accin del Espritu de Cristo (n.25).
En la Exhortacin, siguiendo la orientacin del Snodo se pide que la vida religiosa se nutra en las fuentes de una solida y profunda
espiritualidad. Se trata, en efecto, de una exigencia prioritaria radicada en la esencia misma de la vida consagrada (n.93).
La vida espiritual, por tanto, debe ocupar el primer lugar en el programa de las Familias de vida consagrada, de tal modo que cada
Instituto y cada comunidad aparezcan como escuelas de autntica espiritualidad evanglica. de esta opcin prioritaria, desarrollada en el
compromiso personal y comunitario, depende la fecundidad apostlica, la generosidad en el amor a los pobres y el mismo atractivo vocacional
ante las nuevas generaciones (n.93).
Los hombres y mujeres que abrazan la vida consagrada son por naturaleza interlocutores privilegiados de la bsqueda de Dios (n.103).
Toda persona consagrada est comprometida a cultivar el hombre interior, que no es ajeno a la historia ni se encierra en s mismo. Viviendo en
la escucha obediente de la Palabra, de la cual la Iglesia es depositaria e intrprete, encuentra en Cristo sumamente amado y en el Misterio
trinitario el objeto del anhelo profundo del corazn humano y la meta de todo el itinerario religioso sinceramente abierto a la trascendencia
(n.103).
- Es prioritaria en nuestra comunidad la vida espiritual? Es nuestra comunidad una escuela de espiritualidad evanglica?
- Nos caracterizamos por buscar a Dios, personal y comunitariamente y por cultivar la interioridad? (Son rasgos de nuestra identidad
agustiniana).
- Creeis que la forma en que vivimos la vida religiosa en nuestra comunidad es atractiva vocacionalmente?
- Con qu acciones podemos crecer, a nivel comunitario, en la vida espiritual y en el testimonio vocacional?
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Ante todo se pide la fidelidad al carisma fundacional y al consiguiente patrimino espiritual de cada Instituto (n.36).
Se invita a los Institutos a reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras como respuesta a
los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy [...] Pero es tambin llamada a buscar la competencia en el propio trabajo y a cultivar
una fidelidad dinmica a la propia misin, adaptando sus formas, cuando es necesario, a las nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en
plena docilidad a la inspiracin divina y al discernimiento eclesial (n.37).
* Nota. La identidad es un tema central para la ranovacin de nuestra vida religiosa. Ha sido tratado especficamente por el Equipo el ao
pasado. El material que entonces se entreg resulta til para una ulterior reflexin personal o comunitaria.
ORACIONES
Oracin a la Trinidad
A ti, Madre,
que deseas la renovacin espiritual y apostlica
de tus hijos e hijas
en la respuesta de amor y de entrega total a Cristo,
elevamos confiados nuestra splica.
T que has hecho la voluntad del Padre,
disponible en la obediencia,
intrpida en la pobreza
VITA CONSECRATA: COMENTARIO Y TEMAS DE REFLEXIN
Te lo pedimos,
para que en todos y en todo sea glorificado,
bendito y amado el Sumo Seor de todas las cosas,
que es Padre, Hijo y Espritu Santo. (V.C. 112)