04 - La Casa de La Muerte - R. L. Stine
04 - La Casa de La Muerte - R. L. Stine
04 - La Casa de La Muerte - R. L. Stine
R. L. Stine, 1992
Traduccin: Mara Rabassa
Las dos semanas siguientes pasaron muy lentamente. Yo caminaba por la casa pensando que jams volvera a ver mi habitacin, que nunca ms volvera a desayunar
en la cocina y nunca ms vera televisin en la misma sala. Y otras tonteras por el estilo.
Incluso llegu a sentirme enferma el da que los seores de la mudanza llegaron con unas inmensas cajas de cartn para empaquetar nuestros enseres. Haba llegado la
hora de embalar. Era una realidad. Sub a mi habitacin y me ech sobre la cama. No para dormir. Slo atin a mirar el techo durante ms de una hora, y mi cabeza se
llen de pensamientos desordenados, inconexos, como en un sueo, aunque estaba totalmente despierta.
No era yo la nica que se haba puesto nerviosa ante la inminencia del cambio. Pap y mam se peleaban por nada. Una maana tuvieron una fuerte discusin sobre
si el beicon estaba demasiado hecho o no.
Por una parte, era divertido verlos comportarse como nios. Pero Josh permaneca ensimismado en todo momento. Casi no hablaba con nadie. Hasta Petey estaba
enfurruado. Ni siquiera se levantaba para acercarse cuando uno le ofreca las sobras de la mesa.
Pero lo peor fue la despedida de mis amigas. Amy y Carol estaban en el campamento de verano, as que tuve que escribirles una carta. Kathy, en cambio, estaba en
su casa; ella era mi primera y mejor amiga, y me result muy difcil despedirme de ella.
Creo que muchas personas se sorprendan de nuestra prolongada amistad. No nos parecamos fsicamente. Yo soy alta, delgada y morena; en cambio Kathy es
blanca de piel, de pelo rubio y un poco gordita. Pero hemos sido amigas desde el parvulario, e inseparables desde cuarto de primaria.
Cuando Kathy vino a casa para despedirse, la noche anterior a la partida, ambas nos sentamos francamente mal.
No te pongas nerviosa le dije. No eres t la que se despide.
Tampoco te vas al fin del mundo contest, mascando su chicle con fuerza. Dark Falls est apenas a cuatro horas de aqu, Amanda. Nos veremos a menudo.
Supongo que s dije sin conviccin. Cuatro horas de viaje era lo mismo que estar en las antpodas, a mi modo de ver. En cualquier caso, siempre podremos
hablar por telfono le dije desanimada.
Ella hizo un globo de chicle y luego lo succion.
Tienes razn dijo, fingiendo entusiasmo. En el fondo tienes mucha suerte, sabes? Salir de este barrio tan aburrido y vivir en una mansin no es algo que pase
cada da.
No es un barrio aburrido protest. No s por qu lo defenda. Nunca antes lo haba hecho. Es ms: una de nuestras diversiones preferidas era imaginar sitios
donde nos habra gustado crecer.
El colegio no ser lo mismo sin ti dijo Kathy, doblando las piernas y sentndose sobre ellas. Quin me va a pasar las chuletas que me solucionen los
problemas de matemticas?
No pude reprimir una carcajada.
Siempre te pasaba las soluciones ms disparatadas dije.
Pero era el detalle lo que importaba dijo Kathy. Luego suspir. Y ahora pasamos al primer ao de secundaria. En tu nuevo colegio, eso es parte del instituto
de bachillerato o pertenece todava a la primaria?
Puse cara de disgusto.
Todo est en un solo edificio. Es slo un pueblo pequeo. No hay instituto aparte. Al menos no lo vi.
Charlamos durante una hora. Hasta que la mam de Kathy nos record que ella deba volver a casa.
Entonces nos abrazamos. Haba decidido no llorar, pero unos lagrimones calientes se me formaron en los ojos, y en cuestin de segundos rodaron por mis mejillas.
M e siento tan triste lloriqueaba.
M e haba prometido ser madura y controla me. Pero Kathy era mi mejor amiga, qu poda hacer yo?
Prometimos estar juntas siempre el da de nuestro cumpleaos, pasara lo que pasase. Obligaramos a nuestros padres a hacer todo lo posible para que ninguna de las
dos se perdiera el cumpleaos de la otra.
Entonces nos abrazamos de nuevo. Y Kathy dijo:
No te preocupes, nos veremos mucho. De verdad.
Ella tambin tena lgrimas en los ojos.
Se volvi y desapareci por la puerta, que dio un golpe seco al cerrarse. M e qued all, mirando la oscuridad de la noche, hasta que Petey entr, haciendo ruido con
sus uas sobre el suelo de linleo, y comenz a lamerme la mano.
El da siguiente, da de mudanza, era un sbado de lluvia. No hubo tormenta, ni rayos ni truenos. Pero s hubo lluvia y viento suficientes como para que el viaje en
coche fuera una lata.
Al acercarnos al pueblo el cielo pareca oscurecerse ms. Los pesados rboles se inclinaban sobre la carretera.
Conduce ms despacio, Jack advirti mam. La calzada est muy resbaladiza.
Pero pap tena ganas de llegar a la nueva casa cuanto antes, y anticiparse a la llegada del camin de mudanzas.
Nos dejarn las cosas en cualquier parte si no estamos all para supervisar explic.
Instalado a mi lado en el asiento de atrs, Josh se portaba como de costumbre. Primero se quej de que tena sed. Cuando eso no dio ningn resultado, dijo que
estaba muerto de hambre. Pero como todos habamos desayunado muy bien, Josh tampoco consigui nada con esos lamentos.
Slo intentaba llamar la atencin. Yo trataba de animarlo, dicindole que la casa por dentro era una maravilla y que su habitacin era grandsima. An no la haba
visto.
Pero Josh no quera que nadie lo animara. Empez a jugar al boxeo con Petey, hasta lograr que el pobre animal se inquietara, brincando por todo el asiento. Pap le
orden a gritos que dejara de molestar.
Hagamos un esfuerzo dijo mam. Y tratemos de no molestarnos los unos a los otros.
Pap se ri.
Buena idea, mi amor dijo.
No te burles respondi mam, furiosa.
Entonces se inici una fuerte discusin sobre cul de los dos se haba cansado ms con los preparativos del viaje. M ientras tanto, Petey se levant sobre sus patas
traseras y se puso a aullar.
No puedes hacer que se calle? grit mam.
Agarr al perrito, pero se irgui de nuevo y se puso a aullar.
Nunca haba hecho esto dije.
Haz que se calle! Eso es todo! repiti mam.
Baj a Petey tirndole de las patas y a continuacin Josh comenz a aullar. M am le lanz una mirada mortfera. Pero Josh no dej de aullar. Se crea muy gracioso.
Finalmente llegamos a la entrada de la casa. Los guardabarros del coche reciban el impacto de la gravilla mojada. La lluvia golpeaba con fuerza en el techo del
automvil.
Hogar, dulce hogar dijo mam. No s si lo deca con irona. Creo que simplemente se senta feliz de llegar al final de un viaje tan aburrido.
Por lo menos llegamos antes que los de la mudanza dijo pap mirando el reloj. Luego cambi de cara. Ojal no se hayan despistado.
Qu oscuro est todo esto parece de noche! se quej Josh.
Petey brincaba en mi regazo, desesperado por salir. Normalmente le gustaba viajar. Pero una I que el coche frenaba, se mora de ganas por bajar.
Abr la puerta, el perro salt al suelo encharcado, salpicando en el agua y corri locamente para uno y otro lado, atravesando el jardn.
Por lo menos hay alguien contento de haber llegado dijo Josh en voz baja.
Pap accedi a la puerta de la casa y, despus de pelear un rato con las llaves, logr finalmente abrir la entrada principal. Nos hizo seas para que pasramos.
Josh y mam corrieron a protegerse de la lluvia. Cerr la puerta del automvil y segu sus pasos.
Pero algo llam mi atencin, algo que no alcanc a distinguir sino por el rabillo del ojo. M e detuve y mir hacia arriba, hacia las dos ventanas grandes situadas encima
del prtico.
M e puse una mano sobre los ojos para ver mejor a travs de la lluvia.
Entonces lo vi.
Un rostro. En la ventana de la izquierda.
El muchacho.
El mismo muchacho estaba all, mirndome.
Secaos los pies antes de entrar orden mam. No vayis a ensuciar de barro el suelo. Su voz retumbaba entre las paredes desnudas de la gran sala vaca.
Entr por la puerta principal. La casa ola a pintura fresca. Los obreros haban terminado de pintarla el jueves. Haca calor, mucho ms que fuera.
La luz de la cocina no funciona grit pap desde la parte posterior de la casa. Es que los pintores han desconectado la electricidad?
Cmo puedo saberlo? contest mam.
Las voces retumbaban en esa casa tan grande y deshabitada.
M am, hay alguien arriba dije limpindome los zapatos como ella haba ordenado, en el felpudo con el letrero de Bienvenidos.
Luego entr en el saln.
M am estaba junto a la ventana, mirando hacia fuera para ver si llegaban los del camin de mudanza, supongo. Se volvi con rapidez.
Qu dices?
Hay un muchacho ah arriba. Lo he visto en la ventana. M e cost trabajo pronunciar esas palabras.
Josh entr por el pasillo de atrs. Estaba con pap, me imagino. Se ri de m.
Ya hay alguien viviendo aqu? pregunt.
No hay nadie arriba dijo mam con impaciencia. Cundo me concederis un momento de paz?
Y yo qu he hecho? se quej Josh.
M ira, Amanda. Todos estamos un poco nerviosos empez a decir mam.
Pero la interrump.
He visto su cara, mam. En la ventana. No estoy loca.
No me digas! brome Josh.
Amanda! M am se mordi el labio inferior, como sola hacer cuando estaba realmente exasperada. Lo que has visto ha sido un reflejo o algo as. Un rbol,
probablemente.Se volvi otra vez a mirar por la ventana. Llova a cntaros, y el viento haca que el aguacero azotara la ventana con fuerza.
M e coloqu al pie de la escalera, hice un embudo con las manos y grit hacia el segundo piso:
Quin est ah?
Silencio.
Quin est ah? Esta vez grit un poco ms fuerte.
M am se tap las orejas con ambas manos.
Amanda! Por favor!
Josh se haba metido en el comedor. Por fin se decida a explorar la casa.
Hay alguien ah arriba dije con insistencia. Luego, impulsivamente, empec a subir la escalera. M is pasos se oan claramente en los peldaos de madera.
Amanda! o que gritaba mam.
Pero yo estaba tan furiosa que no le contest. Por qu no me crea? Por qu tena que decir que era un rbol lo que yo acababa de ver?
M e aguijoneaba la curiosidad. Tena ganas de saber quin estaba all. Era importante demostrarle a mam que estaba equivocada. Que no era un estpido reflejo lo
que haba visto. Yo tambin puedo ser terca. Ser una caracterstica de la familia?
La escalera cruja bajo mis pies. Sub poco a poco, y slo me asust al llegar al segundo piso. Entonces sent un gran peso en la boca del estmago.
M e detuve con la respiracin entrecortada, descansando en el pasamanos.
Quin podra ser? Un ladrn? El hijo algn vecino que se haba metido en la casa para curiosear?
Quiz no tendra que haber subido sola. Tal vez el muchacho de la ventana era peligroso.
Hay alguien ah? llam. M i voz sonaba dbil, temblorosa.
Apoyndome en la barandilla, me dispuse a escuchar.
O pasos en el pasillo.
No. No eran pasos. Era la lluvia. Nada ms. El azote de la lluvia en las tejas de pizarra.
Por alguna razn, el sonido tuvo la virtud de calmarme. Abandon la barandilla y me intern en el pasillo largo y estrecho. Estaba totalmente oscuro, excepcin
hecha de un rectngulo de luz tenue que entraba por una pequea ventana del fondo.
Di unos pasos. Las tablas de madera crujan.
Hay alguien?
De nuevo, ninguna respuesta.
M e acerqu a la primera puerta. Estaba cerrada. El olor a pintura era sofocante. En la pared haba un interruptor. Pens que podra ser la luz del pasillo. Lo accion,
pero no pas nada.
Hay alguien ah?
La mano me temblaba al tomar la manivela de la puerta. La sent caliente y hmeda.
Gir la manivela y, respirando hondo, empuj la puerta.
Escudri la habitacin. Un tenue rayo de luz griscea se filtr por la ventana grande. Un sbito centelleo me hizo brincar del susto. Le sigui un trueno, un terrible
rugido a lo lejos.
Lenta, cautelosamente, entr en la habitacin.
Ni rastro de nadie.
Era un cuarto de huspedes. Podra ser la habitacin de Josh, si la aceptaba.
Otro rayo. El cielo estaba oscursimo. Afuera todo se vea negro, aunque eran apenas las dos de la tarde.
Retroced hacia el pasillo. La siguiente habitacin, con su gran ventanal sobre el jardn delantero, sera la ma.
Estara el misterioso muchacho mirndome desde mi propio cuarto?
M e deslic por el pasillo, apoyando mi mano en la pared por alguna razn. Luego me detuve frente a la puerta de mi habitacin, tambin cerrada.
Respir profundamente, y golpe con mis nudillos en la puerta.
Quin est ah? llam.
Escuch.
Silencio.
Entonces sobrevino la tremenda descarga de un trueno, ms cercano esta vez. Qued paralizada de terror, conteniendo la respiracin. Haca mucho calor, se senta la
humedad. El olor a pintura me mareaba.
Agarr la manivela de la puerta.
Quin est ah?
Apenas hice girar la manivela, cuando se me acerc sigilosamente por detrs y me agarr por el hombro.
No poda respirar. Ni gritar.
Pareca que me iba a estallar el corazn.
Petrificada por el terror, hice un esfuerzo desesperado, y volv a mirar.
Josh! Profer un grito enfurecido. Casi me matas del susto. Pens que
M e solt y dio un paso atrs.
Te enga dijo, y solt una sonora carcajada que retumb a lo largo del pasillo.
El corazn me palpitaba. La cabeza me iba a estallar.
No tiene ninguna gracia le dije con furia y lo empuj contra la pared. M e haba dado un susto de muerte.
Se parta de risa, arrastrndose por el suelo del piso. Pareca un psicpata. Trat de empujarlo de nuevo, pero no pude.
Furiosa, di media vuelta y Dios mo, no! vi que la puerta de mi habitacin se abra lentamente.
M ir incrdula, inmvil como una estatua, mis ojos concentrados en la puerta que se mova.
Josh dej de rerse y se levant, completamente serio. Sus ojos negros tambin miraban con una expresin de terror.
O que alguien se mova dentro de la habitacin.
O susurros.
Y risas ahogadas.
Quin quin anda ah? llegu a pronunciar esas palabras con una vocecita que ni yo misma reconoc.
Chirriando, la puerta se abri un poco ms y luego empez a cerrarse.
Quin anda ah? pregunt de nuevo, esta vez con ms determinacin.
De nuevo cuchicheos y algo que pareca moverse.
Josh se apoyaba contra la pared y se deslizaba hacia la escalera. Tena una expresin que no le haba visto nunca. Estaba simplemente aterrorizado.
La puerta cruja como la de las casas de fantasmas en las pelculas. Se cerr un poco ms.
Josh ya estaba llegando a la escalera. Con la mano me haca seas desesperadas para que lo siguiera.
Pero, en vez de seguir sus pasos, as la manivela y empuj la puerta con toda mi fuerza.
No hubo resistencia.
Quin anda ah? grit.
Pero la habitacin estaba vaca.
Se oy un trueno.
Tard unos segundos en descubrir lo que haca mover la puerta. La ventana de enfrente estaba entreabierta y el viento soplaba haciendo que la puerta se abriera y se
cerrara. Supuse que este fenmeno explicaba tambin los dems ruidos dentro de la habitacin, que yo haba confundido con cuchicheos.
Quin haba dejado la ventana abierta? Los pintores, seguramente.
Respir lenta y profundamente, esperando que mi corazn palpitante recobrara su pulso normal.
Sintindome un poco timorata y estpida, me acerqu a la ventana y la cerr.
Amanda, ests bien? murmur Josh desde el pasillo.
Iba a contestarle, pero se me ocurri algo mejor.
Como casi me mata del susto unos minutos antes, por qu no darle un susto morrocotudo tambin a l? Se lo mereca.
As que me call.
Lo sent acercarse tmidamente a la puerta de mi cuarto.
Amanda? Amanda? Ests bien?
Camin de puntillas hasta el armario, y abr la puerta un poquito. Luego me tend en el suelo, boca arriba, con la cabeza y los hombros dentro del armario,
escondidos, y el resto del cuerpo extendido sobre el suelo.
Amanda? Josh pareca muy asustado.
Aahh! gema yo.
Saba que al verme tirada as en el suelo se le pondran los pelos de punta.
Amanda, qu pasa?
Estaba en la puerta. En cualquier momento me vera tirada sobre las tablas, en la oscura habitacin, aparentemente sin cabeza, y los rayos, centellas y truenos
haciendo de las suyas por toda la casa.
Respir profundamente y retuve el aire para no rerme.
Amanda? susurr nuevamente. Luego me vio, supongo, pues emiti un Aggh como si se estuviera ahogando, y lo o jadear.
Acto seguido dio un grito con toda la fuerza de sus pulmones. Lo o correr a lo largo del pasillo gritando:
M am! Pap! Sent sus pasos bajando las escaleras, y su voz pidiendo auxilio una y otra vez.
M e re para mis adentros. Pero cuando me iba a levantar, sent de pronto una lengua tibia que me lama la cara.
Petey!
M e lama las mejillas y los ojos frenticamente, como si quisiera devolverme a la vida o decirme que todo estaba bien.
Basta, Petey! Ya est bien! M e re, abrazando al perrito. Ya es suficiente, Petey! M e ests mojando!
No quera parar. Segua lamindome con ferocidad. El pobre tambin est nervioso, pens.
Basta, Petey! Clmate! le dije, tomando su cara entre mis manos. No te pongas as. Este sitio va a ser una delicia. Ya lo vers.
Esa noche me rea, mientras acomodaba la almohada antes de meterme en la cama. M e acordaba del miedo que haba pasado Josh esa tarde, del tiempo que le dur el
susto tras bajar yo brincando por la escalera, sana y salva. Estaba furioso porque lo haba engaado.
Por supuesto, a pap y mam no les hizo ninguna gracia. Los pobres estaban cansados y nerviosos porque el camin de mudanza haba llegado en ese momento, con
una hora de retraso, obligndonos a Josh y a m a declarar una tregua. Se acab eso de asustarnos el uno al otro!
Es difcil no asustarse en esta casa tan vieja y tan rara dijo Josh.
Sin embargo, acordamos no tomarnos ms el pelo, si podamos evitarlo.
Quejndose de la lluvia, los obreros empezaron a trasladar los muebles al interior de la casa.
Josh y yo les indicbamos dnde queramos que colocaran las cosas. M i cmoda se les resbal subiendo la escalera, pero slo se ray un poco.
Los muebles parecan pequeos y extraos en esta casa tan grande. Josh y yo tratamos de no estorbar mientras nuestros padres trabajaban toda la tarde arreglando
cosas, vaciando cajas y guardando ropa. M am pudo incluso colgar las cortinas en mi habitacin.
Vaya da!
Ahora, un poco despus de las diez de la noche, trataba de dormir por primera vez en mi nuevo cuarto. M e puse de lado, luego de espaldas. Era mi cama de siempre,
pero no poda dormirme.
Todo pareca muy diferente, fuera de su sitio. La cama no estaba colocada en el mismo sentido que en mi habitacin de toda la vida. Las paredes estaban desnudas;
no haba tenido tiempo de pegar mis psters.
La habitacin era enorme y estaba vaca. Las sombras eran muy oscuras.
Senta cierta comezn en la espalda, luego en todo el cuerpo. Esto est lleno de pulgas, pens sentndome en la cama. Pero era ridculo pensar eso, pues estaba en
mi cama de siempre, con sbanas limpias.
M e obligu a acostarme de nuevo y cerr los ojos. A veces, cuando no puedo conciliar el sueo, cuento en silencio de dos en dos, imaginando cada nmero en mi
cabeza mientras van pasando. Esto tranquiliza mi mente y me permite dormir.
Intent, con la cara hundida en la almohada, imaginar los nmeros al pasar: 4 6 8
Bostec ruidosamente. Estaba despierta todava y eran las dos de la madrugada.
M e he desvelado para siempre pens. Jams podr conciliar el sueo en esta habitacin.
Pero me dorm a no s qu hora ni durante cunto tiempo. Una o dos horas, a lo sumo. Fue un sueo ligero, incmodo. Luego algo me despert. M e sent en la
cama, sobresaltada.
A pesar del calor que haba en el ambiente, senta fro en todo el cuerpo. Haba quitado la colcha y la sbana. M e estir para agarrarlas. Pero el miedo me paraliz de
nuevo.
O cuchicheos.
Alguien estaba cuchicheando dentro de la habitacin.
Quin quin es? M i propia voz era tambin un cuchicheo diminuto y asustadizo.
Tom la colcha y la sbana y me cubr hasta el mentn.
O nuevos cuchicheos. M is ojos se iban acostumbrando a la luz tenue, la cual me permita distinguir las siluetas a mi alrededor.
Las largas cortinas de mi anterior habitacin, que mam haba colgado esa tarde, ondeaban en la ventana.
Eso explicaba los cuchicheos. Era el ruido de las cortinas lo que me haba despertado.
Una suave luz griscea se filtraba por la ventana, y proyectaba sobre mi cama las sombras de las cortinas ondeantes.
Bostezando, me estir y baj de la cama. Sent un fro glido al cruzar la habitacin, sobre las tablas desnudas, para cerrar la ventana.
Ay!
Se me escap un grito ahogado cuando vi que la ventana estaba cerrada.
Cmo podan moverse las cortinas de esa manera, si la ventana estaba cerrada? M e qued parada frente a ella, contemplando los tonos grises de la noche. No haba
casi viento. La ventana pareca hermticamente cerrada.
Haba imaginado ese movimiento de las cortinas? A lo mejor mis ojos me engaaban.
Bostec de nuevo y volv a la cama, atravesando el extrao juego de sombras. M e cubr totalmente con la colcha y la sbana. Amanda, deja de asustarte sin
necesidad, me rega a m misma.
M inutos despus me dorm de nuevo y tuve el sueo ms terrorfico de mi vida.
So que estbamos todos muertos. M am, pap, Josh y yo.
Estbamos sentados alrededor de la mesa del comedor, en la nueva casa. El comedor estaba muy iluminado, tan intensamente, en realidad, que al principio no poda
distinguir nuestras caras. Las vea blancas y un tanto borrosas.
Luego, lentamente, pude enfocar la vista y distinguir que no tenamos rostros. Nuestra piel haba desaparecido, y slo relucan nuestras calaveras de color verde
tirando a gris. Haba trozos de piel colgando de mis huesudas mejillas. Y en lugar de ojos, slo tena dos cuencas, vacas y negras.
Los cuatro, todos muertos, comamos en silencio. Nuestros platos contenan slo unos pequeos huesos. En el centro de la mesa haba una gran fuente rebosante de
huesos, huesos humanos.
Y luego, en medio de este sueo, nuestra horripilante cena se vio interrumpida con unos fuertes golpes en la puerta, golpes insistentes, cada vez ms fuertes. Era
Kathy, mi mejor amiga. La vea a travs de la ventana, golpeando la puerta desesperadamente con los puos.
Quera abrirle la puerta a Kathy. Quera salir corriendo del comedor, abrirle la puerta y abrazarla. Necesitaba hablar con ella. Explicarle qu era lo que me haba
sucedido, que estaba muerta y que mi rostro haba desaparecido.
Senta vivos deseos de ver a Kathy.
Pero no poda moverme de la mesa. Lo intentaba, me esforzaba, pero no poda levantarme.
Los golpes en la puerta se hicieron ms y ms fuertes, hasta volverse ensordecedores. Pero yo segua sentada, all, con mi grotesca familia, tomando huesos de la
fuente y comindomelos.
M e despert sobresaltada, con la horripilante sensacin del sueo todava presente. An senta los golpes en mis odos. Agit la cabeza, esforzndome por olvidar
aquella horrible pesadilla.
Ya era de da. Poda ver el azul del cielo a travs de la ventana.
No, no!
Las cortinas. Ondeaban de nuevo, mecindose ostensiblemente.
Sentada en la cama, observ
La ventana an estaba cerrada.
Voy a ver qu pasa con esa ventana. Tiene que haber una grieta o algo dijo pap. Estbamos desayunando, y pap engull otro bocado de huevos con jamn.
Pero, pap es muy extrao! dije. Todava senta miedo. Las cortinas se movan como si algo las hiciera temblar, y la ventana estaba cerrada!
A lo mejor le falta un vidrio sugiri.
Y a Amanda un tornillo dijo Josh. Crea que era un chiste extraordinario.
No te metas con tu hermana lo rega mam, colocando su plato sobre la mesa antes de sentarse. Pareca cansada. Su pelo negro, normalmente sujeto atrs,
estaba desgreado. Se ci el cinturn del albornoz. Ay! Anoche no dorm ni siquiera dos horas.
Yo tampoco suspir. De nuevo pens que pronto aparecera en mi cuarto aquel muchacho.
Amanda, olvdate de esas ideas dijo mam, visiblemente molesta. M uchachos en tu cuarto, cortinas que tiritan. Debes reconocer que ests nerviosa y que tu
imaginacin se est desbordando.
Pero mam protest.
Seguro que haba un fantasma detrs de la cortina dijo Josh para fastidiar. Levant las manos y solt un fantasmagrico aullido.
Un momento! M am le puso la mano en el hombro. Os acordis de que me habis prometido no asustaros el uno al otro?
No va a ser fcil para nadie adaptarse a este lugar dijo pap. Es posible, Amanda, que lo de las cortinas haya sido un sueo. No nos has dicho algo acerca de
una pesadilla?
La terrorfica pesadilla volvi a invadir mi mente. Volv a ver la fuente rebosante de huesos humanos. Sent escalofros.
Este sitio es muy hmedo dijo mam.
S respondi pap. Pero ya se secar con un poco de sol.
M ir por la ventana. El cielo se haba convertido en una slida masa color gris. Los rboles parecan difundir la oscuridad a nuestro jardn.
Dnde est Petey? pregunt.
Ah fuera respondi mam, mientras coma un bocado de huevo. l tambin se despert temprano. No poda dormir, supongo. Entonces lo dej salir.
Qu vamos a hacer hoy? pregunt Josh. M i hermano siempre tena que conocer el programa del da con todo lujo de detalles. Con el propsito de oponerse a
todo.
Tu padre y yo tenemos que abrir ms paquetes dijo mam. Ech una mirada al pasillo, repleto de cajas sin abrir. Vosotros podis ir conociendo el vecindario.
Explorad un poco. Tratad de hacer amigos de vuestra edad.
En otras palabras dije quieres que no molestemos.
M am y pap se rieron.
Amanda, eres demasiado inteligente dijo pap.
Pero yo quiero organizar mis cosas objet Josh. Yo saba de antemano que no le iba a gustar el plan, como de costumbre.
Vestos y procurad distraeros dijo pap. Y llevaos a Petey, vale? Con correa. Dej una al pie de la escalera.
Y nuestras bicicletas? Por qu no podemos ir en bicicleta? pregunt Josh.
Porque estn esparcidas entre miles de cosas, al fondo del garaje dijo pap. Imposible sacarlas. Adems, una de las ruedas est pinchada.
Si no puedo ir en bicicleta, entonces me quedo aqu insisti Josh, cruzndose de brazos.
M am y pap trataron de hacerlo entrar en razn. Luego lo amenazaron. Al final, mi hermano acept dar un paseo corto.
Termin mi desayuno, pensando en Kathy y en otras amigas y amigos. M e preguntaba cmo seran los nios de Dark Falls. Iba a encontrar amigos aqu? Amigos
de verdad?
M e ofrec a lavar los platos del desayuno, ya que mam y pap tenan tanto trabajo que hacer. El agua tibia me calentaba las manos mientras iba enjabonando y
limpiando los platos. Ser muy rara, pero a m me gusta lavar platos.
Detrs de m, en alguna parte de la casa, oa a Josh discutir con pap. Apenas oa algunas palabras entre el sonido que produca el chorro de agua.
Tu pelota de baloncesto est en alguna de esas cajas deca pap. Luego Josh respondi algo. Entonces pap replic: Cmo voy a saber en cul?
Poco despus Josh aadi algo ms, y pap contest:
No. No tengo tiempo ahora para buscarla. Aunque no lo creas, tu pelota no es mi prioridad nmero uno en este momento.
Coloqu los platos en el escurridor y busqu un trapo para secarme las manos. No encontr ninguno. Seguramente estaban en alguna caja. M e sequ las manos lo
mejor que pude en el delantal, y me dirig hacia la escalera.
Estar lista en cinco minutos llam a Josh, quien an discuta con pap en la sala. Nos vamos ahora mismo.
Comenc a subir la escalera, pero me detuve. Arriba, en el descansillo del segundo piso, me esperaba una extraa muchacha, ms o menos de mi edad, de pelo negro
y corto. M e sonrea, pero no era una sonrisa clida ni amistosa. Sino la sonrisa ms fra y ms siniestra, que haba visto en mi vida.
Una mano me toc el hombro.
M e volv precipitadamente.
Era Josh.
No voy a salir si no puedo llevar la pelota dijo.
Josh por favor! M ir nuevamente hacia el segundo piso. La nia ya no estaba.
Sent un escalofro. Las piernas me temblaban. M e as a la barandilla.
Pap! Ven, por favor!
Josh se sinti culpable.
Pero yo no he hecho nada! grit.
No. No eres t dije, y llam otra vez a pap.
Amanda, estoy ocupado dijo pap, quien apareci al pie de la escalera, sudando por el esfuerzo de armar e instalar los muebles de la sala.
Pap, he visto a alguien. Ah seal. Una nia.
Hazme el favor, Amanda respondi con una mueca. Deja de ver cosas vale? No hay nadie en esta casa salvo nosotros cuatro. Y tal vez algn que otro
ratoncito.
Ratones? pregunt Josh, entusiasmado. De verdad? Dnde?
Pap, no es una fantasa dije. La voz se me quebraba. M e dola profundamente que no me creyera.
Amanda, mira otra vez por favor dijo pap contemplando el descansillo del segundo piso. Qu ves?
Segu su mirada. Haba un montn de ropa. Seguramente mam la acababa de sacar de las cajas.
Son simples prendas de vestir dijo pap con impaciencia. No es ninguna nia. Es ropa. Slo ropa.
Perdname me disculp en voz baja, y repet, mientras suba por la escalera. Perdname.
Pero no me senta arrepentida, sino confundida.
Y asustada.
Cmo poda imaginar yo que un montn de ropa se convirtiera en una nia sonriente?
No era posible.
No estoy loca. Y veo bien.
Qu me estaba pasando, entonces?
Abr la puerta de la habitacin, encend la luz y vi que las cortinas ondeaban ante la ventana.
No Otra vez no!
Corr a la ventana. Y la encontr abierta. Quin la haba abierto?
Probablemente, mam.
Un aire caliente y hmedo se introdujo en el cuarto. El cielo estaba gris y pesado. Ola a lluvia.
M e asust otra vez al mirar hacia la cama. Alguien me haba tendido una muda de ropa. Unos tjanos viejos y una camiseta, a los pies de la cama.
Quin los puso ah? M am?
M e asom a la puerta y llam:
M am! Has sido t la que me ha puesto una muda de ropa encima de la cama?
O que me contestaba, pero no entend bien qu deca.
Calma, Amanda! me dije a m misma. Clmate! Por supuesto que ha sido mam la que ha puesto ah la ropa. Quin si no?
Desde la puerta o cuchicheos en el armario. Cuchicheos y risas nerviosas detrs de la puerta del armario.
Era el colmo.
Qu est pasando aqu? grit a pleno pulmn. Corr al armario, furibunda, y abr la puerta con todas mis fuerzas.
Con autntica furia apart la ropa colgada. Pero no haba nadie.
Ratones? pens. Sern los ratones de los que ha hablado pap?
Tengo que salir de aqu dije en voz alta.
M e di cuenta de que aquella habitacin me estaba enloqueciendo. No. M s bien me estaba volviendo loca yo sola. Por imaginar tanta cosa rara.
Todo en la vida tiene una explicacin lgica. Todo. Tras ponerme los tjanos, y mientras cerraba la cremallera, repet la palabra lgica varias veces. Lo haca
mentalmente. Lo hice tantas veces que al final ya no pareca una palabra de verdad.
Clmate, Amanda. Clmate!
Respir profundamente y cont hasta diez.
Buuu!
Josh! No sigas con eso! le dije. Adems, no me has asustado. M e haba puesto muy seria con mi hermano, pero no tanto en realidad como revelaba mi
tono de voz.
Vmonos! dijo, mirndome desde la puerta. Este lugar me produce escalofros.
A ti tambin? inquir. Qu problema tienes t?
Empez a decir algo pero se detuvo. Pareca turbado.
Olvdalo murmur.
No. Dime insist. Qu es lo que ibas a decir?
Josh le dio una patada a la moldura del piso. Finalmente dijo:
Anoche tuve un sueo terrorfico. M ir las cortinas que seguan ondeando a mis espaldas.
Un sueo? dije. Recordaba mi propia pesadilla.
S. Haba dos muchachos en mi cuarto. Dos tipos bastante malos.
Qu hicieron? le pregunt.
No me acuerdo dijo Josh, evitando mirarme a los ojos. Slo recuerdo que me asustaron.
Y qu paso? pregunt, al tiempo que me cepillaba el pelo frente al espejo.
M e despert dijo. Luego agreg, con impaciencia: Vmonos!
Esos muchachos te dijeron algo? pregunt.
No. No creo contest pensativo. Slo se rean.
Se rean?
S, con una risa nerviosa. Pero no quiero hablar ms de eso. Pareca inquieto. Vamos a dar ese estpido paseo, o no?
S. Ya estoy lista dije. Termin de cepillarme y ech un ltimo vistazo a mi reflejo. Vamos al estpido paseo!
Lo segu por el pasillo. Al pasar junto al montn de ropa, pens en la muchacha que haba visto all. Y en el muchacho en la ventana, cuando llegamos. Y en los dos
muchachos del sueo de Josh.
Slo poda pensar que Josh y yo estbamos muy nerviosos por la mudanza a este nuevo lugar. Tal vez mam y pap tenan razn. Imaginbamos ms de la cuenta.
Tena que ser nuestra imaginacin.
Si no, qu otra cosa poda ser?
Segundos ms tarde llegamos al patio posterior de la casa, en busca de Petey. Como siempre, estaba contento de vernos. Se nos ech encima, ensuciando nuestra
ropa con sus patas llenas de barro, corriendo con frenes a nuestro alrededor, dando vueltas y ms vueltas, levantando hojas. M e alegr de verlo.
Haca un calor bochornoso, a pesar del cielo gris. No soplaba el viento. Los pesados rboles se erguan inmviles, como estatuas.
Caminamos por la entrada de gravilla enfilando la calle. Con los zapatos levantbamos las hojas amarillas. Petey corra a nuestro lado; a veces se adelantaba, a veces
se quedaba atrs.
Por lo menos pap no nos ha encargado rastrillar todas estas hojas dijo Josh.
Pero lo har opin yo. Creo que todava no ha encontrado el rastrillo.
Josh hizo una mueca. Nos detuvimos en la acera, observando la casa. Las dos ventanas grandes del segundo piso nos devolvan la mirada como si fueran un par de
ojos.
Por primera vez not que la casa contigua era casi del mismo tamao que la nuestra, slo que era de madera y no de ladrillo. Las cortinas de la sala estaban echadas.
Varias de las ventanas del segundo piso tenan tambin los postigos cerrados. Esa casa, como la nuestra, estaba en penumbra, rodeada de rboles.
Hacia dnde vamos? pregunt Josh, tirando un palito para que Petey lo buscara.
La escuela est por ese lado dije sealando. Vamos a inspeccionarla, no te parece?
La calle era empinada. Josh haba cogido una rama de rbol que haba cado sobre la acera y la utilizaba como bastn. Petey trataba de morderlo mientras
caminbamos.
No veamos a nadie en la calle, ni en los jardines de las casas. Tampoco pas ningn coche.
Empezaba a creer que el pueblo estaba totalmente abandonado, cuando de pronto el muchacho sali de detrs de un pequeo seto.
Apareci de forma tan inesperada que nos hizo parar en seco a Josh y a m.
Hola! salud tmidamente.
Hola! contestamos al unsono.
Entonces, antes de que pudiramos evitarlo.
Petey se acerc al muchacho, husme sus zapatos y se puso a ladrar y a gruir. El muchacho dio unos pasos hacia atrs y levant las manos como para protegerse
del perro. Pareca bastante asustado.
Quieto, Petey! orden.
Josh lo agarr y lo cogi en brazos, pero el perro continu gruendo.
No muerde le dije al muchacho. Lo siento.
Est bien dijo mirando cmo se retorca Petey, tratando de escaparse de los brazos de Josh. Seguramente huele algo en m.
Quieto, Petey! orden de nuevo. El perro no cesaba de retorcerse. Quieres que te ponga la correa?
El muchacho tena el pelo rubio, corto y ondulado, y sus ojos eran de un azul muy claro. Tena una simptica nariz respingona, que pareca un poco fuera de lugar
en una cara tan seria. Llevaba un suter morado de manga larga, a pesar del bochorno, y unos tjanos negros ceidos. Un gorrito de bisbol sobresala del bolsillo de
detrs del pantaln.
Yo soy Amanda Benson le dije. Y ste es mi hermano Josh.
Indeciso, Josh coloc a Petey nuevamente en el suelo. El perro ladr una sola vez, pero no le quit los ojos de encima al muchacho. Gru suavemente y luego se
sent y comenz a rascarse.
M i nombre es Ray Thurston dijo el muchacho, con las manos en los bolsillos y la mirada clavada en el perro. Luego se relaj un poco al notar que el animal
haba dejado de amenazarlo.
De pronto ca en la cuenta de que Ray me resultaba familiar. Pero, dnde lo haba visto antes? Dnde? Lo mir atentamente hasta recordar
Entonces sent tal miedo que me falt el aliento.
Ray era el muchacho, el muchacho de mi habitacin. En la ventana.
T! No me salan las palabras. T estabas en nuestra casa!
Se vea confundido:
Eh?
T estabas en mi habitacin, s o no? prosegu.
Seri.
No entiendo dijo. En tu habitacin?
Petey levant la cabeza y gru nuevamente. Luego se dedic otra vez a rascarse en serio, como buscndose pulgas.
Creo haberte visto dije. Ahora dudaba. A lo mejor no era l. Tal vez
No he estado en tu casa en mucho tiempo dijo Ray, mirando a Petey todava con desconfianza.
M ucho tiempo?
S. Es que antes viva all respondi.
Los dos lo miramos atnitos.
En nuestra casa?
Ray asinti con la cabeza.
Cuando llegamos al pueblo por primera vez dijo. Cogi un guijarro y lo tir a la calle.
Petey gru y empez a correr detrs de la piedra. Luego cambi de idea y se situ en plena calle, moviendo la cola de la emocin.
Pesadas nubes bajas se acumulaban en el cielo. La oscuridad creca.
Dnde vives ahora? le pregunt.
Ray tir otro guijarro y seal vagamente hacia la calle.
Te gustaba nuestra casa? pregunt Josh.
S. Estaba bien respondi Ray. M e gustaba por lo oscura que era.
De veras? dijo Josh incrdulo. Para m es horrible. Con tantas sombras
Petey lo interrumpi. Empez a ladrarle otra vez a Ray. Se puso a centmetros de distancia del muchacho y luego se retir como asustado. Ray tambin se puso
nervioso, dando unos cuantos pasos atrs.
Josh sac la correa del bolsillo de su pantaln:
Lo siento, Petey dijo. Lo mantuve quieto mientras Josh una la correa al collar.
Nunca ha hecho esto antes. En serio le dije a Ray.
La correa confunda a Petey. Se resista con fuerza y tiraba de Josh hasta la mitad de la calle. Pero por lo menos dej de ladrar.
Hagamos algo dijo Josh. Estaba aburrido.
Como qu? pregunt Ray. Se mostraba ms confiado ahora que Petey estaba sujeto.
Podramos ir a tu casa propuso Josh.
Ray movi la cabeza.
No creo dijo. Ahora no es el momento.
Dnde est la gente? pregunt, mirando la calle arriba y abajo. Este sitio parece muerto no?
Ray se ri.
S. Podra decirse eso. Luego pregunt: Queris que os ensee el patio de recreo detrs de la escuela?
Bueno, por qu no? dije. M e gustaba la idea.
Los tres emprendimos el camino, Ray delante, yo detrs, al lado de Josh, que asa la rama de rbol con una mano y el lazo de Petey con la otra. El perro corra en
cualquier direccin, dndole problemas a Josh.
Doblamos por la primera esquina y tropezamos con una pandilla de jvenes.
Eran diez o doce, la mayora muchachos, pero haba tambin algunas nias. Se rean y gritaban, empujndose unos a otros, como jugando, mientras se nos acercaban
ocupando el centro de la calle. Algunos tenan mi edad, ms o menos. Los otros eran un poco mayores. Vestan tjanos y camisetas de colores oscuros. Una de las nias
destacaba por su pelo rubio, lacio, y su apretada camiseta verde.
Eh, mirad! grit un muchacho alto, de pelo negro engominado. Nos sealaba.
Al vernos se callaron, pero seguan avanzando hacia nosotros reprimiendo la risa, como si se hubieran explicado un chiste.
Al ver que se acercaban, nos detuvimos. Yo sonre y quise decir Hola! Petey tiraba de la correa y ladraba con todas sus fuerzas.
Hola, chicos! dijo el joven alto de pelo negro, sonriente. Los dems encontraron esto muy divertido, quin sabe por qu. Se rieron. La nia de camiseta verde
empuj a un muchacho bajito pelirrojo. El muchacho casi se me cae encima.
Cmo van las cosas, Ray? pregunt una nia de pelo negro corto, tambin sonriente.
M s o menos. Qu tal, chicos? respondi Ray. Y nos dijo:
stos son unos amigos mos. Viven aqu.
Hola! dije. M e senta incmoda. Quera que Petey dejara de ladrar y tirar de esa manera. El pobre Josh apenas si poda contenerlo.
Os presento a George Carpenter dijo Ray, sealando al muchacho pelirrojo. Este salud con la cabeza. Y Jerry Franklin, Karen Somerset, Bill Gregory
Complet el crculo de muchachos, presentndonos a cada uno. Intent recordar los nombres, pero era imposible, por supuesto.
Os gusta Dark Falls? me pregunt una de las nias.
Pues no sabra decirlo contest. Es nuestro primer da. Parece un lugar amable.
Por alguna razn, algunos se rieron de mi respuesta.
Qu tipo de perro es se? le pregunt George Carpenter a Josh.
Agarrndolo de la correa, Josh le habl de la raza de Petey. George miraba al perro como si nunca hubiera visto un animal parecido en su vida.
Karen Somerset, una nia muy bonita de pelo rubio y corto, se me acerc mientras los otros se fijaban en Petey:
Sabes qu? Yo viv una vez en tu casa dijo en voz baja.
Qu? Quiz no haba odo bien.
Vamos al patio de recreo dijo Ray, interrumpiendo.
Nadie respondi a su sugerencia. Todos se callaron. El mismo Petey ces de ladrar.
De verdad me haba dicho Karen que vivi en nuestra casa? Quera preguntarle, pero ella se haba incorporado nuevamente al crculo de sus amigos.
El crculo.
Haban formado un crculo en torno a Josh y a m.
Sent un espasmo de miedo. Sera mi imaginacin?
De pronto parecan todos tan diferentes Sonrean, pero sus rostros estaban tensos, en actitud vigilante. Como si estuvieran a la expectativa de algo.
Dos muchachos llevaban bates de bisbol. La nia de camiseta verde me miraba de arriba abajo; no perda detalle.
Nadie dijo nada. La calle estaba en silencio. Slo se oa el leve gemido de Petey.
De repente me sent muy asustada.
Por qu nos miraban as?
O era otra vez mi imaginacin?
Volv a mirar a Ray, que estaba a mi lado. Pareca tranquilo, pero no me mir.
Venga, muchachos! dije. Qu pasa? Trat de hablar en tono despreocupado, pero me temblaba la voz.
M ir a Josh. Estaba tratando de calmar a Petey, y no pareca haberse fijado en el cambio que se haba producido en el ambiente.
Los dos muchachos con bates de bisbol los levantaron a la altura de sus cinturones y dieron unos pasos adelante.
Ech una mirada recorriendo el crculo. Senta angustia, el miedo se haba apoderado de m.
El crculo se cerr. Los muchachos nos haban cercado totalmente.
Las negras nubes parecan descender sobre nosotros. Senta el aire pesado, hmedo.
Josh le arreglaba el collar al perro y an no caa en la cuenta de lo que estaba sucediendo. Yo esperaba que Ray dijera algo, o que interviniera para tranquilizar a los
muchachos. Pero no. Permaneci inmvil, inexpresivo, a mi lado.
El crculo se cerr an ms. Los muchachos siguieron avanzando.
Se me haba cortado la respiracin. Abr la boca, tom aire, a punto de dar un grito tremendo.
Hola, chicos! Qu pasa?
Era la voz de un hombre, hablando desde algn lugar.
Todos se volvieron a mirar al seor Dawes, que vena hacia nosotros dando zancadas. Cruzaba la calle rpidamente, con la chaqueta abierta y una sonrisa amistosa.
Qu pasa? pregunt de nuevo.
No se haba dado cuenta de que la pandilla de jvenes nos haba amenazado a Josh y a m.
Vamos al patio de la escuela dijo George Carpenter, jugando con el bate de bisbol. A jugar.
Buena idea dijo el seor Dawes, arreglndose la corbata. M ir hacia el cielo oscuro: Ojal no caiga un chaparrn y os interrumpa el juego.
Los jvenes se haban dispersado en pequeos grupos de dos o tres. El crculo haba desaparecido.
Ese bate es de bisbol? le pregunt el seor Dawes a George.
George no sabe contest otro muchacho. Nunca ha jugado con l.
Todos se rieron. George amenaz con el bate al otro muchacho, en broma.
El seor Dawes agit la mano en seal de despedida. Luego se detuvo y nos mir sorprendido: Josh, Amanda dijo, no saba que estuvierais aqu. No os he
visto.
Buenos das respond. Estaba desorientada. Haca unos minutos me senta muy asustada, y ahora todo el mundo se rea y bromeaba.
Tal vez slo haba imaginado que los muchachos nos amenazaban. Ray y Josh se comportaban como si todo fuera normal. Sera otra vez mi desbocada
imaginacin?
Si el seor Dawes no hubiera aparecido, qu habra pasado?
Cmo os va en la nueva casa? pregunt el seor Dawes, pasndose la mano por el pelo rubio.
Bien contestamos al unsono. De repente Petey empez a asediar al seor Dawes con sus ladridos, tirando de la correa.
El seor Dawes hizo una exagerada mueca de disgusto.
M e siento maltratado! El perro todava no me conoce. Se inclin sobre Petey: Hola, perro! Tranquilzate!
Petey respondi con ladridos an ms furiosos.
Hoy parece no conocer a nadie le dije al seor Dawes disculpndome.
El seor Dawes se irgui de nuevo, se encogi de hombros y dijo:
Uno no puede caerle bien a todo el mundo. Luego volvi a su coche, estacionado en la calle. Precisamente voy a vuestra casa nos dijo a ver si puedo
ayudar en algo a vuestros padres. Divertos, muchachos!
Subi al coche y desapareci.
Es un tipo simptico dijo Ray.
S dije. An me senta incmoda. M e preguntaba qu haran los muchachos ahora que el seor Dawes no estaba. Volveran a formar ese crculo amenazante?
Pero no. Todos se dirigieron hacia la escuela.
En el camino hacan comentarios jocosos entre s y hablaban como cualquier grupo de jvenes. Casi ni se fijaban en nosotros.
Empec a sentirme un poco ridcula. Era evidente que ninguno quera asustarnos, ni a m ni a Josh. Haban sido imaginaciones mas.
Por lo menos, pens, no haba gritado, ni haba armado un escndalo. En definitiva, no haba quedado como una loca de remate.
El patio de recreo estaba vaco. Supuse que los dems jvenes del vecindario se haban quedado en sus casas porque el tiempo amenazaba lluvia. El patio era un
amplio terreno llano cercado por una alta valla de metal. Prximos al edificio de la escuela haba columpios y toboganes. Al otro extremo haba dos canchas de bisbol.
M s all pude distinguir unas canchas de tenis, tambin vacas.
Josh at a Petey a la cerca y se reuni corriendo a los dems. El muchacho llamado Jerry Franklin seleccion los equipos. Yo form parte del mismo equipo de Ray.
Josh estaba en el otro.
Cuando le toc el turno a nuestro equipo, me sent contenta y un poco nerviosa. No soy una experta jugadora. S darle a la pelota ms o menos. Pero a campo
abierto soy un fracaso total. Por fortuna, Jerry me coloc en el puesto ms alejado, donde la pelota llegaba muy de vez en cuando.
Las nubes se abrieron y el cielo se ilumin durante un rato. Jugamos dos vueltas. El otro equipo estaba ganando: ocho a dos. M e diverta. Slo una vez met la pata.
Y di un doble la primera vez que me toc batear.
M e sent contenta de estar con un nuevo grupo de jvenes. Parecan simpticos, sobre todo esa nia llamada Karen Somerset. Ella me daba conversacin mientras
esperbamos nuestro turno con el bate. Tena una sonrisa simptica a pesar de los frenos de metal que llevaba en los dientes. Tena ganas de ser mi amiga. Pareca
evidente.
En el momento en que mi equipo comenzaba la tercera vuelta sali el sol. De pronto o un fuerte pitido. Provena de Jerry Franklin, el organizador. Soplaba un
silbato de plata y todos se le acercaron corriendo.
Hemos de terminar ahora mismo dijo mirando al cielo, que se iluminaba cada vez ms. Acordaos de que hemos prometido estar en nuestras casas a la hora del
almuerzo.
M ir el reloj. An no eran las once y media. M uy temprano todava.
Pero, para mi sorpresa, nadie protest.
Todos se despidieron enseguida, y comenzaron a correr. No poda creer que se fueran tan rpidamente. Como si fuera una competicin, o algo as.
Karen pas junto a m como una exhalacin con la cabeza gacha, con una expresin muy seria en su simptica cara.
Luego se detuvo un instante para mirarme:
M e alegro de haberte conocido, Amanda dijo. Hemos de reunimos un da de estos.
Claro! le dije. Sabes dnde vivo?
No o claramente su respuesta. Asinti con la cabeza, y me parece que dijo:
S, ya s. Yo tambin he vivido en esa casa. Pero era imposible que hubiera dicho eso.
Pasaron los das. Josh y yo nos bamos acostumbrando a la nueva casa y a los nuevos amigos.
Nos encontrbamos con ellos todos los das en el patio de la escuela; aunque no eran exactamente amigos todava. Hablbamos y nos dejaban jugar en sus equipos.
Pero no era fcil conocerlos bien.
En mi habitacin oa cuchicheos a altas horas de la noche, y risas contenidas, pero me esforzaba por no hacerles caso.
Una noche cre haber visto a una muchacha toda vestida de blanco en el pasillo del segundo piso. Pero cuando me acerqu no encontr ms que un montn de
sbanas sucias y ropa de cama amontonada contra la pared.
Josh y yo nos adaptbamos, pero Petey mostraba un comportamiento muy extrao. Lo llevbamos a la escuela todos los das, pero tenamos que atarlo a la cerca.
En caso contrario, ladraba a los muchachos y trataba de morderlos.
Todava est nervioso por el cambio le deca a Josh. Se adaptar enseguida, ya lo vers.
Pero no se adapt. Pasados quince das, aproximadamente, cuando terminbamos un juego de bisbol-sala con Ray, Karen Somrset, Jerry Franklin, George
Carpenter y otros amigos, mir hacia la cerca y vi que Petey haba desaparecido.
No se saba cmo, pero el perro se haba librado de la correa y se haba escapado.
Lo buscamos durante varias horas, llamndolo, dimos una vuelta por todas las manzanas, nos metimos en los patios de las casas, en descampados y bosques.
Entonces, despus de haber recorrido todo el vecindario, Josh y yo nos dimos cuenta de que no tenamos ni idea de dnde estbamos.
Las calles de Dark Falls parecan idnticas las unas a las otras. En todas haba casas de ladrillo o madera, con viejos y frondosos rboles alrededor.
Es increble dijo Josh. Nos hemos perdido. Se apoy en el tronco de un rbol para descansar un rato.
Qu perro! murmur, buscando todava a Petey por la calle. Por qu ha hecho esto? Nunca se haba escapado.
No s cmo ha podido soltarse dijo Josh, agitando la cabeza y limpindose el sudor de la frente con la manga de la camiseta. Lo at bien.
Un momento! dije. A lo mejor ha vuelto a casa. La sola idea de que as fuera me dio nimos enseguida.
Claro! Josh abandon el tronco del rbol. Apuesto a que tienes razn, Amanda. Lo ms probable es que lleve horas en casa, y a nosotros, no se nos ha
ocurrido mirar all primero. Vmonos! Qu tontos hemos sido!
Ech una mirada a la calle y a las casas vacas.
Pero primero tenemos que encontrar el camino de vuelta dije.
Trat de recordar qu direccin habamos tomado cuando salimos de la escuela. Pero no me acordaba. Entonces empezamos a caminar al buen tuntn.
Por fortuna, al llegar a la esquina, vimos la escuela. Habamos trazado un crculo completo. Desde all fue fcil orientarnos.
Al pasar frente a la escuela observ el lugar de la cerca donde Josh haba atado al perro. Qu animal tan tonto! Qu mal se estaba portando desde que habamos
llegado a Dark Falls!
Estara en casa ahora? Eso deseaba.
M inutos ms tarde Josh y yo llegamos a la entrada de gravilla y empezamos a llamar a Petey a grito pelado. La puerta principal se abri bruscamente y all estaba
mam, con el pelo recogido en un pauelo rojo, y los tjanos llenos de polvo.
Acababa de pintar el porche de atrs, junto con pap.
De dnde sals? Hemos comido hace dos horas!
Los dos preguntamos al unsono:
Petey est aqu?
Lo hemos estado buscando dije yo.
Est aqu? insisti Josh.
M am no entenda nada.
Petey? No estaba con vosotros?
El corazn me dio un vuelco. Josh se ech al suelo profiriendo un gemido y se qued tendido de espaldas entre las hojas del jardn.
Entonces no lo has visto? pregunt desconcertada y con voz temblorosa. S, estaba con nosotros, pero se escap.
Ay!, lo siento mucho dijo mam, instando a Josh para que se incorporara del suelo. Y cmo se ha escapado? No le pusisteis la correa?
Tienes que ayudarnos a encontrarlo urgi Josh, sin levantarse. Saca el coche. Lo tenemos que encontrar, ahora mismo!
No debe de estar lejos dijo mam. Seguramente, tendris hambre. Almorzad primero, y luego
No! Ahora mismo! grit Josh.
Pap sali de la casa, con la cara y el pelo cubiertos de pequeas gotas de pintura blanca:
Qu est pasando? pregunt. Josh por qu gritas as?
Le contamos lo que haba pasado. Nos dijo que estaba muy ocupado, que no tena tiempo para ir a buscar a Petey. M am se ofreci para esa tarea, pero slo si
almorzbamos primero. Levant a Josh, tirndole de los brazos, y lo llev a rastras hasta la casa.
Nos lavamos deprisa y engullimos un par de bocadillos en un santiamn. M am sac el coche del garaje y nos dispusimos a recorrer todo el pueblo, a la bsqueda
del perro extraviado.
Pero no tuvimos suerte.
Ninguna seal de nuestro entraable perro.
Nos sentamos pequeos, acongojados.
M am y pap llamaron a la polica. Pap repeta que Petey saba orientarse, que en cualquier momento podra aparecer.
Pero no le creamos.
Dnde estara nuestro perro?
Cenamos en silencio. Fue la tarde ms larga y horrible de toda mi vida.
Lo at muy bien, seguro dijo Josh con lgrimas en los ojos. No haba probado bocado.
Los perros son expertos en el arte de escapar dijo pap. No te preocupes. Petey volver.
Vaya nochecita! dijo mam, aburrida.
Se me haba olvidado por completo que ellos iban a salir. Unos vecinos de la manzana contigua los haban invitado a una comida tpica llamada la olla de la suerte.
Yo tampoco estoy para muchas fiestas suspir pap. Estoy cansado de pintar todo el da. Pero hay que ser buenos vecinos. Seguro que estaris bien,
verdad? nos pregunt.
Creo que s dije, pensando en Petey, con el odo atento a ver si lo oa ladrar o araar la puerta.
Pero no. El tiempo pas lentamente y a la hora de acostarnos Petey todava no haba aparecido.
Josh y yo subimos desanimados a nuestras habitaciones. M e senta cansadsima de tanta preocupacin y de tantas andanzas en busca de Petey. Sin embargo, saba
que no podra conciliar el sueo.
Estando an en el pasillo, frente a mi puerta, o cuchicheos dentro de la habitacin y leves pasos. Los sonidos habituales. Ya no me asustaban. Ni siquiera me
sorprendan.
Sin vacilar, entr y di la luz. M i habitacin estaba vaca, como ya era de esperar. Los misteriosos ruidos se acabaron. Vi que las cortinas pendan inmviles en la
ventana.
Luego vi la ropa extendida sobre la cama.
Varios tjanos y camisetas, y un par de pantalones de deporte. Adems, mi nica falda elegante.
Qu raro!, pens. M am era una fantica del orden. Si ella haba lavado esta ropa, por qu no la haba doblado y guardado en los cajones?
Solt un suspiro y comenc a ordenar la ropa. Imagin que mam haba tenido tanto trabajo que simplemente no pudo dejarlo todo bien arreglado.
Seguramente lav la ropa y la dej all para que me encargara de ella. O tal vez con la intencin de guardarla ms tarde, pero luego se distrajo con otras tareas y se le
olvid.
M edia hora despus estaba acostada en mi cama, aunque totalmente despierta, contemplando las sombras en el techo. Pasados unos minutos, o unas horas, no lo s,
segua desvelada pensando en Petey, en nuestros nuevos amigos del pueblo, en el ambiente del pueblo mismo, cuando de pronto sent que la puerta de mi habitacin
chirriaba y se abra.
O pasos que se deslizaban sigilosamente.
M e sent en la cama. Haba alguien.
Amanda! Soy yo!
Alarmada no reconoc al principio el susurro de mi hermano.
Josh qu haces aqu? Qu quieres?
Una sbita luz me deslumbr, obligndome a protegerme los ojos.
Perdname. Es la linterna. No pensaba
Esa luz es muy fuerte le dije, todava deslumbrada. Josh dirigi el poderoso rayo de luz blanca hacia el techo.
S. Es una linterna halgena explic.
Bueno y qu es lo que quieres? le pregunt irritada. Todava no poda ver bien. M e restregu los ojos, pero eso no me alivio.
Yo s dnde est Petey susurr Josh. Y lo voy a buscar. Quieres venir conmigo?
Qu dices? M ir el pequeo reloj en mi mesa de noche. Es ms de media noche, Josh.
Y qu? No tardaremos nada respondi.
Ya haba recuperado la vista y pude distinguir a Josh a la luz de la linterna. Estaba vestido. Llevaba tjanos y camisa de manga larga.
No entiendo, Josh dije, sentada en el borde de la cama. Ya hemos buscado por todas partes. Dnde crees que est Petey?
En el cementerio contest Josh. Sus ojos se vean ms grandes, oscuros y serios contra la luz blanca.
Cmo lo sabes?
Se fue all la primera vez, te acuerdas? Cuando llegamos a Dark Falls. Se meti en el cementerio que est detrs de la escuela.
Un momento, por favor Un momento.
Hoy hemos pasado frente al cementerio, pero no hemos entrado. All est, Amanda. Estoy seguro. Y voy tras l, aunque no me acompaes.
Clmate, Josh! le dije poniendo mis manos en sus delgados hombros. Para mi sorpresa, mi hermano estaba temblando. No existe ninguna razn que pueda
demostrarnos que Petey est en el cementerio.
All se meti la otra vez insisti Josh. Buscaba algo. Yo lo saba, y ahora s que nuevamente merodea por all. Se apart de m. Bueno, Amanda, vienes
o te quedas?
M i hermano debe de ser el muchacho ms terco e impulsivo del mundo.
Josh, piensas explorar un cementerio desconocido a estas horas de la noche? pregunt.
No me da miedo contest iluminando mi habitacin con su poderosa linterna.
Por un instante cre ver a alguien medio escondido detrs de las cortinas. Abr la boca para gritar. Pero me detuve. All no haba nadie.
Vienes o te quedas? repiti con impaciencia.
Iba a decirle que no. Pero volv a mirar las cortinas, y pens que tal vez sera ms peligroso estar aqu, en mi propia habitacin, que en el cementerio.
Bueno, voy dije sin ganas. Ahora, vete de aqu mientras me visto.
Est bien susurr, apagando la linterna y sumiendo otra vez la habitacin en la ms absoluta oscuridad. Nos encontraremos abajo, en la entrada.
Josh, slo una rpida mirada al cementerio y luego regresamos. Entendido?
De acuerdo respondi. Estaremos aqu antes de que mam y pap hayan regresado de la fiesta. Se fue sin hacer ruido, bajando rpidamente los peldaos
de la escalera.
sta es la idea ms loca de todas, pens mientras buscaba mi ropa en la oscuridad.
Pero al mismo tiempo me pareca emocionante.
Claro que Josh se equivocaba, sin duda alguna. Petey no iba a estar ahora merodeando a esas horas por un cementerio. Era absurdo.
Pero al menos no estaba lejos. Y sera una aventura. Algo sobre lo cual escribir una carta a mi amiga Kathy.
Y si Josh tena razn y logrbamos encontrar al pobre perrito extraviado, pues tanto mejor.
M inutos despus, vestida con unos tjanos y un suter, me reun con Josh. Era una noche tibia. Un pesado manto de nubes tapaba la luna. Por primera vez me di
cuenta de que no haba alumbrado pblico en nuestra calle.
Josh tena la linterna halgena encendida, iluminando el suelo.
Ests lista? pregunt.
Era una pregunta estpida. Si no estuviera lista, no estara all.
Caminamos sobre las hojas muertas buscando la escuela. Desde all apenas faltaran dos manzanas para llegar al cementerio.
Est muy oscuro dije en voz baja. Las casas estaban a oscuras y silenciosas. No haba brisa. Era como si estuviramos solos en el mundo.
Demasiado silencio dije apresurndome para que Josh no me dejara atrs. No se oye ni una mosca, nada. Seguro que quieres ir al cementerio?
S. Seguro dijo siguiendo con los ojos el anillo de luz que formaba la linterna delante de nosotros, en el suelo. Estoy convencido de que Petey est all.
Caminbamos sobre el pavimento de la calle, al lado de la acera. Ya llevbamos unas dos manzanas de camino; ya divisbamos la escuela en la manzana siguiente,
cuando omos unos pasos que seguan nuestro rastro.
Nos paramos en seco. Josh baj la linterna.
Los dos omos el sonido. No era imaginacin ma.
Alguien nos estaba siguiendo.
Josh se asust tanto que se le cay la linterna, y el impacto en el pavimento fue estrepitoso. La luz tembl, pero no se apag.
Josh se inclin para recuperar la linterna, y en ese momento nuestro perseguidor nos alcanz. M e volv para mirarlo. El corazn me palpitaba locamente.
Ray!, qu haces t aqu?
Josh dirigi el rayo de luz a la cara de Ray, y Ray reaccion tapndose el rostro con ambas manos y retirndose rpidamente para refugiarse en la oscuridad.
Y qu hacis vosotros por aqu? inquiri. Pareca tan asustado como yo.
Nos nos has dado un susto de muerte dijo Josh con rabia. Volvi a bajar la luz de la linterna, alumbrando el suelo.
Perdonadme dijo Ray. Os iba a llamar, pero no estaba seguro de que fuerais vosotros.
Josh tiene unas ideas extraas acerca del paradero de Petey le expliqu, todava sin aliento. Por eso estamos aqu.
Y t qu? pregunt Josh.
A veces no puedo dormir susurr Ray.
Y tus padres, no se preocupan de que salgas tan tarde? pregunt yo.
A la luz de la linterna vi cruzar por su rostro una sonrisa malvola.
Es que no lo saben dijo.
Vamos al cementerio, o nos quedamos aqu charlando? Josh estaba impaciente. Sin esperar la respuesta, sali pitando hacia el cementerio. La luz se agitaba
delante de l, sobre el pavimento. Yo mantuve su ritmo para no quedarme a oscuras.
Adnde vais? pregunt Ray, corriendo detrs de nosotros.
Al cementerio dije.
No! grit. No vayis!
El tono de su voz era tan amenazante, que me detuve.
Qu dices?
Digo que no vayis al cementerio repiti.
No poda ver su rostro en la oscuridad. Pero sus palabras eran una seria advertencia.
Daos prisa! grit Josh. M i hermano ya estaba lejos. No se haba detenido y tal vez por eso no haba percibido el tono de voz de Ray.
No sigas, Josh! grit Ray. Era ms una orden que una sugerencia. No vayis!
Por qu no? pregunt ansiosa. Nos estaba amenazando Ray? Saba algo que nosotros ignorbamos? O yo estaba exagerando una vez ms?
Trat de escudriar en la oscuridad para ver su cara.
De veras pensis ir? Pues estis locos! dijo Ray.
De pronto me asalt una duda; quiz lo haba juzgado mal. Ray tena miedo de ir al cementerio. Por eso trataba de disuadirnos.
Vens o no? pregunt Josh. Nos separaba una considerable distancia.
Creo que no deberamos advirti Ray.
S, tiene miedo, pens. Lo de la amenaza haba sido pura imaginacin ma.
T no tienes por qu venir insisti Josh desde lejos. Pero nosotros s.
No. De verdad insisti Ray. No es una buena idea.
Ahora corramos los dos tratando de alcanzar a Josh.
Petey est ah explic Josh. Estoy seguro.
Pasamos frente a la oscura y silenciosa escuela. Pareca mucho ms grande de noche. La linterna de Josh centelleaba en las ramas de los rboles cuando doblamos la
esquina y tomamos el camino del cementerio.
Esperad, por favor! insista Ray. Pero Josh no se detuvo, y yo tampoco. Quera llegar y terminar cuanto antes.
M e limpi el sudor de la frente con la manga de mi camiseta. Haca bochorno. M e arrepent de haberme puesto una camiseta de manga larga. M e palp el pelo.
Estaba chorreando.
Las nubes ocultaban la luna. Llegamos al cementerio y entramos por una puerta bajo el pequeo muro. En la oscuridad distingu las hileras desordenadas de tumbas.
La luz de la linterna de Josh saltaba de lpida en lpida. M i hermano llamaba:
Petey! Petey! Su voz rompa el silencio de la noche.
Est perturbando el sueo de los muertos, pens. Sent un espasmo de miedo.
No seas tonta, Amanda, me rega a m misma. Luego tambin me un a los gritos de Josh tratando de alejar esos pensamientos malsanos.
Esta es una idea particularmente desafortunada dijo Ray, detenindose muy cerca de m.
Petey! llamaba Josh.
Ya s que la idea es mala le dije. Pero no quera que mi hermano viniera solo.
No deberamos estar aqu repiti Ray.
Empec a desear que Ray no hubiera venido. Nadie lo haba obligado. Por qu escandalizaba tanto?
Eh! M irad esto! dijo Josh desde donde estaba, varios metros ms adelante.
Corr por entre las hileras de tumbas, mientras mis zapatos se hundan en el suelo hmedo. No me haba dado cuenta de que habamos atravesado casi todo el
cementerio.
M irad! dijo Josh de nuevo, alumbrando con su linterna una extraa estructura construida al final del cementerio.
Al comienzo no pude distinguir bien de qu se trataba. Era todo tan extrao! Distingu una especie de teatro, o anfiteatro, dira yo. Unas gradas, cavadas en forma
circular en la misma tierra, descendan en anillos cada vez ms reducidos hasta llegar a una especie de plataforma, en el fondo, similar al escenario de una sala de
espectculos.
Qu diablos es esto? exclam.
M e acerqu para verlo ms de cerca.
Amanda, espera! Volvamos a casa! dijo Ray. Trat de cogerme del brazo, pero me escurr y termin asiendo el aire.
Qu extrao! me dije. Quin construira un teatro al aire libre dentro de un cementerio?
M ir hacia atrs para ver dnde estaban Josh y Ray, y mi zapato choc contra algo. Ca al suelo, golpendome fuertemente en la rodilla.
Qu es esto?
Josh lo alumbr mientras yo me levantaba lenta y penosamente. Haba tropezado con la enorme raz de un rbol.
A la luz imprecisa de la linterna, observ la torcida raz que proceda de un rbol antiqusimo y corpulento que estaba a varios metros de distancia. Inmenso, se
inclinaba sobre el extrao anfiteatro subterrneo, tan inclinado que pareca que se fuera a caer en cualquier momento. Sus grandes races se levantaban del suelo y sus
ramas, dobladas por el follaje, casi lo tocaban.
M a deee ra! grit Josh bromeando.
Qu cosa tan rara! dije yo. Dime, Ray qu es esto?
Un lugar de reunin contest con voz baja y sin moverse de mi lado. M iraba el rbol fijamente. Lo utilizan como una especie de saln municipal. Aqu tienen
lugar las reuniones del pueblo.
En el cementerio? dije. Era increble.
Vmonos! nos urgi Ray. Pareca muy nervioso.
Los tres percibimos pasos. Detrs de nosotros, entre las tumbas. Nos volvimos, y el crculo de luz de la linterna recorri la hierba.
Petey!
All, al pie de una lpida, estaba nuestro perro. M e senta feliz.
No lo puedo creer, Josh! Qu maravilla! Tenas toda la razn!
Petey! Petey! Josh y yo nos dispusimos a cogerlo.
Pero Petey se arque como si quisiera huir de nosotros. Nos mir de una manera rara; sus ojos, rojos como rubes, brillaban a la luz de la linterna.
Petey! Por fin te hemos encontrado! dije.
El perro agach la cabeza y se alej trotando.
Ven, Petey! No nos conoces?
Josh dio una inesperada carrera y lo cogi.
Petey qu te pasa? dijo levantndolo del suelo.
M e acerqu rpidamente, pero en ese momento Josh dej a Petey nuevamente en el suelo, y se retir diciendo:
Ay, qu mal huele!
Qu dices? pregunt.
Petey huele muy mal dijo Josh. Como una rata muerta!
Se tap la nariz con los dedos.
Petey se alej caminando.
Josh, el perro no se alegra de vernos dije llorando. Es como si no nos conociera. M ralo!
Era verdad. Petey se detuvo en la siguiente fila de tumbas, se dio la vuelta y nos mir con furia.
M e sent fatal. Qu le haba pasado a nuestro perro? Por qu se portaba as? Por qu no se alegraba de vernos?
No entiendo nada dijo Josh, todava con una mueca de asco a causa del mal olor del perro. Normalmente, si uno se va durante treinta segundos, celebra con
entusiasmo el regreso.
Vaymonos enseguida dijo Ray. Todava estaba al final del cementerio, al pie del rbol inclinado.
Petey, qu te pasa? llam al perro. Pero no respondi. No te acuerdas de tu nombre? Petey? Petey?
Qu olor! exclam Josh. Qu asco!
Tenemos que llevarlo a casa y baarlo dije. M e temblaba la voz. M e senta muy triste. Y tambin asustada.
A lo mejor no es Petey dijo Josh pensativo. Los ojos del perro aparecieron otra vez rojos a la luz de la linterna.
Es l. No hay duda dije. M ira, todava arrastra la correa! Agrralo, Josh, y volvamos a casa.
Agrralo t! respondi Josh. Huele que apesta!
Cgelo de la correa dije. No hay necesidad de llevarlo en brazos.
No! Hazlo t! dijo Josh con su acostumbrada terquedad. Vi que no tena otra opcin.
Bueno dije. Voy por l. Pero prstame la linterna.
Josh me la pas y comenc a correr hacia el perro.
Sintate, Petey! Sintate! Era la nica orden que el animal obedeca.
Pero esta vez no me hizo caso. Al contrario. Se volvi y se fue al trote, con la cabeza gacha.
Petey! Ven! llam desesperadamente. No me obligues a correr otra vez!
Que no se vaya! dijo Josh, siguindome.
M ov la linterna a lo largo del prado.
Dnde se ha metido?
Petey! Petey! llam Josh angustiado.
Ay! Lo hemos perdido otra vez! me lament.
Los dos lo llamamos una y otra vez.
Qu le pasar al tonto se? dije.
Dirig el rayo de luz hacia una hilera de tumbas, luego hacia otra. Pero nada. Lo llamamos repetidamente. Ni la menor seal del perro.
Entonces el crculo de luz se pos un momento frente a una de las lpidas.
Le el nombre inscrito en la piedra, y qued muda de espanto.
No poda moverme.
Finalmente emit un sonido.
Josh! M ira! Lo cog del brazo y no lo solt.
Qu te pasa? pregunt Josh asustado.
M ira! El nombre en la piedra!
Deca: Karen Somerset.
Josh lo ley. Luego me mir, todava desconcertado.
Es mi nueva amiga le dije. La nia con quien juego todos los das en la escuela.
Debe de ser su abuela, o algo as dijo Josh. Luego agreg con impaciencia: Vmonos! Tenemos que encontrar a Petey!
No! M ira las fechas! le dije.
Lemos las fechas bajo el nombre de Karen Somerset: 1960-1972.
No puede ser su madre ni su abuela dije. M antena iluminada la lpida, a pesar de que mi mano temblaba. Esta nia, muri cuando tena doce aos. M i edad
actual. Y Karen tambin tiene doce aos. M e lo dijo.
Amanda! Josh se puso furioso y mir para otro lado.
Pero yo di unos pasos e ilumin la lpida siguiente. Llevaba un nombre desconocido. Pas a la siguiente. Otro nombre desconocido.
Amanda! Por favor! Vmonos! se quej Josh.
La siguiente lpida llevaba el nombre de George Carpenter: 1975-1988.
Josh! M ira! Es George, el de la escuela!
Amanda! Tenemos que buscar a Petey! insisti.
Pero no poda alejarme de las lpidas. Pas de una a otra, iluminando las inscripciones con la linterna.
Encontr a Jerry Franklin. Luego a Bill Gregory. M i angustia creca por momentos. Eran los muchachos con quienes jugbamos a bisbol. Todos tenan aqu sus
lpidas.
Con el corazn desbocado camin entre las tumbas, con los pies casi hundidos en el suelo hmedo. M e senta helada, helada de miedo. Haciendo un ltimo esfuerzo
mantuve la luz fija un momento para mirar la inscripcin de la ltima lpida de la fila:
Ray Thurston: 1977-1988.
Noooo!
Josh me estaba llamando. O su voz, lejana, pero no entenda las palabras.
El resto del mundo se desvaneci por completo. Le de nuevo las letras esculpidas: Ray Thurston: 1977-1988.
M e qued inmvil, mirando las dos palabras y las cifras. Las mir tanto, que al final perdieron su sentido, eran algo impreciso.
De pronto me di cuenta de que Ray se haba situado silenciosamente a mi lado. M e observaba con una mirada perdida.
Ray alcanc a pronunciar su nombre con dificultad, mientras iluminaba la lpida con la linterna. Ray, ste eres t!
Sus ojos brillaron, y luego se convirtieron en rescoldo vivo.
S, soy yo dijo sin levantar la voz, y acercndose ms: Ay, Amanda! No sabes cunto lo siento!
Di un paso atrs. M is pies se hundan en el barro del cementerio. Senta el aire pesado. No se oa ningn sonido. No haba ningn movimiento.
M uerte.
Estoy rodeada de muerte, pens.
Paralizada en mi sitio, incapaz de respirar, en medio de las tinieblas ms espantosas, con las tumbas rodendome con sus sombras grotescas, me pregunt: Y
ahora? Qu me va a hacer?
Ray? M e cost trabajo pronunciar su nombre. M i voz sonaba dbil, ajena. Ray, de verdad ests muerto?
Lo siento. No deberas haberlo sabido todava. Su voz flotaba como una pesada nube fantasmagrica en el aire sofocante de la noche.
Pero, cmo? No no entiendo! Por encima de su hombro, a cierta distancia, vea la luz blanca de la linterna. Josh estaba entre las largas hileras de lpidas,
lejos, buscando a Petey.
Petey!susurr. El miedo me ahog la voz y el estmago se me encogi. Estaba horrorizada.
Los perros siempre saben explic Ray, sin mostrar ninguna emocin. Los perros siempre distinguen a los muertos vivientes. Por eso tienen que morir
primero. Porque siempre saben.
Quieres decir que Petey Petey est muerto?
Las palabras se me enredaban en la garganta.
Ray asinti con la cabeza.
Siempre matan primero a los perros.
No! grit a todo pulmn. No! Retroced unos pasos ms y perd el equilibrio, tropezando con una pequea tumba de mrmol. Salt asustada.
No deberas haber visto esto dijo Ray. Su cara delgada no revelaba emocin alguna, salvo los ojos negros que expresaban una tremenda tristeza. No estaba
previsto que t supieras esto, al menos hasta dentro de unas semanas. Yo soy el vigilante. M i tarea era vigilar para asegurarme de que no vieras nada hasta que llegara la
hora.
Se me acerc, sus ojos encendidos con una luz roja que casi me quemaba la vista.
T me vigilabas desde la ventana? Prcticamente estaba gritando. Eras t quien estaba en mi habitacin?
Nuevamente asinti.
Yo viv en tu casa alguna vez dijo, dando un paso ms hacia m, obligndome a retroceder y a sentir el fro del mrmol. Y soy el vigilante.
Hice un enorme esfuerzo para girar la cabeza y no ver ms sus ojos encendidos. Quera gritar, decirle a mi hermano que corriera a buscar auxilio. Pero Josh estaba
muy lejos. Y yo, petrificada por el terror.
Necesitamos sangre fresca dijo Ray.
Quee? grit. Qu ests diciendo?
El pueblo no puede sobrevivir sin sangre fresca. Ninguno de nosotros puede sobrevivir. M uy pronto lo vas a entender, Amanda. Entenders por qu tuvimos que
invitarte a la casa a la Casa M uerta.
Vi de reojo el rayo de luz que se acercaba en zigzag, Josh estaba cerca, muy cerca de nuestro camino.
Corre, Josh! dije para mis adentros. Corre rpido! Llama a alguien! A quien sea!
Formul las palabras slo en mi mente. No fui capaz de pronunciarlas.
Los ojos de Ray brillaban. Estaba frente a m, y su expresin era dura y fra. No mova ni un msculo.
Ray? A travs de mi camiseta senta el fro de la tumba contra la que estaba paralizada de terror.
Comet un error dijo l. Yo era el vigilante. Pero fall.
Ray Qu vas a hacer?
Sus ojos color rub titilaban:
Lo siento mucho.
Se elev del suelo y levit encima de m.
M e ahogaba. No poda respirar ni moverme. Abr la boca para gritar, pero era incapaz de emitir sonido alguno.
Dnde estaba Josh?
M ir por entre las hileras de tumbas, pero no vi la luz.
Ray flotaba un poco ms alto. M e cubra como una sombra. M e sofocaba. M e asfixiaba.
Estoy muerta pens. M uerta.
Ahora yo tambin estoy muerta.
Entonces, sbitamente, una luz irrumpi en la oscuridad. La luz alumbr la cara de Ray, era la luz blanca de la linterna halgena.
Qu pasa? pregunt Josh. Su voz sonaba aguda y nerviosa. Amanda, dime!, qu est pasando?
Ray grit y cay al suelo.
Apgala! Apgala! grit desesperado. Su voz simulaba el murmullo del viento.
Josh sostuvo la brillante luz justo en la cara de Ray.
Qu pasa? Qu ests haciendo?
Volv a respirar. M ir hacia la luz y trat de controlar el desbocado palpitar de mi corazn.
Ray levant las manos para protegerse de la luz. Pero era demasiado tarde. Logr ver lo que le estaba sucediendo. La luz ya le haba producido un dao irreparable.
Su piel pareca derretirse. Todo su rostro se hundi, dejando al descubierto la calavera.
M ir hacia el blanco crculo de luz, incapaz de retirar la vista, mientras la piel de Ray se doblaba y caa, como cera derretida. El slido crneo qued al descubierto,
los ojos salieron de sus cuencas y cayeron al suelo sin hacer el menor ruido.
Josh mir horrorizado, sin moverse ni retirar la luz. Y los dos contemplamos la sonriente calavera con sus negros crteres mirndonos.
Grit aterrorizada cuando Ray dio un paso hacia m.
Pero entonces me di cuenta de que Ray no caminaba, sino que se estaba cayendo.
Salt a un lado, viendo cmo se derrumbaba. Se me escap un grito de horror cuando su crneo dio estrepitosamente contra la tumba de mrmol y se quebr con un
crac! nauseabundo.
Ven! grit Josh. Ven, Amanda! Sgueme!
M e cogi de la mano, arrastrndome con todas sus fuerzas. Pero yo no poda apartar la vista de lo que quedaba de Ray: unos cuantos huesos dentro de ropas
arrugadas. Nada ms.
Amanda! Vmonos!
Antes de darme cuenta me vi corriendo al lado de Josh, como no haba corrido jams en mi vida. Corrimos por toda la larga hilera de lpidas en direccin a la calle. La
luz de la linterna alumbraba las tumbas a nuestro paso. Resbalbamos sobre la tierra mojada, jadeando en el aire tibio y sofocante de la noche.
Tenemos que contarles todo a mam y a pap! exclam. Hemos de irnos ahora mismo! grit.
Ellos ellos no nos creern dijo Josh. Llegamos a la calle y seguimos corriendo. Nuestros fuertes pasos retumbaban en el pavimento. Casi ni yo mismo lo
creo! agreg mi hermano.
Han de creernos! le dije. De lo contrario, los sacaremos a rastras de esa casa!
La luz blanca nos indicaba el camino; seguimos corriendo como locos por las calles silenciosas. No haba un, solo farol, ni luz alguna en las ventanas de las casas.
Ningn coche ilumin la calle con sus luces. Nada.
Qu mundo tan oscuro habitbamos.
Haba llegado la hora de abandonarlo.
No descansamos hasta que llegamos a la casa. Yo echaba de vez en cuando un vistazo hacia atrs para ver si alguien nos persegua. Pero no vi a nadie. En el
vecindario no haba seales de vida. Estaba totalmente vaco.
M e dola un costado, pero segu corriendo sin pausa. Llegamos al sendero de gravilla, con su grueso manto de hojas muertas, y subimos la pequea escalera de la
entrada, e irrumpimos por la puerta principal. Los dos gritamos al unsono:
Pap! M am! Dnde estis?
Silencio.
Todas las luces estaban apagadas.
M am! Pap! Estis ah?
Por favor, salid enseguida! rogaba yo mentalmente, mi corazn galopando, con un dolor clavndose como un aguijn en la costilla. Por favor, salid
enseguida!
Registramos la casa entera. Y no estaban.
La fiesta record Josh. Puede que estn todava en la fiesta.
Nos habamos detenido en la sala, jadeando. El dolor cedi un poco. Haba encendido las luces, pero la sala no perdi su atmsfera sepulcral y amenazadora.
M ir el reloj que haba encima de la chimenea. Casi las dos de la madrugada.
Ya deberan estar aqu dije con voz temblorosa.
Adnde han ido exactamente? pregunt Josh. No habrn dejado un nmero de telfono? Iba hacia la cocina.
Lo segu, encendiendo luces. Fuimos a mirar la agenda que estaba en la mesa de la cocina, donde mam y pap siempre nos dejaban recados.
Nada. La libreta estaba en blanco.
Hemos de encontrarlos! exclam. Josh estaba muy asustado, sus grandes ojos reflejaban miedo. Tenemos que irnos de aqu!
Y si les ha pasado algo?
Iba a decirlo, pero me control a tiempo; no quera asustar a Josh ms de lo que estaba. Adems, era probable que estuviera pensando lo mismo.
Llamamos a la polica? pregunt, mientras regresbamos a la sala y mirbamos por la ventana hacia la oscuridad de la noche.
No s dije apoyando mi frente sudorosa contra el vidrio fro. No s qu hacer. Slo quiero que vengan. Que vengan enseguida para irnos inmediatamente.
Por qu tanta prisa? Era la voz de una nia, justo detrs de nosotros.
Nos dimos la vuelta gritando de miedo. Karen Somerset estaba all, quieta, en el centro de la sala, con los brazos cruzados.
Pero t ests muerta! La frase me sali como una explosin.
Ella sonri. Fue una sonrisa triste, amarga.
Luego surgieron dos muchachos ms. Venan del pasillo; uno de ellos apag la luz.
Hay demasiada luz aqu dijo. Y se detuvieron al lado de Karen.
Luego apareci Jerry Franklin (otro que estaba muerto) al lado de la chimenea. Y vi a la nia de pelo negro corto, la misma que haba visto en la escalera, cerca de m,
al pie de las cortinas.
Todos sonrean, sus ojos brillaban en la penumbra, incandescentes pero sin vida. Estbamos rodeados.
Qu queris? les grit con tanta fuerza que no reconoca mi propia voz.
Qu pensis hacer?
Nosotros vivamos en esta casa dijo Karen suavemente.
Quee? grit de nuevo.
Todos vivamos en tu casa dijo George.
Y ahora sabes qu? dijo Jerry. Ahora somos muertos vivientes en tu casa!
Todos prorrumpieron en carcajadas escalofriantes, y estrecharon un poco ms el crculo en torno a nosotros.
Nos van a matar! grit Josh.
Avanzaban en silencio. Josh y yo nos pusimos de espaldas contra la ventana. Yo miraba alrededor del oscuro saln, buscando alguna va de salida.
Pero no haba escapatoria.
Karen, t parecas tan buena Lo dije sin pensar, sin calcular el efecto de mis palabras.
Sus ojos se encendieron ms an:
Yo era buena dijo en un tono fro, hasta que llegu aqu.
Todos ramos buenos dijo George Carpenter con voz igualmente fra. Pero ahora estamos muertos.
Dejadnos salir! grit Josh, levantando las manos, como tratando de protegerse. Por favor! Dejadnos salir!
Se rieron de nuevo. Una risa fra y amarga. Una risa muerta.
No te asustes, Amanda dijo Karen. Pronto estars con nosotros. Para eso te han invitado a esta casa.
Qu? No comprendo dije. M i voz temblaba.
Esta es la Casa M uerta. Aqu viven todos los que llegan a Dark Falls por primera vez. Cuando an estn vivos.
Esto les hizo gracia a los dems. Todos se rieron, con una risa malvola.
Pero nuestro to abuelo empez a decir Josh.
Karen movi la cabeza; sus ojos brillaban, divertidos:
No, Josh dijo. Lamento decirte que no existe ningn to abuelo. Fue un truco para haceros venir. Una vez al ao alguien nuevo ocupa esta casa. En aos
anteriores fuimos nosotros. Vivamos en esta casa antes de morir. Ahora os toca el turno a vosotros.
Necesitamos sangre fresca explic Jerry Franklin. Sus ojos brillaban como dos rubes en la penumbra. Cada ao nos hace falta sangre nueva, entiendes?
Se nos acercaron ms. Josh y yo los sentamos encima.
Respir profundamente. Quizs era mi ltimo suspiro. Cerr los ojos.
Entonces o que alguien golpeaba la puerta.
Un golpe seco, y luego volvi a hacerlo, con insistencia.
Abr los ojos. Los nios haban desaparecido. El aire ola a podrido.
Josh y yo nos miramos estupefactos. De nuevo escuchamos golpes en la puerta.
Son mam y pap! exclam Josh.
Corrimos hacia la entrada principal. Josh se tropez con una mesita en la oscuridad; yo llegu primero.
M am! Pap! grit, abriendo la puerta. Dnde os habais metido?
Extend los brazos para recibirlos pero me qued atnita, con los brazos en el aire. Emit un grito de horror.
Seor Dawes! exclam Josh. Creamos que
Ay, seor Dawes qu contenta de verlo! dije aliviada, abrindole la puerta.
Estis bien, chicos? pregunt, mirndonos preocupado. Gracias a Dios que he llegado a tiempo.
Seor Dawes comenc. M e senta tan aliviada que las lgrimas brotaban de mis ojos. Yo
M e tom del brazo.
No hay tiempo para conversar dijo echando una mirada hacia la calle. Vi el coche a la entrada. Tena el motor en marcha y las luces de cruce encendidas.
Tengo que sacaros de aqu, todava nos queda tiempo.
Lo seguimos. Luego vacilamos. Y si el seor Dawes era uno de ellos?
Daos prisa! nos urgi, manteniendo la puerta abierta y lanzando una mirada nerviosa hacia la oscuridad. Creo que corremos un gran peligro.
Pero dije, viendo sus ojos desorbitados. Trataba de decidir si podamos confiar en l o no.
Estaba en la fiesta con vuestros padres dijo. De pronto, todos los comensales formaron un crculo alrededor nuestro. Nos tenan cercados y empezaron a
avanzar.
Lo mismo que los muchachos nos hicieron a nosotros, pens.
Rompimos el crculo y empezamos a correr dijo el seor Dawes, echando nuevamente una mirada hacia fuera. No s cmo, pero los tres logramos escapar.
Ahora daos prisa!, hemos de salir de aqu ahora mismo!
Vamos, Josh! dije nerviosa. Luego le pregunt al seor Dawes: Dnde estn nuestros padres?
Vamos! Enseguida os cuento Por el momento estn a salvo. Pero no s por cunto tiempo.
Lo seguimos hasta el coche. Las nubes se abran y una delgada franja de luna brillaba tenuemente en el plido cielo que anunciaba el amanecer.
Algo anda mal en este pueblo dijo el seor Dawes, sosteniendo la puerta del coche para que pudiramos ocupar el asiento de atrs.
M e sent junto a Josh y el hombre cerr la puerta.
Lo s le dije, mientras se sentaba al volante. Josh tambin. Es que a nosotros
No me dej terminar la frase:
Tenemos que irnos lo ms lejos posible, donde no nos puedan encontrar dijo.
Dio la vuelta rpidamente. Las ruedas chirriaban en el pavimento mientras enfilaba el coche buscando la calle.
De acuerdo le dije. Al menos ha llegado usted. Nuestra casa est llena de muchachos, muchachos muertos!, y
Ah!, los habis visto dijo el seor Dawes, con una expresin de terror. Y aceler.
Desde la ventanilla del coche contempl la blanca oscuridad. Un sol anaranjado se asomaba por encima de las copas de los rboles.
Dnde estn nuestros padres? pregunt de nuevo, con ansiedad.
Hay una especie de anfiteatro al final del cementerio dijo el seor Dawes. M iraba hacia delante, a travs del parabrisas, con los ojos ligeramente cerrados y la
expresin tensa. Est construido en la tierra, oculto por un viejo rbol. Los he dejado all y les he dicho que no se muevan.
Creo que estn bien. Nadie buscara en ese lugar.
Nosotros hemos visto ese teatro dijo Josh.
Una luz blanca brill de golpe en el asiento de atrs.
Qu es eso? pregunt el seor Dawes, mirando por el espejo retrovisor.
M i linterna dijo Josh, apagndola. La traje por si acaso. Pero el sol saldr pronto. Ya no la necesito
El seor Dawes fren, aparcando al borde de la carretera. Estbamos frente al cementerio. Baj rpidamente del coche, ansiosa por ver a mis padres.
El cielo an estaba oscuro, pero con franjas violetas. El sol, un globo naranja oscuro, apenas si se vea sobre los rboles. Al otro lado de la calle, ms all de las
tumbas desperdigadas, percib la silueta oscura del rbol inclinado que cubra el misterioso anfiteatro.
Rpido! urgi el seor Dawes, cerrando la puerta del automvil. Vuestros padres estarn ansiosos por veros.
Cruzamos la calle, caminando y dando saltos. Josh llevaba la linterna en la mano.
De pronto, al pisar el prado del cementerio, Josh exclam:
Petey!
All estaba nuestro perro, caminando entre las lpidas.
Petey! llam Josh otra vez, y comenz a perseguir al perro.
M i corazn dio un vuelco. No haba tenido la oportunidad de contarle a Josh lo que Ray me haba revelado acerca de Petey.
No, Josh! grit.
El seor Dawes se alarm.
No tenemos tiempo dijo. Tenemos que darnos prisa. Y llam a Josh para que regresara.
No, an no dije, y me fui corriendo por entre las tumbas, lo ms rpido que pude, llamando a mi hermano: Josh, espera! No lo persigas ms. No lo
persigas Petey est muerto!
Josh estaba a punto de alcanzarlo, pues Petey caminaba despacio, husmeando el suelo, sin levantar la cabeza, sin prestarle atencin a Josh. En ese momento, Josh
tropez contra una pequea tumba y se cay.
Al perder el equilibrio, peg un grito. La linterna vol por los aires, y choc estrepitosamente contra otra lpida.
Llegu donde estaba Josh.
Ests bien? le pregunt.
Estaba boca abajo, mirando fijamente hacia delante.
Josh! Contstame! Ests bien?
Lo agarr por los hombros y trat de levantarlo del suelo, pero sigui con su mirada fija, la boca abierta, los ojos desorbitados.
Josh?
M ira! seal finalmente.
Sent alivio al comprobar que no haba perdido el conocimiento.
M ira! repiti, sealando la tumba contra la que se haba cado.
M e fij en la inscripcin de la tumba, y la le, modulando slaba tras slaba, en silencio: Compton Dawes R.I.P: 1950-1980.
M i cabeza empez a dar vueltas. M e senta mareada. M e esforc por no caer, aferrndome a Josh.
Compton Dawes.
No era su padre ni su abuelo. El mismo nos haba dicho que no exista otro Compton en su familia.
De modo que el seor Dawes tambin era un muerto viviente.
M uerto. M uerto. M uerto.
Tan muerto como los dems.
Era uno de ellos. Uno de los muertos vivientes.
Josh y yo nos miramos horrorizados. Nos abrazamos en medio de la aterradora oscuridad del cementerio. Estbamos rodeados. Rodeados de muertos.
Y ahora qu?, me pregunt.
Y ahora qu?
Levntate, Josh! dije. M i voz era apenas un susurro ahogado. Tenemos que alejarnos de aqu.
Pero era demasiado tarde.
Una mano me agarr por el hombro con firmeza.
Volv a mirar y me encontr cara a cara con el seor Dawes, quien lea, con los ojos semicerrados, el epitafio de su propia tumba.
Usted tambin! grit, entre decepcionada, confundida y aterrorizada.
S. Yo tambin. Lo dijo casi con tristeza. Todos estamos muertos. Sus ojos ardan clavados en los mos. ramos personas normales. La mayora
trabajaba en la fbrica de plsticos, en las afueras del pueblo. Pero ocurri un accidente. Un gas amarillo se escap de la fbrica y flot sobre el pueblo. Fue tan rpido
que no lo vimos, no nos dimos cuenta. Entonces fue demasiado tarde. Dark Falls no volvera a ser un pueblo normal. Todos estbamos muertos, Amanda. M uertos y
enterrados. Pero no pudimos descansar, ni dormir. Dark Falls se convirti en un pueblo de muertos vivientes.
Qu qu nos va a pasar? consegu preguntar. M e temblaban tanto las rodillas que casi no poda mantenerme en pie. Un hombre muerto me tena agarrada del
hombro. Un hombre muerto me estaba mirando a los ojos.
Tan cerca estaba de l, que senta su podrido aliento. Volv la cabeza hacia otro lado, pero aun as el horrible olor me asfixiaba.
Dnde estn pap y mam? pregunt Josh. Se haba levantado del suelo, y se par frente al seor Dawes con una mirada desafiante, acusadora.
Estn sanos y salvos dijo el seor Dawes con una leve sonrisa. Venid conmigo! Ha llegado la hora de que los veis.
Trat de escaparme, pero me tena bien sujeta y no pude quitrmelo de encima.
Sulteme! grit.
Su sonrisa se ampli.
Amanda dijo. M orir no duele. Ven conmigo. Su tono de voz era suave, casi reconfortante.
No! grit Josh. Se agach repentinamente y agarr la linterna que haba cado.
S, Josh! grit. Almbralo con la linterna! La luz nos poda salvar, poda vencer al seor Dawes como venci a Ray. Lo poda destruir.
Rpido! Almbralo! grit otra vez.
Josh apunt la linterna en direccin al rostro del seor Dawes, y la encendi.
Pero no pas nada.
No alumbr.
Est estropeada dijo Josh. Ha sido el golpe contra la lpida.
M i corazn pareca explotar. M ir al seor Dawes. La sonrisa que haba en su rostro era de triunfo.
Ha sido una buena jugada dijo el seor Dawes, felicitando a Josh. Luego desapareci la sonrisa de su rostro.
De cerca no pareca tan joven y apuesto. Su piel era seca. Es ms: se estaba desprendiendo. Y tena ojeras flccidas y feas.
Vamos, chicos! dijo empujndome con fuerza. M ir hacia el cielo, que comenzaba a iluminarse. El sol se levantaba por encima de los rboles.
Josh vacil.
Venga! Vamos! El seor Dawes se estaba enfadando con Josh. M e solt, y dio un paso amenazante hacia mi hermano.
Josh mir la linterna estropeada que llevaba en la mano derecha. Luego movi el brazo hacia atrs y, sorpresivamente, tir el pesado aparato justo a la cabeza del
seor Dawes.
La linterna dio en el blanco. Con un espantoso crac!, le peg al seor Dawes en toda la frente, abrindole un hueco grande en la piel.
El seor Dawes emiti un grito. Sus ojos se abrieron desmesuradamente. Confundido, se tocaba con la mano la frente abierta, por la que asomaba un pedazo de
calavera.
Corre, Josh! le grit.
No habra tenido que decrselo. Josh ya estaba volando en zigzag por las hileras de lpidas, con la cabeza agachada. Y yo detrs, corriendo a toda velocidad.
Echando una mirada hacia atrs vi al seor Dawes tratando de emprender la carrera en nuestra bsqueda. Se tambaleaba, cubriendo con la mano su frente herida. Dio
unos pasos y luego se detuvo repentinamente, mirando hacia el cielo.
M e di cuenta de que haba demasiada luz para l. Tena que permanecer en la sombra.
Josh estaba escondido detrs de un viejo monumento funerario, una especie de lpida grande agrietada. M e coloqu a su lado en cuclillas, jadeando.
Recostados sobre el mrmol, nos asombamos para ver qu pasaba. El seor Dawes, evidentemente enfurecido, se diriga hacia el anfiteatro, al amparo de la sombra
de los rboles.
Ya no nos persigue susurr Josh, tratando de superar el miedo. Su respiracin estaba todava entrecortada, Est retrocediendo.
Es que no resiste el sol le dije, aferrada al monumento. Seguramente busca a mam y papa.
Esa estpida linterna dijo Josh con rabia.
No te preocupes por eso le tranquilic, sin apartar la vista del seor Dawes hasta que desapareci tras el gran rbol inclinado. Y ahora, qu hacemos? Yo no
s
M ira! Josh me code.
Sealaba varias figuras oscuras que se escurran entre las tumbas. No sabamos de dnde haban salido. Quiz de ninguna parte.
Habran surgido de las mismas tumbas?
Caminaban rpidamente, casi flotando sobre la hierba verde del cementerio. Se dirigan hacia las sombras. Todos mantenan un silencio absoluto, mirando fijamente
hacia delante. No se saludaban entre s. Iban deliberadamente hacia el anfiteatro escondido, como atrados por un imn. Como marionetas movidas por cuerdas
invisibles.
M ralos! susurr Josh, escondindose detrs del monumento funerario.
Las formas oscuras en movimiento hacan que las sombras del cementerio se ondularan junto a ellas. Era como si los rboles, las tumbas y el cementerio mismo
estuvieran corriendo hacia el oculto anfiteatro.
Ah est Karen dije, sealndola. Y George, y todos los dems.
Los jvenes de nuestra casa se movan rpidamente, en grupos de dos y de tres, siguiendo a las otras sombras, igualmente silenciosas y concentradas.
El nico que falta es Ray, pens.
Porque nosotros matamos a Ray.
Es decir, matamos a alguien que ya estaba muerto.
Josh interrumpi mis morbosos pensamientos.
De verdad crees que pap y mam estn ah, en esa especie de teatro? pregunt Josh, interrumpiendo mis cavilaciones, mirando las sombras que se movan.
Ven le dije. Lo tom de la mano, tirando de l para que abandonara su sitio al pie del monumento. Tenemos que averiguarlo.
Las ltimas figuras oscuras flotaban al lado del inmenso rbol inclinado y desaparecan. El cementerio qued envuelto en un silencio total. Un cuervo solitario
planeaba arriba, bien alto, en el lmpido cielo azul de la maana.
M uy despacio, Josh y yo nos acercamos al anfiteatro. Nos mantenamos agazapados, sin levantar la cabeza. No era fcil desplazarnos de esa forma. M e senta
pesadsima. El peso del miedo, tal vez.
Estaba desesperada por ver si mam y pap estaban all.
Pero al mismo tiempo no quera mirar.
No quera verlos en manos del seor Dawes y los dems.
No quera verlos asesinados.
Ese pensamiento me paraliz. Extend el brazo para detener a Josh tambin.
Estbamos al pie del gran rbol, invisibles detrs de sus enormes races torcidas. M s all del rbol, abajo en el teatro, escuch un murmullo de voces.
Estn ah pap y mam? pregunt Josh en un susurro. Empez a asomarse, pero lo detuve nuevamente.
Cuidado! dije en voz baja. Que no te vean. Estn prcticamente debajo de nosotros.
Pero tengo que saber si pap y mam estn aqu dijo. Estaba asustado y ansioso.
Yo tambin dije.
Nos asomamos con cautela por encima del tronco macizo. Sent la vieja corteza bajo mis manos. M i mirada penetraba la intensa sombra negra que produca el follaje
del rbol.
Y los vi.
Vi a mam y pap. Atados con una soga, de espaldas el uno al otro, en el centro de la plataforma, al fondo del teatro, a la vista de todos.
Estaban en una postura muy incmoda. Y muy asustados. Tenan los brazos fuertemente atados. Pap tena la cara de color violceo. M am tena el pelo
desgreado, cado sobre la frente, y la cabeza agachada.
A pesar de la oscuridad causada por las sombras del rbol, pude ver al seor Dawes al lado de nuestros padres, junto con otro seor ms viejo.
Vi que los bancos excavados en la tierra estaban repletos de gente. No quedaba un solo puesto vaco. M e di cuenta de que el pueblo entero estaba presente. Todos
menos nosotros, Josh y yo.
Van a matar a mam y a pap dijo Josh, apretndome; el brazo, temeroso. Los van a convertir en seres iguales a ellos.
Y luego saldrn en nuestra busca dije pensando en voz alta. A travs de las sombras miraba a mis padres. Los dos tenan las cabezas agachadas, frente a la turba
silenciosa. Esperaban el desenlace de su fatal destino.
Qu vamos a hacer? pregunt Josh.
Qu? M iraba a mis padres con tanta concentracin que momentneamente haba perdido la conciencia, creo.
Qu vamos a hacer? repiti Josh, aferrado todava a mi brazo. No podemos quedarnos aqu mirando, sin hacer nada.
De golpe supe qu era lo que tenamos que hacer. Se me ocurri as, de repente, casi sin reflexionar.
Quiz podamos salvarlos dije, alejndome un poco del rbol. Tal vez podamos hacer algo. Josh me solt, mirndome ansioso.
Vamos a tumbar este rbol, Josh le dije, con un tono de seguridad que me sorprendi a m misma. Vamos a echar este rbol abajo y a dejar que la luz del sol
llene el anfiteatro.
S! respondi con entusiasmo. M ralo. Est prcticamente cado. S, lo podemos hacer.
Yo saba que lo lograramos. No saba de dnde proceda tanta seguridad. Pero estaba convencida de que lo bamos a lograr.
Debamos actuar con la mxima rapidez.
Una vez ms me asom por encima del tronco, para ver a travs de las sombras. Todos en el teatro estaban de pie. Y comenzaban a avanzar lentamente hacia mam
y pap.
Vamos, Josh dije. Tomaremos impulso y dando un gran empujn tumbaremos el rbol. Ya!
Sin ms palabras, nos retiramos unos pasos. Slo haca falta darle un empujn bien fuerte y el rbol cedera fcilmente. Todas sus races estaban prcticamente a flor
de tierra.
Un buen empujn. Nada ms. Y el sol llenara el teatro con un chorro de luz. Una bella luz dorada. La luz brillante del sol.
Los muertos se desintegraran.
M am y pap estaran a salvo.
Los cuatro estaramos a salvo.
Vamos, Josh dije. Preparado?
Asinti en silencio, con su cara solemne y sus ojos asustados.
Bueno. Ya! grit.
Corrimos hacia el tronco, a toda velocidad, con las manos extendidas para empujarlo.
Un instante despus chocamos contra el rbol, empujando con toda nuestra fuerza, con las manos primero, luego con los hombros. Empujando empujando
Pero el rbol no se movi.
Empuja! grit. Otra vez!
Josh exhal un suspiro. Estaba desesperado. Vencido.
No puedo, Amanda, no lo puedo mover.
Josh! Lo mir llena de furia.
Reuni nuevas fuerzas y volvi a intentarlo.
Desde abajo se elevaban voces asustadas, voces furiosas.
Rpido! grit. Empuja!
Apoyamos los hombros contra el tronco, efectuando un tremendo esfuerzo, cada msculo trabajando al mximo. Tenamos las caras congestionadas.
Empuja! Sigue empujando!
Senta las venas en mi sien, a punto de reventar.
El rbol se estaba moviendo?
No.
Cedi un poco. Pero luego volvi a su sitio.
Creca el coro de voces.
No podemos! dije decepcionada, frustrada y aterrorizada. No lo podemos mover!
Derrotada, ca sobre el tronco, enterrando la cara entre mis manos.
Pero me levant enseguida, pues o un ruido extrao, como de algo que se rompa. El ruido aument. Se convirti en un temblor, luego en un rugido. La tierra pareca
estar rasgndose, rompindose en pedazos.
El viejo rbol cay en segundos. En realidad ya estaba inclinado y sus ramas casi tocaban la tierra. Pero a pesar de su escasa altura cay con un poderoso estruendo
que hizo temblar el suelo.
Josh y yo nos abrazamos, maravillados e incrdulos, viendo cmo la luz del sol llenaba el anfiteatro.
Y oamos los gritos. Gritos de horror, de furia, de frenes.
Los gritos se convirtieron en aullidos. Aullidos de dolor, de agona.
La gente del anfiteatro, los muertos vivientes atrapados por la luz dorada, se amontonaban unos encima de otros, enloquecidos en su intento de huida, gritando,
arrastrndose, escalando, empujando, en un esfuerzo intil por alcanzar la sombra.
Pero era demasiado tarde.
La piel se desprenda de sus huesos. Los mir, boquiabierta. Se convertan en polvo ante mis ojos. Se desintegraban. Y su ropa con ellos.
Sus gritos de angustia resonaban en el cementerio mientras los cuerpos se deshacan, las pieles se derretan, los huesos caan hechos aicos. Vi a Karen Somerset
arrastrarse por el suelo. Vi cmo caa su cabellera formando un charco hirsuto a mis pies, y dejando al descubierto el crneo oscuro. Ella me dedic una mirada, una
mirada de nostalgia, me pareca, y de remordimiento. Y luego sus ojos se salieron de las cuencas y rodaron por el suelo. Y abri su boca de calavera sin dientes y
murmur:
Gracias, Amanda! Gracias! Y se derrumb.
Josh y yo nos tapamos los odos para no escuchar los horripilantes gritos. M iramos hacia el otro lado para no ver cmo el pueblo entero y agonizante se converta
en polvo y ceniza, destruido por el sol, ese sol tan difano, tan clido.
Cuando miramos de nuevo, todos haban desaparecido. M am y pap estaban all de pie, maniatados. Sus caras expresaban una mezcla de horror e incredulidad.
M am! Pap! grit.
Nunca olvidar su sonrisa cuando corrimos a liberarlos.
Nuestros padres no se entretuvieron en empaquetar todo de nuevo y contratar el camin de mudanza para volver a nuestra antigua casa. Volvamos al viejo barrio.
Qu suerte no haber vendido nuestro hogar dijo pap cuando subamos al coche para emprender el viaje de regreso.
Pap retrocedi para salir. Se preparaba para arrancar, cuando me entraron unas ganas terribles de echar una ltima mirada a la casa. No me lo explico, pero era un
deseo incontenible.
Para un momento! grit, bajando del coche.
A pesar de las protestas de mis padres, regres corriendo y me par frente a la fachada, contemplando la gran casa silenciosa, vaca, envuelta como siempre en
espesas capas de sombra gris.
Qued como hipnotizada. No s durante cunto tiempo.
De pronto sent el crujir de las ruedas sobre la gravilla. El ruido me liber del ensueo. Vi una camioneta roja estacionada a la entrada.
Dos muchachos, ms o menos de la edad de Josh, bajaron de la camioneta por la parte de atrs. Sus padres tambin salieron del vehculo. Todos miraban la casa con
curiosidad. No se fijaron en m.
Ya hemos llegado, muchachos dijo la mam, sonriente. sta es nuestra nueva casa.
No parece nada nueva. Parece viejsima observ uno de los muchachos.
Luego su hermano me vio y se le abrieron los ojos.
Quin eres t? pregunt.
Los dems miembros de la familia se volvieron para mirarme.
Yo? Yo Su pregunta me haba tomado por sorpresa. M i padre tocaba el claxon con impaciencia. Yo yo viva antes en esta casa respond.
Luego me di media vuelta y corr a toda velocidad hacia el coche.
Quin era ese seor parado en la puerta de la vieja casa, con una libreta de notas en la mano?, me preguntaba. Pues crea haber visto, mientras corra, la figura de
un hombre en la sombra. Sera el seor Dawes?
No. No era posible que fuera l quien recibiera a esa familia.
No poda ser.
Pero no mir hacia atrs para tratar de averiguarlo. Cerr la puerta del coche y partimos a toda velocidad.
R. L. STINE. Nadie dira que este pacfico ciudadano que vive en Nueva York pudiera dar tanto miedo a tanta gente. Y, al mismo tiempo, que sus escalofriantes
historias resulten ser tan fascinantes.
R. L. Stine ha logrado que ocho de los diez libros para jvenes ms ledos en Estados Unidos den muchas pesadillas y miles de lectores le cuenten las suyas.
Cuando no escribe relatos de terror, trabaja como jefe de redaccin de un programa infantil de televisin.