Historias Del Paraiso Tomo II
Historias Del Paraiso Tomo II
Historias Del Paraiso Tomo II
Gustavo Pereira
Fundacin Editorial el perro y la rana, 2014
pginas web :
www. elperroylarana.gob.ve
www. mincultura.gob.ve/mppc/
diseo de coleccin:
Mnica Piscitelli
im agen de portada:
Aarn Mundo
ilustr aciones :
Aarn Mundo
edicin:
Yuruhary Gallardo
cor r eccin:
Jos Jenaro Rueda
di agr am acin:
Mnica Piscitelli
Impresin 2014
Hecho el depsito de ley
Depsito legal: lf40220148003275
Isbn (obra completa): 978-980-14-2866-4
Isbn: 978-980-14-2902-9
h istor ias
de l par a iso
L i bro s egu nd o
lo s ser e s i n f er i or e s
Chacum appelle barbarie ce qui
nest pas de son usage.
Mon ta ign e
D E L O S A R AWA C O S
DE LAS ISLAS
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
Pa blo N eru da
Sangre y llanto
bajo tu risa ligera;
sangre y llanto
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto.
N icol s Gu ill n
Aq u e l lo s
qu e u na v e z e x i s t i ero n
Dnde los caribes de las islas del Este? Dnde los taironas de
las orillas de la Sierra de Santa Marta?
Solo el viento, que arrastr sus cenizas, debe saberlo.
***
El amargo destino de los sorprendidos habitantes de las
islas sell para el mundo los anales de su memoria. Tras el
polvo de sus huesos se perdieron los testimonios de su espritu.
A la devastacin de que fueron vctimas se uni la implacable
voluntad descalificadora y mixtificadora que solo en la obra
de algunos viajeros, apstoles y estudiosos pudo suministrar
inconexos datos, noticias y apuntes, en ocasiones contradic-
torios, que el curso de la historia y el desarrollo de las ciencias
ha ido esclareciendo, como cuando en el revelado fotogrfico
se va haciendo visible la imagen latente en la pelcula.
Diezmados en pocos aos por las eficaces armas (entre
ellas la ms avanzada del mundo en aquel tiempo: la artille-
ra), las enfermedades epidmicas y la brutalidad del conquis-
tador, poco sobrevivir de aquellos lucayos, tanos, ciguayos,
guanahatahibes y siboneyes que habitaban las islas occiden-
tales del Caribe: restos de cermica hallados en cuevas o t-
mulos funerarios, en buena parte dispersos hoy en museos y
colecciones privadas vctimas, otra vez, del latrocinio; ha-
chas petaloides, cuchillos de piedra o slex, jabas o jabucos de
la cestera, cemes de tres puntas o trigonolitos, vasijas antro-
pomorfas y zoomorfas, chaguales o tejuelos de oro, burenes
y ralladores de yuca; palabras con que nombraron rboles,
tierras, alimentos o animales; imprecisas reminiscencias de
dioses y mitos recapturados en los fragmentos, reinvestidos
de presencia y dignidad; una que otra herramienta, ensalmos,
costumbres inexplicables, algunos smbolos despreciados.
19
***
El primer testimonio sobre estos pueblos, aparte de los
escritos colombinos, es el semiolvidado texto de fray Ramn
Pan, ya citado: Relacin acerca de las antigedades de los in-
dios, los cuales, con diligencia, como hombre que sabe la lengua
de ellos, las ha recogido por mandato del Almirante.
El fraile ha venido a Hait en el segundo viaje de Coln
y ha sido encargado por este de aprender la lengua tana con
el objeto de recoger informaciones relativas a las creencias y
dioses nativos.
El resultado es este informe que lleva el Almirante a
Espaa en el ao 1500 y aprovecha Pedro Mrtir de Anglera
en sus cartas de Orbe Novo Decades. Del texto de Pan solo
quedar la versin italiana que hiciera Fernando de Ulloa en
1571, con no poca mengua de fidelidad semntica. Fernando
Coln la incluye en su Historia del Almirante don Cristbal
Coln, tambin extraviada en su original y extractada por
Mrtir y Las Casas.
Un cacique tano informa a Pan que su dios Ycahugua-
m (o Yucajuguam, Seor-Ser de la yuca) haba profetizado el
fin de su pueblo, anuncindole que:
***
El informe de Pan revela la existencia, entre los tanos
de La Espaola, de una especie de cantar de gesta que preser-
va los sucesos antiguos:
Q
uimeras e invenciones aborgenes que
son, por extrao paralelismo, tambin eu-
ropeas nutren la fantasa de los conquis-
tadores durante siglos. Los fantasmas que
atraviesan el ocano en mente espaola rondan con otros
rostros las islas y las costas del Nuevo Mundo.
Despus de la fundacin de San Juan de Puerto Rico
segn cuenta, entre otros, el cronista Antonio de Herrera,
Juan Ponce de Len, ya viejo, de casi setenta aos, oye de
boca india la leyenda de la isla Bimini, en donde se deca que
estaba la fuente de la Eterna Juventud. El viejo aventurero no
duda en solicitar autorizacin real para ir a descubrir el prodi-
gio, y Fernando de Aragn, nada presto a creer en sueos ni
alucinaciones pero bien nutrido de las doradas ilusiones del
Nuevo Mundo, otorga, sin embargo, real consentimiento el
23 de febrero de 1512, fecha en que rey y conquistador con-
certan y firman uno de los muchos tratados americanos sobre
lo maravilloso y lo irreal.
Ponce de Len emprender as, en la antesala de su
muerte, el incierto dislate. No halla la fuente, desde luego,
ni la hallarn sus pilotos en segunda expedicin, pero qu
umbroso hechizo, adems del deseo de aquel viejo a tornarse
39
DE LO S CA R I BE S
NOS DAN
***
Contrario a Vespucci, aunque cronista referencial, Pedro
Mrtir de Anglera se manifiesta como discreto admirador
y en cierto modo, idealizador de las sociedades indias. En
sus Dcadas pergea un mundo afable semi-idlico ms bien
ednico al que no vacila, parangonndolo con el europeo,
en situar como ejemplar. Desde sus primeros contactos con
58
***
Fernando Coln coincide con Mrtir cuando se refiere a
los pobladores de la pennsula de Paria. Al igual que el huma-
nista flamenco, probablemente el hijo del Almirante obtuvo
tambin informes directos de marinos y expedicionarios que
haban sido recibidos con la ya clsica hospitalidad india:
60
***
Difiere del de Pelleprat el testimonio del tambin jesuita
Joseph Gumilla, cuyo libro El Orinoco Ilustrado (publicado en
1741) contiene contradictorias semblanzas sobre las comuni-
dades (caribes y arawacas) que habitaban las regiones selvti-
cas de la Amazona venezolana. Aunque convive largos aos
entre los indgenas del gran ro con el apoyo, bien es cierto,
de una guarnicin de soldados, Gumilla estima como uni-
versales estas caractersticas del indio:
***
Otro jesuita, pero italiano de origen, Felipe Salvador
Gilij (1721-1789), va directamente al grano desde las primeras
pginas de su libro Ensayo de Historia Americana:
***
Thomas Gage (1600-1656), sacerdote catlico ingls au-
torizado por va de excepcin para permanecer en Mxico y
Centroamrica durante doce aos, publica en 1648 una rela-
cin de sus viajes que, en lo fundamental, trata sobre la geo-
grafa y los habitantes de aquellas regiones. El libro de Gage,
titulado The English American by sea and land or a next survey
of the West Indies, tiene no obstante otros aspectos que nos
interesan. Mezcla de ficcin y realidad con propsitos ms
80
***
El sacerdote francs Jean-Baptiste Labat (1663-1738) nos
proporciona interesantes datos sobre los caribes de Martinica
y Dominica, a quienes conoci durante prolongada estancia
en estas islas. Acucioso y analtico, echa por tierra la versin
sobre la ferocidad de este pueblo:
Su orgullo les hace creer que estn por encima de los ne-
gros, y los negros, que por lo menos tienen tanto orgullo
como ellos, los miran con ms desprecio an, sobre todo
cuando no son cristianos, y nunca los llaman de otro
modo que salvajes (Ibid., p. 75).
***
Jean Joseph Dauxion Lavaysse, quien publica en 1813 sus
impresiones de viaje a las islas Trinidad, Tobago, Margarita y
la costa de Venezuela, es un aventurero francs que funge de
agente de su pas en Amrica. Adversario de la Revolucin
Francesa y creyente de las virtudes del feudalismo, al que tiene
dice por el medio ms seguro para acostumbrar a la civili-
zacin al esclavo africano y al salvaje aptico e indolente de los
pases clidos de Amrica, ello no le impide auto considerarse
un cientfico que pretende analizar y criticar la realidad del
pequeo universo que va descubriendo. Sus opiniones sobre
los americanos, contradictorias como lo fueron sus ejecuto-
rias, van desde afirmar que si alguna vez el americano puede
poner en accin todas sus facultades, me atrevo a predecirlo,
sobrepasar el europeo (refirindose sin duda no a los abo-
rgenes-indios sino a los blancos descendientes de europeos),
hasta sostener que el mejor medio de civilizar a los indios era
envindoles misioneros que tuvieran amor por la agricultura
y las artes mecnicas18 ; o bien, refirindose a los waraos del
delta del Orinoco: Si la observacin de Stedman es correcta
en cuanto a la depravacin de los Guaranos de la Guayana
Holandesa [sic], no veo en ello sino el efecto producido por la
vecindad de los europeos y el contagio de sus vicios.
Algunas de las apreciaciones de Dauxion parecen extra-
das de la lectura de los textos lascasianos. Cules eran las
costumbres de los indios insulares a la llegada de los europeos?,
84
***
Ni siquiera el por mil ttulos admirable Alexander von
Humboldt pudo descifrar la causa fundamental del envile-
cimiento a que estaban sometidos algunos pueblos america-
nos. En su obra Viajes a las regiones equinocciales del Nuevo
Continente, llena de amor y sabias apreciaciones sobre nuestra
realidad fsica y humana, apresura a veces juicios rotundos no
exentos de una unilateralidad etnocentrista que casi siempre
le fue ajena:
***
En las entrelneas de la obra de Humboldt se pueden cap-
tar algunas de las verdaderas razones de la degradacin moral
aborigen observada en sus comunidades por el ilustre viajero:
la implacable persecucin condujo al aislamiento (cuando no
a la desaparicin) de pueblos y naciones que, condenadas a
remotas regiones selvticas o semidesrticas, apenas subsis-
tan. Otras, despojadas de todo vestigio de antiguas tradicio-
nes culturales, se vieron obligadas a resistir camuflndose, a
veces refugindose en el servilismo y la indolencia, cuando
86
L A Fa B U L A C A N i B A L
R e l ac i o n d e f e ro c e s
a n t r o p o fa g o s
i n dios lla m ados ca n i bas
Y agrega:
***
El proceso de deformaciones, invenciones, infundios y
fantasas sobre Amrica se haba iniciado, como hemos dicho,
con Coln. Tambin la supuesta antropofagia caribe hall en
sus anotaciones y en su diario de a bordo interesado cobijo.
Recin llegado al archipilago lucayo, el 4 de noviembre
de 1492, el misterioso Almirante (como lo llamase el histo-
riador venezolano Carlos Brandt) colige de las informaciones
que por seas le dan algunos indios, que lejos de all haba
hombres de un ojo y otros con hocico de perros que coman
los hombres y que en tomando uno le degollaban y le beban
su sangre y le cortaban su natura.3
El 23 de noviembre consigna las mismas impresiones
aunque la razn le hace dudar:
que los indios juzgaban a los espaoles como lo hacan con sus
rivales, a quienes, como a todo pueblo extranjero, considera-
ban antropfagos (Addenda15).
El 26 de noviembre, ya prximo al sitio que los nativos
nombraban Boho (en Hait), Coln insiste en que estos
mienten y que en realidad se halla en territorio del Gran
Khan o Can. Dice que toda la gente que ha tropezado mos-
traba grandsimo temor de los caniba o canima que viven en
Boho, pero que ello se deba a que aquellos indios que traan
no suelen poblarse a la costa de la mar, por ser vecinos a esta
tierra y aunque decan que los de Boho no tenan sino un ojo
y la cara de perro, crea que mentan.
Al da siguiente los navegantes tienen la oportunidad de
cerciorarse. Al pie del cabo de Campana ven un puerto y en l
infinita gente a la ribera de la mar dando grandes voces, to-
dos desnudos, con sus azagayas en la mano. El Almirante de-
sea hablar con ellos y enva barcas de la nao y de la carabela,
pero los indios hacen ademanes de que no desean recibirlos:
ellas, y los hijos que paren (si por caso algn caribe se echa
con las tales) cmenselos despus; y los muchachos que to-
man de los extraos, cpanlos y engordnlos y cmenselos.6
***
103
***
Ser fray Pedro Simn seguidor de Aguado quien pro-
duzca un elemento si se quiere novedoso en las noticias propor-
cionadas por fuentes espaolas sobre la presunta antropofagia
de los pueblos del oriente venezolano: su origen religioso y su
forma ritual. En honor a la verdad, ya la Recopilacin Historial
de Aguado lo haba asomado y Simn no hace sino recogerlo
y adicionarle otros pasajes:
***
En 1538, poco antes de ser decapitado por orden de Juan
de Carvajal, Felipe de Hutten relataba en carta a su hermano
este acto de canibalismo practicado por un cristiano de su
expedicin:
***
Pero no solo los indgenas americanos fueron vctimas
de infamias degradatorias. Durante el apogeo de la trata de
negros africanos esclavizados, uno de los temas preferidos de
los propagandistas del esclavismo europeo fue el canibalis-
mo. Innumerables historias sobre la antropofagia entre los
africanos se difundieron por toda Europa: (...) sin duda con
el objeto de hacer ms verdica la propaganda de los trafi-
cantes de esclavos que al trasladarlos de frica a las Indias
Occidentales mejoraban su destino.22
Como seala W. Arens, la diseminacin de errores y la di-
fusin de otro tipo de ignorancia advino con la llegada del con-
quistador del Nuevo Mundo. Un serio problema metodolgico
constituy entonces (y constituye) la incapacidad de investi-
gadores y lectores para colegir, entre un cmulo gigantesco de
informaciones, la significacin de costumbres y la veracidad
de noticias artificiales divorciadas de su ambiente cultural. Por
ello la interpretacin de tales hechos en aislamiento unas
116
D E L A S C U LT U R A S
D E L A C O S TA F I R M E
Los m aldecidos
hijos de Cam
O bien:
***
Los shamanes caribes y caribanos (llamados piaches,
wasiritus, puideis o bouhitis) tenan a su cargo el contacto
con estos espritus. Formaban una especie de clero individual
y sucedneo, puesto que cada shamn derivaba su poder de
otro que le anteceda y le enseaba. Los primeros relatores y
cronistas de Indias se refieren a ellos de modo distinto aun-
que, por supuesto, igualmente condenatorio. Pedro Mrtir los
describe como maestros diestros en el arte mgica, reveren-
ciados y venerados como los dioses:
Los que ensean son los pddai difuntos, los mismos es-
pritus que viven en el Cerro, son ellos los nicos maes-
tros. Pero hace falta que algunos que ya los conoce, lo
presente a uno (...) Los pddai de ahora no dicen de lo que
saben, lo guardan escondido porque a los espritus no les
gusta que hablen de lo que ellos les han enseado. Por eso
los pddai se quedan callados. Si quieres aprender, tienes
que ir a ver a los espritus y hablar t mismo con ellos.15
***
Fue en la cermica, la orfebrera, la escultura y otras he-
churas resistentes al tiempo donde se hallaron los restos y ms
155
***
No dejaron de admirar los extranjeros las virtudes del
arte de la navegacin entre caribes y caribanos. Expertos ma-
rinos, se conjetura que aventurbanse en travesas intercon-
tinentales. Sorprende que sus frgiles embarcaciones fueran
capaces de trasponer, como se ha comprobado, las miles de
millas que separan, por ejemplo, a Martinica o Guadalupe de
Cuba o Hait en las procelosas aguas del Caribe.
Las piraguas indias, no obstante su aparente debilidad,
eran insumergibles y algunas podan contener decenas de
personas. Fernndez de Oviedo escribe, acaso exagerando,
que los pueblos de Cartagena construan embarcaciones en
las que caban cien personas. Aguado relata que Ambrosio
Alfinger (Ehinger) se hizo construir una:
161
***
A pesar de las buenas intenciones (cuando las hubo),
no se sustrajeron los testimonios literarios compilados por
los misioneros modernos a prejuicios y aprensiones. Son fre-
cuentes los casos en que las traducciones de un mito, leyenda,
cuento, canto o invocacin, o la visin de un relato histrico
o etnogrfico, se encuentran matizados de incongruencias y
absurdas equivalencias, subproductos de una posicin etno-
centrista que no vacila en prejuzgar negativamente lo que es
incapaz de percibir en sus exactos alcances.
En la introduccin a su libro Guarao Guarata por ejem-
plo, que acopia mitos, leyendas y otras manifestaciones del
mbito espiritual de la nacin warao, fray Basilio de Barral,
en quien vemos una voluntad amorosa que reconocemos y
valoramos, escribe:
***
Parece obvio que en los tiempos actuales tarea poco me-
nos que imposible es encontrar ya no waraos, sino cualquier
grupo indgena de cultura totalmente tradicional. Las relacio-
nes intertnicas han propiciado entre los pueblos aborgenes
caribeos sobrevivientes la prdida de muchos de sus valores
seculares (forzosa o voluntariamente). La aculturacin, como
constata Mosonyi, es la nota resaltante y ella se expresa en el
bilingismo y a veces en el trilingismo que se observa entre
los waraos que habitan la frontera venezolano-guyanesa. Los
cambios ms frecuentes son de carcter negativo y hasta dele-
treo, lo que significa que en el caso especfico de los waraos
estos tienden a perder incontables rasgos de su propia cultura
tradicional, incluyendo estructuras culturales altamente orga-
nizadas, sin que estas prdidas se vean compensadas siquiera
en forma parcial por adquisiciones procedentes de la llamada
cultura nacional occidentalizada (Ibid., p. 13).
176
De la vereda grande
sobre la punta
posado,
llorando est...
El lorito por m criado
se march.
March en la madrugada,
al anochecer regresar.
179
Ma romu sarama
naruae,
naruaere, naruae.
Dauna kuarea
sotonae;
eyamo onaya nine.
Jetaburuida
a kua ata
kanamane,
onayaja...
Ma romu sarama
naruae.
Jokoyakore naruae,
anayakore yarote).
vii
Arco iris, arco iris.
Ests celoso, ests celosito?,
el muchachote que tienes
no es hijo tuyo;
es hijo de Yae,
es hijo de Yae.
180
(Jubanasiko, jubanasiko,
miajitoma;
nobotoida jakitaiji noboto ana tai;
Yae auka tai;
Yae auka tai.
Jubanasiko, jubanasiko,
Ji buja bianu,
ji buja bianu;
Ka sejibonaka tanuranera...
Ji buja bianu,
Jubanasiko.
Tanan, nan!).
viii
Gaviln, gaviln guaimare,
vieja flor.
Tu cabeza blanca
menala para uno y otro lado.
(Waimare, waimare,
aidamo tokoyo,
ji kua joko
narimau).
181
xi
La cabeza rizada del violn,
del violn
me encanta ver.
Hermanitas, hermanitas,
quera ver un violn.
Del barco grande
ver izar la vela de moriche al tope,
me encantara.
La izo yo,
y canto...
Violn, tu cantar
tu cantar es ninguno.
Violn, eres un palo
de cedro,
pobrecito...
(Sekesekeima a ka marida,
sekesekeima
ma mituru.
Dajiatuma, dajiatuma,
sesekeima ma mituru.
Barokoidaro kua
najakara namakitane
ma miturura.
Namaya inera,
waraya ine.
Sekesekeima, ji dokotura,
ji dokotura ekidara.
Sekesekeima,
182
dau-renerane
samariane,
seneria).
xii
Al irse la Compaa,
oro me dio.
A Iduburojo, Iduburojo
me fui yo, me fui.
Cuando iba,
naufragu.
Al naufragar, la marejada
me arroj a la playa,
los obreros de la Compaa
me patearon.
(Kobaniatuma narukore,
burata simo ma moae.
Iduburojo
naruae nine, naruae.
Naukorerane,
wanariaine.
Wananikore, naba sibari
ma sibariae.
Ma sibarikore,
nebutumar
ma sakabuae) (Ibid.).
***
183
***
Entre los kunas del golfo de Urab en el Darin, en las
regiones limtrofes de Panam y Colombia subsisten anti-
guas formas literarias. Poemas, por ejemplo, cuya originalidad
radica en la permanente variabilidad de las palabras que los
integran, porque segn los indios las palabras de los cantos
no tienen por qu ser siempre las mismas.33
En 1928 el investigador escandinavo E. Nordenskild
public lo que se tiene por el primer estudio de la escritura
ideogrfica de este pueblo, cuya cultura, todava insuficiente-
mente conocida entre nosotros, irradi muchos siglos antes
de la llegada del conquistador espaol.
Thor Heyerdahl cuenta que los kunas todava guardaban
los restos de una remota pictografa grabada en madera, cuyos
ideogramas se hallaban dispuestos en lneas trazadas alter-
nativamente de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.
Esta escritura, probablemente un poema ceremonial de remo-
tsimos orgenes, se cantaba en determinadas celebraciones.
Pasados los aos, cuenta Heyerdahl:
Distribyase el mero,
distribyase las conchas que se adhieren a las rocas,
distribyase la langosta,
distribyase los cangrejos,
distribyase el marisco que vive en la roca
con la boca abierta como si riera,
distribyase la carne de las conchitas del ro,
distribyase las conchitas ms grandes,
distribyase los camarones,
distribyase el mero del ro,
distribyase la iguana que se para en el extremo del
[guayacn (Ibid.).
Atindeme, aydame.
Con todas las fuerzas te llamo.
Escchame.
No permitas que desmaye, que muera.
Llmame a tu sitio.
Respndeme con flor de la sangre.
Ven, Yoorojka de dos caras. Ven.35
D E L O S M AYA S D E Y U C ATa N
Con suerte lamentosa nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos.
Los cabellos estn esparcidos.
Destechadas estn las casas,
enrojecidos tienen los muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y estn las paredes manchadas de sesos.
Rojas estn las aguas, cual si las hubieran teido,
y si las bebamos, eran agua de salitre.
Golpebamos los muros de adobe en nuestra ansiedad
y nos quedaba por herencia una red de agujeros...
A nn i mo tolt ec a c hic hi m ec a
Es Campeche.
Aceptada la invitacin para visitar el pueblo, se enteran
en l de la existencia de una ciudad vecina, todava mayor,
llamada Champotn, en donde otra sorpresa les aguarda:
una emboscada y una lluvia de flechas que cae sobre ellos,
hiriendo a varios. Los conquistadores emplean sus armas de
206
... otro da escribe torn a salir por otra parte antes que
fuese de da, sin ser sentidos de ellos con los de caballo y
cien peones y los indios mis amigos, y les quem ms de
diez pueblos, en que hubo pueblos de ellos de ms de tres
mil casas, y all pelearon conmigo los del pueblo, que otra
gente no deba estar all. Y como traamos la bandera de
la cruz, y pugnbamos por nuestra fe y por servicio de
vuestra sacra majestad en su real ventura, nos dio Dios
tanta victoria que les matamos mucha gente, sin que los
nuestros recibiesen dao (Ibid., pp. 41-42).
sobre ellas y para que mirasen los indios que los espaoles
no les importaban las mujeres; de estas dos hay mucha
memoria entre indios y espaoles por su gran hermosura y
por la crueldad con que las mataron (Landa, op. cit., p. 27).
O bien, en 1567:
228
D E P R O D I G I O S M AYA S
El obispo levant el brazo,
quem en la plaza los libros
en nombre de su Dios pequeo
haciendo humo las viejas hojas
gastadas por el tiempo oscuro.
Pa blo N eru da
L e n gu a a m a rga ,
lengua alucina n t e
E asombro.
Las sombras de la destruccin velaron para no-
sotros los rasgos, perfiles, hechuras, prodigios
asentados en grandes libros que eran como fiestas de la razn;
segaron miles y maravillosas historias o fbulas y tal vez des-
cubrimientos, revelaciones, frmulas, alquimias, canciones,
poesa.
El coloniaje destruy dioses, palacios, seores; avasall
con nuevo ltigo al pueblo, persigui al espritu y quiso extir-
par hasta la lengua.
Dos, tres, cuatro siglos permanecieron sepultadas las lti-
mas ciudades, presas de la hiedra, la maleza y el agobio impla-
cable de la vejacin, hasta que la curiosidad, la admiracin, el
amor y la ciencia humanas sacaron de la tierra los despojos,
descubrieron edificaciones y estelas, auscultaron engobes,
frescos e inscripciones y trazaron el rumbo de la luz.
Ao tras ao las piedras fueron desposedas de muchos
de sus secretos. Las pirmides, los templos, los palacios, las
terrazas, las calzadas, los viaductos, las tumbas, los observato-
rios, y luego los estucos, los mascarones, las vasijas y los tiestos
se hicieron lengua amarga, lengua triste, lengua suave, lengua
prodigiosa.
242
De dnde vinieron, cundo, cmo y por qu se
asentaron en aquellas selvas los primeros poblado-
res mayas?
***
No todos los estudiosos de la realidad maya coinciden en
caracterizar su estructura social, puesto que con las fuentes
histricas que se tienen no es fcil reconstruirla con exacti-
tud. Apenas el Memorial de Solol arroja valiosos datos sobre
intermitentes conflictos transformadores, semejantes a los
que ocurrieron en las polis griegas. Investigaciones contem-
porneas manifiestan la dificultad de definirla en trminos
sociopolticos absolutos. Por ejemplo, para Guzmn-Bckler
254
Y Landa:
de los difuntos sala del averno. Para los mayas existan dos
almas: el Alma-Sombra y el Alma-Espritu. La primera ha-
bitaba el averno o lugar de las Visiones, con el aspecto de la
persona a la que perteneca. Llevaba una vida idntica a la an-
terior, pudiendo incluso visitar a los vivos. El Alma-Espritu
era representada como mariposa, estrella o pequea-ave y
estaba presente en el hombre desde su nacimiento y le sobre-
viva en la muerte. Esta alma se hallaba en la sangre o en el
corazn palpitante, poda remontar las regiones celestiales y
hallarse con el creador, mientras el Alma-Sombra solo poda
dirigirse al pas de los antepasados.10
Las investigaciones del estadounidense Michael D. Coe
(1973), del ingls J. Eric Thompson (1970), del mexicano Ruz
Lhuillier y de los soviticos Yuri Konrosov (1977) y Galina
Yershova (1985), entre otros, lograron desentraar en las es-
crituras de estos objetos funerarios un detalle desconocido: el
averno era lugar de purificacin en donde el Alma-Sombra se
reduca se marchitaba hasta alcanzar el tamao de un em-
brin que comenzaba una nueva vida en el seno de una mujer
en la Tierra. No era, como creyeron los primeros intrpretes,
una resurreccin sino una reencarnacin. Los sacerdotes ma-
yas, deduce Galina Yershova, calculaban exactamente el da
en que la visin o Alma-Sombra sala del averno. Ese da tena
lugar el festn conmemorativo para el cual se destinaban vasi-
jas en las que se escriba la frmula de reencarnacin, escenas
de la vida del difunto o pasajes de la purificacin en el averno.
Para aplacar a los dioses de las sombras, entre quienes se
hallaba el Seor de la Sequa, y acaso tambin para afianzar
sus propios poderes, los sacerdotes impusieron los sacrificios
humanos.
Landa, Corts, Daz del Castillo y otros informantes des-
criben, a veces con discutible veracidad o exagerndolas, estas
265
Landa destaca que los mayas tenan por gala ser bizcos,
tener frente y cabeza achatadas y ser lampios. Se baaban
mucho, no curando de cubrirse de las mujeres sino cuanto po-
da cubrir una mano (). Eran amigos de buenos olores y por
eso usan ramilletes de flores y yerbas olorosas, muy curiosos y
labrados (Landa, op. cit., p. 35).
Al igual que otros informantes, Landa pone de relieve un
rasgo comn presente, por lo dems, en todas las comunida-
des aborgenes americanas:
O bien:
Ao actual365.2422
Ao Juliano..365.2510
Ao Gregoriano.. 365.2425
Ao Maya365.2420
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Esta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hi-
cieron. Ya todo pas. Ellos hablan con sus propias pala-
bras y as acaso no todo se entienda en su significado;
pero, derechamente, tal como pas todo, as est escrito.
Ya ser otra vez muy bien explicado todo ().
Que porque eran nios pequeos los muchachos de los
pueblos, y mientras, se les martirizaba! Infelices los po-
brecitos! Los pobrecitos no protestaban contra el que a
su sabor los esclavizaba, el Anticristo sobre la tierra, tigre
de los pueblos, gato monts de los pueblos, chupador del
pobre indio. Pero llegar el da en que lleguen hasta Dios
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***
Toda luna, todo ao, todo da, todo viento, camina y pasa
tambin. Tambin toda sangre llega al lugar de su inquie-
tud, como llega a su poder y a su trono. Medido estaba
el tiempo en que alabaran la magnificencia de Los Tres.
Medido estaba el tiempo en que pudieran encontrar el
bien del Sol. Medido estaba el tiempo en que miraran
sobre ellos la reja de las estrellas, de donde, velando por
ellos, los contemplaban los dioses, los dioses que estn
aprisionados en las estrellas. Entonces era bueno todo y
entonces fueron abatidos.18
***
Otras veces hallamos como un clamor de doliente poesa
con la que el escriba tae, compungido, su terrible orculo:
***
En el Libro de los Antiguos Dioses se lamenta el desmoro-
namiento de las deidades del Mayab y se concibe con palabras
lo que otrora se haca con pinturas:
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El Popol Vuh o Libro del Consejo, biblia del pueblo qui-
ch de las regiones altas de Guatemala, es el ms antiguo de
estos manuscritos. Contiene testimonios de poesa salmo-
diada, narraciones teognicas y cosmognicas, y referencias
histricas alucinantes. Sobre l existe amplia bibliografa.
Bstenos aadir que restituye a un todo sincrnico el sistema
de pensamiento y los distintos perodos de formacin de la
nacin maya. A semejanza de otros libros religiosos, narra la
creacin de los primeros hombres dentro de una concepcin
mitolgica, pero a diferencia de los dioses asiticos-cristianos,
los creadores mayas no son omnipotentes y yerran a menudo.
Por ello sus criaturas estn ms cercanas a la poesa que a la
escolstica.
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Mensual oracin
del doctor en medicina
para que haya pomolche
en los bosques, beec en los bosques
...
Prenda en la tierra el plantado
bacalch, el bohom
as en el oriente como en el norte,
as en el poniente como en el sur.
Viene por los cuatro
ramales del camino de los cielos donde
est la casa de la estera en que rige
el sabio Hunabku,
aquel que recuerda al hombre
...
que es difcil la vida aqu
en el mundo para quien
quisiera ponerse
en el afn de aprender.
Y que aqu en la tierra
da salud
porque es el seor
del fuego, del agua, del aire, de la tierra,
Seor de este mundo,
de todas las cosas
hechas por l.
El seor Hunabku
es quien da lo bueno
y lo malo
entre los buenos y los malos.
Porque l
da su luz
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Cabra pensar que el paso de los aos y los importantes
avances hacia sociedades ms justas de algn modo han cam-
biado o desvanecido los prejuicios etnocentristas y la prctica
de negacin o inferiorizacin de las culturas indgenas. No
es as, sin embargo; o no es del todo as. Para el siglo xviii
la regin circuncaribe haba visto constituirse una sociedad
de castas estratificada en categoras raciales donde mestizos,
mulatos, indios y negros ocupaban la base de una pirmide
levantada sobre la servidumbre. Tan solo a pocos meses de
la Independencia, los blancos caraqueos, por ejemplo, oan
misa en la catedral, los pardos en una iglesia y los negros en
otra. Es clebre el caso del pardo Mejas Bejarano, quien a
pesar de haberse blanqueado en 1796 con la compra de una
Cdula de Gracias al Sacar no pudo lograr la aceptacin de
un hijo en la universidad, originando de paso la indignacin
de las autoridades universitarias, defensoras de la pureza de
la sangre de sus estudiantes.
En la frontera colombo-venezolana
Los motilones luchan por sobrevivir
Ubicacin Geogrfica
Cuando los conquistadores y descubridores espaoles lle-
garon a Amrica seala el padre Gregorio lvarez los
Bar-motilones ocupaban un amplio territorio cuya su-
perficie comprenda una buena parte del estado Zulia, en
Venezuela y el departamento colombiano de Santander
del Norte.
En esta extensa zona los Bar vivieron durante cuatro si-
glos en continuas guerras para mantener intacto su terri-
torio. Crnicas de la Colonia en el ao 1532 sealan que
el gobernador de Venezuela, Ambrosio Alfinger, invadi
el pas de los motilones en una de sus tantas incursiones,
pero que no pudo continuar con sus ataques porque en
una de esas confrontaciones encontr la muerte a manos
de los bravos motilones. Posteriormente, los Bar fueron
replegndose ante el acoso de los conquistadores y ms
tarde de los colonos criollos. Perdan as lo mejor de su
territorio, vindose forzados a ubicarse en las zonas mon-
taosas.
Su geografa actual
En Apure
Denuncian atropellos contra indios Yaruros
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Sobre las peculiaridades del trato dado por la mayora
de los antroplogos modernos al fenmeno de la antropofa-
gia, Arens aade:
Una vez presentadas las excusas del caso por las pasadas
transgresiones morales de los ignorantes indgenas, el
trabajador antropolgico de campo puede tambin infor-
mar, como hemos visto, que el contacto con la civilizacin
occidental ha tenido como resultado inmediato el aban-
dono de esta costumbre que nuestra cultura ve con tanta
fascinacin y horror. Afortunada y sorprendentemente,
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***
Del mismo modo, el antroplogo estadounidense destru-
ye el extensamente propagado mito del canibalismo azteca
del que, afirma:
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En la actualidad las comunidades indgenas de la
Amazona venezolana (y suponemos tambin que en otras
latitudes) siguen considerando canbales a sus enemigos.
Aunque no compartimos totalmente esta ni otras aprecia-
ciones suyas (desvirtuadas por otros investigadores), Jacques
Lizot observ que los yanomamis tienen la idea de que sus
vecinos y extranjeros en general indios o blancos se ali-
mentan de carne humana:
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Como es lo usual siempre que se describen prcticas de
canibalismo, fray Pedro Simn apoya sus impresiones no en
sus propias percepciones sino en las de terceros:
En otro aparte:
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El ejemplo de Irving Rouse mencionado por Arens es
apenas uno entre tantos. Arens aade en este punto:
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18
Esto escribe Gumilla sobre algunas de las prcticas
de los shamanes indios, resaltando, por supuesto, sus pro-
pias conjeturas de observador prejuiciado y en ocasiones sor-
prendido:
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Son numerosos los testimonios indgenas que narran
los padecimientos de su pueblo. He aqu una pequea muestra
que puede servir al lector para situarse ms cerca de la verdad:
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Nosotros los indgenas, hemos vivido de la agricultura,
hemos sido, somos a decir, agricultores. Nos hemos ubica-
do en sitios estratgicos por haber cacera, por haber te-
rrenos frtiles y entonces, a lo mejor haba un grupo que
pudiera integrarse a ese otro grupo pero haba el siguiente
problema: al haber mayor nmero de familias indgenas,
desaparecera la caza, desaparecera la pesca por haber
mayor nmero de familias. Entonces era preferible pues
de que los grupos vivieran muy dispersos.
***
Entonces el grupo de tamaracotos, arecunas y taurepanes
para conservar la cacera y la pesca, para que no trataran
de unir en un solo grupo para exterminar en poco tiempo
la pesca y la cacera se reunieron en una oportunidad los
jefes, los capitanes para ver la divisin natural del terri-
torio. Surgi el problema porque en alguna parte no to-
dos los territorios eran ricos en pesca y cacera, entonces
hubo caceras clandestinas y surgieron problemas entre
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Dentro de la comunidad, cuando supongamos que a una
mujer se le mora el marido, los nios no quedaban en el
abandono, se los cuidaban los familiares.
Por ej., si yo tena cuado y por x circunstancias mu-
ri, yo sera el encargado de recibir a los sobrinos, para
levantarlos.
Cuando muchas familias indgenas tenan numerosos
hijos que ya no tenan tanta capacidad de seguir traba-
jando, utilizaban para el control de la natalidad unos
bejucos, que los expriman y se lo daban a tomar a las
mujeres indgenas, ah dejaban de seguir pariendo. Existe
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Porque lo primero que hacamos un grupo de comunidad
cuando llegaban las misiones era: levantarles las casas;
como no haba como en los actuales momentos, vas te-
rrestres o areas, ellos llegaban a pie. Entonces, tena-
mos que sacar la madera, buscar palmas, o arrancar pajas
para hacerles las casas a ellos. Para poder estar cerca de la
misin, uno tena que ser cristiano, tena que bautizarse,
tena que asistir a los actos religiosos.
Como los loritos que cuando se les ensea una cosa ha-
blan de tanto sin saber lo que dicen. Uno poco a poco
pues, engaado en ese aspecto, fuimos deletreando poco
a poco las letras, fuimos adquiriendo conocimientos.
Entonces como estos predicadores vestidos de, de lo que
sea, de conseguirnos para seguir la misin de ellos, de
hacernos tambin sacerdotes o misioneros, a muchos de
nosotros nos agarraron desde muchachos a los planteles
educacionales o seminarios. Por ejemplo, a m me toc
ir a los nueve aos, me dijeron: mira indiecito, t vente
con nosotros para que aprendas por all. Cuando a los
17 aos, yo ya tena mis conocimientos de lo que ellos
estaban explicando pues, cuando vean que no tena vo-
cacin me dijo: esto no es tu tierra viejito, vaya all a su
ambiente. Y regres a la comunidad.
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La llegada de los espaoles, y de los blancos en general,
no fue vista como un problema por nuestros antepasados.
El pueblo Jivi los recibi bien. Aceptamos su llegada y los
respetamos como seres humanos iguales a nosotros, pero
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Desde el punto de vista espiritual tenemos algunas creen-
cias, algunas de las cuales son las siguientes:
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Ayer, con el proceso colonial, nos hicieron tragar, aun
cuando no entendiramos qu decan los espaoles y los
europeos acerca de nosotros; sin embargo nos asesinaron,
nos llenaron de crmenes nuestros campos y nos juzgaron
por sus propias leyes, aun cuando no entendiramos qu
estaban diciendo.
De eso est llena la historia, muchsimos pasajes de los
crmenes que cometieron y que an siguen cometiendo
en nuestro territorio. Nosotros somos extranjeros en
nuestra propia tierra.
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Nosotros nunca hemos hecho crceles, porque cada
hombre sabe dnde llega su derecho y cundo lesiona el
derecho de los dems. Eso lo persiguen los socialistas y los
comunistas. Nosotros lo hemos practicado durante toda
la historia, no es teora, es hecho real.
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Para nosotros la religin no es instrumento de conquista.
Nosotros no queremos que nadie crea en lo que nosotros
creemos porque eso est hecho para que creamos noso-
tros solamente; pero el criollo, el blanco y el europeo fun-
damentalmente, quieren imponer a los dems la religin
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La religin, fundamentalmente el evangelio o los evan-
glicos protestantes, y la religin catlica, han hecho un
dao fundamental a nuestras comunidades indgenas. La
iglesia parece que se organizar y justificar su presen-
cia en todos los momentos histricos. Ya hay curas que
son marxistas y que practican el marxismo y dan su vida
al lado de los pueblos por la lucha, eso es muy bueno.
Tambin hay curas que se identifican mucho con los in-
dgenas; pero dentro del conglomerado universal de ese
movimiento, cuntos curas religiosos, estn dispuestos
a sacrificar su vida para servir a los pueblos? Porque aqu
nosotros hemos visto que usan la necesidad y la miseria
de nuestro pueblo para ellos enriquecerse a costa de nues-
tra hambre y de nuestra miseria, de la miseria de todos los
pueblos indgenas de la Amrica del Sur.
Los religiosos evanglicos norteamericanos que usan la
religin para entronizarse en las zonas ms ricas de los
pases de Amrica del Sur y en los territorios indgenas,
son religiosos, andan con una biblia bajo el brazo y una
corbata, enseando la palabra de Dios; pero con la pala-
bra de Dios se llevan el uranio, el petrleo, y todo lo que
tenemos. Yo creo que este es uno de los ejemplos ms
patticos de este universalismo.
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El mundo para nosotros tiene un gran significado y
el hombre incluye al hombre mismo. Los hombres
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La Espaa reaccionaria y falangista, la Espaa Negra
que llamara Anbal Ponce, instaur en efecto una espe-
cie de culto a sus peores causas, cuyas races se afincan
en la larga tradicin monrquica-absolutista-religiosa
que la mantuvo atada a la coyunda feudal. Hombres que
representaron en su tiempo la lucha de la inteligencia y la
sensibilidad contra la intolerancia y las iniquidades de los
conquistadores, slo aparecen en la historiografa oficial
como reos de los peores denuestos. Como subraya el emi-
nente historiador sovitico I. Grigulevich, es frecuente la
tendencia a atacar a Bartolom de Las Casas, tildndole
de grafmano y mistificador, culpable de la aparicin de
la decantada leyenda negra, que, segn los defensores
del colonialismo, denigra a todo el pueblo espaol. Mas
a los antagonistas de la leyenda negra lo que menos
les interesa es el pueblo espaol, pues bajo el pretexto
de combatir dichas tesis tratan de justificar las acciones
de los colonizadores y hacer creer que el sistema colonial
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21
En la informacin hecha por Sebastin Vsquez, escri-
bano del rey, sobre los atropellos cometidos y tolerados por
el doctor Diego Quijada, el alcalde mayor de las provincias de
Yucatn, se menciona a Landa como protagonista:
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22
Sobre el factor econmico y su importancia en la con-
formacin de las sociedades humanas, no est de ms recor-
dar estos fragmentos de la clebre carta de Engels a Bloch,
fechada en Londres el 21 de septiembre de 1890:
libro segundo
los seres inferiores
C ap i t u l o V II
D e lo s a r awaco s d e l a s i s l a s
Aquellos que una vez existieron 17
Orgenes y migraciones 22
Los pueblos insulares 25
Dioses conciliados con la vida 35
Las fbulas se encuentran 38
C ap i t u l o V III
D e lo s C a r i b e s
Los hijos del demonio 51
Viajeros y cronistas en las costas caribes 56
De incomprensiones, invenciones, deformaciones y falsedades 64
Mentiras consagradas y verdades al trasluz 72
C A Pi T U LO I X
L a fa b u l a c a n i ba l
Relacin de feroces antropfagos indios llamados canibas 91
De canbales europeos 109
C ap i t u l o X
D e l a s c u lt u r a s d e l a co s ta f i r m e
Los maldecidos hijos de Cam 129
Una vida solidaria y armoniosa 138
De oficios, artes y otras hechiceras salvajes 150
Las literaturas desconocidas 164
C ap i t u l o X I
D e lo s M aya s d e Y u c ata n
La entrada de la tristeza 203
El corto viaje de Juan de Grijalba 211
Corts o la mentida heroicidad 216
La espantosa victoria de Vamonch 223
Los sepultureros de la cruz 227
La partida de los itzaes 233
C ap i t u l o X II
D e Pro d i g i o s M aya s
Lengua amarga, lengua alucinante 241
Las ciudades mayas brotan de las sombras 244
Una realidad social semivelada 250
El universo maya de las deidades 261
Los mayas vistos por otros 269
El lenguaje de las estrellas 276
Los libros pintados sacuden las cenizas 279
La rueda de la historia haba girado una vez ms 294
Addenda 299
Esta edicin consta de 3.000 ejemplares
y se termin de imprimir en el mes de noviembre en
La Fundacin Imprenta de la Cultura