Los Austrias I, John Lynch PDF
Los Austrias I, John Lynch PDF
Los Austrias I, John Lynch PDF
JOHN LYNCH
LOS AUSTRIAS
(1516-1598)
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TraducCin castellana de
JUAN FACI
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CRTICA
BARCEWNA
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. Captulo 1
l. El reinado de Fernando e Isabel cuenta con un historiador de gran peso especfico, lJJis
Surez Fernandez, La Espaa de los Reyes Catlicos (1474-1516). Historia de Espnla, ed. R. Me-
nndez Pidal, Madrid, 1969,2 vals., y Los Reyes Catlicos. Madrid, 1989~1990. Hay que citar tam-
bin dos buenas obras de sntesis: Joseph Perez, L'Espagne des Rois Catholiques, Pars, 1971 (hay
trad. cast.: La Espaa de los Reyes Catlicos, Cambio 16, Madrid, 1992) y Miguel ngel Ladero
Quesada, Espaa en 1492, Historia de Amrica Latina, vol. J, Madrid, 1978.
2. Vase A. de la Torre, (Fernando el Catlico, Gobernante, en Fernando el Catlico. Vida
y obra. V Congreso de Historia de la Corona de Aragn. Estudios. vol. J. Zaragoza, 1955, pp. 9.19.
I
!
LA HERENCIA DE LOS HABSBUltGO
.,
1
I consejos del otro~ haca difcil atribuir a uno de los dos las ideas o medidas
polticas. El nico criterio que guiaba su accin era la bsqueda de las mejores
soluciones para sus problemas respectivos.
\: ..
En consecuencia, el hecho de que Castilla se convirtiera en el socio domi-
nante no fue fruto de un nacionalismo estrecho, sino que contaba con el apoyo
total de Fernando y es expresin del realismo del rey y no de los prej uicos de
la reina. Desde el punto de vista geogrfico, Castilla contaba con la ventaja
de su posicin central, de la extensin de su territorio, tres veces mayor que
la de Aragn y sus estados integrantes, Cataluna y Valencia, y de s'u superiori-
,, dad humana, con 4,3 millones de habitantes de una poblacin total de 5,2 mi-
Hones. Estos hechos, junto con la pobreza de los estados del este peninsular,
: otorg a Castilla la posicin de lder natural de la unin y la convirti en la
: base de las operaciones de la corona, tanto ms cuanto que sus leyes e institu-
ciones no limitaban la accin real con los obstculos que existan en 10sreinos
orientales. El rey de Aragn no plante, por tanto, objecin alguna ,a la supre-
maca castellana, antes bien, trabaj por ella con mayor ahnco que la propia
Isabel. En las capitulaciones matrimoniales haba jurado residir de forma per-
manente en Castilla y no salir de ella sin el acuerdo de su esposa. Gobernaba,
pues, sus reinos por medio de virreyes ya partir de 1494 con la ayuda del Con-
sejo de Aragn, una institucin nueva que, a pesar de que todos sus miembros
eran representantes de Aragn, Catalua y Valencia, tena..su sede permanente
en Castilla, donde se hallaba bajo la influencia directa de la corona y de la corte.
La supremaca de Castilla se reflej tambin en la expansin de su lengua
y en el renacimiento de su cultura. El castellano era ya el vehculo de expresin
escrita de los vascos y el uso literario del gallego desapareci prcticamente a
partir del siglo xv. Por su parte, el cataln, la ms slida de las lenguas no cas-
tellanas, sobrevivi en el nivel popular e incluso como lengua oficial, pero re-
trocedi rpidamente corno medio de expresin literaria ante la lengua de Cas-
tilla. En Catalua, y ms an en Valencia, el castellano adquiri preponderancia
entre los hombres de letras y el brillante florecimiento de la literatura espaola
de la Edad de Oro se produjo en lengua castellana. Pero la influencia de la len-
gua no se detena ah, sino que era tambin considerada como un instrumento
de expansin poltica, como se puede apreciar en el pensamiento de una de las
figuras ms destacadas del Renacimiento espaol, el humanista y fillogo An-
tonio de Nebrija. En el elocuente prlogo de su g~tica castellana, que dedi-
c a la reina Isabel, Nebrija expresa su conviccin de que siempre la lengua
fue compaera del imperiQ)). En un mom~nto propicio, en vsperas del descu-
brimiento de Amrica, Nebrija reflej el encendido patriotismo de sus contem-
porneos: despus que vuestra Alteza metiese debaxo de su ingo muchos pue-
blos brbaros e naciones de peregrinos lenguas ... aquellos ten~IH1 necesidad
de recebir las leyes que el vencedor pone al vencido e con ellas nuestra lengua?>_
12 LOS AUSTR1AS <1516-1598)
4. Marvin Lunenfeld. The Council o/ (he Sonia Hermandad. A SJudy.oj Ihe Pacificar".", Forces
o/ Ferdinand and Isabella, Coral Gables, Fla . 1970.
,
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5. Marvin Lunenfeld. Keepers o/ the City: The Corregidores 01 lsabella l o/ Castile (1474-1504),
Cambridge, 1987 (hay trad. cast.: Los corregidores de Isabel la Catlica. Labor, Barcelona, 1989).
LA HERENCIA DE LOS HABSBURGO 15
cia y posibilit el rechazo de las medidas oficiales por parte de las ciudades.
Slo raramente los corregidores se atrevieron a desafiar el poder de la nobleza,
cuya jurisdiccin seorial quedaba prcticamente al margen de su labor de
inspeccin. La corona, pues, se vio obligada a ejercer su influencia a travs
de los mtodos tradicionales. concesiones. privilegios y cargos, en el intento de
crear una clientela nobiliaria.6 Quienes sintieron con mayor fuerza el poder
de los corregidores fueron los miembros de la elite urbana, por cuanto en su
condicin de hombre..'lde negocios eran quienes pagaban los mayores impues~
tos y quienes esperaban que el gobierno y la justicia alcanzaran unas cotas ele-
vadas de eficacia. Aunque la corona no pudo introducir a los corregidores en
Aragn-Catalua, pudo reducir la independencia de las corporaciones munici-
pales poniendo en marcha el rgimen insaculatorio, en el que los beneficiarios
de los cargos pblicos procedan de listas de candidatos adecuados, es decir
de aquellos que mostraban una buena disposicin hacia la corona, que se re-
servaba el derecho de revisar las elecciones. Las ciudades aceptaban de buen
grado la poltica real ya que salan beneficiadas de la mejora de la administra-
cin e incluso, ms an, del restablecimiento de las finanzas municipales, del
crdito y del comercio.7 .
,, ' Unas medidas que en Castilla iban dirigidas simplemente a fortalecer la auto-
ridad real parecan ms bin una poltica de desnacionalizaci6n cuando se apli-
1, caban en los reinos orientales. La poltica que prosigui Fernando en el intento
de mejorar la posicin de la corona en Catalufia no se limit a los asuQ.tosmuni-
cipales y al gobierno local. Animado de un sentimiento de unidad ms intenso
que el de Isabel, estaba deseoso de asimilar sus reinos a los de Castilla. As,
foment los matrimonios de familias aristocrticas castellanas y catalanas, nom-
br a miembros del.clero castellano para ocupar importantes .beneficios en
Catalua y en ocasiones lleg incluso -en contra de los preceptos constitucio-
nales- a nombrar castellanos para ocupar cargos pblicos catalanes. Aplic
tambin esa poltica en el nivel institucional, admitiendo la Inquisicin espa~
Bola en Aragn y Catalua. Sin embargo, hay que decir que sta fue la nica
institucin comn a ambas coronas y las protestas con que fue recibida en los
reinos levantinos fueron un claro indicio de sl;l sensibilidad ante los intentos
de limitar su independencia y, tal vez, una advertencia a Castilla sobre la nece-
sidad .de no llegar demasiado lejos en ese contexto. As lo hizo Fernando. que
no vea razn para modificar su concepcin pluralista de la monarqua espao-
la y su intervencin en Catalua produjo una reforma poltica y econmica ms
que la expoliacin general de sus libertades. Dada la pobreza de los reinos orien-
tales de la pennsula tanto por lo que respecta al potencial humano como a
los recursos, no poda existir una fuerte tentaCin de atacar sus instituciones
o de someterlos a una rgida centralizaciQ..n.E~ consecuencia, los Austrias no
6.Bartolom Yun Casalilla, Crisis de subsistencia y conflictividad social a principios del si.
glo Una dudad andalu1P en los comienzos de la modernidad, Crdoba. 1980, pp. 197-198.
XVI.
7. Vase J. Vicens Vives, Ferran JJ i la ciutat de Barcelona, 1479-1516, Barcelona, 1936-1937,
3 vals.
16
LOS AUSTRlAS (l516-IS98)
8. T. de Azcona,La eleccin y reforma del episcopado espaol en tiempo de los Reyes Cat6-
[jcos. Madrid, 1960.
LA HERENCIA DE LOS HABSBUROO 17
ra cada vez a un mayor nmero de cargos. Sin embarg.o,. no hay que exagerar
la preocupacin de los Reyes Catlicos respecto ~ la rehgln. Apenas les pre~-
cupaban los problemas ms generalcs de la IgleSia y, desde lu~go, poco presti-
gio aport al papado el pontIficado de Alejandro VI, un BorgIa ."spaol elegI-
do con el apoyo decidido de Fernando e Isabel. In~luso en Espana ~as raZOnes
de Estado prevalecan en ocasiones sobre las neceSIdades de ~~I~lesl~: Fernan-
do, que necesitaba encontrar sinecuras para sus numerosos hIJOSllegItllJ~oS, de-
i a uno de elJos, Alonso de Aragn, para ocupar el.cargo de arzobiSpo de
~agoza y a ste le sucedi en la sede su propio hijo ilegtimo.
La reduccin del poder de los tres estamentos -la nobleza, el clero y las
C. dades- estuvo cargada de consecuencias para la institucin que tradicio-
ID
nalmente los representaba, .Ias Cortes. " Esto no cons.tituyO un pro bl e~a en
Castilla, donde las Cortes eran un organismo que no f~.rmaba parte del s.Istema
regular de gobierno, sino que poda ser consultado cuando la corona as1 lo. d~~
cidiera y que serva para reforzar la autoridad de la coron3:' pero no para limI-
tarla. El derecho de representacin corresponda tan slo a.17 ciudades (18 con
la incorporacin d~Granada desde 1492), cada una de las cuales enviaba dos
procuradores en cuya seleccin la corona intervena direc~am~nte. Las Cortes
tenan el derecho de presentar peticiones pero no poder legIslativo que, en C~s.
tilla descansaba exclusivamente en la corona. Las nuevas leyes no rcquenan
el a;entimiento de las Cortes, a no ser que estuvieran en contradiccin con una
ley antigua. Segn una ordenanza de 1387, la corona no P?da revocar w:a l~
vlida sin el consentimiento de las Cortes, pero por lo demas su poder legIslatI-
vo era ilimitado. No era mayor el poder financiero de la institucin. A~nque
se entenda que la corona tena que consultar a las Cortes para obtener IOgre-
sos extraordinarios, quedando recogido este principio como ley escrita en las
Caries de Valladolid de 1307, incluso esa limitada funcin se vio debilitada por
la exencin tributaria de la nobleza y de la Iglesia y por el hecho de que la coro-
na dispona de fuentes alternativas de ingresos, factores ambos que .aislaron ~
las ciudades y debilitaron cualquier oposicin que stas intentaron ejercer. ASl
pues, las Cortes de Castilla no podan anteponer la resolucin de I~s agravios
a la concesin de dinero y, por tanto, careCan de capacidad negOCIadora con
respecto a la corona. Sin embargo, podan ser de utilidad como medio de llegar
a la opinin pblica y en los primeros aos de su reinado Fernando e lsabel
buscaron su colaboracin, o la del pueblo llano, en su campaa contra la no-
bleza. Posteriormente, cuando su ayuda ya no era necesaria, las dejaron de lado
y slo fueron convocadas prcticamente para jurar lealtad a los herederos del
trono, "1 '
En los estados de la corona de Aragn las Cortes contaban con prtVl eglOs .
9. Vase R. B. Merriman, (IThe Cortes oC the s;anish Kingdoms in the Later Middle A~es,
American Historical Review, XVT (191Q.1911), pp. 476-495; M. Colmeiro, Cortes de./os .(Intlg~os
reinos de Len y de Castilla: Introduccin, Madrid, 1883; se encontrar una relaCIn de var~os
estudios en Recent Works and Presen! Views on the Origins and Development oC Representa~ve
Assemblicsll, en Re/azioni del X Congresso lnternazionale di Scienze Storiche. vol. T.florenCIa,
1955, pp. 58.63.
18 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
ms reales y con mayores medios para escapar al control del gobierno. Las de
Aragn estaban formadas por cuatro estamentos, la alta nobleza, la baja no-
bleza, el clero y las ciudades, y aunque su convocatoria era una prerrogativa
real, el derecho de asistir a ellas estaba claramente establecido y no dependa,
como en Castilla, de la decisin real. A diferencia del monarca castellano, el
rey de Aragn no poda legislar sin las Cortes ni imponer impuesto alguno sin
su consentimiento. 10 Incluso durante los intervalos entre las reuniones de las
Cortes la corona no poda escapar a su control, pues constituan una Diputa~
cin del Reyno, comit formado por los diferentes estamentos, que s~ reuna
para supervisar el cumplimiento de las leyes por parte de los funcionarios p-
blicos y los particulares y para controlar la administracin de los ingresos pbli-
cos. En esencia, las Cortes de Catalua y Valencia eran similares a las de Ara-
gn. La institucin catalana estaba formada por tres estamentos, siendo doce
las ciudades representadas en el tercero de ellos. No era posible promulgar ley
alguna sin su consentimiento, ni imponer nuevos impuestos que no hubieran
sido votados por las Cortes, y en la sesin de clausura antes de obtener elsubsi-
dio el monarca tena que jurar que aplicara las medidas que haban sido apro-
badas por las Cortes, que formaban un comit de los diversos estamentos, la
Diputacin General del Reyno, similar a la de Aragn, que realizaba una fun-
cin de vigilancia. Las Cortes de Catalllfia, ms poderosas que las de Castilla,
eran ms eficaces, probablemente, que las de Aragn. Pero todas las Cortes
de los reinos orientales eran instrumentos potenciales de oposicin a la corona.
Sin embargo, Fernando, que pretenda restablecer la autoridad real, no desafi
sus privilegios, sino que recurri al expediente de enviar listas oficiales de las
que tenan que ser elegidos los representantes de las ciudades. Por lo dems,
no aplic en ellas ninguna reforma estructural.
Generalmente, la inmunidad de los reinos orientales ante el poder absoluto
de la corona, en especial por 10 que respecta a los impuestos y al reclutamiento,
y que se prolong durante todo el perodo de los Austrias, se explica por razo-
nes estrictamente constitucionales y se atribuye al entramado legal que les per-
mita defenderse, a diferencia de los dominios indefensos de Castilla. Sin duda
alguna, las instituciones de Aragn y Catalua eran ms vigorosas que las de
Castilla y el poder de su monarca menos absoluto. Tambin es cierto que las
monarquas conjuntas aceptaron las condiciones de la unin, que las partes com-
ponentes de la nueva Espaa conservaran su identidad y ss leyes. En cualquier
caso, ni Fernando ni Isabel deseaban provocar nuevas guerras civiles mediante
enfrentamientos imprudentes con los grupos de intereses tradicionales. Pero las
instituciones no lo explican todo y es necesario todava dar respuesta a la pre-
gunta de por qu la corona se avino a disponer de un poder menos absoluto
en Aragn que en Castilla y, asimismo, por qu las instituciones protectoras
de Aragn sobrevivieron incluso en la nueva situacin, mientras que las de Cas-
JO. Se ha atribuido gran importancia a la necesidad de contar con una unanimidad tota! para
aprobar cualquier decisi6n, pero congran medida esa exigencia era puramente terica y en la prcti-
ca prevaleca la nonna de la votacin mayoritaria.
LA HERENCIA DE LOS HABSBURGO 19
tilla eran cada vez ms ineficaces. La respuesta a este interrogante hay que bus-
carla en las condiciones econmicas y sociales de cada uno de esos reinos.
De las dos regiones, Castilla era la ms rica tanto en poblaci'n como en
bienes imponibles y slo en ella poda la corona encontrar en cantidad sufi-
ciente los dos instrumentos bsicos del poder: reclutamiento para su ejrcito
y dinero para el tesoro. En efecto, la estructura social de Castilla, con 'una im~
portante poblacin campesina, una gran parte de la cual viva en condiciones
de desempleo camuflado y de casi inanicin, provea un excedente disponible
para el reclutamiento de tropas. Por otra parte, la riqueza de Castilla, que muy
pronto se vera incrementada con las remesas de Amrica, permita a los con-
tribuyentes hacer frente,a las demandas crecientes del Estado. As pues, la co-
rona tena una razn de peso para buscar acceso directo a hombres y dinero
y para apartar cualquier obstculo que se interpusiera en su camino. En cam-
bio, en Aragn-Catalua los recursos disponibles apenas servian sino para com-
pletar los que la corona ya posea en Castilla. Como estos reinos tenan poco
que ofrecer tambin tenan poco que proteger y la corona no encontraba mu-
chas razones para romper las barreras protectoras. No es difcil llegar a la con-
clusin de que si los reinos del este peninsular hubieran posedo mayores recur-
sos sus instituciones habran conocido el mismo destino que las de Castilla.
.! Cualquier monarqua absoluta que pretende construir un Estado e incrementar
su poder se ve obligada a establecer contacto directo con sus sbditos, y si la
corona de Espaa hubiera sido desposeda de su poder fundamental en los rei-
nos perifricos se habra visto obligada a enfrentarse con ellos. Tal como esta-
ba la situacin, con poder suficiente en Castilla, no vala la pena correr el ries-
go. Aragn y Catalua quedaron a salvo de la~formas ms extremas de gobierno
absoluto debido a su pobreza, y su inmunidad sobrevivi con el consentimien-
to de la corona. Que ello fue as lo demuestra el hecho de que cuando fue nece-
sario la corona no dud en imponer su voluntad, incluso cuando encontr re-
sistencia. En las Cortes catalanas de 1510 los representantes de Barcelona se
opusieron a la concesin del subsidio aduciendo razones constitucionales, por-
que el rey no haba satisfecho sus peticiones. Fernando hizo llamar inmediata-
mente a los representantes de Barcelona, lo cual bast para sofocar su resisten-
cia. Aos ms tarde, Felipe n, que hubo de hacer frente a una oposicin en
predominio de Castilla supuso el descuido parcial de los reinos del este penin-
sular, porque la ausencia del monarca determin que sus asuntos se resolvieran
con una cierta lentitud.
Pero el mayor defecto de la poltica de los Reyes Catlcos, que perjudic
de manera irreparable los intereses de sil pas, fue su actitud de complacencia
con respecto a las condiciones sociales y econmicas de Espaa. Mucho era
lo que se haba arrebatado a la aristocracia castellana, pero mucho era an lo
que conservaba. Los monarcas se propusieron alcanzar un objetivo mnimo:
impedir que los ms poderosos de sus sbditos compitieran con ellos por la
soberana y manejar los asuntos del pas segn su voluntad. Una vez consegui-
do eso no molestaron ms a la nobleza, antes bien buscaron su colaboracin
-'~ : en las tareas de la administracin. Tal vez es cierto, como se afirma constante-
mente, que designaron a juristas profesionales para ocupar los puestos en los
consejos reales y otros organismos y que convirtieron en prctica habitual la
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promocin de hombres de segunda fila y su eleccin para el desempeo de los
"' cargos pblicos, juristas como Palacios Rubios, hombres del clero como Jim-
Dez de Cisneros y soldados corno Gonzalo de Crdoba.ll Los contemporneos
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tambin eran conscientes de ello. El jurista y cronista Lorenzo Galndez de Car-
vajal (1472-1532)afirm que preferan nombrar gente prudente apropiada para
su servicio, aunque pertenecieran a la clase media, que la de la nobleza, y algn
tiempo despus el cronista DiegoHurtado de Mendoza menciona su costum-
bre de utilizar juristas, gente media entre los grandes y los pequeos, cuya
profesin era el estudio de la ley}>.Hay una cierta "exageracin en estas afirma-
ciones, pues Isabel no fue innovadora en la utilizacin de letrados, ya que esa
tendencia se haba iniciado ya anteriormente en el siglo xv. En cuanto a los
nombramientos que realiz la reina, entre los nuevos corregidores no predomi-
naban los letrados, sino que procedan de una variada extraccin social, inclu-
yendo a la aristocracia y al pueblo llano. La carrera se realizaba a travs de la
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promocin real y el ennoblecimiento ms que por medio de la educacin uni-
versitaria, y entre 1474y 1504menos de una cuarta parte de los individuos nom-
.. brados para ocupar el cargo de corregidor eran letrados.12 Por otra parte, los
cargos de virrey y gobernador y la mayor parte de los puestos militares de ms
alta graduacin se reservaban a los grandes nobles. El feudalismo no fue aboli-
do en Espaa el da en que la corona asumi los maestrazgos de las rdenes
militares y la jurisdiccin seorial de la nobleza sobrevivi, asentada en una
extraordinaria riqueza territorial. Tras la fachada de la autoridad real, y con
su connivencia, la alta nobleza continu gozando de una preeminencia econ-
mica que la converta en el sector ms poderoso de la sociedad castellana.
11. Sobre los principios que segu{an los Reyes Catlicos para los nombramientos vase R. Me-
nndez Pida!, ed. W. Slarki~ The Sponiard$ in Their History. Londres, 1950, pp. 158-164.
12. Lunenfeld, Keepers o/ 'he City, p. 159.
22 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
sus posesiones de tierras. 14 Lejos de poner coto a esa situacin. los Reyes Ca-
tlicos sancionaron la ampliacin de ese poder. compensando as a la nobleza
de su prdida de poder poltico, al preservar sus beneficios econmicos," Los
derechos de propiedad establecidos por Fernando e Isabel se prolongaron du-
rante todo el pedodo de los Austrias e incluso an ms all. En las Cortes de
Toledo de 1480 aprobaron una serie de medidas que obligaban a los nobles a
devolver a la corona unas tierras que stos le haban arrebatado desde el reina-
do de Enrique IV (1454), pero al mismo tiempo les ofrecieron seguridad abso-
luta respecto a las adquisiciones realizadas antes de esa fecha. que de hecho
eran las mayores y ms importantes. Los monarcas sancionaron la recaudacin
privada de la alcabala en numerosas jurisdicciones seoriales y confirmaron
. el derecho de mayorazgo, que permita a los terratenientes asegurarse de que
sus propiedades no seran enajenadas y que las vinculaba a perpetuidad a su
familia. Asimismo. aprobaron las alianzas matrimoniales aristocrticas cuyo
resultado era necesariamente una concentracin an mayor de la propiedad en
manos de la clase de los propietarios. Finalmente. en Granada pusieron en mar-
cha una poltica pro aristocrtica. Granada era una conquista nueva, pero con
la excepcin de algunas tierras en la parte occidental del reino, que pasaron
a manos de campesinos y artesanos de la Baja Andaluca, una gran parte de
su rico territorio fue entregado a los nobles a efectos de su poblamiento, defen-
sa y control. grandes lotes a la alta nobleza y de menor cuanta a los hidalgos.
Esto estaba en consonancia con la poltica seguida despus de la reconquista
en todas partes y confirmaba el carcter jerrquico de la propiedad de la tierra
. en Castilla.1S La tendencia a la concentracin de la tierra continu. pues. has-
ta tiempos posteriores, frecuentemente como consecuencia de incentivos eco-
nmicos y a expensas de las tierras de propiedad pblica. En la provincia de
Crdoba los latifundios formados despus de la reconquista se integraron. a
comienzos del siglo XVl, en nuevas propiedades formadas mediante compra,
nuevas concesiones reales y ocupacin de tierras baldas. Los campesinos pro-
ductores sucumbieron a la accin de las fuerzas del mercado y a la mayor efica.
cia de las grandes unidades de explotacin o se vieron obligados a hipotecar
sus propiedades a sus vecinos ms poderosos.1fi
Este tipo de hechos explican las enormes fortunas que acumul la nobleia
castellana a partir de entonces. ~n la .cima se hallaba un grupo de magnates.
denominados grandes desde mediados del siglo xv, muchos de los cuales esta-
ban unidos entre s por vnculos matrimoniales y algunos de ellos a la corona.
Extremadura perteneca. en partes casi iguales. a los Surez de Figueroa y a
la orden de Alcntara.!? Las inmensas llanuras de La Mancha estaban repar-
..
.1.'.
14. Sobre los orgenes de los latifundios en Espaa vase L.. Redonet y Lpez.Driga, (El
latifundio y su formacin en la Espaa medievab,,.fiSludios de Historia Social de Espaa, 1949,
vol. (, pp. 139.203
. :
15. David E. Vassberg, Land and Society in Colden Age Castile, Cambridge, 1984, pp. 99.100
(hay trad. casL Tierra y sociedad en Castilla, Critica. Barcelona, 1986).
16. Bartolome Yun Casalilla, Crisis de subsistencias y conflictividad social en Crdoba a prin-
cipios del siglo xVJ, p. 128.
17. Sobrequs Vidal, La epoca de los Reyes Catlicos)}, p. 420.
,
los conversos fueron menos perjudiciales para Espaa de lo que a menudo se su-
pone, ya que los hombres de negocios italianos y peninsulares pudieron llenar
el hueco dejado por las vctimas de la poltica real, pero hubo una prdida de
competencia y capital, y por 'esta razn y tambin por cuestiones polticas hubo
una gran resistencia al establecimiento de la Inquisicin en los reinos orientales.
Con el fin de forzar a los judos a convertirse al cristianismo, los Reyes Ca-
f :~
jI i",
tlicos decidieron en 1492eXpulsara quienes se negaran a hacerlo. Muchos acep-
:. ,'~. taron y engrosaron las filas en aumento de los conversos, pero otros abandona-
ron el pas, buscando refugio en Portugal y en Francia o embarcando en los
puertos del Mediterrneo. Probablemente, su nmero se ha exagerado. En 1492
haba un mximo de 70.000 judos en Castilla, aproximadamente el 1,75 por
100 de una poblacin de menos de 4 millones, mientras que en Aragn eran
menos de 10.000, el 1,2 por 100 de la poblacin total. Aparte de los que se con-
virtieron, muchos consiguieron regresar, quedando la cifra total de los expulsa-
dos en unos 40.000 o 50.000, no menos trgica para las personas y perjudicial
para el bienestar y la reputacin de Espaa. 18
..: . Si la poltica de los Reyes Catlicos no fue muy beneficiosa para la socie-
,
~.
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dad urbana, menos an lo fue para las masas rurales. La nica excepcin fue
Catalua, en donde una revuelta campesina contra los terratenientes feudales
indujo a ambos bandos a confiar la solucin del conflicto al rey Fernando. Su
decisin tom cuerpo en la Sentencia de Guadalupe (1486), que abola las ser-
vidumbres feudales a cambio de compensaciones a los seores y daba a los cam-
pesinos catalanes algunos derechos de propiedad.19 En cambio, en Aragn,
donde el problema del campesinado era similar al de Catalua, la corona apo-
y a los sefiores feudales. En Castilla, la corona, haciendo caso omiso de la
situacin real, confirm el derecho de los tenentes a abandonar a su senor, cam-
biar de residencia y llevar consigo sus bienes (1481), pero ante el monopolio
de la tierra que detentaba la nobleza ese derecho era en gran medida terico
y un simple reflejo de confianza aristocrtica: como el campesino no tena lu~
gar alguno a donde escapa'r, no era necesario vincularlo jurdicamente a la tie-
rra. As pues, en Aragn y en la mayor parte de Castilla el campesino sigui
siendo un tenente que pagaba su renta en especies.~y,a menudo, en servicios
.;,. y que careCa por completo de seguridad respecto a su tenencia. En los dems
i
casos, era un trabajador sin tierra. Afectado por las plagas, la sequa y el hambre,
estaba totalmente a merced de su seor o de su patrn, contra el que no tena
proteccin legal alguna. En vano trataba de encontrar alguna legislacin favo-
rable al pequefio propietario. En Castilla exista gran nmero de tierras de pro-
piedad pblica, las tierras baldas, en muchos casos propiedad de los municipios,
18. Vase Henry Kamen, lnquisition and Sodery in Spoin in the Sixteenth and Seventeenth
centuries. Londres, 1985, pp. 6-17, Y del mismo autor, The Mediterranean and the Expu!sion of
Spanish Jews in 1492}), Post ond Presento 119 (1988), pp. 3().55.
19. J. Viceus Vives, Historia de los remeMOS en el siglo xv, Barcelona, 1945; El Gran Sindi-
cato remensa (J488-1508). La ltima etapa del pleito agrario cataln duranteel reinado de Fernan-
do el Catlico, Madrid, 1954.
f:
.1
26 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
y a las que tericamente tenan acceso. para su cultivo y para utilizarlas como
pasto, los campesinos sin tierra, pero eran usurpadas cada vez ms frecuentemen-
te por los propietarios de las propiedades vecinas y por los funcionarios muni-
cipales. Una ordenanza real de 1492 ordenaba a los funcionarios la devolucin
de las tierras comunales a los municipios, pero eso no puso fin a la usurpacin.
Sin embargo, en toda la zona meridional y central de Espaa existan gran-
des extensiones de tierra sin cultivar. Una de las razones por las que no se tra-
bajaba era porque lo impeda) los propietarios de rebaos, especialmente de
ovejas merinas trashumantes, tan abundantes en Espaa. Desde el siglo xm la
actividad econmica ms importante de Castilla era la cra de la oveja,merina
por su lana, lo que produjo un grave desequilibrio entre la agricultura y la ga-
nadera. En el reinado de los Reyes Catlicos la situacin exiga la direccin
del gobierno, pero tambin en este aspecto la poltica real fue conservadora y
favorable a la nobleza. Una vez ms, Catalua fue la excepcin. En este reino
levantino, donde Fernando sent las condiciones de una breve recuperacin eco-
nmica, se neg a sancionar las aspiraciones absolutas de los dueos de reba-
os de ovejas a los derechos de propiedad y en 15U en las Cortes de Monzn
prohibi el paso de los rebaos por las tierras cultivadas. Esta decisin fue de
importancia crucial para el desarrollo de la agricultura en las regiones medite-
rrneas de Espaa, pero era la decisin opuesta a la que se haba tomado en
Castilla diez aos antes. Ciertamente, lo que era posible en Catalua no lo era
necesariamente en Castilla, donde poderosos grupos de intereses estaban invo-
lucrados en la cr~ade ovejas y el comercio de la lana. Pero la corona no se limi-
t a sancionar la situacin existente, sino que su estrechez de miras slo sirvi
para empeorarla. Se situ firmemente alIado de los intereses de los ganaderos,
representados en su organizacin, la Mesta, que los Reyes Catlicos defendie-
ron frente a toda oposicin y consiguieron controlar colocando al frente de ella,
como presidente, a un consejero real en el ao 1500,20 Nadie que decidiera cer-
car las tierras de pasto para cultivarlas tena posibilidad alguna de xito frente
a los ataques de los ganaderos, "que contaron en todo momento con el apoyo
real. Ese apoyo culmin en la clebre Ley de arriendo del suelo de 1501, que
otorg a la Mesta el derecho de utilizar a perpetuidad y mediante el pago de
una renta fija cualquier exten.sin que hubiera sido utilizada alguna vez como
tierra de pasto. Aunque la Mesta slo arrendaba la tierra, esta medida supona ;
la vinculacin virtual de sus tierras de pasto y en caso de cualquier litigio sus
propios funcionarios actuaban como jueces. Inmensas extensiones de tierra de
AndaluCa y Extrernadura quedaron as vinculadas a la Mesta y a los intereses
de sus dirigentes. Difcilmente podra haberse pensado en un freno ms pode-
roso para el desarrollo de la agricultura.
Por qu fue la poltica real en Castilla tan diferente de la de Catalua, y
por qu Fernando e Isabel cedieron de esa manera ante los intereses de los, ga-
naderos? No es slo un problema de concesiones, pues lo cierto es que uno
1
20. J. KJein, The Mesta, Cambridge. Mass" 1920, pp, 52, 316-326 (hay trad. cast,: La Mesta.
Alianza. Madrid, 1990).
.\
LA HERENCIA DE LOS HABSBURGO 27
de los mayores beneficiarios de esa poltica fue la corona, que obtena unos
ingresos rpidos y seguros de los jmpucstos sobre los rebaos y sobre la venta
de la lana. Por tanto, en lugar de promocionar el desarrollo de la agricultura
y esperar los beneficios de esa poltica, la corona prefiri esa fcil salida para
solucionar sus dificultades financieras, que ya haba resultado satisfactoria en
el pasado. Adems, estaban implicados una serie de intereses comerciales e in-
dustriales: la venta de la lana merina en el extranjero era extraordinariamente
lucrativa y su manufactura era la nica industria castellana de cierta importan-
cia. Pero era la nobleza la que ms se jugaba en el envite, pues muchos arist-
cratas haban tomado la decisin de convertir sus propiedades casi exclusiva-
mente en tierras de pasto, porque de esa forma obtenan un producto cuya venta
les reportaba piJ:lgesbenet:i,ciosy que exig~pocas inversiones en dinero y mano
de obra, a diferencia de l~ que ocurra con la agricultura, dada la aridez de
Castilla. Esa poderosa alianza se constituy, pues, en torno a unos intereses
reales y explot la riqueza natural de Espaa. Slo fue posible oponerse a ella
cuando la agricultura comenz a ser ms productiva y a ser considerada como
una inversin prometedora. Esto comenz a ocurrir desde los primeros aos
del siglo XVI, cuando dos nuevos factores, el crecimiento demogrfico y el mer-
cado americano, comenzaron a impulsar el desarrollo agrcola. En Espaa ha-
ba ms bocas que alimentar y la presin sobre los abastecimientos de grano
estimul la expansin de la superficie cultivada. Al mismo tiempo, la primera
generacin de colonos en el Nuevo Mundo quera consumir productos espao-
les y ello determin que AndaluCa incrementara su produccin de trigo, vino
y aceite. Al mejorar las perspectivas para los productores, la corona intent pro-
teger a los consumidores. En 1502, Fernando e Isabel establecieron, en benefi-
cio de los menos favorecidos, una tasa, o precio mximo, para el trigo, la ceba-
da y el centeno, experiencia que perdur hasta 1512y que se puso en prctica
de nuevo ailos ms tarde, provocando una importante huida del campo y un
prolongado debate.21 Entretanto, la corona no poda introducir medidas legis-
lativas para modificar el medio natural y la agricultura espaola continu vin-
dose afectada por la sequa y la escasez, como en 1506, cuando el nico recurso
posible fue .la importacin de cereales.
Aunque Espaa era bsicamente una economa agraria, los Reyes Catlicos
tuvieron en cuenta a otro sector, la industria artesanal, fuertemente dependien-
te del mercado rural pero importante tambin para las ciudades. La teora tra-
dicional, segn la cual promovieron el desarrollo de la industria en Castilla,
no se ve corroborada por los testimonios que poseemos, pues las industrias que
se mencionan son las que producan bienes de lujo o productos para un merca-
do local. El ingente nmero de decretos que promulgaron para regular los pro-
21. Vassberg, Land and Society in Colden Age Caslile, pp. 190-191.
\
28 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
22. Vicens Vives, Apuntes del curso de Historia &on6mica de Espaa, vol. J, p. 263.
23. Vase M. Mollat, Le role intemational des merchands espagnols daos les ports occiden.
taux a l'poque des ROls Catholiques)), V Congreso de Historia de la Corona de Aragn, Estudios,
vol. [, Zaragoza, 1955, pp. 35-61.
LA HERENCIA DE LOS HABSBURGO 29
y feudal como lo haba sdo en la Edad Media y los Reyes Catlicos no inicia-
ron siquiera la tarea -ingente, es cierto- de integrar las diferentes regiones
de Espaa en un conjunto econmico.
Las relaciones econmicas entre los diversos reinos no se modificaron de
forma radical enJos aftas formativos de la historia nacional de Espafia. En 1479,
cuando Fernando e Isabel comenzaron a gobernar sus dominios conjuntos, los
comerciantes catalanes creyeron que haba comenzado un perodo de herman.
dad hispnica. Para los empobrecidos catalanes y su comercio en declive, con-
seguir un mercado en Castilla y Andaluca para sus paos y especias, y partici-
par en la exportacin de lana habra constituido un beneficio inestimable. Pero
sus ilusiones .sevieron defraudadas no por la aversin castellana hacia los cata-
lanes sino por la oposicin de la poderosa organizacin de la Mesta y porque
sus principales fivales en el comercio mediterrneo, los genoveses, tenan ms
que ofrecer a la corona que 105 arruinados catalanes, cuyas demandas fueron,
por tanto, desatendidas. Los catalanes eran considerados todava como extran-
jeros y se les negaba el acceso a las ferias de Medina del Campo en condiciones
de igualdad con los comerciantes de Castilla. Por estas razones los dos ejes de
la economa medieval espaola, el Mediterrneo y el Atlntico, continuaron
su evolucin separada y mantuvieron una divisin que perjudic la economa
de la Espaa de los Austrias y que no se alter hasta la segunda mitad del siglo
XVllI. Ciert~mente, este hecho reflejaba el concepto de unidad de los Reyes Ca-
tlicos, por cuanto la unidad de un pas no puede alcanzarse plenamente sin
su integracin econmica. Durante su reinado hubo una nueva oportunidad.
El imperio americano podra haber constituido un vnculo decisivo. Aparente.
mente, se era un terreno favorable para los intereses comunes y para una em-
presa autnticamente espaola.
La unidad poltica de Espaa habia sido prcticamente alcanzada cuando
Isabel patrocin la expedicn de Coln en 1492 y el Estado que ella y su espo-
so haban creado haba alcanzado la suficiente madurez como para fundar y
explotar un imperio ultramarino. Pero los sbditos de la Corona de Aragn
no pudieron acceder al comercio directo con Amrica. Las razones que se adu-
cen para explicar esa poltica no son convincentes en todos los casos, pues el
antagonismo poltco entre Castilla y Catalua y el hecho de que, legalmente,
Amrica fuera patrimonio exclusivo de Castilla no parecen razones de peso.
Ms ajustado a la realidad parece ser el argumento de que la corona estaba
muy interesada en controlar la nueva empresa y monopolizar sus ganancias,
excluyendo, 'por tanto, a los extranjeros, pues eso era ms fcil de conseguir
canalizando la empresa a travs de Castilla, que haba descubierto las Indias.
De cualquier forma, en un principio Catalua adopt una actitud renuente y
mostr escaso inters en Amrica hasta t<?safias de 1530, en que aparecen sig-
nos de que los comerciantes catalanes comerciaban con Amrica a travs de
Sevilla y de las islas Canarias, mientras que otros catalanes eran propietarios
o capitanes de navos en la carrera de Indias. Sin embargo, para entonces la
situacin atlntica favorable de Andaluca y Castilla haba resultado decisiva
y les haba otorgado el monopolio natural de las comunicaciones con Am~ica,
30 LOS AUSTRlAS (Sl6-IS98)
que la corona apoy para excluir a los extranjeros y reservar para Espaa el
comercio y los metales preciosos. Esto dio mayor peso especfico a la preemi~
nencia de Castilla en la unin de los reinos espafioles y agudiz las divisiones
econmicas entre ellos. Entretanto, Castilla haba comenzado a imponer, en
otro terreno, su poltica sobre el conjunto de Espaa.
LA INQUISICiN ESPAOLA
25. Amrica Castro, Espaa en su historia. Buenos Aires, 1948 (trad. jng. Edmu~d L. King.
Princeton, 1954, pp. 421-430, 532, 540), afirma que da Inquisicin se haba estado haCIendo desde
comienzos del siglo XV)}, en gran medida por la actuacin de (ldesertores de israeb), Esta tesis no
es plenamente convincente.
32 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
bargo, durante algn tiempo los monarcas apenas actuaron. Estaban totalmente
ocupados en la tarea de asentar su autoridad y slo podan intervenir espordi-
camente. Durante este perodo el papa Sixto IV renov los esfuerzos anteriore:s
del papado para introducir la Inquisicin papal, pero sin xito porque Fernan-
do e Isabel estaban firmemente decididos a limitar, ms que a ampliar, las opor-
tunidades para la intervencin papal. Adems, muchos de los cargos ms im-
portantes de su administracin estaban ocupados por conversos y estos hombres
debieron de protagonizar una lucha desesperada y discreta .para impedir la in-
troduccin de un tribunal que slo poda acarrearles problemas. Pero cuando
se vieron con las manos libres los monarcas pidieron permiso al papa para es-
tablecer la Inquisicin, aunque no la Inquisicin papal. Queran establecer un
tribunal que estuviera totalmente bajo su control, excluyendo la intervencin
de Roma. Por esta razn Sixto IV vacil antes de acceder a su peticin pero
finalmente capitul y mediante la bula de 1 de noviembre de 1478 autoriz a
la corona a nombrar inquisidores con jurisdiccin sobre los casos .de hereja.
As comenz su andadura la Inquisicin espaola.26 Dos aos transcurrieron
antes de que comenzara a actuar, debido tal vez a la oposicin existente en Es-
paa. Finalmente, el 27 de septiembre de 1480 y en virtud de los poderes recibi-
dos del papa, los Reyes Catlicos nombraron .105 primeros inquisidores para
Sevilla, considerada como un semillero de judaizantes.
Las primeras actuaciones de la Inquisicin en Andaluca fueron despiada-
das y violentas: el primer auto de fe tuvo lugar en Sevilla el 6 de febrero de
1481yen l fueron quemadas seis vctimas. Otros tribunales surgieron en otros
lugares y, a juzgar por el nmero y la frecuencia de las sentencias de muerte
y por las numerosas confiscaciones de propiedades, su actuacin fue dura y
opresiva. Este establecimiento del reinado deJ terror despert una virulenta opo-
sicin por parte de los conversos, con apelaciones a Roma, a los fueros regio-
nales, a los magistrados locales y tambin a los monarcas, a quienes ofrecieron
dinero. Cuando fracasaron todas las dems medidas tuvieron que recurrir a ac-
ciones violentas, siendo la ms-espectacular el asesinato del inquisidor de Ara-
gn Pedro de Arbus en la catedral de Zaragoza, en .1485.Pero esa resistencia
slo sirvi para inducir a la Inquisicin a redoblar sus esfuerzos, y a pesar de
la resistencia que ofrecieron las dems regiones desbord los lmites de Casti-
lla, extendindose a todo lo largo y ancho de Espaa. Asimismo, hizo odos
sordos a las protestas de Roma. Sixto IV, impresionado por la violencia de los l.
primeros tribunales, lament haber concedido tan amplios poderes a la corona
espaola e intent poner coto a la drstica poltica de la Inquisicin espaola
limitando su independencia y sus poderes. Pero una vez ms tuvo que ceder
ante la determinacin de Fernando e Isabel y ante las negociaciones desarrolla-
das en su nombre por el cardenal Rodrigo Borgia, futuro Alejandro VI. Auto-
riz la creacin de un Consejo Supremo de la Inquisicin y el nombramiento
de un inquisidor general con plenos poderes en la persona de fray Toms de
26. Sobre el papel del papado vase B. L1orea. S.J . Bulario pontificio de la Inquisicin espa.
!fola en su periodo' constitucional (1478-1525), Roma, 1949.
LA HERENCIA DE LOS HABSBUROO 33
~;:; Torquemada. confesor real y prior del monasterio dominico de la Santa Cruz
en Segovia.
Poco es lo que sabemos con seguridad de Torquemada, aparte de que era
\:'
,.-,.
un hombre piadoso y sombro, y su biografa est todava por hacer. Pese a
las numerosas as~eraciones en sentido contrario no fue el arquitecto de la In-
quisicin espaola y no existen pruebas de que fuera la figura decisiva en el
>.. establecimiento del nuevo tribunal. Pero una vez nombrado inquisidor general
en 1483fue el responsable de dotar a la Inquisicin de su organizacin definiti-
va. Entre Jos poderes concedidos a Torquemada figuraba el de modificar las
normas tradicionales de la Inquisicin para hacer frente a las exigencias espa-
'. ~
'.
'.
olas. Esto la convirti en una institucin prcticamente autnoma e indepen-
diente de. Roma .. Entre 1484 y 1489, ao de su muerte, Torquemada elabor
una serie de instrucciones que definieron la constitucin de! tribunal yestable-
cieron su procedimiento. Esas instrucciones se ampliaron peridicamente has~
ta 1561, ao en que el inquisidor general Valds promulg una constitucin re-
visada que, con algunas modificaciones posteriores, gobern la Inquisicin
durante e! resto de su trayectoria histrica.
La Inquisicin espaola fue creada con el rango de un Consejo de Estado,
el Consejo de la Suprema y General Inquisicin (o la Suprema como se la lla-
maba habitualmente) con jurisdiccin sobre todos los asuntos relacionados con
la hereja. De esta forma se aplic tambin a la religin la frmula de los con-
sejos. utilizada por los Reyes Catlicos para la solucin de sus problemas ad-
ministrativos. Para asegurar el control real sobre la nueva institucin y excluir
el del papa, los monarcas necesitaban asegurarse de que el presidente de la Su-
prema tena pleno control sobre el nombramiento y destitucin de los inquisi-
dores y de que el presidente estara bajo el control real. As, crearon un nuevo
cargo, inexistente en la Inquisicin medieval. el inquisidor general. que presi-
da las reuniones de la Suprema y que era la mxima figura de toda la Inquisi-
cin. El nombramiento del cargo de inquisidor general corresponda exclusiva-
mente a la corona, al igual que el de los funcionarios subordinados, aunque
en la prctica estos ltimos eran designados habitualmente por el inquisidor
general y por la Suprema. De esta forma. la corona evitaba la posibilidad de
:;;~f:~'
:;.;s~'t~.
En cuanto a los tribunales provinciales, nunca estuvieron controlados por los
~".:..~ dominicos. En Toledo slo un mIembro de esa orden ocup el cargo de mqUlsl-
F~'
'..' dar entre 1482 y J598. Tambin en este caso la mayor parte de los inquisidores
eran titulados universitarios, procedentes de los colegios mayores, viveros de
la burot,;racia espaola.
Desde el punto de vista cannico, dado que la Inquisicin era un tribunal
eclesistico, su cabeza suprema era el papa. En teora esto era admitido por
las autoridades espaolas, pero en la prctica la jurisdiccin papal quedaba ab-
solutamente excluida. De igual forma. el papado consigui mantener el princi-
pio de su jurisdiccin sobre las apelaciones, pero no pudo aplicarlo. La conse-
cuencia prctica de este hecho es que result imposible apelar ante Roma
cualquier caso de la Inquisicin espaola, y en este sentido Espaa constituy
un ejemplo incluso para los pases protestantes. En los asuntos de hereja la
Inquisicin tena jurisdiccin sobre toda la poblacin secular y sobre todo el
clero -pero no sobre los obispos-, quedando excluidos todos los dems tri-
bunales. Sus sentencias eran inapelables, incluso ante el papa, que en tres si-
glos de existencia del tribunal espaol slo consigui intervenir en tres juicios.
La Inquisicin espaola fue un estrecho aliado de la corona, a la que estaba
subordinada, yen ms de una ocasin se utiliz su autoridad de forma abusiva
para propsitos polticos. Desde luego, ese doble carcter de la Inquisicin es-
paola, resultado de la estrecha alianza de la Iglesia y el Estado en Espaa,
era uno de sus rasgos ms peculiares: combinaba la autoridad espiritual de la
Iglesia con el poder temporal de la corona.
Bajo Ja autoridad del Consejo Central de la Inquisicin actuaban una serie
de tribunales locales permanentes que para el conjunto de la pOblacin repre-
sentaban la encarnacin real de su poder. En Espaa haba una treintena de
esos tribunales, en las principales ciudades; y fuera de Espaa haba tribunales
en las Canarias, en Sicilia y Cerdea y. desde el decenio de 1570, en las Indias.
La introduccin de la Inquisicin encontr una fuerte oposicin en los estados
de la corona de Aragn, donde era considerada como una institucin ajena,
un agente de la intervencin castellana y una posible amenaza a los intereses
econmicos. En 1484las Cortes de Valencia denunciaron el nuevo tribunal, que
llevaba actuando en este reino desde 1481. corno una violacin de sus fueros. "
A la aecisin de Fernando de introducir la Inquisicin en sus reinos se opusie-
ron casi todos los altos funcionarios, en parte porque era considerada como
un nuevo poder y. tambin, por la severidad con que haba actuado en los mo-
mentos iniciales. El monarca respondi otorgando al tribunal una fuerte pro-
teccin real. Fernando declar con rotundidad que la institucin gozaba de su
apoyo personal, y parece que la consideraba como un instrumento fundamen-
tal de centralizacin.27
La Inquisicin en Valencia se cobr casi 1.000 vctimas slo en 1488. Hasta
1530 este tribunal juzg a 2.354 personas, 1.197 de ellas hombres y LI5? muje-
res. Muy pocos de los acusados procedan de la nobleza y algunos ms del cle-
'. ro mientras que las clases medias, especialmente los comerciantes, estaban re-
pr~sentadas con un 44,6 por 100 y las clases populares, especialmente l?s arte-
sanoS con un 47 por 100. El tribunal de Valencia, si bien fue menos nguroso
que e de Toledo (6.150 acusados hasta 1505) y que el de Sevilla (con 20.000
vctimas hasta 1524), fue mucho ms duro que otros tribunales ms indulgen-
tes como el de Ciudad Real (269 acusados hasta 1530). La pena de muerte
se i~pona slo en algunos casos, pero el porcentaje fue ms. elevado en los
primeros aos. En Valencia, de 1.842 acusados cuyas sentenclas se conocen,
754, e141 por 100, fueron ejecutados hasta 1530. Ms riguroso an era el tribu-
nal de Sevilla, pero en los dems lugares el nmero de los quemados en la ho-
guera era inferior. En conjunto, la Inquisicin espaola aplic la pena de muerte
a unas 5,000 personas hasta 1530, En cambio, en el perodo 1560-1700, de un
total de 50,000 procesos slo hubo 500 sentencias capitales, el J por 100, El
principal objetivo de la Inquisicin era eliminar el judasmo y la mayor parte
de las primeras vctimas, entre el 80 y el 90 por -100 de todos los ejecutados,
eraD supuestos judaizantes.2S El resto haban sido acusados de diferentes deli-
tos, Juteranismo, blasfemia, brujera y, en el caso de los moriscos, prctica de
las costumbres islmicas. Como los moris-.:os eran cOl1sidcrildos tamb!n !loa
amenaza para la seguridad, la [uncin de la Inquisicin en este caso se aproxi-
maba a la de una fuerza de polica al servicio del Estado.
El procedimiento legal de la Inquisicin espaola estaba marcado por el he-
cho de que los tribunales conjugaban dos funciones, la judicial y la de polica.
No eran tribunales ordinarios de justicia, porque tenan tambin poderes de
investigacin, y adems del castigo de los transgresores buscaban tambin su
confesin y su retractacin para salvar sus almas. Ese doble propsito se refle-
jaba en el procedimiento que seguan. El procedimiento de la Inquisicin me-
dieval era el de la simple inquisitio, es decir, el inquisidor actuaba corno fiscal
- '. y como juez. Tericamente, la Inquisicin espaola proceda con mayor im-
parcialidad, a travs de la acusatio, con un fiscal pblico corno acusador, mien-
tras. que los inquisidores slo actuaban corno jueces. Pero sta era una mera
ficcin legal y supona nicamente que el inquisidor contaba con la ayuda de
un letrado preparado para realizar la acusacin. Eran los inquisidores los qu.e
reunan las pruebas y, al igual que sus antecesores medievales" actuaban al mis-
mo tiempo como fiscales y jueces.
Cada localidad era visitada todos los aos por un inquisidor que publicaba
solemnemente un Edicto de Fe, que a travs de un minucioso cuestionario im-
pona a todo cristiano, so pena de excomunin mayor, la obligacin de denun-
ciar a cualquier hereje conocido. Cuando el tribunal consideraba que exista
una situacin sospechosa -10 que ocurri fundamentalmente en el primer si-
glo de su existencia- comenzaba publicando un Edicto de Gracia, que conce-
da nn perodo de 30 a 40 das a todos aquellos que desearan presentarse volun-
tariamente para confesar sus faltas y errores. Generalmente, la confesin
28. El 91,6 por 100 de las vctimas dela Inquisicin en Valencia, durante el periodo 1484-1530,
eraD conversos; ibid., p. 209.
36 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
entraaba el perdn con penas muy leves, pero exiga una condicin: que el
penitente revelara quines eran sus cmplices. En ambos edictos exista la posi-
bilidad de cometer graves abusos. En especial, el Edicto d~ Fe, al exigir la de-
nuncia obligaba a los fieles a cooperar en la tarea de la Inquisicin y converta
a todo el mundo en su agente o espa, constituyendo adems una tentacin irre-
sistible para dar rienda suelta a los rencores privados. Generalmente, los dos
edictos desencadenaban una oleada de denuncias -en las que tenan que figu-
rar tambin los nombres de testigos-, siendo stas, o las investigaciones de los
inquisidores, las que ponan en marcha los procedimientos legales.
Si las acusaciones eran aceptadas el acusado era conducido a los calabozos
secretos de la Inquisicin, donde generalmente se lo mantena en condiciones
humanitarias pero permaneca totalmente aislado del mundo exterior y priva-
do de todo contacto con su familia y amigos. El procedimiento segua su curso,
lentamente y en estricto secreto, y en todo momento sobre el supuesto de la
culpabilidad del acusado. Pero el mayor defecto en el procedimiento legal de
la Inquisicin espaola era el hecho de que al acusado no se le informaba sobre
la identidad de sus acusadores y de los testigos de stos, Quienes por tanto esta-
ban libres de toda responsabilidad, mientras que el acusado se vea totalmente
desasistido en la preparacin de su defensa. Su nica garanta era que poda
elaborar una lista de sus enemigos, y si en ella figuraba alguno de los acusado-
res su testimonio sera rechazado. Al margen de ello, se aceptaba para la acusa-
cin cualquier tipo de prueba y de testimonio, mientras que las preguntas que
se planteaban a los testigos de la defensa, e incluso si se los llamaba o no a
declarar, eran asuntos cuya decisin corresponda totalmente a los inquisido-
res. Una vez preparado el caso para la acusacin poda comenzar la organiza-
cin de la defensa. Al acusado se le permita contar con un abogado de oficio.
pero poda ~ecusarlo y solicitar otro. Se le destinaba tambin un consejero cuya
funcin era convencerle de que deba realizar una confesin sincera. La presin
del consejero, junto con el se~reto de los acusadores y de los testigos, debilita-
ba, sin duda, la posicin del defendido, situacin que difcilmente poda~ es-
perar superar su abogado y sus testigos. En verdad, el secreto de los infonna-
dores y testigos fue una innovacin en Espaa, que caus la alarma entre los
contemporneos y que' ra contraria al procedimiento de otros tribunales de
derecho. Pero la situacin del acusado se haca an ms desesperada, si cabe.
como consecuencia del poder que terna la Inquisicin, como otros tribunales
de la poca, de utilizar la tortura para conseguir pruebas y una confesin. Es-
taban prohibidos el derramamiento de sangre y todo aquello que pudiera cau-
sar un dao permanente, pero aun as quedaba margen todava para aplicar
tres dolorosos procedimientos de tortura, bien conocidos y no exclusivos de la 1
Inquisicin: el potro, la garrucha y la tortura del agua. Aunque su utilizacin
era poco frecuente y se realizaba con garantas mdicas, eran procedimientos
terriblemente inadecuados en asuntos de conciencia.
Reunidas, las pruebas y tras consultar a cualificados telogos si era nec~sa-
rio -todo lo cual exiga siempre mucho tiempo, a veces cuatro o cinco aos-
se pronunciaba la sentencia. Si el acusado confesaba su culpa en el curso del
LA HERENCIA DE LOS HABSBURGO 37
Los cristianos nuevos eran objeto de sospecha y prejuicio, actitud que adopt
la forma de un espritu de exclusividad por parte de los cristianos viejos y que L
7.
)
LA HERENCIA DE LOS HABSBURGO 39
,.,,,,,;
'..j;.~.~
40 LOS AUSTRIAS (IS16-1598)
miento de su hija Isabel con Manuel 1, que Portugal tambin los expulsara.
Otros fueron a Francia, a frica y al imperio otomano, donde se asentaron
en ciudades como Salnica y Constantinopla, conservando su lengua castella-
na y un intenso odio hacia Espafia. Pero qu ocurra, entretanto, COn los moros?
RECONQUISTA y EXPANSIN
32. A. de la Torre, Los Reyes Catlico!', y Granada, Hispania, XV (1944), pp. 244-397; Y
XVI (1944), pp. 339-382.
,
LA HERENCIA DE LOS HABSBURGO 41
33. G. Mattingly, Renaissance Diplomaey. Londres, 1955, pp. 138-,152(hay trad. cast.: La di-
plomacia del Renacimiento, Centlo de Estudios Constitucionales, Madrid, 1970). Sobre la poltica
exterior de los Reyes Catlicos vase tambin A. de la Torre, Documentos sobre los relaciones in-
ternacionales de los Reyes CatlicOs, Madrid, 1949-1951, 3 vols.; 1. M. Doussinague, La polflica
internacional de Fernando el Catlico, Madrid, 1944.
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ESPANA Y,EL
MEDITERRANEO
44 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
incapacidad de Juana para gobernar y hasta que su hijo Carlos fuera mayor
de edad, Fernando sera el gobernador y administrador de Castilla. De esta ma-
nera Isabel trataba de cumplir las leyes castellanas de sucesin, que excluan
a Fernando, al tiempo que garantizaba a Castilla la seguridad de su gobierno
frente a la del cx,tranjero Felipe en caso de que Juana resultara ser incapaz de
gobernar. Los resultados de esa locura eran previsibles. Fernando se encontra.
ba desarmado sin el ttulo de rey. El ambicioso Felipe estaba decidido a obli-
garle a marcharse y en Castilla se form un fuerte partido hostil al {(viejocata-
ln. que se vio obligado a retirarse como un fugitivo," siendo sustituido por
un prncipe extranjero y su reina, mentalmente perturbada. Momentneamen-
te, y como consecuencia de la accin retrgrada de Isabel, de las ambiciones
de los Habsburgo y de la actitud separatista de Castilla, las dos coronas se se.
pararon de nuevo. A Fernando no le qued otra alternativa que mirar por sus
propios intereses y salvar lo que pudo para Aragn. Por el tratado de Blois de
1505 se ali con Francia y concert su matrimonio con Germana de Foix,~so-
brina del monarca francs, quien renunci a sus derechos sobTt:~ Npoles. Por
otra parte, destituy a los castellanos, entre ellos a Gonzalo de Crdoba, de
los ms altos cargos en el reino italiano. Exista ahora el riesgo de que si del
nuevo matrimonio naca un nuevo heredero para la corona de Aragn la sepa-
racin de los dos reinos fuera definitiva. J.4 La causa de la unidad, atacada des-'
de todas partes. slo pudo salvarse gracias a una combinacin de acontecimientos
en gran medida fortuitos: la muert_e_~eFelipe 1 (septiembre de 1506) poco des-
pus de iniciarse el nuevo reinado, la locura incuestionable de Juana y la infer-
tilidad del segundo matrimonio de Fernando. El joven Carlos, heredero de Juana
y fruto de la alianza de Fernando con los Habsburgo, qued como nico here-
dero <;leambos reinos. Entretanto, para solucionar el problema de la goberna-
cin de Castilla el Consejo de Regencia presidido por Jimnez de Cisneros reci-
bi con agrado el regreso de Fernando.
Posiblemente, los nueve afias de gobierno en solitario de Fernando, entre
1507 y 1516, fueron ms favorables para la causa de la unificacin que los de
su gobierno conjunto con Isabel. Era difcil superar las lineas tradicionales
de demarcacin asignadas a las respectivas coronas: una poltica atlntica limi-
tada a Castilla y una poltica norteafricana asociada con Aragn y Catalua.
Amrica, donde la corona haba utilizado "material humano y recursos tanto
aragoneses como castellanos. se consideraba todava como una empresa caste-
llana y un monopolio que terna que preservar para sus sbditos. De igual for-
ma, y a pesar de la cooperacin de Castilla, las conquistas en el norte de frica
eran consideradas como adquisiciones de Aragn y Catalua.
La poltica de expansin en el norte de frica ya haba comenzado antes
de la muerte de Isabel.35 Melilla haba sido conquistada en 1497, pero otras
empresas, especialmente en Italia, haban interrumpido ,la accin de los mo-
,,
.,
.',.
,
.?
~
-,
"
,
Captulo II
CARLOS 1 DE ESPAA
EL PRfNCIPE BORGORN
4.-lH'i;1I.1
50 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
1. R. B. Merriman. The Rise 01 the Spanish Empire in the Old World and he New, Nueva
York, 1918.1934,4 vols. (hay trad. cast.: Lalormaddn de/Imperio espaflol, Juventud, Barcelona.
1965.4 vals.), el vol. 111The Emperor. es valioso todava por su labor investigadora y sus juicios
crticos. La obra de Manuel Fernndez lvarez. La Espaa del Emperador Carlos V. Historia de
Espaa. ed. R. Menndez Pidal. Madrid. 1966. es una fuente de consulta importante que se puede
complementar con Pierre Chaunu. L'Espagne de Charles V, Pars, 1973, 2 vals. (hay trad. cast.:
La Espaa de Carlos V, Pennsula, Barcelona, 1981). Sobre La interaccin de los problemas inter.
nos e internacionales vWe M. J. Rodrguez-Salgado. The Changing Face 01 Empire: .Charies V,
Philip Il and Habsburg Authority, 1551.1559. Cambridge. 1988 (hay trad. cast.: Un imperio en
transicin: Carlos V, Felipe JI y su mundo. Crtica, Barcelona, 1992).
CARLOS I DE ESPAA 51
del mundo.2 Se afirm que Carlos haba aceptado el ttulo imperial para ha-
':.cerse cargo de la defensa de la fe catlica contra sus enemigos infieles y que
-'Espaa siempre sera la base de su poder y la fuente de su fuerza. 3 ~sto pare-
.'ca ms un intento desesperado de conseguir dinero mediante la adulacin que
la presentacin de,un programa imperial bien preparado. De cualquier forma,
no consigui impresionar a las Cortes y, aunque una mayora de los procura~
dores haban sido sobornados para que aprobaran el subsidio, ello se realiz
con la oposicin de los representantes de seis ciudades y la abstencin de otras
diez, de un total de 18. El dinero nunca lleg a recaudarse y las multitudes ata-
caron las casas de los procuradores que haban votado a favor. Por otra parte,
sali reforzada la mala impresin inicial que Carlos Y haba causado en los
espailole,.
Cuando el monarca parti de Espafia en mayo de 1520, rodeado de extran-
jeros y en una misin que era ajena a sus sbditos espaoles, la agitacin ya
haba dejado paso a la rebelin. La acumulacin de agravios contra el rgimen
borgon haba producido el primer sentimiento de ultraje: la pobre impresin
que haban causado el rey y sus representantes extranjeros, el desprecio de Chie-
vres hacia los espaoles, su monopolio venal de las influencias, el nombramiento
de extranjeros para ocupar cargos y obispados espaoles, la opresin de los re-
caudadores de impuestos~ las enormes cantidades de dinero enviadas fuera del
reino y, como culminacin de todo ello, el nombramiento de un regente extran-
jero, Adriano de Utrecht, para gobernar Castilla durante .la ausencia del rey.
La crisis se precipit cuando Carlos V se comprometi con una idea imperial
que apenas tena cabida en las tradiciones de Espaa y que despert escaso eco
en el pas.4 La pequea nobleza y las ciudades castellanas se rebelaron, enton-
ces, contra un rgimen al que consideraban contrario a sus intereses y que ame-
nazaba con sacrificar Castilla a una poltica imperial o dinstica. Pero la re.
vuelta de los comuneros no fue simplemente un movimiento politico, sino una
revolucin que tuvo lugar en una regin profundamente dividida por intereses
opuestos y en una sociedad en conflicto. s
t, ' r;,
..
;
2. Cortes de fos antiguos reinos de Len y Castilla, Madrid, 1861-1903,5 vals.; vol. II, p. 293.
3. Vase B. Chudoba, Spain and rhe Empire 15/9.1653, Chicago, 1952, p. 20 (hay' trad. casto:
Espaa y el Imperio (15/9-/643), Rialp, Madrid, 1963), quien, sin embargo. al calificar la declara-
cin de Carlos ante las cortes como (iel autentico programa de un estadista), pro'bablemente exa-
gera su importancia.
4. Vase, en cambio, la tesis de R. Menndez Pidal, ldea imperial de Carlos JI; Madrtd, 1945,
'-
...
que ve a Carlos como una figura plenamente espaola y que sita su poltica -aunque de forma
1
poco convincente- en el contexto de la tradicin espaola. Respecto a la oposicin de los pensa~
dores polticos espaoles, incluido Francisco de Vitoria, a la idea imperial. vase J. A. MaravaU,
.l
Carlos V y el pem;amiento politico del Renacimiento, Madrid, 1960, pp. 235.268.
5. Vease el autorizado estudio sobre el tema de Joseph Perez, La revolucin de las Comuni-
.}' ',,:
dades de Castilla (1520-/52/), Madrid, 1977, cuyas conclusiones son ampliamente compartidas por
Juan Ignacio Gutierrez Nielo, Las Comunidades como movimiento antiseorial, Barcelona,- 1973
.~
:)1:
y que se complementa con la obra de Stephen Haliczer, The Comuneros 01 Casti/e: the Forging
...
~ 01 a Revofution 1475-152/. Madison, Wis., 1981 (hay trad. cast.: Los comuneros de Castilla. La
-'. forja de una revolucin. Universidad de Valladolid, Valladolid, 1987).
54 LOS AUSTRlAS (1516-1598)
6. Artculos redactados en Valladolid, citados por Haliczer, The Comuneros 01 Casti/e, pp.
179.182.
56 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
dos a una importante presin por parte de las autoridades reales y de la alta
nobleza. Cuando la junta comenz a reclamar todos los poderes del Estado,
los moderados abandonaron la lucha y las fuerzas reales entraron en accin.
EI5 de diciembre, con la ayuda de la aristocracia y el oportuno envo de fuer-
zas desde Portugal. tomaron Tordesillas, el cuartel general de la junta.
Pero los comuneros no estaban derrotados todava. Su revolucin no era
simplemente un movimiento poltico, sino tambin social; era ms que un con-
.flieto entre las ciudades y el poder real, era un enfrentamiento con la alta no-
bleza y los grandes comerciantes. Carlos V haba tenido la habilidad de situar
al almirante y al cO;Idestable de Castilla, Fadrique Enrquez e igo de Velasco
respectivamente, junto a Adriano de Utrecht como cogobernadores del pas,
alineando, con ellos, a los magnates castellanos en favor de la causa real. En
una carta dirigida al almirante el 30 de enero de :1521, los representantes de Va-
lladolid denunciaban al partido realista como el partido de la nobleza que ser-
Vaa sus propios intereses contra las ciudades, que haban sido el autntico apoyo
financiero del rey: estamos pensando no slo en defendernos contra vuestro
ejrcito, sino en pasar a la ofensiva y reducir a todo el estamento de la nobleza
al servicio de Su Majestad.1 En el campo de batalla los comuneros no eran
enemigo para el ejrcito real y las fuerzas de la nobleza, y fueron derrotados
en la balalla de Villalar el 24 de abril de 1521. Al dia siguiente fueron ejecuta-
dos los jefes de la rebelin, Juan de Padilla, Juan Bravo y Pedro Maldonado,
representantes de Toledo, Segovia y Salamanca respectivamente. En cuanto a
la aristocracia, sus miembros comenzaron inmediatamente a reclamar sus re-
compensas y pensiones, pero su presencia en Villalar no era simplemente un
servicio, sino la defensa de sus propios intereses. Toledo resisti seis meses ms,
con sus fuerzas comandadas por el ltimo jefe rebelde, el obispo Acua, que
fue recibido por toda la ciudad con gritos de Comunidad!, Comunidad! Acu-
a!, Acua!. El almirante de Castilla describi este episodio afirmando que
haba recibido el apoyo de los judos y del populacho, utilizando los dos peores
insultos en los que pudo pensar. Pero Acua slo dur un mes. Fue capturado
y encarcelado en el castillo de Simancas, en donde finalmente fue ejecutado a
garrote tras un violento intento de fuga. En octubre de 152i tambin Toledo
tuvo que capitular.
Para entonces se apreciaba ms claramente cul era la base social de los co-
muneros. El grueso de sus filas lo formaban los sectores populares urbanos,
que se enfrentaban a la oligarqua tradicional de las ciudades. Es decir. el pue-
blo llano contra el patriciado. Segovia, centro de una activa regin agrcola y
de un sector industrial en crecimiento, desempefl.6 un papel destacado en la re-
vuelta y sufri las consecuencias al recaer sobre ella con mayor rigor las multas
y castigos. De las 7.715 personas que fueron castigadas en Segovia, ms del
71,S por 100 pertenecan al sector del artesanado y de los servicios, seguidos
a notable distancia por una minora -el 8,7 por 100- de intelectuales y profe-
sionales liberales, en tanto que faltan casi por completo los agricultores y cam-
pesinos. Slo algunas de las vctimas, e11,5 por lOO,eran nobles, y aunque ocu-
paron un lugar destacado, lo cierto es que la mayor parte de la nobleza perma~
ncei ajena al movimiento o se opuso a l. 8 Pero los aristcratas urbanos eran
slo iIna parte de la nobleza. Los grandes y la alta nobleza tambin actuaron
en contra de los comuneros, en defensa de la ley y el orden y para restablecer
su propio poder all donde se haba visto menoscabado. No les preocupaban
seriamente los derechos de Carlos V, hacia el que no sentan admiracin, y la
mayor parte de los nobles se mostraron impasibles mientras los comuneros se
limitaron a desafiar el poder real. Pero junto al ala poltica de los comuneros
se haba desarrollado un movimiento antise,orial radical que desafiaba el po-
der feudal de la nobleza. Era una revolucin desde abajo, un levantamiento de
los vasallos de la nobleza. Un grupo de grandes seores comenzaron a armarse
para d~fender sus derechos seoriales, Jo que llev a los jefes comuneros a en-
durecer su actitud y tomar las armas. El movimiento adquiri entonces el ca-
rcter de una revolucin social, en la que los comuneros luchaban no slo con-
tra el poder real sino contra el privilegio y la supremaca aristocrticos. En
algunos lugares se produjo una lucha sin cuartel: hubo castillos destruidos y
propiedades saqueadas, y las fuerzas urbanas recibieron un apoyo entusiasta
de la poblacin rural en su ,intento de liberarse de las cargas feudales. En con-
secuencia, los grandes no slo luchaban para servir al rey sino para defender
su jurisdiccin seorial.
Las capas medias urbanas -los pequeos propietarios. artesanos, comer-
ciantes al por menor y titulados universitarios- estuvieron en el centro del mo-
vimiento comunero y protagonizaron la direccin del mismo. Aunque no eran
pobres (algunos de eUos tenan tierras, otros eran profesionales y no se identifi-
caban con los desheredados) tampoco eran ricos y poco tenan en comn con
Jos acomodados comerciantes exportadores, aliados de la nobleza contra los
comuneros. En definitiva, las capas medias no constituan una clase social ho-
mognea, una burguesa urbana, y si bien los comuneros tenan base social ca-
recan de una base de clase. En el conflicto se enfrentaban intereses sectoriales
distintos, y cada uno de los bandos constitua una coalicin de grupos o una
alianza poltica. El programa de los comuneros tena algo que ofrecer a la ma-
yor parte de quienes los ap.oyaban: la limitacin del poder real, el freno al po-
- ~'. der de la nobleza, la reduccin de los impuestos, la reduccin de los gastos del
gobierno y la represin de la corrupcin y la reforma de los municipios que
.1: - . permitiera una mayor participacin de los sectores no privilegiados, la comu-
,
nidad. Pedan tambin la reduccin de las exportaciones de lana en favor de
los compradores nacionales y la proteccin de la industria textil castellana. Es-
tas ltimas reivindicaciones estaban alentadas por los manufactureros yartesa-,
nos de Segovia, Palencia, Cuenca y otras ciudades del interior, frente a aque-
llos que se beneficiaban de las exportaciones de lana, los ganaderos, los nobles
que posean tierras de pasto, los comerciantes de Blirgos y los hombres de ne-
8. .Pedro lvarez de Frutos. {(Segovia y la guerra de las comunidades: anlisis social, Hispa-
na, 44, 158 (1984), pp. 469-494.
roI:
58 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
EL SOMETIMIENTO DE CASTILLA
uno de los tres estados deliberaban por separado Y.de hecho, el emperador te-
na que tratar con tres organismos diferentes. Adems, los derechos que cada
una de estas Cortes seguan teniendo en materia de procedimiento, fiscalidad
y legislacin continuaban limitando la soberana absoluta. 10 Siempre se resis-
tan a conceder al emperador grandes sumas de dinero, y cuando otorgaban
un subsidio prcticamente siempre se reservaba una tercera parte de la canti-
dad votada para asuntos internos, quedando, por tanto, en manos de las Cor-
tes. Por esta razn~ tanto en Catalua como en Aragn existan delegaciones
permanentes de los estamentos, que actuaban durante los intervalos entre las
convocatorias de Cortes para controlar la administracin de los ingresos vota- .
dos y vigilar la observancia de las leyes. Pero la influencia de las Cortes no se
reduCa a eso. En Aragn ejercan tambin una estricta tarea de control sobre
una institucin aragonesa caracterstica, el cargo de Justicia, que, aunque su
prestigio y su autoridad estaban en declive, era potencialmente uno de los maw
yores obstculos para el ejercicio de la soberana en Aragn. El cometido del
Justicia era proteger a los sbditos frente a la injusticia pblica y privada, y
poda intervenir incluso en los juicios si se consideraba que contravenan los
fueros de Aragn. Era una mezcla de juez supremo y juez de apelacin, cuya
especial posicin haca que frecuentemente fuera considerado como un rbitro
entre la corona y los sbditos al que todos los aragoneses tenan derecho a apelar.
Sera errneo considerar que las instituciones de Aragn y Catalua eran
populares o democrticas. En efecto, muchos de los privilegos que defendan
eran monopolizados por una nobleza que todava posea una importante juris-
diccin seorial, y cuyos derechos feudales sobreviveron durante ms tiempo
que los de la mayor parte de la nobleza de la Europa occidental. La rebelin
'"
',
de'las Germanas de Valencia haba llamado la atencin sobre el control aristo-
crtico de las instituciones "locales. Por otra parte, ya hemos vsto que si estas "
-:1
instituciones pudieron defender a los reinos del este peninsular frente a los abusos l
del poder real ello se debi en gran medida a que la corona careca de incenti-
vos materiales para desafiarlas. De Aragn y Catalufla Carlos V obtena las
rentas del patrimonio real y los subsidios votados por las Cortes. Es cierto que
stas tuvieron buen cuidado en impedir la introduccin de nuevos impuestos,
pero no pareca prob:;.bleque Carlos V se decidiera a presionar en esta cues-
tin, pues la riqueza imponible era escasa y no justificaba una crisis. Aragn
era un pas relativamente pobre y la prosperidad comercial de Catalua haba :1
declinado al perder su influencia en el Mediterrneo, que haba contemplado '~
::.
la expansin del poder turco.lI As pues, la inmunidad de los reinos del este
sobrevivi ms por su debilidad econmica que por su fortaleza institucional.
Las instituciones protectoras carecen prcticamente de importancia cuando es 1
poco 10 que hay que proteger. Al igual que sus antecesores, Carlos Vencontra- ~
;
ba mayores recursos en otros lugares. especialmente en Castilla, argumento de-
cisivo que convirti a Castilla en la base de su imperio o, utilizando las pala-
~
10. Vase supra, pp. 17 18.
w
bras del obispo Mota dirigidas a unas Cortes indiferentes en 1520, en su bolsa
y su espada. y que determin que las instituciones de -Castilla suscitaran el
mayor inters en el emperador. La COTOnaactuaba con toda decisin cuando
era la riqueza lo que estaba en juego.
La derrota de Villalar dej a Castilla ms indefensa que antes frente al ab.
solutismo. Naturalmente, Carlos V no ignoraba las reivindicaciones constitu~
cionales y las criticas sociales que haban alimentado la revuelta de los comu-
neros, Y saba que era necesario dotar de mayor credibilidad a su gobierno y
de mayor eficacia a su administracin, as como restablecer la alianza,entre la
,., corona
"",,:\
y las ciudades que haba caracterizado los aos reformistas de los Reyes
Catlicos. Rechaz las pretensiones de la nobleza de conseguir generosas re-
~4;
I:l:',y""
compensas por su apoyo durante la rebelin y, en general, disminuy su depenw
dencia respecto a los grandes magnates territoriales. Pero aunque no tom re~
iJ',1i presalias, no inici una nueva poltica urbana. El gobierno municipal no ejerCa
kW !&
ya una autoridad independiente. Las elecciones locales estaban lejos de ser dcw
mocrticas, pero incluso los funcionarios electos de las ciudades tenan escaso
.~:~t:; poder frente a los corregidores, funcionarios judiciales que desde el reinado de
los Reyes Catlicos haban acumulado tambin poderes administrativos, sien~
do enviados a todas las ciudades castellanas, donde actuaban, de hecho, como
gobernadores reales con la misin de controlar todos los aspectos de la admi~
. nistracin municipal. Como consecuencia de las menores exigencias en los cri-
terios de seleccin, los corregidores eran ahora menos populares que en el rei-
nado anterior y cada vez eran ms frecuentes las quejas de que los que haban
" 'iiJ sido nombrados por Carlos V no eran juristas formados en la universidad sino
recomendados sin los conocimientos necesarios e incapaces de realizar sus fun-
,' :r;
~.~~- ciones judiciales. una prueba ms de que la corona los consideraba fundamen-
talmente como agentes polticos a travs de los cuales poda hacer llegar su auto-
"",y
1lJ\ 15\.-,
l' ''';'" ridad a la masa de la poblacin.
~Z~
.~:~~,: No caba esperar que las ciudades gobernadas por elites nobiliarias y domi-
nadas por los corregidores reales enviaran representantes independientes a las
Cortes. Ciertamente, las Cortes de Castilla nunca haban sido consideradas como
una institucin popular, pero desempeaban una funcin especfica en los as-
pectos fiscales y legislativos y el monarca no poda ignorarlas para actuar en
esas esferas. Aunque estaban divididas en tres estamentos -la nobleza, el clero
1:,~:,I,t,"~", y el pueblo llano- normalmente, las Cortes slo estaban formadas por el ter-
~-:"" cer estado, es decir, los 36 representantes de 18 ciudades, ya que los dos prime-
. ; '.
ros grupos posean la exencin tributaria en razn de sus funciones medievales
militares y espirituales.12 El principio de atender las quejas planteadas ante~
1!: de conceder el dinero nunca se haba aplicado en Castilla. As, en el reinado de
~~!;~-' Carlos V, las Cortes poco podan hacer respecto a sus peticiones salvo que re-
;f. }'
'.I'~
1,'., t '
,
se puede calcular un total de 487.61l hidalgos y 3.530.601 pecheros.
5~
62 LOS AUSTRIAS 0516-1598)
entonces era yo mancebo y gobernado por Me. de ChevrC's. y las cosas destos Rei-
nos no tena edad para conocerlas ni aun experiencia para gobernarlas. Y come
entonces yo me part para Flandes, habiendo residido en estos Reinos muy poco
y, lo que es ms, que no era casado ni dejaba legtimo heredero, no es maravilla
que se alteras.en y escandalizasen. l'
15. En J. Snchez Montes. Actitudes del espaol en la poca de Carlos V}),Estudios Ameri-
canos. 111 (1951), p. 193.
16. Va~e la introduccin de J. M. Batista i Roca en H. G. Koenigsberger, The Governmenl
01 Sicily under Philip Il 01 Spain, Londres, 1951.pp. 9-35.
I
f
CARLOS DE ESPAA 65
, ;,
',,&tucionalmente subordinada a otra. Esa estructura federal no estaba engloba w
"
1:' 17. John M. Headley, The Emperor and his Chancellor: a Study 01the Imperial Chance/lery
, <
I
f
S.-LYNCIlil
66 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
J9. Sobre la Inquisicin vase supra, pp. 30-37; sobre el Consejo de Hacienda vase in/ra,
Pp .. 72-73.
68 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
~~rador manifest que sa no era la funcin del canciller, que era un cargo de
'rigen borgon. Eso corresponda a la administracin de Castilla, corazn
de su imperio Y base de su poder.u A partir de 1527 se hizo evidente que el
.':1l.;:s~cretario
Cabos, que ocupaba un cargo fuertemente institucionalizado. oc u-
~'paba el puesto de.mayor responsabilidad y confianza, al tiempo que la influen-
"da de Gattinara, bsicamente de carcter personal, comenzaba a eclipsarse. Cas-
~;.tina nacionaliz, pues, el concepto.de imperio y los territorios de los Habsburgo
~t eran gobernados no por instituciones imperiales sino por consejos y secretarios
;~ que dividan el trabajo segn las reas y funciones administrativas.2J
i': Gattinara dej de ser incluso el principal consejero en los asuntos extranje-
ros. En 1529, Nicols Perrenot, seor de Granvela, hijo de una modesta fami-
lia borgoona que haba alcanzado pre.cminencia mediante el servici~ en los
Paises Bajos y en la diplomacia, fue nombrado miembro del Consejo de Es-
tado y comenz a participar de forma destacada en la direccin de la pol-
tica exterior. A la muerte de Gattinara en 1530, el cargo de Gran Canciller
desapareci Yel emperador asumi la responsabilidad personal de la poltica,
sirvindose de Cabos y Granvela como sus principales agentes y consejeros, acor-
dndose entre ambos una reparticin de funciones, que determinaba la espe-
cializacin de Granvela en los asuntos exteriores e imperiales, mientras que
Cobas se encargaba del gobierno de Castilla, que era claramente ahora el m-
bito de ejercicio ~e su cargo. Cuando Carlos V parti hacia los Pases Bajos
en el otoo de 1539, Cobas 110 10 acompa y asumi la responsabilidad espe-
cial de poner orden en el caos financiero, que era el principal problema en Cas-
tilla. Thmbin en 1543, cuando el emperador zarp desde Barcelona para no
regresar hasta 14 aos despus, dej a Cobas, junto con el arzobispo Tavera
y el duque de Alba, como principales consejeros de su joven hijo Felipe, a quien
haba nombrado regente y Cabos desempe esa funcin hasta su muerte en
1547.
Se puede considerar a Cabos como a uno de los creadores de la burocracia
habsburguesa en Castilla. Fue l quien reclut y prepar para Carlos V un gru-
po de oficiales que gradualmente adquirieron un espritu corporativo y profe-
sional y que consideraban a Cobas como su patrn.24 En un principio no se~
leccion al personal en cl amplio grupd de secretarios que se haBan iniciado
en sus tareas con los Reyes Catlicos, sino 'entre sus propios protegidos, que te-
nan experiencia en otras ramas de la administracin y ,en los que saba que
poda confiar. As pues, una vez conseguido el control de la mayor parte de
la administracin de Castilla, comenz a preparar hombres para la administra-
cin, como su sobrino Juan Vzquez de Molina, Gonzalo Prez, que sucedi
al humanista Alfonso de Valds, y Francisco de Eraso, a todos los cuales les
dio el cargo de secretarios ayudantes. Entre esos hombres no haba segundones
22. Vase H. Keniston, Francisco de los Cobos, Secretary of the Emperor Charles JI; Pius-
burgh. Pa., 1960, pp. 99-103 (hay trad. cast.: Francisco de los Cobos, Castalia, Madrid, 1980).
23. Headley, The Emperor and his Chancellor, pp. 54-55, 140-141.
24. Keniston, Francisco de los Cobos, pp. 9.12, 332~355.
70 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
25. Jos Martinez Milln, ([..aselites de poder durante el reinado de Carlos V a travs de los
miembros del Consejo de Inquisicin (1516-1558), Hispania. 48, 168 (1988), pp. 103-167.
CARLOS 1 DE ESPAA 71
26, Citado en 1. M. March. Niez y juventud de Felipe ll, Madrid, 1941~1942,2 vals.; vol.
JI, pp. 23-]9.
27. Merriman, The Rise o/ the .Spanish Empire, vol. m. p. 122.
72 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
28. Vase F. Braudel, Les emprunts de Charles.Quint sur la place d'Anvew). en Charles.
Quinl el son temps, C.N.R.S., Pars, 1959. pp. 191-201.
CARLOS 1 DE ESPAA 73
29. A pesar del juicio negativo de K. Brandi, The Emperor Charles V, trad. ing., Londres,
1939, p. 463.
30. Sobre las finanzas espaftolas vase la obra original y pionera de R. Carande, Carlos V
y sus banqueros, Madrid. 1944-1949,2 vals.; vol. 11, Ln Hacienda Real de Castilla, Madrid, 1949.
74 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
dor, en tanto en cuanto los banqueros no slo prestaban dinero sino que tam-
bin lo transferan al exterior. Esas transferencias de crditos y su pago donde
se necesitaban, en Alemania, Italid o los Pases Bajos, eran rpidas y seguras,
en tanto que el transporte de numefario desde Espaa era lento e inseguro. Los
problemas comenzaron cuando se generalizaron esas prcticas ms all de los
recursos reales de la corona.
No obstante, estaban tambin los ingresos procedentes de las Indias: ingre-
sos de impuestos, monopolios, el tributo que pagaban los indios y el quinto
real, que era el porcentaje que cor~esponda a la corona de todas las extraccio-
nes de metales. Los ingresos ameritanos del emperador, que aumentaron verti-
ginosamente desde 1529, alcanzaron un promedio de 252.000 ducados anuales
entre 1534 y 1543.31 Pero tras los disturbios ocurridos en Per, las remesas de
metales preciosos descendieron a unos 118.000 ducados anuales entre 1544 y
1550. Sin embargo, incluso teniendo en cuenta las fluctuaciones, es posible exa-
gerar las cantidades obtenidas por el monarca en Amrica. El total de las im-
portaciones pblicas de Amrica en el perodo 1503-1560 es de 12,6 millones
de- ducados, un promedio anual de unos 220.000 ducados. Los ingresos ordina-
rios de la corona en Espaa durante ese perodo se estimaban en algo ms de
l milln de ducados anuales, sin tener en cuenta las cargas prioritarias que pe-
saban sobre esos ingresos y que conforme avanzaba el reinado absorban todos
los ingresos normales e incluso ms. En consecuencia, los ingresos procedentes
de Amrica no constituan un porcentaje importante de las rentas totales del
emperador y, desde luego, no guardaban proporcin alguna con sus gastos. Por
poner slo uno de los numerosos ejemplos, la desastrosa campaa contra Metz
en 1552 entraft un coste de ms de 2 millones de ducados. Cuando hablamos
de gastos de esta magnitud, no pueden impresionarnos las cantidades que ob-
tena en Amrica cada ao, ni siquiera durante el quinquenio 1551-1555,en el
que las remesas fueron ms importantes, antes dc producirse un nuevo descen-
SO.32 Pese a todo, esos ingresos podan tener una enorme importancia ya que
servan para pagada alimentacin, el equipamiento y las soldadas de sus tur-
bulentos ejrcitos, permitindoles tomar la iniciativa contra sus enemigos.
Cabe situar en los aos de 1540 el inicio de las dificultades financieras gra-
ves -por oposicin a las dificultades normales- de la corona. Tras la cam-
paa de Argel de 1542, las de Francia de 1543-.1544 y en el imperio en 1546-
1547, la situacin.se deterior de 'tal forma que durante el resto del reinado los
ingresos ordinarios estaban siempre totalmente gastados con varios aos de an-
telacin. Adems, los gastos eran varias veces superiores a los ingreos extraor-
dinarios, porque esas grandes operaciones militares coincidieron, entre 1542 y
1547, con el descenso de las re[,Ilesasamericanas. La crisis se puede ilustrar con
un ejemplo tomado de ese perodo. En abril de 1546 el emperador escribi desde
31. E. J. Hamilton, American Treasure and (he Price Revolution in Spain. 150/*1650, Cam*
bridge, Mass., 1934. pp. 32-45 (hay trad. cast.: El tesoro americano, Ariel, Barcelona, 1983).
31. En el perodo 1551~15S5las remesas se situaron en un promedio de 1,2 millones de duca~
dos anuales, para descender a la mitad de esa cifra en el quinquenio siguiente. Vase ibid., pp. 34-35.
CARLOS 1 DE ESPAA 75
Pero la paz fue la nica solucin que Carlos V no contempl y, dadas las cir-
cunstancias, Cobas y el Consejo de Hacienda recurrieron. contra sus propias
convicciones, a un ltimo recurso desesperado, la confiscacin de todas las re-
mesas:de las Indias y de todo el numerario en Espaa, para enviarlo al empera-
dor. Esto financi la victoria de Carlos V sobre los protestantes alemanes en
Mhlberg, pero dej terribles secuelas en la economa espaola, especialmente
para el comercio de las Indias. En teora, el tesoro confiscado era un prstamo
reembolsable pero su devolucin era sumamente problemtica y la operacin
impeda el comercio legtimo y estimulaba el fraude. En marzo de 1557, el pro-
pio emperador se quejaba de que sus oficiales de Sevilla haban permitido que
quedara sin registrar un 90 por 100 de una remesa de metales preciosos.
El golpe definitivo fue asestado tras la reanudacin de las hostilidades con
Francia en 1551. Para hacer frente al problema francs en 1552 Carlos recurri
a un emprstito de ms de 4 millones de ducados; slo la campaa de Metz
cost 2,5 millones y recibi un prstamo de 2,5 millones cada uno de los aos
siguientes. Las remesas de metales preciosos procedentes de las Indias supera-
ron los 2 millones de ducados en 1552-1553, pero la poltica exterior del empe-
rador continu siendo tan costosa que en septiembre de 1554 se calcul el dfi-
cit para el ao en curso en ms de 4,3 millones de ducados, incluso despus
de haber empeado y gastado todos los ingresos de ,los seis anos siguientes.
Las condiciones de los prstamos concedidos al monarca espaftol empeoraron
rpidamente porque a los banqueros les era cada vez ms difcil conseguir su
devolucin. Cuando poda obtenerlos, la corona tena que pagar el 43 por 100
de inters o ms.34 Algunos acreedores se sentan obligados a continuar pres-
tando por temor a perderlo todo si se negaban. Por esa razn, Carlos V no
35. Vease J. Carrera Pujal. Historia de la economia espaflola. Barcelona, .1943-1947. 5 vals.;
vol. 1, pp. 101-203.
CARLOS I DE ESPAA 77
'A
aconsejaba una Yotra vez la paz, que podamos tener un respiro. Incluso el
,'it-~,
REFORMADORES y HUMANISTAS
36. Merriman, The Rise 01 the Spanish Empire. vol. III, p. 122.
37. M. Menndez Pclayo, Historia de los hetemdoxosespailoles. Santander. 1946-1948,8 vol~.
vol. III, p. 32. ,r"
38. Vease M. Bataillon. rasme el I'Espagne, Pars, 1937. pp. 1-75 (hay trad. cast.: Erasmo
y Espaa, Fondo de 'Cultura Econmica, Madrid, 19913).
78 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
39. Sobre la reforma de los dominicos vase V. Beltrn de Heredia, Historia de la reforma
de la Provincia de Espaa, 145{J..1550,Roma. 1939.
40. Bataillon, rasme et l'Espagne, pp. 17-18.
CARlOS 1 DE ESPAA 79
slo por sus estudios teolgicos y cannicos, sino tambin por la promocin
de las humanidades, las lenguas y la medicina. Cisneros sent tambin las ba-
ses de una buena biblioteca universitaria, enriquecida con numerosas obras cien-
tficas rabes que se haban salvado de la quema de literatura rabe en Grana-
da, que l mismo haba ordenado, as como del saqueo de Orn. En Alcal
funcionaba una imprenta desde 1494, pero tambin en.este aspecto fue decisiva
la influencia de Cisneros, pues fue l quien llam a la ciudad universitaria al
distinguido impresor Arnaldo Guillermo de Brocar y quien le encarg los tra-
bajos ms importantes, entre ellos la impresin de textos espirituales para la
formacin cristiana del clero y de la poblacin laica y, sobre todo, de la Biblia
Polglota. La dedicacin del humanismo cristiano al servicio del movimiento
reformista espaol se hizo especialmente patente en el desarrollo de los estu-
dios bblicos que alcanzaron su punto culminante en. Espaa antes de que Lu-
tero y los reformadores protestantes comenzaran a reclamar para s la exclusivi-
dad de la Biblia. A fin de otorgar a los estudios sagrados una base firme en
las fuentes de la revelacin, Cisneros organiz una edicin crtica de la Biblia
mediante el cotejo de diversos textos. Para ello coleccion manuscritos, consi-
gui el oportuno permiso para que sus colaboradores consultaran los Cdices
de la Biblioteca del Vaticano y reuni en Alcal a un grupo de eruditos espao-
les y extranjeros. A una serie de judos conversos como Alfonso de zamora,
Pablo Coronel y Alfonso de Alcal les encomend la tarea de cotejar los textos
hebreo y caldeo, y de establecer una versin correcta, mientras que el cretense
Demetrio Ducas y espaoles como Hernn Nez, Juan de Vergara, Diego 1..6-
pez de Estiliga y AnIonio de Nebrija trabajaban en el texto griego. El resulta-
do fue la Biblia Polglota, cinco de cuyos volmenes contenan el Antiguo y
Nuevo Testamento impresos en las lenguas originales y la Vulgata latina en co-
lumnas paralelas, mientras que el sexto volumen se dedicaba al vocabulario y
la gramtica. La obra -un gran trabajo, tanto desde el punto de vista de la
impresin como de la erudicin- qued terminada en 1517, aunque de hecho
no se public hasta 1522. Si el trabajo erudito no era impecable, lo cierto es
que haba comportado una labor investigadora mucho ms intensa que el Nue-
vo Testamento -anterior y de mayor difusin- de Erasmo, que posea un co-
nocimiento imperfecto del griego y que realiz su trabajo con un material ma-
nuscrito insuficiente.41
El renacimiento religioso impulsado por Cisneros~ reforzado por hombres
Como Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, y continuado ms avan-
zado el siglo XVI por reformadores como san Pedro de Alcntara santa Teresa
de vila y san Juan de la Cruz, produjo resultados profundos y ~ermanentes.
Permiti el perfeccionamiento de las rdenes monsticas y del alto clero en Es-
paa hasta tal punto que en los aos cruciales de la Reforma la jeraraqua reli-
giosa espaola pudo desempear un papel de primera magnitud en los conci-
lios eclesisticos, en especial en el Concilio de Trento. Al mismo tiempo, la
revitalizacin teolgica impulsada por los dominicos de la escuela de Salaman-
CARLOS t DE ESPAA 81
~.f.
,ro
~:noS y absolutistas eran el blanco de una crtica cada vez ms generalizada. Quie-
nes se oponan a la Inquisicin dirigieron sus ojos esperanzados al nuevo mo-
l';t-
"l. narca, Carlos V, y dl;lrante un tiempo el destino de la institucin estuvo pen-
diente de un hilo. El joven rey, de quien se sabia que se opona a los mtodos
del tribunal de acusacin secreta y confiscacin de las propiedades, fue instado
a reducir sus poderes y sus funciones. Pero por lo que respecta a Carlos V, la
postura contra la Inquisicin perdi toda su fuerza cuando los crticos de la
corona de Aragn recurrieron a Roma para reforzar su postura. El emperador
rechaz con ~gual fuerza que sus antecesores la intervencin papal. especial-
mente porque amenazaba cpn poner fin al control que la corona ejerca sobre
el tribunal. y por esa razn abandon el proyecto de reforma de la Inquisicin
y silenci a sus enemigos. A partir de 1523 no haba dudas de que la Inquisi-
cin espaola haba sobrevivido a la crisis con el apoyo de la monarqua y con-
servaba intacto todo su poder. Ciertamente, ahora poda apuntar hacia nuevos
objetivos: no slo continu su incansable persecucin del judasmo, sino que
en la era de Lutero dirigi cada vez ms su atencin a dos grupos .los iluminis-
tas y los erasmistas.
La secta de los iluministas, o alumbrados, era de origen exclusivamente es-
paol, como lo revela tal vez su peculiar ,carcter mstico. Surgida con indepen-
dencia del protestantismo, exista ya en 1512 en Guadalajara y Salamanca, y
comenz a existir entre un grupo de franciscanos, algunos de los cuales eran
conversos de ascendencia juda.44 El iluminismo era una aberracin del misti-
cismo. Su credo (;onsista en la sumisin de la voluntad a Dios y en la .capaci-
dad -o supuesta capacidad- de establecer comunicacin personal con la esen.
cia divina por medio del xtasis, considerando que en tales ocasiones no podan
cometer pecado, lo cual los llevaba frecuentemente a determinar la inutilidad
de las buenas obras. Algunos de sus practicantes encontraron en estas doctri-
nas un pretexto adecuado para dar rienda suelta a sus pasiones sexuales, y no
es una mera coincidencia que uno de los cabecillas no oficiales del movimiento
fuera la enamoradiza Francisca Hernndez, de quien los hombres hablaban
con fantica veneracin y las mujeres Con no tanto respeto.45 Otros simple-
mente se presentaban como santos y profetas, muchas veces con fortuna, con-
siguiendo la proteccin de la nobleza. A comienzos del decenio de 1520 se des-
cubri en Toledo un floreciente grupo de iluministas, formado en su gran mayora
por monjas y frailes. La Inquisicin no encontr dificultades para erradicarlo,
y mediante un edicto del 23 de septiembre de 1525 conden la doctrina del ilu-
minismo. A partir de entonces el movimiento tuvo escasa importancia, pero
la Inquisicin mantuvo siempre una estrecha vigilancia sobre los sospechosos
de pertenecer a l, de manera que todo aquel que estuviera animado de entu-
siasmo religioso era un probable sospechoso. As, Ignacio de Loyola, el futuro
~. Bataillon, Erasme el I'Espagne, pp. 65.75, 179-242; Kamel1, Inquisition and Society in
Spam, pp. 67-68; Haliczer, lnquisilion and Society in 'he Kingdom o/ Valencia, pp. 276-217.
45. A. Selke, Algunos datos nuevos sobre los primeros alumbrados)), Bulletin Hispanique,
LXIV (19l2), pp. 12l.152.
LOS AUSTRIAS (1516-1598)
82
fundador de la Compaa de Jess, fue encarcelado en 1527 e interrogado en
tres ocasiones como sospechoso de inclinaciones iluministas.
Aunque el iluminismo espaol precedi a la revuelta luterana, muchas de
sus doctrinas -como la inutilidad de las obras externas- eran similares a las
del reformador alemn y, de hecho, 'este movimiento prepar el camino para
la iItroduccin del protestantismo en Espaa." En 1520 se public en Flan-
des una traduccin espaola del comentario de Lutero a la Epstola a los gla-
tas, a la que sigui la de su obra Libertad. del cristiano. Poco era lo que se saba
en este momento en Espaa sobre Lutero ms all de un rumor general sobre
un hereje que se ha levantado en Alemania. Pero alentado por Roma, el in-
quisidor general Adriano public el 7 de septiembre de 1521 el primer decreto
contra libros luteranos en Espaa. A partir de entonces las autoridades ec1e-.
sisticas mantuvieron una estricta vigilancia contra la penetracin de literatura
y misioneros luteranos, especialmente en los puertos del norte, aunque no con-
siguieron un xito total. Un decenio despus de iniciada la rebelin luterana,
nuevos nombres, desconocidos para la mayor parte de los espafioles, se haban
aadido a la lista de reformadores protestantes Y sus escritos se difundan por
Espaa sin c.ortapisas. Los propios inquisidores no siempre estaban seguros res-
pecto a cules eran.sus objetivos, Ysu incapacidad para identificar las doctri-
nas herticas con un mnimo atisbo de seguridad explica en parte la torpeza
de sus mtodos y la virulencia de sus acusaciones. Los juicios aislados de su-
puestos luteranos que se celebraron en los aos 1520 y 1530 no revelaron la exis-
tencia de una hereja organizada en Espaa, pero demostraron ms all de toda
duda cun fcil era utilizar la Inquisicin como medio de ejercer una venganza
personal y hasta qu punto un numeroso sector de la sociedad laica espaola
ignoraba las doctrinas catlicas ms elementales. En diversos lugares se seala-
ban coma vctimas a algunos espaoles y extranjeros. En 1523 el tribunal de
la Inquisicin de Mallorca ejecut a un tal Gonsalvo el Pintor como sospecho-
so de luteranismo.47 En 1524 un alemn llamado Blay Esteve fue condenado
como luterano por el tribunal de Valencia y en 1528 un individuo de nombre
Carne lis, pintor de Gante, fue encontrado culpable de luteranismo por el mis-
mo tribunal y sentenciado a cadena perpetua. Ese mismo ao el tribunal de
Toledo comenz el juicio contra Diego de Uceda, sobre el que pesaba la acusa-
cin de luteranismo. Este caso es singular entre los primeros procesos, en parte
porque es el primer caso de luteranismo juzgado en Toledo y tambiJ?-porque
Uceda no era luterano, sino seguidor entusiasta de las enseanzas de Erasmo ..;8
La difusin de las doctrinas de Erasmo inici una nueva fase en el renaci-
miento espaol. Hasta cierto punto el terreno estaba ya abonado. La estima
de que gozaba la erudicin en Espaa propiciaba un clima intelectual favora-
46. Sobre los inicis del protestantismo en Espaa vase J. E. Looghtrrst, Luther in Spain:
152Q..154011. Proceedings o/ the American Philosophical Society, cm (1959), pp. 66-73.
47. Como sei'1a1aLea, A History o/ the lnquisition o/ Spain, vol. 11I, p. 413. es dificil dar
crdito a una acusacin de estas caracteristicas en esa fecha.
48. Va~e J. E. Longhurst, Luther and the Spanish lnquisition.' (he case o/ Diego de Uceda,
1528-J529, Albuquerque, 1953.
CARLOS I DE ESPAA 83
~"
..
'"-~,,;ble a la introduccinde sus escritos. En 1516,tras la publicacin de su versn
del Nuevo Testamento, el propio Erasmo fue invitado a Espafta por el cardenal
Cisoeros, aunque "finalmente la visita no se llev a efecto.49 Al mismo tiempo,
el ataque contra los abusos monsticos iniciado por los reformadores espao-
les, aunque tena un contenido ms positivo que la ridiculizacin de las rde-
nes religiosas realizada por Erasmo, posibilit un nuevo punto de contacto. Eras-
mo, que defenda la necesidad de una reforma general de la Iglesia, converta
en objeto de sus stiras a todo aquel que consideraba responsable de corrup-
cin, instando al retorno a la sencillez de los tiempos apostlicos. En las etapas
iniciales de la ruptura de Lutero con Roma se neg a tomar partido y aconsej
moderacin a ambas partes. Desde su punto de vista, la Iglesia tena que refor-
marse antes de comenzar a condenar otras doctrinas. Sin embargo, en 1521sus
principios 10 oblig~ron a enfrentarse a Lutero sobre la cuestin del libre ~lb~-
dra y a partir de entonces en Espaa quedaron disipadas las dudas que exis-
tan respecto a su ortodoxia. Poco importaba a los espaoles que en Roma hu-
biera reservas sobre sus doctrinas, por cuanto la poltica de Clemente VII
despertaba suspicacias en Espaa y era hostil a Carlos V. Lo cierto es que las
opiniones de Erasmo fueron bien recibidas por aquellos que ambicionaban la
concordia cristiana y deseaban alcanzarla bajo los auspicios del emperador ms
que del papa. so En la corte de Carlos V haba influyentes partidarios de Eras-
mo, entre los que se inclua el secretario del emperador, el latinsta Alfonso de
Valds. Desde 1522 la corte se hallaba en Espaa y, por tanto, los erasmistas
espaoles ocupaban una posicin estratgica para promocionar y proteger los
escritos de su maestro. En la universidad de Alcal los seguidores de Erasmo
eran ms numerosos an que en la corte, mientras que Juan de Vergara, que
haba trabajado en la Biblia Polglota, colabor en e'lapoyo del erasmsmo con
el prestigio de su erudicin y la influencia de su posicin como secretario del
arzobispo Fonseca. Esto tena gran importancia. Los dos cargos eclesisticos
ms importantes de Espaa estaban ocupados por entusiastas de Erasmo. Uno
de ellos, Alfonso de Fonseca, arzobispo de Toledo, le concedi una pensin
de 200 ducados de oro mientras trabajaba en la edicin de las obras de San
Ag~stn, y Alfonso Manrique, arzobispo de Toledo e inquisidor general, lo pro-
tegI cuando Edward Lee, embajadnr de Enrique VI1I en Espaa, inducia a
los franciscanos a que lo acusaran de hereja.
Entre 1522 y 1525 se produjo el triunfo del movimiento erasmista en Espa-
a. Acogidos con entusiasmo por los humanistas y con la aprobacin de Fon-
seca y Manrique, muchos de sus escritos se publicaron en traducciones espao-
l~.sl El propio Erasmo, que en un principio desconfiaba del clima de opinin
exIstente al otro lado de los Pirineos, no tard en ser consciente de la populari-
dad de que all gozaba y expres su gratitud por ello: debo ms a Espaa que
a mi propio pas o a otro cualquiera. Sin embargo tambin tena enemigos.
En Espaa, as como en otros lugares, continuaba con toda virulencia la con-
troversia sobre su ortodoxia y la tensin aument a medida que se radicaliz
el enfrentamiento religioso en Alemania. Las rdenes monsticas, que eran el
blanco principal de los ataques de Erasmo, lanzaron su ofensiva y lo acusaron
de hereja, especialmente despus de que apareciera una traduccin espaola
del Enchiridion -con una dedicatoria a Manrique- en 1527. Para dar mayor
fuerza a sus ataques consiguieron el apoyo de la Inquisicin, en la que slo
algunos de sus componentes eran tan liberales como el inquisidor general y en
la que algunos de los oficiales eran tambin frailes. Para resolver la cuestin
de la ortodoxia de Erasmo. Manrique convoc en Valladolid, en 1527, una asam-
blea de 32 telogos para examinar una lista de proposiciones de Erasmo Y.dado
que, transcurridas seis semanas de discusiones fue imposible llegar a un punto
de acuerdo, prohibi los ataques contra el erudito, decisin que un breve papal
intent modificar exculpando tan slo sus crticas hacia Lutero. ~2 Por indica-
cin de Alfonso de Valds, Carlos V envi a Erasmo una carta amistosa en la
que le comunicaba que no deba temer una decisin desfavorable para l Yen
la que expresaba su conviccin personal respecto a su piedad. ~l
Durante los dos aos siguientes, mientras se multiplicaban en Espaa las
traducciones de las obras de Erasmo, que alcanzaron entre los sectores ms cul-
tivados una popularidad muy superior a la que gozaban en cualquier otro pas,
europeo, algunos de sus seguidores comenzaron a producir tambin literatura
humanista. En 1527 y 1528 Alfonso de Va1ds escribi dos dilogos populares
en castellano contra los abusos clericales, justificando el saqueo de Roma por
la perversidad del papa y elogiando las proposiciones de Erasmo. ~4 El nuncio
papal en Espaa, Baltasar de Castiglione, autor de El Cortesano, exigi que
se requisaran y destruyeran todos los ejemplares de los escritos contra el papa,
a lo cual se neg el inquisidor general. En el verano de 1530 Valds se entrevist
personalmente con Melancthon en Augsburgo y, aunque en Espaa cobraba
fuerza el movimiento de oposicin contra l, continu gozando del favor de
Carlos V hasta el ltimo momento. En 1529 el hermano de Alfonso, Juan de
Valds, public su Dilogo de doctrina cristiana, en el que no slo ensalzaba ";
las virtudes de Erasmo sino que afirmaba que sus enemigos eran estpidos y f;
que d"esconocan el alcance de la piedad cristiana real. En esta ocasin la In-
quisicin actu rpidamente y comenz una serie de investigaciones que deter-
minaron la huida de Valds a Italia y su posterior condena por hereja~ as como
la prohibicin de sus obras en Espaa. ~~
La condena de Juan de Valds es un signo de los tiempos. La Iglesia espa-
58. E. Schiifer, Beitrage zur Geschichte des spanischen Protestantismus. Gtersloh, 1902. 3
n.
vols.; vol. pp. 1-271, 342, 352.
" Captulo III
EL EMPERADOR CARLOS V
1. Vase P. Rassow. Die Kaiser-Idee Karls V, Berln. 1932. pp. 232-233. Vase una visin espa~
ftola de la polItica internacional de Cartos V en J. M. Doussinague, Lapoltica exterior de Espaila
en el siglo XVI, Madrid. 1949. pp. 123.290.
88 LOS AUSTRIAS (J516.1598)
1. Carlos V, de Tiziano, detalle (reproducido por cortesa del Musco del Prado).
8. Sobre los problemas de EspaJ'Ja en el Mediterrneo vase la gran obra maestra de F. Brau-
del. La Mditerrane el le monde mditerranen a i'poque de Philippe 11. Pars. 1949 (hay trad.
cast.: El Mediterrneo, Espasa-Calpe, Madrid. 1988).
EL EMPERADOR CARLOS V 93
'iando incursiones contra la costa espaola. En este caso, exista el peligro adi-
:.cional de que encontraran aliados entre los moriscos, moros que haban decidi-
':-do permanecer en Espana y a los que las autoridades espaolas consideraban
} como un elemento subversivo. En esta coyuntura, en 1516 piratas de origen tUl"-
_.. co establecieron s\l dominio sobre Argel, donde encontraron refugio entonces
1/ un gran nmero de sus amigos moros. El nuevo Estado, pronto enriquecido
~ gracias al pillaje, Comenz a construir flotas, convirtindose en una potencia
en el Mediterrneo, una amenaza para los cristianos a los que apresaban para
obtener un rescate en dinero, y una fuente de inseguridad en lo que en otro
tiempo eran aguas seguras del Mediterrneo occidental. En esta zona estaban
directamente afectados los intereses espaoles, as como los de toda Europa,
aunque sobre Espaa recaa el grueso de la responsabilidad de la defensa y la
contraofensiva, en una guerra que resultaba perjudicial tanto desde el punto
,'!.' de vista econmico como para su prestigio. Como esta situacin coincidi con
la guerra contra Francia, los dos enemigos de Espaa cooperaron y concluye-
ron la alianza francoturca, que fue un escndalo en toda la cristiandad pero
tambin una tentacin irresistible para la diplomacia francesa. Otra tentacin
del mismo tipo era Alemania.
En el mismo ao en que Carlos V lleg a Espaa, en 1517, Lutero public
sus tesis contra las indulgencias. La crisis religiosa, junto con los obstculos
polticos que encontraba el gobierno imperial en Alemania, redoblaron las pre-
siones sobre Carlos V y sobre Espaa. Pese a que posean el ttulo impeal,
los Habsburgo tenan escaso poder en Alemania fuera de sus dominios y pron-
to comprendieron que era poco lo que podan hacer contra el partiwlarismo
de los prncipes alemanes. Adems, debido a su distancia de los acontecimien-
tos, el monarca espaol tuvo que renunciar a intervenir personalmente en Ale-
mania, aunque mantuvo en sus manos la direccin poltica. En 1521 nombr
a su hermano Fernando representante permanente en Alemania y en febrero
de 1522 le cedi sus posesiones austracas, de manera que Fernando se convir-
ti en archiduque de Austria, vindose as compensado de la prdida de sus
perspectivas de futuro en Espaa. La rebelin protestante determin que Ale-
mania escapara an ms al control del emperador y abri una nueva brecha
en sus defensas. Era sa una debilidad que muchos de sus enemigos podan
explotar y Francia en particular comenz a buscar un aliado en las filas protes~
tantes, as como en el islam. Al monarca espaftol le resultaba extraordinaria-
mente difcil separar los aspectos polticos y religiosos en Alemania. Carlos V,
al margen de su propia posicin ortodoxa, valoraba la paz religiosa en su "impe-
rio como condicin necesaria para la unin poltica. En su aspecto po"ltico el
luteranismo poda implicar una mayor independencia de los prncipes respecto
del imperio y reforzar el desarrollo de unidades autnomas en las que sus go-
bernantes fueran al mismo tiempo cabeza de la Iglesia y del Estado. En rea-
lidad, los prncipes no se vieron muy beneficiados por la Reforma, porque
su penuria los oblig a vender territorios eclesisticos y sus constantes y cada
vez mayores demandas de dinero permitieron a las asambleas representati-
vas conseguir nuevos privilegios y una cierta influencia en los asuntos ecle-
i
,
l'.1
94 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
9. F. L. Carstcn, Princes and Parliaments in Germany from the lifteenth to thc eighteenth
century, Oxfard, 1959, pp. 431, 437.
EL EMPERADOR CARLOS V 95
de que el emperador estaba obligado a convocar un concilio cuando la situa-
"cin crtica de la cristiandad as lo exiga. Pero tambin convena a sus intere-
~ses,en primer lugar porque la probable diferencia de opiniones entre el conci-
t lio y el papa permita al emperador utilizar la amenaza de un concilio para
presionar al papa,do, y Carlos V conceda gran valor a esa arma en su diploma-
.~da antifrancesa. En segundo lugar, el emperador deseaba la celebracin de un
. concilio en el que pudiera expresarse libremente la opinin protestante para al- .
canzar un compromiso a travs de una cierta relajacin de la disciplina de la
Iglesia, en aspectos concretos como la autorizacin al clero para contraer ma-
Itrimonio y la celebracin de los servicios religiosos en las lenguas vernculas.
En este caso, lo que le impulsaba ~ mantener esa postura era ms la poltica
alemana que la idea de conseguir la revitalizacin de la Iglesia. En Espana nunca
haba tenido gran predicamento la teora conciliar, aunque incluso en la opi-
nin espaola 10 de comienzos del siglo XVI la cuestin de la reforma eclesis-
tica inclua la idea de un concilio ecumnico. Sin embargo, a la Iglesia espao-
la le interesaba ms el problema prctico de asegurar que se celebraran frecuentes
concilios reformistas y que se garantizara el cumplimiento de sus decretos que
la cuestin de la autoridad papal como tal, y siempre hizo gala de una hostili-
dad implacable frente al luteranismo en todos .10slugares donde se manifesta-
ba. Pero ni siquiera la importancia de Espaa le permiti a Carlos V conseguir
la alianza papal. Sus consejeros espaoles consideraban, al igual que el propio
monarca, que Pablo lB tena que abandonar su posicin de neutralidad en el
conflicto entre su seor y Francisco I. y basaban esa conclusin en que el papa
estaba obligado a apoyar a una nacin ortodoxa como Espaa antes que a otra
poco segura corno Francia. Pero lo cierto es que cuando el papado abandon
su neutralidad no siempre lo hizo a favor de Espaa.
En el enfrentamiento entre Jos Habsburgo y los Valois, el rey de Francia po-
da contar con nUqJ.erososaliados dispuestos a ofrecerle ayuda material y mo-
ral: los turcos otomanos, los protestantes alemanes, Dinamarca, el papa y mu-
chos prncipes italianos, todos ellos hostiles a Carlos V, en mayor O menor
medida. Por su parte, las posesiones europeas del emperador, dispersas y no
integradas en un conjunto coherente. estaban expuestas a numerosos enemigos
y contaban con muy pocos aliados. Slo el rey de Inglaterra y el sha de Persia
apoyaban en ocasiones la causa de los Habsburgo, el primero contra Francia
y el segundo contra los turcos. En un mundo hostil, la alianza inglesa poda
ser de gran utilidad para Carlos V. El futuro enfrentamiento martimo-colonial
entre Espaa e Inglaterra no se haba planteado todava, aunque estaban co-
brando forma los elementos que lo originaran. En cualquier caso, Inglaterra
no era todava una gran potencia. Sin embargo, para el emperador Inglate-
rra te.na una gran importancia diplomtica y un valor estratgico an mayor.
10. Va~e H. Jedin, A History 01 the Counci/ 01 Trent, vol. J, trad. ing., Londres, 1957 (hay
trad. cast.: Historia del Concilio de Trento, Eunsa, Pamplona, 1981, 4 vals.). Tambin R. Burgos,
Espaa en Trento, Madrid, 1941;C. Gutirrez, Espaoles en Tremo, Valladolid, 1951; F. Cereceda,
Diego Lainez en la Europa religiosa de su tiempo, 1512./565, Madrid, 1945-1946, 2 vals.
96 LOS AUSTRlAS (1516-1598)
,
terbury con Enrique VIII en 1520 y mediante el proyectado matrimonio del pro-
pio Carlos V can Mara Tudor en 1521. La boda no lleg a celebrarse pero la
alianza perdur casi sin interrupcin durante todo el reinado y culmin en otra
unin matrimonial, la del hijo de Carlos V, Felipe, con Mara Thdor en 1554.
En ese momento el emperador atribua una impar.taneia vital a la alianza In-
,
glesa para la defensa de los Paises Bajos y de sus comunicaCiones con Espaa.
f~{:truccin naval, era difcil sustituirla. y Carlos V no lo intent. Hasta tal punto
;.: llegaba la paralizacin de la costa catalana que cuando en 1562 Felipe II deci-
': di poner en mar..chaun amplio programa de construccin y armamento naval
tuvO que conceder los contratos a astiUeros italianos, y para intentar revitalizar
el arsenal de Barcelona se vio obligado a utilizar tcnicos genoveses.13
El obstculo decisivo para que Espaa pudiera conseguir el poder marti-
mo era la escasez de pertrechos navales imprescindibles. Espaa se hallaba en
una gran desventaja respecto a los turcos, cuyo aprovisionamiento de madera
de la regin del mar Negro era ca"i inagotable. Al igual que sus vecinos, se vea
afectada por la deforestacin general del Mediterrneo occidental y central. y
careca de madera suficiente para construir mstiles y de roble para los cascos.
En el siglo XVI, Espaa se vio obligada cada vez en mayor medida a aprovisio-
narse de madera en el Bltico. lo que significaba mayores distancias a recorrer
y ms obstculos que salvar que sus enemigos del norte de Europa:l" El go-
bierno de Carlos V dedic muy poca atencin a las condiciones esenciales de
la posicin martima de Espaa pero, ocasionalmente, el emperador invirti
grandes sumas de dinero. Al igual que la mayor parte de los gobernantes del
siglo XVI organizaba sus fuerzas navales cuando las necesitaba mediante con-
tratos con armadores privados, en lugar de disponer de una armada real per-
manente. En Espaa el mayor contratista era lvaro de Bazn, padre del marqus
de Santa Cruz, que fue quien concibi la idea de la Armada Invencible. Por
otra parte, la situacin del emperador en el Mediterrneo habra sido real-
mente desesperada sin los barcos que alquilaba a su aliado genovs Andrea
Doria.
Si Espaa no poda proporcionar a Carlos V una flota poderosa, s pudo
ofrecerle el mejor ejrcito de Europa. La larga lucha contra los moros en Espa-
a haba determinado el desarrollo de una tradicin militar que subsisti tras
la cada de Granada en ,1492. La carrera militar se haba convertido en una pro-
fesin bien considerada y rentable no slo para la pequea nobleza sino para
el conjunto de la poblacin .. En consecuencia, el reclutamiento no era un pro-
blema insuperable y tras la experiencia de la guerra de Granada se estableci
en 1496 ona forma modificada de servicio militar nacional que fue el primer
paso en la sustitucin de las huestes feudales por un ejrcito nacional, recluta-
do, pagado y controlado por el gobierno central.
El ejrcito espaol destacaba sobre todo por su infantera, cuya superiori-
dad fue sealada por Maquiavelo y se mantuvo hasta el perodo de la guerra
de los Treinta Aftas. De hecho. las fuerzas de infantera para las guerras en el
exterior fueron las nicas organizadas con seriedad en Espaa durante el siglo
XVI. Por 10 que respecta a la pennsula. slo se utilizaban las milicias o fuerzas
de polica. ~ su tarea fundamental era mantener el orden pblico y la seguri-
15, Piero Pieri. Gosalvo di Cordova e lo origine del modern.o esercito. spagnolQ), Fernando
el Catlico e !talia, V Congreso de Historia de la Corona de Aragon, estudIOS, vol. 111, Zarago1.a,
1955. pp. 207.225. . _ . . d 2000
.
16 En los aos posteriores de la centuna el tamano del terCIOse redUJO a menos e .
.
hombres.
It~;
EL EMPERADOR CARLOS V 99
'v
:J:~.,
'roaba tener entre algunos de los sbditos del emperador. Pero si el ejrcito es-
.~_'paolreflejaba la situacin social de Espaa, tambin reflejaba con frecuencia
..,.,.elestado de la Hacienda real. El motn, muchas veces perfectamente organiza-
do, era un mal endmico en el ejrcito espaol del siglo XVI y generalmente se
:produca por la imposibilidad del gobierno de pagar a las tropas. Espaa, aun-
"que prolfica en cuanto al nmero de soldados, no poda aportar tropas sufi-
~cientespara las numerosas campaas del emperador, que tena que recurrir taro-
in a mercenarios reclutados en diferentes partes de sus dominios, como
'alemanes y valones. La disciplina de estos regimientos, menos fiables que las
'tropas espaolas, dependa totalmente del pago de sus soldadas, lo cual depen-
da a su vez;de la capacidad del emperador para conseguir dinero. Sin embar-
.~-go,Carlos Y no era el nico monarca con dificultades econmicas, y aunque
,.'susrecursos nunca estuvieron a la altura de sus compromisos, por .lo general
Jena mayor disponibilidad de dinero que su rival europeo ms poderoso, Franw
cisco 1 de Francia.
el ncleo central de los intereses del emperador, argumentando que una vez que
los franceses hubieran sido expulsados de Italia podra establecer un pacto <:on .;;
el papa y controlar toda Europa. La influencia de Gattinara cambi la orienta-
cin de la poltica de Carlos V, pero en parte esto se debi a que sus consejos .,~
coincidan tambin con los intereses estratgicos del imperio Habsburgo. 'Mi-
ln, feudo en otro tiempo del imperio alemn, ocupaba una posicin clave en
el eje hispanoaustraco; dado que tena fcil acceso desde Gnova constitua .~.
un nexo vital en la lnea de comunicaciones entre Espaa y el Franco Condado,
as como entre Espaa y el Tirol.17 Carlos V, convencido de la importancia de
Miln; actu con rapidez y envi una expedicin a Lombarda que conquis ..~
t Miln para el emperador en noviembre de 1521. En enero de 1522 el antiguo '('
tutor de Carlos V, ahora regente de Espaa, Adriano de Utrecht. fue elegido :'~
papa con el nombre de Adriano VI. As pues, las dos condiciones de Gattinara ,'-
para el xito del imperio de Carlos V -el dominio en Italia y la alianza con
el papado- estaban a punto de verse cumplidas y en agosto de 1523 el empera-
dor y sus estados vasallos, junto con el papa, Venecia, Florencia e Inglaterra.
estaban aliados contra Francisco I. Pero Adriano VI. que era la pieza clave de
la alianza, muri en septiembre. sucedindole Clemente VII, cuya eleccin dio
comienzo a una serie de papas italianos deseosos ante todo de mantener el equi-
, librio entre las dos grandes potencias, Quedando incumplida as una de las con- "
diciones fundamentales para el xito de la poltica de Gattinara.
, Pero, mientras tanto, Carlos V haba estado Of;upndose del flanco norte. ' '
As, el 16 de junio de 1522 haba concluido en Windsor una alianza con Enri-
que VIII, a la que sigui un tratado secreto.18 Como consecuencia de ese pac- ,
to el monarca espaol quedaba prometido a la hija Enrique VIII, Mara, que'
tena entonces seis aos de edad, y los aliados acordaron un plan para la con-'
quista total de Francia por medio de unos ejrcit.os a cuyo frente estaran los;
dos reyes en persona. En el reparto del botn correspondera a Enrique VIII'.
la corona y las provincias occidentales del reino, mientras que el emperador ,~.
recuperara todos los antiguos territorios borgoones, a los que aadira Lan-
guedoc. Provenza Y el valle del Rdano. consiguiendo as un nuevo nexo entre ';
Espaa e Italia. y las posesiones habsburguesas del norte. A pesar de su natu~ :
raleza fantasiosa, el tratado de .Windsor constituye una expresin elocuente de. '
la naturaleza dinstica y caballeresca de la poltica de Carlos V en ese momen-
to, y sirve como justificacin de la resistencia francesa al poder de los Babs.;
burgo. Ambos monarcas actuaron con pleno convencimiento al plantear esos ~
objetivos y la actitud belicosa del emperador responda a un
proyecto que siempre .
haba acariciado en lo ms profundo de su ser, la recuperacin de su patrimo- .
nio borgon. Lo cierto es que el plan era irreal y ,estaba condenado al fracaso,"
porque subestimaba la debilidad militar y financiera de los aliados y la gran'
capacidad defensiva de Francia.
17. Sobre el Milan imperial vase F. Chabod. Lo Sialo di Mi/ano nell' Impero di Carlo v."
Miln, 1934.
18. Vase Calendar olSlate Papers. Spanish. Further Supplement lo vols. 1 and 2 (/513-1542),
ed. G. Mattingly. Londres, 1947, pp. Xvn-XVUL
EL EMPERADOR CARLOS V 101
'i
!.. Siendo Inglaterra un aliado diplomtico ms que militar y dado que el papa
.'paba comenzad? a desinteresarse por la coalicin formada en tiempo de su
.. ,'antecesor, la perspectiva de unir toda Italia en contra de los franceses pareca
1 ~)an lejana como la conquista de F.rancia. Francisco [ reconquist Miln en De-
l tubre de 1524 y en diciembre Clemente VII concluy una alianza con Francia
J: y Venecia. En esas circunstancias, Carlos V lleg a la conclusin de que no me-
(l reca la pena llevar a efecto la proyectada boda con la princesa inglesa, ya que
'Ji una novia portuguesa aportara, en concepto de dote, una cantidad mayor de
)f efectivO. que le permitira resolver la cuestin de Italia antes de recuperar su
,,~.'gran proyecto contra Francia. En ese momento recibi la noticia (ellO de mac-
.zo de 1525) de que sus generales, Pescara, Leyva y Lannoy, haban derrotado
, totalmente a los franceses en Pava haciendo prisionero a Francisco I. Car-
los V estaba en situacin de establecer las condiciones de paz sin teoer en cuen-
: ta a Inglaterra. Sin embargo, le result mucho ms difcil completar su victoria
sobre Francia. En efecto, el cautiverio del monarca francs en Madrid, aunque
; fue un acontecimiento que conmovi a los contemporneos. no poda resolver,
por s solo, el problema de poder planteado por las relaciones de Carlos V con
::,'Francia ni poner fin al dilema de dar la prioridad a Italia o a Borgoa. Sus
. consejeros espaoles le instaban a abandonar el espejismo italiano y el empera-
dor. contra el parecer de Gattinara, rechaz la oferta de Francisco 1 de pagar
un elevado rescate, abandonar Italia y renunciar a todas sus pretensiones sobre
Flandes y Artois, pues deseaba sobre todo el ducado de Borgoa. En cualquier
caso, qu valor tenan esas ofertas? Por el tratado de Madrid, firmado el 15
de enero de 1526, Francisco 1se comprometi, a cambio de su libertad, no slo
a renunciar a sus derechos sobre Italia y Flandes, sino tambin a entregar Bor-
goa al emperador. Pero ste comprendi que para hacer cumplir el tratado
sera necesario el uso de la fuerza y un gasto considerable.
En efecto, lejos de cumplir las clusulas del tratado de Madrid, Francisco 1
organiz la Liga de Cognac contra el emperador. Fuera o no la aspiracin de
.
Carlos V conseguir un imperio univcrsal.lo cierto es que aun sin tener en cuen-
ta ninguno de los territorios en disputa -Miln y Borgoa- sus dominios eran
ya demasiado universales 'ylesionaban demasiados intereses como para no pro-
vocar un resentimiento generalizado Y. por lo que respecta a su objetivo de al-
canzar la concordia cr~stiana. no puede decirse que estuviera presente en las
exigencias que haba planteado en el tratado de Madrid. A Francisco I no le
fue difcil, en consecuencia, encontrar aliados en Italia, en primer lugar el papa.
pero tambin Venecia, Florencia y otras ciudades. y al mismo tiempo Enri~
que VIII abandon momentneamente la alianza espaola. Ese refuerzo del
frente enemigo en Italia ,era peligroso para Carlos V, quien en un movimiento
defensivo decidi dirigir sus fuerzas contra el eslabn ms dbil de la cadena
el papa. Pero empezaba ya a dejarse sentir la falta de dinero. era difcil contro:
l~r a unos ej,rcitos que no haban recibido su soldada y el asalto de Roma rea~
hzado en mayo de 1527 por tropas espaolas y alemanas fue seguido del pillaje
y de profanaciones sacrlegas que se prolongaron durante toda una semana.
Ahora bien, estas campaas, al igual que la victoria de Pava, no pennitie-
102 LOS AUSTRlAS (1516-1598)
que senta la presin del poder de los Habsburgo en todos sus territorios fron-.t,
terizos, atacara cuando se le presentara la oportunidad. La muerte del duque .,'
de Sforza de Mt+.nen 1535 determin que se planteara de nuevo la cuestin 'f:~'
de Italia al pretender el gobierno francs que el sucesor fuera uno de sus candi- " i
datos, y cuando en marzo de 1536 un ejrcito francs invadi Sabaya y Pia- '",:::1
monte y ocup Tudn se cerni una inminente amenaza sobre Miln. En conse- .1:
cuencia, Carlos V no pudo completar su campaa de xitos en frica, en 1535,J
que culmin con la conquista de Tnez, porque se vio obligado a dirigir una lo'
.{
vez ms su atencin hacia Francia. A su regreso triunfal de Tnez y acarician- J
do la idea de la unificaci6n de la cristiandad y de la organizacin de un ataque-:'
-:.
19. Vase"supra, pp. 88.89.
EL EMPERADOR CARLOS Y lO3
~.~l'
-~ontra el poder turco. se encontr con que Francisco 1 segua interponirtdose
~ensu camino, lo que llev al emperador, en su encuentro con el papa en presen-
":cia de dos embajadore, franceses (17 de april de 1536), a dar rienda suelta a
~su exasperacin en un discurso en el que denunci el incumplimiento de las pro-
~~mesasrealizadas.por Francisco 1 y sus actividades subversivas en las posesiones
:; del emperador. anunciando que estaba dispuesto a ir a la guerra si no aceptaba
o :sus condiciones de paz. La nica alternativa que pudo ofrecer fue el enfrenta-
~.Granvela instaron al emperador a practicar una poltica de paz aunque eso sig-
.nificara ceder; Cabos porque era conocedor de]a situacin financiera del em.
':;{:, pecador, y Granvela llevado del d~seo de que el mantenimiento de la paz en
'~~:losfrentes italiano y flamenco dejara las manos libres a Carlos V para solucio-
., ':1:.:narel conflicto con los protestantes alemanes. Pero el monarca espaol en nin-
~'::gn momento estuvo dispuesto a hacer concesiones y todo parece indicar que
1-: permiti que sus ministros participaran en las negociaciones con el nico obje-
, tivo de ganar tiempo. Finalmente, contra el parecer de sus consejeros, pero ani-
~.;..
:...mado por sus dos principales comandantes, Andrea Doria y Antonio de Ley-
.11' va, Carlos V decidi reanudar las hostilidades. Tras el xito de sus operaciones
diez aftes y cuyas clusulas eran la formacin de una liga contra los turcos,
la guerra contra los protestantes y la cooperacin en un concilio general.
Sin embargo, dada la situacin la cooperacin era lo ltimo que caba espe-
rar y la lucha se reanud antes de 'que expirara la tregua, una vez -ms sobre
la cuestin de Miln. Francisco 1, aprovechando la coyuntura del agotamiento
de los recursos del emperador en la expedicin de Argel de 1541, renunci a
la tregua de diez aos en julio de 1542 y envi un ejrcito invasor a los Pases
Bajos. donde la administracin de Carlos V se vea ya acosada por la presencia
de la hereja y el descontento a propsito de las exacciones fiscales. Sin embar-
go, este tipo de amenazas impulsaban al emperador a dar lo mejor de s mismo
y actu con toda decisin. A fin de asestar un golpe definitivo a Francia. reno-
v la alianza inglesa (11 de febrero de 1543), orden a Cobos que reuuiera to-
dos los fondos disponibles en Espaa y acudi personalmente a Alemania para
concertar un compromiso religioso y conseguir dinero y tropas para realizar
un ataque contra Francia desde el este. Una vez conjurado el peligro en los Pa-
ses Bajos, Carlos V reuni un ejrcito en Metz y. mientras una fuerza inglesa
invada Normanda, penetr en Francia por Champagne llegando hasta una corta
distancia de Patis. Apoyndose en esa posicin ventajosa y deseoso de conse-
guir libertad de accin para enfrentarse a los luteranos en Alemania, decidi
negociar inmediatamente sin la participacin de su aliado ingls. En la paz de
Crpy (19 de septiembre de 1544) el rey francs renunci a sus pretensiones so-
bre los Pases Bajos y Npoles, mientras que el emperador le ofreca dos posi-
bles matrimonios al duque de Orleans, hijo segundognito del monarca de Fran-
cia: bien con su hija J\.1ara, lo que le reportara los Pases Bajos a la muerte
de Carlos Y, o con su sobrina, Ana de Hungra, con el ofrecimiento del ducado
de Miln un ao despus. Carlos V prefera la segunda alternativa, pero igno-
ramos si se trataba de un intento decidido de liberarse de la carga de Miln
y liquidar el problema italiano o de una medida desesperada para apaciguar
a Francisco 1 mientras l dedicaba sus energas a Alemania, ya que el duque
d" Orleans falleci antes de que ese proyecto matrimonial pudiera materia-
lizarse.2O
Teniendo en cuenta la actitud equvoca que mantuvo el emperador durante
muchos aos de discusiones acerca de Miln, probablemente no contempl en
ningn momento la posibilidad de renunciar a esa posesin ni lo consider como
otra cosa que un feudo que perteneca a su dinasta. En este asunto, como en
tantos otros, los objetivos de los dos monarcas seguan siendo los mismos de
antes, y el fracaso del acuerdo de Crpy dej sin resolver los problemas que
los enfrentaban. El emperador deseaba la paz porque tena que resolver urgen-
tes problemas en Alemania y los dos reyes estaban en paz cuando muri Fran-
cisco I el 31 de marzo de 1547. Pero si haba llegado a su fin la rivalidad de
los monarcas persista el conflicto de poder y las disputas telTitoriales entre Fran-
20. Sin embargo, sobre las prioridades que conllevaba este proyecto vase el acertado anlisis
de F. Chabod. Miln o los Pases Bajos? Las discusiones en Espaa sobre la "alternativa" de
1544, en Carlos V (/500-1558), Homenaje de la Universidad de Granada. Madrid, 1958, pp. 331.372.
EL EMPERADOR CARLOS V 105
~:. Durante las ltimas etapas de la lucha del emperador con Francisco 1 una
,:tercera potencia, los turcos otomanos, haban. intervenido al lado de Francia
"'para redoblar la presin sobre Carlos V en la Europa occidental, de la misma
'"trnanera que ya amenazaban su posicin en la Europa oriental y en el Medite-
x': rrneo. El poder turco, como el del emperador, era omnipresente y a Carlos V
: 1" le era imposible resistirlo con la misma fuerza en todas las zonas del imperio.
21. Vase B. Beinen, El testamento poltico de Carlos V de 1548. Estudio crticO, en Car-
1"" V (1500-1558), pp. 4Ot-438.
22. Sobre la poltica de Carlos V en la Europa oriental vase Chudoba. Spain and lhe Empi-
re, /519-1643, pp. 61-67, 7()..78,
106 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
presente en la campaa. Los turcos tuvieron que retirarse a Buda, aunque du_.
rante muchos aos seguiran lanzando constantes ataques contra H ungria y Aus-
tria. Mientras Carlos V estaba dispuesto a defender la herencia de la ,Casa de
Habshurgo en Austria, se negaba a comprometerse en la defensa de Hungra.
Por tanto, sobre este punto exista una divergencia de intereses entre l y Fer-
nando. Incluso durante su corta estancia en Viena en el otoo de 1532 el empe-
rador puso en claro. ms all de toda duda, que slo le interesaba la defensa
de la capital del Danubio y no la resolucin del problema hngaro, ya que tena
.otros compromisos que le obljgaban a intentar la pacificacin de la Europa onen-
tal. Pero aunque el emperador consideraba que el destino de Hungra no le afec-
taba directamente, no abandon totalmente a su hermano. pues al salir de Vie- ..1
na le asign algunas tropas. En el curso de los encarni7.ados enfrentamientos :,j
que se produjeron durante los aos 1530 fueron enviadas nuevas unidades de .,
tropas espafiolas, pero los Habsburgo tuvieron que limitarse a la defensa de una
angosta frontera en Hungra y dados los compromisos que tenian en otras zo- .'.:.
nas aceptaron de buen grado una tregua en noviembre de 1545.
Algunos de esos compromisos a los que se ha aludido tenan que ver tam-
bin con los turcos y tambin eran parte de una batalla perdida. Pero si la con-
tribucin espaola a la defensa del Danubio fue reducida, el emperador exigi
mayor apoyo para la defensa del Mediterrneo, donde se vean directamente
afectados los intereses de Espaa. En 1522 Solimn conquist Rodas, la isla
de los Caballeros Hospitalarios. obteniendo una nueva base desde la cual diri-
gir sus operaciones contra Carlos V. Para atacarle ms directamente tena un
aliado de vala inapreciable en la persona de Jair ed-Din Barbarroja, cristiano
renegado y uno de los piratas africanos ms sanguinarios. En nombre del islam ~"
y como vasallo del sultn, Barbarroja poda dirigir la lucha en el Mediterrneo ';~
occidental donde era la cabeza de una nueva potencia: Argel. Tambin Espaa.
haba puesto el pie en frica. Para la defensa de sus costas contaba con una '\
sucesin de fortalezas en el norte de frica que haban sido establecidas en el '..
reinado de Fernando de Aragn. Pero la intervencin en Italia haba hecho que"
Fernando no pudiera ampliar sus defensas africanas ocupando la zona interior'
del Magrib, y esa oportunidad perdida no volvi a presentarse de nuevo. A par-
tir de 151610s piratas de Berbera.se establecieron en Argel. colonizaron el inte. <,:
rior del Magrib y constituyeron un nuevo Estado en el Mediterrneo. occiden- _.~.
tal. En 1518 se situaron bajo la proteccin del sultn, y se convirtieron en su :~
brazo armado ms poderoso en la guerra naval con Espaa. Gradualmente co- 1
2. Lo emperatriz Isabel, de Tiziano (reproducido por cortesa del Museo del Prado).
LOS AUSTRIAS (1516-1598)
108
cados. ya que un gran nmero de moriscos habitaban .las regiones costeras, re-
motas y en gran medida indefensas, de la zona meridional y oriental de Espa-
Aa, moriscos cuya simpata hacia la causa del islam en el norte de frica era
bien conocida. Como acto de accin de gracias por la victoria de Pava, y te-
niendo en cuenta tambin la seguridad interna, Carlos V decidi en 1525 exten-
der el decreto castellano de 1502 a Valencia y plantear a los moriscos de ese
rcino la alternativa de expulsin o conversin.23 Esto provoc una revuelta ar-
mada en la sierra de Espadn en 1526, y tras unas negociaciones los moros acep-
taron el bautismo para evitar la expulsin. Pero la cuestin se complic con
la de los piratas de Berberia. En 1529, uno de los capitanes de Barbarroja diri-
gi una flota de galeras en una expedicin de saqueo contra la costa de Valen-
cia, haciendo numerosos prisioneros espaoles. Entretanto, la piratera conti-
nuaba ya que los argelinos se lanzaban contra las embarcaciones Y las costas
occidentales a la bsqueda de los abastecimientos que el norte de frica oc
poda proveerles. Espaa, que no haba continuado ias conquistas de Fernan-
do e ISabel en el norte de frica, pagaba ahora el precio de descuidar sus recur-
sos navales. Carlos V, enfrentado a una potencia martima. continu hurfano
de un proyecto para revitalizar el podero naval de Catalua, mientras que fra-
casaban todos los esfuerzos para organizar una flota eficaz en el sur de Espaa.
, Slo a comienzos del decenio de 1530 pudo el emperador dar respuesla al
poder naval del islam gracias a la ayuda de su nuevo aliado, Gnova. La impor-
tancia de los refuerzos genoveses se ilustra con el xito de la poderosa flota con-
ducida por Andrea Doria hacia el golfo de Corinto en 1532: ocup Palrs y
al ao siguiente captur Coron en el Peloponeso, aunque la ocupacin de am-
bas fue slo temporal. Es posible que esta expedicin sirviera para distraer la
atencin del sultn y aliviar la presin sobre Austria, pero tambin indujo a
Solimn a renovar sus esfuerzos. A la sazn se ali ms estrechamente co~ Bar-
barroja, a quien nombr comandante en jefe de la flota turca, y que demostr
slj.'arrojo al atacar 1a'costa de Italia y capturar Tnez expulsando al aliado moro
de Espaa, Muley Hassan. en agosto de 1534. Al mismo tiempo, Solimn co-
menz tambin a intentar estrechar su alianza con Francia. La lucha se centra-
ba ahora en el control del Mediterrneo central.
Carlos V y Espafia tenan que realizar un esfuerzo supremo. El podero na-
val turco era cada vez mayor y la amenaza estaba cada vez ms prxima de
las costas de Npoles, Sicilia y Espaa. Con el fin de dividir el frente naval
islmico en el Mediterrneo Yestablecer una base espaola entre Argel y Cons-
tantinopla, Carlos V decidi atacar Tnez. La oportunidad se present al fir~
marse la paz con Francia en 1535 y los medios necesarios se consiguieron me-
diante un subsidio extraordinario votado por las Cortes de Castilla y con la
confiscacin de remesas de particulares procedentes de las Indias. Una expedi-
cin numerosa, aunque organizada de forma apresurada, y que no inspiraba
mucha confianza a los consejeros castellanos del emperador, parti de Barce-
lona para reunirse en Cerdefia antes de poner rumbo hacia el norte de frica.
erito por el Edicto de Worms, pudo contar con la proteccin del elector de Sa- .!
jonia, mientras que 10 que Carlos V consideraba como un cisma temporal se
convirti en una ruptura duradera, cuyas ventajas polticas fueron explota~as _;.
tanto por los reformadores como por los prncipes. En junio de 1526 una de- ',-.
daracin realizada en trminos vagos por la Dieta de Espira se interpret como
el derecho de cada prncipe a decidir la religin en su propio Estado. En .1529,.,,;
en una nueva Dieta en Espira, la mayora catlica reafirm la decisin de Worms ?
contra el luteranismo y, al tiempo que negaba cualquier derecho a los reforma- .,-:
dores, exiga tolerancia para los catlicos en los estados reformados. Esta deci-' '.;
sin. que a primera vista constitua un xito, fue el inicio del camino hacia el -i
desastre para Carlos V y para la causa catlica. Los luteranos protestaron con- .~
tra ella y comenzaron a perfeccionar su organizacin poltica. En ese momento t
Carlos V decidi pasar personalmente a la accin. Con las manos libres al ha- .'.:
ber puesto fin a la guerra con Francia en la paz de Cambrai (1529) y recin ..~
conseguida su coronacin de manos del papa, regres a Alemania despus de _.~
ocho aos de ausencia y asisti a la Dieta de Augsburgo en 1530. En el squito .
del emperador en Augsburgo figuraban numerosos erasmistas, entre ellos su :"
secretario Granvcla, y aunque no es seguro que l estuviera influido por las ideas :-.
de Erasmo, 10 cierto es que hizo gala de una gran paciencia durante las largas :.!
discusiones e intent encontrar una solucin que no comprometiera el dogma ";~,
catlico. Pero sus intentos de arbitraje fracasaron e incluso su oferta de convo- "
car un concilio general fue rechazada por los protestantes, as como por el papa. ~
Los protestantes salieron de Augsburgo con su frmula intacta, aunque recha-.-j.,;
zada -la profesin de fe presentada por Melancthon Yconocida como la Con- --~
fesin de Augsburgo- y consiguieron hacerla sobrevivir. No haba nada que.':;
Carlos V pudiera hacer excepto recurrir a la fuerza, lo cual no entraba en sus ,}
planes. Por tanto, las amenazas sin sanciones fueron de escaso efect.o, excepto '.:
el de impulsar a los protestantes a reforzar su posicin poltica formando la _!~
Liga de Esmalcalda (febrero de 1531), dirigida por el elector de Sajonia y el'
landgrave de Hesse, y aliada potencial de los otros enemigos del emperador~ .:~
en el norte de Europa. ,.
Pero el imperio tambin estaba amenazado por el Turco. El hermano de Car-.~:
los V, Fernando, que acababa de obtener el ttulo de Rey de Romanos (enero ';~:
de 1531) necesitaba urgentemente la ayuda de los prncipes alemanes para de- .r.
rnder sus dominios frente a Solimn. La invasin turca de Austria en 1532oblig ':~
a Carlos V a aceptar un acuerdo temporal en Alemania, conocido como la paz ~: j;.;
de Nuremberg (mayo de 1532), mediante la cual se alcanz una paz general enJ
el imperio. en el que nadie sera condenado por sus convicciones religiosas; :
hasta la celebracin de un concilio. La medida result eficaz para alcanzar los::,~
objetivos pretendidos. y con el apoyo protestante el emperador consigui orga-;j;
nizar un poderoso ejrcito que liber Austria y forz la retirada de los turcos. J
Durante todo el decenio de 1530 Carlos V se vio obligado a seguir contem--~
porizando con los protestantes. en parte porque la presin de los turcos era'
agobiante,.en parte a causa de Francia, pero sobre todo, tal vez, debido a su ,:
desesperad'a situacin financiera. Por todas esas razones el emperador deseaba "~')i
EL EMPERADOR CARLOS V 1I3
T,
cbnseguir UD frente unido en Alemania y para ello estaba dispuesto a ceder an
~ s. por otra parte, tanto Carlos V como Granvela tenan la conviccin de que
.iI emperador le asista el derecho de resolver los problemas religiosos, si era
lecesario sin la intervencin del papa, y crean que la renovacin catlica tena
que comenzar con la supresin de los abusos en la Iglesia. As pues, terica-
7.inentePablo III debera de haber sido la respuesta a sus esperanzas, pues se
'trataba de un papa reformista y deseoso de convocar un concilio. u Pero esto
~ult ser simplemente una nueva dificultad para Carlos V, pues planteaba el
broblema de la participacin protestante en un concilio. En consecuencia, a
faita de la convocatoria del concilio y deseoso de conseguir la ayuda de los par-
:'iamentos imperiales contra Francia y el Thrco, Carlos V decidi imponer su
':'propia solucin en Alemania, la Declaracin de Ratisbona Gulio de 1541). Por
~'ella se garantizaba la seguridad de los que se hbian adherido a la Confesin
if.;de Augsburgo, se aceptaba la secularizacin de algunas propiedades eclesisti-
~cas, se conceda a los prncipes protestantes el derecho de reformar los monas-
_terios y otras instituciones reiigiosas, y se redoblaba la influencia de los protes-
.'
i!ntes en la Cmara Imperial.
, ;<~;. El papa conden la Declaracin de Ratisbona, como tambin la condena-
/tton los acontecimientos. El emperador no obtuvo de ella beneficio alguno, cx-
, , <cepto el descubrimiento de que cuanto mayores fueran las concesiones a los
Jprotestantes, ms patente se haca su debilidad y ms importantes eran sus 00-
[g~ncias. Sin embargo, no estaba todava preparado para actuar. En junio de
,:1542 Pabl 1II promulg una bula convocando el Concilio de Trento para el
,'1-de noviembre, pero en ese momento Francisco 1 quebrant la tregua de Niza
,,"y se prepar para atacar al emperador, lo que hizo imposible la convocatoria
del co.ncilio en esa fecha. El papa intent reconciliar a los dos rivales, pero Car-
)o.s V trataba de ganar tiempo, ansioso de conseguir la ayuda de Mauricio de
Sajonia, de Alberto de Brandeburgo y de otros principes alemanes contra Fran-
cia, y sabedor de que los protestantes se oponan a un concilio convocado por
~, :,elpapa. Pero tras firmar la paz de Crpy con Francisco 1en septiembre en 1544,
'.C.arlos V estaba en situacin de atacar al protestantismo con mayor firmeza.
No obstante, no iba a tratarse todava-de un ataque teolgico. Cuando comeo-
: : z finalmente el'ConciBo de Trento en diciembre de 1545, los representantes
del emperador intentaron impedir una definicin dogmtica del problema de
la justificacin, porque no quera provocar el rechazo de los luteranos, de quie-
<~ nes esperaba todava que aceptaran la invitacin para participar en el concilio.
. :pe hecho, el concilio defendi la doctrina de la justificacin y de los sacramen-
t~s, y el estado de nimo del emperador cuando decidi participar en la lucha
,.contra los protestantes era de resentimiento contra el papa y otros obispos.
'Muchos catlicos en el crculo del emperador, entre los que se inclua su
propio confesor, el dominico espaol Pedro de Soto, defendan desde haca tiem-
, po el recurso a la guerra, aunque sin resolver el dilema de cmo hacer frente
26. Vase L. von Pastor, History 01 [he Popes. trad. ing., Lon<:ms. 1894-1953, vol. Xl, pp, 41-217.
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a~a ambas cosas y rechaz an con mayor fuerza la perspectiva de ser ocupa~
d;por tropas espaolas e italianas. Por ello, la opinin alemana se volvi ha-
6;:los prncipes de Viena. a los que crea poder manejar ms fcilmente que
"'n sucesor espaol. Deseaba a Fernando como emperador, y como su suce-
.::a-Maximiliano y no a Felipe. La cada vez mayor influencia de que gozaba
, f;Yrando en la Europa central y su decisin de conservar el imperio, implcita
eWsuttulo de rey de romanos, obligaron a Carlos V a ceder en el acuerdo del
,~de:marzode 1551, por el cual Fernando sucedera a Carlos V como empera-
,li)r pero, a su vez, apoyara a Felipe como sucesor suyo, quedando Maximilia-
(')tc'omotercero en discordia. Sin embargo, el acuerdo qued en papel mojado,
~8 'por la pobre impresin que caus en Alemania el'jov~n Felipe, al igual que
n';todas partes fuera de Espaa. sino porque los hechos estaban en su contra_
--.":,~deterrninacin de .los Habsburgo austracos y la hostilidad de Alemania se
c9:l1jugaronpara frustrar las aspiraciones de Carlos V respecto a su dinasta.
:~io.faltaban los acontecimientos de 1551-1552 para impulsarlo a salir de
'cmania.
~rFrancia fue el factor clave en la renovada ofensiva contra el emperador, con-
....cando que sus dificultades en AJemania ofrecan una gran oportunidad para
" itar su poder de una vez por todas. Los prncipes protestantes alemanes al-
.:.~zaronun compromiso con Enrique II y aceptaron su ocupacin de Metz,
"ul y Verdn, que eran parte del imperio_ A los enemigos de Carlos Y se les
li otro prncipe alemn, Mauricio de Sajonia, que a pesar de ser protestante
'a.~aluchado hasta entonces alIado del emperador. Francia renov tambin
,~alianzacon los turcos e inst al sultn a romper la tregua con los Habsbur-
:...: En agosto de 1551 los otomanos ocuparon Trpoli. Carlos V, acosado pOI
:~peligros en numerosos frentes y por unas dificultades financieras ms gra-
s,que las que haba conocido hasta entonces, vio cmo su mundo comenzaba
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28. Lon.E. Halkin. La R/orme en Belgique SQUSCharles Quint, Bruselas, 1957; M. Die-
nclcx, 5.J . (Fue cesarop~pista la poltica religiosa de Carlos V en los Pases Bajos?, Hispanio,
XIX (1959), pp. 378-J8S.
118 LOS AUSTRIAS (1516-1598)
Sin embargo, la prosperidad y libertad de los Pases Bajos en tiempo de. Carlos V, .~
que siempre se contrastan con la miseria y la opresin existentes bajo Feli- o::.
pe I1,29 eran monopolio de una clase reducida Y.junto a las fortunas que unos '::
pocos haban conseguido en el perodo anterior, coexista la tc:rrible pobreza: ...
de la gran masa de la poblacin, especialmente en las ciudades. con unos sala-
rios que quedaron muy por detrs de los precios durante todo el perodo desde ,.-
1521 a 1556.30 Esta situacin social engendraba descontento y estall en la agi- _".
tacin de los anabaptistas. cuyo movimiento era en esencia proletario, con im- 1
plic~ciones sociales y religiosas, y que, por ambos conceptos, exig,eroo la inee- E
sante atencin de las autoridades a partir de 1535. No haba anabaptistas en ~
las clases adineradas, cuyo apoyo a la poltica de represin del gobierno impi- .f.
di que el movimiento llega~a a convertirse en un desafo 'popular a la autori- .~o
29. Vase infra, pp. 330-339. con un anlisis ms completo de esta cuestin.
30. C. Verlinden, ((erises conomiques et sociales en Belgique a l'poque qe Charies-Quintl>, ~1
.
en Charles-Quint el son temps, C.N.R.S., Pars, 1959, pp. 177.190.
EL EMPERADOR CARLOS Y 119
31. Vaseun buen anlisis del matrimonio y la alianza inglesas en Royall1}rler, The Emperor
Charles the Fifth, Londres, 1956, pp. ~8()"231(hay trad. cast.: El emperador Carlos V. Juventud.
-
. Barcelona, 1987), y un estudi.o ms documentado en Rodrguez.Salgado, The Changing Face 01
Emjtre, pp. 88-100.- .
120 LOS AUSTRlAS (1516-1598)
,~nerono slo mediante los impuestos ordinarios sino tambin recurriendo a pro-
?''cedimientos extraordinarios -confiscando remesas privadas de Amrica, ena-
.'jenando jurisdiccin real ~ cargos pblicos y solicitando prstamos-, muchos
~delos cuales eran concesiones al mal gobierno. J3 Estos problemas se agrava-
. ron cuando Carlos V regres a Espaa y recay sobre su hijo la responsabili-
:'dad de las decsiones en el norte de Europa. Cuando a Espaa se le exgia reali-
zar mayores esfuerzos, se consideraba que sus intereses y defensas en el
: Mediterrneo eran descuidados. La ausencia de Felipe 11,junto con sus exigen-
~cias impopulares, debilitaron su posicin en la pennsula y permitieron que el
i 'gobierno de regencia se opusiera a sus deseos y pusiera en prctica su propia
~; poltica en el Mediterrneo y en el norte de frica -poltica que realmente
.'!~:.rindipocos frutos positivos- en connivencia con grupos de intereses opues-
~ tos a las exigencias financieras del monarCa 'espaol. 34 As pues, su posicin
,."":~'
poltica en su patria no era slida y tuvo que esforzarse para restablecer su auto-
" - ridad y reorientar la poltica espaola.
Al regresar a Espafia para morir, una Espaa que ya haba separado de Ale-
mania, Carlos V reconoca el curso que su imperio haba seguido durante mu-
chos aos'. Los sueos imperiales se haban desvanecido con la prdida -deAle-
mania y la divisin de Italia. Los Pases Bajos y Espaa seguan siendo los dos
pilares del poder de la monarqua austraca en Europa, y Espaa era la fuente
ms importante de dinero y tropas, y la base natural de la monarqua Habsbur-
";go. La administracin y las finanzas de la monarqua, que nunca haban llega-
.do a ser imperiales, eran ahora plenamente espaolas. La crea!=indel Consejo
". eri Italia en 1555 fue una prueba de que la poltica mediterrnea comenzaba
a no ser ya una parte de la poltica imperial, para convertirse en expresin de
la poltica exterior espaola 0, tal vez, del imperialismo espaoL Esa decisin
revelaba la presencia de una nueva generacin, la de Felipe 11, que no era un
emperador, sino un monarca absoluto, y de unos nuevos castellanos, cuyo mo-
nopolio casi total en los virreinatos y consejos del gobierno subrayaba la pre-
ponderancia de Espaa. Si bien esta situacin se corresponda ms estrictamente
con las realidades del poder, signific tambin que la posibilidad de elegir en-
tre varias direcciones, que haba existido durante el reinado de Carlos V, fue
sustituida por un rgimen monoltico que era espaol tanto en su material hu-
mano corno en sus objetivos. De cualquier forma, la hueHa que el imperialis-
mo de Carlos V dej en la poltica espaola nunca podra ser borrada y el lega-
do de los compromisos en el exterior, especialmente en los Pases Bajos,
continuara pesando sobre Espaa durante los prximos 150 aos.