Lineas de Investigacion en Psic. de La Personalidad

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INVESTIGACIN EN PSICOLOGA DE LA PERSONALIDAD

LNEAS DE EVOLUCIN Y SITUACIN ACTUAL

Estrella Romero

Estrella Romero es profesora Titular de


Psicologa de la Personalidad en el Departamento de Psicologa Clnica y Psicobiologa de la Universidad de Santiago de
Compostela
(Campus
Sur,
15782Santiago de Compostela).

Introduccin: un poco de historia. De la crisis al optimismo de los 80


La psicologa de la personalidad es una disciplina compleja, en la que convergen diferentes tradiciones de pensamiento, tericas y metodolgicas, y tiene una historia densa, repleta de vaivenes y
controversias. Esta historia ya ha sido abordada por numerosos autores,
que han desgranado sus orgenes, etapas y momentos clave (p.ej., Ibez y Galdn, 1985; Pelechano, 1993; McAdams, 1997; Winter y Barenbaum, 1999).
No es el objetivo de este trabajo detallar esa historia, que tantas veces ha sido escrita. En este artculo pretendemos analizar la evolucin
reciente de la investigacin en personalidad, y reflexionar sobre su situacin actual y sus futuros posibles. No obstante, y a modo de contextualizacin, cabe recordar que, en general, se reconoce la dcada de los
30 como un momento de eclosin y definicin de la disciplina; en ella se
produce una suerte de fundacin oficial. Algunos autores califican esta
poca como el nacimiento de la psicologa de la personalidad (vase,
por ejemplo, McAdams, 1994), aunque, en realidad, el estudio de la personalidad tiene un pasado mucho ms largo (vase, por ejemplo, Pelechano, 1993) y las aportaciones de Allport o Murray sirven ms bien
para institucionalizar este campo de conocimiento. El manual de Allport
se considera como un acta fundacional, que tena como intencin definir la psicologa de la personalidad. Este libro sistematiza la idea de personalidad como una organizacin dinmica y nica, en constante inter-

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accin con el medio; una idea que, aunque con matices diferentes, tambin enfatiz Murray.
A partir de los aos 40, la psicologa de la personalidad vive su momento de consolidacin y expansin. Adems de las aportaciones que
se realizan desde la clnica (Rogers, Kelly), se genera abundante investigacin desde los grandes modelos factoriales (Cattell, Eysenck), se
acenta el inters por la medicin y se desarrollan programas de trabajo
sobre dimensiones especficas de la personalidad (ansiedad, autoritarismo, motivacin de logro). Esta fue una etapa muy activa, aunque a
finales de los aos 50 ya se adivinan sombras de crisis. Diferentes autores denunciaban la fragilidad y la trivialidad de la investigacin (Eriksen,
1957; Jensen, 1958; Blake y Mouton, 1959). Por otra parte, fuera de la
psicologa de la personalidad, la psicologa social experimental ganaba
terreno y, en la clnica, el neoconductismo extenda su influencia, centrando la mirada en los condicionantes ambientales que provocan y
mantienen la conducta, y desdeando los constructos tradicionales de
personalidad. A todo esto hay que aadir que, fuera del mbito estrictamente acadmico, los movimientos sociales y culturales de los aos 60
tampoco eran especialmente favorables a la identificacin de tipos de
personas ni al estudio de las diferencias individuales ms estables.
As las cosas, desde finales de los 60, toma forma la llamada crisis
de la psicologa de la personalidad. Un vector de la crisis estuvo en la
voz de Carlson (1971), quien se preguntaba dnde haba quedado la
persona en la investigacin sobre personalidad. De acuerdo con esta
autora, la psicologa de la personalidad se haba entregado al estudio de
miniconstructos, se haba quedado atomizada en resultados insustanciales y en mtodos muy estrechos. Esto la haba hecho perder el norte
de organizacin, complejidad y pensamiento organsmico que haba
marcado la identidad de la disciplina.
Pero mucho ms impacto tuvo otro vector crtico, de signo diferente: fue el planteamiento de Mischel (1968) en un libro de ttulo inocente
(Personalidad y Evaluacin), que socavaba la idea de la consistencia y
atacaba al propio concepto de rasgo, un concepto que haba sido central
en gran parte de las teoras e investigaciones sobre personalidad. El
tema no era nuevo, pero el clima situacionista le hizo tener un calado
muy amplio. Los ataques a la consistencia agitaron a la psicologa de la
personalidad y durante ms de una dcada se sucedieron los debates
internos; la psicologa de la personalidad qued sumida en la autoduda,
y fueron muchas las rplicas y contrarrplicas que ocuparon las pginas
centrales de las publicaciones. No slo se produjo una especie de estancamiento interno y de cuestionamiento de la propia identidad, sino
que el estatus de la psicologa de la personalidad en relacin con otras
reas tambin se resinti; muchos psiclogos cognitivos, sociales y clnicos parecieron dispuestos a aceptar las noticias que cuestionaban el
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inters de la personalidad para la prediccin y explicacin de la conducta.
A partir de los aos 80, se observan signos de recuperacin. El debate se fue disipando, y, sin negar la importancia de las situaciones, se
mostr que las variables personales no podan ser ignoradas. La psicologa de la personalidad pareca haber remontado con dignidad su etapa
ms crtica y, lejos de la inseguridad de los 70, se desarrollaron lneas
de trabajo muy variadas, que dieron un nuevo empuje a este campo.
Por una parte, los rasgos resurgen. Los detractores del rasgo iban a
tener que resignarse con una conclusin que se iba a repetir hasta la
saciedad: en palabras de Epstein (1977) los rasgos estaban vivos y bien
vivos. Es en estos aos cuando se va consolidando el modelo de cinco
factores que, ya en esta dcada, alcanza una difusin amplia. El estudio
de descriptores lxicos converge con el estudio de cuestionarios, y Costa y McCrae se convertirn en abogados fervientes de la estructura pentafactorial. Estos autores despojan a los cinco de los matices cognitivistas/constructivistas de la tradicin lxica y defienden una versin genotpica de los rasgos como entidades internas, estables, endgenas y
determinadas biolgicamente.
Precisamente, en consonancia con esta forma de entender los rasgos, los aos 80 reavivan los estudios de la gentica conductual. Se
difunden estudios de gemelos y de adopciones que intentan deslindar la
proporcin de varianza en los rasgos que se debe a los genes y al ambiente. Y ya en esta poca aparecen resultados llamativos, que daran
mucho que hablar en la dcada siguiente, como la escasa influencia del
ambiente familiar compartido y la heredabilidad no slo de la personalidad, sino tambin de variables ambientales, como el clima familiar o los
sucesos vitales (Plomin, Chipuer y Loehlin, 1990). El inters por la dimensin biolgica del ser humano tambin se plasma en los enfoques
evolucionistas, que asoman ahora con cierta visibilidad, y que apelan a
los conceptos darwinianos para explicar diferentes aspectos del funcionamiento personal (Gangestad, 1989; Kenrick, 1989).
Paralelamente al auge de los rasgos, de la gentica, la psicobiologa
y el evolucionismo, las aproximaciones socialcognitivas tambin se consolidan. Distintos investigadores fueron derivando desde el conductismo
hacia el cognitivismo y el interaccionismo, e intentaron buscar las unidades cognitivas (expectativas, esquemas, guiones, categoras, creencias...) que dan lugar a una interpretacin particular de las situaciones,
generando coherencias y regularidades en el comportamiento. Tras la
crisis de la consistencia, Mischel, Bandura y otros muchos autores (Cantor, Dweck, Higgins, Markus...) desarrollan en estos aos una alianza
entre psicologa cognitiva, psicologa social y psicologa de la personalidad y, en palabras difundidas por Cantor (aunque recogidas de Allport)
intentan aclarar lo que las personas hacen, y no simplemente qu caractersticas tienen.
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Otra de las notas caractersticas de los 80 fue el desarrollo de las
llamadas unidades de nivel intermedio (Buss y Cantor, 1989). La motivacin re-emerge; pero, tras la decadencia de los modelos de reduccin
del impulso, el concepto de meta adquiere protagonismo (Pervin, 1989).
Alrededor de este concepto, diferentes autores proponen unidades de
anlisis que se sitan a medio camino entre las disposiciones generales
y los actos especficos. Son unidades de carcter cognitivo-motivacional,
que intentan captar la vida intencional de las personas en sus contextos
cotidianos. Es el caso de las preocupaciones actuales de Klinger
(1977), las tareas vitales de Cantor y Kihlstrom (1987), los proyectos
personales de Little (1983) y los afanes personales de Emmons
(1989).
Junto con la motivacin, los 80 redescubrieron otros grandes temas, como las emociones y el s mismo. Ambos haban estado presentes desde los inicios de la psicologa, pero haban sido arrinconados por
diferentes razones, como la concepcin cognitivista de las emociones
(fenmenos secundarios, postcognitivos) o el modelo de ciencia neopositivista que rehua el mundo interno y autoconsciente. Liberada de los
corss de otras pocas, la psicologa de la personalidad atiende cada
vez ms a la dimensin emocional del ser humano, y a los procesos
relacionados con el s mismo, que parecen desempear un papel crucial
en la integracin de la personalidad y en la regulacin de la conducta
(Higgins, 1987; Markus y Nurius, 1986).
Otra de las tendencias que definen el sentir de estos aos es la bsqueda de mtodos diversos para captar la coherencia de la personalidad. Algunos autores insistieron en la necesidad de desarrollar estudios
longitudinales. Seguir a los sujetos a lo largo del tiempo permitira estudiar las transacciones entre persona y ambiente e identificar los patrones (coherentes) de estabilidad y cambio (Caspi, 1989). En una psicologa de la personalidad autoconfiada, otros autores reivindican, con voz
alta, el acceso a la individualidad, y proponen estrategias idiogrficas
para estudiar a la persona. Por ejemplo, el auge de las narrativas en
diversas ciencias sociales llega a la psicologa de la personalidad, y diferentes autores proponen traspasar los lmites de la metodologa cuantitativa ms tradicional, y abrir las puertas a tcnicas psicobiogrficas y a
narrativas de vida. Las aportaciones de McAdams (1985) sobre las llamadas historias de vida se dejan or en esta dcada y el libro de Runyan (1982), Life histories and psychobiography, tambin deja constancia
de este inters. En general, diferentes investigadores reclaman un mayor pluralismo metodolgico, que se ajuste a las complejidades de nuestro objeto de estudio y que permita recuperar las propuestas de los viejos personlogos.

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Finalmente, no puede dejar de citarse la vertiente ms pragmtica de
la disciplina. Si la psicologa de la personalidad se reafirma, entonces es
el momento de desarrollar sus posibilidades para explicar e intervenir
sobre los aspectos ms relevantes del mundo social. La salud es uno de
esos mbitos, muy productivo durante los 80 (vase, por ejemplo, la
revisin de Monsalve, 1994); un amplio cuerpo de investigaciones sobre
personalidad y salud (p.ej.,tipos asociados a enfermedades especficas; mecanismos que median entre personalidad y enfermedad; personalidades salutognicas) despega en esta dcada (Antonovsky, 1987;
Grossarth-Maticek et al., 1988; Kobasa, Maddi y Kahn, 1982). Otro gran
campo de aplicaciones es el de las organizaciones. Tras el escepticismo
de los 70, los psiclogos organizacionales volvieron los ojos hacia la
personalidad, conscientes de que sta poda predecir criterios tan importantes como el rendimiento y la satisfaccin laboral (Hogan, 1993).
Este optimismo no slo se experimenta en el mundo norteamericano.
En Europa, los efectos de la guerra, la postguerra y el xodo a Estados
Unidos haban trado ms sombras que luces a la psicologa de la personalidad. Sin embargo, desde finales de los 70, se encuentra una presencia mayor de autores europeos en la escena internacional. En 1982
se instituye formalmente la European Association of Personality Psychology, con el objetivo de promover y desarrollar la psicologa de la personalidad en Europa; en 1987 aparece el primer nmero del European
Journal of Personality, la revista vinculada a dicha asociacin. As mismo, en 1980 comienza su andadura, de la mano de Eysenck, otra revista europea relevante para nuestra disciplina: Personality and Individual
Differences.
Al final de la dcada de los 80, los viejos manuales, como el de Borgatta y Lambert (1968) ya no reflejaban adecuadamente el estado de la
psicologa de la personalidad. El Handbook editado por Pervin (1990)
ofreca una psicologa de la personalidad moderna, activa, con mltiples
intereses e interconectada con otras disciplinas. Al final de ese volumen,
Pervin (p. 725) se preguntaba a qu ritmo progresara la psicologa de la
personalidad en los prximos aos, y si habra que esperar otros 20
para un nuevo manual. Durante los 90, la vitalidad de la investigacin no
decay, y el propio Pervin, en menos de una dcada, dirigi una nueva
edicin del Handbook (Pervin y John, 1999).

Intereses e investigacin en psicologa de la personalidad durante


los 90
Trazar la situacin de la psicologa de la personalidad en aos tan
recientes como los 90 no es una tarea fcil. Falta perspectiva; por ello,
es difcil definir el permetro de la disciplina e identificar las lneas que
decaen o que se desarrollan.
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No obstante, una de las formas posibles de examinar qu fue de la
psicologa de la personalidad desde finales de los 80 es examinar la
evolucin de textos tan influyentes como el Handbook que acabamos de
mencionar. Editar un manual de estas caractersticas supone, en alguna
medida, definir un campo, identificar representantes de especial relieve,
delimitar las reas ms representativas, acotar las ms prometedoras...
Por supuesto, en estas decisiones, los juicios y las preferencias del editor desempean un papel crucial, y los contenidos pueden no ser totalmente representativos del trabajo que se desarrolla. No obstante, dada
la enorme difusin de este tipo de publicaciones, al menos s nos valen
para conocer la imagen que se est proyectando de la disciplina, tanto
hacia adentro (el espejo en que se miran muchos psiclogos de la personalidad) como hacia fuera: qu visin recibe la psicologa (u otras
ciencias) de nuestra parcela de conocimiento. Adems, probablemente
este tipo de textos contribuyen a definir qu temas interesan y, por
tanto, qu temas tendrn ms impacto; algo que, cada vez ms, los
investigadores se ven obligados a considerar cuando eligen campos de
trabajo, de forma que los propios manuales contribuyen a moldear las
tendencias de investigacin de una disciplina.
Pues bien, si comparamos la segunda edicin de Pervin y John
(1999) con la primera de Pervin (1990), nos encontramos con temas que
se mantienen, otros que desaparecen y algunos que se introducen ahora por primera vez. El manual, en sus dos ediciones, se estructura en
tres partes (junto con una primera de introduccin histrica y una final de
recapitulacin): 1) perspectivas tericas; 2) conexiones con otros campos y 3) reas fundamentales de investigacin.
En el apartado de perspectivas tericas, se mantienen el psicoanlisis (en ambos casos con la visin modernizada que intenta aportar
Westen), los cinco grandes, la postura socialcognitiva a la que acab
derivando Mischel y el interaccionismo dinmico de Magnusson. Desaparecen la perspectiva de Cattell, la teora cognitivo-experiencial de
Epstein y un captulo dedicado a diversos planteamientos cognitivomotivacionales (metas, estrategias, autorregulacin); ste es sustituido
por el marco, ms integrado, de Bandura y su pensamiento y accin.
Es significativa la incorporacin, dentro del apartado de teoras, de dos
captulos adicionales: uno dedicado al evolucionismo (una corriente a la
que, adems, se hace referencia constante en el libro) y otro a la postura especfica de Costa y McCrae: lo que ahora denominan teora de
cinco factores. As pues, tenemos dos captulos dedicados a los cinco.
Esto nos ofrece una idea de la rpida progresin que vivieron durante
los 90; y nos seala la divisin, cada vez ms perceptible, entre las versiones lxicas y la perspectiva propia, con ms compromisos tericos,
de Costa y McCrae.

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Menos cambios se aprecian en conexiones con otros campos: gentica, desarrollo psicosocial, aspectos culturales, psicopatologa y psicobiologa son los temas fundamentales. Slo desaparece un captulo
sobre psicoterapia, tema que ahora slo se trata, ligeramente, en el captulo de psicopatologa. En todo caso hay que tener en cuenta que,
aunque los temas se repiten, los contenidos y sus autores no son idnticos. Eysenck, con su perspectiva psicobiolgica, ha sido sustituido por
el modelo de Gray. El captulo dedicado a psicopatologa tambin cambi de protagonista: Millon y los trastornos de la personalidad han dejado paso a una discusin ms general sobre personalidad y psicopatologa; eso s, tomando como centro (una vez ms) al modelo de cinco factores.
En cuanto a la seccin de reas de investigacin, se mantienen el s
mismo, el inconsciente cognitivo, atribucin, motivacin, emocin y salud; desaparecen algunos temas como personalidad y poltica, la experiencia privada, o los aspectos relacionados con el gnero. Algunos temas tambin se transforman; por ejemplo, en la primera edicin la motivacin era tratada desde una perspectiva clsica, en la lnea de McClelland; en la segunda edicin, ese espacio es ocupado por Little, los proyectos personales, y, en general, las unidades de nivel intermedio que
fueron mencionadas en el apartado anterior. Otros temas se introducen
ahora, tales como los rasgos temperamentales, los modelos circumplejos sobre la conducta interpersonal y las narrativas/historias de vida de
McAdams.
Esto ltimo es especialmente llamativo, dado que en la primera edicin los enfoques narrativos apenas haban sido mencionados; slo se
abordaban, tmidamente, algunas propuestas hermenuticas, y bsicamente como curiosidades postmodernas. En ningn momento se aludi
a McAdams. As pues, parece que la perspectiva de este autor es una
de las que, en trminos de visibilidad, consigui ms ganancias durante
la ltima dcada. Desde luego, su texto The Person, que aparece a principios de los 90, no pas desapercibido (vase, por ejemplo, Wiggins y
Pincus, 1992); en l, a diferencia de los libros de textos clsicos, la persona es el centro de gravedad, y las narrativas se contemplan como una
aproximacin crucial para entender la unidad, integracin y sentido en la
vida de los individuos. A lo largo de los 90, McAdams ha continuado con
su difusin de las historias de vida, como vehculos que transportan la
identidad construida, y que organizan el pasado, el presente y el futuro
en un relato coherente.
En definitiva, los cambios que experimenta el Handbook muestran
temas que decaen y otros que estn en alza. Vemos como, con el fallecimiento de sus autores, los modelos de Cattell y Eysenck son retirados
del manual (a pesar de que sus escuelas no han desaparecido), a favor
de los cinco. El auge de stos es evidente; no slo por el espacio que
se les asigna especficamente, sino porque las alusiones al modelo son
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muy numerosas. Algo semejante ocurre con el evolucionismo, al que
ahora hacen referencia muchos autores que participan en el manual. Por
supuesto, quedan resistentes, como Bandura (1999) quien, en su captulo, acusa a los evolucionistas de rigidez y dogmatismo ciego. No obstante, en diversos temas como psicoanlisis, unidades motivacionales,
emociones o incluso en el s mismo, los autores toman al evolucionismo
como una referencia constante. En general, rasgos y enfoques biolgicos parecen haberse situado en buena posicin en la psicologa de la
personalidad de los 90. Quizs como reaccin, tambin los enfoques
socialcognitivos han tomado posiciones, y hasta parecen reavivarse
entre rasguistas y socialcognitivistas ciertas tensiones que recuerdan
a los 70 (vase tambin Cervone y Shoda, 1999). Por otra parte, las
nuevas unidades motivacionales, ms flexibles y contextualizadas, se
consolidan como alternativa a los motivos de la tradicin de Murray; y
las narrativas (o, para ser ms exactos, las historias de vida de McAdams) tambin consiguen hacerse or.
As pues, parecen afianzarse tendencias que ya encontrbamos en
los 80. Los temas de entonces no eran meros tanteos de una poca
entusiasta, sino que consiguieron sostenerse durante la dcada siguiente. Estas mismas conclusiones se pueden extraer si se examinan otro de
los manuales ms difundidos durante los aos 90: el de Hogan, Johnson
y Briggs (1997), que nace, en palabras de Hogan, para celebrar el renacimiento de la psicologa de la personalidad (p. xxiv). El evolucionismo, como reconoce el prefacio, ocupa un lugar especial (de hecho, dos
captulos se dedican enteramente a l); unidades motivacionales intermedias, psicobiologa, emociones, el s mismo, salud, psicopatologa,
estudios de vidas y, sobre todo, rasgos (muy especialmente los cinco)
son otros temas que dan forma al libro.
En definitiva, durante los 90, la psicologa de la personalidad creci
como un rea productiva, que gan respetabilidad y atrajo e a investigadores de otros campos.
No obstante, a pesar de esta productividad, y a pesar de que los temas y los mtodos que interesan a los psiclogos de la personalidad
parecen diversos, ello no quiere decir que todos reciban igual atencin.
De hecho, algunas revisiones de la investigacin publicada durante los
90 nos han mostrado el predominio de ciertos contenidos y, sobre todo,
el predominio de ciertos mtodos.
Endler y Speer (1998) revisaron la investigacin publicada entre
1993 y 1995 en cinco revistas importantes; tres de ellas estadounidenses: Journal of Personality, Journal of Research in Personality y Journal
of Personality and Social Psychology (seccin dedicada a procesos de
personalidad y diferencias individuales), y dos europeas: European Journal of Personality y Personality and Individual Differences. Se examinaron los contenidos y las caractersticas metodolgicas de todos estos
artculos y se encontr que, si bien aparecan temas heterogneos como
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emocin/motivacin, cognicin social, psicobiologa y salud, los rasgos
son preponderantes (un 32% de los artculos) respecto a otros temas,
especialmente en las revistas europeas (55% en el European Journal y
34% en Personality and Individual Differences). Cuando se examina qu
rasgos se estudian, en todas las revistas, salvo en Personality and Individual Differences, los cinco son dominantes.
En cuanto a metodologa, las muestras ms frecuentes en los artculos (un 58%) eran universitarios, las tcnicas de evaluacin ms utilizadas eran cuestionarios (88% de los artculos) y los anlisis estadsticos
ms recurridos eran correlaciones (75.5%). Adems, la mayora de los
trabajos son transversales (slo un 3% de longitudinales). En comparacin con revisiones previas (como la de Carlson, 1971, o la ms reciente
de Endler y Parker, 1991), la proporcin de muestras universitarias parece bajar y aumentan las muestras de adultos de la poblacin general,
aunque el dominio de las muestras de universitarios todava es amplio.
El Journal of Personality and Social Psychology es el que aglutina ms
estudios con metodologas diversas y costosas (diseos longitudinales,
entrevistas, diarios, informes de terceros...), aunque la tnica general
indica que los cambios son lentos. Esta es la conclusin que se deriva
tambin de otras revisiones publicadas en los 90, que presentan los
estudios modales como estudios transversales, centrados en cuestionarios y estudiantes (Mallon, Kingsley, Affleck, Tennen, 1998; Sherman
et al., 1999; Holaday y Boucher, 1999).
Con el fin de comprobar si la fotografa de Endler y Speer, en los
aos 1993-95 se mantiene en la actualidad, y con el fin de conocer cmo han evolucionado en estos ltimos aos los contenidos y mtodos
de investigacin, realizamos una revisin semejante a la de estos autores, pero en un perodo ms reciente: de enero de 2000 a junio de 2001.
Los resultados se detallan a continuacin.

Una mirada a la investigacin reciente


Para facilitar la comparacin de los resultados, se sigui bsicamente el esquema de trabajo de Endler y Speer (1998). Revisamos el Journal of Personality (en adelante, JP), Journal of Research in personality
(JRP), la seccin procesos de personalidad y diferencias individuales
del Journal of Personality and Social Psychology (JPSP: PPID), el European Journal of Personality (EJP) y Personality and Individual Differences (PAID).
Por supuesto, hay que admitir que estos no son los nicos cauces
donde publican los psiclogos de la personalidad. Algunas revistas importantes, como Personality and Social Psychology Bulletin o Personality
and Social Psychology Review no fueron revisadas por las dificultades
para separar contenidos de psicologa de la personalidad y de psicologa
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social. Por otra parte, muchas revistas en lengua no inglesa contienen
publicaciones de personalidad. As mismo, no es infrecuente encontrar
artculos sobre personalidad en revistas de psicopatologa (Journal of
Abnormal Psychology; Journal of Personality Disorders), psicologa evolutiva (Developmental Psychology), transcultural (Journal of CrossCultural Psychology) y de la salud (Health Psychology). En cualquier
caso, tambin es cierto que las revistas elegidas probablemente son las
ledas por un mayor nmero de psiclogos de la personalidad, y son un
buen indicativo de la psicologa de la personalidad ms consumida e
influyente. Analizar qu se publica en ellas nos servir para otear algunas tendencias actuales en temas y formas de investigar.
Codificamos, siguiendo el esquema de Endler y Speer (1998): a) el
contenido 1 ; b) tipo de sujetos participantes en los estudios y c) fuentes
de datos 2 . Adems, para cada estudio, se realiz una caracterizacin
gruesa de su orientacin metodolgica: por una parte, estudios experimentales (habitualmente, estudios de laboratorio que implicaban manipulacin de variables) y, por otra, estudios correlacionales. De este
modo intentamos tener una panormica general del grado de adscripcin a las dos psicologas, tan tradas y llevadas a lo largo de la historia de nuestra disciplina. Dentro de los correlacionales, se distingui
entre aquellos que se limitan a recoger informacin en un momento del
tiempo (transversales) y aquellos que realizan algn tipo de seguimiento
de los sujetos (longitudinales). Para realizar las categorizaciones, en
principio acudimos a la informacin proporcionada por la base de datos
PsycINFO (bsicamente, ttulo, abstract y descriptores); cuando esta
informacin no era suficiente (lo cual ocurri en ms de un 25% de los
casos), se recurri al texto completo.

En esta categorizacin introdujimos algunos cambios respecto a Endler y Speer.


Por ejemplo, se dividi la categora Emocin y motivacin en dos. Aunque emocin
y motivacin son campos con un cierto grado de solapamiento, cremos conveniente
deslindarlas para conocer la presencia de una y otra en la investigacin actual. En
los ltimos aos, han crecido reas como dimensiones del afecto (emocin) y metas
(motivacin); unirlos en una misma categora daba lugar a una cajn demasiado
heterogneo, que impedira conocer el espacio ocupado por unas y otras. En otros
casos, varias categoras deslindadas por Endler y Speer, como autoconcepto y
autoestima fueron incluidas en una ms amplia (en este caso, el s mismo).

A diferencia de Endler y Speer (1998), no codificamos los tipos de anlisis estadsticos; nuestros objetivos son ms generales (conocer tendencias metodolgicas
amplias), y no tanto examinar las herramientas ms especficas utilizadas en los
estudios.

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Siguiendo tambin el patrn de Endler y Speer, comparamos las revistas norteamericanas y europeas. Se ha discutido a menudo si en Europa, la psicologa (y en particular la psicologa de la personalidad) tiene
caractersticas diferenciales respecto a Estados Unidos (Allport, 1955;
Drenth, 2000; Ibez y Monsalve, 1996). Por ejemplo, ya es clsica la
discusin de Allport (1955) sobre una psicologa norteamericana lockeana, ambientalista, atomista, ms pragmtica y con ms nfasis en los
roles sociales, y una psicologa europea leibnitziana, organsmica, que
enfatiza las fuerzas internas y la actividad del sujeto. Algunos estudios
que revisan la investigacin en personalidad encuentran que en Europa
han arraigado ms los rasgos, y las perspectivas estructurales y psicobiolgicas; en general, las caractersticas ms estables; en Estados Unidos se encuentra ms receptividad a los aspectos procesuales y cambiantes (Thomae, 1990). Como seal en lneas anteriores, los propios
Endler y Speer (1998) encontraron que los rasgos eran ms dominantes
en las revistas europeas que en las estadounidenses. En la presente
revisin, se intenta comprobar si estas tendencias se mantienen, y si
son definitorias de la investigacin ms actual.

reas de contenido
En la Tabla 1 se presentan los resultados sobre contenido. Los trabajos podan ser asignados a varias categoras, de forma que los porcentajes suman ms de 100; por ejemplo un estudio sobre neuroticismo
y enfermedad cardiovascular se categorizara en rasgos y tambin en
salud; un estudio sobre correlatos electroencefalogrficos de la extraversin se incluira en rasgos y en aspectos psicobiolgicos. En la
tabla se presentan las categoras ms frecuentes (presentes en ms del
1% del total de artculos).
En lneas generales, se mantienen las tendencias identificadas por
Endler y Speer hace algunos aos. Los rasgos parecen tener bien establecida su hegemona: el porcentaje total de artculos sobre rasgos es
de un 39.6% (incluso algo superior al de Endler y Speer, que era un
32%). Los otros tres temas que encabezan nuestra lista tambin coinciden con los de estos autores. As, el desarrollo y validacin de escalas
(de contenido muy diverso) ocupa el segundo lugar. El apogeo de los
temas relacionados con la salud se refleja en el tercer puesto de la lista;
tambin en esta categora los temas son muy diversos: entre ellos, implicacin en conductas de prevencin y cuidado de la salud; afrontamiento en contextos de enfermedad; ira/hostilidad/tipoA y enfermedad
coronaria; lugar de control en el mbito de la salud; los beneficios de
saber perdonar (forgiveness) o la capacidad de los rasgos para predecir
el estado de salud a largo plazo. El cuarto lugar es ocupado por las
emociones, con temas tales como los determinantes del afecto positivo y
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negativo, autorregulacin emocional, variabilidad del estado de nimo en
la vida diaria y modelos circumplejos sobre el afecto.
Tabla 1
reas de contenido ms representadas en cinco revistas de personalidad
(enero 2000-junio 2001)

505
39.6%
(200)

JPSP:
EJP
PPID
55
46
76
43
41.81% 17.97% 23.68% 72.09%
(23)
(16)
(18)
(31)

285
42.8%
(122)

11.08%
(56)

7.27%
(4)

7.89%
(6)

6.97%
(3)

14.38%
6.77% (12)
(41)

8.51%
(46)
7.52%
(38)
7.12%
(36)
6.93%
(35)

10.9% 4.34%
5.26%
(6)
(2)
(4)
3.63% 8.69% 17.10%
(2)
(4)
(13)
10.90% 15.21% 14.47%
(6)
(7)
(11)
3.63% 10.86% 9.21%
(2)
(5)
(7)

6.97%
(3)
6.97%
(3)
6.97%
(3)

10.87%
6.77% (12)
(31)
5.61%
10.3% (19)
(16)
3.15%
13.55%
(9)
(24)
7.36%
7.90% (14)
(8)

6.73%
(34)

23.63%
(13)

6.52%
(3)

5.26%
(4)

2.32%
(1)

15.54%
(8)
9.09%
(5)

8.69%
(4)
8.69%
(4)
6.52%
(3)
2.17%
(1)

10.52%
(8)
9.21%
(7)
5.26%
(4)
1.31%
(1)
3.94%
(3)
2.61%
(2)
6.57%
(5)

TOTAL
Nmero de artculos
RASGOS
DESARROLLO/
VALIDACIN DE
ESCALAS
SALUD
EMOCIN
S MISMO
ASPECTOS PSICOBIOLGICOS
AGRESIVIDAD/
PROBLEMAS DE
CONDUCTA
INTELIGENCIA
RELACIONES INTERPERSONALES
MOTIVACIN
BIENESTAR SUBJETIVO
PATOLOGA
ADICCIONES
ACTITUDES SOCIALES
DESARROLLO
HABILIDADES INTERPERSONALES
COGNICIN SOCIAL
RELIGIN

6.33%
(32)
5.54%
(28)
5.14%
(26)
4.35%
(22)
3.76%
(19)
2.57%
(13)
2.37%
(12)
2.17%
(11)
1.98%
(10)
1.38%
(7)
1.18%
(6)

JP

10.90%
(6)
2%
(3.63%)

JRP

4.34%
(2)

6.97%
(3)
9.30%
(4)
2.32%
(1)
2.32%
(1)

PAID

4.91%
(14)

REVISTAS REVISTAS
EEUU
EUROPEAS
177
328
46.64%
32.2% (57)
(153)

11.2% (20)

10.87%
(31)
2.80%
11.20%
(8)
(20)
2.45%
9.03% (16)
(31)
3.85%
3.95% (7)
(11)
3.5%
4.51% (8)
(10)
2.8%
2.82% (5)
(8)
3.15%
1.12% (2)
(9)
1.05%
4.51% (8)
(3)
3.5%
(10)

13.41% (44)
10.36% (34)
5.79% (19)
3.65% (12)
6.40% (21)
4.26% (14)
9.75% (32)
2.43% (8)
3.04% (10)
4.57% (15)
3.35% (11)
2.43% (8)

1.81%
(1)

4.34%
(2)

5.26%
(4)

4.65%
(2)

2.82% (5)

0.60% (2)

1.75%
(5)

0.56% (1)

1.52% (5)

1.81%
(1)
1.81%
(1)

3.35% (11)
3.35% (11)
3.04% (10)

Nota: Aparecen en cursiva los porcentajes con diferencias significativas entre revistas estadounidenses y europeas.

Algunas diferencias con el trabajo de Endler y Speer pueden apuntar


tendencias interesantes. Por ejemplo, hay algunas categoras que parecen haber ascendido en el ranking desde los aos 93-95. Esto ocurre
con los aspectos psicobiolgicos, una categora donde se incluyen estu50

Boletn de Psicologa, No. 74, Marzo 2002


dios de gentica conductual, mecanismos biolgicos y puesta a prueba
de hiptesis evolucionistas; tambin ascienden los temas relacionados
con el bienestar (p.ej., satisfaccin con la vida, calidad de vida), el s
mismo (p.ej., multiplicidad de yoes, autoensalzamiento, autoestima), y
la psicopatologa (p.ej., trastornos de personalidad, modelos dimensionales). Otros temas decaen, como las diferencias de gnero (menos de
un 1% en nuestra revisin, frente a un 5% de Endler y Speer).
Un ascenso llamativo es el de los temas de agresividad y problemas
de conducta. No obstante, seguramente este ascenso tiene algo de circunstancial; en el perodo revisado, un nmero especial del JP se dedic
a mecanismos y procesos explicativos de los problemas de conducta; y
una seccin sobre autores distinguidos, en esa misma revista, se dedic a Lykken y a sus polmicas propuestas sobre las causas y curas de
la criminalidad; en total, 13 artculos que hacen aumentar sensiblemente
el porcentaje de esta categora.
Por lo dems, la inteligencia ocupa una posicin semejante a la de
Endler y Speer; y, como en dicha revisin, PAID es la revista que ms
espacio dedica al tema; esto es esperable, puesto que entre sus objetivos se encuentra el estudio de las diferencias individuales en un sentido
amplio.
Tambin es interesante anotar que, si analizsemos qu contenidos
se agrupan en la categora de motivacin, observaramos la tendencia
que ms arriba fue comentada: aunque quedan artculos sobre los motivos tradicionales (por ejemplo, motivo de logro), la balanza parece
inclinarse hacia las perspectivas de metas, proyectos, la teora de la
autodeterminacin de Deci y Ryan y los planteamientos de Higgins sobre orientaciones motivacionales de prevencin y promocin. En definitiva, triunfa la motivacin cognitivizada, personificada en metas,
guas y objetivos interiorizados.
Vistas algunas de las tendencias generales, podemos fijarnos en las
diferencias entre revistas estadounidenses y europeas. Antes de eso,
sin embargo, es necesario aclarar que una buena parte de los artculos
publicados en revistas europeas no son obra de grupos europeos, un
dato que ya ha sido reseado por otras revisiones (Ibez y Monsalve,
1996). En la nuestra, encontramos que ms del 40% de las publicaciones del EJP llegan de fuera de Europa (un 37% de Estados Unidos y
Canad); en PAID, las cifras no son muy diferentes: un 45% de artculos
de fuera de Europa (en torno a un 30% de Estados Unidos y Canad).
As pues, difcilmente se pueden tomar estas dos revistas como indicativos de la psicologa de la personalidad que se hace en Europa, aunque
s de la que es aceptada y expandida por editores europeos.
En cualquier caso, hay algunas diferencias significativas entre los
porcentajes norteamericanos y los europeos.

51

Boletn de Psicologa, No. 74, Marzo 2002


En las revistas europeas aparecen ms publicaciones sobre rasgos
[X2(1)=4.22, p<.05], con el porcentaje ms alto para la EJP (un 72%); as
pues, se apoya una tendencia que otros autores han encontrado.
En las revistas norteamericanas, se pueden leer ms artculos sobre
el s mismo [X2(1)=6.18, p<.05] y sobre relaciones interpersonales
[X2(1)=6.05, p<.05], una categora un tanto heterognea en la que confluyen estilos de apego, prcticas de crianza, relaciones de pareja y modelos circumplejos de dimensiones interpersonales. Tanto el s mismo
como las relaciones son dos temas afines a la psicologa social, lo cual
encajara con ese nfasis ms social e interpersonal que Allport vio
en la psicologa norteamericana. De hecho, es significativo que, en Estados Unidos, personalidad y psicologa social tuvieran que convivir en
la misma sociedad de la APA, y que algunas revistas de las ms reconocidas incluyan a ambas. Sin embargo, en Europa, los dos campos
parecen ms delimitados: por un lado, la asociacin de psicologa social
(EASP), con su propia revista, y, por otro, la asociacin de personalidad
(EAPP) con escaso solapamiento entre los miembros de ambas.
Por lo dems, otra diferencia entre revistas estadounidenses y europeas es el espacio dedicado a la inteligencia, que, de hecho, es nulo en
las revistas norteamericanas examinadas. La inteligencia y habilidades
cognitivas bsicas ocupan ms de un 10% de PAID, y son temas menos
frecuentes en EJP, aunque sta tambin incluye entre sus objetivos el
estudio de la inteligencia y diferencias en el funcionamiento cognitivo.
El mayor inters por la inteligencia en las revistas europeas tambin se
podra contemplar como un indicativo de la receptividad europea a lo
estructural y a las diferencias individuales ms estables.
Pese a estas diferencias, una conclusin debe destacarse: los rasgos son el contenido ms frecuente en todas las revistas examinadas,
estadounidenses y europeas. Podemos intentar precisar ms, y examinar concretamente qu rasgos reciben atencin. Los resultados se presentan en la Tabla 2. Ah aparecen porcentajes calculados sobre el total
de artculos que tienen como tema los rasgos.
La tabla nos indica que la tradicin de los cinco parece haber conquistado buena parte del terreno. En total, un 21% de todos los artculos
que se ocupan de rasgos, estudian los cinco factores. Si comparamos
este porcentaje con el de los aos 93-95 (un 13%), parece que en los
ltimos tiempos han continuado su lnea ascendente. De hecho, si examinsemos las revistas una a una veramos que su presencia ha aumentado, y se va distanciando, cada vez ms, de otras perspectivas. A
modo de ejemplo, si en el perodo 1993-95 slo un 8% de los artculos
sobre rasgos del JRP se dedicaban a este modelo, el porcentaje es ahora de un 50%; en el JP se pas de un 22% a un 65%, y en el EJP, de un
27% a un 45%. Slo en la revista creada por Eysenck (PAID), el modelo
de Eysenck mantiene su reducto y, de momento, va a la par de los cinco.
52

Boletn de Psicologa, No. 74, Marzo 2002

Tabla 2
Rasgos ms representados en los estudios de cinco revistas de personalidad
(enero 2000-junio 2001)

Nmero de artculos
CINCO GRANDES/MODELO DE
CINCO FACTORES
MODELO
DE
EYSENCK
EXTRAVERSIN
BSQUEDA DE
SENSACIONES

TOTAL

JP

JRP

200

23

16

JPSP:
PPID
18

21%
(42)

65.21%
(15)

50%
(8)

12%
(24)

7% (14)

0.5%
(1)

7% (14)

122

REVISTAS
EEUU
57

REVISTAS
EUROPEAS
153

45.16%
(14)

16.39%
(20)

49.12%
(28)

22.22% (34)

3.22%
(1)

18.85%
(23)
8.19%
(10)
9.01%
(11)
7.37%
(9)
6.55%
(8)
4.11%
(6)
4.91%
(6)

15.68% (24)

7.01% (4)

6.53% (10)

9.15% (14)

3.5% (3)

7.84% (12)

7.01% (4)

5.22% (8)

2.61% (4)

3.92% (6)

1.75% (1)

3.26% (5)

1.75% (1)

3.26% (5)

3.26% (5)

EJP

PAID

31

27.77%
(5)

22.22%
(4)

ANSIEDAD-RASGO

7% (14) 0.5% (1)

NEUROTICISMO

6% (12) 0.5% (1)

5.55%
(1)
16.66%
(3)

9.67%
(3)
9.67%
(3)
-

3.5%
(7)

3.22%
(1)

SUGESTIBILIDAD

3% (6)

Tendencia a postponer tareas (PROCRASTINATION)

3% (6)

6.25%
(1)

6.45%
(2)

IRA

3% (6)

0.5% (1)

2.5%
(5)

IMPULSIVIDAD

MODELO
CLONINGER

DE

2.45%
(3)
4.09%
(5)
4.09%
(5)

Nota: Aparecen en cursiva los porcentajes con diferencias significativas entre revistas estadounidenses y europeas.

Si comparamos revistas norteamericanas y europeas, observamos


que el dominio de los cinco es ms amplio en Estados Unidos que Europa (49.12% frente a 22.22%; [X2(1)=15.76, p<.001]). Tambin es destacable que slo en las revistas europeas aparecen representados el modelo de Eysenck y otros modelos psicobiolgicos como el de Cloninger.
Esto ocurre tambin con otros rasgos estudiados desde contextos psicobiolgicos, como bsqueda de sensaciones e impulsividad.
En general, de todas las revistas estudiadas, es PAID la que se ocupa de un abanico ms amplio de rasgos, mientras que las otras (incluida
EJP) parecen tener sus intereses concentrados en torno a los cinco.
Aunque el EJP se present en su momento como una alternativa a la
psicologa de la personalidad de cuo norteamericano, lo cierto es que,
como han visto otros revisores (Ibez y Monsalve, 1996; vase tambin
Pelechano, 1991), parece haber sucumbido a las exportaciones de Es-

53

Boletn de Psicologa, No. 74, Marzo 2002


tados Unidos 3 . Durante los 90 se multiplicaron los estudios que intentaban replicar, en Europa, los resultados hallados en Estados Unidos bajo
la firma de los cinco grandes; a principios de la nueva dcada, los cinco siguen siendo protagonistas en el EJP; un tercio de los artculos publicados se dedican a ese modelo, un porcentaje mayor que en cualquiera de las revistas estadounidenses.
Metodologa
Una de las crticas ms recurrentes a los estudios de personalidad (y
en general a la investigacin en psicologa) es la utilizacin masiva de
muestras de estudiantes. Esta ha sido una queja constante en las revisiones del rea. En las ltimas, se ha venido contemplando, con cierta
esperanza, un decremento en el nmero de muestras universitarias y un
aumento de estudios con adultos de la poblacin general. Cabe preguntarse si esta tendencia se ha consolidado en los ltimos aos. Los resultados se presentan en la Tabla 3 4 .
Como vemos, las muestras de universitarios son las ms frecuentes,
aunque algunos indicios podran sugerir que la tendencia a la baja contina; desde 1993-95 se ha producido un descenso (aunque muy tenue)
en la proporcin de artculos con estas muestras (de 58% a un 54.5%).
En concreto, son las revistas norteamericanas las que acusan esta tendencia; por ejemplo, el JP pas de un 60% de artculos con muestras de
estudiantes a un 47.8% y el JRP, de un 87% a un 69%. Sin embargo, en
las revistas europeas, los porcentajes se mantienen o incluso aumentan
(de un 42% a un 68.42% en el EJP). Curiosamente, una de las conclusiones de Endler y Speer (1998) era que, en las revistas europeas (especialmente en EJP), exista una mayor sensibilidad hacia las limitaciones de las muestras de estudiantes; sin embargo, a la luz de estos nuevos datos, esa conclusin no puede sostenerse. En definitiva, desde la
revisin de Carlson (que encontraba un 71%) la situacin parece haber
mejorado, pero los universitarios continan siendo el tipo de muestra
sobre la que se construye una amplia parte de la investigacin en personalidad.

Aunque tambin es cierto que los orgenes de las aproximaciones lxicas estn en
Europa y, en este sentido, tampoco los cinco grandes son creacin propia de los
estadounidenses. Allport y Odbert se inspiraron en Klages (1929) y Baumgarten
(1933). En este sentido, se ha dicho muchas veces que Europa ha asimilado de
Estados Unidos muchas ideas que stos previamente recogieron de los europeos.
4

El nmero de artculos sobre el que se hace el recuento no es exactamente el


mismo que en la Tabla 1. Esto se debe a la presencia de artculos tericos y de
revisin que se consideraron para el anlisis de contenidos, pero que no incluyen
estudios empricos.

54

Boletn de Psicologa, No. 74, Marzo 2002


Tabla 3
Tipos de muestras en cinco revistas de personalidad (enero 2000-junio 2001)
TOTAL
Nmero de artculos
ESTUDIANTES
UNIVERSITARIOS
ADULTOS
Clnicos
No clnicos
Parejas
ADOLESCENTES
NIOS
GEMELOS
ANIMALES

473
54.54%
(258)
32.55%
(154)
5.28%
(25)
24.73%
(117)
2.55%
(12)
8.45%
(40)
5.28%
(25)
2.11%
(10)
0.21%
(1)

JP

JRP

46

42

47.87%
69&
(22)
(29)
39.13% 30.95%
(18)
(13)
4.34% 4.76%
(2)
(2)
28.26% 26.19%
(12)
(11)
6.52%
(3)
10.86% 7.14%
(5)
(3)
6.52% 2.38%
(3)
(1)
2.17%
(1)
-

JPSP:PPID
73
54.79%
(40)
30.13%
(22)
2.73% (2)
21.91%
(16)
5.47% (4)
2.73% (2)
8.21% (6)
8.21% (6)
-

EJP

PAID

38

274

REVISTAS REVISTAS
EEUU
EUROPEAS
164

312

53.52%
68.42% 51.45%
56.52%
(91)
(167)
(26)
(141)
28.94 32.86%
32.91%
32.37%
(11)
(90)
(53)
(101)
2.63% 6.56%
3.72% (6). 6.08% (19)
(1)
(18)
26.31% 24.45%
24.84%
24.67% (77)
(10)
(67)
(40)
1.82%
4.34% (7)
1.60% (5)
(5)
10.94%
6.21% (10) 9.61% (30)
(30)
5.26% 4.74%
6.21% (10) 4.80% (15)
(2)
(13)
1.09%
4.34% (7)
0.86% (3)
(3)
0.36%
0.32% (1)
(1)

En cuanto a las fuentes y herramientas de recogida de informacin, muchos psiclogos de la personalidad parecen favorables a la utilizacin de recursos diversos, y sta es una opinin en alza. Pero, en la
prctica, los cuestionarios siguen imperando. As lo muestran los datos
de esta revisin (Tabla 4).
Un 82.45% de los trabajos empricos han utilizado cuestionarios, una
cifra que est muy por encima de otras tcnicas (por ejemplo, el 17.54%
de las pruebas de ejecucin o el 5.28% de informes de terceros). Es el
JPSP la revista donde los cuestionarios tienen menor presencia (un
68.42%). Comparando revistas norteamericanas y europeas, se encuentra en las norteamericanas una mayor proporcin de datos de observacin ([X2(1)=3.95, p<.05]) y registros en la vida cotidiana (experience
sampling) [X2(1)=5.55, p<.05]. En general, esta ltima modalidad parece
ganar protagonismo desde la revisin de 1993-95; cada vez ms estudios hacen uso de ella para obtener datos en contextos naturales, y analizar pensamientos, emociones y conductas en el tejido de la vida cotidiana. El conflicto interpersonal, y, especialmente, las emociones son
algunos de los temas donde estas tcnicas parecen extenderse. Tambin hay que sealar, respecto a la revisin de Endler y Speer, la incorporacin de los registros autobiogrficos (recuerdos, narrativas, historias
de vida), que, aunque tmidamente, aparecen en todas las revistas, salvo en PAID.
55

Boletn de Psicologa, No. 74, Marzo 2002


Tabla 4
Fuentes de datos en cinco revistas de personalidad (enero 2000-junio 2001)

Nmero de artculos
CUESTIONARIOS
PRUEBAS DE
EJECUCIN
INFORMES DE
TERCEROS
REGISTROS FISIOLGICOS/ DETERMINACIONES
BIOQUMICAS
REGISTROS EN LA
VIDA COTIDIANA
(MUESTREO DE
EXPERIENCIAS)
OBSERVACIONES
DE EXPERTOS
REGISTROS AUTOBIOGRFICOS
(recuerdos, historias
de vida...)
TCNICAS PROYECTIVAS
DATOS DE ARCHIVO

TOTAL

JP

JRP

473
82.45%
(390)
17.54%
(83)
5.28%
(25)
4.43%
(21)

46
95.62%
(44)
2.17%
(1)
10.86%
(5)
-

42
83.33%
(35)
19.04
(8)
7.14%
(3)
7.14%
(3)

JPSP:
EJP
PAID REVISTAS REVISTAS
PPID
EEUU
EUROPEAS
73
38
274
164
312
68.42% 84.21% 82.84%
81.36%
83.01%
(52)
(32)
(227)
(259)
(131)
14.47% 18.42% 20.43% 11.8% (19) 20.19% (63)
(11)
(7)
(56)
9.21%
7.89% 2.55% 9.31% (15)
3.2% (10)
(7)
(3)
(7)
1.31%
2.63% 0.72%
1.24% (2)
0.96% (3)
(1)
(1)
(2)

4.22%
(20)

10.86%
(5)

4.76%
(2)

10.52%
(8)

1.82%
(5)

9.1% (5)

1.6% (5)

3.17%
(15)
1.26%
(6)

2.17%
(1)
6.52%
(3)

7.14%
(3)
2.38%
(1)

9.21%
(7)
1.31%
(1)

1.45%
(4)
-

6.83% (11)

1.28% (4)

3.1% (5)

0.32% (1)

1.05%
(5)
1.05%
(5)

2.17%
(1)
-

4.76%
(2)
2.38%
(1)

1.31%
(1)
3.94%
(3)

0.36%
(1)
1.09%
(3)

2.48% (4)

0.32% (1)

2.48% (4)

0.96% (3)

2.63%
(1)

Nota: Aparecen en cursiva los porcentajes con diferencias significativas entre revistas estadounidenses y europeas

Finalmente, si realizamos una categorizacin general de los diseos,


se obtienen los resultados de la Tabla 5.
Tabla 5
Tipos de diseos en cinco revistas de personalidad (enero 2000-junio 2001)
TOTAL
Nmero de artculos
EXPERIMENTALES

473
11.2%
(53)
CORRELACIONALES 89.64%
(424)
Transversales
78.43%
(371)
Longitudinales
11.2%
(53)

JP

JRP

46
42
4.34%
23.8%
(2)
(10)
97 %
78.57%
(45)
(33)
82.6%
66.6%
(38)
(28)
15.21% 11.9%
(7)
(5)

JPSP:
PPID
73
27.39%
(20)
72.6%
(53)
41.09%
(30)
31.5%
(23)

EJP

PAID

REVISTAS REVISTAS
EEUU
EUROPEAS
38
274
164
312
6.73% (21)
10.52% 6.2%
19.97%
(4)
(17)
(32)
89.47% 94.52%
81.36%
93.91%
(34)
(259)
(131)
(293)
73.68% 90.14% 59.6% (96)
88.14%
(28)
(247)
(275)
15.78% 4.37%
5.76% (18)
21.73%
(6)
(12)
(35)

Nota: Aparecen en cursiva los porcentajes con diferencias significativas entre revistas estadounidenses y europeas

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Los diseos experimentales son mucho menos frecuentes que la investigacin correlacional. La cada de las manipulaciones de laboratorio
en la investigacin de personalidad se ha venido constatando en otras
ocasiones (cf. Endler y Parker, 1991, frente a Edwards y Endler, 1983).
Como vemos, en la actualidad, los estudios experimentales son ms
frecuentes en las revistas americanas ([X2(1)=7.48, p<.01]), un patrn
que tampoco se aleja de las observaciones de otros autores, y que ratifica la mayor receptividad en Estados Unidos a procesos y a los aspectos
ms maleables de la personalidad.
En cuanto a los estudios correlacionales, stos suelen limitarse a
una toma de datos (transversales). Con todo, tambin es esperanzador
que la cifra de estudios longitudinales se haya elevado desde 1993-95
(de un 3% a un 11.2% 5 ). Estos estudios aparecen ms en revistas norteamericanas (muy especialmente en el JPSP). Tomando los datos en
su conjunto, parece que el JPSP es la revista que ms se aleja del patrn general (estudios correlacionales-transversales con universitarios y
predominio de cuestionarios). Dado que esta revista es una de las ms
influyentes, es posible que las lneas del JPSP marquen el paso a las
investigaciones futuras.
Para resumir los resultados de esta revisin, hemos podido comprobar que la recuperacin de los rasgos no era transitoria. Los cinco, a
pesar de las embestidas que han venido recibiendo (p.ej., Block, 1995,
2001), parecen haberse establecido con xito, siguen una trayectoria
ascendente y se han irradiado a las publicaciones europeas. Otros temas, aunque desde una posicin menos hegemnica, tambin se arraigan: este es el caso del s mismo y las emociones que, definitivamente,
parecen reinstalados en la psicologa de la personalidad. La salud, el
bienestar, las aportaciones de tintes biolgicos y la psicopatologa son
otros contenidos que, a menudo entrecruzados con los rasgos, parecen
afianzarse. En el plano metodolgico, van despuntando cambios alentadores (muestras ms variadas, tcnicas diversas de recogidas de datos,
estudios longitudinales), aunque estos cambios parecen ms pausados
que los propsitos de los manuales.
Por supuesto, es necesario sealar que esta revisin es limitada; el
perodo examinado es corto y, desde luego, las revistas revisadas no
contienen todos los trabajos de los psiclogos de la personalidad. No
obstante, nos vale para obtener algunos indicios del estado de la investigacin y de los cauces que sigue, y nos ayuda a delimitar qu campos
se consolidan dentro del vaivn de la produccin investigadora.
5

No obstante, tambin conviene tener en cuenta que la duracin de los estudios


longitudinales es muy variada, y que no todos suponen un seguimiento en un perodo largo de tiempo. En esta revisin se encuentran seguimientos desde varias semanas a varias dcadas de duracin, con predominio de los perodos entre 1 y 12
meses. Los estudios con seguimientos ms amplios, aparecen, mayoritariamente, en
el JPSP.

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Discusin, valoracin y prospectiva


Campos en expansin
En la actualidad, podra decirse que los intereses de los psiclogos
de la personalidad son amplios. Si hojeamos los principales textos y
revistas del rea, podemos encontrar genes, propsitos, significados,
cogniciones, afectos, motivaciones, patologas, proyecciones aplicadas,
etc.
La amplitud de intereses queda reflejada en la variedad de unidades
de anlisis que atraen a los psiclogos de la personalidad. Desde comienzos de los 90, la pregunta qu unidades debemos emplear? (una
pregunta que Allport haba formulado hace ms de cuarenta aos) ha
sido retomada una y otra vez, y diferentes investigadores han venido
diseado esquemas integradores, que intentan dar cabida a las unidades ms estables y las ms cambiantes, las ms genricas y las ms
contextualizadas (vase McAdams, 1994; McCrae y Costa, 1999, y,
desde hace varias dcadas, Pelechano, 1973, 1989, 1996). McAdams
(1994), al que anteriormente aludimos, es un buen ejemplo de la insistencia en abrir las puertas a unidades diversas. Su esquema incorpora
tres niveles de anlisis: un primer nivel donde se encuentran los rasgos,
como dimensiones comparativas, estables y generalizadas. Un segundo
nivel es una categora un tanto heterognea, que incluye motivos, esquemas, estilos de afrontamiento, afanes, proyectos, tareas vitales, estilos de apego, valores... Son unidades que se refieren a qu buscan las
personas durante perodos determinados o en contextos particulares de
sus vidas, y qu mtodos (estrategias, planes...) utilizan para lograrlo.
Son unidades contextualizadas en el tiempo, el espacio y/o en roles especficos, e incluyen las unidades de nivel intermedio, as como muchas unidades favoritas para los modelos socialcognitivos. Finalmente,
el tercer nivel vendra representado por las historias de vida, que permite dar cuenta de la integracin, la unidad y el propsito general de la
vida de una persona. Si el primer nivel representaba el tener y el segundo captaba el hacer, el tercer nivel tiene que ver con construir el
yo a travs de un relato interiorizado, por medio del cual las personas
integran sus distintos roles, valores, habilidades y cambios, organizndolos en una identidad coherente.
No obstante, y a pesar de la amplitud de miras de los psiclogos de
la personalidad, tambin hay que sealar que, tal y como ha indicado
nuestra revisin, los rasgos se han establecido como las unidades ms

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investigadas. Si durante algunos aos fueron cuestionados y desdeados, y slo se poda hablar de los rasgos con cierta timidez, en la actualidad son defendidos con la voz muy alta. Particularmente, las aproximaciones de cinco factores se han consolidado e inundan la investigacin
sobre personalidad. Algunas lneas de trabajo continan la tradicin lxica y, en los ltimos aos, se han realizado numerosos trabajos de corte
mico en lenguas muy diversas, con el fin de conocer hasta qu punto
se replica la estructura de los cinco grandes cuando se utilizan trminos autctonos (p.ej., Iraegui y Quevedo, 2002; Saucier, Hampson y
Goldberg, 2000). Unos estudios que, dicho sea de paso, parecen indicar
que, ms all de los lenguajes germnicos, la estructura de los cinco
slo se reproduce parcialmente, y el factor V Cultura, Intelecto, Apertura es el que se muestra ms dbil. Pero, dentro de las aproximaciones
de cinco factores, la versin de Costa y McCrae (el Modelo de Cinco
Factores) parece la ms extendida, y los estudios con el NEO-PI-R se
multiplican. Por ejemplo, a lo largo de la ltima dcada, se han seguido
realizando estudios que intentan asimilar, dentro del modelo de cinco
factores, otras medidas de personalidad, como las de Cloninger, el CPI,
el Inventario Clnico de Millon o la Clasificacin Q de California (Piedmont, 1998). Y otros trabajos han intentado desarrollar las aplicaciones
del modelo en distintos campos, como las organizaciones (Salgado,
1997) o la psicologa de la salud (Smith y Williams, 1992).
Precisamente, los temas relacionados con la salud forman otro de
los campos que, a lo largo de las ltimas dcadas, parece mantenerse
en las primeras posiciones en cuanto a volumen de investigacin (Aluja,
2000; Endler y Speer, 1998; Monsalve, 1994). Esto lo ha mostrado tambin nuestra revisin. Son muchos los conceptos de personalidad que
se estudian en relacin con la salud/enfermedad. Algunos estudios profundizan en la tradicin de los tipos relacionados con enfermedades
especficas, aunque intentando detectar los componentes ms txicos
de esos patrones. Por ejemplo, del patrn de conducta tipo A, atrae especial atencin la ira/hostilidad (Miller et al., 1996). En lo que respecta a
la personalidad tipo C (supuestamente relacionada con las enfermedades tumorales), muchos trabajos se vuelcan en las variables y procesos
relacionados con la inhibicin de las emociones (alexitimia, afrontamiento represivo, supresin de la ira...). En relacin con esto, se han seguido
desarrollando estudios sobre la comunicacin de sucesos traumticos y
de las emociones asociadas a ellos, en la lnea de Pennebaker, y se ha
mostrado que tal comunicacin ejerce efectos positivos no slo sobre el
bienestar emocional, sino sobre quejas somticas y marcadores inmunolgicos (Petrie et al., 1995). Al margen de estas tradiciones, otras variables estudiadas incluyen el neuroticismo; aunque, sobre este constructo,
hay que decir que contina el debate sobre si tiene relacin con la enfermedad objetiva o ms bien con el estado de salud subjetivo (Mathews y Deary, 1998). Tambin los recursos salutognicos han seguido
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siendo objeto de atencin. Adems de algunos muy estudiados desde
los aos 80, como el sentido de coherencia y la firmeza, se han difundido otros conceptos como el de optimismo (Peterson y Bossio, 2001;
Scheier et al., 1999) o el de esperanza (Snyder, 2000).
En general, el inters por centrarse en las caractersticas de personalidad ms saludables y positivas parece estar en alza y forma parte
de una sensibilidad ms amplia (p.ej., Avia y Vzquez, 1998; Seligman y
Csikszentmilhalyi, 2000; Sheldon y King, 2001), que ha sido impulsada
por Seligman durante su presidencia de la APA y que ha sido denominada psicologa positiva (Seligman y Csikszentmilhalyi, 2000). Frente a
las visiones del ser humano centradas en los dficit, la psicologa positiva promueve el estudio de las potencialidades humanas, las fortalezas y los estados ptimos. Se presenta como una psicologa optimista
(muchas aportaciones tienen brillos humanistas), de cierto sabor americano, cuya huella se aprecia en mltiples campos de investigacin, como la motivacin, las competencias humanas, las emociones o el bienestar.
Esto nos permite enlazar con otro de los temas de investigacin que,
de acuerdo con nuestra revisin, parece mantenerse a lo largo de los
aos: las emociones. Ya sealamos anteriormente que, durante dcadas, las emociones no fueron un tema muy destacado en la psicologa
de la personalidad. Algunas voces solitarias como la de Tomkins (1981)
situaban a las emociones en el centro del funcionamiento personal, pero
esta no era precisamente la visin hegemnica. Sin embargo, con el
tiempo, las emociones se fueron convirtiendo en uno de los asuntos ms
estudiados. El mpetu de los estudios sobre emociones en las ciencias
de la conducta queda plasmado en la aparicin, a principios de los 90,
de un Handbook of Emotions (Lewis y Haviland, 1993), que pocos aos
ms tarde ya mereci una segunda edicin (Lewis y Haviland, 2000);
asimismo, la APA ha iniciado recientemente una nueva publicacin peridica dedicada a las emociones (Emotion). En el mbito especfico de
la personalidad, tambin se habl de revolucin afectiva, explosin
afectiva y redescubrimiento de la emocin, y algunos autores, como
Pervin (1993) intentan devolver a las emociones un papel nuclear en la
organizacin de la vida personal. La importancia que se concede a las
emociones queda plasmada, por ejemplo, en el desarrollo que experimentaron las teoras socialcognitivas, que, ahora, explcitamente, hablan
de sistemas cognitivo-afectivos (Mischel y Shoda, 1995). Las unidades
que propone Mischel ya no son slo cogniciones o competencias racionales, sino tambin sentimientos, emociones y respuestas afectivas.
Adems, aparecen teoras que, siguiendo una tradicin ya antigua, definen dos sistemas de procesamiento: uno, lgico y analtico; otro, ms
intuitivo, guiado por las emociones y por los aspectos ms calientes de
la personalidad. Es el caso de Epstein (1990) con su diferenciacin entre
un sistema racional y otro experiencial. Y es el caso del propio Mis60

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chel, que delinea un sistema fro, cognitivo, lento, complejo, y un sistema caliente, especializado en el procesamiento emocional, rpido e
impulsivo (Metcalfe y Mischel, 1999).
En esa vuelta de lo emocional, las emociones negativas han conservado su protagonismo; pero, en lnea con esa sensibilidad hacia lo positivo que comentamos ms arriba, se aviva el inters por los estados
emocionales positivos (alegra, ilusin, entusiasmo, inters...). A las
emociones positivas no slo se las considera indicadoras de bienestar;
se ha encontrado que dan lugar a un pensamiento ms flexible, creativo
y abierto (Isen, 2000); algunos autores plantean que las emociones positivas amplan el men de pensamientos y conductas cuando la persona
toma decisiones, y generan recursos de resistencia ante las adversidades (Frederickson, 2001).
Al hilo de esto, nuestra revisin tambin muestra que los temas relacionados con el bienestar han ascendido dentro del listado de campos
investigados por los psiclogos de la personalidad. El bienestar subjetivo
ha sido calificado como el trmino psicolgico que denota lo que, en el
lenguaje popular, se conoce como felicidad; en las ltimas dcadas,
este concepto ha generado ros de investigacin y mltiples escalas de
medida (e.g., Fierro y Cardenal, 1996; Snchez Cnovas, 1994). La visin de Diener (e.g., Diener et al., 1999) ha sido especialmente productiva. El bienestar subjetivo constara de tres componentes: presencia de
afecto positivo, ausencia de afecto negativo y satisfaccin con la vida;
mltiples estudios, partiendo de esta perspectiva, han analizado sus
determinantes y sus correlatos. Una visin diferente a sta (a la que
algunos denominan hednica) es la llamada perspectiva eudemnica
(Ryan y Deci, 2001; Ryff y Keyes, 1995). Aqu lo importante no es tener
emociones positivas ni carecer de emociones negativas; en sintona con
la tradicin humanista, lo importante es satisfacer las necesidades
humanas ms intrnsecas (autonoma, crecimiento personal, autoaceptacin...); y ello puede implicar sentir y expresar emociones poco placenteras. El debate entre las dos versiones (hednica y eudemnica), que,
en s, es un viejo problema filosfico y tico, ha sido bastante acalorado
(Diener et al., 1998; Ryff y Singer, 1998), aunque, si analizamos la investigacin en trminos cuantitativos, la visin hednica parece prevalecer.
Otra de las corrientes que parecen ascender desde la revisin de
Endler y Speer concierne al s mismo, lo cual corrobora una tendencia
identificada en otras revisiones hechas durante los 90 (p.ej., Monsalve,
1994). En realidad, el estudio de las caractersticas y procesos relacionados con el yo parece ir aumentando desde hace ya varias dcadas.
Recientemente, una bsqueda en la base PsycINFO utilizando self
como palabra clave identificaba ms de 153.000 artculos (Robins, Norem y Cheek, 1999). Analizando la evolucin por aos, se encontraba
una tendencia ascendente desde los aos 70. La proliferacin (crecien61

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te) de trminos que utilizan self (o auto-) como prefijo (autoconsistencia, auto-conciencia, auto-afirmacin, auto-ensalzamiento, etc.)
tambin seala que ste ha pasado a ser un tema central. Algunos temas clsicos como la autoestima siguen siendo muy investigados,
aunque aumenta el inters por los modelos sobre yoes mltiples; se
trata de analizar cmo el juego entre distintas representaciones sobre
uno mismo regula nuestro comportamiento. Entre esos modelos, parece
haber ganado especial difusin el de Higgins (1987, 1996, 2001), con lo
que primeramente fue denominada teora de la autodiscrepancia y que
ahora prefiere denominar teora del foco regulador; una teora que recoge la vieja idea de dos sistemas motivacionales relacionados con la
bsqueda del placer y la evitacin del dolor, respectivamente. Por ejemplo, se ha hecho muy conocida su distincin entre el yo ideal (cualidades que la persona desea lograr) y el yo debido (lo que se siente obligado a ser). De acuerdo con la teora, las personas podemos enfocarnos ms hacia los ideales (las aspiraciones, esperanzas, deseos positivos), o hacia los debidos (el sentido del deber, las responsabilidades
y obligaciones). En palabras de Higgins, podemos tener nuestro foco en
la promocin o en la prevencin. Estos dos focos dan lugar a diferentes esquemas motivacionales (aproximacin, evitacin), y a diferentes tipos de emocin. As pues, tenemos un modelo que contempla el
funcionamiento conjunto de cogniciones, motivacin y emocin. Probablemente este sea uno de los motivos de su popularidad, y del inters
que ha generado en los investigadores.
Otra de las lneas de evolucin de la investigacin en personalidad
tiene que ver con aspectos psicobiolgicos. Los avances en las neurociencias parecen imparables, y muchos autores intentan incorporar estos progresos en la psicologa de la personalidad. En el plano terico,
los insights de Eysenck y los modelos de Gray, Cloninger o Zuckerman
siguen siendo una buena fuente de inspiracin (aunque, como hemos
visto, ms en las revistas europeas que en las norteamericanas); otros
autores, como Depue y Collins (1999) tambin estn realizando propuestas interesantes sobre las bases biolgicas de los rasgos.
Dentro de los aspectos psicobiolgicos, no pueden dejar de mencionarse la gentica y el evolucionismo, que se ocupan de las causas
biolgicas ms distales: la gentica, estudiando la transmisin biolgica
de las diferencias individuales, y el evolucionismo atendiendo a los mecanismos comunes a la especie y a su valor adaptativo. Ambos campos
comparten una historia oscilante: en una primera etapa, a finales del
siglo XIX y principios del XX, muchos psiclogos abrazaron las diferencias genticas y la teora de la evolucin. Ms tarde, vino la decadencia.

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El clima intelectual de la psicologa fue ms afn al ambientalismo y,
adems, las implicaciones ideolgicas de las corrientes biolgicas desataron el temor de muchos autores. El final del siglo XX vio su recuperacin y, en la actualidad, tanto la gentica como el evolucionismo, pese a
sus detractores, parecen vivir una poca dorada. Por una parte, dentro
del estudio gentico de las diferencias individuales, la literatura sigue
ofreciendo estudios de gentica cuantitativa, con gemelos y adoptados,
que nos ofrecen ndices de heredabilidad para muchas dimensiones de
personalidad; no obstante, en los ltimos aos, la gentica cuantitativa
intenta ir ms all, estudiando, por ejemplo, la influencia de los genes
sobre las relaciones entre rasgos (Jang et al., 2001). Y, por otra parte,
un campo que genera verdadero entusiasmo en algunos investigadores
es el de la genmica. El mapa del genoma humano ha sido una especie
de santo grial que ha mantenido en vilo a muchos cientficos. Los
avances en este mbito hacen hablar de una revolucin en la psicologa, y algunos sugieren que en el prximo siglo los investigadores de la
personalidad usarn rutinariamente marcadores de ADN como herramientas de investigacin (Plomin y Caspi, 1999, p. 265). Aunque, de
momento, los progresos en la bsqueda de marcadores genticos para
los rasgos de personalidad parecen ser modestos. El estudio de los llamados loci de rasgos cuantitativos ha producido resultados contradictorios (Gelerneter et al., 1998; Greenberg et al., 2000) y tamaos del
efecto muy reducidos (Wahlsten, 1999), de forma que, por el momento,
la genmica parece haber trado a la personalidad ms esperanzas que
hechos. En cuanto al evolucionismo, ya comentamos que impregna,
cada vez ms, los textos de nuestra disciplina. Muchos autores influyentes, como Hogan o Millon, han inyectado de evolucionismo sus teoras, y
otros autores, como David Buss han insistido en defender el evolucionismo como un gran paradigma que penetra en todas las reas de la
psicologa, incluida la personalidad (Buss, 1999), si bien hay que sealar
que la investigacin parece centrarse en un ncleo de temas muy reducido; en especial estrategias de emparejamiento y preferencias sexuales
(p.ej., Greiling y Buss, 2000; Marlowe y Wetsman, 2001).
Finalmente, como otra de las lneas de desarrollo identificadas en
nuestra revisin, debemos aludir a la relacin entre personalidad y psicopatologa. Si repassemos la historia de nuestra disciplina encontraramos que, en muchos casos, la reflexin sobre la personalidad fue de
la mano con el estudio del comportamiento anormal. Sin embargo, ms
adelante esta conexin se debilit. Como indicativo, la escisin del Journal of Abnormal and Social Psychology, en 1964, en dos publicaciones:
en Journal of Abnormal Psychology y el Journal of Personality and Social Psychology. A partir de aqu personalidad y psicopatologa siguen
caminos divergentes. A finales de los 60, la personalidad naufragaba en
sus crisis, mientras que la psicopatologa se fortaleca; la novedad multiaxial del DSM-III fue un estmulo particularmente poderoso. En la actua63

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lidad, hace ya algn tiempo que se habla de reaproximacin. Un nmero
especial del Journal of Personality and Social Psychology en 1994 tena
como objetivo impulsar y celebrar la nueva alianza. Desde entonces, el
estudio de las relaciones entre personalidad y patologa ha ido en aumento. Muchos conocimientos de la psicologa de la personalidad se
han aplicado al estudio de trastornos mentales (estilos de atribucin,
autoeficacia, estrs-afrontamiento, el s mismo...); aunque posiblemente
el tema de ms actualidad tenga que ver con la relacin entre rasgos de
personalidad y trastornos. Muchos autores estn convencidos de que las
clasificaciones en psicopatologa deben avanzar ms all de los esquemas categoriales, hacia modelos dimensionales, que reconozcan la continuidad entre los trastornos y las dimensiones de personalidad normal
(Widiger y Clark, 2000).
Esta idea, que tampoco es nueva en nuestra disciplina, ha sido llevada al estudio de distintas alteraciones (p.ej., Krueger, McGue y Iacono, 2001), aunque el principal caballo de batalla est en los trastornos
de personalidad. Desde la introduccin del sistema multiaxial, el inters
por estos trastornos ha ido en aumento (Belloch et al., 1996). Muchos
autores reclaman que se introduzcan los conocimientos de la psicologa
de la personalidad para aclarar la naturaleza de los trastornos, entendiendo los trastornos de personalidad como variantes extremas de rasgos o como combinaciones particulares de ellos. Entre los modelos de
rasgos propuestos (p.ej., el de Cloninger, el de Gray), de nuevo, el modelo de cinco factores es el que ms difusin est recibiendo. Los defensores del modelo (Widiger es uno de los portavoces ms odos) han
desplegado toda una campaa en su defensa, presentndolo como la
gran tabla de salvacin que podr resolver los problemas diagnsticos
del DSM y aclarar la naturaleza de los trastornos de personalidad. Las
publicaciones sobre los cinco y los trastornos son muy numerosas, en
un intento por traducir cada trastorno en un perfil de puntuaciones en
los rasgos. Estas hiptesis han sido puestas a prueba con un xito desigual (Clark, 1993; Morey et al., 2000) y algunos autores, como Butcher
y Rouse (1996) animan a resistir la tentacin de subirse al carro de los
cinco (p. 97); las propuestas de los cinco son vistas por estos y otros
autores como esfuerzos procrusteanos por encajar los trastornos en
una estructura artificiosa.
En cualquier caso, lo cierto es que la distancia entre psicologa de la
personalidad y trastornos de personalidad tiene poco sentido. Muchos
conocimientos construidos en nuestra disciplina pueden ayudar a definir
los trastornos y a entender su origen, mecanismos y vas de tratamiento.
Los modelos dimensionales, basados en las continuidades con la personalidad normal permitirn hacer anlisis ms finos y tratar una imagen
ms rica del paciente. Parece que se est creando una corriente de opinin favorable al cambio, y quiz esto quede reflejado en el DSM-V.
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En definitiva, y para terminar este apartado, la psicologa de la personalidad actual parece haber superado aquel estigma de las mil teoras en busca de un hecho.
Despus de algunos aos en los que la psicologa de la personalidad
anduvo cabizbaja, hoy es un rea de trabajo muy activa, a pesar de que
la proporcin de investigadores dedicados a ella, dentro del marco general de la psicologa, no es alta (Hogan, 1993). Sus focos de atencin son
mltiples y ha ganado en riqueza, respetabilidad y proyeccin. Como
sealaba Pervin hace ya algunos aos, parece que el campo est vivo, y
con muchos ingredientes en ebullicin.

Bondades... y limitaciones
La productividad de la investigacin actual sobre personalidad ha sido resaltada por otros revisores en aos muy recientes. La ltima revisin sobre personalidad en el Annual Review indica que:
La psicologa de la personalidad es extraordinariamente activa en la
actualidad, quiz ms que en ningn otro momento de su historia. La
pasada dcada ha visto un aumento dramtico en actividad investigadora, presentaciones a congresos, manuscritos enviados a revistas e inters de los estudiantes. Por ejemplo, el Journal of Research in Personality [...] ha experimentado una aumento en envos cada ao desde 1996.
Una tendencia particularmente interesante es que muchos de estos envos vienen de psiclogos que no estn afiliados a programas formales
de psicologa de la personalidad (Funder, 2001, p. 168).
Otro signo de vitalidad y dinamismo est en la creacin (a principios
de 2001) de una nueva asociacin (Association for Research in Personality), dedicada al estudio multidisciplinar de la estructura, dinmica y
desarrollo de la personalidad; una asociacin que parece surgir ante el
aumento de los estudios en personalidad y la consiguiente incomodidad en la casa comn de la Divisin 8 de la APA (la Society of Personality and Social Psychology); los psiclogos de la personalidad (y otros
investigadores interesados por el tema) parecen buscar sus propios foros de encuentro. La multiplicidad de intereses de la asociacin queda
reflejada en sus abanderados, que incluyen simpatizantes de los rasgos
(Funder, Watson, Clark), socialcognitivos muy militantes (Cervone,
Norem), investigadores de la coherencia en un plano longitudinal (Caspi)
y defensores acrrimos de la persona y de las narrativas (McAdams).
Sin embargo, aun reconociendo las virtudes del momento actual,
probablemente tambin hay razones para moderar el optimismo. Si
atendemos a algunos datos que nos ofrecen las revisiones la investigacin, como la que aqu hemos presentado, el panorama no es totalmente luminoso.
Nuestra revisin indica, por ejemplo, que la investigacin en personalidad est repleta de muestras muy limitadas (fundamentalmente uni65

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versitarios), lo cual dificulta la generalizacin de los resultados e impide
abordar adecuadamente muchos temas interesantes para nuestra disciplina.
Tambin vimos que los recursos de recogida de datos siguen gravitando en torno a los cuestionarios. stos son los instrumentos preferidos
no slo por los rasguistas; tambin predominan en los trabajos de corte
socialcognitivo. No cabe duda de que los cuestionarios son un recurso
cmodo y econmico (y esto, obviamente, tiene que ver con su amplia
utilizacin), y que puede ser idneo para abordar algunos temas. Pero
quizs habra que prestar atencin a sus limitaciones si los utilizamos
como nica arma. Quizs haya que preguntarse cunto hay de varianza
de mtodo en los resultados que nos ofrece gran parte de la psicologa
de la personalidad, que descansa nicamente sobre respuestas a cuestionarios.
La personalidad es un rea compleja, que tiene que moverse en diferentes niveles y mbitos. Ello necesita ms diversidad metodolgica que
la que ahora tenemos, y quiz esta sea una de las vas que haya que
potenciar en el futuro. En realidad, hace tiempo que se vienen denunciando los excesos en el uso de autoinformes, y que se viene impulsando la ampliacin del tipo de datos a recoger. Ya hace ms de una dcada que Craik (1986) invocaba un pluralismo metodolgico, en sintona
con las propuestas de pioneros como Murray o Allport. Y, en textos ms
recientes, los psiclogos de la personalidad intentan promover el uso de
datos de archivo, entrevistas, observaciones, material biogrfico y narrativo, informes de terceros... (p.ej., McAdams y West, 1997) Parece que
se estn produciendo algunos progresos y, como vimos, tmidamente
despuntan mtodos ms variados. Pero, hoy por hoy, la psicologa de la
personalidad parece transmitir una imagen dual: por una parte la vistosidad de sus ideas y propsitos; por otra parte, la imagen ms monocolor
de la investigacin. Es posible que vayamos por buen camino, aunque
tendremos que esperar hasta que la investigacin sea un buen reflejo de
la apertura que se viene invocando.
Cabe preguntarse por qu ese hiato entre lo que se propugna y lo
que el grueso de la investigacin hace. Quizs sigue latente el temor a
alejarse de los cnones ms estandarizados, o puede existir inseguridad
sobre cmo plasmar en la prctica las ideas que se proponen. Y es posible que haya que tener en cuenta las presiones con las que se encuentran los investigadores. Las presiones por publicar el mayor nmero
de artculos en el menor tiempo posible (publica o perece) no animan a
embarcarse en estudios multi-mtodo, muestras variadas o estudios
longitudinales. Las leyes del mercado acadmico acaban estimulando
las lneas de trabajo volcadas en la cocina rpida de los cuestionarios
y de las muestras ms convenientes.

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Otro asunto que merecera ms atencin tiene que ver, en mi opinin, con los aspectos ms molares, integrados y organizados de la personalidad. Se estn estudiando muchas facetas de la personalidad; se
sabe cada vez ms sobre piezas aisladas, pero se sabe poco sobre el
engranaje global. Estamos acumulando mucha informacin sobre variables de personalidad, pero sabemos poco sobre el funcionamiento total
de los individuos en interaccin con sus contextos. La atencin a la totalidad fue considerada como el marchamo de la psicologa de la personalidad desde sus comienzos. Tras Allport, Murray y la etapa de definicin
de nuestra disciplina, este horizonte pareca haberse perdido de vista, y
este fue uno de los motivos de la queja de Carlson. La persona se haba
perdido, y el suyo, como sealamos ms arriba, fue uno de los lamentos
que anunciaban crisis. Durante el debate de los aos 70, se prest mucha atencin a otro de los vectores de la crisis (el debate personasituacin), pero el problema que planteaba Carlson se qued sin resolver. En la actualidad, diferentes voces, cada vez ms audibles, nos avisan de un exceso de fragmentacin, y animan a estudiar el funcionamiento global de la personalidad. Magnusson ha sido, desde hace aos,
una figura muy significativa con su concepcin holista de la personalidad
como sistema complejo, en evolucin y en constante transaccin con un
ambiente tambin complejo. En esta misma lnea, Pervin (1996, 1999)
ha denunciado una y otra vez la falta de modelos que se atrevan a captar el funcionamiento de la personalidad como una organizacin, que
den cuenta de la integracin y el conflicto entre los diversos componentes, y que expliquen, al mismo tiempo, los aspectos ms estticos y los
ms dinmicos de la persona. Por su parte, McAdams intenta recuperar
a la persona centrndose en la identidad; sta, entendida como un texto
que se va tejiendo desde la adolescencia, proporciona unidad y coherencia a la vida de los individuos.
Pese a estos y otros llamamientos, el estudio de la organizacin de
la personalidad no ocupa el lugar que le debiera corresponder. Se estn
haciendo avances en algunos mbitos; por ejemplo, en campos como el
s mismo se estudian algunas interacciones entre cogniciones, motivaciones y afectos. No obstante, la psicologa de la personalidad sigue
teniendo una asignatura pendiente. En 1937 Allport sealaba que la
organizacin total de la personalidad era un problema nuevo, que estaba
escasamente formulado en psicologa y que llevara tiempo desentraar.
Varias dcadas ms tarde, el problema sigue siendo difcil de abordar. Y
difcilmente podr solucionarse con la metodologa que ahora mismo
predomina. El estudio intensivo de individuos a lo largo del tiempo y con
diferentes medidas parece necesario para descifrar la cara ms enigmtica (y tambin la ms estimulante) de la personalidad.

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Futuros posibles
Previsiones para el futuro? Ya es casi tradicional hacerlas al final
de las revisiones sobre la disciplina. Hacer pronsticos es una tarea
arriesgada, y no siempre es fcil anticipar qu temas y tendencias triunfarn en la lucha por la supervivencia cientfica. No obstante, hay algunas apuestas bastante seguras, dada la situacin actual y los avances
que se estn produciendo en otras disciplinas. Por ejemplo, el auge de
los desarrollos psicobiolgicos y genticos.
La psicologa de la personalidad no va a poder permanecer ajena a
los avances de las neurociencias. Los progresos en la bioqumica del
cerebro y en tcnicas psicofisiolgicas como la neuroimagen van a seguir proporcionando datos, cada vez ms sofisticados, sobre la relacin
entre cerebro y comportamiento. Conocer las bases biolgicas de los
rasgos temperamentales es una vieja aspiracin de muchos psiclogos
de la personalidad, y esa es una de las lneas que, previsiblemente, va a
seguir creciendo.
Algo semejante se puede decir de la gentica. La gentica molecular
nos va a seguir ofreciendo sus posibilidades, y nos va a seguir planteando dilemas e interrogantes. Como hemos visto, los ms entusiastas
anuncian que los psiclogos de la personalidad de las prximas dcadas
utilizarn determinaciones genticas en sus investigaciones de forma
rutinaria. Quizs sin llegar a tanto (de momento, los loci cuantitativos no
han sido precisamente una panacea), debemos estar preparados para
recibir ms y ms informacin. El camino que conduce de los genes a la
conducta, pasando por el sistema nervioso y endocrino, se tendr que ir
desgranando, y ello ayudar a entender algunos aspectos de la personalidad, aunque el recorrido completo es una tarea gigantesca, que seguramente debe contemplarse como un objetivo a largo plazo.
Adems, el trazado de esas vas se complica si tenemos en cuenta
que el camino puede ser de ida y vuelta. Autores como Gottlieb (1998)
han venido mostrando que ambiente, conducta, actividad neural y actividad gentica se relacionan recprocamente. La actividad neural, las conductas y experiencias no son meros resultados del genotipo, sino que
ellas mismas afectan a la activacin y expresin de los genes. Si esto es
as, nos tendremos que enfrentar con modelos transaccionales, sistmicos, que aaden un plus de complejidad al estudio biolgico de la personalidad.
En cualquier caso, conocer las bases biolgicas de la personalidad
no ser suficiente ni, desde luego, agota las posibilidades de nuestra
disciplina. La influencia de las caractersticas biolgicas slo puede ser
entendida en contextos sociales e histricos concretos. Los procesos de
construccin de significados, autorreflexin e identidad exigen no perder
de vista la cultura. Este es otro aspecto que, en mi opinin, va a reclamar ms atencin. Sobre todo si tenemos en cuenta que los conflictos
culturales estn cada vez ms presentes en la vida de nuestras socie68

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dades, y que habr que hacer frente a los problemas de la integracin
cultural. Los distintos universos simblicos y las diferentes formas de
construir el mundo, la identidad y las relaciones no van a poder ser obviados por la psicologa de la personalidad.
Otra de las predicciones ms seguras tiene que ver con las aplicaciones. La dimensin ms aplicada de la personalidad ya se ha venido
desarrollando desde hace mucho, y es previsible que lo vaya a seguir
haciendo. Trabajo, salud, educacin, delincuencia, adicciones... Los
aspectos ms pragmticos recibirn cada vez ms atencin (y financiacin).
Esta dcada ha sido designada como dcada de la conducta. Este
es el nombre que recibe una iniciativa de la Asociacin Americana de
Psicologa y otras instituciones estadounidenses para promover la aplicacin de los conocimientos psicolgicos a la mejora del bienestar social. Tras la dcada del cerebro, que supuso una fuerte derivacin de
fondos hacia las neurociencias, ahora se resaltan la posibilidades de la
psicologa para enfrentarse a los retos sociales. Los cientficos sociales
y de la conducta son animados a presentar sus resultados para informar al pblico y servir de ayuda a las polticas pblicas, incluyendo
mejorar la educacin y el cuidado de la salud; promover la seguridad en
los hogares y en las comunidades; satisfacer activamente las necesidades de una poblacin que envejece; y ayudar a solucionar los problemas
del abuso de drogas, crimen, conductas de alto riesgo, pobreza, racismo
y desconfianza hacia las instituciones (http://www.decadeofbehavior.org/). Esta iniciativa anima a desarrollar las vertientes ms prcticas
de la psicologa (tambin de la personalidad, que tiene bastante que
decir ante todos esos temas), y es previsible que en los prximos aos,
el impulso se haga notar, especialmente en las publicaciones que nos
lleguen desde Estados Unidos.
La importancia que se concede a los aspectos aplicados (que, con o
sin dcada de la conducta, es una tendencia en apogeo) nos enfrenta
a la vieja tensin entre primar lo bsico o primar lo prctico. Cada vez
se pide ms rentabilidad social a la universidad y a los centros de investigacin, y los investigadores con orientaciones ms bsicas lamentan
que el reparto de recursos tienda a favorecer los temas con mayor impacto y urgencia social.
No puede negarse que el desarrollo de las aplicaciones tiene facetas
positivas no slo en trminos de beneficio social o econmico, sino tambin para el desarrollo de nuestra disciplina. Invita a acercarnos al individuo real, tal y como funciona en sus contextos de vida, imprimiendo
autenticidad a la investigacin. Favorece el trabajo interdisciplinar, y
obliga a colaborar con otros cientficos y profesionales, ya que difcilmente los problemas sociales van a ser resueltos desde una sola perspectiva. Incluso puede hacernos revisar nuestros modelos e hiptesis
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ms generales, para adaptarlos a las realidades del individuo que vive,
piensa y acta en un mundo en cambio constante.
Sin embargo, tambin hay que tener en cuenta los riesgos. Un desarrollo demasiado rpido de las aplicaciones puede llevarnos a perder
independencia, en aras a seguir las directrices de lo que, por diferentes
razones, interesa. El deseo de solucionar lo inmediato puede hacernos
perder de vista lo importante a ms largo plazo. Lo que es peor, puede
asimilarnos a una especie de recetario, lo cual amenazara la posibilidad de un cuerpo bsico e integrado de conocimientos. Al fin y al cabo,
la investigacin y teorizacin bsicas son necesarias para poder enfrentarnos de un modo flexible a nuevos retos. Y no podemos olvidar
que esta investigacin est justificada en s misma, sin necesidad de
que sirva de inmediato para transformar o intervenir en la realidad social.
En definitiva, tendremos que movernos en los dos frentes. Las aplicaciones son una parcela a la habr que dar respuesta, pero el reto est
en hacerlo con rigor y, sobre todo, sin que esto nos haga descuidar los
desarrollos tericos y empricos menos pragmticos.
Las condiciones particulares de este momento histrico tambin deben ser tenidas en cuenta. El desarrollo de nuestra disciplina (y no slo
de la nuestra) ha estado condicionado por los avatares sociales, ideolgicos y econmicos del siglo XX. Cabe especular sobre qu efectos tendrn los acontecimientos sociohistricos ms recientes sobre el estudio
de la personalidad. Por ejemplo, quiz podemos preguntarnos sobre el
futuro de la psicologa positiva. Sus propios impulsores sealan que este
tipo de perspectivas responde a un contexto socioeconmico de estabilidad y relativa prosperidad:
Cuando las culturas se enfrentan a amenazas militares, escasez de
bienes, pobreza o inestabilidad, es lgico que se preocupen por defenderse y por el control de los daos. Las culturas pueden centrar su atencin en la creatividad, la virtud y las cualidades ms altas slo cuando
son estables, prsperas y en paz. Atenas en el siglo V a.C., Florencia en
el siglo XV y la Inglaterra victoriana son ejemplos de culturas que se
centraron en las cualidades positivas (...). Creemos que la nacin [Estados Unidos], rica, en paz y estable, proporciona una oportunidad histrica (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000).
Es difcil anticipar qu curso van a seguir los acontecimientos, pero,
de momento, la seguridad, la paz y la estabilidad no son notas dominantes en el pas que ha difundido y exportado la psicologa positiva. Las
noticias traen una crnica econmica poco favorable, y, tras atentados
inesperados, sospechas y amenazas flotantes de nuevos peligros,
cabe preguntarse si tendremos que vivir una nueva era (o mini-era) de
la ansiedad. Si esto es as, quiz sea comprensible que la cara ms
negativa de la psicologa vuelva a ser la triunfante y que el proyecto de
Seligman para una nueva psicologa tenga que ser aplazado. De hecho,
la APA ya se ha movilizado para responder a las necesidades de un
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pas conmocionado tras el 11-S (Murray, 2002). Junto a todo ello, los
temas relacionados con la xenofobia, el prejuicio, la intolerancia y el
autoritarismo, podran pasar a un primer plano.
Para finalizar, una previsin menos especulativa. La psicologa de la
personalidad va a tener que desarrollarse en estrecho contacto con
otras disciplinas. Hay que integrar distintos procesos y niveles y ello
implica conjuntar conocimientos de procesos cognitivos bsicos, psicologa del desarrollo, social, etc. Los avances en otras ciencias tampoco
son irrelevantes. Ms arriba mencion la gentica y la neurociencia; a
ellas podemos sumar las ciencias sociales como la antropologa, la sociologa o la historia. Una vez ms, hay que tener en cuenta que la psicologa de la personalidad tiene ante s la difcil tarea de entender al
individuo como una organizacin dinmica, en interaccin con sus contextos, y ello implica tener horizontes amplios.
No se trata de recrear la figura de un cientfico renacentista, capaz
de dominar todos los campos; dada la complejidad de las ciencias actuales ello sera una utopa. Pero s de familiarizarse con los desarrollos
de otras disciplinas, entender lenguajes diversos y, siempre que sea
posible, participar en equipos interdisciplinares. Ejercer como psiclogo
de la personalidad requiere flexibilidad a la hora de manejar conceptos y
mtodos. La psicologa de la personalidad no puede concebirse como
una disciplina autrquica, hermtica, sino en constante intercambio con
otras ciencias. En tiempos de especializacin, tiene una misin centrpeta. Ante una psicologa cada vez ms compartimentalizada, tendr que
seguir siendo, utilizando una expresin bien conocida (Hall y Lindzey,
1957; Ibez, 1989; McAdams, 1997), una disciplina disidente. En este
sentido, quizs no les falte razn a Baumeister y Tice (1996) cuando
sealan que los psiclogos de la personalidad deberan ser los de miras
ms amplias y los intelectuales ms refinados de toda la psicologa (p.
372).

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Boletn de Psicologa, No. 74, Marzo 2002


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