Marina, José A. El Movimiento Inteligente Ensayo
Marina, José A. El Movimiento Inteligente Ensayo
Marina, José A. El Movimiento Inteligente Ensayo
carece de retroalimentacin sensorial. Es decir, no sabe lo que est haciendo. Tiene que
limitarse a ver desde fuera lo que sus piernas hacen, y esta informacin es muy pobre.
Los hbitos motores, las destrezas aprendidas, se organizan jerrquicamente.
Aprendemos palabras, esquemas de frases y combinaciones sintcticas cada vez ms
complicadas. El aprendizaje de una lengua es la constitucin de unos hbitos
jerarquizados. Los ms complejos se fundan en los ms elementales. Los psiclogos han
estudiado con detenimiento el desarrollo de esas habilidades. Por ejemplo, los
mecangrafos aprenden a reconocer a ciegas la posicin de las letras, pero despus
aprenden automatismos de frase, que les permiten ir leyendo el texto varias palabras por
delante de lo que estn escribiendo, sin prestar atencin, confiados en sus hbitos
motores. El aprendizaje de un pianista consiste en romper unos automatismos, por ejemplo
la coordinacin entre las dos manos, para consolidar otros nuevos. El ejemplo de los
cantantes de pera es espectacular. Un alumno de canto tiene que aprender unas
coordinaciones musculares muy complejas para producir el sonido deseado. Consigue
liberar su voz trabajando como un forzado de galeras. Tiene que dominar ciertos
elementos del aparato vocal, como por ejemplo el dimetro farngeo, la posicin del velo
del paladar o de la laringe, y no posee ningn medio de actuar conscientemente sobre
ellos. Todava es un misterio cmo, tras unos cuantos aos de esfuerzo, conseguir
realizar esos ajustes musculares extraordinariamente precisos. Al llegar a ese nivel triunfal,
lo que ha logrado es poseer unos automatismos que le permiten la libertad deseada. La
vistosa cpula de la creacin libre se funda en los invisibles cimientos de los
automatismos.
As pues, sin que nos demos cuenta el sistema nervioso compara los movimientos
musculares realizados con el proyecto muscular en curso. Pero, adems de este chequeo
rutinario, la inteligencia realiza otro de mayor nivel, por el que evala si el plan se est
realizando de manera adecuada, si es eficaz o si conviene in troducir variaciones. En mi
travesa casera en busca del libro he llegado junto a la librera. Alzo el brazo para coger el
volumen y compruebo que no lo alcanzo. En ese momento, los automatis mos que me
haban llevado hasta all claudican ante la nueva situacin, y he de elaborar un nuevo
plan: acercar una silla, dar un salto, traer una escalera, trepar por la estantera o levitar
mediante la meditacin trascendental. Debo elegir entre esta variedad de posibilidades, lo
que me fuerza a evaluar la situacin y los distintos proyectos. Es evidente que esta
evaluacin es ms compleja que el simple chequeo muscular. Los patrones que usa la
inteligencia para realizar esta funcin pueden ser complejos y, a veces,
sorprendentemente vagos, como veremos ms tarde. Para terminar mi proyecto, y no
gastar el da meditando sobre l, decido usar una silla, cojo el libro, vuelvo a mi silln y
doy la orden de parada de la accin. Es decir, considero que el proyecto est cumplido. De
nuevo he realizado una comparacin, porque todo plan debe incluir un criterio para decidir
cundo la accin se ha consumado, y una orden de parada aneja. Advertir al lector que
no se deje engaar por la aparente simplicidad de esta ltima afirmacin, porque en
muchas ocasiones, por ejemplo en la actividad artstica, es muy difcil saber cundo una
accin est concluida. Para tratar este tema, el lector y yo nos encontraremos unos
captulos ms adelante.
Ya tenemos la estructura de toda accin voluntaria, sea montar en bicicleta o
componer la Novena Sinfona: hay un proyecto, una orden de marcha, una serie de
operaciones automatizadas o conscientemente dirigidas, una continua comparacin
con el plan previo, que lleva a una evaluacin tras la cual la accin contina o se
corrige. Superada la ltima evaluacin, se extiende el finiquito, que es la orden de
parada. Planear, ordenar, ejecutar, comparar, evaluar, parar. Esto es todo. En cada
operacin que entraa una peticin de principio. El prefijo auto nos empuja
constantemente hacia ese problema. El hombre es capaz de autodeterminarse, y eso
quiere decir que sus actividades mentales pueden dirigirse a s mismas y dirigir ciertas
actividades fisiolgicas. Vemos que este fenmeno se repite continuamente: mis proyectos
pueden guiar mi mirada y hacerla ms hbil y precisa: tambin puedo construir mi
memoria, mi lenguaje, mis sentimientos. Sin salir de m, me voy alejando de m mismo,
porque el poder potico, constructivo, de la inteligencia no se ejerce slo hacia afuera,
sino hacia adentro, hacia la misma fuente de mis actos.
Bajo la direccin de lo que he empezado a llamar el Yo creador o ejecutivo -el que planea,
elige, dirige, evala, selecciona y que, evidentemente, tiene una realidad puramente
descriptiva, y no autnoma, las propiedades reales del cuerpo humano quedan expandidas
por las nuevas posibilidades. Yo no me distingo de mi cuerpo ms que descriptivamente, lo
que quiere decir que describo con ms facilidad y precisin lo que sucede si utilizo el
concepto de Yo ejecutivo. Bajo el influjo transfigurador de la inteligencia, la corporcidad,
nuestra limitacin ms drstica y terrible, parece perder sus lmites. En los laboratorios de
biomecnica deportiva, donde se preparan los atletas de alta competicin, se analiza cada
movimiento aislado, cada contraccin muscular para perfeccionarlos. Nadie se atreve a
sealar los lmites fisiolgicos del ser humano. En el ao 2054, un hombre co rrer los
1.500 metros en 3'21" -dice jay T. Tierney-, fisilogo y responsable de la comisin Mdica
del Comit Olmpico Norteamericano-. En la actualidad, el rcord est en 3'29"46. Esa
diferencia, que parece mnima, es gigantesca. Las tcnicas de entrenamiento estn
reduciendo las diferencias entre las marcas masculinas y femeninas de una manera que
no podamos sospechar. En 1960, la diferencia entre el rcord masculino y femenino en
maratn era de 1 hora 13'50". En la actualidad ha quedado reducida a 14'16".l mbito de
la inteligencia es el mbito de la tica. Como toda creacin de posibilidades, la de los
recursos fisiolgicos ha de ser cuidadosamente juzgada, porque puede llevar a resultados
monstruosos. La utilizacin de sustancias qumicas para mejorar marcas es cada vez ms
sofisticada y difcil de detectar. Las manipulaciones genticas pueden disear un nuevo
tipo de atleta. El culto al rcord, la obsesin de la marca, la orga de las posibi lidades, ha
metido al deporte de competicin en un callejn de difcil salida terica. La inteligencia
queda con el pie en alto, dudando si dar un paso ms. Inexorablemente, la creacin de
posibilidades exige de la inteligencia que invente un arte de elegir bien, que es lo que
llamamos tica.
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La transfiguracin del movimiento muscular por la inteligencia nos permite hablar de su
potica. Hay creacin dinmica en la danza, en los deportes y en los juegos de habilidad.
Surgen posibilidades libres dirigidas por irrealidades inventadas y acepta das. Esta
actividad constituye la esencia de la inteligencia creadora. Los elementos que
descubramos en el movimiento inteligentee los volveremos a encontrar en todos los
niveles. Constituyen la estructura bsica de la creacin.
Ms tarde contemplaremos a pintores, novelistas y poetas en actividad, pero ahora
asistiremos a un partido de baloncesto. Se trata de un espectculo lleno de novedades
dinmicas. El buen jugador ha de sorprender al adversario con sus fintas y astucias, a un
ritmo vertiginoso, en complejos dilogos musculares, tanteos, respuestas, amenazas,
correcciones, engaos. Resuelve difciles problemas musculares y tcnicos con una
agilidad que es la antesala de la gracia. Cmo se crea esta combinacin de fuerza, velocidad e ingenio fsico? Cunto hay en el juego de automatismo y de creacin?
Todo comienza con un proyecto que el jugador recibe. Existe el juego del baloncesto, como
existe el juego de hacer sonetos. Entre el repertorio de planes que la cultura ofrece, el su-
jeto elige uno, que acomodar a su propia personalidad. Prolongar la tradicin creadora
en que se integra, cambindola. A partir de lo dado, va a inventar un proyecto nuevo. El
aspirante a jugador se propone como meta jugar bien. El artista, pintar, es cribir, bailar. El
entrenamiento ser el mtodo que el atleta habr de elegir para conseguir su propsito.
Ha de construir su yo atltico, como el poeta crea su yo potico. Ambos son organismos
que se fundan en una adecuada urdimbre de hbitos. El jugador ha de adquirir un
vocabulario muscular rico, flexible y dcil, una sintaxis expansiva, un sentido del ritmo, una
mtrica precisa y variada. Ha de aprender a mirar, inferir y calcular. Todo va a funcionar
como un sistema de produccin de ocurrencias fsicas. Al jugador poeta se le van a ocurrir
muchas cosas, y en plena carrera, leer los gestos de los otros jugadores, y seleccionar
la jugada ms eficaz. Lo har ayudndose de un doble sistema de referencias: la situacin
y su estilo propio. Un buen jugador posee un patr6n de juego, un sistema de preferencias,
con el que va a evaluar continuamente sus realizaciones. La carrera, el salto, la finta, la
suspensin, el giro, el cambio del baln de una mano a otra, el lanzamiento a canasta, son
una larga frase muscular, llena de sorpresas e innovaciones, que podramos analizar
mediante una retrica del movimiento. En cada momento el sistema nervioso recibe
informacin de lo que ha sucedido, y la compara con el patrn vigente, que a su vez es
evaluado por el Yo ejecutivo del jugador. Este proceso de ocurrencias y seleccio nes
vertiginosas constituye el estilo creador, una curiosa mezcolanza de automatismos y
libertades.
El entrenamiento permanece en la memoria. Es la permanencia de lo olvidado. Es
imposible que el jugador recuerde cada uno de los ejercicios realizados en sus largos aos
de entrenamiento, pero sus msculos los recuerdan. Los actos son como una erupcin
volcnica: una fugaz y ardiente trayectoria que despus se petrifica en un mar de lava. Las
acciones se organizan en hbitos que son sistemas de produccin de ocurrencias.
El jugador salta a la pista con su adquirida dotacin de hbitos, es decir, de habilidades.
Cada una de ellas se desarrolla en un proceso, por lo que parece que consisten en
saberes secuenciales, pero no es as. Funcionan como tales, desplegando un acto tras
otro, pero en su origen son un bloque de informacin integrado, un conocimiento tcito,
que el jugador percibe, antes de pasar a la accin, como un conjunto de posibilidades. No
tiene un conocimiento explcito de las jugadas que puede hacer, pero cuenta con ellas
como todos contamos con el conjunto de nuestra memoria. Para Chomsky el lenguaje era
tambin un tacit knowledge, y tena razn. Cuando nos ponemos a escribir, al saltar a esa
cancha que es el papel en blanco no sabemos el nmero de palabras que sabemos y es
literalmente imposible que conozcamos las infinitas frases que con ellas podemos
construir. Pero sentimos nuestras posibilidades lingsticas alrededor nuestro, como
amable o reluctante compaa. Valry hablaba de un tat chantant, que era la
conciencia clara y distinta de las posibilidades expresivas de un ritmo o una palabra. El
poeta se siente, entonces, dueo de sus recursos. Se siente mansa o broncamente
arrastrado por la corriente de las aguas que l mismo embals.
Una sensibilidad parecda gua el movimiento creador de los deportistas. Jack Nicklaus,
considerado el mejor jugador de golf de todos los tiempos, describe as la preparacin de
un golpe: Sentir el peso de la cabeza del palo contra la tensin del mango me ayuda a
balancear con ritmo. Conforme progresa el balanceo hacia atrs, me gusta sentir el peso
del palo tirando de mis manos y brazos hacia atrs y hacia arriba. Al iniciar el movimiento
hacia adelante me gusta sentir el peso de la cabeza del palo atrasndose, resistindose,
mientras que mis piernas y caderas, que ya llevan un impulso, arrastran las manos y los
brazos hacia abajo. Cuando experimento estos sentimientos, casi con seguri dad estoy
balancendome con el timing apropiado. Me estoy dando suficiente tiempo para hacer
todos los movimientos necesarios en la secuencia rtmica (Nicklaus, Jack: GoT My Way,
Nueva York, Simon and Schuster, 1974).
La habilidad para manejar certeramente estos grandes bloques de informacin integrada
tiene un destacado protagonismo en las actividades creadoras, como veremos ms
adelante. Permite captar las posibilidades del autor y tambin las posibilidades de la
situacin. En su formidable embestida, el jugador de baloncesto tiene que evaluar la mejor
posibilidad de ataque. Y no tiene tiempo de hacerlo explcitamente. Los esquemas
perceptivos han de funcionar con un cierto automatismo sabio. Todo el saber del jugador
se concentra en ese acto. junto a la mitologa de la inspiracin potica, se ha elaborado
una mitologa deportiva. Los jugadores tienen sentido de la jugada, olfato de gol,
capacidad de anticipacin, un conjunto de dones misteriosos que no son otra cosa que
eficaces modos de manejar grandes bloques de informacin compilada. De ellos se sirve
para evaluar la situacin, cuando no hay tiempo para hacerlo de forma explcita y
desplegada.
En la jugada de baloncesto encontramos los elementos estructurales de toda actividad
creadora: la invencin de un proyecto, su promulgacin, las operaciones para realizarlo,
los actos de evaluacin. La inteligencia posibilita la ejecucin de estas posibilidades libres.
Pero el momento de la ejecucin no est suficientemente analizado. El jugador ha
construido su yo ocurrente, su sistema de hbitos, posee un repertorio de saberes y con
sus recursos puede resolver todo tipo de problemas en la pista. Pero estas facultades no
actan maquinalmente. Los automatismos no son autnomos, sino que necesitan una
orden de marcha y, tambin, una orden de mantenimiento. Es en este punto donde la
diferencia entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial se va a mostrar en todo su
dramatismo. El ordenador no se cansa; el hombre, s. Esta limitacin terrible, que forma
parte de nuestro destino, hace imposible reducir nuestra inteligencia a un hbil sistema
computacional. Al hombre no le basta con saber hacer. Ha de tener nimos para hacer. El
computador recibe un suministro fijo y estable de energa, mientras que el ser humano se
encuentra sometido a altibajos, que debe aprender a controlar. La inteligencia ha de
gestionar la energa. sta es otra exclusiva humana.
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El corredor de maratn, a quien le duelen las piernas y le abruma saber que an le quedan
veinte kilmetros de recorrido, debe rechazar la voz de sirena del agotamiento, que le
incita a tirarse al suelo y renunciar. Ni el proyecto de llegar a la meta, ni la orden de
marcha que se dio al inicio de la carrera son suficientes para mantener la pelea continua
contra el cansancio. Una orden de continuar debe acompaar la accin entera. Es cierto
que llega un momento en que los automatismos se hacen cargo de la accin hasta tal
punto que el corredor ve correr bajo I unas piernas que casi no reconoce como suyas,
pero para alcanzar ese nivel de esquizofrenia muscular ha tenido que mantener dramticamente su esfuerzo. El animal slo soporta el agotamiento cuando est espoleado por
impulsos bsicos, como el miedo. El hombre ha multiplicado los motivos para
sobreponerse y aguantarse. (Si conoce mi fascinacin por los verbos que guardan
vestigios de la antigua voz media, no le extraar al lector que le llame la atencin sobre
los dos que acabo de usar. En voz activa resulta fcil comprenderlos: poner sobre la mesa;
aguantar un peso. Pero en voz media se vuelven misteriosos: yo soy quien me pongo a m
mismo por encima de m. Yo soy el que aguanta mi propio ser.)
En su novela Terre des hommes, Antoine de Saint-Exupry, uno de los afortunados
encuentros de mi adolescencia, narra su visita a Guillaumet, un piloto cuyo avin se haba
estrellado en los Andes, y que tras una increble travesla apareci destrozado pero vivo,
cuando todo el mundo haba perdido la esperanza. Guillaumet le cuenta su victoria sobre
la terrible montaa, torturado por el hielo, la soledad y el cansancio. Ce qui sauve, c'est
defaire un pas. Encore un pas. C'est toujours le mme pas que 1'on recommence ... Y
como resumen de su tenacidad incomprensible, aade: Ce quej'aifaitje lejure,jamais
aucune bte ne l'auraitfait. Saint-Exupry lo comenta as en su obra: sta es la frase ms
noble que conozco, es una frase que sita al hombre, que le honra, que restablece las
jerarquas verdaderas. No es preciso advertir la influencia que el estoicismo de
Saint-Exupry tuvo sobre el existencialismo, que fue un desmesurado canto a la libertad
humana.
El movimiento muscular plantea tan crudamente los temas del comportamiento voluntario y
de la resistencia al esfuerzo, que nos exige remontarnos a las fuentes de la accin, que
son mucho ms esquivas y misteriosas que las fuentes del Nilo. La psicologa admite
unnimemente que tenemos que usar algn concepto motivacional que haga referencia
a algn tipo de proceso no directamente observable, que proporciona la fuerza o energa
activa y mantiene el comportamiento. Ha aceptado el borroso concepto de nivel de
activacin, definido por Duffy como la cantidad de movilizacin de energa presente en el
organismo en un momento dado. Esta definicin es inutilizable mientras no sepamos lo
que significa energa presente en un organismo consciente y libre.
La filosofa griega consider que la fuente energtica de la personalidad -el thymos- era
ajena a la inteligencia. Entre ambas slo poda existir una relacin: la razn deba
controlar el fogoso caballo tmico. Esto no era toda la verdad. La inteligencia est presente
en la fuente misma de la accin. En 1949, Moruzzi y Magoun descubrieron unas
estructuras nerviosas, el sistema reticular, cuya funcin es activar todo el sistema nervioso.
Las funciones inteligentes necesitan un cierto nivel de activacin, sin el cual el sujeto cae
en un estado crepuscular de adormecimiento o torpor. Lo sorprendente es que el sistema
puede activarse en dos direcciones: de abajo arriba y de arriba abajo. Los ncleos basales
del cerebro pueden activar la corteza y la corteza puede activar los ncleos basales. Hasta
cierto punto la inteligencia puede determinar el nivel de activacin.
Se trata de un tema oscuro, sobre el que se investigar cada vez ms. La inteligencia
puede gestionar parcialmente la energa del sujeto. Esta capacidad penetra en los resortes
mismos de la actividad fsica. Los atletas dedican cada vez ms tiempo a la preparacin
psicolgica, porque saben que la concentracin mejora su rendimiento. Desde hace
muchos aos se sabe que la imaginacin y el lenguaje influyen en el sistema muscular.
Las tcnicas de relajamiento son un ejemplo patente.
Nuestro sistema nervioso se deja arrullar o estimular mediante las palabras. No es casual
que fuera un retrico, Antifonte de Atenas (480-411 a. de C.) quien descubri las virtudes
teraputicas del lenguaje. Segn nos cuenta Plutarco: Mientras se hallaba ocupado en el
estudio de la potica, descubri un arte para liberar de los dolores. Se le asign una casa
en Corinto, junto al gora, en la que puso un anuncio, segn el cual poda curar a los
enfermos por medio de las palabras.
En mayor o menor medida todos usamos de este poder persuasivo del lenguaje, que
vuelve a intervenir en la accin, ahora como espectador que se jalea o deprime a s
mismo. Los atletas, antes de comenzar la competicin, se concentran hablndose. Poseer
una retrica personal eficaz, que acierte a tranquilizar o animar los delicados mecanismos
del ser humano, es uno de los mtodos que el Yo ejecutivo tiene a su disposicin para
incrementar su influencia.
El ejemplo del corredor que se sobrepone al agotamiento muestra que los valores influyen
en la conciencia de dos maneras distintas: pueden ser sentidos y pueden ser pensados.
Cuando los sentimos, experimentamos su atraccin o repulsin, las vivimos. Por el
contrario, cuando pensamos un valor lo hacemos instalados en una cierta indiferencia,
porque vemos lo valioso sin sentirlo. Ocurre entonces como en el verso de Keats: I see
but not feel that beautiful things they are.
Lo innovador es que el hombre pueda regir su comportamiento por valores pensados, y no
slo por valores sentidos. Si slo pudiramos acomodar nuestra conducta a stos ltimos,
no podramos hablar de libertad, porque no podemos dirigir libremente los sentimientos.
Sentimos los valores que sentimos, y ninguno ms. Vivo el valor del agua cuando siento
sed, pero, afortunadamente, puedo pensar en su valor, aun despus de estar saciado. A
pesar de la angustiosa protesta de sus msculos, y de que slo siente cansancio, el
corredor puede pensar otros valores, o recuperar de su memoria los valores vividos en
otras ocasiones, y ajustar a ellos su comportamiento. Una vez ms, lo irreal se in troduce
en las propiedades reales, las ampla y las enriquece.
NOTAS AL CAPTULO QUINTO
L: En este captulo consigue usted la glorificacin de la mezcolanza. Le parece serio
comparar una tacada de billar con un golpe de cincel de Miguel ngel?
A: Me parece ms que serio. Me parece verdadero. Por qu no hace usted su
acostumbrado resumen del captulo?
L: No hay mucho que resumir. Su tesis se limita a afirmar que toda actividad -desde meter
una pelotita en un agujero hasta escribir La montaa mgica- despliega un mismo
esquema: proyecto, orden de marcha, ejecucin, evaluacin, orden de parada.
A: Tiene algo que objetar?
L: Pues s. Le contar una historia. Un productor de cine muy atareado exiga a sus
guionistas que le presentasen una sinopsis de los nuevos guiones, que no ocupara ms de
cinco lneas. Una de ellas deca: Es la historia de una mujer que se aburre con su marido
y se enamora de un conquistador. El productor la devolvi indignado, con una nota al
margen que deca: Esto es Madame Bovary palabra por palabra! Usted dice lo mismo:
jugar al billar es pintar la Capilla Sixtina palabra por palabra.
A: Comenzar mi defensa con armas retricas, colocando la comparacin entre deporte y
poesa bajo la advocacin de Paul Valry. Durante muchos aos este autor recopil
material para un libro sobre la inteligencia, el arte y el pensamiento, que se hubiera
titulado Gladiator. Opinaba que la filosofa es una gimnstica (p. 238). El hombre
-escribi- no sabe andar, ni hablar, ni comer, ni respirar, nadar, amar. Lo que quiere decir
que se puede siempre sustituir cada uno de estos actos semi-inconscientes por otro acto
ms perfecto, ms econmico -ms eficaz, de mejor rendimiento, ms preciso- y que se
adapte ms ajustadamente a lo ptimo. Es el principio del deporte -mquinas
progresando-, y lo mismo ocurre en todos los rdenes. Hacer un poema, decir un poema,
son actos a los que se les puede aplicar estos principios (p. 358). Podra aducir muchos
textos, pero termino con dos: El lenguaje se posee de dos maneras: o como un atleta
posee sus msculos, o como un anatomista posee los msculos (p. 347). El
adiestramiento superior consiste en la bsqueda de mayor libertad (p. 371). Las citas
estn tomadas de sus Oeuvres completes, Cahiers I, Gallimard, Pars, 1974.
L: Tena usted razn: es pura retrica.
A: Me defender entonces con razones. sa es la lnea sintagrntica, en la que se pueden
insertar todas las variaciones paradigmticas.
L: Eso no es una razn: slo es un tecnicismo.
A: Lo que quiero es mostrarle que existen evidentes diferencias entre la gimnasia y el arte,
pero que no hay saltos de gnero en las actividades humanas. Se dan, por supuesto,
cambios de proyecto, de valores, de criterios, pero no cambios de estructura. Lo que
ocurre es que la psicologa de la inteligencia se ha desentendido durante siglos del
movimiento fsico, como si perteneciera a una maquinaria fisiolgica que no planteaba
problemas intelectuales. Hay que agradecer a la psicologa cognitiva su inters por este
asunto. En este sentido, la influencia de Bernstein ha sido decisiva.
L: Le ruego que no olvide que slo soy una persona culta e inteligente. Quin es
Bernstein?
A: Bernstein es un destacado representante de la psicologa rusa. Fue tal vez el primero
en darse cuenta de que el movimiento planteaba serios problemas de computacin.
Cuando nos movemos manejamos ingentes cantidades de informacin. Se empe en
demostrar qll: ,-,s movimentos eran incontrolables por impulsos eferentes. Necesitamos
impulsos aferentes, informat ivos de lo que est sucediendo. Adems, se percat de que
anticipar era una funcin necesaria en el movi~ miento. Para algunos especialistas sta
fue su contribucin principal a la ciencia (Requim, J., Semjen, A., y Bonnet, M.:
Bernstein's purposeful brain, en Vhiting, ed.: Human Motor Actions: Bernstein
Reassessed, North~Holland, Amsterdam, 1984).
Aunque sus primeras publicaciones datan de los aos treinta, su obra se conoci en
Occidente (qu anacrnica suena esta expresin) en 1967 con la traduccin inglesa de
una de sus obras: The Coordination and Regulation of Movement, Pergamon Press,
Londres. Sus ideas influyeron mucho en los comienzos de la psicologa cognitiva. No
olvide que uno de los hitos importantes en su historia es la publicacin del libro Planes y
estructuras de la conducta, de Miller, Pribram y Gallanter, que trata del movimiento. En
este libro es evidente la influencia de Bernstein. Como se desconoce la importancia
psicolgica del tema, le voy a enjaretar una lista bibliogrfica. Hay dos buenas revisiones:
Harvey, N., y Greer, K.: Action: mechanisms of motor control, en Claxton, ed.: Cognitive
Psychology: New Directions, Routledge and Kegan, Londres, 1980, y Harvey, N.: The
psychology of action: current controversies, en Claxton: Growth Points in Cognition,
Routledge, Londres, 1988. Gallistel, C. R.: The Organization of Action: A New Synthesis,
Erlbaum, New jersey, 1980; Salzman, E. L., y Kelso, J. A. S.: Toward a dynamic account of
memory and control, en Magill, ed.: Memory and Control of Action, Nort~Holland,
Amsterdam, 1983; Alain, C., Sarrazin, C., y Lacombe, D.: The use of subjective expected
values in decision making in sport, en Sport and the Elite Pe~former, Human Kinetics
Publisher, Champaig, Illinois, 1985; Schmidt, R. A.: The schema concept, en Kelso, ed.:
Human Motor Behavior, Erlbaum, Hillsdale, Nueva jersey, 1982.
L. Supongo que es verdad que el movimiento plantea serios problemas computacionales.
Desde hace muchos aos se ha considerado el cerebelo como un pequeo computador
orgnico, pero aun as me parece qu e la relacin con la inteli gencia es muy lejana. No
toda computacin de informacin es inteligente. El sistema inmunolgico, segn dicen,
maneja muy bien la informacin.
A: La relacin del movimiento con la inteligencia es ms estrecha. El problema ha
interesado a los principales especialistas. Sir Frederic Bartlett organiz sus
investigaciones experimentales acerca del pensamiento a partir de la idea de que el
pensamiento es una habilidad de alto nivel y que en su estudio debamos aplicar lo que
sabemos sobre habilidades motoras. Utilizamos el trmino "habilidad" -escribi cuando se
trata de una gran cantidad de funciones de receptores y efectores que se encuentran
unidas y relacionadas segn un orden de sucesin significativo que posee un inherente
carcter de direccin y que se mueve hacia un objetivo considerado como su trmino
natural (Bartlett, F.: Pensamiento, Debate, Madrid, 1988, p. 20). Tambin Jerorne Bruner
estudi las habilidades motoras como manifestaciones elementales de la inteligencia.
Segn l, existe una lgica del movimiento que funciona como un antecedente del
lenguaje. Recogi as parte de las investigaciones de Lashley, quien se esforz por
demostrar que las acciones poseen las propiedades de un lenguaje organizado sintcti camente: La sintaxis no es inherente a las palabras utiliza das, ni tampoco a lo que
expresan. Es una forma generalizada que se impone sobre los actos concretos a medida
que ocurren (Lashley, K. S.: The problem of serial order in behavior, en jeffres, L. A.,
ed.: Cerebral Mechanism in Behavior: The Hixon Symposium, Wiley, Nueva York, 1951, p.
119).
L: Entonces, la sintaxis no deriva de la semntica, como usted sostiene.
A: Su observacin es muy aguda. En uno de sus libros, Daniel Dennett, uno de los
filsofos avecindados en las ciencias cognitivas, se plantea una pregunta semejante:
Cmo se las arregla el cerebro para obtener semntica de la sintaxis? Cmo podra
cualquier entidad obtener la semntica de un sistema slo de su sintaxis? No podra. La
sintaxis de un sistema no determina su semntica (Dennet, D. C.: La actitud intencional,
Gedisa, Barcelona, 1991, p. 65).
L: No s entonces cmo pueden integrarse esa Igica del movimiento y la semntica
correspondiente.
A: Tampoco yo lo s.
L: Es refrigerante orle decir que no sabe algo.
A: Pero le puedo decir por dnde creo que debe ir la investigacin.
Recuerde la idea de memoria dinmica. El movimiento muscular utiliza esquemas
dinmicos que le permiten anticipar la accin. Producen un discurso muscular, en que el
sujeto utiliza lo que sabe para dirigir la accin y utiliza los datos que recibe para acomodar
la accin. Creo que nuestra memoria es activa, y que cada uno de los esquemas que la
componen, y cuyo conjunto constituye el Mundo, producen un discurso continuo, en el que
anticipa lo que va a suceder.
L: Me parece disparatado suponer que mantenemos continuamente activada nuestra
informacin sobre la realidad. Eso supondra una carga computacional nsostenible, por
decirlo en la jerga informtica.
A: Segn los clculos de Sejnowski, un miembro del grupo Procesamiento Distribuido
Paralelo, la tasa promedio de procesamiento del cerebro es de 10" operaciones por
segundo, que es una velocidad abrumadora. Pero proseguir por este camino me parece
arriesgado. Prefiero contarle la solucin que dio Piaget. En su obra destaca una idea
central: la vida intelectual del hombre se funda en acciones reales ejecutadas por el sujeto.
Durante la infancia, estas acciones, que son el ncleo de toda adaptacin intelectual, son
relativamente manifiestas, sensorio-motoras. El nio coge objetos, los chupa, hace
exploraciones visuales, etc. Con el desarrollo, las acciones se hacen progresivamente
internas y encubiertas. Al parecer, la internalizacin comienza siendo fragmentaria y demasiado literal pues el nio no hace ms que repetir en su cabeza la secuencia de
acciones simples y conscientes que acaba de ejecutar o est an ejecutando. A medida
que la internalizacin prosigue, las acciones cognoscitivas se vuelven ms esquemticas y
abstractas. Se hacen reversbles, se organizan en sistemas convirtindose en
operaciones. Para Piaget toda accin, al aplicarse a los objetos, se acomoda a ellos,
es decir, sufre en negativo la impresin de las cosas sobre las cuales se moldea. Por
supuesto, lo esencial de la accin no consiste en esa impresin: consiste en la modificacin impuesta al objeto, es decir, en la asimilacin de ste a los esquemas del sujeto
(Piaget, J., e Inhelder, B.: La representacin de l'espace chez l'enfant, PUF, Pars, 1948.
Cito la prirnera edicin para que pueda darse cuenta de que este autor fue un precursor de
los trabajos actuales). As pues, la accin es un elemento esencial de la dialctica entre
asimilacin y acomodacin, que es el eje de la teora de Piaget. La accin tiene que
acomodarse al objeto (mi mano a la pelota) pero asimilando el objeto al sujeto (convierto
la pelota en algo asible, la introduzco en mis esquemas sensorio-motores). Hay que
decir que, en todos los niveles, la accin -punto de partida comn de las intuiciones
imaginadas y de las operaciones- agrega algo a lo real, en lugar de extraerle simplemente
(o, como se dice, de "abstraerle") los elementos de su propia construccin (Piaget, J.:
Les notions de mouvement et de vitesse chez 1'enfant, PUF, Pars, 1946).
L: Lo que dice me suena muy kantiano. Tambin antes, oyndole hablar de la memoria
dinmica y de esquemas que desarrollan su propio discurso, tuve una sensacin de dj
vu; me record la vida del concepto que describa Hegel.
A: Hay, sin embargo, una diferencia esencial. Los esquemas no son elementos ideales,
sino psicolgicos. Son propiedad de un organismo vivo. La vida est en el sujeto y no en el
concepto. Respecto al tono kantiano de Piaget tambin a m me parece escucharlo.
L: Por lo que me ha contado hasta ahora, no comprendo cmo Piaget explica el paso a la
semntica.
A: Hasta ahora slo me he referido al aspecto operativo del conocimiento, pero queda otro
aspecto esencial: el figurativo. Conocer es hacer mentalmente cosas, pero para poder
hacerlas hay que tener informaciones sobre las que operar. Lo que sucede es que, para
Piaget, el plano figurativo tambin est determinado por la actividad. No es de extraar
que su libro sobre la percepcin se titule: Les mcanismes perceptifs, PUF, Pars, 1981. La
percepcin, sostiene, no procede a la manera de una copia o medida exactas, sino que
funciona como una especie de muestreo; no aprehende todos los puntos o
microsegmentos de la figura, sino que los escoge como echndolos a suerte: en este caso
los elementos o microelementos escogidos o encontrados de manera privilegiada sern
sobreestimados por relacin a los que no lo son (Piaget, J.: Trait de psichologie
experimentale, PUF, Pars, 1963, VII, p. 4). La percepcin est penetrada de inteligencia.
Los aspectos figurativos del conocimiento no se limitan a la percepcin, sino que incluyen
nuestras representaciones mentales. Hay que reconocer a Piaget el mrito de haber publicado una obra sobre las imgenes mentales en 1966,, cuando este tema estaba
proscrito por la psicologa oficial. La imagen mental tampoco se desconecta de la accin.
En su opinin no procede directamente de la percepcin, sino de la imitacin. Tiene,
pues, un origen motor. La imagen es una imitacin interiorizada. Para probarlo tuvo en
cuenta las investigaciones de Gastalt (1954) que encontr las mismas ondas
electroencefalogrficas durante la representacin mental del acto de doblar la mano y
durante la ejecucin del acto. Morel haba llegado a conclusiones parecidas al estudiar los
movimientos oculares durante la exploracin visual y durante la representacin imaginaria.
A pesar de todo lo que le he dicho creo que Piaget estudi mejor los componentes for males de la inteligencia que sus componentes figurativos. Sus libros sobre la formacin de
los conceptos de nmero, espacio, tiempo y causa son esplndidos, pero echo en falta
estudios semejantes sobre los conceptos de mesa, rbol o madre.
L: Dejemos si le parece el estudio del movimiento como componente intrnseco de la
inteligencia, porque me interesa hacerle unas preguntas sobre la transfiguracin del
movimiento muscular. Afirma que el movimiento muscular se hace libre. Puede un
psiclogo hablar de libertad? No es un concepto demasiado metafsico?
A: Insisto una vez ms en que uso un concepto muy humilde de libertad. El sistema
muscular esqueltico, dirigido por el sistema nervioso central, es libre en comparacin con
los msculos dirigidos por el sistema nervioso autnomo. No controlo de la misma manera
los msculos de mis brazos que los msculos de mi corazn. Los procesos de la
inteligencia computacional controlan directamente el movimiento muscular que llamamos
voluntario, y esto supone un gran salto en la escala evolutiva. Hay ajustes musculares que
se desarrollan automticamente, sin conciencia, sin intervencin consciente del sujeto. Por
ejemplo, cuando corro necesito mayor cantidad de oxgeno, lo que produce un cambio en
el ritmo del corazn. Una eficaz computadora biolgica dirige esos mecanismos. Es muy
posible que todo el sistema muscular pudiera estar dirigido -o tal vez lo est en los
animales- por un procedimiento semejante, y que a lo largo del proceso evolutivo el
hombre haya conseguido liberar una parte de su sistema muscular. Lo cierto es que entre
su inteligencia computacional y su sistema muscular esqueltico hay un hiato. Es probable
que la manifestacin ms elemental de la capacidad de autodeterminarse sea el poder de
inhibicin. Los neurlogos afirman que el nio necesita aprender a inhibir sus reflejos
para poder construir movimientos controlados (Bruner, J. S.: Acci6n, pensamiento y
lenguaje, Alianza, Madrid, 1984, p. 81).
William james mantuvo en sus Principios de Psicologa, una obra que todava resulta
instructiva, que lo esencial en la voluntad es la inhibicin. La conciencia, deca, es
impulsiva por naturaleza. El movimiento es el efecto inmediato natural de la sensacin, con
independencia de cul pueda ser la calidad de la sensacin. Esto es as en las acciones
reflejas, esto es as en la expresin emocional y esto es as en la vida vo luntaria. La
palabra fisiolgica "inhibicin" se puede usar sinnimamente con la expresin psicolgica
y tica "autocontrol", con "voluntad", cuando se ejerce en determinadas direcciones
James, W.: Principios de Psicologa, FCE, Mxico, 1989, p. 985).
L: Los filsofos tambin han sealado ese aspecto, a su manera. Scheler deca que
comparado con el animal, que siempre dice s a la realidad, incluso cuando la teme y la
rehuye, el hombre es el ser que sabe decir no, el asceta de la vida, el eterno protestante
contra toda mera realidad (Scheler, M.: El puesto del hombre en el cosmos, Losada,
Buenos Aires, 1938, p. 72).
A: Tiene razn. El texto de Scheler est muy bien escrito, pero prefiero otro de Locke sobre
el mismo asunto, que me sirve adems para rendir homenaje a la gran escuela de los
empiristas ingleses: Pues teniendo la mente en la mayora de los casos, como se ve en la
experiencia, el poder de suspender la ejecucin y satisfaccin de alguno de sus deseos, y
as de todos, uno tras otro, es libre de considerar los objetos de stos, examinarlos por
todos los lados, compararlos con otros. En esto reside la libertad que tiene el hombre; y
por no usar su derecho viene toda la variedad de errores, equivocaciones y faltas en los
que incurrimos en la conduccin de nuestra vida y en nuestros esfuerzos por procurarnos
la felicidad; y as precipitamos la determinacin de nuestra voluntad y nos comprometemos
demasiado pronto, antes del debido examen. Para evitar esto, tenemos el poder de
suspender la prosecucin de ese o aquel deseo; como cada uno lo experimenta
cotidianamente dentro de s mismo. Esto me parece a m la fuente de toda la libertad; en
esto parecera residir lo que se llama (para m de manera impropia) libre albedro. Durante
la suspensin del deseo, tenemos oportunidad de examinar, considerar y juzgar lo bueno y
lo malo de lo que haremos; y cuando, basndonos en el debido examen, juzgamos que
hemos cumplido con nuestro deber y hecho todo lo que podamos o debamos hacer en
prosecucin de la felicidad; y no es una falta sino una perfeccin de nuestra naturaleza
desear, poder y actuar de acuerdo con el ltimo resultado de un anlisis justo (Ensayo
sobre el conocimiento humano, 11, XXI).
L: Pasemos a otra cuestin. Usted sostiene que hay un movimiento fsico creador, es decir,
inteligente. Tambin ha dicho que lo que un sujeto piensa sobre la inteligencia es un
componente real de la inteligencia. S esto es verdad, la idea que una persona tiene sobre
s mismo debera influir tambin en su rendimiento muscular. Suceden as las cosas?
A: Parece que s. Parece comprobado que el sentimiento de la propia eficacia influye en el
rendimiento de los atletas. Se ha estudiado en atletismo, tenis, salto y gimnasia. La
energa disponible no es constante, sino que depende, entre otras cosas, de la imagen
que el sujeto tenga de su propia potencia. Se trata de temas muy difciles de analizar
porque estudian las ms enigmticas fuentes de nuestro comportamiento, donde las aguas
del conocimiento, del sentimiento y de la motivacin no estn an deslindadas. Puede ver
un completo resumen de las investigaciones en la obra de Albert Bandura: Pensamiento y
accin, Martnez Roca, Barcelona, 1987. Estudios ms tcnicos: Barling, J., y Abel, M.:
Self-efficacy beliefs and performance, Cognitive Therapy and Research, 7, 1983. Feltz,
D. L., y Albrecht, R. R.: The influence of self-efficacy on approach/avoidance of a highavoidance motor task, en J. H. Humphrey y L. Vander Velden, cds.: Current Research in
the Psychology Sociology of Sport (vol. l), Princeton Book Company, Princeton, Nueva
jersey. Lee, C.: Self-efficacy as a predictor of performance in competitive
gymnastics,journal of Sport Psychology, n.o 4, 1982, pp. 405-409.
La historia de los deportes plantea un problema que tal vez podamos resolver apelando a
la influencia que ejerce la percepcin de las propias posibilidades. Ha habido rcords que
han tardado mucho tiempo en batirse, pero que una vez que se han logrado se convierten
en marcas accesibles para muchos atletas. Lo mismo sucedi con la introduccin en la
gimnasia femenina de ejercicios que durante aos slo podan realizar gimnastas
masculinos. Las nuevas tcnicas de entrenamiento han influido en este progreso, pero no
creo que expliquen el fenmeno por completo. Creo que saber que alguien ha sido capaz
de realizar el ejercicio o de batir el rcord influye realmente en la capacidad de los atletas.
L: Esto tiene relacin con la importancia que concede al entrenamiento y a lo que llama
zona de desarrollo remoto.
L: En efecto. Los animales aprenden habilidades motoras. Las cras de los animales
superiores aprenden mucho de sus madres por observacin. Incluso la conducta de
evitacin de las serpientes difiere entre los monos de laboratorio y los que han sido
criados en libertad. El ejemplo de los padres resulta determinante. Se ha comprobado que,
en situaciones de laboratorio, los monos tambin aprenden a evitar situaciones o
respuestas que han observado que causan dao a otros indivi duos. Un estudio ya clsico
demostr que se da una mejora en la conducta de escape de un laberinto en los gatos que
han visto cmo escapaban otros animales (Hall, K. R. M.: Baboon social behavior, en
DeVore, ed.: Private Behavior: Field Studies of Monkeys and Apes, Holt, Rinchart and
Winston, Nueva York, 1965; Herbert, N. J., y Harash, G. M.: Observational learning in
cats, Journal of Comparative and Physiological Psychology, 1944, n.' 37, pp. 81-95).
En los animales se da, por lo tanto, un aprendizaje por observacin de modelos, que
puede ser automtico y no intencional. La inteligencia humana transfigura este tipo de
aprendizaje. En primer lugar, puede dirigir su propio aprendizaje. La actividad de aprender
queda regida por proyectos, lo que permite al hombre construir creadoramente su propia
memoria, su propia personalidad y su propio mundo. El entrenamiento se integra as
dentro de las actividades creadoras.
Adems aparece otra peculiaridad importante, referente al modelo. El animal aprende los
modelos percibidos, y el hombre tambin. Pero el hombre ampla colosalmente su posibilidad de aprender, porque puede regirse por modelos imaginados. Cuando un tenista
se entrena para perfeccionar su saque puede imaginar el tipo de movimiento que desea al canzar y lo mismo le ocurre al bailarn que proyecta una coreografa y luego se entrena
hasta que es capaz de realizarla. La inteligencia humana produce realidades con la ayuda
de irrealidades que a veces ni siquiera sabe imaginar. Muchos proyectos creadores estn
vacos de contenido intuitivo, slo son pensados o, incluso, solamente hablados, pero
pueden guiar nuestra bsqueda. Estas metas o modelos que desde una brumosa lejana
dirigen el comportamiento se encuentran en lo que llamo zona de desarrollo remoto que,
como explicar ms tarde, es el campo de juego de la creatividad.
El automatismo puede referirse a los actos inconscientes que realizamos sin darnos cuenta, por lo
general de manera repetitiva.
La dinmica de la creacin artstica representa en todos los tiempos un vivo retrato de las
aspiraciones espirituales que motivan a las personas.