Verón - El Contrato de Lectura (8 Pág) PDF
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cin est justificada o no sobre el plano del anlisis propiamente lingstico, es cierto que un punto de vista semejante, transferido al dominio
del funcionamiento social del lenguaje, no ha estimulado un anlisis
de la especificidad de la recepcin de los discursos en relacin a su produccin. A eso se agrega un segundo factor: la lingstica ha privilegiado siempre la palabra sobre la escritura. Es decir, una razn adicional para no reflexionar sobre los procesos de la lectura.
En semitica, ha sido siempre ms fcil trabajar sobre los textos mismos
que cuestionarse sobre la forma en que se los lee. Adems, la semitica
se ha interesado sobre todo, en las obras literarias, en los textos considerados como excepcionales y en consecuencia, automticamente valorizados: fascinada por la obra (y a travs de ella, por el autor), la
semitica no se ha interesado por aquellos que la leen, y menos, por
los que no la leen. Una problemtica de la lectura de la obra literaria
comienza recin a esbozarse.(3)
En cuanto a los socilogos, han acumulado informacin sobre los lectores, sin interrogarse por el funcionamiento social de los textos, menos
an, por el proceso de lectura.
Los conocimientos se constituyen entonces, por una parte (y sobre todo)
sobre los lectores, y por otra, sobre los textos, de modo que estos dos
saberes empricos han estado siempre separados. Conocemos bien
quin lee qu. Sin embargo, nos vemos enfrentados, generalmente, a
problemas cuya solucin no parece ser abordable en base a la acumulacin de estos dos tipos de informacin.
Evoquemos algunas situaciones:
1 . Dos soportes se dirigen a un mismo sector, tienen las mismas rbri-
cas, tratan los temas de la misma manera. Uno progresa y el otro, declina. Por qu?
2 . Entre los individuos que tienen el mismo perfil sociodemogrfico
La respuesta nos la da la teora de la enunciacin, que es sin lugar a dudas, el desarrollo ms importante en las ciencias del lenguaje en estos ltimos aos.(5) Se trata, primeramente, de distinguir, en el funcionamiento de cualquier discurso, dos niveles: el enunciado y la
enunciacin. El nivel del enunciado es aquel de lo que se dice (en una
aproximacin gruesa, el nivel del enunciado corresponde al orden del
contenido); el nivel de la enunciacin concierne a las modalidades
del decir.
Por el funcionamiento de la enunciacin, un discurso construye una cierta imagen de aquel que habla (el enunciador ), una cierta imagen de aqul a
quien se habla (el destinatario) y en consecuencia, un nexo entre estos
lugares.
(nosotros sabemos bien que...), el enunciador busca implicar al destinatario en la responsabilidad de haber afirmado P.
E
Yo sostengo que P.
Este caso, mucho ms complicado que los anteriores, admite dos interpretaciones. Sea el yo sostengo dirigido directamente al destinatario. El enunciador, en este caso, aseverando P indica que l sabe que
el destinatario no est de acuerdo con el contenido afirmado:
E
Como por ejemplo: Usted dice haber visto a Pedro hace algunos minutos,
pero yo sostengo que l ha partido esta maana. Sea el yo sostengo no
dirigido hacia una opinin contraria del destinatario, sino hacia la de un
tercero, determinado o no (se podr tratar, por ejemplo, de la opinin
comn), que est presente implcitamente como no estando de acuerdo
con la asercin P:
E
X
Como por ejemplo: a pesar del rumor que corre, yo sostengo que Pedro
ha partido. Usted imagina que P.
Este caso, es en alguna medida, el inverso del anterior; diciendo Usted
imagina que Pedro ha partido, el enunciador atribuye P al destinatario, indicando que es este ltimo el que puede confundirse:
E
rededor de P. Este ejemplo muestra, en todo caso, que un mismo contenido (plano del enunciado: P) puede ser tomado a cargo por estructuras enuncia-tivas muy diferentes : en cada una de estas estructuras
enunciativas, el que habla (el enunciador) se construye un lugar
para s mismos, posiciona de una cierta manera al destinatario, y establece as una relacin entre estos dos lugares.
En un soporte de prensa, como en cualquier discurso, todo contenido
es necesariamente tomado a cargo por una o mltiples estructuras
enunciativas. El conjunto de estas estructuras enunciativas constituye el
contrato de lectura que el soporte propone a su lector.
De todo esto se desprende una consecuencia muy importante en el
plano de la investigacin: el mtodo ms corrientemente aplicado al
estudio de los soportes, el anlisis de contenido , es inadecuado para
estudiar el contrato de lectura. Los problemas de posicionamiento,
que se ubican habitualmente en el soporte, se definen en funcin de su
concurrencia (competencia), es decir, en funcin de otros soportes que
le son cercanos, en el interior, consecuentemente, de un universo temtico determinado. En esta situacin, el anlisis de contenido corre el
riesgo de hacer aparecer lo que los soportes en competencia tienen en
comn , lo que los acerca ms. Y, en el mejor de los casos, el analista de contenido le dar una importancia muy grande a los matices del
contenido, sin que esto permita definir una estrategia redaccional.
Los estudios del contrato de lectura por medio de una descripcin del
plano de la enunciacin, muestran que, a menudo, los soportes extremadamente cercanos desde el punto de vista de sus rbricas y de los
contenidos que aparecen, son en realidad muy diferentes en el plano
del contrato de lectura, plano crucial porque es el lugar donde se
constituye la relacin de cada soporte con sus lectores. El anlisis del
contrato de lectura permite de este modo determinar la especificidad de un soporte, hacer resaltar las dimensiones que constituyen el
modo particular que tiene de construir su relacin con sus lectores.
Esto no quiere decir, por cierto, que el contenido no juegue ningn rol
en el funcionamiento del contrato de lectura. Lo que dice la teora de la
enunciacin es que el contenido no es ms que una parte de la historia
y que en ciertos casos (que son muy frecuentes en los dominios de los
Hablar de la enfermedad de Pedro no es lo mismo que hablar de su partida: la teora de la enunciacin nunca ha negado una evidencia semejante. Pero afirma que la diferencia entre Yo creo que Pedro ha partido
y Yo sostengo que Pedro ha partido es tan importante, y tal vez ms
importante, que la diferencia entre Pedro parti y Pedro est enfermo. En recepcin, la lectura no reside solamente en los contenidos; reside en los contenidos siempre tomados a cargo por una estructura enunciativa donde alguien (el enunciador ) habla, y donde un
lugar preciso le es propuesto en tanto que destinatario.
Al lado de esta modalidad, podemos caracterizar otra ligeramente diferente, que yo llamara el enunciador pedaggico. Lo ilustrara con ttulos
tomados de revistas de decoracin.
Tenemos inmediatamente operaciones que son comunes al enunciador pedaggico y al enunciador objetivo, a saber: los consejos y las
cuantificaciones:
Ideas de 5 decoradores para baos.
Cmo personalizar la decoracin de la mesa.
15 cocinas: vivas o calmas.
Para soar y dormir: los dormitorios.
Simultneamente, el destinatario empieza a ser designado explcitamente.
Para Usted solo: alfombras y moquettes.
Ideas nuevas para su estudio. Simultneamente, el enunciador se
marca tambin:
Nuestro dossier del mes: la lnea casa.
Nuestras direcciones.
Aqu el contrato se construye entre un nos y un ustedes explicitados, y el nexo se har entre dos partes desiguales, una que aconseja,
informa, propone, advierte, brevemente, que sabe; la otra que no sabe
y es definida como destinatario receptivo, o ms o menos pasivo, que
aprovecha.
Las dos modalidades que hemos evocado, el enunciador objetivo y el
enunciador pedaggico, caracterizan contratos que implican una cierta
distancia entre el enunciador y el destinatario. Podemos contrastar con
las modalidades que forman parte de una familia muy diferente, donde
los contratos buscan establecer un lugar de complicidad. Existe toda
una serie de figuras o de grados de complicidad. Vuelvo, para ilustrar, a las revistas femeninas; una primera figura es la interpelacin
al destinatario, mediante la utilizacin sistemtica de frmulas en imperativo:
Perd todo.
Una operacin que es muy utilizada en el cuadro de un contrato de complicidad, consiste en constituir una enunciacin que es atribuible a la
vez al enunciador y al destinatario. Para efectuarlo, hace falta emplear
lo que Benveniste llamaba el nosotros inclusivo:(6)
Para la lectura de este gnero de ttulos, un cierto movimiento de identificacin debe operar, para atribuir a la lectora (o al menos ciertas lectoras), la enunciacin de estas expresiones. Este efecto salta a la vista
inmediatamente, si comparamos estos ttulos con los que seran los
mismos producidos bajo otra modalidad, como por ejemplo, la interpelacin:
Una tercer figura de la complicidad es el dilogo. En el discurso del soporte, enunciador y destinatario se ponen a hablar.
No, es no!
(y entonces, por qu dice s?)
Lo amo pero lo engao (Cmo perder este sucio hbito)
Ah, usted lee!
En el primer ejemplo es la lectora que dice No, es no y el enunciador
que replica. Es para destacar, en el segundo, la combinacin entre una
expresin atribuida al destinatario (lo amo pero lo engao) y una
intervencin del enunciador, entre parntesis, que est construida
bajo la forma de un consejo, salvo que ste no puede aparecer solo
(este reenva a algo que ya ha sido dicho antes) y que el calificativo sucio implica una evaluacin fuerte por parte de este enunciatario que lo vuelve muy diferente del enunciador objetivo o pedaggico.