Peron La Fuerza Del Derecho de Las Bestias
Peron La Fuerza Del Derecho de Las Bestias
Peron La Fuerza Del Derecho de Las Bestias
LA FUERZA ES EL
DERECHO DE LAS
BESTIAS
-1956-
http://www.scribd.com/people/view/3502992-jorge
CAPTULO I
LA DEMOCRACIA SE HACE CON URNAS Y NO CON ARMAS
I. PALABRAS PREVIAS
II. INTRODUCCIN
El arte de gobernar tiene sus principios y tiene sus objetivos. Los primeros
conforman toda una teora del arte, pero son slo su parte inerte. La parte vital es el
artista. Muchos pueblos eligen sus gobernantes convencidos de su acierto. La mayor parte
de las veces se vern defraudados, porque el artista nace, no se hace.
Sin embargo, los objetivos son claros. El gobernante es elegido para hacer la
felicidad de su pueblo y labrar la grandeza de la Nacin. Dos objetivos antagnicos en el
tiempo. Muchos obsesionados por la grandeza y apresurados por alcanzarla llegan a
imponer sacrificios sobrehumanos a su pueblo. Otros preocupados por la felicidad del
pueblo olvidan la grandeza. El verdadero arte consiste precisamente en hacer todo a su
tiempo y armoniosamente, estableciendo una perfecta relacin de esfuerzo para
engrandecer al pas sin imponer a la comunidad sacrificios intiles. Es preferible un
pequeo pas de hombres felices a una gran nacin de individuos desgraciados.
Al hombre es preferible persuadirle que obligarle. Por eso el verdadero gobernante
es, adems de conductor, un maestro. Su tarea no se reduce a conducir un pueblo sino
tambin a educarlo.
As como no podemos concebir un hombre sin alma, es inconcebible un pueblo sin
doctrina. Ella da sentido a la vida y congruencia a los actos de la comunidad. Es el punto
de partida de la educacin del pueblo.
Sobre el concepto armnico de la relacin, los gobiernos deben adoctrinar y
organizar a las comunidades para reducirles en medio de la incomprensin de algunos y
de los intereses de otros. Una legin de adulones lo influenciaron para desviarlo y otra de
enemigos para detenerle. Esa es la lucha. Saber superarla no es cosa simple. Para lograrlo
el pueblo es el mejor aliado, slo l encierra los valores permanentes, todo lo dems es
circunstancial.
La violencia en cualquiera de sus formas no afirma derecho sino arbitrariedades.
Recurrir a la fuerza para solucionar situaciones polticas es la negacin absoluta de la
democracia. Una revolucin aun triunfante no presupone sino la sin razn de la fuerza. El
gobierno se ejerce con la razn y el derecho. Doblegar violentamente a la razn y al
derecho es un acto de barbarie cometido contra la comunidad. Recurrir al pueblo es el
camino justo. Un gobierno es bueno cuando la mayora as lo afirma. Las minoras
tendrn su influencia pero no las decisiones, que corresponden a la mayora. Una minora
entronizada en el gobierno mediante el fraude o la violencia constituye una dictadura,
arbitraria y la anttesis de todo sentido democrtico.
Un flajelo poltico del que aun no estamos exentos, son las dictaduras militares.
Producto de la traicin de la fuerza, confiada a menudo a la ambicin de los hombres. Su
destino es siempre el mismo: llegan con sangre y caen con ella o por el fruto de su propia
incapacidad prepotente. La soberbia de la ignorancia no tiene lmites.
Hombres inexpertos, faltos de capacidad y a menudo de cultura, caen pronto en las
demasas de la fuerza. No atinan a la persecucin porque la consideran una debilidad.
Una legin de ignorantes ambiciosos y venales ejercen el mando. Otra legin de adulones
y alcahuetes les rodea y les aplaude para sacar ventajas: eso es un gobierno militar.
A menudo se cree que una dictadura militar es un gobierno fuerte. El nico
gobierno fuerte es el del pueblo. El de los militares es slo un gobierno de fuerza.
La escuela del mando difiere totalmente de la escuela del gobierno. Un militar slo
puede ser gobernante si es capaz de arrojar por la ventana al general que lleva adentro,
renunciar a la violencia y someterse al derecho.
Generalmente los gobiernos militares de facto son dictaduras, son masacres y
fusilamientos. Es consecuencia del predominio del derecho de las bestias ancestralmente
viviente en la subconciencia de los individuos que desconocen o desprecian al derecho de
los hombres.
Normalmente esta clase de dictaduras profesionales por ambicin de poder y de
mando comienzan como el pescado, a descomponerse por la cabeza. Una serie de golpes
de estado produce sucesivamente desplazamiento hasta que aparece un Marat,
generalmente el peor de todos, encargado por la Providencia para producir el eplogo.
En la tarea de hacer feliz al pueblo y labrar la grandeza de la Patria, el gobierno
debe empezar por equilibrar lo poltico, lo social y lo econmico. Las dictaduras militares
comienzan desequilibrando lo poltico con la revolucin, luego en el gobierno, como un
elefante en un bazar, lo destruyen todo. Las consecuencias aparecen pronto. El caos se
presenta por desequilibrio, entonces el fin est cercano.
Los hombres de las dictaduras militares, estn siempre enfermos de pequeas
cosas. Miran unilateralmente y ven slo un pequeo sector del panorama. Ignoran que el
xito no es parcial ni se elabora slo con aciertos. No saben que el xito es un conjunto de
aciertos y desaciertos donde los primeros son ms que los segundos. Es que las pequeas
cosas constituyen los dominios del bruto.
La tcnica moderna de la propaganda y la guerra psicolgica ha puesto en sus
manos un nuevo instrumento: la infamia. As estos gobiernos han agregado a la
brutalidad de la fuerza un nuevo factor, el de la insidia, la calumnia, y la diatriba. Con
ello, si han descendido en la fuerza han descendido mucho ms en la dignidad.
La revolucin argentina del 16 de septiembre de 1955 y su incestuoso producto, la
dictadura militar, no han escapado a ninguna de las reglas de esta clase de abortos
polticos. Ellos necesitan explicar una revolucin injustificable. Como no encuentran en
los actos de gobierno ni en las acciones administrativas nada que pueda darle pie ni
siquiera a sus falsedades, se han dedicado a denigrar a nuestros hombres mediante la
calumnia personal.
Una escandalosa campaa publicitaria de calumnias y de injurias ha sido lanzada
para destruir nuestro prestigio y vulnerar nuestro predicamento en las masas populares.
All es donde comprobamos hasta dnde pueden descender los hombres cuando la pasin
ciega su razn, el impulso anula su reflexin y la palabra llega a adelantarse al
pensamiento.
Todo es ataque personal, preferentemente ntimo. Se investiga para la publicidad.
No se han ocupado de nada que presupongan las anunciadas irregularidades
administrativas. Todo se ha reducido a asaltar y saquear nuestras casa y mencionar lo que
poseemos sin interesarles si es bien o mal habido.
Su afn de substraer toda investigacin a la justicia demuestra el fin perseguido.
Ellos saben que substraer un juicio de sus jueces naturales es un vicio de insanable
nulidad por disposicin constitucional. Qu persiguen entonces con esas investigaciones
inconstitucionales?, simplemente difamar, calumniar, destruir.
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CAPTULO II
ANTECEDENTES
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El gobierno justicialista, realizado por nosotros durante ocho aos que siguieron al
caos provocado por la revolucin del 4 de junio de 1943, de semejantes caractersticas a la
actual, sin contenido poltico, econmico ni social, ha dado a la Repblica Argentina una
fisonoma propia, con caracteres originales.
Alcanzamos el gobierno mediante las elecciones ms limpias y puras de que haya
memoria en la historia argentina. En ellas vencimos a una coalicin de todos los dems
partidos, conjuncionados en el ms heterogneo y abigarrado maridaje poltico, en el que
marchaban del brazo por las calles los representantes de la ms cruda oligarqua
conservadora con los socialistas y comunistas.
Nuestra accin de gobierno constitucional desde 1946 hasta 1951 se realiz dentro
de nuestra concepcin doctrinaria y el primer plan quinquenal del gobierno arroj un
saldo tal que deb aceptar la imposicin popular de presidir un segundo gobierno. Las
elecciones se realizaron en 1951, contra las mismas fuerzas que se nos haban puesto en
1945, es decir, todos los dems partidos polticos unidos. Estas elecciones tan puras como
las anteriores, controladas por el Ejrcito, fueron, como las anteriores, elogiadas en su
pureza por los propios adversarios. En ellas obtuvimos el setenta por ciento de la
totalidad de los sufragios. En algunas provincias llegamos a obtener hasta el noventa y
cinco por ciento de los sufragios totales.
As iniciamos el segundo perodo de gobierno ante una oposicin enconada por la
impotencia donde, como en el primer perodo, se mantenan unidos conservadores,
radicales, socialistas y comunistas. Frente a la imposibilidad de vencernos en los comicios
comenzaron a conspirar abiertamente. En esa conspiracin fueron alentados por el
Gobierno Uruguayo que descaradamente les ayud para establecer en Montevideo su
cuartel general, desde donde se dirigi todo el movimiento, utilizando los propios
elementos del gobierno de ese pas.
Abundantes fondos aportados por Bemberg, Lamuraglia, Gainza, Paz y otros,
comenzaron a conmover la pasividad de los jefes de la Marina, Aeronutica y Ejrcito,
afortunadamente muy pocos del Ejrcito. Poniendo en prctica la afirmacin napolenica
de que todos los hombres tienen precio, es cuestin de encontrarlo comenz la difcil
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1. Accin social
Sera imposible, en el espacio y dentro del objetivo de este folleto, siquiera
sintetizar la enorme tarea realizada en estos rdenes. Por eso slo mencionar en cada
aspecto lo ms fundamental y en forma muy general, slo para dar una idea de conjunto.
Diez aos de intensa obra social cambi la Argentina de la explotacin y la
esclavitud de 1945 en la comunidad justa y solidaria de la Argentina de 1955. Esta
transformacin es ya suficientemente conocida en el mundo. De una carencia absoluta de
leyes de trabajo y Previsin Social que nos colocaba en el ltimo lugar, hemos pasado en
slo diez aos a estar a la cabeza del mundo en la materia.
El estatuto del pen, los derechos del trabajador, los derechos de la
ancianidad, los convenios colectivos de trabajo, la ley de previsin social, la ley de
accidentes de trabajo, los regmenes de jubilacin para la totalidad de los habitantes,
las pensiones a la vejez y la invalidez, la ley de organizaciones profesionales, la ley de
vivienda obrera, las reglamentaciones de las condiciones del trabajo y del descanso, la
ley de sueldo anual complementario, la ley de creacin de la justicia del trabajo, la
participacin en las ganancias, las cooperativas de produccin en poder de los obreros,
las proveeduras sindicales, la mutualidad sindical, los policlnicos obreros de cada
sindicato, las escuelas sindicales, etc., etc. Son tan slo una pequea parte de la enorme
legislacin promovida.
Debemos, sin embargo, hacer notar que, en la Argentina, estas leyes se cumplen en
su totalidad bajo el control de las propias organizaciones profesionales. Algunas cifras
darn una idea sobre la forma de su cumplimiento. Los salarios de 1945 a 1955 subieron
el 500%; el salario real se mantuvo en un mejoramiento del 50% pues el costo de la vida
slo lleg, con el control de precios de primera necesidad, a un aumento de 250%. As el
costo de la vida en Argentina se mantuvo en un nivel correspondiente a la mitad de la
mayor parte del mundo.
Mediante el estatuto del pen y sus sucesivos ajustes entre 1945 y 1955 los
sueldos de estos trabajadores aumentaron el 1000% trmino medio.
En 1945 las leyes de jubilacin no amparaban sino a medio milln de habitantes.
En 1955 puede considerarse que todo el que trabaja de obrero, profesional y empresario
tiene asegurado su rgimen jubilatorio, amparo que cubre a ms de quince millones de
habitantes en la vejez y la invalidez.
Un sistema de pensiones a la vejez cubre asimismo la imprevisin y el olvido en
que vivieron los trabajadores en los regmenes pasados, gobernados por los mismos que
hoy quieren asumir el papel de libertadores sin que nadie los tome en serio.
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Era tambin costumbre que desde la City que se indicara quin deba ser el
Presidente, generalmente un abogado de las empresas extranjeras, ellos decan quien, y
los nativos se encargaban de preparar el fraude para que saliera. Y pensar que estos
seudo libertadores son los mismos hombres traidores y vendepatria que hicieron posible
semejante humillacin. No habr en el mundo un hombre que poseyendo un mnimo de
ecuanimidad no los condene. Sin embargo, como los agentes imperialistas, por razones
comprensibles, les cantan loas, muchos otros malos y mentirosos se convierten conciente
o inconcientemente en agentes de un imperialismo que simulan condenar.
En 1944 todo permita apreciar que la segunda guerra mundial llegaba a su fin. Era
necesario prepararse para la post-guerra que suele ser, econmicamente hablando, la
etapa ms difcil de la guerra. Fue entonces que, desde la Secretaria de Trabajo y
Previsin, donde ejerca el cargo de Secretario, dispuse la creacin del Consejo Nacional
de Post-Guerra. Su misin era simple: realizar los estudios necesarios y preparar al pas
de la mejor manera para neutralizar los efectos negativos y sacar la mayor ventaja posible
en la postguerra que se vea prxima a iniciarse.
Se trataba de resolver, ayudados por las circunstancias, el ms fundamental
problema argentino: su independencia econmica. La importancia de este paso se medir
en toda su proyeccin si pensamos que, liberados polticamente en 1816, habamos cado
en el vasallaje econmico hasta nuestros das.
Esta independencia econmica era indispensable si anhelbamos mantener y
consolidar las conquistas sociales ya iniciadas en esos das desde Trabajo y Previsin. En
un pas colonial, como era el nuestro, toda conquista social no puede tener sino un
carcter aleatorio.
Para realizar la independencia econmica era necesario un inmenso esfuerzo,
habilidad y un poco de suerte, pues era menester:
a)
b)
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La situacin en este aspecto presentaba un difcil problema pues las sumas que se
necesitaban para ello eran realmente cuantiosas.
Nuestra deuda externa ascenda en diversas obligaciones a ms de seis mil millones
de pesos, en ese entonces algo as como unos dos mil millones de dlares, por la cual
pagbamos ochocientos millones de pesos anuales en amortizaciones e intereses (250
millones de dlares). Esto era nuestro primer objetivo.
La nacionalizacin de los servicios pblicos, en poder de consorcios extranjeros,
era el segundo objetivo de la recuperacin. Se trataba de los ferrocarriles, transportes de
la ciudad de Buenos Aires, el gas, los telfonos, seguros y reaseguros, electricidad,
comercializacin y acopio de las cosechas, creacin de una flota mercante y area,
etctera, etctera.
Las relaciones del gobierno con los consorcios explotadores de estos servicios eran
cordiales. No era que nosotros, por chauvinismo, quisiramos nacionalizar y menos an
despojado a nadie. El caso era que, de mantener este estado de cosas, estaramos
sometidos a una descapitalizacin progresiva. Queramos pagarles por sus instalaciones
un precio justo y tomarlas a nuestro cargo para su funcionamiento como un servicio
estatal.
En las siguientes cifras, se observar objetivamente las remesas financieras anuales
que ocasionaban estos servicios explotados por compaas extranjeras:
La deuda pblica 800 millones, los ferrocarriles 150 millones, la Corporacin de
Transportes de la Ciudad de Buenos Aires 120 millones, el servicio de gas 110 millones,
los telfonos 120 millones, seguros 150 millones, reaseguros 50 millones, electricidad 150
millones, comercializacin de la cosecha 1.000 millones, transportes martimos 500
millones de fletes en divisas, etc. Slo en estos rubros las remesas financieras anuales
visibles pasaban de los tres mil millones de pesos (1.000 millones de dlares entonces). Si
se considera la necesidad de otras remesas financieras de diversas empresas establecidas
en el pas y las remesas visibles, siempre numerosas por la especulacin, podamos
calcular aproximadamente una descapitalizacin anual por envos y evasiones que pasaba
de los seis mil millones de pesos anuales. Si consideramos que el monto de nuestra
produccin anual no pasaba de los diez millones de pesos, se tendr la verdadera
sensacin de para quin trabajaban los argentinos.
Se me dir que los capitales extranjeros con su radicacin en el pas aportaban un
alto coeficiente de capitalizacin compensatorio del proceso inverso por remesas
financieras. Desgraciadamente no era as. Un ejemplo lo aclara todo.
Un frigorfico britnico se instal en el pas en 1905, trajo como inversin un
capital de un milln de libras esterlinas (al cambio de ese entonces 11.250.000 pesos
moneda nacional). Cuando hubo instalado su maquinaria y locales pidi al Banco de la
Nacin Argentina un crdito que fue sucesivamente aumentando hasta la suma de 100
millones de pesos. De manera que, sobre cien millones, el capital extranjero radicado era
slo el 10 por ciento y el 90 por ciento era argentino.
Ahora bien, el primer servicio financiero remesado a Londres, fue de una utilidad
del 10 % calculado sobre los cien millones de pesos de capital y no sobre los once millones
radicados. Vale decir que, con su primera remesa financiera, reparti el capital radicado y
durante cincuenta aos nos descapitaliz a razn de diez millones por ao, en total,
quinientos millones.
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Este era el proceso comn seguido por casi todas las empresas inversoras y que
explicar, de manera simple y objetiva, la razn por la cual era indispensable a la
economa argentina realizar cuanto antes la recuperacin, para evitar su progresiva
descapitalizacin.
Un clculo grosso modo dar una idea aproximada del esfuerzo de que se trataba.
Calculando comprar las empresas de valor histrico, pagando lucro cesante, crear los
organismos y servicios nuevos, comparar los barcos y aeronaves necesarios, etc., deban
calcularse como necesarios unos 300.000 millones de pesos.
Para no sentirme tentado y evitar los consejos fciles, resolv quemar las naves
declarando que me cortara la mano antes de firmar un emprstito, porque, si la finalidad
era la independencia econmica, no era el caso de salir de las llamas para caer en las
brasas.
En esos momentos se sumaba a ese tremendo esfuerzo, la necesidad de renovar la
maquinaria industrial y todo el material ferroviario, tranviario y automotor que durante
los cinco aos de guerra, con el cierre de la exportacin, no haban recibido ningn
aporte. Se calculaba esto en un monto de 20.000 millones de pesos.
Estudiamos esto detenidamente y confieso que cuando compilamos las necesidades
totales, una suerte de pnico se apoder de m, que senta la terrible responsabilidad de
estar al frente del pas y la duda de poder superar su difcil encrucijada econmica.
Con los estudios en mi poder llam a una reunin privada a los tcnicos en
economa ms calificados en el concepto de algunos asesores econmicos. Me perd diez
horas explicndoles mis planes y dndoles todos los datos necesarios para encarar el
problema. Se fueron a estudiar, y tres das despus nos reunimos de nuevo para
considerar soluciones. Confieso que qued defraudado, pues conversaron mucho, no
dijeron nada y lo poco que trajeron no lo entend, porque lo hicieron en una terminologa
tan rara y tan confusa que dudo que ellos mismos se entendieran.
La reunin termin un poco intempestivamente, pues uno de ellos me dijo: Seor,
usted debe gastar tantos miles de millones que no tiene. Si no tiene dinero, cmo quiere
comprar?, a lo que yo respond: Amiguito, si yo tuviera el dinero no lo habra llamado a
usted, habra comprado, y aqu termin la entrevista.
Me convenc que no era asunto de tcnicos, sino de comerciantes y llam a mi gran
amigo D. Miguiel Miranda, el Zar de las finanzas argentinas, como algunos le llamaron.
El haba empezado como empleado con noventa pesos de sueldo y en diez aos haba
levantado treinta fbricas.
Le cont el incidente con los tcnicos y me dijo: General!, usted cree que si
fueran capaces de algo estaran ganando un sueldo miserable como asesores? Pero
Miranda, le dije, vea que hay que comprar mucho y no tenemos dinero! Esa es la forma
de comprar, sin dinero, me dijo. Con plata compran los tontos! Este es mi hombre,
pens para m
Miguel Miranda era un verdadero genio. Su intuicin, su tremenda capacidad de
sntesis y su certera visin comercial, hicieron ganar a la Repblica, en un ao, ms que
cincuenta aos de la accin de todos sus economistas diletantes y generalizadores de
mtodos y sistemas rutinarios e intrascendentes.
Fue all mismo que entregu a Miranda la direccin econmica, creando el Consejo
Econmico Nacional y nombrndolo presidente. l fue, desde entonces, el artfice de esa
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Mientras se negociaba, los ingleses cometieron un error que les fue funesto.
Sostenan imperturbablemente que el precio deba ser de ocho mil millones. Una noche,
al representante de los ferrocarriles ingleses en la Argentina, mister Edy, muy amigo de
Miranda, se le ocurri ofrecerle una comisin para repartir entre Miranda y yo, de
trescientos millones de pesos, que se depositaran en Londres en su equivalente de
entonces de cien millones de dlares, si la venta se haca por seis mil millones de pesos.
Miranda lo escuch y al da siguiente, a diana, estaba en casa y me deca: -Presidente,
vamos a comprarlos por mucho menos de seis mil millones, es porque, sin comisin,
podemos sacarlos ms baratos. As como antes haba ganado la batalla de la venta, en
esta ocasin haba ganado la batalla del precio.
Se sucedieron las tratativas para fijar precio, pero los ingleses ya haban perdido la
partida. Ellos son buenos perdedores porque estn acostumbrados a vencer. La habilidad
de Miguel Miranda hizo prodigios en esta etapa de la negociacin hasta llegar a fijar un
precio mximo por todos los bienes directos e indirectos de las empresas de
2.029.000.000 (dos mil veintinueve millones) de pesos moneda nacional. Esta sola cifra,
comparada con los diez mil millones de pesos que era el pedido inicial de los ingleses,
habla con indestructible elocuencia de lo que era Miranda como negociador. En esta sola
operacin hizo este hombre ganar a la Repblica ms de cinco mil millones de pesos. Se le
pag, como de costumbre, con ingratitud y maledicencia. Los parsitos, los incapaces y
los ignorantes son precisamente los crticos ms enconados.
Si bien se haban ganado las batallas del precio y de la venta quedaba an el rabo
por desolar: establecer la forma de pago y pagar. No era fcil, porque, como antes dije, no
tenamos dinero para hacerlo. En cambio lo tenamos a Miguel Miranda que vala ms
que todo el dinero del mundo. En l estaban puestas todas mis esperanzas. l me haba
dicho: -No se aflija, Presidente, pagaremos hasta el ltimo centavo, sin un centavo.
Efectivamente, as lo hizo. Cmo procedi para lograrlo?
Comencemos por establecer que un ao antes el gobierno de S. M. Britnica firm con el
gobierno argentino un tratado por el que se comprometi a mantener la convertibilidad
de la libra esterlina que nos permita el negocio triangular con Estados Unidos. Con
habilidad, Miranda agot los saldos acreedores argentinos en Inglaterra para repatriar la
deuda. Al firmar el contrato de compra-venta de los ferrocarriles, estableci dos
cuestiones fundamentales, en cuanto a la adquisicin y la forma de pago.
a) Que se compraban en 2.029 millones de pesos los bienes directos e indirectos de
las empresas.
b) Que la forma de pago sera al contado y en efectivo con disponibilidades de
fondos argentinos existentes en Estados Unidos si se mantena la convertibilidad de la
libra que lo haca posible, sino el pago sera en especies.
Fue precisamente mediante estas dos clusulas que Miranda logr pagar hasta el
ltimo centavo, sin un centavo, como haba prometido.
En efecto, me fij un plazo de seis meses para tomar posesin de las empresas,
luego de los cuales deba hacerse efectivo el pago. Durante los primeros meses de ese
plazo me pas pensando que si tenamos que pagar al contado nos quedaramos casi sin
fondos en Estados Unidos, en donde haba urgentes necesidades de adquisiciones.
Miranda me tranquiliz; l no s dnde, tena la noticia segura que los ingleses, a pesar
del tratado, declararan la inconvertibilidad de la libra esterlina. Efectivamente, poco
tiempo despus lo hicieron y nos salvaron de desprendernos del nico saldo acreedor en
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Sin excepcin, los informes de los marinos fueron desfavorables. Segn ellos, no
convena comprar todava, que los fletes se vendran abajo, que haba exceso de barcos
por los que quedaron de la guerra, etc. En consecuencia, decidimos con Miranda comprar
una marina mercante y para ello nos pusimos en contacto con don Alberto Dodero, el ms
fuerte armador de nuestro pas.
Se encarg la construccin en los astilleros entonces parados en Inglaterra,
Holanda, Italia, Suecia, etc. As comenz la verdadera historia de nuestra marina
mercante, que hoy redondea el milln y medio de toneladas de barcos nuevos, veloces y
utilizables para sacar nuestra ms variada produccin haca los mercados de consumo y
para mantener los precios.
Con ello no slo ahorramos sino que producimos divisas y nuestra bandera
mercante individualiza a la cuarta flota del mundo.
El costo medio de estos barcos no pas de cuatro millones de pesos; slo el seguro
del Maip, hundido en un choque en Hamburgo lleg a veintids millones en nuestros
das.
Para comprar estos barcos se utiliz el oro que dorma en los stanos del Banco
Central, de acuerdo con el aforismo de Miranda, que oro es lo que produce oro.
Efectivamente, esos barcos en cuatro travesas traen de vuelta el oro que costaron. Hoy
estn todos pagos y siguen trayendo oro.
Menos mal que los marinos aconsejaron no comprar barcos, pues si hubieran
aconsejado comprarlos, tal vez no nos hubiramos decidido a hacerlo. Pero ellos son los
libertadores.
En marcha y con franco xito la recuperacin nacional, en 1948, se nos present un
difcil momento de la economa: la industria en pleno desarrollo comenzaba a carecer de
maquinarias y de materia prima. Era necesario buscar los arbitrios que condujeran a la
solucin. En los primeros das de este ao resolvimos encerrarnos por el tiempo que fuera
necesario y estudiar la situacin, apreciarla y encontrar una solucin, y as lo hicimos.
Durante casi diez das permanecimos totalmente dedicados a ello.
Llegamos finalmente a una muy simple conclusin. Pensamos que habiendo
terminado la guerra se haba iniciado su etapa ms difcil: la post-guerra, durante la cual
es necesario pagar los platos rotos.
La guerra es un drama individual amplificado. Es como un hombre que
sbitamente tiene un ataque de demencia y rompe toda su casa. Pasado el ataque, debe
reponerlo toda para seguir viviendo. Debe pagar su locura. La guerra no es sino una
locura colectiva. Durante cinco aos cientos de millones de hombres, provistos de
instrumentos de destruccin, se haban dedicado a destruirlo todo. Pasado el ataque,
ahora haba que pagarlo.
La experiencia histrica demuestra que los pases despus de la guerra pagan de
una sola manera: emitiendo y desvalorizando la moneda. Aun no se haba producido este
fenmeno en 1947, pero todo haca prever que se producira.
Cuando las monedas se desvalorizan, los bienes de capital se valorizan en forma
inversamente proporcional.
All precisamente estaba el negocio. Era menester comprar bienes de capital que se
valorizaran y desprenderse de las monedas que se desvalorizaran. Fue entonces cuando
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Las ltimas infamias cometidas, que citar a continuacin, slo a ttulo de ejemplo,
evidenciarn a nuestros lectores cmo las gastaban los libertadores. Se trata de la
concesin a la empresa de electricidad de Buenos Aires, CADE, y la entrega de la
Corporacin de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires a una compaa inglesa.
El asunto de la CADE
Durante el ltimo gobierno radical funcionaba el Consejo Deliberante, algo as
como un congreso comunal, compuesto por un centenar de consejales que, con sabrosas
dietas, se dedicaba a todo, desde enjuiciar la poltica internacional hasta establecer la
cantidad de repollo que deba venderse en cada puesto de las ferias municipales. Algo as
como un blsamo de Fierabrs, que serva para el dolor de cabeza como para los callos.
Esos ediles son los mismos que hoy encabezan las jerarquas de los partidos que
apoyan la dictadura militar que ensombrece al pas y los mismos que entonces cobraron
coimas, desde el modesto colectivero hasta la poderosa empresa de electricidad.
Para esos tiempos venca la concesin de la empresa CADE y el Consejo
Deliberante de la ciudad de Buenos Aires tena que tratar la prrroga o la terminacin.
Estos ediles libertadores no encontraron nada ms natural que ponerse de acuerdo y
exigir a la empresa una gruesa suma de millones para no caducarle la concesin. Esa
suma se repartira despus, por partes iguales, entre todos. La compaa, colocada entre
la espada y la pared, decidi pagar la suma exigida y consigui as una concesin hasta el
ao 2000 y tarifas aumentadas.
Esto produjo en Buenos Aires un escndalo tremendo pero, al producirse la
revolucin del 4 de junio de 1943, se orden una investigacin y se pretendi sancionar a
la empresa por corruptora de funcionarios, pero la empresa pudo comprobar que los
corruptos eran los funcionarios y no la empresa.
Hoy, esos mismos seores hacen discursos sobre la moral pblica y privada, en
nombre de los libertadores que empearon al pas en una triste aventura mediante una
paga no menos infamante que la de aquellos.
El caso de la Corporacin de Transportes de Buenos Aires
Es de otra naturaleza no tan delictuosa pero igualmente ruinosa para el pas. En
1933, Inglaterra, compradora nica de la produccin argentina de carne, haban firmado
el Tratado de Ottawa por el que se comprometa a comprar toda la carne a sus dominios.
Es as que la Repblica Argentina, sin el mercado ingls sin los barcos ingleses para
transportarla, deba reconocer una situacin sumamente grave, ya que el 80% de su carne
era de exportacin, mientras solamente el 20% se consuma en el pas.
Se resolvi enviar una misin a Londres para tratar este importante asunto y
negociar. Fue enviado como plenipotenciario extraordinario el entonces vicepresidente de
la Nacin, Dr. D. Julio Roca, que lleg a Londres a mediados de 1936. All esper largos
das y finalmente fue recibido. A pesar de todos sus argumentos los ingleses se negaron a
comprar. Luego de otra larga espera, le recibieron nuevamente y le propusieron comprar
la carne a un precio menor que a los dominios, siempre que la ciudad de Buenos Aires
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ayudados por ellas, se defender instintivamente por solidaridad y por conveniencia, sin
necesidad de discursos ni tonteras por el estilo.
Creamos comunidades de este tipo y ninguno de sus hijos defeccionar en su
defensa.
La produccin
El agro fue una de nuestras permanentes preocupaciones. El rgimen de la tierra
Argentina era en 1945 casi medieval. Dictamos la ley de arrendamientos rurales y
apareca ya el fruto en los comienzos de mi primer gobierno. Con esa ley fijamos una
situacin que impidiera el aumento de los precios y los lanzamientos.
Dado este primer paso de proteccin de los agricultores se anunci la reforma
agraria y se declar que el justicialismo sostena que la tierra no es un bien de renta sino
de trabajo y que, en consecuencia, la tierra debe ser del que la trabaja. Acto seguido se
propugn el acceso a la propiedad rural de los agricultores. El aumento de los precios del
cereal en los aos 1948 y 1949, permiti que algunos chacareros compraran los predios
que arrendaban con el producto de una cosecha. As, en el primer quinquenal se entreg
en propiedad ms de un milln de hectreas de tierras tiles.
En la reforma agraria, deliberadamente no hemos querido cargar las tintas porque
conocemos los inconvenientes que presentan los procesos artificiales acelerados en la
entrega de la tierra.
Desde Licurgo, tal vez uno de los primeros reformadores racionales del agro, hasta
nuestros das, la reforma agraria ha trado siempre grandes perturbaciones y sangre en su
ejecucin. En Rusia se fij la poblacin rural mediante ametralladoras en los caminos,
que impidieron el xodo campesino. En Mxico cost la vida de cientos de miles de
habitantes. Nosotros pudimos tambin haberla hecho en esta forma drstica, pero,
enemigos de los procedimientos cruentos, preferimos realizarla lenta y racionalmente.
En estos tipos de reformas es necesario pensar en primer trmino en formar
unidades econmicas porque si no, del latifundio se pasa al minifundio, no menos
perjudicial para la economa social del agro.
El problema de latifundio en nuestro pas es serio, pero es necesario distinguir bien
lo que es realmente un latifundio. Algunas personas superficiales, especialmente los
polticos, consideran latifundio toda gran extensin de tierra de un solo propietario,
aunque en esa tierra exista una buena y racional explotacin. Es un gran error, el
latifundio se configura cuando no se cultiva o se cultiva mal. Precisamente, las grandes
explotaciones racionales son las ms convenientes y econmicas. As como es mejor y ms
racional poseer una fbrica con diez mil obreros y no diez talleres con mil obreros,
tambin en el agro es ms apropiado emplear las grandes explotaciones.
Esto no quiere decir que en nuestro pas no existan grandes y pequeos latifundios,
pero, el mayor de todos, lo constituye la tierra fiscal. Por eso, mientras el proceso de
ocupacin de la tierra en poder de privados se va realizando lentamente, dispusimos que
se entregara aceleradamente la tierra pblica.
Queramos una reforma lenta pero segura, a realizarse en veinte aos para que no
resultara el remedio peor que la enfermedad.
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despus, los industriales, que haban servido mal o bien al pas, se vieron arruinados de la
noche a la maana, con el tremendo impacto que esto presupona para la economa
argentina.
Este fue el origen, que ocasion un largo estudio de la situacin argentina, pues en
la economa los problemas no son nunca aislados ni parciales. El consumo, la produccin,
la industrializacin y la distribucin sin actividades estrechamente conexas. Fue as que
un problema de proteccin se transform, a poco de considerarlo, en un problema de
industrializacin.
La evolucin natural de las comunidades nacionales, marca en la historia de las
naciones, etapas de superacin. De pueblos pastores, pasan a pueblos agricultores para,
finalmente, llegar a comunidades industriales. Las etapas no se aceleran pero tampoco
pueden detenerse. De modo que si un pueblo debe o no industrializarse no depende de
que a un hroe de stos se le ocurra o no hacerlo.
La necesidad de la industrializacin surge de las condiciones generales de la
evolucin y se impone en particular ms por necesidades demogrficas que por otras
consideraciones, adems de las necesidades de la economa colectiva.
El caso de nuestro pas es de una elocuencia inconstratable. La Repblica
Argentina, con una poblacin cercana a los veinte millones de habitantes, ha llegado a un
alto grado de su evolucin tcnica y cultural, como asimismo en su aspecto econmico, ha
creado el problema de la alta concentracin demogrfica.
Abstrayndonos de otras consideraciones en beneficio de la sntesis, podemos
afirmar que las tres cuartas partes de su poblacin es ya de carcter urbano y una cuarta
parte rural. En otras palabras, que mientras cinco millones de argentinos producen la
comida y los mrgenes de explotacin, quince millones que pueblan las ciudades y los
pueblos deben dedicarse a otras actividades.
Considerando que, cinco millones en las ciudades, se dediquen al comercio, a
actividades profesionales, etc., nos quedaran unos diez millones de habitantes, de los
cuales, por lo menos cinco millones, son adultos tiles para el trabajo industrial.
Si no industrializramos al pas en estas circunstancias, quince millones de
habitantes tendran que vivir a expensas de la produccin agropecuaria, mientras cinco
millones tiles, por falta de trabajo, tendran que pulular ociosos en las ciudades y
pueblos.
Este problema ser cada da ms grave con el aumento de la poblacin y la
disminucin de necesidad de mano de obra que la mecanizacin agro trae parejada.
En cambio, nada ms justo ni conveniente, que las masas rurales provean a las
ciudades, en tanto las masas urbanas mediante la produccin industrial provean al agro.
Esto establece un verdadero equilibrio y permite cerrar un ciclo interno de economa
tonificada en la complementacin, que estimula la produccin, la transformacin, la
distribucin y el consumo.
Si estas consideraciones imponen la industrializacin argentina, el actual estado de
cosas en el intercambio de materias primas por manufacturas, aconseja acelerar el
proceso.
En efecto, actualmente se paga por la materia prima que exportamos precios
insuficientes, en cambio, se nos cobra precios abultados por la manufactura que
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el voto marcado y el de prepotencia (voto cantado). En todos ellos se trataba de sacar los
votos y reemplazarlos por otros preparados de antemano y hasta se dio el caso, de
encontrar, durante un escrutinio los votos atados con un pioln dentro de las urnas. El
ms usual y moderno, cuando ya se haban ya agotado en absoluto la vergenza y el
pudor, fue el sistema de prepotencia. Consista en firmarle la libreta al elector y antes
que ste sufragara le decan ya vot. Si preguntaba por quin, siempre haban un
malevo de comit que, con voz aguardentosa le contestaba: no sabs que el voto es
secreto.
Parecer un cuento, tan terrible ha sido la situacin argentina que cualquier
hombre civilizado se resiste a creer que puedan an suceder semejantes cosas. Sin
embargo es real, de toda realidad.
Por lo que se ve, estos libertadores de opereta instaurarn de nuevo sus sistemas,
esta vez, como antes, en nombre de la libertad y la democracia.
Han comenzado a declarar que el Partido Peronista es totalitario y que en
consecuencia no est de acuerdo con las ideas democrticas del Pueblo Argentino que lo
repudia. Por eso ellos lo declaran fuera de la ley y no le permiten concurrir a elecciones. Si
el Pueblo lo repudia, por qu no lo dejan? No sacar ni un voto.
Se ve claramente que todo es una inicua simulacin, ni a ellos les importa un
rbano la democracia, ni el Partido Peronista es totalitario. Lo que sucede es que si vamos
a elecciones libres y sin fraude, le ganamos a todos los partidos juntos por ms del 70% de
los sufragios, como lo hemos hecho antes. Quiz hoy, con esta accin inteligente de los
libertadores, obtuvisemos el 80 90%.
Lo que se desprende claramente de toda esta tramoya, es que se prepara una
reedicin de los famosos fraudes electorales. Nosotros desterramos los sistemas y dijimos
que la era del fraude haba terminado. Se equivocan estos seores si piensan que al
Pueblo argentino de hoy aceptar una eleccin fraudulenta. Pobre el gobernante que hoy
llegara al gobierno como producto del fraude.
Nuestra accin poltica durante los aos 1945 hasta 1955 se dirigi a afirmar la
soberana del Pueblo, haciendo lo que el Pueblo quera y no defendiendo otro inters que
el Pueblo. Esta gente, realmente enemiga del Pueblo, har lo necesario para entronizar de
nuevo a la oligarqua conservadora clerical tratando de destruir las instituciones
populares creadas por nosotros para defender los derechos y las reivindicaciones
alcanzadas por la masa popular.
Nosotros apoyamos nuestro gobierno en los trabajadores, que actuaron en el Poder
Ejecutivo y en el Congreso Nacional, adems de participar en todas las ramas de las
administraciones provinciales. Ms de tres mil dirigentes obreros participaron
permanentemente en el gobierno y la legislacin argentina, durante el rgimen
justicialista.
Ellos han desenterrado una legin de animales sagrados que ya dorman el sueo
senil de los olvidos, para ponerlos al frente de una evolucin hacia atrs que propugna. Se
trata, segn han declarado, de volver todo al ao 1943, como si la historia tuviera la
reversibilidad de un par de calzoncillos.
El movimiento justicialista ha dejado al pas una constitucin moderna y popular y
le ha inculcado al Pueblo una doctrina poltica que nadie podr ya destruir, a pesar de las
calumnias y mentiras que lanzan todos los das. Para persuadir hay que estar convencido
y esta gente nada tiene ni en el cerebro ni en el corazn, por eso no se convencen ni as
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mismos. La mstica emergente de una doctrina justa, libre y soberana ha hecho presa al
hombre del Pueblo, encarnndose profundamente en las masas. Podran destruir a Pern,
pero lo que les dej en el alma de cada peronista, eso no lo destruirn jams, ni con
discursos, ni con sermones, ni con mentiras, ni con calumnias.
V. OTRAS ACCIONES DEL JUSTICIALISMO
En la enseanza
Hasta el advenimiento del justicialismo, la enseanza estaba slo al alcance de la
oligarqua. El hijo de un hombre del Pueblo no poda nunca llegar a la enseanza
secundaria y menos an a la universitaria, por la simple razn del dinero.
Al establecer nuestro gobierno la absoluta gratitud de toda la enseanza, abrimos
las puertas de la instruccin y la cultura a todos los hijos del Pueblo. Se termin as con la
odiosa discriminacin y se dio acceso a todos por igual, para que de acuerdo con sus
aptitudes, pudieran labrarse su porvenir.
La creacin del Ministerio de Educacin de la Nacin, posibilit asimismo dedicar
una gran actividad y los fondos necesarios para encaminar y costear las diversas
disciplinas escolsticas, cientficas y tcnicas.
En 1945 las personas que estudiaban en la Repblica Argentina no pasaban de los
dos millones. En 1955, cuatro millones de estudiantes poblaban las aulas en la enseanza
primaria, secundaria, universitaria, tcnica y especial.
Los fondos dedicados a la educacin pasaron de quinientos millones en 1945 a tres
mil millones en 1955.
Recibimos el pas con casi el 15% de analfabetos entre nios y adultos y, todos los
aos, ms de doscientos mil nios no podan concurrir a la escuela primaria por falta de
asientos en las escuelas del Estado. Lo devolvemos con slo el 3% de analfabetos adultos y
hoy todos los nios, sin excepcin, pueden cumplir sus estudios primarios, secundarios,
universitarios, tcnicos y especiales.
El estado de los edificios escolares era calamitoso cuando en 1946 nos hicimos
cargo del gobierno. Se haba dado el caso del derrumbe del techo de una escuela, hiriendo
a numerosos nios. En otros casos, las escuelas funcionaban en ranchos inapropiados.
En 1945 el dficit de edificios para escuelas de todo tipo pasaba de los diez mil.
Nosotros en los ocho aos de gobierno construimos ocho mil escuelas confortables y
grandes. (Casi a razn de tres escuelas por das). Slo en los primeros aos del primer
plan quinquenal, se construyeron ms escuelas que en todo el resto de la historia
argentina.
Ya en 1945, siendo Secretario de Trabajo y Previsin, cre las Escuelas de
Aprendizaje y Orientacin Profesional, destinadas a formar operarios, tcnicos y
profesionales. Hasta entonces los nios pobres aprendan sus oficios como aprendices en
las fbricas y talleres y en medio del dolor de la injusticia y explotacin que all exista. No
era esa la mejor escuela para formar operarios de la Nacin.
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En la libertad de cultos
En la Argentina, por disposicin constitucional, si bien el Presidente debe ser
catlico, tiene la obligacin de hacer respetar la libertad de cultos. Esta simple y justa
prescripcin tiende a asegurar una libertad esencial que nadie se atreve ya a discutir en el
mundo, por lo menos en pblico.
Sin embargo, puedo afirmar, con la experiencia dura de los hechos, que es
menester poseer un gran carcter y una fuerte energa para imponerse a los sectarios y
poder cumplir el juramente empeado a la Constitucin y a la Patria.
Son muchos los que en nombre de la religin vienen a inducirle a uno a la
persecucin. Un da es a los judos, otro a los protestantes y luego a los masones, como si
un presidente, por ser catlico, debiera pasar a ser instrumento de persecucin, en
reemplazo de la ineptitud o incapacidad moral de los pastores encargados del culto.
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preferido que ese dinero fuera a sus manos, as ellos lo derrochaban en algo que justifica
las substracciones.
S tambin que todas estas instituciones han sido intervenidas y s tambin por
qu. Las instituciones religiosas catlicas de la Repblica Argentina, empeadas en
comprar nuestra juventud para sus fines, se opusieron pertinazmente a que la juventud se
organizara por su cuenta. Ellos pretenden dirigirlas. Los muchachos son reacios a sus
procedimientos y a su sectarismo. Entonces los curas prefieren que, si no son de ello, no
existan organizaciones juveniles, ni estudiantiles. Lo mismo nos ocurri con los
Campeonatos Juveniles e Infantiles Evita, organizados por la Fundacin Eva Pern.
Lo ms probable es que estos campeones de la libertad traten de destruirlas. Con
ello conseguirn aadir un nuevo baldn a los muchos que ya cargan sobre su conciencia
un tanto desaprensiva, ms por inconsciencia e irresponsabilidad de lo que hacer, que por
otras razones. Un bruto suele ser peor que un malo, porque el malo tiene remedio.
Sera largo enumerar las numerosas instituciones profesionales, sociales,
deportivas, etc., que apoyamos e impulsamos desde el gobierno con una idea definida y
una intencin decidida en la organizacin del pueblo. Creemos firmemente que la peor
masa es la ignorante porque puede ser fcil instrumento de los audaces y de los
malintencionados. En la organizacin, la comunidad encuentra su autodefensa.
En la salud pblica
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Cubiertos todos los riesgos por nuestra previsin social y legislacin laboral, nos
dimos cuenta que an algunos sectores y riesgos no haban sido alcanzados por nuestras
meditadas previsiones. Es que la comunidad es tan heterognea en sus diversos
componentes y problemas, que difcilmente puede ser integralmente defendida en su
conjunto y en sus individuos por la simple previsin social.
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Dentro del Pueblo mismo siempre hay familias y hay individuos (ancianos,
mujeres, nios y an hombres) que no tienen derechos pero tienen necesidades y miseria.
En muchos casos ellos mismos son culpables por sus vicios y sus disipaciones, pero ni an
esas causas disminuyen las necesidades ni evitan las miserias. Culpables o no, necesitan la
ayuda humana de solidaridad que la comunidad est en la obligacin de atender.
Desde que el problema existe, una sociedad justa y provisora debe atenderlo y
resolverlo. Con este concepto altamente humanista naci la Fundacin Eva Pern. Se
form de la nada, como generalmente se forman las grandes cosas cuando un corazn las
anima y una fuerte voluntad de bien las impulsa. La fuerza motriz fue Eva Pern; los
medios, la bondad y la generosidad infinita de nuestro pueblo; el fin, aliviar un dolor o
enjugar una lgrima all donde existieran.
El precio pagado fue desproporcionado porque represent el sacrificio de la propia
vida de Eva Pern que la inmol concientemente en beneficio de los pobres y de los
necesitados de todo orden, cualquiera fuera la parte del mundo donde estuvieran.
Mand miles de paquetes con comida y ropas a los nios alemanes y japoneses en
1945, concurri a Ecuador, Bolivia, Chile, Turqua, Italia, en terremotos, inundaciones,
etc. Visti a los bomberos de Londres en das difciles. Lleg con obsequios a los nios
pobres del mundo sin excluir los Estados Unidos de Norte Amrica, ni a Checoslovaquia,
a pesar de las diferencias.
En nuestro pas millones de personas han recibido la ayuda oportuna y necesaria
que nadie le hubiese prestado a no ser la Fundacin. Sus hogares de trnsito, sus hogares
escuelas, sus proveeduras, sus policlnicos, sus colonias de vacaciones, su ayuda social
directa, su servicio mdico integral, sus campeonatos deportivos, sus juguetes, sus panes
dulces y sus sidras, marcan una etapa en la vida argentina suficiente para inmortalizar a
esa extraordinaria mujer que fue Eva Pern.
La ciudad infantil y la ciudad estudiantil son sus monumentos, donde los nios de
todos los tiempos recordarn que al lado de Pern hubo una humilde mujer que el
Pueblo llamaba cariosamente Evita, que dio su vida por verlos felices y mirarlos rer.
Los libertadores de esta revolucin de criminales mandaron destruir sus
monumentos que el Pueblo levant. Intervinieron la Fundacin Eva Pern, profanando
sus locales con uniformes deshonrados, de una marina sin gloria, cargada con el deshonor
de la Rosales[i] y que en un siglo la primera pgina de historia que escriben es sta de
asesinatos, destruccin y profanacin.
El mundo entero conoce a Eva Pern y el mundo entero sabe de su obra y de su
accin. No son precisamente estos annimos filibusteros de la revolucin los que pueden
empaar su gloria. Hay ataques que honran. Este es uno de ellos.
La Fundacin surgir potente y pujante de esta prueba y un da cuando ya ni se
sepa que estos bandidos han existido en nuestra Patria, la figura de Eva Pern surgir
serena y seora para indicar a las generaciones argentinas el sendero del amor y la
solidaridad.
VII. EL CASO LA PRENSA
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En Buenos Aires no es un secreto para nadie que este diario hace ya muchos aos
no pertenece a la familia Paz. Gainza es simplemente un testaferro.
Si cuando este diario era de Paz fue una calamidad para el pueblo argentino por
representar la ms cruda reaccin oligrquica, desde el momento que intereses
extranjeros lo adquirieron pas a ser un puesto avanzado del colonialismo. Gainza Paz,
fue simplemente una pantalla para hacer creer que all no ha pasado nada.
La direccin de La Prensa ha estado siempre en otras manos. El ex embajador de
Gran Bretaa, Sir Nelly, dice en sus memorias que mientras estuvo en Buenos Aires
(1945-1946), l personalmente redact los artculos de fondo del diario La Prensa.
En 1946 este diario estaba procesado administrativamente por la aduana nacional,
acusado de haber hecho uso indebido del papel de diario que, como tal, estaba liberado de
impuestos. Este proceso databa ya de algunos aos, de modo que cuando yo me hice cargo
del gobierno, me encontr ya con el proceso en marcha.
Adems exista otra denuncia de otras evasiones impositivas ocasionadas por
simulaciones de servicios informativos a fin de refraudar al Fisco en los impuestos a los
rditos y eludir las disposiciones cambiaras del Banco Central. A tal efecto, La Prensa
haba celebrado contrato con una importante agencia informativa extranjera (U.P.),
contratando con carcter exclusivo sus servicios en la suma de quinientos mil pesos
mensuales. Esta suma, evidentemente exagerada, haba llamado la atencin de la
Direccin General Impositiva, ya que servicios similares nunca pasaban de diez o quince
mil pesos mensuales. Se supona que mediante este procedimiento doloso La Prensa
giraba sus beneficios evadiendo as la ley de cambios y defraudando al fisco el impuesto a
los rditos.
En los primeros meses del ao 1946, el diario provoc un conflicto con su personal
que peda mejoras semejantes a las acordadas en los dems diarios de la Capital Federal.
Era indudable que La Prensa no se haba distinguido nunca por su sentido social y era
considerada por todos sus obreros como un baluarte de la explotacin capitalista de los
trabajadores.
Los vendedores del diario le exigieron asimismo mejores condiciones para la venta
ya que todos los otros diarios las haban acordado. La Prensa, firme en su
intransigencia, se neg a todo. Su personal se declar en huelga y el diario no sali. Era la
primera vez en muchos aos que ello le ocurra. Con un grupo de crumiros[ii] se
pretendi hacer una demostracin de fuerza en los talleres, los obreros resistieron y hubo
muertos y heridos.
Para evitar que se difamara al Poder Ejecutivo con el pretexto de la libertad de
prensa, decid permanecer prescindente en el problema y, mediante un mensaje al
Congreso, le pas el asunto a su consideracin y solucin.
Comisiones de las Cmaras intentaron arreglar el conflicto sin resultado, pues la
intransigencia patronal era irreductible. Del mismo modo el personal obrero exiga las
mejoras que consideraba justas o en su defecto no trabajaba.
Despus de muchas gestiones y consideraciones, las Cmaras votaron una ley
expropiando el diario, ordenando pagar su valor y liquidarlo en forma de asegurar el
mejor provecho social.
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El Poder Ejecutivo se limit a cumplir la ley. Para ello fue necesario, previamente,
resolver los procesos pendientes por evasin de impuestos, la justicia luego de largos y
laboriosos diligenciamientos conden a la empresa al pago de las multas
correspondientes, que deban deducirse del precio para resarcir al Estado.
Hecho lo anterior, se liquid la empresa; la compraron a medias la Confederacin
General del Trabajo y el Sindicato de Vendedores de Diarios.
La Prensa, que hasta entonces representaba los intereses contrarios al Pueblo y a
menudo de la Nacin, comenz a salir con una orientacin eminentemente popular. El
mismo personal sigui en su puerto, pero ahora como propietario.
Es indudable que este asunto dio mucho que hablar. Los libertadores de la
dictadura militar, prometieron devolverlo despojando a la C.G.T. y al Sindicato, pero ellos
compraron y pagaron de buena fe. El fallo en firme ampara su derecho.
Veremos qu hacen libertadores que han de haber recibido dinero con el
compromiso de devolverla. No sera difcil que as como traicionaron al pas y a la fe
jurada a la Nacin, traicionen tambin a los capitalistas que los financiaron y dirigieron
hasta el momento de tomar el poder. Ahora es ms conveniente andar bien con la C.G.T.
El traidor no cambia, cambian los traicionados.
VIII. EL CASO BEMBERG
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-------------------------------------------------------------------------------[i] El autor se refiere al naufragio de una nave de guerra argentina, en la que perecieron
los marinos, salvndose la oficialidad. (N. del E.)
[ii] Matn, pendenciero, camorrista, pistolero. (N. del E.)
[iii] Cohecho, soborno. (N. del E.)
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CAPTULO III
LA TRAICION AL PUEBLO
I. LA REACCION PARASITARIA
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Pasaron los das sin que se nombrara la comisin, ni se dieran los comunicados,
hasta que la situacin hizo crisis con demostraciones populares contra las actividades
mencionadas.
Yo, que en todo ese match actuaba de referee, tuve que dar un veredicto, dando la
razn al que la tena, despus de una minuciosa investigacin, y la comparecencia de
numerosas autoridades y personas. Como generalmente sucede con los malos perdedores,
el referee sac la peor parte, porque al final le cargaron toda la culpa de la pelea y del
fallo.
Desde ese momento la ciudad se vio inundada de panfletos difamatorios que se
hacan en las iglesias y en los colegios religiosos, en los que se incitaba abiertamente a la
rebelin, de la misma manera que los curas en los plpitos se transformaron en oradores
polticos de barricada, incitando a los fieles a la revolucin y al desorden.
Lo que ms desazon a los curas fueron dos leyes aprobadas por el parlamento, que
daban los derechos a los hijos naturales y adulterinos y la que acordaba el divorcio.
La primera de estas leyes era la reparacin indispensable de una tremenda
injusticia que por largo tiempo ha gravitado sobre los hijos adulterinos y naturales que,
segn la ley argentina, no tenan padres ni derechos.
El legislador justicialista sostuvo que no haba hijos adulterinos ni naturales, que
haba padres adlteros y que, en consecuencia, era inhumano y cruel cargar la culpa y el
estigma sobre inocentes, liberando a la vez a los culpables. Esta ley fue discutida y
repudiada por los curas, que mirando ms a la familia que a la justicia, la impugnaban.
La ley del divorcio no fue menos combatida y resistida por los curas; por razn de
dogma. Sin embargo, la existencia de ms de trescientos mil matrimonios irregulares en
el pas, llevaron al legislador a la consideracin del caso. La ley argentina consideraba
nulos los matrimonios entre divorciados en otros pases, de modo que ese matrimonio
legal en el mundo entero, era un concubinato en nuestro pas, perdiendo en consecuencia
las esposas y los hijos todo derecho legal. Esto, producido en gran escala, era menos
moral y perjudicaba ms a la familia. Se trataba de resolver un problema existente y no de
hacer doctrina, de modo que las cmaras, entendindolo as, sancionaron la ley.
Esto contribuy ms a irritar a los curas que desde entonces actuaron abiertamente
en la insurreccin, provocando desrdenes en los que lanzaban a la Accin Catlica y a los
chicos de sus escuelas a la perturbacin callejera.
Desde ese momento se tuvo la absoluta evidencia de que los curas tomaron parte
activa y directa en la revolucin. En Buenos Aires comenz a agitarse a la Accin Catlica
y a los muchachos de los colegios religiosos, empezando a sucederse los actos de
provocacin dirigidos por sacerdotes. El gobierno nunca quiso actuar violentamente para
evitar desgracias personales, que era precisamente lo que buscaban los tumultuosos.
Hacer algunas vctimas hubiera sido darles la ocasin de invocarlas despus.
En ese estado de perturbacin llegaron hasta el da jueves 9 de junio (da de Corpus
Christi), que autorizados para hacer la tradicional procesin se negaron a ello,
postergndola para el sbado 11 de junio, da que no estaba autorizada. A pesar de ello, en
forma de un verdadero alzamiento contra la autoridad policial, se reunieron en la Plaza de
Mayo donde los areng el cura Tato y luego por la Avenida de Mayo se dirigieron hacia el
Congreso con la intencin de quemarlo, por las leyes que poco antes habanse votado all.
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Con los hechos que venimos comentando, producidos por los curas en Buenos
Aires, est ligada una tentativa de asesinar al Presidente de la Repblica y producir el caos
en el pas, del que deban sacar provecho un grupo de oficiales de la Armada dirigidos por
un oficial de Infantera de Marina de apellido Toranzo Caldern. En esa intentona est
tambin comprometido el entonces Ministro de Marina, Vicealmirante Olivieri, quien,
fingiendo una afeccin cardaca se hospitaliz dos das antes, a fin de dejar las manos
libres a los complotados y no comprometerse prematuramente.
Siempre haba repetido a los ministros que si ellos no estaban de acuerdo con la
orientacin del gobierno, me lo hicieran saber, porque yo escuchaba a todos por igual y
aun en el caso de desacuerdo yo considerara cualquier renuncia como un signo de
carcter y de sinceridad. Me llam despus grandemente la atencin la defeccin de este
Ministro que, en vez de plantearme cualquier disidencia, esper pasarse al enemigo.
Tantas veces me repiti que era mi amigo que yo no esper de l una traicin semejante.
Sin embargo, al ver despus de la revolucin su designacin como Embajador en la ONU,
me he explicado muchas cosas que antes ni imaginaba. Pero los hombres son as y hay
que tomarlos como son.
El da 16 de junio de 1955 amaneci nublado. Como de costumbre, me levant a las
cinco de la maana y a la seis y quince llegu a mi despacho de la Casa de Gobierno. All el
oficial de informaciones me enter que esa noche se haba producido una alarma y que el
Ministro de Ejrcito haba pasado la noche aprestado con todo el personal de comando en
el Ministerio debido a noticias que posea.
A las siete tena concedida audiencia con el Embajador de los Estados Unidos,
mster Buffer, con quien vena el Agregado Militar para hacerme entrega de un obsequio
de parte del Comandante de las Fuerzas del Caribe, que poco antes nos haba visitado.
A las ocho termin la audiencia y recib al Ministro de Ejrcito, General Franklin
Lucero, hombre leal y realmente un amigo de casi toda mi vida. l me enter de sus
inquietudes y me pidi que me trasladara al Ministerio de Ejrcito, donde estara ms
seguro ante cualquier evento, ya que la Casa de Gobierno podra ser objeto de un ataque
en caso de un atentado por medio de una operacin tipo comandos como se llama en la
jerga militar.
Como tena algunas cosas que hacer le promet que ira en seguida y lo dej partir
solo al Ministerio. Permanec en mi despacho hasta las nueve y treinta horas, en
circunstancias que el General Juregui, Jefe de la Coordinacin de informaciones, me
comunic que el aerdromo de Ezeiza haba sido tomado por aviones sublevados.
Mientras se notaban movimientos raros en el Arsenal de Marina y en el Ministerio de la
misma, muy cercanos a la Casa de Gobierno. Ante tales noticias me traslad al Ministerio
de Ejrcito, precisamente en el momento que se iniciaba el fuego contra la Casa de
Gobierno.
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tendr algunos importantes problemas que resolver que son consecuencia de esa gran
traicin econmica, poltica y social que son los diez aos de gobierno de Pern.
Olivieri se neg a contestar sobre el presente status econmico de Pern, as
como la situacin del Lejano Oriente o la conferencia de Ginebra.
Y este canalla fue ministro del gobierno que critica, desde el 28 de septiembre de
1951 hasta el 16 de junio de 1955! Es decir, solidario con el hombre que l cree era
enemigo de la libertad. Qu era l entonces?
Olivieri no puede engaar a nadie. l fue siempre un traidor y como tal un jesuita.
Siendo Ministro conspir con los revolucionarios contra su propio gobierno y dos das
antes del atentado del 16 de junio se declar enfermo del corazn y se intern en el
Hospital Naval. As los otros actuaban y l esperaba los resultados. Cuando le informaron
que la revolucin haba triunfado, que Pern haba muerto en el bombardeo de la Casa de
Gobierno y que todo sala bien, apresuradamente, con toda seguridad, se traslad al
Ministerio de Marina para tomar el mando. All se enter de la verdad y habl
plaideramente al Ministro Lucero para decirle que le expresara al General (Pern): que
l no tena nada que ver, que haba sido sorprendido por los acontecimientos y que daba
su palabra de honor.
Este es el pundonoroso embajador de la Argentina en las Naciones Unidas. Un
reptil que para llegar a ser Ministro se arrastr ante los pies del que hoy critica,
derramando a caudales elogios que ha olvidado y declaraciones de una amistad que no
slo traicion sino que hoy escarnece con la actitud ms baja que un hombre puede
ostentar. Miseria, pura miseria!
IV. LOS PROLEGOMENOS DE LA TRAICION
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el Pueblo y la Nacin. Sin duda ellos, consiguieron la adhesin de otros elementos activos
en los comandos, pues para eso disponan de abundante dinero. Prueba de ello es que las
nicas fuerzas del ejrcito que defeccionaron en Crdoba y Mendoza fueron las que
estuvieron en contacto con los intermediarios de los financiadores. El resto del ejrcito
permaneci incontaminado.
La aeronutica por su modalidad especial y la clase de vida de sus oficiales fue
siempre campo frtil a la corrupcin, de modo que all, el trabajo fue simple y fue
rpido.
La marina es campo frtil para sembrar esta clase de cizaa. Reclutados fuera de
los elementos populares, educados en la modalidad un tanto internacionalista, carecen de
ndice patritico como institucin. Sus oficiales, alejados del sentido de nacionalidad,
constituyen una casta aparte, preocupados ms de la suerte de la marina que de los
intereses de la Patria. Herederos de tradiciones ajenas, pues nuestra marina carece de
tradicin, se siente siempre inclinada a despreciar lo propio. Ignorante en general, con un
barniz de sociabilidad mundana, viven al margen de la profesin. Son ms bien
empleados de la profesin que profesionales.
Navegando cuando estn obligados a ello. Lo normal es que el 80% viva en tierra
en puestos burocrticos en los numerosos comandos y organismos que hacen de la
marina una burocracia peligrosa y perjudicial para la Nacin. Algunos hechos salientes de
la Actividad marinera no le son tampoco favorables como institucin. El famoso caso de
la Rosales, un naufragio de una nave de guerra en que slo se salvaron los oficiales, fue el
comienzo de una triste tradicin marinera. El final de esa tradicin, a travs del choque de
otras unidades en pleno mar, sin sanciones sino para algn subalterno, culmina en esta
traicin al Pueblo. Triste experiencia para la Repblica que tantos sacrificios realiz para
enarbolar un pabelln en barcos con honra. Este pueblo que trabaj y luch para
sostenerlos debe sentirse muy defraudado.
La descomposicin de la marina de guerra alcanza lmites inconcebibles en algunos
casos que son ndices de un estado de generalizacin. Durante mi gobierno se sancion
severamente el contrabando y en esta actividad delictuosa estuvieron incursos numerosos
oficiales de la marina que prestaban sus barcos para el transporte clandestino de
mercaderas al pas.
Es indudable que una sancin semejante no hizo simptico al gobierno en el
ambiente de la marina, pero, era necesario terminar con este tipo de delincuencia
descubierta, pues se haba llegado a lmites intolerables. La Direccin de Aduanas
denunci en su oportunidad la existencia de una cadena de negocios para la venta de
heladeras, aparatos de televisin, lavarropas, medias de nylon, etc., que era surtida por
oficiales de la marina, dirigidos por el Contraalmirante Rojas y un socio testaferro de
apellido Jimnez, con negocios en la Avenida Cabildo y otras arterias. La revolucin
frustr estas investigaciones, pero los hechos determinan un estado de cosas ilustrativo.
Estos eran los idealistas libertadores que venan a salvar a la fuerza a un Pueblo
que los repudia siempre.
El Gobierno conoca la conspiracin y, enemigo de la violencia, evit siempre
aplicar sanciones sangrientas o medidas de seguridad exagerada. A favor de esa conducta,
que muchos calificaron de debilidad, las acciones de los conspiradores se fueron haciendo
ms visibles. La seguridad que los ministros militares dieron sobre la actitud de sus
fuerzas tranquiliz al gobierno, pues no interviniendo las fuerzas armadas, no sera
posible la alteracin del orden.
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59
ocasionar en los comandos que, siendo leales, se sentiran objeto de una desconfianza
injusta.
Cre en esto y confieso que comet un gran error. Es la consecuencia de considerar
al ejrcito ms respetable que las necesidades fundamentales de la Nacin, la ley y la
Constitucin una verdadera enfermedad profesional. Habamos sido inconscientemente
traicionados por la consideracin que el honor debiera merecer, pero que no merece. Ha
habido jefes muy dignos, pero al lado de ellos, los hubo muy indignos.
Descartar la dignidad de todos sera injusto, pero tampoco es justo fincar el destino
de un Pueblo en una dignidad que no se realiza.
V. LOS ACONTECIMIENTOS
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En Puerto Belgrano, base naval de Baha Blanca, no haba novedad, aunque se supo
que la Aviacin Naval estaba en movimiento.
La Escuadra efectuaba ejercicios en la zona de la Repblica (Golfo Nuevo-Chubut)
y no se tena noticias sobre su actitud. En la Capital Federal como en las dems
guarniciones militares la situacin era tranquila.
Desde las primeras horas del da 16 permanecieron en el Comando en jefe de las
fuerzas de represin en el edificio del Ministerio de Ejrcito, con el Ministro Lucero, el
Comandante en Jefe del Ejrcito, General Jos Domingo Molina, y el Jefe de operaciones,
General Ymaz (este nombre lo hallaremos ms adelante).
Tanto el Ministro de Ejrcito como el Comandante en jefe eran de opinin que se
trataba de una accin descabellada que sera conjurada en pocas horas, pues fracasado el
intento de Curuz Cuati se luchaba en Ro Santiago y en Crdoba en buenas condiciones,
la concurrencia de otras tropas hacia esos focos, aseguraba el xito para los das
siguientes.
El da 17 de septiembre la situacin general era absolutamente favorable, si bien
continuaba la lucha en Crdoba, en Ro Santiago se haba detenido. Durante el da se tuvo
la noticia de que la escuadra se haba puesto en marcha, saliendo de Puerto Madryn hacia
el norte. La observacin area era imposible debido a las condiciones climticas.
Ya este da se conoci tambin la noticia que en Puerto Belgrano (Baha Blanca) se
haban producido disturbios entre fuerzas de marinera y la poblacin civil. En la base de
submarinos de Mar del Plata se mantena el orden y era leal al gobierno.
El da 18 en la noche la situacin era clara para el comando de represin y lanzadas
las unidades concntricamente hacia los focos de la rebelin, no quedaba ms que esperar
su llegada para someter a los rebeldes. La enorme superioridad de fuerzas no deja dudas
sobre los resultados. Este mismo da se tuvo conocimiento de la defeccin de los
Destacamentos de Montaa de Mendoza y San Juan, pero ello se reduce a que sus jefes se
han negado a marchar sobre Crdoba.
En Ro Santiago la intervencin de la Aviacin de Bombardeo ha despejado la
situacin. La Escuela Naval derrotada por la polica de Buenos Aires y el Regimiento de
Infantera, se ha embarcado en un avin y unos lanchones y ha huido. All no hay
enemigos.
En Baha Blanca las fuerzas de Infantera de Mariana han ocupado la ciudad, pero
avanzan hacia all las fuerzas de represin, muy obstaculizadas por las fuertes lluvias y
hostigadas por la aviacin rebelde. Sin embargo, todo es cuestin de tiempo.
La escuadra, segn las noticias que se tienen, ha bombardeado la ciudad de Baha
Blanca, destruido las plantas compresoras de gas, las usinas y parte de la poblacin. La
ciudad est sin agua, sin gas y sin luz.
La ciudad de Mar del Plata tambin ha sufrido los efectos del bombardeo intenso
de la escuadra y la aviacin rebelde.
El da 18 de septiembre a la noche la escuadra sublevada amenaza con el
bombardeo de la ciudad de Buenos Aires y la destilera de Eva Pern. Lo primero de una
monstruosidad sin precedente, y lo segundo, la destruccin de diez aos de trabajo y la
prdida de cuatrocientos millones de dlares.
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La situacin militar era ampliamente favorable, pues desplegadas las fuerzas slo
era cuestin de tiempo y de lucha para someter a los focos rebeldes de Crdoba y Baha
Blanca. En la Capital Federal quedaba an sin emplear toda la primera divisin de
ejrcito motorizada, las fuerzas blindadas de Campo de Mayo, el Batalln Buenos Aires y
muchas otras fuerzas absolutamente leales.
Sin embargo, me preocupaba la amenaza de bombardeo de la poblacin civil en la
que seguramente perderan la vida miles de inocentes que nada tenan que ver con la
contienda. Ya haba Buenos Aires presenciado la masacre del 16 de junio de 1955, cuando
la aviacin naval bombarde la Plaza de Mayo y ametrall las calles atestadas de gente,
matando e hiriendo a mansalva al pueblo indefenso. Era de pensar lo que ocurrira en un
bombardeo indiscriminado, sobre una ciudad abierta, sometida a la accin combinada de
los caones navales y las bombas areas. Las condiciones climticas eran desfavorables
para toda accin defensiva, pues la intensa lluvia haca imposible toda exploracin y
accin sobre los barcos.
Me preocupaba tambin la destruccin de la destilera de petrleo de Eva Pern,
una obra de extraordinario valor para la economa nacional y que yo la consideraba como
a un hijo mo. Yo la haba puesto en funcionamiento. Es indudable que para los dems no
poda tener el mismo valor que para m.
Influenciaba tambin mi espritu la idea de una posible guerra civil de amplia
destruccin y recordaba el panorama de una pobre Espaa devastada que presenci en
1939. Muchos me aconsejaron abrir los arsenales y entregar las armas y municiones a los
obreros que estaban ansiosos de empuarlas, pero eso hubiera representado una masacre
y, probablemente, la destruccin de medio Buenos Aires. Esas cosas uno sabe cmo
comienzan pero no en qu terminan.
Siempre he pensado que la misin de un gobernante es la custodia de la Nacin
misma. Su objetivo deber ser siempre el bien de la Patria. Todos los dems objetivos son
secundarios frente a ste. Se trataba entonces de elegir la resolucin que mejor
conformara a ese principio.
En nuestra doctrina habamos establecido claramente que la escala de valores
justicialista era: primero, la Patria; luego el movimiento y despus los hombres. Se
trataba simplemente de cumplirlo.
Algunos generales y jefes amigos y leales, se empearon en convencerme para que
continuara la lucha que, desde el punto de vista militar, era ampliamente favorable.
Recuerdo que uno me dijo: Si yo fuera el Presidente, continuaba. Yo tambin si fuera
general continuara, le contest.
Otros ensayaron persuadirme con el argumento de salvar la Constitucin y la ley
afirmando el principio de su acatamiento. Argumento justo pero sofstico. La ley, la
Constitucin, son para la Repblica y no sta para aqullas. Nada hay superior a la Nacin
misma. Lo que hay que salvar siempre es el pas. Lo dems es secundario frente a l.
Despus de una madura reflexin llam al Ministro de Ejrcito, General Franklin
Lucero, jefe de las fuerzas de represin, y le dije: Estos brbaros ya sabemos que no
tendrn escrpulos en hacerlo. Es menester evitar la masacre y la destruccin. Yo no
deseo ser factor para que un salvajismo semejante se desate sobre la ciudad inocente, y
sobre las obras que tanto nos ha costado levantar. Para sentir esto es necesario saber
construir. Los parsitos difcilmente aman la obra de los dems.
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Es indudable que para resolver este difcil momento de la situacin deb recurrir a
mis ltimas energas, pues es ms fcil para m dejar hacer a mis comandos que
oponerme a sus inclinaciones de lucha y a las mas propias. Ya una vez me haba
encontrado en situacin similar, siendo Ministro de Guerra, en 1945. En esa ocasin
resolv lo mismo: renunciar. Los hechos posteriores me dieron la razn y los mismos
camaradas que entonces me instaban a pelear debieron reconocer mi acierto. Espero que
en esta ocasin suceda lo mismo. En ese concepto proced a hacer efectiva mi resolucin
con la siguiente comunicacin:
Nota pasada el seor Ministro de Ejrcito, General de Divisin Don Franklin
Lucero, en su carcter de Jefe de las Fuerzas de Represin.
Buenos Aires, 18 de septiembre de 1955.
Hemos llegado a los actuales acontecimientos guiados slo por el cumplimiento del
deber. Hemos tratado por todos los medios de respetar y hacer respetar la Constitucin y
la Ley. Hemos servido y obedecido slo los intereses del Pueblo y su voluntad.
Sin embargo, ni la Constitucin ni la Ley, pueden ser superiores a la Nacin misma
y sus sagrados intereses.
Si hemos enfrentado la lucha ha sido en contra de nuestra voluntad y obligados por
la reaccin que prepar y la desencaden.
La responsabilidad cae exclusivamente sobre ellos desde que nosotros hemos
cumplido el mandato de nuestro irrenunciable deber.
Hace pocos das intent alejarme del gobierno si ello era una solucin para los
actuales problemas polticos. Las circunstancias pblicamente conocidas me lo
impidieron, aunque sigo pensando e insisto en mi actitud de ofrecer esta solucin.
La decisin del Vicepresidente y legisladores de seguir mi decisin con las suyas
impide en cierta manera la solucin constitucional directa. Por otra parte, pienso que es
menester una intervencin un tanto desapasionada y ecunime para encarar el problema
y resolverlo.
No existe un hombre en el pas con suficiente predicamento para lograrlo, lo que
me impulsa a pensar en que lo realice una institucin que ha sido, es y ser una garanta
de honradez y patriotismo: el ejrcito.
El ejrcito puede hacerse cargo de la situacin, el orden y el gobierno, para
construir una pacificacin entre los argentinos, empleando para ello la forma ms
adecuada y ms ecunime.
Creo que ello se impone para defender los intereses superiores de la nacin. Estoy
persuadido que el Pueblo y el Ejrcito aplastarn el levantamiento, pero el precio ser
demasiado cruento y perjudicial para sus intereses permanentes.
Yo, que amo profundamente al Pueblo, sufro un tremendo desgarramiento en mi
alma presenciando su lucha y su martirio. No quisiera morir sin hacer el ltimo intento
por su tranquilidad y felicidad.
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Juan Pern.
Inmediatamente le remit al General Lucero, quien la ley por radio y la entreg a
la publicidad.
El da 19 de septiembre, de acuerdo con el contenido de la nota, el Ministro Lucero
form una junta de generales, encargndoles discutir con los rebeldes la forma de evitar la
masacre y la destruccin, para lo cual, si ello era una solucin, el Presidente ofreca su
retiro.
La Junta de Generales se reuni el da 19 de septiembre en una larga sesin,
interpretando que la nota presidencial era su renuncia. Llamaron a algunos auditores y
les solicitaron un dictamen al respecto. Segn me informaron luego, alguno de ellos
interpret que se trataba de una renuncia y la Junta intent constituirse en gobierno y
hasta expidi un decreto.
Al enterarme de semejante cosa llam a la Presidencia a los generales de la Junta,
el mismo da 19 en la noche, y les aclar que la nota no era una renuncia sino un
ofrecimiento que ellos podan usar en las negociaciones. Le aclar que si fuera una
renuncia estara dirigida al Congreso de la Nacin y no al Ministro de Ejrcito, que era un
Secretario de Estado. Les reafirm asimismo que el Presidente Constitucional lo era hasta
tanto el Congreso le aceptara su renuncia, en el caso de presentarla.
La misin de la Junta de Generales era slo negociadora. Tratndose de un
problema de las fuerzas, nadie mejor que ellos para considerarlo y resolverlo, ya que si se
tratara de un asunto de opinin, yo lo resolva en cinco minutos. Los generales aceptaron
y salieron de la Presidencia dispuestos a cumplir su misin. Algunos de ellos me merecan
confianza.
Llegados los generales al Comando de Ejrcito, segn he sabido despus, tuvieron
una reunin tumultuosa en la que la opinin de los dbiles e indecisos fue dominada por
los que ya estaban inclinados a defeccionar por conveniencia.
Supimos luego que el Comando en Jefe del Ejrcito de represin estaba minado de
enemigos. Su propio jefe de operaciones, el general Ymaz, fue nombrado jefe de las
Fuerzas Motorizadas de Campo de Mayo por los rebeldes, inmediatamente despus de la
revolucin.
Esa misma madrugada del 20 de septiembre fue llamado al Comando en Jefe mi
ayudante, mayor Gustavo Renner, a quien el general Manni le comunic en nombre de los
dems que la Junta constituida en gobierno haba aceptado la renuncia (que no haba
presentado) y que deba abandonar el pas.
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La revolucin quedaba con el pas en sus manos. Me temo que no sepa qu hacer
con l. Los das dirn que una dictadura militar ms se ha producido; los meses
mostrarn un nuevo fracaso de este gobierno enemigo del Pueblo y los aos condenarn
la ambicin, la incapacidad y la deshonestidad de un grupo de hombres de armas que no
supo cumplir con su deber y que produjo tremendos males en el pas.
VI. MI VIAJE AL PARAGUAY
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haba causado all un psimo efecto y ni siquiera se le haba contestado. Cuando surgieron
dificultades para la entrega de mi salvo-conducto, se paraliz todo reconocimiento y se
condicion ste al cumplimiento de las obligaciones argentinas a la ley de asilo. En esto la
dictadura se port con una supina ignorancia.
El derecho de asilo es amplio y no admite interpretaciones casusticas. Durante mi
gobierno se aplic y cumpli sistemticamente.
El artculo 17 (2 prrafo) de la Convencin sobre derecho de asilo dice: Dicho
asilo ser respetado con relacin a los perseguidos por delitos polticos, pero el jefe de la
legacin est obligado a poner inmediatamente el hecho en conocimiento del gobierno del
Estado ante el cual est acreditado, quien podr exigir que el perseguido sea puesto fuera
del territorio nacional dentro del ms breve plazo posible.
El mismo principio se observar con respecto a los asilados en los buques de
guerra surtos en aguas territoriales.
El texto claro y terminante no da lugar a dudas ni a chicanas[i] de ninguna
naturaleza. Sin embargo, la dictadura, durante quince das se neg a conceder el
salvoconducto ocasionando gastos y molestias de todo orden a un gobierno amigo por el
delito de haber cumplido con su obligacin. Sin embargo, obligados por las circunstancias
no tuvieron ms remedio que aflojar. La firmeza del gobierno del general Stroessner fue
ejemplar.
Ya en Paraguay fui literalmente asaltado por las agencias noticiosas. Para evitar
inconvenientes al Paraguay resolv no hacer inicialmente declaraciones. Luego ante la
insistencia, pregunt al gobierno si haba inconveniente en hacer algunas declaraciones
para que me dejaran tranquilo. El gobierno me contest que eso dependa de m, que me
encontraba en un pas libre, donde no existan limitaciones en la emisin de las propias
ideas. Fue entonces, el 5 de octubre de 1955, que hice las declaraciones que figuran en el
Captulo I de este libro.
El revuelo que esas declaraciones levantaron en Buenos Aires, no son de contar y
eso que no se permiti su publicacin en ningn diario, sino que se conocieron por
algunos diarios paraguayos, que se filtraron a travs de la censura.
Al da siguiente la Cancillera Paraguaya fue sorprendida con una inslita
comunicacin de la dictadura que, en trminos desusados, me acusaba de haber violado el
asilo y al gobierno paraguayo de haberlo permitirlo. Exiga adems que yo abandonara el
Paraguay y me trasladara a un pas fuera del continente. La primera reaccin fue de
sorpresa, luego la hilaridad. Que el Paraguay dispusiera del mundo no haba entrado
nunca en los clculos de esa noble gente.
La Cancillera Paraguaya contest la nota, con gran dignidad, pero haciendo notar
las extralimitaciones de la dictadura, cuya frula slo poda llegar a su frontera.
En conocimiento de esto pas al seor Ministro de Relaciones Exteriores del
Paraguay, doctor D. Hiplito Snchez Quell, la siguiente nota:
Habindome enterado del contenido de las notas cambiadas por las Cancilleras
del Paraguay y de la Argentina, me dirijo a S.E. con el fin de ofrecer de mi parte una
solucin quiz adecuada para obviar, el entredicho.
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territorio a los refugiados (Art. 11, in fine, del Tratado sobre Asilo y Refugio, Montevideo,
1939), slo es el Paraguay en este caso quien puede poner fin a esa situacin cuando
juzgue que el refugiado no cumple sus obligaciones. Pero ningn estado extranjero puede
exigirnos poner fin al refugio.
Lo nico que puede solicitar es esto: a requerimientos del Estado interesado, el
que ha concedido el refugio proceder a la vigilancia o internacin hasta una distancia
prudencial de sus fronteras, de los emigrados polticos Art. 13 del referido Tratado).
De modo, pues, que el seor General puede quedar tranquilo que el Gobierno
Paraguayo, leal a la amistad y cumplidor de sus compromisos, obrar siempre dentro del
camino recto que acostumbra transitar.
Hago propicia la oportunidad para reiterar al seor General mi distinguida
consideracin.
(Fdo.): H. Snchez.
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CAPTULO IV
LA TIRANIA MILITAR
I. EL CAPITULO DE LA INFAMIA
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Una de las cosas ms difciles para los vndalos que asaltaron el poder en la
Argentina el 16 de septiembre ser justificar la revolucin. Es algo as como justificar lo
injustificable.
Por eso han recurrido a todo lo bajo, a todo lo innoble, en la desesperada empresa
de aparecer como salvadores cuando en realidad de verdad son salteadores.
Estos usurpadores del poder buscan en vano un justificativo a su tremendo crimen
y, como todos los criminales, encuentran la explicacin cargando a la vctima las culpas de
su propio crimen. Cmo puede justificarse ese crimen de lesa patria? Cmo podran
explicar que hayan derrocado por la fuerza a un gobierno constitucional, elegido hace tres
aos por el 70% del electorado argentino y que si hoy se llamara a elecciones sera
nuevamente elegido por ese mismo 70% o ms? Es que puede llamarse libertad o
democracia el acto de traicionar al Pueblo anulando por la violencia su voluntad soberana
y reemplazndola por la de una nfima minora?
Cmo podrn justificar jams semejante enormidad y tamaa afrenta a la
Constitucin y a la ley? Es que ellos consideran que sus ideas y decisiones son superiores
a las del Pueblo? Es que se consideran sobre la Nacin misma?
Cmo pueden hablar de democracia semejantes transgresores y cmo pueden
mentar la libertad si ellos han comenzado por privar al Pueblo de su ms elemental
derecho de elegir a quin lo debe gobernar? Si les quedara duda de su usurpacin, que
llamen a elecciones libres y vern el repudio general a ellos y a su conducta.
Si fueran hombres de honor contestaran que representan una dictadura que
ejercen por la fuerza y con la violencia. Pero, a la infamia agregan el escarnio, simulan,
mienten, calumnian. Cmo el pueblo argentino va a respetarlos y menos obedecerles, si
han demostrado ser, adems de hipcritas, asesinos?
Esta es la peor de las dictaduras porque es ejercida por incapaces, es criminal y es
injusta, pero adems es jesuta y falsaria porque combina la arbitrariedad y prepotencia
de los cuarteles, con la hipocresa y las intrigas de las sacristas.
Su rasgo caracterstico es la simulacin. Comienzan simulando ideales que no
sienten ni defienden. Una revolucin idealista est dirigida y realizada por idealistas. Esta
es una revolucin financiada. Su verdadero comando (Bemberg, Gainza Paz y
Lamuraglia), es una jefatura financiera, compuesta de hombres cuyos ideales estn en las
cajas fuertes.
Los jefes militares de esta inicua traicin no podrn jams explicar al Pueblo el
enigma de su actitud que los sindica como mercenarios al servicio del capitalismo
corruptor. La mayor parte de estos jefes haban jurado o haban empeado su palabra de
honor de acatamiento a la ley y fidelidad a los poderes constituidos.
Esos compromisos y esa lealtad se quebrantan slo por dinero. La traicin es
siempre producto del inters, nunca del ideal.
Qu confianza puede depositar el Pueblo en estos hombres que quebraron su
juramento y faltaron a la lealtad?
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2. La infamia en accin
He recorrido casi todo el continente latinoamericano y no he encontrado un
hermano de los pases de nuestra raza, que no condene acerbamente los mtodos
subalternos y asqueantes de la propaganda de la dictadura. Bolsas de cartas y telegramas
he recibido; en ellos la condenacin es unnime. Ha sido tan perversa y tan baja que el
efecto ha sido precisamente contrario a sus mezquinos designios. El desprestigio ha
alcanzada tambin a las agencias que, como la United Press (U.P.), han servido de
vehculo distributivo a tanta inmundicia.
Entre los miles de editoriales publicados en diarios imparciales he tomado uno, de
El Mundo, de Colombia, en su edicin del da 6 de noviembre de 1955, para
transcribirlo. Representa la opinin unnime de la gente libre, sin prejuicio, sin intereses.
Apuntes Editoriales. Pern
Juan Domingo Pern ha cado victima de la traicin de sus subalternos en el
ejrcito argentino: Esa es la escueta realidad. Lo dems es tema para que cada cual lo
examine, lo aprecie y lo juzgue como a bien tenga. Una celada hbilmente tendida, ha
llevado al gobierno del noble y digno pas del Plata a un grupo de ambiciosos, no pocos de
ellos ignorantes de lo que significa una responsabilidad tan grande como es la de encauzar
la vida de un pas, estructurar su economa, garantizar la paz, resolver todos los
problemas inherentes a situaciones como sta que se ha planteado en la Argentina.
Nosotros no tenemos por qu disimular siquiera que fuimos simpatizantes del
Gobierno del Presidente Pern, en cuanto ste tena de fiel interpretacin de los anhelos
de un pueblo sediento de justicia, deseoso de trabajo, aburrido del estado de
sometimiento que vivi por muchos aos a poderes extraos bajo las riendas de
gobernantes por cuyas mentes nunca pas la idea de hacer de la Argentina una nacin
poderosa, prspera, libre de extraas influencias en los derroteros de su propia existencia.
Pern s supo comprender aquella necesidad y muy pronto la hizo realidad esplndida.
Dignific la vida de las gentes de la clase media y del vasto conglomerado social, que hasta
entonces, no haban conocido otra garanta que la de saberse inferiores al ambiente y
apegado a un yugo que nunca les permita una vida mejor. Pern lleg al ejercicio del
poder saturado de buenas intenciones, animado del hondo propsito de darle un vuelco a
su patria, de conquistar para los hombres del pueblo, para los humildes, una vida menos
azarosa, ms de acuerdo con las urgencias de las nuevas modalidades del mundo
moderno. Pern entendi muy bien que su poltica de mejoramiento de salarios, de
concesiones a los obreros, de plenas y amplias garantas sociales, le acarreara una pesada
atmsfera en las altas esferas de las oligarquas, le llenara de odios en ciertos sectores, y
ante esa que sera ms tarde una realidad como en efecto fue, organiz a sus
descamisados, fortaleci a sus huestes de simpatizantes de los populosos barrios de
trabajadores, y cuando menos lo pensaban quienes empezaban a odiarse, el hombre ya
tena resuelto su problema con base en las grandes masas que seran su respaldo y le
ayudaran a sacar triunfante su poltica, que nunca fue otra que el anhelo de ver grande a
su pueblo, fuerte, valeroso, con establecimientos de carcter social dignos de ser
envidiados. Al lado de su inolvidable esposa, hizo la verdadera revolucin social que por
ser tan vasta, de tan extraordinarias proyecciones continentales despert siempre
admiracin y tambin no pocas ojerizas. Volver a dar la humanidad una mujer de las
condiciones, de la sagacidad, del talento ingnito de Evita? Ha conocido alguno de los
pases de Amrica, un caso semejante, de la esposa de un presidente que logre
72
encumbrarse como Evita Pern por la sola razn de su propia obra? Y sin embargo ah
tememos que esos brbaros, que pretenden hacer creer que van a ser los salvadores del
pueblo argentino, los lderes del orden y de la moral, los restauradores de la jerarqua
oligrquica, se dedican ahora a destruir monumentos que se erigieron y otros que se
estaban erigiendo para honrar la memoria de esa gran mujer que tan noblemente sirvi a
su pueblo y a su patria. Han llegado hasta la profanacin de la tumba y de los recuerdos
ms sagrados de esa extraordinaria mujer que honr con el brillo de su personalidad y por
sus mismas acciones inspiradas siempre en el bien, el puesto de Primera Dama de la
Argentina. Sembradores de discordia, creadores de odios e inspiradores de las ms bajas
pasiones, quienes ahora se hallan encastillados en el poder, han asumido una pobre y
ridcula misin: la de contarle a todos los pueblos de la tierra, a travs de radiodifusoras y
de peridicos, cmo transcurra la vida ntima de Pern; con quin conversaba; a qu
muchachas cortejaba; cules eran sus aficiones, como ser del gnero masculino; a dnde
iba; qu haca en la noche; con quin se acompaaba en determinados momentos; y una
serie de detalles cuya sola enunciacin dejan al desnudo la prestancia moral y el equilibrio
mental de quienes se han tomado por tarea escudriar la vida ntima del Presidente
derrocado y hoy en el destierro. Ha sido sta una campaa vulgar que no nos explicamos
en nuestra ingenuidad, cmo ha hallado acogida y estmulo en peridicos serios y
respetables de todos los pases. Pero las pasiones y el sectarismo suelen imponerse por
sobre la decencia, la sensatez y el simple sentido de la dignidad.
Est bien, nos parece lgico, que se haga tanto por el gobierno implantado en la
Argentina como por toda la prensa del mundo dentro de su leal saber y entender, un
severo anlisis desapasionado y honesto de la obra del Presidente Pern; que se
establezcan sus errores, que se juzgue su conducta como funcionario pblico, pero que
tambin se midan sus muchos aciertos y se deje constancia de su portentosa obra social.
Que era demaggica dicen algunos, pero que era una obra real. Cuntos demagogos hay
en el mundo que no son sino eso: simples demagogos, que nada concreto realizan, que
ninguna huella dejan en bien de la Humanidad? Est bien, decimos, que se haga un
examen de las actuaciones de Pern como Gobernante, pero ni es correcto que se saquen
a luz pblica detalles de su vida privada, porque ello implica un atropello precisamente a
esa moral que creen estar defendiendo los que tal cosa han hecho. Un hombre, que por el
solo hecho de haber ocupado la primera magistratura de su Patria, es digno de respeto,
cualquiera sea la suerte que haya corrido en un momento dado dentro o fuera de la rbita
de su tarea de gobernante. Qu Pern cometi errores como jefe del Gobierno
Argentino? Pues eso nadie se atrevera a discutirlo. Como humano que es, tena que
cometerlos. Uno de tales errores, sin duda el mayor, fue el de haberse enfrentado a la
Iglesia Catlica de su pas, donde el clero representa una fuerza incontrastable. Y otro el
de haberle cerrado el camino a diversos voceros de la opinin pblica. La clausura de los
diarios le rest popularidad a su Gobierno y lo debilit en alguno de sus influyentes
sectores. Pelearse con la prensa no es inteligente. Es descabellado!!!
Los nuevos huspedes del Gobierno Argentino andan bastante equivocados en su
poltica. Se estn comprometiendo en una empresa de odios, de persecuciones, que nada
bueno les reportar ni a ellos ni a su pas. Pretender que por el camino de la humillacin y
del despotismo contra todos los que fueron y siguen siendo amigos de Pern van a llegar
al xito, es una soberana equivocacin. Estn apagando el fuego con candela. Y si siguen
jugando con candela, terminarn por quemarse. No slo le escarban la vida ntima al ex
Presidente, sino que lo persiguen en el exilio. Buscan a dondequiera que vaya, le nieguen
el agua, la luz, la sal. As van a reconstruir lo que ellos mismos destruyeron durante los
das de la celada contra el gobierno?
Nosotros no vacilamos en defender al general Juan Domingo Pern en los trminos
en que lo estamos haciendo porque nos parece de elemental justicia. Hoy, cuando est
cado. No lo conocemos personalmente. Nos ha inspirado respeto, admiracin y aprecio
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por su obra a favor del Pueblo, por su arrogancia y su veronilidad. A su esposa muerta
cuando escalaba la cumbre de la popularidad-, le hemos rendido en todo momento el
homenaje un profundo respeto y un gran recuerdo.
Como as es la humanidad, tenemos que hoy lanzas apstrofos y denuestros contra
Pern, muchos de los que ayer lo adulaban. Porque tena qu darles. Porque era dueo del
poder. Hoy, en la adversidad, los que no lo insultan, lo lanzan a las tinieblas del olvido.
Pero no se atreven a estar con l. Y Pern, ayer como Presidente y hoy como derrocado
por un golpe de cuartel, siempre honrar a cualquier pas que lo tenga como husped.
La vida da muchas vueltas, y quin sabe si maana retorna a su silla, sobre la cual,
por mucha fuerza que hagan, no lograrn afianzarse sus sucesores.
Hasta el lugar de su obligado exilio, El Mundo hace llegar un saludo de amistad al
general Juan Domingo Pern.
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Joyera Ricciardi de Buenos Aires. De ese inventario y valuacin, un ejemplar estaba con
las joyas y otro obra en poder de la Comisin Del Monumento (ambos han sido
ocultados por los investigadores con fines inconfesables). Segn la valuacin aludida,
esas joyas podran representar un valor mximo de trece millones de pesos. Ahora ellos
han hecho una exposicin de alhajas atribuidas a Eva Pern por un valor de cuarenta a
cien millones, segn se ha publicado. El truco es simple: se agregaron joyas por un valor
de 27 a 87 millones. Hemos visto algunas fotografas de la exposicin y no reconozco en
ellas a las joyas pertenecientes a Eva Pern que conoca perfectamente. Quin sabe qu
joyeras habrn cooperado en esa superchera.
Luego expusieron los trajes, los botines, las camisas y los calzoncillos del ex
presidente constitucional. Esto tambin era fabuloso. Medio millar de botines (ni que el
ex presidente fuera un ciempis); otro medio millar de trajes; dos o tres millares de
camisas (segn el diario que daba la noticia, otros millares de camisetas y calzoncillos.
Todo Gath y Chaves, Harrods y Albion House asociados.
Los trajes de la Seora de Pern fueron expuestos por otras casas, ms
distinguidas. En esto no se equivocaron los investigadores.
Luego les lleg el turno a los automviles de ex presidente nos dicen que eran siete,
otros que eran diecisiete.
Segn datos de estos expertos tenientes investigadores se haba informado, segn
declaraciones de un guardia aduanero ya fallecido, que los autos que encontraron por la
aduana seran veintisiete (parece que lo nico inconstante es el siete).
Los autos que mostraron en la Residencia Presidencial fueron retirados de la Unin
Estudiantes Secundarios, Confederacin de Estudiantes e Institutos Especializados y
Yacimientos Petrolferos Fiscales, en cuyos locales de exposicin se encontraban,
destinados a pruebas deportivas y de aplicacin estudiantil para los mejores estudiantes
del ao 1955, como se haca todos los aos. Las motocicletas y motonetas estaban en los
depsitos para ser repartidas en las organizaciones estudiantiles del interior del pas.
Los automviles haban sido regalados a tal fin por las casas Mercedes Benz, Ford
Armando, Alfa Romeo, Lancia, Kaiser, Ferrari, Fiat, Tricherri, etc. Las motonetas eran
obsequio de las casas Siambretta, N.S.U., Vespa, Paperino, etc.
Lo notable es que los investigadores los expusieron en mi casa y se olvidaron de
decir que los retiraron de los locales sociales antes mencionados. Tambin faltan en esa
cuenta ms de diez automviles que en los aos anteriores entregu como premio de
pruebas deportivas y a los mejores estudiantes y que haban sido obsequiados por las
casas importadoras.
Ellos no comprenden esto porque si hubieran cado en sus manos los habran
vendido en vez de regalarlos, como vendieron con enormes ganancias los que recibieron a
precio de costo.
Despus le toc el turno a mis casas. Segn se dijo eran fabulosas. Una quinta en
San Vicente de 28 hectreas a 75 km de Buenos Aires, que compr en 1944 (antes de que
ni siquiera soara en ser Presidente Constitucional de los argentinos por decisin del 70%
del electorado) en la suma de 30.000 pesos y que siendo ya Presidente la hipotequ para a
construirle un muro que la cercara, hipoteca que termine de pagar en 1950.
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Una casa en la calle Teodoro Garca que hered por disposicin expresa de mi
seora Eva Pern, edificada por ella en 1934, con los ahorros de su trabajo de artista. En
esa casa hay cosas lindas y algunas valiosas (esto es lo que llama la atencin a los "
investigadores"). Hay objetos de arte obsequiados a Eva Pern en Europa, los cuadros
atribuidos a Rubens, apuntes sin duda del clebre maestro, de unos veinticinco
centmetros cuadrados, que le obsequi a Eva Pern una marquesa espaola y que
debieron ser introducidos por la embajada argentina previo permiso del gobierno de
Espaa; otro cuadro de Roivet y varios espaoles obsequiados a la seora en la exposicin
de pintores espaoles en Buenos Aires.
Sobre mis depsitos en el Banco de la Nacin no se ha dicho nada, sin embargo hay
un depsito de la "Fundacin Evita", a orden de Juan Pern, proveniente de los derechos
de autor del libro "La Razn de mi Vida", escrito por Eva Pern y otros fondos de la
testamentara de la misma, terminada y fallada por el juez doctor Borda de la Capital
Federal, dentro de cuyo juicio sucesorio entr tambin una casa en Biarritz, (The Glack
Panter) que don Alberto Dodero leg a la seora Eva Pern por disposicin protocolizada
en el registro del escribano Gauchern. Los herederos de Alberto Dodero llegaron luego a
un acuerdo con los abogados ante el mencionado juez y escribano para un trueque del
inmueble de Biarritz por otros en Buenos Aires. Terminado el juicio en el que yo no
intervine precisamente por escrpulos personales, el juez adjudic los bienes de acuerdo a
derecho. Yo no he visto ni a los herederos, ni al juez, ni al expediente. Yo no poda tener
inters personal porque segn la voluntad de Eva Pern, que yo respet, con esos bienes
deba constituirse en un fondo para dedicar sus rditos a la ayuda de nios hijos de
obreros que desearan estudiar. Esta "Fundacin Evita" estaba ya en pleno funcionamiento
en la casa de Gelly Obes, de donde los "investigadores" arrancaron las placas que decan:
"Fundacin Evita", "Hogar Estudiantil Alberto Dodero", para as adjudicrmela como
"garconniere". Sin embargo, "omitieron" decir que all haba instalaciones para alojar a
cuatrocientos estudiantes pobres que saldran de las moralmente malsanas pensiones en
que se alojan hoy da.
Ahora s que comienzan a aparecer estancias. Es la primera noticia que tengo. Sin
duda han de hacer tambin una exposicin con la colaboracin de algunos de la
"oligarqua vacuna" que los acompaen.
Lo que han descuidado estos "investigadores" es que an, para mentir, se necesita
alguna inteligencia y a ellos no parece acompaarles, por lo menos en esto, la paloma del
Espritu Santo. Siempre he sostenido que un bruto puede ser peor que un malo, porque
un malo puede tener remedio. Nada de cuantos estos tontos han mencionado puede ser
comprobado como doloso por cuanto nada incorrecto hay en todo ello. Si hubiese tenido
intencin de ocultar algo, como jefe de Estado, me hubiera sido fcil hacerlo; como si
hubiera querido robar no lo iba a hacer con automviles, motocicletas ni fundaciones
sociales, me hubiera bastado con una de las "comisiones" que tanto me ofrecieron, para
tener hoy cincuenta millones de dlares en cualquier parte del mundo. Si hubiera querido
ocultar las joyas de Eva Pern, no las habran encontrado los tenientes en la caja fuerte de
mi casa, que ellos abrieron "con soplete", como los ladrones.
Toda esta simulacin tiene sin embargo su objeto: robarme los objetos de valor que
hay en mi casa. Un simple caso de asalto. Algn da habr justicia en la Argentina y los
culpables comparecern a ella. El ladrn deja siempre algn rastro.
Mi prestigio personal en mi pas, donde los conocen y me conocen no me preocupa. Mi
casa estuvo siempre abierta al Pueblo y ste sabe lo que tena tan bien como yo mismo. En
cambio, me interesa explicar esto en el extranjero donde no me conocen y donde alguna
prensa interesada ha divulgado malignamente todas las calumnias.
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Muchas otras calumnias han sido arrojadas de ese "tacho de desperdicios" que es la
dictadura. Las hay hasta de carcter ntimo que me niego siquiera a comentar porque,
aunque obligado por las circunstancias y los circunstantes a "chapalear en la inmundicia",
no deseo salpicar a personas inocentes que nada tienen que ver con estas porqueras.
Yo me pregunto, en cambio, Por qu en vez de lanzar tanta infamia no dan a la
justicia estas investigaciones? Qu valor puede tener lo que se investiga fuera de la rbita
de los jueces naturales, cuando la Constitucin la prohbe expresamente?
Yo podra destruir una a una toda esta cadena de infames patraas inconscientes,
pero no vale la pena adelantarse al tiempo. Sera empearse un en una polmica
interminable al rebatir todas las mentiras que pueden inventarse en una etapa de
publicidad escandalosa. Ya se ha dicho que "quien se mete en poltica arroja su honra a
los perros", y que me perdonen los perros.
A mano con mi conciencia, pienso con el escritor colombiano Santiago Prez Triana, que
en su libro "Desde Lejos" dice: "La diatriba, el insulto y la calumnia son tributos que se le
rinden a algn mrito o algn valor...". Hasta ahora estos "libertadores" e
"investigadores" farsantes y calumniadores, no han podido hacer un solo cargo serio a
nuestra gestin de gobierno. Por eso se han dedicado a calumniar a nuestros hombres con
la pretensin de justificar su accin injustificable.
3. El asunto de la bandera
El da 11 de junio de 1955 cuya manifestacin de clericales de unas diez mil
personas (Accin Catlica, oligarcas, curas y nios de los colegios religiosos) llegaron
hasta el palacio del Congreso Nacional, arriaron la Bandera Argentina del mstil de la
Legislatura y enarbolaron en su reemplazo la bandera amarilla del Vaticano. Arrancaron
las placas de los muros del palacio, intentaron sin resultado violentar las puertas, al
mismo tiempo que rompan los vidrios de las ventanas y se esforzaban por apagar la
lmpara votiva que all arde a permanentemente.
Se haba ordenado a la polica proceder con cautela porque lo que deseaban los
revoltosos era precisamente alguna vctima para explotarla, especialmente algn chico de
los colegios que formaban la mayor parte de los manifestantes.
Cuando ces el tumulto, la polica pudo dejar lentamente el lugar, encontrando en
las escalinatas del palacio una bandera argentina abandonada que presentaba algunos
agujeros con signos de haber sido quemado. Estos son los hechos, tal como los conoc el
mismo da.
El ataque de los clericales, encabezados por algunos curas, contra el Congreso
Nacional, se deba a que das antes los legisladores haban sancionado la Ley del Divorcio.
Quin quem la bandera? En una manifestacin de diez mil personas es tan difcil
establecerlo como encontrar una aguja en un pajar. Cuando la polica denunci el hecho,
los verdaderos culpables afirmaron: "fue la polica", una linda manera de echar la culpa a
la que, en cumplimiento de su deber, denunci el hecho.
Se orden juntar los antecedentes y pasarlos al Juez Federal de la Capital, Dr.
Gentile, a los efectos del proceso que corresponda. Desde ese momento el Poder
Ejecutivo no tena nada que ver ya con las investigaciones.
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1. La mentira internacional
En los captulos anteriores hemos patentizado la falsedad y la calumnia en todas
sus formas y sus deformaciones. Antes de entrar a considerar las declaraciones de la
dictadura militar sobre la economa argentina, deseamos ofrecer a nuestos lectores "una
perla", para colocarse, en nimo de juzgar las nuevas supercheras que, en lo econmico,
nos ofrecen estos nuevos "Cacasenos" de Buenos Aires.
En el diario "La Tribuna", de Asuncin del Paraguay, de fecha 27 de octubre de
1955, se public transmitido por la United Press (UP), el siguiente informe, con el ttulo:
"La Argentina enfrenta la peor crisis econmica de su historia".
"Argentina se halla en la peor crisis econmica de su historia, mucho ms grave que
las sufridas en 1890 en 1931, dice el economista argentino doctor Ral Prebisch,
secretario general de la CEPAL, en un estudio presentado al gobierno. El informe dado a
conocer esta noche representa la primera parte del estudio y se refiere slo a la situacin
econmico-financiera en que el ex presidente Pern dej al pas. Los remedios propuestos
se publicarn maana. Prebisch subraya que es ste slo un informe preliminar relativo a
los problemas ms urgentes de la nacin en que desea escuchar las sugerencias de la
iniciativa privada antes de hacer las recomendaciones previas al general Lonardi para la
recuperacin del pas. Bsicamente, Prebisch considera que ha sido casi arruinada la
produccin agropecuaria del pas por el desarrollo demasiado apresurado de la industria.
Seala al respecto que en la crisis econmicas de 1890 y 1931 la agricultura y la ganadera
se mantuvieron intactas, mientras que ahora se hallan en muy malas condiciones. A
continuacin se dan algunas revelaciones contenidas en el informe sobre la grave
situacin por que atraviesa la Argentina. Al terminar este ao el pas tendr un dficit de
186 millones de dlares en su balanza comercial, mientras en 1954 tuvo un saldo acreedor
de 354 millones de pesos y 70 millones de dlares. Argentina debe 757 millones de
dlares ms 700 millones a otros pases con los que tena firmados acuerdos comerciales
bilaterales, por importaciones contra pago diferido y 579 millones al Banco de
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Exportacin e Importacin. Dicha suma de 757 millones de dlares debe ser salada entre
1956 y 1960. Adems, hay 2.000 millones de pesos, algunos de los cuales desde hace
varios aos".
Ante todo es menester hacer notar que la United Press en toda su informacin se
ha caracterizado por una parcialidad absoluta hacia la dictadura. Ello se explica porque
hay esperanzas que este gobierno de facto favorezca la devolucin de "La Prensa".
Como quiera que ello sea, tanto la dictadura como la Unidad Press, ponen en
evidencia una falta absoluta de sinceridad y seriedad, al asociarse en la falsificacin de
noticias que reparte la segunda para engaar al mundo.
En el afn de hacer aparecer un mal estado econmico que no existe, llegan a
falsear el concepto de las obligaciones y hasta alterar y abultar las cifras de manera
grosera.
Vase a continuacin como se engaa al lector desaprensivo.
a) Segn los datos de este informe de la UP, Prebisch haba afirmado que la deuda
externa argentina era de 2.222 millones de dlares y 2.000 millones de pesos moneda
nacional. Contra ese informe, yo afirmo que todo esto es falso y que la Repblica
Argentina no debe un slo centavo al exterior en concepto de "deuda externa", lo que
probar a continuacin, adems de poner en evidencia la mala fe de Prebisch y de la UP
como asimismo su irresponsabilidad para asesorar a un gobierno serio y responsable.
b) Se comienza por sostener que la Repblica Argentina tiene una deuda de 579
millones de dlares en el Banco de Exportacin e Importacin de los Estados Unidos. Es
totalmente falso. Cualquiera que sepa lo que es el Banco mencionado, sabe que no
acuerda prstamos semejantes a los Estados. Lo que ocurre es que, habiendo la empresa
"Sociedad Mixta Siderrgica Argentina" solicitado un crdito de 60 millones de dlares al
Banco de Exportacin e Importacin, para la instalacin de una planta siderrgica en San
Nicols (Repblica Argentina), se solo le acord la suma de 57.000.900 de dlares,
siempre que mediara una garanta del Gobierno Argentino. Este crdito an no se ha
hecho efectivo y el gobierno de facto puede retirar la garanta si as lo desea.
En el informe, intencionalmente, se le ha agregado un 9 a la derecha a la cifra real
de 57 millones de dlares, aumentandola a 579 millones. Esto solamente es ya bastante
para descalificar a los asesores de la dictadura y a las agencias noticiosas que sirven a sus
obscuros designios. Averiguar esto es fcil, bastara preguntarlo al Export Import Bank de
los Estados Unidos.
c) Ya lo anterior evidencia y anticipa la seriedad del informe. Simulando un error,
lanzan al mundo la noticia en la que se aumenta una cifra en ms de diez veces su valor.
Esto bastara para que ya no comentramos lo dems, pero deseo considerar el resto del
informe para que mis lectores sepan hasta dnde pueden llegar la inescrupulosidad y la
falsa de los hombres irresponsables al servicio de mviles inconfesables.
En el balance de pagos, se calcula un dficit de 186 millones de dlares para el
balance comercial argentino del ao agrcola de 1955, que termina en marzo de 1956, sin
saber a ciencia cierta los resultados de la cosecha de 1955-56, y, en consecuencia, los
saldos exportables.
Aun en el caso hipottico que se perdiera todo y que, de acuerdo con la negra
prediccin de estos economstas tan inescrupulosos, se produjera un dficit en la balanza
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que a partir de 1958 producirn la totalidad de los tractores que el pas necesita por ao.
A esas fbricas se le abre un crdito para la importacin de maquinaria, pero el pago de la
misma a la nacin de origen comienza en 1958 con el ahorro de divisas que esas fbricas
producen (es decir, una parte los 100 millones de dlares) hasta saldar la deuda.
En primer lugar no es deuda porque se cambia un crdito de pago diferido por
bienes de capital, y en segundo lugar, porque el pago diferido el pas ahorrar 100
millones anuales de divisas en este ejemplo presentado.
Esto tambin ha sido cargado como una deuda cuyo pago fuera exigible en la
actualidad. Esto es usual en los tcnicos, con criterio ms de contadores que economistas
que no entienden nada de negocios porque si entendieran no estaran como asesores a
sueldo. Por eso, no he visto nunca a un comerciante que tenga tcnicos de asesores. Esta
especie se desarrolla y an florece slo en los organismos estatales.
f) Podramos seguir comentando este informe, pero "para muestra basta un botn".
Sera una ingenuidad de nuestra parte comentar de buena fe todo esto plagado de
falsedad y mala fe.
Hemos demostrado que el pas no tiene deuda externa. Esto es lo que no quiere
confesar la dictadura que azota al pas, que ya habla de "emprstitos". Yo afirme "que me
cortara la mano antes de firmar un emprstito" y lo cumpl. Ellos lo harn en cambio y
ser un mal negocio para el pas porque se lo robaran en su mayora y, para el prestatario
a ser peor, porque nosotros nos negaremos a pagarlo. Si ellos colonizan de nuevo al pas,
nosotros lo independizaremos de nuevo.
Los hubiera querido ver estos "economistas a la violeta" en 1946, cuando el pas
tena una deuda externa de dos mil millones, por lo que pagaba anualmente casi
doscientos cincuenta millones de dlares en amortizacin e intereses y que, sin embargo,
pagamos totalmente y adems comparamos y pagamos los ferrocarriles, los telfonos, el
gas, la flota area, los seguros, los reaseguros, importamos ms de 20.000 equipos
industriales, camiones, tractores, locomotoras, y desarrollamos el primer plan quinquenal
con ms de 35.000 obras de inters nacional, entre ellas once grandes diques y usinas,
ocho mil escuelas, trescientas cincuenta mil viviendas, el aeropuerto, el gasoducto de
1.800 km que impidi seguir arrojando a la atmsfera ms de un milln de metros
cbicos diarios de gas natural (el consumo de la ciudad de Buenos Aires) con la
consiguiente economa de divisas. Sin embargo, para todo ello, no fue necesario imponer
sacrificio alguno, por el contrario, se elev el nivel de vida, se racionaliz el trabajo, se
acordaron enormes mejoras sociales y se asegur la previsin social y la felicidad del
Pueblo.
Ellos hay, sin deuda externa exigible, en plena produccin y con un porvenir
brillante, en plena independencia, se sienten perdidos. Segn ellos, "salvaron" al pas de
la bancarrota quince das antes de que quebrara, como si el pas fuera el almacn de la
esquina. Por qu no esperaron quince das? No hubiera sido necesario tener en las
crceles ms de quince mil personas, ni hubieran sido asesinados los miles que
asesinaron.
Yo aseguro que el pas no tena problemas econmicos que nos inquietaran. Si ellos
los tienen es porque los han creado o porque son incapaces de resolver los problemas
comunes a toda economa.
2. La mentira para consumo interno
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En este aspecto prefiero ni siquiera referirme al informe del seor Lonardi que raya
en la inconsistencia. Tan superficial e insustancial es.
La historia del petrleo argentino es simple. Se descubre en Comodoro Rivadavia
(Chubut) a principios de este siglo, mientras se hacan perforaciones en busca de agua
potable. Sin ninguna legislacin en la materia y en la mayor imprevisin gubernativa
comienza su exploracin libre. Llegan al pas numerosas compaas extranjeras que
comienzan las explotaciones, obtienen concesiones y se dedican a la prospeccin y cateo.
cuando la explotacin est en pleno desarrollo, en medio de la mayor liberalidad se
produce en el pas una reaccin poltica contra las compaas particulares. El resultado de
esta compaa es la Ley de petrleos que instaura la explotacin a base de un monopolio
del Estado. As, a la amplia libertad sucede la limitacin absoluta.
El resultado de esa poltica est la vista: en cuarenta aos Yacimientos Petrolferos
Fiscales ha alcanzado a producir slo el 40% de las necesidades nacionales en petrleo.
Durante nuestro gobierno es cuando YPF ha aumentado ms su rendimiento,
duplicando su produccin, pero el ritmo de aumento de las necesidades ha seguido parejo
a su progreso. Asimismo se ha mantenido la misma proporcin y con el mismo
incremento la necesidad de importacin.
En nmeros redondos, la necesidad actual por ao es de 9.000.000 de metros
cbicos, de los cuales YPF produce 4.000.000 y el pas importa 5.000.000 de metros
cbicos.
El problema energtico argentino es simple. Posee como fuentes naturales de
energa hidroelctrica toda la zona cordillerana, es decir la periferia, mientras esas
necesidades de consumo estn en el centro ( Buenos Aires-Crdoba-Rosario). Otras
fuentes podran aprovecharse en el N.E. (ros Paran y Uruguay), no menos perifricas
que las anteriores.
La experiencia indica que en esta clase de energa debe calcularse como
permanente slo el 50% de lo instalado, por las variaciones del rgimen de las aguas y,
cuando su transmisin por lnea de alta tensin, supera los mill kilmetros, debe
apreciarse una prdida del 25% ms. En estas condiciones, la produccin y utilizacin de
la energa hidroelctrica en la Argentina queda reducida al mbito local de las fuentes de
produccin. Para las necesidades generales y en general para los grandes centros de
consumo, es menester recurrir a la termo-electricidad.
Las necesidades termo-elctricas pasan a ser as lo fundamental y el petrleo su
elemento esencial. De all surgen las necesidades de una explotacin intensiva y la
consideracin de cmo debe encarrsela.
Nadie discute, lo que dice Lonardi, que los argentinos no sean capaces de sacar
petrleo, pero es que no slo depende este hecho de que los argentinos quieran y puedan
producir los hidrocarburos necesarios al pas. Hay muchas otras circunstancias que
Lonardi ignora. Por ejemplo, la disponibilidad de maquinaria. Los monopolios
correspondientes de las grandes empresas petrolferas no dan su maquinaria a
quienquiera comprarla sino a los que ellos autorizan y en la medida que convenga a sus
intereses, mercados, etctera.
Que el seor Lonardi quiera sacar petrleo nos parece bien, ahora que pueda, nos
parece ya ms difcil. Precisamente dicen que el infierno est empedrado de buenas
intenciones. Por eso tambin un gobernante puede ser cualquier cosa, menos tonto.
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para subordinarlo a las posibilidades de combustible, es decir, atar los caballos detrs del
carro.
A este respecto el seor Lonardi ha dicho en nombre de la dictadura militar: "para
salvar esta situacin al gobierno depuesto entr en tratos inadmisibles que el pas entero
ha repudiado y que han consternado a la opinin pblica". Estos "tratos inadmisibles" fue
un contrato con la Standar Oil, de California, que el Poder Ejecutivo someti a la
aprobacin del Congreso, por el cual se contrataba con esta compaa la locacin de
servicios para la extraccin de petrleo para YPF, mediante el pago de 1% de beneficio
justo. Esta misma compaa se encargara de la construccin de los oleoductos
correspondientes a amortizar con el transporte del combustible. Estos son los "tratos
inadmisibles" que desean insinuar la entrega del petrleo al extranjero. Como si la
locacin de servicios diera algn derecho de posesin. Es el mismo caso que sucede
cuando uno encarga la construccin de una casa a un arquitecto y luego algn tonto
afirma que le ha entregado su casa y su familia.
Estos "nacionalistas de opereta" ha hecho tanto mal al pas con sus estupideces
como los colonialistas con su viveza. Unos negativos y otros excesivamente positivistas,
representan dos flagelos para la economa del pas.
Este representante de la dictadura militar gira al pueblo y al pas por su cuenta y
riesgo. Es mentira que la "opinin pblica" se haya consternado ni que el pas entero haya
repudiado nada, desde que sus representantes legales (los legisladores) deban resolver.
Lo que pas es que los polticos revolucionarios tomaron esto como propaganda y
trataron, sin conseguirlo, de agitar la opinin pblica. Los peronistas estbamos
concordes y, si mal no recuerdo, somos en el pas una inmensa mayora.
El compromiso contrado con la Standard Oil de California era llegar a satisfacer en
tres aos las necesidades del pas trabajando conjuntamente con YPF. Es decir, llegar a
producir los 9 millones de metros cbicos que hoy importamos, liberando casi 300
millones de dlares que hoy gastamos en combustible. Tambin se comprometa a
incrementar su produccin en los aos sucesivos en forma de mantener el abastecimiento
interno y aun comenzar la explotacin del petrleo y sus derivados, para poder aumentar
as la disponibilidad de divisas.
Yo deseara preguntar a estos dictadores de la revolucin argentina cmo piensan
resolver este problema. Ellos han dicho que lo resolvern pero se han cuidado mucho de
no decir cmo. As es fcil resolver todos los problemas, criticando a los dems y no
haciendo nada.
Pero sera preguntarle ms: Qu hara la Repblica Argentina si en 1956, por
ejemplo, se produjera la tercera guerra mundial y el pas quedara privado del 60% del
petrleo que consume merced a la importacin actual?
El cuadro sera: la paralizacin del 60% de sus actividades, con 4 o 5 millones de
desocupados en sus poblaciones urbanas. El hambre, la miseria y luego la lucha interna.
Esto ya pas en 1918 cuando la impresin de estos mismos " libertadores", que
estaban entonces en el gobierno, condujo a una situacin semejante. Los desocupados
deambulaban por los campos, "Villa Desocupacin" en Puerto Nuevo albergaba en sus
chozas de lata a ms de 20.000 argentinos hambrientos; los salarios haban descendido a
lmites inauditos y cuando los obreros pidieron mejores salarios, sali el ejrcito a la calle
y arregl el asunto matando varios miles de obreros inocentes, por el delito de reclamar
un poco ms de pan para sus hijos. sta se llam la "Semana Trgica". Pero lo ms trgico
es que estos "libertadores" no han aprendido an la leccin de la experiencia.
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Seguro que ellos, ocupados en ver cmo van a hacer para usufructuar el poder, no
han tenido tiempo de pensar en esto, de todos modos si la situacin llega se pueda
arreglar cmo en 1918, matando unos cuantos miles de obreros, total ellos tienen armas y
municiones.
Pero, aun en el caso de que la guerra no se produzca la situacin ha de presentarse
ms tarde. Dentro de 10 aos, si se mantiene el ritmo de crecimiento actual, la
importacin de petrleo alcanzar una cifra cercana a los 8.000 millones de dlares.
Cmo piensan los dictadores militares que podrn pagarla?
Estando en mi pas, por reflexin, habame persuadido de la necesidad de buscar
cooperacin en las compaas extranjeras para resolver el problema argentino del
petrleo. Hoy, que me ha sido dado visitar Venezuela e interiorizada en detalle de su
sistema de explotacin petrolfera y de los beneficios que obtiene, he quedado
absolutamente convencido que la solucin argentina, propuesta por m, es la nica y la
ms conveniente.
Venezuela explota su petrleo con compaas norteamericanas al 50%, similar a lo
que nosotros proponamos realizar con la Standard Oil de California. Los resultados son
excelentes y la consecuencia, la riqueza y el florecimiento de este pas hermano, rico y
potente.
Los dictadores de mi pas, ignorantes e inexpertos, creen que resolvern la
financiacin con YPF mediante emprstitos. Es que ignoran lo que esto representa.
De cada emprstito se pierde casi el 50% del valor adquisitivo. Primero porque el
dlar, cuyo valor fija Wall Street, en relacin al oro, est sobrevalorado. Si no, es
suficiente la Reserva Federal y preguntar cunto vale una onza troy. Le dirn que 25
dlares, pero si la desea adquirir, le dirn que ellos no la venden. Tendr que comprarla
en el mercado negro donde le cobrarn 35 40 dlares. Esto significa que el valor
fiduciario del dlar es un 25% ms que su valor adquisitivo, o que en cada dlar del
emprstito perderemos 25 centavos. Las mercaderas que se compren con el emprstito
debern adquirirselas en Estados Unidos y transportarselas en barcos americanos. Los
porcentajes de beneficios de la mercadera y el transporte sumaran aproximadamente un
35% que sumados a los anteriores sean casi a un 50%.
Con este emprstito disminuido y nominal llegaran a YPF slo los materiales, ellos
debern encarar todo el trabajo y sus altos costos. Yo me pregunto: No es ms
conveniente traer las compaas especializadas, darle el trabajo, dividir las ganancias por
mitades y dedicar esas ganancias al bienestar del pueblo argentino?
La incongruencia de estos "improvisados salvadores de la Patria" resalta cuando
afirman que es necesario aumentar la produccin de divisas y cifran sus esperanzas en el
agro, en estos momentos en que los excedentes agrcolas suman slo en Estados Unidos
ms de 100 millones de toneladas y los cereales se regalan. En cambio no le dan
importancia a la necesidad de extraer petrleo en gran escala y por cualquier medio
conseguir explotarlo. Venezuela, con menos esfuerzo, tiene divisas en abundancia
proveniente de su petrleo.
La Repblica Argentina, segn los informes tcnicos americanos, representa una
de las cuatro grandes cuencas petrolferas del mundo. Su enorme riqueza petrolfera
duerme en el seno de la tierra el sueo de los siglos, esperando que el desarrollo de la
energa nuclear destruya gran parte de su valor. Estos modernos "libertadores",
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1946, cuando recib el gobierno, la deuda interna era de casi 100.000 millones de pesos
de nuestra moneda actual? Conoce el seor Lonardi que la deuda interna actual de los
Estados Unidos (el pas ms rico del mundo) de 12.000.000.000.000 de pesos de nuestra
moneda aproximadamente.
Es indudable que a esta gente, acostumbrada a que la seora le maneje el sueldo, le
han asustado los tcnicos con las cifras y los anuncios siempre "funerarios" de ese seor
serio, que simula preocupacin para que creen que sabe mucho, aunque en realidad de
verdad no sabe nada.
Deca siempre Miguel Miranda cuando se le acercaba un tcnico funcionario
gobierno para traerle algn problema o alguna preocupacin: "Si ste supiera algo de
economa sera millonario y no cagatinta". Yo tambin he llegado a pensar como Miguel
Miranda en estos momentos que veo al seor Lonardi tembloroso por el susto que le han
dado los tcnicos que, de economa no saben ms que l, que no sabe nada.
Lo que ms admira en este balance realizado por la dictadura y sus "economistas"
asesores, es precisamente que no tiene "haber" slo tienen "deben". Indudablemente, o
estos seores creen que la gente es tan ignorante que no se dar cuenta o ellos se han
olvidado de compulsar el activo. No me extraara esto ltimo, tan poco respeto me
merece esta gente al cabo de tantos aos de lidiar con ellos.
Se han olvidado de las viviendas que en nmeros de ms de cuatrocientas mil est
pagando al Estado sus adquirentes, con el correspondiente inters; se han "comido" los
millones que en el mismo concepto ingresan anualmente en el Banco Hipotecario
Nacional, omitieron los millones de la plusvala de las tierras cercanas a los diques que
hay que vender; se olvidaron tambin de los millones que se cobran por la venta de las
propiedades pertenecientes a los ex ferrocarriles ingleses; a los puertas de Buenos Aires,
Rosario,
San Nicols, Santa Fe, etc.. Ni se han dado cuenta que de las 35.000 obras
del primer plan quinquenal, por lo menos 20.000 eran reditivas que estn produciendo
diariamente miles de millones de pesos.
Recordando todo esto, uno no sabe si estos individuos son unos farsantes o
realmente no saben hacer un balance. Todo el informe producido es a base de
apreciaciones subjetivas. No hay un dato objetivo que permita pensar por s mismo: ellos
ya nos dan todo pensado. Pero al final no damos cuenta que se han olvidado del activo en
produccin y del activo patrimonial. Linda clase de economistas! Menos mal que
Prebisch alcanzo a "salvar la ropa" con la expulsin del seor Lonardi!
5. Las emisiones
Donde verdaderamente se evidencia la mala fe o la incapacidad de los tericos
informantes de la dictadura, es precisamente en la consideracin del problema
monetario. Ellos hablan un idioma distinto al nuestro y en cuanto a la realidad argentina,
se ve que la que desconocen en absoluto.
Dicen textualmente: "Todas estas emisiones inflacionarias han llevado a la
circulacin total del dinero a la cifra a fantstica de 54.800 millones de pesos a mediados
del ao en curso, cuando hace diez aos llegaba solamente a 7.000 millones. Por cada
habitante haba entonces 430 pesos de dinero, en tanto que hoy la cantidad ha subido a
2.870 pesos. El aumento de dinero por habitante resulta as de 500% en los ltimos 10
aos, mientras que la produccin del pas, tambin por habitante slo ha crecido en 3,0%
en todo ese periodo. Aqu est la razn principal del alza de precios, por esta creacin
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continuaba su desarrollo en los dems pases. Por esta razn hoy nuestros precios son los
ms bajos del mundo y nuestra vida la ms barata. De ello que el nivel de vida del
trabajador argentino sea de los mejores del mundo en la actualidad aunque, con las
medidas que estn tomando estos "libertadores", no pasar mucho tiempo sin que
nuestros obreros vuelvan a la economa de miseria de 1943 y reciban como entonces
salarios de hambre.
Cuando dice el informe: al "Aqu est la razn principal del alza de precios, por esa
creacin exuberante de dinero se ha aumentado en 500% la demanda de bienes, mientras
que los bienes disponibles solamente se acrecentaron en 3,5% por cada habitante". Este
seor se ha olvidado que el valor adquisitivo ha variado hace diez aos en el peso
argentino en una proporcin diez veces mayor, y que el control de precios de artculos
esenciales no ha permitido la especulacin. De modo que este argumento es falso, porque
comparar el peso de 1945 con el de 1955, sera algo as como parangonar a la Reina
Victoria con Gina Lollolbrgida. Y pensar en la oferta y la demanda o la especulacin
cuando hay control de precios, es como compulsar lo que hubo de haber habido.
Evidentemente, el autor de este informe es un sofista o un ignorante, o bien ambas
cosas a la vez. Para demostrarlo, ha deseado comentar algunos aspectos en los que se
evidencia esa ignorancia y mala fe. Todo el resto se reduce a barajar datos y nmeros
insidiosamente combinados, para hacer aparecer una mala situacin, que slo existe en la
mala intencin del que prepar este informe con antojadizas afirmaciones, y en la
ingenua y perversa incomprensin de la dictadura.
Se han preparado tres informes diferentes: uno para el exterior, en el que se
alteraron las cifras, aumentndolas hasta en 500 millones de dlares algunas de ellas y
desvirtuando o tergiversando las partidas o rubros; otro para el pas, que ley por cadena
radiofnica el seor Lonardi, en el cual se hacen afirmaciones falsas y temerarias sin
ningn fundamento; otros el informe presentado al gobierno por Prebisch, que, a pesar de
su mala fe, como tiene que dar nmeros, ni puede mentir sino en los aspectos subjetivos.
Comparados entre s, estos tres informes son diferentes: el primero para engaar al
mundo a travs de la UP., el segundo para confundir al pas a travs del seor Lonardi, y
el tercero, para servir a los obscuros designios de la dictadura.
Esta es la moral que evidencian estos mistificadores. Por eso no deseo seguir
comentando estos informes. Con lo evidenciado es suficiente para juzgar objetivamente la
irresponsabilidad de la dictadura y de los tcnicos a su servicio.
Terminado este captulo, la Agencia Internacional News Service (INS) con fecha 14
de noviembre comunica: "La casa de gobierno (de Buenos Aires) inform a la prensa que
el doctor Ral Prebisch, economista de reconocimiento internacional, ha negado ser el
autor del plan financiero-econmico que le atribuyera Lonardi, Prebisch dijo que l se
concret simplemente a someter un plan a Lonardi, junto con algunas recomendaciones".
Es lamentable que este tcnico reaccione recin veinte das despus que el seor
Lonardi leyera sus numerosos disparates por la radio y precisamente al da siguiente que
Lonardi fue arrojado de la Casa de Gobierno por sus camaradas revolucionarios. Nos
imaginamos que el seor Prebisch podr ser mejor tcnico que caballero.
6. El informe de Buenos Aires
El diario "El Lder", ltimo reducto de la prensa libre en Buenos Aires, hoy ya
clausurado e "intervenido" por la dictadura, public una serie de editoriales de los cuales
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he tomado cuatro, que agrego para que el lector vea con sus propios ojos y aprecie cmo
piensa el pueblo sobre este famoso informe:
"Esto ya parece cosa de magia negra..."
Ya ha sido anunciada y tendr formas legales cuando sta casi pstuma nota se
publique, la primera y fenomenal concrecin desprendida del informe del doctor
Prebisch, a quien alguien ha ungido con el leo mgico de la infalibilidad, puesto que sus
supuestas sobrenaturales aptitudes, sin visible contralor ni pblica discusin, se le ha
confiado ciegamente el futuro del pas en condiciones tales de impunidad y de
irresponsabilidad que no se le hallar parangn ni antecedente en la historia de pas
civilizado alguno.
Este excepcional economista, cuya misin primordial -segn se proclamaba- era la
de contener la inflacin, cuya caracterstica ms relevante y daosa es la desvalorizacin
de la moneda, ha iniciado su cometido desvalorizndola a casi la mitad de su promedio
anterior.
El dlar, que al importador le costaba cinco, siete cincuenta o quince pesos, segn
el grado de prioridad de la mercadera que iba a importar, prioridad preestablecida de
acuerdo a un plan de las necesidades vitales e industriales de la nacin, costar,
uniformemente, dieciocho pesos. Su consecuencia directa ser un alza inmediata del costo
de la vida. Sino se aumentan los sueldos y salarios, el nivel de vida argentino descender,
y eso es justamente el propsito desembozadamente expuesto en la segunda parte del
informe.
La lgica, simple y mortfera como una bala, es la siguiente: Hay un dficit en el
"balance de pagos", lo cual no es cierto, porque el nico balance de pagos negativo es el
inventado por el doctor Prebisch para el an inconcluso ao de 1955. Para enjugar ese
dficit y los anteriores-que en su mayor parte no son exigibles por ser de pago diferido-es
urgentsimo aumentar la exportacin. Para aumentar la exportacin es preciso estimular
la produccin agropecuaria. Para estimular la produccin agropecuaria, la ganadera ante
todo, hay que mejorar los precios internos. Para mejorar los precios internos,
conservando o disminuyendo los precios externos, no hay otra solucin que desvalorizar
la moneda.
Esto acarrear un alza del costo de la vida, pero los salarios no deben ser
modificados, salvo para los muy depauperizados, porque de otra manera mantendran su
alto consumo y la exportacin -de carne sobre todo- no se incrementara en la medida
deseada. En una palabra: comamos menos y gastemos menos, para que los extranjeros
puedan comer y gastar ms.
El doctor Prebisch usa otro lenguaje, no tcnico sino anfibolgico, en que la aristas
tajantes estn finamente limadas. "Las medidas inmediatas son apremiantes. En primer
lugar, hay que dar un fuerte incentivo a la produccin agropecuaria, elevando
apreciablemente los precios, mediante el desplazamiento de los tipos de cambio". "Por
supuesto que tendrn que subir los precios de los artculos importados". "El alza de los
precios internos tiene, pues, que ocurrir en una forma o en otra... incluso algunas de
consumo popular". "Si para compensar los efectos de esta alza de precios y de la que
sobrevendr a raz del desplazamiento de los tipos de cambio, se hicieran aumentos
masivos de sueldos y salarios, no tardaran en ocurrir nuevas elevaciones de precios" y se
caera en la errnea orientacin econmica que la Argentina ha seguido hasta ahora, en la
que "ha sacrificado a la produccin para favorecer el consumo". Fenmeno!
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el agobio opresor de una pesadilla en que nos alucina la presencia de un superhombre que
sin esfuerzo visible arrasa los hombres, los hechos y las cosas que nos eran ms queridas y
que la parlisis de la pesadilla nos impiden defender. Pero si es cosa de no creerlo!
"El gato es mal guardin de las sardinas"
En el centro de la tromba desencadenada contra los hombres providenciales, la
orquestacin periodstica ha creado sbitamente en el rido terreno de la economa y de
la finanza un nuevo hombre providencial. La dosificada expectativa con que se prolonga el
informe del doctor Ral Prebisch y que tiende a darle de antemano el carcter de cosa
juzgada y definitiva, concuerda con los elogios que a su ideneidad prodigan los
generalmente mesurados peridicos britnicos como un anticipo -suponen los
desconfiados- de los encomicios que para elllos mercer el informe, sus conclusiones
pblicas y su recomendaciones reservadas.
Hay hombres que alcanzan el a veces venturoso y a veces alago privilegio de
caracterizar una poca y determinar una orientacin con su nombre. El doctor Ral
Prebisch comparte ese destino con el doctor Federico Pinedo. l empuaba el centro del
comando en la gerencia del Banco Central durante el desarrollo de esa tragedia nacional
ocurrida en el decenio 1930-1940, en que la inteligencia poltica britnica nos hundi sin
contemplaciones en la cinaga sin horizontes de una factora, con una red de
leyesconsecutivas complementarias y coincidentes en su objetivo de cercenar las
posibilidades argentinas de autonoma y orientar las subsistencias en el mejor servicio de
las conveniencias britnicas.
No retaceamos los mritos tcnicos, ni la amplitud de conocimientos ni la
ductilidad de inteligencia del autor de la "Introduccin a Keynes", que en conjunto hacen
de l un tcnico de primer orden. Pero el gato es mal guardin de las sardinas por ms gil
y de buena raza que sea el gato. La tcnica es en s misma tan inoperante, anodina y falta
de misterio como el revlver sin balas que est en exhibicin en la vidriera del armero. La
tcnica es un arma de la poltica y el problema es saber lo antes posible quin va a
empuar el arma y a quin se va a apuntar. Desde un punto de vista nacional -y an
personal- es, creo, preferible el rudimentario caon que nos defiende a la ms perfecta
arma dirigida por radar en contra nuestra.
Asimismo an estoy atnito a la prodigiosa tentativa de extirpar veinte aos
enteros de la historia universal. Es un vuelco de tierra arada, 1935 y sus hombres, se
superponen a 1955 y sus realidades. La vida larval que estaba debajo de la gleba y repta en
la superficie que iba cubriendo la tierna pero promisoria lozana de la hierba y de las
esperanzas nuevas.
Y puesto que de retornar a 1935 se trata, encontramos en aquellos lejanos aos en
que todos los rganos de difusin y publicidad gozaban de la ms amplia libertad de
prensa para silenciar las opiniones y reclamos que se oponan a la paulatina implantacin
de estatuto legal del coloniaje, tuvimos el honor de encontrar en el senador y actual
embajador, doctor Alfredo L. Palacios, el auspicio de su valor cvico y de su patritica
vocacin. En desesperada, cuanto intil oposicin a la Ley de Coordinacin de
Transportes en el Senado de la Nacin en septiembre de 1936, el doctor Palacios emiti
unos conceptos que resultaron -y mucho tememos que puedan volver a resultar-,
profticos. Dijo el doctor Palacios: "Basta inclinarse un momento sobre un mapamundi
para observar que de las cuatro rutas marinas que para abastecerse cuenta Gran Bretaa:
la ruta a las Indias por el Mediterrneo, la ruta a las Indias por el Cabo, la ruta a las
Antillas y la ruta al Ro de la Plata, la nica que no est amenazada por bases de potencias
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rivales ni interferida por otras zonas de influencia, y por eso Gran Bretaa quiere
asegurarse las llaves de esa fuente insuperable de abastecimiento que es la Repblica
Argentina, aunque para ello deba destruir todas las energas nacientes y desintegrar las
correlaciones de los diferentes intereses en que una verdadera nacin se fundamenta. La
coordinacin de los transportes ser seguida por una coordinacin elctrica y por una
coordinacin del petrleo, as como fue procedida por una coordinacin de los cambios y
del manejo del crdito, de la moneda y del comercio exterior".
Todo aquel agorero veticio que el doctor Alfredo Palacios se atrevi a formular en el
recinto del Senado se cumpli con rapidez, descaro e impudicia. La coordinacin elctrica
se denomin "Prrroga de las concesiones de la CADE y de CIADE. la coordinacin de los
cambios, del crdito, de la moneda y del comercio exterior e interior se llamaba Banco
Central".
El conjunto de facultades, autorizaciones, delegaciones que constituyen el cuerpo
legal del Banco Central convierte a esta institucin en el regulador omnimodo
incontrarrestable de casi toda la vida econmica de la Nacin. Maniobrando con los tipos
de cambio, con los permisos de importacin y exportacin, con el acuerdo de divisas, con
el redescuento, con las autorizaciones o restricciones de crditos, desde la cmoda
indivisibilidad de la minuncia burocrtica, fragmentada en centenares de formularios,
planillas y declaraciones, se puede incrementar o reprimir el comercio con cualquier
nacin extranjera, crear, estipular o extirpar cualquier industria, ayudar a zonas
determinadas del territorio nacional o ahogarlas, habilitar o descapitalizar a
determinadas actividades, fomentar la construccin o reprimirla, activar una rama del
comercio o desanimarla, difundir un tipo de cultivo o hacerlo desaparecer. En una
palabra, la estructura jurdica legal denominada Banco Central posee atributos que
contraran abiertamente a la constitucin de una nacin democrtica y le permiten el
manejo integral de toda su vida econmica.
Esta institucin de ndole casi diablica fue impuesta entre nosotros por Sir Otto
Niemeyer, con el patrocinio del doctor Federico Pinedo. Su implantacin en nuestro
medio, ya muy corto de posibilidades, neutralizaba toda competencia, intromisin o
interferebcua extranjera que pudieran debilitar o amenazar el predominio britnico
siempre que fuese manejado por un hombre de cuya absoluta y total lealtad no pudiese
caber la menor duda. Ese hombre fue el doctor Ral Prebisch.
Lo que ocurri despus ya no puede ser historiado porque la voluntad central se
disgrega en miles de expedientes, resoluciones e instrucciones, pero no es difcil ni
exagerado concluir que gran parte de la causa del desnimo, chatura y desaliento que
caracteriz la vida econmica argentina y la extraordinaria expansin de la
preponderancia britnica que en conjunto caracterizaban ese perodo, tuvieron su origen
en el Banco Central, en el que era facttum indiscutido por su capacidad tcnica y su
brillante inteligencia el doctor Ral Prebisch.
Cuando el vendaval horrorsimo de la guerra asol los campos y las ciudades de la
vieja Europa, el Banco Central de la Repblica Argentina arguy medios para mantener
en su plenitud la actividad productora de los abastecimientos que Gran Bretaa requera
para subsistir y para luchar, liberndola de la preocupacin subalterna de pagarnos,
organizando al mismo tiempo una industria casera capaz de sustituir las mercaderas
tradicionalmente britnicas que Gran Bretaa no poda transitoriamente proveer. Y as
como antes el mecanismo esotrico del Banco Central haba mostrado su capacidad de
sujecin, en esta emergencia despleg una no menos extraordinaria aptitud de creacin y
aprovechamiento de las energas autctonas.
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Despus vinieron los oscuros das en que Gran Bretaa acorralada debi recurrir a
sus reservas de valor, inventiva, y de riquezas acumuladas. Asentadas en sus resistencia y
en su aparente declinacin y agotamiento, dos nuevos e inmensos imperios surgen sobre
las ruinas de la desolada Europa. El instrumental humano que Gran Bretaa utiliza en los
pases subordinados comienza a indisciplinarse, a desbandarse y a desertar. "Gran
Bretaa empobrecida no volver a ser en la postguerra el gran comprador tradicional",
Declara el doctor Federico Pinedo en un resonante discurso en que aconseja el ingreso de
la economa argentina a la rbita rutilante del dlar americano.
Pero los observadores verdaderamente perspicaces saben que el cimiento de la
grandeza britnica no ha sido el oro ni el acero, sino su inteligencia poltica de
excepcional amplitud imaginativa y sorprendente audacia ejecutiva, y esa inteligencia ha
permanecido inclume y ms bien fortalecida, afinada y perfeccionada en la imperiosa
necesidad de reconstruirse. Percibir a tiempo este fenmeno directriz de los
acontecimientos mundiales fue, suponemos, el fundamento de la invariable consecuencia
demostrada por el doctor Prebisch en la emergencia.
Merecidamente, su perspicacia lo elev del permetro lugareo al mbito
continental. Como miembro conspicuo y decisivo de la CEPAL ingres a una jerarqua de
alcances y repercusiones mundiales, cuya funcin primordial fue la de precautelar las
endebles economas de los pases latinoamericanos, noble misin que impidi
subsidiariamente, quizs, que el mpetu expansivo del capitalismo norteamericano
arrollara y absorbiera a las desguarnecidas, inermes y vidas repblicas sudamericanas,
cuya tutela virtual y cuya explotacin real, Gran Bretaa parece haberse heredado de la
madre Espaa como justo premio de su ayuda en la manumisin.
Este planteo duro y realista que aqu formulamos no pretende en manera alguna
retacear la probidad ni la idoneidad ni el patriotismo de nadie. Pero el hombre poltico
vale por lo que representa y por lo que en l se conjuga, no por lo que en s mismo es. Por
otra parte, los indicios augurales no son por cierto auspiciosos. La tctica es la del general
vencedor. Sus allegados y discpulos se ubican en los puntos estratgicos y neurlgicos de
la economa y de la finanza, en un despliegue impresionante. El haber sido su colaborador
en las horas iniciales del Banco Central es la ejecutora ms blasonada de los nuevos
jerarcas.
Retroceder veinte aos en la consideracin de los asuntos pblicos no es, por
cierto, perspectiva que incite al optimismo. Gran Bretaa proyectaba entonces estructurar
una inmensa sociedad mixta con los transportes argentinos, con petrleo, la electricidad,
cada una con organizacin y fisonomas similares, pero distintas en su presentacin.
Pretextos para reactualizarlos no faltan jams en la bolsa del ingenio de los buenos
argumentadores y un estado de falencia virtual o posible o verdadero no est fuera de las
posibilidades ejecutivas. La fbula del lobo y el cordero encierra una verdad que resiste
hasta la amenaza de la desintegracin atmica. Si el lobo hubiera sido un tcnico
einsteniano, hubiera podido argir: "Te devor porque la masa no es ms que energa
multiplicada por la velocidad de la luz elevada al cuadro". Hace veinte aos no exista la
bomba atmica, pero existan los mismos lobos y los mismos corderos.
Sentimos el resonar del taconeo que avanza a ocupar las posiciones recuperadas y
lo mismo que hace veinte aos no tenemos que oponer nada ms que nuestra
desinteresada prevencin. Sabemos hasta qu punto es letal del tema, pero no nos
permitimos arredrarnos, porque sabemos que de todas maneras el futuro ser nuestro.
Mientras tanto saludamos al vencedor. "Ave Csar, Moritorum te solutan".
Seor Presidente: No firme usted nada
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Veamos un ejemplo: Una mquina agrcola tiene fijado su valor en 100 dlares. Si
el dlar se pone a disposicin del adquirente a 7.50 pesos moneda argentina, el
comprador deber entregar 750 pesos. Fijado el precio del dlar en 18 pesos, esa misma
operacin requiere 1.800 presos. no cabe duda que ese mayor precio incide en los costos
de la produccin. Repitindose el hecho en medicamentos, pongamos por caso, una droga
que se poda comprar por 7,50 pesos conforme al cambio preferencial anteriormente
vigente, ahora costar 18 pesos. Y as en todo. En sntesis, todo lo que se comparaba con
dlares a 7,50 pesos se abonar de ahora en adelante a 18 pesos, de lo cual resulta un
encarecimiento de las importaciones. De modo tal que si antes por una tonelada acero
haba que poner una tonelada de trigo, ahora hay que entregar por igual cantidad ms del
doble del cereal.
Esa diferencia alguien tiene que cargarla. Si los salarios quedan estacionarios, o no
aumenta en la medida que se ha rebajado el valor de la moneda, es evidente que la carga
recaera sobre las espaldas de los trabajadores. Porque el influir en el mercado interno de
produccin el precio de los materiales adquiridos en el extranjero con una moneda
depreciada, aumentan los costos, se encarecen los artculos y se reduce el nivel de vida de
las masas populares. Por eso hay que reclamar un aumento salarial equivalente a la baja
experimentada por el peso".
III. MISCELANEA DE FALSEDADES
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como un "presidente de corte", tambin "de facto". Y la Corte Suprema de Justicia, los
jueces federales y los jueces y Cmaras? Bien, gracias.
Nosotros fuimos arbitrarios e injustos porque separamos el servicio, mediante los
juicios correspondientes por los tribunales militares, a los jefes y oficiales que atentaron
contra las autoridades constituidas. Ellos en cambio, son justos y ecunimes al arrojar del
Ejrcito, la Armada y la Aeronutica, sin proceso previo, a la totalidad de los generales, a
la mitad de los jefes y gran cantidad de oficiales, por el delito de haber cumplido con su
deber y defendido las autoridades constituidas.
Sera largo detallar las enormes contradicciones que la simulacin y la falsedad
tratan de disimular en los procedimientos de esa dictadura insidiosa y bruta. Sin embargo
es tan enorme el cmulo de ellas que un da u otro la opinin se persuadir de la realidad.
El tiempo suele ser en estos casos el mejor remedio.
IV. LA REACCION ANTISOCIAL
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As como los polticos tratan de resolver todo con habilidad o con engao, los
militares lo arreglan todo con la fuerza. Por eso ellos sostienen que es necesario tener la
fuerza de su poltica y subordinarse a seguir la poltica de su fuerza.
Mientras se sientan fuertes lo atropellaran todo, cuando se debiliten entrarn a
tranzar. El poder es como la riqueza, para conservarla es menester no hacer derroche.
Estos dictadores estn derrochando su poder, poco tiempo pasar sin que lo pierdan. Esa
ser la Hora del Pueblo. Recin entonces comenzar la reconstruccin sobre los despojos
que haya producido la dictadura militar que retornar a sus buques y a sus cuarteles
desprestigiada, aborrecida y despreciada.
Ese ha sido siempre el final de estas dictaduras y ste no podr ser una excepcin.
Vemos cmo est procediendo y, en consecuencia, podemos ya apreciar cmo se
desarrollar y cul ser su eplogo.
Los partidos polticos, desde la "Comisin Asesora" como una bandada de buitres
observa la presa que an est en poder del len, que la caz. Ellos ambicionan tanto la
comida como temen y odian al len que la devora. Sin embargo tienen que esperar.
Esa legin de los que esperan, es el ms abigarrado y heterogneo conjunto que
pueda darse: conservadores, demcratas, cristianos, radicales unionistas, intransigentes y
sabatinistas, demcratas progresistas, socialistas y comunistas. Unidos formaron antes el
contubernio que se llam Unin Democrtica. Ahora son competidores.
Entre tanto el movimiento justicialista est vetado por la dictadura. Si se piensa
que este movimiento representa el 70% del electorado argentino se podr deducir el
aporte electoral que corresponder a cada uno de los ocho partidos mencionados, como
tambin podr apreciarse el valor de la solucin poltica auspiciada por la dictadura
militar.
Las tendencias polticas ms diversas juegan tambin su papel dentro del gobierno
de la dictadura, lo que acelera el proceso de descomposicin. La cada de Lonardi es
consecuencia de la lucha de esas tendencias encontradas. Nacionalistas, catlicos,
liberales de tendencia democrtica, merodeadores, oportunistas y aun peronistas ocultos,
libran una batalla srdida en el seno de la dictadura. Los militares manda, pero nadie
obedece en el fondo. El caos avanza en lo poltico. La economa abandonada en manos de
amanuenses se debilita da a da y el estado social se agita peligrosamente.
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CAPTULO V
CONCLUSIONES
I. LA SITUACIN
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Quien haya seguido el captulo IV -II- (La falsedad en la Economa), tendr idea
formada sobre la seriedad y honestidad de la dictadura. Sus procedimientos no difieren
en nada de los mtodos que emplearon antes en el gobierno. Para ellos, en estos ltimos
veinte aos, no ha pasado nada en el mundo.
Sus sistemas econmicos, de neto corte capitalista, conducen al pueblo, a travs de
una absoluta descapitalizacin, a una "economa de miseria". Capitalizan, en cambio, a los
sectores del privilegio. As el bienestar social est al servicio de la economa y sta al del
capital.
Invertidos as los trminos de la "economa de abundancia" del justicialismo,
presupone sin ms la inversin de todo un sistema. Ello es lo que est produciendo
actualmente un verdadero caos en la economa argentina.
Como ellos no confesarn, ni planificarn la reversin, porque no pueden decir al
pueblo la verdad del despojo que estn cometiendo, toda la etapa de esta inicua reforma
estar sometida al ocultamiento de medidas inconfesables. Pero si bien el pueblo
desconocer las causas, no escapar a los efectos. Los humildes, no sabrn por qu, pero
vern disminuir primero el poder adquisitivo de sus salarios, luego vendr el
encarecimiento de la vida, y, finalmente, los alcanzar la miseria con sus secuelas de
hambre y de dolor.
La dictadura no est al servicio del Pueblo sino de los intereses capitalistas que la
financiaron. Si alguna prueba faltara para juzgar el inters espreo de estos simuladores
de la democracia y del ideal, sus procedimientos econmicos no dejan lugar a dudas.
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inconvenientes. El pueblo sabotea, los jueces prevarican, los militares conspiran, los curas
cuchichean, todo parece venirse abajo.
VI. CONSIDERACIONES FINALES
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