Identidad Cultural e Integración
Identidad Cultural e Integración
Identidad Cultural e Integración
CM
MY
CY
CMY
Identidad cultural
e integracin
Agradecimientos
A todos aquellos que contribuyeron con bibliografa, de diferentes pases, posibilitando la culminacin de esta obra: Paty
Bryon, Too Villegas y Giovanni Pa, de Colombia; Pedro
Ribas y Juan Antonio Nicols de Espaa; Arturo A. Roig y
Hugo E. Biagini de Argentina, Horaco Cerutti y Alberto Saladino de Mxico; Alejandro Serrano Caldera de Nicaragua; y
de Cuba Pablo Guadarrama, cuya biblioteca personal siempre
ha estado abierta por ms de 30 aos.
A los especialistas de la Biblioteca Nacional de Espaa, en
Madrid.
Al personal de la Biblioteca Casa de las Amricas, de La Habana.
A los trabajadores de la Biblioteca principal de la Universidad
Central Marta Abreu de Las Villas, Santa Clara, Cuba.
A Giovanni por el empeo en la edicin del libro.
A la Universidad de San Buenaventura, sede Bogot, por la
publicacin.
ndice
Introduccin .................................................................................................... 11
1. Teora de la identidad cultural y la integracin
1.1
1.1.1
1.1.2
1.2
1.2.1
1.2.2
1.3.1
1.3.2
1.4
1.4.1
1.4.2
1.4.3
2.1.1
2.1.2
2.2
2.2.1
2.2.2
3.2
3.3
3.3.1
3.3.2
3.3.3
3.4
3.5
3.6
3.7
4.2
4.2.1
La filosofa locis................................................................................133
4.2.2
4.3
4.3.1
El humanismo plural..........................................................................139
4.3.2
4.3.3
4.4
4.4.1
4.4.2
4.4.3
4.4.4
4.4.5
4.5
4.5.1
4.5.2
4.6
4.6.1
4.6.2
4.7.1
4.7.2
4.7.3
La reafirmacin de la necesidad
de un Estado hispanoamericano........................................................213
4.8
5.1.1
5.1.2
5.2
5.2.1
5.2.2
5.2.3
5.2.4
5.3
5.3.1
5.3.2
5.3.3
5.4
5.4.1
5.4.2
5.4.3
5.5
6. Conclusiones..............................................................................................287
7. Bibliografa................................................................................................301
Autor
...........................................................................................................357
Introduccin
Los fundamentos tericos que aqu se presentan han guiado esta investigacin, y, a la vez que la han validado, se enriquecen con la misma. Se comenzar
por sealar que sobre la identidad cultural se han realizado varias e importantes
investigaciones contemporneas. Mas, sin negar aportes, sino todo lo contrario,
no siempre se ha puntualizado debidamente en la adjetivacin cultural, cayndose a veces en criterios unilaterales, psicologizantes, ideolgicos, folkloristas,
sociolgicos, filosficos, etc., sin tener en cuenta que la identidad cultural, como
tipo de identidad, comprende un todo concreto, complejo y diverso por las varias determinaciones y contextos que la conforman. Igualmente se ha tratado
la misma, predominantemente, sin analizar la integracin como un principio
prctico-constructor de sta. Y aqu se argumenta la integracin como principio
constructor-reconstructor de la identidad cultural como identidad colectiva.
Se hizo imprescindible, esencialmente, antes de entrar en las especificidades
de la identidad cultural, puntualizar algunos conceptos en torno a trminos como
cultura, identidad e integracin, porque los mismos son soportes del concepto
identidad cultural. Asimismo, se presenta un corpus terico con la intencin de
explicar, heursticamente, una teora de la identidad cultural, lo ms integral y
sistemticamente posible, con miras a que sirva para examinar procesos histricos
pasados o como los actuales, tanto iberoamericanos y latinoamericanos como de
otras regiones. En este sentido, se ha construido una metodologa terica con la
finalidad de ofrecer herramientas que puedan guiar investigaciones de esta naturaleza, ya a escala global o local, regional o nacional.
Por otra parte, ante criterios controvertidos en cuanto a la gnesis y desarrollo
de la identidad cultural, se ha asumido en debate, con fundamentos demostrativos, la tesis de que la identidad cultural es un aporte del siglo XIX iberoamericano y latinoamericano, la cual tuvo su comienzo con el Primer programa de
autonoma cultural y la descentralizacin del sujeto a fines del siglo XVIII, es
decir, aconteci con la Primera Etapa de la Ilustracin Hispano Portuguesa Americana. Por consiguiente, como demand Alejo Carpentier, Amrica Latina,
11
Carpentier, Alejo. Razn de ser, segunda edicin, (La Habana: Editorial Letras Cubanas,
1980), 5.
1
Teora de la identidad cultural y la
integracin
1.1
La identidad de la mismidad y
la identidad en la diferencia
Cfr. Ricoeur, Paul. S mismo como otro, Trad. Agustn Neira, (Barcelona: Siglo XXI de Espaa, 1996), XII-XVIII, XXXIX, 12-13, 107, 109-112, 149, 171-172, 212, 342, 352-354, 362,
365-367, 396-397.
Cfr. Rojas Gmez, Miguel. Redefinicin y teora de la identidad cultural, Islas, Revista de la
Universidad Central de Las Villas, Santa Clara, 119, (eneromarzo 1999): 114-115. Del mismo
autor: La identidad cultural como sistema terico, Humanitas. Anuario del Centro de Estudios
Humansticos, Monterrey: Universidad Autnoma de Nuevo Len, 27 (2000): 478-480. Y La
teora de la identidad cultural y la globalizacin, en Pablo Guadarrama y Carmen Surez, (Eds.).
Filosofa y sociedad, t. II, (La Habana: Editorial Flix Varela, 2000), 475-480.
Ibd., XIII.
15
Ibd.
Ibd., XIII-XIV.
Ibd., XXXI.
16
y las consecuencias prxicas de tales tipos de identidad, sobre todo de una forma
de identidad colectiva como la identidad cultural.
La tendencia enunciada como identidad de la mismidad se manifiesta en
confusas explicaciones. En diccionarios de filosofa, como el de Paul Foulquie10,
al intentarse esclarecer la etimologa del concepto identidad se explica que proviene del Latn identitas, carcter de lo que es lo dem (lo mismo), es decir, la
mismidad. En tal sentido se especifica que la identidad es contraria a lo diferente,
la diversidad y lo otro como otro, la alteridad.
Esta tipologa, histricamente, tiene su primera manifestacin explcita
con Parmnides de Elea. Para el filsofo griego, ontolgicamente, el ser no
admite diferencias: el mismo es, en lo mismo permanece11, porque es todo
l homogneo12. Y con visin omniabarcadora plante: para todo es este ente
nombre propio13. Es decir, cubrira los mbitos de la naturaleza, el conocimiento,
el hombre y la cultura; en general la totalidad.
Ya en el conocido Poema de la Naturaleza se opona al pensamiento de la
diferencia al decir: fuerza al Pensamiento a que por tal camino no investigue,
aadiendo: lo forzars tambin a que se aleje, en su investigacin, de aquel otro
camino14, la diferencia. Recomend en unidad de metafsica y poltica no aflojar
los vnculos del reinado de la Justicia de lo Uno: y as no deja la Justicia [Dik] /
que el Ente se engendre o perezca, relajando los vnculos15. Es, en consecuencia,
tal preceptiva, una expresin de fundamentalismo a nombre de la identidad de
la mismidad.
Con estos argumentos metafsico-especulativos de la identidad absoluta
Parmnides, ms all de lo mitolgico y el intento de refutacin de la concepcin
del ser de Pitgoras y Herclito, estaba sentando las bases de la exclusin del otro
como otro diferente, a nombre de la mismidad. Esto se evidencia en el greco10 Foulquie, Paul. Diccionario del lenguaje filosfico, Trad. del francs por Csar Armando
Gmez, (Barcelona: Editorial Labor, 1967), 497.
11 Parmnides, en: Los Presocrticos, t. I, Trad. de Juan D. Garca Bacca, (Mxico D. F.: El
Colegio de Mxico, 1943), 24.
12 Ibd., 25.
13 Ibd., 27.
14 Ibd., 21.
15 Ibd., 23-24.
17
centrismo de la Grecia clsica, pues los que no eran griegos eran simplemente
calificados como brbaros, por eso se ha afirmado que la Grecia clsica16
tambin fue clsica en la exclusin del otro.
16 A modo de ejemplo ilustra bastante bien esta concepcin la filosofa poltica del gran Aristteles. Al recordar ste a los cantores de la Hlade afirm: dicen los poetas que es justo que
los griegos manden sobre los brbaros, entendiendo que brbaro y esclavo es lo mismo.
El trmino brbaro que los griegos utilizaron tambin lo aplicaron los romanos a los pueblos
diferentes a ellos, que a su vez sometieron, entre estos los iberos. Igualmente, por curioso contraste, los espaoles y portugueses llamaron brbaros a los indios y africanos que esclavizaron
en Amrica. El concepto brbaro se convirti en el pretexto para esclavizar y someter a los otros
desde la mismidad excluyente. Esto qued bien definido y explicado por Aristteles al puntualizar
que desde el nacimiento unos seres estn destinados a ser regidos y otros a regir.
Es evidente el manejo que hace de los conceptos Otro y Diferencia. En funcin de su argumentacin sostiene: Asimismo, tratndose de la relacin entre macho y hembra, el primero
es superior y la segunda es inferior por naturaleza, el primero rige y la segunda es regida.
Lo mismo tiene que ocurrir necesariamente entre todos los hombres. Todos aquellos que difieren de los dems tanto como el cuerpo del alma o el animal del hombre [] son esclavos
por naturaleza, y para ellos es mejor estar sometidos a esa clase de imperio, lo mismo que
para el cuerpo y el animal. Pues es naturalmente esclavo el que es capaz de ser de otro (y por
eso es realmente de otro) y participa de la razn en la medida suficiente para reconocerla pero
sin poseerla. Es decir, el esclavo es slo racional en la medida en que comprende que l es
diferente por naturaleza de su dueo y seor, en este caso el griego.
Resumiendo que es, pues, manifiesto que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y
que para estos ltimos la esclavitud es a la vez conveniente y justa.
Desde esta supuesta justicia se consider que todos aquellos hombres inferiores merecan ser
esclavos. Con esta lgica, en la que el griego de entonces se consideraba superior a los dems
pueblos, incluidos los otros de Europa, el Asia y frica, Aristteles arrib a la fundamentacin del
etnocentrismo. Expres que los [hombres] que habitan en los lugares fros, y especialmente los
de Europa, estn llenos de bro, pero faltos de inteligencia y de tcnicas, y por eso viven en cierta
libertad, pero sin organizacin poltica e incapacitados para gobernar. Los que habitan el Asia son
inteligentes y de espritu tcnico, pero les falta bro, y por tanto llevan una vida de sometimiento
y de servidumbre. La raza griega, insisti as como ocupa localmente una posicin intermedia,
participa de las caractersticas de ambos grupos y es a la vez briosa e inteligente; por eso no slo
vive libre, sino que es la que mejor se gobierna y la ms capacitada para gobernar a todos los dems
pueblos si alcanza la unidad poltica. Grecocentrismo que intent poner en prctica su discpulo
Alejandro Magno, al construir su efmero imperio. No obstante, los discpulos eurocentristas del
Maestro aprendieron la leccin del etnocentrismo y la aplicaron a los dems pueblos del mundo,
llevando a cabo la conquista y colonizacin moderna de Amrica, Asia y frica. Ellos eran los
portadores de la civilizacin, los Otros, segn el trmino aristotlico, eran los brbaros.
Aristteles. Poltica, en: Poltica-Metafsica, Trad. de Julin Maras y Mara Araujo (La
Habana: Estudios, Instituto de Libro, 1968), 370, 375-376, 468.
18
33 Ibd., 311.
34 Ibd.
35 Ibd., 318.
36 Kant, Emmanuel. Crtica de la razn pura. Critica de la razn prctica, (La Habana: Editorial
de Ciencias Sociales, 1973), 114.
37 Ibd., 141.
22
negativamente: A no puede ser a la vez A y no-A. [...], en vez de ser una verdadera ley del pensamiento, no es sino ley del intelecto abstracto38, porque, una
proposicin [de identidad] promete ya una diferencia39. Desde aqu se demuestra
que la autntica identidad es la identidad en la diferencia, anttesis de la identidad
de la mismidad como seudoidentidad.
En cuanto a Hegel el propio Ricoeur reconoci la trascendencia de ste en
cuanto destac que s mismo como otro sugiere, en principio, que la ipseidad
del s mismo implica la alteridad en un grado tan ntimo que no se puede pensar
en una sin la otra, que una pasa ms bien a la otra, como se dira en el lenguaje
hegeliano40. En especfico se refiri al concepto de mediacin de Hegel.
Mas, el postulado arriba indicado, el cual subraya que la autntica identidad
implica el reconocimiento de la alteridad, es decir, de los otros como otros, es
violada y violentada por la mismidad indiferenciada como concrecin de la
identidad de la mismidad, como en el caso del totalitarismo, del latn totalis,
trmino acuado para indicar la doctrina del fascismo italiano, y por consiguiente del nazifascismo alemn: todo por y para el Estado. Y que en realidad
como prctica y doctrina poltica estatal se opone a la unidad en la diversidad
como tambin ocurri con el estalinismo y sus especies derivadas dentro del
sistema socialista.
Hay que significar que entre los investigadores de la identidad ha sido Erik
Erikson el que ha llamado la atencin sobre el totalitarismo como expresin de
identidad negativa, es decir, como manifestacin de la identidad de la mismidad,
dedicndole un pargrafo41 en su libro Identidad, juventud y crisis, de 1971. Al
distinguir, en su tipologa, la identidad negativa de la identidad positiva, explicit:
en consecuencia, si bien puede decirse que la identidad es un hecho bueno en la
evolucin humana porque las cosas buenas son aquellas que parecen haber sido
necesarias para lo que, por cierto, ha sobrevivido no debemos pasar por alto la
38 Hegel, J. G .F. Enciclopedia de las ciencias filosficas, Trad. Eduardo Ovejero y Maury, (La
Habana: Estudios, Instituto del Libro, 1968), 135.
39 Ibd.
40 Ricoeur, Paul. S mismo como otro, op. cit., XIV.
41 Erikson, Erik H. Identidad, juventud y crisis, Trad. al espaol de Margarita Galeano. (Barcelona: Editorial Paids Ibrica, 1971), 62-74.
23
42 Ibd., 34.
43 Ibd.
44 Ibd., 64.
45 Ibd.
46 Ibd., 34.
47 Ibd., 255.
24
57 Ibd., 136.
58 Ibd.
59 Ibd.
60 Ibd., 257.
61 Ahora bien: entre los opuestos por contradiccin no hay ningn medio. Pues esto es la
contradiccin, la oposicin de dos contradicciones entre las que no hay medio posible, de
manera que uno de los de los dos trminos est necesariamente en el objeto. Las dems
clases de oposicin son la relacin, la privacin y la contrariedad. Aristteles. Metafsica.
Ibd., 255.
62 Ibd., 254-256.
63 Como he dicho, casi entre lneas, las diferencias contrarias son la razn suficiente de la
contrariedad entre las especies, las cuales se componen lgicamente del gnero comn y la
diferencia especfica. Ibd., 257.
27
71 Herder, Johann Gottfried. Ideas para una filosofa de la historia de la humanidad, Trad. de J.
Rovira Armengol (Buenos Aires: Editorial Losada, 1951), 193.
72 Cfr. Serrano Caldera, Alejandro. La unidad en la diversidad. Hacia una cultura del consenso.
(Managua: Editorial San Rafael), 1993.
73 Erikson, Erik H. Identidad, juventud y crisis, op. cit., 14.
74 Ibd., 44.
30
75 Ibd., 42.
76 Ibd.
77 Ibd., 242.
78 Taylor, Charles. Las fuentes del yo. La construccin de la identidad moderna, Trad. de Ana
Lizn (Barcelona: Ediciones Paids Ibrica, 1996), 12.
79 Ibd.
80 Ibd., 197.
81 Ibd., 397.
82 Ibd., 526.
31
Al desarrollar la idea de la relacin entre una y otra identidad alert que la identidad del yo no es un rasgo distintivo, ni siquiera una coleccin de rasgos posedos
por el individuo. []. Aqu la identidad supone continuidad en el espacio y el tiempo:
pero la identidad del yo es esa continuidad interpretada reflejamente por el agente.
Esto incluye el comportamiento cognitivo de la personalidad. Ser una persona no es
simplemente ser un actor reflejo sino tener un concepto de persona (en su aplicacin
al yo y a los otros)86. Ahora, ms puntualmente, concret la interaccin entre el yo
y el otro al especificar que segn se deduce de los puntos anteriores, la identidad
del yo se logra ms bien superando procesos de exploracin propia ligados entre s
y mediante el desarrollo de la intimidad con el otro87. Pero haciendo observar que
la identidad se construye, no somos lo que somos, sino lo que hacemos88. En otro
ngulo, en direccin de la identidad cultural del individuo apunt que el contenido
de la identidad del yo los rasgos de los que estn construidas las biografas varan
social y culturalmente, como ocurre con otros mbitos existenciales89. Esto significa
el reconocimiento de la identidad en la diferencia en materia de la identidad cultural.
El pensamiento europeo, tendencialmente, fundament y desarroll la concepcin de la identidad en la diferencia en el plano terico. Pero, hasta comienzos del
siglo XX no aplic tal teora a los anlisis de la cultura, con excepciones como las
de fray Bartolom de las Casas, Michel de Montaigne o Herder. No se encuentra
en el mismo una construccin de la identidad cultural, que a su vez contemple la
integracin como principio de sta. Esta aportacin, la de la identidad cultural,
como tipo de identidad en la diferencia ser una aportacin del pensamiento
hispano portugus americano y latinoamericano del siglo XIX. Lo que s es justo
reconocer es que, la concepcin de la identidad en la diferencia, de incuestionable
origen europeo, sirvi de base a los latinoamericanos para fundamentar la identidad
cultural y los proyectos de integracin.
Este hecho ha sido reconocido por investigadores del pensamiento latinoamericano actual, como en el caso del profesor espaol Carlos Beorlegui, quien
refirindose al subttulo de su significativa y monumental obra, Historia del
pensamiento filosfico latinoamericano, de 2004, ha subrayado: el subttulo
86 Ibd., 126.
87 Ibd.
88 Ibd., 99.
89 Ibd., 76.
33
1.2
101 Una vez ms: la mejor descripcin de cualquier cultura en trminos de concreta realidad,
consistir en precisar y analizar todas las instituciones en virtud de las cuales se considera
organizada. Aadiendo en cuanto a su funcin: la funcin, [], es el papel que la institucin
juega dentro del esquema total de la cultura. Malinowski, Bronislaw. Una teora cientfica
de la cultura. (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1948), 62.
102 Cassirer, Ernst. Antropologa filosfica. Introduccin a la filosofa de la cultura, Decimosexta
reimpresin. (Mxico D. F.: Fondo de Cultura Econmica, 1994), 108.
36
103 Cassirer, Ernst. Las ciencias de la cultura, sexta reimpresin. (Mxico D. F.: Fondo de
Cultura Econmica, 1993), 50, 189-191.
104 Malinowski, Bronislaw. Una teora cientfica de la cultura, op. cit., 49-65.
105 Leslie A. White. La energa y evolucin de la cultura, (The Sciencie of Culture, 1969),
en: Paul Bohannan y Mark Glazer, (Comp.). Antropologa: lecturas, Trad. al espaol
de Mara Luisa Carrio y Mercedes Valles, segunda edicin. (La Habana: Editorial Flix
Varela, 2003).
106 Steward, Julian. El concepto y el mtodo de la ecologa cultural, (1955), en: Paul
Bohannan y Mark Glazer, (Comp.). Antropologa: lecturas, Trad. al espaol de Mara
Luisa Carrio y Mercedes Valles, segunda edicin. (La Habana: Editorial Flix Varela,
2003).
107 Harris, Marvin. Culture, Man and Nature. An introduction to General Anthropology, Thomas
I. Crowell Co., New York, 1971. Cultural materialism. The Struggle for a Science of Cultura.
New York: Random House, 1979. Traduccin espaola: Materialismo cultural. (Madrid:
Alianza, 1987).
37
En consecuencia, de este sistema de principios, se deduce que no toda creacin humana es expresin de cultura. Esto ya fue advertido por Werner Jaeger en
el anlisis de la paideia como primera concrecin del trmino cultura en la Grecia
antigua. De tal modo subray que se adapta perfectamente a nuestra caracterizacin
de los sofistas como humanistas, los creadores del concepto de la cultura, aunque
no podan sospechar que esta metfora [de la agricultura] aplicada simplemente
al contenido de la educacin del hombre fuera tan rica en matices y llegara un da
a convertirse en el ms alto smbolo de la civilizacin. Pero este triunfo de la idea
114 Pars, Carlos. El animal cultural. Biologa y cultura en la realidad humana. (Barcelona: Crtica
-Grijalbo Mondadori, 1994).
39
115 Jaeger, Werner. Paideia: los ideales de la cultura griega, op. cit., 286.
116 Ibd., 781-1108.
117 Abbagnano, Nicols. Historia de la filosofa, t. I, Trad. al espaol de Juan Estelrich. (La
Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1971), 46.
40
no es la ciencia la que yo injurio118, sino la depravacin, la corrupcin de las costumbres y la cultura. Su crtica iba dirigida a la cultura impositiva alienante. Afirm
que tantos establecimientos construidos al gusto de los sabios [de la servidumbre]
no tienen otro objeto que hacer ms fcil la imposicin de las ciencias y de inclinar los espritus a su cultura119, (la cursiva es nuestra); es decir, la cultura de la
imposicin o cultura hegemnica. No es casual, entonces, que sustenta que el
ms apreciable de los bienes no es la autoridad, sino la libertad120.
La libertad era la finalidad y el logro esencial de la formacin cultural. Cultura sin libertad no es propiamente autntica cultura, de ah que puntualizara que el
objetivo de los creadores de la cultura era la de contribuir por su fama al bienestar
de los pueblos a quienes han enseado la sabidura. Solamente entonces se ver lo
que pueden la virtud, la ciencia y la autoridad animadas por una noble emulacin
y trabajando de consumo por la felicidad del gnero humano121.
Siguiendo, en parte, las huellas de Rousseau en la teora alemana de la cultura,
llamada Bildung, Kant al tratar el hombre como un sistema de fin de fines, en el fin
final de la naturaleza, y bastndose a s mismo, seal que se debe encontrar en
el hombre mismo lo que ha de ser favorecido como fin por medio de su enlace con
la naturaleza, deber ser ese fin, o bien de tal ndole que pueda ser satisfecho por la
misma naturaleza bienhechora, o ser la aptitud y habilidad para toda clase de fines,
para los cuales pueda la naturaleza (interior y exteriormente) ser utilizada por el
hombre. El primer fin de la naturaleza sera la felicidad; el segundo la cultura122.
Como puede apreciarse, Kant en el juicio teleolgico como sistema de fin
de fines situ la cultura, que sera la coronacin de la naturaleza en su mximo
118 Rousseau, J. J. Discurso sobre si el restablecimiento de las ciencias y de las artes ha contribuido
al mejoramiento de las costumbres, (1750), en: Juan Jacobo Rousseau. Obras escogidas. Trad.
al espaol Jos Marchena y Everardo Velarde. (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales,
1973), 498.
119 Ibd., 513.
120 Rousseau, J. J. Emilio o de la educacin, en: Rousseau, J.J. Obras escogidas, op. cit., 89.
121 Rousseau, J. J. Discurso sobre si el restablecimiento de las ciencias y de las artes ha contribuido al mejoramiento de las costumbres, Ibd., 515.
122 Kant, Emmanuel. Crtica del juicio, en: Kant, Emmanuel. Crtica de la razn prctica.
Crtica del juicio y Fundamentacin de la metafsica de las costumbres, Trad., E. Miana y
Villagrasa y Manuel Garca Morente (Buenos Aires: Coleccin Clsicos Inolvidables, Librera
El Ateneo Editorial, 1951), 420.
41
127 Ribeiro, Darcy. El proceso civilizatorio. Etapas de la evolucin sociocultural (La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales, 1992), 15.
128 Ribeiro, Darcy. Las Amricas y la civilizacin. Proceso de formacin y causas del desarrollo
desigual de los pueblos americanos (La Habana: Ediciones Casa de las Amricas, 1992), 3031, 58-78.
129 Ibd., 30.
130 Ibd.
131 Empleamos el trmino deculturacin para designar el proceso implicado en situaciones
especiales en que contingentes humanos separados de sus sociedades y por consiguiente, de
sus ambientes culturales por sometimiento o traslado, son reclutados como mano de obra
de empresas ajenas, lo que los sita en la contingencia de abandonar su patrimonio y adoptar
nuevos modos de hablar, hacer y pensar. En estos casos, el nfasis est puesto ms en la erradicacin de la cultura original que en la interaccin cultural. La deculturacin es casi siempre
una etapa anterior y tambin un requisito previo del proceso de aculturacin. Esta ltima
fase tiene lugar despus de la deculturacin, cuando comienza el esfuerzo por consolidar un
nuevo conjunto de comprensiones comunes a los dominadores y a los dominados, que haga
viable la convivencia social y la explotacin econmica. Tanto la socializacin de las nuevas
generaciones de la sociedad naciente como la asimilacin de los inmigrantes, se cumplen
entonces por su incorporacin al conjunto de costumbres, creencias y valores propios de
aquella protoclula tnica. Ribeiro, Darcy. El proceso civilizatorio. Etapas de la evolucin
sociocultural, op. cit., 221.
43
No puede ponerse en duda, por una parte, que la distincin entre cultura
autntica y cultura espuria tiene un valor propedutico para investigar procesos
culturales del pasado y el presente, puntualizndose que la cultura espuria es propia
de sociedades sometidas, y que por consiguiente sufren la alienacin. Sin embargo,
tal distincin es demasiado esquemtica o rgida, pues no da cuenta de cmo en el
mismo proceso histrico-cultural dependiente no todo est estrictamente enajenado
en materia de cultura como un todo complejo creador. Asimismo, por otro lado, no
permite esclarecer procesos complejos y complicados en cuanto al trnsito de la
cultura alienada a la desenajenacin humanista dentro de una sociedad sometida,
o en vas de superar la hegemona cultural.
Esta limitacin terica, en buena medida, tiene lugar porque en la epistemologa cultural de Darcy Ribeiro, conceptuada por l mismo de esquema, no emple el
concepto de transculturacin132 acuado por el cubano Fernando Ortiz en el libro
Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar, de 1940, subtitulado Advertencias
de sus contrastes agrarios, econmicos, histricos y sociales, su etnografa y su
transculturacin. Texto omitido en El proceso civilizatorio, y aunque aparece
en la bibliografa de Las Amricas y la civilizacin no se utiliz para fundamentar
la interaccin entre la cultura dominante y la dominada, la cual en su interaccin
lleva a modificar la una y la otra, y finalmente generara una nueva cultura en el
proceso de civilizacin.
Tambin la teora de la comunicacin ha contribuido a esclarecer que no
toda creacin en la contemporaneidad puede denominarse cultura, pues hay
132 En cuanto a la transculturacin Fernando Ortiz, por primera vez, plante: por transculturacin se quiere significar el proceso de trnsito de una cultura a otra y sus repercusiones
sociales de todo gnero. Precisando que el vocablo expresa mejor las diferentes fases del
proceso transitivo de una cultura a otra, porque ste no consiste solamente en adquirir una
distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz angloamericana aculturacin, sino que
el proceso implica tambin necesariamente la prdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturacin, y, adems, significa la consiguiente
creacin de nuevos fenmenos culturales que pudieran denominarse de neoculturacin. Al
fin, como bien sostiene la escuela de Malinowski, en todo abrazo de culturas sucede lo que
en la cpula gentica de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero tambin siempre es distinta de cada uno de los dos. En conjunto, el proceso es
una transculturacin. Ortiz, Fernando. Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar (La
Habana: Consejo Nacional de Cultura, 1963), 99,103. Vase tambin: Colectivo de autores.
Transculturacin en Fernando Ortiz, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1981. Y
Angel Rama. Transculturacin narrativa en Amrica Latina. (Mxico D. F.: Siglo XXI
Editores, 1982).
44
productos, servicios e informacin que en lugar de ser autntica cultura constituyen una especie de seudocultura, como han fundamentado representantes
de la Escuela de Francfort133, sin omitir a otros como Umberto134 Eco, Jean
Boudrillard, Jess Martn-Barbero135 o Nstor Garca Canclini136, la mayora
estudiados por Blanca Muoz en Teora de la pseudocultura. Libro en el que
afirma que la pseudocultura, (sic), es una parlisis de las facultades, tanto sensibles como intelectuales. Su lgica es el mercado y, de este modo, el fetichismo
es inherente a sus contenidos137. En general, los investigadores y analistas
coinciden en que la seudocultura es el resultado de la enajenacin producido
por ciertos medios de comunicacin masivos, mass media, y la industria
cultural138 del entretenimiento, en que se dan la prdida de las facultades intelectivas y de sensibilidad, debilitndose el conocimiento, las representaciones
simblicas y la accin, as como la relajacin de la coherencia social, todo lo
cual conduce a la pasividad, producindose un simulacro de cultura139 en vez
de la autntica cultura.
No obstante, respecto de la industria cultural y los medios de comunicacin
de masas y sus funciones culturales se han adoptado en ocasiones posturas
en extremo maniqueas y unilaterales, concibindose tales funciones desde lo
133 Adorno, Theodor W. Crtica cultural y sociedad. Barcelona: Ariel, 1969; Filosofa y supersticin. Madrid: Alianza, 1972; La ideologa como lenguaje. Madrid: Taurus, 1971; Televisin y
cultura de masas. Crdoba: Eudecor, 1966. Adorno, Theodor W y Max Horkheimer. Dialctica
del iluminismo. (Buenos Aires: Sur, 1971).
134 Eco, Umberto. Apocalpticos e integrados ante la cultura de masas. Barcelona: Lumen, 1968.
Eco, Umberto et l. Los efectos de la comunicacin de masas. (Buenos Aires: Jorge lvarez,
1964).
135 Martn-Barbero, Jess. Procesos de comunicacin y matrices culturales. Mxico D.F.: Ediciones de Gustavo Gili de Mxico y Felafacs, 1991. De los medios a las mediaciones. Mxico
D. F.: GG. Mass Media, 1987.
136 Garca Canclini, Nstor. Culturas hbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Mxico D. F.: Editorial Grijalbo-Conaculta, 1989. Consumidores y ciudadanos.
Conflictos multiculturales de la globalizacin. (Mxico D. F.: Grijalbo, 1995). Culturas
en globalizacin. Amrica Latina, Europa y Estados Unidos, (Coord.). (Caracas: Nueva
Sociedad, 1996).
137 Muoz, Blanca. Teora de la pseudocultura. Estudios de la sociologa de la cultura y de la
comunicacin de masas. (Madrid: Editorial Fundamentos, 1995), 70.
138 McDonald, D. La industria de la cultura. (Madrid: Alberto Corazn, 1969).
139 Baudrillard, Jean. Cultura y simulacro. (Barcelona: Kairs, 1978).
45
que Mattelart140 denomin funcin narctica de los medios, es decir, enajenacin. Es un hecho incontrovertible que cierta industria cultural y los mass
media crean y transmiten seudocultura, como la pornografa, la cartomancia,
la informacin que desinforma, verdades a medias, el kitsch y mensajes
subliminales publicitarios: debilitamiento del homo sapiens por efectos del
homo videns, segn la tesis de Giovanni Sartori141. No puede negarse tampoco
que en la propia industria cultural y en las grandes cadenas transnacionales de
la informacin que incluyen prensa, televisin, cine, radio, y ahora internet,
tambin se encuentran productos culturales buenos y de calidad; que cumplen
ya sea el caso y la multisemia funciones142 hedonsticas, ldicas, antropolgicas, cognoscitivas, informativas, educativas, e incluso ideolgico-polticas
con signo positivo. El problema y la solucin est en rechazar y realizar la
crtica a la seudocultura y asumir aquello que culturalmente tiende a potenciar,
confirmar y desarrollar lo humano en cualesquiera de las determinaciones,
mbitos, contextos o formas de la cultura, pues la cultura es tambin es un
recurso143 en la era de la globalizacin.
En esta sntesis de las diferentes concepciones de la cultura no se obvia lo
que se ha denominado contracultura144, que independientemente de la postura de
varios de sus tericos, concuerdan que represent y representa una expresin
contra la cultura institucional dominante nacida en los aos sesenta del siglo XX;
140 Mattelart, Armando. La comunicacin masiva en el proceso de liberacin. (Mxico D. F.: Siglo
XXI Editores, 1973); La cultura como empresa transnacional. (Buenos Aires: Galerna, 1974);
Multinacionales y sistemas de comunicacin. Los aparatos ideolgicos del imperialismo.
(Mxico D. F.: Siglo XXI Editores, 1977); Mattelart, A. y M. Stourdze. Tecnologa, cultura
y comunicacin. (Barcelona: Mitre, 1984).
141 Sartori, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida, Trad. al espaol de Ana Daz Soler.
Quinta reimpresin, (Mxico D. F.: Taurus, 1999).
142 Blake, Reed H. y Haroldsen, Edwin O.. Taxonoma de los conceptos de comunicacin, Trad. de
Leticia Halperin Donghi. (Mxico D. F.: Ediciones Nuevamar, 1980). Eric Clarck. La publicidad
y su poder. Las tcnicas de provocacin al consumo, Trad. al espaol de Francisco Rodrguez de
Lecea, primera reimpresin. (Mxico D. F.: Editorial Planeta Mexicana, 1989). Gillo Dorfles.
La publicidad: una controversia. (Mxico: Ediciones Eufesa, 1983). Pedro Montaner y Rafael
Moyano. Cmo nos comunicamos? Del gesto a la telemtica, segunda edicin y primera reimpresin. (Mxico D. F.: Logman de Mxico Editores y Alhambra Mexicana, 1996).
143 Ydice, George. El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global, Trad. al espaol
de Gabriela Ventureira y Desiderio Navarro. (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2006).
144 Roszak, Theodore. El nacimiento de una contracultura. (Barcelona: Kairs, 1970). Brito
Garca, Luis. El imperio contracultural: del rock a la postmodernidad. (La Habana: Editorial
Arte y Literatura, 2005).
46
de aqu que algunos como Jos Agustn la identifiquen como culturas alternativas
o de resistencia145; aunque contracultura y resistencia cultural siempre las ha
habido aunque no se hayan nominado de ese modo.
Finalmente, sin soslayar los aportes a la teora de la cultura desde diferentes
disciplinas expuestas anteriormente, aqu se sostiene conceptualmente que, la
cultura es una totalidad compleja omniabarcadora, sistmico-estructural y polifuncional; que caracteriza el proceso de creacin y re-creacin comunicativa, objetivacin y subjetivacin, produccin y re-produccin de la sociedad y el hombre;
la cual como organizacin e institucin propicia la vida en comunidad y en grupos,
as como la difusin socializadora de lo creado; representando, a su vez, el dominio,
control y libertad del hombre sobre la naturaleza, la sociedad y de s mismo. Y,
por consiguiente, expresando el grado de desarrollo social como reafirmacin de
medida de lo humano en condiciones histrico-concretas del aqu y ahora.
independiente, prestigio, autoridad. Llega un momento en que la vida que crea todo
eso se inclina ante ello, se rinde ante su obra y se pone a su servicio. La cultura se
ha objetivizado, se ha contrapuesto a la subjetividad que la engendr. Ob-jeto, objectum, Gegenstand significa eso: lo contra-puesto, lo que por s mismo se afirma y
opone al sujeto como su ley, su regla, su gobierno. En este punto celebra la cultura
su sazn mejor147. La vida impone a todas sus actividades un imperativo de integridad, y quien diga s a una de ellas tiene que afirmarlas todas148, oponiendo
a la concepcin la vida para la cultura el axioma la cultura para la vida.
De lo expuesto se colige que las formas, determinaciones, mbitos, contextos
o tipos de cultura son, a su vez, objetivos y subjetivos, por lo que la contraposicin
entre la cultura material y la cultura espiritual es relativa, pues ambas constituyen la unidad de lo objetivo y subjetivo en su correlacin e interaccin. Un paso
significativo en esa direccin lo dio Cassirer al sealar que la subjetividad y
la objetividad forman, cada una de ellas, una esfera independiente y aparte, y el
anlisis de determinada forma espiritual slo parece logrado y consumado cuando
llegamos a ver claro en cul de las dos esferas aparece encuadrada la forma149. Y
a tal contraposicin, no carente de significacin, puntualiz: sin embargo, desde
un punto de vista crtico, esta alternativa se reduce a una apariencia dialctica.
Quien enfoque as el problema, advierte que la experiencia interior y exterior no
son dos cosas distintas y separadas, sino que responden a condiciones comunes
y que slo pueden existir la una en relacin a la otra y constantemente enlazadas
entre s. Desde este punto de vista dejan de ser sustancialmente distintas, para
convertirse en cosas entre las que media una correlacin y que se complementan
la una a la otra150.
Ms puntualmente acot que lo ideal slo existe representado de algn
modo material, asequible a los sentidos, y encarnado en esta representacin. La
religin, el lenguaje, el arte: todo esto es slo asequible para nosotros a travs
de los monumentos que cada una de esas manifestaciones van creando y que
147 Ortega y Gasset, Jos. El tema de nuestro tiempo, en: Obras completas, t. III, sexta edicin.
(Madrid: Revista de Occidente, 1966), 168.
148 Ibd.
149 Cassirer, Ernst. Las ciencias de la cultura, op. cit., 50.
150 Ibd.
48
son los signos, los vestigios del pensamiento151. Concret que la cultura parta
del hecho mismo de la creacin humana, donde la obra no es, en el fondo,
otra cosa que un hecho humano condensado, cristalizado como ser, pero que
tampoco en esta cristalizacin reniega de su origen. La voluntad creadora y la
fuerza creadora de que eman perviven y perduran en ella, inspirando nuevas
y nuevas creaciones152.
Sin el proceso de objetivacin y subjetivacin de la cultura no se puede
entender la comunicacin y difusin social de lo creado, trminos ausentes hasta
entonces en la teora de la cultura, e incluso omitido en importantes analistas contemporneos de la misma como Marvin Harris, a pesar de su materalismo cultural.
Cassirer concret que en el terreno de la cultura, el desarrollo y la accin
del individuo se hallan entrelazados con el desarrollo y la accin del conjunto de
un modo completamente distinto y mucho ms profundo. Lo que los individuos
sienten, quieren, piensan, no queda encerrado dentro de ellos mismos; se objetiva, se plasma en su obra. []. Son, como he dicho, puntualiz ms duraderos
que el bronce, pues no encierran solamente algo material, sino que constituyen
la expresin de un algo espiritual, de algo que, al encontrarse con sujetos afines
y sensibles, puede verse libre de su envoltura material, para entrar de nuevo en
accin153.
Mas, como antes apunt, la distincin entre lo objetivo y lo subjetivo, la
cultura material y la cultura espiritual no carece de importancia, pues el problema no est en el objeto cultural, sino en sus funciones. Por eso subray que
la unidad del objeto cede el puesto, aqu, a la unidad de la funcin154. Se
trata, considerando el asunto en trminos generales, de determinar el qu de
cada forma cultural de por s, la esencia del lenguaje, de la religin, del arte,
[etctera]. Qu es y qu significa cada una de estas formas, y qu funcin
cumple155. Y aunque se detuvo a examinar lo que la tradicin ha llamado cultura espiritual, no obvi las funciones especficas de las formas de la cultura
151 Ibd., 68.
152 Ibd., 191.
153 Ibd., 189.
154 Ibd., 34.
155 Ibd., 147.
49
econmicos, ticos, polticos, militares, eclesisticos, ocupacionales y profesionales, recreativos, etc.166. Mientras el sistema ideolgico est compuesto de
ideas, creencias, conocimientos, expresados en lenguaje articulado u otra forma
simblica. Mitos y teologas, leyenda, literatura, filosofa, ciencia, saber popular
y conocimiento de sentido comn forman esta categora167.
Cabe puntualizar que lo que White denomin sistema ideolgico en la estructura de la cultura no es ms que la cultura espiritual o cultura subjetiva en otras
taxonomas de la cultura, como puede apreciarse en Gustavo Bueno.
Precisamente, Bueno168 plante un enfoque de la cultura que se debe tener en
cuenta para el estudio estructural de la identidad cultural. Las identidades culturales
afirm presuponen no slo un esquema de la naturaleza objetual (instituciones,
artes, ceremonias), sino tambin esquemas de naturaleza subjetual y social (la
identidad del pueblo, de la nacin). Aadiendo, adems, esferas o crculos para la
investigacin cultural en el sentido etnogrfico, como la cultura egipcia, la maya,
la francesa u otras. Criterio coincidente, tambin, con el sustentado por el autor
de esta investigacin, sobre todo en cuanto a la naturaleza objetiva y subjetiva
de la identidad cultural, desde el plano del concepto determinaciones culturales169.
Vista as la cultura, como totalidad creadora, la identidad que la califica
representa una categora omnicomprensiva y compleja, que es expresin de la
identidad en la diferencia, notacin terica implicada en su com-posicin sistmico-estructural. Sin hacer culto a la forma, que est imbricada en el contenido
de la cultura, ella representa la ley de la estructura en la con-formacin de los
sistemas, en este caso, socioculturales.
Semnticamente, las palabras conformacin y composicin devienen conceptos tericos. La preposicin con indica unin y la manera de hacer algo, en tanto
formacin, derivada del verbo formar, significa constitucin y composicin. Por
166 Ibd.
167 Ibd.
168 Bueno, Gustavo. El mito de la cultura. (Barcelona: Editorial Prensa Ibrica, 1996), 158-186.
169 Rojas Gmez, Miguel. El problema actual de la identidad cultural de Amrica Latina y la
vigencia de la solucin martiana. (Monterrey: Universidad Autnoma de Nuevo Len, 1994),
19-48.
52
volmenes, etc. Y as con los dems contextos, en funcin de la vida social y sus
significados identitarios.
Lo que se denomina cultura material, con sus respectivos contextos el
medio geogrfico, la economa, las artes culinarias, las herramientas, el transporte, y en parte la arquitectura, sin olvidar que sta tambin es arte se determina por la importancia constitutiva de los objetos, la duracin, la utilidad
y funcionalidad, por el valor de uso y de consumo. Mas, la cultura material es
asimismo espiritual, subjetiva, ella es el resultado de la cosificacin u objetivacin prctica del pensamiento, las ideas, la imaginacin, la manera de sentir
y comunicarse el hombre.
Una y otra, la cultura material y subjetiva, implican conocimientos y tcnicas.
Pero la funcin intrnseca de cada una de ellas no es producir conocimientos, esto
atae a la ciencia, la cual en esta morfologa pertenece a la determinacin de la
cultura cientfico-tecnolgica. Ambas se ubican en esta determinacin cultural
por la estrecha relacin que hay entre ellas, sobre todo despus de la revolucin
industrial, y por la sincrona e interaccin contempornea de las dos revoluciones,
que llev a crear el trmino Revolucin Cientfico-Tcnica, pues entre el descubrimiento cientfico y su aplicacin tecnolgica a la produccin media muy poco
tiempo, sucede casi al unsono.
La ciencia es adquisicin de conocimientos siempre crecientes, validacin de
los mismos y rectificacin del error a travs de la demostracin lgico-racional, la
demostracin lingstica, la observacin, el experimento y la prctica. Construye
teoras y predice heursticamente el camino de la investigacin.
Por otra parte, la tcnica, del griego techne, significa oficio, maestra. Con
mayor amplitud y precisin concierne a los procedimientos, destrezas y habilidades
para dirigir y ejecutar eficazmente la actividad creadora, el empleo y manejo de
los instrumentos y medios para aprovechar, modificar o transformar la naturaleza,
la sociedad, la cultura y el hombre mismo.
Las revoluciones tecnolgicas: agrcola, urbana, metalrgica, mercantil, industrial, termonuclear, electrnica, telemtica, biotecnolgica y otras, han generado en
el continuum de la evolucin sociocultural modificaciones estructurales en la vida
social. En la actualidad su conjuncin con la revolucin cientfica produce impactos
55
1.3
insatisfaccin, sin nihilismo, sin omitir la tematizacin desde una u otra perspectiva de la filosofa, la sociologa, la antropologa, la psicologa o la teora de la
cultura, corriente o autor, a partir de los presupuestos y definiciones de cultura e
identidad en la diferencia sostenidos, se define y expresa que la identidad cultural
es una categora omniabarcadora y compleja, que como identidad en la diferencia contiene, en correlacin, la mismidad y la alteridad, el yo y el otro, de aqu
su carcter inclusivo; representando una identidad colectiva como horizonte de
sentido, con capacidad de autorreconocimiento y distincin, la cual caracteriza
la manera comn de vivir en el tiempo y el espacio del ser humano; expresando
el quehacer del hombre en el proceso de creacin y re-creacin comunicativa;
la cual, como sntesis de mltiples determinaciones o dimensiones, comporta un
universal concreto-situado, es decir, un aqu y ahora, respondiendo a las preguntas
qu he sido, qu soy y qu papel habr de desempear en el presente y futuro.
175 Las propugnadoras de este criterio plantean: mientras el concepto de cultura tiene un carcter
eminentemente antropolgico, el de identidad cultural [] es de naturaleza sociopsicolgica,
es decir, se refiere a hechos de conciencia (sean estos conscientes, subconscientes o inconscientes segn sea el caso). Garca Alonso, Maritza y Baeza Martn, Cristina. Modelo terico
para la identidad cultural. (La Habana: Centro de Investigacin y Desarrollo de la Cultura
Cubana Juan Marinello, 1996), 19.
57
176 En lneas generales la identidad cultural parece referirse a los modos y estilos de vida y sus
consiguientes producciones en el terreno de la cultura no material que posibilitan reconocer
una cultura en el tiempo. Supone entonces la afirmacin o la negacin de ciertas caractersticas
humanitarias. Recondo, Gregorio. Identidad, integracin y creacin cultural en Amrica
Latina. El desafo del MERCOSUR, op. cit., 135.
177 Cfr. Kymlicka, W. Ciudadana multicultural. Barcelona: Paids, 1996. Villoro, Luis. Estado
plural, pluralidad de culturas. (Mxico D. F.: Editorial Paids Mexicana y UNAM, 1988).
Oliv, Len. Multiculturalismo y pluralismo. (Mxico D. F.: Editorial Paids Mexicana, 1999).
178 Habermas, Jrgen. Identidades nacionales y postnacionales, Trad. Manuel Jimnez Redondo,
Segunda edicin. (Madrid: Tecnos, 1998). Habermas, Jrgen. La constelacin posnacional.
Trads. Pere Fabrat Abat, Daniel Gamper y Luis Prez Daz. (Barcelona: Paids Ibrica, 2000).
Oliv, Len y Salmern, Fernando, (Eds.). La identidad personal y la colectiva. (Mxico D. F.:
Universidad Nacional Autnoma de Mxico UNAM, 1994).
58
1.4
Asimismo, durante la centuria decimonnica, el proyecto de unidad europea cont con varios
impulsores, desde diferentes filiaciones filosficas e ideolgicas. Entre estos, en Francia, el
conde de Saint-Simon, Leroy Beaulieu y Vctor Hugo, quienes hablaron de los Estados Unidos de Europa. Mientras el suizo germanfilo J. C. Bluntschli aspiraba a formar un Estado
federal europeo y el escocs J. Lorimer una comunidad europea, en tanto el alemn Karl
Christian Krause concibi una federacin europea como una de las uniones continentales
de la federacin jurdica de la Tierra. Por contrapartida a las ideas de unidad europea se
impuso durante el siglo XIX y la primera mitad del XX el nacionalismo.
61
decisin tcnica de[be] llevar adelante un sistema de complementacin185, porque Amrica Latina tiene no slo problemas econmicos, sino, por encima de
todo, problemas polticos y sociales186.
Mientras, por su parte, Ral Prebisch plante la importancia de una complementacin programada187, la cual en el proceso de integracin no se puede
dejar librada solamente a las fuerzas del mercado, a la rebaja gradual y progresiva
de los derechos de aduana; esto es esencial; pero tambin hay que celebrar decididamente acuerdos de complementacin industrial, de distribucin del producto
de una determinada industria entre los distintos pases miembros, y ello no slo
para aprovechar las ventajas de la divisin del trabajo y de la especializacin, sino,
adems, para acelerar un reparto equitativo de los frutos de la integracin188. La
tesis sostenida, en lo esencial, iba dirigida a superar la integracin que se quedaba
solo en una integracin mercadista de la liberacin del mercado, de libre comercio, pues afectaba la equidad entre las naciones, y al interior de stas los grupos
y sectores sociales de menos recursos econmicos.
En esta misma lnea Bela Balassa sostiene que la integracin regional puede redundar en beneficios muy superiores a los que se lograran a travs de la
liberacin general del comercio, la cual afectara estos beneficios al reducir las
posibilidades de que se mantuvieran y establecieran industrias de altos costos en
los pases miembros189. Queda suficientemente esclarecido que estos analistas
de la integracin, en particular latinoamericana, dejaron sentado como principio
esencial de la integracin la complementariedad, la cual rebasa lo econmico,
pues si bien lo econmico es fundamental como base de la vida, al mismo tiempo
tiene que traducirse en mejora equitativa de cada una de las naciones integradas,
as como de todas las clases y grupos sociales que las componen. Igualmente
puntualizaron que la integracin, concebida como condicin del desarrollo, tena
que ir ms all de la liberacin del mercado y el libre comercio. Axioma no tenido
185 Ibd., p. 55.
186 Ibd., p. 53.
187 Prebisch, Ral. La integracin econmica en Amrica Latina, en: Eric Wyndham-White et l.
La integracin latinoamericana en una etapa de decisiones, op. cit., p. 33.
188 Ibd., p. 30.
189 Balassa, Bela. El segundo decenio para el desarrollo y la integracin econmica regional,
en: Eric Wyndham-White et l. La integracin latinoamericana en una etapa de decisiones,
op. cit., 18.
63
en cuenta por aquellos pases latinoamericanos que han firmado tratados de libre
comercio con Estados Unidos, los llamados TLC, que a la larga generaran nuevas
asimetras y dependencias.
En resumen, la integracin autntica, es inclusiva, y en el campo de la resemantizacin de los significados es creadora de unidad o identidad, revelando
la composicin del todo por las partes en su complementacin mutua, la incorporacin de nuevos elementos al sistema conformado, la interdependencia y
cohesin de los elementos de la unin, as como la sntesis en cualesquiera de
las determinaciones y contextos en que se efecte, como suele suceder en los
contextos culturales. Siendo su portador, en el orden social, un sujeto u hombre
histrico-concreto situado, que en calidad de actor social se representa por los
gobiernos, los Estados y el pueblo. De no concebirse as, la integracin se convertira en seudo-integracin, en una integracin vertical-hegemnica.
Integridad parece connotar una reunin, aun de partes bastante diversas, que
entran en una asociacin y organizacin beneficiosa193.
194 Recondo, Gregorio. Identidad, integracin y creacin cultural en Amrica Latina. El desafo
del MERCOSUR, op. cit., 165.
195 Ibd., 63.
196 Ortega y Gasset, Jos. Meditacin de Europa, en: Jos Ortega y Gasset. Obras completas,
t. IX. (Madrid: segunda edicin, Revista de Occidente, 1965). 295.
65
197 Jos Ortega y Gasset. Otros escritos afines. [La sociedad europea], en: Jos Ortega y Gasset.
Obras completas., t. IX, op. cit. 323-324.
198 Ibd., 325.
199 Ibd., 326.
66
200 Truyol y Serra, Antonio. La integracin europea. Anlisis Histrico-Institucional con textos y
documentos. Gnesis y desarrollo de la Comunidad Europea (1951-1997). (Madrid: Editorial
Tecnos, 1999). 19.
201 Ibd., 20.
202 Ibd., 21.
67
que contiene como principio esencial la integracin. Cuestin sta fundamentada por Francisco de Miranda, Simn Bolvar, Andrs Bello, Jos Cecilio del
Valle, Servando Teresa de Mier y Simn Rodrguez; subrayndose que desde la
Ilustracin hasta el Modernismo, pasando por el Romanticismo y el Positivismo
latinoamericanos decimonnicos se fundament el ideal de la integracin como
principio de la identidad cultural. Y sigue siendo hoy una concepcin vigente y
en perspectiva de desarrollo.
206 Ortiz, Renato. Identidades, industrias culturales, integracin, en: Manuel Antonio Garretn,
(Coord.). Amrica Latina: un espacio cultural en un mundo globalizado. Debates y perspectivas, segunda edicin. (Bogot: Convenio Andrs Bello, 2002), 333.
207 Iglesias, Enrique. La integracin econmica latinoamericana en la planificacin nacional del
desarrollo, en: Wyndham-White, Eric et l. La integracin latinoamericana en una etapa de
decisiones, op. cit., 57-58.
208 Touraine, Alan. Globalizacin, fragmentacin y transformaciones culturales en Amrica
Latina, en Manuel Antonio Garretn, (Coord.). Amrica Latina: un espacio cultural en un
mundo globalizado. Debates y perspectivas, op. cit., 35.
69
213 Cfr. Martnez, Osvaldo. ALBA y ALCA: el dilema de la integracin o la anexin, www.
cubaminrex.cu/actualidad/ALBA/ALBA.htm
71
2
Controversia sobre el origen del
concepto identidad cultural
2.1
y desarrollado el tema de la identidad cultural, mientras Occidente salvo excepciones no se haba preocupado de la identidad cultural como identidad en
la diferencia porque se consideraba a s mismo modelo o paradigma de cultura
universal. Por contrapartida al juicio anterior el profesor Stabb expone que las
tradiciones hispanoamericanas y su trayectoria histrica no son tan perentorias
como las de Europa occidental, mientras su sentido de identidad no est tan mal
definido como el de las naciones muy nuevas que surgen217. Y aunque su objeto
de estudio, de manera explcita no sistematiza los siglos XVIII y XIX, advirti
que el siglo dieciocho vio mucha actividad ensaystica concentrada en el deseo
de independencia poltica y cultural218. Acotando que el trabajo ms destacado
del perodo es el de los humanistas jesuitas y de varios escritores laicos del iluminismo hispanoamericano219. En tanto la contribucin ms notable del perodo
de la independencia a la evolucin de la preocupacin americanista sera la de
los discursos, cartas y distintos ensayos de Simn Bolvar220. Concluye en su
investigacin que los hispanoamericanos han ido afirmando, dcada a dcada,
los valores de su cultura cada vez con mayor conviccin. Hasta llegando a indicar que el continente est destinado a jugar un papel ecumnico en un mundo
peligrosamente dividido221.
En tanto respondi, tambin, a los nihilistas y escpticos del aporte hispanoamericano al subrayar:esta actitud nueva quizs sorprenda a los europeos y los
norteamericanos: quizs pongan en duda que una regin subdesarrollada y que
no tiene ms que una relacin perifrica con la corriente de la vida occidental pueda
resolver problemas que no supieron resolver los pases ms viejos y sabios222.
Y sin lugar a duda, como se demostrar ms adelante, un aporte en el campo del
pensamiento hispanoamericano, y ms ampliamente latinoamericano, fue la creacin de una teora de la identidad cultural, que incluye, entre sus principios, la
integracin. Y en esto se diferencia del pensamiento europeo, el cual desarroll
una concepcin de la integracin sin fundamento en la identidad cultural, cuestin
217 Stabb, Martin S. Amrica Latina en busca de una identidad. Modelos del ensayo ideolgico
hispanoamericano, 1900-1960, (Caracas: Monte vila Editores, 1960), 13-14.
218 Op. cit., 92.
219 Ibd.
220 Ibd.
221 Op. cit., 329.
222 Ibd.
76
esta que hoy todava se evidencia en los documentos que revelan la construccin
de la Unin Europea223 en marcha.
223 Cfr. Truyol y Serra, Antonio. La integracin europea. Anlisis histrico-institucional con
textos y documentos. Gnesis y desarrollo de la Comunidad Europea (1951-1997). (Madrid:
Editorial Tecnos, 1999).
224 Erikson, Erik H. Identidad, juventud y crisis, op. cit., p. 239.
225 Penn Warren, Robert. Who Speaks for the Negro. (New York: Random House, 1965), 17.
77
antes hubo de afirmar que el concepto de identidad cultural surgi tras el proceso
descolonizador de Africa hacia mediados del siglo XX.
Similar tesis sostiene el destacado filsofo argentino Hugo E. Biagini, quien
en su importante y aportador libro, Filosofa americana e identidad, 1989, afirm
que el nuevo concepto de la identidad cultural empieza a verificarse sintomticamente con el proceso de descolonizacin de Asia y frica, aplicndoselo
luego a la circunstancia latinoamericana. En su gestacin se ha interpretado que
convergen varios elementos: el cuestionamiento del eurocentrismo por parte
de diversos cientficos e intelectuales, los pueblos desprovistos de voz y que al
emanciparse bucean en sus quebrantadas races originarias, la defensa frente a
los medios masivos de comunicacin manipulados para homogeneizarlo todo con
el modelo dominante ajeno a las modalidades vernculas232. Semejante juicio
sostiene tambin su coterrneo Gregorio Recondo233.
Por separado, en un sugestivo opsculo, Modelo terico para la identidad
cultural, 1996, cuyos fundamentos son muy discutibles, la cubana Cristina
Baeza Martn coincide con los criterios anteriores al escribir: la problemtica
de la identidad cultural se hace consciente como tal a fines de la dcada del 60
[del siglo XX], y se afianza en la ensaystica literaria y cultural particularmente
en la crtica en los ltimos veinte aos como respuesta a la tendencia cada da
ms marcada a la homogeneizacin de los patrones culturales impulsada por las
transnacionales234.
No se puede negar que, ciertamente, el proceso de descolonizacin de las
dcadas del sesenta y del setenta del pasado siglo condicion una justificacin
crtico-terica de la identidad cultural. Mas, la llamada explosin de la identidad
232 Biagini, Hugo E. Filosofa americana e identidad. El conflictivo caso argentino. (Buenos
Aires: EUDEBA, 1989), 38.
233 El concepto parece haber surgido en este siglo, como consecuencia del proceso descolonizador desencadenado despus de la ltima guerra mundial. Los antroplogos sentaron nuevas
bases cuestionando el eurocentrismo de los colonialistas y las nuevas naciones emergentes
intentaron apuntalar dichos procesos apelando a la introspeccin, a los valores inherentes a
la propia cultura Gregorio Recondo. Identidad, integracin y creacin cultural en Amrica
Latina. El desafo del MERCOSUR. (Ediciones UNESCO/Editorial Belgrano, 1997), 133.
234 Baeza Martn, Cristina. Una definicin terico instrumental de la identidad cultural, en: M.
Garca Alonso y C. Baeza Martn, Modelo terico para la identidad cultural. (La Habana:
Centro de Investigacin y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 1996), 61.
80
2.2
235 Gracia, Jorge E. Jaksic, Ivn. El problema de la identidad filosfica latinoamericana, en:
Gracia, Jorge E. y Jaksic, Ivn. Filosofa e identidad cultural en Amrica Latina. (Caracas:
Monte vila Editores, 1988), 44.
81
236 Devs Valds, Eduardo. El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Entre la modernizacin
y la identidad, tomo I: del Ariel de Rod a la CEPAL (1900-1950). (Buenos Aires: Editorial
Biblos, 2000), 17.
237 Ibd., 15.
82
Sin embargo, esclareci que tal unificacin no pudo extenderse a todos los
contextos de la cultura, pues hubo una identidad de resistencia247 cultural como
sabiamente ha planteado Manuel Castells. Toynbee ha precisado, que en primer
trmino, su visin del mundo contemporneo refirindose a Occidente debe
limitarse a los planos econmicos y polticos de la vida social e inhibirse de penetrar
hasta el plano cultural, que no slo es ms hondo sino que es fundamental. Si bien
los mapas econmicos y polticos del mundo han sido occidentalizados ahora casi
hasta hacerlos irreconocibles, el mapa cultural sigue siendo hoy sustancialmente
lo que era antes de que nuestra sociedad occidental hubiese comenzado su carrera
poltica y econmica248.
Mas habra que sealar en justicia, como antes se ha indicado, que en el
pensamiento cultural euro-occidental ha habido grandes aportes humanistas,
de los que tambin se ha beneficiado el resto del mundo. Y que asimismo hubo
pensadores, que oponindose a la poltica oficial reinante en pocas determinadas, propugnaron la defensa del otro, es decir, de la alteridad, pero esto no fue lo
dominante, lo dominante euro-occidental sobre el resto del mundo fue la imposicin de la identidad de la mismidad. Resulta paradjico que desde la antigedad
griega, y principalmente con la modernidad, desde Aristteles hasta Hegel, se
aportara en el plano abstracto-terico el concepto de identidad en la diferencia,
y que la poltica sustentada por estos mismos geniales pensadores, que llegaron
a ser filsofos de polticas oficiales, promovieran la identidad de la mismidad
eurocntrica excluyente.
En relacin con esta antinomia, de la que no se excluye a Kant, padre de este
trmino, Edgar Morin ha precisado puntualmente: habra que mostrar cmo, [],
se desarrolla y propaga una cultura europea, fundada no sobre un modelo, sino
sobre el despertar de la problematizacin, operada por el retorno a la fuente griega,
que permite el despertar de la filosofa y el surgimiento de la ciencia: Al mismo
tiempo, esta cultura se funda sobre una dialgica (relacin a la vez antagnica y
complementaria) entre religin y fe por un lado, razn y duda por el otro. Desde
ah, contina Morin se podra seguir el surgimiento de una cultura cientfica,
tcnica, ideolgica, en que emergi una concepcin humanista y emancipadora
247 Castells, Manuel. La era de la informacin: economa, sociedad y cultura. El poder de la
identidad, Vol. II, (Mxico D. F.: Siglo XXI Editores, 1999), 30-31.
248 Toynbee, Arnold. Estudio de la historia, op. cit., 177.
86
del ser humano, en contradiccin por lo dems con la formidable opresin dominadora que Europa hace sufrir al resto del mundo249.
En respuesta a los eurocntricos y nihilistas250 Roberto Fernndez Retamar
esclareci que el smbolo del latinoamericano no es Ariel como pens Rod,
sino Calibn. Ante los escpticos expres que poner en duda nuestra cultura
es poner en duda nuestra propia existencia, nuestra realidad humana misma
y, por tanto, estar dispuestos a tomar partido a favor de nuestra irremediable
condicin colonial, ya que se sospecha que no seramos sino eco desfigurado
de lo que sucede en otra parte251. Al reafirmar la identidad cultural252 latinoamericana subray que no se repiensa la misma como una monotona de pueblos, sino como una compleja unidad histrico-cultural, a la vez una y diversa.
Destacando, por otro lado, que a la enteca visin del hombre propuesta por
cierto humanismo periclitado y por su correspondiente literatura, (visin, segn
la cual, el ser humano era esencialmente occidental siendo lo otro la excepcin), la literatura latinoamericana contribuye a sobreponer la visin ms rica
que estamos construyendo en todo el planeta, y segn la cual el ser humano es
tambin mujer, negro, amarillo, obrero, campesino, asitico y latinoamericano.
Los escritores latinoamericanos insisti Fernndez Retamar podemos decir
[que] traemos nuestro rasgo al perfil definitivo del hombre253. Anlisis de la
identidad desde la identidad en la diferencia, que revela las inconsistencias de
la mismidad excluyente.
Tambin, en oposicin al logocentrismo y la identidad de la mismidad, Leopoldo Zea, investigador acucioso del pensamiento, destac el aporte latinoamericano
al precisar que en la bsqueda de la identidad se va encontrando al individuo,
249 Morin, Edgar. Identidad nacional y ciudadana, en Pedro Gmez Garca, (Coord.). Las ilusiones de la identidad, op. cit., 25. Vase del mismo autor: Pensar Europa. La metamorfosis
de Europa. (Barcelona: Gedisa, 1994).
250 Rojas Gmez, Miguel. El problema actual de la identidad cultural de Amrica Latina y la
vigencia de la solucin martiana, en: Cuadernos de Cultura, N. 18, Preparatoria Siete,
Mxico: Universidad Autnoma de Nuevo Len, (1994), 8-17.
251 Fernndez Retamar, Roberto. Calibn y otros ensayos. (La Habana: Editorial Arte y Literatura,
1979), 32.
252 Fernndez Retamar. Defensa de la identidad, en: Revista de la Literatura Cubana, La
Habana, N. 6, Ao III, (febrero-junio de 1980), 241.
253 Zea, Leopoldo. Para el perfil definitivo del hombre. (La Habana: Editorial Letras Cubanas,
1985), 538.
87
el mismo hecho de ser distintos; esto es, por poseer una identidad, una personalidad, por ser hombres concretos y no reflejo de una abstraccin257. Y esta
tesis, la de un hombre universal concreto situado, es una clave metodolgica
para el estudio de la toma de conciencia de la identidad, y su portador en la
Ilustracin Hispano Portuguesa Americana, continuada y desarrollada por las
corrientes del Romanticismo, el Positivismo y el Modernismo decimonnico
latinoamericanos.
3
La Primera Etapa de la Ilustracin
Hispano Portuguesa Americana
y la forja de la conciencia de la
identidad cultural
3.1
258 Chiaramonte, Jos Carlos. Iberoamrica en la segunda mitad del siglo XVIII: la crtica
ilustrada de la realidad, Prlogo a Pensamiento de la Ilustracin: economa y sociedad
iberoamericanas en el siglo XVIII, (Compilacin, prlogo, notas y cronologa de Jos Carlos
Chiaramonte), (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1979), XXII.
93
3.2
Bello261. Tambin relacionando este hecho con la otra silva de Bello, La agricultura en la zona trrida, 1826, y La victoria de Junn de Jos Joaqun Olmedo,
sostuvo que con Bello y Olmedo, el xito justific el esfuerzo consciente hacia
la independencia intelectual262. En el caso del poeta y filsofo venezolano antes
que se consumara la independencia poltica con la Victoria de Ayacucho de 1824.
No puede haber duda de que con Bello y Olmedo el problema de la independencia espiritual de la Amrica Espaola es un hecho consciente y programtico
para la cultura y la esttica latinoamericanas, y es de sealarse la aportacin de
Henrquez Urea al destacar tan trascendente manifestacin del pensamiento y
la cultura. Ahora, despus de los importantes avances de investigacin, lo que s
sera impreciso y errneo es seguir sosteniendo, a partir de Henrquez Urea, que
la independencia intelectual se formul con los pensadores y poetas sealados.
Con ellos, como proceso, se alcanz un nuevo grado o nivel en el pronunciamiento
de la independencia intelectual y cultural de esta Amrica, mas no fue el primer
movimiento en pro de la independencia cultural.
Ms recientemente, Angel Rama en Autonoma literaria americana,
1883, ratificar la tesis de Henrquez Urea al manifestar que Bello fue el
primero en fijar la pauta de la autonoma literaria263. Y antes haba extendido
este enunciado a toda la cultura, as, en el Colombianum de 1965, en Gnova,
sostuvo que la funcin histrica de la cultura latinoamericana est en otro lado,
en otra perspectiva histrica. Nuestro continente subray ha experimentado
dos grandes sacudimientos a lo largo de los dos ltimos siglos, y ellos han
tenido su repercusin, como es lgico, sobre todas las formas de la vida social
y, dentro de ellas, sobre la cultura: uno es el movimiento de emancipacin de
1810 que abre las puertas a la posibilidad y el afn de una cultura nacional, es el
manifiesto americano de Bello en obvia referencia a Alocucin a la poesa,
pero es, sobre todo, la incorporacin, como elementos participantes de la vida
cultural, de un nmero creciente de hombres que rompen la rgida, selectiva
estructura virreinal, destruyen las formas de un arte cortesano y sacralizado, y
261 Henrquez Urea, Pedro. Las corrientes literarias en Hispanoamrica. (La Habana: Edicin
Revolucionaria, 1974), 103.
262 Op. cit., 109.
263 Rama, Angel. La crtica de la cultura en Amrica Latina. Seleccin y prlogos de Sal Sosnowski
y Toms Eloy Martnez. (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985), 68.
95
hacen ingresar con un acento populista, muy marcado en los comienzos, una
cultura laica, crtica, burguesa264.
Ms all de la no concordancia en cuanto a algunos conceptos enunciados
como el de populista, el cual est fuera de contexto, s hay que prestar atencin
al hecho de seguirse afirmando que el primer programa de autonoma cultural iberoamericana es de la dcada de los aos veinte del siglo XIX. Resulta
preocupante que importantes textos del recin iniciado siglo XXI sigan manteniendo tal punto de vista; as Luis Bocaz265 en Andrs Bello. Una biografa
cultural, del ao 2000, comparte el criterio de Pedro Henrquez Urea en
cuanto a que la emancipacin mental y cultural tiene su manifestacin en las
silvas americanas de Bello. Mientras Carlos Beorlegui ha afirmado que tras
la emancipacin poltica de Espaa, las lites dirigentes buscan tambin la
segunda emancipacin: la cultural266.
Hay razones y fundamentos para demostrar lo contrario, pues dicho primer
programa de autonoma cultural se formul en la segunda mitad del siglo XVIII,
particularmente en el ltimo cuarto de la centuria referida. Esto ya lo haban
insinuado Jos Gaos, 1945, y el norteamericano Martin Stabb, 1967, como se
ha revelado en el Captulo 2. Incluso, ms cercanamente, en 1972, Jos Luis
Abelln indicaba que la bsqueda de la identidad propia de los pases hispanoamericanos, es algo que se produce casi desde los primeros momentos de
su existencia, como consecuencia de la peculiar colonizacin y actitud de la
metrpoli respecto a sus colonias267.
Sin embargo, el mrito de la formulacin explcita corresponde a
Arturo Andrs Roig, quien con sabidura de Maestro ha precisado que el
latinoamericano incluye, dentro de las tradiciones de las que se nutre, un
programa de independencia cultural. Como tradicin es, posiblemente,
264 Zea, Leopoldo. Aportacin original de una comarca del Tercer Mundo: Latinoamrica, en:
Leopoldo Zea, (ed.), Fuentes de la cultura latinoamericana, (Mxico, D. F.: Fondo de Cultura
Econmica, tomo III, 1993), 63.
265 Bocaz, Luis. Andrs Bello. Una biografa cultural. Fotografa de Jorge Ramrez y Prlogo de
Rafael Caldera. (Bogot: Edicin del Convenio Andrs Bello, 2000), 107.
266 Beorlegui, Carlos. Historia del pensamiento filosfico latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad. (Bilbao: Universidad de Deusto, 2004), 178.
267 Abelln, Jos Luis. La idea de Amrica. Origen y evolucin. (Madrid: Istmo, 1972), 77.
96
3.3
268 Roig, Arturo A. El pensamiento latinoamericano y su aventura I. (Buenos Aires: Centro Editor
de Amrica Latina, 1994), 31-32.
269 Op. cit., 32.
97
obra, al destacar que el mtodo que propone Espejo, el de suponer que nos
encontramos, en el extremo de la ignorancia y de la barbarie, es cartesiano
y no lo es. Implica una suspensin de un estado de cultura, pero tambin
podra ser ledo como una lisa y llana denuncia de total incultura. No ser
esta la inteleccin correcta que habra que darle a ese recurso, habida cuenta
el grado de conciencia que su autor tena del estado de explotacin, de corrupcin y de miseria, especie de continuada Destruccin de las Indias? De
todos modos, ya fuera esa negacin un momento metdico more cartesiano,
ya una abierta manifestacin de lo que pensaba en verdad, la nica salida
que quedaba era la de respetar ese principio de subjetividad (vale decir de
afirmacin de un sujeto) y, con l, de identidad, a partir de las posibilidades
que ofreca la misma barbarie que se viva. Se trataba de una desesperada
propuesta de afirmacin y de autodefinicin jugada entre las sombras y las
luces278. A lo que habra que agregar, en el espritu de Roig, que Espejo y
Santa Cruz apostaba por las luces de la modernidad en contra de las sombras
proyectadas por esta misma.
Marcelino Menndez y Pelayo, en su monumental Historia de las ideas
estticas en Espaa, llam la atencin acerca de las ideas estticas de los jesuitas espaoles desterrados a Italia: Arteaga y Requeno, as como de Toms
de Gonzaga y Santa Cruz y Espejo. En cuanto al quiteo destac entre sus
escritos el Nuevo Luciano o despertador de los ingenios, observando en este
una aguda y violenta stira contra el poder colonial espaol, subray que: esta
stira, calificada por el Presidente de Quito de sangrienta y sediciosa, vali al
Dr. Espejo un ao de crcel, y luego un largo destierro a Bogot, donde Espejo se entendi con Nario y otros criollos de ideas semejantes a las suyas,
y contribuy a preparar el movimiento insurreccional de 1809. Las ideas que
hervan en la cabeza del mdico ecuatoriano indic Menndez y Pelayo, bien
claras se revelan en el famoso, y en algunos pasajes elocuente, discurso que
desde Bogot dirigi al Cabildo de Quito y a los fundadores de una especie de
sociedad econmica denominada Escuela de la Concordia279. Aclarndose
aqu, adems, que Espejo acusado nuevamente de subversivo, ya de vuelta en
278 Roig, Arturo A. La Sociedad Patritica de Amigos del Pas de Quito. (Quito-Guaranda:
Centro para el Desarrollo Social y Universidad Estatal de Bolvar, 1996), 44-45.
279 Menndez y Pelayo, Marcelino. Historia de las ideas estticas en Espaa. tercera edicin.
(Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, MCMLXII, tomo III), 505.
100
Significativa, dentro de este primer programa de autonoma cultural iberoamericana, resulta la Filosofa de la historia284 de Clavijero, al decir de Andrs
Bello. En cuanto a la supuesta inferioridad y malignidad de la naturaleza y el
hombre americano promovida por Buffon en su Historia natural del mundo
dice Clavijero: Si damos crdito al seor Buffon, la Amrica es un pas enteramente nuevo, apenas salido de debajo de las aguas que lo haban anegado,
un continuo pantano en las llanuras, una tierra inculta y cubierta de bosques
aun despus de que ha sido poblada por los europeos, ms industriosos que los
americanos, o embarazadas por montaas inaccesibles, que no dejan ms que
un pequeo espacio de tierra para el cultivo y habitacin de los hombres; tierra
infeliz bajo un cielo avaro, en la cual todos los animales del antiguo continente
se han degradado, y los que eran propios de su clima son pequeos, deformes,
dbiles y privados de armas para la defensa285. Y en cuanto a estas mismas
tesis, seguidas por Paw, pero agrandadas, refiri el jesuita mexicano: (l copia
en gran parte las opiniones del seor de Buffon, y en donde no las copia las
multiplica y aumenta los errores), la Amrica ha sido generalmente, y es aun
en el da, un pas muy estril286.
A estos respondi desde los mtodos de la impugnacin convincente, la
demostracin lgica y la comparacin que los errores contenidos en estas
palabras del seor Buffon [y de Pauw] sern eficazmente refutados287. Comparativamente plante: yo por otra parte no dudo que si se quiere hacer el cotejo
de la Amrica con todo el antiguo continente, se hallarn casi iguales en sus
producciones; porque en la Asia y Africa hay tierras y climas proporcionados
a todas las plantas de la Amrica, las cuales por su diversidad del clima no
pueden prosperar en Europa288. Y en cuanto a la riqueza de climas y productos
americanos y mexicanos aclar a los seguidores de los detractores que, los
mexicanos rodeados de pases de toda suerte de climas, gozan de todas sus diferentes frutas. La plaza de Mxico (como las de otras muchsimas ciudades de
284 Bello, Andrs. Historia antigua de Mxico [] escrita por D. Francisco Javier Clavijero, y
traducida del italiano por D. Jos Joaqun Mora, en Bello, Andrs. Obras completas, t. XXIII:
Temas de historia y geografa, segunda edicin, (Caracas: Fundacin La Casa de Bello), 424.
285 Clavijero, Francisco Javier. Historia antigua de Mxico. t. VI. (Mxico D. F.: Editorial Porra,
1945), 89-90.
286 Op. cit., 90.
287 Op. cit., 105.
288 Op. cit., 133.
102
301 Cunha Azeredo Coutinho, Jos Joaqun Da Ensayo econmico sobre el comercio de Portugal
y sus colonias, en Jos Carlos Chiaramonte, (Prlogo y compilacin). Pensamiento de la
Ilustracin: economa y sociedad iberoamericanas en el siglo XVIII, op. cit., 40.
106
necesario tener la vista muy aguda, para ver las contradicciones y los absurdos
en que Montesquieu y los sectarios de los climas estn cayendo a cada paso302.
Al igual que Clavijero, Francisco Jos de Caldas, el espaol Jos Celestino
Mutis e Hiplito Unnue, signific la relevancia de la naturaleza americana. De
ella dijo: la Amrica es territorio abundantsimo; Brasil es el ms abundante
de la Amrica: bajo un clima caliente, pero dulce, ameno y tambin templado
por las lluvias y por los vientos, est siempre produciendo, en un movimiento
continuo. La tierra est todo el ao cubierta de un alegre verde y en una primavera continuada303.
El indio tan calumniado y discriminado durante la colonia fue objeto de su
preocupacin, a aquellos que lo consideraban un ser por naturaleza incorregible
contest que los indios tienen sus virtudes, tienen sus vicios como todo el
mundo. Esclareciendo que el hombre, y aun el bruto, llevado por la fuerza,
est siempre en una continua lucha y resistencia; llevado, sin embargo, por el
camino de su pasin, sigue voluntariamente y muchas veces corre incluso delante de aqul que lo conduce, sin temer siquiera los horrores de la muerte304.
Indicando que lo que necesitaba el indio para progresar era educacin. Los
indios de Brasil apunt son muy hbiles, principalmente para todo lo que es
imitacin o manufactura; e incluso para todo lo que pide fuerza y agilidad305.
los vveres306. Mas exiga, para tal intercambio de libertad e igualdad, la abolicin de los impuestos a los productos brasileos. Esto lo patentiz al puntualizar
que para impulsar el comercio [] del Brasil es necesario que se extingan los
derechos que de ellos se pagan por su entrada en el Reino307.
Y como se sabe, una de las causas de la independencia iberoamericana respecto de Madrid y Lisboa fue el monopolio comercial que estas Metrpolis ejercan
sobre sus colonias. Ante aquel monopolio, este hombre considerado reformista conservador, hasta ahora, advirti: La injusticia nunca fue ni puede estar en la base de
ninguna sociedad; un pueblo que quisiese establecerse sobre una base tan absurda,
sera al mismo tiempo el ms cruel y el ms infeliz de todos los pueblos308. Esto
viene a confirmar la tesis de Jos Gaos, de que en este pensamiento ilustrado se
traz junt a la emancipacin cultural espiritual la sugerencia, implcita en unos
casos como ste, y en otras explcita, de la independencia poltica.
Da Cunha Azeredo Coutinho se preocup, adems, por el desarrollo econmico, en conjuncin de agricultura y economa para el Brasil. En razn de esta
causa manifest que la abundancia y el excedente que sobra de lo necesario en
una nacin, es lo que forma el objeto del comercio. La agricultura y la industria
son la esencia: su unin es tal que, si una excede a la otra, ambas se destruyen por
s mismas. Sin la industria los frutos de la tierra no tienen valor; y si la agricultura
es despreciada, se acaban las fuentes de la industria y del comercio de este mar
inmenso que anima y sustenta a millones y millones de brazos en medio de la
abundancia, sin la cual todo cae en la languidez, en el ocio, en el vicio, y en la
miseria309. Agregando que UN GRAN COMERCIO (sic) pide una gran navegacin; y como todo provecho de la navegacin procede de la suma de beneficios
de la agricultura y de las manufacturas, de ello se deduce que la navegacin es
un redoblado aumento de las fuerzas reales y relativas al Cuerpo Poltico310.
Todo esto lo razonaba, expona y defenda en funcin del Brasil, para que ste se
convirtiese en una nacin moderna importante, como antes, en el siglo XVII, ya
anticipaba el jesuita Antonio Vieira.
306 Ibd., 55.
307 Ibd., 106.
308 Ibd., 39.
309 Ibd., 57.
310 Ibd.
108
311 Moreno, Mariano. Representacin de los hacendados, (1809), en: Pensamiento poltico de
la Emancipacin, op. cit., t. I, 77.
312 Ibd.
313 Ibd., p. 79.
314 Discurso preliminar dirigido a los americanos, (1797), en: Pensamiento poltico de la
Emancipacin, op. cit., t. I, 7.
109
315 Arciniegas, Germn. El pensamiento vivo de Andrs Bello, segunda edicin. (Buenos Aires:
Editorial Losada, 1946), 10.
316 El pensamiento espaol, sobre todo el de los Fueros y las Partidas sirvi de sustentacin a
las reivindicaciones de los Comuneros neogranadinos. Con precisin apunta Jaime Jaramillo
Uribe: El movimiento de los comuneros estuvo impregnado del tradicional espritu castellano de libertades municipales y todo indica que sus directores haban sido formados en los
principios de la legislacin espaola del tiempo de los Fueros y las Partidas, aadiendo: la
idea de Estado representativo y del poder estatal limitado por el derecho escrito o las normas
consetudinarias, no estaba menos presente en los nimos de los comuneros socarranos. Jaime Jaramillo Uribe. El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Tercera edicin. (Bogot:
Editorial Temis Librera, 1982), 105-106.
110
317 Torres, Camilo. Memorial de agravios (1809), en: Pensamiento poltico de la Emancipacin. Seleccin, notas y cronologa de Jos Luis Romero y Luis Alberto Romero. (Caracas:
Biblioteca Ayacucho, N. 24, t. I, 1977), 36.
318 Ibd., 41-42.
319 Ibd., 37.
111
320 Sierra, Justo. Evolucin poltica del pueblo mexicano. (Mxico D. F.: Fondo de de Cultura
Econmica, 1950), 106.
321 Miranda, Francisco de. (Proclama a los Pueblos del Continente Americano-Colombiano),
1806, en Francisco de Miranda. Amrica espera, Seleccin, Prlogo y Ttulos de J. L. Salcedo-Bastardo, trads. Gustavo Das Sols, Michel R. Monner y Gilberto Merchn. (Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 100, 1982), 357.
322 Viscardo, Juan Pablo. Carta a los espaoles americanos, en Jos Luis Romero y Luis Alberto
Romero, en: Pensamiento poltico de la emancipacin, op. cit., 56.
323 Ibd., 52.
324 Ibd., 57.
112
Con plena conciencia de identidad destac que el Nuevo Mundo es nuestra patria, y su historia es nuestra, y en ella es que debemos examinar nuestra
situacin presente325. Por eso, pensando en el futuro, subray: qu agradable
y sensible espectculo presentarn las costas de la Amrica, cubiertas de hombres
de todas las naciones, cambiando las producciones de sus pases por las nuestras!
Cuntos huyendo de la opresin o de la miseria, vendrn a enriquecernos con su
industria, con sus conocimientos, y a reparar nuestra poblacin debilitada! De esta
manera la Amrica reunir las extremidades de la tierra, y sus habitantes sern
atados por el inters comn de una grande familia de hermanos326. As conclua
Viscardo su escrito, cargado de ecumenismo situado en la Amrica, la Amrica
Hispano-Portuguesa.
3.4
Francisco de Miranda (1750-1816), quien estim a Viscardo, perteneci tambin a la Primera Generacin de la Ilustracin Hispano Portuguesa Americana,
porque la mayora de sus escritos y accionar pertenecen al siglo XVIII y primeros
aos del XIX. Puede afirmarse que fue no solo el Precursor de la Independencia
Sudamericana, sino tambin un precursor, y a la vez propugnador de las ideas de
la identidad cultural y la integracin iberoamericanas327.
Fue un gran estratega militar en Amrica y Europa, e igualmente un gran
pensador ilustrado, considerndosele el primer hispanoamericano universal. Un
francs, un contemporneo suyo, Quatrimre de Quincy, 1794, expres esta tesis
al afirmar: Miranda ya no es el hombre de un solo pas, se ha convertido en una
especie de propiedad comn328. Destacando, asimismo, su condicin de filsofo
al puntualizar que en la escuela de Washington y de Franklin aprendi que si la
fuerza y la valenta deben defender la libertad, pertenece a la filosofa, que desata
325 Ibd., 51.
326 Ibd., 58.
327 Cfr. Roubik, Caroline y Schmitd, Marcela. Los orgenes de la integracin latinoamericana.
(Mxico D. F.: Instituto Panamericano de Geografa e Historia, 1994). Len de Labarca, Alba
Ivonne. Miranda, Bolvar y la integracin latinoamericana. (Maracaibo: Universidad del
Zulia, 1997).
328 Quincy, Quatrimre de. Miranda ya no es el hombre de un solo pas, se ha convertido en una
especie de propiedad comn, (1794), en: Francisco de Miranda. Amrica espera, op. cit., 165.
113
Teresa de Mier339 y Andrs Bello340, atravesando el siglo XIX hasta Jos Mart y
nuestros das. Y tambin con Miranda alcanzar, como expresin de identidad en
la diferencia, una dimensin integracionista continental iberoamericana.
Es a partir de 1783, en ruptura con la Espaa colonialista, a la cual haba
servido antes como militar, que propone por primera vez el concepto Nuestra
Amrica. En viaje hacia Europa escribi: Habana. En el mar. Ao de 1783. 1
de junio. A las nueve de la maana me hice a la vela en la balandra americana la
Prudente Asimismo se hizo a la vela toda la escuadra y convoy espaol, que a
las rdenes del Teniente General Don Jos Solano, se dirige a Cdiz llevando a su
bordo la mayor parte del Ejrcito de Operaciones y frutos y especies por valor de
60 millones de pesos, cuyos productos haban estado retenidos en nuestra Amrica desde la declaracin de la guerra341. En adelante utilizar ste para denotar
identidad cultural y poltica. As, en 1808, identificando el trmino con el nombre
de Continente Colombiano escribi: nuestra Amrica []: [] el Continente
Colombiano no puede ya ser gobernado por la Europa342.
Esta conciencia identitaria, Nuestra Amrica, a nivel conceptual, le permita
establecer en identidad de diferencia la debida distancia poltico-social con la
Amrica Espaola y la Amrica Portuguesa, trminos que expresaban una dependencia de Madrid y Lisboa. Igualmente significaba cierta diferencia con las
otras Amricas, particularmente la anglosajona.
339 Mier: La prosperidad de esta repblica vecina [Estados Unidos] ha sido, y est siendo, el
disparador de nuestra Amrica porque no se ha ponderado bastante la inmensa distancia que
media entre ellos y nosotros. Fray Servando Teresa de Mier. [Profeca del Padre Mier sobre
la Federacin Mexicana]: El Padre Mier en el Congreso Constituyente Mexicano (1823),
en: Fray Servando Teresa de Mier. Ideario poltico, Prlogo, notas y cronologa de Edmundo
OGorman, (Caracas: Biblioteca Ayacucho, N. 43, 1978), 290. (La cursiva es nuestra)
340 Andrs Bello. Nuestra Amrica reproducir dentro de poco la confusin de idiomas, dialectos,
jerigonzas, el caos babilnico de la Edad Media; y diez pueblos perdern uno de los vnculos
ms poderosos de fraternidad, uno de sus ms preciosos instrumentos de correspondencia y
comercio. Andrs Bello. Discurso de la inauguracin de la Universidad de Chile, en: Andrs Bello. Homenaje de la U.C.V. en el bicentenario de su natalicio (1871-1881). (Caracas:
Universidad Central de Venezuela, Ediciones del Rectorado, 1982), 284.
341 Miranda, Francisco de. Archivo del General Miranda, edicin y prlogo de Vicente Dvila.
t. V, f 1. (Caracas: Editorial Sub-Amrica, 1929-1933), 192.
342 Francisco de Miranda. En el instante que sea posible y oportuno me tendrn en su compaa,
(Al capitn General y Cabildo de La Habana y al Virrey y Cabildo de la ciudad de Mxico,
10 de septiembre de 1810), en: Francisco de Miranda. Amrica espera, op. cit., 381.
116
3.5
Miranda comenz a forjar desde 1792 los adjetivos que remiten al nombre
o sustantivo identitario Hispanoamrica, cuando hasta entonces se utilizaba el
nombre de Amrica Espaola, indicador de la dependencia de Espaa. As, en
plural, acu el concepto pueblos hispanoamericanos347 como manifestacin
de la unidad en la diversidad. Y ya, explcitamente, en una proclama de 1801
[] Miranda intenta, en primer lugar, crear una conciencia entre "el ser espaol"
y "el ser americano" . En otras palabras, trata de clarificar el problema de la
identidad americana. Es tal vez Miranda quien, para la poca, haba desarrollado
la intuicin ms clara a este respecto, sin que ello signifique que su discurso
escape totalmente a las contradicciones, como lo veremos enseguida349.
348 Miranda, Francisco de. Juntaos todos bajo los estandartes de la libertad. La justicia combate por
nosotros. No buscamos sustituir una tirana por otra nueva, (A los pueblos del Continente Colombiano [alias Hispano-Amrica]), (1801), en: Francisco de Miranda. Amrica espera, op. cit., 263.
349 Bohrquez Morn, Carmen L. Francisco de Miranda. Precursor de las independencias de la
Amrica Latina, op. cit., 323.
350 Ibd., 324-325.
118
"La Proclama a los Pueblos del Continente Colombiano (alias HispanoAmrica)", es bastante esclarecedora a este respecto. El mismo ttulo nos
coloca ante la oposicin que se plantea entre una realidad que es autntica
de Amrica, y una que le ha sido impuesta: alias Hispano-Amrica. Dicho
de otro modo, tras ese alias se oculta una realidad autnoma y Miranda
se impone la tarea de mostrar la ilegitimidad de su apropiacin por parte
de Espaa. Para ello, comienza por rechazar como absurdo el primero de
los ttulos que los Reyes Catlicos haban presentado tres siglos antes para
justificar la ocupacin de las tierras que Coln encontrara por azar. Se trata
de la donacin de las tierras americanas hecha por el Papa Alejandro VI a
dichos reyes351.
Hasta aqu se cita, algo in extenso, por el rigor del anlisis, las principales
tesis que la venezolana sostiene para negar que el concepto Hispanoamrica tenga
una acepcin positiva de identidad cultural para Miranda, siempre hacindose
nfasis en el problema de la diferencia entre el ser americano y ser espaol, en
la doble significacin semntica de ambos conceptos. De aqu que interprete el
alias como seudnimo devaluador de Hispanoamrica.
Mas, se intentar probar lo contrario desde el propio Miranda, revelando
que el sustantivo Hispanoamrica, devenido concepto, as como los adjetivos
que lo califican tienen significacin positiva.
352 El que primero enunci el trmino Nuestra Amrica fue el jesuita neogranadino Hernando
Domnguez Camargo (1606-1659). A mediados del siglo XVII lo acu en su obra Ramillete
de varias flores poticas, publicada pstumamente en 1667, en Madrid, por el guayaquileo
Jacinto de Evia. Aqu, en el poema Al agasajo con que Cartagena recibe a los que vienen
de Espaa escribi: esta, nuestra Amrica, Babilonia de pueblos tan sin cuento, / que
les ignora el sol de su nacimiento, a los que Europa traslad a sus lares. Concluye as:
esta que es comn patria del orbe. No obstante el ecumenismo aludido, no hay otro matiz
de significado para caracterizar al nuevo trmino, como s aparece en Francisco de Miranda.
Domnguez Camargo, Hernando. Poesas, en: Hernando Domnguez Camargo. Obras.
Prlogo de Giovanni Meo Zilio, cronologa y bibliografa de Horacio Jorge Becco. (Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1986), 381-382.
Sin embargo, que conociese o no Miranda el trmino creado por Domnguez Camargo, no
demerita en nada su concepcin para identificar el continente colombiano como Nuestra
Amrica, escrito por l por primera vez en 1783, pues es a partir del venezolano que ser
asumido por otros ilustrados. Tal lo emplearn Servando Teresa de Mier y Andrs Bello,
atravesando el siglo XIX hasta Jos Mart y continuando hasta nuestros das. Tambin con
Miranda alcanzar el trmino, como expresin de identidad en la diferencia, una dimensin
integracionista continental iberoamericana y, ms an, latinoamericana.
120
353 Miranda, Francisco de. Para la libertad y prosperidad de los pueblos hispanoamericanos, (al
seor W. Pitt, 17 de marzo de 1792), en: Francisco de Miranda. Amrica espera, op. cit., 115.
354 Miranda, Francisco de. Como miembros del Pueblo Hispano-Americano (Al Cabildo y
Ayuntamiento de Coro, 3 de agosto de 1806), en), en: Francisco de Miranda. Amrica espera,
op. cit., 359.
355 Miranda, Francisco de. Juntaos todos bajo los estandartes de la libertad. La justicia combate
por nosotros. No buscamos sustituir una tirana por otra nueva, [A los pueblos del Continente
Colombiano (alias Hispano- Amrica)], 1808, en: Francisco de Miranda. Amrica espera,
op. cit., 271.
121
356 Miranda, Francisco de. Todo pende de nuestra voluntad solamente Por qu 16 millones de
personas no podemos sacudir el yugo? La unin nos asegurar permanencia y felicidad perpetua?, (Proclama a los Pueblos del Continente Amrico-Colombiano, 1806), en: Francisco
de Miranda. Amrica espera, op. cit., 356.
122
Esta ltima tesis tambin la refiere Miguel Rojas Mix, al puntualizar que con
el proceso emancipatorio termina por imponerse el nombre de americano. Y,
si bien, para referirse al continente a menudo se habla de Amrica Meridional,
el trmino retenido ser el de Hispanoamrica. Esta denominacin se difunde
entrado el siglo XIX, pero haba sido acuada antes de la independencia. Aparecera
en los panfletos que preparaban el ambiente revolucionario. La Gazeta literaria de
Mxico hablaba en 1788 de Nuestra nacin hispanoamericana y, a comienzos
de siglo, Miranda publica la Proclama a los pueblos del continente colombiano,
alias Hispanoamrica (1801). En el siglo XIX se reserv la denominacin sobre
todo al continente cultural, combinndola con la de americano para sealar la
identidad personal357.
Desde el concepto Continente hispano-americano358 insisti Miranda en
la unin indispensable, [] de tanta magnitud e inters para nosotros mismos y
para todo el gnero humano en general359. Subrayando la frase latina Concordia
res parvae crescunti discordia maximae dilabuntur (Con la concordia crecen las
pequeas cosas; con la discordia perecen las mayores). Una y otra vez volver
al tema de la unidad o identidad, por cuanto la unin asegurar permanencia y
felicidad perpetua360, afirm.
golfo de Mxico363, (la cursiva es nuestra). Hay aqu, como puede apreciarse,
una propuesta de integracin en un Estado Hispanoamericano, que vendra a
ser un Estado-de-Estados o Estado supranacional como despus lo ratificar
Bolvar en 1826 en el escrito titulado Un pensamiento sobre el Congreso de
Panam. Esta novedad de integracin iba desde lo poltico-jurdico hasta lo
econmico-comercial.
En el orden administrativo-estatal y poltico-jurdico la estructura del Estado Supranacional o Federacin Hispanoamericana, en uno de sus proyectos, se
compona de:
Comicios.
Cuerpos municipales (cabildos).
Asambleas provinciales.
Concilio Colombiano (Asamblea o Congreso de la Federacin).
363 Miranda, Francisco de. Del Mississippi al Cabo de Hornos, Proyecto de Constitucin para las
Colonias Hispano-Americanas, (1798), en: Francisco de Miranda. Amrica espera, op. cit., 208.
364 Miranda, Francisco de. Abolida ipso facto toda autoridad que emane del gobierno espaol,
(Proyecto de Gobierno Provisional, 1881), en: Francisco de Miranda. Amrica espera, op. cit., 263.
125
365 Lezama Lima, Jos. La expresin americana, en: Confluencias. Seleccin de ensayos, Seleccin y prlogo de Abel E. Prieto, (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1988), 258-259.
366 Op. cit., 259.
367 Miranda, Francisco de. La Amrica Espaola necesita un gobierno propio e independiente
que constituya un nuevo cuerpo de la nacin soberana, (Exposicin por Caro y con Nario,
1797), en: Francisco de Miranda. Amrica espera, op. cit., 189.
368 Miranda, Francisco de. En consecuencia de la Conferencia tenida en cuenta en Hollywood
el 14 de febrero de 1790, (Propuesta fundamental a William Pitt), en: Francisco de Miranda.
Amrica espera, op. cit., 105.
126
Las razones de modificacin de su proyecto de Estado General Hispanoamericano se deban a la compleja situacin en la lucha por la independencia,
dado que la extensin y situacin de la Amrica espaola era inmensa. Adems
la concentracin en Estados de Nacin-de-naciones regionales era, a todas luces,
en aquellas circunstancias, ms viable para la administracin poltico-jurdica
y econmica. Por eso afirm: me parece [esta propuesta] la ms correcta, es
evidente que cada uno de esos Departamentos, o Divisiones, en razn de su territorio, poblacin y recursos es susceptible de tener un Gobierno independiente
separado369. No obstante, destac aspectos culturales comunes a todos ellos, en
expresin de unidad de la diversidad, subrayando que la unidad se fundaba en
un Cdigo uniforme y general de buenas leyesun solo y mismo idiomareliginforma de administracin370, (sic), etc.
En honor a la verdad histrico-terica, esta identidad proyecto371 de integracin, como la ha caracterizado actualmente Manuel Castells, fue concebida
369 Miranda, Francisco de. Exhaustivo y documentado alegato por la emancipacin de Colombia.
Proceso histrico de la iniciativa, (A. Castlereagh, 10 de enero de 1808), en: Francisco de
Miranda. Amrica espera, op. cit., 368.
370 Ibd.
371 Castells, Manuel. La era de la informacin: economa, sociedad y cultura. El poder de la
identidad, Vol. II, (Mxico D. F.: Siglo XXI Editores, 1999), 30. Volumen III: La era de la
informacin: economa, sociedad y cultura. Fin de milenio, Vol. III, (Mxico D. F.: Siglo XXI
Editores, 1999), 343-367.
127
4
La Segunda Etapa de la Ilustracin
Hispano Portuguesa Americana:
el aporte de la identidad cultural
y el principio de integracin
4.1
El multicondicionamiento
de la identidad cultural
Al comenzar la centuria decimonnica iberoamericana, los ms fecundos representantes de la Segunda etapa de la Ilustracin o Ilustracin tarda, continuaron
la concepcin de sus antecesores ilustrados en relacin con la descentralizacin
del sujeto, la filosofa y la cultura como se evidencia en los venezolanos Simn
Rodrguez, Andrs Bello y Simn Bolvar, el hondureo-guatemalteco Jos Cecilio
del Valle, el salvadoreo Jos Simen Caas, los cubanos Flix Varela y Jos de
la Luz y Caballero, los mexicanos Jos Mara Morelos y Fray Servando Teresa
de Mier, los chilenos Camilo Henrquez y Juan Egaa, el ecuatoriano Vicente
Rocafuerte, el brasileo Jos Bonifacio de Andrade e Silva, el argentino Bernardo
de Monteagudo, y el colombiano Francisco Antonio Zea, entre otros principales.
Estos construyeron a nivel conceptual una verdadera concepcin terica de la
identidad cultural y la integracin, multicondicionada por:
La bsqueda de solucin al problema de las diferencias y unidad tnicocultural de los diferentes grupos como actores de la nueva realidad social.
Frente a los nihilistas de su poca, y los de siempre, apunt: la Amrica Espaola es original = ORIGINALES han de ser sus Instituciones y su
Gobierno = (sic) y ORIGINALES los medios de fundar uno y otro. O Inventamos o Erramos385. Incluso afirm que la Amrica es original hasta en su
pobreza386. Refirindose a los imitadores de lo forneo dijo: No sentimos
que tenemos cabeza, sino cuando nos duele387. A los de la tendencia de la
euro-nordo-mana, copiadores sin tener en cuenta la realidad iberoamericana,
les expres: imiten la originalidad, ya que tratan de imitarlo todo = (sic)
los Estadistas de esas naciones, no consultaron para sus Instituciones sino la
razn; y esta la hallaron en su suelo, en la ndole de sus gentes, en el estado
de las costumbres y en el de los conocimientos con que deban contar388. No
se trataba, en su caso, como en el de otros ilustrados, de negar lo mejor de la
cultura humanista europea o norteamericana, sino de adaptar creadoramente
esas conquistas a esta realidad. Por eso esclareci la diferencia que hay entre
adOptar y adAptar (sic) para no desechar lo que pueda ser til y para no errar
en las aplicaciones389, porque se observan unas diferencias que, en general
[...], se estudian poco... Imitar y ADOPTAR, adaptar y CREAR390.
Desde esta ltima, la creacin, para los investigadores destac que: la
Revolucin de Amrica ha sido fecunda, y puede gloriarse de la buena ndole
de sus hijos391. Piensen los Americanos [latinos] en su Revolucin, y recojan
los materiales de sus Pensamientos392. Tesis vlida para la re-construccin de la
teora de este pensamiento393, el cual se desenvolvi en los marcos de la Ilustracin
universal concreto-situada: la Hispano Portuguesa Americana.
385 Rodrguez, Simn. Sociedades americanas (edicin de 1842), op. cit., 88.
386 Ibd., 32.
387 Ibd., 133.
388 Rodrguez, Simn. Luces y virtudes sociales, op. cit., 202.
389 Ibd., 239.
390 Rodrguez, Simn. Defensa de Bolvar, (1830), en: Obras completas. t. II. (Caracas:
391 Rodrguez, Simn. Sociedades americanas (edicin de 1828), op. cit., 17.
392 Rodrguez, Simn. Sociedades americanas (edicin de 1842), en: Simn Rodrguez. Sociedades americanas, op. cit., 141.
393 Cfr. Calzadilla Arreaza, Juan Antonio. Simn Rodrguez y la revolucin del pensamiento, en: Casa de las Amricas, Ao XLV, N. 241. (octubre-diciembre de 2005),
51-54.
135
la cultura. Ya hubo de apuntar Garca Bacca con sabidura de Maestro que Bello
nos dio con sus obras el ejemplo de una plenaria incardinacin al tema filosfico
de su tiempo: a la filosofa empirista, cientfica, psicolgica, [sum], sin perder su
vnculo al sistema ms suyo, ms nuestro, [el] de la cultura hispanoamericana399,
constituyendo un ejemplo de creacin y una perenne fuente de inspiracin. Hay
que estudiar en ellas el eje alrededor de cual giran las grandes preocupaciones y
aportes del gran pensador. Incluso, desentraar la relacin poesa-filosofa, as
como la presencia de esta ltima en la potica.
A diferencia de la filosofa de la historia europea, de corte universalista y
centrista, con las excepciones de Montaigne y Herder hasta ese entonces, Bello
se plante la necesidad de reconstruir la filosofa de la historia. A ms de distinguir entre hombre-pueblo y hombre-individuo, concepcin avanzadsima en la
poca para especificar los diferentes actores sociales en la historia, subray la
necesidad de admitir dos especies de filosofa de la historia400:
399 Garca Bacca, Juan D. Prlogo a Bello, Andrs. Obras completas, t. III: Filosofa del
entendimiento y otros escritos filosficos, segunda edicin. (Caracas: Fundacin La Casa de
Bello, 1981), XI.
400 Bello, Andrs. Modo de escribir la historia, en: Andrs Bello. Obras completas, t. XXIII.
Temas de historia y geografa, segunda edicin (Caracas: Fundacin La Casa de Bello,
1981), 237.
137
una raza, de un pueblo, de una poca, deduce el espritu peculiar de esa raza,
de ese pueblo, de esa poca401.
Esta filosofa particular de la historia de un pueblo, a diferencia de la
filosofa general de la historia, tocaba crearla, pues no exista, dado que
lo que se llama filosofa de la historia es una ciencia que se encuentra en
mantillas402, afirmaba. En razn de sta plante que los trabajos filosficos
de Europa no nos dan la filosofa de la historia de Chile [o Hispanoamrica].
Toca a nosotros formarla por el nico proceder legtimo, que es el de la induccin sinttica403.
En recurrencia a mtodos de investigacin como el anlisis y la sntesis, la comparacin, la induccin y la deduccin, la demostracin lgica, el
historicismo, y otros mtodos que llam de encadenamiento, ad narrandum y
ad probandum cre las bases tericas de una filosofa de la historia diferente
hasta la entonces existente. Resulta notorio y significativo destacar, entre los
conceptos utilizados para estudiar y escribir la historia y la cultura los de unidad
y diversidad, el todo complejo, lo concreto y la sntesis.
A diferencia de las filosofas de la historia que centraban su mira en uno u
otro elemento o contexto de la sociedad y la cultura, propugn una concepcin
omniabarcadora o de totalidad. Desde aqu sostuvo: hoy no es ya permitido
escribir la historia en el inters de una sola idea. Nuestro siglo no la quiere; exige
que se le diga todo404. Y, al reafirmar el concepto del todo explicit: esta filosofa debe estudiarlo todo; debe examinar el espritu de un pueblo en su clima,
en sus leyes, en su religin, en su industria, en sus producciones artsticas, en
sus guerras, en sus letras y sus ciencias405. A su vez alert lo imprescindible
de tener en cuenta cada elemento o partes de ese todo, al precisar que es necesario que la filosofa de la historia estudie cada uno de los elementos de un
401 Ibd.
402 Bello, Andrs. Modo de escribir la historia, en: Andrs Bello. Obras completas, t. XXIII.
Temas de historia y geografa, op. cit., 251.
403 Bello, Andrs. Modo de escribir la historia, en: Andrs Bello. Obras completas, t. XXIII.
Temas de historia y geografa, op. cit., 240.
404 Ibd., 231.
405 Ibd., 238.
138
pueblo406. Pero hay algo ms, la comprensin de ese todo era como un todo
complejo407, situado, no indeterminado.
Lo revelado, hasta aqu, muestra que su concepcin del todo era de un todo
como unidad compleja, en el cual tienen lugar las interrelaciones de los elementos
que lo conforman. En este orden puntualiz que entre las leyes y las costumbres
ha habido y habr siempre accin recproca408. Igualmente, ese todo significaba
sntesis de las interrelaciones. As, la sntesis, deba ser sntesis de lo concreto
de la unidad en la diversidad, de lo general y lo particular como la expone en la
teora de la identidad cultural y la integracin o lo que hoy se denomina proceso de
transculturacin. La nueva filosofa de la historia que fundament es una filosofa
universal concreto-situada.
4.3
mirar su patria con la misma indiferencia que vera [la suya] uno de los pueblos
rsticos, es un delirio409.
Se pronunciaba, as, contra el humanismo abstracto, en pro de un humanismo concreto-situado. El que profes como promotor de la independencia
de Cuba de Espaa, pues completando la frase de Luz y Caballero, ense
a pensar a los cubanos en la independencia de su pas. Promovi esta desde
la filosofa ilustrada como filosofa del cambio social progresista al destacar:
Mas la ilustracin, que siempre empieza por una pequea llama, y concluye
por un incendio que arrasa el soberbio edificio de la tirana, ha conducido ya a
los pueblos de Amrica a un estado en que seguramente no quisieron verlo sus
opresores410. Se refera al proceso de independencia de la Amrica Espaola.
La conciencia de identidad americanista, trmino usual en ese entonces
para referirse tambin a los hispanoamericanos, a pesar de la ambigedad del
concepto, fue profesada como programa cuando subray que el americano
oye constantemente la imperiosa voz de la naturaleza que le dice: yo te he
puesto en un suelo que te hostiga con sus riquezas y te asalta con sus frutos; un
inmenso ocano te separa de esa Europa, donde la tirana ultrajndome, holla
mis dones y aflige a los pueblos; no la temas: sus esfuerzos son impotentes,
recupera la libertad que t mismo te has despojado por una sumisin hija ms
de la timidez que de la necesidad; vive libre e independiente; y prepara un asilo
a los hombres libres de todos los pases; ellos son tus hermanos411. Axioma
revelador de un americanismo ecumnico situado, como aquel de Juan Pablo
Viscardo, sostenido desde El Habanero, 1824-1829, peridico independentista
cubano que publicaba desde Estados Unidos. Pero tambin se har notar que
tal planteamiento estaba dirigido contra la poltica de Fernando VII y la Santa
Alianza de recuperar las colonias espaolas de Amrica perdidas y ya independientes. Todo lo cual manifiesta la conciencia de identidad hispanoamericana
de Varela.
409 Varela, Flix. Lecciones de filosofa y otros escritos filosficos, en: Flix Varela. Obras.
Investigacin, compilacin y notas de Eduardo Torres-Cuevas, Jorge Ibarra y Mercedes Garca.
t. I. (La Habana: Editora Poltica, 1991), 325-326.
410 Varela, Flix. El Habanero, Tomo I, en: Flix Varela. Obras. Compilacin y notas de Eduardo
Torres-Cuevas, Jorge Ibarra y Mercedes Garca. t. II. (La Habana: Editorial Cultura Popular
y Ediciones Imagen Contempornea, 1997), 187.
411 Ibd., 189.
140
420 Lastarria, Jos Victorino. Don Simn Rodrguez, en: Grases, Pedro, (ed.). Simn Rodrguez:
escritos sobre su vida y su obra, (Caracas: Consejo Municipal del Distrito Federal, 1954),
128-131.
421 Es voz nueva, derivada de Liberal, que hasta nuestros das ha significado dadivoso, tal vez
porque el que libra o liberta de una dependencia incmoda; en este sentido decan los antiguos
espaoles, poner en libertad. Algunas artes se llamaban liberales porque teniendo ms parte
en ellas el espritu que el cuerpo, parecen descargar a ste de un trabajo.
Es un alivio para el que habla, y una adquisicin para el diccionario el poder llamar hoy liberal,
al que aboga por la Libertad y liberalismo el conjunto de ideas opuestas a la servidumbre, sea
la que fuere.
Se hace esta explicacin, porque, aunque todos, cuando hablan, sepan lo que quiere decir, no
todos saben lo que dicen. Simn Rodrguez. Obras completas, t. II (Caracas: Universidad
Simn Rodrguez, 1975), 229.
en sus obras; pedid a cada historiador sus garantas. Esa es la primera filosofa que debemos aprender de Europa425.
Sin escepticismos y nihilismos respecto a lo europeo le dijo a los
estudiosos iberoamericanos y chilenos: Abranse las obras clebres dictadas por la filosofa de la historia426. Y a rengln seguido interrogaba
metdicamente: Nos dan ellas la filosofa de la historia de la humanidad?
La nacin chilena no es la humanidad en abstracto. Es la humanidad bajo
ciertas formas especiales; tan especiales como los montes, valles y ros de
Chile; como sus plantas y animales; como las razas de sus habitantes; como
las circunstancias morales y polticas en que nuestra sociedad ha nacido y
se desarrolla. Nos dan esas obras la filosofa de la historia de un pueblo,
de una poca? De la Inglaterra bajo la conquista de los normandos, de
la Espaa bajo la dominacin sarracena, de la Francia bajo su memorable
revolucin?427.
Especificando que, nada ms interesante, ni ms instructivo. Pero no
olvidemos que el hombre chileno de la independencia, el hombre que sirve de
asunto a nuestra historia y nuestra filosofa peculiar no es el nombre francs,
ni el anglo-sajn, ni el normando, ni el godo, ni el rabe. Tiene su espritu
propio, sus facciones propias, sus instintos peculiares428.
La comprensin del hombre chileno como hispanoamericano, expresin
de hombre universal concreto-situado, era para l una sntesis histrica y
cultural, donde lo espaol y lo europeo, junto a lo indgena entraban como
elementos conformadores de la identidad del hombre nuevo en estas tierras.
Concepcin presente ya desde Alocucin a la poesa, 1823, hasta escritos
ms tericos como los que conformaran Filosofa del entendimiento, 1843,
en los cuales, junto a Modos de escribir la historia y Modos de estudiar la
misma, 1848, hay toda una concepcin de la identidad cultural, tanto en el
orden terico como en las diferentes manifestaciones de la cultura.
425 Bello, Andrs. Modo de estudiar la historia, en: Andrs Bello. Obras completas, t.
XXIII: Temas de historia y geografa, op. cit., 251.
426 Ibd., 249.
427 Ibd.
428 Ibd.
144
429 Hanisch Espnola, Walter. Andrs Bello y su pensamiento filosfico en Chile. Tercer Congreso del Bicentenario. t. II. (Caracas: La Casa de Bello, 1981), 304.
430 Ibd.
431 Bello, Andrs. Modo de estudiar la historia, en: Andrs Bello. Obras completas, t. XXIII:
Temas de historia y geografa, op. cit., 249.
145
432 Cfr. Guadarrama, Gonzlez, Pablo. Filosofa e ilustracin en Simn Bolvar, en:
433 Bolvar, Simn. Carta al General Francisco de Paula Santander, Arequipa, 20 de mayo de
1825, en Simn Bolvar. Obras completas, s/f, Vol. II. (Caracas: E. Requeno Mira Libreo
Editor), 137.
434 Bolvar, Simn. Carta al General Francisco de Paula Santander, Huamachuco, 6
de mayo de 1824, en: Bolvar, Simn. Obras completas. s/f Vol. I. (Caracas: E.
Requeno Mira Libreo Editor), 964.
435 Ibd.
146
Kingston, septiembre (?) de 1815, en: Bolvar, Simn. Obras completas, Vol. I. op.
cit., 178.
439 Ibd.
440 Ibd., 179.
147
entre los grupos de aquella sociedad, pero era incuestionable, tambin, que el
mestizaje era una realidad.
Ms puntualmente examin el mestizaje, al destacar que ste constituye
una caracterstica de la identidad de la Amrica de origen espaol: tengamos
presente acot que nuestro Pueblo no es el Europeo, ni el Americano del Norte, que ms bien es un compuesto de frica y de Amrica, que una emanacin
de Europa; pues hasta que la Espaa misma, deja de ser europea por su sangre
africana, por sus Instituciones, y por su carcter. Es imposible asignar con qu
propiedad, a qu familia humana pertenecemos. La mayor parte del indgena se
ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y
ste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una
misma Madre, nuestros Padres diferentes de origen y en sangre, son extranjeros,
y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato
(sic) de la mayor trascendencia441. Sin embargo, sin dejar de tener en cuenta las
complejidades y contradicciones del asunto valor positivamente este proceso al
sealar que es una inspiracin eminentemente benfica, la reunin de todas las
clases en un estado, en que la diversidad se multiplica en razn de la propagacin de la especie [humana]442. Tuvo una clara comprensin de la mismidad y la
alteridad en unidad, es decir, de la identidad en la diferencia. Como pensador y
estadista promova con optimismo la fraternidad prctica al llamar a consolidar el
afecto fraternal recproco443 entre todos. Sent, as, al igual que otros ilustrados
como Flix Varela, Servando Teresa de Mier, Andrs Bello y Simn Rodrguez,
la premisa para un humanismo plural donde todos fueran protagonistas y actores.
Propugn, en lo esencial, lo que Luis Villoro ha llamado actualmente Estado plural.
Este destacado y aportador investigador mexicano, Luis Villoro, reconoci
que los siglos XIX y XX, a travs de muchos sufrimientos, lograron construir
una nueva identidad nacional: la nacin mestiza. Se forj una unidad real nueva,
que permiti la modernizacin relativa del pas [de Mxico e Hispanoamrica].
Sera suicida querer la disgregacin de esa nacin. De lo que se trata es de aceptar
441 Bolvar, Simn. Discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura el
15 de febrero de 1819, en: Obras completas. s/f, Vol. III. (Caracas: E. Requeno Mira Libreo
Editor), 682.
442 Op. cit., 682-683.
443 Bolvar, Simn. Carta al Seor Redactor o Editor de la Gaceta Real de Jamaica, Kingston,
septiembre [?] de 1815, en: Simn Bolvar. Obras completas, Vol. I, 181.
148
4.4
444 Villoro, Luis. Estado plural, pluralidad de culturas. (Mxico D. F.: Editorial Paids Mexicana
y UNAM, 1988), 47.
445 Beorlegui, Carlos. Historia del pensamiento filosfico latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad. (Bilbao: Universidad de Deusto, 2004), 200.
446 Ibd.
447 Bello, Andrs. Filosofa del entendimiento, op. cit., 184.
448 Ibd.
149
Es evidente que conceba la identidad como una relacin entre cosas, personas y culturas diferentes, pero que tienen algo en comn o coincidente, dado
en el tiempo y el espacio como hubo de subrayar. A este respecto manifest que
la identidad de la persona, que atribuimos a la inteligencia [] se presenta con
apariencias varias, como cuando juzgamos que el Csar conquistador de las Galias
fue el mismo que venci en Farsalia y que fue muerto por Bruto y Casio en el
Senado romano449. Denotando que la verdadera identidad conjuga en una misma
relacin la mismidad y la diferencia, tanto en el caso de la identidad personal individual como en la identidad colectiva la cual llam en trminos lgicos identidad
de clase. Pues la identidad de clase, [] es la semejanza de los caracteres, en
virtud de la cual imponemos un mismo nombre a dos o ms entes distintos450,
acot. En tanto concluy que la identidad de la persona individual y la identidad
de clase o identidad colectiva se expresaban de manera concreta como identidad
especfica451, la cual tena como funcin ser transmitida por una generacin a
otra para mantener la continuidad, sin soslayar la ruptura de elementos parciales, pues en las identidades se dan integraciones y desintegraciones. En sntesis,
Bello, ha referido conceptualmente cuatro formas de identidad: la identidad en
la diferencia; la identidad del yo o identidad de la persona; la identidad de
clase o identidad de grupo; y la identidad especfica.
y porque hemos nacido en ella. Este es el derecho natural de los pueblos en sus
respectivas regiones453.
Igualmente, desde el referente Nuestra Amrica, establecera frente a sus
compatriotas partidarios de imitar acrticamente el modelo de federacin norteamericana la debida y necesaria distancia, siempre desde la identidad en la diferencia.
En este orden afirm que la prosperidad de esta repblica vecina ha sido, y est
siendo, el disparador de nuestra Amrica porque no se ha ponderado bastante la
inmensa distancia que media entre ellos y nosotros454. La diferencia enorme
de situacin y circunstancias que ha habido y hay entre nosotros y ellos455. (La
cursiva con negrita es nuestra).
En cuanto al modelo de Estado y gobierno a asumir seal que una constitucin perfecta era un problema que todava no estaba resuelto. La Constitucin
tena que corresponder a las circunstancias del pas y la nacin que se quera
fundar. El federalismo a lo estadounidense, para el caso de Mxico, y en general
para la Hispanoamrica de entonces, tenda a debilitar o destruir la unin. Por eso
puntualiz que haba ms de un modo de federarse, as lo revelaban la federacin
de Suiza o Alemania. Por consiguiente, sobre la base de esta lgica precis que en
cada parte ha sido diferente, y an puede haberla de otras maneras456. Aclarando:
yo siempre he estado por la federacin, pero una federacin razonable y moderada, una federacin conveniente a nuestra poca ilustracin y a las circunstancias
de una guerra inminente, que debe hallarnos unidos457. Se refera a la necesaria
unidad frente a la posibilidad de una guerra civil, con los Estados Unidos o a una
la invasin de Mxico por parte de una potencia europea, profecas todas hechas
dramtica realidad.
Al valorar este tipo de aporte para el mexicano, Magdalena Maiz ha destacado
que su obra marca la lucha por la legitimidad de su identidad social y su razn de
453 Mier, Fray Servando Teresa de. Memoria poltico-instructiva, en: Fray Servando Teresa de
Mier. Ideario poltico, op. cit., 231.
454 Mier, Fray Servando Teresa de. [Profeca del Padre Mier sobre la Federacin Mexicana]:
El Padre Mier en el Congreso Constituyente Mexicano (1823), en: Fray Servando Teresa
de Mier. Iderio poltico, op. cit., 293.
455 Ibd.
456 Ibd.
457 Ibd., 290.
151
473 Bello, Andrs. Alocucin a la poesa, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., 38.
474 Ibd., 26.
475 Op. cit., 36.
476 Ibd.
477 Bello, Andrs. Historia antigua de Mxico [] escrita por D. Francisco Javier Clavijero, y
traducida del italiano por D. Jos Joaqun Mora, en: Andrs Bello. Obras completas, t. XXIII:
Temas de historia y geografa, op. cit., 424.
478 Ibd., 423.
479 Ibd., 424.
155
la misma colectividad480. En este mismo orden de ideas Jorge Luis Arcos acot
que lo que aporta ella de nuevo, es la conciencia de la especificidad de nuestra
naturaleza y de nuestra historia481.
Todo lo sealado es cierto, y ms. Mucho ms, por cuanto en la Alocucin
hay una filosofa programtica de la identidad, la cual despliega en escritos
posteriores. La identidad que se predica a nivel de significados no es lgica, geogrfica o histrica simplemente, sino la identidad cultural en su sentido amplio
y omniabarcador. No es fortuito que en la ltima lnea del poema se subraye el
concepto-adjetivo culta historia482 que remite al tiempo ms lejano483. Para
en conjuncin de pasado con futuro reafirmar: Renacers, renacers ahora484,
cuyo renacimiento tena como presupuesto, segn los trminos antropolgicos
humanistas485 del propio Bello, el hombre americano486, las nuevas gentes487
y los nuevos hombres488. Lo que aqu ya patentiza es la concepcin del hombre
in sito, la cual profundiz y desarroll en los ensayos de 1848 publicados en El
Araucano de Chile como se hubo de exponer anteriormente. En juicio valorativo, al respecto, Germn Arciniegas ha destacado que debe considerrsele un
prototipo de humanista, que concibi un nuevo humanismo, un humanismo
480 Crema, Edoardo. La proclama del romanticismo americano, en: Valoracin mltiple de
Andrs Bello. Ed. Manuel Gayol Mecas. (La Habana: Ediciones Casa de las Amricas, 1989),
263-264.
481 Arcos, Jorge Luis. Andrs Bello: originalidad americana de una poesa neoclsica, en:
Valoracin mltiple de Andrs Bello, op. cit., 284.
482 Bello, Andrs. Alocucin a la poesa, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., 40.
483 Ibd.
484 Ibd., 31.
485 En cuanto las caractersticas de este nuevo humanismo, humanismo plural, ha referido Pedro
Grases: El nuevo concepto de humanismo por los hombres de la emancipacin se asentar
sobre bases distintas del humanismo clasicista del Renacimiento. Se fundar sobre otros
principios y otras realidades, siempre con el objeto del ser americano. Entendiendo que la
geografa, la naturaleza, la humanidad y su destino, mediante la adhesin a los preceptos de
los derechos del Hombre, la liberacin nacional de los pases del continente, la organizacin
de las repblicas, las normas del progreso y la implantacin de la democracia, llegarn a forjar
los nuevos ciudadanos con virtudes y saberes que aseguren la existencia y el rumbo de los
nuevos Estados. Pedro Grases, Prlogo, en: Obras de Pedro Grases. Vol. 5. (Barcelona:
Editorial Seix Barral, 1981), XVII.
486 Bello, Andrs. La agricultura en la zona trrida, Obra literaria. op. cit., 47.
487 Bello, Andrs. Alocucin a la poesa, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., p. 23.
488 Bello, Andrs. La agricultura en la zona trrida, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., 48
156
489 Arciniegas, Germn. El pensamiento vivo de Andrs Bello, segunda edicin. (Buenos Aires:
Editorial Losada, 1946), 32.
490 Ibd., 39.
491 Rojas Gmez, Miguel. Maritegui, la contemporaneidad y Amrica Latina. (Bogot: Ediciones de la Universidad INCCA de Colombia, 1994), 82. Y Redefinicin y teora de la
identidad cultural, en: Islas, Revista de la Universidad Central de Las Villas, Santa Clara.
N. 119, (1999).
492 Castells, Manuel. La era de la informacin: economa, sociedad y cultura. El poder de la
identidad, Vol. II, (Mxico D. F.: Siglo XXI Editores, 1999), 30.
493 Bello, Andrs. Alocucin a la poesa, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., 21.
494 Ibd.
495 Ibd., 34.
496 Ibd., 21.
157
501 Bolvar, Simn. Reflexiones sobre el Estado actual de la Europa, con relacin a la Amrica,
en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. III, 831.
502 Bolvar, Simn. Carta al General Francisco de Paula Santander, Guayaquil, 22 de julio de
1822, en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. I, 652.
503 Casares, Julio. Diccionario ideolgico de la lengua espaola., (Barcelona: Editorial Gustavo
Gili , 1963), 226- 461.
504 Bolvar, Simn. Manifiesto a los habitantes del Ro de la Plata, Cuartel General de Angostura
a 12 de de junio de 1818, en: Obras completas, op. cit., Vol. II, 664-665.
505 Bolvar, Simn. Discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura el
15 de febrero de 1819, en: Obras completas, op. cit., Vol. III, 683.
506 Ibd., 691-692.
159
507 Cfr. Herder, Johann Gottfried. Ideas para una filosofa de la historia de la humanidad, Trad.
de J. Rovira Armengol, (Buenos Aires: Editorial Losada, 1951).
508 Zea, Leopoldo. Simn Bolvar, integracin en libertad, (Caracas: Monte vila Editores,
1988), 64.
509 Ibd., 46.
510 Ibd., 64.
511 Ibd., 89.
160
512 Henrquez, Camilo. Escritos en la Aurora de Chile, (1812), en: Pensamiento poltico de la
Emancipacin, op. cit., t. I, 233.
513 Ibd., 234.
514 Henrquez, Camilo. Proclama, (1811), en: Pensamiento poltico de la Emancipacin, op.
cit., t. I, 221.
515 Rodrguez, Simn. Luces y virtudes sociales, op, cit., 243
161
526 Cfr. Bello, Andrs. Resumen de la Historia de Venezuela, en: Andrs Bello. Obras completas,
t. XXIII: Temas de historia y geografa, segunda edicin, (Caracas: Fundacin La Casa de
Bello, 1981).
527 Bello, Andrs. La agricultura en la zona trrida, en Andrs Bello. Obra literaria, op. cit.,
40.
528 Bello, Andrs. Confraternidad americana (1849), en: Andrs Bello. Obras completas, t. X:
Derecho Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios,
segunda edicin, (Caracas: Fundacin La Casa de Bello), 638.
529 Bello, Andrs. Alocucin a la poesa, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., 38.
530 Bello, Andrs. El himno de Colombia, 1861, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., 51.
164
ramente opuestas a todos los elementos que pueden constituir los Gobiernos
hispanoamericanos531. Se refera as aquellos que calumniaban a las jvenes
repblicas como naciones independientes, incapaces segn criterios de estos
de constituir gobierno propio con su variada poblacin, desde los criollos hasta
los indios, negros y mestizos.
Esclareci que en Amrica, el estado de desasosiego y vacilacin que ha
podido asustar a los amigos de las humanidades es puramente transitorio. Cualesquiera que fuesen las circunstancias que acompaan a la adquisicin de nuestra
independencia, debi pensarse que el tiempo y la experiencia irn rectificando
los errores, la observacin descubriendo las inclinaciones, las costumbres y el
carcter de nuestros pueblos, y la prudencia combinando todos estos elementos,
para formar con ellos la base de nuestra organizacin. Obstculos que parecan
invencibles desaparecern gradualmente: los principios tutelares, sin alterarse en
la sustancia, recibirn en sus formas externas las modificaciones necesarias, para
acomodarse a la posicin peculiar de cada pueblo; y tendremos constituciones
estables, que afiancen la libertad y la independencia532, ratificaba.
Haciendo uso de la comparacin y la analoga puntualiz que por mucho que
se exagere la oposicin de nuestro estado social con algunas de las instituciones
de los pueblos libres, se podr nunca imaginar un fenmeno ms raro que el que
ofrecen los Estados Unidos en la vasta libertad que constituye el fundamento de
su sistema poltico y en la esclavitud que gimen casi dos millones de negros bajo
el azote de crueles propietarios? Y sin embargo, aquella nacin est constituida
y prspera533. No ocultaba los escollos a vencer, pero afirmaba la existencia de
nuevos contextos de la identidad como la poltica y el derecho, expresiones que
haba que reafirmar. Toda su actividad estar determinada por el mismo designio:
el de afianzar la identidad de las recin nacidas repblicas, para que, ahincadas
desde su verdad, pudiesen luego incorporarse con voz y perfiles propios, en armonioso concierto con los dems pueblos de la tierra534.
531 Bello, Andrs. Las repblicas hispanoamericanas, 1836, en Leopoldo Zea, (ed.) t. I, Fuentes
de la cultura latinoamericana, (Mxico, D. F.: Fondo de Cultura Econmica, 1993), 187.
532 Ibd., 188-189.
533 Ibd., 189.
534 Zubira, Ramn de. Presencia y vigencia de don Andrs Bello, en: Correo de los Andes,
Bogot, N. 13, (enero-febrero de 1982), 20.
165
parte se expongan con fidelidad las reglas a que se conforma el buen uso. Yo
creo, precis con todo, que esas dos cosas son inconciliables; que el uso no
puede exponerse con exactitud y fidelidad sino analizando, desenvolviendo los
principios verdaderos que lo dirigen; que una lgica severa es indispensable
requisito en toda enseanza; y que en el primer ensayo que el entendimiento
hace de s mismo es en el que ms importa no acostumbrarle a pagarse (sic) de
meras palabras543.
No hay duda de que dej esclarecida la importancia y correlacin entre la
prctica y la teora del lenguaje, entre la pragmtica y la semntica como hoy se
dice y maneja en semitica, siendo uno de los anticipadores de la misma como
ha demostrado Arturo Andrs Roig544. Igualmente explicit la significacin de
principios epistmicos que rigen el entendimiento y la imprescindible lgica
en la formacin y explicacin de conceptos, a ms de las leyes y categoras
que presiden su Gramtica, as como de otros escritos lingsticos. En este
orden volvi a fundamentar, ahora desde la lingstica, los principios tericofilosficos de la identidad al recalcar conceptos como el mismo de identidad,
unidad, comunidad y diferencia.
Ante la estrechez del nominalismo lingstico esclareci que una explicacin en que cada hecho tiene su razn particular, que slo sirve para l, y los
diversos hechos carecen de un vnculo comn que los enlace y los haga salir
unos de otros, y que por otra parte las excepciones pugnan continuamente con
las reglas, no puede contentar al entendimiento. Pero cuando todos los hechos
armonizan, cuando las analogas desaparecen, y se percibe que la variedad no
es otra cosa que la unidad, transformada segn leyes constantes, estamos autorizados para creer que se ha resuelto el problema, y que poseemos una verdadera
TEORIA, (sic), esto es, una visin intelectual de la realidad de las cosas545.
Y, efectivamente, resolvi el problema de la teora lingstica y la filosofa del
lenguaje destacando lo comn y universal de la lengua castellana. En tanto revel
que dicha universalidad tena un carcter concreto, un aqu y ahora.
543 Ibd., 11.
544 Roig, Arturo Andrs. Andrs Bello y los orgenes de la semitica en Amrica Latina, (Quito:
Universidad Catlica, 1982).
545 Bello, Andrs. Anlisis ideolgica de los tiempos de la conjugacin castellana, Bello, Andrs.
Obras completas, t. V: Estudios gramaticales, segunda edicin, (Caracas: Fundacin La Casa
de Bello, 1981), 7.
168
se traduciran, entonces, los libros espaoles a la ortografa y lenguas hispanoamericanas. Sarmiento tan optimista en su ideario general como afirm Angel
Rosenblat, parta en materia ortogrfica de una concepcin pesimista. No crea
en el porvenir de Espaa, ni que Amrica llegara jams a tener relaciones con
Espaa. Tampoco crea en una unidad cultural hispanoamericana547.
La tesis de Bello, en esta direccin, era totalmente contraria a la de Sarmiento,
consista en que la lengua contribuyera a la reafirmacin de la identidad cultural,
y sobre todo, tributara a una slida integracin en los diferentes campos de la
sociedad y la cultura toda. Mas, Bello coincidi con Sarmiento, a pesar de los
ataques de ste, en cuanto a la fuente popular de la lengua. Al enfatizar en la
filosofa de sta acot que en las sutiles y fugitivas analogas de que depende
la eleccin de las formas verbales (y otro tanto pudiera decirse de algunas otras
partes de la lengua), se encuentra un encadenamiento maravilloso de relaciones
metafsicas, elaboradas con un orden y una precisin que sorprenden cuando se
considera que se deben enteramente al uso popular, verdadero y nico artfice
de las lenguas548.
Desde muy temprano, en lingstica, abog por la conjuncin natural de
lo culterano y lo popular, la interaccin de la academia y las prcticas populares de la lengua. Ya en la Gramtica castellana, 1832, propona reformas a
la lengua castellana. Fundamentaba una correccin a la Academia en cuanto
al significado del verbo haber549, pues sta asignaba a tal verbo el significado
de existir, porque le corresponda en el latn esse. En tanto esclareci que la
verdad es que el verbo haber conserva su significado primitivo de tener, y no
denota jams existencia, como hoy est reconocido, teniendo razn Bello. Asimismo, en cuanto a la relatividad de lo culto y lo popular, y su interpenetracin,
puntualiz que cada lengua tiene sus reglas peculiares, su ndole propia, sus
genialidades, por decirlo as, y frecuentemente lo que pasa por solecismo en
una, es un idiotismo recibido, y tal vez una frase culta y elegante en otra550.
547 Rosenblat, Angel. Estudio preliminar: las ideas ortogrficas de Bello, en: Andrs Bello.
Obras completas, t. V: Estudios gramaticales, op. cit., CXI.
548 Bello, Andrs. Anlisis ideolgica de los tiempos de la conjugacin castellana, en: Andrs
Bello. Obras completas, t. V: Estudios gramaticales, op. cit., 6.
549 Bello, Andrs. Gramtica castellana, (1832), en: Andrs Bello. Obras completas, t. V:
Estudios gramaticales, op. cit., 182.
550 Ibd., 176.
170
que son las lenguas como cuerpos organizados que se asimilan continuamente
elementos nuevos, sacndolos de la sociedad en que viven y adaptndolos bajo
la forma que es propia de ellas a las ideas que en esta dominan554.
Asimismo hubo de subrayar en El discurso de la Universidad de Chile:
el estudio de nuestra lengua me parece de una alta importancia. Yo no abogar
jams aclar por el purismo exagerado que condena todo lo nuevo en materia
de idioma; creo, por el contrario reafirm, que la multitud de ideas nuevas,
que pasan diariamente del comercio literario a la circulacin general, exige
voces nuevas que las representen555. Y en Gramtica de la lengua castellana
volvi a enfatizar, al decir que, el adelantamiento prodigioso de todas las ciencias y las artes, la difusin de la cultura intelectual y las revoluciones polticas,
piden cada da nuevos signos para expresar nuevas ideas556. Por tanto, no hay
dubitacin que para Bello la lengua transcurre y se desarrolla entre la tradicin
y la modernizacin.
A partir de aqu hay que expresar que a nivel lexicogrfico, desde Iberoamrica, desde los primeros tiempos de la colonizacin se incorporaron al
espaol nuevas voces, ideas y palabras que enriquecieron el espaol peninsular. Basta citar brevemente trminos como caoba, carey, cayo, hamaca, maz,
cacao, chocolate, mate, papa, maraca, anans, huracn, etc., lo que llevara a
contar cientos de palabras. Sin embargo, de acuerdo con la tesis de Bello, que
los nuevos hechos hispanoamericanos polticos, econmicos o culturales aportaran nuevas ideas o conceptos a la lengua espaola, ilustrativamente hay que
indicar, a favor del destacado filsofo y lingista, que, efectivamente, al calor
de las revoluciones de independencia aparecieron nuevos nombres para nominar
a nuevas naciones, como son los de Mxico, Colombia o Bolivia, simbolizando
estos una nueva identidad. Igualmente contribuy, desde la concepcin de la
identidad, a reafirmar conceptos como Nuestra Amrica, Hispanoamrica y la
Otra Iberia Joven, es decir, la nueva iberoamericanidad que llevara al trmino
Iberoamrica.
554 Bello, Andrs. Diccionario de galicismos por Don Rafael Mara Baralt, en: Andrs Bello.
Obra literaria, op. cit., 469-470.
555 Bello, Andrs. Discurso de la inauguracin de la Universidad de Chile, en: Andrs Bello.
Homenaje de la U.C.V. en el bicentenario de su natalicio (1871-1881), op. cit., 284-285.
556 Bello, Andrs. Gramtica de la lengua castellana, op. cit., 16.
172
557 Bello, Andrs. Diccionario de galicismos por Don Rafael Mara Baralt, en: Andrs Bello.
Obra literaria, op. cit., 471.
558 Menndez y Pelayo, Marcelino. Sobre la vida y obra de Andrs Bello en: Valoracin mltiple
de Andrs Bello, op. cit., 65.
173
561 Alonso, Amado. Introduccin a los estudios gramaticales de Andrs Bello, en:
562 Bello, Andrs. Congreso Americano I, (1844), en: Andrs Bello. Obras completas, t. X:
Derecho Internacional I: Principios de derecho internacional y escritos complementarios,
segunda edicin, (Caracas: Fundacin La Casa de Bello, 1981), 642.
563 Bello, Andrs. Gramtica de la lengua castellana, op. cit., 15-16.
175
570 Zea, Leopoldo. Integracin cultural latinoamericana y su integracin social, en: Pensamiento
y Accin, Gaceta de Cultura Universitaria, Tunja, N. 1, (abril de 1978), 16.
571 Rivadeneira Vargas, Antonio Jos de. Dialctica integradora de Bolvar en Amrica Latina,
Vol. 9, (Bogot: Publicaciones de la Universidad Central, 1989), 13.
572 Ibd.
573 Ibd., 14.
177
La existencia de un vnculo que ligue las partes entre s y con el todo, para
complementarse mutuamente en la Nueva nacin, es decir, la Nacin-denaciones.
La necesaria igualdad para re-fundir el todo.
Y, en consecuencia, fundir la masa del pueblo en un todo para unirnos.
Esta teora de la integracin viene a aclarar que la integracin es a la identidad cultural, y no la identidad cultural a la integracin. Postura que revela en
Bolvar la ruptura en continuidad con Espaa, y la continuidad en la apertura con
el mundo. No hay en Bolvar actitud antiespaola, excepto la que derivaba de la
poltica monrquica opresora, la cual tambin impugnaban los liberales espaoles
progresistas en la propia pennsula, causa compartida por Bolvar como puede
apreciarse en la Carta al Comandante Don Francisco Doa del 27 de agosto de
574 Bolvar, Simn. Contestacin de un americano meridional a un caballero de esta Isla,
Kingston, 6 de septiembre de 1815, en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. I, 172.
178
la Gran Colombia, al proponer, siguiendo a Francisco de Miranda, se llamase, precisamente, Colombia, en homenaje de la gran hazaa de Cristbal
Coln y sus compaeros de expedicin. As subray que esta nacin se
llamara Colombia como tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro
hemisferio579. Igualmente sugiri que si se produca una unin entre Venezuela y la Nueva Granada, (Colombia), crendose una nueva ciudad para su
gobierno, sta deba llamarse Las Casas, en honor de aquel dominico espaol,
hroe de la filantropa prctica. Por ltimo, no se puede obviar que su proyecto de integracin planteaba la defensa de la integridad de los territorios
hispnicos, sin negociar ni hipotecar ninguno de ellos, as como la necesaria
interdependencia entre unos y otros.
excedemos a Europa sin disputa581. Si ella nos dio el lino nosotros le dimos
el algodn, si nos dio el trigo le dimos el maz. Y en cuanto a la comida de los
espaoles europeos de entonces apunt:yo preguntara a los espaoles a qu
se reduce su comida? A maz, patatas, bacalao, pimientos, tomates, chocolate,
[...]582. Aadiendo que despus se fumaban su cigarrito que estimaban ms que
el alimento, y se crean los ms dichosos de los mortales, puntualizando que
esas cosas les haban venido de Amrica.
Asimismo el neogranadino o colombiano Francisco Antonio Zea, quien fue
Vice-presidente de la Gran Colombia destac la importancia de la naturaleza
hispanoamericana al resear la variedad de climas, productos, la flora y fauna,
los minerales y otros recursos.Qu variedad de climas exclam, a veces en
vastos y a veces en estrechos recintos, graduados insensiblemente desde el calor
del Senegal hasta el hielo subpolar!, y en esa variedad infinita de temperaturas
qu variedad infinita y que singularidad de producciones! Blsamos, aromas,
resinas, gomas, aceites olorosos, tintes los ms hermosos y brillantes, frutos los
ms tiles y los ms apreciados: cuanto puede apetecer el hombre para su lujo,
para sus delicias y regalo, para la curacin o el alivio de sus males, todo abunda
en nuestras selvas, todo lo producen nuestros campos, y cuanto vegetal sobre
el globo, puede, cuando queramos, adaptarse en nuestro territorio583. Tambin
similar defensa de la identidad de la naturaleza iberoamericana se encuentra
en Andrs Bello, por ejemplo, en sus silvas Alocucin a la poesa, 1823, y La
agricultura en la zona trrida, 1826.
La comunidad de cultura ya precisada por Francisco de Miranda y Bolvar
sera una constante entre los ilustrados para argumentar la identidad e integracin. As el chileno Juan Egaa escribi que estamos unidos por vnculos de
sangre, idioma, relaciones, leyes, costumbres y religin; y, sobre todo, tenemos
una necesidad urgentsima de verificarla584 con la independencia. Y desde esta
581 Mier, Servando Teresa de. Historia de la revolucin de la Nueva Espaa, en: Fray Servando
Teresa de Mier. Ideario poltico, op. cit., 147.
582 Ibd., 148.
583 Zea, Francisco Antonio. Manifiesto a los pueblos de Colombia, (1820), en: Pensamiento
poltico de la Emancipacin, t. II (Seleccin, notas y cronologa de Jos Luis Romero y Luis
Alberto Romero), (Caracas, Biblioteca Ayacucho), 132-133.
584 Egaa, Juan. Los derechos del pueblo (1813), en: Pensamiento poltico de la Emancipacin,
op. cit., t. I, 242.
181
597 Bolvar, Simn. Discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura el
15 de febrero de 1819, en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. III, 692.
598 Rodrguez, Simn. Luces y virtudes sociales, op. cit., 205.
599 Ibd., 207.
600 Rodrguez, Simn. Sociedades americanas, (edicin de 1842), op. cit., 79.
601 Rodrguez, Simn. Sociedades americanas, (edicin de 1828), op. cit., 34.
602 Ibd., 6
185
603 Puiggrs, Adriana. De Simn Rodrguez a Paulo Freire. Educacin para la integracin iberoamericana, (Bogot: Convenio Andrs Bello, 2005), 80.
186
En rplica poltica a sta Jos Cecilio del Valle expres que se ha formado
una Alianza que con escndalo se llama santa; y el objeto de sta es que no haya
constituciones justas; que no haya leyes iguales para todos; que el mundo nuevo
est sujeto al viejo; y dominen los poderes absolutos604, en contraposicin a la
poltica republicana liberal. Por eso reiter, en cuanto a los pueblos hispanoamericanos, que si el sentimiento de sus necesidades hizo que los pueblos se reuniesen
en asambleas por medio de sus representantes, la identidad de sus intereses deba
hacer que las repblicas se juntasen en un congreso por medio de sus ministros605.
Se refera as a la trascendencia poltico-integrativa que deba tener el Congreso
de Panam convocado por Bolvar.
En coincidencia con esta observacin Servando Teresa de Mier haba afirmado antes: Un Congreso, pues, junto al istmo de Panam, rbitro nico de la
paz y la guerra en todo el continente colombiano, no slo contendra la ambicin
del Principito de Brasil [606], y las pretensiones que pudiesen formar los Estados
Unidos, sino a la Europa toda, siempre infinita por su pobreza natural607. As de
custico y radical era Mier.
La integracin constitua, y constituye todava, en poltica, una estrategia para
la seguridad y desarrollo de las naciones iberoamericanas, y ms ampliamente
latinoamericanas.
4.6.2.4 La integracin en democracia
La poltica como comunidad de intereses en el marco de la integracin de
una confederacin tena que responder a los intereses no slo de los gobiernos,
sino principalmente al de los pueblos que la integraran. Desde esta perspectiva
Andrs Bello fundament: tampoco alcanzamos por qu una confederacin
604 Valle, Jos Cecilio del. Nuevo sistema poltico americano. Santa Alianza, en: Valle, Jos
Cecilio del. Obra escogida, op. cit., 241.
605 Valle, Jos Cecilio del. La Dieta Americana. El Congreso de Panam, 1826, en: Valle, Jos
Cecilio del. Obra escogida, op. cit., 242.
606 La referencia de Mier al Principito de Brasil, no es en relacin a Pedro I, quien fuera el primer
gobernante del Brasil independiente, sino al padre de ste, Juan VI, el cual huy de Portugal
ante la invasin napolenica y se estableci en su Colonia Americana en 1808, permaneciendo
en sta hasta 1821.
607 Mier, Servando Teresa de. Segunda carta de un americano al Espaol (1812), en: Servando
Teresa de Mier. Ideario poltico, op. cit., 41.
187
haya de ser precisamente de gobiernos que lo sean todo, y no de los gobiernos populares: una confederacin, alianza o liga es una sociedad de
soberanos; y donde el pueblo es soberano, se confedera a su nombre el
gobierno, como trata y estipula a su nombre en todos los pactos de nacin
a nacin608, (la cursiva es nuestra). Dejando traslucir huellas de Rousseau
en cuanto a la soberana popular, pero yendo ms all que ste, aplic la
nocin de soberana al proyecto de integracin, conservando este criterio
toda su vivencia y actualidad. Por eso no es fortuito que sustentara que la
integracin tena que darse sobre la base de la democracia, concretando:
tengamos juicio; tengamos orden, tengamos una democracia inteligente
y activa; prosperemos, y nuestro ejemplo cundir609.
Es decir, subray que la integracin en el orden econmico, jurdico y
poltico tena que realizarse sobre la base de un principio de concertacin,
donde el pueblo, soberano, est representado democrticamente, en lo que
llam liberal fraternidad610. Pues es desde l, y para l la integracin
autntica.
Esta concepcin le permiti acotar que las leyes emanadas de la
unidad de Nacin-de-naciones deban dirigirse a la satisfaccin de las
necesidades de sus pueblos, porque se juzga [] del mrito de una
constitucin por los bienes efectivos y prcticos de que goza el pueblo
bajo su tutela611. Esto demuestra no slo la preocupacin por el pueblo
como objeto y sujeto de la integracin, sino su aportacin en cuanto a
crear una integracin en democracia en el sentido amplio del trmino,
que rebasara lo poltico-jurdico para arraigar en las necesidades vitales
de existencia de los ciudadanos.
608 Bello, Andrs. Congreso Americano II, (1844), en: Andrs Bello. Obras completas, t.
X: Derecho Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios, op. cit., 646-647.
609 Ibd., 654.
610 Bello, Andrs. Tratado con la Gran Bretaa, (1845), en Andrs Bello. Obras completas,
t. X: Derecho Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios, op. cit., 595.
611 Bello, Andrs. Monarquas en Amrica, en Andrs Bello. Obras completas, t. XVIII:
Temas jurdicos y sociales, (Caracas: Fundacin La Casa de Bello, 1981, 93).
188
612 Cfr. Pacheco, Mximo. Don Andrs Bello y el Cdigo Civil de Chile, en: Bello y Chile.
Tercer Congreso del Bicentenario, t. II, (Caracas: La Casa de Bello, 1981), 315-332.
613 Caldera, Rafael. Cien aos del Cdigo Civil, en: Valoracin mltiple de Andrs Bello, op.
cit., 635.
189
614 Gross Espiell, Hctor. Las influencias del Derecho Internacional de Bello durante la vida del
autor, en: Bello y Chile. Tercer Congreso del Bicentenario, t. II, op. cit. 142.
615 Ibd.
616 Bello, Andrs.Prlogo a la primera edicin, en: Andrs Bello. Obras completas, t. X: Derecho
Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios, op. cit., 6.
617 Gross Espiell, Hctor. Las influencias del Derecho Internacional de Bello durante la vida del
autor, en: Bello y Chile. Tercer Congreso del Bicentenario, t. II, op. cit., 160.
190
618 Bello, Andrs. Poltica americana, en: Andrs Bello. Obras completas, t. XVIII: Temas
jurdicos y sociales, op. cit., 84.
619 Bello, Andrs. Congreso Americano I, (1844), en: Andrs Bello. Obras completas, t. X:
Derecho Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios,
op. cit., 644.
620 Ibd.
621 Bello, Andrs. Congreso Americano II, (1844), en: Andrs Bello. Obras completas, t. X:
Derecho Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios,
op. cit., 655.
622 Bello, Andrs. Congreso Americano I, (1844), en: Andrs Bello. Obras completas, t. X:
Derecho Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios,
op. cit., 642.
623 Bello, Andrs. Congreso Americano II, (1844), en: Andrs Bello. Obras completas, t. X:
Derecho Internacional I: Principios de Derecho Internacional y escritos complementarios,
op. cit., 651.
191
ley comn, los conflictos entre las naciones integrantes. Garantizando, tambin,
la defensa y proteccin frente a peligros externos.
En respuesta a Antonio Leocadio Guzmn, del 24 de septiembre de 1864, el
cual le haba mandado papeles y documentos en torno al Congreso de Plenipotenciarios Hispanoamericanos, 1864, que se celebraba en Per, con vista a la creacin
de una posible Confederacin, frente a los peligros externos y la necesidad unidad
interna continental Bello respondi que la creacin de tan indispensable unidad
no estaba clarificada por tal Congreso debido a la poca precisin de tan magna
empresa, comenzando por la materia jurdica. Como contrapartida fundament la
necesidad de constituir un congreso permanente para dar una verdadera unidad
a diversas nacionalidades, decidindose las cuestiones, no por unanimidad, sino
por mayora de votos624. Esto pone de relieve la importancia que le atribua a
las decisiones democrticas por mayora, pues la unanimidad absoluta era un
imposible histrico en ese entonces.
4.6.2.6 La identidad de intereses econmicos
como base de la integracin
En lo endgeno, la integracin como un todo implicaba, e implica, una unidad
econmica que ligue y complemente unas naciones a otras para el imprescindible
desarrollo social y continental iberoamericano y latinoamericano. Esta tesis ya la
hubo de apuntar Francisco de Miranda, y se ha considerado que Bolvar tambin
la contempl dentro de la unidad como un todo.
Ha destacado Jos Bentez que es cierto que Bolvar no lleg a anunciar
frecuentemente la unidad econmica de Amrica Latina, pero el argumento estaba implcito en su lucha por la unidad625. Y ampliando esta idea suya explicit
que consideraba que los pases latinoamericanos tenan importantes provechos
e intereses econmicos y espirituales comunes, y era un argumento poderoso
para formar un organismo nico, una solidaridad vigorosa. En esa tesis y en esa
conclusin apoyaba fundamentalmente sus argumentos de la unidad, o sea, la
624 Bello, Andrs. Carta de Bello sobre el Congreso Americano, (24 de septiembre de 1864),
en: Andrs Bello. Obras completas, t. X: Derecho Internacional I: Principios de Derecho
Internacional y escritos complementarios, op. cit., 660.
625 Bentez, Jos A. Bolvar y Mart en la Integracin Latinoamericana, (La Habana: Editorial
Pablo de la Torriente, 2002), 67
192
interno. En cuanto al comercio como actividad futura se puede leer: con admiracin y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta
vasta regin [], ya la veo en el corazn del universo, extendindose sobre
sus dilatadas costas, entre esos ocanos que la naturaleza haba separado, y que
nuestra Patria rene con prolongados, y anchurosos canales. Ya la veo servir
de lazo, de centro, de emporio a la familia humana: ya la veo enviando a todos
los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montaas de plata y de oro:
ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres
dolientes del antiguo universo: ya la veo comunicando sus preciosos secretos
a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de las luces, a la suma de
las riquezas, que le ha prodigado la naturaleza629. Y respecto de la industria
concret: excitar la prosperidad nacional por las dos ms grandes palancas
de la industria; el trabajo, y el saber630. (La cursiva con negrita es nuestra). Y
no es obvio recordar que cuando hablaba de Nacin se trataba de la integracin
en una Nacin-de-naciones.
Las ideas breves, deca l, las multiplicaba. Y esta concepcin de la integracin econmica la multiplicaron sus ms allegados maestros y amigos que
le sobrevivieron: Simn Rodrguez y Andrs Bello, a ms de otros importantes
ilustrados como Jos Cecilio del Valle dentro de la Ilustracin. Asimismo sus
admiradores y romnticos prepositivistas como Juan Bautista Alberdi, Jos
Mara Torres Caicedo o Jos Mara Samper, entre otros.
Simn Rodrguez, adelantndose a los partidarios del Romanticismo latinoamericano en cuanto a la continuidad de la revolucin aclar que la independencia no ha tocado a su fin631 Si los Americanos [latinos] quieren que la
revolucin poltica que el peso de las cosas ha hecho y que las circunstancias
han protegido, les traiga verdaderos bienes, hagan una revolucin econmica y
empicenla por los campos: de ellos pasar a los talleres, y diariamente notarn
mejoras que nunca se conseguirn empezando por las ciudades632. Formen
629 Bolvar, Simn. Discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura el 15
de febrero de 1819, en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. III, 696.
630 Ibd., 692.
631 Rodrguez, Simn. Defensa de Bolvar, en: Obras completas, t. II, (Caracas: Universidad
Simn Rodrguez, 1975), 293.
632 Ibd.
194
633 Ibd.
634 Ibd., 356.
635 Rodrguez, Simn. Sociedades americanas, (edicin de 1842), op. cit., 105.
636 Ibd.
637 Cfr. Santana, Adalberto. El pensamiento de Francisco Morazn, (Mxico D. F.: Universidad
Nacional Autnoma de Mxico UNAM, 1992).
638 Valle, Jos Cecilio del. Instruccin a las Memorias de la Sociedad Econmica de Amantes
de Guatemala, en: Jos Cecilio del Valle. Obra escogida, op. cit., 261.
639 Valle, Jos Cecilio del. Prospecto al Mensual de la Sociedad Econmica de Amigos de
Guatemala, (1824), en: Jos Cecilio del Valle. Obra escogida, op. cit., 257.
195
644 Bello, Andrs. Tratado de amistad, comercio y navegacin entre la repblica de Chile y
los Estados Unidos de Amrica, (1834), en: Andrs Bello. Obras completas, t. XI: Derecho
Internacional II: Temas de poltica internacional, segunda edicin, (Caracas: Fundacin La
Casa de Bello, 1981), 341.
197
4.7
Aqu esboz, en lneas generales, a partir de la realidad, la alternativa posible de formar dos tipos de Estados Supranacionales en el futuro, a la par de que
se construyera en cada pas el Estado-Nacin. Proyectos ya anticipados por el
Precursor Francisco de Miranda, quien fue precursor de varias tesis e ideas. Estos
proyectos contemplaban la integracin en las opciones de un Estado de Nacinde-naciones y tambin de Grupos de Estados Supra-Nacionales-Regionales.
En realidad, ya desde antes haba concebido la posibilidad de crear una
federacin de pueblos a partir de la independencia de las colonias espaolas
americanas. Esto ocurri cuando cumpla misin diplomtica a nombre de la
independencia en Londres. All escribi una carta que inicialmente fue publicada
el 5 de septiembre de 1810 en el diario ingls Morning Chronicle, y despus el
6 de noviembre del mismo ao en la Gaceta de Caracas, bajo el ttulo Carta
de un espaol de Cdiz a un amigo suyo en Londres, en la cual, despus de
alcanzada la independencia, invitaba a todos los pueblos de la Amrica Espaola
a unirse en una Confederacin.
Sin dejar de tener en cuenta los diferentes proyectos de integracin de las
naciones, del pasado y de su presente, afirm que Hispanoamrica era susceptible de otras formas o tipos, pues haba que tener en cuenta la realidad: posicin
fsico geogrfica, las vicisitudes de la guerra que se libraba por la independencia
y los clculos de la poltica nacional e internacional. A estos factores, al presentar los diferentes posibles Grupos de Estados Supranacionales Regionales,
aadi otros como las tradiciones especficas de cada regin hispanoamericana,
la composicin tnica, la existencia de los diferentes grupos sociales y partidos
polticos y los intereses econmicos regional-zonales.
Teniendo en cuenta toda esta compleja realidad dijo al Caballero de Jamaica, Henry Cullen: voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre
la suerte futura de la Amrica [Espaola]652. Present sus dos opciones de
tipos de Estados Supra-Nacionales: el Estado de Nacin-de-naciones y el de
Grupos de Estados Supra-Nacionales por Regiones. En cuanto a este ltimo
seal seis conformaciones, a saber: 1) Mxico; 2) Estados Centroamericanos;
3) Buenos Aires (Argentina, Uruguay y Paraguay); 4) Chile; 5) Per (Per y
Bolivia); y 6) la Gran Colombia (Venezuela, Ecuador y la actual Colombia).
652 Ibd., 170.
201
Las caractersticas a tener en cuenta, en cuanto a cada uno de ellos, segn sus
propias palabras, son las siguientes:
653 Ibd.
654 Ibd., 171.
655 Ibd.
656 Ibd., 172.
657 Ibd.
658 Ibd.
202
vaticinara. Asimismo fue creada la Confederacin Centroamericana de Estados661 (1824-1842), en la cual pusieron sus esfuerzos Francisco Morazn y Jos
Cecilio del Valle, uno con preponderancia en lo poltico-militar y el otro en
lo poltico-filosfico, sin obviar las diferencias y discrepancias entre el uno y
el otro. Igualmente surgi la Confederacin Peruano-Boliviana (1836-1839).
Independientemente de los errores internos de aquellas Confederaciones
como Estados Supra-Nacionales-Regionales, junto a fuerzas externas interesadas
en su no consolidacin y perdurabilidad, mostraron la necesidad y viabilidad
de tal proyecto, el cual fue retomado y rediseado en teora por los Ilustrados
Servando Teresa de Mier y Jos Cecilio del Valle, en el Romanticismo prepositivista por Jos Mara Samper y Justo Arosemena y en el Positivismo por
Eugenio Mara de Hostos. Asimismo hubo intentos decimonnicos hispanoamericanos por parte de Grupos de Estados de ejecutar el proyecto bolivariano.
Tales son, despus del Congreso Anfictinico de Panam de 1826, los Congresos
de Lima ,1847-1848, entre Chile, Per, Ecuador, la Nueva Granada y Ecuador;
Santiago de Chile, 1655-1856, entre Chile, Per y Ecuador; y el de 1864, Lima,
de carcter Continental Iberoamericano, porque se le curs invitacin a Brasil.
Vale significar, en cuanto a este tipo de proyecto dentro de la Ilustracin Tarda,
el pensamiento de Servando Teresa de Mier, quien en el Congreso Constituyente
Mexicano, 1824, propuso se le otorgase a Bolvar por su empeo integracionista el ttulo de ciudadano de esta nacin, al destacar que, el excelentsimo seor
Bolvar, presidente de la Repblica de Colombia, gobernador supremo del Per,
llamado con razn Libertador, admiracin de la Europa y gloria de la Amrica
entera. Por sus tratados de ntima alianza entre todas las repblicas de Amrica,
ya es y merece serlo ciudadano de todas662.
En cuanto a la integracin parta, como Bolvar, de una integracin
realizable por la uniformidad de origen, lengua, religin y leyes663 de las
naciones hispanoamericanas. Desde su ensayo Segunda carta de un ame661 Cfr. Herrarte, Alberto. La unin de Centroamrica. Tragedia y esperanza, (Guatemala: Editorial
del Ministerio de Educacin Pblica, 1955).
662 Mier, Servando Teresa de. El Padre Mier en el Congreso Constituyente Mexicano, en: Fray
Servando Teresa de Mier. Ideario poltico, op. cit., 301.
663 Mier, Servando Teresa de. Memoria poltico-instructiva, en: Fray Servando Teresa de Mier.
Ideario poltico, op. cit., 200.
204
Ninguno de los Estados ser dbil con respecto a otro: ninguno ser ms
fuerte.
Un equilibrio perfecto se establecera en este verdadero nuevo orden de cosas.
La fuerza de todos concurrir al auxilio del que sufriese por parte del enemigo
externo o de las facciones anrquicas.
La reforma social, en fin, se habr alcanzado bajo los auspicios de la libertad
y de la paz.
empeo y voluntad para vencer los obstculos, de aqu que puntualizara que
esta unin no nos vendr por prodigios divinos sino por efectos sensibles y
esfuerzos bien dirigidos676.
En lo interno se presentaban los peligros de las escisiones y las guerras
civiles al interior de las nacientes repblicas. En cuanto a stas escribi al
general Francisco de Paula Santander. yo no quiero ms guerras civiles:
cuatro he sufrido en catorce aos y el vituperio cae siempre sobre el vencido
y el vencedor677. Su voluntad hasta el fin de sus horas, sin negar pasajes de
pesimismo en su vida, exagerados por escritores y novelistas, fue la constante
optimista de la Unidad e integracin. Esto lo prueba su Ultima proclama, del
10 de diciembre de1830, dirigida A los pueblos de Colombia, la Grande, en
que los partidos, el separatismo y la anarqua amenazaban con la destruccin
del aquel primer Estado Supra-Nacional Hispanoamericano. Aqu, en ste, su
Testamento integracionista, escribi: Todos debis trabajar por el bien inestimable de la Unin: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse
de la anarqua; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los
militares empleando su espada en defender las garantas sociales. Colombianos!
Mis ltimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para
que cesen los partidos y se consolide la Unin, yo bajar tranquilo al sepulcro678.
En lo externo segua latente la poltica de reconquista de Espaa y la
amenaza de la Santa Alianza, como lo hizo constar en Un pensamiento sobre
el Congreso de Panam. Igualmente rese un nuevo peligro para la consolidacin hispanoamericana y la integracin, el proveniente de la joven y pujante
Nacin Norteamericana. Ya se manifestaba lo que llam, en 1820, la conducta
aritmtico-utilitaria de los Estados Unidos. Puntualiz que la Amrica del
Norte, siguiendo su conducta aritmtica de negocios, aprovechar la ocasin de hacerse de las Floridas, de nuestra Amistad y de un gran dominio de
comercio679. Previsin cumplida, porque Estados Unidos compr las Floridas
676 Ibd.
677 Bolvar, Simn. Carta al General Francisco de Paula Santander, 8 de julio de 1826, en:
Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. II, 428.
678 Bolvar, Simn. A los pueblos de Colombia, 10 de diciembre de 1830, en: Simn Bolvar.
Obras completas, op. cit., Vol. III, 823-824.
679 Bolvar, Simn. Carta al Seor Don Guillermo White, 1 de mayo de 1820, en: Simn
Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. I, 429.
208
680 Bolvar, Simn. Carta al Coronel Patricio Campbell, Guayaquil 5 de agosto de 1829, en:
Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. II, 279.
681 Bolvar, Simn. Carta al Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio Jos de Sucre, Lima, 18 de
agosto de 1826, en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. II, 463.
682 Bolvar, Simn. Un pensamiento sobre el Congreso de Panam, en: Simn Bolvar. Obras
completas, op. cit., Vol. III, 756-757.
209
683 Cfr. Serrano Caldera, Alejandro. La unidad en la diversidad. Hacia una cultura del consenso.
(Managua: Editorial San Rafael, 1993).
684 A este respecto ha destacado el investigador norteamericano Merle E. Simmons: Bolvar
seala semejanzas y diferencias que hay en las constituciones venezolana y norteamericana,
y luego pondera la atraccin de los estados Unidos como modelo para Venezuela. Merle E.
Simmons. La revolucin norteamericana en la independencia de Hispanoamrica, (Madrid:
Editorial MAPFRE, 1992), 335-336.
685 Bolvar, Simn. Discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura el
15 de febrero de 1819, en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. III, 680.
210
Desde la diferencia subray: se quiere imitar a los Estados Unidos sin considerar la diferencia de elementos, de hombres y de cosas. [] esclareciendo que
nuestra composicin es muy diferente de la de aquella nacin, cuya existencia
puede contarse entre las maravillas que de siglo en siglo produce la poltica. Nosotros no podemos vivir sin la unin686, conclua.
La conformacin de la Nacin-de-naciones en el orden jurdico implicaba,
segn el diseo, un Congreso general permanente de las repblicas que lo conformaran; y por consiguiente una ley comn. Igualmente una concepcin de la
democracia y la libertad. Record que Rousseau haba afirmado que La libertad
[], es un alimento suculento, pero de difcil digestin687, con lo cual refera
que haba que procesarla, pues la misma estaba condicionada por la realidad. Por
eso se opuso a los conceptos absolutos de libertad y democracia. Aclarando, a su
vez, que solo la democracia, [] es susceptible de una libertad688.
Dijo a los propugnadores de los modelos de otras realidades: si queremos
consultar monumentos y modelos de legislacin, la Gran Bretaa, la Francia, la
Amrica Septentrional los ofrecen admirables689. Sin embargo, desde la realidad
concreto- situada que haba especificado su maestro Simn Rodrguez, y que tambin expondr su otro maestro, Andrs Bello, aclar que no es probable conseguir
lo que no ha logrado el gnero humano: lo que no han alcanzado las ms grandes
y sabias Naciones. La Libertad indefinida, la Democracia absoluta, son los escollos a donde han ido a estrellarse todas las esperanzas Republicanas. Echad una
mirada recordsobre las Repblicas antiguas, sobre las Repblicas modernas,
sobre las Repblicas nacientes690. Atenas la primera nos da el ejemplo ms
brillante de una Democracia absoluta, y al instante, la misma Atenas, nos ofrece el
ejemplo ms melanclico de la extrema debilidad de esta especie de gobierno. El
ms sabio Legislador de Grecia no vio conservar su Repblica diez aos, y sufri
la humillacin de reconocer la insuficiencia de la Democracia absoluta, [porque
686 Bolvar, Simn. Carta al general Antonio Gutirrez de la Fuente, 16 de enero de 1827, en:
Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. II, 531.
687 Bolvar, Simn. Discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura el
15 de febrero de 1819, en: Simn Bolvar. Obras completas, op. cit., Vol. III, 677.
688 Ibd., 679.
689 Ibd., 692.
690 Ibd., 690.
211
optimista, con proyeccin en el futuro, concibi la Nacin-de-naciones. Profetizando que volando por entre las prximas edades, su imaginacin se fija en
los siglos futuros697. Por consiguiente, de acuerdo a este enunciado, el siglo XXI
ser el siglo de la integracin bolivariana.
A la par de trabajar por establecer un Estado de derecho en las nuevas naciones, fundament la necesidad de un Estado de alcance mayor. Ya en la Alocucin a la poesa, 1823, plante la concepcin de la unidad bajo la cobertura de
la colombianidad. Aqu al fragor de la integracin poltico militar prctica, que
permiti garantizar y dar feliz trmino a la independencia sudamericana expres:
cuantas bajo el nombre colombiano / con fraternal unin se dan la mano701. Se
refera, sobre todo, a las naciones que integraron aquel Estado conformado por la
Gran Colombia (1819-1830): Venezuela, Ecuador y Cundinamarca, llamado este
ltimo despus de 1861 Colombia. Destac la unidad e integracin que permiti
la terminacin de las guerras de independencia en otros pases como Per, y el
nacimiento de Bolivia como nacin.
Cuando el proyecto bolivariano de integracin de una Nacin-de-naciones
o Estado-de-estados iba en bancarrota bajo los efectos desintegracionistas, as
como el estrecho nacionalismo-caudillesco puso en crisis y llev tambin a la
desintegracin del Estado grancolombino como Estado-supranacional-regional;
Bello, en otra poesa, Cancin a la disolucin de Colombia, 1828, abogaba con
optimismo por la unidad estatal-continental: una es la senda a que la Patria os
llama, / uno el intento sea, uno el caudillo702. La Patria, con Mayscula, era
Hispanoamrica, el intento, la unidad e integracin continental, y el caudillo o
estadista capaz de tal empresa, Bolvar.
Cuando nuevamente resurga el ideal integracionista, en vsperas de un Congreso, con vista a crear la Confederacin de Hispanoamrica, 1844, llam en nombre
de la cultura, la realidad y la urgencia a concretar la magna obra al argumentar:
el contacto recproco de pueblos, an ms extraos entre s, an ligados por lazos
menos estrechos, ha sido siempre uno de los medios de extender y hacer circular la
civilizacin y las luces. Las varias secciones de la Amrica han estado hasta ahora
demasiado separadas entre s; sus intereses comunes las convidan a asociarse; y
nada de lo que pueda contribuir a este gran fin, desmerece consideracin de los
gobiernos, de los hombres de Estado, y de los amigos de la humanidad. Para nosotros, an la comunidad de lenguaje es una herencia preciosa, que debemos disipar.
Si aadisemos a este lazo el de instituciones anlogas, el de una legislacin que
reconociese sustancialmente unos mismos principios, el de un derecho internacional
701 Bello, Andrs. Alocucin a la poesa, en: Andrs Bello. Obra literaria, op. cit., 28.
702 Bello, Andrs. Cancin a la disolucin de Colombia, Ibd., 54.
214
4.8
nuestra civilizacin ser tambin juzgada por sus obras716. Con lo cual demandaba la necesidad de pensamiento creativo en todo.
Deshizo con argumentos las seudotesis de Robertson y Raynal en cuanto
a la negatividad espaola y sus consecuencias en los pases hispanoamericanos. En respuesta a Lastarria y Jacinto Chacn puntualiz que la herencia
espaola no poda ser negada, en todo caso s superada e integrada. Sostuvo
que las guerras de conquista de los espaoles en Amrica se dieron en todas
las pocas anteriores de la humanidad, no fueron inventadas por estos, ni tampoco las atrocidades que se cometieron en ellas. Con irrebatibles argumentos
esclareci que la injusticia, la atrocidad, la perfidia en la guerra, no han sido
de los espaoles solos, sino de todas las razas, de todos los siglos; y si aun
entre naciones cristianas afines y en los tiempos de civilizacin y cultura ha
tomado y toma todava la guerra este carcter salvaje y desalmada crueldad,
que destruye y ensangrienta por el slo placer de destruir y de verter sangre,
qu tienen de extrao las carniceras batallas y las duras consecuencias de la
victoria entre pueblos en que las costumbres, la religin, el idioma, la fisonoma, el color, todo era diverso, todo repugnante y hostil?717, para los recin
llegados, con imperativos de someter a todos los dems.
No se puede proceder en la investigacin derramando sombras con omisin de las luces, acentuando el mal con ocultamiento del bien, situndose en
una posicin maniquea, sin ver la conformacin de la nueva realidad como
un proceso de transculturacin. Por eso puntualiz que la revolucin hispanoamericana contradice el supuesto hecho de la indolencia espaola, pues ningn
pueblo sin virtud y abnegacin es capaz de hacer grandes empresas como la
hicieron los criollos, hijos de espaoles, junto a otros grupos y sectores de
aquella sociedad. Subray ante aquel nihilismo: sentimos tambin mucha
repugnancia para convenir en que el pueblo de Chile (y lo mismo decimos de
los otros pueblos hispanoamericanos) se hallase tan profundamente envilecido,
reducido a una completa anonadacin, tan destituido de toda virtud social,
716 Op. cit., 251.
717 Bello, Andrs. Investigaciones sobre la influencia de la conquista y el sistema colonial de
los espaoles en Chile. Memoria presentada a la Universidad en la sesin solemne de 22 de
septiembre de 1844, por don Jos Victorino Lastarria, en: Andrs Bello. Obras completas,
t. XXIII: Temas de historia y geografa, segunda edicin, (Caracas: Fundacin La Casa de
Bello, 1981), 161.
218
Por otra parte, tuvo una idea exacta del proceso de transculturacin721, sin
usar claro est este concepto del cubano Fernando Ortiz. Mas argument, en
cuanto significados, sus matrices como la aculturacin, la desculturacin y la
neoculturacin. As, stas las revel al explicar la formacin de las nuevas naciones
iberoamericanas al puntualizar: las ideas de un pueblo se incorporan con las ideas
de otros pueblos; y perdiendo unas y otras su pureza, lo que era al principio un
agregado de partes discordantes, llega a ser poco a poco un todo homogneo, que
se parecer bajo diversos aspectos a sus diversos orgenes, y bajo ciertos puntos
de vista presentar tambin formas nuevas722. Y este proceso fue el que dio lugar
a las nuevas realidades culturales: Hispanoamrica acuado por su coterrneo
Francisco de Miranda y el incipiente de la Otra Nueva Iberia, es decir, vislumbrando el nuevo nombre, Iberoamrica, contribuyendo terminolgicamente a su
arraigo frente al concepto ambiguo de Amrica.
Su concepcin de la integracin como principio terico-prctico de la identidad cultural es un legado de plena vigencia, la cual va desde la creacin de un
Estado Supranacional de Derecho hasta la integracin econmico-comercial, para
decirnos una vez ms: Salve, fecunda zona!
721 En cuanto a la transculturacin Fernando Ortiz, por primera vez, plante: por transculturacin
se quiere significar el proceso de trnsito de una cultura a otra y sus repercusiones sociales
de todo gnero. Precisando que el vocablo expresa mejor las diferentes fases del proceso
transitivo de una cultura a otra, porque ste no consiste solamente en adquirir una distinta
cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana aculturacin, sino que el proceso implica tambin necesariamente la prdida o desarraigo de una cultura precedente, lo
que pudiera decirse una parcial desculturacin, y, adems, significa la consiguiente creacin
de nuevos fenmenos culturales que pudieran denominarse de neoculturacin. Al fin, como
bien sostiene la escuela de Malinowski, en todo abrazo de culturas sucede lo que en la cpula
gentica de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero tambin
siempre es distinta de cada uno de los dos. En conjunto, el proceso es una transculturacin.
Fernando Ortiz. Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar, (La Habana: Consejo Nacional
de Cultura, 1963), 99, 103.
722 Bello, Andrs. Investigaciones sobre la influencia de la conquista y el sistema colonial de
los espaoles en Chile. Memoria presentada a la Universidad en la sesin solemne de 22 de
septiembre de 1844, por don Jos Victorino Lastarria, en: Andrs Bello. Obras completas,
t. XXIII: Temas de historia y geografa, op. cit., 166-167.
220
5
El Romanticismo, la identidad cultural
y la integracin en la construccin de
Iberoamrica y Amrica Latina
5.1
Es evidente que los romnticos latinoamericanos comparten preocupaciones comunes con los europeos como la importancia atribuida a la naturaleza y a lo nacional.
Sin embargo, a diferencia de los europeos no harn culto al pasado, sino todo lo
contrario, lo condenarn. Son propugnadores ms consecuentes del republicanismo
y profesarn la integracin supranacional, sin renegar la importancia y autonoma
de Estado-nacin moderno. Destacarn, igualmente, contradicciones y contrastes
en la realidad latinoamericana como entre la ciudad y el campo, entre el atraso y el
progreso, o las antinomias entre la supuesta civilizacin y la barbarie730.
730 La disyuntiva que plante Sarmiento desde el Facundo, 1945, fue ser o no ser salvaje. La barbarie
era el campo, la feudalidad, el atraso, el indgena, el gaucho, el mestizo y el hispano; en tanto los
indicadores de la civilizacin eran el litoral, la industria, la ciudad y el hombre blanco europeo y
norteamericano. No se puede negar que capt contradicciones reales de la Argentina de entonces,
como de la Amrica Latina en general, como la contradiccin puerto-pampa, ciudad-campo, e
industrializacin y agricultura. Pero hizo de estas anttesis, como de los tipos de hombres y costumbres, una dicotoma que slo se resolvera importando hombres y cultura desde Occidente.
La utilizacin de las antinomias civilizacin-barbarie para explicar el caso argentino la generaliz a la Amrica Espaola. Ya en Recuerdos de provincia, 1850, hizo extensivo tal binomio
a Hispanoamrica. Subray: salido de una provincia mediterrnea de la Repblica Argentina,
al estudiar a Chile, haba encontrado, no sin sorpresa, la similitud de toda la Amrica espaola
(sic), que el espectculo lejano del Per y Bolivia no haca ms que confirmar. Tesis ratificada
en la Introduccin al Facundo de 1851 al expresar que Colombia tiene llanos, vida pastoril,
vida brbara, americana pura. Contrapuso a la supuesta barbarie hispanoamericana la cultura
europea al manifestar que todo lo que de brbaros tenemos; [...] nos separa de la Europa culta.
Ahora, toda la Amrica no Sajona era la barbarie pura. Incluso afirm tambin que la misma
lucha de la civilizacin y la barbarie exista igualmente en frica. (Domingo Faustino Sarmiento.
Facundo-Recuerdos de provincia, (Nota preliminar e ndice de americanismos por Juan Rmulo
Fernndez), tercera edicin, (Madrid: Ediciones Aguilar, 1963), 35, 43, 385, 796-797).
Tras el axioma civilizacin-barbarie propugn la inmigracin europea como alternativa de progreso
al igual que el Segundo Alberdi. Proclam: hgase de la Repblica Argentina la patria de todos
los hombres que vengan de Europa, djesele en libertad de obrar y mezclarse con nuestra poblacin,
tomando parte en nuestros trabajos, disfrutando de nuestras ventajas. La solucin no era superar
y ensanchar la identidad hispano-indgena y mestiza, sino cancelarla. No era una continuidad en
la ruptura, sino la ruptura de la continuidad. Su profesin de fe, en Argirpolis o la Capital de los
Estados Confederados del Ro de la Plata, 1850, fue: Seamos los Estados Unidos DE LA AMRICA DEL SUR, (sic). (Domingo Faustino Sarmiento. Argirpolis, en Leopoldo Zea (Comp.).
Pensamiento positivista latinoamericano, Vol. I, (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1980), 69, 78).
Su euro-nordo-mana fue in crescendo. En Conflicto y armonas de las razas en Amrica, 1883,
ratific el nihilismo respecto de lo hispanoamericano y lo latinoamericano al proponer no detener
a los Estados Unidos en su marcha. La mxima era: No detengamos a los Estados Unidos en su
marcha; es lo que en definitiva proponen algunos. [...]. Seamos la Amrica como el mar es al ocano.
Seamos los Estados Unidos. Esto significaba subsumir la Amrica Latina en la Amrica Anglosajona, desarraigar la identidad en la diferencia a nombre de la identidad de la mismidad. Este es el
sentido de la siguiente imagen telrica: Tal como el ro de Uruguay se funde a cierta altura con el
Paran, para formar el Plata, as ambas Amricas movindose con movimiento diverso, pobladas por
nacionalidades distintas, acabarn por ser una Amrica. (Domingo Faustino Sarmiento. Conflicto y
armonas de las razas en Amrica, (Buenos Aires: La Cultura Argentina, 1915), 277-278, 456).
225
731 Cfr. Pena de Matsushita, Marta E. El romanticismo poltico hispanoamericano, (Buenos Aires:
Editorial Docencia, 1985), 10-50.
732 Beorlegui, Carlos. Historia del pensamiento filosfico latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad, op. cit., 193.
733 Lastarria, Jos Victorino. La Amrica, en: Leopoldo Zea, (ed.). Fuentes de la cultura latinoamericana, tomo II (Mxico D. F.: Fondo de Cultura Econmica, 1993), 505.
734 Alberdi, Juan Bautista. Fragmento preliminar al estudio del derecho, Reedicin facsimilar,
Buenos Aires: Instituto del Derecho Argentino, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1942.
735 Bilbao, Francisco. El evangelio americano, (Seleccin, prlogo y bibliografa de Alejandro
Witker) (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985), 157.
736 Ibd., 126.
226
742 En cuanto a la trayectoria y evolucin del pensamiento de Alberdi existen criterios que plantean
varias etapas, como en el caso de Alberto Caturelli, en quien se aprecia una intencionada predisposicin. Cfr. Alberto Caturelli. Historia de la filosofa en Argentina: 1600-2000, (Buenos
Aires: Universidad El Salvador, 2001), 295-330.
743 Cfr. Alberdi, Juan Bautista. Bases y puntos de partida de la organizacin poltica de la Repblica Argentina, (1852), en: Leopoldo Zea, (Ed.). Pensamiento positivista latinoamericano,
Vol. 1, (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1980).
744 Roig, Arturo A. Negatividad y positividad de la barbarie en la tradicin intelectual argentina,
en: Arturo A. Roig. Rostro y filosofa en Amrica Latina, (Mendoza: EDIUNG, 1993), 65-91.
745 Alberdi, Juan Bautista. Autobiografa, la evolucin de su pensamiento, (Prlogo de Jean
Jaurs), (Buenos Aires: El Ateneo, 1927).
746 Ribeiro, Darcy. Las Amricas y la civilizacin, cuarta edicin en espaol, (La Habana: Casa
de las Amricas, 1992), 385.
228
747 Alberdi, Juan Bautista. Ideas para un curso de filosofa contempornea, en: Leopoldo Zea
(ed.), Fuentes de la cultura latinoamericana, tomo I, (Mxico D. F.: Fondo de Cultura Econmica, 1993), 149-150.
748 Ibd., 151.
229
749 Alberdi, Juan Bautista. Memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General
Americano, en: Leopoldo Zea, (ed.). Fuentes de la cultura latinoamericana, tomo II, (Mxico
D. F.: Fondo de Cultura Econmica, 1993), 160.
750 Ibd., 161.
751 Ibd., 160.
752 Bilbao, Francisco. Sociabilidad chilena, op. cit., 33.
753 Bilbao, Francisco. El evangelio americano, op. cit., 84.
230
en nuestra educacin los elementos vitales que contiene la civilizacin del norte.
Procuramos completar lo ms posible al ser humano, aceptando todo lo bueno,
desarrollando las facultades que forman la belleza o constituyen la fuerza de
otros pueblos. Hay manifestaciones diferentes pero no hostiles de la actividad del
hombre. Reunirlas, asociarlas, darles unidad es el deber. La ciencia y la industria,
el arte y la poltica, la filosofa y la naturaleza marchan de frente, as como en el
pueblo deben vivir inseparables todos los elementos que constituyan la soberana:
el trabajo, la asociacin y la soberana indivisibles. Por eso no despreciamos, sino
que incorporamos, todo aquello que resplandece763. Tuvo plena conciencia de
incorporar en las nuevas condiciones a la base histrica de la identidad la ciencia,
la industria y el arte, as como la naturaleza, contexto explicitado por la mayora
de los romnticos iberoamericanos, entre ellos Sarmiento764.
En actitud de humanismo plural abierto, Francisco Bilbao proclam:
Puede considerarse, en este sentido, que su teora es un avance del concepto de raza csmica o raza sntesis de Jos Vasconcelos. Verdaderamente
763 Bilbao, Francisco. Iniciativa de la Amrica. Idea de un Congreso Federal de Repblicas,
op. cit., 58.
764 Sarmiento, quien reneg in crescendo de la significacin y aportacin de la cultura ibrica en
Amrica, y ms especficamente la hispnica, llegando a la afirmacin de que esta Amrica
representaba la barbarie, mientras la civilizacin era Estados Unidos y Europa, reconoci en
materia de contextos de la identidad cultural que la filosofa europea de entonces no poda dar
cuenta de la especificidad de la naturaleza americana.Sois, vosotros, subray los hijos de
los descubridores y de los conquistadores, quienes han de dar a Europa la descripcin topogrfica de los lugares, disipando las ilusiones que el miraje haba acreditado como realidades,
y revelando verdades que el europeo no puede alcanzar, por faltarle la intuicin que nace del
medio ambiente. Sarmiento, Domingo Faustino. Espritu y condiciones de la historia de
Amrica, (1858), en: Arturo Andrs Roig. El espiritualismo argentino entre 1850-1900,
(Puebla: Editorial Jos M. Cajica, Mxico, 1972), 154.
765 Bilbao, Francisco. El evangelio americano, op. cit., 183.
766 Ibd., 185.
767 Ibd., 164.
233
expres la identidad cultural como unidad en la variedad o sntesis de mltiples determinaciones, por cuanto eso son Hispanoamrica, Iberoamrica y
Amrica Latina. Precisamente, en cuanto a la Amrica Latina, fue junto al
colombiano Jos Mara Torres Caicedo forjador de tal concepto identitario
integracionista.
5.2
Mxico
Repblicas centroamericanas
Del Pacfico, integrada por Per, Bolivia y Chile
Del Plata, compuesta por Argentina, Uruguay y Paraguay
La Colombiana, conformada por Venezuela, Ecuador y Colombia.
768 Samper, Jos Mara. Ensayos sobre las revoluciones polticas, en: Leopoldo Zea, (ed.).
Fuentes de la cultura latinoamericana, tomo III, (Mxico D. F.: Fondo de Cultura Econmica,
1993), 21.
769 Ibd., 22.
234
5.2.
La integracin en una
Comunidad Sudamericana de Naciones
Dentro del romanticismo prepositivista, en cuanto a la identidad y el principio de integracin, tiene singular trascendencia el pensamiento del panameo
Justo Arosemena. En el espritu de la concepcin bolivariana abord la identidad
mediante el concepto de mancomunidad, uno de los trminos empleados por
el Libertador para fundamentar la identidad. En tal sentido expres: nada ms
natural que una idea de unin por pactos entre Estados dbiles independientes,
de comn origen, idioma, religin y costumbres, situados conjuntamente en una
cierta disposicin territorial, baados por unos mismos ros y mares, trabajando
a competencia y de consumo en el desarrollo de sus grandes recursos, aspirando
en igual grado y por idnticos medios a las ms alta civilizacin, y propendiendo
a establecer por sus mutuos y unsonos esfuerzos el reinado absoluto de la justicia, por el derecho con los dems pueblos o gobiernos honrados, por la fuerza
con los pueblos o gobiernos injustos774.
Al igual que otros latinoamericanos de la poca, Arosemena retoma
el proyecto de integracin al plantear la urgencia de poner en prctica la
confederacin de naciones sobre nuevos pilares. Refiri la imposibilidad,
dadas las nuevas circunstancias, de la institucin de un solo gobierno continental, desde Mxico hasta el Cono Sur, pero s de una Confederacin de
Naciones de Sudamrica. Fundament que pudiera llamarse de preferencia
confederacin la unin que da por resultado una gran nacionalidad con un
gobierno comn, y liga la simple alianza de nacionalidades, ya anfictinica
772 Firmin, Antnor. Dganse negros los mulatos; Toussaint Louverture; Carta a los Plenipotenciarios de los Estados Unidos; Betances, Mart y el Proyecto de Confederacin Antillana,
Casa de las Amricas, Ao XLIV, N. 233, (octubre-diciembre de 2003): 90.
773 Ibd.
774 Arosemena, Justo. Estudio sobre la idea de una Liga Americana, en: Leopoldo Zea, (ed.)
Pensamiento positivista latinoamericano, Vol. II, (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1980), 457.
236
El arbitraje econmico.
La queja de Rojas Mix lo llev a subrayar que no es justificable escamotear, o minimizar, el papel de Bilbao en la fundacin del trmino en que hoy se
reconoce nuestra identidad804. Luego interrogaba: Por qu no compartir la
gloria? No se trata de borrar el colombiano que fue quin ms hizo para difundir
la idea, pero no se puede olvidar al chileno805.
En realidad Ardao no insisti en la debida dimensin de Bilbao como
co-fundador junto a Torres Caicedo del concepto Amrica Latina. Tampoco
lleg a escamotear la trascendencia del chileno, pues lo sita entre los gestores
de tan relevante trmino identificatorio. As subray: En el mes de junio de
1856, en que se public en Pars el artculo ltimamente citado de Torres Caicedo, [Hombres ilustres de la Amrica Espaola, en El Correo de Ultramar]
una semana ms tarde, apenas movido por la misma alarma [la incursin de
William Walker en Centroamrica] ley el chileno Francisco Bilbao, tambin
en Pars, un ensayo que avanz un paso en la definicin de aquella latinidad.
Empero, ese paso, llevado terminolgicamente ms all de Muoz del Monte y
Carrasco Albano, no dej de ser vacilante806. Si bien Ardao no enfatiz debidamente la trascendencia y el programa de la latinoamericanidad esbozado por
Bilbao, tampoco dej de citar el texto donde aparece el sustantivo calificador
de Amrica Latina. Quizs, la causa de tal descuido est, como apunt el propio
Rojas Mix, en que Bilbao no fue tan sistemtico en propugnar el nuevo concepto
como Torres Caicedo.
Sin embargo, no puede haber dubitacin posible en cuanto a que Francisco
Bilbao es uno de los dos creadores del trmino. En la referida conferencia que
ofreci en Francia bautiz el nuevo nombre al escribir que la Amrica latina
(sic), [], se encarga de representar la causa del hombre, de renovar la fe del
corazn, de producir en fin, no repeticiones ms o menos teatrales de la Edad
Media, con la jerarqua servil de la nobleza, sino la accin perpetua de ciudadano,
la creacin de la justicia viva en los campos de la repblica807.
817 Samper, Jos Mara. Amrica y Espaa, La Amrica, Madrid, N. 11 del t. II, (8 de agosto
de 1858): 1.
818 Samper, Jos Mara. Espaa y Colombia, La Amrica, Madrid, N. 5 del t. II, (8 de mayo
de 1858): 5.
819 Ibd.
248
834 Ardao, Arturo. Espaa en el Origen del nombre Amrica Latina, (1992), en: Arturo Ardao.
Amrica Latina y la latinidad, op. cit., 202.
835 Muoz del Monte, Francisco. Espaa y las repblicas hispanoamericanas, Revista Espaola
de Ambos Mundos, Madrid, t. I, (1853): 265.
253
metrpoli836. Agregando que a esta postrera conclusin han de reducirse forzosamente cuantos raciocinios y combinaciones tengan por objeto la incolumidad
y perpetuidad de la raza latina en las Indias Occidentales837.
Propona a tal fin, a las repblicas hispanoamericanas como parte de la latinidad, una liga defensiva y ofensiva, liga fraternal, y sincera, concienzuda y
cordial, sin mezquinas reservas, sin salvedades de segunda intencin, sin la triste
levadura de rivalidades y venganzas; liga que subordine los intereses aislados y
locales de cada una de las repblicas al inters general de la conservacin de la
raza o la nacionalidad primitiva838. Puntualiz que sera el mejor preservativo
de la absorcin, el ms eficaz de los antdotos contra el contagio de las tendencias
anexionistas y asimiladoras839.
A esta finalidad, a la preservacin de la hispanidad americana y la raza
primitiva, es decir, la indgena, deba contribuir Espaa, ya que Francia estaba
desinteresada. A favor de esta colaboracin apunt: no son slo los intereses
comerciales, el provecho mutuo de cambio, la expectativa de la fcil salida de
los frutos y producciones peninsulares en pases acostumbrados a su uso y consumo por el espacio de ms de tres siglos: no son slo el imperio simptico de la
sangre, la identidad del dogma religioso, la comunidad de tradiciones histricas,
y la analoga necesaria de los sentimientos, de las costumbres semejantes, bien
que todos y cada uno de por s respetables, bien que todos y cada uno de por s
sagrados e importantsimos; no solo son stos, decimos, los nicos que debe
consultar Espaa en su obligada solicitud de estrechar las relaciones y vnculos
con los pueblos hermanos de Amrica. Hay otro inters supremo, predominante,
sinttico, que absorbe los dems intereses para fundirlos en uno slo, []. Ese
inters es el de la conservacin de la raza latina840. Hay que aclarar aqu, bajo la
terminologa de raza, con toda su ambigedad, de uso epocal y comn, se estaba
refiriendo al complejo tnico-cultural. Por tanto, se trataba de la conservacin del
hombre, o mejor dicho, de los hombres latinoamericanos y su cultura diversa,
incluida la indgena. Y dentro de la latina, con especificidad, la hispanoamericana.
836 Ibd., 271.
837 Ibd.
838 Ibd., 273.
839 Ibd.
840 Ibd., 275-276.
254
hay ms til y justo. []. Partidario de la fusin de todas las razas y de todos
los intereses, estamos por la supresin de las barreras que se oponen al comercio
internacional, ya se llamen aduanas, monopolios de los mares interiores, de los
ros, canales, etc.; pero si tales son nuestras aspiraciones, muy lejos estamos de
desear que ellas se realicen por medio de las anexiones, ni de las conquistas: ese
medio sera el ms a propsito para alcanzar el objeto opuesto: para eternizar el
odio entre raza y raza, y para crear el antagonismo de los intereses847, (la cursiva
es nuestra).
En otro escrito suyo, igualmente aparecido en La Amrica, en el mes siguiente, expresaba que la unin est llamada a producir prodigios en todas las
partes, []; pero ella es la necesidad de las nacionalidades hispano-americanas;
ese es el remedio de sus intensos males. Como todo lo que es afirmacin, ella
ser fecunda en los resultados; ella transformar la faz poltica y social de las
repblicas de la Amrica latina (sic). []. La Amrica latina tiene la gran ventaja de haber establecido el principio de la igualdad y de reconocer los grandes e
imprescindibles derechos de la personalidad humana848, (la cursiva es nuestra).
Se refera no solo, aqu, al humanismo plural y a la positividad del mestizaje
tnico-cultural profesado por los libertadores como pensadores y estadistas, sino
tambin al lugar concreto de Hispanoamrica en Amrica Latina, con lo cual tambin especificaba el significativo lugar de Hispanoamrica como matriz cultural
dentro de la latinoamericanidad. Esto desdice que Torres Caicedo renegar de la
hispanoamericanidad e hispanidad afirmativas.
En ese propio ao de 1858, Manuel Ortiz de Pinedo, en calidad de publicista
y poltico destacado rese que, afortunadamente, y si el carcter de los ltimos
sucesos no nos engaa, ha sonado en Amrica latina (sic) la ltima hora de las
dictaduras. []. El engrandecimiento no puede venir sin la federacin nica
salvacin de la raza latina del Sur, nica barrera contra el espritu invasor de la
raza del Norte849, (la cursiva es nuestra). Desgraciadamente, en cuanto al vaticinio a que haba llegado el fin de las dictaduras en Amrica Latina se equivoc,
847 Torres Caicedo, Jos Mara. Nicaragua y los filibusteros oficiales y extraoficiales, La Amrica,
Madrid, N. 2 del t. III, (24 de marzo de 1859): 7.
848 Torres Caicedo, Jos Mara. Unin entre las cinco repblicas centro-americanas, La Amrica,
Madrid, N. 3, t. III, (8 de abril de 1859): 6.
849 Ortiz de Pinedo, Manuel. Las repblicas hispano-americanas, La Amrica, Madrid, N. 9,
t. II, (8 de julio de 1858): 6.
257
contemplaba no slo lo latino, stricto sensu, con sus grandes ideales positivos
como la igualdad y la libertad, sino tambin lo indgena en integracin humana,
as como contribuir al adelanto de aquellas que estaban retrasadas, porque su
aspiracin era la unidad de la especie humana, con sus diferencias. Concepcin
coincidente, en lo principal, con los co-creadores del concepto Amrica Latina.
En el itinerario de su latinidad y latinoamericanidad, que encierra una gran
y compleja pesquisa de lo publicado en Espaa, Europa y Amrica; sin perjuicio
y prejuicio de que pueda aparecer el nombre Amrica Latina como nombre
explcito, constatado hasta ahora en 1870; y que sera deseable que se descubriese
antes de esa fecha, lo escribi en el Prefacio a sus Discursos Parlamentarios.
All dijo: a instancias de numerosos amigos estos discursos en coleccin. Traducidos, publicados unos en Francia, otros en Inglaterra, casi todos en Alemania,
todos en la Amrica, ya sajona, ya latina855. Pero no hay duda posible, que antes
de ese registro, Castelar fue un convencido y programtico propugnador del latinoamericanismo, como parte de una latinidad mayor, en correlacin de las partes
y el todo de una integracin en libertad.
Una contribucin significativa al latinoamericanismo en Espaa lo jug la
revista Unin Ibero-Americana, (1885-1936), perteneciente a la Sociedad del
mismo nombre. Propugnadora de la iberoamericanidad, como se puntualiz en el
Captulo 2 de esta obra, sus patrocinadores no vean contradiccin alguna entre el
iberoamericanismo y el latinoamericanismo. Y as lo testimonian varias pginas
de sus diferentes nmeros, en los que colaboraron latinos espaoles, portugueses
y franceses, as como hispanoamericanos, iberoamericanos y latinoamericanos.
Sintomticamente, en el mismo ao en que fue acuado el trmino Iberoamrica, 1904, en los nmeros extraordinarios de marzo y mayo de la Unin IberoAmericana, despus que la figura de la iberoamericanidad tena mayora de edad,
el latinoamericanismo fue difundido en esos mismos nmeros.
Un autor bajo el seudnimo X, espaol, en el comn y habitual lenguaje de
las razas de entonces sealaba que, el porvenir de la raza latina tiene que estar
all, [Amrica Latina], por razn de nuestros intereses, de nuestros afectos, de
855 Castelar, Emilio Discursos y ensayos, (Seleccin, prlogo y notas de J. Garca Mercandal),
(Madrid: Editorial Aguilar, 1964), 39.
259
nuestras ideas, que representan una fuerza en el mundo que significa, y en realidad es, un instrumento de progreso de la humanidad, tan activo que, si ponemos
en l nuestra consideracin y nuestra mente, no ser posible que vacilemos un
instante en consagrar todos nuestros esfuerzos al cultivo de esa poderosa palanca
para nuestra raza y progreso, y bien para la humanidad entera856.
Y dirigindose al espacio que deba tener Espaa en esa nueva latinidad y
latinoamericanidad consideraba que, la ciencia y el comercio, la comunicacin,
ms rpida y ms frecuente cada da, esa ha de ser nuestra aspiracin, a eso hemos
de aplicar nuestro entendimiento y nuestros recursos; la similitud de gustos, las
facilidades que la lengua presta para la trasmisin de los productos intelectuales, materiales y morales, todo esto son elementos preciossimos, son riqueza
que tenemos a nuestra disposicin unos y otros; sera verdadera locura, frenes
incomprensible despreciarlos. Si en un tiempo han podido separarnos luchas de
pasiones y malas inteligencias sobre intereses mutuos, todo eso ha quedado relegado por la historia; en lo futuro no puede unirnos sino el amor, la fraternidad,
la comunidad de intereses857.
La especificidad de lo hispano y lo hispanoamericano dentro de la cultura
latina de ambos mundos la argumentaba tambin el espaol M. De y Mas,
quien planteaba que lo que reclama nuestra tradicin y pide nuestra solidaridad
econmica es una Liga aduanera, una federacin mercantil con las Repblicas
americanas858, espaolas.
Por su parte, el francs Louis Guilaine, redactor de Le Temps Renaissance
Latine, sealaba que la hegemona de Estados Unidos en Amrica Latina no era
solo poltico-militar, sino tambin econmica, al argumentar que con la compra
de los derechos de construccin del canal de Panam, dio un golpe de bolsa, una
especie de golpe de Estado econmico para su reaseguro en Amrica Latina.
Apunt que aquel golpe, de Estado econmico, fue posible por la desunin
de las naciones latinoamericanas. Como otros, indicaba que frente al paname856 X. Don Francisco Silvela y la Unin Ibero-Americana, Unin Ibero-Americana, Madrid,
Ao XVIII, N. Extraordinario, (1 de marzo de 1904): 9.
857 Op. cit., 9-10.
858 De y Mas, M. Ideales para futuro. La federacin mercantil hispanoamericana, Unin IberoAmericana, Madrid, Ao XVIII, N. Extraordinario, (1 de mayo de 1904): 80.
260
mera mitad del siglo XIX, en que ya exista desde 1801 el trmino identitario
Hispanoamrica. Esto no significa que antes no hubiese filosofa reconocida e
importante en la Amrica colonial hispana o lusitana, hecho destacado por el
gran Marcelino Menndez y Pelayo en los monumentales libros como Historia
de los heterodoxos espaoles, 1880-1882, e Historia de las ideas estticas de
Espaa. Asimismo la existencia de una importante ilustracin hispanoamericana, que argument desde fines del siglo XVIII y la primera dcada del XIX
el primer programa de independencia cultural, y la consiguiente emancipacin
poltica. Tesis sustentada por don Jos Gaos en su libro Pensamiento de lengua
espaola, de1945.
Por su parte Gonzlez Blanco puntualizaba, respecto a la situacin de la filosofa en Amrica Latina a principios del siglo XX, que con Varona ha entrado
airosamente la Amrica latina (sic) en el campo de la cultura moderna863. De hecho
el sabio y filsofo cubano era reconocido no solo en Cuba, Hispanoamrica y los
Estados Unidos, sino tambin en pases de Europa como Espaa y Francia. Libros
suyos como Nociones de lgica, de 1902, en su segunda edicin de 1926 fue premiado en una Exposicin de Pars. Adems de haber significado la trascendencia
de Varona subray: tengo en cuenta la existencia innegable de sabios universales,
pensadores profundos y de gran iniciativa que cultivan hoy los estudios filosficos
en la Amrica espaola864. La acotacin estaba dirigida ahora a Hispanoamrica.
Y efectivamente, exista ya desde fines del siglo XIX en Hispanoamrica, como
tambin en el Brasil, el importante y aportativo movimiento positivista, que se
extendi a las primeras dcadas del XX, entre cuyas figuras se pueden sealar,
adems de Varona, Justo Sierra, Eugenio Mara de Hostos, Fernando Ortiz, Juan
Enrique Lagarrigue, Jos Ingenieros, as como en Brasil Miguel Lemus o Silvio
Romero, entre varios otros iberoamericanos.
Hubo, igualmente, artculos y ensayos que abarcaron otras formas de la
cultura latinoamericana, entre ellas sobre la mujer865, la enseanza866, la arqui-
5.4
El origen de lo iberoamericano
y el concepto Iberoamrica
como expresiones de identidad e integracin
876 Rojas Mix, Miguel. Los cien nombres de Amrica: eso que descubri Coln, primera reimpresin, (San Jos: Universidad de Costa Rica, 1997), 197.
877 Ardao, Arturo. Espaa en el Origen del nombre Amrica Latina, (1992), en: Amrica Latina
y la latinidad, op. cit., 250.
265
888 Cancio Villamil, Mariano. Discurso en la Unin de las Dos Sociedades, el 28 de abril de
1890, en: Unin Ibero-Americana, Ao V, N. 58, (1890): 2.
889 Unin Ibero-Americana: estatutos y reglamentos, (Madrid: Imprenta de Moreno y Rojas,
1885), 6-7.
269
896 Seplveda Muoz, Isidro. Medio siglo de asociacionismo americanista espaol: 1885-1936,
en: Revista Espacio, Tiempo y Forma, UNED, Facultad de Geografa e Historia, Madrid, N. 4,
Serie V, Historia contempornea, (1991): 271-290.
897 Seplveda Muoz, Isidro. Medio siglo de asociacionismo americanista espaol: 1885-1936,
en: http://62.204.194.45:8080/fedora/get/bibliuned:ETFSerie5-74ECC393-F179-7DF6-8A3F7DB0D62FD781/PDF, [6].
271
rica Latina y la latinidad, en: Arturo Ardao. Amrica Latina y la latinidad, (Mxico:
UNAM, 1993).
901 Phelan, John. El origen de la idea de Latinoamrica, (1968), en: Leopoldo Zea
(ed.), Fuentes de la cultura latinoamericana, t. I, (Mxico D. F.: Fondo de Cultura
Econmica, 1993), 461-475.
272
la unidad cultural de los pases que la conformabanel nombre-conceptual Iberoamrica, concrecin de identidad cultural y proyecto de integracin. La fecha
emblemtica fue 1904. Su aparicin ocurri en los nmeros extraordinarios de
marzo y mayo.
Sin embargo, vale aclarar que si el bautizo del trmino pertenece al siglo
XX, su gestacin ocurri en la primera mitad de la centuria decimonnica. Esto
ocurre con la propuesta de la Unin de Hispanoamrica y Brasil como expresin
de Nuestras Amricas, trminos creados por Francisco de Miranda, a los que se
aade el concepto la Otra Iberia Joven de Andrs Bello. Asimismo, el crecimiento del corpus que expona el concepto tuvo lugar a lo largo de la segunda
mitad del propio siglo XIX. Se corrobora con las nominaciones de familia iberoamericana y confederacin internacional de Jos Mara Samper, unin de los
pueblos ibricos de ambos mundos y federacin de Eugenio Mara de Hostos,
confederacin de Emilio Castelar, y la creacin de la sociedad y la publicacin
Unin Ibero-Americana en Madrid.
El bautizo del corpus conceptual fue doble. En el nmero extraordinario
de la revista de la Unin, en marzo, el espaol Jos Maluquer y Salvador, al
recomendar que se realizaran en la Amrica Espaola y Lusitana determinadas
reformas sociales en materia de seguro de trabajo y jubilaciones, rubric que: en
cambio, cabe suponer con igual sinceridad que podra interesar en Portugal y la
Amrica ibrica (sic) los trabajos acumulados durante ms de veinte aos por la
Comisin oficial de reformas sociales902. Esto ltimo se refera a Espaa (cursivas nuestras). Igualmente en el nmero extraordinario de mayo de 1904, el padre
agustino Raimundo Gonzlez, tambin espaol, empleaba el nuevo sustantivo
conceptual: mirando en conjunto el problema ibero-amrica (sic) presenta dos
aspectos generales, que mutuamente se complementan: el aspecto material y el
que por no descender a enojosas [cuestiones] nosotros llamamos espiritual903. El
material comprenda la industria y el comercio, mientras en el espiritual situaba
las relaciones morales, artsticas y literarias904, sin soslayar las religiosas.
902 Maluquer y Salvador, Jos. Reformas sociales en los Estados ibero-americanos, en: Unin
Ibero-Americana, Madrid, Ao XVIII, N. Extraordinario, (1 de marzo de 1904): 53.
903 Gonzlez, Raimundo. El problema de la Unin Ibero-Americana, en Unin Ibero-Americana,
Madrid, Ao XVIII, N. Extraordinario, (1 de mayo de 1904): 34.
904 Ibd., 35.
273
908 Unamuno, Miguel de. La raza ibero-americana en la gran raza latina, en: Unin IberoAmericana, op. cit., 44.
909 Ibd., 43.
910 Ibd., 44.
911 Garca, Telsforo. Iberoamericanismo, en: Unin Ibero-Americana, Madrid, Ao XVIII,
N. Extraordinario, (1 de mayo de 1904): 20.
275
912 Ibd.
913 Ibd.
914 Ibd.
915 Vega, Marqus de. Discurso del 28 de abril de 1890, en: Unin Ibero-Americana, Madrid,
Ao V, N. 58, (1890): 4.
916 Vega, Marqus de. Discurso del 28 de abril de 1890, en: Unin Ibero-Americana, op.
cit., 4.
276
917 Prez de Guzmn, Juan. Relaciones polticas de Espaa y las Repblicas ibero-americanas,
en: Unin Ibero-Americana, Madrid, Ao XVIII, N. Extraordinario, (1 de marzo de 1904):
13.
918 Ibd.
919 Ibd.
920 Snchez Pastor, Enrique. Unin Ibero-americana, en: Unin Ibero-Americana, Madrid, Ao
XVIII, N. Extraordinario, (31 de octubre de 1904): 42.
277
925 Cfr. Rojas Mix, Miguel. Cultura afroamericana, (Madrid: Biblioteca Iberoamericana,
Ediciones Anaya, 1988).
926 Haya de la Torre, Vctor Ral. El lenguaje poltico de Indoamrica, en: Leopoldo
Zea, (Comp.). Fuentes de la cultura latinoamericana, t. II, (Mxico D. F.: Fondo de
cultura Econmica, 1993), 477-490.
927 Herrarte, Alberto. La unin de Centroamrica. Tragedia y esperanza, (Guatemala:
Editorial del Ministerio de Educacin Publica, 1955).Vctor L. Urquidi. Incidentes de
integracin en Centroamrica y Panam, 1952-1958, (Santiago de Chile: CEPAL, 1998).
La integracin centroamericana y la institucionalidad regional, (Mxico D. F.: CEPALBID, 1998).
928 Cfr. Roberts, W. Adolphe. The Caribean: the Story of our Sea of Destiny, (New
York: the Bobs-Merill Company, 1940). Curtis Wilgus, (Comp.). The Caribean at
mid-century, (Gainesville : University of Florida Press, 1950). Nancy Morejn.
Lengua, cultura y transculturacin en el Caribe: unidad y diversidad, en la
revista Temas, La Habana, 1996. Antonio Gaztambide-Geigel. La invencin del
Caribe. Las definiciones del Caribe como problema histrico y metodolgico,
en: Revista Mexicana del Caribe, Chetumal, Quintana Roo, N. 1, (1996). Eduardo
Klinger Pevida. El proceso de integracin caribeo: CARICOM, en: Iris Vittini,
(Comp.). Los procesos de integracin y cooperacin regionales, (Bogot: Convenio Andrs Bello, s/f). Joaqun Santana Castillo. Valoraciones sobre el Gran
Caribe hispano, en: Joaqun Santana Castillo. Utopa, identidad e integracin
en el pensamiento latinoamericano y cubano, (La Habana: Editorial de Ciencias
Sociales, 2008).
929 Ardao, Arturo. Gnesis de la idea y el nombre de Amrica Latina, en: Arturo Ardao.
Amrica Latina y la latinidad, op. cit., 27.
279
933 Snchez, Luis Alberto. Existe Amrica Latina?, en: Luis Alberto Snchez. La vida del siglo,
(Compilacin, prlogo y notas de Hugo Garca Salvattecci), (Caracas: Biblioteca Ayacucho,
N. 135, 1988), 296.
934 Zalamea, Fernando. Ariel y Arisbe. Evolucin y evaluacin del concepto Amrica Latina en
el siglo XX, (Bogot: Convenio Andrs Bello, 2000), 50.
281
5.5
935 Garretn, Manuel Antonio. Las sociedades latinoamericanas y las perspectivas de un espacio
cultural, en: Garretn, Manuel Antonio, (Coord.). Amrica Latina: un espacio cultural en
un mundo globalizado. Debates y perspectivas, segunda edicin, (Bogot: Convenio Andrs
Bello, 2002), 21.
936 Cfr. Sotillo, Jos ngel y Aylln, Bruno, (Eds.). Amrica Latina en construccin. Sociedad,
poltica econmica y relaciones internacionales, (Madrid: Editorial Catarata e Instituto de
Derecho y Cooperacin, 2006).
282
937 Rodrguez, Simn. Luces y virtudes sociales, en: Simn Rodrguez. Sociedades americanas,
(Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1990), 208.
938 Rodrguez, Simn. Sociedades americanas, en: Simn Rodrguez. Sociedades americanas,
op. cit., 43
939 Ibd., 59.
940 Ibd., 43
941 Ibd.
942 Zea, Francisco Antonio. Manifiesto a los pueblos de Colombia, (1820), en: Pensamiento
poltico de la emancipacin: 1790-1825, t. II, (Prlogo, seleccin, notas y cronologa de Jos
Luis Romero y Luis Alberto Romero), op. cit., 133.
283
286
6
Conclusiones
951 Destacndose, entre los principales, y no los nicos, Juan Pablo Viscardo, Jos Mara Espaa,
Miguel Hidalgo, Manuel Gual, Hiplito Unnue, Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz
y Espejo, Jos Joaqun da Silva Xavier (Tiradentes), Toms de Gonzaga, Francisco Xavier
Alegre, Jos Joaqun da Cunha de Azeredo Coutinho, Francisco Javier Clavijero, Juan Ignacio
Molina, el espaol Celestino Mutis, Jos Flix Restrepo, Francisco Jos de Caldas, Mariano
Moreno, Antonio Nario y Francisco de Miranda. Algunos de los cuales alcanzaron a vivir y
participar de la otra Etapa de la Ilustracin, alcanzando renombre.
290
6. Conclusiones
6. Conclusiones
6. Conclusiones
las relaciones internacionales que todas las otras causas juntas, pues el
comercio es calculador por esencia; y cuanto mejor calcule sus intereses
materiales, tanto ms patentemente los ver apoyados en el cultivo de la
paz, la amistad y la unidad. Mientras Jos Cecilio del Valle fundament
que se deba pensar en la agricultura, en la minera, en la industria, y en
el comercio, porque lo poltico sin lo econmico no subsiste.
6. Conclusiones
6. Conclusiones
que ninguno de los Estados sera dbil con respecto a los otros y ninguno sera
ms fuerte que los dems, buscndose un equilibrio entre todos, cuya reforma
social o construccin deba realizarse bajo los auspicios de la paz, la libertad y la
democracia. Los actores principales, definidos desde entonces, son los pueblos
y los gobiernos.
La grandeza y genialidad de estos pensadores fue la capacidad de previsin,
pues a la par que se diseaba el proyecto de Estado-Nacin moderno, a raz de
la Independencia, pensaron los proyectos de integracin Supra-Nacionales, ofrecindose dos opciones, el de un Estado General en una Nacin-de-Naciones o
el de Grupos de Estados Supra-Nacionales-Regionales. Alternativas que fueron
reasumidas durante todo el siglo XIX iberoamericano y latinoamericano; conservando en lo esencial vigencia integracionista hasta hoy, con proyeccin de
futuro, porque la tendencia del siglo XXI es, y ser, como consecuencia de la
globalizacin, ir a la integracin y conformacin de Estados Supra-Nacionales,
y no posnacionales como algunos han referido, pues el actual proceso en marcha
de la Unin Europea, y ms reciente de UNASUR.
La integracin supra-nacional es hoy una condicin del desarrollo y la libertad, ningn pas solo, por potente que sea, podr desarrollarse, axioma de mayores
consecuencias para los Estados de economas dbiles o pobres. En este orden,
Helmult Schmitd, ex canciller de Alemania, hubo de plantear: en la economa
global de hoy da, los pases pequeos y medianos son incapaces de alcanzar sus
objetivos de forma aislada. Slo la integracin [...] les permitir defender sus
intereses, ya sean las estructuras monetarias y financieras, las disputas en la Organizacin Mundial del Comercio o la proteccin de la atmsfera y los ocanos.
Por este motivo, la integracin europea se hace ms y ms importante en la era
de la globalizacin952.
Si tal razonamiento tuvo y tiene validez para pases del rea europea, a
fortiori, debe ser tenido en cuenta en las naciones que hoy llaman del Sur, donde
se incluye a Iberoamrica y Amrica Latina. Cada da que las sociedades en vas
de desarrollo aplacen y posterguen la integracin, ya sea continental o regionalzonal, es un tiempo que dejan a favor de una integracin vertical-hegemnica,
952 Schmitd, Helmult. Sobre el euro, (entrevista realizada por Christopher Fasel y
desde arriba, que vendra desde los centros de poder, condicionando nuevas
dependencias.
La verdadera y efectiva integracin es la integracin horizontal, resultante de
la igualdad de condiciones que, por consensus nmium, es decir, del consentimiento
general de las naciones y pueblos, permita un desarrollo equitativo, racional, justo,
sostenible y complementario para todos sus miembros, ms all de los niveles
econmicos y cientfico-tecnolgicos que tengan pases determinados. Asimismo,
la integracin debe ser integracin multilateral, en el sentido de que un pas pueda
estar en ms de una determinacin sociocultural o contexto econmico, teniendo
en cuenta que toda verdadera identidad e integracin es identidad e integracin
de la diferencia.
Estas verdades ya las pronosticaron los ilustrados de la Amrica Hispano
Portuguesa Americana, como integrantes del movimiento de la Ilustracin Universal; quizs por esto ha sostenido Habermas, en polmica con los propugnadores
del posmodernismo que lo que falta es completar el proyecto de la Ilustracin y
la modernidad. Y en el caso de la Ilustracin Iberoamericana completar y poner,
definitivamente, en prctica efectiva y duradera el aporte de la identidad proyecto
integracionista.
300
7
Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
Bello, Andrs. Obras completas, t. III: Filosofa del entendimiento y otros escritos
filosficos, segunda edicin, Caracas: Fundacin La Casa de Bello, 1981.
_____________. Obras completas, t. IV: Gramtica de la lengua castellana
destinada al uso de los americanos, segunda edicin, Caracas: Fundacin
La Casa de Bello, 1981.
______________. Obras completas, t. V: Estudios gramaticales, segunda edicin,
Caracas: Fundacin La Casa de Bello, 1981.
______________. Obras completas, t. VI: Estudios filolgicos I: Principios de la
ortologa y mtrica de la lengua castellana y otros escritos, segunda edicin,
Caracas: Fundacin La Casa de Bello, 1981.
______________. Obras completas, t. VII: Estudios filolgicos II: Poema
del Cid y otros escritos, segunda edicin, Caracas: Fundacin La Casa de
Bello, 1981.
_____________. Obras completas, t. VIII: Gramtica latina y escritos
complementarios, segunda edicin, Caracas: Fundacin La Casa de Bello,
1981.
______________. Obras completas, t. IX: Temas de crtica literaria, segunda
edicin, Caracas: Fundacin La Casa de Bello, 1981.
______________. Obras completas, t. X: Derecho Internacional I: Principios de
Derecho Internacional y escritos complementarios, segunda edicin, Caracas:
Fundacin La Casa de Bello, 1981.
_____________. Obras completas, t. XI: Derecho Internacional II: Temas de
poltica internacional, segunda edicin, Caracas: Fundacin La Casa de
Bello, 1981.
______________. Obras completas, t. XII: Derecho Internacional III: Documentos
de la Chancillera Chilena, segunda edicin, Caracas: Fundacin La Casa
de Bello, 1981.
______________. Obras completas, t. XIII: Derecho Internacional IV: Documentos
de la Chancillera Chilena, segunda edicin, Caracas: Fundacin La Casa de
Bello, 1981.
______________. Obras completas, t. XIV: Cdigo Civil de la Repblica de
Chile, segunda edicin, Caracas: Fundacin La Casa de Bello, 1981.
308
7. Bibliografa
Bello y Chile. Tercer Congreso del Bicentenario, Caracas: La Casa de Bello, t. II, 1981.
Bello y Londres. Segundo Congreso del Bicentenario, Caracas: La Casa de Bello,
t. I, 1981.
Bello y Londres. Segundo Congreso del Bicentenario, Caracas: La Casa de Bello,
t. I, 1981.
Bentez, Jos Antonio. Bolvar y Mart en la integracin de Amrica Latina, La
Habana: Editorial Pablo de la Torriente Brau, 2002.
Beorlegui, Carlos. Historia del pensamiento filosfico latinoamericano. Una
bsqueda incesante de la identidad, Bilbao: Universidad de Deusto, 2004.
Beriain, Josetxo y Lanceros, Patxi, (Comps.). Identidades culturales: Bilbao,
Universidad de Deusto, 1996.
Betancourt, Julio, Unin Ibero-americana, en: Unin Ibero-Americana, Madrid,
Ao XVIII, N. Extraordinario, (1 de mayo de 1904).
Biagini, Hugo E. (compilador). El movimiento positivista argentino, Buenos Aires:
Editorial de Belgrano 1985.
____________. Filosofa americana e identidad. El conflictivo caso argentino,
Buenos Aires: eudeba, 1989.
____________. Fines de siglo, fin de milenio. Una reflexin ms all del 2000.
Madrid: Ediciones unesco, Alianza Editorial, 1996.
Bilbao, Francisco. El evangelio americano, (Seleccin, prlogo y bibliografa de
Alejandro Witker y cronologa de Leopoldo Benavides), Caracas: Biblioteca
Ayacucho, N. 129, 1985.
____________. Congreso Normal Americano, (1856), en: Francisco Bilbao. El
evangelio americano, (Seleccin, prlogo y bibliografa de Alejandro Witker)
Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985.
____________. Iniciativa de la Amrica. Idea de un Congreso Federal de
Repblicas, en: Leopoldo Zea, (ed.), Fuentes de la cultura latinoamericana,
tomo I, Mxico, D. F.: Fondo de Cultura Econmica, 1993.
____________. La Amrica en peligro, (1862), en: Francisco Bilbao. El
evangelio americano, (Seleccin, prlogo y bibliografa de Alejandro Witker)
Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985.
310
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
Hostos, Eugenio Mara de. Obra literaria selecta, (Seleccin, prlogo, bibliografa
y cronologa de Julio Csar Lpez), Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1988.
Humboldt, Alejandro. Cartas americanas, Caracas: Biblioteca Ayacucho, N.
74, 1980.
Iglesias, Enrique. La integracin econmica latinoamericana en la planificacin
nacional del desarrollo, en Wyndham-White, Eric et l. La integracin
latinoamericana en una etapa de decisiones, Buenos Aires: Instituto para la
Integracin de Amrica Latina, intal, Banco Interamericano de Desarrollo,
bid, 1973.
Informe sobre el estado de la integracin 2003. Situacin de los procesos de
integracin en Amrica Latina: avances y desafos, La Paz: Convenio Andrs
Bello-Instituto Internacional de Integracin, 2004.
Ingenieros, Jos. Antiimperialismo y nacin, (Introduccin, compilacin y notas
de Oscar Tern), Mxico D. F.: Siglo XXI Editores, Coleccin Nuestra
Amrica, 1979.
____________. Unin latinoamericana, (1925), en: Hctor P. Agosti. Ingenieros,
ciudadano de la juventud, Segunda edicin, Buenos Aires: Santiago Rueda
Editor, 1950.
Insua, Ramn. Historia de la Filosofa en Hispanoamrica, Guayaquil: Imprenta
de la Universidad de Guayaquil, Departamento de Publicaciones, segunda
edicin. 1949.
Jaeger, Werner. Paideia: los ideales de la cultura griega. Trads. Joaqun Xirau
y Wenceslao Roces, dcima Reimpresin, Mxico D. F.: Fondo de Cultura
Econmica, 1992.
Jardines, Alexis. El cuerpo y el otro. Introduccin a una teora general de la
cultura, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2004.
Jaramillo, Rubn. Colombia, la modernidad postergada, Bogot: Editorial Temis,
1994.
Jaramillo Uribe, Jaime. El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogot:
Editorial Temis Librera, tercera edicin, 1982.
Junta de Acuerdo de Cartagena. Sistema Andino de integracin: 1969-1984,
Lima, [1985].
326
7. Bibliografa
7. Bibliografa
Lpez Martn, Alfonso. Andrs Bello; gramtico y filsofo, San Jos de Costa
Rica: Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, 1982.
Lorenzo, Flix. Contestacin al seor Menndez Pidal, en: EL Sol, Madrid, 6
de enero de 1918.
Lotman, Jurij M. Semitica de la cultura, Madrid: Ediciones Ctedra, 1979.
Lover de Sola, R. J. (ed.). Pensamiento de Andrs Bello, libertador espiritual,
Caracas, Alfadil, 1983. Luz y Caballero, Jos de la. Aforismos, La Habana:
Editorial de la Universidad de la Habana, 1962.
Luz y Caballero, Jos de la. Aforismos, La Habana: Editorial de la Universidad
de la Habana, 1962.
____________. Seleccin de textos, (Seleccin e introduccin de Antonio
Snchez de Bustamante y Montoso), La Habana: Editorial de Ciencias
Sociales, 1981.
Llosa, Jorge Guillermo. Identidad histrica de Amrica Latina, Mxico, D. F.,
Editorial Diana, 1992.
Lleras Restrepo, Carlos. Los aspectos polticos y sociales de la integracin
de Amrica Latina, en: Wyndham-White, Eric et l. La integracin
latinoamericana en una etapa de decisiones, Buenos Aires: Instituto para la
Integracin de Amrica Latina, INTAL, Banco Interamericano de Desarrollo,
bid, 1973.
Maiz, Magdalena. Identidad, nacin y gesto autobiogrfico, Monterrey: Ediciones
de la Universidad Autnoma de Nuevo Len, 1998.
Maalouf, Amn. Las identidades asesinas: Madrid, Alianza; 1999.
Magarios, Gustavo. La ALALC: la experiencia de una evolucin de once aos
en Wyndham-White, Eric et l. La integracin latinoamericana en una etapa
de decisiones, Buenos Aires: Instituto para la Integracin de Amrica Latina,
INTAL, Banco Interamericano de Desarrollo, bid, 1973.
Maliandi, Ricardo. Dilemas y convergencias. Cuestiones ticas de la identidad,
la globalizacin y la tecnologa, Buenos Aires: Editorial Biblos, 2006.
Malinowski, Bronislaw. Una teora cientfica de la cultura, Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, 1948.
329
7. Bibliografa
Mart, Jos. Nuevas cartas de Nueva York, (Ed. de Ernesto Meja Snchez),
Mxico, D. F.: Siglo XXI Editores, 1980.
____________. En los Estados Unidos. Obras completas, t. 10, La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
____________. En los Estados Unidos. Obras completas, t. 11, La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
____________. En los Estados Unidos. Obras completas, t. 12, La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
____________. En los Estados Unidos. Obras completas, t. 13, La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
____________. Poesa. Obras completas, t. 16, La Habana: Editorial de Ciencias
Sociales, 1975.
____________. Poesa completa. Edicin crtica, Vols. I y II, (Nota Editorial de
Cintio Vitier, Fina Garca Marruz y Emilio de Armas), tercera edicin, La
Habana: Editorial Letras Cubanas, 2001.
____________. Teatro. Novela. La edad de oro. Obras completas, t. 18, La
Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
____________. Viajes. Diarios. Crnicas. Juicios. Obras completas, t. 19, La
Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
Martn-Barbero, Jess. Procesos de comunicacin y matrices culturales, Mxico:
D. F., Ediciones G. Gili de Mxico y FELAFACS, 1991.
Martnez, Osvaldo. alba y alca: el dilema de la integracin o la anexin, en:
www.cubaminrex.cu/actualidad/ALBA/ALBA.htm
Marrero, Juan. TeleSUR, en: Rebelin, (2 de agosto de 2005): www.rebelion.
org/noticia.php?id=18376.
Melazzi, Gustavo. La integracin latinoamericana; documentos y comentarios,
Montevideo: [Patria Grande], 1970.
Mendible Zurita, Alejandro. Venezuela-Brasil. Historia de sus relaciones desde
sus inicios hasta el umbral de mercosur (1550-1997), Caracas: Universidad
Central de Venezuela, 1999.
331
7. Bibliografa
Mier, Servando Teresa de. Segunda carta de un americano al Espaol, en: Ideario
poltico, (Prlogo, notas y cronologa de Edmund OGorman), Caracas:
Biblioteca Ayacucho, N. 43, 1978.
Miranda, Francisco de. Amrica espera, (Seleccin, prlogo y ttulos de J. L.
Salcedo-Bastardo), trads. Gustavo Das Sols, Michel R. Monner y Gilberto
Merchn, Caracas: Biblioteca Ayacucho, 100, 1982.
____________. Archivo del General Miranda, Edicin y prlogo de Vicente
Dvila, Caracas: Editorial Sub-Amrica, t. V, 1929-1933.
Mir Quesada, Francisco. Despertar y proyecto del filosofar latinoamericano,
Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1974.
____________. Proyecto y realizacin del filosofar latinoamericano, Mxico:
Fondo de Cultura Econmica, 1981.
Moavro, Horacio Roberto. La decisin: aportes para la integracin
latinoamericana, Caracas: segunda edicin, Ediciones Nueva Poltica, iaealUniversidad Simn Bolvar, ifedec, 1992.
Moles, Abraham A. Sociodinmica de la cultura, Buenos Aires: Editorial Paids, 1978.
Monal, Isabel. Las ideas en Amrica Latina. Una antologa del pensamiento
filosfico, poltico y social, Primera parte, t. I, La Habana: Casa de las
Amricas, 1985.
Montalvo, Juan. Las catilinarias. El cosmopolita y El regenerador, (seleccin
y prlogo de Benjamn Carrin y Cronologa y notas de Gustavo Alfredo
Jcome), Caracas: Biblioteca Ayacucho, N. 22, 1977.
____________. Siete tratados, en: Montalvo, (Prlogo y seleccin de Manuel
Moreno Snchez), Mxico: Ediciones de la Secretara de Educacin Pblica, 1942.
Montero Snchez, Susana A. La construccin simblica de las identidades sociales.
Un anlisis a travs de la literatura mexicana del siglo XIX, Mxico D. F.:
unam, 2007.
Morelos, Jos Mara. Proclama de Tlacosanitln, (1813), en: Pensamiento
poltico de la emancipacin: 1790-1825, (Prlogo, seleccin, notas y
cronologa de Jos Luis Romero y Luis Alberto Romero), Caracas: Biblioteca
Ayacucho, Vol. II, 1977.
333
7. Bibliografa
7. Bibliografa
Prez Vila, Manuel. Bolvar y Bello: sus relaciones hasta el fin de la misin de
Londres en 1810, en: Bello y Londres. Segundo Congreso del Bicentenario,
Caracas, La Casa de Bello, 1981, t. I
Perkins, Dexter. Historia de la Doctrina Monroe, Buenos Aires: Editorial
Universitaria de Buenos Aires, eudeba, 1964.
Phelan, John. El origen de la idea de Latinoamrica, en Leopoldo Zea (ed.),
Fuentes de la cultura latinoamericana, Mxico D. F.: Fondo de Cultura
Econmica, tomo I, 1993.
PETROCARIBE: Acuerdos entre Venezuela y los pases de Caribe, 6 de
septiembre de 2005, en: www.portalalba.org
Petrocaribe: Nuevo puente hacia la integracin Caribe[o]-Sudamericana, 27
de junio de 2005, en: http://www.abn.info.ve/go_news5.php?articulo=10961
Picn Salas, Mariano. Bello y la historia, en Andrs Bello. Homenaje de la
U.C.V. en el bicentenario de su natalicio (1871-1881), Caracas: Ediciones
del Rectorado, Universidad Central de Venezuela, 1982.
____________. De la conquista a la independencia. Tres siglos de historia cultural
hispanoamericana, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1975.
Pinella, Augusto. Simn Rodrguez y la realidad mtica de Amrica. Cronologa
de Simn Rodrguez, en: Tablero, Revista del Convenio Andrs Bello, N.
67, (enero-abril de 2004).
Pitol, Sergio, (ed.). La cultura moderna en Amrica Latina, Mxico D. F.: Joaqun
Moritz, 1985.
Pividal, Francisco. Bolvar. Pensamiento precursor del antiimperialismo, Caracas:
Fondo Cultural del ALBA, 2006.
Pi y Margall, Francisco. Mjico, en el diario La Discusin, Madrid, N. 774,
(1. de septiembre de 1858).
Plaza Alfonso, Eduardo. Las fuentes del Derecho Internacional de Bello, de
su perodo londinense; la experiencia y los estudios, en: Bello y Londres.
Segundo Congreso del Bicentenario, Caracas: La Casa de Bello, t. II, 1981.
Portuondo, Jos Antonio. La emancipacin literaria hispanoamericana, La
Habana: Ediciones Casa de las Amricas, 1975.
337
Prebisch, Ral. La integracin econmica en Amrica Latina, en WyndhamWhite, Eric et l. La integracin latinoamericana en una etapa de decisiones,
Buenos Aires: Instituto para la Integracin de Amrica Latina, intal, Banco
Interamericano de Desarrollo, bid, 1973.
Prieto de Pedro, Jess. Identidad europea y Tratado de Maastricht. Por un
proyecto ms cultural, en Tablero, Revista del Convenio Andrs Bello, N.
58, Bogot, (1998).
Puiggrs, Adriana. De Simn Rodrguez a Paulo Freire. Educacin para la
integracin latinoamericana, Bogot: Convenio Andrs Bello, 2005.
Qu es el alba?, en: Portal alba, www.alternativabolivariana.org
Quincy, Quatrimre de. Miranda ya no es el hombre de un solo pas, se ha
convertido en una especie de propiedad comn, (1794), en: Francisco de
Miranda. Amrica espera, (Seleccin, prlogo y ttulos de J. L. SalcedoBastardo), trads. Gustavo Das Sols, Michel R. Monner y Gilberto Merchn,
Caracas: Biblioteca Ayacucho, 100, 1982.
Quindimil Lpez, Jos Antonio. Instituciones y derechos de la Comunidad Andina,
Valencia: Editorial Tirant lo Blanch, 2006.
Rama, ngel. Aportacin original de una comarca del Tercer Mundo:
Latinoamrica, en: Leopoldo Zea, (ed.), Fuentes de la cultura latinoamericana,
Mxico: D. F., Fondo de Cultura Econmica, tomo III, 1993.
____________. La crtica de la cultura en Amrica Latina, (Seleccin y prlogos
de Sal Sosnowski y Toms Eloy Martnez), Caracas: Biblioteca Ayacucho,
119, 1985.
____________. Transculturacin narrativa en Amrica Latina, Mxico D. F.:
Siglo XXl Editores, 1982.
____________. Vigencia del pensamiento poltico de Simn Rodrguez, en:
Primer Congreso sobre Pensamiento Poltico Latinoamericano, Caracas,
julio de 1983.
Ramonet, Ignacio. El otro diario, (4 de agosto de 2005), en: www.electrodiario.
com/a/EEkFEZEEp/ElEvZfuY.php
Ramos, Holger et l. Los valores: ejes transversales de la integracin educativa,
Bogot: Convenio Andrs Bello, 2004.
338
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
Rovira, Mara del Carmen. Eclcticos portugueses del siglo XVIII y algunas de
sus manifestaciones en Amrica, Mxico D. F., unam, 1979.
Rubert de Vents, X. De la independencia a la identidad: la nueva transicin,
Barcelona, Anagrama, 1999.
Rubio Angulo, Jaime. Historia de la filosofa latinoamericana, Bogot:
Universidad Santo Toms de Aquino.
Rumanzo Gonzlez, Alfonso. Simn Rodrguez, maestro de Amrica, Caracas,
Biblioteca Ayacucho, 244, 2005.
Saladino Garca, Alberto. Ciencia y prensa durante la Ilustracin latinoamericana,
Toluca, Universidad Autnoma del Estado de Mxico, uaem, 1996.
____________. Dos cientficos de la Ilustracin hispanoamericana: J. A. Alzate
y H. J. de Caldas, Mxico D. F.-Toluca, Universidad Autnoma de Mxico,
unam y Universidad Autnoma del Estado de Mxico, uaem, 1990.
____________ y Saldaa, Juan Jos (Coord.). Jos Antonio Alzate y Ramrez:
homenaje en el bicentenario de su fallecimiento, segunda edicin, Toluca,
Universidad Autnoma del Estado de Mxico, uaem, 1999.
Salcedo Bastardo, Jos Luis. Andrs Bello americano y otras luces sobre la
independencia, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1982.
____________. Prlogo, a Francisco de Miranda. Amrica espera, (Seleccin,
prlogo y ttulos de J. L. Salcedo-Bastardo), Trads. Gustavo Das Sols, Michel
R. Monner y Gilberto Merchn, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 100, 1982.
____________. Visin y revisin de Bolvar, primera reimpresin, Caracas: Monte
Avila Editores Latinoamericana, 2006.
Salazar Bondy, Augusto. Existe una filosofa de nuestra Amrica?, Siglo XXI
Editores, Mxico, 1969.
____________. La cultura de la dominacin, en: Augusto Salazar Bondy. Entre
Escila y Caribdis. Reflexiones sobre la vida peruana, Lima, 1969.
Salgado, Germnico. El Grupo Andino y el poder de la accin solidaria, en:
Wyndham-White, Eric et l. La integracin latinoamericana en una etapa
de decisiones, Buenos Aires, Instituto para la Integracin de Amrica Latina,
intal, Banco Interamericano de Desarrollo, bid, 1973.
344
7. Bibliografa
7. Bibliografa
7. Bibliografa
Tolosa Latour, Manuel. Los ideales y los sentimientos, en: Unin IberoAmericana, Madrid, Ao XVIII, N. Extraordinario, (1 de marzo de 1904).
Texto del Acuerdo de cooperacin energtica petrocaribe, 29 de junio de
2005, en: http://www.tiempodecuba.34sp.com/modules.php?name=News&
file=article&sid=530
Torchia Estrada, Juan Carlos. La filosofa en la Argentina, Washington-Mxico
D. F.: Unin Panamericana y Editorial Estela, 1961.
Torre Molina, Carolina de la. Las identidades. Una mirada desde la psicologa,
La Habana: Centro de Investigacin y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan
Marinello, 2001.
Torres, Camilo. Memorial de agravios, en: Pensamiento poltico de la
Emancipacin (Seleccin, notas y cronologa de Jos Luis Romero y Luis
Alberto Romero), Caracas: Biblioteca Ayacucho, N. 24, t. I, 1977.
Torres Caicedo, Jos Mara. La literatura de Amrica Latina, en: Ardao, Arturo.
Amrica Latina y la latinidad, en: Arturo Ardao. Amrica Latina y la latinidad,
UNAM, Mxico, 1993.
____________. Mis ideas y mis principios, t .I, Pars: Imprenta Nueva, 1875.
____________. Nicaragua y los filibusteros oficiales y extraoficiales, en: La
Amrica, Madrid, N. 2 del t. III, (24 de marzo de 1859).
____________. Textos unionistas: 1850-1886, en: Arturo Ardao. Amrica Latina
y la latinidad, Mxico: UNAM, 1993.
____________. Unin entre las cinco repblicas centro-americanas, en: La
Amrica, Madrid, N. 3, t. III, (8 de abril de 1859).
____________. Unin latinoamericana, Pars, Librera de Rosa y Bouret, 1865.
Tratado constitutivo de la Unin de Naciones Suramericanas, en: http://www.
mre.gov.br/portugues/imprensa/nota_detalhe3.asp?ID_RELEASE=5466 .
Trujillo Muoz, Augusto. Descentralizacin, regionalizacin y autonoma local,
Bogot: Universidad Nacional de Colombia, 2001.
Truyol y Serra, Antonio. La integracin europea. Anlisis Histrico-Institucional
con textos y documentos. Gnesis y desarrollo de la Comunidad Europea
(1951-1997), Madrid, Editorial Tecnos, 1999.
349
7. Bibliografa
Valle, Jos Cecilio del. La Dieta Americana. El Congreso de Panam, en: Jos
Cecilio del Valle. Obra escogida, (Seleccin, prlogo y cronologa de Mario
Garca Laguardia), Caracas: Biblioteca Ayacucho, N. 96, 1982.
____________. Las matemticas en sus relaciones con la prosperidad de los
Estados, en: Jos Cecilio del Valle. Obra escogida, (Seleccin, prlogo y
cronologa de Mario Garca Laguardia), Caracas: Biblioteca Ayacucho, N.
96, 1982.
____________. Nuevo sistema poltico americano. Santa Alianza, en: Jos
Cecilio del Valle. Obra escogida, (Seleccin, prlogo y cronologa de Mario
Garca Laguardia), Caracas: Biblioteca Ayacucho, N. 96, 1982.
____________. Prospecto al Mensual de la sociedad Econmica de Amigos de
Guatemala, en: Obra escogida, (Seleccin, prlogo y cronologa de Mario
Garca Laguardia), Caracas: Biblioteca Ayacucho, N. 96, 1982.
____________. Proyecto de Confederacin Americana. 1822. Soaba el Abad de
San Pedro: y yo s tambin soar, en: Jos Cecilio del Valle. Obra escogida,
(Seleccin, prlogo y cronologa de Mario Garca Laguardia), Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1982.
Varela, Flix. Cartas a Elpidio, en: Flix Varela. Obras, t. III, (Investigacin,
compilacin y notas de Eduardo Torres-Cuevas, Jorge Ibarra y Mercedes
Garca), La Habana: Imagen Contempornea y Editorial Cultura Popular, 1997.
____________. Lecciones de filosofa y otros escritos, en: Flix Varela. Obras,
t. I, (Investigacin, compilacin y notas de Eduardo Torres-Cuevas, Jorge
Ibarra y Mercedes Garca), La Habana: Editora Poltica, 1991
____________. El Habanero, tomo I, en: Flix Varela. Obras, t. II, (Compilacin
y notas de Eduardo Torres-Cuevas, Jorge Ibarra y Mercedes Garca), La
Habana: Editorial Cultura Popular y Ediciones Imagen Contempornea, 1997.
Varios Autores. Integracin de Amrica Latina y el Caribe, auna-Mxico, 2001,
en: www.aunamexico.org.21705
Vasconcelos, Jos. Bolivarismo y monrosmo. Temas iberoamericanos, segunda
edicin, Santiago de Chile: Editorial Ercilla, 1935.
Vega, Marqus de. Discurso del 28 de abril de 1890, en: Unin Ibero-Americana,
Madrid, Ao V, N. 58, (1890).
352
7. Bibliografa
Verdevoye, Paul. Busca y expresin de las identidades nacionales del siglo XX,
en: Culturas. Dilogo entre los pueblos del mundo. Revista unesco, Pars,
N. 98 (Especial, dedicado a la identidad cultural en Amrica Latina), 1986.
____________. Don Andrs Bello y Domingo Faustino Sarmiento: una polmica
y una colaboracin, en: Bello y Chile. Tercer Congreso del Bicentenario,
Caracas: La Casa de Bello, t .I, 1981.
Wilgus, Curtis (Comp.). The Caribeam at mid-century, University of Florida
Press, Gainesville, 1950. Nancy Morejn. Lengua, cultura y transculturacin
en el Caribe: unidad y diversidad, en la revista Temas, La Habana, (1996).
Vidal Perdomo, Jaime. El federalismo, Bogot: Ediciones Rosaristas, 1998.
Villarn, Manuel. Misin de la Universidad latinoamericana, (Discurso
pronunciado ante los delegados al tercer Congreso de Estudiantes en la
recepcin ofrecida por la Universidad de San Marcos, 1912), en: Leopoldo
Zea, (Comp.). Pensamiento positivista latinoamericano, Vol. II, Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1980.
Villegas, Abelardo. Panorama de la filosofa iberoamericana actual, Buenos
Aires: Argentina, 1963.
Villoro, Luis. Estado plural, pluralidad de culturas, Mxico D. F.: Editorial
Paids Mexicana y unam, 1988.
Viscardo, Juan Pablo. Carta a los espaoles americanos, en: Pensamiento poltico
de la Emancipacin (Seleccin, notas y cronologa de Jos Luis Romero y
Luis Alberto Romero), Caracas: Biblioteca Ayacucho, N. 24, t. I, 1977.
Vitier, Cintio. Ese sol del mundo moral. Para una historia de la eticidad cubana,
[segunda edicin], La Habana: Ediciones unin, 1990.
____________. Resistencia y libertad: integracin, identidad, escudo y nacin,
La Habana, uneac, 1999.
Vittini, Iris (Comp.). Los procesos de integracin y cooperacin regionales,
[Santiago de Chile]: Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad
de Chile-Convenio Andrs Bello, s/f.
Wagner de Reina, Alberto. Destino y vocacin de Iberoamrica, Madrid: Cultura
Hispnica, 1954.
353
7. Bibliografa
356
358
CM
MY
CY
CMY
Identidad cultural
e integracin