Quema de Conventos de 1931 en España

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Quema de conventos de 1931 en Espaa

Sin embargo, las primeras decisiones del Gobierno Provisional de la Segunda Repblica Espaola sobre la
secularizacin del Estado fueron muy moderadas, en sintona con la decisin de poner a su frente al catlico liberal Niceto Alcal Zamora y nombrar en la cartera clave
de Gobernacin, a su compaero de la Derecha Liberal
Republicana, el tambin catlico Miguel Maura. En la regla tercera del Estatuto jurdico del Gobierno Provisional,
promulgado el mismo da 14 de abril de 1931, y hecho
pblico al da siguiente en el diario ocial, la Gaceta de
Madrid, se proclam la libertad de cultos:
El Gobierno provisional hace pblica su
decisin de respetar de manera plena la conciencia individual mediante la libertad de
creencias y cultos, sin que el Estado, en momento alguno, pueda pedir al ciudadano revelacin de sus convicciones religiosas.[2]

Ciudades en las que se produjeron los sucesos.

Se conoce como quema de conventos a la ola de violencia anticlerical contra edicios e instituciones de la Iglesia
Catlica, ocurrida entre los das 10 y 13 de mayo de 1931
en Espaa, pocas semanas despus de haberse proclamado la Segunda Repblica.

En aplicacin de esta declaracin en las tres semanas siguientes el Gobierno aprob algunas medidas secularizadoras poco importantes, pero signicativas, como la disolucin de la rdenes militares, supresin de la obligatoriedad de asistencia a actos religiosos en crceles y cuarteles [22 de abril y 19 de abril, respectivamente], prohibicin de participacin ocial en actos religiosos [Circular del Ministro de la Gobernacin del 17 de abril], n
de las exenciones tributarias a la Iglesia, privacin de sus
derechos a la Confederacin Nacional Catlico-Agraria,
etc. Entre todas, quiz la medida ms destacada fue el
decreto de 6 de mayo declarando voluntaria la enseanza religiosa.[3] Por un decreto de 5 de mayo se priv a
la Iglesia Catlica su representacin en los Consejos de
Instruccin Pblica, con lo que la jerarqua catlica ya
no pudo intervenir en la elaboracin de los planes de estudios, un derecho que vena ejerciendo desde haca mucho tiempo.[4] Adems se prohibi la asistencia a actos
religiosos de los militares no siendo a ttulo personal y se
suspendieron las festividades de los Patronos de Armas y
Cuerpos del Ejrcito. Por ltimo se modic la ley electoral de 1907 para que los sacerdotes pudieran presentarse
como candidatos en las elecciones.[5]

Los disturbios comenzaron en Madrid durante la inauguracin del Crculo Monrquico de la calle de Alcal y
rpidamente se extendieron por otras ciudades del sur y el
levante peninsular. Alrededor de cien edicios religiosos
ardieron total o parcialmente aquellos das, se destruyeron objetos del patrimonio artstico y litrgico, se profanaron algunos cementerios de conventos, y varias personas murieron y otras resultaron heridas.

Antecedentes: la poltica religiosa inicial del Gobierno Provisional y la respuesta catlica

Con la proclamacin de la Segunda Repblica Espaola,


el nuevo orden constitucional deba amparar la libertad
de conciencia y desarrollar un proceso de secularizacin
que permitiera superar la tradicional identicacin entre el Estado y la Iglesia Catlica, uno de los elementos clave de legitimacin de la monarqua. Los republicanos anunciaron su determinacin de crear un sistema
de escuelas laicas, introducir el divorcio, secularizar los
cementerios y los hospitales y reducir en gran medida, si
no eliminar, el nmero de rdenes religiosas establecidas
en Espaa.[1]

Al mismo tiempo el Gobierno Provisional inici los contactos con el nuncio Federico Tedeschini para asegurarle que el Gobierno hasta que no se aprobara la nueva
Constitucin respetara el Concordato de 1851 y a cambio la Iglesia deba dar muestras de que acataba el nuevo
rgimen. As el da 24 de abril el nuncio envi un telegrama a todos los obispos en el que les transmita el deseo
de la Santa Sede de que recomend[asen] a los sacerdo1

2
tes, a los religiosos y a los eles de su[s] dicesis que respet[ase]n los poderes constituidos y obede[ciese]n a ellos
para el mantenimiento del orden y para el bien comn.[6]
Junto al nuncio, el otro miembro de la jerarqua eclesistica que encarn esta actitud conciliadora hacia la Repblica fue el cardenal arzobispo de Tarragona Francisco
Vidal y Barraquer, que ya haba realizado algunos gestos
de deferencia hacia las nuevas autoridades como su visita al presidente de la Generalitat de Catalua Francesc
Maci, el da 18 de abril, o como el envo el da 22 de
una carta de saludo y felicitacin al Gobierno provisional
de la Repblica por parte de la conferencia de obispos
catalanes.[7] Otro prelado que estaba en la misma lnea
era el cardenal arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundin y
Esteban, y el diario catlico que la apoyaba era El Debate, dirigido por ngel Herrera, fundador de la Asociacin
Catlica Nacional de Propagandistas, que al da siguiente
de la proclamacin de la Repblica haba manifestado en
el editorial publicado en primera pgina, aunque acompaado de un retrato y de un homenaje al Rey Alfonso
XIII: La Repblica es la forma de gobierno de hecho
en nuestro pas. En consecuencia, nuestro deber es acatarla. () Y no le acataremos pasivamente le acataremos
de un modo leal, activo, poniendo cuanto podamos para
ayudarle en su cometido.[8]
Sin embargo un sector numeroso del episcopado estaba
compuesto por obispos integristas (muchos de ellos nombrados durante la Dictadura de Primo de Rivera) que
no estaban dispuestos a transigir con la Repblica a la
que consideraban una desgracia. La cabeza visible de ese
grupo era el Cardenal Primado y arzobispo de Toledo,
Pedro Segura, que ya se haba manifestado claramente
contrario a la Repblica antes y durante la campaa de
las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, armando que la Repblica era obra de los enemigos de la
Iglesia y el orden social, por lo que estaba justicado la
formacin de un compacto frente unido en defensa de
la Monarqua y de la Iglesia Catlica.[9] Ya en su primera
intervencin desde el plpito despus del 14 de abril se
reri a la Repblica como un castigo divino,[10] lo que
levant las iras de la prensa republicana, sealndolo como el smbolo del clericalismo monrquico, y provoc el
envo de una nota de protesta del gobierno a la nunciatura.
Pero el pronunciamiento de mayor trascendencia del Cardenal Segura se produjo el da 1 de mayo cuando hizo pblica una pastoral en la que, tras abordar la situacin espaola en un tono catastrosta, haca un agradecido elogio
de la monarqua y del destronado monarca Alfonso XIII,
quien, a lo largo de su reinado, supo conservar la antigua
tradicin de fe y piedad de sus mayores.[11][12] La prensa
republicana interpret la pastoral como una incitacin a
los eles a unirse para salvar los derechos amenazados de
la iglesia[13] y los partidos y organizaciones de izquierda
la consideraron una declaracin de guerra, incrementando el sentimiento anticlerical de muchos ciudadanos.[14]
El Gobierno Provisional de la Segunda Repblica Espaola present una nota de serena y enrgica protesta al
Nuncio Federico Tedeschini por lo que consideraba una

LOS SUCESOS

intervencin en poltica del Cardenal Primado, "cuando


no hostilidad al rgimen republicano", y pidi que fuera
apartado de su cargo. La prensa, por su lado, arreciaba en
su campaa contra Segura.[15]

2 Los sucesos
2.1 Madrid
En la maana del domingo 10 de mayo de 1931 se inauguraba en la calle Alcal el Crculo Monrquico Independiente, fundado por el director del diario monrquico
ABC, Juan Ignacio Luca de Tena, que acababa de regresar de Londres donde se haba entrevistado con el exrey
Alfonso XIII con el objetivo de formar un comit electoral del que surgiera una candidatura monrquica para
presentarla en las elecciones a Cortes Constituyentes que
se iban a celebrar al mes siguiente. Durante el acto, los
monrquicos provocaron a los viandantes haciendo sonar
la Marcha Real en un gramfono y lanzando pasquines
de El Murcilago en el que se llamaba a hacer la vida
imposible a esta caricatura de Repblica.[16]
Al parecer, en la calle dos nuevos invitados que acababan de llegar sostuvieron una discusin poltica con el taxista que los haba trado que era republicano, a la que
se unieron varios transentes. La discusin se convirti
en un altercado y ardieron tres coches aparcados frente
al Crculo, cuyos dirigentes pidieron la proteccin de la
fuerza pblica. En seguida corri el rumor por la ciudad
de que un taxista republicano haba sido asesinado por
unos monrquicos, y una multitud se congreg ante la sede del diario ABC en la calle Serrano, donde tuvo que
intervenir la Guardia Civil, que dispar contra los que
intentaban asaltar y quemar el edicio causando varios
heridos y dos muertos, uno de ellos un nio.[17]
Una manifestacin se dirigi entonces a la sede de la Direccin General de Seguridad, en la Puerta del Sol, donde exigieron la dimisin del ministro de la Gobernacin
Miguel Maura (que haba acudido personalmente a la sede del Crculo Monrquico para calmar los nimos y donde haba sido recibido por los republicanos al grito de
Maura, no!, rememorando el rechazo a la actuacin de
su padre, Antonio Maura, durante la Semana Trgica de
1909). Al mismo tiempo grupos de exaltados quemaban
un quiosco del diario catlico El Debate, apedreaban el
casino militar y rompan los escaparates de una librera catlica. Adems a las ocho de la tarde algunas armeras eran asaltadas y se producan disparos contra una
unidad montada de la Guardia Civil. Hacia la medianoche un exaltado dispar contra la multitud congregada
en la Puerta del Sol hiriendo a una persona y luego fue
linchado.[18]
Esa misma noche el ministro de la Gobernacin Miguel
Maura quiso desplegar a la Guardia Civil pero sus compaeros de gobierno, encabezados por el presidente Niceto

2.1

Madrid

3
gobierno permiti que los sublevados quemaran ms de
una decena de edicios religiosos.[23]
Un testigo de los acontecimientos fue un muy joven Julio
Caro Baroja que relat ms tarde lo que vio:[24]
A las doce de la maana, a las doce y
cuarto, a la una y cinco, se avis del Colegio
de Jesuitas de la calle de la Flor a la Direccin
de Seguridad que el incendio cobraba proporciones grandes. La gente pasaba, o medrosa o
indiferente, por las proximidades, viendo salir
el humo por las ventanas. Los incendiarios
desaparecieron rpidos y organizados. El que
vio aquello (y yo lo vi) no poda imaginarse
que se desenvolviera as una clsica accin
anticlerical. En una de las paredes ahumadas
poda leerse despus este letrero:

Miguel Maura, ministro de la Gobernacin del Gobierno Provisional

Alcal Zamora y por el ministro de la Guerra Manuel


Azaa, se opusieron, reacios a emplear a las fuerzas de
orden pblico contra el pueblo y restando importancia
a los hechos.[19] Maura tambin us como argumento que
haba recibido una informacin de un capitn del ejrcito de que algunos jvenes del Ateneo de Madrid estaban
preparndose para quemas edicios religiosos al da siguiente, a lo que Manuel Azaa le contest, segn cuenta
Maura en sus memorias, que eran tonteras y aadi,
que, en caso de ser cierto lo que se preparaba, sera una
muestra de justicia inmanente.[20]
Cuando el gobierno estaba reunido a primeras horas de
la maana del lunes 11 de mayo le lleg la noticia de
que la Casa Profesa de los jesuitas estaba ardiendo. El
ministro de la Gobernacin Miguel Maura de nuevo intent sacar a la calle a la Guardia Civil para restablecer
el orden pero al igual que la noche anterior se encontr
con la oposicin del resto del gabinete y especialmente
de un ministro a quien Maura en sus Memorias identic como Manuel Azaa, quien arm, segn relat
Maura al diario El Sol casi dos aos despus, que todos
los conventos de Espaa no valen la vida de un republicano. Si sale la Guardia Civil, yo dimito sin embargo, Alcal Zamora escribi en sus Memorias que Azaa
no se opuso ni por un instante a la declaracin del estado de guerra.[21] A otro ministro, segn Maura, le
hizo gracia que fuesen los jesuitas los primeros en pagar
tributo al pueblo soberano. El que present su dimisin que luego retirara fue Maura, que abandon la
sede de la Presidencia del Gobierno.[22] La inaccin del

Abajo los jesu[itas]


La justicia del pueblo
por ladrones.
Ardieron as el convento de las Bernardas
de Vallecas y la iglesia de Santa Teresa, de
los carmelitas descalzos. (...) Por tener mi
domicilio cerca, vi arder el convento de los
carmelitas. Era por la maana, ya avanzada
sta. Unos grupos de hombres haban prendido
fuego a la iglesia, y mientras ardan tiraban por
las ventanas de la residencia enseres y libros.
Entre stos, un ejemplar de la Enciclopedia
Espasa. Recuerdo cmo dos o tres hombres
sacaron a un fraile viejo, alto, de buen aspecto,
custodiado, para que nadie se metiera con l,
mientras que otro reprenda a un compaero,
que -al parecer- quera llevarse un tomo o unas
lminas del pobre repertorio enciclopdico:
Camarada, no hemos venido aqu para robar,
etc.
Tiempo despus vi incendiada una pequea
iglesia cerca de la plaza de Santa Ana, en la
calle del Prncipe. La gente pasaba una vez ms
junto a ella torva o medrosa, y hubo algn gesto
claro de disgusto. Una mujercilla desgreada lo
observ y dijo que los padecimientos del obrero
tenan ms importancia que aquella crema.
Por la tarde, por n, el Gobierno declar el estado de guerra en Madrid y a medida que las tropas fueron ocupando
la capital, los incendios cesaron. Al da siguiente, martes 12 de mayo, mientras Madrid recuperaba la calma,
la quema de conventos y de otros edicios religiosos se
extenda a otras poblaciones del este y el sur peninsular
(los sucesos ms graves se produjeron en Mlaga). Por el
contrario, all donde los gobernadores civiles y los alcaldes actuaron con contundencia no hubo incendios.[25]
Entre los das 11 y 12 de mayo de 1931 se quemaron

LOS SUCESOS

intencionadamente en Madrid los siguientes edicios re- Repblica el 14 de abril con el asalto a la sede del diario
ligiosos:
La Unin Mercantil y un intento de asaltar la Residencia
de los Jesuitas y el Seminario al da siguiente.
Casa Profesa ubicada en la calle Isabel la Catlica Cuando llegaron a la ciudad las noticias de los sucesos
de los jesuitas haciendo esquina con la calle Flor Ba- de Madrid, las turbas de incontrolados se echaron a la
ja y su iglesia aneja. En este incendio se quem su calle por la noche y comenzaron los asaltos a la Residenbiblioteca, considerada en aquel momento la segun- cia de los Jesuitas y el Palacio del Obispo. Los incidenda mejor de Espaa. Contaba con ms de 80 000 tes se prolongaron durante la madrugada y todo el da
volmenes, entre ellos incunables irreemplazables. 12. Un periodista subido en su coche por la carretera de
En el incendio se perdieron para siempre ediciones Colmenar, describi la ciudad: El panorama que desde
prncipe de Lope de Vega, Quevedo, Caldern de la all presenciamos no se borrar fcilmente de nuestra reBarca o Saavedra Fajardo.[26]
tina. Era verdaderamente aterrador, dantesco, produca
escalofros en el cuerpo y una intensa amargura en el es Colegio de la Inmaculada y San Pedro Claver y
pritu. La ciudad estaba silenciosa y ttrica. El cielo vease
el Instituto Catlico de Artes e Industrias (ICAI)
rojo, negras columnas de humo hacia l ascendan. Era el
de la calle de Alberto Aguilera. Se perdieron para
resplandor de las tremendas hogueras, que desde diversos
siempre 20 000 volmenes de su biblioteca. Toda
sitios de la capital, elevaban hacia el innito sus llamas
la obra del P. Garca Villada entre ella sus libros
intensas.[29] Cuando se declar el estado de guerra, que
particulares, coleccin Razn y Fe, papeles y todas
no logr contener a los saqueadores, se constituy una
las chas.[27] Tambin se perdieron ms de 100 000
Guardia Cvica con militantes republicanos y socialistas
copias de canciones populares recopiladas por el P.
y la CNT, que public un maniesto pacicador.[30]
Antonio Martnez.[28]
Existen dudas razonables sobre la actitud y acciones del,
El centro de enseanza de Artes y Ocios de la calle por entonces, recientemente nombrado por el gobierno
de Areneros regentado tambin por religiosos de la republicano, general Jos Gmez Caminero, gobernador
Compaa de Jess.
militar de Mlaga, que incluso pudo ser condescendien Iglesia parroquial de Santa Teresa y San Jos de los te para con las masas incendiarias de iglesias. El citado
gobernador militar no slo no reprimi a las masas antiCarmelitas Descalzos de la Plaza de Espaa.
clericales, anarquistas y a los radicales de izquierda pirmanos, sino que mand retirar las fuerzas de la Guardia
Colegio de Sagrado Corazn de Chamartn.
Civil durante los disturbios, y envi un telegrama a Azaa
Colegio de Nuestra Seora de las Maravillas de Cua- con el siguiente contenido: "Ha comenzado el incendio de
tro Caminos. Se destruy su museo de mineraloga iglesias. Maana continuar".[31] Dicho gobernador miliy diverso material cientco.
tar fue destituido a los pocos das,[32] para al poco tiem Convento de las Mercedarias Calzadas de San Fer- po ser ascendido a General de Divisin y posteriormente
nando. En este edicio, antes de comenzar el incen- nombrado General Inspector del Ejrcito.
dio, fueron desenterrados y profanados distintos ca- Mlaga fue la ciudad espaola ms afectada durante estos
dveres de religiosas y sacados a paseo, nalmente trgicos sucesos, y buena parte de su patrimonio religiofueron lanzados a las llamas.[cita requerida]
so, artstico, cultural e histrico fue destruido para siempre. No solo la destruccin o semidestruccin de edi Colegio del Mara Auxiliadora de las Salesianas.
cios, sino las prdidas de archivos histricos inapreciables, piezas de orfebrera, ricos bordados, imgenes de
Convento de las Bernardas de Vallecas.
incalculable valor, antiqusimas pinturas, bibliotecas, etc.
seran de inviable cuanticacin, y lo que es peor, imposiAdems de estos se intentaron incendiar otros doce edibles de recuperar.[33] Entre las numerosas obras que fuecios religiosos, aunque sin xito. Durante los altercados
ron pasto de las llamas destacan las magncas esculturas
algunos religiosos fueron agredidos y expulsados de sus
del "Cristo de la Buena Muerte" y la "Virgen de Beln" de
templos. En los incendios de estos edicios se quemaron
la Iglesia de Santo Domingo, dos paradigmas del barroco
y destruyeron para siempre obras pictricas de artistas
espaol, ambas obras del imaginero Pedro de Mena, y de
como Zurbarn, Van Dyck y Claudio Coello.[cita requerida]
Fernando Ortiz, la imagen de "Jess orando en el Huerto",
Adems se realizaron diversos saqueos y robos antes de
que era una esplndida escultura de talla completa,[34] y
producirse los incendios.[cita requerida]
la "Urna con el Cristo yacente" del antiguo Santo Sepulcro
de la Iglesia de San Agustn,[35] as como la imagen del
Nazareno, conocido como "El Chiquito" de la Hermandad
2.2 Mlaga
perchelera de la Misericordia, tambin del escultor Pedro
En Mlaga la quema de conventos estuvo precedida por de Mena, que fue quemado en una hoguera en la Plaza de
un intento de incendio del Palacio del Obispo en 1930 la Merced.
y varios sucesos el mismo da de la proclamacin de la

2.3

Valencia

Resultaron afectados por incendios:


Santa Iglesia Catedral Baslica de la Encarnacin
Palacio Episcopal
Iglesia de La Merced, completamente destruida.[36]
San Felipe Neri

2.3 Valencia
En Valencia ardieron los conventos de San Jos de las
Carmelitas, San Julin de las Agustinas y el Colegio de la
Presentacin. Asimismo, fueron asaltados los conventos
de Teresianas, la Residencia de los Jesuitas y el Seminario
Conciliar.

Iglesia de San Pablo. En esta iglesia se profanaron las


2.4 Sevilla
criptas e individuos pasearon por La Trinidad con la
cabeza del antiguo sacerdote clavada en la punta de
En Sevilla durante el 11 de mayo se quem el colegio
una estaca.[cita requerida]
de los Jesuitas en la Plaza de Villasis, la Iglesia del Buen
Suceso, la Residencia de los Capuchinos, la Capilla de
Iglesia de los Santos Mrtires
San Jos y los conventos de las Mnimas y los Pales.
Capilla de San Jos
Tambin se intent incendiar el Palacio Arzobispal y los
conventos de San Buenaventura, San Leandro y San Juan
Iglesia de San Julin
de Dios, aunque estos incendios fueron sofocados por la
Iglesia del convento de Sto. Domingo
intervencin ciudadana. La Guardia Civil impidi la quema de la iglesia de los Jesuitas de la calle Trajano y las
Convento de San Agustn
iglesias de los Salesianos y Reparadoras.
Convento de Barcenillas
El da 12 de mayo se declara el estado de guerra en Sevilla, pero a pesar de ello, la violencia se extiende a los pue Convento de los ngeles
blos. En Lora del Ro se reproducen los incidentes contra
Convento de San Jos
la iglesia parroquial, la ermita de Nuestro Padre Jess y el
convento de las Mercedarias Descalzas. En Coria del Ro
Convento de las Carmelitas Descalzas
se incendian tres iglesias. En Alcal de Guadara un gru Convento de la Inmaculada Concepcin de las Her- po de asaltantes expulsa a las Franciscanas del convento
manas Capuchinas
de Santa Clara. Sucedera lo mismo en Carmona donde
tuvieron que abandonar su convento las Agustinas. No su Convento de las Hermanas de la Cruz
cedi as en otros pueblos como Olivares, Carrin, Puebla
Convento del Arcngel San Miguel. (Calle San Bar- del Ro y Espartinas donde los propios vecinos hicieron
tolom (Unicaja))
unas guardias cvicas y armados impidieron que las partidas organizadas de incendiarios quemaran sus iglesias y
Hermanos Maristas
conventos.[37]
Ermita de Zamarrilla
Convento de la Aurora Mara

2.5 Granada

Iglesia del Puerto de la Torre.

En Granada el 12 de mayo se intenta quemar el diario catlico Gaceta del Sur y el monrquico El Noticiero GraIgualmente fueron asaltadas y saqueadas:
nadino. Respecto a edicios religiosos se intentan quemar el colegio de los Maristas, el convento de los Agusti Iglesia del Carmen
nos y el de las monjas de Realejo. Todos estos incendios
Iglesia de San Juan
fueron sofocados por la rpida intervencin de los bomberos. Pero los acontecimientos se desbordan cuando los
Iglesia de Santiago
asaltantes consiguen entrar en el citado diario catlico, en
Iglesia de las Angustias y San Patricio
los Luises, la residencia de los Redentoristas, la iglesia de
Hospitalicos y el convento de las religiosas de Santiago.
Y los conventos e iglesias de San Manuel, San Lzaro, Tambin estallar un artefacto en el convento de las CarCatalinas, Reparadoras, San Jos, Concepcin, San Ber- melitas y se intenta agredir a varios sacerdotes en la Gran
nardo, Encarnacin, Servicio Domstico, Esperanza, Sa- Va. El general Gonzlez Carrasco decreta el estado de
grada Familia, Adoratrices, Mercedarias, Cruz del Mo- guerra y logra impedir la quema del convento de las Trilinillo, San Carlos, Terciarias Franciscanas, San Pedro y nitarias, pero no logra que el convento de los Capuchinos
Santsima Trinidad.
sea pasto de las llamas.[38]
Durante los sucesos hubo cuatro muertos, y los incendios En la provincia de Granada se reproducen los actos vioy asaltos tambin afectaron a residencias y comercios de lentos en Loja donde se queman el convento de Santa Clara, la residencia de los Jesuitas en Santa Fe y es saqueada
civiles.

4 CONSECUENCIAS

la iglesia de la Macarena. En Atarfe se produce un violen- El alcalde socialista de Madrid public el siguiente bando:
to incidente entre vecinos y unos presuntos incendiarios
El pueblo, que siempre dio pruebas de la
que se salda con seis muertos y varios heridos.[38]
ms noble elevacin espiritual () no puede
olvidar en estos momentos que junto a los edi2.6 Crdoba
cios que pretende destruir hay casas donde habitan millares de convecinos () ancianos ()
En Crdoba ardi el Convento de San Cayetano.
a los que las llamas () no podran distinguir
ni respetar. Por ello, si la indignacin prendi
el fuego, apguenlo los corazones generosos de
2.7 Cdiz
los madrileos.[40]
En Cdiz se quem el Convento de los Dominicos, El diario El Socialista public el 12 de mayo de 1931:
la Iglesia de Santa Mara y el Convento del Carmen.
En Sanlcar de Barrameda se intent incendiar el
Convento de los Capuchinos.

La reaccin ha visto ya que el pueblo est


dispuesto a no tolerar. Han ardido los conventos: sa es la respuesta de la demagogia popular
a la demagogia derechista[41]

En Jerez de la Frontera se asalt el Convento de San


Francisco, el de los Carmelitas y la Residencia de los
Tambin El Socialista public l 15 de mayo de 1931:
Jesuitas.
En Algeciras se quemaron todas los templos de
la ciudad: Iglesia de Nuestra Seora de la Palma,
Capilla de Nuestra Seora de Europa, Capilla del
Cristo de la Alameda.

2.8

Murcia

En Murcia fue quemada la Iglesia de la Pursima y fueron


asaltados los conventos de las Isabelas y de las Vernicas.
Tambin se incendi el inmueble del diario La Verdad.

2.9

Alicante

(...) los religiosos disparaban contra los


obreros () las violencias del pueblo () han
respondido siempre al fuego que se les diriga
desde el interior de las fortalezas conventuales
(sin duda con mala puntera, pues ni un slo incendiario result vctima de aquel fuego) ()
eran arsenales y polvorines, haba fusiles, bombas de mano y ametralladoras.[42]

4 Consecuencias
4.1 La responsabilidad de los hechos

No se sabe con absoluta certeza quin quem los alrededor de cien edicios religiosos que ardieron total o parcialmente aquellos das (adems de la destruccin de objetos del patrimonio artstico y litrgico y la profanacin
de algunos cementerios de conventos), y durante los cuales murieron varias personas y otras resultaron heridas,[43]
pero la hiptesis ms admitida es que los incendiarios
fueron elementos de extrema izquierda republicana y
anarquista que pretendan presionar al Gobierno Provisional para que llevara a cabo la revolucin que signicaba ante todo arrancar de cuajo el clericalismo.[44]
3 Reacciones
Sin embargo lo que s que est clara fue la irresponsabilidad del gobierno en el manejo de la situacin, que slo se
La Agrupacin al Servicio de la Repblica conden los explica, adems de por una difusa simpata que pudieran
hechos en un artculo publicado en El Sol el 11 de mayo, sentir algunos ministros por los alborotadores, por una
rmado por Gregorio Maran, Jos Ortega y Gasset, R. mezcla de perplejidad, error de clculo, debilidad y miePrez de Ayala:
do a la impopularidad derivada del empleo de la fuerza
contra el pueblo,.[45] En esta misma lnea explicativa se
Quemar conventos e iglesias no demuesmaniesta el historiador Gabriel Jackson que seala que
tra ni verdadero celo republicano ni espritu de
la mayora de los ministros no quera que el nuevo ravanzada, sino ms bien un fetichismo primitigimen comenzara su existencia disparando contra espavo o criminal que lleva lo mismo a adorar las
oles convencidos de que las masas odiaran a un Gocosas materiales que a destruirlas.[39]
bierno que recurriera a la guardia civil ante las primeras
En Alicante se incendiaron las Escuelas Salesianas, el Colegio de las Carmelitas, la Parroquia de Benala, el Convento de San Francisco, la casa de ejercicios de la Compaa de Jess, el Convento de las Oblatas, la Iglesia del Carmen, la Residencia de los Jesuitas, el Convento de Capuchinos, el Convento de Agustinos, el Palacio Episcopal,
el Colegio de Jess y Mara, el Colegio de la Compaa
de Mara y el Colegio de los Maristas.

4.3

El caso Segura

seales de un motn.[46] El propio presidente Niceto Alcal Zamora en una alocucin radiada el mismo da 11
justic implcitamente la actitud del gobierno diciendo
que se haba evitado un bao de sangre. Sin embargo, el
Papa Po XI el 17 de mayo se referira a la gravsima
responsabilidad de los que no haban impedido oportunamente que los sucesos se produjeran.[43]

7
Estado sin esperar a la reunin de las Cortes Constituyentes. El 13 de mayo una circular de la Direccin General de Enseanza Primaria concretaba el decreto de 6
de mayo que haba declarado voluntaria la enseanza religiosa. En ella, adems de establecer que sera necesaria
una manifestacin expresa de los padres en la matrcula
indicando que deseaban recibirla, se ordenaba la retirada
de crucijos de las aulas donde hubiese alumnos que no
recibieran enseanza religiosa. El 21 de mayo un decreto
declaraba obligatorio el ttulo de maestro para ejercer la
enseanza, lo que afectaba especialmente a los colegios
religiosos ya que los frailes y monjas que impartan las
clases carecan del mismo. El 22 de mayo otro decreto
reconoca la libertad de cultos y la libertad de conciencia
en la escuela y otra disposicin prohiba a los religiosos
enajenar inmuebles y objetos artsticos, arqueolgicos o
histricos sin permiso de la administracin.[51]

La izquierda republicana y los socialistas hablaron de la


existencia de una conspiracin monrquica y clerical e interpretaron los hechos como un aviso para el Gobierno
Provisional sobre la poltica moderada que haba llevado
hasta esos momentos. El pueblo dotado de no instinto,
asegur El Socialista, se haba adelantado al Gobierno en
la defensa del rgimen. El rgano cenetista Solidaridad
Obrera fue el que ms insisti en la intervencin popular
en los hechos y en relacionarlos con un movimiento justiciero frente al afeminamiento poltico del Gobierno,
que ha[ba] dejado de ser un Gobierno revolucionario
para convertirse en uno de los tantos Gobiernos liberales
de la monarqua.[45] Las logias masnicas tambin ex- 4.3
presaron al gobierno su descontento por su contemporizacin con los elementos conservadores, clericales y monrquicos. Entre los que apoyaban al gobierno Provisional los nicos que claramente condenaron lo sucedido y
se opusieron a la interpretacin que estaban haciendo de
los sucesos la izquierda republicana y los socialistas fueron los intelectuales de la Agrupacin al Servicio de la
Repblica que criticaron duramente que se considerara
una expresin de la democracia los actos vandlicos de
una multitud catica e informe y ponan en duda que
incendiar edicios religiosos fuera una demostracin de
verdadero celo republicano.[47]

4.2

El caso Segura

La tensin entre la Repblica y la Iglesia Catlica

El gobierno se sum a la interpretacin de la izquierda republicana y de los socialistas y por eso orden la suspensin de la publicacin del diario catlico El Debate y del
monrquico ABC, as como la detencin de varios signicados monrquicos (que semanas despus seran absueltos por los tribunales, lo que provoc una dura reaccin
de la prensa de izquierdas que lo consider una nueva y
vergonzosa maniobra monrquica).[48] El gobierno lleg
a acordar incluso la expulsin de los jesuitas aunque nalmente no se consum.[49] Y en ese contexto se produjo la
expulsin de Espaa el 17 de mayo del obispo integrista
de Vitoria Mateo Mgica, por negarse a suspender el viaje pastoral que tena previsto realizar a Bilbao donde el
gobierno tema que con motivo de su visita se produjeran incidentes entre los carlistas y los nacionalistas vascos que compartan su oposicin a la Repblica y su defensa del clericalismo, y los republicanos y los socialistas
anticlericales.[50]

Cardenal Pedro Segura

La Iglesia Catlica, que en general haba reaccionado con


moderacin a los incendios de mayo, critic todas estas
medias laicistas, especialmente la retirada de los crucijos de las aulas donde hubiera alumnos que no queran
recibir enseanza religiosa, y sobre todo el decreto de 22
de mayo que provoc incluso la protesta del Nuncio asegurando que no era legal legislar sobre libertad de cultos
o enseanza religiosa en las escuelas sin tener en cuenta el Concordato de 1851.[51] El 30 de mayo el Vaticano
neg el placet al recin nombrado embajador de Espaa, Luis de Zulueta.[1] La reaccin ms radical parti de
El Gobierno Provisionals aprob tambin algunas medi- nuevo del cardenal Segura que el 3 de junio en Roma,
das dirigidas a asegurar la separacin de la Iglesia y el donde se encontraba desde el 12 de mayo, hizo pblica

una pastoral en la que se recoga la penossima impresin que les haba producido ciertas disposiciones gubernativas a los obispos y todos los agravios que a su juicio
haba padecido la Iglesia hasta esos momentos, incluido
el ltimo decreto, del que no aceptaban que la enseanza religiosa desapareciera de la escuela pblica, poniendo
de maniesto el antiliberalismo que la Iglesia Catlica segua manteniendo.[52] La pastoral del cardenal Segura de
nuevo desat las iras de la prensa republicana y socialista
que la calic de intromisin intolerable. El Gobierno
Provisional expres al Vaticano su deseo de que el cardenal no retornase a Espaa y que fuese destituido de la
sede de Toledo. En estas circunstancias el cardenal Segura volvi inesperadamente a Espaa el 11 de junio y
fue detenido tres das despus por orden del gobierno en
Guadalajara, y el da 15 fue expulsado del pas. De este
hecho qued una famosa foto que dio la vuelta al mundo
con el cardenal abandonando el convento de los pales de
Guadalajara rodeado de policas y guardias civiles, que se
present como prueba de la persecucin que estaba
padeciendo la Iglesia Catlica en Espaa.[53] El Cardenal
Segura no volvera a Espaa hasta despus de iniciada la
guerra civil[50] Al da siguiente se celebr en la plaza de
toros de Pamplona un gran mitin catlico para protestar
contra la expulsin del cardenal.[1]

4.4

El caso Echeguren

Dos meses despus, y en pleno debate en las Cortes Constituyentes recin abiertas sobre la nueva Constitucin en
el que la cuestin religiosa estaba siendo la ms polmica, se produca un nuevo incidente que enturbi an ms
las relaciones de la Repblica y la Iglesia Catlica y en el
que el Cardenal Segura volva a ser protagonista. El da
17 de agosto entre la documentacin incautada al vicario
de Vitoria, Justo Echeguren, que haba sido detenido tres
das antes en la frontera hispano francesa por la polica,
se encontraron unas instrucciones del Cardenal Segura a
todas las dicesis en las que se facultaba a los obispos
a vender bienes eclesisticos en caso de necesidad. Pero lo ms grave era que, a tal circular, acompaaba un
dictamen del abogado Rafael Martn Lzaro, rmado en
fecha tan temprana como el 8 de mayo, que aconsejaba
la transferencia por parte de la Iglesia de sus bienes inmuebles a seglares y la colocacin de bienes muebles en
ttulos de deuda extranjeros, es decir, invitaba a la fuga
de capitales, todo ello para eludir una posible expropiacin por parte del Estado.[54] La respuesta inmediata del
Gobierno Provisional, despus de descartar la ruptura de
las relaciones diplomticas con la Santa Sede, fue la publicacin el 20 de agosto de un decreto en el que se suspendan las facultades de venta y enajenacin de los bienes y derechos de todo tipo de la Iglesia Catlica y de las
rdenes religiosas. En el prembulo se intent suavizar
la medida haciendo referencia a los esfuerzos notorios
que ha[ban] realizado elementos destacados de la Iglesia espaola para mantener su lealtad al nuevo rgimen,

REFERENCIAS

aludiendo as al sector conciliador encabezado por el cardenal Francisco Vidal y Barraquer y el Nuncio frente al
intransigente sector integrista encabezado por el cardenal Segura. Por otro lado, el decreto fue acompaado por
la suspensin de una decena de peridicos catlicos del
Pas Vasco y de Navarra que se haban signicado por sus
proclamas antirrepublicanas y que fueron acusados por
el gobierno de hacer llamamientos a la rebelin armada
contra la Repblica.[55]

5 Valoracin
A juicio del historiador Julin Casanova:[56]
El signicado principal de estos acontecimientos es que se produjeron al mes escaso de
inaugurarse la Repblica y que en la memoria
colectiva de muchos catlicos quedaron grabados como el primer asalto contra la Iglesia por
parte de una Repblica laica y anticlerical, un
ensayo general de la catstrofe que se avecinaba. Las consecuencias fueron desastrosas para la Repblica, escribi despus en sus memorias Niceto Alcal-Zamora: le crearon enemigos que no tena; quebrantaron la solidez compacta de su asiento; mancharon su crdito hasta
entonces difano e ilimitado. Algo similar manifestaba el cardenal Francisco Vidal y Barraquer en la nota de protesta que el 17 de mayo
envi al presidente del Gobierno Provisional:
hechos de esta ndole... disminuyen la conanza que un numeroso sector de catlicos haba
inspirado la actuacin directa del Gobierno en
muchas de sus primeras disposiciones

6 Referencias
[1] Jackson, Gabriel (1976). La Repblica Espaola y la Guerra Civil, 1931-1939. (The Spanish Republic and the Civil
War, 1931-1939. Princeton, 1965) (2 edicin). Barcelona: Crtica. p. 47. ISBN 84-7423-006-3.
[2] De la Cueva Merino, Julio (1998). El anticlericalismo
en la Segunda Repblica y la Guerra Civil. En Emilio
La Parra Lpez y Manuel Surez Cortina. El anticlericalismo espaol contemporneo. Madrid: Biblioteca Nueva.
p. 215.
[3] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. pp. 224225.
[4] Juli, Santos (2009). La Constitucin de 1931. Madrid:
Iustel. p. 31. ISBN 978-84-9890-083-5.
[5] lvarez Tardo, Manuel (2002). Anticlericalismo y libertad de conciencia. Poltica y religin en la Segunda Repblica Espaola. Madrid: Centro de Estudios Polticos y
Constitucionales. p. 87. ISBN 84-259-1202-4.
[6] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 215.

[7] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 216. Ambos


saban que la instalacin en el poder de los republicanos
signicaba que stos, antes o despus, habran de llevar a
cabo la poltica anticlerical que siempre haban propugnado. Ambos conaban en la prudencia, la deferencia y la
negociacin, ms que en el enfrentamiento, para reducir
al mnimo los efectos de esa poltica.
[8] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 9394.
[9] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 79.
[10] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 215. Lo que
dijo el cardenal en la primera sabatina de la catedral de
Toledo tras el 14 de abril no est del todo claro. La prensa
republicana lo acusaba de haberse despachado en trminos
como stos: Que la ira de Dios caiga sobre Espaa si la
Repblica persevera. Los peridicos catlicos -y algn
otro como Ahora- negaron la verdad de estas acusaciones,
si bien parece que Segura se reri a las circunstancias
espaolas del momento como un castigo divino.
[11] Casanova, Julin (2007). Repblica y guerra civil. Historia
de Espaa, vol. 8. Barcelona: Crtica-Marcial Pons. p. 23.
ISBN 978-84-8432-878-0.
[12] Jackson, Gabriel (1976). La Repblica Espaola y la
Guerra Civil, 1931-1939 (2 edicin). Barcelona: Crtica. ISBN 84-7423-006-3. En la carta Segura se refera
repetidamente a las graves conmociones y amenazas de
anarqua a que Espaa se vea expuesta. Aunque la Iglesia
no se preocupaba de formas de rgimen, deseaba expresar la gratitud de la Iglesia a S.M., por haber consagrado
Espaa al Sagrado Corazn de Jess y por haber preservado las tradiciones de piedad de sus antepasados. Apel
a las mujeres de Espaa para que organizaran una cruzada
de oraciones y sacricios para defender la Iglesia contra
los muchos ataques a sus derechos. Record el ejemplo
de Baviera en 1919, cuando la poblacin catlica salv al
pas de una breve ocupacin bolchevique, sugiriendo, por
tanto, por su analoga, que el Gobierno provisional era de
la misma categora que el rgimen comunista de la breve
revolucin bvara.
[13] diario La Libertad, N 3472, edicin del 7 de mayo de
1931. Pgina 4.
[14] lvarez Tardo, Manuel (2002). Anticlericalismo y libertad de conciencia. Poltica y religin en la Segunda Repblica Espaola. Madrid: Centro de Estudios Polticos y
Constitucionales. pp. 9798. ISBN 84-259-1202-4. Desde nales de abril [los socialistas y la izquierda republicana ms extrema] exigieron al Gobierno la suspensin del
Primado, por considerar sus pastorales como una actividad poltica intolerable. No se dijo nada sobre el comportamiento de otros prelados. (Se explicara as que gran
parte de la opinin pblica pensara que la iglesia en bloque
estaba conspirando contra la Repblica).
[15] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 97.
[16] Gonzlez Calleja, Eduardo (2011). Contrarrevolucionarios. Radicalizacin violenta de las derechas durante la Segunda Repblica. Alianza Editorial= Madrid. pp. 2830.
ISBN 978-84-206-6455-2.
[17] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 100101.

[18] Gonzlez Calleja, Eduardo (2011). Ibid. Alianza Editorial= Madrid. pp. 3031.
[19] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 102.
[20] De la Cueva Merino, Julio (1998). El anticlericalismo
en la Segunda Repblica y la Guerra Civil. En Emilio
La Parra Lpez y Manuel Surez Cortina (Eds.). El anticlericalismo espaol contemporneo. Biblioteca Nueva. p.
221.
[21] Juli, 1990, p. 124.
[22] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. pp. 219221.
[23] Josep Pla, El Advenimiento de la Repblica.
[24] Caro Baroja, Julio (2008) [1980]. pp. 219220. Falta el
|ttulo= (ayuda)
[25] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 104.
[26] Po Moa, Los personajes de la Repblica vistos por ellos
mismos. Pg. 198.
[27] Luis Garca Iglesias, El P. Zacaras Garca Villada, acadmico, historiador y jesuita.
[28] Alejandro Barcenilla, La Universidad Ponticia Comillas: cien aos de historia. Pag. 199.
[29] CEDMA, Diputacin de Mlaga (ed.). La quema de conventos en Mlaga en mayo de 1931. Consultado el 9 de
septiembre de 2011.
[30] Diario Sur Digital, La quema de conventos.
[31] Cfr. J. ARRARS, Historia de la segunda repblica espaola, Madrid 1969, I, p. 116
[32] CEDMA, Diputacin de Mlaga (ed.). La quema de conventos en Mlaga en mayo de 1931. Consultado el 9 de
septiembre de 2011.
[33] CEDMA, Diputacin de Mlaga (ed.). La quema de conventos en Mlaga en mayo de 1931. Consultado el 9 de
septiembre de 2011.
[34] De la talla de Ntro. Padre Jess Orando en el Huerto se pudo salvar parte, destacando la testa, que le fue restaurada
(y sustancialmente modicada), adems de esculpido un
nuevo cuerpo durante el resto del siglo XX. En 2006, cunplindose 250 aos de su ejecucin por parte de Fernando
Ortiz, el imaginero Manuel Carmona recupera la policroma original y realiza un nuevo cuerpo, el al original, al
que se integraron los brazos primigenios.
[35] Diario Sur (ed.). El gran taller de la escultura barroca.
Consultado el 8 de octubre de 2011.
[36] Diario Sur Digital, La Merced, en el recuerdo
[37] Leandro lvarez Rey, La derecha en la II Repblica: Sevilla, 1931-1936.
[38] Jos Manuel Macarro Vera, Socialismo, repblica y revolucin en Andaluca (1931-1936)"
[39] El Sol, La Agrupacin al Servicio de la Repblica condena
la quema de conventos, 11/05/1931.

10

[40] Heraldo de Madrid, 13-5-31.


[41] El Socialista, 12-5-31.
[42] El Socialista, 14-5-31.
[43] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 105106.

ENLACES EXTERNOS

7 Bibliografa
lvarez Tardo, Manuel (2002). Anticlericalismo y
libertad de conciencia. Poltica y religin en la Segunda Repblica Espaola. Madrid: Centro de Estudios
Polticos y Constitucionales. ISBN 84-259-1202-4.

[44] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 220. El incendio de edicios religiosos era una manera simblica y
expeditiva de hacer efectiva la anhelada destruccin del
poder clerical, que por medios polticos no llegaba, y de
as avanzar, mediante el fuego puricador, hacia la regeneracin de Espaa. Bast la provocacin monrquica y el
ambiente creado en torno a Segura y otros clrigos refractarios para que saltase la chispa y se produjese la accin
de los exasperados revolucionarios.

Caro Baroja, Julio (2008). Historia del anticlericalismo espaol. Madrid: Caro Raggio. ISBN 978-847035-188-4.

[45] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 220.

De la Cueva Merino, Julio (1998). El anticlericalismo en la Segunda Repblica y la Guerra Civil.


En Emilio La Parra Lpez y Manuel Surez Cortina.
El anticlericalismo espaol contemporneo. Madrid:
Biblioteca Nueva. ISBN 84-7030-532-8.

[46] Jackson, Gabriel (1976). Ibid. (2 edicin). p. 51. Los


socialistas, especialmente, consideraban a la guardia civil
como enemiga de la clase trabajadora, un enemigo peor,
bien considerado, que la propia Monarqua. Los liberales opinaban que el pueblo espaol, aun en sus actos ms
deplorables, haba sido ms vcitima que verdugo. La Repblica deba dirigir al pueblo tan slo por la persuasin.
[47] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 108109.
[48] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 103.
[49] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 221.
[50] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 224.
[51] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 115.
[52] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 116. Los obispos
se haban reunido el 9 de mayo en Madrid para tomar una
decisin sobre la poltica a seguir si el Gobierno aprobaba
por decreto las medidas de secularizacin que reclamaba la izquierda. La conferencia de metropolitanos aprob
dos textos, uno dirigido a los eles que debera ser publicado en el boletn de Toledo y otro que era una protesta al
Gobierno por los agravios cometidos hasta entonces contra la Iglesia. A diferencia de Segura, Vida y Barraquer
no deseaba que el segundo se hiciera pblico -por razones
de oportunidad pero tambin de fondo-. Convenci a sus
compaeros y logr que pasara todo el complicado mes de
mayo sin que se publicara ninguno de los dos. Pero al nal
Segura, que estaba en el extranjero desde el 11 de mayo,
decidi publicar el segundo por su cuenta y riesgo. Lo hizo adems fechndolo en Roma, de tal forma que, como
tema Vidal, aquel documento acab siendo interpretado
por los republicanos como la oposicin del Vaticano a la
poltica del Gobierno Provisional.
[53] Casanova, Julin (2007). Repblica y Guerra Civil. Vol.
8 de la Historia de Espaa, dirigida por Josep Fontana y
Ramn Villares. Barcelona: Crtica/Marcial Pons. p. 24.
ISBN 978-84-8432-878-0.
[54] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 225.
[55] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 143145.
[56] Casanova, Julin (2007). Ibid. pp. 2526.

Casanova, Julin (2007). Repblica y Guerra Civil. Vol. 8 de la Historia de Espaa, dirigida por
Josep Fontana y Ramn Villares. Barcelona: Crtica/Marcial Pons. ISBN 978-84-8432-878-0.

Jackson, Gabriel (1976). La Repblica Espaola y


la Guerra Civil, 1931-1939 (2 edicin). Barcelona:
Crtica. ISBN 84-7423-006-3.
Juli, Santos (1990). Manuel Azaa, una biografa
poltica. Del Ateneo al Palacio Nacional. Madrid:
Alianza Editorial. ISBN 84-206-9606-4.

8 Enlaces externos
Desrdenes antimonrquicos en Madrid. Quema de
conventos

11

Texto e imgenes de origen, colaboradores y licencias

9.1

Texto

Quema de conventos de 1931 en Espaa Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Quema_de_conventos_de_1931_en_Espa%C3%B1a?


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9.2

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9.3

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