Conclusiones
Conclusiones
Conclusiones
5
Cf. Idem, 134.
6
Cf. Idem, 136.
7
Cf. Idem, 138.
La parábola resulta sorprendente al destacar a un
samaritano que cuida y se preocupa de alguien que era
seguramente un judío, y estaba medio muerto; lo cual resulta
totalmente inaceptable para un oyente judío, que, pese a
todo, al oír la parábola, no puede evitar identificarse con el
malherido y, en último término, bien aceptar que sea
precisamente un enemigo suyo tradicional quien lo salva, o
bien rechazar la historia por irreal. La parábola hace saltar los
esquemas convencionales: la salvación viene de fuera de las
fronteras de la ortodoxia; más aún, acaba con esas fronteras.
En la parábola de Jesús el samaritano no es el enemigo, sino
el auxiliador y salvador, y el oyente no se identifica con el
héroe, sino con la víctima. Un mundo sin la existencia de
barreras para practicar la misericordia es el ambiente ideal
propuesto por la parábola para anunciar el reino de Dios 8.
¡Qué tremenda ironía! En un mundo esclavizado por los
condicionamientos jurídicos y legales, resulta escandaloso
tener compasión, practicar la misericordia. Así, en la parábola,
lo "extraordinario" se hace posible. Lo que hace el samaritano
lo pueden hacer los oyentes; los oyentes pueden lograr que el
amor solidario triunfe en la vida cotidiana. En la parábola, la
acción buena del samaritano es solidaria de una perspectiva
religiosa 'herética'9. El herido es atendido, aunque por un
camino totalmente sorprendente e inesperado. Ninguno de los
tres personajes ha cumplido con lo que se esperaba de él;
pero lo importante es que el malherido ha recibido auxilio. La
parábola del samaritano misericordioso visualiza de manera
muy impactante lo ilimitado del amor. Jesús pretende decir: el
auxilio desinteresado que el samaritano ofrece al desvalido,
muestra que el mandamiento del amor no tiene fronteras 10.
"Las fronteras naturales entre amigo y enemigo, judío y
samaritano, cercano y alejado, fariseo y publicano, justo e
injusto, están siempre planteadas y de ningún modo
eliminadas, pero la caridad atraviesa, por amor de Dios, esas
barreras y, también, por amor al hermano" 11.
8
Cf. SCOTT, B. B., Hear then the Parable, 198.
9
Cf. PELÁEZ, J., "La propuesta de solidaridad de Jesús de Nazaret: el buen samaritano
(Lc 10,25-31)".
10
JEREMÍAS, J., Teología del Nuevo Testamento. La predicación de Jesús, Salamanca,
1974, 376.
11
BORNKAMM, G., Jesús de Nazaret, Salamanca, 1975.
La parábola transmite la lección de la misericordia
rompiendo deliberadamente la secuencia previsible de
personajes, y destacando que el papel de prójimo lo asumió el
samaritano. Queda así patente que el amor al prójimo se
concibe en sentido universalista e incluyente, abarca a los
extranjeros o es también practicado por ellos 12. La perspectiva
de Jesús se enfoca en, desde y hacia las personas, y no
meramente en, desde y hacia los conceptos teóricos. Con esta
parábola Jesús aparece como maestro a partir de las
personas, con las personas y para las personas. No es un
maestro que se limita a transmitir ideas y conceptos, y,
mucho menos, que se deja enredar en discusiones que
alimentan la soberbia o la vanidad con el prurito de saber más
que los otros, o de saber de primera mano la última teoría o la
mejor estrategia, incluso aunque sea para ganar la vida
eterna. El mismo Jesús ya lo había proclamado: "Pues, ¿de
qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él
mismo se destruye o se pierde?" (Lc 9,25).
Prójimo es una condición humana tanto de acogida como de
entrega, que la parábola se empeña en ilustrar
magistralmente. Esta categoría le corresponde a quien sea
capaz de detener su propia marcha, de cambiar sus planes
personales, de saber acercarse, de superar sus miedos y
prejuicios étnicos, culturales, éticos y religiosos; de sentir
compasión ante el sufrimiento de cada ser humano que se
cruza por su camino, de reaccionar creativamente ante una
urgencia inesperada, de generar soluciones efectivas a partir
de los recursos básicos con los que cuenta en el instante; de
renunciar a su prestigio y confort con tal de atender
debidamente a quien se encuentra en condiciones de
vulnerabilidad, de implicarse en el universal propósito de
recuperar la vida de quien por la adversidad de las
circunstancias corre el riesgo de perderla, de implicar a otros
y buscar la cooperación para sacar a un ser humano de su
situación de víctima, de invertir su tiempo, sus ingresos y sus
contactos en favor del cuidado de la persona, de prever
riesgos, proveer soluciones, y diseñar planes de financiación a
la hora de afrontar una emergencia; de saber liderar
12
Cf. THEISSEN, G., El Jesús histórico, Salamanca, 1999, 433.
proyectos de solidaridad, de generar credibilidad y confianza,
de continuar con sus deberes sin descuidar las llamadas
urgentes que los imprevistos de la vida van planteando por
doquier.
Mi prójimo es todo aquel ser humano que está en el camino
de la vida; que sube y baja, a pesar de los riesgos; pero, de
manera particular, mi prójimo es aquel ser humano que cae
en desgracia; que está propenso a caer en las manos de los
bandidos; aquel que ha sido despojado de su dignidad, de sus
recursos y de los medios para hacer por su propia cuenta su
camino; aquel a quien le han arrebatado la posibilidad de
seguir caminando; aquel que ha sido brutalmente apaleado;
aquel que ha recibido golpes con los que se ha visto afectado
para continuar con sus proyectos; aquel a quien han dejado
abandonado después de maltratarlo, aquel que ha quedado
medio muerto en el camino; aquel que no da signos de vida,
aquel que no tiene la capacidad de pedir auxilio por sus
propios medios, aquel que no es fácil de reconocer por su
lamentable condición, aquel que resulta invisible para
muchos, aquel que es evadido o ignorado, aquel que está al
margen de las atenciones y prioridades de los sistemas
económicos, religiosos, políticos, sociales y culturales; aquel
que necesita inevitablemente de la ayuda de otros para
continuar viviendo; aquel que corre el riesgo de morir en el
anonimato; aquel de quien nadie se ha enterado de su
tragedia.
Así como el samaritano, seguramente sin esperárselo ni
proponérselo, llegó a convertirse en prójimo, ¡en el paradigma
de prójimo!, gracias a sus acciones compasivas, también
serán nuestras acciones compasivas, y no nuestros propósitos
de ser buenos prójimos, las que nos indiquen, al final del
camino, que pasamos por la vida practicando la misericordia.
Que supimos adecuarnos con todo el corazón, con toda el
alma, con todas las fuerzas y con toda la mente a las diversas
realidades de la situación humana en las que encontramos
alguna persona sufriendo en condiciones de extrema
desesperación.
Si bien es cierto que al prójimo se le puede definir, más
importante es saberlo identificar. El término "πλησίον"
("prójimo"), tanto en la estrategia de la parábola como en el
planteamiento de la consiguiente pregunta de Jesús,
presupone una reciprocidad. Así como prójimo es alguien a
quien estoy dispuesto a ayudar, también es alguien que está
listo para brindarme su auxilio13. Nunca sabemos con absoluta
certeza cuándo, dónde, con quién y cómo vamos a reaccionar
y a proceder como prójimo. Tampoco tenemos absoluto
control de las circunstancias de tiempo y de lugar en las que
necesitamos del auxilio de un prójimo. Nos vamos haciendo
prójimo en las encrucijadas del camino, en los encuentros
inesperados de cada día, en el permanente contacto al que la
marcha por la vida nos lanza.
Prójimo no es una definición que nos aplicamos a nosotros
mismos, ni una profesión en la que nos matriculamos, ni
mucho menos un título que adquirimos o un honor que se nos
concede, sino un modo de ser y de hacer que vamos
construyendo y proyectando a cada paso. Vamos haciéndonos
prójimo y vamos siendo prójimo. Entre las subidas y bajadas
por el camino de la vida vamos llegando a ser y hacernos
prójimo.
Inevitablemente, el paso de la compasión a la misericordia
acontece cuando logramos identificarnos con el prójimo, que
somos cada uno de nosotros y es también cada una de las
personas que nos vamos encontrando en el camino. La
compasión nos lleva a conmovernos por la situación de la otra
persona, especialmente de quien ha caído en condición de
víctima, de tal modo que siempre nos sintamos preparados
para actuar en su favor (Lc 7,13; 15,20)14.
A partir de este pasaje estudiado, reflexionado en
perspectiva liberadora y comprometedora, se pude advertir
que la compasión del samaritano es activada por la
identificación con la situación de la víctima y por convicción
de estar obligados a hacer el bien en el momento requerido,
sin dejarse condicionar por planteamientos étnicos o
religiosos, pues el obrar a la manera del samaritano
misericordioso es tan secular como religioso, tan plenamente
humano como totalmente cristiano. Así la llamada de Jesús a
esta práctica de la misericordia sin cálculos actualiza el
13
Cf. NOLLAND, J., Luke 9:21-18:34, 596.
14
Cf. NOLLAND, J., Luke 9:21-18:34, 594.
precepto veterotestamentario "amarás a tu prójimo como a ti
mismo" (Lev 19,18) y, a través de aquella práctica, el “amarás
al Señor tu Dios” (Dt 6,5). Ese es el ideal hacia el que se
deben encaminar siempre nuestros pasos en el itinerario del
seguimiento del Señor15.
15
Cf. RIVAS, L. H., "Lo que dice la Biblia sobre la misericordia", Madrid 2015, 77.
La presentación del contenido y del significado de tales recipientes a partir
del vocabulario específico que los define.
CONCLUSIÓN
18
Idem, 10.