Leyendas Latinoamericanas

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LEYENDAS PRUEBA
NOVIEMBRE / 2014

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EL TRAUCO

Leyenda de Chilo!

El Trauco, es un hombre pequeo, no mide ms de ochenta centmetros de alto, de formas


marcadamente varoniles, de rostro feo, aunque de mirada dulce, fascinante y sensual; sus piernas
terminan en simples muones sin pies, viste un rado traje de quilineja y un bonete del mismo material,
en la mano derecha lleva un hacha de piedra, que reemplaza por un bastn algo retorcido, el
Pahueldn, cuando est frente a una muchacha.
Es el espritu del amor fecundo, creador de la nueva vida, padre de los hijos naturales. Habita en los
bosques cercanos a las casas chilotas.
Para las muchachas solteras, constituye una incgnita que les preocupa y las inquieta. Segn opinin
de unas, se trata de un horrible y pequeo monstruo, que espanta y de cuya presencia hay que privarse,
a toda costa. Otras opinan distinto y manifiestan, que si bien es feo, no es tan desagradable, sino, muy
por el contrario, atractivo... Otras en lucha tenaz y permanente, dicen haberlo eliminado de sus
pensamientos, en los que alguna vez vibr quemando sus entraas...
Las madres toman todas las precauciones, para evitar que sus hijas, ya solteras, viajen solas al monte,
en busca de lea o de hojas de radal, para el caedizo de las ovejas, generalmente es en el curso de
estas faenas, cuando agarra, o con ms propiedad sopla, con su pahueldn, a las nias solitarias,
pero nunca si van acompaadas, an de sus hermanitos menores.
El Trauco no acta frente a testigos...ste, siempre alerta, pasa gran parte del da colgado en el gancho
de un corpulento tique, en espera de su vctima.
En cuanto obscurece, regresa a compartir la compaa de su mujer, gruona y estril, la temida Fiura.
Cuando desea conocer de cerca, las caractersticas de su futura conquista, penetra en la cocina o fogn,
donde se rene, al atardecer toda la familia, transformado en un manojo de quilineja, que en cuanto
alguien intenta asirlo, desaparece en las sombras.
A las muchachas que le tiene simpata, les comunica su presencia depositando sus negras excretas,
frente a la puerta de sus casas.
Todo su inters se concentra hacia las mujeres solteras, especialmente si son atractivas. No le interesan
las casadas. Ellas podrn ser infieles, pero jams con l. Cuando divisa desde lo alto de su observatorio
a una nia, en el interior del bosque, desciende veloz a tierra firme y con su hacha, da tres golpes en el
tronco de tique, donde estaba encaramado, y tan fuerte golpea, que su eco parece derribar
estrepitosamente todos los rboles. Con ello produce gran confusin y susto en la mente de la
muchacha, que no alcanza a reponerse de su impresin, cuando tiene junto a ella, al fascinante Trauco,
que la sopla suavemente, con el Pahueldn. No pudiendo resistir la fuerza magntica, que emana de
este misterioso ser, clava su mirada en esos ojos centellantes, diablicos y penetrantes y cae rendida
junto a l, en un dulce y plcido sueo de amor.... Transcurridos minutos o quizs horas, ella no lo
sabe, despierta airada y llorosa; se incorpora rpidamente, baja sus vestidos revueltos y ajados, sacude
las hojas secas adheridas a su espalda y cabellera en desorden, abrocha ojales y huye, semiaturdida,
hacia la pampa en direccin a su casa.
A medida que transcurren los meses, van aprecindose transformaciones, en el cuerpo de la muchacha,
poseda por el Trauco. Manifestaciones que en ningn instante trata de ocultar, puesto que no se siente
pecadora, sino vctima de un ser sobrenatural, frente al cual, sabido es, ninguna mujer soltera est lo
suficientemente protegida...
A los nueve meses nace el hijo del Trauco, acto que no afecta socialmente a la madre ni al nio, puesto
que ambos, estn relacionados con la magia de un ser extraterreno; quien no siempre responde al
culme, lanzado con el objeto de alejarlo y escapar de los efectos de su presencia; o los azotes, dados a
su Pahueldn, que debera afectarlo intensamente; como en igual forma a la quema de sus excrementos.
Su potencia es tal, que en ciertas ocasiones, nada ni nadie puede detenerlo

El regalo de los Antepasados


(Leyenda Mapuche)
Antes de que los Mapuches descubrieran como hacer el fuego, vivan en grutas de la montaa; a las
que llamaban "casa de piedra".
Temerosos de las erupciones volcnicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran
luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovan piedras y ros de lava. A veces
el Cheruve caa del cielo en forma de aerolito.
Los Mapuches crean que sus antepasados revivan en la bveda del cielo nocturno. Cada estrella era
un antiguo abuelo iluminado que cazaba avestruces entre las galaxias.
El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Los llamaban Padre y Madre. Cada vez
que sala el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho das, divida el tiempo en meses.
Al no tener fuego, porque no saban encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en
tiempo fro, se apiaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que haban
domesticado.
Tenan horror a la oscuridad que era signo de enfermedad y muerte.
En una de esas grutas viva una familia: Caleu, el padre, Malln, la madre y Licn, la hijita.
Una noche, Caleu se atrevi a mirar el cielo de sus antepasados y vio un signo nuevo, extrao, en el
poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada.
Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivan en las grutas cercanas.
Aquella luz celestial se pareca a la de los volcanes, traera desgracias?, quemara los bosques?.
Aunque Caleu guard silencio, no tardaron en verla los dems indios. Hicieron reuniones para discutir
que podra significar el hermosos signo del cielo. Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas.
El verano estaba llegando a su fin y las mujeres subieron una maana muy temprano a buscar frutos de
los bosques para tener comida en el tiempo fro.
Malln y su hijita Licn treparon tambin a la montaa.
-Traeremos piones dorados y avellanas rojas -dijo Malln.
-Traeremos races y pepinos del copihue -agreg Licn
La nia acompao otras veces a su madre en estas excursiones y se senta feliz.
-Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirti Caleu.
-Si nos sorprende la noche, nos refugiaremos en una gruta que hay all arriba, en los bosques -lo
tranquiliz Malln.
Las mujeres llevaban canastos tejidos con enredaderas. Pareca una procesin de choroyes,
conversando y riendo todo el camino.
All arriba haba gigantescas araucarias que dejaban caer lluvias de piones. Y los avellanos lucan sus
frutas redondas, pequeas, rojas unas, color violeta y negras otras, segn iban madurando.
No supieron cmo pasaron las horas. El Sol empez a bajar y cuando se dieron cuenta, estaba por
ocultarse.
Asustadas, las mujeres se echaron los canastos a la espalda y tomaron a sus nios de la mano.
-Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras.
-No tendremos tiempo. Nos pillar la noche y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirti
Malln.
-Qu haremos entonces? -dijo la abuela Collalla, que no por ser la ms vieja, era la ms valiente.
-Yo s donde hay una gruta por aqu cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Malln.
Gui a las mujeres con sus nios por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta, ya era de
noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada.
La abuela Collalla se asust mucho. -Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que
viven en la bveda del cielo -exclam.
Licn se aferr a las faldas de su madre y lo mismo hicieron los dems nios.
-Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Malln.
-Eso sera lo mejor, murmur Collalla, temblorosa.
Ella conoca viejas historias, haba visto reventarse volcanes, derrumbarse montaas, inundarse
territorios, incendiarse bosques enteros.

No bien entraron a la gruta, un profundo ruido subterrneo las hizo abrazarse invocando al Sol y la
Luna, sus espritus protectores.
Al ruido sigui un espantoso temblor que hizo caer cascajos del techo de la gruta. El grupo se
arrincon, aterrorizado.
Cuando pas el terremoto, la montaa sigui estremecindose como el cuerpo de un animal nervioso.
Las mujeres palparon a sus hijos, no, nadie estaba herido. Respiraron un poco y miraron hacia la boca
blanquecina de la gruta: por delante de ella cay una lluvia de piedras que al chocar echaban chispas.
-Miren! -grit Collalla. Piedras de luz! Nuestros antepasados nos mandan este regalo.
Cmo lucirnagas de un instante, las piedras rodaron cerro abajo y con sus chispas encendieron un
enorme coihue seco que se ergua al fondo de una quebrada.
El fuego ilumin la noche y las mujeres se tranquilizaron al ver la luz.
-La estrella con su espritu protector mand el fuego para que no tengamos miedo -dijo la abuela
Collalla riendo.
Nios y mujeres tambin rieron, aplaudiendo el fuego.
El grupo silencioso contempl las llamas como si fueran el mismo Padre Sol que hubiera venido a
acompaarlas.
Se sentaron junto a la gruta, oyendo crepitar las llamas como msica desconocida.
Al rato, llegaron los hombres desafiando las tinieblas por buscar a sus nios y mujeres.
Caleu se acerc al incendio y cogi una llama ardiente; los otros lo imitaron y una procesin
centelleante baj de los cerros hasta sus casas.
Por el camino iban encendiendo otras ramas para guiarse.
Al otro da, oyendo el relato de las piedras que lanzaban chispas, los indios subieron a recogerlas y al
frotarlas junto a ramas secas lograron encender pequeas fogatas.

Haban descubierto el pedernal. Haban descubierto cmo hacer el fuego.


Desde entonces, los Mapuches tuvieron fuego para alumbrar sus noches, calentarse y cocer sus
alimentos.

La gran inundacin
(Leyenda Kawscar - Chile)
(Se llamaban a s mismos kaweskar, pero sus vecinos, en forma despectiva, los denominaron alacalufes
-come mejillones- por su costumbre de alimentarse de mariscos).
Se cuenta entre los Kawskar, que hace mucho tiempo, un joven sali en busca de una nutria tab y la
mat. Esto lo hizo cuando sus padres estaban ausentes. Ellos haban partido lejos, en la caza de nutrias
y aves, para su sustento.
Cuando el joven mat a la nutria, se desat un gran viento y una fuerte tormenta comenz a rugir.
Una gran marejada cubri la tierra. El joven que haba matado la nutria, logr sobrevivir junto a su
mujer y para salvar su vida, huy a la cima de un cerro. All aguard hasta que la gran marea baj.
Decidi descender entonces, aprovechando la marea baja, pero se percat que su hermano y sus padres
haban muerto ahogados. Ms all, se dio cuenta que todos se haban ahogados y al retirarse el mar, vio
animales, orcas y ballenas esparcidos por el bosque.
Se fueron los dos tristes y comenzaron a construir una choza. Como no tenan con que cubrir la choza,
lo hicieron con pasto y all permanecieron hasta el nuevo da.
Con el fro, el joven so que vea un coipo; y so con comida tambin. Mientras soaba que coma,
se despert.
-"Por qu estaba soando con un coipo?Yo mataba al coipo, me lo coma cuando soaba.
- Y con qu fuego?"
Despus se qued dormido nuevamente, se qued dormido y luego despert y despert a su mujer.
-Oye, mira, ve a traer un palo quebrado, pues estaba soando y s que va a entrar un coipo y t lo vas a
matar, para comer.-
Se qued dormido y, nuevamente vio en sueos lo mismo.
Su mujer segua despierta, cuando, de pronto entr una manada de coipos y ella los iba matando con un
garrote uno por uno, con lo que obtuvieron la comida necesaria para sobrevivir.

LOS SIETE EXPLORADORES


Leyenda de la Isla de Pascua

La leyenda cuenta que, precediendo al viaje de su rey y por instrucciones de un vidente, siete
navegantes llegaron a la isla de Pascua buscando un lugar adecuado para instalarse y sembrar ame,
(tubrculo base de la alimentacin de los inmigrantes). Dos de ellos traan, adems, un moai y un
collar de madreperlas, que escondieron y que luego dejaron abandonados cuando regresaron a su tierra
de Hiva. Slo un explorador se qued en la isla.
Por eso, que cuando Hotu Mata lleg a la isla, sta ya estaba poblada; ya exista en ella el ame; y
tambin haba moais.
Algunos estudiosos opinan que los siete exploradores simbolizan a siete generaciones que habitaron el
lugar; o quizs a siete tribus inmigrantes, de las cuales slo una sobrevivi y se mezcl con la gente de
Hotu Mata.
El rey Hotu Mata muri 20 aos despus de su llegada a la isla y le sucedi su hijo mayor, Tuu
Maheke. El ltimo de esta dinasta fue Gregorio o Roroko he tau, llamado tambin el rey nio, que
falleci en 1886, y aunque algunos lugareos tienden a pensar que la sucesin dinstica no tuvo
desvos ni interrupciones, hay varios indicios de que el linaje dinstico tuvo muchas alteraciones.
Se cuenta que poco despus de los primeros polinesios lleg a la isla una segunda inmigracin. El
origen de estos nuevos pobladores es polmico, ya que sus caractersticas raciales difieren de las de
aquellos que se consideraban nativos.
Estos nuevos habitantes fueron llamados Hanau eepe, que significa raza ancha, y en efecto, stos eran
ms corpulentos y robustos que los Hanau momoko o raza delgada que ocupaban desde antes el lugar.
Los Hanau eepe tenan muy desarrollados los lbulos de las orejas caracterstica por la cual muchos
antroplogos los asocian con los incas y sus grandes pabellones descriptos por Francisco Pizarro en sus
informes.
Aunque ste es un tema no desentraado an, y los orejas cortas y los orejas largas tienen un origen
confuso, pero cuya existencia est afianzada por testimonios en el pasado.

Leyenda Mapuche
DOMO Y LITUCHE
Hace infinidad de lluvias, en el mundo no haba ms que un espritu que habitaba en el cielo. Solo l
poda hacer la vida. As decidi comenzar su obra cualquier da.
Aburrido un da de tanta quietud decidi crear a una criatura vivaz e imaginativa, la cual llam "Hijo",
porque mucho le quiso desde el comienzo. Luego muy contento lo lanz a la tierra. Tan entusiasmado
estaba que el impulso fue tan fuerte que se
golpe duramente al caer. Su madre desesperada quiso verlo y abri una ventana en el cielo. Esa
ventana es Kuyn, la luna, y desde entonces vigila el sueo de los hombres.
El gran espritu quiso tambin seguir los primeros pasos de su hijo. Para mirarlo abri un gran hueco
redondo en el cielo. Esa ventana es Ant, el sol y su misin es desde entonces calentar a los hombres y
alentar la vida cada da. As todo ser viviente lo reconoce y saluda con amor y respeto. Tambin es
llamado padre sol.
Pero en la tierra el hijo del gran espritu se senta terriblemente solo. Nada haba, nadie con quin
conversar. Cada vez ms triste mir al cielo y dijo: Padre,
porqu he de estar solo?
En realidad necesita una compaera -dijo Ngnechn, el espritu progenitor.
Pronto le enviaron desde lo alto una mujer de suave cuerpo y muy graciosa, la que cay sin hacerse
dao cerca del primer hombre. Ella estaba desnuda y tuvo mucho fro. Para no morir helada ech a
caminar y sucedi que a cada paso suyo creca la hierba, y cuando cant, de su boca insectos y
mariposas salan a raudales y pronto lleg a Lituche el armnico sonido de la fauna.
Cuando uno estuvo frente al otro, dijo ella: - Qu hermoso eres. Cmo he de llamarte? . Yo soy
Lituche el hombre del comienzo. Yo soy Domo la mujer, estaremos juntos y haremos florecer la vida
amndonos -dijo ella-. As debe ser, juntos llenaremos el vaco de la tierra -dijo Lituche.
Mientras la primera mujer y el primer hombre construan su hogar, al cual llamaron ruka, el cielo se
llen de nuevos espritus. Estos traviesos Cherruves eran torbellinos muy temidos por la tribu.
Lituche pronto aprendi que los frutos del pewn eran su mejor alimento y con ellos hizo panes y
esper tranquilo el invierno. Domo cort la lana de una oveja, luego con las dos manos, frotando y
movindolas una contra otra hizo un hilo grueso. Despus en cuatro palos grandes enroll la hebra y
comenz a cruzarlas.
Desde entonces hacen as sus tejidos en colores naturales, teidos con races.
Cuando los hijos de Domo y Lituche se multiplicaron, ocuparon el territorio de mar a cordillera. Luego
hubo un gran cataclismo, las aguas del mar comenzaron a subir guiadas por la serpiente Kai-Kai. La
cordillera se elev ms y ms porque en ella habitaba Tren-Tren la culebra de la tierra y as defenda a
los hombres de la ira de Kai-Kai. Cuando las aguas se calmaron, comenzaron a bajar los sobrevivientes
de los cerros. Desde entonces se les conoce como "Hombres de la tierra" o Mapuches.
Siempre temerosos de nuevos desastres, los mapuches respetan la voluntad de Ngnechn y tratan de no
disgustarlo. Trabajan la tierra y realizan hermosa artesana con cortezas de rboles y con races tien
lana. Con fibras vegetales tejen canastos y con lana, mantas y vestidos.
An hoy en el cielo Kuyn y Ant se turnan para mirarlos y acompaarlos. Por eso la esperanza de un
tiempo mejor nunca muere en el espritu de los mapuches, los hombres de la tierra.

Leyenda Mapuche
HISTORIA DE LA MONTAA QUE TRUENA
Cuentan que hace muchsimo tiempo viva en la cordillera un pueblo de guerreros, un pueblo al que los
otros llamaban "El enemigo invencible". No tenan vecinos ni aliados, porque el primero que se
animaba a entrar en su territorio sin autorizacin era esclavizado o aniquilado. Dicen que no hubo pas
donde las piedras y las flores fueran ms rojas, porque all la sangre de las guerras haba penetrado
hasta las capas mas profundas de la tierra. Entre los invencibles no haba lugar para los dbiles: los
nios mamaban el valor, de los pechos ceidos de sus madres y all mentndose con carne cruda se
convertan en hombres altos y fuertes como montes.
Este pueblo tuvo un jefe valiente y formidable llamado Linko Nahuel, el tigre que salta. Era tan
valeroso como feroz, y cuentan que si alguien hubiera podido navegar en los ros de sus venas hubiera
visto hervir la sangre. Entre todas las montaas del pas de Linko Nahuel se distingua el pico nevado
del cerro Amun-Kar, el monte sagrado que es el trono de Dios. Dominaba el paisaje con sus laderas que
suban verdes y boscosas. A veces, la montaa se transformaba, lanzaba humo y fuego hacia el cielo,
bombardeando a los Mapuches con rocas
incandescentes que parecan las tokikuras de Dios. Y la gente le tenia ms miedo que a la furia de
Linko Nahuel.
Un amanecer, mientras acampaban en el gran valle que se encontraba a los pies del Amun-Kar, los
centinelas, bajaron corriendo las laderas para contar lo que haban visto. Miles y miles de enanos
armados, avanzaban por la cuesta de la
montaa sagrada.
Linko Nahuel sinti como la clera le suba por el pecho, como sus brazos ansiaban descargar un golpe
contra los invasores que ni permiso haban pedido; l los aplastara, una vez ms la sangre correra por
las sendas y los arroyos. Pero Linko Nahuel tambin era astuto, y conoca el valor de los planes. Por
eso llamo a sus segundos y les ordeno:
Vayan a entrevistarse con el jefe de los enanos. Cbranse con cueros de guanacos y puma, pntense la
cara del modo ms horroroso y adrnense con las plumas de choike ms largas y oscuras que tengan. Y
sobre todo, ya saben, mirada severa y pocas palabras. As los intimidaremos. Ya van a ver cuando
comiencen la retirada, ah caeremos sobre ellos.
Los emisarios se fueron confiados, pero volvieron humillados y furiosos a rendir cuentas ante Linko
Nahuel: - Los enanos son gente de montaas y planean quedarse a vivir en el Amun-Kar, no conocen
tu nombre y no tienen miedo de la ira de Dios. Son tan chiquitos como un anchimallen, pero hay que
reconocer que son valientes y tantos, que cuando nos rodearon no veamos nada mas all.
Entonces Linko se dispuso para la guerra y parti. Trepaban la cuesta, cuando sorpresivamente los
enanos se lanzaron desde arriba sobre ellos, hirindolos con miles de flechas y lanzas diminutas.
Defenderse era difcil. Linko alentaba a los suyos para alcanzar a los pigmeos, pero estos se protegan
detrs de paredones y salientes, y desde all empujaban la nieve y piedras que caan en alud sobre el
ejercito invencible. Los enanos eran muchos y rodearon a los mapuches. La tierra y la nieve se tean
de sangre, y Linko Nahuel, enfurecido, peda refuerzos con gritos desaforados.
Los enanos se dieron vuelta y comenzaron a huir con extraordinaria agilidad montaa arriba dejando
atrs a Linko Nahuel, que los persegua. Pero los guerreros de Linko eran gente de los valles y de las
hondonadas y no podan competir con sus enemigos, que milagrosamente se perdieron de vista.
La trampa estaba tendida: los enanos salieron de sus escondites y los atraparon uno por uno.
El cacique de los enanos dictamin su sentencia: Todos los prisioneros mapuches deberan subir hasta
la cumbre y desde all serian precipitados; l ltimo en caer sera Linko Nahuel, para que viera la
muerte muchas veces antes de dar su ltimo salto.
Penosamente suba el tigre derrotado pisando por primera vez las rocas de la cima. Cuando el enano dio
la orden de detenerse ataron a los prisioneros de pies y manos y comenz el castigo.
Empujaron al primer mapuche al precipicio. Erguido y rgido, Linko miraba la distancia, ese paisaje
nuevo que no lo dejaba recordar, que aplacaba por primera vez su sangre huracanada. Entonces se
escucho el primer estruendo, los estallidos interiores de la montaa de Dios. Las rocas volaron en mil

pedazos. Un viscoso lago de fuego arrastr a los mapuches y enanos, que mezclaron sus gritos y
quedaron confundidos en la misma ceniza.
Y Dios dispuso que los dos jefes se sentaran frente a frente, para que contemplaran juntos el horror,
provocado por la osada de llevar la guerra a su montaa. Para que el castigo fuera eterno los convirti
en piedra; y desde ese entonces fueron cubiertos muchas veces por la lava ardiente o el hielo,
condenados a escuchar el tronar intermitente de su furia. Por eso la gente del valle ya no llama al cerro
Amun-Kar sino Tronador, y dicen los mapuches que los dos caciques esperan en vano el da en que
Dios se duerma y puedan despertar ellos
para vengar a sus pueblos.

Los colosos de Tierra del Fuego


(Leyenda Ona de Chile y Argentina)
Kens un enorme coloso de treinta y ocho metros pis por primera vez el planeta cuando la tierra era
tan joven, que sobre ella no exista nada ms que una grande, inmensa y desolada pampa.
Temaukel, su padre, y padre de todo el universo lo envi a dar forma y vida sobre la superficie del
mundo. Al tiempo de estar habitando en la soledad, necesit alguien para compartir y entretenerse, un
amigo. Mir hacia el cielo; Temaukel escuch su lamento, dndole entonces la capacidad para crear
otros dioses grandes y semejantes a l.
Puso manos a la obra, y pronto cont Kens con tres hermanos gigantes; ellos fueron Cenuque, Coj y
Taiyn, junto a quienes recorri de arriba a abajo y de un lado para otro poniendo las montaas donde
no existan, las nieves en sus cumbres, los bosques, los animales grandes y pequeos, los que viven de
da y los de la noche. Crearon las plantas, entre ellas las que tienen races para afirmarse por s solas y
aquellas que cuelgan largas voladoras desde un rbol. Todos, cada uno de los seres y cosas que dan
vida y forman la tierra fueron establecidas por Kens, Cenuque, Coj y Taiyn.
Las largas travesas agotaron el cuerpo de Kens, quien un da sintindose viejo llam a sus tres
compaeros para avisarles que haba llegado su tiempo de morir. Les pidi lo acompaaran hacia el
Sur, pues mirando al Sur mueren los guerreros. Cuando llegaron al lugar elegido les indic como
deban sepultarlo a tres pisos bajo el suelo mirando a Temaukel. Viendo a sus tres hermanos ancianos y
cansados les dijo:
-Todas las formas tiene su tiempo, esperen y vern.
Poco debieron aguardar los colosos, quienes con gran alegra, a las tres semanas vieron a Kens pararse
en sus pies.
Era maravilloso ser inmortales y cada cierta cantidad de aos volver a ser jvenes; luego
comprenderan algo ms sobre la vida y la muerte.
Largos siglos vivieron estos gigantes de Tierra del Fuego transformando la enorme pampa original, en
el mundo que hoy conocemos con sus infinitos senderos y colores.
La tarea estaba tocando a su fin cuando Coj el ms enrgico y puro, se acerc a Kens dicindole:
-Amigo, nuevamente ha llegado mi hora del reposo, pero esta vez no deseo volver a renacer. Mi cuerpo
est cansado y mi caspi anhela su sitio final junto a Temaukel nuestro creador.
Lo mir Kens con tristeza sabiendo que su naturaleza como inmortales no poda aspirar a estar
eternamente junto a Temaukel, sino que deba permanecer por toda la eternidad cumpliendo una misin
para El, y para las obras de su creacin. Le hizo saber a Coj que el reposo de su caspi slo encontrara
su lugar definitivo aqu en la tierra o en el espacio csmico de las estrellas siendo una ms entre todas.
Nada supo decir Coj. Se haba equivocado. Ms bien, no haba comprendido el significado de ser
inmortal. Muy triste se retir a llorar su pena.
Camin hacia el este, solitario, derramando torrentes de lgrimas. Los gruesos goterones que rodaron
por sus pmulos cayeron sobre la tierra cubrindola de agua salada de amargura, agua que no alcanz
a secar el calor del sol. Su llanto aneg profundas quebradas y valles por el oriente, rebasando los
lmites de las altas cumbres hundindolas con su peso.
Tanta y tan enorme fue su pena, que cuando se detuvo y mir hacia el oeste pensando en regresar junto
a Kens, su mirada no divis los territorios caminados en su peregrinar.
Las lgrimas formaban enormes lagos los cuales seran llenados posteriormente por el agua de las
nieves y glaciares que cubrieron la superficie terrestre con su blanca capa de hielos, cuando el norte se
enoj con el sur.
Vio Coj el resultado de su ltimo trabajo comprendiendo cual era el destino final de su caspi;
entonces reclinando su cuerpo, bes por ltima vez la roca seca y se sumergi.

Leyenda Nortina
EL TATU Y SU CAPA DE FIESTA
(Mito Aymar Bolivia)
Las gaviotas andinas se haban encargado de llevar la noticia hasta los ltimos rincones del Altiplano.
Volando de un punto a otro, incansables, haban comunicado a todos que cuando la luna estuviera
brillante y redonda, los animales estaban cordialmente invitados a una gran fiesta a orillas del lago. El
Titicaca se alegraba cada vez que esto suceda.
Cada cual se preparaba con esmero para esta oportunidad. Se acicalaban y limpiaban sus plumajes y
sus pieles con los mejores aceites especiales, para que resplandecieran y todos los admiraran. Todo esto
lo saba Tat, l quirquincho, ya haba asistido a algunas de estas fastuosas fiestas que su querido
amigo Titicaca gustaba de organizar. En esta ocasin deseaba ir mejor que nunca, pues recientemente
haba sido nombrado integrante muy principal de la comunidad. Y comprenda bien lo que esto
significaba... l era responsable y digno. Esas deban haber sido las cualidades que se tuvieron en
cuenta al darle este ttulo honorfico que tanto lo honraba. Ahora deseaba ntimamente deslumbrarlos a
todos y hacerlos sentir que no se haban equivocado en su eleccin.
Todava faltaban muchos das, pero en cuanto recibi la invitacin se puso a tejer un manto nuevo,
elegantsimo, para que nadie quedara sin advertir su presencia espectacular. Era conocido como buen
tejedor, y se concentr en hacer una trama
fina, fina, a tal punto, que recordaba algunas maravillosas telaraas de esas que se suspenden en el aire,
entre rama y rama de los arbustos, luciendo su tejido extraordinario. Ya llevaba bastante adelantado,
aunque el trabajo, a veces, se le
hacia lento y penoso, cuando acert a pasar cerca de su casa el zorro, que gustaba de meter siempre su
nariz en lo que no le importaba.
Al verlo, le pregunt con curiosidad que haca y este le respondi que trabajaba en su capa para
ponrsela el da de la fiesta en el lago, el zorro le respondi que cmo iba a alcanzar a terminarla si la
fiesta era esa noche. El quirquincho pens
que haba pasado el tiempo sin notarlo. Siempre le suceda lo mismo... Calculaba mal las horas... Al
pobre Tat se le fue el alma a los pies. Una gruesa lgrima rod por sus mejillas. Tanto prepararse para
la ceremonia... El encuentro con sus
amigos lo haba imaginado distinto de lo que sera ahora. Tendra fuerzas y tiempo para terminar su
manto tan hermosamente comenzado?
El zorro capt su desesperacin, y sin decir ms se alej riendo entre dientes. Sin buscarlo haba
encontrado el modo de inquietar a alguien...y eso le produca un extrao placer. Tat tendra que
apurarse mucho si quera ir con vestido nuevo a
la fiesta. Y as fue. Sus manitos continuaron el trabajo movindose con rapidez y destreza, pero debi
recurrir a un truco para que le cundiera. Tom hilos gruesos y toscos que le hicieron avanzar ms
rpido. Pero, la belleza y finura iniciales del tejido se fueron perdiendo a medida que avanzaba y
quedaba al descubierto una urdimbre ms suelta. Finalmente todo estuvo listo y Tat se engalan para
asistir a su fiesta.
Entonces respir hondo, y con un suspiro de alivio mir al cielo
estirando sus extremidades para sacudirse el cansancio de tanto trabajo. En ese instante advirti el
engao... Si la luna todava no estaba llena! Lo miraba curiosa desde sus tres cuartos de creciente...
Un primer pensamiento de clera contra el viejo zorro le cruz su cabecita. Pero al mirar su manto
nuevamente bajo la luz brillante que caa tambin de las estrellas, se dio cuenta de que, si bien no haba
quedado como l lo imaginara, de todos
modos el resultado era de autntica belleza y esplendor. No tendra para qu deshacerlo. Quizs as
estaba mejor, ms suelto y aireado en su parte final, lo cual le otorgaba un toque extico y atractivo. El
zorro se asombrara cuando lo viera... Y, adems, no le guardara rencor, porque sido su propia culpa
creerle a alguien que tena fama de travieso y juguetn. Simplemente l no poda resistir la tentacin
de andar burlndose de todos... y siempre encontraba alguna vctima.

Pero esta vez todo sali bien: el zorro le haba hecho un favor. Porque Tat se luci efectivamente, y
caus gran sensacin con su manto nuevo cuando lleg, al fin, el momento de su aparicin triunfal en
la fiesta de su amigo Titicaca.

Leyenda de Tierra del Fuego


YINCIHAUA
(Leyenda Selknam - Ona)
Todos los aos en la primavera, las jvenes mujeres onas se juntaban en una choza especial, para la
importante fiesta llamada yincihaua. Acudan desnudas, con el cuerpo pintado y en sus rostros
mscaras multicolores. Tenan gran imaginacin para hacerse hermosos dibujos geomtricos, que
representaban los distintos espritus que viven en la naturaleza. Ellos les daban los poderes que ejercan
sobre los hombres.
Ese da una de las nias tom con mucho cuidado un poco de tierra blanca y empez lentamente a
trazar las cinco lneas que pensaba pintar desde su nariz hasta las orejas. Las otras jvenes trataron de
imitarla, ya que las figuras en el rostro eran muy importantes.
La fantasa de cada una se ech a volar y se pintaron de arriba abajo con armoniosas figuras. Unas a
otras se ayudaban, pero para no ser reconocidas, se pusieron en sus rostros unas mscaras talladas.
Blanco, negro y rojo eran los colores preferidos. En un momento dado, cuando ya estaban todas
preparadas, salieron de la choza con grandes chillidos y mucho alboroto para asustar a los hombres que
las esperaban afuera.
La bulliciosa ceremonia se encontraba en su apogeo y todos daban gritos, cuando sobre el tremendo
ruido reinante se escuch una fuerte discusin entre el hombre sol y su hermana, la mujer-luna.
-Yo no te necesito- insista con altivez la luna.
-Sin m, no puedes vivir- le contest sarcstico el sol.
-Perdera mi brillo quizs, pero seguira viviendo.
-Sin el brillo que yo te doy no vales nada.
-No seas tan presumido, hermano sol.
-T deberas ser ms humilde, hermana luna.
Y as siguieron la disputa como dos nios chicos. Todos los hombres se pusieron de parte del sol y las
mujeres apoyaron a la luna. La discusin fue creciendo, creciendo y ni siquiera el marido de la mujer
luna, que era el arcoiris o akaynic, pudo lograr que la armona volviera a reinar entre la gente de la
tribu.
De pronto, un gran fuego estall en la choza del yincihaua, donde las mujeres haban ido a buscar
refugio cuando la pelea se hizo ms fuerte. All estaban encerradas cuando las alcanzaron las llamas.
Aunque el gritero fue inmenso, ninguna logro salvarse. Todas murieron en el incendio. Pero se
transformaron en animales de hermosa apariencia, segn haba sido su maquillaje. Hasta hoy
mantienen esas caractersticas y las podemos ver, por ejemplo, en el cisne de cuello negro, en el cndor
o en el and.
Afortunadamente ellas nunca supieron lo que haba sucedido. Les habra dado mucha pena, porque
fueron los propios hombres los que prendieron el fuego. Es que tenan envidia del poder que en el
comienzo de los tiempos ostentaban las mujeres, y queran quitrselo.
Despus de este penoso episodio, la mujer-luna se fue con su esposo akaynic hasta el firmamento.
Detrs de ellos, queriendo alcanzarlos, se fue corriendo el hombre-hermano-sol, pero no pudo lograrlo.
Todos se quedaron, sin embargo, en la bveda celestial y no volvieron a bajar a las fiestas de los
hombres.

La Aauca
Es una flor tpica de la zona norte de nuestro pas, que crece especficamente entre Copiap (Regin de
Atacama) y el valle de Quilimar (Regin de Coquimbo). Pocos saben que su nombre proviene de una
triste historia de amor.
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la Independencia de Chile, en la localidad de Monte Patria,
viva Aauca, una bella joven indgena que todos los hombres queran conquistar, pero nadie lograba.
Un da lleg al pueblo un minero que andaba en busca de un tesoro. Al conocer a Aauca, surgi el
amor entre ambos, por lo que decidieron casarse.
La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el joven tuvo un sueo donde un duende le
revelaba el lugar en donde se encontraba la mina que por tanto tiempo busc. A la maana siguiente,
sin avisarle a nadie, ni siquiera a su mujer, parti a buscarla.
Aauca, desolada, lo esper y esper, pero pasaban los das, las semanas, los meses y el joven minero
nunca regres.
Se dice que ste habra sido vctima del espejismo de la pampa o de algn temporal, causando su
desaparicin y, presuntamente, su muerte.
Aauca pronto muri, producto de la gran pena de haber perdido a su amado. Fue enterrada por los
pobladores en pleno valle en un da de suave lluvia. Al da siguiente, sali el sol y todos los vecinos del
pueblo pudieron ver un sorprendente suceso. El lugar donde haba sido enterrada la joven se cubri por
una abundante capa de flores rojas.
Desde ese momento, se asegura que esta joven se convirti en flor, como un gesto de amor a su esposo,
ya que de esta manera permaneceran siempre juntos. As fue que se le dio a esta flor el nombre de
Aauca.

La Laguna del Inca

Escondida en las alturas de la Cordillera de los Andes, en Portillo, se encuentra una hermosa laguna
que hoy se conoce como Laguna del Inca. Algunas personas aseguran que sus tranquilas aguas color
esmeralda se deben a una romntica historia de amor.
Antes que los espaoles llegaran a estas tierras, los incas haban extendido sus dominios hasta las
riberas del ro Maule, y como se consideraban hijos del Sol, las cumbres andinas eran el escenario ideal
para realizar sus rituales y ceremonias religiosas.
Segn cuenta la leyenda, el inca Illi Yupanqui estaba enamorado de la princesa Kora-ll, la mujer ms
hermosa del imperio. Decidieron casarse y escogieron como lugar de la boda una cumbre ubicada a
orillas de una clara laguna. Cuando la ceremonia nupcial concluy, Kora-ll deba cumplir con el
ltimo rito, que consista en descender por la ladera del escarpado cerro, ataviada con su traje y joyas,
seguida por su squito. Pero el camino era estrecho, cubierto de piedras resbalosas y bordeado por
profundos precipicios. Fue as como la princesa, mientras cumpla con la tradicin, cay al vaco.
Illi Yupanqui, al escuchar los gritos, se ech a correr, pero cuando lleg al lado de la princesa, ella
estaba muerta. Angustiado y lleno de tristeza, el prncipe decidi que Kora-ll mereca un sepulcro
nico, por lo que hizo que el cuerpo de la princesa fuera depositado en las profundidades de la laguna.
Cuando Kora-ll lleg a las profundidades envuelta en blancos linos, el agua mgicamente tom un
color esmeralda, el mismo de los ojos de la princesa. Se dice que desde ese da la Laguna del Inca est
encantada. Incluso hay quienes aseguran que en ciertas noches de plenilunio el alma de Illi Yupanqui
vaga por la quieta superficie de la laguna emitiendo tristes lamentos.

El Basilisco

Criatura que tiene cabeza de gallo y un cuello largo como el de una serpiente. Nace de un pequeo
huevo incubado por una gallina vieja o un gallo rojo.
Cuando en los gallineros aparece, de vez en cuando, un pequeo huevo blanco-grisceo, de
aproximadamente un centmetro de dimetro, redondo, de cscara gruesa y rugosa, el pnico se
apodera de la gente de Chilo, ya que de l nace el terrible y despiadado monstruo llamado Basilisco,
tambin conocido como Fasilisco, Athrathrao o Lagarto. Si se desea evitar que nazca, el huevo, puesto
por una gallina vieja o un gallo rojo, se debe quemar de inmediato.
El aspecto del Basilisco es una mezcla entre ave y reptil. Tiene cabeza de gallo, un cuello largo y
ondulante como de serpiente, cuerpo con forma de ave, con alas y patas pequeas.
En el da se esconde bajo el piso de la casa en donde vive. En la noche, cuando todos duermen, sale de
su guarida emitiendo un hipnotizante canto parecido al gallo, que hace caer en una especie de coma a
los moradores. De esta forma, se introduce en los dormitorios y les absorbe el aliento y la saliva a sus
ocupantes, robndoles su fuerza interna.
Quien es atacado comienza a sufrir una tos seca y a enflaquecer, hasta que queda reducido a un
esqueleto. El final es trgico, pues uno a uno los habitantes de la casa enferman y fallecen. La nica
forma de terminar con este monstruo es quemar la casa.
El Basilisco no slo seca a los moradores de las viviendas, sino que tambin puede sorprender a una
madre que est amamantando. Cuando esta duerme, le succiona la leche de sus pechos, mientras
entretiene a su beb dndole a chupar su cola.
Este engendro tambin posee el poder de matar a quien lo vea, slo con su mirada. Si solamente le
alcanza a divisar un brazo o pierna, el individuo no muere, pero queda con aquel miembro paralizado
por el resto de sus das.

Las tres Pascualas

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Las tres pascualas vivan en la naciente ciudad de Concepcin, all por el siglo XIX. Las tres eran
hermanas. Ellas, siendo jvenes, lindas y lavanderas, solan ir diariamente a lavar la ropa en una laguna
cercana. All, entre lavado y lavado, cantaban canciones de amor. Y al caer la tarde, le pedan a la
laguna que, por favor, les trajera el verdadero amor de sus vidas.

Un da vieron llegar por la orilla opuesta a un gallardo joven que, al verlas, se acerc hacia ellas y les
ofreci tertulia. Compartieron con el joven su comida y este las acompa hasta que el sol se puso. Las
encontr muy lindas y malvadamente se propuso hacerlas suyas.

Por otro lado, las tres Pascualas regresaron a su casa en silencio, arrobadas y cada una de ellas
convencida de que el hermoso joven haba venido por ella solo por ella!

Por su lado, el joven regres da a da a la laguna, dispuesto a rendirlas, una por una, a su prfido
deseo.

Llegaba por la maana, ayudaba a la Pascuala menor a llevar la ropa a su cabaa, y en el trayecto, le
declaraba su ardiente amor. Cuando la Pascuala mayor parta al pueblo a comprar las provisiones,
enamoraba a la de al medio. Y cuando la menor preparaba la comida, juraba amor eterno a la mayor.

As, las tres Pascualas se enamoraron locamente. Como cada una se senta la elegida, no se atrevan a
mirarse de frente, temerosas de despertar sus celos. Ya no cantaban: solo suspiros llenaban el atardecer.
La laguna ya no era verde y clara, si no turbia y revuelta como sus pobres almas, que le haban dado
todo a su bien amado.

Y, entonces, el dichoso bien amado, habiendo logrado su propsito, ya no acudi a la cita. Esperaron
en vano, hora tras hora, da tras da. Por fin, se miraron cara a cara y sus propios ojos revelaron su triste
secreto.

Muertas de pena, furonse internando calladas en las aguas, estas se agitaron formando un remolino.
Un temblor sacudi su fondo. La aguas se desbordaron, y al volver a su cauce, este tom la forma de la
luna en cuarto menguante.

Segn cuentan los lugareos,desde entonces ciertas noches suelen verse las tres Pascualas, luego de
luna llena, lavando y lavando en la laguna que lleva su nombre. Creen que sus aguas no son buenas y
evitan su cercana.

LA LLORONA

Quienes le han visto dicen que es una mujer revuelta y enlodada, ojos rojizos, vestidos sucios y
deshilachados. Lleva entre sus brazos un bultico como de nio recin nacido. No hace mal a la gente,
pero causan terror sus quejas y alaridos gritando a su hijo.

Las apariciones se verifican en lugares solitarios, desde las ocho de la noche, hasta las cinco de la
maana. Sus sitios preferidos son las quebradas, lagunas y charcos profundos, donde se oye el chapaleo
y los ayes lastimeros. Se les aparece a los hombres infieles, a los perversos, a los borrachos, a los
jugadores y en fin, a todo ser que ande urdiendo maldades.

Dice la tradicin que la llorona reclama de las personas ayuda para cargar al nio; al recibirlo se libra
del castigo convirtindose en la llorona la persona que lo ha recibido. Otras eversiones dicen que es el
espritu de una mujer que mat por celos a la mam y prendi fuego a la casa con su progenitora
dentro, recibiendo de sta, en el momento de agonizar la maldicin que la condenara: "Andars sin
Dios y sin santa Mara, persiguiendo a los hombres por los caminos del llano".

Durante la guerra civil, se estableci en la Villa de las Palmas o Purificacin, un Comando General,
donde concentraban gentes de distintas partes del pas.

Uno de sus capitanes, de conducta poco recomendable y que encontraba en la guerra una aventura
divertida para desahogar su pasado luctuoso de asalto y crimen, se instal con su esposa en esta villa,
que al poco tiempo abandon para seguir en la lucha.

Su afligida y abandonada mujer se dedic a la modistera para no morir de hambre mientras su marido
volva y terminaba la guerra.

Al correr del tiempo las gentes hicieron circular la noticia de la muerte del capitn y la pobre seora
guard luto riguroso hasta que se le present un soldado que formaba parte del batalln de reclutas que
venan de la capital hacia el sur, pero que por circunstancias especiales, deba demorar en aquella
localidad algunas semanas.

La viuda convencida de las aseveraciones sobre la muerte de su marido, crey encontrar en aquel
nuevo amor un lenitivo para su pena, acept al joven e intim con l.

Los das de locura pasional pasaron veloces y nuevamente la costurera qued saboreando el abandono,
la soledad, la pobreza y sorbindose las lgrimas por la ausencia de su amado.

Aquella aventurera dej huellas imborrables en la atribulada mujer, porque a los pocos das sinti
palpitar en sus entraas el fruto de su amor.

El tiempo transcurra sin tener noticias de su amado. La aoranza se tornaba tierna al comprobar que se
cumplan las nueve lunas de su gestacin.

Un batalln de combatientes regresaba del sur el mismo da que la costurera daba a luz un nio
flacuchento y plido. Aquel cartucho silencioso y pobre se alegr con el llanto del pequen.

Al atardecer de aquel mismo da, lleg corriendo a su casa una vecina amiga, a informarle que su
esposo el capitn, no haba muerto, porque sin temor a equivocarse, lo acababa de ver entre el cuerpo
de tropa que arribaba al campamento.

En tan importuno momento, esa noticia era como para desfallecer, no por el caso que pocas horas antes
haba soportado, como por el agotamiento fsico en que se encontraba. Miles de pensamientos fluan a

su mente febril. Se levanto decidida de su cama. Se coloc un ropn deshilachado, sobre sus hombros,
cogi al recin nacido, lo abrig bien, le agarr fuertemente contra su pecho creyendo que se lo
arrebataran y sin cerrar la puerta abandon la choza, corriendo con dificultad. Se encamin por el
sendero oscuro bordeado de arbusto y protegida por el manto negro de la noche.

Gruesas gotas de lluvia empezaron a caer, segua corriendo, los nubarrones eran ms densos, la
ptempestad se desato con ms furia. La luz de los relmpagos le iluminaba el camino. La naturaleza
sacuda con estertores de muerte. La demente lloraba. Los arroyos crecieron, se desbordaron. Al
terminar la vereda encontr el primer riachuelo, pero ya la mujer no vea. Penetr a la corriente
impetuosa que la arroll rpidamente. Las aguas bramaron. En sus estrepitosos rugidos pareca
percibirse el lamento de una mujer.

La leyenda del perro negro


Escrita por: Luis Talamilla (Chile)

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Cuenta la leyenda que en el sector portuario, donde hoy se encuentran una serie de almacenes de
contenedores en donde antiguamente se levantaba una conocida poblacin que fue desalojada producto
de los daos sufridos por el ltimo terremoto que asol a la regin viva un extrao personaje,
solitario, oscuro, y del cual se tejieron muchas historias. Una de ellas seala que este hombre tena un
muy buen pasar, vesta ropas elegantes y siempre tena mucho lujo a su alrededor, sin embargo quienes
le conocan, nunca supieron de un trabajo o actividad que desarrollara. Se comentaba por entonces que
este extrao personaje deba su fortuna a un tenebroso negocio.
Cuenta la leyenda que cuando ocurri aquel terremoto y las autoridades comenzaron a desalojar a los
habitantes de esta poblacin, en su casa no haba rastros del propietario y segn los vecinos desde la
maana de ese mismo da nadie ms lo vio.
En el desalojo fueron encontradas sus pertenencias, joyas, ropas e incluso un extrao libro negro sobre
su mesa de noche, un libro tan extrao como su dueo, escrito en una lengua poco comn que entonces
quienes lo encontraron no consiguieron descifrar.
En su cuarto y a los pies de su cama slo una pequea imagen se mova, era un pequeo cachorro ,
un perro, que atentamente observaba las actividades de los extraos que ah ingresaron. Uno de los
funcionarios tom al pequeo guardin y lo sac de la vivienda con el fin de despejar el rea, el can en
silencio slo observaba lo que ocurra con atencin.
Pas el tiempo y nadie volvi a ver al cachorro, en el lugar se levantaron una serie de bodegas en los
terrenos que fueron comprados por empresas del rubro portuario.
Luego de un ao de este hecho ya en pleno funcionamiento del almacn portuario una noche un voraz
incendio se desat en el lugar, las llamas ardieron hasta quemar por completo las oficinas que en el
lugar se levantaron, ni el trabajo del personal de seguridad ni de bomberos que acudi al sitio lograron
evitar que el fuego consumiera toda la estructura. Entre los curiosos, uno de los funcionario detect
entre las sombras una figura extraa, que desde las sombras observaba cada movimiento, se acerc y
consigui ver en su total dimensin lo que ah se encontraba.... sentado sobre sus patas traseras, un
perro negro , tan negro como la noche sin luna, con un pelaje brillante que en total calma observaba lo
ocurrido. El animal era totalmente negro, slo sus ojos resplandecan con un brillo singular en la
oscuridad. Sentado mir atentamente durante las largas horas que dur el siniestro. Nuevamente, al
salir el sol, nadie ms consigui ver al extrao animal.
Pasado un ao de este accidente, mientras en la bodega se realizaban trabajos de desestiva durante la
noche, repentinamente una cuerda que sostena un pesado contenedor, cedi... cayendo desde una gran
altura mientras era sostenido por una gra, el jefe de las bodegas quien diriga las obras no libr con
vida, quedando mortalmente atrapado bajo la estructura.
Mientras los equipos de rescate trataban de liberar el cuerpo sin vida del administrativo, el mismo
funcionario que particip en la anterior emergencia sinti una extraa sensacin que lo oblig a mirar
hacia el fondo del sitio... en la oscuridad, dos luces llamaron su atencin, como dos intensos rubes
resplandecan en la noche... lentamente se acerc... y pudo comprobar con escalofros nuevamente la
presencia de aquel extrao ser... s, era l, nuevamente sentado en sus dos patas traseras y con la
misma calma observando todo lo que ocurra .
Luego de esta experiencia y con el temor a contarlo a sus compaeros de trabajo, el funcionario
comenz a tener extraas pesadillas, en las que vea a aquel can persiguindole por el patio de
contenedores, el miedo y la angustia comenzaron a demacrar al trabajador quien incluso se vio en la
obligacin de pedir a sus jefes que por ningn motivo le destinaran el turno de noche en aquel lugar.
As, otro ao se fue, el funcionario no poda evitar sus reiteradas pesadillas en que vea la imagen de
esa criatura y ms an sus brillantes y rojos ojos que con un tenebroso brillo inundaban la noche.
Lleg la maana de aquel da en que se recordaban las tragedias ocurridas en la bodega, el trabajador
como cada jornada se despertaba agotado por los terribles sueos en que era perseguido por la figura
del perro. Pasado el medioda repentinamente el telfono de su casa son... del otro lado al contestar su

jefe directo le informaba que una extraa enfermedad afect a uno de sus compaeros de trabajo y se
vea en la obligacin de pedirle que tomara su turno; l al pensar en su amigo y en lo inesperado del
llamado acept sin dudar y colg el telfono. Entonces se dispuso a sentarse a la mesa para almorzar
mientras narraba a su esposa la tragedia que ocurra con su colega de faenas, la esposa quien saba de
las pesadillas de su marido pero no las causas comenz a preparar un termo con caf y unos
sndwiches, el hombre se la qued mirando y le pregunt para qu era eso, ella le respondi:
- Que acaso no vas a reemplazar a tu compaero enfermo?
- S -le respondi.
- Bueno, es que mientras t te preparabas para el almuerzo tu jefe volvi a llamar para recordarte que
el turno que le corresponda a tu amigo... era el turno de noche.
Al escuchar esa palabra, a la que tanto tema, "noche", un escalofro recorri todo su cuerpo, la
angustia y la imagen de esa figura extraa no se alejaba de su mente.
Lleg la noche, y sus sudorosas manos se despidieron con una caricia en el rostro de su mujer, la que
no comprenda el rostro de angustia de su esposo. Se diriga caminando lentamente como queriendo no
llegar al lugar, con el miedo a que ocurriera otra catstrofe como la de los aos anteriores y peor an
toparse nuevamente con aquella imagen en las sombras.
Llego as a su lugar de trabajo, abri aquel portn de metal por el cual deba ingresar, recibi el turno
sin novedad y se dirigi hacia la caseta donde pasara la noche, solo ya que no habra faenas en la
jornada. Esto ltimo le tranquiliz un poco ya que sin faenas el riesgo de algn accidente disminua,
sin embargo su angustia segua en su corazn y sus pensamientos.
Pasaron las horas, y justo a la medianoche decidi salir a hacer una ronda por el lugar, encendi un
cigarrillo y comenz a caminar; con su linterna alumbraba a cada paso todos los rincones del almacn,
sin embargo sus ojos estaba preocupados por lo que la luz no alanzaba a tomar, las sombras aquellas
que tanto temor le producan.
Luego de caminar algunos metros y pasando frente a las instalaciones que hace un par de aos fueron
vctimas del incendio, nuevamente un escalofro tom su cuerpo, una extraa sensacin le adverta de
que no estaba solo.... de repente sin explicacin su linterna se apag, el cigarrillo no se pudo sostener
en su boca y cay al piso, desde el fondo en la oscuridad, nuevamente esas luces rojas que se hacan
cada vez ms intensas, su corazn comenz a latir a mil por hora y su cuerpo totalmente paralizado no
le permita mover ni un msculo.
Sin poder ver nada, en las sombras sus odos comenzaron a sentir unos pequeos pasos muy leves que
se acercaban, eran pasos de un animal... era l, la causa de sus pesadillas, el miedo que cada noche le
aterraba al ir a la cama. De repente sin saber cmo logr salir del trance y comenz a correr, se dirigi
a la puerta del almacn pero no estaba, la puerta haba desaparecido, no haba manera de salir del lugar,
sigui corriendo, buscando un lugar para refugiarse, a sus espaldas el ruido de las patas del can que
lo seguan cada vez ms cerca , cada vez ms fuerte, las puertas de las oficinas estaban cerradas, no
haba un solo lugar para estar a salvo y al fin lleg al fondo del patio donde no encontr salida.
Se detuvo. Volte y all estaba, a unos pasos, la bestia totalmente negra, con sus intensos ojos rojos. De
repente entre las sombras sin saber de donde, apareci la oscura sombra de un seor, un hombre de fina
estampa, alto, delgado, que vesta completamente de negro. Se acerc, acarici la cabeza del can, solt
una leve risa y mir a los ojos del angustiado trabajador. Dio otros pasos, se acerc y le habl:
- Veo que ya conoces a mi guardin, l cuida de mi casa mientras no estoy, no temas ya que slo
defiende lo que es de su amo.
Luego una diablica carcajada se escuch en lo extenso del almacn de contenedores.
Al llegar las primeras horas del da, quienes llegaron al turno de maana se encontraron con una
extraa imagen, el trabajador estaba sentado en su caseta, con la mirada perdida, desde ese da no dijo
una palabra ms, los mdicos an no se explican qu ocurri. Hoy se encuentra internado, su voz se
extingui, slo l sabe lo que ocurri esa noche y su familia se angustia al ver que cada noche al
cumplirse un ao desde ese extrao hecho slo se acerca a la ventana y con los ojos llenos de lgrimas
y su rostro empapado de miedo observa la luna que ilumina la ciudad.
Cuenta la leyenda que desde entonces cada noche de tormenta, es posible ver deambular por las calles
de la ciudad la extraa y misteriosa figura de aquel animal de pelaje negro como la noche y de ojos
rojos como rubes, es l, el perro negro, y no camina solo, a su lado siempre a su lado, su amo, el

hombre de oscura estampa y de diablica carcajada, cuyo nombre mejor no diremos, para que usted
pueda dormir tranquila, esta noche.

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La Carreta Bruja

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Cuentan que desde hace mucho tiempo, y hasta la fecha, todos los viernes por las noches, en algunos
pueblos de El Salvador, al filo de la media noche se escucha el sonar de una carreta que comienza en lo
profundo de los llanos y se acerca lentamente, se puede escuchar claramente el chirrido de las ruedas al
rozar con los ejes con resequedad de grasa.

Hay muchas historias de la carreta bruja, os contar hoy la experiencia de Majin un seor que
avanzada edad que viva, cuando era joven, en un pueblito del norte de El Salvador, sucede que una
noche que l vena de visitar unos parientes en la noche, era casi media noche pero l ya estaba
acostumbrado a caminar por aquellos caminos oscuros, solo con la luz de la luna.

A Majin ya nada le asustaba, se haba topado con el Cipitillo, la Siguanaba y en ocasiones le


acompaaba el Cadejo, pero esa noche ni Palomo su perro guardin iba con l. De repente faltando
unos 2 kilmetros para llegar a su pueblo sinti el ruido de una carreta que se acercaba, de repente
pens, ser don Concho que viene noche de traer zacate, o ser que se les haba arruinado, en fin
muchas ideas pasaron por su cabeza.

Cada vez aquel ruido se hacia ms cercano y estrepitoso, para eso Majin estaba por llegar al pueblo,
solo le faltaba pasar junto al cementerio, siempre senta escalos fros al pasar por ese lugar, as que solo
se persign y sigui su camino, al lograr pasar la carreta estaba casi a sus espaldas, cuando sinti una
corriente de fro helado que recorri toda su espalda.

Lo que ms le encresp el cabello fue cuando las gallinas comenzaron con su caracterstico chillar de
miedo, los perros salieron espantados asustados, eso infundi mas miedo, l sabia que la carreta no era
nada bueno, as que se persign y medio se brinc un alambrado y se refugi detrs de unos piales
cuando sinti que la carreta esta casi enfrente, rez oraciones.

En ese momento se iba apareciendo un bulto, que al ver ms de cerca pudo ver la figura de una carreta
resquebrajada que avanzaba lentamente, adems no tena bueyes, y en la punta de sus trinquetes
llegaban calaveras, en su interior yacan cuerpos de personas, a las cuales no reconoci, y tras ella
avanzaban seres con la cabeza de zacate, pas frente a l y se alej, Majin no se acuerda como lleg a
su casa, solo que paso 3 das con fiebre, desde ese da ya no se deja agarrar ms de la noche y peor si es
viernes.

Muchos dicen que la carreta pasaba por los pueblos llevndose el alma de las personas malas y otros
dicen que esta leyenda comienza cuando un hombre fue ganado por el diablo y obligaba a sus bueyes a
entrar a una iglesia, pero los bueyes se resistan y no lo hicieron, sino que reventaron sus coyundas y
escaparon, la carreta rod sin bueyes cuesta bajo lo raro es que nunca la encontraron, pero la carreta
siempre recorre las calles de pueblos y ciudades solitarias en busca de almas malas.

La nia de nieve

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Sentada en el rincn de la chimenea, la anciana suspiraba quedamente mientras revolva la sopa:


nunca se haba sentido tan triste. Muchos, muchos aos haban pasado y haban dejado el peso de
los inviernos sobre sus hombros y haban encanecido sus cabellos sin traerle siquiera un hijito.
Tanto a ella como a su viejo y
querido esposo les apenaba su falta, porque fuera haba muchos nios jugando en la nieve. Les
resultaba duro aceptar que ninguno fuera en verdad el suyo. Pero, ay!, ahora ya no les quedaban
esperanzas de obtener tal bendicin. No veran nunca un gorrito de piel colgado de la repisa de la
chimenea, ni dos zapatillas secndose junto al fuego.

El anciano trajo un haz de lea y se sent. Luego, mientras oa a los nios rerse y batir palmas,
mir por la ventana. All estaban, bailando alegremente alrededor del mueco de nieve que
acababan de hacer.

Se sonri al ver el evidente parecido que el mueco tena con el alcalde del pueblo, tan gordo y
pomposo era.

!
-Mira, Marusha -le dijo a su mujer-. Ven a ver el mueco que han hecho.
!

Juntos ante la ventana, se rieron al ver cunto se divertan los nios. De repente, el anciano se
volvi hacia Marusha con una brillante idea.

!
-Salgamos a ver si nosotros tambin podemos hacer un muequito de nieve.
!
Pero la anciana se ri de l.
!

-Qu diran los vecinos? Se burlaran de nosotros, seramos el hazmerrer del pueblo. Ya somos
demasiado viejos para jugar como nios.

-Slo uno pequeo, Marusha, solamente un mueco pequen. Yo me ocupar de que nadie nos
vea.

!
-De acuerdo, de acuerdo dijo ella rindose-, haremos lo que quieras, Youshko, como siempre.
!

Dicho esto, apart la olla del fuego, se puso un gorro y salieron. Al pasar junto a los nios, se
detuvieron y se quedaron jugando un momento con ellos, porque ahora ellos tambin se sentan
casi como nios. Luego avanzaron con dificultad por la nieve hasta llegar a un bosquecillo; y,
detrs de l, all donde la nieve era blanca y hermosa y nadie poda verlos, se sentaron a hacer el
mueco.

Youshko se empe en que deba ser muy pequeo y su mujer estuvo de acuerdo en que deba
tener
casi el tamao de un recin nacido. Arrodillados en la nieve, modelaron el cuerpecito en un abrir
y cerrar de ojos. Ahora nicamente les faltaba la cabeza para finalizar. Dos gordas bolas de nieve
formaron las mejillas y el rostro, y una muy grande la cabeza. Luego colocaron un puado para
la nariz e hicieron dos agujeros, uno a cada lado, a modo de ojos.

No bien estuvo terminado, retrocedieron para mirarlo, rindose y aplaudiendo como dos nios.
De pronto, se detuvieron. Qu haba ocurrido? Algo muy extrao, por cierto! All donde
estaban los agujeros, vieron dos melanclicos ojos azules que les miraban.

Luego, el rostro del pequeo mueco dej de ser blanco. Las mejillas se volvieron redondas,
tersas y brillantes, y dos labios rosados comenzaron a sonrerles.

Un soplo de viento barri la nieve de la cabeza, transformndola en unos bucles muy rubios que
escapaban de un blanco gorro de piel y caan sobre sus hombros. Al mismo tiempo, un poco de
nieve, resbalando por el cuerpecito, cay y tom la forma de una bonita prenda blanca. Luego,
de repente y antes de que pudieran reaccionar, el mueco se haba convertido en la ms bella
niita que jams hubieran visto. Se miraron el uno al otro de soslayo e, incrdulos, se rascaron la
cabeza.

Pero aquello era tan real como la vida misma. All ante ellos estaba de pie la nia, toda de rosa y
blanco. Estaba viva de verdad, pues corri hacia ellos. Y cuando se agacharon para alzarla, puso
un brazo alrededor del cuello de la anciana y con el otro cogi el del anciano y les dio a cada uno
un beso y un abrazo.

Rieron y lloraron de felicidad y, luego, recordando sbitamente cun reales pueden parecer
algunos sueos, se pellizcaron el uno al otro. Aun as no se creyeron seguros, pues los pellizcos
podan ser parte del sueo. Y, ante el temor de despertarse y que se rompiera el encanto,
arroparon rpidamente a la pequea y emprendieron el regreso a casa.

Por el camino encontraron a los nios, que todava jugaban con su mueco; las bolas de nieve
que les lanzaron por detrs eran muy reales, pero, aun as, tambin podan haber sido parte del
sueo. Aunque cuando estuvieron dentro de la casa y vieron la chimenea, la olla de sopa junto al
fuego, el haz de lea a un costado y todo tal cual lo haban dejado, se miraron con lgrimas en los
ojos y ya no volvieron a temer que todo aquello fuera un sueo.

De pronto, all estaban el gorrito blanco de piel colgando de la repisa de la chimenea y los
zapatitos secndose al calor del fuego, mientras la anciana coga a la nia en su regazo y le
cantaba suavemente una nana. El anciano puso la mano sobre el hombro de su esposa y ella alz
la vista.

!
-Marusha!
!
-Youshko!
!
-Al fin tenemos una niita! La sacamos de la nieve, as que la llamaremos Snegorotchka.
!

La anciana asinti con la cabeza y luego se besaron. Cuando terminaron de cenar se fueron a la
cama seguros de que, por la maana temprano, encontraran a la nia todava con ellos. Y no se
equivocaron.

All estaba, de pie entre los dos, parloteando y rindose. Pero haba crecido y su cabello era
ahora dos veces ms largo que la noche anterior. Cuando ella los llam pap y mam,
sintieron un placer tan grande como si fueran jvenes y estuvieran bailando gilmente; pero, en
lugar de bailar, se abrazaron y lloraron de alegra. Aquel da lo celebraron con un gran banquete.
Marusha estuvo ocupada toda la maana cocinando todo tipo de delicias, mientras su marido
daba vueltas por el pueblo para reunir a los violinistas.

Todos los nios y las nias del lugar fueron invitados; comieron, cantaron, bailaron y se
divirtieron hasta el amanecer. Mientras volvan a casa, las nias hablaban de lo bien que lo
haban pasado, pero los nios estaban muy silenciosos; pensaban en la bella Snegorotchka, con
sus ojos azules y sus dorados cabellos.

Despus de aquel da la pequea de Marusha y Youshko jug con los otros nios y les enseaba
cmo hacer castillos y palacios de nieve con salones de mrmol, tronos y hermosas fuentes.
Pareca que con la nieve y sus finos dedos poda hacer todo lo que quisiera, como si se construyese
ella misma. Todos estaban encantados, y, sobre todo, cuando les enseaba cmo bailaban los
copos de nieve, primero con enrgicos remolinos y luego suave y delicadamente, ninguno poda
pensaren ninguna otra cosa que en la Nia de Nieve. Era la pequea reina mgica de los nios,
la alegra de los mayores y la luz de las vidas de Marusha y Youshko.

Pero ya se iban terminando los meses de invierno. Con pasos suaves y firmes se retiraban de las
cumbres de las montaas y se perdan detrs del horizonte. La tierra comenzaba a cubrirse de
verde, los rboles vestan su desnudez y los pjaros del ao anterior cantaban las canciones de
este ao.

Las flores tempranas derramaban su aroma en la brisa y una rfaga de aire clido acariciaba las
mejillas y alentaba una grata promesa en el aire. Los bosques, los prados y las fuentes estaban
inquietos y conmovidos y un nuevo espritu todo lo envolva: Era como si la Primavera,
amarrada durante el largo invierno, quisiese pegar el estirn definitivo para poder expandirse
libre.

Una tarde, Marusha, sentada en el rincn de la chimenea, mientras revolva la sopa, cantaba una
cancin, pues nunca se haba sentido tan llena de felicidad. El anciano Youshko acababa de traer
un haz de lea que dej en el suelo. Todo pareca igual que aquella tarde de invierno cuando
vieron a los nios bailando alrededor del mueco de nieve; pero lo que haca que ahora todo
fuera diferente era Snegorotchka, la luz de sus ojos, que, sentada junto a la ventana, contemplaba
la verde hierba y el follaje de los rboles. Youshko, que la estaba mirando, se dio cuenta de que su
rostro estaba plido y sus ojos tenan un tono menos azul de lo habitual.

!
-No te sientes bien, pequea? -le pregunt.
!

-No, padre -respondi con tristeza-. Ay, aoro tanto la blanca nieve! La hierba verde no es ni la
mitad de bonita. Me gustara que la nieve llegase otra vez.

-Pues claro que s! La nieve llegar nuevamente -contest el anciano-. Acaso no te gustan las
hojas de los rboles y las flores?

!
-No son tan bonitas como la pura nieve blanca -y la nia tembl.
!

Al da siguiente ella tena un aspecto tan triste y estaba tan plida que sus padres se asustaron y
se dirigieron una mirada de inquietud.

!
-Qu le pasa a la nia? -dijo Marusha.
!
Youshko movi la cabeza mirando alternativamente a Snegorotchka y al fuego.
!

-Hija ma -dijo al fin-, Por qu no sales a jugar con los dems nios? Estn todos divirtindose
en el bosque; pero he notado que ahora nunca juegas con ellos. Por qu, querida ma?

-Padre, no lo s, pero mi corazn parece que se convierte en agua cuando el suave y tibio viento
me trae el perfume de las flores.

-Nosotros iremos contigo, hija ma -dijo el anciano-, pondr mi brazo sobre ti y te proteger del
viento. Ven, te mostraremos todas las bellas flores del campo, te diremos sus nombres y t
acabars amndolas..

Marusha retir la olla del fuego y los tres juntos salieron de casa. Youshko rode a la nia con su
brazo para protegerla del viento, pero no haban ido muy lejos cuando el clido perfume de las
flores lleg hasta ellos flotando en la brisa, y la Nia de Nieve tembl como una hoja. Los
ancianos la besaron y consolaron y se dirigieron al campo, al lugar donde crecan las flores ms
bonitas.

De repente, mientras atravesaban un bosquecillo de grandes rboles, un brillante rayo de sol se


cruz como un dardo y Snegorotchka se puso la mano sobre los ojos y lanz un grito de dolor.

Se detuvieron y la miraron. Por un momento, mientras se desmayaba en brazos del anciano, sus
ojos se encontraron con los suyos. Y por su rostro se deslizaban lgrimas que, al caer, brillaban a
la luz del sol.

Y comenz a volverse ms y ms pequea, hasta que al fin todo lo que qued de Snegorotchka Nia de Nieve, Nievecita- era una gota de roco brillando sobre la hierba, una lgrima que haba
cado en la corola de una flor. Youshko la recogi con delicadez y, sin decir palabra, se la ofreci
a Marusha.

En ese preciso momento los dos ancianos, Marusha y Youshko, comprendieron que su pequea y
querida nia estaba hecha simplemente de nieve y se haba derretido al calor del sol.

!
La Leyenda de los Volcanes
!

Las huestes del Imperio azteca regresaban de la guerra.


Pero no sonaban ni los teponaxtles ni las caracolas, ni el huhuetl haca rebotar sus percusiones en las
calles y en los templos. Tampoco las chirimas esparcan su aflautado tono en el vasto valle del
Anhuac y sobre el verdiazul espejeante de los cinco lagos (Chalco, Xochimilco, Texcoco, Ecatepec y
Tzompanco) se reflejaba un menguado ejrcito en derrota. El caballero guila, el caballero tigre y el
que se deca capitn coyote traan sus rodelas rotas y los penachos destrozados y las ropas tremolando
al viento en jirones ensangrentados.
All en los ces y en las fortalezas de paso estaban apagados los braseros y vacos de tlecxitl que era
el sahumerio ceremonial, los enormes pebeteros de barro con la horrible figura de Texcatlipoca el dios
cojo de la guerra. Los estndares recogidos y el consejo de los Yopica que eran los viejos y sabios
maestros del arte de la estrategia, aguardaban ansiosos la llegada de los guerreros para or de sus
propios labios la explicacin de su vergonzosa derrota.
Haca largo tiempo que un grande y bien armando contingente de guerreros aztecas haba salido en son
de conquista a las tierras del Sur, all en donde moraban los Ulmecas, los Xicalanca, los Zapotecas y
los Vixtotis a quienes era preciso ungir al ya enorme seoro del Anhuac. Dos ciclos lunares haban
transcurrido y se pensaba ya en un asentamiento de conquista, sin embargo ahora regresaban los
guerreros abatidos y llenos de vergenza.
Durante dos lunas haban luchado con denuedo, sin dar ni pedir tregua alguna, pero a pesar de su
valiente lucha y sus conocimientos de guerra aprendidos en el Calmecac, que era as llamada la
Academia de la Guerra, volvan diezmados, con las mazas rotas, las macanas desdentadas, maltrechos
los escudos aunque ensangrentados con la sangre de sus enemigos.
Vena al frente de esta hueste triste y desencantada, un guerrero azteca que a pesar de las desgarraduras
de sus ropas y del revuelto penacho de plumas multicolores, conservaba su gallarda, su altivez y el
orgullo de su estirpe.
Ocultaban los hombres sus rostros embijados y las mujeres lloraban y corran a esconder a sus hijos
para que no fueran testigos de a que retorno deshonroso.
Slo una mujer no lloraba, atnita miraba con asombro al bizarro guerrero azteca que con su talante
altivo y ojo sereno quera demostrar que haba luchado y perdido en buena lid contra un abrumador
nmero de hombres de las razas del Sur.
La mujer palideci y su rostro se torn blanco como el lirio de los lagos, al sentir la mirada del
guerrero azteca que clav en ella sus ojos vivaces, oscuros. Y Xochiqutzal, que as se llamaba la
mujer y que quiere decir hermosa flor, sinti que se marchitaba de improviso, porque aquel guerrero
azteca era su amado y le haba jurado amor eterno.
Se revolvi furiosa Xichoqutzal para ver con odio profundo al tlaxcalteca que la haba hecho su
esposa una semana antes, jurndole y llenndola de engaos dicindole que el guerrero azteca, su
dulce amado, haba cado muerto en la guerra contra los zapotecas.
--Me has mentido, hombre vil y ms ponzooso que el mismo Tzompetlcatl, - que as se llama el
escorpin-; me has engaado para poder casarte conmigo. Pero yo no te amo porque siempre lo he
amado a l y l ha regresado y seguir amndolo para siempre!
Xochiqutzal lanz mil denuestos contra el falaz tlaxcalteca y levantando la orla de su huipil ech a
correr por la llanura, gimiendo su intensa desventura de amor.
Su grcil figura se reflejaba sobre las irisadas superficies de las aguas del gran lago de Texcoco,
cuando el guerrero azteca se volvi para mirarla. Y la vio correr seguida del marido y pudo comprobar
que ella hua despavorida. Entonces apret con furia el puo de la macana y separndose de las filas de
guerreros humillados se lanz en seguimiento de los dos.
Pocos pasos separaban ya a la hermosa Xochiqutzal del marido despreciable cuando les dio alcance el
guerrero azteca.
No hubo ningn intercambio de palabras porque toda palabra y razn sobraba all. El tlaxcalteca
extrajo el venablo que ocultaba bajo la tilma y el azteca esgrimi su macana dentada, incrustada de
dientes de jaguar y de Coymetl que as se llamaba al jabal. Chocaron el amor y la mentira.

El venablo con erizada punta de pedernal buscaba el pecho del guerrero y el azteca mandaba furioso
golpes de macana en direccin del crneo de quien le haba robado a su amada haciendo uso de arteras
engaifas.
Y as se fueron yendo, alejndose del valle, cruzando en la ms ruda pelea entre lagunas donde
saltaban los ajolotes y las xochcatl que son las ranitas verdes de las orillas limosas. Mucho tiempo
dur aqul duelo.
El tlaxcalteca defendiendo a su mujer y a su mentira.
El azteca el amor de la mujer a quien amaba y por quien tuvo arrestros para regresar vivo al Anhuac.
Al fin, ya casi al atardecer, el azteca pudo herir de muerte al tlaxcalteca quien huy hacia su pas, hacia
su tierra tal vez en busca de ayuda para vengarse del azteca.
El vencedor por el amor y la verdad regres buscando a su amada Xochiqutzal.
Y la encontr tendida para siempre, muerta a la mitad del valle, porque una mujer que am como ella
no poda vivir soportando la pena y la vergenza de haber sido de otro hombre, cuando en realidad
amaba al dueo de su ser y le haba jurado fidelidad eterna.
El guerrero azteca se arrodill a su lado y llor con los ojos y con el alma. Y cort maravillas y flores
de xoxocotzin con las cuales cubri el cuerpo inanimado de la hermosa Xochiqutzal. Corono sus
sienes con las fragantes flores de Yoloxchitl que es la flor del corazn y trajo un incensario en donde
quem copal. Lleg el zenzontle tambin llamado Zenzontletole, porque imita las voces de otros
pajarillos y quiere decir 400 trinos, pues cuatrocientos tonos de cantos dulces lanza esta avecilla.
Por el cielo en nubarrones cruz Tlahuelpoch, que es el mensajero de la muerte.
Y cuenta la leyenda que en un momento dado se estremeci la tierra y el relmpago atron el espacio y
ocurri un cataclismo del que no hablaban las tradiciones orales de los Tlachiques que son los viejos
sabios y adivinos, ni los tlacuilos haban inscrito en sus pasmosos cdices. Todo tembl y se anubl la
tierra y cayeron piedras de fuego sobre los cinco lagos, el cielo se hizo tenebroso y las gentes del
Anhuac se llenaron de pavura.
Al amanecer estaban all, donde antes era valle, dos montaas nevadas, una que tena la forma
inconfundible de una mujer recostada sobre un tmulo de flores blancas y otra alta y elevada adoptando
la figura de un guerrero azteca arrodillado junto a los pies nevados de una impresionante escultura de
hielo.
Las flores de las alturas que llamaban Tepexchitl por crecer en las montaas y entre los pinares, junto
con el aljfar maanero, cubrieron de blanco sudario las faldas de la muerta y pusieron alba blancura
de nieve hermosa en sus senos y en sus muslos y la cubrieron toda de armio.
Desde entonces, esos dos volcanes que hoy vigilan el hermoso valle del Anhuac, tuvieron por
nombres Iztaccihuatl que quiere decir mujer dormida y Popocatepetl, que se traduce por montaa que
humea, ya que a veces suele escapar humo del inmenso pebetero.
En cuanto al cobarde engaador tlaxcalteca, segn dice tambin esta leyenda, fue a morir desorientado
muy cerca de su tierra y tambin se hizo montaa y se cubri de nieve y le pusieron por nombre
Poyauteclat, que quiere decir Seor Crepuscular y posteriormente Citlaltepetl o cerro de la estrella y
que desde all lejos vigila el sueo eterno de los dos amantes a quienes nunca podr ya separar.
Eran los tiempos en que se adoraba al dios Coyote y al Dios Colibr y en el panten azteca las
montaas eran dioses y reciban tributos de flores y de cantos, porque de sus faldas escurre el agua que
vivifica y fertiliza los campos.
Durante muchos aos y poco antes de la conquista, las doncellas muertas en amores desdichados o por
mal de amor, eran sepultadas en las faldas de Iztaccihuatl, de Xochiqutzal, la mujer que muri de
pena y de amor y que hoy yace convertida en nvea montaa de perenne armio.

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