Apuntes Espacio Urbano
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Indice
Indice 1 INTRODUCCI ON 1.1 LAS REFLEXIONES TE ORICAS SOBRE LA CIUDAD Y LA LITERATURA EN ESPA~ NA Y EN AM ERICA . . . . . . . . . . . 1.2 T OPICOS SOBRE CIUDAD Y LITERATURA . . . . . . . . . 2 LA CIUDAD PREEXISTENTE Y LAS FUNDACIONES URBANAS 2.1 LAS CIUDADES PREHISP ANICAS . . . . . . . . . . . . . 2.2 PRIMERAS FUNDACIONES EN SANTO DOMINGO . . . . . . . 2.3 LIMA Y LA RAZ ON GEOGR AFICA . . . . . . . . . . . . . 2.4 EL S IMBOLO DE LA RIQUEZA: POTOS I . . . . . . . . . . 2.5 DE PIRATAS Y COMERCIANTES: LA HABANA . . . . . . . . 2.6 ANTIGUA, LA SEGUNDA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES . . 2.7 BROMAS EN LA LITERATURA POSTERIOR SOBRE LAS FUNDACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 LA CIUDAD EN EL SIGLO XIX 3.1 EL ART ICULO DE COSTUMBRES . . . . . . . . . . . . . . 3.2 MESONERO ROMANOS, GU IA Y MENTOR DE LA TRANSFORMACI ON URBAN ISTICA DEL MADRID DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX . 3.3 LA CIUDAD BURGUESA EN LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA ESPA~ NOLA. EL MADRID DE GALD OS. LA CIUDAD PROVINCIANA DE CLAR IN Y PARDO BAZ AN . . . . . . . . . . . . . . . 3.4 LA CIUDAD DE LA INDEPENDENCIA . . . . . . . . . . . . 3.5 LA CIUDAD EN EL ENTRAMADO CULTURAL: CIVILIZACI ON O BARBARIE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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2 4 LA CIUDAD EN LA LITERATURA CONTEMPOR ANEA 4.1 LA VISI ON SIMBOLISTA DEL ESPACIO URBANO: EL T OPICO DE LA CIUDAD MUERTA . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2 EL MITO DE LA CIUDAD EN LA LITERATURA DE VANGUARDIA 4.3 LA LITERATURA URBANA DESDE LA D ECADA DEL 50 A NUESTROS D IAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 20 20 20
1 INTRODUCCI ON
La literatura sobre las ciudades las dota de una segunda realidad y las convierte en ciudades m ticas. Inversamente, la ausencia de esta literatura las empeque~ nece. Hay ciudades importantes pero que no han inspirado grandes obras literarias y que por ello mismo siguen siendo s olo eso, ciudades importantes [...] Estas ciudades pueden ser centros de inter es pol tico, econ omico, hist orico, urban stico u otros pero, que yo a literaria, no han dado orisepa, carecen de plusval gen al o los escritores que les agreguen la dimensi on sobrenatural de la literatura. Julio Ram on Ribeyro, "Gracias, viejo socarr on" Ribeyro se sit ua ante la idea de que una ciudad siempre va a tender a tener la vertiente m tica o legendaria desde sus or genes. Hay una simbiosis entre las ciudades y la literatura que dota a esas ciudades de una dimensi on m tica o espiritual. 1.1 LAS REFLEXIONES TE ORICAS SOBRE LA CIUDAD Y LA LITERATURA EN ESPA~ NA Y EN AM ERICA
La literatura urbana tiene su origen en la propia fundaci on f sica de las ciudades de la antig uedad (obras que describen esa fundaci on f sica), ciudades que necesitan una segunda dimensi on espiritual (e. g. Ab urbe condita o las laudes ciuitatis), etc. F sicamente, la ciudad nace para crecer, tiende a la expansi on y a derribar sus murallas para expandirse hacia el campo circundante y asimilar a los vecinos dentro del propio espacio metropolitano. Pero tiende tambi en a la polisemia: a agregar sentidos a su espacio f sico. En cada per odo de la historia vemos construirse un nuevo monumento o un s mbolo, i. e., al cambio1 constante; todo es susceptible de desaparecer o transformarse: la ciudad no es inmutable. Si pensamos en la historia de las ciudades, hay dos momentos clave de eclosi on urbana:
1 Sobre el cambio, vid. Marshall Berman, Todo lo s olido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad.
4 1. RENACIMIENTO.- Ya encontramos obras literarias en las que la presencia urbana y sus claves comienzan a tener especial relevancia. En obras como El cerco de Zamora hay una simbiosis entre lo que ocurre entre los personajes y en la ciudad. Los escritores convierten a la ciudad en una met afora de sus propios personajes. N.- La industrializaci 2. INDUSTRIALIZACIO on del siglo XIX implica la gran transformaci on de esas ciudades. podemos decir que nace la literatura urbana moderna tanto en prosa (E. A. Poe) como en verso (Baudelaire). Es con el Romanticismo cuando comienzan a formarse los primeros grupos literarios, que se desarrollan en el espacio de las ciudades. Escritores rom anticos: Victor Hugo: Notre-Dame de Paris (1831), Los miserables Charles Dickens: Oliver Twist (1839) Autores que van a construir por primera vez la experiencia del individuo en la ciudad, que van a focalizar su punto de mira en c omo vive el individuo en la ciudad: E. A. Poe: "El hombre de la multitud" (1840), donde el protagonista tratar a de leer la ciudad y de leer lo que ve en la multitud. Charles Baudelaire: Peque~ nos poemas en prosa 1.2 1.2.1 T OPICOS SOBRE CIUDAD Y LITERATURA aneur El fl^
fl^ aneur. El paseante solitario que se pierde por la ciudad. Nace en el siglo XIX de la experiencia parad ojica de sentirse, dentro de la multitud, solo y distinto y acompa~ nado al mismo tiempo. La experiencia del fl^ aneur es el paseante que se pierde callejeando por la ciudad disfrutando de la experiencia del camino (frente a la meta que va buscando el turista). Nace fundamentalmente en Baudelaire ("Las muchedumbres", "Los ojos de los pobres", "Los siete viejos", "El cisne") como figura contrapuesta a la del transe unte propuesto por E. A. Poe en "El hombre de la multitud". transe unte = fl^ aneur Ambas tendencias surgen de la necesidad de vivir lo nuevo.
5 Reflexiones cr ticas El gran te orico de estas dos visiones es Walter Benjamin2 , que afirmaba que Baudeleire buscaba la soledad pero en medio de la multitud. Hablaba tambi en de c omo el individuo viv a la experiatico para alejarse de encia de la multitud como un shock traum la masa hacia las callejuelas, etc.: Haber estado atento a los empujones de la multitud es la experiencia que Baudelaire entre todas las que hicieron de su vida lo que fue toma como decisiva e insustituible. La apariencia de una multitud vivaz y en movimiento, objeto de la contemplaci on del fl^ aneur, se le ha disuelto ante sus ojos [...]. He aqu la "experiencia vivida" a la cual Baudelaire ha dado el peso de una experiencia. Ha mostrado el precio al cual se conquista la sensaci on de la modernidad: la disoluci on del aura a trav es de la "experiencia" del shock. Walter Benjamin, Iluminaciones, 1961 Es como si el hombre de la multitud perdiera su propia personalidad pero la recuperase distanci andose de esa multitud. El aura vendr a a identificar la individualidad, el yo, que se dispersa cuando est a en la multitud (a la que al mismo tiempo busca), como si necesitara perderla para poder encontrarla m as adelante en el vagabundeo. Otro escritor que ha teorizado sobre la figura del fl^ aneur es Amiel: El vagabundeo, tan espiritualmente alabado y cantado por T opffer, no s olo es delicioso, sino util. Es un ba~ no de salud que devuelve el vigor y la agilidad a todo el ser, tanto al esp ritu como al cuerpo; es el signo y la fiesta de la libertad. Es un banquete alegre y saludable, el banquete de la mariposa que juguetea y se alimenta en las colinas y en las praderas. El alma es tambi en una mariposa. Enrique Federico Amiel, Diario ntimo Textos para comentar (Charles Baudelaire) "Las muchedumbres" { Multitud, soledad: muchedumbre. placer de perderse entre la
{ Analog a entre el paseante solitario y el escritor: ambos son capaces de vivir las vidas de los dem as.
2 Iluminaciones,
6 { El mundo urbano genera lo eterno imprevisible, lo circunstancial y lo ef mero. "Los ojos de los pobres" { Par s en construcci on del siglo XIX. { Tono cr tico ante las desigualdades de la sociedad. { Contraposici on de dos escenarios f sicos: el boulevard y el arroyo, dos escenarios f sicos que se diferencian y mezclan a la vez. { Contraste entre lo viejo (pobre, campo) y lo nuevo (burgues a, ciudad). { L exico: iluminaci on para lo nuevo (contraste entre los ojos de ella y los de los pobres). Perduraci on a lo largo del siglo XX aneur es un motivo tem atico que aparecer a en La imagen del fl^ much simos autores del siglo XX, v. gr. en Pablo Neruda ("Walking Around"), Oliverio Girondo (Veinte poemas para ser le dos en el tranv a), Julio Cort azar (Rayuela) o, sobre todo, en James Joyce (Ulysses, que retrata el gran fl^ aneur del siglo XX: el viajero que en realidad vive el camino y no tanto la b usqueda del destino). Muchas veces el fl^ aneur aparece como una reminiscencia, resemantizado. 1.2.2 La ciudad muerta
Se trata de un t opico finisecular, del modernismo y la generaci on del 98, del simbolismo y el decadentismo. Ser a el reverso del t opico anterior: es la ciudad que se para en el tiempo y se queda aislada de la modernidad3 . Ejemplos de ciudades muertas son Toledo, Segovia o Vetusta (Oviedo), ciudades periclitadas en el tiempo, que se han mantenido inc olumes al proceso de la modernizaci on. El siglo XIX hab a visto, como primera y principal consecuencia del industrialismo, el acelerado desarrollo y la r apida mutaci on de no pocas ciudades, lo que fue saludado por una burgues a ansiosa de progreso y orientada por la noci on de utilidad. Pero a finales de siglo se observa una reacci on frente a esos nuevos ambientes e ideas: el mundo industrial y el pragmatismo inherente a la mentalidad positiva iban dejando
estudiar y comprender el terhauser, "La ciudad muerta", Fin Lozano, "Una visi on simbolista del Carlos Rovira y Jos e Ram on Navarro, 1994.
3 Para
t opico de la ciudad muerta vid. Hans Hinde siglo. Figuras y mitos y Miguel Angel espacio urbano: la ciudad muerta", en Jos e Literatura y espacio urbano, Alicante, CAM,
7 fuera de circulaci on valores e ideales; pero tambi en ambientes y paisajes. Las ciudades iban perdiendo para algunos su encanto ntimo, una identidad que proced a de su tradicional organizaci on social y de su idiosincrasia art stica y cultural, para convertirse en esas modernas metr opolis que elevaban edificios, alineaban calles a cordel, manchaban el cielo con chimeneas, suplantaban con sirenas el secular sonido de las campanas, y alejaban de su centro a los desfavorecidos de la fortuna para relegarlos a los arrabales de la miseria y la desesperanza: todo un despliegue de arrogancia y mediocridad burguesa, deshumanizaci on cruel y fealdad est etica, en nombre de lo util y racional o razonable . Miguel Angel Lozano, "Una visi on simbolista del espacio urbano: la ciudad muerta" La literatura que recrea ciudades muertas lo que hace es convertirlas en protagonistas de sus obras. En obras actuales puede aparecer como una reminiscencia, pero en el fin de siglo las tramas son protagonizadas por esas mismas ciudades. Origen del t opico El t opico de la ciudad muerta se equipara con la ciudad lev tica, una ciudad de campanarios, religiosa y plagada de todo tipo de iglesias y catedrales. Se configura como tema literario en Brujas, la muerta de Georges Rodenbach. Plantea, partiendo de la idea de Amiel de que un paisaje es un estado de animo, que una ciudad tambi en puede serlo. En este estudio pasional, hemos querido evocar tambi en, y principalmente, una Ciudad, la Ciudad como un personaje esencial, asociado a los estados de alma; personaje que aconseja, disuade y determina a obrar. De esta manera, en la realidad, esta Brujas que nos hemos complacido en elegir, aparece casi humana... Se establece un ascendiente que va de ella a los que en ella residen. Ella los moldea seg un sus parajes y campanas. [...] Del mismo modo tambi en hay ciudades que tienen una personalidad, un esp ritu aut onomo, un car acter casi exteriorizado que corresponde ya a la alegr a, al nuevo amor, al renunciamiento o a la viudez. Toda la poblaci on tiene un estado espiritual, y apenas se vive en ella, este estado del alma se comunica, se nos propaga en un fluido que se inocula y se difunde con la atm osfera. Georges Rodenbach, Brujas, la muerta
8 Caracter sticas del t opico Ciudad de canales quietos. Ciudad melanc olica, decadente, brumosa. Ciudad gris. La vida tiene un ritmo lento y endormecido. Ciudades provincianas y murmuradoras. El ambiente crepuscular crea la hiperestesia: la exacerbaci on de los sentidos. Autores y textos Georges Rodenbach: Brujas, la muerta (1892) DAnunzio: La ciudad muerta (1898) Maurice Barr es: La muerte de Venecia (1903), Greco o el secreto de Toledo (1912) Thomas Mann: La muerte en Venecia (1912) Azor n: La voluntad (1902), Los pueblos (1914) P o Baroja: Camino de perfecci on (1901) Julio Ram on Ribeyro: "Los jacarand as" (1972) 1.2.3 La ciudad como estado de animo
La ciudad es un ambito secular, un paisaje hecho por el hombre a lo largo de siglos, y como el hombre, su creador y constructor, sometido al poder devorador del tiempo; de ah que se pueda establecer una relaci on de correspondencia entre el hombre y la ciudad, influy endose mutuamente: el hombre ha ido creando la ciudad con su inteligencia y sus sentimientos, con sus miserias y grandezas, con la fe, el acatamiento al poder, la compasi on, la ostentaci on, la discreci on, la humildad, el af an de belleza, la utilidad y por supuesto con la t ecnica, entre otras cosas; la ciudad muestra al hombre la lecci on que en sus piedras han ido depositando las generaciones precedentes. Miguel Angel Lozano Uno proyecta en la ciudad sus problemas an micos. Hay una reciprocidad entre c omo uno se encuentra y la ciudad en la que est a. Un precedente de las met aforas de la ciudad como Thomas es comedor de opio (1821), de Quincey, en Confesiones de un ingl
9 refleja bien la idea de identificaci on entre pensamiento y espacio: la ciudad (calle sin salida, callejuelas) refleja sus problemas, es decir, qu e ve el escritor en la ciudad. Asociado con esto tenemos el concepto de teatro urbano, por el cual entendemos la ciudad protagonizada por sus actores, los habitantes. El escritor puede expresar incluso la fealdad de un espacio no tanto desde la dimensi on f sica de ese espacio como desde su captaci on moral: Ninguna ciudad es unicamente su marco geogr afico ni simplemente su paisaje urbano, sino sus gentes, y si el primero es pr acticamente inconmovible y act ua sobre la materia urbana model andola mediante prolijos golpes, el segundo es como una caligraf a en cuyos rasgos es dable descifrar la inc ognita de un esp ritu colectivo, de una cultura que suma y condensa individualidades, clases y epocas. El medio natural influye en los hombres y los hombres le replican en urbanismo y arquitectura. En el intercambio, lo humano, que es lo que nos interesa, queda inscrito documentalmente. Sebasti an Salazar, Lima la horrible Un ejemplo literario podr a ser el inicio de "Los gallinazos sin plumas" (Julio Ram on Ribeyro, 1954). 1.2.4 La ciudad de la bohemia
El origen de esta ciudad se encuentra en Escenas de la vida bohemia (Henri Murger, 1845-48) y presenta los bajos fondos de la ciudad de la Bohemia. Autores y textos Puccini: La boheme (1896) Valle-Incl an: Luces de bohemia (1920) Bertol Brecht: La opera de cuatro cuartos (m usica de Kurt Weill (1928) Otro personaje del mundo urbano marginal que quedan en el imaginario cultural es Mackie Messer, personaje de una de las canciones de la opera de Brecht. En la versi on jazz stica del tema de esta opera se tradujo como Mack the knife, y en el imaginario espa~ nol fue recuperado en la figura de Maky Navaja (situado en el barrio chino barcelon es). El mundo de los cabarets ser a recogido despu es por Christoos a Berl n (1939), convertida luego por pher Iserhwood en Adi Bob Fosse en el m usical Cabaret (1972).
Va a ser sobre todo en el Realismo y Naturalismo cuando los escritores fijen su objetivo en el retrato de las ciudades. Ens contramos ejemplo de ello en obras como El vientre de Par (1873), de Emile Zola o La Regenta de Clar n. Clar n convierte a Vetusta en la protagonista de la obra. En Fortunata y Jacinta encontramos la fascinaci on de los personajes femeninos por los escaparates, el endeudamiento de la burgues a y su construcci on burguesa. Benito P erez Gald os describe la ciudad reflejo de los conflictos sociales. Despu es del realismo, cuando llegamos al naturalismo la mirada se dirigir a hacia los suburbios proletarios y veremos que ese mundo marginal es descrito desde la optica de un burgu es o un arist ocrata (el escritor). Simult aneamente tenemos a Mesonero Romanos y a Larra desde el costumbrismo. 1.2.6 La ciudad de la memoria
Hay muchos autores que recrear an la ciudad del pasado, que puede referirse a muchos motivos: la ni~ nez, la ciudad en la que ha ocurrido un conflicto hist orico, la guerra o el exilio. Mario Benedetti, en "Dactil ografo" o "Ciudad en que no existo" presenta dos tipos diferentes de la ciudad de la memoria. Esta es el Montevideo en el que ya no existo porque el conflicto hist orico me ha expulsado, mientras que en "Dactil ografo" establece un juego entre el oficinista que teclea una carta formal y los recuerdos que evoca de su infancia. Se trata de una infancia mitificada: el Montevideo (verde) de su infancia. Establece un fuerte contraste entre el idilio de su infancia y la ciudad gris de la epoca presente. La ciudad de la guerra La ciudad de la guerra aparece en "Explico algunas cosas" (Pablo na en el coraz on, de la Tercera residencia, 1947), Neruda, Espa~ un poema muy significativo en su trayectoria. La guerra civil espa~ nola supondr a su tr ansito principal dentro de su poes a, de la escritura de poemas vanguardistas y de exaltaci on de la naturaleza chilena a la poes a comprometida. "Explico algunas cosas" ser a el poema bisagra, donde reconstruye el Madrid de la preguerra y del momento de la guerra. Otro ejemplo ser a el de "Insomnio" de D amaso Alonso. La ciudad de la postguerra Autores y textos ca del diamant, transcurre en el barMerc e Rodoreda: La pla rio de Gracia, que transforma en un espacio emocional y de memoria.
11 Juan Goytisolo: Coto vedado (1985), describe la desaparici on de su madre, v ctima de una bomba en el paseo de Gracia. Carmen Laforet: Nada (1945), recrea la Barcelona de la postguerra. Juan Mars e: varias novelas ambientadas en la postguerra, ejemplos de la relaci on entre ciudad e infierno. Luis Mart n Santos: Tiempo de silencio (1961), se desplaza de los espacios se~ noriales a las zonas de chabolas. Camilo Jos e Cela: La colmena (1951), del Madrid del centro, el Madrid castizo, se pasa a otras zonas de la urbe, como los burdeles, hasta los m argenes, las orillas madrile~ nas. 1.2.7 La ciudad invisible
En Las ciudades invisibles, Italo Calvino genera muchas ideas. El concepto se puede utilizar en varios sentidos: Como espacio no descrito en la escritura de forma expl cita. Har a referencia a la potencia de lo no dicho en la escritura, el espacio de la connotaci on. A esto se puede a~ nadir "la ciudad concebida no como objeto de percepci on, sino como ente de reflexi on". Se crea mediante el arte de la sugesti on: sugerir m as que decir, construir la ciudad no tanto desde su espacio sino desde sus personajes. Esta forma de escribir es muy propia de la modernidad en tanto que en el siglo XIX el espacio ten a una presencia crucial y a partir del impresionismo, simbolismo y expresionismo se invertir a esa tendencia. La ciudad perdida que se evoca con nostalgia, la ciudad sepultada, de la que quedan vestigios del pasado. Es la ciudad de la que quedan huellas pero que est a solapada por la ciudad de la modernidad, por lo que, en ese sentido, ser a (casi) invisible. Para realizar una cr tica a la modernidad, que crea una uniformidad de edificios, a la hora de hacer referencia a ella, el escritor no la describe porque no hay nada que describir.
LAS CIUDADES PREHISP ANICAS PRIMERAS FUNDACIONES EN SANTO DOMINGO LIMA Y LA RAZ ON GEOGR AFICA EL S IMBOLO DE LA RIQUEZA: POTOS I DE PIRATAS Y COMERCIANTES: LA HABANA ANTIGUA, LA SEGUNDA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES BROMAS EN LA LITERATURA POSTERIOR SOBRE LAS FUNDACIONES
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En todas las grandes ciudades vamos a encontrar enormes ensanches: ciudades peque~ nas con un centro hist orico bastante reducido que abren ese centro hacia otras zonas. Los ensanches son una de las caracter sticas fundamentales de la ciudad y se ven muy claramente en las ciudades de Madrid y Barcelona, los dos grandes centros de la vida cultural y econ omica de Espa~ na en aquel momento. Este cambio viene motivado por: Condensaci on de la poblaci on en las grandes ciudades: { Escasez de viviendas { Encarecimiento del suelo { Insalubridad de las ciudades por una falta enorme de limpieza (ausencia de alcantarillado, etc.), que derivar a en epidemias derivadas de esta falta de aseo Consolidaci on de la gran clase media (burgues a) a partir de la Revoluci on de 1968: la burgues a buscaba una ciudad abierta al poder pero tambi en una ciudad que recogiera todos los avances t ecnicos de la epoca en cuesti on de higiene y salubridad, pero tambi en abierta a las v as de comunicaci on. Problema agrario: el aumento de la poblaci on en las ciudades no viene motivado porque en Espa~ na se sufra un momento importante de industrializaci on. Se produce en Catalu~ na o en algunas ciudades del norte de Espa~ na, pero no en el resto. La creciente poblaci on en las ciudades deriva de la improductividad de los campos. La descripci on de las ciudades, de las calles y de las gentes que transita por ella se convierte en objeto de an alisis literario o recreaci on art stica. Igualmente, si contemplamos a la gente que vive en distintos barrios, los literatos pueden plasmar literariamente los conflictos que esos personajes tienen en ese momento concreto. Por lo tanto, se va a abordar la ciudad y qu e conflictos o personajes viven en ese momento de la sociedad espa~ nola
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14 Acontecimientos hist oricos Revoluci on del 68: derrocamiento de Isabel II Los que pugnan por dirigir el pa s forman parte de la burgues a Constituci on de 1869: derechos individuales En un per odo muy corto de tiempo se suceden acontecimientos muy r apidos. Se discute en las Cortes para optar finalmente por la monarqu a de Amadeo I de Saboya en 1871, pero que al ser apoyado por el general Prim sus enemigos terminar an con sus expectativas. Tras Amadeo I se proclama la I Rep ublica (1873), que tampoco obtuvo el consenso necesario. A finales de 1874 se vuelve a la familia de los Borbones con la figura de Alfonso XII, que perdurar a hasta 1885. Despu es de 1885 tiene lugar la regencia de Mar a Cristina, de la cual lo m as importante es el turno de partidos. En esta epoca se llegar a a una harmon a en el campo pol tico gracias a un pacto de cambio de partidos entre C anovas y Sagasta, que alternativamente alternar an en el poder. El turno finalizar a con el asesinato de C anovas en 1897, que preludiar a el Desastre del 98. Desde el punto de vista sociol ogico lo m as importante es la aparici on de la burgues a. Por otro lado, es una epoca de estancamiento econ omico y, fundamentalmente, de estancamiento agr cola, lo que har a que la poblaci on aumente en las ciudades y tendr a sus consecuencias de car acter sociol ogico: por un lado, el problema del caciquismo (grandes propiedades de terreno en manos de muy pocos) y, por otro lado, si tenemos una poblaci on muy grande en las ciudades sometida a unos trabajos pagados nfimamente, se producen revueltas de car acter laboral (desde el primer tercio del XIX surgir an las ideas socialistas de car acter humanitario que buscar an la igualdad en los cinturones de las grandes ciudades y tambi en algunos brotes anarquistas). A esto hay que unirle los problemas de car acter ideol ogico: estamos hablando de una poblaci on tremendamente conservadora (las fuerzas reaccionarias y la Iglesia tienen un papel fundamental), pero en la cual aparecer a un grupo ideol ogico que aportar a una nueva posibilidad, los krausistas, que ser an los primeros en promover una escuela para las mujeres. Literatura: Realismo y Naturalismo El Romanticismo no desaparece, pero la literatura comienza a intentar recrear art sticamente el mundo contempor aneo, ergo el g enero que m as se difundir a ser a la novela. El REALISMO es una manera de entender la vida por parte de los escritores de este per odo hist orico. El primer tema del Realismo, como no puede ser de otra manera, es la realidad que
15 rodea al escritor, por lo que nos encontraremos ante un tono donde predomine la objetividad. Habr a un cambio en la visi on del mundo, porque nos dirige a lo circundante, pr oximo, inmediato y cotidiano, de manera que el escritor se interesa por las preocupaciones de tipo econ omico, ideol ogico y de tipo moral que tiene presente la sociedad coet anea a el. Ese cambio se manifiesta en cualquier orden de la literatura. El paisaje por excelencia de la literatura realista ser a la ciudad. Es el momento de la eclosi on de la novela moderna. Algo que tambi en llama la atenci on con respecto a la literatura anterior es que los escritores tratar an de evitar cualquier idealizaci on propia del per odo rom antico. Ahora no encontraremos mujeres descritas estilizadamente dentro de un canon, sino c omo los autores van a profundizar en la psicolog a de los personajes, para lo cual se van a enriquecer con todo tipo de lecturas y, sobre todo (y esto se ve sobre todo en las ultimas d ecadas del siglo con el naturalismo), con los avances cient ficos de los m edicos alienistas, que ser an aplicadas al estudio del personaje. El escritor ya no concibe que pueda existir el arte como una obra de inspiraci on personal: para conseguir una obra de arte lo fundamental para el escritor es la observaci on directa y no tanto el temperamento. Los escritores se convertir an en una especie de moralistas que van a describir los males que aquejan la sociedad en la que viven. El paso del Realismo al Naturalismo no es un paso abrupto. Se habla de Naturalismo porque es una escuela creada en torno a un autor concreto: Zola, que buscar a el cientificismo en la novela (novela cient fica o experimental). La novela de pretensiones cient ficas que impone Zola y se difunde r apidamente (contrariamente a la tard a difusi on que tuvo el Realismo de Balzac) y est a basada en una serie de trabajos de car acter hist orico y cient fico que Zola asume para ir formulando su idea de lo que quiere conseguir con la novela experimental: a, de donde saca su creencia Augusto Comte: Curso de filosof de que la ciencia es la base de todo conocimiento. Charles Darwin: El origen de las especies, de donde tomar a la idea del hombre como animal evolucionado por cuestiones de herencia gen etica y condicionado por el lugar en el que vive (supervivencia del m as fuerte). Hip olito Taine: Historia de la literatura inglesa, de la que recoge tres condicionantes de la forma de estar del hombre en el mundo: { Raza { Medio { Momento hist orico
16 Claude Bernard, de quien tomar a una t ecnica de laboratorio (la probeta ser a la novela), porque se van a introducir unos personajes que viven en un medio, un momento hist orico determinado, etc. y se estudiar a de forma cient fica (por observaci on) c omo unos condicionantes determinados influir an en el resultado final. La diferencia entre el Naturalismo franc es y el espa~ nol es que el franc es, tal y como lo enuncia Zola, es que la novela deja de ser un mero pasatiempo o entretenimiento; la novela cient fica tiene que convertirse en un estudio de car acter psicol ogico, sociol ogico, econ omico o hist orico, pero en un estudio. Tiene una funci on distinta a la de entretener. Esa idea es aceptada por todos los escritores espa~ noles, pero no aceptar an la filosof a pesimista del Naturalismo franc es, que consideraba que el individuo no era libre, ya que uno no puede eliminar los condicionantes que dirigen su vida. Posiblemente por la influencia de la Iglesia, el naturalista espa~ nol considerar a que el hombre siempre puede imponer su voluntad. En definitiva, el punto de partida m as importante es el enfrentamiento con el mundo contempor aneo, de lo cual eran perfectamente conscientes tanto Gald os como Clar n. Basta con leer, de Gald os, "Observaciones sobre la novela moderna contempor anea" n, "El libre examen" y "La literatura (Europa, 1870) y, de Clar presente" (Solos, 1871) para comprobarlo. Gald os reivindica el arte de la modernidad en un doble sentido: para ellos el arte realista es necesario para conocer el presente y tambi en para el conocimiento retrospectivo (la novela del XIX es fuente de conocimiento, para ellos y para futuras generaciones) 3.1 EL ART ICULO DE COSTUMBRES
Antes de llegar a la novela del XIX hay un g enero en el que la ciudad se convierte en protagonista: el art culo de costumbres. Hay dos elementos importantes en este nuevo g enero: La prensa es un fen omeno eminentemente urbano, aunque posteriormente la forma de difusi on se ampl e. Descripci on de la sociedad urbana La dos grandes figuras del costumbrismo espa~ nol son Larra y Mesonero Romanos. Para definir el costumbrismo hay que partir de las ideas de los propios maestros, aunque no es una manifestaci on genuinamente espa~ nola (es un g enero que se difunde en Francia e Inglaterra: Juuy y Addison, respectivamente). El g enero del art culo de costumbres no est a delimitado con claridad, porque el t ermino costumbrismo no existe en lengua castellana, ni siquiera en el ultimo diccionario que se publica en 1889. Se entend a por costumbrismo aquellas estampas donde
17 se recreaban las manifestaciones escult oricas o arquitect onicas y que comenzaban a difundirse en los peri odicos europeos. Ahora bien, el g enero del art culo de costumbres triunfa durante la epoca del Romanticismo, pero es un g enero que no desaparece a lo largo de todo el XIX, de hecho, en la segunda mitad del siglo hay una segunda etapa de esplendor coincidiendo con la eclosi on de la novela realista. Es un g enero poco definido, con una gran cantidad de escritores dedicados a ese g enero y que, adem as, se desarrolla durante mucho tiempo (desde 1843 hasta la ultima colecci on que conocemos, de 1915. Aspectos que se~ nalan tanto Larra como Mesonero Romanos: Novedad del g enero, ligada al medio desde el que se difunde (el peri odico), porque le da inmediatez al tema. Precisi on y brevedad en la exposici on. Gracia en el estilo. Independencia de una unidad literaria superior (lo que lo diferenciar a de obras de siglos anteriores). Larra a~ nadir a que la novedad del g enero no debe vincularse s olo a la prensa peri odica, sino que radica fundamentalmente del paso del estudio del hombre en general tal cual le da la nata: el hombre conuraleza al estudio del hombre tal y como est creto. Estamos ante una nueva m mesis porque se renuncia a la representaci on del hombre abstracto y cobra inter es "el hombre en combinaci on, en juego con las nuevas y especiales formas de la sociedad". Mesonero Romanos tambi en insistir a en la vinculaci on con el momento presente. El art culo de costumbres comienza a difundirse despu es de la muerte de Fernando VII y vuelve a florecer tras la Constituci on de 1869, por ser dos momentos de progreso que permiten el an alisis y la denuncia. Esto deriva en dos tendencias fundamentales: 1. Hacer gala de la a~ noranza del tiempo perdido (tratan de plasmar todo lo que ven antes de que desaparezca 2. Para contribuir al cambio. 3.2 A Y MENTOR DE LA TRANSFORMACI MESONERO ROMANOS, GUI ON URBAN ISTICA DEL MADRID DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX
Mesonero Romanos escribe en epoca muy temprana Mis ratos perdidos o Ligero bosquejo de Madrid, en el que recoge la descripci on de un recorrido por Madrid del escritor durante los a~ nos de 1820 y 1821. El costumbrismo todav a no ha eclosionado, pero Mesonero ha viajado por Europa y est a al tanto de lo que sucede en la literatura de nuestro entorno (libros de viajes), donde aparece tambi en recogida la imagen de las ciudades. Son
18 libros que relatan el impacto que la contemplaci on de monumentos o de la naturaleza suscita en su interior. Es, pues, el primer acercamiento de Mesonero Romanos al g enero de costumbres y lo centrar a en Madrid. Cada uno de los art culos que configuran ese libro corresponde a un mes del a~ no. En ellos analiza qu e acontecimientos suceden en la capital de Espa~ na, las festividades que se celebran, e ir a relacionando esos eventos con el espacio urbano (v. gr. fiestas de Carnaval y parques, procesiones del Corpus y las calles, etc.), enfoc andolo a quien participa y contempla esos cuadros. De esta manera, el centro de la ciudad siempre estar a acompa~ nado de un an alisis del comportamiento: habr a, pues, una descripci on de tipo moral. En este sentido, la Puerta del Sol constituye una especie de atalaya para analizar una serie de comportamientos vinculados al escenario en el que se producen. Mesonero es un escritor castizo que tratar a de defender lo espa~ nol frente a lo extranjero. Tratan de borrar la imagen anticuada que se tiene de Espa~ na. Para entender bien la perspectiva de Mesonero Romanos (frente a la de Larra) hay que tener en cuenta que, adem as de escritor festivo de art culos de costumbres, interviene directamente en el gobierno del Ayuntamiento de Madrid (como concejal en el a~ no 1846). Antes de ello, dedica mucho tiempo a describir el Madrid f sico: es autor del Manual de Madrid, donde estudia, desde la historia, c omo est a configurada cada una de las calles de la ciudad en los primeros a~ nos del siglo XIX, pero incluso nos da datos como lugares donde se reparten los primeros peri odicos, lugares donde se ajustan los precios para salir de viaje con una calesa, lugares donde paraban todos los carruajes que ten an un itinerario fijo, cu al era el precio de ese viaje, cu antas casas de comidas hab a en Madrid, d onde estaban ubicadas, qu e men us daban, lo que costaba el alojamiento, etc. Todo ello le permitir a posteriormente escribir unos cuadros de costumbres donde la documentaci on es un factor importante. Entre los art culos de Mesonero Romanos que merecen la pena, hay uno denominado "Las costumbres de Madrid" (1832), donde se patentiza esa defensa de lo espa~ nol frente a lo extranjero. "La calle de Toledo" (Mesonero Romanos) { Pura descripci on de la ciudad. Fortunata y Jacinta (Benito P erez Gald os) { La descripci on se adapta al estado an mico de los personajes Ser a muy frecuente realizar las descripciones de las ciudades desde un plano elevado.
19 3.2.1 3.3 LARRA LA CIUDAD BURGUESA EN LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA ESPA~ NOLA. EL MADRID DE GALD OS. LA CIUDAD PROVINCIANA DE CLARIN Y PARDO BAZ AN LA CIUDAD DE LA INDEPENDENCIA LA CIUDAD EN EL ENTRAMADO CULTURAL: CIVILIZACI ON O BARBARIE
3.4 3.5
4.1
LA VISI ON SIMBOLISTA DEL ESPACIO URBANO: EL T OPICO DE LA CIUDAD MUERTA EL MITO DE LA CIUDAD EN LA LITERATURA DE VANGUARDIA LA LITERATURA URBANA DESDE LA D ECADA DEL 50 A NUESTROS D IAS
4.2 4.3
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