TeoriasQueer RevolucionAntropologica PedroAgullo UCV PDF
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LA REVOLUCIN ANTROPOLGICA
DE LAS TEORAS QUEER
Anarqua, subversin y sexualidad sin persona,
ni varn ni mujer
Grado en Filosofa
Presentado por:
D. PEDRO AGULL CANTOS
Dirigido por:
D. RAL EGUA RECUERO
Valencia, a 16 de junio de 2014
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, agradecer a toda mi familia el apoyo y la ayuda que me han
tendido no slo durante este trabajo, sino en mi propia vida, donde he sentido el amor
de Dios a travs de ellos. La convivencia familiar me ha enseado quin soy y me ha
mostrado mi vocacin como hombre. Por eso, Jos Mara y Catalina, mis padres, Jess,
Pablo, Mara, Jos Manuel, Javier, Julio e Isabel, mis hermanos, son todos ellos, en
cierta manera, artfices de este trabajo. Realmente son un don de Dios.
Por supuesto, agradecer inmensamente el gran servicio que ha realizado Ral
Egua a lo largo de toda la investigacin y la elaboracin del trabajo. Ha sido prodigioso,
como un ngel, y as lo he vivido.
Creo que es justo agradecer tambin a todos los profesores de la Universidad
Catlica de Valencia su servicio como docentes. En ellos lo acadmico ha ido siempre
acompaado de lo humano, lo verdaderamente valioso, la persona.
NDICE
NDICE .............................................................................................................................9
I. INTRODUCCIN .......................................................................................................11
II. OBJETIVOS .............................................................................................................. 19
III. ORGENES DE LAS TEORAS QUEER ............................................................... 23
3.1. NIETZSCHE Y EL FIN DE LA VERDAD......................................................25
3.2. EL EXISTENCIALISMO DE SARTRE: LA EXISTENCIA PRECEDE A LA
ESENCIA. CREACIN DE LA IDENTIDAD PERSONAL ................................ 31
3.3. EL FEMINISMO Y DE BEAUVOIR: MUJER NO SE NACE, SE
LLEGA A SER ........................................................................................................ 37
3.4. FOUCAULT. PODER Y PLACER COMO RESISTENCIA. ..........................42
3.5. DELEUZE Y GUATTARI: ESQUIZOANLISIS, RIZOMA Y
HOMOSEXUALIDAD COMO VERDAD. ........................................................ 52
3.6. DERRIDA: DECONSTRUYENDO LA VERDAD .........................................57
3.7. PILARES SOBRE LOS QUE SOSTENER UNA REVOLUCIN
ANTROPOLGICA. .............................................................................................. 61
IV. DEFINICIN DE LAS TEORAS QUEER ............................................................ 65
4.1. EL TRMINO QUEER, APROPIACIN Y REASIGNACIN DEL
INSULTO ................................................................................................................ 71
4.2. EL FIN DE LAS DICOTOMAS......................................................................74
4.3. IDENTIDAD SEXUAL: EL CONCEPTO DE PERFORMATIVIDAD .........85
4.4. DESACREDITACIN DE LA CIENCIA .......................................................91
4.5. MASCULINIDAD Y FEMINIDAD DESDIBUJADAS ..................................99
V. LA IGLESIA ANTE LAS TEORAS QUEER ....................................................... 105
9
10
I. INTRODUCCIN
1. INTRODUCCIN
Un personaje artsticamente construido llamado Conchita Wurst acaba de
ganar Eurovisin 2014. Hay quien le llama la mujer barbuda, y es que presenta una
esttica muy confusa, casi andrgina: aunque se le adivinan ciertos rasgos fsicos
masculinos, tiene aspecto de mujer y viste como una mujer, sin embargo, presenta una
poblada barba perfectamente perfilada. Pocas veces se haba visto algo similar en un
evento con tanta repercusin meditica. Enseguida nos preguntamos: quin es este
personaje?, hay algo detrs de su esttica?, podemos decir que sea ni hombre ni mujer?
No nos importa tanto el personaje mismo como aquello que pueda haber detrs
de l, y es que, efectivamente, hay toda una serie de teoras que sustentan esa esttica
que juega a invertir los papeles naturales y a solapar artificialmente lo propiamente
masculino con lo femenino. En estas teoras, desde la filosofa, encontramos algn texto
significativo que nos aclara la posicin tomada por el artista:
La poltica de multitudes queer no se basa en una identidad natural [] sino
en una multiplicidad de cuerpos que se alzan contra los regmenes que les
construyen como normales o anormales: son los drag-kings, las bolleras,
las mujeres barbudas [...]1.
Como vemos, tras la imagen de mujer barbuda, s hay realmente una
teorizacin que lo sustenta. Se trata de una nueva antropologa, una revolucin
antropolgica que se est llevando a cabo desde la ideologa de gnero, en su cara ms
actual, las teoras queer. De hecho, el texto anteriormente citado, es de Beatriz Preciado,
una de las tericas queer fundamentales, como posteriormente veremos.
Pero, qu es eso de teoras queer? Las teoras queer se basan en dos postulados:
1. No slo el gnero, tambin el sexo es una construccin social.
2. La identidad es performativa, esto es, que como no se puede basar en
aspectos fijos como son los naturales (varn y mujer), la identidad es mvil,
cambiante con respecto al momento y a lo que yo haga. Lo que importa es el
acto en s. De esta forma, si siendo varn me relaciono sexualmente con otro
1
13
Este nueva ttulo intenta abrir el crculo del clsico LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) e
incorporar otras identidades, muchas otras, comprendidas con las designaciones de intersexual y
asexual, pero especialmente con la de queer. Se trata del conocido LGTBQIA.
3
http://www.nytimes.com/2013/01/10/fashion/generation-lgbtqia.html.
4
Ver en: http://time.com/68033/justin-bieber-slips-in-time-100-poll/.
14
agender (agnero, sin gnero) hasta other (otro) o gender variant (gnero variante)
pasando, desde luego, por genderqueer (gnero queer) 5. Esto quiere decir que un
adolescente de 13 aos que entre por primera vez en facebook (en los E.E.U.U.), para
construir su perfil de identidad tendr que elegir dentro de la categora gnero la
opcin personalizar (custom) y ah elegir entre 56 opciones posibles (ver Anexo 1).
Para el desarrollo y el lanzamiento de esta nuevas opciones que se expanden ms
all de las definiciones de slo hombre o mujer como citaba la propia organizacin
Facebook en su cuenta de Facebook Diversity, han contado con el asesoramiento y la
ayuda de GLAAD (Gay & Lesbian Alliance Against Defamation), organizacin LGTB
americana que trabaja dentro de los medios de comunicacin. Allison Palmer,
exvicepresidenta de campaas y programas GLAAD, escriba:
Haciendo este cambio Facebook la mayor plataforma social del mundo con
ms de 1.200 millones de usuarios en todo el mundo ha implantado un
estndar para otras compaas tecnolgicas y plataformas que ofrecen perfiles
personales6.
Cul ser el impacto en los medios?, cul es el impacto social de esta medida?,
cul es su impacto cultural?, cul es el impacto en los nios y adolescentes?
Los casos que materializan las teoras queer no acaban aqu. Los antes citados
tienen un gran peso debido al imperio econmico y a las influencias que tienen tanto
Facebook como la revista Time. Sin embargo, la revolucin antropolgica ya ha llegado
a las instituciones estatales. Es el caso del australiano Norrie May-Welby, un varn que
pas por todos los procedimientos de reasignacin de sexo (que incluye la
esterilizacin) para dcadas despus arrepentirse y construirse dentro de una categora
andrgina. En la actualidad ha conseguido ser reconocido oficialmente como la primera
persona del mundo con sexo no especificado. l mismo dice:
Aquellos conceptos, hombre o mujer, no se ajustan en m, no son mi realidad
actual y si se me aplican son ficticios. A los 48 aos de edad, estoy menos
15
http://www.thescavenger.net/glbsgdq/my-journey-to-getting-a-sex-not-specified-document-86598207.html.
8
Benedicto XVI, Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo de las
felicitaciones de Navidad, 21.XII.2012.
16
17
II. OBJETIVOS
2. OBJETIVOS
1. Realizar una definicin general de las teoras queer. Tambin de los orgenes
filosficas de las mismas.
2. Advertir qu es lo que suponen realmente las teoras queer. Se trata tan slo de
unas teoras filosficas y sociolgicas aisladas o tienen un impacto hoy en cada
uno de nosotros y en el contexto en el que vivimos tanto (educativo, jurdico,
religioso, laboral)?
3. Mostrar los objetivos y el fin ltimo de las teoras queer.
4. Advertir los errores y las dificultades antropolgicas y ontolgicas de las teoras
queer, si los hubiera.
5. Dar a conocer las teoras queer en el mbito de la Iglesia y descubrir las lagunas
que puedan haber en el pensamiento cristiano con respecto a la identidad sexual:
masculinidad y feminidad.
21
por la renuncia (de uno mismo, de placeres, de ciertos bienes, etc.). Es cuando
Nietzsche rompe todo tipo de contacto con el msico al que previamente tanto am
como l mismo lleg a asegurar. Ms tarde, llegar a descalificarlo de desesperado
dcadent putrefacto en Nietzsche contra Wagner.
En 1879 consigue un puesto de profesor de filologa clsica en la Universidad de
Basilea. En esta misma universidad conseguir el doctorado en filosofa sin examen,
gracias a escritos anteriormente publicados. All mismo publica El origen de la tragedia,
sobre la esttica de la Grecia Clsica aunque con tintes de crtica moral.
Cuando estalla la Guerra entre Prusia y Austria marcha al frente como enfermero.
Pronto es rechazado por su endeble salud y por problemas de vista. Asimismo, contrae
difteria y disentera: males que arrastrar toda su vida.
A partir de entonces Nietzsche pasar por diferentes residencias (en Venecia,
Gnova, Suiza) buscando condiciones ms saludables para su condicin enfermiza.
De este perodo son fruto obras como Consideraciones intempestivas, Humano,
demasiado humano o La gaya ciencia. Pero su obra clave, la que por antonomasia
quedar para la posteridad, As habl Zaratustra, no es escrita hasta sufrir un verdadero
desengao. Nietzsche se enamor de una joven escritora, la rusa Lou Andreas-Salom,
quien rechaz. Acontecimiento que marc su vida para siempre con tendencias
depresivas e incluso suicidas. Finalmente, composiciones ms crticas y radicales son
escritas en los ltimos perodos de su vida, momentos en los que poco a poco enfermaba
ms todava. Se trata de Ms all del bien y del mal, La voluntad de poder, La
genealoga de la moral, El Anticristo, Ecce Homo y algunas otras de menor importancia.
Podemos decir, sin lugar a dudas, que el superhombre que Nietzsche anhelaba
no tuvo como referencia a s mismo, al menos en cuanto a su vigor fsico. Sabemos que
fue un hombre que durante toda su vida, desde bien joven y hasta los ltimos das,
sufri por enfermedades diversas. De modo que, tras verse incapacitado para la batalla
entiende que su lucha no est en el frente, sino en los escritos, en el pensamiento9.
Vemos que conforme disminuy su salud fsica y mental aument su radicalidad
filosfica: el clmax lo alcanza con su Zaratustra. No obstante, el contenido
9
Cf. De Marco, D. (2007). Friedrich Nietzsche. En Wiker, D., B., & De Marco, D., (Ed.) Arquitectos de
la cultura de la muerte. Madrid: Ciudadela.
26
Nietzsche, F. & Vaihinger, H. (1996). Sobre verdad y mentira. Madrid: Tecnos (p.12).
bid., p. 10.
27
bid., p. 12.
Frster-Nietzsche, E. (1959). The young Nietzsche. Londres: William Heinemann.
14
Cf. Nietzsche, F. (1997). De las tres transformaciones. En (Ed.) As habl Zaratustra. Madrid: Tecnos.
13
28
15
Cf. Bonnewijn, O. (2006). Mandamiento y amor. De Friedrich Nietzsche a Benedicto XVI. En Melina,
L. & Anderson, C., A. (Ed.) La Va del Amor. Reflexiones en torno a la Encclica Deus caritas est de
Benedicto XVI. Burgos: Monte Carmelo.
16
Nietzsche, F. (1979). La genealoga de la moral. Madrid: Alianza (p. 52).
17
Ortiz, E. (2003). tica de la sexualidad y sociedad pluralista. En B. Marengo & B. Ognibeni (Ed.)
Dialoghi sul mistero nuziale. Roma: Lateran University Press (pp.229-238).
29
de la sfilis. En esa progresin, sin entrar a valorar si como causa o como consecuencia,
su pensamiento se radicaliz hacia el rechazo de la autoridad y hacia un notable
individualismo relativista. Al borde de la locura escribi La genealoga de la moral
(1887) y Ecce Homo (1888), en las que se aprecia que la enfermedad supuso una
sbita cada en picado [] desde el pensamiento ms avanzado de su tiempo a la ms
desesperada demencia 18 . Esta locura slo fue soportada por su madre, Franziska
Oehler Nietzsche, mujer conmovedoramente sencilla, conmovedoramente creyente,
conmovedoramente tierna 19 , quien estuvo a su lado de manera incondicional.
Franziska mantuvo una correspondencia fluida (60 cartas) con el matrimonio Franz e
Ida Overbeck, cartas que segn el escritor austriaco Stefan Zweig constituyen uno de
los documentos ms conmovedores de la historia del espritu20.
Es interesante detenerse en algunas de las palabras que escribe Franziska a un
hijo, su hijo, que fue educado con espritu de camello, quiso transformarse en len y
luego en nuevo ser que dice s a la vida matando en el camino a Dios:
Una debe tener paciencia y confiar en la gracia y misericordia de Dios, que no
nos abandona 21.
Franziska, que desconoca la obra de su hijo, comenz a leerla y profundizar en
ella mientras le cuidaba:
me afecta mucho [As habl Zaratustra], en la medida en que los cimientos de
nuestras creencias se tambalean, y al final, incluso, podra resentirse el amor
que siento hacia un caballero tan querido y un hijo tan amado22.
Nietzsche, aunque tambalea los cimientos de su madre, no llega a dividir en dos
su historia, y en su ltima carta Franziska escribe:
Alabado sea Dios slo por haberme permitido hasta ahora prodigar los
cuidados a mi hijo []. l sigue siendo mi melanclica alegra23.
18
Hayden, D. (2003). Pox: Genius, Madness, and the Mystery of Syphilis. New York: Basic Books.
Zweig, S. y Friedenthal, R. (1959). Tiempo y Mundo. Impresiones y Ensayos (1904-1940). Barcelona:
Juventud.
20
bid.
21
bid.
22
Nietzsche, F. O. (2008). Carta del 15/4/1891. En (Ed.) Mi melanclica alegra. Cartas de la madre de
Nietzsche a Franz e Ida Overbeck. Madrid: Siete Mares.
19
30
Carta del 2/7/1896. Nietzsche, F. O. (2008). Mi melanclica alegra. Cartas de la madre de Nietzsche a
Franz e Ida Overbeck. Madrid: Siete Mares.
24
bid.
31
jams como otro distinto de otro ser; no puede mantener relacin alguna con lo
otro. Es indefinidamente l mismo y se agota sindolo25.
Frente a esta existencia del ser-en-s, privada de libertad, pues no puede ser otra
cosa que lo que es, se trata de una existencia totalmente determinada y jams lo distinto,
Sartre presenta el ser-para-s, que supone la existencia propia de la conciencia. La
conciencia, por su parte, siempre est referida a algo, tal cual lo expresa la
fenomenologa: ser-para-s implica complementariamente un ser-para-otro26, esto es,
estar referido a un objeto de conciencia.
La conciencia, al presuponer siempre conciencia de algo, se identifica
continuamente con el en-s, con los objetos. Es en esta identificacin cuando advierte
que ella (la conciencia) no es ninguna de esas cosas, lo que implica que la conciencia
constantemente advierta lo que, efectivamente, no es, y no tanto lo que s es. La
conciencia se acerca al en-s pero distancindose continuamente al negar su
identificacin con el objeto. La distancia que se genera en la negacin del en-s por
parte de la conciencia es lo que llamar la nada27.
Encontramos aqu la base de su dualismo, y es que para Sartre el ser humano es
conciencia, nunca ser-en-s. De modo que la dimensin material del hombre (el cuerpo)
queda, al menos, reducida a un segundo plano, ser pura casualidad. El existencialista
revive el dualismo cartesiano donde el cuerpo no forma parte del verdadero yo, pues
se trata de un sustancia distinta (res extensa) de la que sera el verdadero yo (res
cogitans). Sartre conduce esta idea a sus mximas consecuencias y propone una
concepcin antagnica de la conciencia con el mundo material, incluido el cuerpo28.
Desprecia notablemente lo corporal porque no forma parte de la ontologa de la
conciencia: esto es, que no forma parte de lo que es realmente el ser humano.
La estructura particular del sexo (tero, trompas, ovarios, etc.) son del
dominio de la contingencia absoluta y no pertenecen en modo alguno a la
ontologa de la conciencia o del Dasein [] Puede decirse que el problema
25
32
29
33
plenamente atea.
2)
32
34
35
35
Sartre abre la puerta del construccionismo que aos ms tarde, cuando se hable
de postmodernidad, se consolidar. Y es que si el hombre no tiene naturaleza, no habr
ninguna actuacin o tendencia natural. Lo social, por tanto, ser artificial. De ah que
para Sartre el hombre, sin ningn apoyo ni socorro, est condenado a cada instante a
inventar al hombre38.
Por otro lado, hay que remarcar el fuerte dualismo de Sartre. La confrontacin
entre las dos formas de existencia (ser-en-s/ser-para-s) hace que el filsofo francs
subordine una de ellas, en este caso, la existencia material. Evidentemente, como
remarca Sartre, se antepone la conciencia al cuerpo: mi verdadero yo ser la mente. Y
ya sabemos que la conciencia sartreana es indeterminada, por lo que podr adquirir
cualquier identidad con total independencia del propio cuerpo.
Finalmente, la libertad es para el autor la clave antropolgica, pero es una
libertad radicalizada y mal entendida, donde el mero hecho de elegir libremente ya
parece ser la propia finalidad de tal eleccin. No cabe alternativa con respecto a una
nocin antropolgica en la que no hay proyecto previo, en la que no hay origen. No
obstante, incluso esta misma idea radical de libertad, que en principio parece positiva,
esconde una negatividad profunda, pues hasta dnde alcanza mi libertad? Sartre
responder que hasta el prjimo porque es el otro quien impone lmites a mis
pretensiones de libertad absoluta. Sartre vivir con cierto dramatismo el conflicto de
libertades entre individuos y as lo expresa por boca de su personaje teatral Garcin
cuando afirme el infierno son los dems39.
Considerar que las pretensiones de uno mismo son limitadas por los otros; y en
este sentido muestra cierto desagrado por el prjimo y un alto grado de insociabilidad,
por lo que es comprensible que piense que es absurdo que hayamos nacido, es absurdo
que muramos40.
38
bid., p. 69.
Sartre, J. P. (2004). A puerta cerrada; la puta respetuosa. Buenos Aires: Losada.
40
Sartre, J. P. (1968). El ser y la nada. Buenos Aires: Losada (p. 335).
39
36
Cf. Varela, N. (2014). La primera ola. Comienza la polmica. En (Ed.) Feminismo para principiantes.
Barcelona: Ediciones B (pp. 23-43).
42
Torralbo, A. (2011). El rol de la mujer en el Cdigo Civil. (Tesis Fin Mster). Universidad de
Salamanca, Salamanca.
37
en la misma lnea jurdica que la primera. Se trata de las sufragistas, quienes reclamaban
diferentes derechos, el ms destacado entre ellos, el voto. Fruto de estas peticiones ser
la Declaracin de Seneca Falls (1848), que supone la primera convencin sobre los
derechos de la mujer en E.E.U.U. La declaracin se sita en un plano ms amplio que el
meramente poltico, exige todos los derechos jurdicos y civiles de los que gozaban los
hombres43.
El sufragismo pasa a Inglaterra en 1851, pero hasta 1917 no ser aceptado el
voto femenino. Para que esto se consiguiera fueron claves personajes de la talla de John
Stuart Mill, gran aliado de las sufragistas. El filsofo britnico escribi La sujecin de
la mujer donde reclamaba la libertad de la mujer, especialmente en el matrimonio, ya
que en cuestiones laborales era ms restrictivo 44 . La persecucin del voto femenino
conllev duros enfrentamientos que pasaron del mbito terico al prctico mediante la
lucha directa. Hay numerosos casos de encarcelaciones de sufragistas debido a
manifestaciones, ataques terroristas, etc. El caso ms sonado fue el de Emily Wilding
Davison, una joven sufragista que falleci en el hipdromo de Epsom Downs delante
del Rey de Inglaterra durante una protesta 45 . No obstante, tras todo el esfuerzo
sufragista tuvieron que esperar a que finalizara la I Guerra Mundial para que en
Inglaterra la mujer pudiera votar. Esto se debi a la funcin de la mujer durante la gran
guerra: mientras los hombres marcharon al frente, las mujeres mantuvieron la economa
fabril con su trabajo. Gracias, en parte, a esto, el Rey Jorge V acept el sufragio
femenino en 1917.
La cuestin del feminismo fue enfrindose con el tiempo ya que pareca que las
mujeres gozaban de un estatus similar al de los varones. Durante el perodo de
entreguerras no se realizaron escritos relevantes, tampoco hubo un activismo a tener en
cuenta.
No es hasta mediados del siglo XX, con la aparicin de Simone de Beauvoir,
cuando la cuestin feminista retoma el pulso social. La propuesta de la francesa es
difcil de situar debido a que se sita entre la segunda y la tercera ola feminista sin
identificarse totalmente con alguna: demasiado avanzada para las sufragistas, pues va
43
Miyares, A. (1999). 1848: El manifiesto de Seneca Falls. Revista Leviatn, (75), 135-158.
Cf. Varela, N. (2014). John Stuart Mill: el marido de la feminista. En (Ed.) Feminismo para
principiantes. Barcelona: Ediciones B (58-66).
45
Cf. Idid., p. 43-57.
44
38
ms all de lo jurdico y civil, pero todava es precursora del feminismo radical o del de
gnero.
La francesa Simone de Beauvoir se nutre de los planteamientos del que fue su
pareja, Jean-Paul Sartre. Utiliza el existencialismo de ste para llegar a la ya mtica frase
para el movimiento feminista: On ne nat pas femme: on le devient46 (no se nace
mujer: llega una a serlo). Frase que prcticamente sintetiza su pensamiento en la obra El
segundo sexo, donde realiza un anlisis de la mujer en todos sus mbitos y funciones. Es
en esta obra donde la autora se orienta decididamente hacia el feminismo, pues antes no
se calificaba abiertamente como tal47.
En El segundo sexo, Beauvoir parte de una idea sobre la que ya haba pensado
anteriormente (en Para qu la accin?), se trata de la categora de otro. Esta nocin,
segn ella, est presente histricamente en todos los mbitos sociales. Pone el ejemplo
de las sociedades antiguas, donde sus mitologas siempre presentaban conceptos bsicos
contrapuestos que suponan la dualidad que es la de lo Mismo y lo Otro 48 . Esto
quiere decir que el grupo social se auto-conceba como unidad, cada individuo era
integrante del cuerpo social. De esta idea naca la idea de lo otro, tan necesaria como
la primera, que designaba a todo aquel individuo ajeno al grupo. Dicha contraposicin
sera bsica para un grupo social. Pues bien, esto mismo suceda, segn Beauvoir, en la
sociedad del momento: en la sociedad y la cultura del siglo XX el grupo social de los
varones se auto-conceba como el mismo mientras que el grupo de las mujeres era
entendido como lo otro. El problema no surge con dicha identificacin de la mujer por
parte del varn, sino de la no reciprocidad en el uso del concepto, pues no retornaba
dirigido a los varones. Como dice T. Lpez Pardina a propsito de Beauvoir, si
consideramos que el concepto de otro se usa legtimamente cuando se usa
recprocamente como en la antropologa podramos decir que en el caso de la mujer
se usa ilegtimamente porque no implica reciprocidad, sino inferioridad49.
Ahora bien, desde la perspectiva de Simone de Beauvoir, el concebir a la mujer
como la otra tena implicaciones ms all de una simple identificacin grupal. En este
46
De Beauvoir, S. (1976). Le Deuxime Sexe, tome II. Paris: Gallimard (p. 13).
Cf. Varela, N. (2014). Simone de Bauvoir: no se nace mujer, se llega a serlo. En (Ed.) Feminismo
para principiantes. Barcelona: Ediciones B (pp. 82-87).
48
Beauvoir, S. (1998). El segundo sexo. II. La experiencia vivida. Madrid: Ctedra (p. 51).
49
Lpez, T. (2000). La nocin de sujeto en el humanismo existencialista. En Celia Amors (Ed.)
Feminismo y filosofa. Madrid: Sntesis (p. 200).
47
39
50
Beauvoir, S. (1998). El segundo sexo. II. La experiencia vivida. Madrid: Ctedra (p. 63).
Cf. Lpez, T. (2000). La nocin de sujeto en el humanismo existencialista. En Celia Amors (Ed.)
Feminismo y filosofa. Madrid: Sntesis.
52
bid.
51
40
53
54
Beauvoir, S. (1998). El segundo sexo. II. La experiencia vivida. Madrid: Ctedra (p. 13).
Beauvoir, S. (1967). Memorias de una joven informal. Buenos Aires: Editorial Sudamericana (p. 43).
41
55
43
relaciones entre parejas58 dir Foucault. Las relaciones de poder estaran arraigadas
en el tejido social, de lo que obtiene las siguientes caractersticas:
-
de poder que se dan en grupos como la familia, por ejemplo, sostienen el poder de las
grandes instituciones.
-
objetivo.
-
Estas son las caractersticas que da del poder en el primer tomo de Historia de la
sexualidad59. Con ellas quiere decir que no existe el poder como concepto abstracto al
que algunos, los poderosos, pueden recurrir. No. El poder simplemente se ejerce en cada
relacin porque es intrnseco a stas. Pero, qu es el poder en s?; cuando yo ejerzo el
poder, qu estoy ejerciendo realmente? Foucault lo define as:
por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de
fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son
constitutivas de su organizacin; el juego que por medio de las luchas y
enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte; los apoyos
que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo que
formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos, las contradicciones
que aslan a unas de otras; las estrategias, por ltimo, que las tornan efectivas,
y cuyo dibujo general o cristalizacin institucional toma forma en los aparatos
estatales, en la formulacin de la ley, en las hegemonas sociales60.
58
44
61
45
Nuestra sociedad tendra, segn el filsofo francs, un discurso en cada materia como
en las antes mencionadas que se presentan como verdad configurando nuestra
concepcin del mundo. Y no slo eso, sino que tambin nos configura a nosotros
mismos (nuestra sexualidad, nuestra familia, etc.). En este punto se da una doble
dinmica: el saber garantiza la continuidad del poder, dotndolo de mayor fuerza y
produciendo una sociedad acorde con l; al mismo tiempo, el poder desarrolla nuevos
saberes dentro de cada discurso. Es una dinmica de afianzamiento del poder.
Foucault defini los modos en que se ejerce el poder: en primer lugar, a travs
de distintas clasificaciones, como la del loco, aquel que se opone a la racionalidad que
supuestamente poseera el dominador. Quien no piensa con la razn del Estado es
calificado de loco y encerrado en un psiquitrico. Esta idea queda bien recogida en su
Historia de la locura en la poca clsica. Por otro lado, entender que el poder tiene un
punto clave en las crceles. Se trata de una nueva clasificacin. Quien tiene la razn
absoluta conoce el bien y el mal, por lo que posee la ley. De ah su obra Vigilar y
castigar en la que presenta el modo de ejercer el dispositivo carcelario. Estos son dos
bloques de poder elementales, a los que cabe aadir un tercero que para Foucault es
todava ms importante, el de la sexualidad. Es la parte que ms interesa para este
trabajo.
Estos tres modos o vas de ejercer el poder, nos dir, han sido controlados por lo
que denomina poder pastoral, el cual es el mayor entramado social desde el que se
controla cualquier relacin saber-poder y que se encarga de guiar al pueblo a un destino
(la salvacin, el bienestar). Se trata de la jerarqua de todas las relaciones de poder, y
que, por ello, dota de sentido a las dems relaciones de poder. Tradicionalmente era
ejercido por las instituciones eclesisticas, donde la finalidad (el sentido) era la
salvacin del rebao, de los fieles, pero ahora se encuentra en manos de otras
instituciones, como la polica y el ejrcito, las escuelas y las universidades, el hospital
esto es, de instituciones estatales65. El Estado, pues, ordena todo el entramado social y
personal basndose en verdades transmitidas por discursos. Verdades que, desde luego,
deben ser aceptadas por todos los ciudadanos.
Llegados a este punto, vemos que la nocin del autor se basa en que la verdad es
un producto cultural porque depende de esas instituciones que proporcionan discursos
65
Cf. Foucault, M. (1988). El sujeto y el poder. Revista mexicana de sociologa, 50(3), 3-20.
46
variables con el paso del tiempo. Aqu no se refiere solamente a la verdad poltica, o del
tipo concreto que sea, sino a todo el conocimiento que una sociedad puede poseer,
incluido el cientfico y el mdico. Tanto es as que para Foucault el SIDA era solamente
una construccin social con la finalidad de etiquetar y condenar a las personas con
atraccin por el mismo sexo. Paradjicamente, Foucault muri por consecuencias
relacionadas con el SIDA en 1984, ms concretamente en el Hospital de Salptrire, la
organizacin que apareca en su texto Locura y civilizacin: una historia de la locura
en la edad de la razn (1961), y donde fue ingresado con problemas neurolgicos
debidos a una septicemia (infeccin generaliza) como consecuencia de su sistema
inmune suprimido por causa del VIH66.
Durante mucho tiempo neg que el SIDA fuera una enfermedad real y biolgica.
No fue hasta los ltimos das de su vida, cuando comenz a entender que se mora, que
estaba realmente enfermo independientemente de la calificacin que esa enfermedad
tuviera para la sociedad del momento. Todava entonces quitaba peso y justificaba su
enfermedad diciendo:
Cmo me puede dar miedo el SIDA cuando puedo morir en un coche? Si el
sexo con un chico me produce placer67.
Por otro lado, aunque en la misma lnea, el construccionismo social que
promulga Foucault es de tal calibre que ya no slo entiende que construya discursos a
modo de verdades absolutas, sino que adems individualiza a las personas. Nos dice:
quisiera destacar el hecho de que el poder del Estado (y esta es una de las razones de
su fuerza) es una forma de poder individualizadora 68 . Individualizacin hace aqu
referencia a una forma concreta de ser individuo, por ejemplo: blanco, clase media,
heterosexual, etc. Por tanto, y siguiendo este razonamiento, el poder produce
continuamente la manera en la que somos en esta sociedad. Dicha forma de ser entrara
ms all de las categoras individualizadoras y conformara las prcticas tanto sociales
como personales, donde se encuentran las sexuales, siendo stas las que ms nos
interesa, por la repercusin para las teoras queer.
66
47
Foucault, M. (1995). Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI (pp. 8687).
70
Foucault, M. (1988). El sujeto y el poder. Revista mexicana de sociologa, 50(3), 3-20.
71
Foucault, M. (1995). Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI (p. 198).
72
Cf. Idid., p. 76-91.
73
bid., p. 88.
74
Cf. Foucault, M. (1997). Libertad y verdad. En (Ed.) Historia de la sexualidad. 2. El uso de los
placeres. Madrid: Siglo XXI (pp. 76-91).
48
bid., p. 83.
Cf. Foucault, M. (1995).Scientia sexualis. En (Ed.) Historia de la sexualidad. 1. LA voluntad de saber.
Madrid: Siglo XXI.
77
Foucault, M. (1995). Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI (p. 71).
76
49
autor, donde parece no haber escapatoria de las estructuras de poder: ha sido sta una de
las objeciones ms frecuentes78 contra Foucault. En primer lugar, el francs entiende
que es posible la resistencia, y que conocer el poder (qu es, cmo se ejerce, etc.) y las
variaciones del poder es bsico para tal accin. Es necesario distinguir contra qu poder
se lucha. No se combate contra formas racistas, sociales o religiosas de poder propias de
la Edad Media, tampoco contra la explotacin laboral y econmica del siglo XIX, sino
contra el poder estatal79. El Estado es ahora el responsable de la subjetivacin y de la
totalizacin, y por ello del domino. Una vez desenmascarado el poder, cabe preguntarse
por la accin de resistencia. Para conocer cmo son esas luchas de resistencia ante el
poder de dominacin, Foucault aporta seis claves80:
1-
puedan haber consecuencias, son siempre secundarias no entran en las metas principales.
3-
cercano e instantneamente.
4-
Cf. Acanda, J. L. (2012). Poder y revolucin: claves para asimilar a Foucault. Recerca. Revista de
pensament i anlisi, (1), 69-93.
79
Cf. Castro, E. (2004). Lucha. En (Ed.) El vocabulario de Michel Foucault. Quilmes: Editorial
Universidad Nacional de Quilmes.
80
Cf. Foucault, M. (1988). El sujeto y el poder. Revista mexicana de sociologa, 50(3), 3-20.
50
necesario para que se diera la finalidad del sexo, a saber, la procreacin dentro del
matrimonio. Esta moral, heredada por el Estado Moderno, es contra la que lucha
Foucault. En este sentido, propone una inversin de esta cosmovisin: poner el placer
como punto central del sexo y, en consecuencia, de la persona recordemos que para
Foucault la sexualidad subjetiviza al individuo.
El placer debe tambin formar parte de nuestra cultura. Est en ella pero debe
integrarse mejor en ella y no de manera vergonzante. Es muy interesante
observar, por ejemplo, que, desde hace siglos, las personas en general y
tambin los mdicos, los psiquiatras y hasta los movimientos de liberacin han
hablado siempre de deseo, pero nunca de placer. As afirman: Debemos
liberar nuestros deseos. No! Debemos crear nuevos placeres, y entonces
acaso surja en deseo y se engendren otros deseos81.
Hasta tal punto sita al placer como centro de la vida del hombre que lo llevar
ms all de las relaciones sexuales, proponiendo experimentar con buenas drogas
capaces de inducir placeres intensos 82 . l mismo no dud en experimentar
ampliamente con las drogas, aunque le proporcionaban una intensidad de placer que,
paradjicamente, l la encontraba en la moderacin83. En una entrevista aade:
Debemos estudiar las drogas en general y en este sentido, probar las drogas;
producir buenas drogas, susceptibles de poner al sujeto en condiciones de
experimentar un placer ms intenso, drogas capaces de inducir placeres
intensos sin poner en peligro la vida del sujeto y sin perjudicar su salud84.
En la entrevista zanja el tema de las drogas tachando de puritanismo o de
personas pudibundas que no toleran que otros disfruten a quienes no concuerdan con
su propuesta.
El placer es el centro de la resistencia foucaultiana. Adems, entiende que el
placer se obtiene, principalmente, de prcticas sexuales, en las cuales la relacin de
poder se da directamente en las personas implicadas. De este modo, cabe la posibilidad
81
Gallagher, B. & Wilson, A. (1982). Michel Foucault, an Interview: Sex, Power and the Politics of
Identity. The Advocate, 400 (7), 26-58.
82
bid.
83
Macey, D. (1995). Las vidas de Michel Foucault. Madrid: Ctedra (p. 454).
84
Gallagher, B. & Wilson, A. (1982). Michel Foucault, an Interview: Sex, Power and the Politics of
Identity. The Advocate, 400 (7), 26-58.
51
53
89
bid., p. 22.
Deleuze, G. & Guattari, F. (1985). El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Barcelona: Paids (p.
95).
91
Cf. Laplanche, J. &Pontalis, J. B. (2007). Diccionario de psicoanlisis. Barcelona: Paids (p. 67).
92
Schrer, R., &Proust, M. (1998). Deleuze y la cuestin homosexual. Una va no platnica de la
verdad. Debate feminista, 18, 355.
90
54
sobre
la
verdad,
como
veremos
posteriormente.
Con
todo,
si
93
55
molecular como trmino referido a todo aquel que, en principio, tiene una identidad
heterosexual.
Estadsticamente o molarmente somos heterosexuales, pero personalmente
homosexuales, sin saberlo o sabindolo, y por ltimo somos trans-sexuados,
elementalmente o molecularmente97.
Y apuntarn que frente a la homosexualidad habitual varones atrados
exclusivamente por varones; y mujeres por mujeres, la homosexualidad molecular es:
no una homosexualidad global y especfica donde los hombres se dirigen a los
hombres y las mujeres a las mujeres separados en series, sino una
homosexualidad local y no especfica en la que el hombre busca lo que hay de
hombre en la mujer y la mujer busca lo que hay de mujer en el hombre98.
Deleuze, en concreto, se inclua dentro de la homosexualidad molecular. Sin
embargo, le llovieron muchas crticas por esto mismo, por defender la homosexualidad
y escribir sobre ella sin ser homosexual. Pero seguira manteniendo que la
homosexualidad es el punto central de la verdad, tal y como lo expresa su discpulo
Shrer:
Para el que busca la verdad, los signos son [siempre] implcitos y los
sentidos enrollados [aqu cita al propio Deleuze99] y la homosexualidad es el
centro, el hogar de ellos. Por eso es problemtica o mejor an, atae al
problema mismo de la filosofa: la relacin del ser con la apariencia y con los
signos, el enrollo y desarrollo de la idea. [] La homosexualidad [para
Deleuze] asume una funcin de verdad100.
Y as, en la Lgica del deseo, (Logique du sens), Deleuze sita al homosexual
en el centro de la tormenta esquizo-filosfica:
la filosofa colocada bajo el signo de la dispersin, de una esquizofrenia que
propone el doble rostro de un Dionisio impasible y glorioso y del Dionisio
97
Deleuze, G. & Guattari, F. (1985). El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Barcelona: Paids (p.
76).
98
bid., pp. 142-143.
99
Deleuze, G. (1985). Proust y los Signos. Barcelona: Anagrama.
100
Schrer, R., & Proust, M. (1998). Deleuze y la cuestin homosexual. Una va no platnica de la
verdad. Debate feminista, 18, 355.
56
social
diferentes
niveles
(antropolgico,
epistemolgico,
religioso).
El concepto acto de habla fue acuado por Austin en la dcada de los 50. John
Austin, filsofo britnico, trabaj para el Servicio secreto de su nacin durante la II
Guerra Mundial y la Guerra fra, gracias a ello descubre que las palabras no slo
describen cosas, sino que hacen cosas. En este sentido l diferencia entre la dimensin
ejecutiva y la dimensin realizativa del lenguaje. El trmino realizativo se traduce de la
palabra inglesa performative, aunque en las traducciones al castellano por parte de los
tericos queer se utilizar performativo o performativa. En esta lnea, Austin dir que la
tradicin filosfica del lenguaje ha desatendido la parte realizativa (performative) del
lenguaje, pues se han centrado solamente en la cuestin descriptiva (dimensin
ejecutiva) 102 . Segn la tradicin, lo nico que cabra afirmar de las oraciones es su
veracidad o falsedad. El Crculo de Viena, descendiente de la tradicin de la filosofa
analtica y que tuvo mucha influencia en su momento, propuso dos formas de
significacin para las oraciones: la lgica (a=a; 2+2=4) o la emprica (susceptible de ser
demostrado con la experiencia, principalmente mediante observacin, no basta con
101
102
bid.
Austin, J. (1982). Cmo hacer cosas con palabras: palabras y acciones. Barcelona: Paids.
57
afirmar que un rbol mide `x metros, habr que demostrarlo). As, dejaban al margen
toda una serie de formas lingsticas que componen y nos rodean diariamente, como
expresiones y oraciones relacionadas con pedir disculpas, contratar, inaugurar algo,
casarse, preguntar, expresar sentimientos, prometer, etc.
Sin embargo, Austin entendi, primero, que muchas de las oraciones
descriptivas tienen una faceta realizativa y que es imposible separarla de stas; ms
tarde, concluy que no slo algunas, sino que todas las oraciones tienen cierta
dimensin realizativa. Esto, concretamente, es lo que denomin actos de habla (speech
acts), trmino que hace referencia a que al hablar desarrollamos acciones (tales como
dar consejo, reir, preguntar, etc.), no slo definimos la realidad. Finalmente, de cada
acto de habla el britnico distingui tres actos que los componen: acto locutivo (lo que
el hablante dice, las palabras en s); acto ilocutivo (lo que hace el hablante al hablar);
acto perlocutivo (el efecto que lo dicho tiene en el oyente). As Austin muestra cmo el
lenguaje va constituyendo la realidad porque no es simplemente descripcin sino
actuacin. En este sentido, podramos decir que al hablar creamos una nueva realidad.
No obstante, cabe pensar, segn Austin, en que ciertos actos de habla no llegan a
cumplir lo que parecen realizar porque se ven truncados (fracasos o infelicities): as, por
ejemplo, cuando una promesa se hace a sabiendas de que no se piensa cumplir; o
cuando la frmula del s, quiero en una boda no se realiza en las condiciones
adecuadas, como en caso de realizarse bajo coaccin103.
Aunque la propuesta austiniana termina colapsando por contradicciones internas
(en la dicotoma realizativo-constatativo), fue una inspiracin para teoras posteriores
que traspasaron las fronteras del mbito meramente lingstico y lo llevaron al de la
accin.
Derrida fue uno de los crticos principales de Austin y continu con la
investigacin de los actos de habla. La crtica del francs se dirige principalmente a la
dependencia del contexto de los actos de habla que se observa en la idea de Austin. Para
el britnico, los actos de habla podan no llegar a realizarse correctamente si no se
adecuaban a las condiciones contextuales en las que se ejecutaba. Si as suceda, el acto
no sera performativo. El ejemplo ms claro es el que utiliza l mismo, el de las
103
Cf. Navarro, J. (2007). Promesas deconstruidas. Austin, Derrida, Searle. Thmata. Revista de filosofa,
(39), 119-125.
58
104
Cf. bid.
59
105
60
mujer no se nace: llega una a serlo, paradigma del feminismo radical y de la ideologa
de gnero que ms tarde advendra.
Toda la herencia construccionista es puesta en juego por Foucault, a quien se le
considera como pieza clave para el postmodernismo. El juego de poder-saber-placer que
va configurando toda la sociedad hacen del hombre un puro artificio social. Escapar de
ello implica resistencia, que solamente se puede ejercer en situaciones que se tienen a
mano, no en grandes actuaciones, sino en la vida diaria, especialmente con el placer, ya
que es este un dominio personal que con voluntad puede ser controlado y aumentado y
no expuesto a represin. La sexualidad, por tanto, ser utilizada como arma de
arrojadiza de resistencia, ya que en ella el poder es individual: el individuo controla el
placer para ganar poder de dominacin frente al Estado.
Guattari y Deleuze, siguiendo los planteamientos de su contemporneo Foucault,
teorizarn un sistema de pensamiento que gira en torno a la homosexualidad y la
plantearn como algo natural y verdadero. En cambio, la verdad de los conceptos y sus
jerarquas son relativizadas mediante la nocin de rizoma. As, considerarn que los
conceptos forman una maraa sin principio ni fin, sin niveles de importancia o de
verdad.
Por su parte, Derrida, otro pilar postmoderno, ejerce como un nuevo Nietzsche a
travs de su deconstruccin. Con este concepto rompe toda confianza en la verdad
conceptual, en la que se encuentra tambin la antropologa. Si los conceptos pueden ser
deconstruidos, otro tanto el hombre.
Todos estos planteamientos se desarrollan a partir de una forma de ver el mundo.
Es por ello que tambin implican un modo de pensar al hombre, una antropologa
determinada que se basa en eliminar todo lo que hay de natural en el ser humano para
que ocupe su lugar el construccionismo social.
Estos planteamientos generan un nuevo marco filosfico, el postmoderno. En
lneas generales, el postmodernismo rompe con la metafsica moderna a travs del
construccionismo. No dejan de tener una visin del mundo, de lo existente, pero sta es,
a lo sumo, una cosmovisin, no una metafsica, de la que ignoran ciertas caractersticas
necesarias para considerarse como tal. En primer lugar hay que decir que no consideran
la verdad como una meta porque dentro de la construccin slo importa la reafirmacin
62
individual frente a la generalizacin que hacen de uno. En este sentido, la libertad (de
hacerse) estar por encima de la verdad. Adems, tendrn serias dudas en cuanto a la
posibilidad humana de hallar conceptualmente la verdad. Por otro lado, el atesmo del
que hacen gala les separa de la bsqueda radical de la verdad que implica la metafsica.
Eudaldo Forment define del siguiente modo el atesmo postmoderno:
Dios no existe y es necesario que sea as para el mismo bien del hombre. Dios
es innecesario y adems inoportuno, pues impide la realizacin del hombre en
cuanto tal. El hombre se explica por s mismo y no por nadie ni nada
trascendente. El posible afn de trascendencia del ser humano es un espacio
vaco, sin ningn objeto, que en todo caso debe ser llenado por el mismo
hombre. La negacin de Dios se nos presenta, por tanto, como un imperativo
para la afirmacin del hombre. Luchar contra Dios es salvar al hombre107.
Segn este mismo filsofo, el atesmo postmoderno conlleva la ruptura con la
metafsica, al menos con la metafsica moderna. En este sentido, habrn de dar razones
de la nueva metafsica si es que la hay o se trata de una simple cosmovisin.
La muerte de Dios representa el momento final de la metafsica de la
modernidad, o, como ha dicho Heidegger, de la consumacin de la metafsica.
Los postmodernos Vattimo, Lyotard y Rorty, entre otros, indican que el fin de la
modernidad coincide con el fin de la metafsica108.
Tras la ruptura con la metafsica queda un panorama desolador en el no hay
verdad, donde la libertad y la voluntad predominan en la existencia y donde slo cabe el
relativismo. Este contexto afecta al hombre en su propia esencia, pues se le ha privado
de aspectos tan fundamentales como la verdad, e incluso la verdad de su propio ser, de
quin es. El hombre, por consiguiente, ha muerto109 dir Forment citando a Foucault.
En nuestros das declara Foucault lo que se afirma no es tanto la ausencia
o la muerte de Dios, sino el fin del hombre []; se descubre entonces que la
muerte de Dios y el ltimo hombre han partido juntos; acaso no es el ltimo
hombre el que anuncia que han matado a Dios, colocando as su lenguaje, su
107
63
110
bid.
Benedicto XVI. Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo de las
felicitaciones de la Navidad. 21.XII.2012.
111
64
La propuesta de multitudes ms influyentes son las de las tericas queer Teresa de Lauretis, Eve
Kosofsky Sedgwick (en el mbito de la literatura). Tambin, aunque posteriormente, las de Marie-Hlne
Burcier y, por supuesto, las de Judith Butler, Beatriz Preciado y Judith Halberstam. En el trabajo nos
centramos en estas tres ltimas, las ms actuales.
113
Profesor en la Universidad de Lleida e investigador del Centre Dona i Literatura. Gnere, sexualitat,
crtica de la cultura.
114
Cf. Mrida, R. (2002). Sexualidades transgresoras: una ontologa de estudios queer. Barcelona: Icaria
(pp. 34-41).
115
Butler, J. (2007). Prohibicin, psicoanlisis y la produccin de la matriz heterosexual. En J. Butler
(Ed.) El gnero en disputa (p. 130).
67
68
119
Cf. Martnez-Guzmn, A., & Montenegro, M. (2010). Narrativas en torno al trastorno de identidad
sexual. De la multiplicidad transgnero a la produccin de trans-conocimiento. Prisma Social, Revista de
Ciencias Sociales, (4) 20-64.
120
Preciado, B. (2004). Gnero y performance: 3 episodios de un cybermanga feminista
queertrans... Zehar: revista de Arteleku-koaldizkaria, (54), 20-27.
121
Incluyo el nivel ontolgico porque, aunque consideren que no existe sujeto detrs de la accin, no por
ello dejan de trabajar este campo, siendo uno de los que ms se les resiste por las dificultades que implica
69
todo tipo) que vayan ms all de la ideologa de gnero. Para ello, recurren
habitualmente al concepto de socialmente construido (construccionismo) en torno al
gnero o a las prcticas sexuales. As, las teoras queer se basan en una concepcin de la
masculinidad y de la feminidad desdibujada en la que los lmites y las fronteras entre lo
masculino y lo femenino son confusos o, incluso, inexistentes. Para los Beatriz Preciado,
como ejemplo queer, los cuerpos se reconocern a s mismos no como hombres o
mujeres, sino cuerpos parlantes122.
Finalmente, hay que tener en cuenta el marcado inters prctico de los tericos
queer. No se quedan en simples definiciones y descripciones de la realidad sino que
pretenden una trasformacin del mundo de inspiracin marxista: los filsofos no han
hecho ms que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de
transformarlo123. Cada contenido de sus propuestas contiene en s una experiencia que
sus autores han vivido. En este sentido estn exponiendo su vida y teorizando sus
prcticas. Es el caso de Testo Yonqui, obra queer de Beatriz Preciado donde relata sus
prcticas sexuales y el proceso de auto-experimentacin que lleva a cabo al aplicarse
testosterona. Antes de comenzar la obra nos advierte:
Este libro no es una autoficcin. Se trata de un protocolo de intoxicacin
voluntaria a base de testosterona sinttica que concierne el cuerpo y los afectos
de B.P. [Beatriz Preciado] Es un ensayo corporal [] Se registran aqu tanto
las micromutaciones fisiolgicas y polticas provocadas por la testosterona en el
cuerpo de B.P., como las modificaciones tericas y fsicas suscitadas en ese
cuerpo por la prdida, el deseo, la exaltacin, el fracaso o la renuncia. [] Si el
lector encuentra dispuestos aqu, sin solucin de continuidad, reflexiones
filosficas, narraciones de sesiones de administracin de hormonas y relatos
detallados de prcticas sexuales es simplemente porque este es el modo en el
que se construye y se deconstruye la subjetividad124.
No hay que olvidar que estas teoras tienen objetivos claramente definidos en
relacin con la inversin no tanto conceptual que tambin como conductual de la
eliminar el sujeto. En este sentido, deben explicar, por ejemplo, cmo puede existir libertad o voluntad si
no hay sujeto.
122
Preciado, B. (2002). Manifiesto contra-sexual. Madrid: Opera Prima (p. 18).
123
Marx, K., & Engels, F. (2004). Tesis undcima. En K. Marx (Ed.) Tesis sobre Feuerbach. Barcelona:
El Cid.
124
Preciado, B. (2008). Testo Yonqui. Madrid: Espasa Calpe (pp. 15-16).
70
poblacin. Como veremos ms adelante, los escritos van dirigidos a poner en prctica
planteamientos sexuales y polticas fuera de lo que consideran la (hetero) norma.
Se trata de un diccionario que ya ha aparecido en papel. Est realizado por el grupo de investigacin
Theoria de la Universidad Complutense de Madrid. Al frente del proyecto se encuentra Romn Reyes.
126
Socilogo y escritor americano. Activista anarquista adscrito a la llamada New Left americana. Se
manifest abiertamente bisexual y fue pionero del movimiento gay.
127
Cf. Gonzlez, . D. C. S. (2009). Una aproximacin a las teoras queer: El debate sobre la libertad y la
ciudadana. Cuadernos del Ateneo, (26), 29-42.
71
civilly a bad deal128 (ser queer es un mal acuerdo profesional y socialmente). A pesar
de la mala experiencia con sus contemporneos, no abandon la idea de que el modo de
vida queer supona una ruptura de barreras que no se frenara en la identidad sexual, que
llegara hasta las mismas clases sociales. El sentido que otorga al trmino queer es ms
bien de disidencia y resistencia anarquista frente a las polticas dominantes en este
caso capitalistas. Contra las polticas capitalistas (heteronormativas) presenta las
polticas queer, que cumplen doble funcin: de poltica anarquista y de liberacin sexual.
En el siglo XX la palabra queer sera utilizada como insulto en el mundo de
habla inglesa: marica, raro, bollera, torcido. Se trata de un trmino que, sin perder
connotaciones en otros campos, ha sido dirigido especialmente al mbito de la identidad
y la sexualidad. De hecho, en el diccionario Oxford129 se traduce en la primera acepcin
como raro, extrao; en la segunda, como maricn o gay.
Pues bien, este trmino ha sido asimilado y reasignado con un nuevo sentido por
parte de las nuevas corrientes feministas o post-feministas y del movimiento gay
ms tarde LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales), a quien, paradjicamente,
iba dirigido el insulto queer. Se trata, como lo llam Judith Butler, de una inversin
performativa de la injuria130.
El trmino queer tal y como lo entendemos actualmente aparece por primera
vez con Teresa de Lauretis que habl de queer theory desde una perspectiva de la
identidad y la sexualidad en Queer Theory: Lesbian and Gay Sexualities, artculo de
1991. En este trabajo T. de Lauretis propone el trmino queer para superar una
concepcin clsica de las teoras gais y lesbianas.
El trmino queer, yuxtapuesto a la comunidad lsbica y gay de los subttulos,
est destinado a marcar una cierta distancia crtica respecto a esta ltima, por
ahora establecida y, a menudo conveniente, formulada.131.
Sin embargo, tpicamente se considera el inicio de tales tendencias acadmicas
con el libro El gnero en disputa de Judith Butler.
128
Sthr, T. (1977). The Psychological Essays of Paul Goodman. New York: Free Life Editions.
Queer (2005). Oxford Pocket. Londres: O.U.P.
130
Butler, J. (2003). Cuerpos que importan: sobre los lmites discursivos y materiales del sexo.
Barcelona: Paids (pp. 318-323).
131
Lauretis, T. D. (1991). Queer theory: lesbian and gay sexualities. Differences: A Journal of Feminist
Cultural Studies, 3, (2).
129
72
En esta lnea, se da un giro de ciento ochenta grados que provoca que el insulto,
despectivo totalmente, se convierta en la bandera que enarbolan dichos movimientos. Es
un hecho patente de subversin. Esta palabra toma un significado nuevo debido al uso
concreto que se hace de ella. Recordemos a Derrida y su concepto de performatividad,
ya desde su origen, las teoras queer se establece en un acto performativo. Esta palabra
(queer), como asegurarn muchas de sus tericas, supone tambin un arma para la lucha
poltica. En los actos de habla derridianos no haba una determinacin contextual que
garantizase la realizacin del acto de habla. Esto es, que cualquier acto de habla se
efecta siempre bajo el contexto en el que se encuentre. El acto de habla vale por s
mismo; lo que depende del contexto ser el sentido que tome o se le d132. Por lo tanto,
la reasignacin de sentido que el trmino queer adquiere es un proceso performativo al
modo derridiano. La palabra es asumida y cambiada de sentido por el hecho de variar el
contexto: ahora es dicha desde las propias minoras sexuales. El contexto cambia y el
sentido de queer con l.
La nueva concepcin de lo queer, las teoras y el propio movimiento social
queer, se basa en lo que hemos titulado apropiacin y reasignacin del insulto.
Utilizan el insulto que tanto tiempo ha ido dirigido contra ellos para representarse. As,
los iniciales movimientos queer imitan lo que ya se haba llevado a cabo, especialmente,
en el mbito racial con el trmino nigger (negrata), que se asume dando lugar al llamado
Black Power de los sesenta y setenta contra el racismo y la dominacin blanca. El
trmino se fortalece en la dcada de los 80, en plena crisis del SIDA133. Finalmente, el
trmino queer se acu a una forma de resistencia contra lo normativo en sexualidad e
identidad y para crear un espacio de identificacin amplio y no limitado a la idea de
homosexualidad. Actualmente, no encontramos en espaol una traduccin fiel: queer
podra transcribirse como marica, bollera, raro, torcido, etc. La versin electrnica del
Diccionario de Ciencias Sociales relaciona el concepto queer con otros trminos para
su aclaracin. Lo relaciona con: identidad, gnero, performatividad, feminismo,
homosexualidad, heteronormatividad, diferencia, resignificacin, entre otros.
El trmino queer se ha ido modificando a lo largo de su historia, pasando
primero por una forma de esencialismo de lo no normativo por llamarle de alguna
132
Cf. Reyes, J. N. (2007). Promesas deconstruidas. Austin, Derrida, Searle. Thmata: Revista de
filosofa, 39, 119-126.
133
Cf. Reyes, R. (2009). Queer (Teora). En R. Reyes (Ed.) Diccionario crtico de ciencias sociales:
terminologa cientfico-social (vol.4: de la P a la Z). Madrid: Plaza y Valdes.
73
manera, hasta tal como se entiende hoy en da, con la crtica radical a las posturas
esencialistas que defienden una naturaleza humana ms o menos estricta.
134
Cf. Foucault, M. (1995). Ertica. En M. Foucault (Ed.) Historia de la sexualidad 2. El uso de los
placeres. Madrid: Siglo XXI.
74
produce que el poder se afiance, es por eso que la sexualidad tiene tanto inters y tanta
influencia para el poder135.
A este respecto, resulta que la visin que el conocimiento ha dado, del tipo que
sea, han sido conceptos contrapuestos (duales). De manera que desde la ciencia hasta la
filosofa o la lingstica han dado por evidente estas dualidades, sobre todo el
enfrentamiento sexual hombre/mujer.
Los conocimientos, en especial la biologa, quien primero dara razones de tal
diferenciacin sexual, mantendran las dualidades como realidades estancas, como
destinos inevitables: el hombre nace y muere hombre y la mujer nace y muere mujer.
Sin embargo, este dato tan axiomtico ser puesto en tela de juicio por las teoras queer,
y ya no desde la nocin de gnero sino desde la de sexo.
Concepto de gnero
135
75
137
76
Money, J & Ehrhardt, A. (1972). Man and Woman Boy and Girl. Baltimore and London: The Johns
Hopkins University Press.
142
Bradley, S. J., & Zucker, K. J. (1997). Gender Identity Disorder: A Review of the Past 10 Years
G. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 36(7), 872-880.
143
La realidad del caso fue expuesta en el siguiente artculo: Diamond, M., & Sigmundson, H. K. (1997).
Sex reassignment at birth: Long-term review and clinical implications. Archives of pediatrics &
adolescent medicine, 151(3), 298-304.
77
144
http://www.bbc.co.uk/sn/tvradio/programmes/horizon/dr_money_prog_summary.shtml
http://www.ftmaustralia.org/library/the-johnjoan-case.
146
Reiner, W. G., & Gearhart, J. P. (2004). Discordant sexual identity in some genetic males with cloacal
exstrophy assigned to female sex at birth. New England Journal of Medicine, 350(4), 333-341.
145
78
sexual que se haba elegido para ellos. Estas aseveraciones haba generado en
los crculos psiquitricos la opinin de que el sexo de uno y el gnero son cosas
distintas, el sexo est genticamente y hormonalmente determinado desde la
concepcin, mientras que el gnero estaba culturalmente moldeado por las
acciones de la familia y de los otros durante la infancia147.
El estudio se terminaba 30 aos despus y concluye afirmando que la identidad
sexual sigue a la carga gentica.
Reiner descubri que estos varones remodelados casi nunca estaban asentados
como mujeres una vez que ellos llegaban a ser conscientes de s mismos y del
mundo. [] Ms adelante, la mayora de estos individuos que han conocido que
son genticamente varones, desean reconstituir sus vidas como tal (alguno
incluso preguntan por reconstrucciones quirrgicas y por el tratamiento de
hormonas masculinas) y todo esto a pesar de los firmes esfuerzos de sus padres
por tratarles como chicas148.
A pesar de las conclusiones cientficas tan relevantes que desbarataban la idea de
gnero como mera construccin social y educativa, sobre todo conociendo que la
Universidad John Hopkins, lugar donde John Money trabajaba y lder mundial en
psiquiatra, fue tambin la pionera en los tratamientos de reasignacin sexual, y cuya
clnica fue clausurada cuando se comenz a descubrir que la propuesta de gnero no
tena base cientfica slida, se sigui manteniendo la idea de gnero con independencia
al sexo. Idea que llega hasta nuestros das y que est asentada plenamente en la sociedad.
A pocos das de entregar este trabajo, el 12 de junio de 2014, el propio Paul McHugh
escriba un artculo en el Wall Street Journal sobre el tema:
El corazn del problema es la confusin sobre la naturaleza de lo
transgenerado. Cambiar de sexo es biolgicamente imposible. Las personas
que han realizado el proceso quirrgico de reasignacin sexual no han
cambiado de varn a mujer o viceversa. Ms bien, ellos se han convertido en
varones feminizados o mujeres masculinizadas [la negrita es ma]149.
147
79
150
Rodrguez, E. P. G. (2002). Por qu le llaman gnero cuando quieren decir sexo?: Una aproximacin
a la teora de la performatividad de Judith Butler. Athenea Digital, 2, 30-41.
151
Cf. Foucault, M. (1995). El dispositivo de sexualidad. En M. Foucault. (Ed.), Historia de la sexualidad
1. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI.
80
Los conceptos de sexo y gnero irn de la mano durante muchos aos. Fue
predominante la afirmacin de que a un cuerpo de mujer (sexo) corresponde un gnero
femenino y a un cuerpo de hombre un gnero masculino. De forma que ser etiquetado
de invertido, como propone Freud, aquel en el que no converjan ambas nociones.
Encontramos en el feminismo de principio de siglo las primeras protestas ante
estas etiquetaciones y, sobre todo, ante la inevitable identificacin genrica. Las
protestas nacen antes de la utilizacin del trmino gnero como tal; no obstante, van
dirigidas al papel social de la mujer (hacia sus derechos, sus actividades, sus trabajos,
etc.), lo que ms tarde se asoci definitivamente con el gnero. La nocin de sexo estaba
asumida totalmente, nadie la cuestionaba, s la de gnero. Simone de Beauvoir fue una
de las primeras en dirigir sus crticas hacia el gnero. Todo se resume en su famosa cita
de 1949: no se nace mujer: llega una a serlo152. La feminista francesa se refera con
ese llegar a ser a lo que atae nicamente al gnero, aunque no utilice este trmino.
En este sentido parece que existe un sujeto subyacente al gnero, pues habla de mujer y
de lo femenino. Se refiere a una mujer biolgica, con cuerpo femenino. Sin embargo, las
caractersticas del sujeto son indiferentes, pues como construccin que es el gnero
cualquier sujeto puede llegar a ser mujer (u hombre por analoga) en el mbito social.
Lo que nos interesa de Beauvoir es que se trata de uno de los primeros intentos en el
que el gnero aparece como algo plstico y artificial, caracterstica que se basa en la
independencia del sujeto con respecto a su forma, esencia, naturaleza o como se le
quiera llamar. Tambin es importante su oposicin a la creencia de que exista una marca
biolgica, psicolgica o fsica que determine el futuro de las mujeres en la sociedad o el
rol social.
Esta es una de las primeras veces que se cuestiona el gnero, aunque no la nica.
Se dir que el sexo no determina el gnero, ambos no se identifican. As pues, no
podramos decir que exista un ser mujer o un ser hombre ms all de lo biolgico,
solo un actuar como tales en el siguiente apartado veremos la importancia para las
teoras queer de este actuar como tal. Estrictamente hablando no habra distincin de
papeles masculino/femenino, porque estos se reducen a meros convencionalismos e
imposiciones sociales que surgen del poder.
152
Beauvoir, S. (1998). El segundo sexo. II. La experiencia vivida. Madrid: Ctedra (p. 13).
81
153
Lamas, M. (2000). Diferencias de sexo, gnero y diferencia sexual. Cuicuilco, 7 (18), 95-118.
Propongo a Butler por ser de las primeras en responder negativamente, pero hay un gran nmero de
autores que le secundan, todos ellos auto-designados queer. Tales como Monique Wittig, Luce Irigaray,
Teresa de Lauretis, Eve Kosofsky Sedgwick, Michael Wagner, Beatriz Preciado, Jos Esteban Muoz y
muchos ms.
154
82
Estas preguntas que acabamos de plantear van al ncleo de las teoras queer.
Responderlas ser, pues, la cuestin ms importante y urgente para las mismas.
Las teoras queer en el intento rompern con la dicotoma sexo/gnero a favor
del gnero. Explicarn que, en realidad, es el gnero el que produce la categora de sexo.
De modo que la sexualidad es una construccin sociocultural. Butler asegura:
Quiz esta construccin llamada sexo est tan culturalmente construida
como el gnero; de hecho, tal vez siempre fue gnero, con la consecuencia de
que la distincin entre sexo y gnero no existe155.
Nos preguntamos: qu suceden entonces con las distinciones corporales que
achacamos a la diferencia sexual? Para los tericos queer, tales diferencias no seran
ms que fruto de las calificaciones sociales, culturales y, cmo no, polticas. Nos
referimos al dimorfismo sexual en la naturaleza del varn y la mujer. Monique Wittig156
tambin reduce el sexo al gnero. Para ella slo hay gnero, lo que parece sexo no es
ms que otra marca del gnero. Adems, considera que la diferencia sexual se ha
reducido a la diferencia de rganos reproductores: para designar a un recin nacido
como nia o nio slo se tienen en cuenta los rganos reproductores, que
inmediatamente tomarn la categora de rganos sexuales. Butler es consciente de que
esta afirmacin de Wittig es contraintuitiva157, sin embargo vuelve a posicionarse en lo
socialmente construido, de modo que dir que nuestra intuicin tambin est guiada
por la costumbre de ciertos datos, como ver en el sexo un dato inmutable, fsico, propio,
que desde siempre se ha trasmitido y concebido as. Ms an, dir que se ha
desarrollado una clara diferenciacin de placeres y partes corporales sobre la base de
significados de gnero 158 . As, el placer proviene slo de los rganos sexualesreproductores.
Para ellos, el gnero ya no actuara solamente en relacin a la identidad sexual a
un nivel mental o de autoconciencia, sino que acta en el cuerpo. Van a decir
155
83
su
nacimiento,
en
condiciones
de
expresar
cualquier
sexualidad,
independientemente de su biologa. Asegura que cada nio y nia cuenta con todas las
posibilidades sexuales disponibles para la expresin humana 159 . En consecuencia,
Rubin opina que el nio adquiere la sexualidad concreta con posterioridad al estilo de
Money. Butler habla de polisexualidad para referirse a la condicin previa a la
sociabilizacin a la que Rubin se refiere. A propsito de las ideas de Rubin, aade que
el gnero es la transformacin cultural de una polisexualidad biolgica en una
heterosexualidad culturalmente impuesta160. Con polisexualidad se refiere a algo muy
sencillo: a la diversidad sexual del ser humano, que no es reducible, principalmente, al
dimorfismo sexual (no existe varn ni mujer, ni femenino ni masculino) pero tampoco a
la atraccin hacia el mismo sexo ni a la atraccin hacia dos sexos. Es decir, Rubin
propone que de forma natural la atraccin no est orientada hacia sexo alguno, sino
hacia las personas concretas, esto es lo que entiende por polisexualidad. Sin embargo,
Butler es crtica con las ideas de Rubin, pues entender que concebir la (poli) sexualidad
tal y como lo hace Rubin es perjudicial para la propuesta de inexistencia de naturaleza
sexual humana que promulgan las teoras queer. La polisexualidad puede engaar, pero
para Butler y para los tericos queer no sera ms que otra forma de entender una
naturaleza humana que, de algn modo, es sexuada, con lo que no estarn de acuerdo.
159
Rubin, G. (1986). El trfico de mujeres: notas sobre la economa poltica del sexo. Nueva
Antropologa. Revista de Ciencias Sociales, 30, 95-145.
160
Butler, J. (2007). Prohibicin, psicoanlisis y la produccin de la matriz heterosexual. En J. Butler
(Ed.) El gnero en disputa. El feminismo y la subversin de la identidad. Barcelona: Paids (p. 166).
84
Cf. Austin, J. L. (1971). Palabras y acciones: Cmo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paids.
Butler, J. (2007). El gnero en disputa. Barcelona: Paids (p. 271).
163
Nietzsche, F. (1979). La genealoga de la moral. Madrid: Alianza (p. 52).
162
86
164
Nietzsche rechaza cualquier concepto metafsico. Para l la metafsica era un derivado de la teologa y,
sobre todo, una forma de pensamiento basado en entidades abstractas, pura especulacin. Para ms
informacin: Nietzsche, F. (1997). As habl Zaratustra. Madrid: Alianza Editorial.
165
Butler, J. (1998). Actos performativos y constitucin del gnero: un ensayo sobre fenomenologa y
teora feminista. Debate feminista, 18 (9), 296-314.
166
Cf. Preciado, B. (2002). Manifiesto contra-sexual. Madrid: Opera Prima (pp. 73).
167
Butler, P. (2004). Lenguaje, poder e identidad. Madrid: Sntesis (p. 12).
87
88
172
89
que un ladrn vaca sus bolsillos y pide ser registrado para demostrar que no ha
robado nada175.
En ese mismo artculo, Rivire dir, finalmente, que no encuentra diferencia
entre mscara y feminidad, que son la misma cosa. Esta idea es ampliada por las teoras
queer, segn las cuales tambin la masculinidad es una mscara que socialmente est
reservada a los designados (biolgicamente) como varones. Toda persona, afirmarn,
desempea un papel de gnero, y lo intenta ejecutar lo ms fielmente posible, sin
embargo, como ya hemos apuntado antes, la iteracin nunca es exacta. Pero la
construccin de la coherencia encubre las discontinuidades de gnero que estn
presentes en el contexto heterosexual, bisexual, gay y lsbico, en que el gnero no es
obligatoriamente consecuencia directa del sexo, y el deseo, o la sexualidad en general,
no parece ser la consecuencia directa del gnero 176 , teniendo en cuenta que las
identidades tradicionales de personas con atraccin por el mismo sexo o por ambos
sexos entran, para los tericos queer, en la cosmologa heteronormativa. Este es un
punto importante de trabajo para ellos porque a partir de las localizaciones de
discontinuidad en la sexualidad (normativizada) van a dar paso a otras identidades como
transexualidad, androginia, masculinidad femenina y dems
177
en las que la
Rivire, J. (2007). La femineidad como mscara. Traduccin de Adriana Velzquez y Mara Ponce de
Len. Athenea Digital: revista de pensamiento e investigacin social, (11), 219-226.
176
Butler, J. (2007). El gnero en disputa. Barcelona: Paids (p. 265).
177
Preciado, B. (2003). Multitudes queer. Multitudes, (2), 17-25.
178
bid.
90
Cf. Chalmers, A., F. (2010).Qu esa cosa llamada ciencia?. Madrid: Siglo XXI.
91
clave. As, el mundo de la teora, en el que habitara la ciencia, estara compuesto por
verdades inamovibles y neutrales fuera de cualquier influencia extraa a lo puramente
lgico. El conocimiento terico aumentara con el paso del tiempo. En cambio, lo
prctico se caracteriza por la accin y nunca podra ser neutral, ya que se encuentra
sujeto a valores, costumbres, creencias y dems. Hay que hacer notar que la ciencia as
entendida es universal, transversal a todas las culturas y sociedades, pues se tratara de
un conocimiento objetivo.
Esta concepcin tradicional se refuerza con el positivismo lgico nacido en el
Crculo de Viena. En general, el Crculo de Viena rechazaba cualquier proposicin
procedente de la metafsica porque, pensaban, no se corresponda ni con proposiciones
empricas ni con analticas, y por lo tanto, no podran ser verificadas de ningn modo,
no seran cientficas. De modo que solo la actividad cientfica proporcionara juicios
verdaderos sobre el mundo y el hombre.
Durante toda la modernidad se ha considerado a la ciencia como un
conocimiento superior por su manera de proceder, a saber, racionalmente. Se haba
separado meticulosamente entre conocimiento cientfico y conocimiento no cientfico
(ya sea religioso, supersticioso, procedente de creencias, etc.). De hecho, pareca que la
ciencia era pura racionalidad, ya que se apoyaba nicamente en la lgica y en la
observacin. Sin embargo esta cuestin se trunca con la postmodernidad.
180
Diguez, A. (2006). La ciencia desde una perspectiva postmoderna: Entre la legitimidad poltica y la
validez epistemolgica. II Jornadas de Filosofa: Filosofa y poltica.
92
Tal relativismo hunde sus races en las teoras del filsofo de la ciencia Thomas
Kuhn. En su obra principal, La estructura de las revoluciones cientficas (1962), Kuhn
propone una visin novedosa del progreso cientfico. Para l la ciencia ya no tendr una
dinmica
de
evolucin
progresiva
acumulativa
de
conocimiento
como
181
Kuhn, T. (1996). La estructura de las revoluciones cientficas. Buenos aires: Fondo de Cultura
Econmica (p. 295).
182
Cf. Cantero, E. M. (2000). Alan D. Sokal, Thomas S. Kuhn y la epistemologa moderna. Revista de
Filosofa (Madrid), 23, 169.
93
Han sido muchos los filsofos de la ciencia que se han alejado de los
planteamientos de Thomas Kuhn, sin embargo, la tendencia que heredarn y
continuarn los tericos queer es la constructivista. El constructivismo es un elemento
transversal en las teoras queer, lo abarca todo, pero de modo especial en cuestiones
cientficas porque los datos que la ciencia ofrece acerca de la persona y su identidad son
dificultades que deben sortear. Conceptos que para la ciencia son evidentes como la
existencia real de cromosomas, clulas y, desde luego, las diferencias fsicas entre
varones y mujeres, no slo genitales sino tambin a nivel neural183, son negados por los
tericos queer. Por ello, es fcil entender que la incorporacin postmoderna de
materiales histricos y sociolgicos se consigue a costa de reducir las ciencias a la
condicin de formaciones socioculturales 184 para asegurar que ciertos datos, claros
para la ciencia, no afecten al entramado queer. Es decir, desde las teoras queer se
183
Multitud de artculos cientficos de primer nivel muestran desde hace dcadas la existencia de
dimorfismo sexual a nivel neural, citaremos tres de ellos que considero relevantes:
En el ao 2011, el National Institute of Mental Health (NIMH) de los E.E.U.U. dentro de su Congreso
titulado Sex Differences in Brain, Behavior, Mental Health and Mental Disorders concluy que: existen
diferencias sexuales generalizadas entre el cerebro de varones y mujeres y que es necesario que ms
neurocientficos incorporen el sexo como variable en sus diseos experimentales.
En el ao 2012, uno de los primeros frutos del anlisis del conectoma humano (analizar el mapa las
conexiones cerebrales en su totalidad) fue un estudio donde se muestra la diferencia significativa entre la
conectividad y modularidad, es decir de la propia estructura del conectoma, entre el cerebro de varones y
mujeres. El artculo es: Ingalhalikar, et al. Sex differences in the structural connectome of the human
brain. PNAS, December 2, 2013 DOI:10.1073/pnas.1316909110
En febrero de 2014 se public, por parte de un equipo de la Universidad de Cambridge y Oxford, una
revisin de los estudios realizados sobre dimorfismo sexual cerebral en las ltimas dcadas. La
conclusin la afirman los propios autores Por primera vez podemos revisar la vasta literatura y
confirmar que el tamao y la estructura del cerebro es diferente en hombres y en mujeres. No podemos
ignorar por ms tiempo el factor sexo en la investigacin neurocientfica El artculo es: Amber N.V. et
al. A meta-analysis of sex differences in human brain structure. Neuroscience & Biobehavioral Reviews,
2013; DOI: 10.1016/j.neubiorev.2013.12.004.
184
Cf. Cantero, E. M. (2000). Alan D. Sokal, Thomas S. Kuhn y la epistemologa moderna. Revista de
Filosofa (Madrid), 23, 169.
94
95
187
96
97
Con la cursiva hago notar la inestabilidad de la expresin que utilizo (haber sido modificada). Esta
modificacin nunca puede ser esencial sino meramente accidental, es decir, que tiene un carcter
secundario con respecto a la persona, pues la identidad es estable (lo veremos en el apartado VI).
Preciado, por su parte, lo toma como un cambio de identidad: cae, por tanto, en un profundo error.
195
Snchez-Mellado, L. (2010, 13 de junio). Entrevista: Beatriz Preciado. La sexualidad es como las
lenguas.
Todos
podemos
aprender
varias.
El
Pas.
Recuperado
de
http://elpais.com/diario/2010/06/13/eps/1276410414_850215.html.
196
bid.
98
99
en el momento en el que dejamos de actuar como tal. Hay que hacer notar que estas
mismas nociones (masculinidad y feminidad) no dejan de ser ficciones socialmente
construidas. No obstante, para los tericos queer la representacin de papeles que
socialmente no me han sido asignados es una manera de rebelarse frente a la
heteronormatividad.
A propsito de la artificialidad del gnero, de la masculinidad en concreto,
Javier Sez, socilogo y psicoanalista y uno de los tericos queer espaoles ms
destacados, propone:
El hombre heterosexual aprende desde el nacimiento unos cdigos que va a
repetir continuamente, y que marcarn su experiencia subjetiva de la
masculinidad. Pero esos cdigos no son menos artificiales que los de un leather
o un bear [dos subculturas gais]. Es ms, podramos decir que la
heterosexualidad es uno de esos rasgos que constituyen la masculinidad ideal.
Lo interesante de los leather y los bears es que utilizan los cdigos masculinos
pero al final se produce una traicin, no son hombres de verdad porque son
gais203.
Lo que quiere decir es que para l no hay una sola manera de representar la
masculinidad. En su escrito (Excesos de la masculinidad: la cultura leather y la cultura
de los osos), Javier Sez mantiene que en las subculturas gais lehather y bear204, donde
l mismo se posiciona, se reproduce el papel masculino con estticas rudas (barba,
corpulencia, ropa negra con smbolos blicos, vello corporal), con agresividad
tpicamente masculina y en contextos tambin propios de la masculinidad (bares de
motoristas, msica heavy o rock, ambientes con alcohol). Sin embargo, esta forma de
masculinidad va unida a deseos y prcticas sexuales entre varones; lo que, para l,
evidencia la inexistencia original de la masculinidad, pues es posible reproducirla de
diversas maneras. Para J. Sez estas subculturas gais, de alguna manera, sacan a la luz
203
Sez, J., Bachiller, C. R., Dauder, S. G., & Martnez, C. B. (2005). Excesos de la masculinidad: la
cultura leather y la cultura de los osos. En Sez, J. (Ed.), El eje del mal es heterosexual. Figuraciones,
movimientos y prcticas feministas queer. Madrid: Traficantes de Sueos (pp. 137-148).
204
Leather (cuero) y bear (oso) son subculturas gais que se alejan de los tpicos homosexuales
caracterizadas por la feminidad de los hombres. A diferencia, mantiene una esttica y comportamientos
rudos, agresivos. Esto es, tradicionalmente muy masculinos. La cultura leather nace en EEUU tras la
Segunda Guerra Mundial, a partir de 1950. Mientras que la cultura bear se desarrolla posteriormente en
San Francisco, a partir de los ochenta.
100
Scott, J. W. (1986). El gnero: una categora til para el anlisis histrico. Historical review, 91, 10531075.
206
Infantes, A. & Delgado, A. D. (2011). El significado de la masculinidad para el anlisis social. Revista
Nuevas Tendencias en Antropologa, 2, 80-103.
207
Sinclair, S. (2012, 1 de febrero). Jack Halberstam: Queers Create Better Models of Success. Lambda
Literary. Recuperado en:http://www.lambdaliterary.org/interviews/02/01/jack-halberstam-queers-createbetter-models-of-success/
208
Cf. Halberstam, J. (2008). Masculinidad femenina.Madrid: Egales.
209
Cf. Oliva, J., M. (2005). El desaliento del guerrero: representaciones de la masculinidad en el arte de
las dcadas de los 80 y 90. Murcia: Cendeac.
101
210
Jagose, A. M. (2004, 29 de abril). Masculinidad sin Hombres. Entrevista a Judith Halberstam. Revista
de Gnero en la Red. Recuperado en: http://www.rebelion.org/hemeroteca/mujer/040429halberstam.htm
211
Halberstam, J. (2002). The masculinity Studies Reader. Malden: Blackwell.
102
212
Preciado, B. (2002). Tecnologas del sexo. En Preciado, B. (Ed.) Manifiesto contra-sexual. Madrid:
Opera Prima (p. 130).
213
Cf. Haraway, D. (1995), Ciencia, cyborgs y mujeres. Madrid: Ctedra .
103
214
104
216
Benedicto XVI, Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo de las
felicitaciones de Navidad, 21.XII.2012.
217
bid.
218
Conferencia Episcopal Espaola, La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal,
la ideologa de gnero y la legislacin familiar, 26.IV.2012, n. 62 y 63.
107
219
108
222
Observatorio Cardenal Van Thun. De la emergencia educativa a la alarma educativa, 2013. Trieste:
Italia. Recuperado de http://www.vanthuanobservatory.org/notizie-dsc/notizia-dsc.php?lang=es&id=1777
223
Ver la pgina web oficial de GLSEN: http://www.glsen.org/
224
Oficina Regional para Europa de la Organizacin Mundial de la Salud y la organizacin alemana
BZgA (2010). Estndares de Educacin Sexual en Europa. Recuperado de
http://www.madridsalud.es/publicaciones/OtrasPublicaciones/standars_de_calidad_de_la_educacion_sex
ual_en_europa_traducido_12nov.pdf
225
Dale OLeary, escritora e investigadora de la Asociacin Mdica Catlica de Estados Unidos tiene un
buen trabajo acerca de la divulgacin del pensamiento de gnero que la ONU lleva a cabo. Ver: OLeary,
D. (1997). La agenda del gnero. Redefiniendo la igualdad. Lafayette: Vital Issues Press.
226
Kosciw, J. G. & Pizmony-Levy, O. (2013).Fostering a Global Dialogue about LGBT Youth and
Schools: Proceedings from a Meeting of the Global Network Combating Homophobic and Transphobic
Prejudice and Violence in Schools Sponsored by GLSEN & UNESCO. New York: GLSEN. Ver en:
http://glsen.org/sites/default/files/Fostering-GLOBAL-Dialogue-ENGLISH.pdf.
109
227
Letts, W., J. & Sears, J., T. (1999).Queering Elementary Education: Avancing the Dialogue about
Sexualities and Schooling. Maryland: Rowman & Littlefield Pulishers.
228
Kosciw, J. G. & Pizmony-Levy, O. (2013). Fostering a Global Dialogue about LGBT Youth and
Schools: Proceedings from a Meeting of the Global Network Combating Homophobic and Transphobic
Prejudice and Violence in Schools Sponsored by GLSEN & UNESCO. New York: GLSEN.
110
bid.
bid.
111
231
112
113
Francisco. Discurso del Santo Padre Francisco a la delegacin de la oficina internacional catlica de la
infancia (BICE). 11.IV.2014.
238
Observatorio Cardenal Van Than. Informe acerca de la Doctrina social de la Iglesia en el Mundo
2012, 2012.
239
Juan Pablo II, (2010). Hombre y mujer los cre. Catequesis sobre el amor humano. Madrid:
Cristiandad (p. 116).
240
Cf. Ortiz, E., Prats, J., I. & Arolas, G. (2004). Un ejercicio de antropologa adecuada. En (Ed.) La
persona completa. Aproximacin desde la antropologa, la psicologa y la biologa. Valencia: EDICEP.
114
concepto primitivo, bsico, cuyo correlato es una entidad unitaria241, por lo que las
tres dimensiones conforman a la persona en unidad sustancial. Todas y cada una de las
dimensiones la integran: no se podra hablar de persona sin alguna. La antropologa
adecuada supera una tendencia perjudicial histrica y todava vigente, el dualismo,
pues todo intento de acercarse al hombre, y a la sexualidad, desde una ptica dualista
se encuentra condenado al fracaso, por el riesgo de caer en cualquiera de los dos
extremos: ver al hombre como ngel o como bestia242, lo que de nuevo supondra un
reduccionismo simplista.
bid., p. 20.
Jimenez, E. (1990). Moral sexual. Hombre y mujer imagen de Dios. Bilbao: Descle De Brouwer (P.
57).
243
De Merlo, L. M. P. (1997). Memoria, logos y metfora del cuerpo. Anuario de sexologa, 3, 15-41.
242
115
por su mente. El cuerpo, parte de la res extensa, es desprestigiado, participa de las leyes
de la fsica y es controlado por la res cogitans cual mquina (mecanicismo). Ese sera el
verdadero yo. Para Descartes, res extensa y res cogitans se unen en el hombre,
aunque de forma accidental. El lugar de la interaccin alma-cuerpo se encontrara en la
glndula pineal. Se revive el tpico platnico del cuerpo como crcel del alma, esta vez
enmascarado con el mecanicismo, el fantasma en la mquina como dira Gilbert Ryle
en El concepto de lo mental, el cual responda a la concepcin cientificista del momento.
Aquella idea (platnica, cartesiana y sartreana) de que yo no soy mi cuerpo,
subyace, aunque tantas veces se quiera negar, en las teoras queer. Es posible que le den
importancia al cuerpo como susceptible de placer, tambin como maleable, pero a la vez
entienden que uno puede evadirse de su propio cuerpo al actuar segn diferentes roles.
De tal modo que la identidad es variable, instantnea. Este cambio constante evidencia
que el yo no se identifica con el cuerpo, el cual permanece estable porque participa de
la materialidad al igual que las cosas.
Uno de los puntos potentes de las teoras queer es el del cuerpo como moldeable.
Ya en el construccionismo de Foucault el cuerpo es un instrumento en manos del poder;
para quien, asimismo, el poder es material, fsico y corpreo244. En esta lnea Beatriz
Preciado hace mucho hincapi en la capacidad de los cuerpos de ser de otra manera,
especialmente en el hecho de poder pasar de un cuerpo masculino a otro femenino.
Siendo consciente de la complicacin de mantener esta especulacin, lo resuelve
recurriendo a la tcnica y a la tecnologa. Parte de dos supuestos. Primero, que la
persona (individual) es constructo y reflejo de la sociedad; y segundo, que la sociedad
actual se caracteriza por el avance tecnolgico. Por lo que a travs de la tecnologa se
abre un amplio abanico de posibilidades para la persona y su cuerpo, o mejor dicho,
para producir nuevos cuerpos al ms puro estilo transhumanista. Preciado est pensando
en las prtesis, en las operaciones de reasignacin sexual y las estticas, asimismo en
cambios ms sutiles como ejercicios y dietas para musculacin, utilizacin de hormonas,
etc., tambin piensa en cyborg245. El ejemplo de la espaola sirve como paradigma de la
direccin que toman en general las teoras queer. Se trata de una antropologa en la que
244
Cf. Entwistle, J. (2002). El cuerpo como un objeto cultural. En (Ed.) El cuerpo y la moda. Una visin
sociolgica. Barcelona: Paids (pp. 18-23).
245
Cf. Preciado, B. (2002). Teoras. En B. Preciado (Ed.) Manifiesto contra-sexual. Madrid: pera Prima.
116
246
117
la
identidad.
El
cuerpo
conlleva
una
identidad:
varn/mujer
248
Butler, J. (1990). Variaciones sobre sexo y gnero: Beauvoir, Wittig y Foucault. Teora Feminista y
Teora Crtica. Valencia: Edicions Alfons El Magnnim (p. 13).
118
Nadie elige existir: no haba noticia de nosotros y, de pronto, sin que nadie nos
pidiera aparecer, somos arrojados a la existencia249. Este hecho, que denota la filiacin
originaria de toda persona, pues cada uno de nosotros somos, ante todo, hijos, da a
entender la gratitud de la existencia humana250. Y as lo experimenta cada persona, ya
que somos conscientes de que no hemos hecho nada para nacer, para existir. Tambin el
cuerpo se nos da como un regalo, un don, el cual tampoco elegimos.
Mi cuerpo posibilita lo que soy, y no se trata de algo accidental sino esencial
porque mi existencia se basa en mi cuerpo; sin cuerpo no hay existencia para la persona.
Igualmente, no debemos entenderlo como variable, ya que estaramos suponiendo que la
existencia (y la persona), que es con evidencia nica e irrepetible, no sera tal.
Ortiz, E., Prats, J., I. & Arolas, G. (2004). La persona completa. Aproximacin desde la antropologa,
la psicologa y la biologa. Valencia: EDICEP (p. 46).
250
bid., pp. 45-50.
251
Cf. lvarez, C. (2013). Ms all del gnero y del sexo: el lenguaje del cuerpo, segn Juan Pablo II.
Familia, (46), 113-124.
119
es la unin biolgica de un padre y de una madre; unin nica, irrepetible e indivisa que
se materializa en el hijo. La unin del varn y la mujer se da en el hijo de forma
materializada y no simplemente como muestra de afecto y amor. La madre est en el
hijo igual que el padre, incluso en un sentido fsico a travs de la herencia gentica. Se
suele decir que la madre ve en el hijo al padre, y el padre, igualmente, ve a la madre en
l. Y es cierto porque ambos estn en el hijo. Pero la relacin es todava mayor. La
ciencia actual ha mostrado cmo durante la gestacin la madre recibe material gentico
y clulas de su hijo. Estas clulas viajan por la sangre de la madre y se establecen en
distintos tejidos de ella (estableciendo lneas celulares). Los ltimos descubrimientos
muestran que esto sucede incluso en el propio cerebro materno252. Este fenmeno se
denomina microquimerismo y muestra no slo cmo el hijo est presente
biolgicamente en la madre, sino tambin el padre (parte de su carga gentica a travs
del hijo pasa a la madre).
Esta serie de relaciones, tambin biolgicas, son necesarias para la continuacin
del hombre como ser vivo, pero no se limitan a ello, sino que son expresin de la
complementariedad entre el varn y la mujer. De hecho, las relaciones madre-padre, que
son anteriores a las que puedan tener con el hijo, no se inician a nivel corporal sino, ms
bien, a travs de los afectos, la voluntad y, sobre todo, mediante el amor. Es verdad que
el amor tiene su reflejo y su influencia en la biologa y tiene su desarrollo corporal, pero
no puede ser reducido a ello. Por eso se eleva la categora de la persona, ya que no es
resultado de instintos bsicos (como en los animales), sino fruto de un amor expresado
tambin con el cuerpo. Fuera de actuaciones o representaciones, sabemos que todos
estamos abiertos al amor. El amor complementario y abierto a la vida es el que une
realmente a un varn con una mujer y el que lleva a estos a ser padres, y a nosotros, a
todos, a ser hijos. Todos somos susceptibles de amor, es una posibilidad que est en
nosotros de forma natural, por eso al hacerse efectiva (la posibilidad del amor) con
ciertas personas se expresa algo que ya estaba en nosotros, al menos como posibilidad o
en forma de potencia, podramos decir. Todos, siendo hijos, somos llamados a ser
esposos y padres, por eso tampoco debemos reducir las relaciones de amor a
actuaciones socialmente establecidas y demarcadas. Cuando el amor se dirige a una
252
Para mayor informacin ver los siguientes artculos: Chan, W. F., Gurnot, C., Montine, T. J., Sonnen,
J. A., Guthrie, K. A., & Nelson, J. L. (2012). Male microchimerism in the human female brain. PloS
one, 7(9), e45592; O'Donoghue, K., Sultan, H. A., Al-Allaf, F. A., Anderson, J. R., Wyatt-Ashmead, J., &
Fisk, N. M. (2008). Microchimeric fetal cells cluster at sites of tissue injury in lung decades after
pregnancy. Reproductive biomedicine online,16(3), 382-390.
120
persona de sexo opuesto, ste, adems, tiene la posibilidad de ser fecundo y por eso,
entre otras, es la mayor expresin amorosa253.
De este modo es necesario entender que realmente exista una vocacin que es
inherente a la persona humana por su condicin de hijo, la de ser esposos y ser padre o
madre, pues en cada uno de nosotros subyacen nuestros padres. As pues, el
cumplimiento de dicha vocacin se da en la relacin conyugal que impone, de nuevo, el
hijo. Diremos, pues, siguiendo a Juan Pablo II, que somos hijos para ser esposos, y
esposos para ser padres, y esto est inscrito en la persona.
253
121
255
122
259
Husserl, E. (1962). Ideas relativas a una fenomenologa pura y una filosofa fenomenolgica. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Econmica (p. 422).
260
Merleau-Ponty, M. (1993). Fenomenologa de la percepcin. Barcelona: Planeta-De Agostini (p. 114).
261
Cf. Maras, J. (1970). El rostro humano. En (Ed.) Antropologa metafsica. La estructura emprica de
la vida humana. Madrid: Revista de Occidente (pp. 171-181).
262
Cf. Wojtyla, K. (2011). El problema de la reciprocidad. En (Ed.) Amor y responsabilidad. Madrid:
Palabra (pp. 104-110).
123
a) Feminidad: ser-con-en.
Dice Ortega y Gasset que como cada generacin, cada raza va alquitarando un
prototipo de feminidad que no se produce espontneamente, sino que va siendo
modelado en larga obra secular, a fuerza de coincidir la mayora de los hombres en
preferirlo266. Es cierto que la nocin de feminidad como la de masculinidad ha variado,
y vara, a lo largo de cada poca y de cada cultura, especialmente como prototipo de
belleza. Sin embargo, el estudio metafsico y antropolgico de la mujer nos revela una
263
Castilla, B. (2004). Persona masculina. Persona femenina. Madrid: Rialp (p. 23).
Cf. Prez, J. E. (2009). La sexualidad y la condicin sexuada. En (Ed.) La estructura de la vida
humana en el pensamiento de Julin Maras. Murcia: Laborum (pp. 143-145).
265
Catecismo de la Iglesia Catlica, n 2332 2333.
266
Ortega y Gasset, J. (2006). Estudios sobre el amor. Madrid: Edaf (p. 40).
264
124
serie de datos que nada tienen que ver con la cultura, sino que ms bien se refieren a la
estructura misma de la mujer como persona orientada al sexo contrario, al varn267. En
este sentido, ms que centrarse en los aspectos sociales, hay que preguntarse: qu es
ser mujer?
Para entender el misterio de la mujer, la esencia femenina independientemente
de los aspectos culturales, hay que apelar a la maternidad. Juan Pablo II dir:
La constitucin de la mujer es diferente de la del hombre; hoy sabemos incluso
que es diferente hasta de los determinantes biofisiolgicos ms profundos. Esta
constitucin se manifiesta externamente slo en cierta medida, en la
constitucin y en la forma de su cuerpo. La maternidad manifiesta interiormente
esa constitucin como una potencialidad particular del organismo, que con
peculiaridad creadora sirve a la concepcin y a la generacin del ser humano,
con la cooperacin del hombre268.
Las teoras queer, por su parte, concibe la maternidad como una faceta social
impuesta a la mujer: a saber, dentro del construccionismo social al que la mujer se ve
sometida y al que es reducida conceptualmente. De modo que se entiende como
performativa, esto es como un papel extrao y exterior, y bajo ningn concepto natural
o esencial. Desde la antropologa cristiana no es as, pues se advierte que la propia
constitucin de la mujer garantiza su ser madre potencialmente, es por eso que lo
calificamos de vocacin. Y aqu hay un cambio importante de terminologa. Pasamos de
hablar de papel, rol o representacin a vocacin, lo que ya indica la tendencia femenina
a esta realidad. De modo que cualquier mujer que, al menos, tenga un hijo no slo acta
como madre y ejerce el papel de madre, sino que efectivamente es madre de por vida.
Trabajamos a partir de la maternidad por la repercusin de esta realidad para las
mujeres, por supuesto, pero tambin porque es un dato evidente: slo la mujer puede ser
madre, slo la mujer puede quedar embarazada y dar a luz a su hijo. Se trata de una
capacidad propiamente femenina. En necesaria unidad personal (segn lo entiende el
personalismo y el cristianismo), la persona femenina estar vocacionalmente preparada
267
Cf. Maras, J. (1970). Antropologa metafsica. La estructura emprica de la vida humana. Madrid:
Revista de Occidente (p. 163).
268
Cf. Juan Pablo II, (2010). Hombre y mujer los cre. Catequesis sobre el amor humano. Madrid:
Cristiandad (p. 153).
125
para la maternidad en todos los niveles. En esta lnea, hay quien considera que la
espiritualidad femenina tambin configura la maternidad por encima de las condiciones
fsicas. Es el caso de P. Evdokimov que recalca as la vocacin femenina a la
maternidad gracias a la unidad de todas las dimensiones:
Lo fisiolgico y lo psquico dependen del espritu, le sirven y lo expresan. La
mujer no es maternal porque, en su cuerpo, sea apta para engendrar, sino que
de su espritu maternal es de donde procede su facultad fisiolgica y la
correspondencia anatmica269.
Lo que coincide con lo afirmado en el Catecismo de la Iglesia Catlica que antes
veamos, donde se reclama la diferencia, tambin espiritual, del varn y de la mujer Por
ello, diremos que la mujer es maternal por su cuerpo, su psicologa e igualmente por su
espritu. Lo mismo que se desprende de los estudios antropolgicos sobre la mujer que
Edith Stein lleva a cabo. La filsofa alemana parte del anlisis del cuerpo femenino y
llega a la psicologa para ms tarde pasar al alma de la mujer, sabiendo que toda la
persona femenina conforma una unidad sin fisuras. Asegura que al alma femenina le
son propias ciertas actitudes duraderas que configuran intrnsecamente su vida
profesional vocacional270, y que configura tambin, desde luego, su maternidad y su
vida familiar271.
Desde el punto de vista personalista, igual que desde la antropologa adecuada,
es necesario entender la vocacin en concreto la maternidad y las capacidades
femeninas a partir de la unidad de todas las dimensiones de la mujer. A este tipo de
anlisis completo es al que apela Karol Wojtyla, especialmente en cuestiones
relacionadas con la sexualidad humana para no errar con posibles reduccionismos272.
La vocacin a la maternidad de la mujer permite comprender el misterio de la
feminidad: pero, qu supone la maternidad?, qu es ser maternal como lo es
esencialmente la mujer? La maternidad implica, en principio, concebir un nuevo ser
humano, un nuevo hijo; pero no slo, tambin llevar al hijo en el vientre durante un
269
Evdokimov, P. (1985). La femme et le Salut du monde. Etude danthropologie chrtienne sur les
charismes de la femme. Paris: Casterman.
270
Stein, E. (1999). La mujer. Su papel segn la naturaleza y la gracia. Madrid: Palabra (p. 25).
271
Cf. bid., pp. 25-31.
272
Cf. Wojtyla, K. (2011). La sexologa y la tica. En (Ed.) Amor y responsabilidad. Madrid: Palabra (p.
322).
126
127
273
128
cuando compara a la mujer con la casa o la sede276. Preferiremos pasar estos trminos a
otro que tiene mayor connotacin de acogida, el de hogar. El hogar, que para el hijo es
evidente, pues el vientre de la madre es la primera estancia de su existencia, para el
cnyuge queda conceptualmente un poco ms confuso, pero si por un momento lo
pensamos en trminos meramente corporales lo entenderemos mejor: durante las
relaciones sexuales la mujer acoge al hombre de forma fsica, ella se abre para dejarle
entrar. No obstante, esta apertura no se realiza nicamente a nivel corporal, pues la
mujer es base de la familia porque acoge a todos, al marido y a los hijos. A propsito de
la comparacin de la mujer con el hogar, J. Maras dir que en la familia el dominio no
es, como siempre se ha pensado, del marido, sino enteramente de la mujer porque es ella
quien gesta a los hijos creando un lazo afectivo fortsimo y tambin quien los educa o
suele hacerlo de forma tendencialmente natural aunque la educacin tambin
implique al padre, sin duda. La educacin comporta la transmisin de los valores y las
creencias, eje central de cualquier persona 277 . No obstante, Maras recalca que su
domino [el de la mujer] es eficaz desde la dependencia278, lo que implica el puesto
natural del varn que ms adelante analizaremos. Aunque adelanto que este dominio
desde la dependencia mantiene la anhelada igualdad de importancia y funciones de la
madre y del padre ya que no se trata de un dominio unilateral.
Por 1964, Juan Pablo II, entonces arzobispo de Cracovia, escriba poticamente
as acerca de lo que significa ser madre poniendo estas palabras, de hecho, en boca de
una madre: en m permanecen todos los que se van. Y todos los que van de paso,
hallan en m un sitio suyo; no una fugaz parada sino un lugar estable. En m vive un
amor ms fuerte que la soledad. Y finaliza: sombra debe ser una madre para sus hijos
[] no s si estoy en ellos slo les siento cuando estn en m279.
Estas palabras, ms poticas que filosficas, sacan a relucir la esencia femenina,
el ser hogar, acoger: se intuye la estructura ms profunda de la mujer. Por ello, es una
buena manera de expresar la esencia femenina que a continuacin vamos a elaborar
fenomenolgicamente.
276
Cf. Castilla, B. (2002). Identidad personal, lo masculino y lo femenino. En Aparisi, A. & Ballesteros,
J. (Ed.) Por un feminismo de la complementariedad. Nuevas perspectivas para la familia y el trabajo.
Pamplona: Eunsa (pp. 25-46).
277
Cf. Maras, J. (1987). Dependencia y dominio. En (Ed.) La mujer y su sombra. Madrid: Alianza
Editorial (pp. 71-81).
278
Idid., p. 77.
279
Wojtyla, K. (1990). Hermano de nuestro Dios: esplendor de paternidad. Madrid: BAC (pp. 171-172).
129
130
que de ah (de dos mujeres) no puede fructificar una relacin de amor en el pleno
sentido de este concepto, tal y como lo entiende San Juan Pablo II282, pues falta una
base de reciprocidad.
Igualmente, la mujer que lleva en su seno al hijo presenta el instinto maternal
ms pronto y con mayor fuerza que el varn el paternal 283. As pues, vemos que la
realizacin de la mujer como madre conlleva tiempo y, sobre todo, interioridad. Dicha
interioridad se encuentra en toda mujer porque en s misma es femenina. En esta lnea
Edith Stein caracterizaba al alma femenina como vaca de s y recogida en s y
como clida284. Imagen, tantas veces repetida, del hogar. La maternidad, por tanto, es
un proceso en continuo desarrollo que no acaba, desde luego, con el parto, sino que es
para siempre.
Si definimos la feminidad a travs de la maternidad, qu sucede entonces con
aquellas mujeres que no pueden tener hijos, ya no slo las que tienen impedimentos
fsicos sino aquellas que por vocacin les es impropia, de entrada, la maternidad fsica?
En respuesta a esto, se ha hablado en el pensamiento cristiano de maternidad espiritual,
pero siendo conscientes de la dificultad filosfica que conlleva dicha realidad, recurrir
a la propuesta de una mujer que, de hecho, no fue madre fsicamente. Se trata de Edith
Stein285, quien ve la expresin natural de la maternidad en el cuidado del prjimo o en
tareas del estilo que proporcionan beneficios a los dems286. Es, sencillamente, la idea
de oblacin que mantiene San Juan Pablo II en su encclica Mulieris Dignitatem: la
mujer es entrega caracterstica especialmente importante en el cristianismo.
De este anlisis comprendemos que la esencia de la mujer radica en torno a su
maternidad, y que su maternidad determina la forma especfica de apertura a los dems,
una apertura desde la interioridad del acogimiento. Ello nos permita la
conceptualizacin de la estructura relacional de la mujer como ser-con-en.
Desgraciadamente, este esquema puede llevarnos a relegar a la mujer al plano de lo
282
Cf. Wojtyla, K. (2011). Anlisis metafsico del amor. En (Ed.) Amor y responsabilidad. Madrid:
Palabra.
283
bid., p. 340.
284
Stein, E. (1999). La mujer. Su papel segn la naturaleza y la gracia. Madrid: Palabra (pp. 149-150).
285
Edith Stein fue filsofa (fenomenloga), monja y mrtir catlica. Muri en Auschwitz por su origen
judo. En 1998 fue canonizada por Juan Pablo II. Desde entonces se le conoce como Santa Teresa
Benedicta de la Cruz.
286
Cf. Gerl-Falkovitz, H. B. (1998). La cuestin de la mujer segn Edith Stein. Anuario Filosfico (31)
753-784.
131
b) Masculinidad: ser-con-desde.
La masculinidad es el gran olvidado de la filosofa. Existe una cantidad
importante de escritos acerca de la mujer y a la vez muy pocos sobre el varn. Como
antes deca, seguramente se deba a su posicin histricamente privilegiada. De todas
formas, vamos a realizar la definicin metafsica de la masculinidad teniendo en cuenta
los datos disponibles y los estudios desde la antropologa cristiana.
El personalismo, con clara influencia fenomenolgica, parte de la forma ya vista
de Julin Maras algo simplista pero no por ello sin razn de que ser varn significa
estar referido a la mujer. Si la mujer est referida necesariamente al varn, en el caso de
ste es mucho ms evidente. Julin Maras, una vez ms, lo expresa estupendamente con
el ejemplo de la casa y comentar la necesidad masculina de un lugar de estancia, la
necesidad de la casa que es la mujer291.
De modo que vamos a llevar a cabo el proceso de anlisis de la masculinidad en
los mismos trminos que lo hemos realizado para la feminidad. En el apartado anterior
hemos partido de la maternidad para definir la esencia de la mujer, lo que nos da la
287
Cf. Maras, J. (1987). La mujer y su sombra. Madrid: Alianza Editorial (pp. 75-76).
Maras, J. (1980). La mujer en el siglo XX. Madrid: Alianza Editorial (p. 71).
289
Cf. Castilla, B. (2004). En torno a la diferencia varn-mujer. En (Ed.) Persona femenina. Persona
masculina. Madrid: Rialp.
290
Maras, J. (1970). Antropologa metafsica. Madrid: Revista de Occidente (p 195).
291
Cf. Maras, J. (1987). La mujer y su sombra. Madrid: Alanza Editorial (p. 179).
288
132
292
Cf. Anatrella, T. (2013). Las diversas formas del fenmeno de la homosexualidad. En Melina, L. &
Belardinelli, S. (Ed.) Amar en la diferencia. Madrid: BAC (pp. 27-67).
293
Cf. Castilla, B. (2002). Antropologa de la sexualidad. Un estudio interdisciplinar. En Aparisi, A. &
Ballesteros, J. (Ed.) Por un feminismo de la complementariedad. Nuevas perspectivas para la familia y el
trabajo. Pamplona: Eunsa.
294
Juan Pablo II, C. Enc. Mulieris dignitatem, 15.VIII.1988, 18.
295
Cf. Castilla, B. (2002). Antropologa de la sexualidad. Un estudio interdisciplinar. En Aparisi, A. &
Ballesteros, J. (Ed.) Por un feminismo de la complementariedad. Nuevas perspectivas para la familia y el
trabajo. Pamplona: Eunsa.
133
296
Anderson, A., C. & Granados, J. (2011). Renace la paternidad. En (Ed.) Llamados al amor. Teologa
del cuerpo en Juan Pablo II. Burgos: Monte Carmelo (pp. 101-102).
297
Polaino, A. (1995). El hombre como padre. En Juan Cruz (Ed.) Metafsica de la familia. Pamplona:
EUNSA (pp. 295-316).
298
Wojtyla, K. (1990). Hermano de nuestro Dios: esplendor de paternidad. Madrid: BAC (pp. 172).
134
299
135
303
136
El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una
parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, y por otra, en
su ser respectivo de hombre y de mujer. Ser hombre y ser mujer es una
realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer tiene una dignidad que
nunca se pierde, que viene inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22).
El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, imagen de Dios. En su
ser-hombre y su ser-mujer reflejan la sabidura y la bondad del
Creador304.
Varn y mujer son realidades inseparables y se implican mutuamente. Hablar de
varn es dar por hecho la existencia de la mujer y viceversa:
Cada sexo co-implica al otro []. Diremos entonces que la condicin sexuada
no es una cualidad o un atributo que tenga cada hombre, ni consiste en los
trminos de la disyuncin, sino en la disyuncin misma, vista alternativamente
desde cada uno de sus trminos. La condicin sexuada no es siquiera visible en
una vida aislada: la vemos en cada uno de nosotros, en cuanto referido al sexo
contrario, lo cual significa que, ms que en, la vemos desde cada uno de
nosotros. No puedo entender la realidad mujer sin co-implicar la realidad
varn, y por supuesto a la inversa; lo cual quiere decir que no hay segundo
sexo, y que esta interpretacin est a cien leguas de algunas teoras
recientes305.
Tal es la co-implicacin entre los sexos de la que habla J. Maras que la relacin
natural varn-mujer hace que cada uno sepa quin es306. Esto se debe a vislumbrar
en la otra persona de sexo opuesto qu es lo diferente a uno mismo y qu es lo que me
atrae de ella por ese mismo contraste: de modo que el varn descubre su masculinidad y
quin es, un varn, frente a la feminidad de la mujer; igualmente, la masculinidad del
varn revela a la mujer su identidad femenina. De nuevo J. Maras advierte:
El hombre y la mujer se son recprocamente espejos en que se descubre su
condicin. Hay un elemento de asombro, condicin de todo verdadero
304
137
307
Maras, J. (2005). Mapa del mundo personal. Madrid: Alianza Editorial (p. 34).
Cf. Blanca, C. (2004). Estudios sobre el gnero. En (Ed.) Persona femenina. Persona masculina.
Madrid: Rialp.
309
Cf. Prez, J. E. (2009). La disyuncin y polaridad de la condicin sexuada: varn y mujer. En (Ed.) La
estructura de la vida humana en el pensamiento de Julin Maras. Murcia: Laborum.
310
Maras, J. (1970). Antropologa metafsica. La estructura emprica de la vida humana. Madrid:
Revista de Occidente (p. 164).
308
138
311
Castilla, B. (2004). Persona masculina. Persona femenina. Madrid: Rialp (p. 86).
Cf. bid., pp. 93-99.
313
Mounier, E. (2002). El personalismo: antologa esencial. Salamanca: Sgueme (pp. 701-702).
314
Riego, I., (2009). El ordo amoris como principal inspirador del pensamiento personalista. Veritas,
4(21) 267-286.
312
139
El amor matrimonial difiere de todos los otros aspectos y formas del amor []
Cosiste en el don de la persona. Su esencia es el donde s mismo. Del propio
yo [] Ninguno de los modos se salir de s mismo para ir hacia otra persona,
poniendo la mirada en el bien de ella, va tan lejos como el amor
matrimonial315.
El amor del que hablamos, el amor entre los cnyuges, es comn, un vnculo
entre ellos. En este sentido entendemos que el amor no es del varn ni de la mujer
aunque se dirija hacia el otro, ya que no se trata de amor individual; el amor conyugal es
propio de ambos, de la relacin316. Lo que responde a la unidad tan fuerte indisoluble
para el cristiano que es posible que se d entre el varn y la mujer en el matrimonio.
Finalmente, en el matrimonio, tanto el hombre como la mujer pueden cumplir
sus vocaciones de padre y madre. Estas vocaciones, que estaban en ellos potencialmente,
se actualizarn.
En la maternidad de la mujer, unida a la paternidad del hombre, se refleja el
eterno misterio del engendrar que existe en Dios mismo, uno y trino (cf. Ef 3,1415)317.
La maternidad y la paternidad tienen dos maneras de darse: fsica y
espiritualmente, puesto que formar una persona es, en cierto sentido, ms que procrear
un cuerpo318. Y es que los padres no slo traen un nuevo hijo al mundo sino que lo
forman como persona, lo educan. Como deca Santo Toms:
Despus, una vez que ha salido del tero materno, antes del uso de razn, est
bajo el cuidado de sus padres, como contenido en un tero espiritual319.
Igualmente, los cnyuges tienen acceso privilegiado al amor: se realizan como
personas pues antes y ms profundamente que animales racionales o individuos que
desean, los seres humanos buscamos ser amados y amar320. Cabe apuntar, a diferencia
315
140
de las crticas que los tericos queer dirigen a la institucin matrimonial, que sabemos
que esta institucin es primeramente de amor y no slo de reproduccin. An siendo
conscientes de la fecundidad y aceptndola, la cual es inherente al matrimonio. En este
sentido, diremos que las relaciones conyugales estn (o deben estar) orientadas al
verdadero bien del otro y no a la procreacin de forma cerrada. De hecho, las relaciones
sexuales tambin son necesarias para el amor entre esposos y como forma de donacin,
no slo son necesarias para la procreacin321.
En conclusin, parece bastante acertado concebir a la persona con estructura
esponsal (de relacin varn-mujer). La cual llega a su plenitud en la unidad matrimonial
y con la maternidad-paternidad. La reciprocidad del varn con respecto a la mujer y la
de la mujer con respecto al varn es expresin de los modos naturales y esenciales de
relacin de ambos. Por lo que no se puede entender a la persona humana sin esta
dimensin relacional complementaria: estn hechos el uno para el otro. Cualquier
antropologa que niegue esta dimensin del hombre o incluso la ignore, comete un
grave error que puede llegar a deshumanizar al hombre como sucede en las teoras queer.
El ser humano (ntegramente) seala a otra persona, a otra persona del sexo opuesto,
desde todo su cuerpo, pero tambin desde toda su alma. La unin llega a su mxima
expresin con la maternidad y la paternidad, donde el hijo es fruto visible de la
relacionalidad amorosa de los padres. Ese hijo, que es persona, fruto del amor, con su
vida regalada, con su cuerpo y alma regalados, ser hijo nico para ser esposo para ser
padre: para ir al encuentro del T.
321
141
VI. CONCLUSIONES
6. CONCLUSIONES
1. Las teoras queer son el presente y cada vez tiene ms peso cultural, social,
poltico, jurdico y educativo.
2. Las teoras queer estn compuestas por una serie de propuestas filosficas
enmarcadas en la ideologa de gnero y son la propuesta ms actual de la misma. A
pesar de considerarse como multitud tienen dos pilares bsicos: la reduccin del sexo al
gnero y la performatividad de la identidad que llena el vaco que deja la primera
reduccin. As pues, desnaturalizan a la persona y proponen un construccionismo en
cuanto a la sexualidad, incluido el cuerpo sexuado.
3. Las teoras queer evaden a la persona de su sexo, pues los consideran extraos,
artificiales, performativos. As, deshumanizan al hombre porque ignoran la ontologa de
la persona, como varn o mujer, mediante el construccionismo. Se produce tal
deshumanizacin porque la condicin sexuada es esencial a la persona: eliminando el
sexo, eliminamos la esencia de la persona.
4. Las teoras queer son una nueva forma de atesmo. El pensamiento que
subyace va contra Dios mismo, aunque esta vez el atesmo se muestra ms sofisticado, a
saber, dirigido contra el hombre. De modo que destruyendo al hombre se destruye a
Dios. La deshumanizacin que llevan a cabo a travs de eliminar la diferenciacin
sexual provoca en el hombre la ruptura de la relacionalidad que le caracteriza, y es que
la relacin varn-mujer es la mayor expresin de la realcionalidad humana. La relacin
varn-mujer es imagen de la relacin de las personas divinas en la Trinidad. La
impronta de Dios en el hombre es patente en su capacidad de relacin: rota la mxima
relacin que se puede dar en el hombre (relacin varn-mujer) se fragmenta el mismo
hombre.
5. Visto los puntos anteriores se puede afirmar con rotundidad que las teoras
queer son una revolucin antropolgica, atea, anrquica, subversiva, sexual sin persona,
ni varn, ni mujer.
6. Existe una agenda queer, sobre todo a nivel educativo, donde diversas
organizaciones (UNESCO, GSLEN) y asociaciones LGTBQIA promueven instaurar la
educacin
queer
fomentando
iniciativas
performativas
de
distinto
grado
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147
VII. GLOSARIO
7. GLOSARIO
Antiesencialismo: se trata de un trmino que hace referencia a la falta de
esencia en diferentes realidades. El antiesencialismo promulgado por las teoras queer se
centra en el hombre, de modo que designa la ausencia de esencia o naturaleza humana.
El hombre, por tanto, se basa en construcciones sociales.
Biohombre/biomujer: son categoras que tienen su origen en Foucault y en su
nocin de biopoltica, es decir, de la poltica de la biologa. La biopoltica de Foucault
resalta la construccin que el poder hace sobre los cuerpos mediante prcticas y
discursos que los moldea. As, el hombre ser ms fuerte que la mujer porque
socialmente ha estado expuesto al trabajo fsico, por ejemplo. Se trata de una
construccin que tiene repercusiones en el cuerpo del hombre. Esta idea de biologa
construida es tomada por los tericos queer y la extienden a la diferenciacin sexual.
Como para las teoras queer no existen las categoras de hombre ni de mujer, biohombre
sera, por tanto, una persona designada biolgicamente como hombre y una biomujer es
aquella designada biolgicamente como mujer. Al introducir el prefijo bio- generan
cierta percepcin de limitacin de estas categoras. Esto es, que con dicho prefijo lo que
sucede es que las nociones de hombre y de mujer slo se entienden dentro de una cierto
marco, el de la biologa. Fuera de ste, las nociones no seran reales o no estaran tan
demarcadas.
As pues, desde este punto de vista, estas palabras slo son designaciones
arbitrarias, nunca destinos naturales pues no hay esencia humana. El objetivo que
subyace a la creacin de estas categoras es la divisin en dos de la sociedad: grupo
dominador (varones) y grupo dominado (mujeres). La ciencia se encarga de realizar tal
divisin dando una mayor credibilidad.
151
152
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8. BIBLIOGRAFA BSICA
a) Bibliografa teoras queer.
Beauvoir, S. (1998). El segundo sexo. II. La experiencia vivida. Madrid:
Ctedra.
Buttler, J. (1990). Variaciones sobre sexo y gnero. Beauvoir, Wittig y Foucault.
En Benhabib, S. & Cornella, D. (Ed.) Teora feminista y teora crtica. Valencia:
Generalitat valenciana.
Butler, J. (2003). Cuerpos que importan. Barcelona: Paids.
Butler, J. (2007). El gnero en disputa. Barcelona: Paids.
Deleuze, G. & Guattari, F. (1985). El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia.
Barcelona: Paids.
Derrida, J. (2005). De la gramatologa. Madrid: Siglo XXI.
Foucault (1977). La voluntad del Saber. Historia de la sexualidad I. Madrid:
Siglo XXI.
Foucault, M. (1988). El sujeto y el poder. Revista Mexicana de Sociologa, (50),
3-20.
Gonzlez, A. D. (2009). Una aproximacin a las teoras queer: El debate sobre la
libertad y la ciudadana. Cuadernos del Ateneo, (26), 29-42.
Halberstam, J. (2008). Masculinidadfemenina.Madrid: Egales.
Preciado, B. (2002). Manifiesto contra-sexual. Madrid: Opera Prima.
Preciado, B. (2003). Multitudes queer. Multitudes, (2), 17-25.
Preciado, B. (2008). Testo yonqui. Madrid: Espasa Calpe.
Wittig, M. (2006). El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Madrid:
EGALES.
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158
ANEXOS
ANEXOS
ANEXO 1:
A continuacin, la lista de los 56 gneros personalizables en la versin americana de
Facebook.
Agender
Androgyne
Androgynous
Bigender
Cis
Cis Female
Cis Male
Cis Man
Cis Woman
Cisgender
Cisgender
Cisgender
Cisgender Man
Cisgender
Female to Male
Female
Male
FTM
Gender Fluid
Woman
Gender
Gender
Gender Variant
Nonconforming Questioning
Genderqueer
Intersex
Two-spirit
MTF
Neither
Neutrois
Non-binary
Transsexual
Pangender
Trans
Woman
Trans Female
Trans Male
Trans Man
Trans Person
Trans Woman
Trans*
Trans* Female
Trans* Male
Trans* Man
Trans* Person
Trans* Woman
Transfeminine
Transgender
Transgender
Transgender
Female
Male
Transgender
Transgender
Transgender
Man
Person
Woman
Transsexual
Transsexual
Transsexual
Transsexual
Transsexual
Woman
Female
Male
Man
Person
Other
Transmasculine Transsexual
ANEXO 2:
Fragmento del Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo
de las felicitaciones de Navidad (21.XII.2012):
actualidad, existe slo el hombre en abstracto, que despus elije para s mismo,
autnomamente, una u otra cosa como naturaleza suya. Se niega a hombres y mujeres su
exigencia creacional de ser formas de la persona humana que se integran mutuamente.
Ahora bien, si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creacin,
entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creacin. Pero,
en este caso, tambin la prole ha perdido el puesto que hasta ahora le corresponda y la
particular dignidad que le es propia. Bernheim muestra cmo sta, de sujeto jurdico de
por s, se convierte ahora necesariamente en objeto, al cual se tiene derecho y que, como
objeto de un derecho, se puede adquirir. All donde la libertad de hacer se convierte en
libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador mismo y,
con ello, tambin el hombre como criatura de Dios, como imagen de Dios, queda
finalmente degradado en la esencia de su ser. En la lucha por la familia est en juego el
hombre mismo. Y se hace evidente que, cuando se niega a Dios, se disuelve tambin la
dignidad del hombre. Quien defiende a Dios, defiende al hombre.
Con esto quisiera llegar al segundo gran tema que, desde Ass hasta el Snodo
sobre la Nueva Evangelizacin, ha impregnado todo el ao que termina, es decir, la
cuestin del dilogo y del anuncio. Hablemos primero del dilogo. Veo sobre todo tres
campos de dilogo para la Iglesia en nuestro tiempo, en los cuales ella debe estar
presente en la lucha por el hombre y por lo que significa ser persona humana: el dilogo
con los Estados, el dilogo con la sociedad incluyendo en l el dilogo con las culturas
y la ciencia y el dilogo con las religiones. En todos estos dilogos, la Iglesia habla
desde la luz que le ofrece la fe. Pero encarna al mismo tiempo la memoria de la
humanidad, que desde los comienzos y en el transcurso de los tiempos es memoria de
las experiencias y sufrimientos de la humanidad, en los que la Iglesia ha aprendido lo
que significa ser hombres, experimentando su lmite y su grandeza, sus posibilidades y
limitaciones. La cultura de lo humano, de la que ella se hace valedora, ha nacido y se ha
desarrollado a partir del encuentro entre la revelacin de Dios y la existencia humana.
La Iglesia representa la memoria de ser hombres ante una cultura del olvido, que ya slo
conoce a s misma y su propio criterio de medida. Pero, as como una persona sin
memoria ha perdido su propia identidad, tambin una humanidad sin memoria perdera
su identidad. Lo que se ha manifestado a la Iglesia en el encuentro entre la revelacin y
la experiencia humana va ciertamente ms all del mbito de la razn, pero no
constituye un mundo especial, que no tendra inters alguno para el no creyente. Si el
anuncio. Juan el Bautista seala a Jess y dice: Este es el Cordero de Dios. Poco ms
adelante, el evangelista narra un hecho similar. Esta vez es Andrs, que dice a su
hermano Simn: Hemos encontrado al Mesas (1,41). El primero y fundamental
elemento es el simple anuncio, el kerigma, que toma su fuerza de la conviccin interior
del que anuncia. En el relato de los dos discpulos sigue despus la escucha, el ir tras los
pasos de Jess, un seguirle que no es todava seguimiento, sino ms bien una santa
curiosidad, un movimiento de bsqueda. En efecto, ambos son personas en bsqueda,
personas que, ms all de lo cotidiano, viven en espera de Dios, en espera porque l
est y, por tanto, se mostrar. Su bsqueda, iluminada por el anuncio, se hace concreta.
Quieren conocer mejor a Aqul que el Bautista ha llamado Cordero de Dios. El tercer
acto comienza cuando Jess mira atrs hacia ellos y les pregunta: Qu buscis?. La
respuesta de ambos es de nuevo una pregunta, que manifiesta la apertura de su espera, la
disponibilidad a dar nuevos pasos. Preguntan: Maestro, dnde vives?. La respuesta
de Jess: Venid y veris, es una invitacin a acompaarlo y, caminando con l, a
llegar a ver.
La palabra del anuncio es eficaz all donde en el hombre existe la disponibilidad
dcil para la cercana de Dios; donde el hombre est interiormente en bsqueda y por
ende en camino hacia el Seor. Entonces, la atencin de Jess por l le llega al corazn
y, despus, el encuentro con el anuncio suscita la santa curiosidad de conocer a Jess
ms de cerca. Este caminar con l conduce al lugar en el que habita Jess, en la
comunidad de la Iglesia, que es su Cuerpo. Significa entrar en la comunin itinerante de
los catecmenos, que es una comunin de profundizacin y, a la vez, de vida, en la que
el caminar con Jess nos convierte en personas que ven.
Venid y veris. Esta palabra que Jess dirige a los dos discpulos en bsqueda,
la dirige tambin a los hombres de hoy que estn en bsqueda. Al final de ao, pedimos
al Seor que la Iglesia, a pesar de sus pobrezas, sea reconocida cada vez ms como su
morada. Le rogamos para que, en el camino haca su casa, nos haga da a da ms
capaces de ver, de modo que podamos decir mejor, ms y ms convincentemente:
Hemos encontrado a Aqul, al que todo el mundo espera, Jesucristo, verdadero Hijo de
Dios y verdadero hombre. Con este espritu os deseo de corazn a todos una Santa
Navidad y un feliz Ao Nuevo. Gracias.