Encíclica Laudato Si

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La Santa Sede

CARTA ENCCLICA

LAUDATO SI
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMN

1. Laudato si, mi Signore Alabado seas, mi Seor, cantaba san Francisco de Ass. En ese
hermoso cntico nos recordaba que nuestra casa comn es tambin como una hermana, con la
cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos:
Alabado seas, mi Seor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y
produce diversos frutos con coloridas flores y hierba[1].
2. Esta hermana clama por el dao que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso
de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que ramos sus propietarios y
dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazn humano, herido por el
pecado, tambin se manifiesta en los sntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el
agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres ms abandonados y
maltratados, est nuestra oprimida y devastada tierra, que gime y sufre dolores de parto (Rm
8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo est
constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica
y restaura.

Nada de este mundo nos resulta indiferente


3. Hace ms de cincuenta aos, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el
santo Papa Juan XXIII escribi una encclica en la cual no se conformaba con rechazar una
guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigi su mensaje Pacem in terris a todo
el mundo catlico , pero agregaba y a todos los hombres de buena voluntad . Ahora, frente al

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deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi
exhortacin Evangelii gaudium, escrib a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un
proceso de reforma misionera todava pendiente. En esta encclica, intento especialmente entrar
en dilogo con todos acerca de nuestra casa comn.
4. Ocho aos despus de Pacem in terris, en 1971, el beato Papa Pablo VI se refiri a la
problemtica ecolgica, presentndola como una crisis, que es una consecuencia dramtica
de la actividad descontrolada del ser humano: Debido a una explotacin inconsiderada de la
naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez vctima de esta
degradacin [2].Tambin habl a la FAO sobre la posibilidad de una catstrofe ecolgica bajo
el efecto de la explosin de la civilizacin industrial, subrayando la urgencia y la necesidad de
un cambio radical en el comportamiento de la humanidad, porque los progresos cientficos ms
extraordinarios, las proezas tcnicas ms sorprendentes, el crecimiento econmico ms
prodigioso, si no van acompaados por un autntico progreso social y moral, se vuelven en
definitiva contra el hombre[3].
5. San Juan Pablo II se ocup de este tema con un inters cada vez mayor. En su primera
encclica, advirti que el ser humano parece no percibir otros significados de su ambiente
natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo[4].
Sucesivamente llam a una conversin ecolgica global[5]. Pero al mismo tiempo hizo notar que
se pone poco empeo para salvaguardar las condiciones morales de una autntica ecologa

humana[6]. La destruccin del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no slo le
encomend el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido
de diversas formas de degradacin. Toda pretensin de cuidar y mejorar el mundo supone
cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de produccin y de consumo, las
estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad[7].El autntico desarrollo humano
posee un carcter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero tambin debe
prestar atencin al mundo natural y tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua
conexin en un sistema ordenado[8]. Por lo tanto, la capacidad de transformar la realidad que
tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donacin originaria de las cosas por
parte de Dios[9].
6. Mi predecesor Benedicto XVI renov la invitacin a eliminar las causas estructurales de las
disfunciones de la economa mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen
incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente[10]. Record que el mundo no puede ser
analizado slo aislando uno de sus aspectos, porque el libro de la naturaleza es uno e
indivisible, e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las relaciones sociales, etc.
Por consiguiente, la degradacin de la naturaleza est estrechamente unida a la cultura que
modela la convivencia humana [11]. El Papa Benedicto nos propuso reconocer que el ambiente
natural est lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. Tambin el
ambiente social tiene sus heridas. Pero todas ellas se deben en el fondo al mismo mal, es decir, a

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la idea de que no existen verdades indiscutibles que guen nuestras vidas, por lo cual la libertad
humana no tiene lmites. Se olvida que el hombre no es solamente una libertad que l se crea
por s solo. El hombre no se crea a s mismo. Es espritu y voluntad, pero tambin
naturaleza[12]. Con paternal preocupacin, nos invit a tomar conciencia de que la creacin se
ve perjudicada donde nosotros mismos somos las ltimas instancias, donde el conjunto es
simplemente una propiedad nuestra y el consumo es slo para nosotros mismos. El derroche de
la creacin comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino
que slo nos vemos a nosotros mismos[13].

Unidos por una misma preocupacin


7. Estos aportes de los Papas recogen la reflexin de innumerables cientficos, filsofos, telogos
y organizaciones sociales que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones.
Pero no podemos ignorar que, tambin fuera de la Iglesia Catlica, otras Iglesias y Comunidades
cristianas como tambin otras religiones han desarrollado una amplia preocupacin y una
valiosa reflexin sobre estos temas que nos preocupan a todos. Para poner slo un ejemplo
destacable, quiero recoger brevemente parte del aporte del querido Patriarca Ecumnico
Bartolom, con el que compartimos la esperanza de la comunin eclesial plena.
8. El Patriarca Bartolom se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se
arrepienta de sus propias maneras de daar el planeta, porque, en la medida en que todos
generamos pequeos daos ecolgicos, estamos llamados a reconocer nuestra contribucin
pequea o grande a la desfiguracin y destruccin de la creacin[14]. Sobre este punto l se
ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitndonos a reconocer los
pecados contra la creacin: Que los seres humanos destruyan la diversidad biolgica en la
creacin divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio
climtico, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas hmedas; que
los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados[15].
Porque un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra
Dios[16].
9. Al mismo tiempo, Bartolom llam la atencin sobre las races ticas y espirituales de los
problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no slo en la tcnica sino en un
cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaramos slo los sntomas. Nos propuso
pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de
compartir, en una ascesis que significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo
de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios. Es
liberacin del miedo, de la avidez, de la dependencia[17]. Los cristianos, adems, estamos
llamados a aceptar el mundo como sacramento de comunin, como modo de compartir con
Dios y con el prjimo en una escala global. Es nuestra humilde conviccin que lo divino y lo
humano se encuentran en el ms pequeo detalle contenido en los vestidos sin costuras de la

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creacin de Dios, hasta en el ltimo grano de polvo de nuestro planeta [18].

San Francisco de Ass


10. No quiero desarrollar esta encclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tom
su nombre como gua y como inspiracin en el momento de mi eleccin como Obispo de Roma.
Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es dbil y de una ecologa
integral, vivida con alegra y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan
en torno a la ecologa, amado tambin por muchos que no son cristianos. l manifest una
atencin particular hacia la creacin de Dios y hacia los ms pobres y abandonados. Amaba y era
amado por su alegra, su entrega generosa, su corazn universal. Era un mstico y un peregrino
que viva con simplicidad y en una maravillosa armona con Dios, con los otros, con la naturaleza
y consigo mismo. En l se advierte hasta qu punto son inseparables la preocupacin por la
naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.
11. Su testimonio nos muestra tambin que una ecologa integral requiere apertura hacia
categoras que trascienden el lenguaje de las matemticas o de la biologa y nos conectan con la
esencia de lo humano. As como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que
l miraba el sol, la luna o los ms pequeos animales, su reaccin era cantar, incorporando en su
alabanza a las dems criaturas. l entraba en comunicacin con todo lo creado, y hasta
predicaba a las flores invitndolas a alabar al Seor, como si gozaran del don de la razn[19].
Su reaccin era mucho ms que una valoracin intelectual o un clculo econmico, porque para
l cualquier criatura era una hermana, unida a l con lazos de cario. Por eso se senta llamado a
cuidar todo lo que existe. Su discpulo san Buenaventura deca de l que, lleno de la mayor
ternura al considerar el origen comn de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por ms
despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas[20]. Esta conviccin no puede ser
despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene consecuencias en las opciones que
determinan nuestro comportamiento. Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta
apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza
en nuestra relacin con el mundo, nuestras actitudes sern las del dominador, del consumidor o
del mero explotador de recursos, incapaz de poner un lmite a sus intereses inmediatos. En
cambio, si nos sentimos ntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado
brotarn de modo espontneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo
meramente exterior, sino algo ms radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de
uso y de dominio.
12. Por otra parte, san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un
esplndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: A
travs de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analoga al autor (Sb 13,5),
y su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a travs de sus obras
desde la creacin del mundo (Rm 1,20). Por eso, l peda que en el convento siempre se dejara

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una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes
las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza[21]. El mundo es
algo ms que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa
alabanza.

Mi llamado
13. El desafo urgente de proteger nuestra casa comn incluye la preocupacin de unir a toda la
familia humana en la bsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las
cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrs en su proyecto de
amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad an posee la capacidad de colaborar
para construir nuestra casa comn. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en
los ms variados sectores de la actividad humana, estn trabajando para garantizar la proteccin
de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para
resolver las consecuencias dramticas de la degradacin ambiental en las vidas de los ms
pobres del mundo. Los jvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cmo es posible que
se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de
los excluidos.
14. Hago una invitacin urgente a un nuevo dilogo sobre el modo como estamos construyendo el
futuro del planeta. Necesitamos una conversacin que nos una a todos, porque el desafo
ambiental que vivimos, y sus races humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El
movimiento ecolgico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas
agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientizacin. Lamentablemente, muchos
esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no slo por
el rechazo de los poderosos, sino tambin por la falta de inters de los dems. Las actitudes que
obstruyen los caminos de solucin, aun entre los creyentes, van de la negacin del problema a la
indiferencia, la resignacin cmoda o la confianza ciega en las soluciones tcnicas. Necesitamos
una solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos de Sudfrica, se necesitan los
talentos y la implicacin de todos para reparar el dao causado por el abuso humano a la
creacin de Dios[22]. Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de
la creacin, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades.
15. Espero que esta Carta encclica, que se agrega al Magisterio social de la Iglesia, nos ayude a
reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafo que se nos presenta. En primer
lugar, har un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecolgica, con el fin de
asumir los mejores frutos de la investigacin cientfica actualmente disponible, dejarnos interpelar
por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario tico y espiritual como se indica a
continuacin. A partir de esa mirada, retomar algunas razones que se desprenden de la tradicin
judo-cristiana, a fin de procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente.
Luego intentar llegar a las races de la actual situacin, de manera que no miremos slo los

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sntomas sino tambin las causas ms profundas. As podremos proponer una ecologa que,
entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus
relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de esa reflexin quisiera avanzar en algunas
lneas amplias de dilogo y de accin que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la
poltica internacional. Finalmente, puesto que estoy convencido de que todo cambio necesita
motivaciones y un camino educativo, propondr algunas lneas de maduracin humana inspiradas
en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.
16. Si bien cada captulo posee su temtica propia y una metodologa especfica, a su vez retoma
desde una nueva ptica cuestiones importantes abordadas en los captulos anteriores. Esto
ocurre especialmente con algunos ejes que atraviesan toda la encclica. Por ejemplo: la ntima
relacin entre los pobres y la fragilidad del planeta, la conviccin de que en el mundo todo est
conectado, la crtica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnologa, la
invitacin a buscar otros modos de entender la economa y el progreso, el valor propio de cada
criatura, el sentido humano de la ecologa, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave
responsabilidad de la poltica internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un
nuevo estilo de vida. Estos temas no se cierran ni abandonan, sino que son constantemente
replanteados y enriquecidos.
CAPTULO PRIMERO
LO QUE LE EST PASANDO A NUESTRA CASA
17. Las reflexiones teolgicas o filosficas sobre la situacin de la humanidad y del mundo
pueden sonar a mensaje repetido y abstracto si no se presentan nuevamente a partir de una
confrontacin con el contexto actual, en lo que tiene de indito para la historia de la humanidad.
Por eso, antes de reconocer cmo la fe aporta nuevas motivaciones y exigencias frente al mundo
del cual formamos parte, propongo detenernos brevemente a considerar lo que le est pasando a
nuestra casa comn.
18. A la continua aceleracin de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la
intensificacin de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman rapidacin. Si bien el
cambio es parte de la dinmica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones
humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolucin biolgica. A esto se
suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se
orientan al bien comn y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo
deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad
de vida de gran parte de la humanidad.
19. Despus de un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una
parte de la sociedad est entrando en una etapa de mayor conciencia. Se advierte una creciente

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sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y
dolorosa preocupacin por lo que est ocurriendo con nuestro planeta. Hagamos un recorrido,
que ser ciertamente incompleto, por aquellas cuestiones que hoy nos provocan inquietud y que
ya no podemos esconder debajo de la alfombra. El objetivo no es recoger informacin o saciar
nuestra curiosidad, sino tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal
lo que le pasa al mundo, y as reconocer cul es la contribucin que cada uno puede aportar.
I. Contaminacin y cambio climtico

Contaminacin, basura y cultura del descarte


20. Existen formas de contaminacin que afectan cotidianamente a las personas. La exposicin a
los contaminantes atmosfricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud,
especialmente de los ms pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferman, por
ejemplo, a causa de la inhalacin de elevados niveles de humo que procede de los combustibles
que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminacin que afecta a todos,
debida al transporte, al humo de la industria, a los depsitos de sustancias que contribuyen a la
acidificacin del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de
malezas y agrotxicos en general. La tecnologa que, ligada a las finanzas, pretende ser la nica
solucin de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las mltiples
relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.
21. Hay que considerar tambin la contaminacin producida por los residuos, incluyendo los
desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de
toneladas de residuos por ao, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y
comerciales, residuos de demolicin, residuos clnicos, electrnicos e industriales, residuos
altamente txicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez ms en un
inmenso depsito de porquera. En muchos lugares del planeta, los ancianos aoran los paisajes
de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura. Tanto los residuos industriales como
los productos qumicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden producir un efecto de
bioacumulacin en los organismos de los pobladores de zonas cercanas, que ocurre aun cuando
el nivel de presencia de un elemento txico en un lugar sea bajo. Muchas veces se toman
medidas slo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas.
22. Estos problemas estn ntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los
seres humanos excluidos como a las cosas que rpidamente se convierten en basura.
Advirtamos, por ejemplo, que la mayor parte del papel que se produce se desperdicia y no se
recicla. Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar:
las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbvoros; estos a su vez alimentan a los
seres carnvoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgnicos, los cuales dan
lugar a una nueva generacin de vegetales. En cambio, el sistema industrial, al final del ciclo de

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produccin y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y
desechos. Todava no se ha logrado adoptar un modelo circular de produccin que asegure
recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al mximo el uso de los
recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento,
reutilizar y reciclar. Abordar esta cuestin sera un modo de contrarrestar la cultura del descarte,
que termina afectando al planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son
todava muy escasos.

El clima como bien comn


23. El clima es un bien comn, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo
relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso cientfico
muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema
climtico. En las ltimas dcadas, este calentamiento ha estado acompaado del constante
crecimiento del nivel del mar, y adems es difcil no relacionarlo con el aumento de eventos
meteorolgicos extremos, ms all de que no pueda atribuirse una causa cientficamente
determinable a cada fenmeno particular. La humanidad est llamada a tomar conciencia de la
necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de produccin y de consumo, para combatir
este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentan. Es verdad que
hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la rbita y del eje de la Tierra o el ciclo
solar), pero numerosos estudios cientficos sealan que la mayor parte del calentamiento global
de las ltimas dcadas se debe a la gran concentracin de gases de efecto invernadero
(anhdrido carbnico, metano, xidos de nitrgeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la
actividad humana. Al concentrarse en la atmsfera, impiden que el calor de los rayos solares
reflejados por la tierra se disperse en el espacio. Esto se ve potenciado especialmente por el
patrn de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fsiles, que hace al corazn del
sistema energtico mundial. Tambin ha incidido el aumento en la prctica del cambio de usos
del suelo, principalmente la deforestacin para agricultura.
24. A su vez, el calentamiento tiene efectos sobre el ciclo del carbono. Crea un crculo vicioso que
agrava an ms la situacin, y que afectar la disponibilidad de recursos imprescindibles como el
agua potable, la energa y la produccin agrcola de las zonas ms clidas, y provocar la
extincin de parte de la biodiversidad del planeta. El derretimiento de los hielos polares y de
planicies de altura amenaza con una liberacin de alto riesgo de gas metano, y la descomposicin
de la materia orgnica congelada podra acentuar todava ms la emanacin de anhdrido
carbnico. A su vez, la prdida de selvas tropicales empeora las cosas, ya que ayudan a mitigar
el cambio climtico. La contaminacin que produce el anhdrido carbnico aumenta la acidez de
los ocanos y compromete la cadena alimentaria marina. Si la actual tendencia contina, este
siglo podra ser testigo de cambios climticos inauditos y de una destruccin sin precedentes de
los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros. El crecimiento del nivel del mar,
por ejemplo, puede crear situaciones de extrema gravedad si se tiene en cuenta que la cuarta

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parte de la poblacin mundial vive junto al mar o muy cerca de l, y la mayor parte de las
megaciudades estn situadas en zonas costeras.
25. El cambio climtico es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales,
econmicas, distributivas y polticas, y plantea uno de los principales desafos actuales para la
humanidad. Los peores impactos probablemente recaern en las prximas dcadas sobre los
pases en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenmenos
relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las
reservas naturales y de los servicios ecosistmicos, como la agricultura, la pesca y los recursos
forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a
los impactos climticos o hacer frente a situaciones catastrficas, y poseen poco acceso a
servicios sociales y a proteccin. Por ejemplo, los cambios del clima originan migraciones de
animales y vegetales que no siempre pueden adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos
productivos de los ms pobres, quienes tambin se ven obligados a migrar con gran
incertidumbre por el futuro de sus vidas y de sus hijos. Es trgico el aumento de los migrantes
huyendo de la miseria empeorada por la degradacin ambiental, que no son reconocidos como
refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin
proteccin normativa alguna. Lamentablemente, hay una general indiferencia ante estas
tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante
estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la prdida de aquel sentido de
responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil.
26. Muchos de aquellos que tienen ms recursos y poder econmico o poltico parecen
concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los sntomas, tratando slo de
reducir algunos impactos negativos del cambio climtico. Pero muchos sntomas indican que esos
efectos podrn ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de produccin y de
consumo. Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de polticas para que en los
prximos aos la emisin de anhdrido carbnico y de otros gases altamente contaminantes sea
reducida drsticamente, por ejemplo, reemplazando la utilizacin de combustibles fsiles y
desarrollando fuentes de energa renovable. En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a
energas limpias y renovables. Todava es necesario desarrollar tecnologas adecuadas de
acumulacin. Sin embargo, en algunos pases se han dado avances que comienzan a ser
significativos, aunque estn lejos de lograr una proporcin importante. Tambin ha habido
algunas inversiones en formas de produccin y de transporte que consumen menos energa y
requieren menos cantidad de materia prima, as como en formas de construccin o de
saneamiento de edificios para mejorar su eficiencia energtica. Pero estas buenas prcticas estn
lejos de generalizarse.
II. La cuestin del agua
27. Otros indicadores de la situacin actual tienen que ver con el agotamiento de los recursos

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naturales. Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los pases
ms desarrollados y de los sectores ms ricos de las sociedades, donde el hbito de gastar y tirar
alcanza niveles inauditos. Ya se han rebasado ciertos lmites mximos de explotacin del planeta,
sin que hayamos resuelto el problema de la pobreza.
28. El agua potable y limpia representa una cuestin de primera importancia, porque es
indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuticos. Las
fuentes de agua dulce abastecen a sectores sanitarios, agropecuarios e industriales. La provisin
de agua permaneci relativamente constante durante mucho tiempo, pero ahora en muchos
lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves consecuencias a corto y largo
trmino. Grandes ciudades que dependen de un importante nivel de almacenamiento de agua,
sufren perodos de disminucin del recurso, que en los momentos crticos no se administra
siempre con una adecuada gobernanza y con imparcialidad. La pobreza del agua social se da
especialmente en frica, donde grandes sectores de la poblacin no acceden al agua potable
segura, o padecen sequas que dificultan la produccin de alimentos. En algunos pases hay
regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave escasez.
29. Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que
provoca muchas muertes todos los das. Entre los pobres son frecuentes enfermedades
relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias qumicas.
La diarrea y el clera, que se relacionan con servicios higinicos y provisin de agua
inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. Las aguas
subterrneas en muchos lugares estn amenazadas por la contaminacin que producen algunas
actividades extractivas, agrcolas e industriales, sobre todo en pases donde no hay una
reglamentacin y controles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fbricas.
Los detergentes y productos qumicos que utiliza la poblacin en muchos lugares del mundo
siguen derramndose en ros, lagos y mares.
30. Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares
avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercanca que se regula por
las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano

bsico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto
es condicin para el ejercicio de los dems derechos humanos. Este mundo tiene una grave
deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el

derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con ms
aportes econmicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos ms pobres. Pero
se advierte un derroche de agua no slo en pases desarrollados, sino tambin en aquellos
menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en
parte una cuestin educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas
conductas en un contexto de gran inequidad.

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31. Una mayor escasez de agua provocar el aumento del costo de los alimentos y de distintos
productos que dependen de su uso. Algunos estudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir
una escasez aguda de agua dentro de pocas dcadas si no se acta con urgencia. Los impactos
ambientales podran afectar a miles de millones de personas, pero es previsible que el control del
agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de
conflictos de este siglo[23].
III. Prdida de biodiversidad
32. Los recursos de la tierra tambin estn siendo depredados a causa de formas inmediatistas
de entender la economa y la actividad comercial y productiva. La prdida de selvas y bosques
implica al mismo tiempo la prdida de especies que podran significar en el futuro recursos
sumamente importantes, no slo para la alimentacin, sino tambin para la curacin de
enfermedades y para mltiples servicios. Las diversas especies contienen genes que pueden ser
recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algn
problema ambiental.
33. Pero no basta pensar en las distintas especies slo como eventuales recursos
explotables, olvidando que tienen un valor en s mismas. Cada ao desaparecen miles de
especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrn ver,
perdidas para siempre. La inmensa mayora se extinguen por razones que tienen que ver con
alguna accin humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darn gloria a Dios con su
existencia ni podrn comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.
34. Posiblemente nos inquieta saber de la extincin de un mamfero o de un ave, por su mayor
visibilidad. Pero para el buen funcionamiento de los ecosistemas tambin son necesarios los
hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de
microorganismos. Algunas especies poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan
un rol crtico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar. Es verdad que el ser humano
debe intervenir cuando un geosistema entra en estado crtico, pero hoy el nivel de intervencin
humana en una realidad tan compleja como la naturaleza es tal, que los constantes desastres que
el ser humano ocasiona provocan una nueva intervencin suya, de tal modo que la actividad
humana se hace omnipresente, con todos los riesgos que esto implica. Suele crearse un crculo
vicioso donde la intervencin del ser humano para resolver una dificultad muchas veces agrava
ms la situacin. Por ejemplo, muchos pjaros e insectos que desaparecen a causa de los
agrotxicos creados por la tecnologa son tiles a la misma agricultura, y su desaparicin deber
ser sustituida con otra intervencin tecnolgica, que posiblemente traer nuevos efectos nocivos.
Son loables y a veces admirables los esfuerzos de cientficos y tcnicos que tratan de aportar
soluciones a los problemas creados por el ser humano. Pero mirando el mundo advertimos que
este nivel de intervencin humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo,
hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez ms limitada

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y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnologa y de las ofertas de consumo sigue
avanzando sin lmite. De este modo, parece que pretendiramos sustituir una belleza
irreemplazable e irrecuperable, por otra creada por nosotros.
35. Cuando se analiza el impacto ambiental de algn emprendimiento, se suele atender a los
efectos en el suelo, en el agua y en el aire, pero no siempre se incluye un estudio cuidadoso
sobre el impacto en la biodiversidad, como si la prdida de algunas especies o de grupos
animales o vegetales fuera algo de poca relevancia. Las carreteras, los nuevos cultivos, los
alambrados, los embalses y otras construcciones van tomando posesin de los hbitats y a veces
los fragmentan de tal manera que las poblaciones de animales ya no pueden migrar ni
desplazarse libremente, de modo que algunas especies entran en riesgo de extincin. Existen
alternativas que al menos mitigan el impacto de estas obras, como la creacin de corredores
biolgicos, pero en pocos pases se advierte este cuidado y esta previsin. Cuando se explotan
comercialmente algunas especies, no siempre se estudia su forma de crecimiento para evitar su
disminucin excesiva con el consiguiente desequilibrio del ecosistema.
36. El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya ms all de lo inmediato, porque
cuando slo se busca un rdito econmico rpido y fcil, a nadie le interesa realmente su
preservacin. Pero el costo de los daos que se ocasionan por el descuido egosta es muchsimo
ms alto que el beneficio econmico que se pueda obtener. En el caso de la prdida o el dao
grave de algunas especies, estamos hablando de valores que exceden todo clculo. Por eso,
podemos ser testigos mudos de gravsimas inequidades cuando se pretende obtener importantes
beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altsimos costos de la
degradacin ambiental.
37. Algunos pases han avanzado en la preservacin eficaz de ciertos lugares y zonas en la
tierra y en los ocanos donde se prohbe toda intervencin humana que pueda modificar su
fisonoma o alterar su constitucin original. En el cuidado de la biodiversidad, los especialistas
insisten en la necesidad de poner especial atencin a las zonas ms ricas en variedad de
especies, en especies endmicas, poco frecuentes o con menor grado de proteccin efectiva.
Hay lugares que requieren un cuidado particular por su enorme importancia para el ecosistema
mundial, o que constituyen importantes reservas de agua y as aseguran otras formas de vida.
38. Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodiversidad que son la
Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuferos y los glaciares. No se ignora la
importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad. Los
ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi
imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para
desarrollar cultivos, en pocos aos se pierden innumerables especies, cuando no se convierten
en ridos desiertos. Sin embargo, un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos
lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses econmicos internacionales

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que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanas nacionales. De hecho,
existen propuestas de internacionalizacin de la Amazonia, que slo sirven a los intereses
econmicos de las corporaciones transnacionales[24]. Es loable la tarea de organismos
internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y
cooperan crticamente, tambin utilizando legtimos mecanismos de presin, para que cada
gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos
naturales de su pas, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales.
39. El reemplazo de la flora silvestre por reas forestadas con rboles, que generalmente son
monocultivos, tampoco suele ser objeto de un adecuado anlisis. Porque puede afectar
gravemente a una biodiversidad que no es albergada por las nuevas especies que se implantan.
Tambin los humedales, que son transformados en terreno de cultivo, pierden la enorme
biodiversidad que acogan. En algunas zonas costeras, es preocupante la desaparicin de los
ecosistemas constituidos por manglares.
40. Los ocanos no slo contienen la mayor parte del agua del planeta, sino tambin la mayor
parte de la vasta variedad de seres vivientes, muchos de ellos todava desconocidos para
nosotros y amenazados por diversas causas. Por otra parte, la vida en los ros, lagos, mares y
ocanos, que alimenta a gran parte de la poblacin mundial, se ve afectada por el descontrol en
la extraccin de los recursos pesqueros, que provoca disminuciones drsticas de algunas
especies. Todava siguen desarrollndose formas selectivas de pesca que desperdician gran
parte de las especies recogidas. Estn especialmente amenazados organismos marinos que no
tenemos en cuenta, como ciertas formas de plancton que constituyen un componente muy
importante en la cadena alimentaria marina, y de las cuales dependen, en definitiva, especies que
utilizamos para alimentarnos.
41. Adentrndonos en los mares tropicales y subtropicales, encontramos las barreras de coral,
que equivalen a las grandes selvas de la tierra, porque hospedan aproximadamente un milln de
especies, incluyendo peces, cangrejos, moluscos, esponjas, algas, etc. Muchas de las barreras
de coral del mundo hoy ya son estriles o estn en un continuo estado de declinacin: Quin
ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuticos despojados de vida y de
color?[25]. Este fenmeno se debe en gran parte a la contaminacin que llega al mar como
resultado de la deforestacin, de los monocultivos agrcolas, de los vertidos industriales y de
mtodos destructivos de pesca, especialmente los que utilizan cianuro y dinamita. Se agrava por
el aumento de la temperatura de los ocanos. Todo esto nos ayuda a darnos cuenta de que
cualquier accin sobre la naturaleza puede tener consecuencias que no advertimos a simple
vista, y que ciertas formas de explotacin de recursos se hacen a costa de una degradacin que
finalmente llega hasta el fondo de los ocanos.
42. Es necesario invertir mucho ms en investigacin para entender mejor el comportamiento de
los ecosistemas y analizar adecuadamente las diversas variables de impacto de cualquier

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modificacin importante del ambiente. Porque todas las criaturas estn conectadas, cada una
debe ser valorada con afecto y admiracin, y todos los seres nos necesitamos unos a otros. Cada
territorio tiene una responsabilidad en el cuidado de esta familia, por lo cual debera hacer un
cuidadoso inventario de las especies que alberga en orden a desarrollar programas y estrategias
de proteccin, cuidando con especial preocupacin a las especies en vas de extincin.
IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradacin social
43. Si tenemos en cuenta que el ser humano tambin es una criatura de este mundo, que tiene
derecho a vivir y a ser feliz, y que adems tiene una dignidad especialsima, no podemos dejar de
considerar los efectos de la degradacin ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura
del descarte en la vida de las personas.
44. Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades
que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a la contaminacin originada por las
emisiones txicas, sino tambin al caos urbano, a los problemas del transporte y a la
contaminacin visual y acstica. Muchas ciudades son grandes estructuras ineficientes que
gastan energa y agua en exceso. Hay barrios que, aunque hayan sido construidos
recientemente, estn congestionados y desordenados, sin espacios verdes suficientes. No es
propio de habitantes de este planeta vivir cada vez ms inundados de cemento, asfalto, vidrio y
metales, privados del contacto fsico con la naturaleza.
45. En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatizacin de los espacios ha hecho que el
acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difcil. En otros, se crean
urbanizaciones ecolgicas slo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros
entren a molestar una tranquilidad artificial. Suele encontrarse una ciudad bella y llena de
espacios verdes bien cuidados en algunas reas seguras , pero no tanto en zonas menos
visibles, donde viven los descartables de la sociedad.
46. Entre los componentes sociales del cambio global se incluyen los efectos laborales de
algunas innovaciones tecnolgicas, la exclusin social, la inequidad en la disponibilidad y el
consumo de energa y de otros servicios, la fragmentacin social, el crecimiento de la violencia y
el surgimiento de nuevas formas de agresividad social, el narcotrfico y el consumo creciente de
drogas entre los ms jvenes, la prdida de identidad. Son signos, entre otros, que muestran que
el crecimiento de los ltimos dos siglos no ha significado en todos sus aspectos un verdadero
progreso integral y una mejora de la calidad de vida. Algunos de estos signos son al mismo
tiempo sntomas de una verdadera degradacin social, de una silenciosa ruptura de los lazos de
integracin y de comunin social.
47. A esto se agregan las dinmicas de los medios del mundo digital que, cuando se convierten
en omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una capacidad de vivir sabiamente, de pensar en

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profundidad, de amar con generosidad. Los grandes sabios del pasado, en este contexto,
correran el riesgo de apagar su sabidura en medio del ruido dispersivo de la informacin. Esto
nos exige un esfuerzo para que esos medios se traduzcan en un nuevo desarrollo cultural de la
humanidad y no en un deterioro de su riqueza ms profunda. La verdadera sabidura, producto de
la reflexin, del dilogo y del encuentro generoso entre las personas, no se consigue con una
mera acumulacin de datos que termina saturando y obnubilando, en una especie de
contaminacin mental. Al mismo tiempo, tienden a reemplazarse las relaciones reales con los
dems, con todos los desafos que implican, por un tipo de comunicacin mediada por internet.
Esto permite seleccionar o eliminar las relaciones segn nuestro arbitrio, y as suele generarse un
nuevo tipo de emociones artificiales, que tienen que ver ms con dispositivos y pantallas que con
las personas y la naturaleza. Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que
compartamos conocimientos y afectos. Sin embargo, a veces tambin nos impiden tomar
contacto directo con la angustia, con el temblor, con la alegra del otro y con la complejidad de su
experiencia personal. Por eso no debera llamar la atencin que, junto con la abrumadora oferta
de estos productos, se desarrolle una profunda y melanclica insatisfaccin en las relaciones
interpersonales, o un daino aislamiento.
V. Inequidad planetaria
48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar
adecuadamente la degradacin ambiental si no prestamos atencin a causas que tienen que ver
con la degradacin humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad
afectan de un modo especial a los ms dbiles del planeta: Tanto la experiencia comn de la
vida ordinaria como la investigacin cientfica demuestran que los ms graves efectos de todas
las agresiones ambientales los sufre la gente ms pobre[26]. Por ejemplo, el agotamiento de las
reservas ictcolas perjudica especialmente a quienes viven de la pesca artesanal y no tienen
cmo reemplazarla, la contaminacin del agua afecta particularmente a los ms pobres que no
tienen posibilidad de comprar agua envasada, y la elevacin del nivel del mar afecta
principalmente a las poblaciones costeras empobrecidas que no tienen a dnde trasladarse. El
impacto de los desajustes actuales se manifiesta tambin en la muerte prematura de muchos
pobres, en los conflictos generados por falta de recursos y en tantos otros problemas que no
tienen espacio suficiente en las agendas del mundo[27].
49. Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas que afectan
particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de
personas. Hoy estn presentes en los debates polticos y econmicos internacionales, pero
frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apndice, como una cuestin
que se aade casi por obligacin o de manera perifrica, si es que no se los considera un mero
dao colateral. De hecho, a la hora de la actuacin concreta, quedan frecuentemente en el ltimo
lugar. Ello se debe en parte a que muchos profesionales, formadores de opinin, medios de
comunicacin y centros de poder estn ubicados lejos de ellos, en reas urbanas aisladas, sin

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tomar contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un
desarrollo y de una calidad de vida que no estn al alcance de la mayora de la poblacin
mundial. Esta falta de contacto fsico y de encuentro, a veces favorecida por la desintegracin de
nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a ignorar parte de la realidad en anlisis
sesgados. Esto a veces convive con un discurso verde. Pero hoy no podemos dejar de
reconocer que un verdadero planteo ecolgico se convierte siempre en un planteo social, que
debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la

tierra como el clamor de los pobres.


50. En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos
atinan slo a proponer una reduccin de la natalidad. No faltan presiones internacionales a los
pases en desarrollo, condicionando ayudas econmicas a ciertas polticas de salud
reproductiva. Pero, si bien es cierto que la desigual distribucin de la poblacin y de los
recursos disponibles crean obstculos al desarrollo y al uso sostenible del ambiente, debe
reconocerse que el crecimiento demogrfico es plenamente compatible con un desarrollo integral
y solidario[28]. Culpar al aumento de la poblacin y no al consumismo extremo y selectivo de
algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar as el modelo
distributivo actual, donde una minora se cree con el derecho de consumir en una proporcin que
sera imposible generalizar, porque el planeta no podra ni siquiera contener los residuos de
semejante consumo. Adems, sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los
alimentos que se producen, y el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del
pobre[29]. De cualquier manera, es cierto que hay que prestar atencin al desequilibrio en la
distribucin de la poblacin sobre el territorio, tanto en el nivel nacional como en el global, porque
el aumento del consumo llevara a situaciones regionales complejas, por las combinaciones de
problemas ligados a la contaminacin ambiental, al transporte, al tratamiento de residuos, a la
prdida de recursos, a la calidad de vida.
51. La inequidad no afecta slo a individuos, sino a pases enteros, y obliga a pensar en una tica
de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera deuda ecolgica , particularmente
entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el
mbito ecolgico, as como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo
histricamente por algunos pases. Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer
los mercados en el Norte industrializado han producido daos locales, como la contaminacin con
mercurio en la minera del oro o con dixido de azufre en la del cobre. Especialmente hay que
computar el uso del espacio ambiental de todo el planeta para depositar residuos gaseosos que
se han ido acumulando durante dos siglos y han generado una situacin que ahora afecta a todos
los pases del mundo. El calentamiento originado por el enorme consumo de algunos pases ricos
tiene repercusiones en los lugares ms pobres de la tierra, especialmente en frica, donde el
aumento de la temperatura unido a la sequa hace estragos en el rendimiento de los cultivos. A
esto se agregan los daos causados por la exportacin hacia los pases en desarrollo de residuos
slidos y lquidos txicos, y por la actividad contaminante de empresas que hacen en los pases

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menos desarrollados lo que no pueden hacer en los pases que les aportan capital: Constatamos
que con frecuencia las empresas que obran as son multinacionales, que hacen aqu lo que no se
les permite en pases desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente, al cesar sus
actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupacin,
pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestacin, empobrecimiento de
la agricultura y ganadera local, crteres, cerros triturados, ros contaminados y algunas pocas
obras sociales que ya no se pueden sostener[30].
52. La deuda externa de los pases pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no
ocurre lo mismo con la deuda ecolgica. De diversas maneras, los pueblos en vas de desarrollo,
donde se encuentran las ms importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el
desarrollo de los pases ms ricos a costa de su presente y de su futuro. La tierra de los pobres
del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para
satisfacer sus necesidades vitales les est vedado por un sistema de relaciones comerciales y de
propiedad estructuralmente perverso. Es necesario que los pases desarrollados contribuyan a
resolver esta deuda limitando de manera importante el consumo de energa no renovable y
aportando recursos a los pases ms necesitados para apoyar polticas y programas de desarrollo
sostenible. Las regiones y los pases ms pobres tienen menos posibilidades de adoptar nuevos
modelos en orden a reducir el impacto ambiental, porque no tienen la capacitacin para
desarrollar los procesos necesarios y no pueden cubrir los costos. Por eso, hay que mantener con
claridad la conciencia de que en el cambio climtico hay responsabilidades diversificadas y, como
dijeron los Obispos de Estados Unidos, corresponde enfocarse especialmente en las
necesidades de los pobres, dbiles y vulnerables, en un debate a menudo dominado por
intereses ms poderosos[31]. Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola
familia humana. No hay fronteras ni barreras polticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por
eso mismo tampoco hay espacio para la globalizacin de la indiferencia.
VI. La debilidad de las reacciones
53. Estas situaciones provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los
abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y
lastimado nuestra casa comn como en los ltimos dos siglos. Pero estamos llamados a ser los
instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que l so al crearlo y responda a
su proyecto de paz, belleza y plenitud. El problema es que no disponemos todava de la cultura
necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos,
buscando atender las necesidades de las generaciones actuales incluyendo a todos, sin
perjudicar a las generaciones futuras. Se vuelve indispensable crear un sistema normativo que
incluya lmites infranqueables y asegure la proteccin de los ecosistemas, antes que las nuevas
formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconmico terminen arrasando no slo con la
poltica sino tambin con la libertad y la justicia.

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54. Llama la atencin la debilidad de la reaccin poltica internacional. El sometimiento de la
poltica ante la tecnologa y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales
sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fcilmente el inters
econmico llega a prevalecer sobre el bien comn y a manipular la informacin para no ver
afectados sus proyectos. En esta lnea, el Documento de Aparecida reclama que en las
intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos econmicos
que arrasan irracionalmente las fuentes de vida[32]. La alianza entre la economa y la tecnologa
termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos. As slo podran
esperarse algunas declamaciones superficiales, acciones filantrpicas aisladas, y aun esfuerzos
por mostrar sensibilidad hacia el medio ambiente, cuando en la realidad cualquier intento de las
organizaciones sociales por modificar las cosas ser visto como una molestia provocada por
ilusos romnticos o como un obstculo a sortear.
55. Poco a poco algunos pases pueden mostrar avances importantes, el desarrollo de controles
ms eficientes y una lucha ms sincera contra la corrupcin. Hay ms sensibilidad ecolgica en
las poblaciones, aunque no alcanza para modificar los hbitos dainos de consumo, que no
parecen ceder sino que se amplan y desarrollan. Es lo que sucede, para dar slo un sencillo
ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad de los acondicionadores de aire. Los
mercados, procurando un beneficio inmediato, estimulan todava ms la demanda. Si alguien
observara desde afuera la sociedad planetaria, se asombrara ante semejante comportamiento
que a veces parece suicida.
56. Mientras tanto, los poderes econmicos continan justificando el actual sistema mundial,
donde priman una especulacin y una bsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo
contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente. As se manifiesta que la
degradacin ambiental y la degradacin humana y tica estn ntimamente unidas. Muchos dirn
que no tienen conciencia de realizar acciones inmorales, porque la distraccin constante nos quita
la valenta de advertir la realidad de un mundo limitado y finito. Por eso, hoy cualquier cosa que
sea frgil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado,
convertidos en regla absoluta[33].
57. Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario
favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrs de nobles reivindicaciones. La guerra siempre
produce daos graves al medio ambiente y a la riqueza cultural de las poblaciones, y los riesgos
se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas biolgicas. Porque, a
pesar de que determinados acuerdos internacionales prohban la guerra qumica, bacteriolgica y
biolgica, de hecho en los laboratorios se sigue investigando para el desarrollo de nuevas armas
ofensivas, capaces de alterar los equilibrios naturales[34]. Se requiere de la poltica una mayor
atencin para prevenir y resolver las causas que puedan originar nuevos conflictos. Pero el poder
conectado con las finanzas es el que ms se resiste a este esfuerzo, y los diseos polticos no
suelen tener amplitud de miras. Para qu se quiere preservar hoy un poder que ser recordado

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por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?
58. En algunos pases hay ejemplos positivos de logros en la mejora del ambiente, como la
purificacin de algunos ros que han estado contaminados durante muchas dcadas, o la
recuperacin de bosques autctonos, o el embellecimiento de paisajes con obras de saneamiento
ambiental, o proyectos edilicios de gran valor esttico, o avances en la produccin de energa no
contaminante, en la mejora del transporte pblico. Estas acciones no resuelven los problemas
globales, pero confirman que el ser humano todava es capaz de intervenir positivamente. Como
ha sido creado para amar, en medio de sus lmites brotan inevitablemente gestos de generosidad,
solidaridad y cuidado.
59. Al mismo tiempo, crece una ecologa superficial o aparente que consolida un cierto
adormecimiento y una alegre irresponsabilidad. Como suele suceder en pocas de profundas
crisis, que requieren decisiones valientes, tenemos la tentacin de pensar que lo que est
ocurriendo no es cierto. Si miramos la superficie, ms all de algunos signos visibles de
contaminacin y de degradacin, parece que las cosas no fueran tan graves y que el planeta
podra persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo nos
sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de produccin y de consumo. Es el modo como el
ser humano se las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos,
luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada
ocurriera.
VII. Diversidad de opiniones
Finalmente, reconozcamos que se han desarrollado diversas visiones y lneas de pensamiento
acerca de la situacin y de las posibles soluciones. En un extremo, algunos sostienen a toda
costa el mito del progreso y afirman que los problemas ecolgicos se resolvern simplemente con
nuevas aplicaciones tcnicas, sin consideraciones ticas ni cambios de fondo. En el otro extremo,
otros entienden que el ser humano, con cualquiera de sus intervenciones, slo puede ser una
amenaza y perjudicar al ecosistema mundial, por lo cual conviene reducir su presencia en el
planeta e impedirle todo tipo de intervencin. Entre estos extremos, la reflexin debera identificar
posibles escenarios futuros, porque no hay un solo camino de solucin. Esto dara lugar a
diversos aportes que podran entrar en dilogo hacia respuestas integrales.
61. Sobre muchas cuestiones concretas la Iglesia no tiene por qu proponer una palabra definitiva
y entiende que debe escuchar y promover el debate honesto entre los cientficos, respetando la
diversidad de opiniones. Pero basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran
deterioro de nuestra casa comn. La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una
salida, que siempre podemos reorientar el rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver
los problemas. Sin embargo, parecen advertirse sntomas de un punto de quiebre, a causa de la
gran velocidad de los cambios y de la degradacin, que se manifiestan tanto en catstrofes

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naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras, dado que los problemas del
mundo no pueden analizarse ni explicarse de forma aislada. Hay regiones que ya estn
especialmente en riesgo y, ms all de cualquier prediccin catastrfica, lo cierto es que el actual
sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista, porque hemos dejado de pensar
en los fines de la accin humana: Si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta,
enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas[35].

CAPTULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIN
62. Por qu incluir en este documento, dirigido a todas las personas de buena voluntad, un
captulo referido a convicciones creyentes? No ignoro que, en el campo de la poltica y del
pensamiento, algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador, o la consideran irrelevante,
hasta el punto de relegar al mbito de lo irracional la riqueza que las religiones pueden ofrecer
para una ecologa integral y para un desarrollo pleno de la humanidad. Otras veces se supone
que constituyen una subcultura que simplemente debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la
religin, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un dilogo intenso
y productivo para ambas.
I. La luz que ofrece la fe
63. Si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecolgica y sus mltiples causas,
deberamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un nico modo de interpretar y
transformar la realidad. Tambin es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los
pueblos, al arte y a la poesa, a la vida interior y a la espiritualidad. Si de verdad queremos
construir una ecologa que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna
rama de las ciencias y ninguna forma de sabidura puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa
con su propio lenguaje. Adems, la Iglesia Catlica est abierta al dilogo con el pensamiento
filosfico, y eso le permite producir diversas sntesis entre la fe y la razn. En lo que respecta a
las cuestiones sociales, esto se puede constatar en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia,
que est llamada a enriquecerse cada vez ms a partir de los nuevos desafos.
64. Por otra parte, si bien esta encclica se abre a un dilogo con todos, para buscar juntos
caminos de liberacin, quiero mostrar desde el comienzo cmo las convicciones de la fe ofrecen a
los cristianos, y en parte tambin a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la
naturaleza y de los hermanos y hermanas ms frgiles. Si el solo hecho de ser humanos mueve a
las personas a cuidar el ambiente del cual forman parte, los cristianos, en particular, descubren
que su cometido dentro de la creacin, as como sus deberes con la naturaleza y el Creador,

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forman parte de su fe[36]. Por eso, es un bien para la humanidad y para el mundo que los
creyentes reconozcamos mejor los compromisos ecolgicos que brotan de nuestras convicciones.
II. La sabidura de los relatos bblicos
65. Sin repetir aqu la entera teologa de la creacin, nos preguntamos qu nos dicen los grandes
relatos bblicos acerca de la relacin del ser humano con el mundo. En la primera narracin de la
obra creadora en el libro del Gnesis, el plan de Dios incluye la creacin de la humanidad. Luego
de la creacin del ser humano, se dice que Dios vio todo lo que haba hecho y era muy bueno
(Gn 1,31). La Biblia ensea que cada ser humano es creado por amor, hecho a imagen y
semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). Esta afirmacin nos muestra la inmensa dignidad de cada
persona humana, que no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse
y de darse libremente y entrar en comunin con otras personas[37]. San Juan Pablo II record
que el amor especialsimo que el Creador tiene por cada ser humano le confiere una dignidad
infinita[38]. Quienes se empean en la defensa de la dignidad de las personas pueden encontrar
en la fe cristiana los argumentos ms profundos para ese compromiso. Qu maravillosa certeza
es que la vida de cada persona no se pierde en un desesperante caos, en un mundo regido por la
pura casualidad o por ciclos que se repiten sin sentido! El Creador puede decir a cada uno de
nosotros: Antes que te formaras en el seno de tu madre, yo te conoca ( Jr 1,5). Fuimos
concebidos en el corazn de Dios, y por eso cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento
de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario[39].
66. Los relatos de la creacin en el libro del Gnesis contienen, en su lenguaje simblico y
narrativo, profundas enseanzas sobre la existencia humana y su realidad histrica. Estas
narraciones sugieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales
estrechamente conectadas: la relacin con Dios, con el prjimo y con la tierra. Segn la Biblia, las
tres relaciones vitales se han roto, no slo externamente, sino tambin dentro de nosotros. Esta
ruptura es el pecado. La armona entre el Creador, la humanidad y todo lo creado fue destruida
por haber pretendido ocupar el lugar de Dios, negndonos a reconocernos como criaturas
limitadas. Este hecho desnaturaliz tambin el mandato de dominar la tierra (cf. Gn 1,28) y de
labrarla y cuidarla (cf. Gn 2,15). Como resultado, la relacin originariamente armoniosa entre el
ser humano y la naturaleza se transform en un conflicto (cf. Gn 3,17-19). Por eso es significativo
que la armona que viva san Francisco de Ass con todas las criaturas haya sido interpretada
como una sanacin de aquella ruptura. Deca san Buenaventura que, por la reconciliacin
universal con todas las criaturas, de algn modo Francisco retornaba al estado de inocencia
primitiva[40]. Lejos de ese modelo, hoy el pecado se manifiesta con toda su fuerza de destruccin
en las guerras, las diversas formas de violencia y maltrato, el abandono de los ms frgiles, los
ataques a la naturaleza.
67. No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada. Esto permite responder a una
acusacin lanzada al pensamiento judo-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del Gnesis

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que invita a dominar la tierra (cf. Gn 1,28), se favorecera la explotacin salvaje de la
naturaleza presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no es
una correcta interpretacin de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si es verdad que algunas
veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar
con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se
deduzca un dominio absoluto sobre las dems criaturas. Es importante leer los textos bblicos en
su contexto, con una hermenutica adecuada, y recordar que nos invitan a labrar y cuidar el
jardn del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras labrar significa cultivar, arar o trabajar, cuidar
significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relacin de reciprocidad
responsable entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de
la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero tambin tiene el deber de protegerla y de
garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras. Porque, en definitiva, la
tierra es del Seor (Sal 24,1), a l pertenece la tierra y cuanto hay en ella (Dt 10,14). Por
eso, Dios niega toda pretensin de propiedad absoluta: La tierra no puede venderse a
perpetuidad, porque la tierra es ma, y vosotros sois forasteros y huspedes en mi tierra (Lv
25,23).
68. Esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de
inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este
mundo, porque l lo orden y fueron creados, l los fij por siempre, por los siglos, y les dio una
ley que nunca pasar (Sal 148,5b-6). De ah que la legislacin bblica se detenga a proponer al
ser humano varias normas, no slo en relacin con los dems seres humanos, sino tambin en
relacin con los dems seres vivos: Si ves cado en el camino el asno o el buey de tu hermano,
no te desentenders de ellos [] Cuando encuentres en el camino un nido de ave en un rbol o
sobre la tierra, y est la madre echada sobre los pichones o sobre los huevos, no tomars a la
madre con los hijos (Dt 22,4.6). En esta lnea, el descanso del sptimo da no se propone slo
para el ser humano, sino tambin para que reposen tu buey y tu asno (Ex 23,12). De este
modo advertimos que la Biblia no da lugar a un antropocentrismo desptico que se desentienda
de las dems criaturas.
69. A la vez que podemos hacer un uso responsable de las cosas, estamos llamados a reconocer
que los dems seres vivos tienen un valor propio ante Dios y, por su simple existencia, lo
bendicen y le dan gloria[41], porque el Seor se regocija en sus obras (cf. Sal 104,31).
Precisamente por su dignidad nica y por estar dotado de inteligencia, el ser humano est
llamado a respetar lo creado con sus leyes internas, ya que por la sabidura el Seor fund la
tierra (Pr 3,19). Hoy la Iglesia no dice simplemente que las dems criaturas estn
completamente subordinadas al bien del ser humano, como si no tuvieran un valor en s mismas y
nosotros pudiramos disponer de ellas a voluntad. Por eso los Obispos de Alemania ensearon
que en las dems criaturas se podra hablar de la prioridad del ser sobre el ser tiles[42]. El

Catecismo cuestiona de manera muy directa e insistente lo que sera un antropocentrismo


desviado: Toda criatura posee su bondad y su perfeccin propias [] Las distintas criaturas,

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queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabidura y de la bondad
infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar
un uso desordenado de las cosas[43].
70. En la narracin sobre Can y Abel, vemos que los celos condujeron a Can a cometer la
injusticia extrema con su hermano. Esto a su vez provoc una ruptura de la relacin entre Can y
Dios y entre Can y la tierra, de la cual fue exiliado. Este pasaje se resume en la dramtica
conversacin de Dios con Can. Dios pregunta: Dnde est Abel, tu hermano?. Can responde
que no lo sabe y Dios le insiste: Qu hiciste? La voz de la sangre de tu hermano clama a m
desde el suelo! Ahora sers maldito y te alejars de esta tierra (Gn 4,9-11). El descuido en el
empeo de cultivar y mantener una relacin adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber
del cuidado y de la custodia, destruye mi relacin interior conmigo mismo, con los dems, con
Dios y con la tierra. Cuando todas estas relaciones son descuidadas, cuando la justicia ya no
habita en la tierra, la Biblia nos dice que toda la vida est en peligro. Esto es lo que nos ensea la
narracin sobre No, cuando Dios amenaza con exterminar la humanidad por su constante
incapacidad de vivir a la altura de las exigencias de la justicia y de la paz: He decidido acabar
con todos los seres humanos, porque la tierra, a causa de ellos, est llena de violencia (Gn
6,13). En estos relatos tan antiguos, cargados de profundo simbolismo, ya estaba contenida una
conviccin actual: que todo est relacionado, y que el autntico cuidado de nuestra propia vida y
de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a
los dems.
71. Aunque la maldad se extenda sobre la faz de la tierra (Gn 6,5) y a Dios le pes haber
creado al hombre en la tierra (Gn 6,6), sin embargo, a travs de No, que todava se conservaba
ntegro y justo, decidi abrir un camino de salvacin. As dio a la humanidad la posibilidad de un
nuevo comienzo. Basta un hombre bueno para que haya esperanza! La tradicin bblica
establece claramente que esta rehabilitacin implica el redescubrimiento y el respeto de los ritmos
inscritos en la naturaleza por la mano del Creador. Esto se muestra, por ejemplo, en la ley del

Shabbath. El sptimo da, Dios descans de todas sus obras. Dios orden a Israel que cada
sptimo da deba celebrarse como un da de descanso, un Shabbath (cf. Gn 2,2-3; Ex 16,23;
20,10). Por otra parte, tambin se instaur un ao sabtico para Israel y su tierra, cada siete aos
(cf. Lv 25,1-4), durante el cual se daba un completo descanso a la tierra, no se sembraba y slo
se cosechaba lo indispensable para subsistir y brindar hospitalidad (cf. Lv 25,4-6). Finalmente,
pasadas siete semanas de aos, es decir, cuarenta y nueve aos, se celebraba el Jubileo, ao de
perdn universal y de liberacin para todos los habitantes (Lv 25,10). El desarrollo de esta
legislacin trat de asegurar el equilibrio y la equidad en las relaciones del ser humano con los
dems y con la tierra donde viva y trabajaba. Pero al mismo tiempo era un reconocimiento de
que el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el pueblo. Aquellos que cultivaban y
custodiaban el territorio tenan que compartir sus frutos, especialmente con los pobres, las viudas,
los hurfanos y los extranjeros: Cuando coseches la tierra, no llegues hasta la ltima orilla de tu
campo, ni trates de aprovechar los restos de tu mies. No rebusques en la via ni recojas los frutos

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cados del huerto. Los dejars para el pobre y el forastero (Lv 19,9-10).
72. Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador: Al que asent la
tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor (Sal 136,6). Pero tambin invitan a las dems
criaturas a alabarlo: Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes, alabadlo, cielos de los
cielos, aguas que estis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Seor, porque l lo orden y
fueron creados (Sal 148,3-5). Existimos no slo por el poder de Dios, sino frente a l y junto a l.
Por eso lo adoramos.
73. Los escritos de los profetas invitan a recobrar la fortaleza en los momentos difciles
contemplando al Dios poderoso que cre el universo. El poder infinito de Dios no nos lleva a
escapar de su ternura paterna, porque en l se conjugan el cario y el vigor. De hecho, toda sana
espiritualidad implica al mismo tiempo acoger el amor divino y adorar con confianza al Seor por
su infinito poder. En la Biblia, el Dios que libera y salva es el mismo que cre el universo, y esos
dos modos divinos de actuar estn ntima e inseparablemente conectados: Ay, mi Seor! T
eres quien hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso brazo. Nada es extraordinario
para ti [] Y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con seales y prodigios ( Jr 32,17.21). El
Seor es un Dios eterno, creador de la tierra hasta sus bordes, no se cansa ni fatiga. Es imposible
escrutar su inteligencia. Al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas le acrecienta la energa
(Is 40,28b-29).
74. La experiencia de la cautividad en Babilonia engendr una crisis espiritual que provoc una
profundizacin de la fe en Dios, explicitando su omnipotencia creadora, para exhortar al pueblo a
recuperar la esperanza en medio de su situacin desdichada. Siglos despus, en otro momento
de prueba y persecucin, cuando el Imperio Romano buscaba imponer un dominio absoluto, los
fieles volvan a encontrar consuelo y esperanza acrecentando su confianza en el Dios
todopoderoso, y cantaban: Grandes y maravillosas son tus obras, Seor Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos! (Ap 15,3). Si pudo crear el universo de la nada, puede tambin
intervenir en este mundo y vencer cualquier forma de mal. Entonces, la injusticia no es invencible.
75. No podemos sostener una espiritualidad que olvide al Dios todopoderoso y creador. De ese
modo, terminaramos adorando otros poderes del mundo, o nos colocaramos en el lugar del
Seor, hasta pretender pisotear la realidad creada por l sin conocer lmites. La mejor manera de
poner en su lugar al ser humano, y de acabar con su pretensin de ser un dominador absoluto de
la tierra, es volver a proponer la figura de un Padre creador y nico dueo del mundo, porque de
otro modo el ser humano tender siempre a querer imponer a la realidad sus propias leyes e
intereses.
III. El misterio del universo
76. Para la tradicin judo-cristiana, decir creacin es ms que decir naturaleza, porque tiene

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que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La
naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la
creacin slo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos,
como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunin universal.
77. Por la palabra del Seor fueron hechos los cielos (Sal 33,6). As se nos indica que el
mundo procedi de una decisin, no del caos o la casualidad, lo cual lo enaltece todava ms.
Hay una opcin libre expresada en la palabra creadora. El universo no surgi como resultado de
una omnipotencia arbitraria, de una demostracin de fuerza o de un deseo de autoafirmacin. La
creacin es del orden del amor. El amor de Dios es el mvil fundamental de todo lo creado:
Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo
habras creado (Sb 11,24). Entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da
un lugar en el mundo. Hasta la vida efmera del ser ms insignificante es objeto de su amor y, en
esos pocos segundos de existencia, l lo rodea con su cario. Deca san Basilio Magno que el
Creador es tambin la bondad sin envidia[44], y Dante Alighieri hablaba del amor que mueve
el sol y las estrellas [45]. Por eso, de las obras creadas se asciende hasta su misericordia
amorosa [46].
78. Al mismo tiempo, el pensamiento judo-cristiano desmitific la naturaleza. Sin dejar de
admirarla por su esplendor y su inmensidad, ya no le atribuy un carcter divino. De esa manera
se destaca todava ms nuestro compromiso ante ella. Un retorno a la naturaleza no puede ser a
costa de la libertad y la responsabilidad del ser humano, que es parte del mundo con el deber de
cultivar sus propias capacidades para protegerlo y desarrollar sus potencialidades. Si
reconocemos el valor y la fragilidad de la naturaleza, y al mismo tiempo las capacidades que el
Creador nos otorg, esto nos permite terminar hoy con el mito moderno del progreso material sin
lmites. Un mundo frgil, con un ser humano a quien Dios le confa su cuidado, interpela nuestra
inteligencia para reconocer cmo deberamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder.
79. En este universo, conformado por sistemas abiertos que entran en comunicacin unos con
otros, podemos descubrir innumerables formas de relacin y participacin. Esto lleva a pensar
tambin al conjunto como abierto a la trascendencia de Dios, dentro de la cual se desarrolla. La fe
nos permite interpretar el sentido y la belleza misteriosa de lo que acontece. La libertad humana
puede hacer su aporte inteligente hacia una evolucin positiva, pero tambin puede agregar
nuevos males, nuevas causas de sufrimiento y verdaderos retrocesos. Esto da lugar a la
apasionante y dramtica historia humana, capaz de convertirse en un despliegue de liberacin,
crecimiento, salvacin y amor, o en un camino de decadencia y de mutua destruccin. Por eso, la
accin de la Iglesia no slo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo
tiempo debe proteger sobre todo al hombre contra la destruccin de s mismo[47].
80. No obstante, Dios, que quiere actuar con nosotros y contar con nuestra cooperacin, tambin
es capaz de sacar algn bien de los males que nosotros realizamos, porque el Espritu Santo

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posee una inventiva infinita, propia de la mente divina, que provee a desatar los nudos de los
sucesos humanos, incluso los ms complejos e impenetrables[48].l, de algn modo, quiso
limitarse a s mismo al crear un mundo necesitado de desarrollo, donde muchas cosas que
nosotros consideramos males, peligros o fuentes de sufrimiento, en realidad son parte de los
dolores de parto que nos estimulan a colaborar con el Creador[49]. l est presente en lo ms
ntimo de cada cosa sin condicionar la autonoma de su criatura, y esto tambin da lugar a la
legtima autonoma de las realidades terrenas[50]. Esa presencia divina, que asegura la
permanencia y el desarrollo de cada ser, es la continuacin de la accin creadora[51]. El
Espritu de Dios llen el universo con virtualidades que permiten que del seno mismo de las cosas
pueda brotar siempre algo nuevo: La naturaleza no es otra cosa sino la razn de cierto arte,
concretamente el arte divino, inscrito en las cosas, por el cual las cosas mismas se mueven hacia
un fin determinado. Como si el maestro constructor de barcos pudiera otorgar a la madera que
pudiera moverse a s misma para tomar la forma del barco[52].
81. El ser humano, si bien supone tambin procesos evolutivos, implica una novedad no
explicable plenamente por la evolucin de otros sistemas abiertos. Cada uno de nosotros tiene en
s una identidad personal, capaz de entrar en dilogo con los dems y con el mismo Dios. La
capacidad de reflexin, la argumentacin, la creatividad, la interpretacin, la elaboracin artstica
y otras capacidades inditas muestran una singularidad que trasciende el mbito fsico y
biolgico. La novedad cualitativa que implica el surgimiento de un ser personal dentro del
universo material supone una accin directa de Dios, un llamado peculiar a la vida y a la relacin
de un T a otro t. A partir de los relatos bblicos, consideramos al ser humano como sujeto, que
nunca puede ser reducido a la categora de objeto.
82. Pero tambin sera equivocado pensar que los dems seres vivos deban ser considerados
como meros objetos sometidos a la arbitraria dominacin humana. Cuando se propone una visin
de la naturaleza nicamente como objeto de provecho y de inters, esto tambin tiene serias
consecuencias en la sociedad. La visin que consolida la arbitrariedad del ms fuerte ha
propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayora de la humanidad,
porque los recursos pasan a ser del primero que llega o del que tiene ms poder: el ganador se
lleva todo. El ideal de armona, de justicia, de fraternidad y de paz que propone Jess est en las
antpodas de semejante modelo, y as lo expresaba con respecto a los poderes de su poca:
Los poderosos de las naciones las dominan como seores absolutos, y los grandes las oprimen
con su poder. Que no sea as entre vosotros, sino que el que quiera ser grande sea el servidor
(Mt 20,25-26).
83. El fin de la marcha del universo est en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por
Cristo resucitado, eje de la maduracin universal[53]. As agregamos un argumento ms para
rechazar todo dominio desptico e irresponsable del ser humano sobre las dems criaturas. El fin
ltimo de las dems criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a
travs de nosotros, hacia el trmino comn, que es Dios, en una plenitud trascendente donde

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Cristo resucitado abraza e ilumina todo. Porque el ser humano, dotado de inteligencia y de amor,
y atrado por la plenitud de Cristo, est llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador.
IV. El mensaje de cada criatura en la armona de todo lo creado
84. Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debera llevarnos a
olvidar que cada criatura tiene una funcin y ninguna es superflua. Todo el universo material es
un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cario hacia nosotros. El suelo, el agua, las
montaas, todo es caricia de Dios. La historia de la propia amistad con Dios siempre se desarrolla
en un espacio geogrfico que se convierte en un signo personalsimo, y cada uno de nosotros
guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien. Quien ha crecido entre los
montes, o quien de nio se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza de su
barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar su propia identidad.
85. Dios ha escrito un libro precioso, cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el
universo[54]. Bien expresaron los Obispos de Canad que ninguna criatura queda fuera de esta
manifestacin de Dios: Desde los panoramas ms amplios a la forma de vida ms nfima, la
naturaleza es un continuo manantial de maravilla y de temor. Ella es, adems, una continua
revelacin de lo divino[55]. Los Obispos de Japn, por su parte, dijeron algo muy sugestivo:
Percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia es vivir gozosamente en el amor de
Dios y en la esperanza[56]. Esta contemplacin de lo creado nos permite descubrir a travs de
cada cosa alguna enseanza que Dios nos quiere transmitir, porque para el creyente contemplar
lo creado es tambin escuchar un mensaje, or una voz paradjica y silenciosa[57]. Podemos
decir que, junto a la Revelacin propiamente dicha, contenida en la sagrada Escritura, se da una
manifestacin divina cuando brilla el sol y cuando cae la noche[58]. Prestando atencin a esa
manifestacin, el ser humano aprende a reconocerse a s mismo en la relacin con las dems
criaturas: Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo exploro mi propia sacralidad al intentar
descifrar la del mundo[59].
86. El conjunto del universo, con sus mltiples relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de
Dios. Santo Toms de Aquino remarcaba sabiamente que la multiplicidad y la variedad provienen
de la intencin del primer agente, que quiso que lo que falta a cada cosa para representar la
bondad divina fuera suplido por las otras[60], porque su bondad no puede ser representada
convenientemente por una sola criatura[61]. Por eso, nosotros necesitamos captar la variedad
de las cosas en sus mltiples relaciones[62]. Entonces, se entiende mejor la importancia y el
sentido de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de Dios. As lo ensea
el Catecismo: La interdependencia de las criaturas es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro
y la florecilla, el guila y el gorrin, las innumerables diversidades y desigualdades significan que
ninguna criatura se basta a s misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para
complementarse y servirse mutuamente[63].

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87. Cuando tomamos conciencia del reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazn
experimenta el deseo de adorar al Seor por todas sus criaturas y junto con ellas, como se
expresa en el precioso himno de san Francisco de Ass:
Alabado seas, mi Seor,
con todas tus criaturas,
especialmente el hermano sol,
por quien nos das el da y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altsimo, lleva significacin.
Alabado seas, mi Seor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.
Alabado seas, mi Seor, por el hermano viento
y por el aire, y la nube y el cielo sereno,
y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Seor, por la hermana agua,
la cual es muy humilde, y preciosa y casta.
Alabado seas, mi Seor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte[64].
88. Los Obispos de Brasil han remarcado que toda la naturaleza, adems de manifestar a Dios,
es lugar de su presencia. En cada criatura habita su Espritu vivificante que nos llama a una
relacin con l[65]. El descubrimiento de esta presencia estimula en nosotros el desarrollo de las
virtudes ecolgicas[66]. Pero cuando decimos esto, no olvidamos que tambin existe una
distancia infinita, que las cosas de este mundo no poseen la plenitud de Dios. De otro modo,
tampoco haramos un bien a las criaturas, porque no reconoceramos su propio y verdadero lugar,
y terminaramos exigindoles indebidamente lo que en su pequeez no nos pueden dar.
V. Una comunin universal
89. Las criaturas de este mundo no pueden ser consideradas un bien sin dueo: Son tuyas,
Seor, que amas la vida (Sb 11,26). Esto provoca la conviccin de que, siendo creados por el
mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos
una especie de familia universal, una sublime comunin que nos mueve a un respeto sagrado,
carioso y humilde. Quiero recordar que Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos
rodea, que la desertificacin del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos
lamentar la extincin de una especie como si fuera una mutilacin[67].

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90. Esto no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar
que implica al mismo tiempo una tremenda responsabilidad. Tampoco supone una divinizacin de
la tierra que nos privara del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad. Estas
concepciones terminaran creando nuevos desequilibrios por escapar de la realidad que nos
interpela[68]. A veces se advierte una obsesin por negar toda preeminencia a la persona
humana, y se lleva adelante una lucha por otras especies que no desarrollamos para defender la
igual dignidad entre los seres humanos. Es verdad que debe preocuparnos que otros seres vivos
no sean tratados irresponsablemente. Pero especialmente deberan exasperarnos las enormes
inequidades que existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren ms
dignos que otros. Dejamos de advertir que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin
posibilidades reales de superacin, mientras otros ni siquiera saben qu hacer con lo que poseen,
ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de s un nivel de desperdicio que
sera imposible generalizar sin destrozar el planeta. Seguimos admitiendo en la prctica que unos
se sientan ms humanos que otros, como si hubieran nacido con mayores derechos.
91. No puede ser real un sentimiento de ntima unin con los dems seres de la naturaleza si al
mismo tiempo en el corazn no hay ternura, compasin y preocupacin por los seres humanos.
Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el trfico de animales en riesgo de extincin,
pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los
pobres o se empea en destruir a otro ser humano que le desagrada. Esto pone en riesgo el
sentido de la lucha por el ambiente. No es casual que, en el himno donde san Francisco alaba a
Dios por las criaturas, aada lo siguiente: Alabado seas, mi Seor, por aquellos que perdonan
por tu amor. Todo est conectado. Por eso se requiere una preocupacin por el ambiente unida
al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la
sociedad.
92. Por otra parte, cuando el corazn est autnticamente abierto a una comunin universal, nada
ni nadie est excluido de esa fraternidad. Por consiguiente, tambin es verdad que la indiferencia
o la crueldad ante las dems criaturas de este mundo siempre terminan trasladndose de algn
modo al trato que damos a otros seres humanos. El corazn es uno solo, y la misma miseria que
lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relacin con las dems personas.
Todo ensaamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana[69]. No podemos
considerarnos grandes amantes si excluimos de nuestros intereses alguna parte de la realidad:
Paz, justicia y conservacin de la creacin son tres temas absolutamente ligados, que no podrn
apartarse para ser tratados individualmente so pena de caer nuevamente en el
reduccionismo[70]. Todo est relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como
hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinacin, entrelazados por el amor que Dios tiene
a cada una de sus criaturas y que nos une tambin, con tierno cario, al hermano sol, a la
hermana luna, al hermano ro y a la madre tierra.
VI. Destino comn de los bienes

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93. Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una
herencia comn, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Para los creyentes, esto se convierte en
una cuestin de fidelidad al Creador, porque Dios cre el mundo para todos. Por consiguiente,
todo planteo ecolgico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos
fundamentales de los ms postergados. El principio de la subordinacin de la propiedad privada
al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho universal a su uso es una regla de oro
del comportamiento social y el primer principio de todo el ordenamiento tico-social[71]. La
tradicin cristiana nunca reconoci como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y
subray la funcin social de cualquier forma de propiedad privada. San Juan Pablo II record con
mucho nfasis esta doctrina, diciendo que Dios ha dado la tierra a todo el gnero humano para
que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno[72]. Son
palabras densas y fuertes. Remarc que no sera verdaderamente digno del hombre un tipo de
desarrollo que no respetara y promoviera los derechos humanos, personales y sociales,
econmicos y polticos, incluidos los derechos de las naciones y de los pueblos[73]. Con toda
claridad explic que la Iglesia defiende, s, el legtimo derecho a la propiedad privada, pero
ensea con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca
social, para que los bienes sirvan a la destinacin general que Dios les ha dado[74]. Por lo tanto
afirm que no es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios
favorezcan slo a unos pocos[75]. Esto cuestiona seriamente los hbitos injustos de una parte
de la humanidad[76].
94. El rico y el pobre tienen igual dignidad, porque a los dos los hizo el Seor (Pr 22,2); l
mismo hizo a pequeos y a grandes (Sb 6,7) y hace salir su sol sobre malos y buenos (Mt
5,45). Esto tiene consecuencias prcticas, como las que enunciaron los Obispos de Paraguay:
Todo campesino tiene derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde pueda
establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial. Este
derecho debe estar garantizado para que su ejercicio no sea ilusorio sino real. Lo cual significa
que, adems del ttulo de propiedad, el campesino debe contar con medios de educacin tcnica,
crditos, seguros y comercializacin[77].
95. El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de
todos. Quien se apropia algo es slo para administrarlo en bien de todos. Si no lo hacemos,
cargamos sobre la conciencia el peso de negar la existencia de los otros. Por eso, los Obispos de
Nueva Zelanda se preguntaron qu significa el mandamiento no matars cuando un veinte por
ciento de la poblacin mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y
a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir[78].
VII. La mirada de Jess
96. Jess asume la fe bblica en el Dios creador y destaca un dato fundamental: Dios es Padre
(cf. Mt 11,25). En los dilogos con sus discpulos, Jess los invitaba a reconocer la relacin

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paterna que Dios tiene con todas las criaturas, y les recordaba con una conmovedora ternura
cmo cada una de ellas es importante a sus ojos: No se venden cinco pajarillos por dos
monedas? Pues bien, ninguno de ellos est olvidado ante Dios (Lc 12,6). Mirad las aves del
cielo, que no siembran ni cosechan, y no tienen graneros. Pero el Padre celestial las alimenta
(Mt 6,26).
97. El Seor poda invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque l
mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atencin llena de
cario y asombro. Cuando recorra cada rincn de su tierra se detena a contemplar la hermosura
sembrada por su Padre, e invitaba a sus discpulos a reconocer en las cosas un mensaje divino:
Levantad los ojos y mirad los campos, que ya estn listos para la cosecha (Jn 4,35). El reino
de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo. Es ms
pequea que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace un
rbol (Mt 13,31-32).
98. Jess viva en armona plena con la creacin, y los dems se asombraban: Quin es este,
que hasta el viento y el mar le obedecen? (Mt 8,27). No apareca como un asceta separado del
mundo o enemigo de las cosas agradables de la vida. Refirindose a s mismo expresaba: Vino
el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen que es un comiln y borracho (Mt 11,19). Estaba
lejos de las filosofas que despreciaban el cuerpo, la materia y las cosas de este mundo. Sin
embargo, esos dualismos malsanos llegaron a tener una importante influencia en algunos
pensadores cristianos a lo largo de la historia y desfiguraron el Evangelio. Jess trabajaba con
sus manos, tomando contacto cotidiano con la materia creada por Dios para darle forma con su
habilidad de artesano. Llama la atencin que la mayor parte de su vida fue consagrada a esa
tarea, en una existencia sencilla que no despertaba admiracin alguna: No es este el
carpintero, el hijo de Mara? (Mc 6,3). As santific el trabajo y le otorg un peculiar valor para
nuestra maduracin. San Juan Pablo II enseaba que, soportando la fatiga del trabajo en unin
con Cristo crucificado por nosotros, el hombre colabora en cierto modo con el Hijo de Dios en la
redencin de la humanidad[79].
99. Para la comprensin cristiana de la realidad, el destino de toda la creacin pasa por el
misterio de Cristo, que est presente desde el origen de todas las cosas: Todo fue creado por l
y para l (Col 1,16)[80]. El prlogo del Evangelio de Juan (1,1-18) muestra la actividad creadora
de Cristo como Palabra divina (Logos). Pero este prlogo sorprende por su afirmacin de que
esta Palabra se hizo carne (Jn 1,14). Una Persona de la Trinidad se insert en el cosmos
creado, corriendo su suerte con l hasta la cruz. Desde el inicio del mundo, pero de modo peculiar
a partir de la encarnacin, el misterio de Cristo opera de maneraoculta en el conjunto de la
realidad natural, sin por ello afectar su autonoma.
100. El Nuevo Testamento no slo nos habla del Jess terreno y de su relacin tan concreta y
amable con todo el mundo. Tambin lo muestra como resucitado y glorioso, presente en toda la

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creacin con su seoro universal: Dios quiso que en l residiera toda la Plenitud. Por l quiso
reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre
de su cruz (Col 1,19-20). Esto nos proyecta al final de los tiempos, cuando el Hijo entregue al
Padre todas las cosas y Dios sea todo en todos (1 Co 15,28). De ese modo, las criaturas de
este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado
las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo
y las aves que l contempl admirado con sus ojos humanos, ahora estn llenas de su presencia
luminosa.

CAPTULO TERCERO
RAZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLGICA
101. No nos servir describir los sntomas, si no reconocemos la raz humana de la crisis
ecolgica. Hay un modo de entender la vida y la accin humana que se ha desviado y que
contradice la realidad hasta daarla. Por qu no podemos detenernos a pensarlo? En esta
reflexin propongo que nos concentremos en el paradigma tecnocrtico dominante y en el lugar
del ser humano y de su accin en el mundo.
I. La tecnologa: creatividad y poder
102. La humanidad ha ingresado en una nueva era en la que el podero tecnolgico nos pone en
una encrucijada. Somos los herederos de dos siglos de enormes olas de cambio: el motor a
vapor, el ferrocarril, el telgrafo, la electricidad, el automvil, el avin, las industrias qumicas, la
medicina moderna, la informtica y, ms recientemente, la revolucin digital, la robtica, las
biotecnologas y las nanotecnologas. Es justo alegrarse ante estos avances, y entusiasmarse
frente a las amplias posibilidades que nos abren estas constantes novedades, porque la ciencia
y la tecnologa son un maravilloso producto de la creatividad humana donada por Dios[81]. La
modificacin de la naturaleza con fines tiles es una caracterstica de la humanidad desde sus
inicios, y as la tcnica expresa la tensin del nimo humano hacia la superacin gradual de
ciertos condicionamientos materiales[82]. La tecnologa ha remediado innumerables males que
daaban y limitaban al ser humano. No podemos dejar de valorar y de agradecer el progreso
tcnico, especialmente en la medicina, la ingeniera y las comunicaciones. Y cmo no reconocer
todos los esfuerzos de muchos cientficos y tcnicos, que han aportado alternativas para un
desarrollo sostenible?
103. La tecnociencia bien orientada no slo puede producir cosas realmente valiosas para
mejorar la calidad de vida del ser humano, desde objetos domsticos tiles hasta grandes medios
de transporte, puentes, edificios, lugares pblicos. Tambin es capaz de producir lo bello y de

33
hacer saltar al ser humano inmerso en el mundo material al mbito de la belleza. Se puede
negar la belleza de un avin, o de algunos rascacielos? Hay preciosas obras pictricas y
musicales logradas con la utilizacin de nuevos instrumentos tcnicos. As, en la intencin de
belleza del productor tcnico y en el contemplador de tal belleza, se da el salto a una cierta
plenitud propiamente humana.
104. Pero no podemos ignorar que la energa nuclear, la biotecnologa, la informtica, el
conocimiento de nuestro propio ADN y otras capacidades que hemos adquirido nos dan un
tremendo poder. Mejor dicho, dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder
econmico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del
mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre s misma y nada garantiza que vaya a
utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo est haciendo. Basta recordar las
bombas atmicas lanzadas en pleno siglo XX, como el gran despliegue tecnolgico ostentado por
el nazismo, por el comunismo y por otros regmenes totalitarios al servicio de la matanza de
millones de personas, sin olvidar que hoy la guerra posee un instrumental cada vez ms
mortfero. En manos de quines est y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente
riesgoso que resida en una pequea parte de la humanidad.
105. Se tiende a creer que todo incremento del poder constituye sin ms un progreso, un
aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energa vital, de plenitud de los valores[83],
como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontneamente del mismo poder tecnolgico y
econmico. El hecho es que el hombre moderno no est preparado para utilizar el poder con
acierto[84], porque el inmenso crecimiento tecnolgico no estuvo acompaado de un desarrollo
del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia. Cada poca tiende a desarrollar una
escasa autoconciencia de sus propios lmites. Por eso es posible que hoy la humanidad no
advierta la seriedad de los desafos que se presentan, y la posibilidad de que el hombre utilice
mal el poder crece constantemente cuando no est sometido a norma alguna reguladora de la
libertad, sino nicamente a los supuestos imperativos de la utilidad y de la seguridad[85]. El ser
humano no es plenamente autnomo. Su libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas
ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egosmo, de la violencia. En ese
sentido, est desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los
elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener
que le falta una tica slida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo
contengan en una lcida abnegacin.
II. Globalizacin del paradigma tecnocrtico
106. El problema fundamental es otro ms profundo todava: el modo como la humanidad de
hecho ha asumido la tecnologa y su desarrollo junto con un paradigma homogneo y

unidimensional. En l se destaca un concepto del sujeto que progresivamente, en el proceso


lgico-racional, abarca y as posee el objeto que se halla afuera. Ese sujeto se despliega en el

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establecimiento del mtodo cientfico con su experimentacin, que ya es explcitamente tcnica
de posesin, dominio y transformacin. Es como si el sujeto se hallara frente a lo informe
totalmente disponible para su manipulacin. La intervencin humana en la naturaleza siempre ha
acontecido, pero durante mucho tiempo tuvo la caracterstica de acompaar, de plegarse a las
posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural de
suyo permite, como tendiendo la mano. En cambio ahora lo que interesa es extraer todo lo
posible de las cosas por la imposicin de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la
realidad misma de lo que tiene delante. Por eso, el ser humano y las cosas han dejado de
tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados. De aqu se pasa fcilmente a la
idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y
tecnlogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a
estrujarlo hasta el lmite y ms all del lmite. Es el presupuesto falso de que existe una
cantidad ilimitada de energa y de recursos utilizables, que su regeneracin inmediata es posible y
que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fcilmente
absorbidos[86].
107. Podemos decir entonces que, en el origen de muchas dificultades del mundo actual, est
ante todo la tendencia, no siempre consciente, a constituir la metodologa y los objetivos de la
tecnociencia en un paradigma de comprensin que condiciona la vida de las personas y el
funcionamiento de la sociedad. Los efectos de la aplicacin de este molde a toda la realidad,
humana y social, se constatan en la degradacin del ambiente, pero este es solamente un signo
del reduccionismo que afecta a la vida humana y a la sociedad en todas sus dimensiones. Hay
que reconocer que los objetos producto de la tcnica no son neutros, porque crean un entramado
que termina condicionando los estilos de vida y orientan las posibilidades sociales en la lnea de
los intereses de determinados grupos de poder. Ciertas elecciones, que parecen puramente
instrumentales, en realidad son elecciones acerca de la vida social que se quiere desarrollar.
108. No puede pensarse que sea posible sostener otro paradigma cultural y servirse de la tcnica
como de un mero instrumento, porque hoy el paradigma tecnocrtico se ha vuelto tan dominante
que es muy difcil prescindir de sus recursos, y ms difcil todava es utilizarlos sin ser dominados
por su lgica. Se volvi contracultural elegir un estilo de vida con objetivos que puedan ser al
menos en parte independientes de la tcnica, de sus costos y de su poder globalizador y
masificador. De hecho, la tcnica tiene una inclinacin a buscar que nada quede fuera de su
frrea lgica, y el hombre que posee la tcnica sabe que, en el fondo, esta no se dirige ni a la
utilidad ni al bienestar, sino al dominio; el dominio, en el sentido ms extremo de la palabra[87].
Por eso intenta controlar tanto los elementos de la naturaleza como los de la existencia
humana[88]. La capacidad de decisin, la libertad ms genuina y el espacio para la creatividad
alternativa de los individuos se ven reducidos.
109. El paradigma tecnocrtico tambin tiende a ejercer su dominio sobre la economa y la
poltica. La economa asume todo desarrollo tecnolgico en funcin del rdito, sin prestar atencin

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a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economa
real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se
aprenden las lecciones del deterioro ambiental. En algunos crculos se sostiene que la economa
actual y la tecnologa resolvern todos los problemas ambientales, del mismo modo que se
afirma, con lenguajes no acadmicos, que los problemas del hambre y la miseria en el mundo
simplemente se resolvern con el crecimiento del mercado. No es una cuestin de teoras
econmicas, que quizs nadie se atreve hoy a defender, sino de su instalacin en el desarrollo
fctico de la economa. Quienes no lo afirman con palabras lo sostienen con los hechos, cuando
no parece preocuparles una justa dimensin de la produccin, una mejor distribucin de la
riqueza, un cuidado responsable del ambiente o los derechos de las generaciones futuras. Con
sus comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es suficiente. Pero el
mercado por s mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusin social[89].
Mientras tanto, tenemos un superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo
inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora[90], y no se elaboran con
suficiente celeridad instituciones econmicas y cauces sociales que permitan a los ms pobres
acceder de manera regular a los recursos bsicos. No se termina de advertir cules son las races
ms profundas de los actuales desajustes, que tienen que ver con la orientacin, los fines, el
sentido y el contexto social del crecimiento tecnolgico y econmico.
110. La especializacin propia de la tecnologa implica una gran dificultad para mirar el conjunto.
La fragmentacin de los saberes cumple su funcin a la hora de lograr aplicaciones concretas,
pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas,
del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante. Esto mismo impide encontrar caminos adecuados
para resolver los problemas ms complejos del mundo actual, sobre todo del ambiente y de los
pobres, que no se pueden abordar desde una sola mirada o desde un solo tipo de intereses. Una
ciencia que pretenda ofrecer soluciones a los grandes asuntos, necesariamente debera sumar
todo lo que ha generado el conocimiento en las dems reas del saber, incluyendo la filosofa y la
tica social. Pero este es un hbito difcil de desarrollar hoy. Por eso tampoco pueden
reconocerse verdaderos horizontes ticos de referencia. La vida pasa a ser un abandonarse a las
circunstancias condicionadas por la tcnica, entendida como el principal recurso para interpretar
la existencia. En la realidad concreta que nos interpela, aparecen diversos sntomas que
muestran el error, como la degradacin del ambiente, la angustia, la prdida del sentido de la vida
y de la convivencia. As se muestra una vez ms que la realidad es superior a la idea[91].
111. La cultura ecolgica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a
los problemas que van apareciendo en torno a la degradacin del ambiente, al agotamiento de las
reservas naturales y a la contaminacin. Debera ser una mirada distinta, un pensamiento, una
poltica, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una
resistencia ante el avance del paradigma tecnocrtico. De otro modo, aun las mejores iniciativas
ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lgica globalizada. Buscar slo un remedio
tcnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad estn

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entrelazadas y esconder los verdaderos y ms profundos problemas del sistema mundial.
112. Sin embargo, es posible volver a ampliar la mirada, y la libertad humana es capaz de limitar
la tcnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso ms sano, ms humano, ms
social, ms integral. La liberacin del paradigma tecnocrtico reinante se produce de hecho en
algunas ocasiones. Por ejemplo, cuando comunidades de pequeos productores optan por
sistemas de produccin menos contaminantes, sosteniendo un modelo de vida, de gozo y de
convivencia no consumista. O cuando la tcnica se orienta prioritariamente a resolver los
problemas concretos de los dems, con la pasin de ayudar a otros a vivir con ms dignidad y
menos sufrimiento. Tambin cuando la intencin creadora de lo bello y su contemplacin logran
superar el poder objetivante en una suerte de salvacin que acontece en lo bello y en la persona
que lo contempla. La autntica humanidad, que invita a una nueva sntesis, parece habitar en
medio de la civilizacin tecnolgica, casi imperceptiblemente, como la niebla que se filtra bajo la
puerta cerrada. Ser una promesa permanente, a pesar de todo, brotando como una
empecinada resistencia de lo autntico?
113. Por otra parte, la gente ya no parece creer en un futuro feliz, no confa ciegamente en un
maana mejor a partir de las condiciones actuales del mundo y de las capacidades tcnicas.
Toma conciencia de que el avance de la ciencia y de la tcnica no equivale al avance de la
humanidad y de la historia, y vislumbra que son otros los caminos fundamentales para un futuro
feliz. No obstante, tampoco se imagina renunciando a las posibilidades que ofrece la tecnologa.
La humanidad se ha modificado profundamente, y la sumatoria de constantes novedades
consagra una fugacidad que nos arrastra por la superficie, en una nica direccin. Se hace difcil
detenernos para recuperar la profundidad de la vida. Si la arquitectura refleja el espritu de una
poca, las megaestructuras y las casas en serie expresan el espritu de la tcnica globalizada,
donde la permanente novedad de los productos se une a un pesado aburrimiento. No nos
resignemos a ello y no renunciemos a preguntarnos por los fines y por el sentido de todo. De otro
modo, slo legitimaremos la situacin vigente y necesitaremos ms sucedneos para soportar el
vaco.
114. Lo que est ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolucin
cultural. La ciencia y la tecnologa no son neutrales, sino que pueden implicar desde el comienzo
hasta el final de un proceso diversas intenciones o posibilidades, y pueden configurarse de
distintas maneras. Nadie pretende volver a la poca de las cavernas, pero s es indispensable
aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y
sostenibles, y a la vez recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno
megalmano.
III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno
115. El antropocentrismo moderno, paradjicamente, ha terminado colocando la razn tcnica

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sobre la realidad, porque este ser humano ni siente la naturaleza como norma vlida, ni menos
an como refugio viviente. La ve sin hacer hiptesis, prcticamente, como lugar y objeto de una
tarea en la que se encierra todo, sindole indiferente lo que con ello suceda[92]. De ese modo,
se debilita el valor que tiene el mundo en s mismo. Pero si el ser humano no redescubre su
verdadero lugar, se entiende mal a s mismo y termina contradiciendo su propia realidad: No
slo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intencin
originaria de que es un bien, segn la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para s mismo un
don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido
dotado[93].
116. En la modernidad hubo una gran desmesura antropocntrica que, con otro ropaje, hoy sigue
daando toda referencia comn y todo intento por fortalecer los lazos sociales. Por eso ha llegado
el momento de volver a prestar atencin a la realidad con los lmites que ella impone, que a su
vez son la posibilidad de un desarrollo humano y social ms sano y fecundo. Una presentacin
inadecuada de la antropologa cristiana pudo llegar a respaldar una concepcin equivocada sobre
la relacin del ser humano con el mundo. Se transmiti muchas veces un sueo prometeico de
dominio sobre el mundo que provoc la impresin de que el cuidado de la naturaleza es cosa de
dbiles. En cambio, la forma correcta de interpretar el concepto del ser humano como seor
del universo consiste en entenderlo como administrador responsable[94].
117. La falta de preocupacin por medir el dao a la naturaleza y el impacto ambiental de las
decisiones es slo el reflejo muy visible de un desinters por reconocer el mensaje que la
naturaleza lleva inscrito en sus mismas estructuras. Cuando no se reconoce en la realidad misma
el valor de un pobre, de un embrin humano, de una persona con discapacidad por poner slo
algunos ejemplos, difcilmente se escucharn los gritos de la misma naturaleza. Todo est
conectado. Si el ser humano se declara autnomo de la realidad y se constituye en dominador
absoluto, la misma base de su existencia se desmorona, porque, en vez de desempear su
papel de colaborador de Dios en la obra de la creacin, el hombre suplanta a Dios y con ello
provoca la rebelin de la naturaleza[95].
118. Esta situacin nos lleva a una constante esquizofrenia, que va de la exaltacin tecnocrtica
que no reconoce a los dems seres un valor propio, hasta la reaccin de negar todo valor peculiar
al ser humano. Pero no se puede prescindir de la humanidad. No habr una nueva relacin con la
naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecologa sin una adecuada antropologa. Cuando la
persona humana es considerada slo un ser ms entre otros, que procede de los juegos del azar
o de un determinismo fsico, se corre el riesgo de que disminuya en las personas la conciencia
de la responsabilidad[96]. Un antropocentrismo desviado no necesariamente debe dar paso a un
biocentrismo, porque eso implicara incorporar un nuevo desajuste que no slo no resolver los
problemas sino que aadir otros. No puede exigirse al ser humano un compromiso con respecto
al mundo si no se reconocen y valoran al mismo tiempo sus capacidades peculiares de
conocimiento, voluntad, libertad y responsabilidad.

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119. La crtica al antropocentrismo desviado tampoco debera colocar en un segundo plano el
valor de las relaciones entre las personas. Si la crisis ecolgica es una eclosin o una
manifestacin externa de la crisis tica, cultural y espiritual de la modernidad, no podemos
pretender sanar nuestra relacin con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones
bsicas del ser humano. Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar para el ser
humano por encima de las dems criaturas, da lugar a la valoracin de cada persona humana, y
as provoca el reconocimiento del otro. La apertura a un t capaz de conocer, amar y dialogar
sigue siendo la gran nobleza de la persona humana. Por eso, para una adecuada relacin con el
mundo creado no hace falta debilitar la dimensin social del ser humano y tampoco su dimensin
trascendente, su apertura al T divino. Porque no se puede proponer una relacin con el
ambiente aislada de la relacin con las dems personas y con Dios. Sera un individualismo
romntico disfrazado de belleza ecolgica y un asfixiante encierro en la inmanencia.
120. Dado que todo est relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la
justificacin del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres dbiles
que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrin humano
aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades: Si se pierde la sensibilidad personal y
social para acoger una nueva vida, tambin se marchitan otras formas de acogida provechosas
para la vida social[97].
121. Est pendiente el desarrollo de una nueva sntesis que supere falsas dialcticas de los
ltimos siglos. El mismo cristianismo, mantenindose fiel a su identidad y al tesoro de verdad que
recibi de Jesucristo, siempre se repiensa y se reexpresa en el dilogo con las nuevas
situaciones histricas, dejando brotar as su eterna novedad[98].

El relativismo prctico
122. Un antropocentrismo desviado da lugar a un estilo de vida desviado. En la Exhortacin
apostlica Evangelii gaudium me refer al relativismo prctico que caracteriza nuestra poca, y
que es todava ms peligroso que el doctrinal[99]. Cuando el ser humano se coloca a s mismo
en el centro, termina dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y todo lo
dems se vuelve relativo. Por eso no debera llamar la atencin que, junto con la omnipresencia
del paradigma tecnocrtico y la adoracin del poder humano sin lmites, se desarrolle en los
sujetos este relativismo donde todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses
inmediatos. Hay en esto una lgica que permite comprender cmo se alimentan mutuamente
diversas actitudes que provocan al mismo tiempo la degradacin ambiental y la degradacin
social.
123. La cultura del relativismo es la misma patologa que empuja a una persona a aprovecharse
de otra y a tratarla como mero objeto, obligndola a trabajos forzados, o convirtindola en esclava
a causa de una deuda. Es la misma lgica que lleva a la explotacin sexual de los nios, o al

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abandono de los ancianos que no sirven para los propios intereses. Es tambin la lgica interna
de quien dice: Dejemos que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economa, porque sus
impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son daos inevitables . Si no hay verdades
objetivas ni principios slidos, fuera de la satisfaccin de los propios proyectos y de las
necesidades inmediatas, qu lmites pueden tener la trata de seres humanos, la criminalidad
organizada, el narcotrfico, el comercio de diamantes ensangrentados y de pieles de animales en
vas de extincin? No es la misma lgica relativista la que justifica la compra de rganos a los
pobres con el fin de venderlos o de utilizarlos para experimentacin, o el descarte de nios
porque no responden al deseo de sus padres? Es la misma lgica del usa y tira, que genera
tantos residuos slo por el deseo desordenado de consumir ms de lo que realmente se necesita.
Entonces no podemos pensar que los proyectos polticos o la fuerza de la ley sern suficientes
para evitar los comportamientos que afectan al ambiente, porque, cuando es la cultura la que se
corrompe y ya no se reconoce alguna verdad objetiva o unos principios universalmente vlidos,
las leyes slo se entendern como imposiciones arbitrarias y como obstculos a evitar.

Necesidad de preservar el trabajo


124. En cualquier planteo sobre una ecologa integral, que no excluya al ser humano, es
indispensable incorporar el valor del trabajo, tan sabiamente desarrollado por san Juan Pablo II
en su encclica Laborem exercens. Recordemos que, segn el relato bblico de la creacin, Dios
coloc al ser humano en el jardn recin creado (cf. Gn 2,15) no slo para preservar lo existente
(cuidar), sino para trabajar sobre ello de manera que produzca frutos (labrar). As, los obreros y
artesanos aseguran la creacin eterna (Si 38,34). En realidad, la intervencin humana que
procura el prudente desarrollo de lo creado es la forma ms adecuada de cuidarlo, porque implica
situarse como instrumento de Dios para ayudar a brotar las potencialidades que l mismo coloc
en las cosas: Dios puso en la tierra medicinas y el hombre prudente no las desprecia (Si 38,4).
125. Si intentamos pensar cules son las relaciones adecuadas del ser humano con el mundo
que lo rodea, emerge la necesidad de una correcta concepcin del trabajo porque, si hablamos
sobre la relacin del ser humano con las cosas, aparece la pregunta por el sentido y la finalidad
de la accin humana sobre la realidad. No hablamos slo del trabajo manual o del trabajo con la
tierra, sino de cualquier actividad que implique alguna transformacin de lo existente, desde la
elaboracin de un informe social hasta el diseo de un desarrollo tecnolgico. Cualquier forma de
trabajo tiene detrs una idea sobre la relacin que el ser humano puede o debe establecer con lo
otro de s. La espiritualidad cristiana, junto con la admiracin contemplativa de las criaturas que
encontramos en san Francisco de Ass, ha desarrollado tambin una rica y sana comprensin
sobre el trabajo, como podemos encontrar, por ejemplo, en la vida del beato Carlos de Foucauld y
sus discpulos.
126. Recojamos tambin algo de la larga tradicin del monacato. Al comienzo favoreca en cierto
modo la fuga del mundo, intentando escapar de la decadencia urbana. Por eso, los monjes

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buscaban el desierto, convencidos de que era el lugar adecuado para reconocer la presencia de
Dios. Posteriormente, san Benito de Nursia propuso que sus monjes vivieran en comunidad
combinando la oracin y la lectura con el trabajo manual (ora et labora). Esta introduccin del
trabajo manual impregnado de sentido espiritual fue revolucionaria. Se aprendi a buscar la
maduracin y la santificacin en la compenetracin entre el recogimiento y el trabajo. Esa manera
de vivir el trabajo nos vuelve ms cuidadosos y respetuosos del ambiente, impregna de sana
sobriedad nuestra relacin con el mundo.
127. Decimos que el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida econmicosocial[100]. No obstante, cuando en el ser humano se daa la capacidad de contemplar y de
respetar, se crean las condiciones para que el sentido del trabajo se desfigure[101]. Conviene
recordar siempre que el ser humano es capaz de ser por s mismo agente responsable de su
mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual[102]. El trabajo debera ser el
mbito de este mltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la
vida: la creatividad, la proyeccin del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los
valores, la comunicacin con los dems, una actitud de adoracin. Por eso, en la actual realidad
social mundial, ms all de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable
racionalidad econmica, es necesario que se siga buscando como prioridad el objetivo del

acceso al trabajo por parte de todos[103].


128. Estamos llamados al trabajo desde nuestra creacin. No debe buscarse que el progreso
tecnolgico reemplace cada vez ms el trabajo humano, con lo cual la humanidad se daara a s
misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de
maduracin, de desarrollo humano y de realizacin personal. En este sentido, ayudar a los pobres
con dinero debe ser siempre una solucin provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo
debera ser siempre permitirles una vida digna a travs del trabajo. Pero la orientacin de la
economa ha propiciado un tipo de avance tecnolgico para reducir costos de produccin en
razn de la disminucin de los puestos de trabajo, que se reemplazan por mquinas. Es un modo
ms como la accin del ser humano puede volverse en contra de l mismo. La disminucin de los
puestos de trabajo tiene tambin un impacto negativo en el plano econmico por el progresivo
desgaste del capital social, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad, y
respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil[104]. En definitiva, los

costes humanos son siempre tambin costes econmicos y las disfunciones econmicas
comportan igualmente costes humanos[105]. Dejar de invertir en las personas para obtener un
mayor rdito inmediato es muy mal negocio para la sociedad.
129. Para que siga siendo posible dar empleo, es imperioso promover una economa que
favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial. Por ejemplo, hay una gran
variedad de sistemas alimentarios campesinos y de pequea escala que sigue alimentando a la
mayor parte de la poblacin mundial, utilizando una baja proporcin del territorio y del agua, y
produciendo menos residuos, sea en pequeas parcelas agrcolas, huertas, caza y recoleccin

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silvestre o pesca artesanal. Las economas de escala, especialmente en el sector agrcola,
terminan forzando a los pequeos agricultores a vender sus tierras o a abandonar sus cultivos
tradicionales. Los intentos de algunos de ellos por avanzar en otras formas de produccin ms
diversificadas terminan siendo intiles por la dificultad de conectarse con los mercados regionales
y globales o porque la infraestructura de venta y de transporte est al servicio de las grandes
empresas. Las autoridades tienen el derecho y la responsabilidad de tomar medidas de claro y
firme apoyo a los pequeos productores y a la variedad productiva. Para que haya una libertad
econmica de la que todos efectivamente se beneficien, a veces puede ser necesario poner
lmites a quienes tienen mayores recursos y poder financiero. Una libertad econmica slo
declamada, pero donde las condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a
ella, y donde se deteriora el acceso al trabajo, se convierte en un discurso contradictorio que
deshonra a la poltica. La actividad empresarial, que es una noble vocacin orientada a producir
riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la
regin donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creacin de puestos de
trabajo es parte ineludible de su servicio al bien comn.

Innovacin biolgica a partir de la investigacin


130. En la visin filosfica y teolgica de la creacin que he tratado de proponer, queda claro que
la persona humana, con la peculiaridad de su razn y de su ciencia, no es un factor externo que
deba ser totalmente excluido. No obstante, si bien el ser humano puede intervenir en vegetales y
animales, y hacer uso de ellos cuando es necesario para su vida, el Catecismo ensea que las
experimentaciones con animales slo son legtimas si se mantienen en lmites razonables y
contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas[106]. Recuerda con firmeza que el poder humano
tiene lmites y que es contrario a la dignidad humana hacer sufrir intilmente a los animales y
sacrificar sin necesidad sus vidas[107]. Todo uso y experimentacin exige un respeto religioso
de la integridad de la creacin[108].
131. Quiero recoger aqu la equilibrada posicin de san Juan Pablo II, quien resaltaba los
beneficios de los adelantos cientficos y tecnolgicos, que manifiestan cun noble es la vocacin
del hombre a participar responsablemente en la accin creadora de Dios, pero al mismo tiempo
recordaba que toda intervencin en un rea del ecosistema debe considerar sus consecuencias
en otras reas[109]. Expresaba que la Iglesia valora el aporte del estudio y de las aplicaciones
de la biologa molecular, completada con otras disciplinas, como la gentica, y su aplicacin
tecnolgica en la agricultura y en la industria[110], aunque tambin deca que esto no debe dar
lugar a una indiscriminada manipulacin gentica[111] que ignore los efectos negativos de
estas intervenciones. No es posible frenar la creatividad humana. Si no se puede prohibir a un
artista el despliegue de su capacidad creadora, tampoco se puede inhabilitar a quienes tienen
especiales dones para el desarrollo cientfico y tecnolgico, cuyas capacidades han sido donadas
por Dios para el servicio a los dems. Al mismo tiempo, no pueden dejar de replantearse los
objetivos, los efectos, el contexto y los lmites ticos de esa actividad humana que es una forma

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de poder con altos riesgos.
132. En este marco debera situarse cualquier reflexin acerca de la intervencin humana sobre
los vegetales y animales, que hoy implica mutaciones genticas generadas por la biotecnologa,
en orden a aprovechar las posibilidades presentes en la realidad material. El respeto de la fe a la
razn implica prestar atencin a lo que la misma ciencia biolgica, desarrollada de manera
independiente con respecto a los intereses econmicos, puede ensear acerca de las estructuras
biolgicas y de sus posibilidades y mutaciones. En todo caso, una intervencin legtima es aquella
que acta en la naturaleza para ayudarla a desarrollarse en su lnea, la de la creacin, la querida
por Dios[112].
133. Es difcil emitir un juicio general sobre el desarrollo de organismos genticamente
modificados (OMG), vegetales o animales, mdicos o agropecuarios, ya que pueden ser muy
diversos entre s y requerir distintas consideraciones. Por otra parte, los riesgos no siempre se
atribuyen a la tcnica misma sino a su aplicacin inadecuada o excesiva. En realidad, las
mutaciones genticas muchas veces fueron y son producidas por la misma naturaleza. Ni siquiera
aquellas provocadas por la intervencin humana son un fenmeno moderno. La domesticacin de
animales, el cruzamiento de especies y otras prcticas antiguas y universalmente aceptadas
pueden incluirse en estas consideraciones. Cabe recordar que el inicio de los desarrollos
cientficos de cereales transgnicos estuvo en la observacin de una bacteria que natural y
espontneamente produca una modificacin en el genoma de un vegetal. Pero en la naturaleza
estos procesos tienen un ritmo lento, que no se compara con la velocidad que imponen los
avances tecnolgicos actuales, aun cuando estos avances tengan detrs un desarrollo cientfico
de varios siglos.
134. Si bien no hay comprobacin contundente acerca del dao que podran causar los cereales
transgnicos a los seres humanos, y en algunas regiones su utilizacin ha provocado un
crecimiento econmico que ayud a resolver problemas, hay dificultades importantes que no
deben ser relativizadas. En muchos lugares, tras la introduccin de estos cultivos, se constata
una concentracin de tierras productivas en manos de pocos debido a la progresiva
desaparicin de pequeos productores que, como consecuencia de la prdida de las tierras
explotadas, se han visto obligados a retirarse de la produccin directa[113].Los ms frgiles se
convierten en trabajadores precarios, y muchos empleados rurales terminan migrando a
miserables asentamientos de las ciudades. La expansin de la frontera de estos cultivos arrasa
con el complejo entramado de los ecosistemas, disminuye la diversidad productiva y afecta el
presente y el futuro de las economas regionales. En varios pases se advierte una tendencia al
desarrollo de oligopolios en la produccin de granos y de otros productos necesarios para su
cultivo, y la dependencia se agrava si se piensa en la produccin de granos estriles que
terminara obligando a los campesinos a comprarlos a las empresas productoras.
135. Sin duda hace falta una atencin constante, que lleve a considerar todos los aspectos ticos

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implicados. Para eso hay que asegurar una discusin cientfica y social que sea responsable y
amplia, capaz de considerar toda la informacin disponible y de llamar a las cosas por su nombre.
A veces no se pone sobre la mesa la totalidad de la informacin, que se selecciona de acuerdo
con los propios intereses, sean polticos, econmicos o ideolgicos. Esto vuelve difcil desarrollar
un juicio equilibrado y prudente sobre las diversas cuestiones, considerando todas las variables
atinentes. Es preciso contar con espacios de discusin donde todos aquellos que de algn modo
se pudieran ver directa o indirectamente afectados (agricultores, consumidores, autoridades,
cientficos, semilleras, poblaciones vecinas a los campos fumigados y otros) puedan exponer sus
problemticas o acceder a informacin amplia y fidedigna para tomar decisiones tendientes al
bien comn presente y futuro. Es una cuestin ambiental de carcter complejo, por lo cual su
tratamiento exige una mirada integral de todos sus aspectos, y esto requerira al menos un mayor
esfuerzo para financiar diversas lneas de investigacin libre e interdisciplinaria que puedan
aportar nueva luz.
136. Por otra parte, es preocupante que cuando algunos movimientos ecologistas defienden la
integridad del ambiente, y con razn reclaman ciertos lmites a la investigacin cientfica, a veces
no aplican estos mismos principios a la vida humana. Se suele justificar que se traspasen todos
los lmites cuando se experimenta con embriones humanos vivos. Se olvida que el valor
inalienable de un ser humano va ms all del grado de su desarrollo. De ese modo, cuando la
tcnica desconoce los grandes principios ticos, termina considerando legtima cualquier prctica.
Como vimos en este captulo, la tcnica separada de la tica difcilmente ser capaz de
autolimitar su poder.

CAPTULO CUARTO
UNA ECOLOGA INTEGRAL
137. Dado que todo est ntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una
mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos
detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecologa integral, que incorpore
claramente las dimensiones humanas y sociales.
I. Ecologa ambiental, econmica y social
138. La ecologa estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se
desarrollan. Tambin exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de
supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo,
produccin y consumo. No est de ms insistir en que todo est conectado. El tiempo y el espacio
no son independientes entre s, y ni siquiera los tomos o las partculas subatmicas se pueden

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considerar por separado. As como los distintos componentes del planeta fsicos, qumicos y
biolgicos estn relacionados entre s, tambin las especies vivas conforman una red que nunca
terminamos de reconocer y comprender. Buena parte de nuestra informacin gentica se
comparte con muchos seres vivos. Por eso, los conocimientos fragmentarios y aislados pueden
convertirse en una forma de ignorancia si se resisten a integrarse en una visin ms amplia de la
realidad.
139. Cuando se habla de medio ambiente, se indica particularmente una relacin, la que existe
entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo
separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos
parte de ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen
un anlisis del funcionamiento de la sociedad, de su economa, de su comportamiento, de sus
maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya no es posible encontrar
una respuesta especfica e independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar
soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre s y con los
sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y
compleja crisis socio-ambiental. Las lneas para la solucin requieren una aproximacin integral
para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultneamente para cuidar
la naturaleza.
140. Debido a la cantidad y variedad de elementos a tener en cuenta, a la hora de determinar el
impacto ambiental de un emprendimiento concreto, se vuelve indispensable dar a los
investigadores un lugar preponderante y facilitar su interaccin, con amplia libertad acadmica.
Esta investigacin constante debera permitir reconocer tambin cmo las distintas criaturas se
relacionan conformando esas unidades mayores que hoy llamamos ecosistemas. No los
tenemos en cuenta slo para determinar cul es su uso racional, sino porque poseen un valor
intrnseco independiente de ese uso. As como cada organismo es bueno y admirable en s
mismo por ser una criatura de Dios, lo mismo ocurre con el conjunto armonioso de organismos en
un espacio determinado, funcionando como un sistema. Aunque no tengamos conciencia de ello,
dependemos de ese conjunto para nuestra propia existencia. Cabe recordar que los ecosistemas
intervienen en el secuestro de anhdrido carbnico, en la purificacin del agua, en el control de
enfermedades y plagas, en la formacin del suelo, en la descomposicin de residuos y en
muchsimos otros servicios que olvidamos o ignoramos. Cuando advierten esto, muchas personas
vuelven a tomar conciencia de que vivimos y actuamos a partir de una realidad que nos ha sido
previamente regalada, que es anterior a nuestras capacidades y a nuestra existencia. Por eso,
cuando se habla de uso sostenible, siempre hay que incorporar una consideracin sobre la
capacidad de regeneracin de cada ecosistema en sus diversas reas y aspectos.
141. Por otra parte, el crecimiento econmico tiende a producir automatismos y a homogeneizar,
en orden a simplificar procedimientos y a reducir costos. Por eso es necesaria una ecologa
econmica, capaz de obligar a considerar la realidad de manera ms amplia. Porque la

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proteccin del medio ambiente deber constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no
podr considerarse en forma aislada[114]. Pero al mismo tiempo se vuelve actual la necesidad
imperiosa del humanismo, que de por s convoca a los distintos saberes, tambin al econmico,
hacia una mirada ms integral e integradora. Hoy el anlisis de los problemas ambientales es
inseparable del anlisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relacin
de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los
dems y con el ambiente. Hay una interaccin entre los ecosistemas y entre los diversos mundos
de referencia social, y as se muestra una vez ms que el todo es superior a la parte[115].
142. Si todo est relacionado, tambin la salud de las instituciones de una sociedad tiene
consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: Cualquier menoscabo de la
solidaridad y del civismo produce daos ambientales[116]. En ese sentido, la ecologa social es
necesariamente institucional, y alcanza progresivamente las distintas dimensiones que van desde
el grupo social primario, la familia, pasando por la comunidad local y la nacin, hasta la vida
internacional. Dentro de cada uno de los niveles sociales y entre ellos, se desarrollan las
instituciones que regulan las relaciones humanas. Todo lo que las dae entraa efectos nocivos,
como la perdida de la libertad, la injusticia y la violencia. Varios pases se rigen con un nivel
institucional precario, a costa del sufrimiento de las poblaciones y en beneficio de quienes se
lucran con ese estado de cosas. Tanto en la administracin del Estado, como en las distintas
expresiones de la sociedad civil, o en las relaciones de los habitantes entre s, se registran con
excesiva frecuencia conductas alejadas de las leyes. Estas pueden ser dictadas en forma
correcta, pero suelen quedar como letra muerta. Puede esperarse entonces que la legislacin y
las normas relacionadas con el medio ambiente sean realmente eficaces? Sabemos, por ejemplo,
que pases poseedores de una legislacin clara para la proteccin de bosques siguen siendo
testigos mudos de la frecuente violacin de estas leyes. Adems, lo que sucede en una regin
ejerce, directa o indirectamente, influencias en las dems regiones. As, por ejemplo, el consumo
de narcticos en las sociedades opulentas provoca una constante y creciente demanda de
productos originados en regiones empobrecidas, donde se corrompen conductas, se destruyen
vidas y se termina degradando el ambiente.
II. Ecologa cultural
143. Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histrico, artstico y cultural, igualmente
amenazado. Es parte de la identidad comn de un lugar y una base para construir una ciudad
habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente ms ecolgicas,
donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la
arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecologa tambin supone
el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido ms amplio. De manera ms
directa, reclama prestar atencin a las culturas locales a la hora de analizar cuestiones
relacionadas con el medio ambiente, poniendo en dilogo el lenguaje cientfico-tcnico con el
lenguaje popular. Es la cultura no slo en el sentido de los monumentos del pasado, sino

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especialmente en su sentido vivo, dinmico y participativo, que no puede excluirse a la hora de
repensar la relacin del ser humano con el ambiente.
144. La visin consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economa
globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es
un tesoro de la humanidad. Por eso, pretender resolver todas las dificultades a travs de
normativas uniformes o de intervenciones tcnicas lleva a desatender la complejidad de las
problemticas locales, que requieren la intervencin activa de los habitantes. Los nuevos
procesos que se van gestando no siempre pueden ser incorporados en esquemas establecidos
desde afuera, sino que deben partir de la misma cultura local. As como la vida y el mundo son
dinmicos, el cuidado del mundo debe ser flexible y dinmico. Las soluciones meramente
tcnicas corren el riesgo de atender a sntomas que no responden a las problemticas ms
profundas. Hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y as
entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso histrico dentro de un contexto
cultural y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia
cultura. Ni siquiera la nocin de calidad de vida puede imponerse, sino que debe entenderse
dentro del mundo de smbolos y hbitos propios de cada grupo humano.
145. Muchas formas altamente concentradas de explotacin y degradacin del medio ambiente
no slo pueden acabar con los recursos de subsistencia locales, sino tambin con capacidades
sociales que han permitido un modo de vida que durante mucho tiempo ha otorgado identidad
cultural y un sentido de la existencia y de la convivencia. La desaparicin de una cultura puede
ser tanto o ms grave que la desaparicin de una especie animal o vegetal. La imposicin de un
estilo hegemnico de vida ligado a un modo de produccin puede ser tan daina como la
alteracin de los ecosistemas.
146. En este sentido, es indispensable prestar especial atencin a las comunidades aborgenes
con sus tradiciones culturales. No son una simple minora entre otras, sino que deben convertirse
en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que
afecten a sus espacios. Para ellos, la tierra no es un bien econmico, sino don de Dios y de los
antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para
sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente
ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de
presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y
agropecuarios que no prestan atencin a la degradacin de la naturaleza y de la cultura.
III. Ecologa de la vida cotidiana
146. Para que pueda hablarse de un autntico desarrollo, habr que asegurar que se produzca
una mejora integral en la calidad de vida humana, y esto implica analizar el espacio donde
transcurre la existencia de las personas. Los escenarios que nos rodean influyen en nuestro

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modo de ver la vida, de sentir y de actuar. A la vez, en nuestra habitacin, en nuestra casa, en
nuestro lugar de trabajo y en nuestro barrio, usamos el ambiente para expresar nuestra identidad.
Nos esforzamos para adaptarnos al medio y, cuando un ambiente es desordenado, catico o
cargado de contaminacin visual y acstica, el exceso de estmulos nos desafa a intentar
configurar una identidad integrada y feliz.
148. Es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de
revertir los lmites del ambiente, modificando los efectos adversos de los condicionamientos y
aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad. Por ejemplo, en algunos
lugares, donde las fachadas de los edificios estn muy deterioradas, hay personas que cuidan
con mucha dignidad el interior de sus viviendas, o se sienten cmodas por la cordialidad y la
amistad de la gente. La vida social positiva y benfica de los habitantes derrama luz sobre un
ambiente aparentemente desfavorable. A veces es encomiable la ecologa humana que pueden
desarrollar los pobres en medio de tantas limitaciones. La sensacin de asfixia producida por la
aglomeracin en residencias y espacios con alta densidad poblacional se contrarresta si se
desarrollan relaciones humanas cercanas y clidas, si se crean comunidades, si los lmites del
ambiente se compensan en el interior de cada persona, que se siente contenida por una red de
comunin y de pertenencia. De ese modo, cualquier lugar deja de ser un infierno y se convierte
en el contexto de una vida digna.
149. Tambin es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos ambientes que no poseen
armona, amplitud y posibilidades de integracin facilita la aparicin de comportamientos
inhumanos y la manipulacin de las personas por parte de organizaciones criminales. Para los
habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que
se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensacin de desarraigo que favorece las
conductas antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede ms.
Muchas personas en estas condiciones son capaces de tejer lazos de pertenencia y de
convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las
paredes del yo y se superan las barreras del egosmo. Esta experiencia de salvacin comunitaria
es lo que suele provocar reacciones creativas para mejorar un edificio o un barrio[117].
150. Dada la interrelacin entre el espacio y la conducta humana, quienes disean edificios,
barrios, espacios pblicos y ciudades necesitan del aporte de diversas disciplinas que permitan
entender los procesos, el simbolismo y los comportamientos de las personas. No basta la
bsqueda de la belleza en el diseo, porque ms valioso todava es el servicio a otra belleza: la
calidad de vida de las personas, su adaptacin al ambiente, el encuentro y la ayuda mutua.
Tambin por eso es tan importante que las perspectivas de los pobladores siempre completen el
anlisis del planeamiento urbano.
151. Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que
acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensacin de arraigo, nuestro sentimiento de

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estar en casa dentro de la ciudad que nos contiene y nos une. Es importante que las diferentes
partes de una ciudad estn bien integradas y que los habitantes puedan tener una visin de
conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privndose de vivir la ciudad entera como un
espacio propio compartido con los dems. Toda intervencin en el paisaje urbano o rural debera
considerar cmo los distintos elementos del lugar conforman un todo que es percibido por los
habitantes como un cuadro coherente con su riqueza de significados. As los otros dejan de ser
extraos, y se los puede sentir como parte de un nosotros que construimos juntos. Por esta
misma razn, tanto en el ambiente urbano como en el rural, conviene preservar algunos lugares
donde se eviten intervenciones humanas que los modifiquen constantemente.
152. La falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las zonas rurales como
en las grandes ciudades, porque los presupuestos estatales slo suelen cubrir una pequea parte
de la demanda. No slo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias dificultades
para acceder a una vivienda propia. La posesin de una vivienda tiene mucho que ver con la
dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Es una cuestin central de la ecologa
humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caticos de casas precarias, se
trata sobre todo de urbanizar esos barrios, no de erradicar y expulsar. Cuando los pobres viven
en suburbios contaminados o en conglomerados peligrosos, en el caso que se deba proceder a
su traslado, y para no aadir ms sufrimiento al que ya padecen, es necesario proporcionar una
informacin adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamientos dignos e implicar
directamente a los interesados[118]. Al mismo tiempo, la creatividad debera llevar a integrar los
barrios precarios en una ciudad acogedora: Qu hermosas son las ciudades que superan la
desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integracin un nuevo
factor de desarrollo! Qu lindas son las ciudades que, aun en su diseo arquitectnico, estn
llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro![119].
153. La calidad de vida en las ciudades tiene mucho que ver con el transporte, que suele ser
causa de grandes sufrimientos para los habitantes. En las ciudades circulan muchos automviles
utilizados por una o dos personas, con lo cual el trnsito se hace complicado, el nivel de
contaminacin es alto, se consumen cantidades enormes de energa no renovable y se vuelve
necesaria la construccin de ms autopistas y lugares de estacionamiento que perjudican la
trama urbana. Muchos especialistas coinciden en la necesidad de priorizar el transporte pblico.
Pero algunas medidas necesarias difcilmente sern pacficamente aceptadas por la sociedad sin
una mejora sustancial de ese transporte, que en muchas ciudades significa un trato indigno a las
personas debido a la aglomeracin, a la incomodidad o a la baja frecuencia de los servicios y a la
inseguridad.
154. El reconocimiento de la dignidad peculiar del ser humano muchas veces contrasta con la
vida catica que deben llevar las personas en nuestras ciudades. Pero esto no debera hacer
perder de vista el estado de abandono y olvido que sufren tambin algunos habitantes de zonas
rurales, donde no llegan los servicios esenciales, y hay trabajadores reducidos a situaciones de

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esclavitud, sin derechos ni expectativas de una vida ms digna.
155. La ecologa humana implica tambin algo muy hondo: la necesaria relacin de la vida del ser
humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente
ms digno. Deca Benedicto XVI que existe una ecologa del hombre porque tambin el
hombre posee una naturaleza que l debe respetar y que no puede manipular a su antojo[120].
En esta lnea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sita en una relacin directa con el
ambiente y con los dems seres vivientes. La aceptacin del propio cuerpo como don de Dios es
necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa comn, mientras
una lgica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lgica a veces sutil de dominio
sobre la creacin. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es
esencial para una verdadera ecologa humana. Tambin la valoracin del propio cuerpo en su
femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a s mismo en el encuentro con el
diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don especfico del otro o de la otra,
obra del Dios creador, y enriquecerse recprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que
pretenda cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma[121].
IV. El principio del bien comn
156. La ecologa humana es inseparable de la nocin de bien comn, un principio que cumple un
rol central y unificador en la tica social. Es el conjunto de condiciones de la vida social que
hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro ms pleno y ms fcil de
la propia perfeccin[122].
157. El bien comn presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos
bsicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. Tambin reclama el bienestar social y el
desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el principio de la subsidiariedad. Entre
ellos destaca especialmente la familia, como la clula bsica de la sociedad. Finalmente, el bien
comn requiere la paz social, es decir, la estabilidad y seguridad de un cierto orden, que no se
produce sin una atencin particular a la justicia distributiva, cuya violacin siempre genera
violencia. Toda la sociedad y en ella, de manera especial el Estado tiene la obligacin de
defender y promover el bien comn.
158. En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada
vez son ms las personas descartables, privadas de derechos humanos bsicos, el principio del
bien comn se convierte inmediatamente, como lgica e ineludible consecuencia, en un llamado a
la solidaridad y en una opcin preferencial por los ms pobres. Esta opcin implica sacar las
consecuencias del destino comn de los bienes de la tierra, pero, como he intentado expresar en
la Exhortacin apostlica Evangelii gaudium[123], exige contemplar ante todo la inmensa dignidad
del pobre a la luz de las ms hondas convicciones creyentes. Basta mirar la realidad para
entender que esta opcin hoy es una exigencia tica fundamental para la realizacin efectiva del

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bien comn.
V. Justicia entre las generaciones
159. La nocin de bien comn incorpora tambin a las generaciones futuras. Las crisis
econmicas internacionales han mostrado con crudeza los efectos dainos que trae aparejado el
desconocimiento de un destino comn, del cual no pueden ser excluidos quienes vienen detrs
de nosotros. Ya no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional.
Cuando pensamos en la situacin en que se deja el planeta a las generaciones futuras, entramos
en otra lgica, la del don gratuito que recibimos y comunicamos. Si la tierra nos es donada, ya no
podemos pensar slo desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio
individual. No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestin bsica de justicia,
ya que la tierra que recibimos pertenece tambin a los que vendrn. Los Obispos de Portugal han
exhortado a asumir este deber de justicia: El ambiente se sita en la lgica de la recepcin. Es
un prstamo que cada generacin recibe y debe transmitir a la generacin siguiente[124]. Una
ecologa integral posee esa mirada amplia.
160. Qu tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los nios que estn
creciendo? Esta pregunta no afecta slo al ambiente de manera aislada, porque no se puede
plantear la cuestin de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos
dejar, entendemos sobre todo su orientacin general, su sentido, sus valores. Si no est latiendo
esta pregunta de fondo, no creo que nuestras preocupaciones ecolgicas puedan lograr efectos
importantes. Pero si esta pregunta se plantea con valenta, nos lleva inexorablemente a otros
cuestionamientos muy directos: Para qu pasamos por este mundo? para qu vinimos a esta
vida? para qu trabajamos y luchamos? para qu nos necesita esta tierra? Por eso, ya no
basta decir que debemos preocuparnos por las futuras generaciones. Se requiere advertir que lo
que est en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar
un planeta habitable para la humanidad que nos suceder. Es un drama para nosotros mismos,
porque esto pone en crisis el sentido del propio paso por esta tierra.
161. Las predicciones catastrficas ya no pueden ser miradas con desprecio e irona. A las
prximas generaciones podramos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo
de consumo, de desperdicio y de alteracin del medio ambiente ha superado las posibilidades del
planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, slo puede terminar en
catstrofes, como de hecho ya est ocurriendo peridicamente en diversas regiones. La
atenuacin de los efectos del actual desequilibrio depende de lo que hagamos ahora mismo,
sobre todo si pensamos en la responsabilidad que nos atribuirn los que debern soportar las
peores consecuencias.
162. La dificultad para tomar en serio este desafo tiene que ver con un deterioro tico y cultural,
que acompaa al deterioro ecolgico. El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el

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riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se
relacionan con el inmediatismo egosta actual, con las crisis de los lazos familiares y sociales, con
las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un consumo inmediatista y
excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen cada vez ms dificultades
para adquirir una casa propia y fundar una familia. Adems, nuestra incapacidad para pensar
seriamente en las futuras generaciones est ligada a nuestra incapacidad para ampliar los
intereses actuales y pensar en quienes quedan excluidos del desarrollo. No imaginemos
solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen pocos
aos de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando. Por eso, adems de la leal
solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada
solidaridad intrageneracional[125].

CAPTULO QUINTO
ALGUNAS LNEAS DE ORIENTACIN Y ACCIN
163. He intentado analizar la situacin actual de la humanidad, tanto en las grietas que se
observan en el planeta que habitamos, como en las causas ms profundamente humanas de la
degradacin ambiental. Si bien esa contemplacin de la realidad en s misma ya nos indica la
necesidad de un cambio de rumbo y nos sugiere algunas acciones, intentemos ahora delinear
grandes caminos de dilogo que nos ayuden a salir de la espiral de autodestruccin en la que nos
estamos sumergiendo.
I. Dilogo sobre el medio ambiente en la poltica internacional
164. Desde mediados del siglo pasado, y superando muchas dificultades, se ha ido afirmando la
tendencia a concebir el planeta como patria y la humanidad como pueblo que habita una casa de
todos. Un mundo interdependiente no significa nicamente entender que las consecuencias
perjudiciales de los estilos de vida, produccin y consumo afectan a todos, sino principalmente
procurar que las soluciones se propongan desde una perspectiva global y no slo en defensa de
los intereses de algunos pases. La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en

un proyecto comn. Pero la misma inteligencia que se utiliz para un enorme desarrollo
tecnolgico no logra encontrar formas eficientes de gestin internacional en orden a resolver las
graves dificultades ambientales y sociales. Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden
ser resueltos por acciones de pases aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve,
por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas
renovables y poco contaminantes de energa, a fomentar una mayor eficiencia energtica, a
promover una gestin ms adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el
acceso al agua potable.

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165. Sabemos que la tecnologa basada en combustibles fsiles muy contaminantes sobre todo
el carbn, pero aun el petrleo y, en menor medida, el gas necesita ser reemplazada
progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energas renovables,
que debera estar ya en marcha, es legtimo optar por lo menos malo o acudir a soluciones
transitorias. Sin embargo, en la comunidad internacional no se logran acuerdos suficientes sobre
la responsabilidad de quienes deben soportar los costos de la transicin energtica. En las
ltimas dcadas, las cuestiones ambientales han generado un gran debate pblico que ha hecho
crecer en la sociedad civil espacios de mucho compromiso y de entrega generosa. La poltica y la
empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los desafos mundiales. En este
sentido se puede decir que, mientras la humanidad del perodo post-industrial quizs sea
recordada como una de las ms irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de
comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves
responsabilidades.
166. El movimiento ecolgico mundial ha hecho ya un largo recorrido, enriquecido por el esfuerzo
de muchas organizaciones de la sociedad civil. No sera posible aqu mencionarlas a todas ni
recorrer la historia de sus aportes. Pero, gracias a tanta entrega, las cuestiones ambientales han
estado cada vez ms presentes en la agenda pblica y se han convertido en una invitacin
constante a pensar a largo plazo. No obstante, las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los
ltimos aos no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisin poltica, no
alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces.
167. Cabe destacar la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Ro de Janeiro. All se
proclam que los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con
el desarrollo sostenible[126]. Retomando contenidos de la Declaracin de Estocolmo (1972),
consagr la cooperacin internacional para cuidar el ecosistema de toda la tierra, la obligacin por
parte de quien contamina de hacerse cargo econmicamente de ello, el deber de evaluar el
impacto ambiental de toda obra o proyecto. Propuso el objetivo de estabilizar las concentraciones
de gases de efecto invernadero en la atmsfera para revertir el calentamiento global. Tambin
elabor una agenda con un programa de accin y un convenio sobre diversidad biolgica, declar
principios en materia forestal. Si bien aquella cumbre fue verdaderamente superadora y proftica
para su poca, los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementacin porque no se
establecieron adecuados mecanismos de control, de revisin peridica y de sancin de los
incumplimientos. Los principios enunciados siguen reclamando caminos eficaces y giles de
ejecucin prctica.
168. Como experiencias positivas se pueden mencionar, por ejemplo, el Convenio de Basilea
sobre los desechos peligrosos, con un sistema de notificacin, estndares y controles; tambin la
Convencin vinculante que regula el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y
flora silvestre, que incluye misiones de verificacin del cumplimiento efectivo. Gracias a la
Convencin de Viena para la proteccin de la capa de ozono y a su implementacin mediante el

53
Protocolo de Montreal y sus enmiendas, el problema del adelgazamiento de esa capa parece
haber entrado en una fase de solucin.
169. En el cuidado de la diversidad biolgica y en lo relacionado con la desertificacin, los
avances han sido mucho menos significativos. En lo relacionado con el cambio climtico, los
avances son lamentablemente muy escasos. La reduccin de gases de efecto invernadero
requiere honestidad, valenta y responsabilidad, sobre todo de los pases ms poderosos y ms
contaminantes. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible
denominada Rio+20 (Ro de Janeiro 2012) emiti una extensa e ineficaz Declaracin final. Las
negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los
pases que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien comn global. Quienes sufrirn las
consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarn esta falta de conciencia y de
responsabilidad. Mientras se elaboraba esta Encclica, el debate ha adquirido una particular
intensidad. Los creyentes no podemos dejar de pedirle a Dios por el avance positivo en las
discusiones actuales, de manera que las generaciones futuras no sufran las consecuencias de
imprudentes retardos.
170. Algunas de las estrategias de baja emisin de gases contaminantes buscan la
internacionalizacin de los costos ambientales, con el peligro de imponer a los pases de menores
recursos pesados compromisos de reduccin de emisiones comparables a los de los pases ms
industrializados. La imposicin de estas medidas perjudica a los pases ms necesitados de
desarrollo. De este modo, se agrega una nueva injusticia envuelta en el ropaje del cuidado del
ambiente. Como siempre, el hilo se corta por lo ms dbil. Dado que los efectos del cambio
climtico se harn sentir durante mucho tiempo, aun cuando ahora se tomen medidas estrictas,
algunos pases con escasos recursos necesitarn ayuda para adaptarse a efectos que ya se
estn produciendo y que afectan sus economas. Sigue siendo cierto que hay responsabilidades
comunes pero diferenciadas, sencillamente porque, como han dicho los Obispos de Bolivia, los
pases que se han beneficiado por un alto grado de industrializacin, a costa de una enorme
emisin de gases invernaderos, tienen mayor responsabilidad en aportar a la solucin de los
problemas que han causado[127].
171. La estrategia de compraventa de bonos de carbono puede dar lugar a una nueva forma
de especulacin, y no servir para reducir la emisin global de gases contaminantes. Este sistema
parece ser una solucin rpida y fcil, con la apariencia de cierto compromiso con el medio
ambiente, pero que de ninguna manera implica un cambio radical a la altura de las circunstancias.
Ms bien puede convertirse en un recurso diversivo que permita sostener el sobreconsumo de
algunos pases y sectores.
172. Los pases pobres necesitan tener como prioridad la erradicacin de la miseria y el
desarrollo social de sus habitantes, aunque deban analizar el nivel escandaloso de consumo de
algunos sectores privilegiados de su poblacin y controlar mejor la corrupcin. Tambin es verdad

54
que deben desarrollar formas menos contaminantes de produccin de energa, pero para ello
requieren contar con la ayuda de los pases que han crecido mucho a costa de la contaminacin
actual del planeta. El aprovechamiento directo de la abundante energa solar requiere que se
establezcan mecanismos y subsidios de modo que los pases en desarrollo puedan acceder a
transferencia de tecnologas, asistencia tcnica y recursos financieros, pero siempre prestando
atencin a las condiciones concretas, ya que no siempre es adecuadamente evaluada la
compatibilidad de los sistemas con el contexto para el cual fueron diseados[128].Los costos
seran bajos si se los compara con los riesgos del cambio climtico. De todos modos, es ante
todo una decisin tica, fundada en la solidaridad de todos los pueblos.
173. Urgen acuerdos internacionales que se cumplan, dada la fragilidad de las instancias locales
para intervenir de modo eficaz. Las relaciones entre Estados deben resguardar la soberana de
cada uno, pero tambin establecer caminos consensuados para evitar catstrofes locales que
terminaran afectando a todos. Hacen falta marcos regulatorios globales que impongan
obligaciones y que impidan acciones intolerables, como el hecho de que pases poderosos
expulsen a otros pases residuos e industrias altamente contaminantes.
174. Mencionemos tambin el sistema de gobernanza de los ocanos. Pues, si bien hubo
diversas convenciones internacionales y regionales, la fragmentacin y la ausencia de severos
mecanismos de reglamentacin, control y sancin terminan minando todos los esfuerzos. El
creciente problema de los residuos marinos y la proteccin de las reas marinas ms all de las
fronteras nacionales contina planteando un desafo especial. En definitiva, necesitamos un
acuerdo sobre los regmenes de gobernanza para toda la gama de los llamados bienes comunes
globales.
175. La misma lgica que dificulta tomar decisiones drsticas para invertir la tendencia al
calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza.
Necesitamos una reaccin global ms responsable, que implica encarar al mismo tiempo la
reduccin de la contaminacin y el desarrollo de los pases y regiones pobres. El siglo XXI,
mientras mantiene un sistema de gobernanza propio de pocas pasadas, es escenario de un
debilitamiento de poder de los Estados nacionales, sobre todo porque la dimensin econmicofinanciera, de caractersticas transnacionales, tiende a predominar sobre la poltica. En este
contexto, se vuelve indispensable la maduracin de instituciones internacionales ms fuertes y
eficazmente organizadas, con autoridades designadas equitativamente por acuerdo entre los
gobiernos nacionales, y dotadas de poder para sancionar. Como afirmaba Benedicto XVI en la
lnea ya desarrollada por la doctrina social de la Iglesia, para gobernar la economa mundial,
para sanear las economas afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores
desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y
la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la
presencia de una verdadera Autoridad poltica mundial, como fue ya esbozada por mi Predecesor,
[san] Juan XXIII[129]. En esta perspectiva, la diplomacia adquiere una importancia indita, en

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orden a promover estrategias internacionales que se anticipen a los problemas ms graves que
terminan afectando a todos.
II. Dilogo hacia nuevas polticas nacionales y locales
176. No slo hay ganadores y perdedores entre los pases, sino tambin dentro de los pases
pobres, donde deben identificarse diversas responsabilidades. Por eso, las cuestiones
relacionadas con el ambiente y con el desarrollo econmico ya no se pueden plantear slo desde
las diferencias entre los pases, sino que requieren prestar atencin a las polticas nacionales y
locales.
177. Ante la posibilidad de una utilizacin irresponsable de las capacidades humanas, son
funciones impostergables de cada Estado planificar, coordinar, vigilar y sancionar dentro de su
propio territorio. La sociedad, cmo ordena y custodia su devenir en un contexto de constantes
innovaciones tecnolgicas? Un factor que acta como moderador ejecutivo es el derecho, que
establece las reglas para las conductas admitidas a la luz del bien comn. Los lmites que debe
imponer una sociedad sana, madura y soberana se asocian con: previsin y precaucin,
regulaciones adecuadas, vigilancia de la aplicacin de las normas, control de la corrupcin,
acciones de control operativo sobre los efectos emergentes no deseados de los procesos
productivos, e intervencin oportuna ante riesgos inciertos o potenciales. Hay una creciente
jurisprudencia orientada a disminuir los efectos contaminantes de los emprendimientos
empresariales. Pero el marco poltico e institucional no existe slo para evitar malas prcticas,
sino tambin para alentar las mejores prcticas, para estimular la creatividad que busca nuevos
caminos, para facilitar las iniciativas personales y colectivas.
178. El drama del inmediatismo poltico, sostenido tambin por poblaciones consumistas, provoca
la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales, los
gobiernos no se exponen fcilmente a irritar a la poblacin con medidas que puedan afectar al
nivel de consumo o poner en riesgo inversiones extranjeras. La miopa de la construccin de
poder detiene la integracin de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pblica de
los gobiernos. Se olvida as que el tiempo es superior al espacio[130],que siempre somos ms
fecundos cuando nos preocupamos por generar procesos ms que por dominar espacios de
poder. La grandeza poltica se muestra cuando, en momentos difciles, se obra por grandes
principios y pensando en el bien comn a largo plazo. Al poder poltico le cuesta mucho asumir
este deber en un proyecto de nacin.
179. En algunos lugares, se estn desarrollando cooperativas para la explotacin de energas
renovables que permiten el autoabastecimiento local e incluso la venta de excedentes. Este
sencillo ejemplo indica que, mientras el orden mundial existente se muestra impotente para
asumir responsabilidades, la instancia local puede hacer una diferencia. Pues all se puede
generar una mayor responsabilidad, un fuerte sentido comunitario, una especial capacidad de

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cuidado y una creatividad ms generosa, un entraable amor a la propia tierra, as como se
piensa en lo que se deja a los hijos y a los nietos. Estos valores tienen un arraigo muy hondo en
las poblaciones aborgenes. Dado que el derecho a veces se muestra insuficiente debido a la
corrupcin, se requiere una decisin poltica presionada por la poblacin. La sociedad, a travs de
organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a
desarrollar normativas, procedimientos y controles ms rigurosos. Si los ciudadanos no controlan
al poder poltico nacional, regional y municipal, tampoco es posible un control de los daos
ambientales. Por otra parte, las legislaciones de los municipios pueden ser ms eficaces si hay
acuerdos entre poblaciones vecinas para sostener las mismas polticas ambientales.
180. No se puede pensar en recetas uniformes, porque hay problemas y lmites especficos de
cada pas o regin. Tambin es verdad que el realismo poltico puede exigir medidas y
tecnologas de transicin, siempre que estn acompaadas del diseo y la aceptacin de
compromisos graduales vinculantes. Pero en los mbitos nacionales y locales siempre hay mucho
por hacer, como promover las formas de ahorro de energa. Esto implica favorecer formas de
produccin industrial con mxima eficiencia energtica y menos cantidad de materia prima,
quitando del mercado los productos que son poco eficaces desde el punto de vista energtico o
que son ms contaminantes. Tambin podemos mencionar una buena gestin del transporte o
formas de construccin y de saneamiento de edificios que reduzcan su consumo energtico y su
nivel de contaminacin. Por otra parte, la accin poltica local puede orientarse a la modificacin
del consumo, al desarrollo de una economa de residuos y de reciclaje, a la proteccin de
especies y a la programacin de una agricultura diversificada con rotacin de cultivos. Es posible
alentar el mejoramiento agrcola de regiones pobres mediante inversiones en infraestructuras
rurales, en la organizacin del mercado local o nacional, en sistemas de riego, en el desarrollo de
tcnicas agrcolas sostenibles. Se pueden facilitar formas de cooperacin o de organizacin
comunitaria que defiendan los intereses de los pequeos productores y preserven los
ecosistemas locales de la depredacin. Es tanto lo que s se puede hacer!
181. Es indispensable la continuidad, porque no se pueden modificar las polticas relacionadas
con el cambio climtico y la proteccin del ambiente cada vez que cambia un gobierno. Los
resultados requieren mucho tiempo, y suponen costos inmediatos con efectos que no podrn ser
mostrados dentro del actual perodo de gobierno. Por eso, sin la presin de la poblacin y de las
instituciones siempre habr resistencia a intervenir, ms an cuando haya urgencias que resolver.
Que un poltico asuma estas responsabilidades con los costos que implican, no responde a la
lgica eficientista e inmediatista de la economa y de la poltica actual, pero si se atreve a hacerlo,
volver a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejar tras su paso por esta
historia un testimonio de generosa responsabilidad. Hay que conceder un lugar preponderante a
una sana poltica, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores
prcticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas. Sin embargo, hay que agregar que
los mejores mecanismos terminan sucumbiendo cuando faltan los grandes fines, los valores, una
comprensin humanista y rica de sentido que otorguen a cada sociedad una orientacin noble y

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generosa.
III. Dilogo y transparencia en los procesos decisionales
182. La previsin del impacto ambiental de los emprendimientos y proyectos requiere procesos
polticos transparentes y sujetos al dilogo, mientras la corrupcin, que esconde el verdadero
impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a acuerdos espurios que
evitan informar y debatir ampliamente.
183. Un estudio del impacto ambiental no debera ser posterior a la elaboracin de un proyecto
productivo o de cualquier poltica, plan o programa a desarrollarse. Tiene que insertarse desde el
principio y elaborarse de modo interdisciplinario, transparente e independiente de toda presin
econmica o poltica. Debe conectarse con el anlisis de las condiciones de trabajo y de los
posibles efectos en la salud fsica y mental de las personas, en la economa local, en la
seguridad. Los resultados econmicos podrn as deducirse de manera ms realista, teniendo en
cuenta los escenarios posibles y eventualmente previendo la necesidad de una inversin mayor
para resolver efectos indeseables que puedan ser corregidos. Siempre es necesario alcanzar
consensos entre los distintos actores sociales, que pueden aportar diferentes perspectivas,
soluciones y alternativas. Pero en la mesa de discusin deben tener un lugar privilegiado los
habitantes locales, quienes se preguntan por lo que quieren para ellos y para sus hijos, y pueden
considerar los fines que trascienden el inters econmico inmediato. Hay que dejar de pensar en
intervenciones sobre el ambiente para dar lugar a polticas pensadas y discutidas por todas las
partes interesadas. La participacin requiere que todos sean adecuadamente informados de los
diversos aspectos y de los diferentes riesgos y posibilidades, y no se reduce a la decisin inicial
sobre un proyecto, sino que implica tambin acciones de seguimiento o monitorizacin constante.
Hace falta sinceridad y verdad en las discusiones cientficas y polticas, sin reducirse a considerar
qu est permitido o no por la legislacin.
184. Cuando aparecen eventuales riesgos para el ambiente que afecten al bien comn presente y
futuro, esta situacin exige que las decisiones se basen en una comparacin entre los riesgos y
los beneficios hipotticos que comporta cada decisin alternativa posible[131]. Esto vale sobre
todo si un proyecto puede producir un incremento de utilizacin de recursos naturales, de
emisiones o vertidos, de generacin de residuos, o una modificacin significativa en el paisaje, en
el hbitat de especies protegidas o en un espacio pblico. Algunos proyectos, no suficientemente
analizados, pueden afectar profundamente la calidad de vida de un lugar debido a cuestiones tan
diversas entre s como una contaminacin acstica no prevista, la reduccin de la amplitud visual,
la prdida de valores culturales, los efectos del uso de energa nuclear. La cultura consumista,
que da prioridad al corto plazo y al inters privado, puede alentar trmites demasiado rpidos o
consentir el ocultamiento de informacin.
185. En toda discusin acerca de un emprendimiento, una serie de preguntas deberan plantearse

58
en orden a discernir si aportar a un verdadero desarrollo integral: Para qu? Por qu?
Dnde? Cundo? De qu manera? Para quin? Cules son los riesgos? A qu costo?
Quin paga los costos y cmo lo har? En este examen hay cuestiones que deben tener
prioridad. Por ejemplo, sabemos que el agua es un recurso escaso e indispensable y es un
derecho fundamental que condiciona el ejercicio de otros derechos humanos. Eso es indudable y
supera todo anlisis de impacto ambiental de una regin.
186. En la Declaracin de Ro de 1992, se sostiene que, cuando haya peligro de dao grave o
irreversible, la falta de certeza cientfica absoluta no deber utilizarse como razn para postergar
la adopcin de medidas eficaces[132] que impidan la degradacin del medio ambiente. Este
principio precautorio permite la proteccin de los ms dbiles, que disponen de pocos medios
para defenderse y para aportar pruebas irrefutables. Si la informacin objetiva lleva a prever un
dao grave e irreversible, aunque no haya una comprobacin indiscutible, cualquier proyecto
debera detenerse o modificarse. As se invierte el peso de la prueba, ya que en estos casos hay
que aportar una demostracin objetiva y contundente de que la actividad propuesta no va a
generar daos graves al ambiente o a quienes lo habitan.
187. Esto no implica oponerse a cualquier innovacin tecnolgica que permita mejorar la calidad
de vida de una poblacin. Pero en todo caso debe quedar en pie que la rentabilidad no puede ser
el nico criterio a tener en cuenta y que, en el momento en que aparezcan nuevos elementos de
juicio a partir de la evolucin de la informacin, debera haber una nueva evaluacin con
participacin de todas las partes interesadas. El resultado de la discusin podra ser la decisin
de no avanzar en un proyecto, pero tambin podra ser su modificacin o el desarrollo de
propuestas alternativas.
188. Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente donde es difcil alcanzar
consensos. Una vez ms expreso que la Iglesia no pretende definir las cuestiones cientficas ni
sustituir a la poltica, pero invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades
particulares o las ideologas no afecten al bien comn.
IV. Poltica y economa en dilogo para la plenitud humana
La poltica no debe someterse a la economa y sta no debe someterse a los dictmenes y al
paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien comn, necesitamos
imperiosamente que la poltica y la economa, en dilogo, se coloquen decididamente al servicio
de la vida, especialmente de la vida humana. La salvacin de los bancos a toda costa, haciendo
pagar el precio a la poblacin, sin la firme decisin de revisar y reformar el entero sistema,
reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que slo podr generar nuevas
crisis despus de una larga, costosa y aparente curacin. La crisis financiera de 2007-2008 era la
ocasin para el desarrollo de una nueva economa ms atenta a los principios ticos y para una
nueva regulacin de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una

59
reaccin que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo. La
produccin no es siempre racional, y suele estar atada a variables econmicas que fijan a los
productos un valor que no coincide con su valor real. Eso lleva muchas veces a una
sobreproduccin de algunas mercancas, con un impacto ambiental innecesario, que al mismo
tiempo perjudica a muchas economas regionales[133]. La burbuja financiera tambin suele ser
una burbuja productiva. En definitiva, lo que no se afronta con energa es el problema de la
economa real, la que hace posible que se diversifique y mejore la produccin, que las empresas
funcionen adecuadamente, que las pequeas y medianas empresas se desarrollen y creen
empleo.
190. En este contexto, siempre hay que recordar que la proteccin ambiental no puede
asegurarse slo en base al clculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos
bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover
adecuadamente[134]. Una vez ms, conviene evitar una concepcin mgica del mercado, que
tiende a pensar que los problemas se resuelven slo con el crecimiento de los beneficios de las
empresas o de los individuos. Es realista esperar que quien se obsesiona por el mximo
beneficio se detenga a pensar en los efectos ambientales que dejar a las prximas
generaciones? Dentro del esquema del rdito no hay lugar para pensar en los ritmos de la
naturaleza, en sus tiempos de degradacin y de regeneracin, y en la complejidad de los
ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la intervencin humana. Adems, cuando
se habla de biodiversidad, a lo sumo se piensa en ella como un depsito de recursos econmicos
que podra ser explotado, pero no se considera seriamente el valor real de las cosas, su
significado para las personas y las culturas, los intereses y necesidades de los pobres.
191. Cuando se plantean estas cuestiones, algunos reaccionan acusando a los dems de
pretender detener irracionalmente el progreso y el desarrollo humano. Pero tenemos que
convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de produccin y de consumo puede dar
lugar a otro modo de progreso y desarrollo. Los esfuerzos para un uso sostenible de los recursos
naturales no son un gasto intil, sino una inversin que podr ofrecer otros beneficios econmicos
a medio plazo. Si no tenemos estrechez de miras, podemos descubrir que la diversificacin de
una produccin ms innovativa y con menor impacto ambiental, puede ser muy rentable. Se trata
de abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su
sueo de progreso, sino orientar esa energa con cauces nuevos.
192. Por ejemplo, un camino de desarrollo productivo ms creativo y mejor orientado podra
corregir el hecho de que haya una inversin tecnolgica excesiva para el consumo y poca para
resolver problemas pendientes de la humanidad; podra generar formas inteligentes y rentables
de reutilizacin, refuncionalizacin y reciclado; podra mejorar la eficiencia energtica de las
ciudades. La diversificacin productiva da amplsimas posibilidades a la inteligencia humana para
crear e innovar, a la vez que protege el ambiente y crea ms fuentes de trabajo. Esta sera una
creatividad capaz de hacer florecer nuevamente la nobleza del ser humano, porque es ms digno

60
usar la inteligencia, con audacia y responsabilidad, para encontrar formas de desarrollo sostenible
y equitativo, en el marco de una nocin ms amplia de lo que es la calidad de vida. En cambio, es
ms indigno, superficial y menos creativo insistir en crear formas de expolio de la naturaleza slo
para ofrecer nuevas posibilidades de consumo y de rdito inmediato.
193. De todos modos, si en algunos casos el desarrollo sostenible implicar nuevas formas de
crecer, en otros casos, frente al crecimiento voraz e irresponsable que se produjo durante muchas
dcadas, hay que pensar tambin en detener un poco la marcha, en poner algunos lmites
racionales e incluso en volver atrs antes que sea tarde. Sabemos que es insostenible el
comportamiento de aquellos que consumen y destruyen ms y ms, mientras otros todava no
pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto
decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer
sanamente en otras partes. Deca Benedicto XVI que es necesario que las sociedades
tecnolgicamente avanzadas estn dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la
sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energa y mejorando las condiciones de su
uso[135].
194. Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos cambiar el modelo de
desarrollo global[136], lo cual implica reflexionar responsablemente sobre el sentido de la
economa y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones[137]. No basta conciliar,
en un trmino medio, el cuidado de la naturaleza con la renta financiera, o la preservacin del
ambiente con el progreso. En este tema los trminos medios son slo una pequea demora en el
derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso. Un desarrollo tecnolgico y econmico
que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse
progreso. Por otra parte, muchas veces la calidad real de la vida de las personas disminuye por
el deterioro del ambiente, la baja calidad de los mismos productos alimenticios o el agotamiento
de algunos recursos en el contexto de un crecimiento de la economa. En este marco, el
discurso del crecimiento sostenible suele convertirse en un recurso diversivo y exculpatorio que
absorbe valores del discurso ecologista dentro de la lgica de las finanzas y de la tecnocracia, y
la responsabilidad social y ambiental de las empresas suele reducirse a una serie de acciones de
marketing e imagen.
195. El principio de maximizacin de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra
consideracin, es una distorsin conceptual de la economa: si aumenta la produccin, interesa
poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente; si la tala de un
bosque aumenta la produccin, nadie mide en ese clculo la prdida que implica desertificar un
territorio, daar la biodiversidad o aumentar la contaminacin. Es decir, las empresas obtienen
ganancias calculando y pagando una parte nfima de los costos. Slo podra considerarse tico
un comportamiento en el cual los costes econmicos y sociales que se derivan del uso de los
recursos ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados
totalmente por aquellos que se benefician, y no por otros o por las futuras generaciones[138].La

61
racionalidad instrumental, que slo aporta un anlisis esttico de la realidad en funcin de
necesidades actuales, est presente tanto cuando quien asigna los recursos es el mercado como
cuando lo hace un Estado planificador.
196. Qu ocurre con la poltica? Recordemos el principio de subsidiariedad, que otorga libertad
para el desarrollo de las capacidades presentes en todos los niveles, pero al mismo tiempo exige
ms responsabilidad por el bien comn a quien tiene ms poder. Es verdad que hoy algunos
sectores econmicos ejercen ms poder que los mismos Estados. Pero no se puede justificar una
economa sin poltica, que sera incapaz de propiciar otra lgica que rija los diversos aspectos de
la crisis actual. La lgica que no permite prever una preocupacin sincera por el ambiente es la
misma que vuelve imprevisible una preocupacin por integrar a los ms frgiles, porque en el
vigente modelo exitista y privatista no parece tener sentido invertir para que los lentos, dbiles
o menos dotados puedan abrirse camino en la vida[139].
197. Necesitamos una poltica que piense con visin amplia, y que lleve adelante un replanteo
integral, incorporando en un dilogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis. Muchas
veces la misma poltica es responsable de su propio descrdito, por la corrupcin y por la falta de
buenas polticas pblicas. Si el Estado no cumple su rol en una regin, algunos grupos
econmicos pueden aparecer como benefactores y detentar el poder real, sintindose autorizados
a no cumplir ciertas normas, hasta dar lugar a diversas formas de criminalidad organizada, trata
de personas, narcotrfico y violencia muy difciles de erradicar. Si la poltica no es capaz de
romper una lgica perversa, y tambin queda subsumida en discursos empobrecidos, seguiremos
sin afrontar los grandes problemas de la humanidad. Una estrategia de cambio real exige
repensar la totalidad de los procesos, ya que no basta con incluir consideraciones ecolgicas
superficiales mientras no se cuestione la lgica subyacente en la cultura actual. Una sana poltica
debera ser capaz de asumir este desafo.
198. La poltica y la economa tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y
a la degradacin del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y
encuentren formas de interaccin orientadas al bien comn. Mientras unos se desesperan slo
por el rdito econmico y otros se obsesionan slo por conservar o acrecentar el poder, lo que
tenemos son guerras o acuerdos espurios donde lo que menos interesa a las dos partes es
preservar el ambiente y cuidar a los ms dbiles. Aqu tambin vale que la unidad es superior al
conflicto[140].
V. Las religiones en el dilogo con las ciencias
199. No se puede sostener que las ciencias empricas explican completamente la vida, el
entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad. Eso sera sobrepasar
indebidamente sus confines metodolgicos limitados. Si se reflexiona con ese marco cerrado,
desaparecen la sensibilidad esttica, la poesa, y aun la capacidad de la razn para percibir el

62
sentido y la finalidad de las cosas[141]. Quiero recordar que los textos religiosos clsicos
pueden ofrecer un significado para todas las pocas, tienen una fuerza motivadora que abre
siempre nuevos horizontes [] Es razonable y culto relegarlos a la oscuridad, slo por haber
surgido en el contexto de una creencia religiosa?[142]. En realidad, es ingenuo pensar que los
principios ticos puedan presentarse de un modo puramente abstracto, desligados de todo
contexto, y el hecho de que aparezcan con un lenguaje religioso no les quita valor alguno en el
debate pblico. Los principios ticos que la razn es capaz de percibir pueden reaparecer
siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos.
200. Por otra parte, cualquier solucin tcnica que pretendan aportar las ciencias ser impotente
para resolver los graves problemas del mundo si la humanidad pierde su rumbo, si se olvidan las
grandes motivaciones que hacen posible la convivencia, el sacrificio, la bondad. En todo caso,
habr que interpelar a los creyentes a ser coherentes con su propia fe y a no contradecirla con
sus acciones, habr que reclamarles que vuelvan a abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo
ms hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz. Si una mala
comprensin de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la
naturaleza o el dominio desptico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la
violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de
sabidura que debamos custodiar. Muchas veces los lmites culturales de diversas pocas han
condicionado esa conciencia del propio acervo tico y espiritual, pero es precisamente el regreso
a sus fuentes lo que permite a las religiones responder mejor a las necesidades actuales.
201. La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debera provocar
a las religiones a entrar en un dilogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la
defensa de los pobres, a la construccin de redes de respeto y de fraternidad. Es imperioso
tambin un dilogo entre las ciencias mismas, porque cada una suele encerrarse en los lmites de
su propio lenguaje, y la especializacin tiende a convertirse en aislamiento y en absolutizacin del
propio saber. Esto impide afrontar adecuadamente los problemas del medio ambiente. Tambin
se vuelve necesario un dilogo abierto y amable entre los diferentes movimientos ecologistas,
donde no faltan las luchas ideolgicas. La gravedad de la crisis ecolgica nos exige a todos
pensar en el bien comn y avanzar en un camino de dilogo que requiere paciencia, ascesis y
generosidad, recordando siempre que la realidad es superior a la idea[143].

CAPTULO SEXTO
EDUCACIN Y ESPIRITUALIDAD ECOLGICA
202. Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita
cambiar. Hace falta la conciencia de un origen comn, de una pertenencia mutua y de un futuro

63
compartido por todos. Esta conciencia bsica permitira el desarrollo de nuevas convicciones,
actitudes y formas de vida. Se destaca as un gran desafo cultural, espiritual y educativo que
supondr largos procesos de regeneracin.
I. Apostar por otro estilo de vida
203. Dado que el mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus
productos, las personas terminan sumergidas en la vorgine de las compras y los gastos
innecesarios. El consumismo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconmico.
Ocurre lo que ya sealaba Romano Guardini: el ser humano acepta los objetos y las formas de
vida, tal como le son impuestos por la planificacin y por los productos fabricados en serie y,
despus de todo, acta as con el sentimiento de que eso es lo racional y lo acertado[144]. Tal
paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para
consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minora que
detenta el poder econmico y financiero. En esta confusin, la humanidad posmoderna no
encontr una nueva comprensin de s misma que pueda orientarla, y esta falta de identidad se
vive con angustia. Tenemos demasiados medios para unos escasos y raquticos fines.
204. La situacin actual del mundo provoca una sensacin de inestabilidad e inseguridad que a
su vez favorece formas de egosmo colectivo[145]. Cuando las personas se vuelven
autorreferenciales y se aslan en su propia conciencia, acrecientan su voracidad. Mientras ms
vaco est el corazn de la persona, ms necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En
este contexto, no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque lmites. Tampoco
existe en ese horizonte un verdadero bien comn. Si tal tipo de sujeto es el que tiende a
predominar en una sociedad, las normas slo sern respetadas en la medida en que no
contradigan las propias necesidades. Por eso, no pensemos slo en la posibilidad de terribles
fenmenos climticos o en grandes desastres naturales, sino tambin en catstrofes derivadas de
crisis sociales, porque la obsesin por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando slo unos
pocos puedan sostenerlo, slo podr provocar violencia y destruccin recproca.
205. Sin embargo, no todo est perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse
hasta el extremo, tambin pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, ms
all de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de
mirarse a s mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hasto y de iniciar caminos
nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien,
a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reaccin que Dios sigue alentando desde lo profundo
de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad
suya que nadie tiene derecho a quitarle.
206. Un cambio en los estilos de vida podra llegar a ejercer una sana presin sobre los que
tienen poder poltico, econmico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de

64
consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y as se vuelven efectivos para
modificar el comportamiento de las empresas, forzndolas a considerar el impacto ambiental y los
patrones de produccin. Es un hecho que, cuando los hbitos de la sociedad afectan el rdito de
las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera. Ello nos recuerda la
responsabilidad social de los consumidores. Comprar es siempre un acto moral, y no slo
econmico[146]. Por eso, hoy el tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos
de cada uno de nosotros[147].
207. La Carta de la Tierra nos invitaba a todos a dejar atrs una etapa de autodestruccin y a
comenzar de nuevo, pero todava no hemos desarrollado una conciencia universal que lo haga
posible. Por eso me atrevo a proponer nuevamente aquel precioso desafo: Como nunca antes
en la historia, el destino comn nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo [] Que el
nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por
la firme resolucin de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y
la paz y por la alegre celebracin de la vida[148].
208. Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de s hacia el otro. Sin ella no
se reconoce a las dems criaturas en su propio valor, no interesa cuidar algo para los dems, no
hay capacidad de ponerse lmites para evitar el sufrimiento o el deterioro de lo que nos rodea. La
actitud bsica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autorreferencialidad, es
la raz que hace posible todo cuidado de los dems y del medio ambiente, y que hace brotar la
reaccin moral de considerar el impacto que provoca cada accin y cada decisin personal fuera
de uno mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede
desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad.
II. Educacin para la alianza entre la humanidad y el ambiente
209. La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecolgica necesita traducirse en nuevos
hbitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria de objetos o placeres no
bastan para darle sentido y gozo al corazn humano, pero no se sienten capaces de renunciar a
lo que el mercado les ofrece. En los pases que deberan producir los mayores cambios de
hbitos de consumo, los jvenes tienen una nueva sensibilidad ecolgica y un espritu generoso,
y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un
contexto de altsimo consumo y bienestar que vuelve difcil el desarrollo de otros hbitos. Por eso
estamos ante un desafo educativo.
210. La educacin ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centrada
en la informacin cientfica y en la concientizacin y prevencin de riesgos ambientales, ahora
tiende a incluir una crtica de los mitos de la modernidad basados en la razn instrumental
(individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y tambin a
recuperar los distintos niveles del equilibrio ecolgico: el interno con uno mismo, el solidario con

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los dems, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios. La educacin ambiental
debera disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una tica ecolgica adquiere
su sentido ms hondo. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear los itinerarios
pedaggicos de una tica ecolgica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la
solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasin.
211. Sin embargo, esta educacin, llamada a crear una ciudadana ecolgica, a veces se limita
a informar y no logra desarrollar hbitos. La existencia de leyes y normas no es suficiente a largo
plazo para limitar los malos comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la
norma jurdica produzca efectos importantes y duraderos, es necesario que la mayor parte de los
miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de motivaciones adecuadas, y que reaccione
desde una transformacin personal. Slo a partir del cultivo de slidas virtudes es posible la
donacin de s en un compromiso ecolgico. Si una persona, aunque la propia economa le
permita consumir y gastar ms, habitualmente se abriga un poco en lugar de encender la
calefaccin, se supone que ha incorporado convicciones y sentimientos favorables al cuidado del
ambiente. Es muy noble asumir el deber de cuidar la creacin con pequeas acciones cotidianas,
y es maravilloso que la educacin sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La
educacin en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen
una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material
plstico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar slo lo que
razonablemente se podr comer, tratar con cuidado a los dems seres vivos, utilizar transporte
pblico o compartir un mismo vehculo entre varias personas, plantar rboles, apagar las luces
innecesarias. Todo esto es parte de una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del
ser humano. El hecho de reutilizar algo en lugar de desecharlo rpidamente, a partir de profundas
motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese nuestra propia dignidad.
212. No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman
un bien en la sociedad que siempre produce frutos ms all de lo que se pueda constatar, porque
provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces
invisiblemente. Adems, el desarrollo de estos comportamientos nos devuelve el sentimiento de
la propia dignidad, nos lleva a una mayor profundidad vital, nos permite experimentar que vale la
pena pasar por este mundo.
213. Los mbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de comunicacin, la
catequesis, etc. Una buena educacin escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden
producir efectos a lo largo de toda una vida. Pero quiero destacar la importancia central de la
familia, porque es el mbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de
manera adecuada contra los mltiples ataques a que est expuesta, y puede desarrollarse segn
las exigencias de un autntico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la
familia constituye la sede de la cultura de la vida[149]. En la familia se cultivan los primeros
hbitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la

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limpieza, el respeto al ecosistema local y la proteccin de todos los seres creados. La familia es el
lugar de la formacin integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, ntimamente
relacionados entre s, de la maduracin personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin
avasallar, a decir gracias como expresin de una sentida valoracin de las cosas que
recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdn cuando hacemos algn dao.
Estos pequeos gestos de sincera cortesa ayudan a construir una cultura de la vida compartida y
del respeto a lo que nos rodea.
214. A la poltica y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientizacin de la
poblacin. Tambin a la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que
cumplir en esta educacin. Espero tambin que en nuestros seminarios y casas religiosas de
formacin se eduque para una austeridad responsable, para la contemplacin agradecida del
mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente. Dado que es mucho lo que
est en juego, as como se necesitan instituciones dotadas de poder para sancionar los ataques
al medio ambiente, tambin necesitamos controlarnos y educarnos unos a otros.
215. En este contexto, no debe descuidarse la relacin que hay entre una adecuada educacin
esttica y la preservacin de un ambiente sano[150]. Prestar atencin a la belleza y amarla nos
ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y
valorar lo bello, no es extrao que todo se convierta para l en objeto de uso y abuso
inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios profundos, hay que tener
presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen en los comportamientos. La
educacin ser ineficaz y sus esfuerzos sern estriles si no procura tambin difundir un nuevo
paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relacin con la naturaleza. De otro
modo, seguir avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de
comunicacin y a travs de los eficaces engranajes del mercado.
III. Conversin ecolgica
216. La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias
personales y comunitarias, ofrece un bello aporte al intento de renovar la humanidad. Quiero
proponer a los cristianos algunas lneas de espiritualidad ecolgica que nacen de las convicciones
de nuestra fe, porque lo que el Evangelio nos ensea tiene consecuencias en nuestra forma de
pensar, sentir y vivir. No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones
que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasin por el cuidado del mundo. Porque no
ser posible comprometerse en cosas grandes slo con doctrinas sin una mstica que nos anime,
sin unos mviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la accin personal y
comunitaria[151]. Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y
desarrollado las riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no est
desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que
se vive con ellas y en ellas, en comunin con todo lo que nos rodea.

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217. Si los desiertos exteriores se multiplican en el mundo porque se han extendido los desiertos
interiores[152], la crisis ecolgica es un llamado a una profunda conversin interior. Pero
tambin tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una
excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente.
Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hbitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta
entonces una conversin ecolgica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su
encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocacin de ser
protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo
opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana.
218. Recordemos el modelo de san Francisco de Ass, para proponer una sana relacin con lo
creado como una dimensin de la conversin ntegra de la persona. Esto implica tambin
reconocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazn, cambiar
desde adentro. Los Obispos australianos supieron expresar la conversin en trminos de
reconciliacin con la creacin: Para realizar esta reconciliacin debemos examinar nuestras
vidas y reconocer de qu modo ofendemos a la creacin de Dios con nuestras acciones y nuestra
incapacidad de actuar. Debemos hacer la experiencia de una conversin, de un cambio del
corazn[153].
219. Sin embargo, no basta que cada uno sea mejor para resolver una situacin tan compleja
como la que afronta el mundo actual. Los individuos aislados pueden perder su capacidad y su
libertad para superar la lgica de la razn instrumental y terminan a merced de un consumismo
sin tica y sin sentido social y ambiental. A problemas sociales se responde con redes
comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales: Las exigencias de esta tarea van a
ser tan enormes, que no hay forma de satisfacerlas con las posibilidades de la iniciativa individual
y de la unin de particulares formados en el individualismo. Se requerirn una reunin de fuerzas
y una unidad de realizacin[154]. La conversin ecolgica que se requiere para crear un
dinamismo de cambio duradero es tambin una conversin comunitaria.
220. Esta conversin supone diversas actitudes que se conjugan para movilizar un cuidado
generoso y lleno de ternura. En primer lugar implica gratitud y gratuidad, es decir, un
reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como
consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los
reconozca: Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha [] y tu Padre que ve en lo
secreto te recompensar (Mt 6,3-4). Tambin implica la amorosa conciencia de no estar
desconectados de las dems criaturas, de formar con los dems seres del universo una preciosa
comunin universal. Para el creyente, el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro,
reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres. Adems, haciendo
crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversin ecolgica lleva al creyente a
desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del mundo, ofrecindose a
Dios como un sacrificio vivo, santo y agradable (Rm 12,1). No entiende su superioridad como

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motivo de gloria personal o de dominio irresponsable, sino como una capacidad diferente, que a
su vez le impone una grave responsabilidad que brota de su fe.
221. Diversas convicciones de nuestra fe, desarrolladas al comienzo de esta Encclica, ayudan a
enriquecer el sentido de esta conversin, como la conciencia de que cada criatura refleja algo de
Dios y tiene un mensaje que ensearnos, o la seguridad de que Cristo ha asumido en s este
mundo material y ahora, resucitado, habita en lo ntimo de cada ser, rodendolo con su cario y
penetrndolo con su luz. Tambin el reconocimiento de que Dios ha creado el mundo inscribiendo
en l un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar. Cuando uno lee en
el Evangelio que Jess habla de los pjaros, y dice que ninguno de ellos est olvidado ante
Dios (Lc 12,6), ser capaz de maltratarlos o de hacerles dao? Invito a todos los cristianos a
explicitar esta dimensin de su conversin, permitiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida
se explayen tambin en su relacin con las dems criaturas y con el mundo que los rodea, y
provoque esa sublime fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivi san Francisco
de Ass.
IV. Gozo y paz
La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un
estilo de vida proftico y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el
consumo. Es importante incorporar una vieja enseanza, presente en diversas tradiciones
religiosas, y tambin en la Biblia. Se trata de la conviccin de que menos es ms . La
constante acumulacin de posibilidades para consumir distrae el corazn e impide valorar cada
cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por
pequea que sea, nos abre muchas ms posibilidades de comprensin y de realizacin personal.
La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con
poco. Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeo, agradecer
las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que
no poseemos. Esto supone evitar la dinmica del dominio y de la mera acumulacin de placeres.
223. La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es
una baja intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan ms y viven mejor cada
momento son los que dejan de picotear aqu y all, buscando siempre lo que no tienen, y
experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben
gozar con lo ms simple. As son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el
cansancio y la obsesin. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz
de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfaccin en los encuentros fraternos, en el
servicio, en el despliegue de los carismas, en la msica y el arte, en el contacto con la naturaleza,
en la oracin. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando
as disponibles para las mltiples posibilidades que ofrece la vida.

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224. La sobriedad y la humildad no han gozado de una valoracin positiva en el ltimo siglo. Pero
cuando se debilita de manera generalizada el ejercicio de alguna virtud en la vida personal y
social, ello termina provocando mltiples desequilibrios, tambin ambientales. Por eso, ya no
basta hablar slo de la integridad de los ecosistemas. Hay que atreverse a hablar de la integridad
de la vida humana, de la necesidad de alentar y conjugar todos los grandes valores. La
desaparicin de la humildad, en un ser humano desaforadamente entusiasmado con la posibilidad
de dominarlo todo sin lmite alguno, slo puede terminar daando a la sociedad y al ambiente. No
es fcil desarrollar esta sana humildad y una feliz sobriedad si nos volvemos autnomos, si
excluimos de nuestra vida a Dios y nuestro yo ocupa su lugar, si creemos que es nuestra propia
subjetividad la que determina lo que est bien o lo que est mal.
225. Por otro lado, ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si no est en paz
consigo mismo. Parte de una adecuada comprensin de la espiritualidad consiste en ampliar lo
que entendemos por paz, que es mucho ms que la ausencia de guerra. La paz interior de las
personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecologa y con el bien comn, porque,
autnticamente vivida, se refleja en un estilo de vida equilibrado unido a una capacidad de
admiracin que lleva a la profundidad de la vida. La naturaleza est llena de palabras de amor,
pero cmo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distraccin permanente y
ansiosa, o del culto a la apariencia? Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio
que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una prisa constante
que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el
modo como se trata al ambiente. Una ecologa integral implica dedicar algo de tiempo para
recuperar la serena armona con la creacin, para reflexionar acerca de nuestro estilo de vida y
nuestros ideales, para contemplar al Creador, que vive entre nosotros y en lo que nos rodea, cuya
presencia no debe ser fabricada sino descubierta, develada[155].
226. Estamos hablando de una actitud del corazn, que vive todo con serena atencin, que sabe
estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en lo que viene despus, que se
entrega a cada momento como don divino que debe ser plenamente vivido. Jess nos enseaba
esta actitud cuando nos invitaba a mirar los lirios del campo y las aves del cielo, o cuando, ante la
presencia de un hombre inquieto, detuvo en l su mirada, y lo am (Mc 10,21). l s que
estaba plenamente presente ante cada ser humano y ante cada criatura, y as nos mostr un
camino para superar la ansiedad enfermiza que nos vuelve superficiales, agresivos y consumistas
desenfrenados.
227. Una expresin de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes y despus de las
comidas. Propongo a los creyentes que retomen este valioso hbito y lo vivan con profundidad.
Ese momento de la bendicin, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra dependencia de Dios
para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la creacin, reconoce a
aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la solidaridad con los ms
necesitados.

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V. Amor civil y poltico
228. El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de
convivencia y de comunin. Jess nos record que tenemos a Dios como nuestro Padre comn y
que eso nos hace hermanos. El amor fraterno slo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago
por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Por eso es posible amar a
los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes,
aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal.
229. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una
responsabilidad por los dems y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya
hemos tenido mucho tiempo de degradacin moral, burlndonos de la tica, de la bondad, de la
fe, de la honestidad, y lleg la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de
poco. Esa destruccin de todo fundamento de la vida social termina enfrentndonos unos con
otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia
y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente.
230. El ejemplo de santa Teresa de Lisieux nos invita a la prctica del pequeo camino del amor,
a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeo gesto
que siembre paz y amistad. Una ecologa integral tambin est hecha de simples gestos
cotidianos donde rompemos la lgica de la violencia, del aprovechamiento, del egosmo. Mientras
tanto, el mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el mundo del maltrato de la vida en
todas sus formas.
231. El amor, lleno de pequeos gestos de cuidado mutuo, es tambin civil y poltico, y se
manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y
el compromiso por el bien comn son una forma excelente de la caridad, que no slo afecta a las
relaciones entre los individuos, sino a las macro-relaciones, como las relaciones sociales,
econmicas y polticas[156]. Por eso, la Iglesia propuso al mundo el ideal de una civilizacin
del amor[157]. El amor social es la clave de un autntico desarrollo: Para plasmar una sociedad
ms humana, ms digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social a nivel
poltico, econmico, cultural, hacindolo la norma constante y suprema de la accin[158]. En
este marco, junto con la importancia de los pequeos gestos cotidianos, el amor social nos mueve
a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradacin ambiental y alienten
una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad. Cuando alguien reconoce el llamado de
Dios a intervenir junto con los dems en estas dinmicas sociales, debe recordar que eso es
parte de su espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y se santifica.
232. No todos estn llamados a trabajar de manera directa en la poltica, pero en el seno de la
sociedad germina una innumerable variedad de asociaciones que intervienen a favor del bien
comn preservando el ambiente natural y urbano. Por ejemplo, se preocupan por un lugar comn

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(un edificio, una fuente, un monumento abandonado, un paisaje, una plaza), para proteger,
sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos. A su alrededor se desarrollan o se recuperan
vnculos y surge un nuevo tejido social local. As una comunidad se libera de la indiferencia
consumista. Esto incluye el cultivo de una identidad comn, de una historia que se conserva y se
transmite. De esa manera se cuida el mundo y la calidad de vida de los ms pobres, con un
sentido solidario que es al mismo tiempo conciencia de habitar una casa comn que Dios nos ha
prestado. Estas acciones comunitarias, cuando expresan un amor que se entrega, pueden
convertirse en intensas experiencias espirituales.
VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo
233. El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mstica en una hoja, en un
camino, en el roco, en el rostro del pobre[159]. El ideal no es slo pasar de lo exterior a lo interior
para descubrir la accin de Dios en el alma, sino tambin llegar a encontrarlo en todas las cosas,
como enseaba san Buenaventura: La contemplacin es tanto ms eminente cuanto ms siente
en s el hombre el efecto de la divina gracia o tambin cuanto mejor sabe encontrar a Dios en las
criaturas exteriores[160].
234. San Juan de la Cruz enseaba que todo lo bueno que hay en las cosas y experiencias del
mundo est en Dios eminentemente en infinita manera, o, por mejor decir, cada una de estas
grandezas que se dicen es Dios[161]. No es porque las cosas limitadas del mundo sean
realmente divinas, sino porque el mstico experimenta la ntima conexin que hay entre Dios y
todos los seres, y as siente ser todas las cosas Dios[162]. Si le admira la grandeza de una
montaa, no puede separar eso de Dios, y percibe que esa admiracin interior que l vive debe
depositarse en el Seor: Las montaas tienen alturas, son abundantes, anchas, y hermosas, o
graciosas, floridas y olorosas. Estas montaas es mi Amado para m. Los valles solitarios son
quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y
en el suave canto de aves hacen gran recreacin y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en
su soledad y silencio. Estos valles es mi Amado para m[163].
235. Los Sacramentos son un modo privilegiado de cmo la naturaleza es asumida por Dios y se
convierte en mediacin de la vida sobrenatural. A travs del culto somos invitados a abrazar el
mundo en un nivel distinto. El agua, el aceite, el fuego y los colores son asumidos con toda su
fuerza simblica y se incorporan en la alabanza. La mano que bendice es instrumento del amor
de Dios y reflejo de la cercana de Jesucristo que vino a acompaarnos en el camino de la vida.
El agua que se derrama sobre el cuerpo del nio que se bautiza es signo de vida nueva. No
escapamos del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios. Esto
se puede percibir particularmente en la espiritualidad cristiana oriental: La belleza, que en
Oriente es uno de los nombres con que ms frecuentemente se suele expresar la divina armona
y el modelo de la humanidad transfigurada, se muestra por doquier: en las formas del templo, en
los sonidos, en los colores, en las luces y en los perfumes[164]. Para la experiencia cristiana,

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todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado,
porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha
introducido un germen de transformacin definitiva: el Cristianismo no rechaza la materia, la
corporeidad; al contrario, la valoriza plenamente en el acto litrgico, en el que el cuerpo humano
muestra su naturaleza ntima de templo del Espritu y llega a unirse al Seor Jess, hecho
tambin l cuerpo para la salvacin del mundo[165].
236. En la Eucarista lo creado encuentra su mayor elevacin. La gracia, que tiende a
manifestarse de modo sensible, logra una expresin asombrosa cuando Dios mismo, hecho
hombre, llega a hacerse comer por su criatura. El Seor, en el colmo del misterio de la
Encarnacin, quiso llegar a nuestra intimidad a travs de un pedazo de materia. No desde arriba,
sino desde adentro, para que en nuestro propio mundo pudiramos encontrarlo a l. En la
Eucarista ya est realizada la plenitud, y es el centro vital del universo, el foco desbordante de
amor y de vida inagotable. Unido al Hijo encarnado, presente en la Eucarista, todo el cosmos da
gracias a Dios. En efecto, la Eucarista es de por s un acto de amor csmico: S, csmico!
Porque tambin cuando se celebra sobre el pequeo altar de una iglesia en el campo, la
Eucarista se celebra, en cierto sentido, sobre el altar del mundo[166]. La Eucarista une el cielo
y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que sali de las manos de Dios vuelve a l
en feliz y plena adoracin. En el Pan eucarstico, la creacin est orientada hacia la divinizacin,
hacia las santas bodas, hacia la unificacin con el Creador mismo[167]. Por eso, la Eucarista es
tambin fuente de luz y de motivacin para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos
orienta a ser custodios de todo lo creado.
237. El domingo, la participacin en la Eucarista tiene una importancia especial. Ese da, as
como el sbado judo, se ofrece como da de la sanacin de las relaciones del ser humano con
Dios, consigo mismo, con los dems y con el mundo. El domingo es el da de la Resurreccin, el
primer da de la nueva creacin, cuya primicia es la humanidad resucitada del Seor, garanta
de la transfiguracin final de toda la realidad creada. Adems, ese da anuncia el descanso
eterno del hombre en Dios[168]. De este modo, la espiritualidad cristiana incorpora el valor del
descanso y de la fiesta. El ser humano tiende a reducir el descanso contemplativo al mbito de lo
infecundo o innecesario, olvidando que as se quita a la obra que se realiza lo ms importante: su
sentido. Estamos llamados a incluir en nuestro obrar una dimensin receptiva y gratuita, que es
algo diferente de un mero no hacer. Se trata de otra manera de obrar que forma parte de nuestra
esencia. De ese modo, la accin humana es preservada no nicamente del activismo vaco, sino
tambin del desenfreno voraz y de la conciencia aislada que lleva a perseguir slo el beneficio
personal. La ley del descanso semanal impona abstenerse del trabajo el sptimo da para que
reposen tu buey y tu asno y puedan respirar el hijo de tu esclava y el emigrante (Ex 23,12). El
descanso es una ampliacin de la mirada que permite volver a reconocer los derechos de los
dems. As, el da de descanso, cuyo centro es la Eucarista, derrama su luz sobre la semana
entera y nos motiva a incorporar el cuidado de la naturaleza y de los pobres.

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VII. La Trinidad y la relacin entre las criaturas
238. El Padre es la fuente ltima de todo, fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe.
El Hijo, que lo refleja, y a travs del cual todo ha sido creado, se uni a esta tierra cuando se
form en el seno de Mara. El Espritu, lazo infinito de amor, est ntimamente presente en el
corazn del universo animando y suscitando nuevos caminos. El mundo fue creado por las tres
Personas como un nico principio divino, pero cada una de ellas realiza esta obra comn segn
su propiedad personal. Por eso, cuando contemplamos con admiracin el universo en su
grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad[169].
239. Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunin trinitaria lleva a pensar que toda
la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria. San Buenaventura lleg a decir
que el ser humano, antes del pecado, poda descubrir cmo cada criatura testifica que Dios es
trino. El reflejo de la Trinidad se poda reconocer en la naturaleza cuando ni ese libro era
oscuro para el hombre ni el ojo del hombre se haba enturbiado[170]. El santo franciscano nos
ensea que toda criatura lleva en s una estructura propiamente trinitaria, tan real que podra ser
espontneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frgil. As
nos indica el desafo de tratar de leer la realidad en clave trinitaria.
240. Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado segn el modelo
divino, es una trama de relaciones. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo
ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar
un sinnmero de constantes relaciones que se entrelazan secretamente[171].Esto no slo nos
invita a admirar las mltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a
descubrir una clave de nuestra propia realizacin. Porque la persona humana ms crece, ms
madura y ms se santifica a medida que entra en relacin, cuando sale de s misma para vivir en
comunin con Dios, con los dems y con todas las criaturas. As asume en su propia existencia
ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creacin. Todo est conectado, y
eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la
Trinidad.
VIII. Reina de todo lo creado
241. Mara, la madre que cuid a Jess, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo
herido. As como llor con el corazn traspasado la muerte de Jess, ahora se compadece del
sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder
humano. Ella vive con Jess completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su
belleza. Es la Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas
sobre su cabeza (Ap 12,1). Elevada al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. En su cuerpo
glorificado, junto con Cristo resucitado, parte de la creacin alcanz toda la plenitud de su
hermosura. Ella no slo guarda en su corazn toda la vida de Jess, que conservaba

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cuidadosamente (cf Lc 2,19.51), sino que tambin comprende ahora el sentido de todas las
cosas. Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos ms sabios.
242. Junto con ella, en la familia santa de Nazaret, se destaca la figura de san Jos. l cuid y
defendi a Mara y a Jess con su trabajo y su presencia generosa, y los liber de la violencia de
los injustos llevndolos a Egipto. En el Evangelio aparece como un hombre justo, trabajador,
fuerte. Pero de su figura emerge tambin una gran ternura, que no es propia de los dbiles sino
de los verdaderamente fuertes, atentos a la realidad para amar y servir humildemente. Por eso
fue declarado custodio de la Iglesia universal. l tambin puede ensearnos a cuidar, puede
motivarnos a trabajar con generosidad y ternura para proteger este mundo que Dios nos ha
confiado.
IX. Ms all del sol
243. Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (cf. 1 Co 13,12) y
podremos leer con feliz admiracin el misterio del universo, que participar con nosotros de la
plenitud sin fin. S, estamos viajando hacia el sbado de la eternidad, hacia la nueva Jerusaln,
hacia la casa comn del cielo. Jess nos dice: Yo hago nuevas todas las cosas (Ap 21,5). La
vida eterna ser un asombro compartido, donde cada criatura, luminosamente transformada,
ocupar su lugar y tendr algo para aportar a los pobres definitivamente liberados.
244. Mientras tanto, nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confi, sabiendo
que todo lo bueno que hay en ella ser asumido en la fiesta celestial. Junto con todas las
criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios, porque, si el mundo tiene un principio y ha
sido creado, busca al que lo ha creado, busca al que le ha dado inicio, al que es su
Creador[172]. Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupacin por este
planeta no nos quiten el gozo de la esperanza.
245. Dios, que nos convoca a la entrega generosa y a darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz
que necesitamos para salir adelante. En el corazn de este mundo sigue presente el Seor de la
vida que nos ama tanto. l no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido
definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos.
Alabado sea.
***

246. Despus de esta prolongada reflexin, gozosa y dramtica a la vez, propongo dos oraciones,
una que podamos compartir todos los que creemos en un Dios creador omnipotente, y otra para
que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creacin que nos plantea el Evangelio

75
de Jess.

Oracin por nuestra tierra


Dios omnipotente,
que ests presente en todo el universo
y en la ms pequea de tus criaturas,
T, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor
para que cuidemos la vida y la belleza.
Inndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas
sin daar a nadie.
Dios de los pobres,
aydanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo
y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminacin y destruccin.
Toca los corazones
de los que buscan slo beneficios
a costa de los pobres y de la tierra.
Ensanos a descubrir el valor de cada cosa,
a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos
con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz infinita.
Gracias porque ests con nosotros todos los das.
Alintanos, por favor, en nuestra lucha
por la justicia, el amor y la paz.

Oracin cristiana con la creacin


Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas,
que salieron de tu mano poderosa.
Son tuyas,
y estn llenas de tu presencia y de tu ternura.
Alabado seas.

76
Hijo de Dios, Jess,
por ti fueron creadas todas las cosas.
Te formaste en el seno materno de Mara,
te hiciste parte de esta tierra,
y miraste este mundo con ojos humanos.
Hoy ests vivo en cada criatura
con tu gloria de resucitado.
Alabado seas.
Espritu Santo, que con tu luz
orientas este mundo hacia el amor del Padre
y acompaas el gemido de la creacin,
t vives tambin en nuestros corazones
para impulsarnos al bien.
Alabado seas.
Seor Uno y Trino,
comunidad preciosa de amor infinito,
ensanos a contemplarte
en la belleza del universo,
donde todo nos habla de ti.
Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud
por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos ntimamente unidos
con todo lo que existe.
Dios de amor,
mustranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cario
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos est olvidado ante ti.
Ilumina a los dueos del poder y del dinero
para que se guarden del pecado de la indiferencia,
amen el bien comn, promuevan a los dbiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra estn clamando:
Seor, tmanos a nosotros con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura.

77
Alabado seas.
Amn.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 24 de mayo, Solemnidad de Pentecosts, del ao 2015,
tercero de mi Pontificado.

Franciscus

[1] Cntico de las criaturas: Fonti Francescane (FF) 263.


[2] Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 21: AAS 63 (1971), 416-417
[3] Discurso a la FAO en su 25 aniversario (16 noviembre 1970): AAS 62 (1970), 833.
[4] Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 15: AAS 71 (1979), 287.
[5] Cf. Catequesis (17 enero 2001), 4: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola
(19 enero 2001), p. 12.
[6] Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83 (1991), 841.
[7] Ibd., 58, p. 863.
[8] Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 34: AAS 80 (1988), 559.
[9] Cf. Id., Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
[10] Discurso al Cuerpo diplomtico acreditado ante la Santa Sede (8 enero 2007): AAS 99
(2007), 73.
[11] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687
[12] Discurso al Deutscher Bundestag, Berln (22 septiembre 2011): AAS 103 (2011), 664.
[13] Discurso al clero de la Dicesis de Bolzano-Bressanone (6 agosto 2008): AAS 100 (2008),
634.

78
[14] Mensaje para el da de oracin por la proteccin de la creacin (1 septiembre 2012).
[15] Discurso en Santa Brbara, California (8 noviembre 1997); cf. John Chryssavgis, On Earth as

in Heaven: Ecological Vision and Initiatives of Ecumenical Patriarch Bartholomew, Bronx, New
York 2012.
[16] Ibd.9.
[17] Conferencia en el Monasterio de Utstein, Noruega (23 junio 2003).
[18] Discurso Global Responsibility and Ecological Sustainability: Closing Remarks , I Vrtice
de Halki, Estambul (20 junio 2012).
[19] Toms de Celano, Vida primera de San Francisco, XXIX, 81: FF 460.
[20] Legenda maior, VIII, 6: FF 1145.
[21] Cf. Toms de Celano, Vida segunda de San Francisco, CXXIV, 165: FF 750.
[22]Conferencia de los Obispos Catlicos del Sur de frica, Pastoral Statement on the

Environmental Crisis (5 septiembre 1999).


[23] Cf. Saludo al personal de la FAO (20 noviembre 2014): AAS 106 (2014), 985.
[24] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de

Aparecida (29 junio 2007), 86.


[25] Conferencia de los Obispos Catlicos de Filipinas, Carta pastoral What is Happening to our

Beautiful Land? (29 enero 1988).


[26] Conferencia Episcopal Boliviana, Carta pastoral sobre medio ambiente y desarrollo humano
en Bolivia El universo, don de Dios para la vida(2012), 17.
[27] Cf. Conferencia Episcopal Alemana. Comisin para Asuntos Sociales, Der Klimawandel:

Brennpunkt globaler, intergenerationeller und kologischer Gerechtigkeit (septiembre 2006), 2830.


[28] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 483.
[29] Catequesis (5 junio 2013): LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola (7 junio
2013), p. 12.

79
[30] Obispos de la regin de Patagonia-Comahue (Argentina), Mensaje de Navidad (diciembre
2009), 2.
[31] Conferencia de los Obispos Catlicos de los Estados Unidos, Global Climate Change: A Plea

for Dialogue, Prudence and the Common Good (15 junio 2001).
[32] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de

Aparecida (29 junio 2007), 471.


[33] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 56: AAS 105 (2013), 1043.
[34] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 12: AAS 82 (1990), 154.
[35] Id., Catequesis (17 enero 2001), 3: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola
(19 enero 2001), p. 12.
[36] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 15: AAS 82 (1990), 156.
[37] Catecismo de la Iglesia Catlica, 357.
[38] Cf. Angelus (16 noviembre 1980): LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola
(23 noviembre 1980), p. 9.
[39] Benedicto XVI, Homila en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005): AAS 97
(2005), 711.
[40] Cf. Legenda maior, VIII, 1: FF 1134.
[41] Catecismo de la Iglesia Catlica, 2416.
[42] Conferencia Episcopal Alemana, Zukunft der Schpfung Zukunft der Menschheit. Erklrung

der Deutschen Bischofskonferenz zu Fragen der Umwelt und der Energieversorgung (1980), II, 2.
[43] Catecismo de la Iglesia Catlica, 339.
[44] Hom. in Hexaemeron, 1, 2, 10: PG 29, 9.
[45] Divina Comedia. Paraso, Canto XXXIII, 145.
[46] Benedicto XVI, Catequesis (9 noviembre 2005), 3: LOsservatore Romano, ed. semanal en
lengua espaola (11 noviembre 2005), p. 20.

80
[47] Id., Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687.
[48] Juan Pablo II, Catequesis (24 abril 1991), 6: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua
espaola (26 abril 1991), p. 6.
[49] El Catecismo explica que Dios quiso crear un mundo en camino hacia su perfeccin ltima y
que esto implica la presencia de la imperfeccin ydel mal fsico; cf. Catecismo de la Iglesia

Catlica, 310.
[50] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual,
36.
[51] Toms de Aquino, Summa Theologiae I, q. 104, art. 1, ad 4.
[52] Id., In octo libros Physicorum Aristotelis expositio, lib. II, lectio 14.
[53] En esta perspectiva se sita la aportacin del P. Teilhard de Chardin; cf. Pablo VI, Discurso

en un establecimiento qumico-farmacutico (24 febrero 1966): Insegnamenti 4 (1966), 992-993;


Juan Pablo II, Carta al reverendo P. George V. Coyne (1 junio 1988): Insegnamenti 5/2 (2009),
60; Benedicto XVI, Homila para la celebracin de las Vsperas en Aosta (24 julio 2009):

LOsservatore romano, ed. semanal en lengua espaola (31 julio 2009), p. 3s.
[54] Juan Pablo II, Catequesis (30 enero 2002), 6: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua
espaola (1 febrero 2002), p. 12.
[55] Conferencia de los Obispos Catlicos de Canad. Comisin para los suntos Sociales, Carta
pastoral You love all that exists... all things are yours, God, Lover of Life (4 octubre 2003), 1.
[56] Conferencia de los Obispos Catlicos de Japn, Reverence for Life. A Message for the

Twenty-First Century (1 enero 2001), n. 89.


[57] Juan Pablo II, Catequesis (26 enero 2000), 5: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua
espaola (28 enero 2000), p. 3.
[58] Id., Catequesis (2 agosto 2000), 3: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola
(4 agosto 2000), p. 8.
[59] Paul Ricoeur, Philosophie de la volont II. Finitude et culpabilit, Paris 2009, 2016 (ed. esp.:

Finitud y culpabilidad, Madrid 1967, 249).


[60] Summa Theologiae I, q. 47, art. 1.

81
[61] Ibd.
[62] Cf. ibd., art. 2, ad 1; art. 3.
[63]Catecismo de la Iglesia Catlica, 340.
[64] Cntico de las criaturas: FF 263.
[65] Cf. Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, A Igreja e a questo ecolgica (1992), 5354.
[66] Ibd., 61.
[67] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 215: AAS 105 (2013), 1109.
[68] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 14: AAS 101 (2009), 650.
[69] Catecismo de la Iglesia Catlica, 2418.
[70] Conferencia del Episcopado Dominicano, Carta pastoral Sobre la relacin del hombre con la

naturaleza (21 enero1987).


[71] Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 19: AAS 73 (1981), 626.
[72] Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 31: AAS 83 (1991), 831.
[73] Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 33: AAS 80 (1988), 557.
[74] Discurso a los indgenas y campesinos de Mxico, Cuilapn (29 enero 1979), 6: AAS 71
(1979), 209.
[75] Homila durante la Misa celebrada para los agricultores en Recife, Brasil (7 julio 1980), 4:

AAS 72 (1980), 926.


[76] Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 8: AAS 82 (1990), 152.
[77] Conferencia Episcopal Paraguaya, Carta pastoral El campesino paraguayo y la tierra (12
junio 1983), 2, 4, d.
[78] Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda, Statement on Environmental Issues, Wellington (1
septiembre 2006).

82
[79] Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 27: AAS 73 (1981), 645.
[80] Por eso san Justino poda hablar de semillas del Verbo en el mundo; cf. II Apologa 8, 1-2;
13, 3-6: PG 6, 457-458; 467.
[81] Juan Pablo II, Discurso a los representantes de la ciencia, de la cultura y de los altos estudios

en la Universidad de las Naciones Unidas, Hiroshima (25 febrero 1981), 3: AAS 73 (1981), 422.
[82] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 69: AAS 101 (2009), 702.
[83] Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, Wrzburg 19659, 87 (ed. esp.: El ocaso de la Edad

Moderna, Madrid 1958, 111-112).


[84] Ibd. (ed. esp.: 112).
[85] Ibd., 87-88 (ed. esp.: 112).
[86] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 462.
[87] Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 63s (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 8384).
[88] Ibd., 64 (ed. esp.: 84).
[89] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 35: AAS 101 (2009), 671.
[90] Ibd., 22: p. 657.
[91] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 231: AAS 105 (2013), 1114.
[92] Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 63 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 83).
[93] Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83 (1991), 841.
[94] Cf. Declaracin Love for Creation. An Asian Response to the Ecological Crisis, Coloquio
promovido por la Federacin de las Conferencias Episcopales de Asia (Tagaytay 31 enero 5
febrero 1993), 3.3.2.
[95] Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
[96] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 2: AAS 102 (2010), 41.

83
[97] Id., Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 28: AAS 101 (2009), 663.
[98] Cf. Vicente de Lerins, Commonitorium primum, cap. 23: PL 50, 668 : Ut annis scilicet
consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate .
[99] N. 80: AAS 105 (2013), 1053.
[100] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 63.
[101]Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840.
[102] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 34: AAS 59 (1967), 274.
[103]Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 32: AAS 101 (2009), 666.
[104] Ibd.
[105] Ibd.101.
[106] Catecismo de la Iglesia Catlica, 2417.
[107] Ibd., 2418.
[108] Ibd., 2415.
[109] Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 6: AAS 82 (1990), 150.
[110] Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias (3 octubre 1981), 3: LOsservatore

Romano, ed. semanal en lengua espaola (8 noviembre 1981), p. 7.


[111] Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 7: AAS 82 (1990), 151.
[112] Juan Pablo II, Discurso a la 35 Asamblea General de la Asociacin Mdica Mundial (29
octubre 1983), 6: AAS 76 (1984), 394.
[113] Comisin Episcopal de Pastoral social de Argentina, Una tierra para todos (junio 2005), 19.
[114] Declaracin de Ro sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 4.
[115] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 237: AAS 105 (2013), 1116.
[116] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687.

84
[117] Algunos autores han mostrado los valores que suelen vivirse, por ejemplo, en las villas ,
chabolas o favelas de Amrica Latina: cf. Juan Carlos Scannone, S.J., La irrupcin del pobre y la
lgica de la gratuidad, en Juan Carlos Scannone y Marcelo Perine (eds.), Irrupcin del pobre y

quehacer filosfico. Hacia una nueva racionalidad, Buenos Aires 1993, 225-230.
[118] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 482.
[119] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 210: AAS 105 (2013), 1107.
[120] Discurso al Deutscher Bundestag, Berln (22 septiembre 2011): AAS 103 (2011), 668.
[121] Catequesis (15 abril 2015): LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua espaola (17
abril 2015), p. 2.
[122] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 26.
[123] Cf. n. 186-201: AAS 105 (2013), 1098-1105.
[124] Conferencia Episcopal Portuguesa, Carta pastoral Responsabilidade solidria pelo bem

comum (15 septiembre 2003), 20.


[125] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 8: AAS 102 (2010), 45.
[126] Declaracin de Ro sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 1.
[127] Conferencia Episcopal Boliviana, Carta pastoral sobre medio ambiente y desarrollo humano
en Bolivia El universo, don de Dios para la vida (2012), 86.
[128] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Energa, justicia y paz, IV, 1, Ciudad del Vaticano 2013,
57.
[129] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 67: AAS 101 (2009), 700.
[130] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 222: AAS 105 (2013), 1111.
[131] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 469.
[132] Declaracin de Ro sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 15.
[133] Cf. Conferencia del Episcopado Mexicano. Comisin Episcopal para la Pastoral Social,

Jesucristo, vida y esperanza de los indgenas y campesinos (14 enero 2008).

85
[134] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 470.
[135] Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 9: AAS 102 (2010), 46.
[136] Ibd.
[137] Ibd., 5: p. 43.
[138] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 50: AAS 101 (2009), 686.
[139] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 209: AAS 105 (2013), 1107.
[140] Ibd., 228: p. 1113.
[141] Cf. Carta enc. Lumen fidei (29 junio 2013), 34: AAS 105 (2013), 577: La luz de la fe, unida
a la verdad del amor, no es ajena al mundo material, porque el amor se vive siempre en cuerpo y
alma; la luz de la fe es una luz encarnada, que procede de la vida luminosa de Jess. Ilumina
incluso la materia, confa en su ordenamiento, sabe que en ella se abre un camino de armona y
de comprensin cada vez ms amplio. La mirada de la ciencia se beneficia as de la fe: esta invita
al cientfico a estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable. La fe despierta el sentido
crtico, en cuanto que no permite que la investigacin se conforme con sus frmulas y la ayuda a
darse cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas. Invitando a maravillarse ante el misterio
de la creacin, la fe ensancha los horizontes de la razn para iluminar mejor el mundo que se
presenta a los estudios de la ciencia.
[142] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 256: AAS 105 (2013), 1123.
[143] Ibd., 231: p. 1114.
[144] Das Ende der Neuzeit, Wrzburg 19659, 66-67 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna,
Madrid 1958, 87).
[145] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 1: AAS 82 (1990), 147.
[146] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 66: AAS 101 (2009), 699.
[147] Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 11: AAS 102 (2010), 48.
[148] Carta de la Tierra, La Haya (29 junio 2000).
[149] Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 39: AAS 83 (1991), 842.

86
[150] Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 14: AAS 82 (1990), 155.
[151] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 261: AAS 105 (2013), 1124.
[152] Benedicto XVI, Homila en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005): AAS 97
(2005), 710.
[153] Conferencia de los Obispos catlicos de Australia, A New Earth The Environmental

Challenge (2002).
[154] Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 72 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 93).
[155] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 71: AAS 105 (2013), 1050.
[156] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 2: AAS 101 (2009), 642.
[157] Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1977: AAS 68 (1976), 709.
[158] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 582.
[159] Un maestro espiritual, Ali Al-Kawwas, desde su propia experiencia, tambin destacaba la
necesidad de no separar demasiado las criaturas del mundo de la experiencia de Dios en el
interior. Deca: No hace falta criticar prejuiciosamente a los que buscan el xtasis en la msica o
en la poesa. Hay un secreto sutil en cada uno de los movimientos y sonidos de este mundo. Los
iniciados llegan a captar lo que dicen el viento que sopla, los rboles que se doblan, el agua que
corre, las moscas que zumban, las puertas que crujen, el canto de los pjaros, el sonido de las
cuerdas o las flautas, el suspiro de los enfermos, el gemido de los afligidos (Eva De VitrayMeyerovitch [ed.], Anthologie du soufisme, Paris 1978, 200).
[160] In II Sent., 23, 2, 3.
[161] Cntico espiritual, XIV-XV, 5.
[162] Ibd.
[163] Ibd., XIV-XV, 6-7.
[164] Juan Pablo II, Carta ap. Orientale lumen (2 mayo 1995), 11: AAS 87 (1995), 757.
[165] Ibd.
[166] Id., Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 8: AAS 95 (2003), 438.

87
[167] Benedicto XVI, Homila en la Misa del Corpus Christi (15 junio 2006): AAS 98 (2006), 513.
[168] Catecismo de la Iglesia Catlica, 2175.
[169]Juan Pablo II, Catequesis (2 agosto 2000), 4: LOsservatore Romano, ed. semanal en lengua
espaola (4 agosto 2000), p. 8.
[170] Quaest. disp. de Myst. Trinitatis, 1, 2, concl.
[171] Cf. Toms de Aquino, Summa Theologiae I, q. 11, art. 3; q. 21, art. 1, ad 3; q. 47, art. 3.
[172] Basilio Magno, Hom. in Hexaemeron, 1, 2, 6: PG 29, 8.

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