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Pensamiento, economas,
sociedades
Versin castellana
de A. J. Desmont
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:! en una nueva forma de sociedad, para desarrollar y extender
mucho ms all de sus lugares de origen determinadas formas
nuevas de vida social inventadas por . Ahora bien, no parece muy difcil dar con los hechos que sustenten esta hiptesis.
Hay algn ejemplo mejor, de la accin del hombre sobre
la naturaleza, que las plantas y los animales domsticos? No
fue su domesticacin, iniciada unos 10.000 aos a.C., el punto
de partida de un desarrollo, muy pronto irreversible, de mltiples formas de agricultura y de ganadera que entraaron
profundas transformaciones de la vida social? No fue en el
seno de algunas de estas sociedades agrcolas o agropastorales donde, antes que en ningn otro sitio, surgieron las primeras estratificaciones en castas o en clases, y tambin las
primeras formas de Estado, hacia el 3500 a.C., en Mesopotamia y luego en China, en Egipto, en Per y en Mxico?
Y los hombres de entonces eran lo mismo que somos nosotros
actualmente, individuos pertenecientes a la especie Homo Sapiens Sapiens, la cual no parece haber evolucionado demasiado en el aspecto biolgico desde hace cincuenta mil aos.
Si nos remontamos ms lejos, a lo largo de los varios miilones de aos que han visto transformarse a algunos de nuestros ancestros prehomnidos, por etapas, en el Homo Sapiens
que somos nosotros, se descubre as nos lo muestran los
paleontlogos y los prehistoriadores que las transformaciones
estuvieron ligadas a una evolucin que condujo a nuestros
ancestros a erguirse, a liberar las manos, a desarrollar el cerebro, o que es permiti agregar a as nuevas capacidades
corporales la potencia del lenguaje y de as herramientas.
No obstante, no ha habido que esperar a los ltimos descubrimientos de la paleontologa y de la arqueologa para
formular y reconocer valor cientfico a nuestra hiptesis de
partida. Sin pretender trazar la historia de esta idea dentro
del pensamiento occidental historia que verdaderamente an
est por hacer, recordemos que ya se la encuentra en Francia hacia 1750 en los fisicratas Quesney y Mirabeau, y en
Escocia en Lord Kames y en su sucesor en a ctedra de filo18
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Por ltimo, hayque agregar otras dos partes de a naturaleza que el hombre ha transformado a travs de su uso en l
proceso de produccin de sus condiciones materiales de vida:
en primer lugar, las herramientas y las armas, fabricadas a <fc
partir de huesos, de madera, de piedra, etc., que-constituyen
otros tantos rganos exteriores que prolongan el cuerpo humano y a cuyas fuerzas suman las suyas. (Esto no puede decirse
de las mquinas, las cuales no funcionan como prolongaciones del cuerpo humano.) A continuacin, todos los elementos de la naturaleza que, despus de haber sido cercenados
de sta por la accin del hombre, sirven, en su forma original
o luego de haber sufrido cambios de forma o de estado, de
soporte material para la produccin de la vida social en todas
sus dimensiones: la madera, los huesos, la piedra, el cuero o
los metales que se utilizan para construir sencillos refugios
o templos suntuosos, escuelas y bancos, estatuas de hombres
y de dioses. Las herramientas, las armas, los monumentos y
toda clase de objetos constituyen los soportes materiales de
cualquier modo de vida social. Abandonados por los hombres,
se descomponen en ruinas, en vestigios inertes y mudos que
ofrece la historia a la codicia y la imaginacin de los arquelogos de las pocas posteriores.
La frontera entre la naturaleza y la cultura, la distincin
entre lo material y lo ideal tienden, por otra parte, a borrarse
cuando se analiza la fraccin de la naturaleza que ha sido
sometida directamente al hombre, producida o reproducida
por el hombre (animales y plantas domsticos, utensilios, armas, ropas...). Esta naturaleza exterior al hombre no es exterior a la cultura, a la sociedad, a la historia. Es la parte de la
naturaleza transformada por la accin, y por lo tanto por el
pensamiento, del hombre. Es una realidad material y al mismo
tiempo una realidad ideal, o por lo menos debe su existencia a
la accin consciente del hombre sobre la naturaleza, accin que
no puede existir ni reproducirse sin que intervenga, desde el
primer momento, no slo la conciencia, sino toda la realidad
del pensamiento, consciente e inconsciente, individual o colectivo, histrico y ahistrico 5. Esta parte de la naturaleza es
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Reparemos de pasada en' que infraestructura y superestructuras son una mala traduccin de los trminos Grundlage y
bcrbuu utilizados por Marx, El berbau es la construccin,
el edificio que se levanta sobre los cimientos, Grundlage. Ahora
bien, se vive en la casa y no en los cimientos. De manera que,
lejos de reducir las superestructuras a una realidad empobrecida, otra traduccin de Marx hubiera podido poner el acento
en su importancia...
En cualquier caso, cuando mediante la abstraccin el pensamiento separa las partes de un todo y trata de analizar sus
relaciones, lo que pretende es reconstruir la operacin de la
primera puesta en contacto de las partes que forman ese todo
para saber si tal proceso se limit a ser una correspondencia
impuesta de alguna manera desde el exterior, un ajuste recproco de elementos de la prctica social en principio extraos
los unos a los otros, o bien si, por el contrario, el proceso fue
algo ms que todo eso: la creacin simultnea de elementos
de la vida social que desde un principio mantienen una relacin de recproca correspondencia interna, debido todo a una
puesta en movimiento de la sociedad que tiene su origen ltimo
en la accin del hombre sobre la naturaleza.
Es evidente que, en la historia, las dos versiones posibles
no se excluyen, correspondiendo la primera, sobre todo, a las
respuestas de una sociedad sumisa a las presiones, es decir, a
las intrusiones del exterior, y la segunda a una situacin de
presin interna, a una dinmica endgena de a sociedad. Asimismo es evidente que, en el primer caso, la produccin de
nuevas relaciones sociales es en un cierto sentido una produccin secundaria, derivada: el efecto del encuentro (que puede
ser absolutamente accidental) y del ajuste de realidades ya
presentes y heterogneas, lo cual implica! la existencia de relaciones de compatibilidad parcial entre esas realidades. En cuanto al segundo caso, de alguna manera nos sita frente a los
mecanismos de la propia produccin original de nuevas relaciones sociales, frente al mecanismo primario de la produccin
de la sociedad. Sera por lo menos necesario que tal mecanismo existiera. Precisamente en haber hecho de esta pittesis el
hilo conductor de su pensamiento se basa la originalidad y la
importancia, tan vigente hoy como ayer, de Marx para el desarrollo de las ciencias sociales y del conocimiento del hombre.
Pero hay que apreciar claramente en qu se convierte la
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Una primera formulacin de nuestras reflexiones sobre este tema fue
objeto de un artculo aparecido en l'Homme en 1978 y titulado La part
idelle du rel. En la segunda parte de esta obra, que incluye asimismo
el captulo a que hemos aludido un poco antes sobre el papel del pensamiento en la reproduccin de las relaciones sociales, presentamos al
lector una versin ampliada y reelaborada de ese texto.
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que le permiten pensar. Recogiendo la formulacin de LviStrauss, detrs de la estructura del espritu est la del cerebro.
Pero, en tal paso, por que asimilar, como hace l, el pensamiento mtico, que est fe; punta a punta histrica y socialmente determinado (por lo menos en cuanto a su predominio
sobre las dems formas del pensamiento de los primitivos, que
son las implicadas en su ciencia de lo concreto), al pensamiento salvaje, al pensamiento del estado salvaje, es decir, al
conjunto de condiciones y principios de funcionamiento del
pensamiento de que se encuentra el hombre dotado a resultas
de una historia que no es la suya? *.
No se deber a que, para Lvi-Strauss, la historia del
hombre slo comienza verdaderamente con la aparicin de las
sociedades calientes, cuya lgica y cuyo movimiento se basan
en !a existencia de contradicciones sociales entre los estamentos, las castas o las clases, contradicciones que nada tienen en
comn con las de las sociedades fras, ms igualitarias, que
los hombres conocieron antes de domesticar las plantas y los
animales, as como su propio pensamiento? Sin embargo, a
nuestros ojos no existe ninguna razn terica para considerar
ms naturales los modos de vida y de pensamiento de los
cazadores, los recolectores y los pescadores que precedieron a
los modos de vida de los agricultores y los ganaderos, entre
los cuales, aqu y all, se fuerort extendiendo las relaciones
de dominacin y de explotacin que actualmente llamamos
estamentos, castas y clasesi.
De este modo, el anlisis de las condiciones y las funciones
del pensamiento, y de la parte que corresponde a lo ideal en lo
real social (parte que desborda ampliamente la de la conciencia y sus representaciones), nos conduce a plantear desde esta
perspectiva el problema del nacimiento y el desarrollo de las
relaciones propias de los estamentos, las castas y las clases,
y el del nacimiento y desarrollo del Estado, problemas que
abordaremos al final del captulo 3 y a todo lo largo del captulo 7. Sin buscar la provocacin ni la paradoja, hemos
llegado a la conclusin de que. probablemente, las primeras
relaciones de clase' y las primeras formas de Estado surgieron
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minora que las impusiera al resto de la sociedad como por la
cooperacin de todos,, incluida la de los que padecieron los,
efectos negativos de as nuevas formas de dominacin y de
explotacin que conllevaban esas relaciones.
En efecto, un examen de los nuevos materiales etnogrficos,
histricos e incluso arqueolgicos, seleccionados para esclarecer el funcionamiento tanto de las sociedades sin clases como
de las sociedades jerarquizadas en estamentos, castas o clases,
nos ha aemostrado de manera repetida que, de las dos fuerzas
que fundamentan el poder en esas sociedades, la ms fuerte, la que asegura a largo plazo el mantenimiento y el desarrollo de tal poder, no es la violencia en ninguna de las formas
que la ejercen los dominantes sobre los dominados, sino el
consentimiento en todas sus formas que prestan los dominados a su dominacin, consentimiento que, hasta cierto punto,
los hace cooperar a la reproduccin de dicha dominacin. La
violencia, desde luego, puede bastar para instituir nuevas relaciones sociales, pero parece ser que no basta cuando se trata
de reproducirlas de forma duradera. El consentimiento es la
parte tlcl poder que los dominados agregan a la que ios dominantes ejercen directamente sobre ellos. En el fondo, la violencia y el consentimiento se conjugan y operan de forma distinta en el mismo sentido. No se excluyen.
Se trata, pues, de comprender cmo os grupos sociales y
los individuos pueden cooperar hasta un cierto punto a la
produccin y reproduccin de su subordinacin, incluso de su
explotacin. A menos que se crea que las castas, las clases y los
Estados nacieron aqu y all por los azares de la fatal conjuncin del deseo perverso de unos de sojuzgar y de ser servidos
con e, oeseo de otros, ms numerosos stos, de ser sojuzgados
y de servir, hay que buscar ms all de tales imgenes de una
cancerosa proliferacin de relaciones sadomasoquistas, ms all
de este socioanlisis barato, las razones de la formacin de las
ciases y del Estado 10.
8
Cf. Claude Lvi-Strauss, Le totmismc aujourd'hui, Pars, PUF. 1962,
pg. 130.
9
El trmino clase se toma aqu en un sentido genrico que incluye
las relaciones entre estamentos o entre castas (cj. ei Apndice del captulo 7, dedicado u los dos sentidos genrico y especfico de la pnlubra clase en Marx).
10
Aludimos aquf a las tesis de G. Deleuze y F. Cuattari en L'anii(Edipe, Pars, d. de Minuit, 1972, y a las de P. Clastres en La sacete
contre l'tat, Pars, d. de Minuit, 1974.
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nes histricas de las capacidades productivas materiales e intelectuales de los hombres, para aptuar sobre la naturaleza que
los rodea. Hemos visto'? que, en trminos muy generales, esta
hiptesis pareca vlida al analizar las transformaciones histricas que acarre el desarrollo del proceso de domesticacin de
las plantas y los animales. Pero, vistas desde ms cerca, las
cosas no son tan simples y la hiptesis sigue estando por demostrar.
Si las relaciones de parentesco, por ejemplo, funcionan como
relaciones de produccin en numerosas sociedades cuya vida
material se basa en la caza, la agricultura o la ganadera, cmo
explicar a partir de esta diversidad de bases materiales la diversidad de los sistemas de parentesco que reinan en esas sociedades? No se puede explicar, ni probablemente se debe, porque las relaciones de parentesco tengan por funcin principal
reproducir socialmente al hombre actuando sobre l mismo, y
no la de producir las condiciones materiales de existencia actuando sobre la naturaleza. Queda pendiente, pues, el anlisis,
que ha de versar tanto sobre la interpretacin del parentesco como sobre la de las estructuras econmicas de las sociedades.
Por ltimo, nos sumamos en este aspecto a la postura de
C. Lvi-Strauss, por ms que discrepemos de l en un punto
esencial. Pues cuando se examinan los efectos de la infraestructura de las sociedades sobre el pensamiento 23 , en su recuento de
los elementos de la infraestructura que influyen en el pensamiento de los murngin de Australia o de los indios salish, chilcotin y bella bella de la costa noroccidental de Amrica del
Norte, faltan las relaciones sociales de produccin. Lo que LviStrauss tiene en cuenta, y de manera sobresaliente, en su anlisis
de la influencia de la infraestructura de las sociedades sobre
las formas de pensamiento que reinan en ella, son tres elementos: las condiciones materiales, ecolgicas y tecnolgicas de la
existencia social, los conocimientos sobre la naturaleza (el aspecto ideal de las fuerzas productivas) y el nmero de hombres
(la demografa). Lo que sigue faltando es la realidad de las
relaciones de produccin 24.
23
C. Lvi-Strauss, Le regar loign, Pars, Pin, 1983, cap. V I I :
Estructuralismo y ecologa, pgs. 143-166.
24
Lvi-Strauss afirma en La pense sauvage, pgs. 173-174, que re-
41
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Nuestras ltimas palabras sern de agradecimiento a Marielisabeth Handman. Si los lectores encuentran alguna claridad
en este libro, alguna proporcin en la construccin, a ella se lo
deben en gran medida. Un poco ms de la mitad de esta obra
haba sido ya objeto de artculos aparecidos en uno u otro lugar;
el resto estaba en estado de manuscrito, donde el pensamiento
an no haba acabado de cuajar y el estilo segua siendo el de
los primeros bosquejos. Todos los textos han sido vueltos a
escribir y, con la excepcin del captulo 2 sobre la apropiacin
de la naturaleza, todos han sido retocados y reconstruidos teniendo en cuenta el estado actual de nuestras reflexiones. En
cuanto a los textos inditos, ha sido menester darles forma,
reducirlos, pulirlos, ajustados. En cada una de estas etapas,
Marie-lisabcth Handman nos ha dispensado desinteresadamente
la ayuda de sus preguntas, que nos obligaban a precisar mejor el
fondo, y la fuerza de un rigor implacable para limpiar, clarificar y eliminar las pesadeces de una forma que nosotros quisiramos que fuese todo lo lmpida posible, una forma que se
negara a buscar por adelantado su pblico entre unOs cuantos
cmplices, una forma que slo tuviese por objeto, lo cual es
muy difcil de conseguir, presentar en toda su amplitud un
pensamiento fragmentario. Que desde aqu reciba nuestro agradecimiento.
MAURICE GODELIER
Pars, 13 de febrero de 1984
43