René Char
René Char
René Char
Poemas
Resea biogrfica
Poeta francs nacido en Isle-sur-Sorgue, en 1907.
Pertenece a lo que podra llamarse segunda generacin surrealista iniciada en
1929, coincidiendo con la primera crisis sealada por el segundo manifiesto
de Breton aparecido ese ao. En 1934, debido a su afn de perfeccin formal,
se alej paulatinamente del movimiento surrealista.
Durante la ocupacin de Francia por los alemanes, se destac como capitn
de maqus en la resistencia, y all aprendi, segn l mismo dice, "a amar
ferozmente a sus semejantes". De esta experiencia en la lucha clandestina
surgi su gran obra potica "Pginas de Hypnos".
Es uno de los poetas cuya fama ha crecido rpidamente en los
ltimos aos. Elogiado ampliamente por la crtica, es
considerado como uno de los mximos poetas
de Francia. Falleci en 1988.
Artina/
El poeta ha asesinado a su
modelo.
Bailemos en
Baronnies / Vestida
con falda de olivo
la
Enamorada haba dicho:
Cree en mi muy infantil
fidelidad.
Y desde
entonces, un valle abierto
una cuesta que
brilla un sendero de alianza
han invadido la
ciudad
donde el libre dolor se halla bajo las aguas vivas
Versin de Jorge Riechmann
Artine
Bebedora/
Bienvenida /
Ojal vuelvas a tu desorden, y el mundo al suyo. La asimetra
es juventud. No se mantiene el orden ms que el tiempo que se tarda en odiar
su carcter de mal. Entonces se avivar
en ti el deseo del porvenir, y cada peldao de tu escalera desocupada y todos
los rasgos inhibidos de tu vuelo te llevarn,
te elevarn con un mismo sentimiento gozoso. Hijo de la oda ferviente,
abjurars del gigantesco enmohecimiento.
Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina. El infierno
a su medida que se haban esculpido
los limadores de metales volver a bajar vencido a su abismo. Delante del
olvido nuevo, la nica nube en el cielo
ser el sol.
Consuelo /
Por las calles de la ciudad va mi amor.
Poco importa a dnde vaya en este roto
tiempo. Ya no es mi amor: el que quiera
puede hablarle. Ya no se acuerda: quin en
verdad le am?
Mi amor busca su semejanza en la
promesa de las miradas. El espacio que
recorre es mi fidelidad. Dibuja la esperanza
y en seguida la desprecia. Prevalece sin
tomar parte en ello.
Vivo en el fondo de l como un resto de
felicidad.
Sin saberlo l, mi soledad es su tesoro. Es el
gran meridiano donde se inscribe su vuelo, mi
libertad lo vaca.
Por las calles de la ciudad va mi amor.
Poco importa a dnde vaya en este roto
tiempo. Ya no es mi
amor: el que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda:
quin en verdad le am y le ilumina de
lejos para que no caiga?
Cuatro
edades /
I
El otoo para la hoja
El agua hirviendo para el cangrejo
Y el favorito el zorro
Ebrio sobre los hombros luminosos de la Actriz
Adherido al balcn naranja
Un ventisquero de rizos
Acampa en la ansiedad de mi corazn.
II
He estrangulado a mi
hermano Porque no
gustaba de dormir Con la
ventana abierta
Hermana ma
Dijo antes de morir
Pas noches enteras
Mirndote dormir
Inclinado sobre tu brillo en el cristal.
III
Apretados los puos
Rotos los dientes
Con lgrimas en los ojos
La vida
Apostrofndome empujndome y riendo
a medias Yo espiga anticipada de las
siegas de agosto Distingo en la corola
del Sol
Una yegua
Me abrevo en su orina.
IV
Mi amor es triste
Porque es fiel
No interpela el olvido de los dems
No cae de la boca como un diario del bolsillo
No es flexible en la angustia que en comn se
arremolina No se asla en las rompientes de la
pennsula simulando pesimismo
Mi amor es triste
Pues est en la naturaleza turbada del amor ser triste
Como la luz es triste
La dicha triste
No has pasado libertad tus correas
de arena. Versin de Jorge Onfray
Desherenci
a/
Antigua era la noche
Cuando la entreabri el
fuego. Igualmente mi
casa.
No se mata a la rosa
En las guerras del
cielo. Destierran a
una lira.
Mi pena persistente
De una nube de
nieve Gana un lago
de sangre. La
crueldad ama vivir.
Oh fuente que mentiste
A nuestros destinos
gemelos, Del lobo
trazar
Este nico retrato
pensativo. Versin de
Jorge Riechmann
Dyne /
Dejando atrs al hombre extensible y al hombre
traspasado llegu ante la puerta de todos los
jbilos, la del Verbo desellado de sus restos
mortales, formando lo nuevo, creando fuego
a partir de la verdad, y fortalecido por mi verde fe llam.
Desherenci
a /As llegars t al pas lavado y desierto de tu
desafo. Hasta entonces, sin fechas fijas, lo irs
edificando. Severa vanidad!
El beso /
Maciza lentitud, lentitud
martillada; Humana lentitud,
lentitud forcejeada; Desierta
lentitud, desanda tus ardores;
Sublime lentitud, sube desde el
amor; Que la lechuza ha
vuelto.
Versin de Jorge Riechmann
El desnudo perdido /
Llevarn ramos aquellos cuyo aguante pueda
desgastar la noche nudosa que precede y sigue
al relmpago. Su palabra recibe existencia del
fruto intermitente que la propaga
dilacerndose. Son los hijos incestuosos de la cortadura y del signo,
que alzaron hasta los brocales el crculo florido de la tinaja
de la adhesin. La furia de los vientos los mantiene
an desvestidos. Contra ellos vuela una pelusa de
noche negra.
Versin de Jorge Riechmann
El juicio de
octubre /
Mejilla contra mejilla dos pordioseras en su
desamparo rgido; La helada y el viento no las
han instruido, las han ignorado; Nias de
intrahistoria
Cadas de las estaciones que dejan atrs, y all apretadas de pie.
No hay labios que las traspongan, la
hora pasa. No habr ni rapto ni
rencor.
Y el caminante pasa sin mirada ante ellas,
ante nosotros. Dos rosas perforadas por un
anillo profundo
Ponen en su extraeza algo de desafo.
Se pierde la vida de otro modo que por
las espinas? Claro que s: por la flor, los
largos das lo supieron.
Y el sol ha dejado de ser inicial.
Una noche, el da bajo, todo el riesgo, dos rosas,
Como la llama a cubierto, mejilla contra
mejilla con quien la mato.
Versin de Jorge Riechmann
El molino /
Un ruido largo sale por el
techo golondrinas
siempre blancas agua
que salta, agua que brilla
el grano salta, el agua
muele
y el recinto donde el amor se
arriesga centellea y marca el
paso.
El juicio de
octubre /
Versin de Jorge Teiller
El refugio maltratado /
Siempre me ha gustado la proximidad, sobre un
camino de tierra, de un hilillo de agua cada del cielo
que viene y va persiguindose
a s mismo, y la tierna torpeza de la hierba mediana a la que una carga
de piedras detiene -igual que un revs oscuro pone fin al
pensamiento. Versin de Jorge Riechmann
En las alturas /
Espera an a que yo venga
A romper el fro que nos retiene.
Nube, en tu vida tan amenazada
como la ma. (Haba un precipicio en
nuestra casa.
Por eso hemos partido y nos hemos establecido aqu).
Gozo
/
Juego
mudo /
Con cunta ternura re la tierra cuando la nieve se despierta encima de ella!
Da tras da, yacente besada, llora y re.
El fuego que la evitaba se casa con ella apenas
desaparece la nieve. Versin de Jorge Riechmann
Hambre
roja /
Estabas
loca.
Qu lejos queda!
Moriste, con un dedo delante de
los labios, En noble movimiento,
Para atajar la efusin;
En el sol fro de un reparto verde.
Estabas tan hermosa que nadie se dio cuenta
de tu muerte. Ms tarde, era de noche, te
pusiste en camino conmigo.
Desnudez sin
desconfianza. Pechos
podridos por tu corazn.
A sus anchas en este mundo circunstancial,
Un hombre, que te hab+ia estrechado entre
sus brazos, Se sent a la mesa.
Gozo
/
Juego
mudo /bien, no
Estate
existes. Versin de
Jorge Riechmann
Con
dientes
los
Apres a la
vida
Sobre el cuchillo de mi
juventud. Con los labios
hoy,
Con
mis
solamente...
labios
Corta
advenediza,
La for de los
taludes, El dardo
de Orin
Ha
vuelto
aparecer.
La compaera del
cestero / Yo te
amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de tu
dominio que cercaba mi beso.
Hay quien se confa a una imaginacin redonda. A
m me basta ir. He trado de la desesperacin un
cestillo tan pequeo, amor mo, que ha sido posible
trenzarlo con mimbre.
La eternidad en Lourmarin /
A Jean-Paul
Samso
n
No subsiste lnea recta ni carretera iluminada hacia un ser que nos ha
dejado.
Dnde se aturde nuestro afecto? Un anillo de rbol tras otro, si se acerca
es para hundirse al punto. Su rostro a veces viene a apretarse contra el
nuestro, sin producir otra cosa que un relmpago helado. El da que
alargaba la dicha entre l y nosotros
no se halla en ningn sitio.
Todas las partes -casi excesivas- de una presencia se han dislocado de
golpe. Rutina de nuestra vigilancia... Sin embargo
ese ser suprimido persiste en algo rgido, desierto, esencial que en nosotros
hay, donde nuestros milenios juntos alcanzan exactamente el espesor de un
prpado cerrado.
Hemos cesado de hablar con el que amamos, y sin embargo no reina el
silencio. Qu es de l, entonces? Sabemos, o creemos saber. Pero solamente
cuando el pasado que significa se abre para darle paso. Aqu le tenemos a
nuestra altura, ms lejos,
por delante.
En el momento, de nuevo contenido, en que interrogamos a todo el peso del
enigma, sbitamente comienza el dolor,
el de compaero a compaero, que esta vez el
arquero no traspasa. Versin de Jorge Riechmann
La
libertad /
Vino por esta lnea blanca que puede significar la
salida del alba o la palmatoria del crepsculo.
Pas los arenales maquinales; pas las cimas destripadas.
Fin de la renunciacin de rostro cobarde, la santidad
de la mentira, el alcohol del verdugo.
Su verbo no fue un ciego ariete sino la tela donde se inscribi mi aliento.
Detrs de la ausencia, con pasos que no la extraviaron,
cisne sobre la herida, vino por esta lnea blanca.
La lujuria /
El guila ve como se borran gradualmente las huellas de la memoria helada
La extensin de la soledad hace apenas visible la presa que huye
A travs de cada una de las regiones
Donde uno mata donde a uno lo matan libremente
Presa insensible
Proyectada indistintamente
La rosa de roble /
Cada una de las letras que componen
tu nombre, oh Belleza, en el cuadro de
honor de los suplicios, desposa la llana
simplicidad del sol, se inscribe
en la frase gigante que cierra el cielo,
y se asocia al hombre encarnizado en
engaar a su destino con su contrario
indomable: la esperanza.
Las murallas y el ro /
No querra marcharme precedindote, semejante
a una hierba segada, a llamarte contra Thouzon
desierto y su corazn
no destruido.
Versin de Jorge Riechmann
Lied de la higuera /
Hel tanto que las ramas lechosas
Importunaron a la sierra, se rompieron en
las manos. la primavera no vio verdecer a
las graciosas.
La higuera pidi al amo del yacente
El arbusto de una fe
nueva. Pero la
oropndula, su profeta
-Su retorno calentaba al alba-,
Al posarse sobre aquel desastre
En vez de morir de hambre lo hizo
de amor. Versin de Jorge
Riechmann
Ni eterno ni temporal /
El trigo verde en una tierra que todava no ha
sudado, que no ha hecho ms que tiritar! A
distancia feliz de los soles precipitados
de los fines de la vida. Rasante bajo la larga noche. Saciado de agua
encima de su luminoso color. Como guardia y vitico dos puales
de cabecera: la alondra, el pjaro que se posa, el
cuervo, el espritu que se graba.
Versin de Jorge Riechmann
Redoble /
Sobre la mediana de la tarde, el bamboleo
intermitente, el malecn iluminado de una
drsena, y su rechazo del sueo.
El rostro de la muerte y las palabras del
amor: el tlamo
de una playa interminable con olas que lanzan a ella guijarros
-interminablemente. Y la lluvia atemorizada
haciendo puente, para no apaciguar.
Versin de Jorge Riechmann
Remanenci
a/
Qu te hace sufrir? Como si se despertara en la
casa sin ruido
el ascendiente de un rostro al que pareca haber fijado un agri0 espejo.
Como si, bajadas la alta lmpara y su resplandor
encima de un plato ciego, levantaras hacia tu garganta oprimida la mesa
antigua con sus frutos. Como si revivieras tus fugas
entre la bruma matinal al encuentro de la rebelin tan querida, que supo
socorrerte y alzarte mejor que cualquier ternura.
Como si condenases, mientras tu amor est dormido, el prtico soberano y el
camino que lleva a l.
Qu te
sufrir?
hace
Septentri
n/
He paseado a orillas de
la Folie. A las preguntas
de mi corazn, Si no las
planteaba,
Mi
compaera
ceda
-As de imaginativa es la
ausencia.
Y sus ojos decrecientes como el
Nilo violeta
Ralentur traveaux
*****
Bajo palabra
Hay llamas
Ms vistosas que las manos que hacen rodar las pesadillas
Sobre la memoria
Se llega al sol por encantamiento
El amor tiene un acentuado sabor a vidrio
Es el coral que surge del mar
Es el perfume desaparecido que vuelve al bosque
Es la transparencia que paga su deuda
Es siempre esa cabeza
De labios deliciosamente entreabiertos
De este lado del muro
Y del otro lado quizs en la punta de una pica
Ralentir traveaux
Versin de Aldo Pellegrini
ltimo escaln /
Almohada roja, almohada
negra, Sueo, con un seno
de costado, Entre la
estrella y el cuadrado
Yvonne /
La sed hospitalaria
Quin la oy nunca quejarse?
Nadie ms que ella hubiera podido beber las
cuarenta fatigas sin morir,
Esperar, muy adelantada, a quienes venan
despus; Desde el alba hasta el crepsculo
era su esfuerzo viril.
Quien ha excavado el pozo y sube el
agua yacente arriesga el corazn en la
separacin de sus manos.
Versin de Jorge Riechmann