Este documento presenta el libro "Miradas al mundo actual" de Paul Valéry. En las primeras oraciones, resume brevemente el contenido del libro, señalando que analiza las tendencias del mundo contemporáneo a través de una mirada intelectual que calibra el presente desde una perspectiva de largo plazo. Luego, destaca algunas de las ideas centrales de Valéry, como que el mundo se ha vuelto interconectado e interdependiente, las fronteras tradicionales se diluyen y la civilización y la técnica se mundializ
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Este documento presenta el libro "Miradas al mundo actual" de Paul Valéry. En las primeras oraciones, resume brevemente el contenido del libro, señalando que analiza las tendencias del mundo contemporáneo a través de una mirada intelectual que calibra el presente desde una perspectiva de largo plazo. Luego, destaca algunas de las ideas centrales de Valéry, como que el mundo se ha vuelto interconectado e interdependiente, las fronteras tradicionales se diluyen y la civilización y la técnica se mundializ
Este documento presenta el libro "Miradas al mundo actual" de Paul Valéry. En las primeras oraciones, resume brevemente el contenido del libro, señalando que analiza las tendencias del mundo contemporáneo a través de una mirada intelectual que calibra el presente desde una perspectiva de largo plazo. Luego, destaca algunas de las ideas centrales de Valéry, como que el mundo se ha vuelto interconectado e interdependiente, las fronteras tradicionales se diluyen y la civilización y la técnica se mundializ
Este documento presenta el libro "Miradas al mundo actual" de Paul Valéry. En las primeras oraciones, resume brevemente el contenido del libro, señalando que analiza las tendencias del mundo contemporáneo a través de una mirada intelectual que calibra el presente desde una perspectiva de largo plazo. Luego, destaca algunas de las ideas centrales de Valéry, como que el mundo se ha vuelto interconectado e interdependiente, las fronteras tradicionales se diluyen y la civilización y la técnica se mundializ
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crito al otro, sino como un ao vaco y
preado de esas posibilidades que tan bien
representan el triple cero. Desde luego, el 2 augura parejas, conjunciones y combina- ciones, pero los tres ceros (000) hacen pen- sar en un tnel y en un pozo, en una fami- lia de agujeros, en fin: en una cerradura. Cules, cmo, sern las llaves que abran los prximos aos? Ya estn entre nosotros, hay que reconocerlo, las siluetas de sus dientes: asomarse al futuro es lanzar Mira - das al mundo actual, para citar el ttulo con que Paul Valry titul, primero en 1931 y luego en 1938, sus reflexiones sobre la his- toria contempornea. Intentar definir la fisonoma, las tenden- cias de los tiempos que vienen, mirar el mundo de cierta manera, intensifica cier- 9 8 SOBRE MIRADAS SOBRE MIRADAS EL MUNDO ACTUAL DE PAUL VALRY Inicia con fanfarrias y fuegos de artificio, temor y temblor, el ao 2000 de la era cris- tiana. Entramos a esta gran piscina incg- nita con ansias futuristas y buscando signos, augurios en la novedad por venir de la mis- ma manera que antes el hombre se refera a la tradicin y al pasado. La memoria ha sido, al parecer, sustituida por la invencin. Pero el 2000 es un ao inexistente, una ci- fra hurfana pues si bien la aritmtica ms elemental avisa que es el ltimo ao del si- glo XX, la realidad comercial y cultural ati- zada por la presencia del nmero 2 nos precipita en el nuevo siglo y su milenio 2000 como seala Bern a rd Pivot 1 . Ade- ms, no por nada estn ah esos tres ceros alineados que dicen virtualidad y repre- sentan limbo. 2000, entonces, no slo apa- rece como un ao hurfano ni totalmen- te perteneciente a un siglo ni del todo ads- 1 Bernard Pivot: Une premire dans lhistoire du monde: une anne qui ne trouve pas sa place dans un sicle. Le Journal du Dimanche: Pars, Francia, 2 de enero de 2000, p. 16. MIRADAS AL MUNDO ACTUAL 1931 P R E S E N TACIN POR ADOLFO CASTA N Paul Valry 9 9 T textos recobrados tos rasgos de su ojo intelectual, calibra y supera el presente desde la Cuenta de la Larga Duracin: no ve el episodio sino su forma y slo mira el accidente en cuanto que va inscrito en la constelacin de un ci- clo. Es cierto que el texto de Paul Valry no es plenamente original, pues el XX ha sido un siglo consciente de la gran muta- cin tcnica que ya se dibujaba desde an- tes de su inicio. Buena parte de la cultura vigesimosecular ha sido, Diagnstico de nues- tro tiempo, prospectiva ms o menos infor- mada o aleatoria: estocstica, ensayo de fu- turologa, celestinaje proftico, cbala y albur de una manera tanto ms inslita cuanto ms o menos? fabulosa. Ya desde 1918 el autor de Variet reunin de ensa- yos y artculos afines a los recogidos en Mi - radas al mundo actual, haba empezado a hablar de la condicin mortal de las civili- zaciones, y la idea de la transformacin en verdad abismal que caracteriza a nuestro tiempo pasa por los diversos ensayos que Variedad recoge (Cf. La poltica del espritu, nuestro soberano bien, 1934) llega hasta Mi Fausto (Esbozos) escrita y publicada al final de su vida (1945): tan endiablada es la con- dicin del mundo contemporneo que Mefistfeles termina por aceptar el pacto que le propone Fausto: y que consiste en que el diablo debe conocer mejor el mundo que le espera si no quiere ver malbaratada su antigua dignidad. Las palabras preliminares a Miradas al mundo actual recalcan algunas de las ideas trabajadas por Paul Valry a lo largo del li- b ro. Subrayo algunas ideas rectoras: el mundo ha dejado de ser ilimitado, no hay nada ya por descubrir y ha desaparecido toda tierra incgnita, lo cual significa que la idea de la historia y de la poltica como un conjunto de procesos aislados y paralelos cede el sitio a la realidad de una historia donde los acontecimientos del pla- neta dependen cada vez ms entre s y son causa y efecto de un solo proceso mundial mayor. Al mismo tiempo, la velocidad, pro- fundidad y exactitud de las comunicacio- nes han modificado la idea de poder y va- lor de la propiedad y del territorio que, si bien eran decisivas en el horizonte de las historias autnomas y paralelas y siguen siendo determinantes en este nuevo orden donde el planeta es presa de una implosin comunicativa, lo son ahora mucho menos. El lugar que hasta hace poco ocupaban la propiedad y el territorio lo tienen ahora las relaciones, el entreveramiento e inteligen- cia de los espacios y territorios. La civiliza- cin y la tcnica se mundializan: no queda en el orden horizontal ningn territorio intacto. En lo vertical, la movilizacin inte- gral aadimos nosotros no es menos incisiva: todas las edades, las clases y for- mas sociales participan de esta transforma- cin que no excluye a los cuerpos nacidos o por nacer: la movilizacin de la mujer, del nio, la popularizacin de injertos y prtesis, el trfico de rganos, son signos de este proceso. Las fronteras tradicionales entre naturaleza y cultura se diluyen en las biotecnologas, cultivos transgnicos y ma- nipulaciones genticas. Ninguno de estos movimientos puede ser ajeno a la filosofa 1 0 0 T textos recobrados como lo prueba, por ejemplo, la informti- ca, el mundo de los ordenadores y compu- tadoras que reclama a gritos una reflexin. El texto de Paul Valry fue escrito antes de la aparicin de las diversas modalidades de la inteligencia artificial inventada por Turing y en consecuencia no toca toda las cuestiones apremiantes y complejas que este asunto suscita. Sin embargo el texto de Paul Valry puede sugerirnos algunas vas de reflexin para mirar nuestro pre- sente vertiginoso y sobre todo darn o s ejemplo de formas y actitudes que puede revestir un examen de conciencia a la hora de la transformacin de la conciencia, una poltica de la inteligencia en una poca en que las formas tradicionales de creacin y recreacin de la inteligencia se ven some- tidas a las pruebas de la transformacin y por eso mismo su identidad padece una crisis. Asombrosamente, las reflexiones del autor de M. Teste no han envejecido y las podra haber citado alguno de los redacto- res annimos de The Economist en el nme- ro extraordinario consagrado al Millenium. Si bien puede ser cierto que las civiliza- ciones son mortales, tambin lo es que so- breviven en el injerto y resucitan en el rap- to de que son objeto. A los ojos de Valry, Amrica en toda su extensin, suscita un horizonte consolador: Cada vez que mi pensamiento se hace demasiado negro, y que desespero de Eu- ropa, slo encuentro una esperanza pen- sando en el Nuevo Continente. Europa envi a las dos Amricas sus mensajes, las creaciones comunicables de su espritu, lo que de ms positivo ha descubierto y en suma, lo que resultaba menos alterable mediante el transporte y el distanciamien- to de las condiciones generales. Es una verdadera seleccin natural la que ah se ha operado y que extrado del espritu europeo sus productos de valor univer- sal No es posible que algunas reacciones i m p o rtantes se manifiesten un da [en Amrica] como consecuencia del contacto y de la penetracin de los factores euro- peos. No me asombrara, por ejemplo, que pudieran resultar combinaciones muy feli- ces de la accin de nuestras ideas estticas al insertarse en la poderosa naturaleza del arte autctono mexicano. 2 En fin, cabe decir que sta no es la pri- mera ni la ltima vez que se escribe en M- xico sobre Paul Valry. Es ineludible recor- dar el ensayo de Alfonso Reyes titulado Paul Valry contempla Amrica (Obras Completas, t. XI, p. 103), donde a propsito de las respuestas del poeta francs a una encuesta de la revista Sntesis, el autor de Visin de Anhuac adems de repasar algu- nas coincidencias con su propio discurso, esboza una vieta del autor de M. Teste: An la volubilidad y fluidez de su habla re- velan en l esta capacidad inmediata de pen- samiento: cuando habla (mientras fulguran los ojillos garzos desde donde Atenea, sin duda, nos acecha), se desliza sobre las pala- bras acuaplano o trineo acutico arras- trado por su velocidad mental. 2 Paul Valry: Regard sur le monde actuel, Oeuvres, t. II, Gallimard,, Pars, 1960, p. 990. i 1 0 1 Este breve volumen est dedicado primordialmente a quienes no tienen un sistema y no militan en partido alguno; a quienes por ello todava son libres de dudar de lo incierto y de no rechazar lo que no lo es. De hecho, son stos tan slo estudios de circunstancia. Tratan de 1895, de ayer, de hoy. Tienen ese rasgo en comn de ser ensayos, en el sentido ms ver- dadero del trmino. El lector no hallar ms que el propsito de precisar algu- nas ideas que forzoso es llamar polticas, si no fuera porque esta hermosa pala- bra, tan seductora y excitante para el espritu, despierta grandes escrpulos y grandes repugnancias en el autor. Slo quiso afinar las nociones que recibi de todos, o que se form con todos, y que a todos sirven para pensar en los gru- pos humanos, en sus relaciones recprocas y en sus mutuos malestares. Tratar de precisar estas materias no es, de seguro, asunto de los entendidos ni de quienes se ocupan de ello profesionalmente: he aqu pues un diletante. Ignoro por qu las empresas de Japn contra China y de los Estados Unidos contra Espaa ocurridas con poco tiempo de diferencia, me causaron en su mo- mento 1 una impresin particular. Fueron acaso conflictos muy circunscritos, en Traduccin de Luca Segovia del original francs publicado en el t. II de las Oeuvres de Paul Valry, Galli- mard, Paris, 1960, pginas 913-928. 1 (1895-1898) PA U L VA L E RY MI RA D AS AL M U N D O A C T U AL 1 9 3 1 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 101 1 0 2 T textos recobrados los que, se enfrentaron fuerzas de mediana importancia; y, en cuanto a m con- cierne, no tena motivo alguno para interesarme por aquellos hechos lejanos, a los que nada ni en mis ocupaciones ni en mis preocupaciones cotidianas me dispona a ser sensible. Sin embargo, resent estos acontecimientos pun- tuales no como accidentes o fenmenos limitados, sino como sntomas o pre- misas, como hechos significativos cuyo sentido rebasaba con mucho su impor- tancia intrnseca y su aparente alcance. Uno era el primer acto de fuerza de una nacin asitica reformada y equipada a la europea; el otro, el primer acto de fuerza de una nacin extrada y desarrollada a partir de Europa, contra otra na- cin europea. Un golpe que nos llega y de una direccin imprevista puede revelar, de pronto, una nueva sensacin existencial de nuestro cuerpo, mostrrnoslo como desconocido; no sabamos todo lo que ramos y sucede que esta sensacin bru- tal nos vuelve sensibles, por un efecto secundario, a una dimensin y a una figura inesperadas de nuestro mbito vivo. El golpe indirecto en el Extremo Oriente y el golpe directo en la Antillas me hicieron atisbar, de manera confu- sa, la existencia de un algo que estos acontecimientos podan alcanzar e in- quietar. Me sensibiliz las conjeturas que ataan una suerte de idea virtual de Europa de las cuales, hasta entonces no me senta portador. Nunca pens que verdaderamente existiera una Europa. Para m aquel nombre era acaso una expresin geogrfica. Slo por azar pensamos en las cir- cunstancias permanentes de nuestra vida; las advertimos cuando se alteran de pronto. Ms adelante, tendr la oportunidad de mostrar cun burda se vuelve nuestra concepcin de la historia, cun vana y a veces tan ingenua en sus clcu- los nuestra poltica, por esa inconsciencia de las condiciones ms simples y ms constantes de nuestra existencia y nuestros juicios. Lleva a los hombres ms grandes a concebir diseos que evalan por imitacin y relacionndolos a con- venciones cuya insuficiencia no ven. Tena, en aquel tiempo, la libertad de explorar las lagunas de mi espritu. Me dispuse a tratar de desarrollar mi sentimiento o mi idea infusa de Europa. Record lo poco que saba. Me hice preguntas, reabr y hoje libros. Cre que era necesario estudiar la historia, y hasta profundizarla, para hacer- me una idea exacta del da de hoy. Todas las cabezas preocupadas del maana 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 102 1 0 3 T textos recobrados de los pueblos lo saba se nutren de ella. Pero encontr slo una mezcla espantosa. Bajo el nombre de Historia de Europa, no hall sino una coleccin de crnicas paralelas que a veces se cruzaban. Ningn mtodo pareca prece- der la seleccin de los hechos, decidir su importancia, determinar claramen- te el objeto perseguido. Constat un nmero increble de hiptesis implcitas y de entidades mal definidas. Como la historia abarca la suma de acontecimientos o de estados que en el pasa - do fueron interpretados por un testigo, la seleccin, la clasificacin, la expresin de esos hechos conservados para nosotros, no nos son impuestas por la naturaleza de las cosas; y aunque deberan resultar de un anlisis y de decisiones explci- tas, casi siempre son relegadas a hbitos y formas tradicionales de pensar o de hablar cuyo carcter accidental o arbitrario no sospechamos. Sin embargo, sabemos que en todas las ramas del conocimiento se logra un progreso decisi- vo cuando nociones especiales derivadas de la consideracin precisa de los objetos mismos del saber y elaboradas para vincular directamente la observa- cin a la operacin del pensamiento y de sta a nuestros poderes de accin sustituyen el lenguaje ordinario, medio de primer aproximacin que nos brin- da la educacin y el uso. Ese momento capital de definiciones y convenciones claras y especiales que sustituyen los significados de origen confuso y estads- tico, an no ha llegado para la historia. En suma, aquellos libros donde busqu lo que requera para apreciar el sin- gular efecto que algunas noticias me produjeron, apenas me brindaron un des- orden de imgenes, smbolos y tesis del que poda deducir lo que quisiera mas no lo que requera. Resumiendo mis impresiones, una parte de las obras hist- ricas me dije se aplican y se reducen a colorear unas pocas escenas, en el entendido de que estas imgenes deben colocarse en el pasado. Esta conven- cin ha generado siempre libros hermosos y entre stos, no hay por qu distin- guir (ya que se trata slo del placer o de la excitacin que procuran) los escri- tos por testigos reales de los que fueron escritos por testigos imaginarios. Estas obras pueden ser de una verdad irresistible: semejan aquellos retratos cuyos modelos son polvo desde hace siglos y que, sin embargo, hacen que nos asom- bremos ante el parecido. Nada, en sus efectos inmediatos sobre el lector, per- mite distinguir, bajo la relacin de lo autntico, entre las pinturas de Tcito, 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 103 1 0 4 T textos recobrados de Michelet, de Shakespeare, de Saint-Simon o de Balzac. Podemos a volun- tad considerarlos a todos inventores o relatores. Los prestigios del arte de escribir nos transportan ficticiamente a las pocas que les plazcan. Es por ello que, en- tre el cuento puro y el libro de historia pura, existen todas las gradaciones, to- dos los matices: novelas histricas, biografas noveladas, etc. Sabemos adems que en la historia misma aparece a veces lo sobrenatural. Interviene entonces la personalidad del lector, por que su sentimiento admitir o rechazar ciertos hechos, decidir qu es historia y qu no lo es. Otra categora de historiadores elabora tratados tan bien razonados, tan sa- gaces, tan ricos en juicios profundos sobre el hombre y sobre la evolucin de los asuntos, que es imposible concebir que las cosas pudieron gestarse y desa- rrollarse de otro modo. Tales trabajos son maravillas del espritu. Sucede que nada de ello pasa a la literatura y a la filosofa; pero debemos estar prevenidos de que las afecciones y los colores con los que nos seducen y divierten los primeros, la causalidad ad- mirable de la que los segundos nos convencen, dependen esencialmente de los talentos del escritor y de la resistencia crtica del lector. No quedara ms que disfrutar de estos hermosos frutos del arte histrico sin que mediara objecin alguna contra su uso, si no fuera por que la poltica se encuentra bajo su influencia. El pasado, ms o menos fantstico, o ms o menos organizado a posteriori, acta sobre el futuro con una fuerza comparable a la del propio presente. Los sentimientos y las ambiciones se alebrestan con recuerdos de lecturas, con recuerdos de recuerdos, en lugar de resultar de per- cepciones y datos actuales. El carcter real de la historia est en participar de la historia misma. La idea del pasado slo cobra sentido y constituye un valor para quien encuentra en s una pasin por el porvenir. El porvenir, por defini- cin, carece de forma. La historia brinda los medios para pensarlo. Elabora pa- ra la imaginacin un cuadro de situaciones y de catstrofes, una galera de an- tepasados, un formulario de actas, de expresiones, de actitudes, de decisiones ofrendadas a nuestra inestabilidad y a nuestra incertidumbre, para ayudarnos a ser en el porvenir. Si apurados por circunstancias urgentes o penosas un hom- bre o una asamblea se ven obligados a actuar, su deliberacin antes que ponde- rar el estado actual de las cosas en tanto que no se ha presentado hasta ahora 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 104 1 0 5 T textos recobrados optar por consultar recuerdos imaginarios. Obedeciendo a una ley de la mni- ma accin llammosla as opuesto a crear, a responder a la originalidad de las circunstancias con la invencin, el pensamiento titubeante tender hacia el automatismo, recurrir a los precedentes y se dedicar al espritu histrico que antes que nada lo llevar a recordar, y as podr decidir sobre un caso comple- tamente nuevo. La historia alimenta la historia. Es probable que Luis XVI no hubiera muerto en la guillotina sin el ejemplo de Carlos I, y que Bonaparte, si no hubiera reflexionado en la metamorfosis de la Repblica romana en un imperio basado en el podero militar, no se hubiese hecho emperador. Era un apasionado pero diletante lector de obras histricas; toda su vida so con Anbal, con Csar, con Alejandro y Federico; y este hom- bre hecho para crear, que se encontr con la posibilidad de reconstruir una Europa poltica que el estado de los espritus, al cabo de tres siglos de des- cubrimientos, y al salir de los cambios revolucionarios, haca posible organizar, se perdi en las perspectivas del pasado y en las ilusiones de las grandezas muertas. Declin en cuanto dej de sorprender. Se arruin al volverse seme- jante a sus adversarios, al adorar a sus dolos, imitando con toda su fuerza lo que haca su flaqueza y sustituyendo a su visin propia y directa de las cosas, la ilusin del decorado de la poltica histrica. En el Congreso de Berln, dominado por aquel espritu histrico que con- fundi con un espritu realista, Bismarck no quiso considerar a Europa, se des- interes de frica, us su genialidad, su prestigio, que lo hacan dueo del instante, nicamente para enredar las potencias en intereses coloniales que las enfrentaran y mantendran como rivales, celosamente divididas; no vio cuan prxima estaba la hora en que Alemania ansiara con pasin lo que otras nacio- nes se repartieron a instancias suyas, y que las unira contra ella, que lleg de- masiado tarde. Pens en el maana, aunque no en un maana que nunca se hubiere presentado. A esta exageracin de los papeles en los recuerdos del otro, ms o menos exactos, ms o menos significativos, corresponde a una ausencia o una insufi- ciencia de mtodo en la eleccin, la clasificacin, la determinacin de valores de las cosas registradas. En especial, la historia no parece tener en cuenta la es- cala de los fenmenos que representa. Omite sealar las relaciones que deben 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 105 1 0 6 T textos recobrados existir necesariamente entre la figura y el tamao de los acontecimientos o de la situacin que reporta; sin embargo, los nmeros y los tamaos son elemen- tos esenciales de descripcin. No se preocupa de problemas de similitud. Es este uno de los motivos que hace tan falaz el uso poltico de la historia. Lo que fue posible en la escala de una ciudad de la Antigedad, no lo es en las dimen- siones de una gran nacin; lo que fue cierto en la Europa de 1870, no lo es cuando los intereses y los vnculos se extienden por toda la tierra. Las nocio- nes mismas que usamos para pensar en los objetos polticos y para discurrir, que a pesar del cambio prodigioso en el orden del tamao y del nmero de relaciones han permanecido invariables, se han vuelto insensiblemente enga- osas o incmodas. La palabra pueblo, por ejemplo, tuvo un sentido preciso cuando se poda reunir a todos los habitantes de una ciudad alrededor de un montculo, en un Campo de Marte. El crecimiento del nmero, empero, la transicin al orden de los miles de millones, transform esta palabra en un tr- mino monstruoso cuyo sentido depende de la oracin donde aparece, de modo que significa a veces la totalidad indistinta y nunca presente en ninguna parte, a veces el mayor nmero, en oposicin al nmero restringido de individuos ms acaudalados o ms cultos... La misma observacin es aplicable a las duraciones. Nada tan fcil como constatar en los libros de historia la ausencia de fenmenos considerables que la lentitud de su produccin hace imperceptibles. Escapan al historiador por- que ningn documento los menciona expresamente. Slo un sistema preesta- blecido de preguntas y de definiciones previas, an sin concebir, podra adver- tirlos y tomarlos en cuenta. Un acontecimiento que se dibuja a lo largo de un siglo no aparece en ningn diploma, en ningn volumen de memorias. As, el inmenso y singular papel de la ciudad de Pars en la vida de Francia a partir de la Revolucin. As, el descubrimiento de la electricidad y la conquista de la tierra mediante sus aplicaciones. Estos acontecimientos sin igual en la historia humana, aparecen, cuando lo hacen, menos acentuados que tal asunto ms escnico, y sobre todo ms conforme a lo que la historia tradicional acostumbra a relatar. La electricidad, en tiempos de Napolen, tena aproximadamente la importancia que se le poda dar al cristianismo en tiempos de Tiberio. Poco a poco se ha hecho evidente que esta enervacin general del mundo es rica en 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 106 1 0 7 T textos recobrados consecuencias, susceptible de alterar la vida inmediata de todos los eventos polticos acaecidos desde Amperio hasta nosotros. Con estos propsitos vemos en qu grado tradiciones y convenciones in- conscientes dominan nuestro pensamiento histrico, cun poco se ha visto influido este por el trabajo general de revisin y de reorganizacin producido en todos los mbitos del conocimiento en los tiempos modernos. Sin duda, la crtica histrica ha logrado grandes progresos, pero en general su papel se limi- ta a discutir hechos y a establecer su probabilidad, sin preocuparse de su cali- dad. Los acoge y a su vez los expresa en trminos tradicionales, que implican ellos tambin toda una formacin histrica de conceptos, con lo cual se inmis- cuye en la historia el desorden inicial proveniente de una infinidad de puntos de vista y de observadores. Todo captulo de historia contiene un cierto nme- ro de datos subjetivos y de constantes arbitrarias. El problema del historia- dor sigue indefinido en cuanto no se conforma con establecer o refutar la exis- tencia de un hecho interpretado por un testigo. La nocin de acontecimiento, sin duda fundamental, no ha sido tal parece recuperada y repensada con acierto, y esto explica por qu no se han sealado ni apreciado debidamente relaciones de primer orden, como lo mostrar ms adelante. Mientras que en las ciencias de la naturaleza, las muchas investigaciones que vienen hacindo- se desde hace tres siglos, permitieron reconstruir un modo de ver, sustituyeron la visin y la clasificacin ingenua de los objetos por sistemas de conceptos es- pecialmente elaborados, en el orden histrico-poltico todava permanecemos en un estado de consideracin pasiva y de observacin desordenada. El mismo individuo que aborda la fsica o la biologa con instrumentos mentales compa- rables a instrumentos de precisin, aborda la poltica con trminos impuros, nociones variables, metforas ilusorias. La imagen del mundo, como se forma y acta en las mentes polticas de diversos gneros y de diferentes grados, dista de ser una representacin satisfactoria y metdica del momento. Desengaado de la historia, me dediqu a pensar en la extraa condicin en que nos hallamos casi todos, simples individuos de buena fe y de buena vo- luntad, comprometidos desde que nacemos en un drama poltico-histrico inextricable. Nadie entre nosotros lograra integrar, reconstituir una necesidad del universo poltico en que se halla, recurriendo a observaciones provenientes 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 107 1 0 8 T textos recobrados de su experiencia. Los ms instruidos, los mejor ubicados pueden incluso de- cirse, al invocar lo que saben, al compararlo con lo observado, que este saber slo los lleva a confundir el problema poltico inmediato cuyo fin consiste en determinar los nexos de un hombre con la masa de hombres con los que no est en con - tacto. Quien sea sincero consigo mismo y deteste especular sobre objetos ca- rentes de un vnculo racional con su propia experiencia, entrar, en cuanto abra el peridico, en un mundo metafsico desordenado. Lo que lea, lo que oiga, re- basar extraamente lo que constate o pueda constatar. Si se resumiera su im- presin, pensara: No hay poltica sin mitos... Luego de cerrar todos los libros escritos en ese lenguaje de convenciones sin duda inciertas para quienes las empleaban, abr un atlas y hoje distrada- mente este lbum de figuras del mundo. Mir y pens. Pens primero en el grado de precisin de los mapas que tena bajo los ojos. Hall en ellos un ejem- plo llano de lo que hace sesenta aos llambamos progreso. Un portulano de en- tonces, un mapa del siglo XVI, y uno moderno, marcan ntidamente las etapas, me dije... El ojo del nio se abre por vez primera a un caos de luces y sombras, gira y se orienta a cada instante en un conjunto de irregularidades luminosas; pero todava nada hay en comn entre estas regiones lumnicas y las dems sensa- ciones de su cuerpo. Sus limitados pequeos movimientos corporales le impo- nen, por otra parte, un desorden de impresiones completamente distinto; toca, jala, aprieta. En su ser, se va afinando el sentimiento total de su propia forma. Por instantes definidos y progresivos, este conocimiento se organiza. El edifi- cio de las relaciones y de las previsiones surge de los contrastes y de las secuen- cias. El ojo, el tacto y los actos se coordinan en un cuadro con varias entradas que forma su mundo sensible y, por fin acontecimiento capital sucede que cierto sistema de correspondencias es necesario y suficiente para ajustar una a una todas las sensaciones coloreadas a todas las sensaciones de la piel y de los msculos. Mientras, las fuerzas del nio crecen y la realidad se construye como una figura de equilibrio donde se ordenan la diversidad de las impresiones y las consecuencias de los movimientos. La especie humana se comport como la criatura que vive el hecho cuan- do se anima y desarrolla en un medio, explorndolo palmo a palmo y reunien- 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 108 1 0 9 T textos recobrados do a tientas y por ensayos sucesivos, sus propiedades y dimensiones. La espe- cie reconoci lenta e irregularmente la superficie de la tierra. Visit y represen- t con creciente precisin sus partes, sospech y confirm su sellada convexi- dad, evalu, explot los recursos y las reservas utilizables de la delgada capa que contiene la vida entera... Mayor nitidez y precisin, mayor potencia; son stos los hechos esenciales de la historia de los tiempos modernos. Los encuentro esenciales porque tienden a modificar al hombre mismo, y modificar la vida, sus formas de conservacin, de difusin y de relacin, se me antoja el rasero para medir la importancia de los hechos que deben ser retenidos y meditados. Esta consideracin transfor- ma los juicios sobre la historia y sobre la poltica, pone de relieve desproporcio- nes y lagunas, presencias y ausencias arbitrarias. En este punto de mis reflexiones, me pareci que toda la aventura del hombre hasta nuestros das deba dividirse en dos fases distintas: la primera, comparable al periodo de estos tanteos desordenados, de estos avances y retro- cesos en un medio informe, de estos destellos y de estos impulsos en lo ilimita- do, es la historia del nio en el caos de sus primeras experiencias. Pero cierto orden se instala, comienza una nueva era. Las acciones en un medio finito, bien determinado, ntidamente delimitado, rica y potentemente vinculado, no tienen las mismas caractersticas ni las mismas consecuencias que tuvieron en un mundo informe y definido. Observemos sin embargo que estos periodos no se distinguen claramente de los hechos. Una fraccin del gnero humano vive ya en las condiciones de la segunda fase, el resto an se mueve en la primera. Esta desigualdad genera una parte considerable de las complicaciones actuales. Considerando mi poca en conjunto y tomando en cuenta anotaciones an- teriores, me esforc por distinguir slo las circunstancias ms sencillas y ms generales, que al mismo tiempo pueden ser consideradas nuevas. Constat entonces un acontecimiento considerable, un hecho de primer or- den, cuya propia magnitud, evidencia, novedad, o mejor dicho, esencial singu- laridad, hicieron imperceptible a nosotros, sus contemporneos. Toda la tierra habitable ha sido hoy da explorada, censada, dividida entre las naciones. Concluy la era de los terrenos baldos, de los territorios libres, de 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 109 1 1 0 T textos recobrados los lugares sin dueo, la era de la libre expansin. No hay roca que no lleve bandera, no hay vacos en los mapas, ni regiones libres de aduanas y de leyes, no hay tribu cuyos asuntos no generen algn expediente y que no dependa por algn maleficio de la escritura de diversos humanistas en sus oficinas distan- tes. Empieza el tiempo del mundo finito. Prosiguen el censo general de recursos, la estadstica de mano de obra, el desarrollo de rganos de relacin. Qu puede ser ms extraordinario y ms importante que este inventario, esta distri- bucin y concatenacin de las partes del globo? Sus efectos son ya inmensos. Una solidaridad completamente nueva, excesiva e instantnea, entre las regio- nes y los acontecimientos es la consecuencia muy notoria ya de este hecho ma- yor. Ahora debemos subordinar todos los fenmenos polticos a esta reciente condicin universal; cada uno representando una obediencia o una resistencia a los efectos de esta limitacin definitiva y de esta dependencia cada vez ms estrecha de las acciones humanas. Las costumbres, las ambiciones, los afectos contrados durante el curso de la historia anterior no han dejado de existir, pero insensiblemente transportados a un medio de estructuras muy diferentes, pierden su sentido y se vuelven motivo de esfuerzos infructuosos y de errores. Concluido el reconocimiento total del campo de la vida humana, sucede a este periodo de prospectiva un periodo de relacin. Las partes de un mundo fi- nito y conocido se vinculan necesariamente cada vez ms las unas con las otras. Empero, toda poltica, hasta ahora, ha especulado sobre el aislamiento de los acontecimientos. La historia estaba hecha de acontecimientos localizables. Cada perturbacin producida en un punto del globo se desarrollaba como en un medio ilimitado; sus efectos eran nulos a una distancia suficientemente gran- de: todo transcurra en Tokio como si Berln estuviera en el infinito. Era en- tonces posible, inclusive razonable, prever, calcular o emprender. Haba lugar en el mundo para una o ms polticas de importancia puntualmente definidas y supervisadas. Este tiempo llega a su fin. Ahora toda accin repercute por doquier en can- tidad de intereses imprevistos, genera un tren de acontecimientos inmediatos, un desorden de resonancia en un recinto cerrado. Los efectos de los efectos, que eran antes imperceptibles o insignificantes en relacin con la duracin de la vida humana y al mbito de accin del poder humano, se perciben casi de in- 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 110 1 1 1 T textos recobrados mediato a cualquier distancia, vuelven enseguida a sus causas, y se amortiguan slo en lo imprevisto. La espera del calculador termina siempre burlada, y lo es en cuestin de meses o de aos. En semanas, circunstancias muy remotas transforman al amigo en enemi- go, la victoria en derrota. Ningn razonamiento econmico es posible. Los ms expertos se equivocan; reina la paradoja. No hay prudencia, sabidura, ni genio que esta complejidad no ponga en falta, porque no hay duracin, continuidad, ni causalidad reconocibles en este universo de relaciones y contactos multiplicados. Prudencia, sabidura, geniali- dad se identifican acaso por cierta hilacin de felices sucesos; cuando lo acci- dental y el desorden dominan, el juego sabio o inspirado no se distingue de un juego de azar; hasta los ms dotados se confunden. Por ello, la nueva poltica es a la antigua lo que los breves clculos de un agiotista, las sacudidas nerviosas de la especulacin en la plaza del mercado, sus bruscas oscilaciones, sus reveses, sus inestables prdidas y ganancias son a la antigua economa del padre de familia, a la atenta y pausada agregacin de los patrimonios... Los designios largamente acompaados, los pensamientos profundos de un Maquiavelo o de un Richelieu tendran hoy la consistencia de un buen consejo en la Bolsa. Este mundo limitado, y donde el nmero de conexiones entre las partes no deja de crecer, es tambin un mundo cada vez ms equipado. Europa fund la ciencia, sta transform la vida y multiplic la potencia de quienes la posean, pero por su naturaleza misma result ser esencialmente transmisible; se re- suelve necesariamente en mtodos y en recetas universales. Los medios que les da a unos, otros pueden adquirirlos. Y eso no es todo. Estos medios multiplican la produccin, y no slo en can- tidad. A los objetos tradicionales del comercio se suma una multitud de obje- tos nuevos que se desean y necesitan por contagio o imitacin. Pronto se exige de los conocimientos necesarios para volverse aficionados y compradores de estas novedades. Entre ellas, las armas ms recientes. Como stas se usan con- tra ellos, se ven obligados por aadidura a adquirirla. No les cuesta ningn tra- bajo; se pelean por surtrselas; se arrebatan la ventaja de prestarles el dinero con el que pagarn. 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 111 1 1 2 T textos recobrados Se desvanece rpidamente la artificial desigualdad de fuerzas en que se fund durante tres siglos el predominio europeo. Reaparece la desigualdad fundada sobre las caractersticas estadsticas en bruto. Asia es casi cuatro veces ms vasta que Europa. La superficie del continen- te americano es ligeramente inferior a la de Asia. La sola poblacin de China es al menos igual a la de Europa; la de Japn, superior a la de Alemania. Sin embargo, dominando y descalificando la poltica europea universaliza- da, la poltica europea local llev a los europeos a colaborar en la exportacin de los procesos y de la maquinaria que hacan de Europa la soberana del mundo. Los europeos se pelearon el privilegio de abrirle los ojos, instruir y armar a pueblos inmensos, que inmovilizados en sus tradiciones, slo pedan quedarse como estaban. As como la difusin de la cultura en un pueblo vuelve imposible la conser- vacin de las castas y as como las posibilidades de enriquecimiento rpido de cualquiera por el comercio y la industria han vuelto ilusoria y caduca toda je- rarqua social estable, lo mismo suceder con la desigualdad basada en el poder tcnico. En toda la historia nunca habr peor tontera que la competencia europea en materia poltica y econmica, comparada, combinada y confrontada con la unidad y la alianza europeas en materia cientfica. Mientras los esfuerzos de las mejores mentes de Europa constituan un capital inmenso de saber utilizable, perduraba la ingenua tradicin de la poltica histrica de envidia y pensamien- tos procelosos. Este espritu de pequeos europeos entregaba, en una suerte de traicin a quienes pensaba dominar, los mtodos y los instrumentos del poder. La lucha por concesiones o por prstamos, por introducir maquinaria o tcni- cos, por crear escuelas o arsenales, lucha que no hace ms que transportar a gran distancia las disensiones occidentales, contiene fatalmente el retorno de Europa al segundo rango que sus dimensiones le asignan, y del que la saca- ron los trabajos y los intercambios internos de su espritu. Europa no habr te- nido la poltica de su pensamiento. Es intil representarse acontecimientos violentos, guerras gigantescas, in- tervenciones a la Temudzhin, como consecuencias de esta conducta pueril y desordenada. Basta imaginar lo peor. Consideren qu ser de Europa cuando 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 112 1 1 3 T textos recobrados existan en Asia, gracias a sus esfuerzos, dos docenas de Creusot o de Essen, de Manchester o de Roubaix, cuando el acero, la seda, el papel, los productos qu- micos, las telas, la cermica y lo dems se produzcan ah en cantidades aplas- tantes, a precios invencibles, por una poblacin que es la ms sobria y nume- rosa del mundo, y cuyo crecimiento favorece la introduccin de prcticas de higiene. Estas fueron mis muy sencillas reflexiones ante el atlas, cuando los dos conflictos que mencion y tambin la oportunidad de la somera revisin que hice entonces sobre el desarrollo metdico de Alemania, suscitaron estas inte- rrogantes. Los grandes sucesos ocurridos desde entonces no me han llevado a modifi- car estas ideas elementales que slo dependen de constataciones muy fciles y casi puramente cuantitativas. La Crisis del espritu, que escrib despus de la paz, contiene tan solo el desarrollo de mis reflexiones hace ms de veinte aos. El resultado inmediato de la gran guerra fue lo que tena que ser: no hizo ms que acusar y precipitar el movimiento de decadencia de Europa. Todas estas grandes naciones simultneamente debilitadas, las flagrantes contradicciones internas de sus principios, el recurso desesperado de ambos partidos a los no- europeos, comparable al recurso del extranjero que se observa en las guerras civiles, la recproca destruccin del prestigio de las naciones occidentales me- diante la lucha de propaganda, sin mencionar la difusin acelerada de mtodos y medios militares ni el exterminio de las lites: tales fueron las consecuencias para la condicin de Europa en el mundo de esta crisis que gest largamente un sinfn de ilusiones y que deja tras de s tantos problemas, enigmas y temo- res, una situacin ms incierta, los espritus ms confundidos, un porvenir ms tenebroso que lo era en 1913. Exista entonces en Europa un equilibrio de fuerzas; pero la paz de hoy slo deja pensar en una suerte de equilibrio de fla- quezas, necesariamente ms inestable. i 08. TEXTOS 2 28/6/01 10:07 Page 113