Geografía del mito y la leyenda chilenos
Por Oreste Plath
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Geografía del mito y la leyenda chilenos - Oreste Plath
Primera edición,
FCE
Chile, noviembre 2008
Octava reimpresión,
FCE
Chile, diciembre 2020
Plath, Oreste
Geografía del mito y la leyenda chilenos / Oreste Plath ; ed.
corregida y anotada por Karen Plath Müller Turina ; ilus. de AJíCOLOR. – Santiago de Chile :
FCE
, 2008
342 p. : ilus. ; 23 × 17 cm – (Colec. Biblioteca Chilena)
ISBN 975-956-289-068-7
ISBN digital: 978-956-289-269-8
1. Chile – Mitos y leyendas 2. Folklore – Chile 3. Chile – Vida social y costumbres I. Plath Müller Turina, Karen, ed. II. AJíCOLOR, il. III. Ser. IV. t.
LC GR118.C5 Dewey 398.2 P625g
Distribución mundial para lengua española
© Karen Plath Müller Turina
Segunda edición, Grijalbo, mayo 1995 (siguientes noviembre 1995, diciembre 1996, noviembre 1997, septiembre 1999, junio 2000 (Biblioteca Oreste Plath N° 2), julio 2001, octubre 2003, mayo 2007, junio 2008 Random House Mondadori S.A.).
Primera edición, Nascimento, 1973 (siguiente 1983).
D.R. © 2020, Fondo de Cultura Económica Chile S.A.
Av. Paseo Bulnes 152, Santiago, Chile
www.fondodeculturaeconomica.cl
Comentarios: [email protected]
Teléfono: (562) 2594 4132
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Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México
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Registro de Propiedad Intelectual Nº 174663
Coordinación editorial: Fondo de Cultura Económica Chile S.A.
Diseño de colección y portada: AJíCOLOR
Foto solapa: Juan Domingo Marinello
Ilustraciones: AJíCOLOR
Diagramación: AJíCOLOR
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra –incluido el diseño tipográfico y de portada–, sea cual fuera el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito de los editores.
ISBN 978-956-289-068-7
ISBN digital: 978-956-289-269-8
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
ÍNDICE
RETABLO DE LO FABULOSO
MITOS Y LEYENDAS
PROVINCIA DE TARAPACÁ
PROVINCIA DE ANTOFAGASTA
PROVINCIA DE ATACAMA
PROVINCIA DE COQUIMBO
PROVINCIA DE ACONCAGUA
PROVINCIA DE VALPARAÍSO
ISLA DE PASCUA
PROVINCIA DE SANTIAGO
PROVINCIA DE O’HIGGINS
PROVINCIA DE COLCHAGUA
PROVINCIA DE CURICÓ
PROVINCIA DE TALCA
PROVINCIA DE MAULE
PROVINCIA DE LINARES
PROVINCIA DE ÑUBLE
PROVINCIA DE CONCEPCIÓN
PROVINCIA DE ARAUCO
PROVINCIA DE BÍO-BÍO
PROVINCIA DE MALLECO
PROVINCIA DE CAUTÍN
PROVINCIA DE VALDIVIA
PROVINCIA DE OSORNO
PROVINCIA DE LLANQUIHUE
MITOLOGÍA ARAUCANA
PROVINCIA DE CHILOÉ
PROVINCIA DE AISÉN
PROVINCIA DE MAGALLANES
MITOS FUEGUINOS
ANTÁRTICA
BIBLIOGRAFÍA DE AUTORES POR PROVINCIA
ÍNDICE GENERAL
RETABLO DE LO FABULOSO
Sabemos que los mitos pertenecen a una época en que la inteligencia del hombre primitivo no era apta para desentrañar la explicación de los fenómenos que en torno suyo se desarrollaban.
El mito no es, pues, más que una explicación de la causa o del origen imaginado de tal o cual ser, cosa, fenómeno o hecho.
El hombre mitológico sintió que el mundo vivía. Pero no interpretó esa vida como nosotros.
Los fenómenos de la naturaleza que se presentaban no eran el resultado de una ley natural, sino actos de personajes divinos, o al menos sobrehumanos, de poderes buenos o malos.
Era el tiempo de la fantasía, de la expresión poética, de las impresiones producidas por los fenómenos de la naturaleza en la sensibilidad virgen de los hombres primitivos.
El mito entrega el conocimiento de la vida del hombre antiguo y la interpretación de su pensamiento y de sus acciones. Es una clave que permite reconstruir, trozo a trozo, el tiempo sin escritura. El dato mitológico pasa a ser el auxilio para muchas disciplinas humanísticas y científicas que exploran el origen, el ambiente y el quehacer natural e intelectual del hombre.
Por estas razones, merece igual respeto la relativa inexactitud de un texto mitológico que la exactitud relativa de un texto histórico.
La leyenda responde a los estímulos de la naturaleza circundante, tiene implicaciones de variadas índoles, logra variantes, matices diferentes conforme al medio. Puede tener una razón, una verdad y decir relación con la geografía, con un hecho histórico, con un acontecimiento que repetido y exagerado integra el acervo folclórico, conformando el leyendario.
En la leyenda se está a corta o mucha distancia de las fuentes, pero la imaginación popular teje la aventura y la desventura. La imaginación avasalla y colorea la realidad.
En esta geografía se han ordenado mitos pascuenses de la isla chilena etnoarqueológica que proporcionan una gravitación polinésica; mapuches que dan a conocer la genealogía de sus deidades, con la explicación de los atributos peculiares de cada uno de ellos; los chilotes con personificaciones constituidas con elementos que dicen relación con salud, enfermedad, muerte y animales que conforman un bestiario fantástico; y la cosmogonía de la cultura patagónica con sus espíritus del mal y del bien, con sus sueños y presagios, con sus genios poderosos que maniobran a su arbitrio a los hombres y los elementos naturales.
Las leyendas se presentan por su vigencia en cada provincia, aunque a veces algunas tienen figuración en otro territorio provincial, pero la mayoría tiene acción localizada.
En otras ocasiones, también, se registran más de una variante para no romper la secuencia temática.
No se desaprovecharon sucesos nacionales, acontecimientos de gran contenido social, lo mismo que personajes que no han entrado a la historia, pero que el pueblo los elevó a la categoría de figuras legendarias, como bandidos justicieros, que robaban a los ricos para ayudar a los pobres.
Mucho de este material fue recogido de viva voz por el autor, numerosas versiones fueron entregadas por escritores y otras fueron tomadas de publicaciones.
El autor deja especial constancia de su profundo reconocimiento a las personas de cuyos labios recogió versiones, lo mismo agradece a los escritores que le permitieron reproducir las suyas y a los que cogió sin su autorización, ya que todos ellos hicieron posible este Retablo de lo Fabuloso.
¡JURASI! ¡JURASI!
Una ñusta o princesa gobernaba la región en años remotos.
Tuvo la suerte de no envejecer nunca, porque le fue revelado el poder misterioso de ese manantial de la montaña, cuyas aguas discurrían sin cauce, agradablemente temperadas.
La princesa enterró a numerosos maridos que se hacían viejos a su lado, mientras ella mantenía una envidiable juventud.
Como era de buen corazón, cuidó a un niño sin hogar y lo educó con el mayor esmero. Creció fuerte y gallardo y, ya mozo, se enamoró de él y se desposaron.
Como notara el joven que su consorte no aumentaba en años, y en cambio él ya le estaba superando la edad, se puso receloso y trató de averiguar la causa de tan prolongada lozanía. Descubrió sus furtivas escapadas a la fuente y dedujo que, dado el secreto con que procedía, debía existir en ella algún poder.
A su vez usó de esas aguas y consiguió disfrutar los dones de la edad juvenil sin menoscabo físico ni incertidumbre del mañana.
No se escapó a la ñusta la influencia del hechizo vital en su compañero, y sus sospechas la condujeron a espiarlo hasta que lo encontró sumergido en las tibias aguas.
Ciega de indignación se puso a gritar: ¡Jurasi! ¡Jurasi!, que quiere decir: ¡Hirviente! ¡Hirviente!, logrando que las aguas se caldearan hasta producir vapor, característica que todavía subsiste y que ocasionó al infeliz marido la muerte más dolorosa.
Ya la princesa no pudo bañarse más y se marchitó casi de golpe su inexplicable juventud.
Versión de Luis Urzúa Urzúa
LA NIÑA DE MIS OJOS
Una princesa incaica que comenzó a enceguecer fue traída a una laguna enclavada entre los cordones cordilleranos que bajan por los Andes hasta la Pampa del Tamarugal, a tres mil metros, donde se sumergió en sus aguas por varias veces; al poco, notó que recuperaba la vista. Los descendientes del Inca llamaron al lugar Mamiña, que quiere decir, la niña de mis ojos.
Y Mamiña, durante años, vio llegar caravanas incaicas con el propósito exclusivo de encontrar alivio y remedio en sus aguas.
Versión de Oreste Plath
POR QUÉ EL TACORA SE APAGÓ
Las aguas del mar de Arica eran las predilectas de uno de los incas más famosos del Perú. Todos los años bajaba a la playa rodeado de un séquito cortesano, celebrándose con tal motivo fiestas interminables. Las mujeres más hermosas y divinas se deleitaban en las tranquilas y tibias aguas del puerto, y eran tan bellas, que las sirenas les tenían envidia y celos. Seres marinos acudían también a admirar corte tan vistosa y feliz. Mas en una de aquellas noches de orgía y locura, sirenas y caballos marinos formaron tal alboroto con las olas, que crecieron y se extendieron en tal forma que arrasaron con incas, doncellas y cautivas. Desde entonces el Tacora apagó sus fuegos. Miles de aves aparecieron en los aires a contemplar desde arriba una corte tan brillante sepultada en el fondo del mar.
Versión de Oreste Plath
LOS PAYACHATAS
a) Los Payachatas: el Parinacota y el Pomerame, que levantan sus cumbres a más de seis mil metros de altura, guardan un tesoro incaico, esto es: las estatuas de oro de los monarcas, que adornaban los nichos del Templo del Sol, en el Cuzco; las de plata de las reinas, del Santuario de la Luna y multitud de otras riquezas.
El tesoro de los incas que se salvó del rescate de Atahualpa está escondido en su cumbre y cuando la montaña está escasa de nieve se ve perfectamente la escalinata que fabricaron los siervos del inca para sepultar las riquezas de su amo en el cono medio truncado del volcán.
Versión de Luis Urzúa Urzúa
b) Los Payachatas representan a una pareja de enamorados: un príncipe y una princesa de dos tribus antagónicas que quisieron contraer matrimonio. Para evitar esta unión fueron muertos, pero la naturaleza en venganza de aquello sepultó a los dos pueblos formando dos lagos: el Chungará y el Cota-Cotani. En el lugar donde fueron enterrados los príncipes se elevaron los dos hermosos volcanes: el Parinacota y el Pomerame.
Versión de Pedro Rosende Hevia
LA PRINCESA Y EL TORO
En el cerro La Gloria, en la Pampa Soronal, algunas noches aparece una princesa cubierta con una especie de túnica blanca, con un gran lazo en la cintura, sus pies con sandalias y sus cabellos adornados con una diadema que resplandece en mil colores; mas, su rostro joven y hermoso refleja una gran angustia.
Ella pide con acento de súplica que no la dejen sola, que la defiendan de un gran peligro que la acecha.
Hombres le han preguntado cuál es su temor y se han puesto a su disposición.
—¡Me he extraviado! –es su respuesta–. Y sé que desde arriba de este cerro vendrá el peligro, no sé cuál es, pero será mortal para mí si no me defienden.
La joven entrega al hombre un puñal que saca de sus vestimentas, para que se enfrente con el peligro.
Al cabo de un momento se oye un ruido ensordecedor y se ve bajar a velocidad endemoniada un enorme bulto rodeado de fuego y polvo. Es un gran toro con piafar estremecedor, que viene echando fuego por ojos, cuernos y hocico. El espectáculo es terrorífico y espeluznante.
Al ver la visión demoníaca, el sujeto da media vuelta, bota el puñal y huye hasta desaparecer en la noche para siempre.
Con una gran explosión, el toro se estrella contra la joven y ambos se esfuman tras una gran nube de tierra.
Versión de Moisés Tello Poblete
EL PADRE DE CAMIÑA
Dos indios en la pampa de Tarapacá fueron sorprendidos por la noche. Los caminantes, temerosos del frío, prendieron una fogata. No bien abrió esta su rosa de luz, cuando el fuego caminó.
—¡Ay Dios, el fuego anda, el fuego corre...! –gritó despavorido uno de ellos.
—¡Huyamos, hermanito, huyamos! –propuso el otro. Y, veloces, enfilaron su miedo a la parroquia de Camiña. Tocaron a sus puertas, agitados y convulsos.
El cura se sobresaltó: ¿qué pudo imprimir tales gestos en feligreses tan mansos, qué visión infernal...?
Aventuró una pregunta. Los indios, a coro de pavor, no articularon sino este lamentable estribillo:
—¡Ah, taitita, por Dios...!
—¡Ah, taitita, por Dios...!
El cura fue calmándoles y supo que el Diablo habíase metido en una fogata y corría a la siga de ellos.
El cura, sin perder minutos, invitó a los indios a caminar con él hasta el lugar demoníaco. Llegados, le bendijo y sustrajo terrones de esa tierra
para analizarla con tranquilidad. En la paz de su parroquia, la escarceó y terminó por descubrirle nitrato de potasio. Una sana inquietud le guió a su jardín.
Su diestra empuñaba tierra de aquella. Cavilaba:
—¿Qué pasaría si la arrojase a mis plantitas...?
Y, persignándose, la tiró satisfecho. No tardó la sorpresa: las plantas crecieron, vigorosamente. Era como una primavera demás que embelleciese la parroquia.
Las comadres fuéronse de suposición en suposición, ¡aquello era milagroso!
—El jardín del señor cura está bendito –murmuraban. El murmullo irritó al buen cura de Camiña, medio sabio y medio santo.
—No, hermanas –adoctrinó–, nada de milagros... Entrad a mi cuarto y os enseñaré algo para calmar vuestras lenguas...
Abrió una caja y exhibió la tierra fortificante:
—Esto que veis no guarda magia alguna. Llamaremos a esta tierra bendita, si os agrada: Tónico para el Reino Vegetal
. Os repartiré un puñadito y, luego, me contaréis cómo se hermosean vuestras hortalizas y sembrados.
Camiña ondeó gracias nuevas y cegadoras. El Tónico para el Reino Vegetal
permitió, desde 1879, que el nombre de Chile viajara en los sacos salitreros, como sinónimo de Patria de la Felicidad.
Versión de Andrés Sabella
UN PUEBLO DE INDIOS
A tres kilómetros al sudeste de Matilla, existió hace siglos un pueblo de indios que fue destruido por un terremoto, no quedando hoy día, ni el más remoto vestigio de su existencia, pero al pasar por este sitio, se oye un ruido extraño y parece que la tierra se fuera a hundir.
Versión de Oreste Plath
LOS SOCAVONES DE PICA
Cuando los españoles vinieron a establecerse en estos lugares, no tuvieron acogida por los indios piqueños, por lo que se trasladaron a Matilla, donde fundaron una población.
Uno de estos pobladores se enamoró de la hija del cacique de Pica, solicitándola a su padre para contraer matrimonio, a lo cual se negó el cacique. Dámaso Morales, que así se llamaba el español, insistió en su petición, obteniendo esta vez mejor resultado, pero con una condición tan difícil como imposible.
Díjole el cacique a Morales que no tendría inconveniente en cederle la mano de su hija, siempre que le hiciera florecer el valle entre Pica y Matilla, lo cual fue para este más terrible que la simple negativa anterior.
Y Dámaso Morales se puso a construir el primer socavón que se hizo en estos lugares, obtuvo agua, hizo florecer el valle y se casó con la hija del cacique.
Los indios a ciertos hilos de agua los juntaban en unas represas que llamaban cochas, el español siguió esta veta horadando la piedra y la hizo seguir un cauce hasta las cochas que se vieron aumentadas en su caudal, el valle reverdeció y fue una flor en la arena, lo que quiere decir Pica.
Versión de Oreste Plath
EL ESTANQUE DE JASJARA
En Jasjara hay un estanque de aguas profundas consideradas maléficas. Está habitado por sirenas, que son apariciones. En las noches se oye música indefinible. Si se deja cerca una guitarra desafinada, al día siguiente aparece a punto para ejecutar un concierto.
Versión de Luis Urzúa Urzúa
EL PASTO DE JASJARA
Cerca del estanque había un sembrado; pero el pasto desaparecía continuamente, sin poderse averiguar quién era el visitante nocturno que se tomaba el empeño de cortarlo. El propietario decidió quedarse una noche en vela para sorprender al ladrón. A eso de las diez divisó un bulto, preparó su revólver y le dirigió la palabra sin obtener respuesta; por el contrario, avanzaba directamente hacia él. Por segunda vez le habló con el mismo resultado, por lo que disparó su arma al aire. Notó que caía el intruso pesadamente al suelo, y se asustó ante el temor de haber muerto a un hombre, por lo que arrancó precipitadamente.
Al otro día no encontró huellas de que alguien hubiese estado en el lugar, salvo las señales de sus propios pasos.
Versión de Luis Urzúa Urzúa
EL RÍO DEL VALLE DE AZAPA
Antes corría por el valle un río caudaloso que satisfacía con exceso las necesidades de sus cultivos. Con motivo de la llegada de los españoles, los indios naturales de la región, cansados de sufrir el duro trato de los conquistadores, y a modo de venganza, torcieron el curso de las aguas de ese río, dejándolo en seco.
Versión de Oreste Plath
EL DIABLO DISFRAZADO DE GUAGUA
Regresaba de noche de las fiestas del Carmen de Chitita, después de la tinca o baile campesino que sigue a la procesión, y frente a Jasjara sintió el llanto de una criatura y pronto avistó una guagua abandonada en las piedras del camino. Se bajó del caballo, la recogió y le hizo mimos para tranquilizarla.
La aderezó en el cabezal de la montura, con solicitud paternal, mientras pensaba que debía ser de alguna forastera venida a la fiesta, la que fatalmente se embriagaría sin atender a su obligación natural. A poco andar la miró para comprobar si estaría dormidita y se asustó al ver que echaba candelas por la boca, mostrando unos dientes de bestia.
¡El Diablo!, dijo y la botó al fondo de la quebrada, convencido de que era el mismo demonio, mientras sujetaba la cabalgadura, presa de espanto, en un sendero tan estrecho como peligroso que pudo acarrear una caída mortal.
Versión de Luis Urzúa Urzúa
LEYENDARIO
La Cueva del Inca. En el morro de Arica, por la cual recibía el inca el pescado en el día. Jamás se sabe más de la gente que intenta penetrarla, porque el aire en el interior está envenenado por maldición de los incas.
Abracadabrantes corsarios. Los piratas más famosos detuvieron sus naves frente a la ciudad de Arica: Francis Drake, Thomas Cavendish, Georg Spilberg, Wotling y Bartolomé Sharp, entre las zozobras de los ariqueños, pues incendian, capturan barcos y recogen un buen botín.
Oro blanco. Años de vida salitrera inflan las velas de los veleros de todo el mundo. El mariscador, el pescador, se convierte en pampino y se fragua en las calicheras el nortino de ñeque, que le da al norte una fisonomía rebelde que ensangrienta la pampa y anima una fuerza social.
Ciudades fantasmas. Oficinas salitreras que cierran y que el hombre abandona después de haber vivido intensamente una vida de trabajo. Sus habitantes desmontan las casas: techos, puertas, ventanas, y quedan los muros como seres desollados. Restos de edificaciones en la soledad y el silencio. El personaje más interesante es el viento que ulula sobre los pueblos inanimados. Ladran los perros entre los escombros, pero éstos se comen por hambre los unos a los otros y ya no se siente su aullar.
Relatos dramáticos y novelescos se escriben en oficinas abandonadas, que son fantasmas de una época.
Donde mueren los enfermos y los viejos. Al interior de Laguna se encuentra un sitio donde los indios entierran a los enfermos y a los ancianos a fin de mantener un pueblo sano.
El baño del inca. Hay un túnel en la cordillera que se adentra más o menos tres kilómetros; en el fondo de él hay unos baños con asientos de piedra que eran utilizados por el inca en los viajes a sus dominios que se extendían hasta Atacama. Desde la cumbre de uno de los cerros se ve el camino hacia los baños, pero cuando se baja por las quebradas, este desaparece por uno de los tantos senderos.
El Toro Fantasma de la laguna de Caquena. Sus mugidos hacia la medianoche, producen extrañas perturbaciones.
Los siete peñascos de Pachama. Serpiente de siete cabezas que se convierte en peña.
La piedra del Padre. Perdida entre los barrancos está la piedra gigante, que corresponde al encantamiento de un sacerdote conocido por el padre Inune. Cuando se pasa por este sitio a horas avanzadas, se aparece sobre la piedra con sotana y breviario.
El volcán Guallatire. Cuentan de él que es un galán que pretendió de amores a una cumbre vecina, y fue vencido, por eso lanza resplandores de furor en las noches de invierno. Estos resplandores se vuelven sangrientos y se sacuden con rabia como si fueran a lanzarse contra su odiado rival.
Altiplano ariqueño. Las poblaciones de Putre, Socoroma, Chapiquiña, Pachama, Belén, Tignamar, Timar, Timanchaca y Codpa que fluctúan en tres límites, mantienen en medio de su espantosa soledad, sus fiestas y tradiciones, y en su memoria revolotean consejas y leyendas.
TOPONIMIA
Tarapacá. Voz quechua: descubrir un secreto. Se traduce también como zona tapada por árboles tara. Para otros, esta voz es cunza y sería: pampa, llanura blanca.
Arica. Voz quechua: Bahía Nueva, Puerta Nueva. Un cacique de la comarca del morro se apellidaba Ariacca, pero sería mucho suponer que de aquí se derivara la palabra Arica.
Azapa. Voz aymara:¹ quebrada Sana.
Esquiña. Voz aymara. Iquiña. Pequeño.
Mamiña. Voz aymara: pupila Curada, Niña de mis Ojos, Luz de mis Ojos.
Matilla. Voz quechua: angostura.
Payachatas. Voz aymara: dos paridos, mellizos. Los Payachatas son dos imponentes volcanes apagados: el Parinacota (6.380 m.) y el Pomerame (6.250 m.).
Soronal. Sorona, planta (Tessaria Absinthioides). Abundancia de sorona. Un diccionarista dice: Corrupción de Coronel, cambiado por algunos en Soronal
.
EL ESPÍRITU DEL VOLCÁN LICANCABUR
En los tiempos en que los incas dominaban el norte y centro de Chile, para calmar los arrebatos coléricos del Dios, se echaron a la espalda piedras recortadas y otros presentes para el espíritu del volcán Licancabur –ahora apagado–, y comenzaron a trepar los 2.400 metros de la llanura, a la cima misma de 6.000 m. Construyeron allí sus pircas, depositaron sus ofrendas, hicieron sus oraciones y descendieron con el alma ligera. Los descendientes de aquellos indios todavía temen y reverencian el espíritu del volcán y las gigantescas pircas existentes en su cumbre.
Versión de Evelio Echeverría y Ricardo Cruzat
EL CARBUNCLO (CARBUNCO-CLARUNCO)
a) Es un animal que tiene la forma de un choclo y posee más de cuatro patas. Tiene coyunturas por las cuales sale una luz que se ve hasta de una legua de distancia. En su interior este animal fantástico tiene mucho oro y otras riquezas.
Es muy difícil atraparlo porque tiene finísimo oído y se cierra cuando siente algún ruido, quedando a oscuras y confundiéndose con una piedra común.
El que tiene la suerte de tomarlo, queda rico, tiene la fortuna en sus manos.
b) Es un pequeño cuadrúpedo del tamaño de un gato. Dicho animal lleva debajo de la barba un mechón luminoso. El que se hace dueño de dicha barba no conocerá la pobreza. A muy pocos es dado hacerse de tan precioso amuleto.
EL ALICANTO
Es un pájaro que se alimenta de oro o de plata y cuyas alas fosforecen durante la noche; si el animal come oro, aquéllas despiden áureos destellos o argentados, si es goloso de plata. El Alicanto, a causa de sus comidas tan pesadas, no puede volar. Los que divisan un Alicanto en su camino y deciden seguirlo, seguros de que los conducirá a un fin venturoso de fortuna, deben actuar con muchas precauciones para no ser advertidos por el pájaro, porque este, que es muy celoso, pliega las alas brillantes si descubre que le persiguen, confundiéndose en las sombras y desorientando al minero avaricioso.
Versión de Andrés Sabella
LA LOLA
²
En la provincia de Antofagasta, en la época de los descubrimientos, fue muy conocida una mujer de rara belleza llamada Lola. Para el que no la conocía, su fama misteriosa y vaga era como de una mujer de embrujo.
Su padre, llamado Pedro, vivía para cuidar a su hija y distanciarla de sus enamorados. Este hombre era conocido por el apodo de Vagabundo, por sus búsquedas de minas en una época, y después por sus viajes por la costa en un barquichuelo de su propiedad.
La hija, vigilada de cerca y de lejos por su padre, sembraba entre los hombres ilusiones y desengaños; y entre las mujeres, envidias y rencores. Hasta que un día un joven es su preferido, pero él veía en ella la figura querida de una ausente. Mas, llegó la mujer que ocupaba su corazón, y al verse Lola desplazada, despechada, pronto se transformó en la más terrible celosa.
Vivía odiando a la rival, que era una hermosa rubia.
Atisbaba día y noche a la feliz pareja y se consumía de celos y pasión.
Una noche, descalza y silenciosa, llegó a la pieza donde dormía tranquilamente el hombre que la hacía sufrir y hundió profundamente en su corazón un puñal, y huyó hacia los cerros dando gritos, alaridos.
Al día siguiente, conocido ya el crimen, el padre sale en busca de la hija y el sol, la sed y el silbido del viento terminaron con él.
Después de mucho tiempo regresó ella al poblado víctima de la locura, sólo sabiendo reír, hasta que murió.
Desde entonces la Lola y su espíritu vengativo recorren los cerros.
Versión de Oreste Plath
EL PUEBLO DE LAS CABEZAS
En San Pedro de Atacama acampó don Diego de Almagro 18 días en 1536; en 1540, don Francisco de Aguirre aguardó aquí la llegada de don Pedro de Valdivia y, para evitar contratiempos, emprendió la tarea de un degollamiento de notables de un pukará, fortaleza atacameña vecina.
Cuando don Pedro de Valdivia llegó, su lugarteniente le mostró 25 cabezas que pertenecían a cabecillas rebeldes del pueblo vecino. En recuerdo de este degüello, los atacameños hablaron mucho tiempo del pueblo de Las Cabezas que, según parece, no fue otro que el pukará de Quitor.
Versión de Salvador Reyes
LOS HERMANOS JOSÉ Y MANUEL
En Toconao, a orillas del tranque se armaron en pelea dos hermanos, José y Manuel Chocorba, todo esto originado por una mercadería que debían vender en el pueblo de Socaire.
José empujó al tranque a Manuel y este, desesperado, le hacía señas para que lo sacara. José, arrepentido y desesperado, trató de sacarlo y pereció también.
Desde ese día, para San José y para San Manuel se ven brazos que hacen señas en la noche y la arena se pone más resbalosa que de costumbre, a la vez que corre mucho viento.
Versión de Dina Rivera Álvarez
EL HUERTO INVISIBLE
Un arriero que llegó a un pueblo montañés que no conocía, tomó fruta de un huerto y, al llegar a Toconao, convidó de esas dulces uvas a unos amigos. Éstos quisieron conocer el huerto que las daba.
Llevados por el arriero llegaron al sitio indicado, pero sólo encontraron tierra del desierto, piedras y ruinas de un caserío que debió pertenecer a una civilización perdida en el tiempo.
Versión de Dina Rivera Álvarez
LA CADENA DEL INCA
En la laguna de Chiu-Chiu, cuyo fondo nadie ha podido encontrar, los hijos del incanato lanzaron una cadena de oro, para ocultarla de los españoles, y aquí se halla hasta ahora.
La cadena es la que se usaba en el Cuzco para contener a la gente en las procesiones de la coricancha.
Versión de Oreste Plath
EL ZORRO Y LA PIEDRA
En Caspana, el zorro apostó con una