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jueves, 19 de diciembre de 2013

LECTURAS (Y CINE) PARA 3º ESO (2ª EVALUACIÓN)

El viaje a la luna (1902), de Georges Méliès

Queridos alumnos de 3º:

He aquí la propuesta de lecturas para el segundo trimestre (la que hacéis por vuestra cuenta, ya os informaré a la vuelta de lo que vamos a leer los viernes).

Como ya hemos visto en clase, por un lado se ofrecen relatos realistas que protagonizan adolescentes obligados a madurar de golpe, como Alex, el muchacho de La Ciudad de las Bestias, o Ana Frank, la niña judía -tristemente real, tanto como las circunstancias que la obligan a esconderse del terror nazi en la Europa de la Segunda Guerra Mundial- y el Diario que da cuenta de ello-; o Laura, (Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia) que se encuentra con algo inusual y exótico en el Getafe de los noventa: la familia polaca que se instala en su portal.

Por el otro, hemos escogido tres historias de terror y misterio: el vampiro por excelencia de todos los tiempos, Drácula; un clásico de la literatura de fantasmas (Otra vuelta de tuerca) y un par de relatos del americano Whasintong Irving:  La leyenda de Sleepy Hollw y  Rip Van Winkle.

Para los que escojáis Drácula, Otra vuelta de tuerca, o La leyenda de Sleepy Hallow la tarea consistirá en comparar el relato con la película.

(Pincha aquí para ver o descargar la tarea)

Si elegís el Diario de Ana Frank, para conocer la propuesta de escritura pincha aquí. Si alguien quiere ver alguna versión cinematográfica, entonces realizaría la tarea que pide comparar relato y película.

Los que elijáis Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia, o La Ciudad de las Bestias, podréis elegir entre las propuestas que ya conocéis de la primera evaluación

En cualquier caso, a la vuelta de vacaciones ya tenéis que haber elegido el texto e informarme a mí porque el trabajo se entregará a finales de enero.





Aquí tenéis enlaces con las películas que he podido encontrar en Youtube:

Drácula de Bram Stoker (1992), Francis Ford Coppola
Suspense (1961) de Jack Clyton  (Otra vuelta de tuerca)
Sleepy Hollow, la leyenda del Jinete sin Cabeza (1949), cortometraje de Walt Disney

(No he podido encontrar la de Tim Burton)


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miércoles, 28 de agosto de 2013

LAS UVAS DE LA IRA

Procedencia de la imagen
"Acampará en una cuneta con otras cincuenta familias. Él se asomará a su tienda para ver si le queda algo de comida. Si no le queda nada, le dice: "¿Quiere trabajar?" Y usted responderá: "Claro que sí. Le agradezco que me dé la oportunidad de trabajar. Entonces él dirá: "Me sirves", y usted: "¿Cuándo empiezo?". Le dirá adónde ir, a qué hora, y seguirá su camino. Quizá necesite doscientos hombres, así que habla con quinientos, que se lo dirán a otra gente y cuando llega al sitio de trabajo, allí hay unos mil hombres. El jefe dice: "Pago veinte centavos por hora". Más o menos la mitad de los hombres se marcharán. Pero aún quedan quinientos y están tan muertos de hambre que trabajan aun por unas galletas. Bueno, este tipo tiene un contrato para recoger los melocotones, o cortar el algodón. ¿Lo entienden ahora? Cuanta más gente haya y más hambrienta esté, menos tendrá que pagar. Si puede, se queda con uno que tenga hijos, porque...mierda, había dicho que no les iba a inquietar.."

 (Las uvas de la iraEdiciones El País capítulo XVI, pág 275)


Oklahoma, 1930.  Los efectos de la Gran Depresión, las tormentas de polvo y la voracidad de los bancos se alían para arruinar  los campos del sur, y los okies (forma despectiva de referirse a los habitantes de los estados del Medio Oeste) inundan la carretera 66 acuciados por el hambre y la esperanza de buscar una foma de ganarse la vida en California, tierra de leche y miel. En 1936, el escritor John Steinbeck, que en ese momento solo contaba con el reconocimiento de la crítica de su novela Tortilla Flat, de tono humorístico, escribe una serie de reportajes para el The San Francisco News que titula Los vagabundos de la cosecha. Sin duda este trabajo de campo, junto con su propia experiencia de recolector de fruta, le sirvió para escribir su mejor novela, Las uvas de la ira, en la que se narra el viaje de Tom Joad y su familia, con la que se reencuentra después de años en la cárcel. Son granjeros curtidos en los campos de algodón y maíz que asisten a la destrucción de sus tierras y, presos de los créditos bancarios, se encuentran un buen día con que los tractores sustituyen su trabajo, y que el banco tiene prisa por coger la cosecha. "Tenéis que iros", les dijeron.  Entonces los campos se inundan de unos  papeles color naranja en los que se piden miles de brazos para recoger el melocotón, las uvas, las naranjas de una tierra en la que nunca hace frío y basta con alargar la mano para saciar el hambre con fruta deliciosa. Los Joad, (los 
abuelos, Madre, Padre, el tío John, y los hermanos Al, Noah, Tom, Rose of Sharon, su novio Connie,  y los pequeños, junto con Casy, el expredicador) como miles y miles de granjeros desposeídos, sueñan con una vida digna en la que puedan ganarse el pan con su trabajo e inician una viaje a bordo de un viejo camión en el que se alternan la desesperación, la solidaridad, la cobardía, el miedo y la esperanza de cumplir sueños. Viajamos con ellos y como ellos comprobamos  que nada va a ser tan fácil como prometían quellos papeles de colores. Apenas sin darse cuenta, el hambre, la necesidad, el cansancio y la humillación minan su entereza y su dignidad: 

Tom hizo una pausa al pasar junto al guarda.
-¿Hay algún sitio donde uno pueda darse un baño?
El guarda le estudió a media luz. Por último dijo:
-¿Ve el depósito de agua?
-Sí.
-Allí hay una manguera.
-¿Hay agua caliente?
-Oiga, ¿quién se cree que es, J.P.Morgan?
-No-dijo Tom-. No, le aseguro que no. Buenas noches.
El guarda gruñó con desprecio.
-Agua caliente, por el amor de Dios. Y querrán bañeras, lo siguiente-siguió con la mirada sombría a los cuatro Joad.
Un segundo guarda llegó por detrás de la última casa.
-¿Qué ocurre, Mack?
-Pues nada, esos malditos okies. ¿Hay agua caliente?, dice.
El segundo guarda apoyó la culata de la escopeta en el suelo.
-So los malditos campamentos del gobierno -explicó- No vamos a tener paz hasta que nos quitemos esos malditos campamentos de encima. Antes de que nos demos cuenta querrán sábanas limpias.

(Opus cit. pp. 543-544)

A pesar de la dureza del relato, (impresionante la escena del parto de la chica Joad), Steinbeck deja que pase un rayito de luz. Se agradece, porque casi llegamos al final conteniendo la respiración. Pensamos aliviados que es una suerte que estos sean otros tiempos, que los años 30 ya pasaron y que esto no es la Oklaoma de la Gran Depresión. Aquí y ahora no tenemos que pelearnos por un trozo de tierra, ni competimos con otros hambrientos como nosotros, y todos todos disfrutamos de un gran bienestar.

(A Steinbeck también se le puede sacar partido en el aula. La perla y de De ratones y hombres o Los hechos del rey Arturo son lecturas que pueden abordarse perfectamente en secundaria. Muchas de sus novelas han sido llevadas al cine con gran éxito: John Ford realizó la película homónima en 1940, con un inolvidable Henry Fonda como Tom Joad, y Elia Kazan adaptó Al este del Edén, con el no menos inolvidable James Dean.)

viernes, 21 de junio de 2013

JACOB' S DREAM

En estos días de notas, de evaluaciones, de cierre de proyectos, de llantos para unos y risas para otros, quiero compartir el precioso  trabajo de un exalumno, Alberto Trijueque, que ahora vuela por otros lares, pero que hacía que mereciera la pena  quebrarse la cabeza para que la Literatura universal fuera un plato apetecible. (¡Qué pena que perdí tu vídeo sobre los tópicos literarios en el fondo de mi viejo ordenador!). Alberto se presenta a un concurso de cortos para alumnos de Bachillerato, y a mí me encantaría que lo ganase todo, por su buen trabajo. ¡Suerte, Alberto! 

Si te gusta el vídeo, puedes votar aquí:

jueves, 2 de mayo de 2013

¿LEER ES VIVIR DOS VECES?

Juan Mata en Casa del Lector
Como ya anunciamos hace tiempo en este blog, Casa del Lector acoge esta primavera una serie de Diálogos de Lectura dirigidos a personas vinculadas a los libros desde distintas perspectivas. El primero de los diálogos, al que tuve el placer de asistir, contaba con la presencia de Juan Mata, profesor de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada y promotor de la Asociación Entrelibros. 

De entrada, me gustó mucho la manera en que Mata se presentó, como miembro de un grupo de personas que se dedica a llevar la lectura en voz alta a espacios en los que quizá, a priori, los libros no son una necesidad urgente, pero sí un maravilloso regalo: hospitales, cárceles, barrios marginales, asociaciones diversas.

Resumir en unas pocas líneas todo lo que se dijo y todas las reflexiones que este diálogo me provocó, todas las preguntas que quedaron abiertas y que están a la espera de su respuesta o al menos de un intento de búsqueda, me resulta muy difícil, pero voy a tratar de destacar lo esencial.

Mata partía de un hecho muy básico y esencial,  tanto, que a veces a los que andamos "entre libros", entre tanta dinámica lectora, se nos olvida: la lectura en voz alta. Leer a otro, compartir una lectura es iniciar un diálogo, una conversación. Es abrirle un mundo que se introduce suavemente a través del oído (¿hay algo más seductor que una hermosa voz?) y que lleva a su mente a iniciar un viaje o una aventura en los que quizá, inconscientemente- o a propósito, a veces- uno se siente protagonista. 

La literatura forma parte de la vida. Leer es vivir más, como lo es disfrutar del arte o de la música. Nosotros, los profesores que tratamos de que nuestros alumnos lean, los padres que pretendemos que nuestros hijos disfruten con la lectura, los adultos en general que pueden ser mediadores entre el joven y los libros, ¿qué podemos hacer para integrar la lectura en la vida?

Los profesores que leemos en clase sabemos que hay momentos -no muchos, por otra parte- en los que se produce un milagro... No sabes cómo ni por qué, pero ese día has leído  en clase algo que ni por lo más remoto pensabas que iba a causar esa pequeña revolución. Yo recuerdo uno de esos momentos  en un 3º de ESO un poco "duro", hace ya algunos años, leyendo unos fragmentos de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. La idea era inciar la clase con la lectura de un pequeño fragmento  y pasar a continuación, en la medida en que fuera posible, a hablar del poeta y del contexto en el que se escribió la obra. Mientras leía,  ("Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte"...) observé que se hacía un silencio denso, poco habitual en esa aula. Cuando me detuve, pidieron que leyera un poco más. Cuando di por concluida la lectura, hacían preguntas del tipo de de qué se murió su padre, o qué edad tenía Manrique entonces, si era verdad que estaba toda su familia delante...y algunos comentarios: uno que si a su amigo tal se le murió la madre cuando era pequeño; otro que él no quería ni pensar en ese momento; la de más allá, que ella como no había conocido a su padre no sabía que se podía sentir...Sonó el timbre, que interrumpió una de las intervenciones, pero la clase siguió un poco más, hasta que tuve que darla por concluida. 

Hablar a partir del libro siempre es más interesante que hablar del libro. Yo creo que la mayoría de los profesores intentamos anclar el libro a la vida,  porque sabemos que lo que se siente como ajeno no interesa. Otra cosa es que, a pesar de las buenas intenciones, lo consigamos. En esos diálogos hablamos  de la perversidad -a mí al menos me lo parece- de los currículos. En mi caso, profesora de Secundaria, no sabe una ya cómo hacer para acabar un programa inmenso, hacer que escriban y lean lo mejor posible, que no vayan por la vida sin saber qué es un atributo, que sepan quién escribió el Quijote y, a pesar de todo esto, que desarrollen el amor por la lectura, que, por otra parte, parece que es cosa exclusiva de "los de Lengua" (desde aquí, mi reconocimiento a mis compañeros de otras asignaturas que incluyen la lectura como parte de sus actividades).

Como madre creo que lo he tenido mucho más fácil. Mis hijos necesariamente han vinculado el libro y la lectura desde pequeños a un espacio íntimo y cálido que compartían con su papá o su mamá. También a otros actos relacionados con el  libro: la visita a la biblioteca, al cuentacuentos, a la librería, al Retiro en junio a la Feria del Libro...Ahora, adolescentes, son lectores distintos, con gustos que a veces comparto y otras no, con temporadas lectoras y otras no tanto.  No sé si en el futuro serán "buenos lectores" -¡tanta distracción acecha!- pero creo que llevan un germen dispuesto a brotar en las condiciones necesarias.

Mata planteó también que la literatura es una práctica que ayuda a las personas a construir su identidad. La lectura nos hace entrar en un estado de ensoñación en el que nuestra mente se abre a otros mundos. Somos "máquinas de soñar". Por eso, como adultos responsables de llevar el libro a los niños y adolescentes, debemos crear espacios en los que los jóvenes lectores puedan hacer transferencias del libro a la vida, es decir, puedan hacer que su mundo personal dialogue con el mundo de ficción; espacios en los que se puedan compartir estas experiencias  con otros (de nuevo el diálogo). El libro, la voz, son maravillosas herramientas que pueden ayudar a estas tareas.

(Recuerdo una película preciosa, basada en una novela, que fui a ver con mi compañera de Francés Chus Cubo y unos alumnos, Mis tardes con MargaritaLa tête en friche, en la versión original, algo así "cabeza en barbecho". Un hombre tosco, Germain (magnífico Depardieu), en la cincuentena, con muchas cuentas pendientes en su vida, conoce a una anciana  de 95 años en el parque  a la que empieza a frecuentar y con la que va a entretejer una amistad y una relación que le va a cambiar la vida. Margueritte, culta, educada, lectora infatigable, va a descubrirle a Gemain un universo al que nunca se sintió invitado y del que jamás pensó que pudiera formar parte: el de la palabra y los libros. No sé si hay muchos Germain o muchas Margueritte, pero la película es una delicia que se me vino a la cabeza en ese diálogo con Juan Mata y el resto de dialogantes).


sábado, 20 de abril de 2013

SUTILES RECITADOS DE CAMPOS DE CASTILLA




Como ya hemos anunciado en entradas anteriores, estas semanas andamos de paseo con don Antonio.  Ahora le toca el turno a la lectura en voz alta y al recitado. Nos ha costado un poquillo, pues estamos intentado hacerlo lo mejor posible, pero a estos alumnos de 2º de ESO hay que reconocerles que están poniendo mucho de su parte para hacer un buen trabajo. Como dice el poeta, "se hace camino al andar", y el camino está siendo muy interesante y enriquecedor. A la espera de los vídeo-poemas, aquí están los recitados y algunas de las fotos que he ido tomando a lo largo de los años siguiéndole la pista al poeta.



Por otro lado, en clase de Teatro acabamos de ver un precioso documental del director Eduardo Chapero Jackson, Los mundos sutiles, que recomiendo vivamente. Sira, una estudiante de danza, nos invita a acompañarla por su acercamiento a la vida y la obra de Antonio Machado. A mí me lo recomendó Doña Díriga, o @londones, que siempre anda liada con estas cosas del cine. No os lo perdáis.

miércoles, 13 de febrero de 2013

EL VÍDEO NO MATÓ A LA ESTRELLA DE LA RADIO

Procedencia de la imagen
Si tuviera que elegir un medio de comunicación bueno, bonito y barato, me quedaría con la radio. La radio fue una vez meriendas con pan y chocolate,  ("¡Lucecitaaaaaaaaa!") o desayunos con Cola-Cao y con la última peripecia de Los Porretas También la compañía discreta del estudio noctuno o la lectura; o el ruido de fondo que acompaña al cacharreo de la cocina y a las voces de los niños en el fin de semana. Incluso, la radio nos acerca, gracias a Internet, a queridos compañeros que nos alegran el rato con buena música y comparten  interesantes cuestiones relativas a la educación.

Todo esto viene a cuento de que hoy se celebra el  Día Mundial de la Radio, y de paso, para recordar a la blogosfera que Audioracoon nos convoca un año más a participar en el Concurso Internacional de Audiorrelatos para escolares. Los cañadienses hemos participado un par de veces y no descartamos hacerlo un año más.  ¿Te interesa? Pues, hala, a afinar el lápiz, el ingenio y la voz. Afortunadamente, el vídeo no mató a la estrella de la radio...


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¡Los marcianos invaden la Tierra! Orson Wells y "La guerra de los mundos"...

Días de radio, de Woody Allen

Radio Aula




domingo, 25 de septiembre de 2011

EXPRESIÓN CORPORAL

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Querida troupe:

Como os anuncié, intentando dotar de algo de normalidad a este caótico inicio de curso, esta semana empezamos las clases teóricas. Vamos a partir de algo tan básico y necesario como es la comunicación, pues el teatro es una excelente forma de comunicarse y expresar ideas, emociones y sentimientos. En palabras de Federico García Lorca:



"El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y, al hacerse, habla y grita, llora y se desespera".

Federico G. Lorca en La Voz de Madrid, 7 del IV de 1936).


Ya sabemos que la comunicación consiste en que un emisor transmite información a un receptor. El ser humano se sirve sobre todo de la comunicación verbal o lingüística para relacionarse, pero hoy vamos a centrarnos en la comunicación no verbal, es decir, aquella en la que no necesitamos palabras.  




El cuerpo es el instrumento expresivo del intérprete. Nuestro rostro, nuestra mirada, nuestras manos, la postura de nuestro cuerpo son  capaces de transmitir información y de hacer llegar emociones y sentimientos de manera muy eficaz.

Esta propuesta pretende insistir en la importancia de la comunicación no verbal a partir de unas actividades diseñadas por Javier Escajedo en El tinglado. En torno a la figura del gran mimo Marcel Marceau, traduciremos con palabras algunos de los vídeos que protagoniza el gran artista, y después realizaremos el ejercicio contrario: será nuestro cuerpo el que exprese unas determinadas ideas.




1. ¡Veamos la presentación!

2. ACTIVIDADES: De la imagen a la palabra.


2.1. Observa los siguientes vídeos, por ejemplo: árboles (1); estatua (4); fábrica (5); serenata (7); serpiente (8); viento (9); horror (presentación)
y  Café de París.


Fíjate en el potencial expresivo de la cara y del cuerpo, en la manera de traducir con gestos y posturas una idea. Una vez hecho esto, la tarea consiste en que expreses con palabras lo que ves. Te propongo para ello el vídeo "Café de París". Después lo ponemos en común y destacamos lo que más nos ha llamado la atención.


3. Dos vídeos del gran Chaplin. No nos extraña que el mimo Marcel Marceau se inspirara en Charles Chaplin. A continuación reproducimos dos famosas escenas de La quimera del oro y El gran dictador respectivamente.




Fíjate cómo Chaplin es capaz de convertir un objeto, en este caso el pan y los tenedores, en un elemento alrededor del cual se desencadena una acción. Podemos conseguir que los objetos sirvan como motivadores de un acción, a la vez que podemos dotarlo de unas funciones diferentes para las que están destinados inicialmente. Piensa en qué nuevas funciones podrían tener algunos objetos de la vida cotidiana: silla, periódico, escoba, vaso...




Que la música tiene un enorme poder expresivo no lo voy a descubrir yo a estas alturas (mejor pincha en Ab...Música y más, el blog de Lola, la profesora de Música.) Chaplin lo aprovecha al máximo, y no pudo escoger mejor la pieza y la secuencia dramática que desarrolla a su compás. Piensa  qué otras acciones podrían ir acompañadas de  esta misma música...


4. Y ahora…¡Acción!


a) Por parejas, tríos o cuartetos, escogemos acciones de la vida cotidiana: comer en familia, desayunar, ir en el metro, jugar al tenis, preparar la comida, hacer una cama entre varias personas, doblar la ropa...

Primero pensamos qué vamos a hacer; conviene interiorizar la acción para ser conscientes de qué partes del cuerpo vamos a mover, qué emociones queremos transmitir y qué gestos vamos a hacer.


Vamos a sincronizar nuestros movimientos; podemos nombrar un director de juego (puede ser cualquiera de los miembros que participan) que pare la acción, que mande que se ralentice, que se acelere…


Podemos escoger música para acompañar esta pequeña representación,  para que nos ayude a crear una determinada atmósfera o para imprimir un determinado ritmo. 


b) A LA MANERA DE CHARLOT


A partir de la "Danza Húngara nº 5" de J. Brahms, preparad  en grupos (mínimo tres personas) un ejercicio de expresión corporal, del estilo del propuesto anteriormente, en el que la música marque las acciones y los movimientos.
Al mismo tiempo, y también imitando al Chaplin de los panecillos, vais a escoger un objeto cualquiera alrededor del cual se desarrolle la representación.


¡A trabajar!

(Retomo, por el momento, la actividad en el blog, sin perder la perspectiva de la difícil tarea que todavía tenemos por delante la comunidad educativa madrileña (y no es la única), que no es otra que intentar devolverle a la escuela pública madrileña lo que la Consejería le ha quitado y que tozudamente se empeña en negar. He aquí un buen ejemplo de cómo las palabras pueden decir una cosa y los hechos, justo la contraria. Si es que vamos a tener que recordarle a la Consejera y a la Presidenta las máximas conversacionales de Grice, pues está claro que las desprecian olímpicamente...)

martes, 14 de junio de 2011

BORGES, EL OTRO, EL MISMO

Procedencia de la imagen

Los dos reyes y los dos laberintos


Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.
Jorge Luis Borges
El Aleph (1949)

Hoy se cumplen 25 años de la muerte del genial escritor argentino Jorge Luis Borges, y es una buena excusa para recordar su fantástico y personalísimo universo literario. Borges, que afirmaba ser descendiente de uno de los fundadores de la ciudad de Buenos Aires, Juan de Garay, se estrenó en la literatura en 1923 con un libro de poemas, Fervor de Buenos Aires,  poemario que, no sé por qué, siempre me ha fascinado, y en el que  se encuentran muchos de los símbolos y las obsesiones de toda su literatura. Pero el reconocimiento de Borges se debe fundamente a sus cuentos, y a su condición de destacado representante de la literatura fantástica hispanoamericana, junto con otro maestro del género, Julio Cortázar.

Sobre este, escribió lo siguiente en el Prólogo de Cartas a mamá:

Hacia 1947 yo era secretario de redacción de una revista casi secreta que dirigía la señora Sarah de Ortiz Basualdo. Una tarde, nos visitó un muchacho muy alto con un previsible manuscrito. No recuerdo su cara; la ceguera es cómplice del olvido. Me dijo que traía un cuento fantástico y solicitó mi opinión. Le pedí que volviera a los diez días. Antes del plazo señalado, volvió. Le dije que tenía dos noticias. Una, que el manuscrito estaba en la imprenta; otra, que lo ilustraría mi hermana Norah, a quien le había gustado mucho. El cuento, ahora justamente famoso, era el que se titula "Casa Tomada". Años después, en París, Julio Cortázar me recordó ese antiguo episodio y me confió que era la primera vez que veía un texto suyo en letras de molde. Esa circunstancia me honra.

Ambos comparte la admiración por Allan Poe y la idea de que la literatura -la vida, en definitiva- solo pueden abordarse desde lo misterioso y lo oculto.
El personalísimo mundo del escritor lo conforman temas como el azar, la identidad, la concepción circular del tiempo, la idea de infinito y eterno retorno, el sueño o la muerte (decía en una  entrevista que concedió a Joaquín Soler Serrano que le había impresionado que sus seres queridos -padre, madre, abuela- imploraban la llegada de la muerte al final de sus días); y objetos y seres como bibliotecas, tigres, laberintos, espejos,  relojes, loterías...Algunos de mis cuentos favoritos son "El Aleph", "Emma Zunz", "La biblioteca de Babel", "La casa de Asterión" o "El otro"...Y así, podría seguir hasta el infinito; pero mejor os dejo con este corto del cineasta argentino Tristán Bauer basado en el último cuento que cito.



lunes, 14 de febrero de 2011

AYER TE BESÉ EN LOS LABIOS...

"En un beso sabrás todo lo que he callado"
Pablo Neruda


Ayer te besé en los labios...

Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más. El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada ya,
para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no...
-¿Adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.



Besos

Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.





Rima XXII

Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.


 
Los besos

No te olvides, temprana, de los besos un día.
De los besos alados que a tu boca llegaron.
Un instante pusieron su plumaje encendido
sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto.

Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto,
en tu boca latiendo su celeste plumaje.
Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha.
¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan?

Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos.
Ah, los picos delgados entre labios se hunden.
Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste
que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía.

¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas!
Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes.
Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes,
que te rozan, revuelan, mientras ciega tú brillas.

No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan.
Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta.
Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo.
Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran.




Beso

¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!




CARMEN V

Vivamos y amemos, oh Lesbia mía,

y démosles menos valor que a un as

a las voces de los viejos severos.

Los astros pueden morir y volver;

muerta nuestra breve luz, deberemos

dormir una última noche perpetua.

Dame mil besos, seguidos de un ciento;

luego otros mil, luego un segundo ciento;

luego otros mil seguidos, luego un ciento.

Después, hechos ya muchísimos miles,

revolvámoslos, para no saber

ni nosotros, ni el malvado que mira

acechante, cuántos besos nos dimos.



(Añadido el 15 de febrero a sugerencia de Blogge@ndo)

Un relámpago apenas
Besas como si fueses a comerme.
Besas besos de mar, a dentelladas.
Las manos en mis sienes y abismadas
nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,
me declaro vencido, si vencerme
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,
tiras de mi raíz, subes mi muerte
a flor de labio. Y luego, mimadora,
la brisas y la rozas con tu beso.


Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte
bastara un beso, un beso que se llora
después, porque, ¡oh, por qué!, no basta eso.


Blas de Otero

lunes, 13 de diciembre de 2010

EL VIAJE AMERICANO



Vamos a subirnos a un barco, el Dux, un transatlántico que cubre el trayecto entre Le Havre y Nueva York. Estamos en la década de los años 30 del siglo XX, en los años en que el cine hacía el fantástico viaje del mudo al sonoro. Un grupo de españoles (gente de la farándula y del espectáculo) viaja en él, y el camarero José Carril es el encargado de atender al grupo a lo largo de la travesía. En él se encuentra la bella actriz Margarita Castellanos, de la que José se enamora nada más verla, hasta el punto de abandonar su trabajo en el Dux y seguirla. Pero cuando llegan a tierra, la cosa cambia: los besos de Margarita se han vuelto fríos y no quiere saber nada del “camarerito español”. Así que le deja plantado en la estación y coge su tren a Los Ángeles como tenía previsto. José no se rinde y la sigue. Por una serie de circunstancias- ah, el azar, siempre el azar- José pasa de soñar una vida junto a Margarita a vagabundear por la ciudad,  y a dar después con sus huesos en la cárcel. Allí conoce a un cazatalentos llamado Tom, quien le toma por uno de los cientos de chicos que llegan a Los Ángeles con un sueño bajo el brazo: el de triunfar en el cine. Cuando le sueltan, José lo tiene claro. Busca un estudio, una larga fila de hombres en busca de empleo y un trabajo que le permita sobrevivir (soldado de La Unión en un western, seis dólares). Es el primer paso para una inesperada carrera hacia la fama, con luces y sombras, como el de toda estrella que se precie (y hasta aquí cuento...). Este es el argumento de El viaje americano (SM, 1998), de Ignacio Martínez de Pisón quien ha recurrido a una interesante bibliografía para documentarse sobre esta época tan fascinante del cine, cuando en Hollywood se hacían las llamadas "versiones" de las películas rodadas en inglés, justo antes de la llegada del doblaje. Allí trabajaba una colonia española, formada por actores, actrices, directores, representantes... cuya vida se recrea a partir de ese hilo conductor  que es el amor de José por Margarita y su inesperada carrera como actor.
También algunos de nuestros escritores como Edgar Neville, Jardiel Poncela o Blasco Ibáñez cruzaron el charco, en diferentes momentos, para trabajar como guionistas en Hollywood, en productoras como la Fox o la Metro. El propio Neville, y hasta Charles Chaplin, aparecen como personajes secundarios en la historia de Pisón. El protagonista, José Carril, protagoniza otra novela, Una guerra africana (2000) –que aún no he leído- esta vez con  el Desastre de Annual como fondo: Carril quiere escapar de su pueblo y se enrola como voluntario para ir a África, a la guerra. (Quizá aquí sepamos cómo acabó de camarero en el Dux).
No puedo acabar esta entrada sin citar otra novela de Martínez de Pisón que he leído en alguna ocasión - de esto hace ya algunos años- con alumnos de 3º ó 4º de ESO: Carreteras secundarias (1996). En ella se cuenta la difícil relación entre un chico, Felipe, y su padre, quienes viven en continua mudanza, alquilando apartamentos de playa durante el invierno, y viajando de acá para allá por esas carreteras de la España de los 70. El propio Pisón, que también es guionista, la adaptó para el cine, y Emilio Martínez Lázaro nos ofreció una bellísima versión de la novela.

viernes, 3 de septiembre de 2010

ANA KARÉNINA

Que este año se celebre el centenario de la muerte de León Tolstoi, (1828-1910), el gran novelista ruso, es una excelente excusa para hablar de una de sus obras más destacadas: Ana Karénina, una de las tres grandes novelas de la literatura europea y universal que tratan, entre otras muchas cosas, el tema del adulterio femenino: completan la trilogía La Regenta, de Clarín, y Madame Bovary, de Gustave Flaubert, que hemos leído este curso pasado en clase de Literatura universal. A mí me gustan muchísimo las tres, tanto que son de esas novelas a las que me gusta volver de vez en cuando. Pero si tuviera que quedarme con una, quizá sería con la novela de Tolstoi.
En Ana Karénina las emociones fuertes están desde la primera página hasta la última, sin tregua que nos deje recobrarnos. La obra está ambientada en la decadente Rusia de los zares, en esa sociedad de estructura medieval en el último tercio del siglo XIX en la que existía un enorme contraste entre el hambre y la miseria de los campesinos y la vida lujosa y relajada de los altos funcionarios y de la nobleza. La novela se estructura en torno a tres núcleos familiares relacionados entre sí:
Dolly y su marido, Stepan Arkadievich. Ella es una madre entregada a sus hijos, preocupada por cómo solventar los pequeños problemas que surgen en el día a día. Él, un tipo feliz que disfruta de su condición de noble: la ópera, el vino, los escarceos amorosos, las tertulias en las casas de la alta sociedad petersburguesa...Stepan es hermano de Ana y, por tanto, es el elemento que une a los Levin con Vronsky y los Karenin.
Kitty y Konstantin Dimitrievich (Levin, o Kostia). Kitty es la hermana pequeña de Dolly, un alma sencilla y sincera. Su relación con Levin nos tiene en vilo de principio a fin.
Levin es el personaje que más me gusta de la novela. Una personaje que supongo adorarían a partes iguales Baroja y Unamuno porque podría ser hijo tanto de uno como de otro. Es el hombre al que atormenta continuamente la necesidad de ser feliz y de entender cómo se llega a la felicidad. Es el noble que se siente incómodo en la corte y que por eso es feliz en el campo, trabajando al lado de los campesinos. Es la lucha entre el pensamiento y la acción. Es una especie de trasunto del propio Tolstoi quien, al igual que Levin, dedicó su vida a mejorar las condiciones de vida de los campesinos y no dejó de atormentarse con delicadas cuestiones intelectuales, espirituales, políticas y sociales en esa búsqueda incesante de la justicia (renunció a sus derechos de autor en los últimos años de su vida porque consideraba indigno el dinero que ganaba con la literatura). Kostia tiene dos hermanos: Nicolai, que muere tubercoloso y desencantado del mundo, y Sergei, un famoso escritor con el que no puede evitar tener una relación fría y distante, lejos de lo que él entiende debería ser una relación fraternal. Kostia, además, es gran amigo de Stepan, y tiene en la novela la función de presentarse, en cierta medida, como la antítesis de Ana ( él sí encuentra, después de una continua lucha consigo mismo, su lugar en el mundo).
Ana Karénina, Alexey Alexandrovich Karenin y Vronsky. Es el trío amoroso protagonista. Karenin es un alto funcionario, con el que Ana vive, tranquila y no sé si feliz, hasta que conoce a Vronsky. Tienen un hijo, Serioja. Vronsky es un joven militar con una prometedora carrera por delante que conoce casualmente a Ana en la estación porque ésta ha viajado desde San Petesburgo a Moscú junto a la madre de Vronsky. El enamoramiento es inmediato. Tanto, que Kitty, enamorada de Vronsky y convencida de que éste va a pedir su mano, rechaza a Levin cuando éste se declara, y después enferma al darse cuenta de que Vronsky se ha enamorado de Ana, hasta el punto de marchar a un balneario fuera de Rusia. Ana no es una mujer insatisfecha como Emma Bovary. Irradia, además de una belleza singularísima, serenidad y felicidad. El adulterio no es algo que Tolstoi deje para el final: se plantea en la primera de las ocho partes de la novela, y al final de la cuarta ya está decidida su marcha con su amante y con la hija que ha tenido con Vronsky, pero sin su querido hijo. En esto también se diferencia de Emma Bovary: en ésta no hay un solo ápice de amor maternal, y a Ana Karenina es precisamente la cuestión que más la aguijonea. Pero sí es un personaje que se convierte en un ser atormentado por los celos, por la duda, por el rechazo social, por los no reconocidos escrúpulos...
En la novela de Tolstoi hay numerosos personajes tan vivos como los principales. Hay también muchos espacios vinculados a los distintos personajes: Moscú, San Petesburgo, el campo, Italia, el balneario...Tolstoi centra la atención del lector en diferentes episodios narrativos: el baile de la primera parte, la carrera en la que Vronsky pierde a su yegua, la siega en la finca de Levin, la comida que ofrece Oblonsky (Stepan) a la alta sociedad, la muerte de Nicolai, el teatro, la visita de Ana a su hijo, la boda de Levin, el parto de Kitty, la muerte de Ana...(anda, se me ha escapado). Me encanta el estilo irónico y poético de Tolstoi, en el que también tiene cabida el simbolismo y lo onírico: los trenes y la estación -el lugar en el que el amor de Vronsky y Ana empieza y acaba- están presentes desde el principio. Y ese sueño que tiene Ana un par de veces -y Vronsky- en el que un hombrecillo se inclina sobre unos hierros... Y la muerte del propio Tolstoi, sobrevenida en una estación de tren...


Como no podía ser de otra manera (soy una mujer predecible), pongo esta joyita de la famosa película de Greta Garbo (sin desmerecer a Vivien Leigh), ni más ni menos que del año 1935. La escena en que Vronsky, tras seguir a Ana camino de San Petersburgo, le declara su amor. Qué tensión. Creo que necesito una buena novela negra para relajarme...

jueves, 19 de agosto de 2010

LA TREGUA, DE MARIO BENEDETTI



Martín Santomé es un cuasi cincuentón que empieza a escribir un diario unos meses antes de su jubilación. Vive en el Montevideo de finales de los cincuenta con sus tres hijos veinteañeros: Esteban, Blanca y Jaime. Isabel, la esposa, murió unas horas después de alumbrar al más pequeño. Martín vive una existencia gris y rutinaria de oficinista de la que no tiene la más mínima intención de alejarse (“Hoy fue un día feliz; sólo rutina”). Su mundo se compone del trabajo diario, de las conversaciones –también rutinarias y predecibles- con los compañeros,  de la soledad del fin de semana, de los escasos y tensos encuentros con los hijos, de los almuerzos solitarios en algún restaurante (al menos la calle, los árboles, los cafés le permiten tomar bocanadas de vida) y de los encuentros ocasionales con algún viejo amigo. Se define a sí mismo como un “triste con vocación de alegre”. Con sus hijos se limita a convivir: el mayor es un tipo huraño que apenas cruza palabras con su padre (“Parece un resentido”, dirá Martín); Jaime, el pequeño, mantiene una invisible barrera con todo el mundo, aunque el padre lo considera sensible e inteligente. Con Blanca tiene una relación más fluida: hace partícipe al padre de ciertas confidencias (no así a sus hermanos). Toda esta grisura comienza a tomar cierto color después de la llegada de nuevos empleados a la oficina entre los que se encuentra una mujer, Laura Avellaneda. Al principio no le llama especialmente la atención (salvo que le agrada su frente ancha y su boca grande). Pero, poco a poco, comprende que se ha enamorado de ella. Es capaz de armarse de valor y, tras darle muchas vueltas, le confiesa que cree estar enamorado (Avellaneda, como él la llama, tiene 24 años). Pero lo hará un día que ella, inesperadamente para Martín, va a buscarle al café.  No le pide nada, ni siquiera que conteste, incluso le dice que no tema por su trabajo. Ella sólo responde que ya lo sabía, y que por eso fue a tomar café. En la siguiente cita él expone todos sus temores: la diferencia de edad, sus hijos, el que ella crea que es sólo un desahogo, los inconvenientes de un noviazgo tradicional...Después de esto: la vorágine del amor. Martín recupera sensaciones y sentimientos perdidos, olvidados, rescatados gracias a Avellaneda. Confronta continuamente su pasado y su presente pero, no porque compare a Isabel con Avellaneda -que también- sino porque se compara a sí mismo: amar a los veinte, amar a los cincuenta, con un cuerpo y una vida distinta, con una perspectiva diferente de la vida (“[...] Me importa reconocerme como un fantasma de mi juventud, como una caricatura de mí mismo”). Martín disfruta de esta tregua que la vida le ofrece: una mujer con la que amarse en absoluta libertad, con la que el sexo, las palabras, el sentido de las largas conversaciones que mantienen ( “ [...] en estos diálogos francos con Avellaneda, me he encontrado pronunciando palabras que me parecían más sinceras que mis pensamientos. ¿Es posible eso?”). Un mes después Martín busca un apartamento, un lugar donde hacer posible una convivencia. Es feliz, en medio de ese invierno frío y lluvioso de Montevideo. Incluso, organiza un encuentro con la hija para que ambas mujeres se conozcan. Al terror inicial de Avellaneda se sucede una linda amistad entre las dos mujeres de la vida de Martín. Éste tiene que sortear aún algunos escollos: la partida de Jaime, la enfermedad de Esteban, el conocimiento de sus hijos de su relación con la joven...Así que, una ausencia al trabajo de Avellaneda por una gripe le hace decidirse: se casará con ella, obviará el miedo que siente a que ella le abandone cuando, a no mucho tardar, él sea un viejo, a que le deje por alguien más joven, a que el amor se acabe, a lo que piense el mundo...


La tregua, publicada en 1960 –y escrita de enero a mayo de 1959, de forma metódica, sacando al oficinista que fue su autor- tiene la marca poética de  Mario Benedetti. ¿Cómo si no podía emocionarnos el enamoramiento entre un contable madurito, viudo y con tres hijos y una joven empleada (que irrumpe en el libro mediante esta visión de Santomé: “La chica ...al menos comprende lo que uno le explica; además, tiene la frente ancha y la boca grande”)?. Al leerlo, me vinieron dos cosas a la cabeza. Una, los Poemas de la oficina (1956) del autor uruguayo (el que viene a continuación es agudo y certero en esa idea del tiempo que se nos va, y no sólo porque nos recuerda que se acaba el verano). Precisamente de Benedetti me gusta esa manera de extraer esencia poética desde lo sencillo, desde lo cotidiano, desde lo vulgar, incluso. La otra, la hermosa película de Patrice Leconte, El marido de la peluquera, que también habla de vidas hechas a base de treguas.

 

LICENCIA
Aquí empieza el descanso.
En mi conciencia y en el almanaque
junto a mi nombre y cargo en la planilla
aquí empieza el descanso.
Dos semanas.
Debo apurarme porque hay tantas cosas
recuperar el mar
eso primero
recuperar el mar desde una altura
y hallar toda la vida en cuatro olas
gigantescas y tristes como sueños
mirar el cielo estéril
y encontrarlo cambiado
hallar que el horizonte
se acercó veinte metros
que el césped hace un año era más verde
y aguardar con paciencia
escuchando los grillos
el apagón tranquilo de la luna.
Me desperezo
grito
poca cosa
qué poca cosa soy sobre la arena
la mañana se fue
se va la tarde
la caída del sol me desanima
sin embargo respiro
sin embargo
qué apretujón de ocio a plazo fijo.
Pero nadie se asusta
nadie quiere
pensar que se ha nacido para esto
pensar que alcanza y sobra
con los pinos
y la mujer
y el libro
y el crepúsculo.
Una noche cualquiera acaba todo
una mañana exacta
seis y cuarto
suena el despertador como sonaba
en el resto del año
un alarido.
Aquí empieza el trabajo.
En mi cabeza y en el almanaque
junto a mi nombre y cargo en la planilla.
Aquí empieza el trabajo.
Mansamente.
Son
cincuenta semanas.



(He pescado en ese mar proceloso que es Youtube este vídeo de la versión cinematográfica de la novela - la argentina, de Sergio Renán, hay también una mexicana- protagonizada por Ana María Picchio y Héctor Alterio, el mejor Martín que me podría encontrar)