D.: Brian De Palma
I.: John Travolta, Nancy Allen, John Lithgow, Dennis Franz
Vivimos tiempos dominados por el ejercico del remake. O al menos, eso parece. Los proyectos de versionar éxitos del pasado son anunciados constantemente. Por supuesto, no es una creación de nuestros tiempos. Por ejemplo, la última película de Cecil B. DeMille, Los diez mandamientos, de 1956, era una segunda versión de film homónimo dirigido por él mismo en 1923. En estos tiempos de crisis financiera y creativa, la mayoría de los remakes consisten en un intento de (re)iniciar franquicias ya agotadas a través del truco de un nuevo comienzo (los próximos estrenos de las "nuevas" Pesadilla en Elm Street o Robocop) o la importación de éxitos foráneos adaptados a los ojos de los espectadores americanos (The Ring, Vanilla Sky o la inminente Déjame entrar). Con excepciones (dejo para otra ocasión el por qué los remakes de los clásicos del cine de terror contemporáneo -Zombi, La matanza de Texas o Las colinas tienen ojos- han dado lugar a unas nuevas versiones tan afortunadas) el ejercicio del remake suele resultar en la simple puesta al día de los aspectos tecnológicos del film.
Impacto es un ejemplo perfecto de lo que puede dar de sí un remake, quizás por que no lo es. (al menos, oficialmente) Brian De Palma parte de la idea central de Blow Up. Deseo de una mañana de verano de Michelangelo Antonioni para adaptarla tanto a los nuevos tiempos cinematográficos en que nace como al estilo de su director. Si en el film de 1966 un prestigioso fotógrafo descubría que tras las imágenes que había tomado en un parque siguiendo a una pareja de enamorados se escondía un asesinato, ahora un técnico de efectos de sonido para películas de terror de serie B captará con su equipo el accidente de coche en el que fallece un importante senador, desvelando en ese sonido grabado los indicios de una conspiración. Si Blow Up podía considerarse un thriller (o, mejor, un giallo) metafísico donde la investigación de un crimen se diluía a través de una puesta en escena sensual y etérea, más centrada en la desintegración de la percepción de la realidad de su protagonista que en la resolución de una investigación policíaca, Impacto pone en primer término el aspecto más lúdico de aquella. Pero hay algo que une a ambos films: son películas pegadas a la época en la que nace: Si la manipulación física y ritualizada de las imágenes que hace Thomas no tendría sentido en los tiempos de la fotografía digital y el photoshop, la artesanal y analógica búsqueda de Jack Terry (John Travolta) resulta anacrónica en nuestro mundo Full HD.
Posiblemente envalentonado por el éxito de Vestida para matar, Impacto supone la primera representación de lo que podríamos llamar el universo depalmiano: la construcción de un escenario fílmico en el que la manipulación del tiempo y el espacio convierten a De Palma en un demiurgo que mueve a sus personajes como si fuesen fichas cuyos movimientos a través de laberínticos caminos desembocan en la conformación de un puzzle a modo de grand finale dramático. Y todo ello utilizando a fondo los recursos narrativos y estilíticos que le ofrecen el cinematógrafo: la pantalla cortada (el momento en el que en una parte vemos la noticias hablando del senador y, en la otra, a Jack trabajando, enlazando el destino de ambos), elaborados movimientos de cámara (el constante y mareante giro de 360º con el que refleja el vértigo del protagonista al descubrir que todas sus cintas han sido borradas) o el uso de la tecnología (que marca tanto el pasado como el futuro del protagonista). Pero, ante todo, destaca el amor que siente De Palma por el cine reflejado en su capacidad para transformar una vulgar película de terror en un hermoso epitafio.
Impacto es un ejemplo perfecto de lo que puede dar de sí un remake, quizás por que no lo es. (al menos, oficialmente) Brian De Palma parte de la idea central de Blow Up. Deseo de una mañana de verano de Michelangelo Antonioni para adaptarla tanto a los nuevos tiempos cinematográficos en que nace como al estilo de su director. Si en el film de 1966 un prestigioso fotógrafo descubría que tras las imágenes que había tomado en un parque siguiendo a una pareja de enamorados se escondía un asesinato, ahora un técnico de efectos de sonido para películas de terror de serie B captará con su equipo el accidente de coche en el que fallece un importante senador, desvelando en ese sonido grabado los indicios de una conspiración. Si Blow Up podía considerarse un thriller (o, mejor, un giallo) metafísico donde la investigación de un crimen se diluía a través de una puesta en escena sensual y etérea, más centrada en la desintegración de la percepción de la realidad de su protagonista que en la resolución de una investigación policíaca, Impacto pone en primer término el aspecto más lúdico de aquella. Pero hay algo que une a ambos films: son películas pegadas a la época en la que nace: Si la manipulación física y ritualizada de las imágenes que hace Thomas no tendría sentido en los tiempos de la fotografía digital y el photoshop, la artesanal y analógica búsqueda de Jack Terry (John Travolta) resulta anacrónica en nuestro mundo Full HD.
Posiblemente envalentonado por el éxito de Vestida para matar, Impacto supone la primera representación de lo que podríamos llamar el universo depalmiano: la construcción de un escenario fílmico en el que la manipulación del tiempo y el espacio convierten a De Palma en un demiurgo que mueve a sus personajes como si fuesen fichas cuyos movimientos a través de laberínticos caminos desembocan en la conformación de un puzzle a modo de grand finale dramático. Y todo ello utilizando a fondo los recursos narrativos y estilíticos que le ofrecen el cinematógrafo: la pantalla cortada (el momento en el que en una parte vemos la noticias hablando del senador y, en la otra, a Jack trabajando, enlazando el destino de ambos), elaborados movimientos de cámara (el constante y mareante giro de 360º con el que refleja el vértigo del protagonista al descubrir que todas sus cintas han sido borradas) o el uso de la tecnología (que marca tanto el pasado como el futuro del protagonista). Pero, ante todo, destaca el amor que siente De Palma por el cine reflejado en su capacidad para transformar una vulgar película de terror en un hermoso epitafio.