07 febrero 2024

CONCIERTOS

SLOWDIVE. Madrid. La Riviera. 06-02-2024. 

Slowdive siempre fueron ese grupo al que echas mano cuando quieres evadirte y volar. Referentes del llamado shoegazing en los 90, pusieron uno de los cimientos de las grandes edificaciones que otros culminarían poco más tarde (el otro cimiento, sin duda, lo plantaron Spacemen 3). Estuvieron y están. Nos hartamos de escuchar incesantemente “Just for a Day” (91), “Souvlaki” (93) y “Pygmalion” (95), dimos una oportunidad a Mojave 3 y a las aventuras de Neil Halstead en solitario, colocamos el regalo dejado por la banda original en una vitrina pensando que sería reliquia perpetua e inigualable. Pero no. Slowdive volvieron en 2017, y cuánto nos alegró la noticia. Más nos alegró escuchar el nuevo álbum homónimo y comprobar su grandeza y profundidad. Nos volvió locos la idea de poder verlos en vivo, cuando esa posibilidad ya se había convertido en poco menos que utópico sueño. Nos quedamos con las ganas en Mad Cool 2017, pues fueron los únicos con agallas para cancelar en una jornada trágica. Luego llegó el Tomavistas de 2022, la oportunidad de la redención, el jubileo del reencuentro, y aquel concierto supo a algo raro por falta de potencia y costumbre. 

Pues bien, anoche era la noche, y todos los sabíamos. “Everything Is Alive” (2023) nos dejaba partidos por la mitad como un melón: cuatro temas grandiosos, dos temas tediosos y otros dos aceptables. Pero algo con la firma de los de Reading jamás se puede desdeñar. Y como tienen la sana y plausible costumbre de practicar la táctica del compendio, anoche sonaron todas esas pequeñas joyas reverberantes llenas de magia que antaño nos mecían en nuestras cunas de juventud. La flamante y magnífica “Shanty” abrió el recital, pero pronto llegaron los flash-back. “Star Roving” por fin sonó como el gozoso bombazo que es, “Catch The Breeze” fascinó con sus vertiginosas proyecciones. “Skin in The Game”, también de su último trabajo, demuestra que no han perdido el punch creando melodías de terciopelo. Luego llegaron las muy personales versiones de directo de “Crazy for You” y “Souvlaki Space Station”, inapelables, absolutamente evocadoras. “Chained to a Cloud” puso un pequeño toque techno a la velada, con Rachel asumiendo un protagonismo siempre discreto y compartido, para seguir con el riff cristalino de “Slomo”. La ochentera “Kisses” fue el interludio antes del celebrado y glorioso tridente final: “Alison”, “When The Sun Hits” y “40 Days” (las tres gigantes, las tres deslumbrantes) despertaron las más enfervorecidas atenciones, canturreos y brincos. Y es curioso que, la que siempre se supuso una banda minoritaria de culto, se haya convertido veinticinco años después en un fenómeno que llena salas y atrae a público de todos los estilos, edades y nacionalidades. Y no menos curioso es que todos esos jóvenes que se han enamorado de esta música demuestren saberse al dedillo precisamente las canciones más añejas. 

Por supuesto, había que regalar unos bises como dios manda, y el encore no pudo ser mejor: la ya imprescindible en su discografía “Sugar for The Pill”, la versión desnuda de “Dagger” y la anhelada “Golden Hair” de Syd Barrett, coronada por épicas bocanadas de distorsión y feed-back. No fue un concierto largo (no llegó a la hora y media), pero de tan intenso pareció dulcemente eterno. Y esta vez sonaron y lucieron como la gran bola de fuego que son, en un marco visual radiante, en su punto de ecualización perfecto, con las guitarras rascando amablemente y el bajo de Nick Chaplin palpitando. Dejaron cicatriz, y mucha. 

La única pega de la noche fue la ausencia de los chispeantes Pale Blue Eyes, a los que había muchas ganas de ver. Se quedaron varados en algún atasco en alguna vía de algún lugar de esta España que ayer andaba patas arriba. 

Setlist: “Shanty”, “Star Roving”, “Catch The Breeze”, “Skin in The Game”, “Crazy for You”, “Souvlaki Space Station”, “Chained to a Cloud”, “Slomo”, “Kisses”, “Alison”, “When The Sun Hits”, “40 Days”//”Sugar for The Pill”, “Dagger”, “Gold Hair”.