Él decía
Decía que era agua bautismal.
Por eso todas las noches me bañaba perfilando un rito en mis entradas y salientes. Restregaba mi piel hasta dejarla roja y ardiente. En ese punto se mostraba complacido, declaraba que había sido liberada del pecado. Pecado que yo sabía no había cometido, ni tenía entidad.
Pero lo dejaba hacer y en su fe, fingiéndole que cada noche era una mujer nueva, renacida de sus manos de alfarero.
© Ana di Cesare. De "Sobre lo Perdido y reencontrado"