La Avenida Corrientes, ofrece unos frentes maravillosos.
Hay que recorrerla, por la mano norte y por la sur, una y otra vez. No falla, no deja de sorprender. No sólo por los detalles urbanísticos, sino por las historias que encierran las antiguas propiedades.
Ayer salimos a deambular por ella, en realidad a buscar una casa que teníamos vista, pero con la que no dimos.
Sin embargo hicimos buena cosecha.
Nuestra primera cosecha, fue el edificio del 5434, que se encuentra muy bien mantenido, pintado con elegancia. Solo desentona el friso, al que tuvieron el mal gusto de pintarle los alto relieves en dorado, con lo bien que quedan en blanco.
Este detalle arruina en parte el conjunto. No faltan las cabezas de leones, fauces abiertas, pequeños efebos
y adolescentes chicas haciendo gimnasia.
Entre los movedizos protagonistas, uno, al pie, lee un libro, ajeno a lo que ocurre en su entorno.
Molduras, rejas, ménsulas, carpintería, elegantes, de calidad.
El edificio mira al norte, lo detectamos desde la mano contraria y luego del conjunto nos llamó la atención el mascarón, que se encuentra en el remate.
Tiene un aire a fantasma, a espanto que acecha con su mandíbula colgando.
Aqui tenemos dos vistas, del coronamiento y de detalles del frente, hacia el este y el oeste.
De poco serviría la cáscara de un frente, si no supiéramos que dentro de ella se desarrollo la vida de diferentes personas, con sus pasiones, sus amores, sus intensidades lúdicas, y sus sueños.
En los bajos de este edificio, estuvo desde mucho antes del ´30 el café "San Bernardo", que según cuenta Ricardo Feierstein, en su libro Historia de los judios argentinos, fue la catedral de la bohemia judia villacrespense.
Para los años 30, tenía la mayor sala de billares de la zona con más de 20 mesas y, era un reducto célebre por el impulso con que se jugaba al ajedrez.
Siguiendo a éste autor, sabemos que el con limón, el cortado en vaso y la grapa, eran la antesala a los varénikes del mediodía, que aplacaban las nostalgias por Varsovia.
EN este café actuó Paquita Bernardo, algunos dicen que aquí debutó en su orquesta Osvado Pugliese. No lo creo posible, porque el inolvidable Maestro, había comenzado, a los 13 años a tocar el violín, en el Café "La Chancha" de Córdoba y Godoy Cruz. De ahí pasó al "ABC" de Córdoba y Scalabrini Ortiz, llegó al "Café Iglesias" de Corrientes al 1600 y ahí si, se sumó a la orquesta de Paquita. Pero, siendo del Barrio, es posible que tocara en el Café San Bernardo, que es sitio de interés cultural desde el 2012.
© Ana di Cesare por Peña de Historia del Sur
© Fotos: Ana di Cesare
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