¿Es la historia la ciencia del pasado? Sí, responde Jacques Le Goff: con la condición de saber que el pasado se convierte en objeto de la historia a través de una reconstrucción y una reinterpretación constantes. Desde esa perspectiva - añade el autor de Pensar la historia- cada época se fabrica mentalmente su representación del pasado histórico y toda historia es contemporánea, en el sentido de que el pasado es captado desde el presente y responde a sus intereses. La historiografía aparece entonces como una serie de nuevas lecturas del pasado, llenas de pérdidas y resurrecciones, de vacío de memoria y revisiones.
Revisión, reconstrucción, reinterpretación; esto es, reescritura, en la medida en que -como señaló Koselleck- la determinación de los hechos, así como su fundamentación, deben articularse nuevamente. Para el autor de Los estratos del tiempo, la reescritura de la historia puede basarse en tres posibles vías: la aparición de nuevos testimonios, la aparición de nuevos problemas que alientan la necesidad de buscar nuevos testimonios, una lectura nueva y una nueva interpretación de los testimonios ya existentes.
En esa tarea de revisar, reconstruir, reinterpretar y reescribir la historia reciente de España, en este caso la historia literaria, destaca sin duda el nombre de Jordi Gracia, con títulos como La resistencia silenciosa, Estado y cultura, La vida rescatada de Dionisio Ridruejo, A la intemperie o El intelectual melancólico (al que Julián, por cierto, dedicó en estas mismas páginas un comentario no muy elogioso). A este repertorio historiográfico se ha unido recientemente Derrota y restitución de la modernidad (1939 - 2010), el séptimo volumen de la Historia de la Literatura española editada por la editorial Crítica, que Gracia firma con Domingo Ródenas.
Para Gracia y Ródenas, el final de la guerra civil y la consiguiente instauración de la dictadura de Franco supuso una "honda derrota" de la modernidad cultural y de la tradición liberal. Tras la dura e inhóspita posguerra, en la década de los cincuenta se pondrá en marcha un proceso, "complejo y sinuoso, a veces laberíntico pero irreversible", que desemboca en la España actual. Los últimos cincuenta años conforman, según los autores, "una etapa de progresiva y creciente expansión de las libertades políticas y civiles sin comparación con ninguna otra de nuestra historia".
Indagando en los orígenes del "despliegue" que conducirá a la restitución (¿restauración?) de la modernidad cultural y con ella (no se olvide) de la tradición liberal, Gracia y Ródenas comprueban que, "tras veinte años de posguerra", en "lo sustancial" el Régimen no ha variado. Advierten que la sociedad española "ha empezado a registrar algunos elementos nuevos: algunas protestas interiores, alguna disidencia sonada, algún encarcelamiento o algunas multas..." (Las cursivas son mías). Y descubren -en coherencia con lo que Gracia sostiene en otros trabajos suyos- que, "en cambio, lo que se ha animado impensablemente es la vieja quietud dócil del mundo de las letras..., que han asomado, si no disidentes que merezcan tal nombre, sí formas distintas de entender el poder de la victoria".
Alarmados tal vez por la entidad de su descubrimiento, los autores puntualizan en seguida que "el fermento de esa restitución, sin embargo, no iba a salir únicamente de la rectificación de los intelectuales y escritores de la Victoria sino también —y en mayor medida— de quienes habían permanecido en España negociando con la realidad su condición de vencidos". (¡Uf!)
Dicho esto, "la hipótesis de periodización" que nos proponen no presenta demasiadas novedades: la aparición de un lenguaje nuevo con la llegada de los autores de los cincuenta, "la etapa que pivota alrededor de 1968 y sus irradiaciones", los setenta, en los que los escritores "se emancipan sin cortapisas ni coacciones de cualquier deber ideológico o político porque han metabolizado literariamente la antigua noción del compromiso político (que se hizo compromiso literario y ético)". Para Gracia y Ródenas, esta es "una conquista crucial que empezó antes, en los años sesenta, y que puede definir de una manera suficiente el marco de la literatura de la madurez democrática e incluso del siglo XXI: el ejercicio de la imaginación literaria carece de camino señalizado, rehúye autoridades intocables...".
Y así sucesivamente, como se decía antes, hasta nuestros días, en los que "las múltiples diferencias de estética literaria no disimulan una inquietud compartida por la naturaleza ética de los conflictos históricos".
El resto es literatura; quiero decir, historia de la literatura.
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Escritores de la Generación del 50 |
Adenda con cursivas
Esa distinción que los autores establecen entre ética y política revela con transparente elocuencia la naturaleza de la revisión, la reconstrucción, la reinterpretación y la reescritura que hacen Gracia y Ródenas de los últimos cincuenta años de la literatura española, especialmente de la etapa que se desarrolla bajo la dictadura de Franco. Véase, por ejemplo, el trato desigual que en el relato de aquel insólito despliegue reciben los intelectuales y escritores de la Victoria, cuya palinodia se encarece, frente al silencio, el exilio o la cárcel de los vencidos, cuyo compromiso se rebaja calificándolo como político.
De la naturaleza ideológica de esta reescritura da buena cuenta el párrafo que pespunteé con cursivas: "... algunas protestas interiores, alguna disidencia sonada, algún encarcelamiento o algunas multas...". Como saben, alguno es un indefinido que indica una cantidad imprecisa pero moderada. Quizás los autores lo utilizan para mostrar la debilidad o la irrelevancia de la oposición a la dictadura en la década de los cincuenta: la huelga de tranvías en Barcelona, la primera de las movilizaciones obreras que se extenderán a Asturias, el País Vasco, Madrid, Valencia...; la detención de militantes del PSOE, uno de los cuales, Tomás Centeno, morirá en los calabozos de la DGS; las primeras huelgas estudiantiles en Madrid y Barcelona; las detenciones de miembros del FLP y del PCE, cuyo VI Congreso aprobará la ponencia política de reconciliación nacional; la fundación de ETA o de la Unión Sindical Obrera (USO); las primeras Comisiones Obreras...Eso: algunos elementos nuevos...
Claudio