Despego el sudor de tu camiseta al quitártela, pego nuestra piel a paredes que si sintieran se derretirían de envidia, cicatrizo besos sin fin en miradas nocturnas que nunca pestañean. Escondo bajo mis párpados gritos que acarician anocheceres, deshago tu cuerpo al embestirte contra la pared de mis ganas, destrozo tus labios al necesitar guardármelos en el bolsillo. Borro tu cuello entre mis dientes, quemo mis manos entre tus piernas, arranco tu saliva de un mordisco. Te miro. Y te quiero.
Sesenta y seis mil besos
Sólo por nosotras...