miércoles, 30 de abril de 2008
Generación obesa. Por José Luis Dacal.
Uno de cada cuatro niños europeos es obeso. Cada año, cerca de medio millón de niños de entre cinco y doce años son diagnosticados como obesos o con sobrepeso en la Unión Europea. Una dieta rica en calorías y la falta de actividad física son las causas principales.
Los niños engordan no sólo porque se hinchen a comida basura, sino porque no se mueven, porque con la educación física del colegio, la única actividad para muchos, no pueden combatir la sobredosis calórica. La solución, por tanto, no sólo es la dieta. Numerosos estudios han advertido de la poca eficacia que tienen las modificaciones nutricionales en la disminución de la obesidad a medio plazo, e incluso son cuestionadas en periodos de crecimiento crítico.
Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial. Antes, la obesidad era un problema exclusivo de los adultos. Hoy, esta complicación atañe a los más jóvenes. En España, por ejemplo, hace 15 años sólo el 5% eran obesos. Hoy este porcentaje es del 16%, sólo superado en la UE por Gran Bretaña.
La causa de esta epidemia es el cambio de hábitos, sobre todo en lo referente al sedentarismo y a la alimentación. Los niños abandonan el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado en favor de la comida rápida y la bollería. En cuanto al sedentarismo, las juegos con amigos y otras actividades físicas tradicionales han sido cambiados por la televisión y los videojuegos.
A corto plazo las consecuencias más frecuentes de la obesidad infantil son alteraciones psicosociales: incluso en edades tempranas el niño obeso es descrito de forma despectiva pos sus compañeros, tiene problemas de aislamiento y relación y menores expectativas académicas. La repercusión psicológica de la obesidad sobre los adolescentes puede ser desencadenante de notables problemas de alimentación como la bulimia y la anorexia.
A medio plazo produce alteraciones ortopédicas, respiratorias y cutáneas. También el síndrome de Picwick (somnolencia e insuficiencia respiratoria), miocardiopatía y pancreatitis asociados a obesidad, que son menos habituales, pero de extrema gravedad. En los niños obesos aumenta la incidencia de la diabetes mellitus y el riesgo de la intolerancia a la glucosa, hipertensión y alteraciones de los lípidos (aumento de colesterol y triglicéridos). La obesidad infantil aumenta el riesgo de obesidad en la edad adulta. El 75% de los adolescentes obesos lo serán de adultos y la obesidad es factor de riesgo de enfermedad cardiovascular.
En el terreno económico, la obesidad cuesta a los países un 7% del gasto sanitario. Estudios realizados en Reino Unido indican que la obesidad fue la causante de que se produjeran 18 millones de días de baja laboral. La investigación cifró además en 2.000 millones de euros el gasto anual atribuible a las pérdidas de productividad.
Para combatir la obesidad, los expertos aconsejan una alimentación adecuada y hacer al menos media hora de ejercicio diaria. Esta recomendación contrasta con la realidad cotidiana de la mayoría de los europeos. Los datos del Eurobarómetro de 2003 ya reflejaban que cerca del 60% de los europeos no realizaba ningún tipo de actividad física en la semana.
Lo que no se consigue cambiar durante la infancia será más difícil de tratar en décadas posteriores. La niñez es una etapa en la que se ordena la personalidad y se establecen patrones de comportamiento, que serán base de su vida adulta. Por ello, es necesario darse cuenta de que la salud es una pieza importante en el equilibrio de los niños.
Mientras 4000 niños mueren al día de inanición, el abuso de la comida puede dar como resultado toda una generación de adultos obesos.
Fuente: Centro de colaboraciones solidarias
martes, 29 de abril de 2008
Vuelve el programa REDES de Eduardo Punset
lunes, 28 de abril de 2008
Cambio
domingo, 27 de abril de 2008
Mario Bunge: la filosofía no ha muerto, pero está gravemente enferma
Mario Bunge: la filosofía no ha muerto, pero está gravemente enferma
Los filósofos y los científicos sociales deberían cooperar para diseñar sociedades en las que se protejan los intereses individuales y colectivos
La filosofía no ha muerto, pero está gravemente enferma, declara en la siguiente entrevista exclusiva el filósofo y científico Mario Bunge, quien considera que si se descuida la investigación básica, por darse prioridad al armamento y a la conquista territorial, la ciencia decaerá, y con ella la técnica. Añade que los filósofos debieran cooperar con los científicos sociales para diseñar sociedades en las que se protejan los intereses individuales y colectivos. Por Eduardo Martínez.
En su último libro, Crisis y reconstrucción de la filosofía, usted señala que la filosofía está enferma, aunque no grave. ¿Cuáles son los síntomas de esta enfermedad?
Richard Rorty y otros han afirmado que la filosofía está muerta. Yo creo que sigue viva, aunque gravemente enferma. En efecto, la mayoría de los filósofos se limitan a comentar ideas de otros, o a hacer especulaciones estériles: no abordan problemas nuevos, no se enteran de lo que pasa en las ciencias y las técnicas, ni se ocupan de los principales problemas que afronta la humanidad. Por ejemplo, los ontólogos imaginan mundos posibles pero ignoran el único real; los gnoseólogos siguen creyendo que las teorías científicas son paquetes de datos empíricos; los filósofos morales discuten a fondo el problema del aborto, pero descuidan los problemas mucho más graves del hambre, la opresión y el fanatismo. Y los filósofos de la técnica suelen, ya elogiarla, ya denigrarla, sin ver que hay técnicas malas y otras buenas, y que incluso las buenas pueden tener resultados perversos, tales como el desempleo. En mi último libro señalo diez motivos de la crisis actual de la filosofía: profesionalización excesiva; confusión entre filosofar e historiar; confusión de oscuridad con profundidad, al estilo de Husserl y Heidegger; obsesión por el lenguaje, al estilo de Wittgenstein; idealismo (por oposición al materialismo y al realismo); atención exagerada a miniproblemas y juegos académicos; formalismo insustancial y sustancialidad informe; fragmentarismo y aforismo; enajenamiento de los motores intelectuales de la civilización moderna: la ciencia y la técnica; y permanencia en la torre de marfil.
¿Considera que tiene algún sentido hablar de filosofía en una sociedad tan condicionada por la así denominada "muerte del pensamiento" o por el "pensamiento débil"?
Es verdad que el posmodernismo, y en particular el llamado "pensamiento débil", han hecho estragos en las facultades de humanidades. Pero, desde luego, no ha afectado a las facultades de ciencias, ingeniería, medicina, ni derecho. En éstas hay que pensar correctamente y hay que controlar la imaginación con datos empíricos. El "pensamiento débil" sólo incapacita intelectualmente a estudiantes de las facultades de humanidades.
Tradicionalmente, la filosofía ha intentado dar respuestas a cuestiones trascendentales para la condición humana, a través de diferentes escuelas de pensamiento. ¿Podemos decir que ya sabemos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos?
La filosofía no se ocupa de averiguar quiénes somos, de donde venimos ni adónde vamos. La biología, la sicología y las ciencias sociales se ocupan de estos problemas. Por ejemplo, la biología evolutiva ha averiguado que los humanos y los monos antropoides tenemos precursores comunes; la antropología, la sicología y la sociología muestran que somos animales emocionales, intelectuales, trabajadores y sociables; y la historia y la politología sugieren que la humanidad no se dirige a ningún punto fijado de antemano, sino que, como dijo el gran poeta Antonio Machado, hace camino al andar.
La ciencia ha hecho frecuentes incursiones en el campo de la filosofía, particularmente a lo largo del siglo XX. ¿Considera que estas aportaciones han contribuido a regenerar la filosofía, o más bien a confundirla?
Es verdad que la ciencia ha resuelto muchos de los problemas que fueron planteados originariamente por filósofos. Por ejemplo, los físicos y químicos han contestado la pregunta por la naturaleza de la materia, el espacio y el tiempo; los biólogos nos dicen qué es la vida; y los neuropsicólogos han develado el misterio del alma. Estas respuestas han dejado sin ocupación a los filósofos especulativos, pero han alentado a otros a reforzar los vínculos de la filosofía con la ciencia. Por ejemplo, el filósofo de la mente puede, ya ignorar la neuropsicología, ya usarla para formular nuevas preguntas, tales como qué son la creatividad y la conciencia, y cómo emergen la razón y la sensibilidad moral.
La física teórica está hoy dividida en dos escuelas básicas de pensamiento, la materialista y la idealista. ¿Considera que esta división es afín con la filosofía actual o que es completamente ajena a ella?
No creo que la física se divida en materialista e idealista. Lo que sí ocurre es que hay interpretaciones idealistas (o subjetivistas) de algunas teorías físicas, en particular la teoría cuántica. Pero de hecho, mientras hacen sus investigaciones, los físicos obran como materialistas. Es decir, saben que las cosas microfísicas existen de por sí, en lugar de ser objetos mentales. Adoptan ideas idealistas cuando hacen divulgación científica. Además, es posible refutar la tesis de que la existencia de los fotones, electrones, átomos, etc., depende del observador. Creo haberla refutado en mi libro “Foundations of Physics” (Springer, 1967), al axiomatizar las principales teorías físicas. De esta manera se exhiben explícitamente los referentes de las mismas. Resulta que ellas se refieren exclusivamente a cosas físicas. Por ejemplo, el operador de la energía y la función de estado no contiene variables que describan propiedades del observador.
En algunos círculos de pensamiento se afirma, a tenor de los conocimientos adquiridos sobre las facultades superiores, que nuestro organismo no está capacitado para llegar al fondo de la verdad que persigue la filosofía. ¿Considera al respecto que somos una especie condenada a no alcanzar nunca los últimos secretos del universo?
¿Cómo se puede saber que nunca podremos saber algo? Quien afirma que siempre se ignorará X erige una barrera arbitraria al avance del conocimiento, y por lo tanto es un oscurantista. A fines del siglo XIX Herbert Spencer, Emile Du Bois-Reymond y otros afirmaron que jamás se sabría lo que es el espíritu. Hoy sabemos una pila de cosas sobre el espíritu. Por lo pronto, sabemos que todos los procesos mentales son procesos cerebrales, gracias a lo cual se los puede modificar alterando su composición química y, en casos extremos, extirpando partes del cerebro o del sistema endocrino. Lo único que podemos afirmar es que, mientras quede gente curiosa, seguirán emergiendo problemas nuevos, cuya investigación arrojará nuevos resultados. Pero también podemos prever que, si se descuida la investigación básica, por darse prioridad al armamento y a la conquista territorial, la ciencia decaerá, y con ella la técnica. El que vayamos para adelante o para atrás depende exclusivamente de la ciudadanía en el caso de las democracias políticas, y de los mandalluvias en las demás.
En su último libro usted señala que uno de los pilares necesarios para recomponer la filosofía es la ciencia y la tecnología. Ambos nos prometen cambios tan profundos que, de conseguirse, nos obligarán a cambiar muchos patrones de pensamiento. ¿Piensa que la filosofía actual está preparada para acometer estos previsibles cambios y proporcionar un marco teórico a los nuevos escenarios que se avecinan?
Algunos filósofos están preparados para hacer frente a grandes novedades de la cultura, y otros no. Los primeros intentan mantenerse al día con algunas disciplinas, mientras que los segundos prefieren refugiarse en el pasado. Siempre ha ocurrido así, y es presumible que así seguirá ocurriendo. Lo que importa es la calidad de los innovadores y las oportunidades que tengan para investigar libremente. En la Revolución Científica (y Filosófica) del siglo XVII participaron solamente unas 200 personas, entre ellas Galileo, Descartes, Kepler, Harvey, Gilbert, Boyle, y sus discípulos. Los filósofos puros que vinieron después, en particular Berkeley, Hume y Kant, fueron contrarrevolucionarios, puesto que volvieron a poner al sujeto cognoscente en el centro. Es triste constatar que, salvo excepciones (como Aristóteles y Descartes), los filósofos han ido contra el progreso.
Nuestra sociedad padece una profunda crisis de valores que aparenta ser el reflejo de la crisis de la filosofía. ¿Qué tendría que decir la filosofía actual sobre los valores que hoy predominan en la sociedad y por cuáles debería apostar para preservar la integridad de la especie y asegurar su progreso humano?
La filosofía, en particular la axiología, puede decir mucho acerca de los valores. Por ejemplo, que no existen de por sí, sino que son inventados y destruidos por los seres vivos; que los hay individuales, como el bienestar y la verdad, y sociales, como la justicia y la paz; que todos los valores son analizables a la luz de la razón y de la experiencia; etc. También los psicólogos sociales, antropólogos y sociólogos pueden decimos mucho acerca de los valores. Por ejemplo, se sabe que la gente se vuelve egoísta cuando se la oprime, porque el instinto de preservación prevalece sobre todo lo demás. También se sabe que la obsesión por el dinero tiene el mismo efecto socialmente disolvente. Y se sabe que los valores varían con las sociedades. Por ejemplo, la lealtad, la honestidad y la integridad familiar se aprecian más en las sociedades tradicionales que en las modernas. En cuanto a la preservación de la especie y el progreso, dependen del tipo de sociedad que elijamos. En este punto, los filósofos debieran de cooperar con los científicos sociales, para diseñar sociedades en las que se protejan los intereses individuales sin merma de los colectivos. En mi libro Las ciencias sociales en discusión (Sudamericana, 1999) propongo lo que llamo tecno-holo-democracia, o sea, democracia integral (política, económica y cultural) guiada por la técnica. Creo que ésta es una alternativa viable, tanto al capitalismo como a la tiranía estatista que se hizo pasar por socialismo. Mientras tanto, habrá que apuntalar al Estado del bienestar, que los conservadores están intentando desarmar, precisamente por ser el orden social menos imperfecto realizado hasta ahora.
Fuente: http://www.tendencias21.net/Mario-Bunge-la-filosofia-no-ha-muerto,-pero-esta-gravemente-enferma_a150.html
viernes, 25 de abril de 2008
El escepticismo también salva
Cuestionándome lo que hay de cierto en las obras de algunos autores contemporaneos que tratan temas sobre espiritualidad me he encontrado con un artículo que creo muy interesante. este se resume en este parrafo:
“La idea no es decir no creas”.“Creer es un derecho y un privilegio. La idea es informar sobre lo que no es científico. A la gente le gusta creer en ciertas cosas, es maravilloso pensar que pueden ser ciertas. Pero cuando descubres la verdad científica, cuando te encuentras con que el hombre con la ciencia ha podido hasta descifrar el genoma humano, eso es aun mejor, es la maravillosa verdad de la ciencia”.
Acusados de dogmáticos y faltos de fe, apuestan todo a los métodos de la ciencia y la racionalidad. Para ellos la credulidad absoluta, el pensamiento mágico y las tendencias de la nueva era no son tan inocentes y benefactoras como se pretende.
Oscar Medina Leal
Creer o no creer, en el caso de esta gente no se plantea como dilema posible. Se trata, más bien, de hacerse otras preguntas, otras exigencias: ¿existen pruebas fiables?, ¿es demostrable? ¿hay un estudio científico detrás de eso? Si todas las respuestas son negativas, arrugarán el ceño y darán media vuelta. Pero si el caso, el fenómeno o el arranque de credulidad pudiera traducirse en problema de riesgo público, seguramente afilarán sus lápices o alzarán la voz para dar la alerta y concentrarán su empeño en desmontar cualquier parapeto para llegar a la verdad.
Escépticos, se les llama. O, mejor, racionales escépticos. Y no se ocupan sólo de asuntos evidentes como los platos voladores y los hombrecitos verdes. También se hacen cargo de otras leyendas. Han puesto en duda, por ejemplo, esa que dice que un gurú financiero de Wall Street realmente conoce más que cualquier mortal cómo invertir el dinero. Sami Rozembaun, urbanista y comunicador social, miembro de la Asociación Racional Escéptica de Venezuela (AREV), explicó el estudio basado en la estadística: “Demostró que el mercado es caótico y que no se le puede predecir. Que es caótico porque es psicológico, porque se basa en la confianza. En su grupo de control intervinieron una niña de cinco años, un astrólogo y un analista de Wall Street. A la niña le fue mejor que al analista: invirtió en Mc Donald’s y en otras cosas que le eran familiares. Al astrólogo le fue peor que a todos”.
Rozembaun esgrime otro ejemplo: “Se han hecho investigaciones sobre las técnicas de recuperación de memoria que han demostrado que muchos casos en que se han aplicado en situaciones de niños que fueron supuestamente abusados, en realidad lo que ha habido es inducción de recuerdos. Es decir, que quienes aplicaban esas técnicas estaban tan convencidos de que en efecto el niño había sido víctima de abuso, que a través de hipnosis crearon ese recuerdo en la memoria del menor”. Y el mismo principio es válido ante casos de supuestas abducciones extraterrestres.
¿Descreídos en cambote?
No son sólo tres o cuatro dogmáticos discípulos de la razón. Detrás de esto se encuentra el Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones sobre lo Paranormal (Csicop, son sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro fundada en 1976 por científicos, educadores e investigadores de las ciencias como Carl Sagan, Isaac Asimov, Philip Klass, James Randi; y que está presidida en la actualidad por Paul Kurtz, profesor emérito de filosofía en la Universidad del estado de Nueva York.
El Csicop maneja además la editorial Prometheus Books que cada año publica cerca de un centenar de títulos de divulgación científica y edita, igualmente, la revista bimestral Skeptical Inquirer -entre otras- cuya circulación -según Kurtz- alcanza los 50 mil ejemplares.
De los marcianos a la salud
“Los próximos 25 años” se llamó el pasado evento mundial de escépticos racionales en el que Venezuela tuvo representación por vez primera. Se trató de reunir a los líderes del movimiento para intentar mirar lo que viene y cómo encararlo. Hubo también espacio para exponer casos: “Se dio una ponencia sobre leyendas urbanas, que fue algo como una sesión de relax. Se habló especialmente de los supuestos casos de cocodrilos en las cloacas, en las tuberías, que es una leyenda vieja que siempre vuelve. También, por supuesto, del World Trade Center, del famoso humo de las torres, del ovni, de las teorías de que todo fue una conspiración de la CIA y esas historias de gente que planearon hasta caer sanas y salvas. También de esos mensajes de descrédito que lanzan en la red acerca de la peligrosidad de algún producto y que generalmente son campañas entre competidores”.
La Asociación Racional Escéptica de Venezuela vendría a ser una suerte de capítulo criollo de este notable movimiento. Al estudiante de biología merideño Guido Núñez -en el núcleo activo están también el biólogo Ricardo Babarro y el médico Javier Garrido- le deben los escépticos del patio el nacimiento -hace menos de un año- de la AREV; una iniciativa modesta en su estructura: una lista de correos, envío de artículos a los medios y Lúcido, un boletín on line. Pero ambiciosa en su planteamiento: “Este es un movimiento humanista, que cree en el ser humano”, ensayó Rozenbaum: “Nos centramos en la confianza en que el ser humano puede superarse a través de la ciencia y la razón. Como plantea Carl Sagan, el desconocimiento de la ciencia es un peligro para la libertad y la democracia porque el público puede ser manipulado por extremistas políticos o líderes pseudoreligiosos. El conocimiento no es sólo saber química y física. En la base del conocimiento científico está el sentido crítico”. Babarro completa la idea: “Nuestra filosofía es la difusión del conocimiento científico, del pensamiento crítico. Educar al público para que no se deje manipular. Eso es tan grave que en países tan desarrollados como Estados Unidos, las preconcepciones pseudocientíficas imponen sus criterios, como esos grupos religiosos que rechazan las vacunas y las transfusiones de sangre y que persiguen lograr políticas públicas basadas en esos prejuicios”.
En la conferencia -realizada en California- Charles Wynn, profesor de Química en la Eastern Connecticut State University encaró el problema de la credulidad de sus alumnos ante el tema ovni y otras cosas. El punto era probar que la información seria acerca de estos temas efectivamente propicia respuestas racionales. Luego de unas charlas hizo una encuesta entre los estudiantes y se encontró con que la creencia en ovnis había bajado de 29% a 7%; que quienes creían que existe una conspiración oficial para ocultar a los ovnis pasaron de 43% a 0%; que quienes manifestaban creer en psíquicos y predicciones del futuro pasaron de 64% a 14% y los que afirmaban que la telepatía existe pasaron de 71% a 7%. Sólo la representación de 7% continuó creyendo en que las historias de abducciones extraterrestres son ciertas.
Rozembaun recordó algo relacionado: “Hubo una investigación en una universidad de Estados Unidos que reveló que una cantidad significativa de estudiantes no eran capaces de discernir si lo que pasaban en la serie Expedientes Secretos X era verdad o mentira”.
“El movimiento empezó hablando de ovnis, fantasmas y cosas así, pero ha evolucionado a temas de mayor alcance”, advirtió Rozembaun. La ecología, por ejemplo. “Hay mitos que sirven para que mucha gente viva de eso. Apelan al sentimiento de culpa de las empresas y a las mismas corporaciones les sirve para ahorrar impuestos. Es como una versión moderna de la indulgencia papal”, advirtió Ricardo Babarro: “La mayoría de las proyecciones alarmantes sobre el medio ambiente tienen una explicación económica. Son formas de mantener presupuestos. El gran logro de la ecología es que la gente se diera cuenta de que la Tierra y sus recursos no son infinitos, pero esas luchas de ecologistas están muchas veces basadas en concepciones erróneas, mal intencionadas o falsas”. El resultado de esto, ya se ha visto, son reacciones histéricas ante temas como los alimentos transgénicos y la clonación.
Hay un caso todavía fresco por estas tierras. En Mérida, para ser exactos, donde se estuvo aplicando la ingeniería genética en el cultivo de lechosas con resultados bastante prometedores: “Un grupo de ecolocos, liderados por un señor que se hace llamar Keshava Bhat, se dieron a la tarea de armar escándalo afirmando que las lechosas iban a tener genes de ratas y que iban a causar peste bubónica”, recordó Rozembaun: “Presionaron tanto que lograron detener el proyecto legalmente, pero antes de eso quemaron ellos mismos los cultivos; como la secta de los luditas que en el siglo XVIII destruían las máquinas creyendo que con eso lograrían acabar con la revolución industrial”.
La gente de la AREV se ha cazado en el plano mediático una feroz contienda con los comercializadores de los llamados Adaptógenos. Artículos publicados en El Universal y El Nacional han dejado clara constancia de la advertencia (y de la propia pelea): no hay ninguna evidencia científica seria y comprobable que demuestre los famosos poderes curativos de la pretendida “medicina adaptógena”. José Olalde, el padre de la criatura, ha enunciado una y otra vez lo que considera pruebas suficientes en sus campañas promocionales y en sus respuestas a la AREV. Pero hasta ahora, insisten los escépticos, ninguna avalada por parámetros científicos.
Razono primero, creo después
James Randi, un célebre mago escéptico experto en desenmascarar farsantes, ideó una singular manera de demostrar cómo se monta la farsa de un curandero. El caso, recogido por Carl Sagan en el libro El mundo y sus demonios, es una brutal bofetada a la credulidad de la masa y de los propios medios de comunicación. Precedido de una insistente campaña de prensa arribó a Sydney un santón de la nueva era llamado Carlos que anunciaba poderes curativos a través del uso de “cristales de la Atlántida” y de su milenaria sabiduría alcanzada tras múltiples reencarnaciones.
El revuelo en Australia fue total. Buena parte de los periódicos y televisoras concedieron sustanciosa cobertura al “maestro” Carlos y nadie puso en duda la veracidad de sus planteamientos. Incluso, hubo gente que efectivamente dijo haber sanado de ciertas dolencias gracias al mero contacto con Carlos. Llegado el momento, se reveló el engaño: todo había sido concebido y orquestado por James Randi y el programa de televisión Sixty Minutes. El “maestro” Carlos no era más que un joven escultor preparado por Randi para representar el papel. Y fue tan convincente que aun después de revelar el impecable entramado, hubo quien insistió en profesar su fe al ficticio curandero: “...demostraron lo poco que cuesta desnaturalizar nuestras creencias, lo dispuestos que estamos a dejarnos llevar, lo fácil que es engañar al público cuando la gente se encuentra sola y anhela creer en algo”, apuntó Sagan en su texto.
Otro caso documentado por Sagan se refiere a los famosos crop circles, esas figuras aparecidas en el campo a las que se atribuye autoría extraterrestre. Doug Bower y Dave Chorley, dos amigos de Southampton, Gran Bretaña, idearon -entre cerveza y cerveza- una broma magistral a partir de la creciente credulidad en las historias de ovnis. Se dedicaron a hacer formas en los sembradíos de trigo aplanando la vegetación con pesadas placas de acero y posteriormente con otros sistemas a medida que el diseño de las formas se hizo más elaborado.
Progresivamente se fue propagando la noticia de esas apariciones misteriosas y algunos científicos se apresuraron a concluir que aquello no tenía origen humano. Luego de 15 años de broma sostenida -y tras la aparición de imitadores en otros lugares del globo- Bower y Chorley -ya con sesenta años de edad- hicieron una demostración pública de cómo hacían las figuras más complicadas y contaron la historia de su notable tomadura de pelo. Sus testimonios, bien sustentados según Sagan, no tuvieron suficiente eco: la gente prefirió seguir creyendo en el mito, en la esperanza del mensaje extraterrestre.
Vistos de manera superficial quizás estos casos parezcan meras anécdotas de situaciones inofensivas. Total, qué mal hace creer un poco. Pero una aproximación más seria, con mayor sentido crítico, permitiría ver los riesgos: por ese camino vienen las sectas suicidas, las grandes estafas colectivas, la ceguera ante el mesianismo mercantilista, la negación de los avances científicos, el rechazo a la verdadera medicina, en fin, las tragedias de la ignorancia.
“La idea no es decir no creas”, aclaró Rozenbaum: “Creer es un derecho y un privilegio. La idea es informar sobre lo que no es científico. A la gente le gusta creer en ciertas cosas, es maravilloso pensar que pueden ser ciertas. Pero cuando descubres la verdad científica, cuando te encuentras con que el hombre con la ciencia ha podido hasta descifrar el genoma humano, eso es aun mejor, es la maravillosa verdad de la ciencia”.
Para profundizar en el tema visitar el site de la AREV: www.geocities.com/escepticosvenezuela/
Artículo publicado en la Revista Sala de Espera N° 6 http://www.saladeespera.com.ve
jueves, 24 de abril de 2008
Entrevista a José Saramago, después de su grave enfermedad
Entrevista publicada en el periódico "El Pais" el 24 de abril de 2008
José Saramago, 85 años, premio Nobel de Literatura.
Pregunta. ¿Cómo se siente?
Respuesta. En términos relativos, y teniendo en cuenta lo que he sufrido en los últimos meses, extraordinariamente bien. Hay un término de comparación: me veo ahora y recuerdo cómo estaba antes, incluso encuentro una cierta dificultad en comparar estas dos personas, la que yo he sido y ésta que está aquí y ahora. La diferencia es de tal magnitud que llego a pensar que todo aquello fue un sueño. Más bien una pesadilla. Estoy muy bien. Sigo con mi recuperación y estoy trabajando, estoy escribiendo.
P. Creímos que no lo iba a contar.
R. No llegué a pensar eso; pensé que estaba realmente malo, en un estado deplorable, pero tenía mucha confianza en mis médicos, en los que me cuidaron. Pero, en fin, en mis horas de soledad, que en el fondo eran casi todas, aunque Pilar siempre estaba a mi lado, admití como algo bastante natural que no saliera de aquello. O, peor, que saliera para irme al otro lado... Ahora bien, lo que para mí ha sido sorprendente ha sido la serenidad, la tranquilidad con que acepté sin miedo y sin angustias la hipótesis de no sobrevivir a la enfermedad. Y esa serenidad y esa tranquilidad no es que me haya reconciliado con la idea de la muerte, porque uno no ha de reconciliarse con la idea de la muerte, pero me ha ayudado a contemplar ese hecho como algo natural. Y además, ineluctable, no podía hacer nada contra ella. Puedes armarte de la fuerza que encuentras en ti para no ceder al pánico, al miedo, a la angustia de un posible final, y que además lo estés viviendo... Todo eso lo he vivido, pero como estoy bien ahora, no lo recuerdo como una situación que he pasado sino como una pesadilla. Y lo único que tenía que hacer era despertar de esa pesadilla. Me desperté.
P. ¿Qué vio al despertar?
R. No era como estar en la pesadilla de la que despiertas y luego recuerdas. Durante todo ese tiempo yo no era uno sino dos. Uno, que padecía una enfermedad, y otro que asistía a todo lo que le sucedía a ese enfermo. Yo estaba a la vez viviendo una pesadilla y asistiendo a ella.
P. Eso habrá creado una emoción muy fuerte dentro.
R. No lo sé. Yo me sentí en un estado de casi anestesia total. Es decir, lo vivía no con indiferencia, en absoluto, al contrario, pero podría incluso decirte que lo he vivido sin emociones. No recuerdo haber cedido al peso de cualquier sentimiento, de miedo, o de pena. No. Yo me examinaba a mí mismo con una frialdad casi científica. Desarrollé, eso sí, un sentido del humor muy activo, en las conversaciones con los médicos y con las enfermeras. Nunca he sido chistoso, pero ahí me mostré chistoso, hice bromas sobre lo que iba ocurriendo, desmitifiqué el drama. ¡Y yo nunca cuento chistes! Creo que eso me ha protegido de un sentimentalismo fácil, un poco llorón; nunca he sentido ese riesgo, pero en esta ocasión no lo padecí en absoluto. Jamás.
P. ¿Se siente rabia?
R. ¿Rabia por qué?
P. Por estar perdiendo la vida.
R. Pero la rabia es inútil si no se tiene un blanco. ¿Qué rabia sería? ¿Contra mí mismo? ¿Contra un poder superior que hubiera decidido que mi vida se acabara allí? Y aunque ese poder superior existiera, ¿cómo le llegarían los efectos de mi rabia? No, ninguna rabia. Morir, acabar, y sentir rabia, ¿para qué? ¿Quién se cree esa persona para sentir rabia? ¿Creía que tenía derecho a seguir viviendo? Yo creo que sí. Lo admito. Pero lo que me impresiona es la inutilidad de la rabia en circunstancias como ésas.
P. ¿Resignación tampoco?
R. No es resignación, es sencillamente una aceptación. Son dos movimientos distintos. Lo aceptas porque no tienes otra salida. La resignación es aceptación pero a la vez es renuncia. Y puede no haber renuncia en la aceptación.
P. Ahora esto es como una resurrección.
R. En cierta forma. Porque uno es testigo del despertar de un cuerpo dormido y ese cuerpo es tuyo. Los médicos están haciendo su trabajo, y el tuyo es el de ayudar a tu cuerpo, en ese proceso que se puede llamar de resurrección. Pero a mí me gusta más llamarlo proceso de regreso, es menos dramático y más claro. Estás regresando a ti mismo.
me quedé reducido a alguien que estaba allí y no tenía ánimo, fuerza ni ganas para la escritura. La única parte del cuerpo que no ha sufrido esa pérdida de tono creo que ha sido el cerebro, que demostró una actividad extraordinaria, que no puedo explicar. Nunca caí en esa soñolencia..., siempre estuve muy despierto, con capacidad de observación y de comentario. ¡Hasta de chistes!
P. Eso le salvaría.
R. Quizá sí... Y el estado excelente de mi corazón. Cuando el cuerpo parecía inclinado a renunciar, el corazón siguió peleando y ha ganado la batalla.
P. ¿Y la novela?
R. Era algo que podía terminar o no. O consigues salir y regresas a casa, o lo que estabas haciendo se queda inacabado. El viaje del elefante. Va marchando.
P. Muchos temimos que esta exposición que ahora se inaugura en Lisboa sería una exposición póstuma. ¿Cómo se siente en su propio pueblo asistiendo a ella?
P. Muy contento, muy feliz. No es que este viaje sea una especie de reconciliación con mi pueblo, no he estado nunca de espaldas al país donde nací. Siempre he vuelto; después de la enfermedad y de todo eso se dice que hay un reencuentro... Para un reencuentro se necesitan por lo menos dos, la patria y la persona, pero la patria es una abstracción, no se me presentó, ni ahora ni nunca, vestida no me imagino cómo, diciendo "yo soy la patria", pero uno pertenece a un lugar, a una historia, a un idioma, y yo creo que eso es la patria. Yo soy muy crítico con la situación social y política en Portugal, pienso que el ánimo de la gente está decaído, parece haber renunciado al futuro... Estamos muy aborregados, pero este es mi país, y punto. No es el más hermoso ni el más inteligente ni el más inventivo, pero es mi país. Hace años, me preguntaron por las relaciones con mi tierra. Y yo contesté: Me gusta lo que este país ha hecho de mí. Porque tú puedes protestar contra esto y aquello, pero lo que no puedes negar es que lo bueno y lo malo es lo que te ha hecho a ti, y luego decides si te gusta o no. Pero si te gusta confiésalo. En el fondo, la cosa es muy sencilla: yo puedo criticar a Portugal, pero hay una pregunta: ¿Y quién sería si no hubiera nacido en este lugar del mundo?
P. ¿Y la respuesta es...?
R. ¿Sería más inteligente, habría escrito una obra más importante, sería reconocido por la gente en la calle, pondrían mi nombre a calles o a institutos? No lo sé. Se es lo que se es y punto.
lunes, 21 de abril de 2008
Dokushô Villalba propone un dia mundial del Silencio
La voz del silencio.
Hablamos demasiado, demasiado alto y demasiadas veces para no decir nada. Como la tv, nuestra maestra. En nuestros pueblos y ciudades la cacofonía aumenta imparablemente año tras año. El número de coches, motos, camiones, autobuses, furgonetas, televisores, videos, radiocasetes, cd portátiles, etc aumenta frenéticamente. Hemos declarado la guerra al silencio. El silencio se nos antoja subdesarrollado. Algo propio de las sierras, desiertos, pampas o sabanas adonde aún no ha llegado el paraíso tecnológico de la modernidad.
Sin embargo, todo lo bueno que hemos creado en los últimos millones de años ha surgido de esos momentos en los que nuestra mente y nuestra corazón se han sumergido en las profundas aguas del silencio. Jesús el Cristo comenzó a fraguar su magisterio en los cuarenta días que pasó en el desierto, imagino que en silencio. Sakiamuni el Buda alcanzó la iluminación espiritual después de vivir seis años en el silencio de los bosques, a los pies del Himalaya. También Mahoma obtuvo su revelación en medio del silencio del desierto arábigo. Los grandes científicos de nuestro siglo han capturado sus principios tras horas de trabajo silencioso en sus laboratorios. Las mejores obras de la literatura han surgido también del taller silencioso de las horas.
Aunque nosotros, gente corriente, no aspiremos a fundar una nueva religión, ni a darle a la Humanidad una obra maestra de la literatura, aunque no sea nuestra ambición descubrir una vacuna eficaz contra la estupidez, también necesitamos el bálsamo reparador del silencio para aliviar la irritación diaria que nos produce tanto ruido inútil.
Propongo un Día Mundial del Silencio y, mientras la ONU discute la propuesta, aliento a los humanos a sumergirse en un silencio completo al menos durante cinco minutos al día.
Oigamos la voz del silencio. |
viernes, 18 de abril de 2008
Luna de miel en Egipto. Un poco de humor
Una pareja de recién casados va a pasar la luna de miel a Egipto.
Allí, mientras pasean por el mercado, oyen a un vendedor de sandalias que parece escapado de las Mil y una Noches. “Vengan, baisanos, Vengan a mi humilde tiendita, que allí bodrán combrar algo fabuloso!!”, los incita.
El joven matrimonio entra y allí el vendedor les muestra un par de sandalias a las que le atribuye un poder mágico. “Con ellas, bodrán hacer el amor salvajemente, como gamellos enfurecidos”, les dice.
La mujer se tienta por el comentario del vendedor, pero el hombre, atlético y viril, dice que no las necesita.
– “Bruébalas, baisano, no te arrebentirás”, insiste el vendedor.
Como su mujer está cada vez más interesada, el hombre termina por acceder.
De repente … apenas se las ha calzado, una mirada feroz se dibuja en su rostro … una ansia incontenible .. una furia que su esposa jamás había visto!
Veloz como una fiera en celo, el joven marido agarra al vendedor egipcio por las nalgas, le baja los pantalones y se arroja sobre él para violarlo.
“Bara, bara, bara, gabrón!!!”, con lágrimas en los ojos grita desesperado el vendedor:
– “Te las busiste al revés, hijo de tu buta madre, te las busiste al revés!!!
Fuente: soydondenopienso