Cuando en 1942 se cruzaron dos personalidades tan contrarias como Tallulah Bankhead y Elia Kazan era inevitable que se produjera un chispazo, mejor un relámpago. Ella era por entonces la diva de los escenarios neoyorkinos y Kazan dirigía su primera obra profesional en Broadway.
Tallulah era absolutamente anticomunista y Kazan seguía perteneciendo al Partido Comunista Americano, aunque había comenzado su desenganche.
Según confiesa el propio Kazan en su "Autobiografía", él supo desde el primer momento que la diva se lo iba a poner difícil, o imposible en el peor de los casos. Parece ser que el destino se puso a favor del futuro director y por muchas rabietas, desmayos, protestas y caprichos la diva tuvo que ceder ante la paciencia anatolia de Kazan y la obra, objeto de la discordia, "The Skin of Our Teeth" se extrenó con éxito en el Schubert Theatre de New Haven en Connecticut y un mes más tarde en el Plymouth Theatre de Broadway, con el mismo director a la cabecera.
La pieza teatral fue un completo éxito y Tallulah bordó su papel a la perfección. Kazan estaba orgulloso. Esperaba algunas palabras amables de la diva tras el estreno, pero cuando ésta abandonó su camerino solo miró al director sin demostrar emoción alguna. Según Kazan aquella mirada interpretaba las siguientes palabras: "A pesar de los obstáculos que Myerberg y usted me han puesto en el camino, he salido airosa, ¿no es asi? ¡Maldito turco bastardo!".
Apenas unos años antes, Elia había puesto su punto de mira en Hollywood. El futuro director no se marchó a la tierra de las colinas para ese oficio, en realidad su meta era ser actor y como cualquier aspirante a dicha profesión se buscó un agente que en realidad le ninguneó. Este primer contacto hollywoodiano no fue estéril en modo alguno. porque el joven Kazan entró en contacto con Lewis Milestone, el autor de "Sin novedad en el frente", quien le dio clases magistrales de dirección. Milestone, o Milly como le llama Kazan, estaba preparando una película con guión de Clifford Odets, titulada "The River Is Red", ambientada en la Guerra Civil española. Durante seis semanas, que Kazan califica como de muy felices en su vida, acudía todas las mañanas a la mansión de Milestone en Beverly Hill, donde el maestro deconstruía en posibles imágenes los fragmentos de guión que le pasaba Clifford. La película, en la que se barajaba el nombre de Henry Fonda como protagonista no llegó a filmarse nunca, pero aquellas lecciones de Milestone fueron la semilla que propició la futura vocación del anatolio.
Nuestro hombre abandonó Hollywood con cierta sensación de fracaso, pero con satisfacción. Nunca le gustó Los Angeles. En su opinión era una ciudad artificiosa . Odiaba los vapores calientes que despedía el asfalto por las mañanas. El tráfico le ponía enfermo y no sentía el más mínimo apego a las tiendas o a los restaurantes donde se movía la élite, pero sobre todo "echaba de menos el "The New York Times"". Era neoyorkino de pura cepa y nunca dejó de serlo. Cuando comenzó a dirigir regularmente en Hollywood permanecía en California el tiempo preciso.
Como toda fiebre juvenil, el comunismo se fue disipando de sus aspiraciones vitales conforme nuestro hombre subía escalones profesionales. La URSS ya no era para él un paraiso proletario. Nunca había sido muy patriota, pero cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor corrió hacia la oficina de reclutamiento para alistarse. Fue rechazado porque estaba encuadrado en la categoría 4-F, es decir casado y con obligaciones familiares. Esto le permitió continuar trabajando en el teatro y le permitió convertirse en una brillante figura emergente en los escenarios de Broadway.
Terminada la contienda mundial Kazan, con un amplio currículo teatral a sus espaldas comenzó a recibir ofertas para dirigir películas. El futuro autor de "Al Este del Edén", no acababa de convencerle el asunto. De la mano de Abraham "Abe" Lastfogel, presidente de la Morris Agency, Kazan se presenta en la Fox donde conoce al productor Louis D. Lighton. Este estaba interesado en llevar a la gran pantalla la exitosa novela de Betty Smith "A Tree Grows in Brooklyn". Lighton le dió a Elia un ejemplar del libro para que lo leyera. Según propia confesión la novela, leída en principio de pasada y a retazos no le gustó: "Me pareció empalagosa, cursi y llorona", pero en una segunda lectura, mucho más detenida parece ser que le impresionó e incluso llegó a identificarse con el personaje alcohólico.
Decidió probar suerte y empezar de cero en los platós. Sus triunfos meteóricos en las tablas neoyorkinas quedarían por el momento en "stand by". El "Golden Boy" de Nueva York se enfundó en la piel de un director principiante y tímido dando su primer golpe de batuta con la película "A Tree Grows in Brooklyn", que en España llevó el título de "Lazos humanos" (?)
Acabo de revisar esta ópera prima de Kazan que gira en torno a una familia de emigrantes en el Brooklyn neoyorkino de 1910. El padre (James Dunn) es un vividor alegre y despreocupado. Tiene la cabeza llena de fantasías debido probablemente a su incansable manía de empinar el codo. Su hija Francie (Peggy Ann Garner) le adora incondicionalmente. Ella es el eje sobre el que giran todos los personajes de la historia ( hay muchos elementos autobiográficos de la autora del libro). La madre de familia (Dorothy McGuire), honesta y trabajadora, tiene los pies en el suelo y sabe que los sueños de su marido, son solo sueños. El benjamín de la familia es Neely (Ted Donaldson), mucho menos estudioso que su hermana pero más pragmático.
La tía Sissy completa el círculo familiar, una mujer que colecciona maridos, pero que no pierde la cabeza de ninguna de las maneras.
Los conflictos entre la pareja protagonista (muy dulcificados ) se resuelven con la muerte del marido que en un esfuerzo por sacar adelante los estudios de la chica se deja la piel a las puertas de una oficina de empleo.
La situación familiar se agrava ya que la viuda está embarazada y Francie culpa a su madre de la muerte del padre.
Todo se resuelve felizmente. Francie puede culminar su graduación, la madre da a luz felizmente y un policía de buen corazón comienza a cortejar a la viuda y decide, previo consentimiento del cónclave familiar, adoptar a la recien nacida.
Los dos hermanos se asoman a los tejados de la vivienda, desde allí se ve un panorama del puente de Brooklyn (en decorado). Ambos evocan sus primeros años en el barrio. El árbol junto a su casa está retoñando de nuevo.
Según el propio Kazan, la mayor parte del mérito de la película es del productor Louis D. Lighton, que como buen veterano sabía por donde había que tirar para sacar un producto rentable. Kazan, bien avezado en la dirección de actores supo sacarle jugo a todos los intérpretes. Naturalmente hay que destacar la actuación de la jovencita Peggy Ann Garner que ganó un oscar especial en la gala de aquel año.
También obtuvo una estatuilla James Dunn en el papel del padre de la familia.
El espectador actual es natural que se extrañe del aspecto visual del film. Hay que situarse en la época ya que por entonces casi la totalidad del metraje se filmaba en decorados del estudio. Sin embargo hay que destacar la magnífica fotografía en blanco y negro de Leon Shamroy.
Los galardones conseguidos y la magnífica acogida del público para "A Tree Grows in Brooklyn" fueron una estupenda tabla de trampolín para Kazan. La Fox le abrió sus puertas de par en par y Darryl F. Zanuck le tendió su mano cordial. Años más tarde esa misma mano se volvería mucho menos afectiva.
Según el propio Kazan: "Mi suerte estaba echada. Mi ambición- ser director de cine- podía convertirse en realidad. Era un triunfador, eso parecía, un gran triunfador. ¿O tal vez era un fracasado, un gran fracasado? ¿O ambas cosas?".
Dos años pasarían entre "A Tree Grows in Brooklyn" y " The Sea of Grass", su siguiente película. Entre ambas, el autor de "Viva Zapata" encontraría a un autor de teatro de primera fila: Tennesse Williams.
Tallulah era absolutamente anticomunista y Kazan seguía perteneciendo al Partido Comunista Americano, aunque había comenzado su desenganche.
Según confiesa el propio Kazan en su "Autobiografía", él supo desde el primer momento que la diva se lo iba a poner difícil, o imposible en el peor de los casos. Parece ser que el destino se puso a favor del futuro director y por muchas rabietas, desmayos, protestas y caprichos la diva tuvo que ceder ante la paciencia anatolia de Kazan y la obra, objeto de la discordia, "The Skin of Our Teeth" se extrenó con éxito en el Schubert Theatre de New Haven en Connecticut y un mes más tarde en el Plymouth Theatre de Broadway, con el mismo director a la cabecera.
La pieza teatral fue un completo éxito y Tallulah bordó su papel a la perfección. Kazan estaba orgulloso. Esperaba algunas palabras amables de la diva tras el estreno, pero cuando ésta abandonó su camerino solo miró al director sin demostrar emoción alguna. Según Kazan aquella mirada interpretaba las siguientes palabras: "A pesar de los obstáculos que Myerberg y usted me han puesto en el camino, he salido airosa, ¿no es asi? ¡Maldito turco bastardo!".
Apenas unos años antes, Elia había puesto su punto de mira en Hollywood. El futuro director no se marchó a la tierra de las colinas para ese oficio, en realidad su meta era ser actor y como cualquier aspirante a dicha profesión se buscó un agente que en realidad le ninguneó. Este primer contacto hollywoodiano no fue estéril en modo alguno. porque el joven Kazan entró en contacto con Lewis Milestone, el autor de "Sin novedad en el frente", quien le dio clases magistrales de dirección. Milestone, o Milly como le llama Kazan, estaba preparando una película con guión de Clifford Odets, titulada "The River Is Red", ambientada en la Guerra Civil española. Durante seis semanas, que Kazan califica como de muy felices en su vida, acudía todas las mañanas a la mansión de Milestone en Beverly Hill, donde el maestro deconstruía en posibles imágenes los fragmentos de guión que le pasaba Clifford. La película, en la que se barajaba el nombre de Henry Fonda como protagonista no llegó a filmarse nunca, pero aquellas lecciones de Milestone fueron la semilla que propició la futura vocación del anatolio.
Nuestro hombre abandonó Hollywood con cierta sensación de fracaso, pero con satisfacción. Nunca le gustó Los Angeles. En su opinión era una ciudad artificiosa . Odiaba los vapores calientes que despedía el asfalto por las mañanas. El tráfico le ponía enfermo y no sentía el más mínimo apego a las tiendas o a los restaurantes donde se movía la élite, pero sobre todo "echaba de menos el "The New York Times"". Era neoyorkino de pura cepa y nunca dejó de serlo. Cuando comenzó a dirigir regularmente en Hollywood permanecía en California el tiempo preciso.
Como toda fiebre juvenil, el comunismo se fue disipando de sus aspiraciones vitales conforme nuestro hombre subía escalones profesionales. La URSS ya no era para él un paraiso proletario. Nunca había sido muy patriota, pero cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor corrió hacia la oficina de reclutamiento para alistarse. Fue rechazado porque estaba encuadrado en la categoría 4-F, es decir casado y con obligaciones familiares. Esto le permitió continuar trabajando en el teatro y le permitió convertirse en una brillante figura emergente en los escenarios de Broadway.
Terminada la contienda mundial Kazan, con un amplio currículo teatral a sus espaldas comenzó a recibir ofertas para dirigir películas. El futuro autor de "Al Este del Edén", no acababa de convencerle el asunto. De la mano de Abraham "Abe" Lastfogel, presidente de la Morris Agency, Kazan se presenta en la Fox donde conoce al productor Louis D. Lighton. Este estaba interesado en llevar a la gran pantalla la exitosa novela de Betty Smith "A Tree Grows in Brooklyn". Lighton le dió a Elia un ejemplar del libro para que lo leyera. Según propia confesión la novela, leída en principio de pasada y a retazos no le gustó: "Me pareció empalagosa, cursi y llorona", pero en una segunda lectura, mucho más detenida parece ser que le impresionó e incluso llegó a identificarse con el personaje alcohólico.
Decidió probar suerte y empezar de cero en los platós. Sus triunfos meteóricos en las tablas neoyorkinas quedarían por el momento en "stand by". El "Golden Boy" de Nueva York se enfundó en la piel de un director principiante y tímido dando su primer golpe de batuta con la película "A Tree Grows in Brooklyn", que en España llevó el título de "Lazos humanos" (?)
Acabo de revisar esta ópera prima de Kazan que gira en torno a una familia de emigrantes en el Brooklyn neoyorkino de 1910. El padre (James Dunn) es un vividor alegre y despreocupado. Tiene la cabeza llena de fantasías debido probablemente a su incansable manía de empinar el codo. Su hija Francie (Peggy Ann Garner) le adora incondicionalmente. Ella es el eje sobre el que giran todos los personajes de la historia ( hay muchos elementos autobiográficos de la autora del libro). La madre de familia (Dorothy McGuire), honesta y trabajadora, tiene los pies en el suelo y sabe que los sueños de su marido, son solo sueños. El benjamín de la familia es Neely (Ted Donaldson), mucho menos estudioso que su hermana pero más pragmático.
La tía Sissy completa el círculo familiar, una mujer que colecciona maridos, pero que no pierde la cabeza de ninguna de las maneras.
Los conflictos entre la pareja protagonista (muy dulcificados ) se resuelven con la muerte del marido que en un esfuerzo por sacar adelante los estudios de la chica se deja la piel a las puertas de una oficina de empleo.
La situación familiar se agrava ya que la viuda está embarazada y Francie culpa a su madre de la muerte del padre.
Todo se resuelve felizmente. Francie puede culminar su graduación, la madre da a luz felizmente y un policía de buen corazón comienza a cortejar a la viuda y decide, previo consentimiento del cónclave familiar, adoptar a la recien nacida.
Los dos hermanos se asoman a los tejados de la vivienda, desde allí se ve un panorama del puente de Brooklyn (en decorado). Ambos evocan sus primeros años en el barrio. El árbol junto a su casa está retoñando de nuevo.
Según el propio Kazan, la mayor parte del mérito de la película es del productor Louis D. Lighton, que como buen veterano sabía por donde había que tirar para sacar un producto rentable. Kazan, bien avezado en la dirección de actores supo sacarle jugo a todos los intérpretes. Naturalmente hay que destacar la actuación de la jovencita Peggy Ann Garner que ganó un oscar especial en la gala de aquel año.
También obtuvo una estatuilla James Dunn en el papel del padre de la familia.
El espectador actual es natural que se extrañe del aspecto visual del film. Hay que situarse en la época ya que por entonces casi la totalidad del metraje se filmaba en decorados del estudio. Sin embargo hay que destacar la magnífica fotografía en blanco y negro de Leon Shamroy.
Los galardones conseguidos y la magnífica acogida del público para "A Tree Grows in Brooklyn" fueron una estupenda tabla de trampolín para Kazan. La Fox le abrió sus puertas de par en par y Darryl F. Zanuck le tendió su mano cordial. Años más tarde esa misma mano se volvería mucho menos afectiva.
Según el propio Kazan: "Mi suerte estaba echada. Mi ambición- ser director de cine- podía convertirse en realidad. Era un triunfador, eso parecía, un gran triunfador. ¿O tal vez era un fracasado, un gran fracasado? ¿O ambas cosas?".
Dos años pasarían entre "A Tree Grows in Brooklyn" y " The Sea of Grass", su siguiente película. Entre ambas, el autor de "Viva Zapata" encontraría a un autor de teatro de primera fila: Tennesse Williams.