30 noviembre, 2024

Mini cakes de pistacho sin gluten para endulzar el café de tardes hogareñas

 


Llego a tiempo de publicar una recetica dulce caprichosa antes de despedir el mes de noviembre, el cual no tengo claro si se me ha hecho largo o se me ha pasado volando. Un poco ambas cosas, supongo, sensación que termina dejándome más agotada por dentro.

La recta final de año siempre viene cargadísima de trabajo y, cuando se junta con imprevistos tantos laborales como personales, llega el caos. Bueno, tampoco voy a ponerme dramática en exceso que no ha sido para tanto, pero sí que he terminado muchos días agotada, sobre todo de la cabeza. Por suerte, el tiempo otoñal -aunque menos frío de lo que me gustaría- y las ganas de celebrar las fiestas en casa con unas pequeñas vacaciones hacen todo más llevadero. Y que tengo la suerte de estar rodeada de gente estupenda, que siempre facilita la existencia.


Este mes hemos tenido follón gatuno en casa. Nuestro gatete Lito, un buen día, no se terminó la comida que normalmente engulle como si se la fueran a robar. Al día siguiente fue a comerse el pienso que le quedaba y lo vomitó de golpe. Ya no quiso comer más pienso ni tampoco al día siguiente, y apenas comía un poco de otras cosas (fiambre de pavo, que le encanta, pollo, comida húmeda...), que tampoco pedía con especial entusiasmo. Nos preocupamos así que fuimos al veterinario, con el consiguiente drama que el señorito monta en cuanto ve el transportín. Pues le tocó volver al día siguiente, y una semana después otra vez.

Exploración, ecografía, analítica y análisis de orina después, teníamos diagnóstico: tiene riñones poliquísticos. Es una enfermedad congénita sin cura que hará que los riñones funcionen cada vez peor con la edad hasta fallar, pero por el momento parece que siguen relativamente bien. Toca, eso sí, cambio de dieta, vigilar que beba mucha agua y controles más periódicos. Además tenía una bacteria, colestasis y gastroenteritis, probablemente por eso no comía bien. Tras un finde de medicación y caprichitos ya vuelve a comer como una lima y parece que el pienso nuevo renal le gusta tanto o más que el anterior, así que estamos contentos con eso :). Esperamos que pueda seguir bien y feliz muchos años más con una vida relativamente normal.


Y tras la chapa gatuna, recetica dulce. Me apunté estos mini cakes de pistachos en cuanto vi la receta en The Guardian, firmada por Ravneet Gill, y me di el capricho de hornearlos el finde que el elfo estaba, como cada año, en un concurso de pintura de miniaturas en Monte San Savino. Mi receta está algo modificada, no puse frambuesas -porque no tenía, básicamente- y usé moldes normales de muffins, de tamaño mediano, pero en formato más mini deben ser peligrosos porque no podrás comerte solo uno. Muy fáciles de preparar y riquísimos, con esa miga esponjosa y suave, algo húmeda y muy aromática, que los frutos secos consiguen en este tipo de masas.


Receta de mini cakes de pistacho sin gluten
Inspiración: receta ligeramente modificada de Ravneet Gill
Ingredientes aproximados para 5-6 cakes tamaño magdalena mediana o 9-10 minis

- 70 g de pistachos triturados finos (molidos)
- 60 g de almendra molida
- 90 g de azúcar glasé
- 50 g de harina de trigo sarraceno o teff
- 1 pizca de sal
- 1/4 cucharadita de levadura química (impulsor)
- 1/4 cucharadita de cardamomo molido (opcional)
- 80 g de mantequilla sin sal derretida
- 120 g de claras de huevo

Precalentar el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. Engrasar los moldes o usar cápsulas de papel o moldes de silicona.

Tamizar todos los ingredientes secos en un recipiente mediano y mezclar con unas varillas finas. Añadir la mantequilla derretida, no muy caliente, y mezclar bien. Montar las claras aparte casi a punto de nieve e incorporar a la masa con movimientos envolventes, aunque no será una masa muy aireada en apariencia, más bien algo basta.

Repartir la masa en los moldes y hornear hasta que estén dorados y al pinchar el centro con un palillo salga prácticamente limpio y seco; será en torno a 18-30 minutos, según el tamaño del molde y tipo de horno. Esperar un poco antes de desmoldar y enfriar sobre una rejilla.


 
10 noviembre, 2024

Pumpkin pie cremosa o vuelta a los clásicos reconfortantes con una nueva tarta de calabaza

 

Estas últimas semanas están siendo un mazazo emocional tras otro. La cosa empezó más o menos bien, considerando que el horror en Oriente Próximo sigue día sí y día también sin que al resto de "líderes" (ejem) del mundo parezca importarle mucho. Pude escaparme a mi Murcia unos pocos días aprovechando un evento de trabajo, y poder estar con la familia siempre renueva los ánimos. Además tuve la oportunidad de disfrutar de una cena increíble en un lugar de ensueño, en mi propio barrio de toda la vida -quién me lo iba a mí a decir-, y pude aprovechar incluso para volver al campo y hacer un poco de turismo local, pese a no estar de vacaciones.

Pero claro, llega la realidad del mundo y te pega un guantazo en la cara, y otro más fuerte después, y otros más de propina. Soy incapaz de comentar nada sobre el horror a todos los niveles de la DANA, esa gota fría terrible que ha dejado la mayor catástrofe que se recuerda en tantas comarcas, pueblos y campos de Valencia, Albacete, Andalucía y más. Pasando "de puntillas" esta vez por Murcia pero recordándonos a todos los que hemos crecido entre gotas frías la destrucción que puede traer este fenómeno meteorológico. Particularmente cuando nos rodea la incompetencia política. Pero no quiero entrar ahí que me enciendo, y tampoco iba a decir nada nuevo. 

 


Ánimo a todos los que han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de esta catástrofe. Ojalá, ojalá de verdad que no se vuelva a repetir, pero no soy nada optimista al respecto. Digamos que las recientes elecciones en EEUU tampoco me han dejado con el ánimo especialmente positivo respecto a la fe en el ser humano.

Ante la desesperanza y el hastío con el mundo, me refugio en las pequeñas cosas cotidianas. Que al menos el otoño en mi barrio está en su esplendor, y es el ambiente perfecto para hornear. Pasó Halloween, pasó Todos los Santos y el Día de Difuntos, y yo recuperé mi tradición de hacer una tarta de calabaza o pumpkin pie. Haciendo lo que más me gusta, complicándome probando cosas nuevas en lugar de repetir las recetas del pasado que sé que funcionan.

Basándome un poco en las explicaciones y recetas de The Flavour Bender y Joy of Baking, quise hacer una masa de las tipo flaky, como ya hice hace tiempo, pero algo más suave y no tan quebradiza, y un relleno que fuera muy cremoso. No tengo nada en contra de las tartas de calabaza más sólidas y algo granulosas, pero mi reto esta vez era un relleno bien cremoso, con un toque caramelizado donde resaltara el sabor de la calabaza y las especias. Objetivo conseguido. Solo me queda tener más maña dando forma al borde y dar con el tiempo de horneado perfecto.


Unos consejicos previos. 

Si usas puré de calabaza casero, procura exprimir muy, muy, muy, muy bien el agua que suelta, dejándola al menos toda la noche escurriendo, o más. Si puedes, compra un bote comercial, es mucho más cómodo. Respecto a la masa, este tipo de pies quedan de fábula con la masa quebradiza rica en mantequilla que no se funde con la harina, y es mejor hacerla el día antes para que se enfríe toda la noche antes de hornear; el reposo en frío antes de entrar al horno también es casi imprescindible, diría yo. Y al hornear en blanco, mucho mejor usar papel de aluminio para cubrirla con azúcar de peso, nada de legumbres ni pesos comerciales. Comodísimo. 

Ah, quizá le habría dado algo más de temperatura al horno o más tiempo de horneado, visto el resultado. Quedó estupenda, pero no del todo perfecta. Qué pena, tendré que repetir hasta dar con el punto. Y si tenéis gatos en casa, procurad que no tengan acceso a la tarta mientras se enfría o podéis encontrar huellas de patitas sobre ella, como puede atestiguar la nuestra. Los lametones que le habrá dado Lito a la corteza no se ven, pero no dudo que fueron producidos.



Receta de pumpkin pie o tarta de calabaza americana
Inspiración: el otoño, la nostalgia y The Flavour Bender
Ingredientes para 1 molde de 23 cm de diámetro (este en concreto)

- 150 g de mantequilla sin sal muy fría
- 100-120 ml de agua muy fría
- 200 g de harina de todo uso (repostería)
- 10 g de panela
- 1 pizca de sal

- 2 huevos L y 1 yema L, a temperatura ambiente
- 425-430 g de puré de calabaza (de bote o casero, muy bien escurrido)
- 200 ml de nata líquida para montar (sin lactosa en mi caso) a temperatura ambiente
- 50 g de leche (sin lactosa en mi caso) a temperatura ambiente
- 10 g de maizena (opcional)
- 30 g de sirope de arce o miel
- 70 g de azúcar moreno 
- 1 cucharadita de canela molida
- 3/4 cucharadita de jengibre molido
- 1/4 cucharadita de clavo molido
- 1/4 cucharadita de allspice (pimienta de Jamaica, opcional)
- 1/4 cucharadita de cardamomo molido
- 1 buena pizca de nuez moscada recién rallada
- 1/2 cucharadita de sal

Preparar la masa varias horas antes o, mejor, el día anterior. Cortar la mantequilla en cubos y llevar al congelador unos minutos. Mezclar la harina con la panela y la sal en un recipiente o el vaso de un robot o procesador de alimentos. Añadir la mantequilla y aplastar y frotar todo con las manos hasta tener una textura de migas gruesas. Añadir casi toda el agua y seguir frotando; debe quedar una textura de arena, pero que al apretar la masa se quede cohesionada. Añadir más agua si hiciera falta. Es más fácil hacer esto con el robot, triturando todo en tandas cortas.

Volcar sobre una superficie de trabajo limpiar y cohesionar la masa. Dividir en dos, poner uno sobre el otro y aplastar formando un disco. Deberían verse pegotitos de mantequilla por la masa. Envolver en film y refrigerar al menos dos horas, o hasta el día siguiente.

Engrasar el molde. Estirar la masa dejando un grosor de unos 3-4 mm y trasladar al molde. Apretar con el dorso de los dedos -enharinados si hace falta-, pero NO estirar la masa. Cortar el exceso de los bordes, dejando que sobresalga un poco. Pellizcar el borde para darle forma rizada o dejar tal cal. Refrigerar entre 30 y 60 minutos. Precalentar el horno a 175ºC mientras tanto, calor arriba y abajo.

Cubrir la masa con papel de aluminio -no recomiendo usar papel de horno-. Llenar con azúcar generosamente para que haga de peso y hornear durante 40 minutos, poniendo el molde en un nivel por debajo de la mitad del horno. Sacar y retirar con mucho cuidado el papel de aluminio con el azúcar. Pinchar el fondo de la masa con un tenedor y tapar el borde de la masa con más papel de aluminio. Volver a hornear unos 10-15 minutos, hasta que el fondo esté ligeramente dorado, no crudo. Sacar y dejar enfriar mientras se hace el relleno.

Mezclar todos los ingredientes en un recipiente con unas varillas o triturar con una batidora de brazo, de vaso o con un robot, sin batir demasiado. Dejar reposar unos minutos, dando golpecitos para que salgan las burbujas de aire y romperlas con una espátula. Verter la masa en el molde, dar de nuevo golpecitos y romper las burbujas. Hornear a 180 ºC durante unos 50 minutos, comprobando que la masa no se tueste demasiado -proteger con papel de aluminio si hiciera falta-.

Dejar enfriar a temperatura ambiente y refrigerar al menos una hora antes de servir. Está más rica pasadas varias horas, pero procurar que no esté muy fría al servir. Cuidado si tienes gatos, el olorcito de la tarta recién hecha suele atraer el interés de sus patitas.

Cuidáos mucho y cuidad a los demás. De verdad.

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