Como esa etapa de 200 kilómetros que comienzas a ver en la televisión cuando aún quedan varios puertos para que finalice, así podía haberme enganchado a este entretenidísimo ensayo de Ander Izagirre, en el capítulo Los relojes de Indurain y Delgado, donde Delgado comienza tarde una contrarreloj, en el año 1989. Yo tenia 14 años y me acuerdo bien de ese día. También de Hinault, Fignon, Lemond, Indurain, Contador y sucesivos. Sin embargo, que me resulte más conocido no hace que los capítulos me resulten más interesantes, al contrario.
El tema del dopaje se ve en el libro cómo castigó la credibilidad del Tour, con la aparición de Armstrong, al que le quitaron los siete Tour (1999-2005) por doparse, sin que se otorgara el Tour a los siguientes clasificados, dado que de los nueve corredores que subieron con Armstrong a los podios de París, ocho acabaron involucrados en casos de dopaje. No obstante, estos movimientos en las clasificaciones, por un motivo u otro, vienen de lejos, pues en 1904, cuando se disputó el segundo Tour, el ganador, Henri Cornet (de 19 años) lo fue cuatro meses después de finalizar el Tour, cuando los cuatro primeros clasificados fueron eliminados por maniobras ilegales.
Es muy curioso el capítulo El arte de la derrota, dedicados a los farolillos rojos, a los últimos de la clasificación como Vansevenant, que lo fue tres veces consecutivas. O su réplica, la maglia nera en el Giro de Italia.
Me resulta muy interesante, por desconocido, todo lo que tiene que ver con el nacimiento del Tour, el 1 de julio de 1903. Un trayecto de 2428 kilómetros, en tan solo seis etapas.
Se reunieron 76 figuras extravagantes, ataviadas como una mezcla de aviador, minero y vagabundo, con los tubulares enrollados en la espalda, con un maletín de cuero en el manillar para cargar con la comida y una botella de vidrio.
La primera etapa fueron ¡¡467 kilómetros!! El ganador; Maurice Garin tardó dieciocho horas en completar la etapa.
Los Pirineos en esa época parecen el Lejano Oeste, y meter por allí las bicicletas parece una locura. Se hizo en 1910. Los Pirineos se cruzaban en dos etapas, de mar a mar. La advertencia era tener cuidado con los osos. Las etapas se realizaban muchas horas a oscuras y eran larguísimas y los ciclistas pasaban toda clase de penurias sobre la bici. El Tour se cobraba vidas, como la de Paco Cepeda en 1935, en el descenso del Galibier. O la de Fabio Casaterlli, muerto en 1995 en el descenso del Portet d´Aspet. O por el abuso de algunas sustancias, cuando no existían todavía los controles antidopaje, como le sucedió Tom Simpson, muerto por una mezcla explosiva de anfetaminas y alcohol.
Pero lo que más brilla en el libro es el pundonor de los ciclistas; las rivalidades tan jugosas entre Fausto Coppi y Gino Bartali (del cual veremos cómo un ciclista también puede servir a una buena causa, más allá de hacernos gozar frente al televisor). O entre Anquetil y Poulidor. Los cinco tours de Merckx y su lucha también con Ocaña. Los Tours de Indurain y gestas no tan conocidas como las de Vicente Blanco, el primer corredor español del Tour en 1910. Aunque hubo antes otro corredor español, José María Javierre, que lo hizo en 1909, que al residir en Francia e inscribirse como Joseph Habière, pasó por francés.
Es una lectura la de este ensayo que te hace emocionarte, no sobre la bicicleta, sino sobre el papel, porque Ander echa el resto en los textos y les da el tono épico que requieren, y así en algunos momentos se saltan las lágrimas de risa o de pena. Baste leer los capítulos dedicados a Walkowiak o Abdel Kader Zaaf.
Palmarés del Tour de Francia
Plomo en los bolsillos. Mala danzas, fanfarronadas, traiciones, alegrías, hazañas y sorpresas del Tour de Francia
Ander Izagirre
Libros del K.O.
2012
228 páginas