Aletheia, n.24, p.21-33, jul./dez. 2006
El acoso psicológico en el trabajo: La experiencia
en Puerto Rico
Miguel E. Martínez-Lugo
Resumen. En el artículo se documenta la existencia del acoso psicológico en el contexto
organizacional en Puerto Rico. Se recopiló a través de cuatro estudios información de
1039 empleados de organizaciones públicas y privadas referente a su experiencia con el
acoso psicológico. Se encontró que, en promedio, un 12.5% de los participantes es víctima
del acoso psicológico en sus centros de trabajo. En su mayoría las personas acosadas son
mujeres y empleados del sector gubernamental. Se identificó al supervisor inmediato como
la persona que en el mayor porcentaje de los casos acosa. Las víctimas informaron
consecuencias a nivel físico, psicológico y social como resultado del acoso psicológico
experimentado.
Palabras clave: acoso psicológico en el trabajo, violencia en el trabajo, Puerto Rico.
Workplace mobbing: The experience in Puerto Rico
Abstract. This article documents the existence of workplace mobbing in organizational
contexts in Puerto Rico. Data was collected in four studies with a total sample of 1039
research participants that worked in public and private organizations. Results showed that
12.5% of the sample identified themselves as victims of workplace mobbing. In the majority
of cases victims are women and employees of the public sector. Supervisors were identified
as the main perpetrators of mobbing actions. Victims informed physical, psychological,
and social consequences to the mobbing experience.
Key words: workplace mobbing, workplace violence, Puerto Rico.
Introdução
El acoso psicológico en el trabajo es
una gran preocupación en las
organizaciones de hoy día y tema de estudio
de profesionales de la psicología y los
recursos humanos. En algunos países como
Suecia, Francia, Bélgica y Finlandia la
preocupación por el fenómeno los ha
llevado a desarrollar regulaciones o leyes
para prohibir que se presenten estos
comportamientos en los centros de trabajo
(Serrano Olivares, 2005). A pesar de su
reciente estudio, no debemos pensar que
el mismo es un problema nuevo que surge
como resultado de los cambios que se
observan en las organizaciones hoy día. De
acuerdo con Espluga y Caballero (2005), el
acoso psicológico ha existido siempre en los
lugares de trabajo. Lo que ocurre, según
estos autores, es que en la actualidad se
consideraran intolerables aquellas
situaciones que hasta hace poco muchas
personas consideraban, en cierto modo,
“normales”.
¿A qué nos referimos cuando
hablamos de acoso psicológico en el
trabajo? De acuerdo con Leymann (1996),
el acoso es un proceso de destrucción que
se compone de una serie de actuaciones
hostiles, que, tomadas de forma aislada,
podrían parecer insignificantes, pero cuya
repetición constante tiene efectos
perjudiciales. Por su parte, Hirigoyen (2001)
establece que el acoso psicológico es toda
conducta abusiva que atenta, por su
repetición o sistematización, contra la
dignidad o la integridad psíquica o física
de una persona, poniendo en peligro su
empleo o degradando el ambiente de
trabajo. En la misma línea, Serrano Olivares
(2005) señala que el acoso psicológico es
toda conducta reiterada en un periodo de
tiempo más o menos prolongado, efectuada
por una o varias personas y dirigida
generalmente contra otra, que tenga como
finalidad o efecto un trato objetivamente
degradante desde una perspectiva personal
y/o profesional con la consiguiente lesión
de la dignidad e integridad moral de la
persona afectada y la degradación de su
ambiente de trabajo.
La mayoría de las definiciones de corte
científico presentadas en la literatura están
de acuerdo en señalar cinco (5) elementos
comunes al describir lo que es el acoso
psicológico en el trabajo (Espluga y
Caballero, 2005). El primero de estos
elementos es la existencia de unas
conductas de acoso. En este respecto hay
que señalar que Leymann (1996) fue el
pionero en identificar una lista de 45
comportamientos que pueden caracterizar
la experiencia de acoso. Entre estas
conductas figuran el sobrecargar al
empleado con tareas, impedir que se
comunique con los otros miembros del
grupo de trabajo y monitorear su
desempeño con el objetivo de hacerle daño,
entre otras. El segundo elemento es la
intencionalidad. De acuerdo con Piñuel
(2003) e Hirigoyen (2001) el acoso tiene
como propósito aislar al trabajador y llevarlo
a que salga de la organización. Por lo tanto,
el presentar los comportamientos típicos de
una situación de acoso tiene como objetivo
principal que la persona acosada renuncie
a su puesto de trabajo. El tercer elemento
es la repetición de las conductas, el cual es
esencial para poder distinguir el acoso
psicológico de cualquier otra conducta que
se presenta en un contexto laboral en un
momento determinado, pero que no tiene
la intención de dañar al trabajador. Es por
22
esta razón que Leymann (1996) establece
lo que él denomina el umbral del acoso: las
conductas de acoso deben repetirse por lo
menos una (1) vez a la semana por espacio
de seis (6) meses. Como cuarto elemento
importante en toda experiencia de acoso
psicológico se menciona la desigualdad de
poder que ocurre entre la persona que acosa
y la persona que es acosada. El acoso ocurre
entre personas que no están en igualdad
de condiciones pues una parte tiene más
poder (formal o informal) que la otra. Como
último elemento se señala que la persona
acosada psicológicamente responde a
diferentes niveles. Se observa en ellas
desconcierto, baja autoestima, sentimientos
de culpa, incapacidad para concentrarse,
ansiedad, depresión y aislamiento, entre
otras (Blanco, 2003). Por lo tanto, el efecto
del acoso se observa a nivel psicológico,
físico y social.
En todo proceso de acoso están
presentes cuatro elementos importantes
(Bosqued, 2005). El primero de ellos es la
organización o el contexto donde se
desarrolla el acoso que puede tener
estructuras que propician el fenómeno o
factores que tienden a reforzar la ocurrencia
del mismo. En segundo lugar está la o las
personas que acosan, que como se observó
previamente, tienen más poder (formal o
informal) y más herramientas a su favor para
emprender las conductas típicas del acoso
psicológico. El tercer elemento es la
persona acosada, que se encuentra en
desigualdad de poder en relación a quien
acosa y en la cual no podemos identificar
unas características particulares que la
hagan más propensa a esta experiencia. Por
último, están los testigos del acoso. Estos
pueden desempeñar un papel pasivo de
meros espectadores, por miedo a ser los
próximos en ser acosados o porque no les
interesa lo que está ocurriendo. O, por el
contrario, pueden tener un papel activo
colaborando con la persona que acosa en
la ejecución de su plan o ayudando a la
persona acosada a enfrentar y manejar el
acoso que experimenta. Por lo tanto, al
analizar el acoso psicológico debemos
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considerar estos cuatro elementos (contexto,
persona que acosa, persona acosada y
testigos) para de esa forma tener una
imagen clara del mismo.
Al analizar los efectos que puede tener
en el individuo el acoso psicológico, Sáez
Navarro (como se cita en Peñasco, 2005)
entiende que hay que establecer una
gradación en el mismo basado en su
gravedad. El acoso de primer grado es aquel
en el cual el individuo resiste el acoso y ha
conseguido escapar del mismo. Por su
parte, en el acoso de segundo grado la
víctima sufre una incapacidad temporal que
le impide incorporarse rápidamente al
trabajo. Por último, en el acoso de tercer
grado, la víctima precisa de tratamiento
especializado pues se encuentra incapaz
para reincorporarse al trabajo.
Autores como Barbado (2004) y
Serrano Olivares (2005) entienden que el
acoso psicológico en el trabajo vulnera una
serie de derechos básicos del trabajador o
trabajadora. Estos derechos se presentan,
entre otras, en la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948, la Declaración
Americana de Derechos y Deberes del
Hombre de 1948, la Convención Americana
de Derechos Humanos de 1969 y en la
Declaración de Principios y Derechos
Fundamentales de la Organización
Internacional del Trabajo de 1998. Al hacer
un análisis de la situación de acoso, Barbado
(2004) concluye que el acoso psicológico
vulnera el derecho del trabajador y
trabajadora al respeto a su integridad física,
mental y moral, derecho al respeto a su honra
y el derecho a no ser discriminado.
¿Por qué ocurre el acoso psicológico en
el trabajo? Ésta es una de las preguntas más
frecuentes al estudiar dicho fenómeno, a lo
que Piñuel (2003) responde que la resistencia
a ser manipulado, el no caer en servilismo o
sumisión, el despertar celos debido a
competencia laboral extraordinaria o la
envidia suscitada por habilidades sociales de
la víctima, podrían generar en el acosador los
comportamientos típicos del acoso
psicológico. También se menciona la faltan
de supervisión, el favoritismo y la mala
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organización que afecta la comunicación
interna (Blanco, 2003). Sea cual sea la razón,
un aspecto importante al cual hay que darle
atención es a los efectos que tiene el acoso.
González de Rivera (2002) establece que el
experimentar acoso psicológico puede traer
cambios en la personalidad de la víctima,
daño en las relaciones con los compañeros
de trabajo, deterioro en la relación con su
pareja, daños en la esfera familiar y social y
efectos en sus finanzas personales. De igual
modo se observan efectos a nivel
organizacional, repercutiendo el acoso en la
calidad y cantidad del trabajo, aumento en el
nivel de absentismo y rotación de empleados,
pérdida de reputación y credibilidad frente a
los clientes y los gastos legales debido a
posibles demandas en los juzgados
(Davenport, Schwartz & Elliot, 2002).
Ante esta realidad de los centros de
trabajo, varios investigadores se han dado a
la tarea de documentar de manera empírica
cómo se manifiesta el acoso en sus
respectivos países. Al hacer un examen de la
literatura, se pueden identificar datos en
diferentes países. Por ejemplo, en Suecia,
Leymann (1996) encontró una incidencia de
3.5%; los estudios de Piñuel (2002, 2003,
2004) en España identificaron un 16%, 22%
y 51%; en Gran Bretaña, Cusack (2000) y
Quine (2001, 2002) encontraron una
incidencia de 38%, 44% y 37%
respectivamente; Mikkelsen y Einarsen
(2001) identificaron un 14% en Dinamarca;
el estudio de Ólafsson y Jóhannsdóttir (2004)
en Islandia encontró un 8.3% y Salin (2001)
halló un 8.8% en Finlandia. La Tercera
Encuesta Europea sobre Condiciones de
Trabajo 2000 realizada por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) recopiló
datos sobre el acoso psicológico en el trabajo
en 8 países (Suecia, Finlandia, Reino Unido,
España, Portugal, Italia, Holanda y Bélgica)
y encontró una prevalencia media de 9%
(Hirigoyen, 2001; González de Rivera,
2002). En los Estados Unidos se estima que
más de 4 millones de empleados por año
experimentan algún tipo de acoso en el
contexto de trabajo (Davenport, Schwartz y
Elliot, 1999). Por otro lado, en Chile se
23
informa que un 34% de los trabajadores
indica estar experimentando acoso
psicológico en su actual trabajo y un 33% lo
experimentó en su anterior ocupación
(PrevencionIntegral.com, 2004).
Como se observa en el párrafo anterior,
el acoso psicológico es una realidad que
afecta un número considerable de
empleados en las organizaciones. En
Puerto Rico, el interés por el tema de acoso
psicológico en el trabajo surgió a principios
de la década del 2000 con la publicación
en un diario del país de varios artículos
teóricos donde se describía lo que conlleva
el acoso y cómo podría manifestarse. A
pesar de que el interés por el tema estaba
presente, no se contaba con los datos
específicos para establecer que dicho
fenómeno estaba ocurriendo en los centros
de trabajo. Partiendo de esta necesidad de
documentar la experiencia del acoso
psicológico en nuestro país con datos
empíricos, el Programa Doctoral (PhD) en
Psicología Industrial Organizacional de la
Universidad Carlos Albizu, Recinto de San
Juan se dio a la tarea de realizar
investigaciones para llenar ese vacío de datos
concretos que describieran la realidad de
nuestros contextos de trabajo. El presente
artículo resume los resultados de cuatro
estudios realizados por el equipo investigador
y que tuvieron como objetivos conocer la
incidencia del acoso psicológico, identificar
las fuentes del mismo, tiempo de duración,
comportamientos de acoso más frecuentes,
efectos a nivel físico y psicológico y formas
de manejar la experiencia. Estas
investigaciones son las siguientes: Martínez,
Arroyo, Rodríguez, Seijo, Sepúlveda y
Tirado (2002), Martínez, Guzmán,
Martínez, Merle, Torres y Viera (2003),
Rodríguez y Martínez (2003) y Arroyo,
Martínez y Pérez (2004).
Método
Participantes
Las muestras utilizadas para estos
estudios fueron seleccionadas por
24
disponibilidad y totalizan 1039 personas
empleadas en diferentes organizaciones en
Puerto Rico. En términos generales el 63%
son mujeres y 37% hombres, con una edad
promedio de 37 años. A continuación se
presenta la descripción de cada una de las
muestras.
En el estudio de Martínez y
colaboradores (2002) la muestra consistió
de 227 personas, de las cuales el 56% son
mujeres y 44% hombres, con una edad
promedio de 37 años. El 59% posee un título
universitario, 46% trabaja en la empresa
privada, el 44% en el sector gubernamental
y 9% en el sector cuasi-gubernamental. El
82% indicó que trabajaba en la industria
de servicio. Por su parte, en el estudio de
Martínez y colaboradores (2003) la muestra
consistió de 346 personas, de las cuales el
63% son mujeres y 36% hombres, con una
edad promedio de 37 años. El 74% posee
un título universitario y el 100% trabaja en
el sector gubernamental.
Rodríguez y Martínez (2003) utilizaron
una muestra de 308 participantes de las
cuales el 69% son mujeres y 31% hombres,
con una edad promedio de 37 años. Esta
muestra fue obtenida de organizaciones
dedicadas a la prestación de servicios de
salud. El 43% posee un título universitario,
64% trabaja en la empresa privada y el 36%
en el sector gubernamental. Por último, la
muestra en el estudio de Arroyo y
colaboradores (2004) consistió de 208
personas, de las cuales el 64% son mujeres
y 36% hombres, con una edad promedio
de 37 años. El 50% posee un título
universitario, 53% trabaja en la empresa
privada y 47% en el sector gubernamental.
Instrumentos
Para la obtención de los datos se
utilizaron los siguientes instrumentos:
Hoja de datos demográficos. En la misma
se auscultó información referente al género
sexual, edad, zona de residencia,
preparación académica y situación laboral.
Escala de Acoso Psicológico en el Trabajo
desarrollada por Martínez, Arroyo,
Rodríguez, Seijo, Sepúlveda y Tirado
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(2002). La misma consta de seis secciones
las cuales se describen a continuación. La
primera sección presenta una lista de 45
comportamientos de acoso a los cuales se
responde en una escala de Sí o No. Un
ejemplo de un reactivo es el siguiente: “Se
me grita o insulta en voz alta.” En términos
de su confiabilidad, se obtuvo un coeficiente
alfa de .94 y un coeficiente de división en
mitades de .85. En la segunda sección se
presentan cuatro preguntas en las cuales se
ausculta si el/la participante o sus
compañeros de trabajo son o han sido
víctimas de acoso psicológico.
En la tercera sección se presentan
nueve (9) reactivos a los cuales se responde
en una escala tipo Likert de cuatro puntos
(desde totalmente en desacuerdo a
totalmente de acuerdo). Ejemplo de un
reactivo es el siguiente: “El acoso
psicológico es un problema muy serio en
mi trabajo.” Esta sección presenta un
coeficiente alfa de .95 y un coeficiente de
división en mitades de .94. En la cuarta
sección se presentan cuatro reactivos a
través de los cuales se solicita que el
participante identifique quién es la persona
que lo ha acosado psicológicamente o que
ha acosado a sus compañeros de trabajo
(supervisor inmediato, otros supervisores,
compañero de trabajo, grupo de
compañeros de trabajo, subaterno). A estas
preguntas le siguen unas de respuesta libre
donde se ausculta el tiempo que ha durado
la experiencia del acoso y las razones para
que el mismo ocurra.
En la quinta sección se presenta una
lista de 16 posibles formas de manejo del
acoso para que la persona indique cuáles
ha utilizado (hablar con amigos, renunciar
al trabajo, entre otros). Esta sección
presenta un coeficiente alfa de .76 y un
coeficiente de división en mitades de .75.
Por último, en la sexta sección se presenta
una lista de 44 síntomas para que la
persona indique si ha experimentado los
mismos como resultado del ambiente
psicológico en su trabajo (por ejemplo:
apatía, llanto, pesadillas, entre otros). A los
mismos se responde en un formato
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dicótomo de Sí o No. Esta sección presenta
un coeficiente alfa de .97 y un coeficiente
de división en mitades de .95.
Procedimiento
Los investigadores establecieron
contacto personal e individual con cada uno
de los participantes de la investigación. En
dicho contacto se le entregó una carta donde
se le explicaba el propósito de la
investigación, el carácter voluntario de su
participación y se le garantizaban sus
derechos como participantes de
investigación. Si la persona accedía a
participar, firmaba la hoja de consentimiento
y se le entregaban los dos instrumentos: la
Hoja de Datos Demográficos y la Escala de
Acoso Psicológico en el Trabajo. Una vez
terminaba con los mismos, el investigador
revisaba que toda la información requerida
fuera provista y le agradecía su participación.
Luego de haber contactado los participantes
y que estos completaran los instrumentos,
se procedió a ingresar los datos en el
programa de análisis estadísticos SPSS.
Resultados
La primera información auscultada
fue el porcentaje de personas que indicó
ser víctima de acoso psicológico en su actual
centro de trabajo. Para obtener este dato se
presentó la definición de acoso psicológico
en el trabajo y se recalcó que los
comportamientos asociados a éste deben
ocurrir repetidamente (mínimo una vez a
la semana) por un periodo de tiempo de
por lo menos seis meses. Tomando como
base esta información, se solicitó a cada
participante que indicara si se consideraba
víctima de acoso psicológico en su trabajo
o si había sido víctima del mismo hacia
algún compañero(a) de trabajo. La
información obtenida indica que el
porcentaje de participantes que entiende
es víctima de acoso psicológico fluctuó entre
7% (Arroyo & colaboradores, 2004) y 16%
(Martínez & colaboradores, 2002; Martínez
& colaboradores, 2003). En promedio, un
25
12.5% de los participantes indicó que era
víctima de acoso psicológico en el trabajo.
Por otro lado, el porcentaje de participantes
que indicó ser testigo del acoso hacia sus
compañeros(as) de trabajo fluctuó entre
20% (Rodríguez & Martínez, 2003) y 59%
(Arroyo & colaboradores, 2004),
obteniéndose un promedio de 34.5% de
testigos del acoso hacia colegas en su actual
lugar de trabajo. En la Tabla 1 se presentan
los datos específicos de cada estudio.
Tabla 1 – Porcentaje de personas acosadas y de testigos en cada uno de los estudios.
Estudio
Porcentaje de personas
Porcentaje de testigos del
acosadas
acoso
Martínez y colaboradores (2002)
16%
24%
Martínez y colaboradores (2003)
16%
35%
Rodríguez y Martínez (2003)
11%
20%
Arroyo y colaboradores (2004)
7%
59%
Luego se analizaron las características
de las personas acosadas psicológicamente
en sus trabajos. El grupo de mujeres
(60.67%) resultó ser el más afectado por el
acoso psicológico en comparación con los
hombres (38.67%). Es importante resaltar
que en tres de los estudios el porcentaje
mayor fue de mujeres, con excepción del
estudio de Arroyo y colaboradores (2004)
donde el porcentaje mayor fue de hombres
(53%). La edad promedio de estas personas
acosadas psicológicamente fue 38 años. En
cuanto al tipo de organización donde
laboran las víctimas del acoso, se encontró
que el mayor porcentaje pertenece al sector
gubernamental con un 52.2%. Por otro
lado, el 59% de las víctimas posee un título
universitario. En la Tabla 2 se presentan los
datos por estudio para las variables género
sexual y sector de trabajo.
Tabla 2 – Género sexual, sector de trabajo y tiempo de duración del acoso psicológico en los estudios realizados en
Puerto Rico.
Estudio
Género sexual de las
Sector de trabajo de las
Tiempo de duración
víctima
víctima
Martínez y colaboradores (2002)
56% mujeres
50% gobierno
____
Martínez y colaboradores (2003)
73% mujeres
100% gobierno
Un mes-8 años
M=2 años 6 meses
Rodríguez y Martínez (2003)
67% mujeres
54% gobierno
Arroyo y colaboradores (2004)
53% hombres
53% gobierno
___
4 meses-9 años
M=2 años 2 meses
Con relación al tiempo de duración del
acoso, los participantes mencionaron que
el mismo se ha extendido por un periodo
que cubre desde un mes hasta 9 años. En
promedio, de acuerdo a las víctimas, el
acoso psicológico ha tenido una duración
de 2 años y 4 meses (véase Tabla 2). Es
importante aclarar que aunque Leymann
26
(1996) establece que el acoso psicológico
debe tener una duración mínima de 6
meses, otros autores como Romero Rodenas
(2004) apuntan a una flexibilización de este
criterio. Entiende esta autora que sería
absurdo no apreciar la existencia del acoso
psicológico por el hecho de que el mismo
cese o se suspenda antes del plazo de 6
Aletheia 24, jul./dez. 2006
meses. Es por esta razón que en las
investigaciones realizadas en Puerto Rico,
se consideró como víctima de acoso a
aquellas personas que indicaron que su
experiencia tuvo una duración menor al
criterio establecido por Leymann.
Al auscultar de dónde proviene el
acoso psicológico, el 54.75% señaló a su
supervisor inmediato o jefe como la
persona que acosa. Sólo un 4.67%
mencionó a un subalterno como la persona
que acosa (véase Tabla 3). Relacionado a las
razones para que ocurra el acoso, las
víctimas mencionaron las siguientes:
creencias políticas, celos profesionales,
envidia, ausencia de supervisión,
incompetencia del acosador, resistencia de
la víctima a ser manipulada y favoritismo.
diariamente. El análisis identificó los
siguientes: le interrumpen al hablar (27%),
monitorear y registrar el trabajo con malas
intenciones (13%), cuestionamiento de las
decisiones tomadas (13%), asignarle tareas
nuevas (13%) y el/la jefe(a) no permite que
se comunique (13%).
Tabla 4 – Comportamientos de acoso psicológico más
frecuentes en los estudios realizados en Puerto Rico.
Tabla 3 – Fuentes del acoso psicológico en el trabajo según
los participantes.
Un aspecto importante de las
investigaciones fue el conocer los
comportamientos de acoso que con mayor
frecuencia se presentaron contra las
víctimas. Los resultados reflejaron una
variedad de comportamientos, por lo que
se presentarán los tres que obtuvieron los
porcentajes más altos en cada una de las
investigaciones. Como se observa en la
Tabla 4 los comportamientos con
porcentajes más altos en cada uno de los
estudios fueron: monitorear el trabajo con
malas intenciones (67%), impedir que se
exprese (57%), asignar tareas nuevas
constantemente (25%) y criticar el trabajo
a través de ataques verbales (74%).
Al hacer un análisis de la frecuencia
con que ocurren los comportamientos de
acoso psicológico, Arroyo y colaboradores
(2004) examinaron cuáles de estos ocurren
Aletheia 24, jul./dez. 2006
Otra de las áreas de importancia al
estudiar el acoso psicológico es la
relacionada a los síntomas experimentados
como resultado de dicha experiencia. Como
se observa en la Tabla 5 los síntomas con
porcentajes más altos en cada uno de los
estudios fueron: nerviosismo (72%), sueño
interrumpido (75%), irritabilidad (25%) y
dificultad para concentrarse (73%).
Tabla 5 – Síntomas más frecuentes presentados por las
víctimas de acoso psicológico en los estudios realizados en
Puerto Rico.
Arroyo y colaboradores (2004)
estudiaron también los efectos del acoso
27
psicológico a nivel social, personal y
económico. Los resultados indican que el
71% de las víctimas informó tener
problemas en su relación de pareja como
resultado de su situación de acoso laboral,
50% señaló que comenzó a usar sus fondos
de ahorro para poder cumplir con sus
responsabilidades económicas al ver
reducido su ingreso al comenzar a
ausentarse de su trabajo y 50% comenzó a
dudar de sus capacidades. Un 43% informó
que el número de sus actividades sociales
se redujo, 43% tuvo problemas en la
relación con sus padres y hermanos e, igual
porcentaje, confrontó problemas en la
relación con sus hijos.
Al estudiar un fenómeno como el acoso,
es importante auscultar de qué forma la
víctima maneja o hace frente a la situación.
Como se observa en la Tabla 6 las formas de
manejo que obtuvieron los porcentajes más
altos fueron las siguientes: hablar con los
familiares (54% y 50%) y evitar el contacto
con la persona que acosa (79%).
Tabla 6 – Formas de manejo más frecuentes informadas
en los estudios realizados en Puerto Rico.
Estudio
Comportamientos
Martínez y
colaboradores (2003)
Hablar con familiares (54%), hablar con
amistades (52%), hablar con los
compañeros de trabajo (46%), evitar el
contacto con la persona que acosa (46%)
Hablar con familiares (50%), hablar con
las amistades (49%), evitar el contacto
con la persona que acosa (49%)
Evitar el contacto con la persona que
acosa (79%), hablar con compañeros de
trabajo (57%), recopilar evidencia (50%),
buscar asesoría legal (50%)
Rodríguez y
Martínez (2003)
Arroyo y
colaboradores (2004)
Por último, se auscultó cómo
reaccionan aquellas personas que son
testigos del acoso psicológico. En la
investigación de Arroyo y colaboradores
(2004) los testigos informaron que frente a
una situación de acoso dieron apoyo
incondicional (61%), ofrecieron consejos de
cómo manejar la situación (59%),
escucharon a la víctima y le ayudaron a
buscar alternativas (46%) y le recomendaron
que buscara ayuda profesional (30%) y
ayuda legal (30%). Es importante resaltar
que sólo un 11% de los testigos indicó que
28
ignoró la situación y no hizo nada para
ayudar a la víctima.
Discusión
Al analizar los resultados obtenidos en
estos cuatro estudios en muestras de
organizaciones en Puerto Rico se observan
ciertas similitudes con los estudios realizados
en otros países. Como se presentó
anteriormente, en los estudios con muestras
de Puerto Rico se obtuvo una incidencia
promedio de 12.5% de personas que se
identificó como víctima de acoso
psicológico en su actual lugar de trabajo.
Este porcentaje concuerda con los datos
ofrecidos por Mikkelsen y Einarsen (2001)
de 16% en Dinamarca, Salin (2001) de
8.8% en Finlandia, Ólafsson y
Jóhannsdóttir (2004) de 8.8% en Islandia,
Hoel, Cooper y Faragher (2001) de 10.6%
en Gran Bretaña y Justicia (como se cita en
Peñasco, 2005) de 11% en España. Por otro
lado, difiere de los datos de otros estudios
donde se han informado porcentajes
mayores como 51% y 22% en España,
(Piñuel, 2003, 2004), 38% y 37% en Gran
Bretaña (Quine, 2001, 2002) y 34% en Chile
(PrevencionIntegral.com, 2004). Es
importante señalar, que el instrumento que
se administró en los estudios en Puerto Rico
solicitaba que, a partir de la definición de
acoso psicológico, la persona informara si
se consideraba o no víctima de acoso. Es
muy probable que en estos estudios ocurriera
la situación que presenta Einarsen (como se
cita en Rayner, Hoel & Cooper, 2002) quien
argumenta que muchas personas resisten el
admitir que son víctimas de acoso
psicológico en el trabajo. Esta negativa a
identificarse, de acuerdo a Einarsen, puede
estar asociada a que muchas personas
rechazan el papel de víctima y la pasividad y
debilidad que ello conlleva. Esta explicación
cobra más fuerza cuando se observó que
algunas personas que dijeron que no eran
víctimas de acoso psicológico, admitieron
haber
estado
expuestas
a
comportamientos típicos de acoso.
Aletheia 24, jul./dez. 2006
Al analizar el género sexual de las
personas acosadas se observa que, en
promedio, el 58.67% pertenece al género
femenino. Este porcentaje promedio
encontrado en Puerto Rico está muy
cercano al 55% encontrado por Leymann
(1996) en Suecia y al 55.6% de Einarsen y
Skogstad (como se cita en Hirigoyen, 2001)
en Noruega. También guarda concordancia
con Salin (2001) quien encontró que en
Finlandia el porcentaje de mujeres acosadas
era significativamente mayor que el de los
hombres. Otros estudios presentan
porcentajes mayores, como por ejemplo
Hirigoyen (2001) quien encontró un 73%
de mujeres en Francia y Matthiesen y
Einarsen (2001) quienes informaron un
77% de mujeres en su estudio en Noruega.
A pesar de esta tendencia, hay que
recordar que en el estudio de Arroyo y
colaboradores (2004) el porcentaje mayor
fue de hombres. Resultados similares al de
Arroyo y colaboradores también fueron
encontrados por Seiler en Estrasburgo
(como se cita en Hirigoyen, 2001) donde el
56.5% de las personas acosadas eran
hombres y por Jennifer, Cowie y Ananiadou
(2003) en un estudio con participantes de
Portugal, España y Gran Bretaña con un
55.4% de hombres identificándose como
víctimas de acoso.
Al discutir qué personas están más
propensas a experimentar el acoso en los
contextos laborales, Blanco (2003) establece
que en todos los sectores laborales, primero
las mujeres y luego los jóvenes, son las
personas que están en mayor riesgo de caer
en lo que ella denomina “las garras del
sistema hostigador”. Cuando Zapf y
Einarsen (2005) analizan el porqué se
encuentran porcentajes más altos de
mujeres entre las víctimas de acoso
psicológico, estos establecen que las mujeres
están con mayor frecuencia en puestos de
subalternos y en situaciones de desigualdad
de poder al compararse con el hombre, lo
cual las hace más vulnerables a ser víctimas
del acoso laboral.
Un elemento que es importante
destacar es que, en promedio, el 64% de las
personas acosadas trabaja en el sector
Aletheia 24, jul./dez. 2006
gubernamental. Este resultado es cónsono
con los hallazgos de Salin (2001) y
Matthiesen y Einarsen (2001). También es
cónsono con el planteamiento de Blanco
(2003) y de Hirigoyen (2001) de que en la
administración pública es donde más se da
la violencia psicológica debido a las
dificultades para proceder a un despido
porque dichos empleados están más
protegidos que su contraparte en el sector
privado. Hirigoyen argumenta que en el
sector privado, el acoso es más brutal, tiene
menor duración y se puede terminar
cuando la víctima se marcha de la empresa.
Sin embargo, en el sector gubernamental,
el acoso puede durar varios años, en
ocasiones decenas de años, ya que, en
principio, las personas están protegidas y
no pueden ser despedidas a menos que
cometan una falta muy grave. Por esta
razón, los métodos de acoso son más
perniciosos y desembocan en resultados
dramáticos para la salud y personalidad de
la víctima.
Al auscultar la fuente del acoso se
encontró que el mayor porcentaje fue
obtenido por el supervisor inmediato. Este
dato es similar a lo encontrado por Piñuel
(2002), Rayner, Hoel y Cooper (2002),
Mikkelsen y Einarsen (2001), Salin (2001),
Hoel, Cooper y Faragher (2001), Quine
(2001), Matthiesen y Einarsen (2001) y
Mercado (2005) donde el supervisor era la
principal fuente del acoso psicológico. Este
resultado guarda relación con lo planteado
por la mayoría de las definiciones de acoso
psicológico que subrayan la desigualdad de
poder como característica fundamental de
la experiencia de acoso (Espluga &
Caballero, 2005). López Cabarcos y
Vázquez Rodríguez (2003) entienden que
el acoso proveniente del superior se
caracteriza por el uso inapropiado y
perverso del poder y con ello se pretende
reducir la influencia social de la víctima,
aislándola de su entorno para forzarla a
abandonar “voluntariamente” el puesto de
trabajo.
Un elemento clave en la experiencia
del acoso psicológico es la duración del
mismo. Como se observó en los resultados,
29
las personas encuestadas indicaron que el
mismo ha durado desde un mes hasta 9
años, con un promedio de 2 años.
Resultados similares fueron informados por
Hirigoyen (2001) quien indicó que en su
estudio la duración media del acoso fue de
un poco más de tres años y por Mikkelsen
y Einarsen (2001) quienes señalan que el
40% de su muestra fue acosada por espacio
de 6 meses a 2 años y un 15% lo fue por
más de 2 años. De la misma forma, Salin
(2001) informó un tiempo promedio de 2.7
años, Hoel, Cooper y Faragher (2001)
indican que dos terceras partes (66.8%) de
las víctimas experimentó el acoso por más
de 1 año y Matthiesen y Einarsen (2001)
informan que un 62% fue acosado por más
de 2 años. Como se observa, la experiencia
del acoso tiende a ser una larga, cumpliendo
así con el umbral de acoso establecido por
Leymann (1996) de un mínimo de 6 meses.
Al analizar los comportamientos de
acoso más frecuentes se observan
comportamientos dirigidos a afectar el área
de comunicación, cuestionar su
desempeño y monitorear el desempeño no
con la finalidad de supervisar sino con la
intención de hacerle daño al trabajador.
Cuando se comparan estos resultados con
los estudios en el área (por ejemplo, Piñuel,
2002; Hirigoyen, 2001; Salin, 2001;
Peñasco, 2005 y otros), se observa mucha
variación, por lo que se recalca que los
comportamientos de acoso pueden ser tan
variados como diferentes son los
trabajadores y los centros de trabajo. Sí es
importante
resaltar
que
los
comportamientos más frecuentes
mencionados por las víctimas de los
estudios realizados en Puerto Rico caen en
lo que Serrano Olivares (2005) cataloga
como conductas de tipo funcional, pues
éstas inciden en la prestación del servicio y
requieren que la persona que acosa y la
víctima aparezcan vinculados por una
relación de jerarquía o subordinación. Esto
a su vez refuerza el hallazgo de que la
persona que acosa, por lo regular, es el/la
jefe(a) o supervisor inmediato.
Al estudiar los síntomas que informan
experimentar las víctimas de acoso, se observa
30
que las manifestaciones del acoso pueden ser
tanto a nivel físico como psicológico. El
nerviosismo, el sueño interrumpido, la
irritabilidad y los dolores musculares son
algunos de los mencionados por los
participantes de los estudios. Resultados
similares son mencionados, entre otros, por
Hirigoyen (2001), Piñuel (2003) y Peñasco
(2005). Estos resultados refuerzan la postura
de Piñuel (2003) y de Ortega (2001) referente
a que el acoso psicológico en el trabajo es un
riesgo laboral de tipo psicosocial que puede
generar un daño para la salud laboral. Es por
esta razón que autores como Espluga y
Caballero (2005) establecen que los efectos
del acoso pueden ser devastadores para la
autoestima de la persona acosada y llegar a
ocasionar graves trastornos crónicos de salud.
Aclaran también que existe un espectro
amplio de posibles reacciones y todas tienen
en común sus efectos negativos sobre la salud.
De igual forma, Serrano Olivares (2005)
establece que al estudiar el acoso se debe
recalcar en los efectos de las conductas hostiles
de acoso sobre la víctima.
En términos de manejo de la situación
de acoso psicológico, se encontró que el
evitar el contacto con la persona que acosa
y el dialogar lo ocurrido con familiares,
amistades y compañeros de trabajo fueron
las técnicas más frecuentes en los estudios
en Puerto Rico. Cónsono con el primer
resultado es el planteamiento de Folkman
y Lazarus (como se cita en Hogh &
Dofradottir, 2001) quienes establecen que
la evitación es una de las formas de manejo
más frecuentemente utilizadas por las
personas cuando se enfrentan al estrés. En
la misma línea, Zapf y Einarsen (2005) al
analizar las estrategias de manejo utilizadas
por las víctimas de acoso indican que el
evitar el contacto con la persona que acosa
es la estrategia más razonable en una
situación como ésta. Por otro lado, la
búsqueda de apoyo en familiares, amistades
y colegas es similar a los resultados de Hogh
y Dofradottir (2001), Quine (2001) y Lewis
(2004). Para este último investigador, los
colegas de trabajo son de vital importancia
para la víctima pues éstos conocen y
Aletheia 24, jul./dez. 2006
entienden el contexto en el cual ocurre el
acoso psicológico. De acuerdo con López
Cabarcos y Vázquez Rodríguez (2003) el
mayor aliado que puede tener una víctima
de acoso psicológico en el trabajo es su
entorno laboral y social. Para autores como
Thoits (como se cita en Roca & Pérez, 1999)
el apoyo social es un recurso que utiliza el
individuo para el afrontamiento y la
adaptación a circunstancias estresantes.
Por último, es interesante evaluar las
reacciones que los testigos presentan frente
al acoso experimentado por sus
compañeros de trabajo. Estos informan
que, entre otras, proveen apoyo, escuchan
y orientan a las personas que están siendo
acosadas. Resultados similares son
informados por Peñasco (2005) que
menciona que en su estudio, los testigos
ofrecieron comprensión y apoyo afectivo a
las víctimas del acoso psicológico. Se
observa entonces, que los testigos asumen
un papel activo de ayuda a la víctima y no
son meros espectadores de la situación. Este
resultado es cónsono con la formas de
manejo informadas por los participantes,
donde una mayoría indicó que hablaba de
la situación con sus colegas en el trabajo.
Como toda investigación, el presente
estudio presenta unas limitaciones. La
principal es el tipo de muestreo utilizado.
Al éste ser uno por disponibilidad, esto
limita la generalización de los resultados a
otros grupos de empleados y empleadas en
Puerto Rico. También se utilizaron
muestras pequeñas no representativas del
universo de empleados en el país. No
obstante, los resultados guardan relación
con los datos obtenidos en estudios donde
se utilizaron muestras mayores.
A pesar de las limitaciones presentadas,
los resultados obtenidos por estas
investigaciones en Puerto Rico evidencian la
presencia de este fenómeno en contextos
públicos y privados. Estos datos describen la
forma en que el acoso está ocurriendo, cómo
se manifiesta y los efectos que causa en sus
víctimas. Es responsabilidad de los
profesionales que laboran en los centros de
trabajo comenzar a levantar conciencia de la
repercusión que tiene el acoso en el ambiente
Aletheia 24, jul./dez. 2006
de trabajo y promover que se desarrollen
políticas que prohíban el desarrollo del
mismo. Sólo de esa forma se puede establecer
una cultura de respeto hacia el trabajador,
garantizándole así un trato justo y de respeto
a su dignidad humana. No podemos permitir
lo que señala Heinz Leymann (como se cita
en Piñuel, 2001) y que presentamos a manera
de cierre y reflexión: “En las sociedades de
nuestro mundo occidental altamente
industrializado, el lugar de trabajo constituye
el último campo de batalla en el que una
persona puede matar a otra sin ningún riesgo
de llegar a ser procesada ante un tribunal.”
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Aletheia 24, jul./dez. 2006
Recebido em setembro de 2005
Aceito em abril de 2006
Autor
Miguel E. Martínez-Lugo
PhD en Psicología Industrial Organizacional, Catedrático y Director del Programa de Psicología Industrial
Organizacional de la Universidad Carlos Albizu, Recinto de San Juan, Puerto Rico. Miembro de la
Asociación de Psicología de Puerto Rico, Sociedad
Interamericana de Psicología, Society for
Industrial Organizational Psychology y American
Psychological Association.
Endereço para correspondência:
[email protected]
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