Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92
e-issn 2448-5004, doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
ARTÍCULOS
“Curas vagabundos y aventureros”
El caso de Giuseppe Maria Orsoni en México,
1839-1854*
“Vagrant and Adventurous Priests”
The Case of Giuseppe Maria Orsoni in Mexico,
1839-1854
Maddalena BURELLI
https://orcid.org/0000-0002-5674-432X
Universidad Nacional Autónoma de México (México)
Facultad de Filosofía y Letras
[email protected]
Resumen
El presente artículo busca arrojar luz sobre el caso hasta ahora no estudiado del sacerdote
corso Giuseppe Maria Orsoni, quien llegó a México en 1839 e hizo creer a muchos que estaba investido de títulos y facultades concedidos por pontífices, y afirmaba mantener estrecho
contacto con la Curia romana. Su caso exhibe la escasa información y comunicación entre
la Iglesia mexicana y la Santa Sede en ese entonces, hasta el arribo del delegado apostólico
Luigi Clementi.
Palabras clave: Giuseppe Maria Orsoni, Santa Sede, delegación apostólica, facultades espirituales, protonotario y misionario apostólico.
Abstract
This article aims to shed light on the unexplored case of the Corsican priest Giuseppe Maria
Orsoni. He arrived in Mexico in 1839, and proceeded to beguile many into believing that he was
in possession of titles and had been granted special faculties by pontiffs, all the while asserting a
close contact with the Roman Curia. His case exposes the scarce communications between the
Mexican Church and the Holy Seat during that period, up until the arrival of the apostolic delegate Luigi Clementi.
Keywords: Giuseppe Maria Orsoni, Holy Seat, apostolic delegation, spiritual faculties, protonotary and apostolic missionary.
* El presente artículo es resultado de la investigación realizada gracias al Programa de
Becas Posdoctorales en la unam de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico
(dgapa-unam), bajo la tutoría del doctor Miguel Soto. Quisiera también agradecer al doctor
Pablo Mijangos por sus valiosas sugerencias.
Recepción: 11 de septiembre de 2021 | Aceptación: 30 de marzo de 2022
© 2023 unam. Esta obra es de acceso abierto y se distribuye bajo la licencia
Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es
64
BURELLI
Introducción
Entre los dicasterios romanos, la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos
Extraordinarios desempeña un papel particularmente importante y central
para el estudio de las relaciones entre la Santa Sede y los países hispanoamericanos durante el siglo xix.1 Ésta fue instituida en 1814 con el propósito de coadyuvar a la Secretaría de Estado en la gestión de cuestiones
importantes y problemas graves de la Iglesia y, a partir de 1826 y por disposición del papa León XII, se ocupó también de la reorganización general
de los asuntos eclesiásticos de las repúblicas hispanoamericanas.
En este contexto, es notable la escasez de noticias relacionadas con
México, relativas al periodo posterior a la Independencia, al consultar los
documentos de la Congregación. Sin embargo, dentro de ellos figura un
nombre de forma constante: Giuseppe Maria Orsoni. Las cartas enviadas
desde México —a partir de 1839— que contienen información sobre el
estado político y religioso de esa república y, por lo tanto, de interés para
la Congregación, son de su autoría. Y, aunque en dichas misivas el conde
de Orsoni firmaba como protonotario y misionero apostólico, no era nada de
lo que decía ser.
El objetivo de este artículo es exponer el peculiar caso del sacerdote
corso Giuseppe Maria Orsoni, quien llegó a México en abril de 1839 e hizo
creer a propios y extraños que gozaba de una relación cercana con la Santa
Sede y estaba investido de títulos y facultades concedidas por los pontífices.
El estudio inicia en 1839 —año de la llegada de Orsoni a México— y abarca
hasta 1854, cuando su caso fue conocido por el delegado apostólico, Luigi
Clementi,2 y la Secretaría de Estado en Roma comenzó a indagar a Orsoni
y descubrió sus mentiras.
1
Sobre la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, véase Lajos
Pásztor, “La Congregazione degli Affari Ecclesiastici Straordinari tra il 1814 e il 1850”, Archivum Historiae Pontificiae, n. 6 (1968).
2
Luigi Clementi (1794-1869) anteriormente obispo de Macerata y Tolentino fue nombrado delegado apostólico para México y Centroamérica en 1851. Vivió en México hasta
1861 cuando fue expulsado por el gobierno de Benito Juárez. Sobre la delegación apostólica
de monseñor Clementi en México, me permito señalar a Maddalena Burelli, “La prima delegazione apostolica in Messico. Sviluppi e problematiche del rapporto tra Stato e Chiesa (18511861)” (tesis doctoral, Università Cattolica del Sacro Cuore, 2019), y Maddalena Burelli,
“Roma e il rapporto Stato-Chiesa in Messico (1821-1861)”, Contemporanea, Rivista di Storia
dell’800 e del ‘900, n. 2 (2021): 211-244.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
65
El artículo propone mostrar cómo, en los primeros años posteriores
a la Independencia mexicana, las relaciones entre Roma y la Iglesia de
México no eran tan cercanas y constantes como lo fueron en la segunda
mitad del siglo xix, momento en el que, como señala la historiografía, la
Iglesia mexicana ingresó a un proceso de “romanización”.3 Al arribo de
Orsoni a México y hasta la llegada del primer representante pontificio en
1851, la Santa Sede no disponía de noticias seguras y constantes. Esta
condición permitió, por un lado, que en Roma se recibiesen y conservasen
noticias sobre el estado político y eclesiástico de México por parte de
fuentes no comprobadas, como sucedió en el caso de Orsoni. Por el otro,
este personaje se hizo pasar en México por un informante de la curia romana, sin que ésta lo supiera, y presumió títulos y ejerció facultades que
en realidad no tenía.
El presente artículo se divide en tres partes. En la primera se expondrá
brevemente cuáles fueron, durante la primera mitad del siglo xix, las verdaderas relaciones entre la Santa Sede y la Iglesia mexicana y su contexto
político, para así introducir el caso de Orsoni y explicar cómo logró hacerse pasar por una persona cercana a la Santa Sede y ser investido de títulos
y facultades.
En segunda instancia, se reconstruirá la historia de este sacerdote
corso a partir de la documentación recopilada en el fondo Sacra Congregazione degli Affari Ecclesiastici Straordinari del Archivo Histórico de la
Secretaría de Estado-Sección de Relaciones con los Estados y ampliada
con las fuentes del Archivo Histórico del Arzobispado de México y artículos periodísticos de la época. En esta segunda parte se explicará quién era
Orsoni, por qué llegó a México y, sobre todo, qué hizo en la república
mexicana, buscando mostrar cuál fue la influencia que ejerció gracias a su
supuesta “cercanía” con Roma.
Finalmente, abordaremos, en un tercer apartado, la información que
Orsoni transmitió a la Santa Sede y el uso que se le dio.
3
Cecilia Adriana Bautista García, “Hacia la romanización de la Iglesia mexicana a fines
del siglo xix”, Historia Mexicana, n. 55 (2005). Es un proceso que comparten las iglesias latinoamericanas y que se consolida durante la segunda mitad del siglo xix, Francisco Javier
Ramón Solans, Más allá de los Andes: los orígenes ultramontanos de una Iglesia latinoamericana (1851-1910) (Bilbao: Universidad del País Vasco, 2020).
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
66
BURELLI
Las relaciones y las comunicaciones
entre la Santa Sede y la Iglesia mexicana
en la primera mitad del siglo xix
Durante los tres siglos coloniales, toda la estructura eclesiástica hispanoamericana, así como la jurisdicción de la autoridad gubernamental
sobre la Iglesia y las relaciones con la Santa Sede, se regularon y ordenaron desde el patronato que los reyes españoles ejercieron a partir de
la concesión pontificia de 1508 y cuyo ejercicio cesó, de facto, con las
independencias.
La fase que se abrió a consecuencia de las emancipaciones políticas fue
una de redefinición de la estructura y organización de las iglesias hispanoamericanas. Inicialmente, la reorganización de los asuntos eclesiásticos en
las nuevas realidades políticas se vio afectada por los obstáculos planteados
a la Santa Sede por la Corona española apoyada por la Santa Alianza que,
hasta la muerte de Fernando VII en 1833, no quiso renunciar a la soberanía
sobre las tierras de ultramar, generando retrasos y comprometiendo las
relaciones entre Roma y las iglesias hispanoamericanas.4 Entre las consecuencias más graves se encontraba el problema de las sedes vacantes, cuyo
número aumentaba año con año, dificultando aún más las comunicaciones
entre Roma y las diócesis hispanoamericanas.
En México abundaron ejemplos: el arzobispo Pedro José de Fonte Hernández abandonó el país en 1823 para regresar a España, dejando la sede
arzobispal sin la presencia de su pastor hasta diciembre de 1839, cuando,
tras la renuncia de Fonte en 1837, Manuel Posada y Garduño fue preconizado arzobispo. Por otra parte, en 1827, el obispo de Oaxaca, Manuel Isidoro Pérez Suárez, siguió el ejemplo de Fonte. En 1829 falleció el último
mitrado presente en el país, Antonio Joaquín Pérez Martínez, obispo de
Puebla, mientras que, para 1827, los obispos de las otras siete diócesis
mexicanas ya habían muerto.
A los obstáculos iniciales representados por la Corona española y el
origen revolucionario de los países, siguieron las pretensiones de los nuevos
gobiernos hispanoamericanos y la dificultad de lograr un acuerdo con
la Santa Sede durante toda la primera mitad del siglo xix. Los nuevos
4
Sobre los obstáculos iniciales, puede revisarse Roberto Gómez Ciriza, México ante la
diplomacia vaticana: el periodo triangular, 1821-1836 (México: Fondo de Cultura Económica,
1977).
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
67
gobiernos estaban interesados en el patronato y pretendían asumirlo como
atribución soberana, pero tuvieron que enfrentarse con las negativas de la
Santa Sede a reconocerlo como derecho perteneciente a la soberanía de
la nación. En el caso mexicano, esta oposición también se extendió a la
jerarquía eclesiástica nacional.5
En 1822, la junta eclesiástica celebrada en el arzobispado de México,
en la que tomaron parte los representantes de las diócesis mexicanas, declaró cesado el patronato por parte de los reyes españoles: “arreglar los
términos en que deba continuar [el patronato] para lo sucesivo, es un punto que debe tratarse y concordarse con el Romano Pontífice”.6 Pese a las
tentativas de negociar este punto, no se logró llegar a algún acuerdo entre
el Estado mexicano y la Santa Sede para reglamentar la situación eclesiástica en el país. En espera de una definición legal se verificó lo que Brian
Connaughton llama el “ejercicio virtual del patronato”, aceptado por el
clero mexicano durante la primera mitad del siglo xix con la perspectiva
de realizar, junto con el Estado, un proyecto de nación católica.7
Aunque no faltaron los enfrentamientos, la primera generación de obispos buscó mantener un clima de diálogo con el gobierno, permitiendo llegar a algunos acuerdos prácticos, como el caso del arreglo sobre provisiones
episcopales que, evitando definir el problema del patronato, permitió, hasta 1855, el nombramiento de nuevos obispos según una modalidad aceptada por los gobiernos y la jerarquía eclesiástica mexicana: al gobierno se le
reconoció el derecho de presentación, se permitió el ejercicio de la exclusiva por parte de los gobernadores de los estados y el clero gozaría de una
mayor participación en las elecciones de los candidatos a través de las
listas de eclesiásticos considerados idóneos, las cuales fueron preparadas
por los cabildos eclesiásticos de las sedes vacantes y remitidas al gobierno.8
5
Véase, entre otros, la defensa que hizo en 1835 Juan Cayetano Gómez de Portugal y
Solís, obispo de Michoacán, del patronato como prerrogativa de la Iglesia y en contra del
patronato nacional, Gabriel Díaz Patiño, “Los debates en torno al Patronato eclesiástico a
comienzos de la época republicana: el caso de Michoacán”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, n. 43 (2006).
6
Actas de la Junta de Diocesanos reunida en Méjico en el año de 1822. Sesión primera sobre
el Patronato, en Colección Eclesiástica Méjicana, t. i (México: Imprenta de Galván, 1834), 11.
7
Brian Connaughton, Entre la voz de Dios y el llamado de la patria. Religión, identidad y
ciudadanía en México, siglo xix (México: Fondo de Cultura Económica; México: Universidad
Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2010), 173.
8
Sergio Rosas Salas, “¿Quién tiene derecho a nombrar obispos? Provisión episcopal y
patronato en México, 1850-1855”, Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, n. 63 (2016).
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
68
BURELLI
Conforme a esta modalidad, el papa Gregorio XVI nombró a los primeros
seis obispos mexicanos de la época independiente en 1831 y en 1836, y
reconoció oficialmente al gobierno mexicano, iniciándose las relaciones
diplomáticas. Sin embargo, el problema de la escasez de información y de
control siguió siendo central para Roma. La necesidad de más noticias
sobre el estado de las Iglesias hispanoamericanas era una constante que
continuó durante la primera mitad del siglo xix en los documentos de la
Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios. Por esa razón,
se expresaba la utilidad de establecer representantes pontificios en aquellos territorios, mismos que tendrían la misión de mantener constantemente informada a la Santa Sede, además de atender, en nombre de ésta, las
cuestiones más urgentes.
La necesidad de noticias directas era evidente y central en ese entonces,
y fue hasta la segunda mitad del siglo xix cuando los contactos entre la
Iglesia mexicana y la Santa Sede se estrecharon, incorporándose plenamente a la dinámica de la Iglesia global. Resultó, sin duda, fundamental
la presencia del representante pontificio, monseñor Luigi Clementi, que
permaneció en México de 1851 a 1861 en calidad de delegado apostólico.
Fueron asimismo importantes la fundación del Colegio Pío Latinoamericano en 1858 y, en general, los contactos directos entre obispos mexicanos y la curia romana: basta pensar en el caso del obispo Pelagio
Antonio de Labastida y Dávalos, arzobispo de México a partir de 1863, que
pasó un largo periodo en Roma entre 1856 y 1858 y de nuevo entre 1859
y 1863 y, finalmente, entre 1867 y 1871.9
Antes de la llegada de Clementi en 1851, es poca la información que
Roma recibió sobre el estado de las diócesis mexicanas. En el periodo inmediatamente posterior a la Independencia, la Santa Sede recibió sólo una
relación diocesana de la diócesis de Guadalajara, en 1824. Recibió otras,
más adelante, en 1840 de Durango, en 1847 de Sonora y, nuevamente, de
9
Sobre el obispo Labastida, véase Marta Eugenia García Ugarte, Poder político y religioso. México siglo xix (México: Cámara de Diputados, LXI Legislatura; México: Universidad
Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales; México: Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana; México: Miguel Ángel Porrúa, 2010); Marta Eugenia García Ugarte, “Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos durante la guerra de Reforma y su
decisión de impulsar la Intervención y el establecimiento del Segundo Imperio”, en El imperio napoleónico y la monarquía en México, coord. de Patricia Galeana (México: Senado de la
República; Puebla: Gobierno del Estado de Puebla; México: Siglo XXI, 2012), 111-144.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
69
Guadalajara en 1831, 1840 y 1850.10 También recibió información de otro
tipo, como consultas por parte de los cabildos eclesiásticos y las órdenes
religiosas sobre peticiones y problemas específicos. Sin embargo, se trataba de datos e información no comparable con lo que el delegado apostólico
proporcionó a partir de su llegada y con lo que los prelados mexicanos
enviaron durante la segunda mitad del siglo xix.
Es claro que la Iglesia mexicana siempre se mantuvo en plena comunión
con la Santa Sede y reconoció al papa como su cabeza universal. Sin embargo, en la práctica, Roma era percibida como una entidad lejana y, en
virtud de esta lejanía, la Iglesia mexicana se centró en la figura del obispo.
Como evidencian Sergio Rosas Salas —en su estudio sobre Francisco Pablo
Vázquez— y Marta Eugenia García Ugarte —en su obra Poder político y religioso. México siglo xix—, en la visión de los primeros obispos, la Iglesia
mexicana gozaría de una cierta autonomía respecto a la Santa Sede, manteniendo un prudente equilibrio entre México y Roma, y recurriendo a esta
última como eficaz “contrapeso a las demandas del gobierno”.11 Esto se
puede entender más a profundidad en el momento de la llegada del primer
representante pontificio a México, Luigi Clementi (1851-1861), cuando el
arzobispo de México, Lázaro de la Garza y Ballesteros, se rehusó a reconocer al delegado apostólico y le impidió ejercer su jurisdicción hasta que
Clementi no hubiese obtenido el pase del gobierno para sus facultades
apostólicas y se las hubiera presentado a él también.12 Sin embargo, ésta no
es la ocasión para profundizar en los conflictos surgidos entre el delegado
apostólico y el entonces arzobispo de México. Lo que interesa aquí es delinear el contexto eclesiástico en el que llegó Orsoni y el tipo de relaciones
10
Las relaciones diocesanas enviadas a Roma se encuentran en la serie Relationes
Diocesium del archivo de la Congregación del Concilio en el Archivo Apostólico Vaticano.
Sin embargo, algunas relaciones diocesanas podrían encontrarse en otras secciones del
mismo archivo, debido a las reorganizaciones que sufrió el mismo, o incluso en otros
fondos; éste es el caso de la relación de Sonora de 1847, que fue remitida por la Congregación del Concilio a la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios y todavía se encuentra en su archivo, Archivio Storico della Segretaria di Stato, Sezione per i
Rapporti con gli Stati, Affari Ecclesiastici Strordinari (en adelante asrs, aes), Messico, pos. 120,
fasc. 597, 33r-43r.
11
La cita es de García Ugarte, Poder político, 100. Véase también Sergio Rosas Salas, La
Iglesia mexicana en tiempos de la impiedad: Francisco Pablo Vázquez, 1769-1847 (Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Zamora: El Colegio de Michoacán; Puebla: Ediciones EyC, 2015), 206-208.
12
Sobre el episodio, puede leerse Burelli, “La prima delegazione apostolica”.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
70
BURELLI
y comunicaciones que ocurrían entre la Iglesia mexicana y la Santa Sede,
para así introducir el próximo apartado de nuestro análisis.
Giuseppe Maria Orsoni:
“un verdadero y solemne impostor”, 1839-1854
Giuseppe Maria Orsoni nació entre 1799 y 1800 en Corbara, Córcega, en
una familia de origen humilde.13 En 1822 fue ordenado sacerdote en Roma
y de allí se mudó a París, donde vivió hasta 1826 como capellán.14 Ese
mismo año decidió unirse a los misioneros que partían para las colonias
francesas en América. No recibió ninguna facultad ni encargo directo de
la Congregación de Propaganda Fide, el dicasterio romano en el que se
concentraba la dirección y el gobierno general de la actividad misionera
católica; más bien, obtuvo la licencia de misionero apostólico del superior
del seminario de Saint-Esprit en París, que apoyaba a Propaganda en la
provisión de misioneros a las colonias francesas. Por esa razón, no hay en
los registros de Propaganda prueba de que haya otorgado títulos o facultades a Orsoni para dirigirse a América. Sin embargo, su nombre aparece
en los registros del Seminario de Saint-Esprit como obrero evangélico
enviado a Guadalupe, en las Antillas.15
El cura corso llegó a la isla en 1827 y allí vivió por nueve años, fungiendo como párroco de una pequeña parroquia, hasta que fue removido de la
misión por decisión del prefecto apostólico de Guadalupe, Francesco Lacombe, por el carácter y actitud de Orsoni, que calificaba de “hombre astuto,
intrigante y con ganas de meter cizaña en su parroquia”. Así, tomó la decisión
de enviarlo de regreso a Europa. Según las averiguaciones que en un segundo
momento hizo Propaganda, tanto el prefecto apostólico de Guadalupe como
el superior del Seminario de Saint-Esprit, Amable Fourdinier, lo acusaban
principalmente de sembrar discordia, además de haber intentado casar a su
hermano con una muchacha local en contra de la voluntad de la familia de
13
Toda la información sobre la vida de Orsoni fue tomada de las noticias que la Congregación de Propaganda Fide y el nuncio en París, Carlo Sacconi, proporcionaron en 1854
a la Secretaría de Estado y a la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios.
14
Notizie avute dalla S. C. di Propaganda, 20 de mayo de 1854, asrs, aes, Messico, pos.
165, fasc. 627, 94r.
15
“Carta de C. Sacconi a G. Antonelli, 4 de julio de 1854”, asrs, aes, Messico, pos. 165,
fasc. 627, 102v.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
71
ésta, fingir ser riquísimo, hablar sobre descender de una antigua familia romana y haber sido nombrado obispo in partibus por Roma. El prefecto de Guadalupe informó también de que Orsoni tenía un aire de franqueza y buena
fe que podía engañar, pero que en realidad era mentiroso y maniobrero.
Al regresar a Europa en 1836, Orsoni se dirigió a Roma y se presentó a
Propaganda, antes de que la Congregación tuviese noticias e información de
las acusaciones en su contra. El cura acudió con dos cartas del prefecto y
viceprefecto apostólico de Guadalupe —falsificadas por él mismo— que lo
elogiaban. Además, mostró un informe sobre esas misiones americanas y
solicitó a la Congregación de Propaganda Fide facultades para regresar a las
Antillas. Sólo en un segundo momento y poniéndose en contacto con el
superior del Seminario de Saint-Esprit, Propaganda descubrió que las cartas
que el corso había presentado a su llegada a Roma habían sido falsificadas.
Propaganda no accedió a las solicitudes de Orsoni; por el contrario,
dirigió una carta al superior del seminario de Saint-Esprit que lo criticaba
duramente y que tenía la finalidad de asegurarse de que no obtuviese algún
nuevo encargo o facultad: “Que, por sus engaños, el presbítero Orsoni no
obtenga nada o lo menos posible de la Sacra Congregación, y no ponga sus
esperanzas en ninguna gracia o favor de parte de esta última”.16 En esta
carta, fechada el 18 de junio de 1836, se hablaba del proceder corrupto del
sacerdote y de su desconsideración y deshonestidad.
Sin cargo ni facultad alguna, Orsoni, por iniciativa propia y de manera
completamente independiente, decidió regresar a América.17 Después de
haber residido un tiempo en la República de Haití y en la isla de Cuba, se
dirigió a México. Desembarcó en el puerto de Veracruz en abril de 1839 y,
tras pasar por Xalapa y Puebla, llegó a la ciudad de México, donde se presentó como protonotario y misionero apostólico, fingiendo estar en estrecho contacto con la curia romana y haciendo uso del título de conde.
A su llegada a México tuvo la posibilidad de relacionarse con autoridades tanto eclesiásticas como políticas y con el entorno diplomático,
debido a su presunta cercanía con la Santa Sede. Sabemos, por ejemplo,
que se relacionó con el entonces ministro español en México, Ángel Calderón de la Barca, que a punto de regresar a Europa recibió de Orsoni,
16
Copia di lettera scritta dalla Sacra Congregazione di Propaganda Fide li 18 giugno 1836
al Sig. Fourdinier Superiore del Seminario di S. Spirito in Parigi relativamente al sacerdote Giuseppe Maria Orsoni di Corbara Diocesi di Ajaccio in Corsica già Missionario Apostolico della
Guadalupe, asrs, aes, Messico, pos. 165, fasc. 627, 80r.
17
Notizie avute dalla S. C. di Propaganda, 96v.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
72
BURELLI
como el mismo ministro apuntó en su diario, “cartas de recomendación
para Roma”,18 como si el cura corso tuviese importantes e influyentes
contactos en Roma.
Los engaños no se detuvieron: en una carta de 1841 Orsoni refiere, por
ejemplo, haber sido recibido por el presidente Antonio López de Santa Anna
y haber hablado con éste sobre las intenciones del gobierno respecto a la
religión.19 Sin embargo, no se han encontrado otras fuentes externas que
pudiesen comprobar lo que el corso refirió sobre sus contactos y relaciones
con las personalidades políticas del país.
Lo que más interesa subrayar aquí son los contactos que Orsoni sí tuvo
con las autoridades eclesiásticas mexicanas, pues se relacionó tanto con
Manuel Posada y Garduño, preconizado arzobispo de México en diciembre
de 1839, como con su sucesor, Lázaro de la Garza y Ballesteros.
Cuando Orsoni llegó a México, Posada era vicario capitular y, en junio
de 1839, fue presentado por el gobierno ante el papa, para que lo nombrara arzobispo de México.20 La presencia en el país de una persona supuestamente cercana a la Santa Sede facilitó el acercamiento y las buenas
relaciones entre Orsoni y el entonces vicario capitular en espera de su
nombramiento.
Efectivamente, en las cartas que Orsoni envió a la curia romana, elogia
a Posada con el fin de promover su nombramiento. Entre julio y septiembre
de 1839, escribió al menos cuatro cartas: una dirigida al papa Gregorio XVI
y las otras al cardenal secretario de Estado, Luigi Lambruschini, y en todas
tocaba el tema de la elección del entonces vicario capitular.21 En ellas destacaba lo que Posada había hecho a favor de la Iglesia y lo describe como
“fidelísimo a la N[uestra] S[anta] Iglesia Apostólica Romana, a la cual hace
18
Diario de Ángel Calderón de la Barca, primer ministro de España en México (Incluye sus
escalas en Cuba), edición, notas, estudio introductorio y epílogo de Miguel Soto (México:
Secretaría de Relaciones Exteriores, Dirección General de Acervo Histórico Diplomático,
2015), 268.
19
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 27 de octubre de 1841”, asrs, aes, Messico,
pos. 92, fasc. 593a, 72v.
20
Berenise Bravo Rubio, La gestión episcopal de Manuel Posada y Garduño. República
católica y arzobispado de México, 1840-1846 (México: Porrúa, 2013), 37.
21
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 20 de julio de 1839”, asrs, aes, Messico,
pos. 92, fasc. 593a, 61v; “Carta de G. M. Orsoni a Gregorio XVI, 26 de julio de 1839”, asrs,
aes, pos. 165, fasc. 627, 82r-v; “Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 27 de julio de 1839”,
asrs, aes, Messico, pos. 92, fasc. 593a, 63r-v; “Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 12
de septiembre de 1839, asrs, aes, Messico, pos. 92, fasc. 593a, 65r-v.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
73
respetar y venerar”.22 Cabe resaltar, que las misivas están fechadas el 20,
26 y 27 de julio y 12 de septiembre de 1839, lo que evidencia una cierta
insistencia en el tema del nombramiento de Posada, sobre todo considerando que en los meses sucesivos escribió —según las cartas que hasta
ahora hemos encontrado— con mucha menor frecuencia. Una de esas cartas parece haber sido solicitada por el mismo Posada, según lo que se lee
en la misiva del 27 de julio de 1839, dirigida al cardenal Lambruschini:
La presente me fue más bien dictada por este último reverendo [Posada], quien,
no pudiendo expresarse en italiano, me ruega que le haga saber que, habiendo sido
uno de los tres candidatos y habiendo [ob]tenido más votos que los dos primeros,
el presidente de la república Mexicana lo había elegido arzobispo (sujeto a la aprobación de Su Santidad). La autoridad del gobierno republicano y el gobierno eclesiástico, habiendo cumplido con su deber cada uno por lo que les concierne, han
cerrado sus procesos para ser enviados a examen y aprobación de nuestro Señor
Gregorio XVI, a quien escribe [Posada] dándole distintas noticias del estado eclesiástico de esta diócesis: no teniendo en Roma ningún otro conocido que el Sacerdote Sabo, quien enviará a Su Eminentísima Señoría los documentos, que desde
aquí le han sido enviados con los fondos necesarios, rogando a Vuestra Eminencia
que le conceda la gracia de someter a los pies de nuestro Señor Gregorio XVI sus
más humildes respetos, los documentos susodichos y la aceptación de la promoción
antes mencionada.23
No es difícil imaginar que el vicario capitular se acercara a Orsoni,
supuestamente investido de títulos y facultades concedidas por los pontífices, para ponerse en contacto con Roma y tener una mayor seguridad
sobre la aceptación de su promoción. En este contexto, no es improbable
que Orsoni, apoyándose en la presunta cercanía con la Santa Sede, pudo
influenciar a Posada. En este sentido se puede señalar una particular coincidencia relacionada con Posada y la solicitud para un representante pontificio. Como se mencionó en la introducción, los prelados mexicanos no
estaban interesados en recibir a un representante pontificio en México y,
según los estudios existentes hasta ahora, en los primeros años después
de la Independencia nunca se llegó a pedir a Roma que lo enviase. Esto
sólo sucedió hasta septiembre de 1839, cuando Posada dirigió una carta a
22
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, México, 20 de julio de 1839”, asrs, aes,
Messico, pos. 92, fasc. 593a, 61v.
23
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, México, 27 de julio 1839”, asrs, aes, Messico, pos. 92, fasc. 593a, 63r-v.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
74
BURELLI
Gregorio XVI —fechada el 1 de septiembre—, en la que brindaba alguna
información sobre el estado de la arquidiócesis, justificándose por no haberlo hecho antes, y dirigía una singular petición al Pontífice: “¡Quiera el
cielo, Beatísimo Padre, que se acerque a nosotros un Internuncio o alguien
que en Tu nombre e igualmente por Tu autoridad y decisión ayude a los
Pastores de la Iglesia!”.24
En esta carta, Posada solicitaba un representante diplomático de la Santa Sede de grado inferior respecto a un nuncio —como un internuncio—
para que brindase apoyo en contra de los que “se esfuerzan por renovar la
guerra contra la Iglesia”. Según la documentación hasta ahora encontrada,
ésta sería la única carta en la que Posada escribió al pontífice pidiendo el
envío de un representante suyo; tampoco le volvería a escribir como arzobispo para proporcionarle información sobre el estado de su diócesis.
Durante los primeros años de la república centralista, el gobierno del
presidente Anastasio Bustamante fue puesto a dura prueba por la inestabilidad política y los constantes levantamientos federalistas. Sin embargo,
como afirma Catherine Andrews “es posible que el periodo comprendido
entre julio de 1839 y julio de 1840 haya sido el de mayor estabilidad del
gobierno de Bustamante”.25 La así llamada guerra de los Pasteles había concluido pocos meses antes, y el vicario capitular se refiere a ese periodo
como un momento en que “gozamos de la tregua y de la paz”.26 No había
un peligro urgente como para justificar la necesidad de una mayor cercanía
y apoyo de parte de Roma. Entonces, ¿por qué lo solicitó en aquel momento? El 20 de julio de 1839, poco antes de la carta de Posada al papa, Orsoni
dirigió al entonces secretario de Estado de Gregorio XVI, el cardenal Luigi
Lambruschini, una misiva en la que manifestaba la necesidad de que estuviese en México un representante diplomático de la Santa Sede: “Sería más
que necesario tener [en México] una persona diplomática de la Corte Romana”.27 Esto lo justificaba con la necesidad de contener a los enemigos de
Roma y de vigilar la disciplina eclesiástica.
24
“Carta de M. Posada a Gregorio XVI, 1 de septiembre de 1839”, asrs, aes, Messico,
pos. 89, fasc. 593a, 42r.
25
Catherine Andrews, Entre la espada y la Constitución. El general Anastasio Bustamante, 1780-1853 (Ciudad Victoria: Universidad Autónoma de Tamaulipas; Ciudad Victoria: H.
Congreso del Estado de Tamaulipas, LX Legislatura, 2008), 273.
26
“Carta de M. Posada a Gregorio XVI, 1 de septiembre de 1839”, asrs, aes, Messico,
pos. 89, fasc. 593a, 40v.
27
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, México, 20 de julio de 1839”, asrs, aes,
Messico, pos. 92, fasc. 593a, 62v.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
75
Orsoni afirmaba que en México se encontraban revolucionarios exiliados del Estado Pontificio que “no hacen [más] que hablar y decir cosas
falsas contra los Cardenales y el Santo Padre”. Orsoni relata, sin embargo,
que cuando llegó a México lo creyeron “un agente secreto de Su Santidad,
por lo que les dio miedo, como también a muchos frailes, que su conciencia
los atormenta”. Por lo tanto, Orsoni parecía evidenciar los beneficios derivados de su presencia en México, tocando dos problemáticas no indiferentes para la curia romana: los revolucionarios y los desórdenes en las
comunidades religiosas. El cura corso no habla del grado del representante
papal, pero no recomienda el envío de un nuncio, afirmando que sobre este
aspecto tuvo la oportunidad de hablar con los prelados del país que, en
relación con este tema, habían expresado una opinión desfavorable, citando las siguientes observaciones: “1o. La república no es pacífica y nunca lo
será. 2o. El gasto es alto porque todo es caro. 3o. Un nuncio no sería bien
visto y no le permitirían hacer una larga estancia, o le harían sufrir tormentos para hacerlo escapar”.28 Así, Orsoni no quería que de Roma se
enviase un representante pontificio, sino a un encargado de grado inferior
de quien se podía esperar un nombramiento in situ. En su carta parece
proponerse para un cargo de representante de grado inferior respecto al
nuncio, subrayando la inconveniencia de enviar uno a México.
Además, destaca la coincidencia en las fechas y en el tema de la carta
de Posada con lo que escribe Orsoni sobre la necesidad de tener un representante papal. Es probable que Posada, al escribir esa carta, se viera influenciado por la opinión y los consejos de quien consideraba en estrecho
contacto con la curia romana.
En las primeras cartas del sacerdote corso no sólo se hace referencia a
una relación con Posada, sino que también se entiende que los dos conversaban sobre temas relacionados con el gobierno interno de su diócesis. El
22 de enero de 1841, Orsoni informaba: “Anoche, hablando con Mons[eñor] el arzobispo Posada, se sintió afligido al ver que Su Santidad nombraba a tantos obispos in partibus, algo que nunca se había visto en estos
países, los cuales, viviendo todos en la capital, acaban por perderle el
respeto a los sacerdotes y a los propios obispos”.29
28
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, México, 20 de julio de 1839”, asrs, aes,
Messico, pos. 92, fasc. 593a, 62r.
29
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, México, 22 de enero de 1841”, asrs, aes,
Messico, pos. 92, fasc. 593a, 69v.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
76
BURELLI
Del relato se desprende que Posada conversó con él sobre algunos problemas relacionados con la gestión de su diócesis y que Orsoni también se
tomaba la libertad de aconsejarlo. De hecho, en la misma carta del 22 de
enero de 1841, el cura corso informaba que: “le recomendé a Monseñor
Posada que extirpara esa costumbre sacrílega, es decir, los sacerdotes del
campo en los días festivos dicen hasta ocho o nueve misas” y, ante estas
observaciones, Posada “me dijo que se iba a ocupar de ello, tiene buenas
intenciones y eso me agrada, y mucho cariño a Su Santidad”.30
En los años siguientes, los elogios iniciales de Orsoni hacia Posada
disminuyeron. En la carta del 19 de enero de 1843, se nota un cambio de
actitud hacia el arzobispo, que podría interpretarse como un distanciamiento de éste hacia el cura y un enfriamiento de las relaciones entre
ambos. En una de sus cartas de 1841, Orsoni había introducido una nota
negativa hacia el arzobispo, haciendo alusión a su avaricia, pero sin entrar
en detalles.31 En 1843, en cambio, criticó explícitamente al arzobispo afirmando que “La diócesis de México es la peor y preveo sólo un porvenir
terrible”.32 La diferencia de tono utilizada por Orsoni para describir a Posada y su gestión en 1839-1841, y luego en 1843, podría ser interpretada
como la demostración de que entre 1839 y 1841 sí había buenas relaciones
entre ellos, mientras que en 1843 las dinámicas que sostenían cambiaron.
Tras la muerte de Posada en 1846, Orsoni siguió manteniendo contacto con el gobierno del arzobispado y todavía se le consideraba investido con
títulos honoríficos y en estrecho contacto con la Santa Sede, hasta el punto
de que se recurrió a él para ponerse en contacto con Roma. Tal es el caso
del provincial de los dominicos, Ignacio Velasco, quien notificó su nombramiento a la Santa Sede mediante Orsoni. Así lo refiere, en 1848, el entonces
vicario capitular metropolitano, Juan Manuel Irisarri, quien, contra las acusaciones dirigidas a Velasco por algunos de sus cohermanos que lo querían
remplazar con la excusa de no haber comunicado a tiempo su nombramiento a Roma, aducía como prueba “el certificado del Proto-Notario Apostólico, en el que in verbo sacerdotis afirma haberse ocurrido infra bienium a
30
asrs, aes, Messico, pos. 92, fasc. 593a, 70r.
En la carta del 27 de octubre de 1841, en el post scriptum dice: “nada escribo del arzobispo porque su avaricia […] y […] no lo vuelven honorable”, “Carta de Orsoni a L. Lambruschini, 27 de octubre de 1841”, asrs, aes, Messico, pos. 92, fasc. 593a, 73r.
32
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 20 de julio de 1839”, asrs, aes, Messico,
pos. 92, fasc. 593a, 65v.
31
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
77
Roma”.33 Irisarri, entonces al frente del gobierno de la arquidiócesis, creía
tanto en el valor y la autoridad de la palabra y los títulos de Orsoni como
para considerarlos una prueba suficiente.
La credibilidad de Orsoni perduró con el sucesor de Posada, Lázaro de
la Garza y Ballesteros, antes obispo de Sonora y establecido en la arquidiócesis de México en 1851. El 23 de enero de 1854, el periódico El Siglo Diez
y Nueve informaba que el arzobispo, en visita pastoral, viajó rumbo a Pachuca en compañía de su secretario, Joaquín Primo de Rivera, y el “doctor
Don José María Conde d’Orsoni”, lo que muestra la cercanía entre el sacerdote y De la Garza. El artículo también informaba sobre un accidente que
involucraba a los tres y cómo hubiera tenido un desenlace más grave de no
ser por la presencia del corso. Un carruaje había chocado con el del arzobispo, y volcó a éste, a su secretario y a Orsoni:
El Sr. arzobispo fue herido gravemente del brazo derecho, lastimada su frente,
y un golpe contuso en el pecho, el Sr. Orsoni fue lastimado en la cabeza, brazo y
todo el cuerpo; el Sr. Lic. Primo de Rivera se lastimó un dedo de la mano derecha
y el pescuezo, el cual hubiera sido más grave sin la presencia del Sr. Orsoni, que
rompió inmediatamente el vidrio delantero, pudo hacer salir a S. E. Illma. y al Sr.
Secretario.34
La cercanía de Orsoni con el arzobispo De la Garza se puede comprobar también mediante otro documento: en la necesidad de proveer a
la coadjutoría de Ixmiquilpan, un habitante de esa parroquia le escribe
a Orsoni para recomendarle a un presbítero conocido suyo.35 El solo hecho de que se dirigiera a él y no directamente a la Secretaría Arzobispal
habla de su cercanía con el arzobispo, a quien correspondía nombrar al
cura coadjutor.
33
“Carta de J. M. Irisarri al ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, octubre de
1848”, La Voz de la Religión, 4 de noviembre de 1848, p. 534.
34
El Siglo Diez y Nueve, 23 de enero de 1854, p. 4.
35
“Se agrega una carta dirigida al Presbo. D. José Ma. Orsoni en la que un vecino de Ixmiquilpan le recomienda para aquella coadjutoría al Presbo. D. Juan N. Enriquez, por el conocimiento que allí tienen de su persona”, aham, Libro de asuntos comunes desde 3 de junio
a 28 de septiembre de 1854, CL 165, L2, p. 187.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
78
BURELLI
Las facultades ejercidas indebidamente por Orsoni
Orsoni no sólo se hizo pasar por una figura cercana a la Santa Sede, sino
que también ejerció facultades espirituales que no tenía. Esto se pudo comprobar sólo después de la llegada del delegado apostólico Luigi Clementi,
quien logró conseguir un documento que probaba cómo en 1846 Orsoni
había entregado a un sacerdote mexicano, un tal José María Yáñez, una
prórroga a perpetuidad con la facultad de bendecir objetos de piedad.36 El
sacerdote mexicano había recibido del papa Pío VIII la facultad de bendecir
objetos de piedad, como coronas y medallas, durante una década, pero
Orsoni, “más generoso que el mismo Sumo Pontífice” —como escribe Clementi—, se las había prorrogado a perpetuidad. El documento que Orsoni
entregó a Yáñez, en realidad desprovisto de toda validez y en el que también
se añadía el título de prelado doméstico del papa, decía:
Yo, José María Conde de Orsoni, Prelado Domestico de N. S. Pío IX, Protonotario,
Misionero Apostólico, por las facultades que tengo del Sumo Pontífice Gregorio XVI,
y confirmadas por Pío IX, en siete de Agosto de este año corriente, prorrogo in
perpetuum las presentes facultades que han sido concedidas por el papa Pío VIII,
al Señor Licenciado D. José María Yáñez. México 21 de noviembre 1846.37
Clementi pudo comprobar este abuso porque consiguió recuperar el
documento otorgado por el cura corso. Sin embargo, éste no fue el único
caso. Los documentos en el Archivo Histórico del Arzobispado de México revelan que Orsoni no sólo dispensó indebidamente facultades en nombre de la Santa Sede, sino que aparentemente también lo hizo a nombre
de la Secretaría Arzobispal de México. En el Libro de asuntos comunes de
esta secretaría, se registra, el 17 de septiembre de 1853, que el presbítero Felipe de Jesús Hidalgo había continuado celebrando y confesando
en la parroquia de Tultitlán a pesar de que sus licencias habían caducado.38 Cuestionado, el padre Hidalgo se justificó afirmando que “el P[adre] D. José M[aría] Orsoni le había asegurado que la S[ecreta]ría le
36
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de marzo de 1854”, asrs, aes, Messico, pos.
165, fasc. 627, 90r-91r.
37
Lo transcribe en su despacho el delegado apostólico, “Carta de L. Clementi a G.
Antonelli, 1 de marzo de 1854”, asrs, aes, Messico, pos. 165, fasc. 627, 90v.
38
aham, Libro de asuntos comunes del 13 de mayo al 25 de octubre de 1853, CL 164,
L 3, 361.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
79
prorrogaba por dos meses sus licencias”. En esa ocasión, el arzobispo
Lázaro de la Garza y Ballesteros resolvió no otorgar licencia alguna a dicho
padre e informarse con el cura de Tultitlán “en que se fundó para permitir
al expresado p[adre] Hidalgo no sólo que celebrase, sino aun que confesase
en su parroquia”.39 No se hizo referencia alguna a Orsoni en la resolución
del arzobispo que, como se dijo, conocía bien al cura corso. El prelado
Hidalgo no había hecho referencia a un documento que acreditara sus
razones y la Secretaría Arzobispal no excluyó que Hidalgo lo hubiese probablemente malinterpretado,40 por lo que no se menciona ninguna medida
tomada contra el corso. Sin embargo, conociendo los antecedentes de Orsoni, las razones del padre Hidalgo parecen más que creíbles y, por lo
tanto, es probable que Orsoni le hubiera garantizado la extensión de sus
licencias en nombre de la Secretaría Arzobispal.
La llegada de Clementi a México y la resolución del caso Orsoni
Sobre el caso de Orsoni no se arrojó ninguna luz hasta 1854, tras la llegada
a México del delegado apostólico Luigi Clementi. Cuando la delegación
llegó a México, monseñor Clementi desconocía la existencia de Orsoni.
Recibió la primera noticia sobre el cura en marzo de 1852, cuando, conversando con el presidente Mariano Arista, éste le informó con cierta desaprobación que “en Roma era fácil prestar oídos a personas que, con los informes
más absurdos y exagerados y con artificios y pretextos indignos, pretendían
sembrar la discordia, y burlar la sagacidad y la justicia de esa Corte”.41
Arista, como confirma Clementi, se refería a Orsoni:
En esta alusión vaga e indeterminada, no pude penetrar a quien quisiera referirse
con tales expresiones. De unas pocas palabras que se le escaparon, me pareció se
refiriese a un cierto sacerdote que ha estado aquí durante varios años y que se da
a sí mismo el título de Conde de Orsoni, y que pretende, como dicen, hacer creer
que estaba en continua e inmediata relación con el S. Padre.42
39
aham, Libro de asuntos comunes del 13 de mayo, 361.
“[…] esto se ha dicho sin fundamento alguno, o entendió lo que no era el interesado”,
aham, Libro de asuntos comunes del 13 de mayo, 361.
41
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 3 de abril de 1852”, asrs, aes, Messico, pos. 165,
fasc. 617, 107v.
42
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 3 de abril de 1852”, asrs, aes, Messico, pos. 165,
fasc. 617, 107v-108r.
40
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
80
BURELLI
El presidente mexicano, por tanto, creía que Orsoni estaba en contacto con la Santa Sede y que ésta lo escuchaba. Clementi comunicó lo sucedido al cardenal secretario de Estado, Giacomo Antonelli, mediante su
despacho del 3 de abril de 1852, pero más allá de eso, no se hizo ningún
seguimiento del caso hasta 1854, cuando Clementi, a través de lo ocurrido
con el sacerdote Yáñez, se enteró de que Orsoni estaba otorgando indebidamente facultades espirituales que en realidad no tenía. Al respecto el
delegado escribía que “Lo que sé es que él [Orsoni] es extremadamente
ignorante y que pertenece a esa clase de curas vagabundos y aventureros
que ciertamente no honran al Clero Romano”.43 Ahí fue que el asunto
movilizó tanto al delegado apostólico como a la Secretaría de Estado en
Roma, y los llevó a informarse detalladamente sobre el personaje, a través
primariamente de la Congregación de Propaganda Fide, que desmintió gran
parte de la información que Orsoni había dado sobre sí mismo, y negó
haberle concedido facultades o títulos honoríficos.44 La otra fuente consultada, en 1854, fue el nuncio en París, Carlo Sacconi, a quien se le pidió
ponerse en contacto con el superior del seminario de Saint-Esprit para
obtener de él información sobre Orsoni, integrando las noticias proporcionadas por Propaganda.45
Después de haber obtenido información por dicha Congregación, y
pocos días después de haber escrito al nuncio en París, la Secretaría de
Estado se dirigió nuevamente a Clementi, dándole la tarea “de invitar con
su experimentada prudencia al susodicho [Orsoni] a mostrar los documentos relativos a los títulos que ostenta, y las facultades que ejerce”, así como
a “recopilar más datos sobre su conducta religiosa, moral y política, y hacerme un informe detallado de ello, para que yo pueda entregarlo al S[anto] P[adre], e implorar una providencia definitiva al respecto”.46
El delegado apostólico cumplió con lo comunicado por Roma y, el 1 de
septiembre de 1854, informó al cardenal secretario de Estado haber pedido
a Orsoni que le mostrara los documentos en los que se basaba para gozar
43
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de marzo de 1854”, asrs, aes, Messico, pos.
165, fasc. 627, 90r.
44
Notizie avute dalla S. C. di Propaganda, 94v; “Carta de A. Barnabò a G. B. Cannella,
desde Propaganda, 31 de mayo de 1854”, asrs, aes, Messico, pos. 165, fasc. 627, 98r.
45
“Carta de G. Antonelli a C. Sacconi, 14 de junio de 1854”, asrs, aes, Messico, pos. 165,
fasc. 627, 100r-v.
46
“Carta de G. Antonelli a L. Clementi, 20 de junio de 1854”, asrs, aes, Messico, pos.
165, fasc. 627, 104rv.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
81
de los títulos de misionero apostólico, protonotario y prelado doméstico y
para repartir indulgencias y gracias espirituales.47
El primer documento que, según Orsoni, demostraba su título de misionero apostólico no era más que una simple licencia para celebrar misa,
obtenida en 1836 del vicariato de Roma para los oficios interpuestos por la
Congregación de Propaganda y concedida al presbítero Giuseppe Maria
Orsoni. En este mismo documento, entre las palabras “Maria” y “Orsoni”,
el delegado apostólico informaba que las letras “Cte” —que significan “conde”— habían sido insertadas en “otro tipo de letra y con tinta diferente”. El
otro documento mostrado por Orsoni y que se suponía que acreditaba el
título de protonotario apostólico era, en realidad, una carta escrita a Lacombe, el prefecto apostólico de las misiones de Guadalupe, por el ministro
francés de la Marina y las Colonias, con la que se permitía a Lacombe hacer
uso del título de protonotario apostólico de honor que le había otorgado
Gregorio XVI. Por lo tanto, este último documento no tenía nada que ver
con el cura corso, salvo el escrito “Monsieur Orsoni” colocado en el margen
inferior de la hoja y que Clementi informó como claramente falso “porque
estaba trazado con otra caligrafía y otra tinta sobre las letras de otro nombre”. Estos fueron los dos únicos documentos que Orsoni presentó al delegado apostólico para justificar los títulos que usaba y las facultades que
ejercía. Clementi concluyó que:
El Sr. D. Giuseppe Maria Orsoni es un verdadero y solemne impostor, que con
falsedades y mentiras ha engañado y seducido a estos pueblos tan crédulos y
sencillos; que no es ni Misionero ni Protonotario Apostólico, ni Prelado Doméstico, ni Conde, como ha hecho creer anunciándose y firmando como tal, y que
ninguna facultad ha tenido jamás para conceder indulgencias y otras gracias espirituales.48
Clementi informó también que Orsoni habría intentado perjudicar y
hacer quedar mal al delegado y a la delegación con “falsas y calumniosas
imputaciones”. Considerando la relación existente entre Orsoni y De la
Garza, por un lado, y las fricciones existentes entre el arzobispo y Clementi, por el otro, es probable que en esas últimas tuvo parte también Orsoni,
47
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de septiembre de 1854”, asrs, aes, Messico,
pos. 165, fasc. 627, 106r-107v.
48
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de septiembre de 1854”, asrs, aes, Messico,
pos. 165, fasc. 627, 107r.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
82
BURELLI
a la luz de lo que dijeron de él el prefecto apostólico de Guadalupe y el
superior del seminario de Saint-Esprit: que era maniobrero, mentiroso y
metía cizaña.
Recibidas las últimas noticias, Pío IX ordenó escribir a Clementi para
asegurarse de que cesaran los abusos de Orsoni el 29 de noviembre de 1854,
pero tratando de ser prudente. La Secretaría de Estado, que se encargó de
encomendar al delegado apostólico “la tarea de trabajar para que el sujeto
no continúe con los abusos”, se cercioró de que Clementi recurriese a métodos prudentes y que no diese “lugar a escandalosas emergencias”.49 Por lo
tanto, la medida adoptada por la Santa Sede contra Orsoni se limitó a una
llamada de atención por parte del delegado apostólico. Esta medida leve se
explica por la voluntad de Roma de no crear escándalos que pudiesen comprometer o dañar tanto a la Santa Sede como a la delegación apostólica, cuya
presencia en México había encontrado obstáculos y dificultades.
Estos motivos explican la medida extraoficial adoptada contra Orsoni
que, en cualquier caso, parece haber sido suficiente: de los documentos disponibles hasta el momento, se desprende que Orsoni dejó de hacer uso de
los títulos de misionero y protonotario apostólico, aunque conservó el
de conde. En una de las cartas que envió a Roma en 1857, en efecto, sólo
aparece el título de “Conde”; del mismo modo ocurre en otras misivas enviadas en 1868 a la Secretaría Arzobispal: no hay rastro de los otros títulos.50
La información transmitida a Roma
por Orsoni antes de la llegada de Clementi
Roma disponía de pocas noticias sobre México en el periodo anterior a la
llegada del delegado apostólico, por lo que incluso las transmitidas por un
personaje sobre el que había información escasa y no comprobada podían
tomarse en consideración, como ocurrió con Giuseppe Maria Orsoni. Como
se demostrará en este apartado, algunas de las cartas de este sacerdote,
además de guardarse en el archivo de la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, fueron claramente consideradas con el objetivo
de comprender mejor la situación política y religiosa en México. Esto no
49
“Carta de G. Antonelli a L. Clementi, 1 de diciembre de 1854”, asrs, aes, Messico, pos.
165, fasc. 627, 110r.
50
El Sr. Presbo. D. José María, Conde de Orsoni, sobre Bautismo del inglés Mr. Samuel Naides, 1868, aham, Base Siglo xix, caja 38, exp. 84.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
83
quiere decir que hayan sido decisivas en las resoluciones tomadas por la
Santa Sede, pero sí que fueron al menos evaluadas.
Las cartas que Orsoni envió a Roma se concentran principalmente en
el periodo de 1839-1841; de estos años se han encontrado siete cartas.51 En
los años siguientes, Orsoni siguió escribiendo a Roma, pero de forma mucho
más esporádica. En el archivo de la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios se conservan una carta de 1843, una de 1850, otra de
1852 y otras dos de 1857 y 1862.52 Cuando envió las primeras cartas en 1839
desde México, la Secretaría de Estado solicitó información a la Congregación
de Propaganda Fide, que —mediante su prefecto— dio a conocer que Orsoni ya no dependía de ésta y que no le era posible dar noticias favorables
sobre su conducta.53 Sin embargo, en ese entonces y hasta 1854, no se investigó más al respecto y consecuentemente no se tomó alguna medida
contra Orsoni, quien siguió firmando sus cartas como protonotario y misionero apostólico hasta que intervino el delegado apostólico.
El 9 de enero de 1840, el secretario de la Congregación Consistorial,
Lorenzo Simonetti, envió “por orden de Su Santidad” al secretario de la
Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, Giovanni Brunelli, una carta de Orsoni fechada el 26 de julio de 1839, mandada desde
México y con información relativa a esta república, para que “las noticias
contenidas en ella sean esclarecedoras para esta Secretaría”.54 En su carta,
el secretario de la Congregación Consistorial se refiere a Orsoni como
“Misionero Apostólico” y también aparece el título de “Conde”, lo que muestra que aún no se habían realizado las averiguaciones necesarias sobre el
sacerdote.
La carta de Orsoni del 26 de julio está dirigida al pontífice Gregorio XVI
y, además de delinear el estado general religioso y político en México,
51
“Cartas de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 20 de julio de 1839, 27 de julio 1839, 12
de septiembre de 1839, 19 de mayo de 1840, 22 de enero de 1841, 27 de octubre de 1841”,
en asrs, aes, Messico, pos. 92, fasc. 593a, 60r-73r; “Carta de G. M. Orsoni a Gregorio XVI,
26 de julio de 1839”, asrs, aes, Messico, pos. 165, fasc. 627.
52
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 19 de enero de 1843”, asrs, aes, Messico,
pos. 106, fasc. 594, 64r-65v; “Carta de G. M. Orsoni a Pío IX, 10 de febrero de 1850”, asrs,
aes, Messico, pos. 134, fasc. 603, 4r-5r; “Carta de G. M. Orsoni, 1 de junio de 1857”, asrs, aes,
Messico, pos. 165, fasc. 650, 132r, y las cartas de Orsoni de 1 de diciembre de 1852 y 28 de
febrero de 1861, asrs, aes, Messico, pos. 165, fasc. 638, 86r y ss.
53
Notizie avute dalla S. C. di Propaganda, 96v.
54
“Carta de L. Simonetti a G. Brunelli, desde la Secretaría Concistorial, 9 de enero de
1840”, asrs, aes, Messico, pos. 165, fasc. 627, 81r.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
84
BURELLI
dedica un amplio espacio al vicario capitular de la arquidiócesis de México,
Manuel Posada y Garduño, que, como se mencionó anteriormente, había
sido presentado por el gobierno ante el papa para que fuese nombrado
arzobispo de México. Orsoni, en su carta, dedica un largo párrafo a Posada,
cuyos méritos y cualidades enumera, hablando de él en términos ampliamente positivos, con el objetivo de promover su nombramiento como
nuevo arzobispo de México.55
La referencia a la promoción de Posada y a sus cualidades y méritos
explica por qué la carta de Orsoni estaba en posesión del secretario de la
Congregación Consistorial, el dicasterio romano cuya tarea era “recibir los
nombres de los obispos designados y preparar los actos para el Consistorio
secreto en el que se realizaría su preconización”.56 Y, de hecho, en la carta
de monseñor Simonetti a monseñor Brunelli, se hace mención de la información relativa a Posada transmitida por Orsoni: “En la misma [carta], se
habla además de las dotes que adornan a M[onseñor] Posada, quien, como
usted bien sabe, en el último Consistorio Secreto del 23 de Diciembre
p[róximo] p[asa]do fue ascendido a la Sede Arzobispal de México”.
Una vez concluido el consistorio y la preconización de Posada en diciembre de 1839, monseñor Simonetti envió la carta de Orsoni a la Secretaría de la Congregación para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios
para que ésta pudiera hacer uso de ella. Por lo tanto, la carta de Orsoni fue
primero utilizada, o al menos considerada, por la Congregación Consistorial y luego por la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, interesada en recopilar información sobre el estado tanto religioso
como político de México.
En lo referente a la situación de la Iglesia en México, Orsoni informó
en su carta que ésta era mejor que la que había encontrado tanto en la isla
de Cuba como en la de Haití. Destacó los méritos del clero mexicano y,
sobre todo, el de la capital, en cuyas filas estaba Posada: “Los sacerdotes la
defendieron [a la Iglesia] con el estandarte de la cruz en la mano y siempre
salieron victoriosos”. Informó que las revoluciones eran frecuentes en México y que entre los enemigos de la Iglesia estaban “los Yorquinos”, “la
plaga de los libros falsos” y “los propagadores de falsas doctrinas”, entre los
que incluía, en otras de sus cartas, a José María Luis Mora, contribuyendo
55
“Carta de G. M. Orsoni a Gregorio XVI, 26 de julio de 1839”, asrs, aes, pos. 165, fasc.
627, 84r-v.
56
Niccolò Del Re, La Curia Romana. Lineamenti storico-giuridici (Città del Vaticano:
Libreria Editrice Vaticana, 1998), 138.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
85
probablemente a crear una cierta imagen dicotómica sobre la realidad mexicana. En relación con Mora, en una carta fechada el 20 de julio de 1839,
Orsoni escribe lo siguiente: “El Doctor Mora, que se halla ahora en París,
ha escrito sobre la república y el clero; esta obra comienza a doler y crea
problemas al clero para confundirlo”.57 La asociación de Mora como propagador de falsas doctrinas regresa en una carta posterior, del 27 de septiembre de 1839: “La peste que había introducido el R[everendo] Mora
(quien vive en París) con sus falsos principios antirreligiosos”.58
Todavía en 1850, hay constancia de que la información transmitida por
Orsoni a Roma se tomó en cuenta. En ese año —el 10 de febrero— Orsoni
dirigió una carta al nuevo Pontífice, Pío IX, que se conservó y reportó el 15
de mayo.59 Se elaboró un resumen de esta carta en la que aún se hace referencia al “Conde Orsoni” como “Protonotario y Misionero Apostólico residente en México”.60 Esta carta centraba su interés en la información que
transmitió Orsoni sobre la posibilidad de enviar un “Internuncio” a México.61 La Santa Sede ya tenía en mente enviar un representante a esa república y, desde el inicio de las relaciones diplomáticas, había manifestado su
interés al gobierno mexicano,62 insistiendo particularmente sobre este punto a partir de 1848-1849 y pudiendo concretarlo sólo en 1851. Por lo tanto,
la carta de Orsoni se inserta en la fase de planificación de la misión pontificia y, debido a esto, su contenido resultaba de particular interés.
En su carta, Orsoni abordaba el tema del posible envío de un representante pontificio, desaconsejándolo por el momento y explicando sus razones, que fueron sintetizadas cuidadosamente en el resumen elaborado por
57
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 20 de julio 1839”, asrs, aes, Messico, pos.
92, fasc. 593a, 62v.
58
“Carta de G. M. Orsoni a L. Lambruschini, 27 de septiembre de 1839”, asrs, aes,
Messico, pos. 92, fasc. 593a, 65r.
59
“Carta de G. M. Orsoni a Pío IX, 10 de febrero de 1850”, asrs, aes, pos. 134, fasc. 603,
4r-5r.
60
Sunto di una lettera diretta al S. Padre li 10 febbraio 1850 del Conte Orsoni Protonotario
e Missionario Apostolico residente in Messico, reportada el día 15 de mayo de 1850, asrs, aes,
Messico, pos. 134, fasc. 603, 3r-v.
61
“Van varios días que corre la voz entre el público de que el Excelentísimo Señor
Presidente Herrera ha pedido a la Vuestra Santidad un Internuncio”, “Carta de G. M. Orsoni
a Pío IX, 10 de febrero de 1850”, asrs, aes, Messico, pos. 134, fasc. 603, 4v.
62
“Carta de M. Díez de Bonilla al oficial mayor encargado del Despacho de la Secretaría
de Justicia y Negocios Eclesiásticos, 30 de noviembre de 1836”, en Joaquín Ramírez Cabañas, Las relaciones entre México y el Vaticano (México: Secretaría de Relaciones Exteriores, 1928), 163.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
86
BURELLI
la Secretaría de la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, y luego comunicadas al Pontífice.63 En primer lugar, Orsoni informó
que pronto terminaría la presidencia del general José Joaquín Herrera, por
lo que convenía esperar para ver quién sería el sucesor y las intenciones
del nuevo gobierno hacia la religión y la Iglesia. También agregó que “el
tesoro mexicano siempre está agotado” y, por lo tanto, no se podría contar
con el apoyo del gobierno para sostener la misión pontificia. Además, mencionó que el clero, tanto secular como regular, y sobre todo este último —al
que califica en términos profundamente negativos—, se oponía a la misión. De los frailes, en particular, dijo que “son capaces de todo menos
del bien”, señalando que habían hecho todo lo posible por entorpecer la
misión del visitador apostólico de las órdenes regulares encomendada
por Gregorio XVI al obispo de Puebla, Francisco Pablo Vázquez, y que
también habían tomado la decisión de asesinarlo, concluyendo que “tales
circunstancias preparan para el nuevo Internuncio”.64 Finalmente, lo que
aconsejaba Orsoni era, en primer lugar, “hacer tiempo” y esperar a ver
quién sería el nuevo presidente y, mientras tanto, “tener aquí a una persona secreta para que avise a Su Santidad sobre cómo los muchos males podrían remediarse”.65 Sobre la persona de confianza a quien se le confiaría
tal encargo, Orsoni recomendaba a Juan Cayetano Gómez de Portugal, obispo de Michoacán, de quien dijo contaba con “conocimiento, santidad y
prudencia”, y que “su nombramiento como cardenal66 agradó a muchos,
aunque no a los frailes que le tienen pavor, y lo temen”. Sin embargo, añadía que el obispo Gómez de Portugal era “muy viejo y enfermo”, y efectivamente murió dos meses después, el 4 de abril de 1850. No es de excluir
63
“Carta de G. M. Orsoni a Pío IX, 10 de febrero de 1850”, asrs, aes, pos. 134, fasc. 604,
4 r-5 r; Sunto di una lettera, 3r-v.
64
“Carta de G. M. Orsoni a Pío IX, 10 de febrero de 1850”, asrs, aes, pos. 134,
fasc. 604, 4 v.
65
“Carta de G. M. Orsoni a Pío IX, 10 de febrero de 1850”, asrs, aes, pos. 134,
fasc. 604, 5 r.
66
La bula pontificia del nombramiento del obispo Juan Cayetano Gómez de Portugal al
cardenalato llegó cuando el obispo ya había muerto. Aquí es probable que Orsoni se refiera
a la designación del obispo de Michoacán por parte del gobierno para proponerlo al cardenalato. Sobre el nombramiento de Gómez de Portugal al cardenalato, véase Honras fúnebres
del Illmo. Sr. D. Juan Cayetano Portugal, dignísimo obispo de Michoacán, verificadas en esta
Santa Iglesia Catedral en los días 11 y 12 de noviembre del año de 1850 (Morelia: Tipografía de
Ignacio Arango, 1851), nota A, 116.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
87
que esta última especificación le sirviera para autopromoverse como informador de la Santa Sede y evitar así que de Roma mandasen a alguien.
Conclusiones
La llegada de un representante pontificio a México permitió no sólo proporcionar a Roma información constante y segura acerca de la realidad
tanto política como eclesiástica mexicana, también permitió a la Santa Sede
ejercer un mayor control sobre los casos de abusos, como el de Orsoni,
que se aprovechó de la falta de información de la Santa Sede para pasar
por una figura cercana a la curia romana e investida de títulos y facultades
particulares.
Sobre el cura corso, después de las averiguaciones hechas a partir del
delegado apostólico en 1854, las noticias se vuelven mucho más escasas,
señal de que probablemente vivió en los márgenes de la vida eclesiástica y
política. Por los documentos estudiados, sabemos que siguió viviendo en
México, donde murió el 25 de junio de 1873 a la edad de 74 años.
En los últimos años se desempeñó como capellán del cementerio de La
Piedad, donde fue enterrado y cuya tumba aún se conserva (véase la figura 1). La finalidad de este artículo no es reconstruir la vida del sacerdote
Orsoni. Más bien, el objetivo es mostrar que, como consecuencia de la reorganización eclesiástica después de la Independencia, hubo grandes faltas
y problemas en las relaciones y comunicaciones entre la Santa Sede y la
Iglesia local que favorecieron situaciones de irregularidades prolongadas.
Aquí nos enfocamos en el caso del cura corso, pero sería interesante
averiguar otros casos análogos tanto en México como en otras repúblicas
hispanoamericanas, para sacar a la luz lo que era una problemática generalizada: la falta de control sobre un clero que se aprovechaba —por ignorancia o a propósito— de sus atribuciones, de forma lícita y también ilícita. La
historia de Orsoni podría ser sólo la cima del iceberg. Efectivamente, Clementi informó a la Secretaría de Estado el 1 de diciembre de 1856 que “otros
podrían adscribirse al famoso Sacerdote Orsoni”, refiriéndose, esta vez, a
casos de eclesiásticos mexicanos que afirmaban haber obtenido extensas y
particulares concesiones pontificias.67
67
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de diciembre de 1856”, asrs, aes, Messico,
pos. 165, 100r.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
88
BURELLI
El problema general destacado por el delegado apostólico giraba en
torno a un desconocimiento sustancial sobre la concesión de facultades
especiales:
Aquí, se cree —y los mismos Obispos, por las muchas preguntas y propuestas que
me hacen, no son de distinto parecer— que la Delegación Apostólica tiene tantas
facultades como el mismo Pontífice, y quizás más, porque a veces también me piden
lo que la Santa Sede misma nunca o muy raramente dispensa.68
Estas creencias señalan una falta de preparación sobre lo que se podía
pedir y obtener de los representantes pontificios y de la propia Santa Sede,
lo que daba lugar a posibles abusos de poder y, por tanto, sobre la existencia de antecedentes que justificaban esas pretensiones, que en algunos
casos el delegado apostólico definía como “muy extrañas”.69 Clementi
informaba, por ejemplo, que: “No son infrecuentes los casos en los que
se me pide de legitimar las uniones concubinarias de sacerdotes mediante la celebración del matrimonio según las reglas de la Iglesia” y que “siempre se me reportan varias concesiones, que dicen fueron hechas al
respecto por el Sumo Pontífice Gregorio XVI”. Estas supuestas concesiones pontificias eran muchas veces, como lo explica Clementi, “la invención
del fanatismo exagerado de ciertos eclesiásticos, que se han aprovechado de la santa sencillez de estos pueblos para obtener lucros y ventajas
temporales”.70 Había, por lo tanto, eclesiásticos que apelaban a falsas concesiones pontificias, cuyos documentos habían sido falsificados, carecían
de valor, o no existían.
En fin, la historia de Orsoni es ejemplificativa para abordar la cuestión
de las malas comunicaciones y la falta de información que había entre México y la Santa Sede durante la primera mitad del siglo xix, hasta llegar al
caso donde un sacerdote cualquiera logró disfrazarse de un enviado de la
Santa Sede y fue tomado en cuenta. Esta situación se pudo verificar como
consecuencia de los problemas que se generaron durante esa fase de redefinición de la estructura y organización eclesiástica y frente a la falta de
acuerdos entre la República mexicana y la Santa Sede. Esta última es una
condición que no se resolvió ni con el nombramiento de los primeros
68
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de abril de 1856”, asrs, aes, Messico, pos. 165, 92r.
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de diciembre de 1856”, pos. 165, 99v.
70
“Carta de L. Clementi a G. Antonelli, 1 de diciembre de 1856”, asrs, aes, Messico, pos.
165, 100r.
69
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
89
Figura 1. La tumba de Orsoni se encuentra en la quinta calle, fosa 28, en el
Panteón Francés de la Piedad (ciudad de México). Los derechos de la imagen
pertenecen a Maddalena Burelli.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
90
BURELLI
obispos en 1831, ni tampoco con el comienzo de las relaciones diplomáticas en 1836. Estos dos acontecimientos no pueden ser considerados como
el punto de llegada, sino como el punto de partida de un proceso de restructuración general de la Iglesia mexicana y de un acercamiento a la
Santa Sede, cuyos frutos más visibles se dieron a partir de la década de los
cincuenta y, sobre todo, durante la segunda mitad del siglo xix.
Fuentes
Documentales
aham
Archivo Histórico del Arzobispado de México, Ciudad de México, Fondo
Siglo xix
asrs, aes Archivio Storico della Segreteria di Stato, Sezione per i Rapporti con gli
Stati, Archivio Storico, Fondo Congregazione degli Affari Ecclesiastici
Straordinari, Città del Vaticano.
Bibliografía
Actas de la Junta de Diocesanos reunida en Méjico en el año de 1822. Sesión primera
sobre el Patronato. En Colección Eclesiástica Mejicana. México: Imprenta de
Galván, 1834.
Andrews, Catherine. Entre la espada y la Constitución. El general Anastasio Bustamante, 1780-1853. Ciudad Victoria: Universidad Autónoma de Tamaulipas;
Ciudad Victoria: H. Congreso del Estado de Tamaulipas, LX Legislatura,
2008.
Bautista García, Cecilia Adriana. “Hacia la romanización de la Iglesia mexicana a
fines del siglo xix.” Historia Mexicana, n. 55 (2005): 99-144.
Bravo Rubio, Berenise. La gestión episcopal de Manuel Posada y Garduño. República
católica y arzobispado de México, 1840-1846. México: Porrúa, 2013.
Burelli, Maddalena. “La prima delegazione apostolica in Messico. Sviluppi e problematiche del rapporto tra Stato e Chiesa (1851-1861).” Tesis doctoral. Università Cattolica del Sacro Cuore, 2019.
Burelli, Maddalena. “Roma e il rapporto Stato-Chiesa in Messico (1821-1861).”
Contemporanea, Rivista di Storia dell’800 e del ‘900, n. 2 (2021): 211-244.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
“CURAS VAGABUNDOS Y AVENTUREROS”
91
Connaughton, Brian. Entre la voz de Dios y el llamado de la patria. Religión, identidad
y ciudadanía en México, siglo xix. México: Fondo de Cultura Económica; México: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2010.
Del Re, Niccolò. La Curia Romana. Lineamenti storico-giuridici. Città del Vaticano:
Libreria Editrice Vaticana, 1998.
Diario de Ángel Calderón de la Barca, primer ministro de España en México (Incluye
sus escalas en Cuba). Edición, notas, estudio introductorio y epílogo de Miguel
Soto. México: Secretaría de Relaciones Exteriores, Dirección General de Acervo Histórico Diplomático, 2015.
Díaz Patiño, Gabriel. “Los debates en torno al Patronato eclesiástico a comienzos
de la época republicana: el caso de Michoacán.” Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, n. 43 (2006): 394-414.
García Ugarte, Marta Eugenia. Poder político y religioso. México siglo xix. México:
Cámara de Diputados, LXI Legislatura; México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales; México: Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana; México: Miguel Ángel Porrúa, 2010.
García Ugarte, Marta Eugenia. “Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos durante la
guerra de Reforma y su decisión de impulsar la Intervención y el establecimiento del Segundo Imperio.” En El imperio napoleónico y la monarquía en
México. Coordinación de Patricia Galeana, 111-144. México: Senado de la República; Puebla: Gobierno del Estado de Puebla; México: Siglo XXI, 2012.
Gómez Ciriza, Roberto. México ante la diplomacia vaticana: el periodo triangular,
1821-1836. México: Fondo de Cultura Económica, 1977.
Honras fúnebres del Illmo. Sr. D. Juan Cayetano Portugal, dignísimo obispo de Michoacán, verificadas en esta Santa Iglesia Catedral en los días 11 y 12 de noviembre del
año de 1850. Morelia: Tipografía de Ignacio Arango, 1851.
Pásztor, Lajos. “La Congregazione degli Affari Ecclesiastici Straordinari tra il 1814
e il 1850.” Archivum Historiae Pontificiae, n. 6 (1968): 225-318.
Ramírez Cabañas, Joaquín. Las relaciones entre México y el Vaticano. México: Secretaría de Relaciones Exteriores, 1928.
Ramón Solans, Francisco Javier. Más allá de los Andes: los orígenes ultramontanos de
una Iglesia latinoamericana (1851-1910). Bilbao: Universidad del País Vasco,
2020.
Rosas Salas, Sergio. La Iglesia mexicana en tiempos de la impiedad: Francisco Pablo
Vázquez, 1769-1847. Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla;
Zamora: El Colegio de Michoacán; Puebla: Ediciones EyC, 2015.
Rosas Salas, Sergio. “¿Quién tiene derecho a nombrar obispos? Provisión episcopal
y patronato en México, 1850-1855.” Tzintzun. Revista de Estudios Históricos,
n. 63 (2016): 67-96.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792
92
BURELLI
Sobre la autora
Maddalena Burelli es doctora en Historia por la Università Cattolica del
Sacro Cuore (2019). Realizó una estancia posdoctoral en El Colegio de
México entre 2019 y 2020, y actualmente es becaria posdoctoral en la unam.
Sus líneas de investigación son las relaciones entre la Santa Sede y México
en el siglo xix, tema sobre el que realizó su tesis de doctorado, y el monarquismo mexicano, particularmente su actual trabajo de investigación está
enfocado en la figura de José María Gutiérrez de Estrada. Recientemente
publicó un artículo titulado “Roma e il rapporto Stato-Chiesa in Messico
(1821-1861)”, Contemporanea, Rivista di Storia dell’800 e del ‘900 (2/2021):
211-244, doi: 10.1409/99449, y escribió otro artículo, “La influencia del
contexto europeo posterior a 1848 en el pensamiento de José María Gutiérrez de Estrada”, que será publicado en Historia Mexicana en el número 290.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 65 (enero-junio 2023): 63-92 | e-issn 2448-5004
doi: https://doi.org/10.22201/iih.24485004e.2023.65.77792