Neuropsicol.
(1); 63
– 86
Cuad.Cuad.
Neuropsicol.
Vol. 42010;
Nº 1; 4Junio
2010
.
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA EFECTIVA
DE LA FUNCIÓN EJECUTIVA.
Propuesta de compilación de pruebas neuropsicológicas
para la evaluación del funcionamiento ejecutivo.
Ingrid Buller P.1
Resumen
El presente trabajo nace en el contexto de la realización de una memoria de
titulación y su objetivo original apuntó a la evaluación de la función ejecutiva
para la valoración de un programa de rehabilitación de las mismas. Sin
embargo, es posible ampliar su utilidad como un instrumento eficiente y
completo que permita realizar un diagnóstico exhaustivo del funcionamiento
ejecutivo en el marco de una rehabilitación neuropsicológica. La importancia
de su consideración responde a las limitaciones evidenciadas en el contexto
de la salud pública terciaria chilena, en términos de la carencia de recursos y
prestaciones relacionadas a la rehabilitación neuropsicológica, y a la
necesidad de focalizar esta intervención en aquella función que permita un
mejor restablecimiento cognitivo de los pacientes con deterioro orgánico
cerebral que se atienden en este tipo instituciones.
Palabras claves: neuropsicología, evaluación neuropsicológica, función ejecutiva.
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Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
EFFECTIVE NEUROPSYCHOLOGICAL EVALUATION
OF THE EXECUTIVE FUNCTION.
Proposal of neuropsychological test´s compilation for the
evaluation of the executive operating.
Ingrid Buller P.2
Sumary
The following article comes in the development of a degree paper, and its
original purpose pointed to assess the success of a neuropsychological
rehabilitation program focused on the executive function. Nevertheless, it is
possible to extend its usefulness as a complete and efficient instrument that
allows an exhaustive diagnosis of the executive functioning to lead its
accurate rehabilitation. The main importance of its consideration deals with
the limitations observed in the context of the Chilean tertiary public attention,
in terms of the lack of resources and benefits related to neuropsychological
rehabilitation, and because of the need of a treatment focused on that very
function that will secure better cognitive recovering for brain damaged
patients served by such institutions.
Key words: neuropsychology, neuropsychological assessment, executive function.
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Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
AVALIAÇÃO NEUROPSICOLÓGICA EFETIVA DA
FUNÇÃO EXECUTIVA.
Proposta de compilação de provas neuropsicológicas
para a avalização do funcionamento executivo.
Ingrid Buller P.3
Resumo
O presente trabalho nasce no contexto da realização de uma memória de
titulação e seu objetivo original apontou à avaliação da função executiva para
a avaliação de um programa de reabilitação das mesmas. No entanto, é
possível ampliar sua utilidade como um instrumento eficiente e completo que
permita realizar um diagnóstico exaustivo do funcionamento executivo no
marco de uma reabilitação neuropsicológica. A importância da sua
consideração responde às limitações evidenciadas no contexto da saúde
pública terciária chilena, em termos da carência de recursos e prestações
relacionados à reabilitação neuropsicológica, e à necessidade de focar esta
intervenção naquela função que permita um melhor restabelecimento
coginitvo dos pacientes com deterioração orgânico cerebral que se atendem
neste tipo de instituição.
Palavras chaves: neuropsicologia, avaliação neuropsicológica, função executiva.
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Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Introducción
Durante una práctica profesional de
Psicología en una unidad de atención
pública terciaria y enfocada en el
diagnóstico
y
rehabilitación
de
secuelados por Accidente Cerebro
Vascular (ACV), se evidenció la
necesidad de incluir al especialista en
neuropsicología
dentro
de
los
protocolos de atención que se ofrecen
para la restitución de la funcionalidad
de estos pacientes. Se constató que las
sesiones terapéuticas, enfocadas principalmente en el restablecimiento
motriz, no lograban la eficacia
esperada debido a las limitaciones
cognitivas de los pacientes para
atender, comprender, ejecutar y
replicar las instrucciones dadas por los
terapeutas, sobrepasando muchas veces
la cantidad de sesiones estimadas para
el proceso de rehabilitación con el
consecuente gasto extraordinario de
recursos materiales y humanos.
En este mismo artículo, se propone la
necesidad de establecer un protocolo
de rehabilitación cognitiva que se
enfoque en aquellas funciones más
relevantes para potenciar el desempeño
eficaz de los pacientes secuelados,
tanto en las sesiones de terapia
cinestésica como en su reinserción a las
actividades de la vida diaria, con
independencia de los perfiles de
deterioro cognitivo particulares que se
presenten según cada caso. En otras
palabras, se sugiere la necesidad de
contar
con
un
programa
de
rehabilitación
focalizado
en
la
estimulación de la función ejecutiva de
manera que, como componente
integrador de aferencias corticales -
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
subcorticales y como factor encargado
de la anticipación, planificación,
verificación y regulación de la
conducta (Luria, 1977), eleve la
funcionalidad
y
adaptación
de
cualquier paciente con deterioro
cortical,
independiente
de
su
diagnóstico post-ictus.
Sin embargo, para lograr un adecuado
plan de estimulación y rehabilitación
de la función ejecutiva es necesario
realizar una evaluación efectiva de
esta, que permita identificar con la
mayor exactitud posible su nivel basal
de funcionalidad previo al tratamiento,
así como la posibilidad de que se
encuentre deteriorada por el episodio
vascular. Si bien, existen variados
instrumentos
validados
para
la
evaluación
del
funcionamiento
ejecutivo, en un análisis más acucioso
es posible inferir que estas herramientas
tan sólo permiten evaluar ciertos
componentes de ella, no existiendo en
la actualidad un instrumento completo
que permita realizar un perfil de las
distintas dimensiones que componen la
función.
Es por esto que en el presente trabajo se
propone realizar una compilación de
instrumentos que permitan identificar y
evaluar cada componente de la función
ejecutiva. Este protocolo compilado
permitiría realizar un perfil del
funcionamiento ejecutivo de los
pacientes antes de ingresar al programa
de intervención y compararlo con
evaluaciones
posteriores
que
evidencien los progresos del mismo, al
igual que lo hacen instrumentos como
el Test de Boston para el diagnóstico de
Afasias (Goodglass. H, 1986), el cual
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Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
evalúa distintos componentes del
lenguaje y realiza un perfil de ellos.
Revisión del concepto de Función
Ejecutiva y sus dimensiones
Para aquellos que se interesan por el
tema de la Neuropsicología no es
desconocido el famoso caso de Phineas
Gage, un capataz de construcción de
mediados del siglo XIX que, en medio
de sus labores de colocación de rieles
ferroviarios, sufre un terrible accidente
en el que una barra de fierro le
atraviesa la zona frontal del cerebro
saliendo por la parte superior del
cráneo. Más increíble que su
supervivencia luego de tan peligroso
suceso, fue la aparente carencia de
secuelas cognitivas en que se demostró
que no sólo conservó su capacidad
para comprender y emitir lenguaje, sino
que su memoria y motricidad
permaneció intacta. Los médicos
especialistas, y otros interesados en la
naciente ciencia de la Neuropsicología
estaban
asombrados
con
la
recuperación de Gage, y sin más
explicación
que
la
afortunada
trayectoria que recorrió la barra de
fierro a través del cerebro del afectado,
lo dieron de alta en menos de dos
meses.
Por ese entonces, los estudiosos de la
relación entre cerebro y funciones
cognitivas se encontraban sumidos en
los hallazgos de Wernicke y Broca, y la
mayor parte de la investigación se
centraba en aquellas funciones cuyo
deterioro
era
evidente
en
el
comportamiento explícito de los
pacientes con daño cerebral, es decir,
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
el lenguaje y la motricidad. Sin
embargo, sería gracias a Gage que se
pondría en evidencia aquella función
superior que le brinda al hombre su
capacidad de homo sapiens: la función
ejecutiva.
Gage era reconocido por sus grandes
capacidades y eficiencia entre sus
compañeros de trabajo. Se lo describía
como un hombre de gran voluntad, de
temperamento equilibrado, persistente
y hábil en la consecución de sus
objetivos (Damasio, 1994). Regresó al
trabajo luego del desafortunado
accidente, pero Gage ya no era el
mismo.
Su
personalidad
había
cambiado considerablemente, dando
paso a un hombre impulsivo,
irreverente, descortés e incapaz de
planificar adecuadamente sus objetivos
y acciones. Su conducta era caprichosa
y vacilante, más propia de un niño o,
como lo describe John Harlow, el
médico encargado del caso, “con las
pasiones animales de un adulto fuerte”
(Damasio, 1994). Fue despedido de su
trabajo y, desde entonces, fue incapaz
de realizar alguna labor de forma
consistente o de embarcarse en algún
proyecto realista. Desarrolló conductas
coleccionistas y, finalmente, murió a
los 38 años de un status epiléptico.
¿Qué causó tal transformación en la
personalidad de Gage? ¿Cuál había sido
la función cognitiva que, producto del
accidente, se había disociado dejando
indemne la percepción, la memoria, el
lenguaje y la motricidad? ¿Cómo era
posible que no evidenciara signos
aparentes de deterioro y se hubiera
establecido que no presentaba secuelas
cognitivas en su fase post – aguda,
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siendo que el cambio en su
comportamiento
lo
llevó
a
transformarse en otra persona? Un siglo
y medio más tarde, y gracias al
desarrollo de la imagenología, Hanna
Damasio encontró la respuesta: la barra
de hierro no tocó las regiones
implicadas en las funciones motoras ni
verbales,
tampoco
aquellas
involucradas en la percepción somato
sensorial, sino que afectó directamente
la zona ventromedial prefrontal.
Recientes
investigaciones
han
relacionado dicha zona con la
capacidad de toma de decisiones,
planificación y razonamiento, todos
los cuales son componentes de una
función cortical superior llamada
función ejecutiva (Fuster, 1989).
Esta función cortical que, pareciera ser
independiente de todas las otras,
cumple la misión vital de integrarlas a
todas
para
transformarlas
en
comportamientos
consistentes
y
racionales, dirigidos a metas, y
consiguiendo la adaptación inteligente
del ser humano al medio que lo rodea.
Si bien el concepto de función
ejecutiva fue acuñado en una primera
instancia por Lezak (1995), es a Fuster a
quien
se
le
atribuye
su
conceptualización empírica a partir de
sus investigaciones realizadas con
pacientes con lesiones en el área prefrontal. Sin embargo, las características
que engloba la función ejecutiva fueron
descritas en una primera instancia por
Luria (1973), quien al referirse a los
componentes
de
las
funciones
intelectuales nombra al intelecto
estático, que incluiría las capacidades
de
conceptualización,
juicio
y
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
razonamiento, y al intelecto dinámico
como el encargado de solucionar
cualquier problema intelectual y lo
resume como “la ejecución de un
programa de acción orientado hacia el
futuro”. Según este autor, el intelecto
dinámico estaría compuesto por
capacidades como el planteamiento de
problemas, la construcción de la
hipótesis resolutiva, ideación de
estrategias para confirmar o desechar la
hipótesis y la elección de las tácticas
adecuadas, todas las cuales se
identificarán
más
tarde
como
componentes de la función ejecutiva4
(Bausela y Santos, 2006).
Posteriormente, el mismo Luria en su
descripción de las unidades funcionales
que componen el funcionamiento del
sistema nervioso, define estructural y
funcionalmente
el
componente
ejecutivo dentro de las áreas terciarias
de la tercera unidad funcional. Aunque
no menciona el concepto de función
ejecutiva,
refiere
a
las
zonas
prefrontales del cerebro como aquellas
encargadas de integrar las aferencias
corticales y subcorticales, de la
regulación
y
el
funcionamiento
ejecutivo, anticipando, planificando,
verificando, corrigiendo e inhibiendo la
conducta (Luria, 1977). Esta unidad
funcional sería la más reciente en la
evolución filogenética del cerebro
humano y la última en desarrollarse en
la maduración ontogenética de cada
sujeto. Se estima que esta unidad, a la
que Luria atribuye las funciones de
4
En el análisis que realizan Bausela y Santos (2006), se
relaciona solamente el componente del intelecto dinámico al
concepto de función ejecutiva. Sin embargo, y como se
aprecia más adelante en la identificación de las dimensiones
de ésta, serían ambos componentes los que se relacionarían
con las capacidades atribuidas a esta función.
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programación, regulación y verificación
de la actividad, termina su proceso
madurativo alrededor de los 6 o 7 años
de vida, dando pie para que el sujeto
adquiera la voluntariedad plena de su
conducta, adquiriendo la habilidad
para planificar, inhibir y controlar su
desempeño (Luria, 1978).
Más recientemente, la OMS ha
reconocido e incluido a la función
ejecutiva dentro de su clasificación
internacional del funcionamiento, la
discapacidad y la salud. Dentro de las
funciones mentales específicas, se
establece la siguiente distinción (OMS,
2001):
b164 Funciones cognitivas de nivel
superior:
Funciones
mentales
específicas,
especialmente
dependientes de los lóbulos frontales
del cerebro, incluyendo conductas
complejas dirigidas a metas como
toma de decisiones, pensamiento
abstracto, formulación y ejecución
de planes, plasticidad mental y
elección
de
las
conductas
apropiadas bajo las circunstancias
dadas;
usualmente
llamadas
funciones ejecutivas.
Inclusiones:
Funciones
de
abstracción y organización de las
ideas;
manejo
del
tiempo;
capacidad de juicio e insight;
formación de conceptos; categorización y flexibilidad cognitiva.
Exclusiones: Funciones mnésicas
(b144); funciones del pensamiento
(b160); funciones mentales del
lenguaje (b167); funciones del
cálculo (b172).
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Finalmente, en su revisión del tema, e
integrado las propuestas de varios
autores, Bausela y Santos (2006)
proponen la siguiente definición:
Son un conjunto de habilidades
cognoscitivas necesarias para
realizar tareas como: planificación
secuencial
de
actividades,
programación y corrección de
acuerdo con un plan; anticipación
de eventos; autorregulación a
través de los mecanismos de
monitorización
pre,
per
y
postfuncionales;
flexibilidad
cognitiva y ponderación del
tiempo y del espacio, entre otras;
capacidad de atender a diversos
estímulos de forma simultánea;
capacidad de responder de
acuerdo al contexto; resistencia a
la distracción e inhibición de
conductas inapropiadas, todas las
cuales compondrían las funciones
cognitivas complejas. (p. 4)
De acuerdo con lo anterior, y
considerando a las funciones ejecutivas
como una constelación de capacidades
cognitivas implicadas en la resolución
de situaciones novedosas, imprevistas o
cambiantes, es posible agruparlas en
una
serie
de
dimensiones
o
componentes
para
su
estudio
sistematizado (Lezak, 1995; Stuss y
Levine, 2000, en Bausela y Santos,
2006, p. 4):
a) Las capacidades necesarias para
formular metas y diseñar planes.
b) Las facultades implicadas en la
planificación de los procesos y las
estrategias para lograr los objetivos.
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c) Las habilidades implicadas en la
ejecución de los planes.
d) El reconocimiento del logro/no logro
y de la necesidad de alterar la
actividad, detenerla y generar nuevos
planes de acción.
e)
Inhibición
de
respuestas
inadecuadas.
f) Adecuada selección de conductas y
su organización en el espacio y en el
tiempo.
g) Flexibilidad cognitiva en la
monitorización de estrategias.
h) Supervisión de las conductas en
función de estados motivacionales y
afectivos.
i) Toma de decisiones.
Desde una perspectiva más anatomista,
Stuss y Levine (2002), identifican y
diferencian las funciones ejecutivas
según su relación a distintas áreas del
lóbulo frontal, determinando así la
siguiente clasificación:
a)
Funciones cognitivas asociadas a
la corteza pre-frontal dorso-lateral:
Funciones frontales del lenguaje
• Control mnémico
• Memoria de trabajo
• Sistema
atencional
anterior
(atención
diferida,
atención
selectiva, atención sostenida)
b)
Funciones cognitivas asociadas a
la corteza órbito- frontal y frontoventral:
Emociones, reforzamiento y autoregulación (recompensa – inhibición,
toma de decisiones, autorregulación
estratégica)
• Memoria episódica, capacidad de
autodirección
y
consciencia
autonoética.
• Empatía, simpatía y humor.
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De acuerdo a estas descripciones, se
puede observar que las funciones
ejecutivas están implicadas en el
funcionamiento cognitivo y en el
desempeño
socio
emocional,
requiriendo
de
una
valoración
adecuada tanto de las características
del problema a resolver como de las
consecuencias inmediatas, de mediano
y de largo plazo de la respuesta
seleccionada. Si bien esto exige
participación de los distintos sistemas
sensoriales, las funciones ejecutivas se
caracterizan por su independencia del
input, es decir, su objetivo es coordinar
y regular las respuestas según el
objetivo que se desea alcanzar con
independencia de la información que
está disponible (Verdejo-García y
Bechara, 2010).
Revisión de los procedimientos
de evaluación neuropsicológica
de la Función Ejecutiva
Toda evaluación neuro-psicológica,
con independencia de la función
específica que se requiera indagar, se
compone
de
dos
tipos
de
procedimientos:
la
evaluación
cualitativa y la evaluación cuantitativa.
El mayor representante y precursor de
las metodologías de
evaluación
neuropsicológica cualitativa es A.R.
Luria. Este autor enfatiza en la
necesidad de observar cómo ejecuta las
tareas el paciente, más que el cuánto es
capaz de ejecutar. Sin embargo, es
necesario recalcar el hecho de que para
realizar una correcta observación
cualitativa del paciente orgánico es
imprescindible
contar
con
una
adecuada experiencia clínica.
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Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
La evaluación cualitativa de las
funciones
ejecutivas
se
realiza
mediante la observación directa del
paciente, durante todo el tiempo que
dura la sesión, y sin incluir ningún
instrumento específico ni diferente a los
utilizados para el interrogatorio y la
evaluación general. El objetivo es
definir
los
comportamientos
y
conductas que indiquen la presencia de
los síntomas. Entre estos, en el caso de
la alteración ejecutiva, se pueden
distinguir los siguientes síntomas
generales: (Pineda, D., 1998)
a) Dificultades
en
la
atención
sostenida.
b) Alteraciones en la autorregulación.
c) Problemas en la organización
cognoscitiva y del comportamiento.
d) Rigidez
cognoscitiva
y
comportamental.
Además, entre las conductas específicas
más relevantes que pueden describirse
en los pacientes con deterioro de las
funciones ejecutivas, se encuentran:
(Pineda, D., 1998)
a) Impulsividad:
producida
por
deficiencia en la inhibición. En los
casos extremos se observa el
llamado magnetismo o imantación,
es decir, la necesidad incontrolable
de tocar y manipular todos los
objetos del ambiente.
b) Inatención: se genera por falta de
desarrollo de un adecuado control
mental y monitoreo sobre la
naturaleza de los comportamientos
y sus consecuencias. El sujeto se
muestra inestable, distraído e
incapaz de terminar una tarea sin
control ambiental externo.
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
c) Dependencia ambiental: ligado a
los dos indicadores anteriores,
indica una falta de planeación,
programación y autorregulación
comportamental. Un síntoma a
observar es la presencia de
ecopraxia, es decir, la imitación
inerte de las actividades de los
demás.
d) Perseverancia patológica e inercia
comportamental: indica una falta de
flexibilidad en la autorregulación de
los
comportamientos
y
las
conductas. Esta capacidad de
flexibilidad
cognitiva
es
la
operación considerada como más
pura del conjunto de dimensiones
que componen la función ejecutiva,
ya
que
es
una
capacidad
absolutamente independiente del
nivel de inteligencia y de las
habilidades académicas aprendidas
previamente al deterioro. En la
inercia comportamental los sujetos
son incapaces de detener una
acción una vez que esta se ha
iniciado. Aún cuando reciban la
orden explícita de parar, actúan
como si no tuviesen freno
conductual, el cual es regulado en
el sujeto normal por el lenguaje y el
contexto social.
e) Alteración metacognoscitiva: refiere
a la incapacidad para reconocer la
naturaleza,
los
alcances
y
consecuencias de una actividad
cognoscitiva, manifestada a través
de la conducta. En otras palabras, el
sujeto no posee un locus de control
interno que regule su actividad, por
lo que es incapaz de evaluar
conceptual y objetivamente las
cosas que hace o dice. No hay
capacidad metacognoscitiva para
71
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
sopesar una situación o un evento y
atribuir de manera justa las causas
del éxito o el fracaso de la acción a
los elementos externos o a las
decisiones y acciones propias.
Por otro lado la evaluación cuantitativa
ha sido objeto de variados aportes, y
múltiples instrumentos han sido
desarrollados con el propósito explícito
de medir y comparar el rendimiento,
tanto de pacientes orgánicos como
normales. Sin embargo, es posible
observar que ninguna de estas
herramientas puede por sí misma dar
cuenta del estado general de la
totalidad de las dimensiones que
componen el funcionamiento ejecutivo
de un paciente.
Bausela y Santos (2006), presentan la
siguiente tabla que resume las
principales pruebas para medir el
deterioro de distintos componentes de
las funciones ejecutivas (Adaptación de
Estévez y col, 2000. En Bausela y
Santos, 2006):
Actualmente muchas revisiones se han
realizado a partir de las pruebas
estandarizadas para la evaluación de
pacientes con disfunciones ejecutivas.
La mayor parte de ellas coinciden en la
necesidad de contar con tests
ecológicamente válidos, que permitan
considerar elementos contextuales
además del mero rendimiento de las
funciones cognitivas. (Wilson, 1998)
FUNCIÓN
Formación de conceptos y solución de
problemas
Flexibilidad mental
EXPLORACIÓN
Twenty Questions Test
Wisconsin Card Sorting Test
Wisconsin Card Sorting Test
Test de senderos (Trail Making Test) (TMT A y B)
D – KEFS (Delis – Kaplan executive function system)
Test de uso de objetos
Impulsividad
Test de emparejamiento de figuras familiares (MFFT)
Abstracción – Razonamiento
Wisconsin Card Sorting Test
Test de Raven
Comprensión de proverbios
Prueba de Categorías de Halstead
Planificación
Torre de Londres, Hanoi y Toronto
Fluencia verbal
Test de fluencia verbal oral y escrita
Fluencia de diseños
Modulación e inhibición de respuestas
Test de Fluencia visual
Invention of Design
Design Fluency Test
Five - Point Test
Go / No – Go paradigm
Stroop Test
Control mental
Contar hacia atrás
Problemas en la vida cotidiana por
trastornos ejecutivos
Behavioral Assessment of the Dysexecutive
System (BADS)
Cubos de Necker
Función visuoperceptiva
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Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
Una de las primeras propuestas de tests
ecológicamente
válidos
fue
el
Behavioural
Assessment
of
Dysexecutive
Syndrome
(BADS)
diseñado por la Dra. Wilson (1996). El
BADS es una batería de subpruebas
creada con la finalidad específica de
evaluar el deterioro ejecutivo, sea este
producto de lesiones cerebrales o
debido
al
padecimiento
de
esquizofrenia. Su creadora define su
objetivo como el de “… predecir los
problemas que surgen en la vida diaria
a partir de la disfunción ejecutiva”.
(Norris y Tate, 2000). Wilson estableció
la insuficiencia que presentaban hasta
entonces los instrumentos clínicos
estandarizados para la evaluación
ejecutiva, los cuales no permitían
recoger información útil acerca de los
tipos de problemas que sufren este tipo
de pacientes en la vida diaria (Norris y
Tate, 2000).
a) Juicio temporal: habilidad de
estimar la duración de varios
eventos.
b) Cambio de regla en juego con
cartas: flexibilidad cognitiva.
c) Programa de acción: habilidad para
resolver problemas prácticos.
d) Búsqueda de la clave: habilidad
para formular estrategias.
e) El mapa del Zoo: habilidad de juicio
y planificación en situaciones con y
sin estructura externa impuesta.
f) Seis
elementos
modificados:
monitorización de la ejecución,
esquemas de tarea, planificación y
juicio.
El BADS permite evaluar solución de
problemas, atención, habilidades de
organización en periodos extendidos
de tiempo y capacidades de la vida
diaria para establecer prioridades ante
demandas distintas (Rodríguez, M.A.,
2006).
-
Está compuesta por seis subtests, cuyos
correspondientes
objetivos
de
evaluación permiten desglosar distintas
dimensiones
del
funcionamiento
ejecutivo, determinando con exactitud
en cuál de estas dimensiones se
encuentra el mayor deterioro del
paciente. Los seis ítems y sus objetivos
son los siguientes (Norris y Tate, 2000):
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El
BADS
incluye
además
un
cuestionario de 20 preguntas que
permite revisar el anterior rango de
problemas en las actividades de la vida
diaria y su fortaleza puede resumirse en
tres puntos (Rodríguez, 2006):
-
-
Su énfasis por considerar el
rendimiento de los pacientes en las
actividades diarias.
Ser
un
instrumento
creado
específicamente para la evaluación
de funciones ejecutivas.
Constituirse como un conjunto de
subpruebas que permiten encontrar
una forma de medición similar a las
revisadas anteriormente, sin la
necesidad de utilizar distintos
instrumentos.
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Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Compilación de pruebas neuropsicológicas para la evaluación
de la función ejecutiva
Si bien se ha justificado la elaboración
de una compilación de pruebas
neuropsicológicas para la evaluación
de la función ejecutiva desde la
necesidad
de
diagnóstico
y
rehabilitación eficiente observada en el
contexto de la atención terciaria
pública, y aunque es en este mismo
contexto donde surgió la presente
propuesta, es otra razón por la que se
elabora. A partir de la experiencia de
práctica profesional en la Unidad de
Medicina Física y Rehabilitación del
CDT Dra. Eloísa Díaz, y en el marco de
la elaboración de la consecuente
Memoria de Titulación, se evidencia la
necesidad de operacionalizar y evaluar
adecuadamente
las
distintas
dimensiones
del
funcionamiento
ejecutivo para medir los resultados de
un
programa
de
rehabilitación
focalizado en este. Aún cuando este
trabajo se justificó por las mismas
necesidades de focalizar la rehabilitación neuropsicológica en la
función ejecutiva por la limitación de
tiempo y recursos antes expuesta, su
propuesta dentro del marco general de
la investigación no constituyó uno de
los objetivos de ella, por lo que sólo se
utilizó como una herramienta de la
metodología de evaluación de la
intervención terapéutica (Buller, 2007).
Aclarado los orígenes del presente
aporte, es necesario justificar la
necesidad de compilar instrumentos
para
evaluar
el
funcionamiento
ejecutivo.
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
Como ha quedado en evidencia a
través de la revisión de los distintos
procedimientos existentes para la
evaluación
del
funcionamiento
ejecutivo, no existe hasta ahora un sólo
instrumento que por sí mismo sea
capaz
de
medir
las
distintas
dimensiones que componen esta
función. Es por esta razón que, a partir
de una revisión exhaustiva de estos
instrumentos, se propone una batería
de
pruebas
neuropsicológicas
compilada que permitiría registrar el
estado de las distintas dimensiones de
la función ejecutiva, de manera que se
pueda obtener un perfil de los distintos
componentes
para
su
posterior
intervención eficaz.
En primer lugar, para lograr una
adecuada medición de todos los
componente
del
funcionamiento
ejecutivo, se deben identificar y definir
las dimensiones que integran esta
función.
Según
lo
establecido
anteriormente, y sólo con la finalidad
de operacionalizar las variables de
medición para la presente propuesta, se
identifican nueve dimensiones de la
función ejecutiva:
a) Flexibilidad Mental: capacidad de
cambiar fluidamente el programa
cognitivo que se requiere para enfrentar
y solucionar problemas en función de
un cambio en sus contingencias.
Incluye la capacidad de control
cognitivo e implica la capacidad de
inhibir la primera respuesta, la
respuesta automática o la respuesta más
obvia, cambiando flexiblemente las
elecciones para dar paso a una segunda
respuesta atingente a la variación de
requerimientos de la tarea.
74
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Operacionalmente es posible de
evidenciar a partir de la cantidad de
respuestas correctas que el paciente es
capaz de emitir en tareas que incluyen
un cambio de consignas desde una
primera a una segunda parte del
ejercicio, en tareas de inversión del
orden de una secuencia de estímulos
dada por el examinador y/o en la
ordenación
coherente
de
una
secuencia en la que se alternan dos
categorías distintas de estímulos.
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
corto plazo (Dennis, 2004). Su función
general es la de otorgar una
representación del mundo externo,
permitiendo el control y manipulación
de la información actual del contexto
requerida para completar una tarea de
forma eficiente. Operacionalmente se
puede evidenciar a partir de la cantidad
de estímulos de distintas categorías que
el paciente es capaz de aparear en un
tiempo determinado, siguiendo una
regla de equivalencia dada entre las
distintas categorías.
b) Pensamiento Divergente: capacidad
de generación de soluciones diferentes
y adecuadas a problemas desestructurados que poseen muchas
soluciones posibles, y de generar
soluciones novedosas a problemas
comunes. Implica la habilidad de crear
soluciones en situaciones en las que
estas no están dadas de manera directa,
en las que aparentemente no las hay, o
en las que es necesario decidir entre
distintas
posibilidades
que
en
apariencia pueden ser igualmente
eficientes.
Operacionalmente
se
evidencia en la cantidad de respuestas
que un paciente es capaz de generar
ante este tipo de problemas y la calidad
de las soluciones se evalúa otorgando
distintos niveles o grados de eficiencia
a cada una.
d) Razonamiento Abstracto: proceso
deductivo que implica la capacidad de
identificar y aislar las características
más relevantes de un concepto, y que
permite categorizarlo dentro de aquél
esquema cognitivo más específico e
incluyente que lo puede contener, de la
forma más completa posible (Rosental y
Ludin, 1995). Incluye tanto al proceso
de aislamiento, como al resultado de
éste en términos de la categoría
generada.
Operacionalmente
es
observable a partir de la cantidad de
conceptos simples y complejos que un
sujeto puede categorizar adecuadamente, es decir, identificando la
categoría que contenga a cada
concepto de la forma más completa y
suficiente.
c) Memoria de Trabajo o Funcional:
sistema de memoria que incluye los
contenidos y procesos del espacio de
trabajo derivados de la ejecución de
una tarea actual, así como la
coordinación y regulación del uso de
estos contenidos para el logro de los
objetivos de la tarea. Su contenido es
temporal, cambiante e incluye la
participación del sistema de memoria a
e) Planificación y Resolución de
Problemas: capacidad para formular y
llevar a cabo planes dirigidos a la
obtención de objetivos deseados que
incluye la habilidad para identificar
metas, formular planes basándose en la
valoración
de
los
riesgos
y
posibilidades de manera realista, el
conocimiento y valoración del contexto
y la habilidad para anticipar las
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75
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
consecuencias
de
la
respuestas
(memoria
prospectiva).
Operacionalmente equivale a la cantidad de
problemas que el paciente es capaz de
resolver de manera correcta, dadas
ciertas reglas que limitan tanto las
formas permitidas de respuesta como
las posibilidades de solución.
f) Fluencia Verbal: habilidad para
generar palabras y cuya manifestación
conductual es un flujo ininterrumpido y
fluido de discurso (Dennis, 2004).
Operacionalmente se evidencia en la
cantidad de palabras que el paciente es
capaz de generar, en una cantidad
determinada de tiempo, de acuerdo a
categorías semánticas y/o fonológicas
dadas por el examinador.
g) Modulación e Inhibición de
Respuestas: capacidad de responder de
manera flexible y en grados variables,
de acuerdo a los requerimientos y
objetivos planteados. Implica la
mantención de una representación del
sí mismo a lo largo de la ejecución, que
permite adquirir un feedback del propio
desempeño, regulándolo e inhibiendo
las respuestas que dificulten el alcance
del objetivo. Operacionalmente es
posible de evidenciar con mayor
eficacia a partir del examen de
respuestas motoras, y equivale a la
cantidad de respuestas correctas que el
paciente es capaz de elicitar ante la
estimulación del examinador, siguiendo
las reglas dadas por un patrón de
correlación estímulo - respuesta
predeterminado.
h) Control Cognitivo: capacidad de
mantener la continuidad y estabilidad
del desempeño a lo largo de la
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
realización de una tarea, en un
contexto cargado de estimulación
distractora. Implica la selección de los
estímulos relevantes que se requieren
para el logro del objetivo, la
mantención de la focalización en estos
estímulos atingentes, y un bajo nivel de
sensibilidad a la interferencia por
estímulos
irrelevantes.
Operacionalmente se evidencia en la
cantidad de respuestas correctas que
presenta un sujeto en un determinado
tiempo ante una tarea que requiere de
la discriminación adecuada de la
relevancia de estímulos equívocos que
son presentados al mismo tiempo.
i) Regulación de la Conducta Social:
capacidad de controlar la propia
conducta en contextos de interacción
social, de manera que el comportamiento
se
adecue
a
las
restricciones y parámetros normativos
que impone el contexto sociocultural
en que se desenvuelve el sujeto.
Implica la iniciativa y motivación a
interactuar, la capacidad de inhibición
de impulsos inadecuados y la habilidad
de satisfacer las propias necesidades a
través de mecanismos socialmente
apropiados.
Operacionalmente
es
posible de evidenciar con mayor
objetividad a partir del reporte de
terceros significativos que interactúan
con el sujeto, debido a la probable
incapacidad de insight que pueden
presentar los pacientes frontales y que
les impediría juzgar adecuadamente su
propia conducta social. Por esta razón
la evidencia se logra a partir de la
sistematización cuantitativa en grados
del nivel de presencia o ausencia de
indicadores
conductuales
característicos del deterioro ejecutivo, que
76
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
son informados por un tercero que
interactúa diariamente con el paciente.
Habiendo definido las variables de
estudio, es necesario determinar los
instrumentos más adecuados para
medirlas. Para esta compilación se han
considerado, por su fiabilidad y
validez, los siguientes:
1. Winsconsin Card Sorting Test
(WCST): El test de clasificación de
cartas de Wisconsin – WCST fue creado
por Grant y Berg en 1948 para evaluar
la capacidad de abstracción, formación
de conceptos y habilidad de utilización
de estrategias cognitivas alternativas en
respuesta
a
cambios
en
las
contingencias ambientales.
Posteriormente un trabajo de Milner
(1963) contribuyó a instituir el uso del
WCST como una prueba determinante
para la evaluación de las alteraciones
de control ejecutivo de la atención,
causadas por lesiones en el lóbulo
frontal. (Barceló y Santomé-Calleja,
2000) La versión original, consta de
128 cartas. La primera regla de
clasificación correcta es fijada por el
examinador y se considera un resultado
positivo cuando el paciente es capaz de
mantener una respuesta correcta 10
veces. El examinador sólo se dirige al
paciente para determinar si su respuesta
es correcta o no (Rodríguez, 2006).
El sistema, para cualquiera de sus
versiones, es el mismo. El examinador
coloca cuatro cartas sobre la mesa
estableciendo un modelo e imponiendo
un criterio de sorteo, el que puede ir
desde el color de las figuras, la
cantidad de figuras por cartas, el tipo
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
de figuras, etc. El paciente debe ir
sorteando las cartas según el criterio
establecido por el examinador, el cual
va siendo cambiado por éste a través de
la evaluación, en dirección de
dificultad creciente.
De esta prueba es posible obtener
diversas puntuaciones relacionadas con
distintos procesos cognitivos que
componen la dimensión del funcionamiento ejecutivo referente a la
capacidad de planificación y resolución
de problemas: número de categorías
completadas; fallos en mantener una
categoría (incapacidad de mantener
una estrategia adecuada); porcentaje de
respuestas perseverativas (persistencia
en responder según un criterio que es
incorrecto); porcentaje de errores
perseverativos y no perseverativos; y
porcentaje de respuestas de nivel
conceptual (eficacia en la evaluación
conceptual de las contingencias).
2. Test de Stroop: Originalmente
diseñado por J.R. Stroop, en 1935,
permite valorar la capacidad del
paciente para evitar generar respuestas
automáticas con la supresión de la
interferencia de estímulos habituales, a
la hora de controlar procesos reflejos o
automáticos a favor de otros estímulos
menos habituales. Desde su creación se
han desarrollado una gran cantidad de
versiones del test que difieren en el
número de elementos, colores y
láminas utilizadas. Sin embargo, todas
ellas mantienen la estrategia original.
(Tirapu-Ustárroz, 2005).
La versión clásica consta de tres
láminas, que implican tareas distintas:
a) en la primera lámina el sujeto debe
77
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
leer las palabras “rojo”, “verde” y
“azul”, impresas en tinta negra y
dispuestas aleatoriamente en columnas;
b) en la segunda lámina debe nombrar
el color de la tinta en la que están
impresos
los
símbolos
“XXX”,
dispuestos en columnas; y c) en la
tercera lámina ha de nombrar el color
de la tinta en las que están impresas las
palabras “rojo”, “verde” y “azul”,
dispuestas aleatoriamente en columnas.
El puntaje de cada lámina consiste en
la cantidad de elementos leídos en 45
segundos. Permite medir la fluidez
verbal, la capacidad de inhibir
estímulos
desencadenantes
de
respuestas automáticas, capacidad de
control cognitivo y la capacidad de
flexibilidad mental. La medición de
estas dos últimas variables se realiza a
partir de la obtención de una
puntuación de interferencia obtenida a
partir de la correlación entre los
puntajes de las tres láminas del test, y
permite, además, estimar la capacidad
del sujeto para sostener su rendimiento
en condiciones de estrés ambiental
(Golden, 1994).
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
construcción
de
estrategias
y
autorregulación conductual de los
pacientes con déficit ejecutivo (Bausela
y Santos, 2006).
La tarea consiste en la presentación de
cuatro discos de tamaño decreciente,
que se encuentran apilados en una
posición A de una mesa con tres postes
posibles (A, B y C). El objetivo de la
tarea es desplazar todos los discos
desde la posición A a la C de forma que
puedan
formar
nuevamente
la
pirámide, y sin que en ninguna de las
posiciones intermedias un disco de
mayor diámetro descanse sobre uno
más pequeño. Las instrucciones son las
siguientes: (Tirapu-Ustárroz, 2005)
Debe pasar los discos del poste A al C,
para lo cual deberá tener en cuenta las
siguientes intrucciones:
•
•
•
En el caso del deterioro de funciones
ejecutivas, este test permite medir la
capacidad de modulación e inhibición
de respuestas automáticas (Bausela y
Santos, 2006). Además, permite evaluar
el deterioro del sistema atencional
anterior,
específicamente
en
lo
referente a la capacidad de atención
selectiva (Stuss y Levine, 2002).
3. La torre de Hanoi: Al igual que sus
variantes (torre de Londres y torre de
Toronto), esta es una prueba de
ejecución que permite evaluar la
capacidad
de
planificación,
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Sólo puede tomar los cilindros de
uno en uno, y cuando saque uno
debe introducirlo en otro poste.
Siempre que coloque un cilindro
encima de otro, el que se sitúe
encima debe ser menor al de abajo.
Intente realizarlo con el menor
número de movimientos que le sea
posible.
4. Trail Making Test: Además de ser
una conocida prueba de evaluación
atencional, el Trail Making Test (fig.
3.4)
ha
sido
progresivamente
introducido como un instrumento de
evaluación de las funciones ejecutivas
(Stuss y Levine, 2002).
La primera instancia, o parte A, consta
de 25 círculos enumerados del 1 al 25,
que el sujeto debe unir correlativamente y en orden ascendente, sin
78
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
levantar el lápiz. En la segunda
instancia, o parte B, los 25 círculos se
dividen entre números del 1 al 13 y
letras de la A a la L. En este caso el
sujeto debe unir alternadamente
números y letras en orden ascendente y
sin levantar el lápiz. La puntuación
corresponde al tiempo total que el
sujeto requiere para completar cada
parte. Evalúa la función atencional,
capacidad de rapidez perceptivomotora, habilidades de rastreo visual,
exploración
visoconceptual
y
exploración visomotora. Además, y en
especial en su parte B, permite evaluar
la velocidad de procesamiento y la
capacidad de flexibilidad mental, al
exigir la habilidad de alternar e inhibir
respuestas a estímulos de distintas
categorías (Bausela y Santos, 2006).
5. Escala de inteligencia Wechsler para
adultos (WAIS): Es una batería
psicométrica específicamente diseñada
para la medición de la inteligencia a
través de sus distintos componentes.
Aún cuando el autor no diseñó sus
escalas
explícitamente
como
instrumentos neuropsicológicos, si
consideró su contribución a la
comprensión de las relaciones cerebroconducta
(Wechsler,
2001).
Consecuentemente,
es
posible
identificar a lo menos cuatro subescalas que pueden ser consideradas y
aplicadas por separado a la hora de
evaluar distintos componentes del
funcionamiento ejecutivo.
a) Clave de números o Dígito Símbolo:
subescala de la escala manual que
evalúa la capacidad para aprender una
tarea no familiar, destreza visomotora,
grado de persistencia en una tarea no
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
atractiva y velocidad de procesamiento.
Además, la forma de presentación del
reactivo permite evaluar la capacidad
de memoria funcional, ya que el
evaluado debe incorporar a los
contenidos de su espacio de trabajo la
clave dígito-símbolo dada, y coordinar
su procesamiento de acuerdo a ella
para completar la tarea requerida. La
tarea consiste en la presentación de
una hoja en cuya parte superior
aparece una clave de números del 1 al
9, correspondiéndole a cada uno un
símbolo determinado. En la parte
inferior se presentan filas de números
entre 1 y 9, en desorden, bajo los
cuales el sujeto deberá anotar el
símbolo según lo dicta la clave de
correspondencias para cada uno.
b) Semejanzas: subescala de la escala
verbal que evalúa la habilidad de
asimilar y clasificar semejanzas entre
objetos, hechos o ideas. Sus reactivos
permiten evidenciar la capacidad de
comprensión, pensamiento asociativo y
razonamiento abstracto del sujeto, a
partir de una orden simple que consiste
en identificar las semejanzas entre
pares de conceptos.
c) Comprensión: subescala de la escala
verbal que evalúa el grado de
apreciación de la experiencia pasada
aplicada a situaciones cotidianas, y la
interiorización
de
la
cultura,
incluyendo juicios morales y éticos, por
lo que es posible utilizarla para la
evaluación de la adecuación y
capacidad de juicio de la conducta
social. Sus reactivos permiten, además,
evaluar la capacidad de pensamiento
divergente del sujeto en contextos
cotidianos, presentando problemáticas
79
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
que poseen múltiples posibilidades de
solución. Estos reactivos incluyen
preguntas abiertas, de sentido común y
razonamiento práctico, además de
refranes que el sujeto debe explicar.
6. Frontal Behavioral Inventory (FBI)
(Kertesz, Davidson & Fox, 1997):
Inventario
conductual
breve
y
estandarizado que permite medir los
cambios
conductuales
y
de
personalidad
que
presentan
los
pacientes con deterioro ejecutivo o
frontal en su interacción social
cotidiana. Inicialmente construido para
identificar demencia frontal, consta de
24
preguntas
relacionadas
con
situaciones
de
la
vida
diaria,
correspondientes
a
conductas
desadaptativas altamente esperables en
casos de deterioro orgánico del lóbulo
frontal, las que deben ser respondidas
por un tercero que interactúe
diariamente con el paciente en
términos de distintos grados de
ocurrencia de la conducta, yendo
desde 0 (nunca) hasta 4 puntos
(siempre), la cual será asignado por el
entrevistador en función de las
respuestas
del
entrevistado.
La
sumatoria de los puntajes de los 24
ítems dará un puntaje total en donde el
punto de corte para deterioro frontal es
de 27 puntos. Los indicadores
conductuales que permite medir el FBI
son: apatía, pérdida de espontaneidad,
aplanamiento
emocional,
inflexibilidad,
concretismo,
negligencia
personal, desorganización, inatención,
pérdida de insight, logopenia, apraxia
verbal, perseveración, irritabilidad,
moria, pobreza de juicio, inadecuación
social, impulsividad, hiperactividad,
agresividad,
hiperoralidad,
hiper-
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Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
sexualidad, conductas de utilización,
incontinencia y síndrome de la mano
extraña.
7.
Subpruebas
NEUROPSI:
El
NEUROPSI (Ostrosky-Solís, Ardila, y
Rosselli, 1991) consiste en un screening
neuropsicológico que permite medir las
distintas
funciones
cognitivas
superiores a partir de subpruebas
breves.
a) Fluidez Fonológica: Una de las
subescalas del NEUROPSI explora la
fluidez fonológica como componente
de la función del lenguaje, pero este
componente
también
ha
sido
identificado
como
parte
del
funcionamiento ejecutivo y constituye
una de sus dimensiones (Bausela y
Santos, 2006).
La consigna consiste en pedirle al
evaluado que nombre la mayor
cantidad de palabras que recuerde, y
que comiencen con la letra F, con
excepción de nombres propios y dentro
de un tiempo total de 60 segundos.
b) Dígitos en Regresión: En esta
subescala el sujeto debe repetir series
de números en orden inverso al
entregado.
Permite
evaluar
la
capacidad de flexibilidad cognitiva, ya
que exige un cambio en la
programación y una variación de la
respuesta del sujeto para la realización
de la tarea.
8. Subprueba Go – No Go (FAB): El
Frontal Assessment Battery at bedside
(Dubois, 2000) consiste en una batería
diseñada
para
medir
distintos
componentes
de
las
funciones
relacionadas al lóbulo frontal, de
80
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
manera
cómoda
y
rápida.
El
instrumento consiste en seis subpruebas
que exploran la capacidad de
conceptualización, flexibilidad mental,
programación motriz, sensibilidad a la
interferencia, autonomía y control
inhibitorio. Esta última corresponde a la
dimensión
del
funcionamiento
ejecutivo que se mide a través de una
subprueba denominada Go – No go, y
que consiste en pedirle al sujeto que
golpee la mesa una vez cuando el
evaluador realice la misma acción,
pero que no golpee cuando el
evaluador emita dos golpeteos.
VARIABLE
Flexibilidad Mental
De esta forma, es posible evaluar la
capacidad de paciente para inhibir la
respuesta del golpeteo ante el estímulo
diferenciado. La serie consta de uno y
dos golpes intercalados de forma
aleatoria y permite evidenciar un
deterioro de la respuesta inhibitoria a
partir de dos errores cometidos por el
paciente.
De esta forma, la compilación de
pruebas
neuropsicológicas
que
permiten medir el funcionamiento
ejecutivo quedará estructurada de la
siguiente forma:
INSTRUMENTO
Trail Making Test (A y B)
Dígitos en regresión
(NEUROPSI)
INDICADOR A OBTENER
Tiempo total en parte A y B
Cantidad de dígitos en regresión que
el paciente es capaz de realizar y su
valoración de deterioro.
Pensamiento Divergente
Subprueba de Comprensión
(WAIS)
Puntaje Standard obtenido en la
subprueba y su correspondiente
valoración de deterioro.
Memoria de Trabajo
Dígito – Símbolo (WAIS)
Puntaje Standard obtenido en la
subprueba y su correspondiente
valoración de deterioro.
Razonamiento abstracto
Semejanzas (WAIS)
Puntaje Standard obtenido en la
subprueba y su correspondiente
valoración de deterioro.
Planificación y resolución de
problemas.
Wisconsin Card Sorting Test –
WCST
Número de categorías encontradas y
mantenidas, número de errores
totales, número y porcentaje de
errores perseverativos.
Fluencia Verbal
Fluidez fonológica (NEUROPSI)
Lámina palabras (Stroop Test)
Cantidad de palabras obtenidas y su
correspondiente valoración de
deterioro.
Modulación e Inhibición de
respuestas.
Go – No Go (BADS)
Cantidad de errores de ejecución y
su correspondiente valoración de
deterioro.
Control Cognitivo
Stroop Test
Cantidad de respuestas en lámina
palabra-color y su correspondiente
valoración de deterioro.
Puntaje de sensibilidad a la
interferencia.
Regulación de Conducta Social
Frontal Behavioral Inventory –
FBI (traducido al español)
Puntaje total y su valoración en
términos de presencia o ausencia de
comportamiento frontalizado.
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81
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
Conclusiones
La
compilación
de
pruebas
neuropsicológicas para la evaluación
del funcionamiento ejecutivo pareciera
ser una herramienta extensa y
agotadora para ser aplicada en
pacientes con deterioro orgánico
cerebral. Sin embargo, durante el curso
de la investigación realizada en la
Unidad de Medicina Física y
Rehabilitación del CDT Dra. Eloísa
Díaz, en Santiago de Chile, fue posible
aplicarla con éxito en un grupo de
VARIABLE
Flexibilidad Mental
PUNTAJE
RESULTADO
Trail Making Test (A)
Trail Making Test (B)
Dígitos en Regresión
73”
194” (3 errores)
3
(t) -1
Normal
Leve
Normal
Muy
disminuido
Muy
disminuido
Levemente
disminuido
Comprensión
5
(s) 3
Dígito – Símbolo
21
(s) 4
Semejanzas
12
(s) 8
Fluencia Verbal
WCST
Razonamiento
Abstracto
Planificación y
resolución de
problemas
Categorías
encontradas
Errores totales
Errores perseverativos
% Errores
perseverativos
Fluidez Fonológica
(NEUROPSI)
Palabras (Stroop Test)
Modulación e
Inhibición de
respuestas
Regulación de la
Conducta Social
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2
19
Palabra-Color
Sensibilidad a la
interferencia
Frontal Behavioral
Inventory – FBI
Alterado
4
21%
3
(t) -3
Severo
62
(t) 27
Disminuido
Go – No Go
Stroop
Test
Control Cognitivo
A continuación se exponen los
resultados obtenidos en la evaluación,
de uno de los pacientes estudiados,
previa al ingreso al programa de
rehabilitación (Buller, 2007):
INSTRUMENTO
Pensamiento
Divergente
Memoria de Trabajo
pacientes con el fin de incluirlos en un
programa de rehabilitación neuropsicológica. El tiempo promedio de
aplicación no superó los 45 minutos y
permitió
obtener
perfiles
del
funcionamiento ejecutivo para su
posterior
comparación
con
los
resultados post- intervención.
1
Moderado
13
(t) < 20
-14
(t) 36
32
Muy
Disminuido
Alta
sensibilidad
Severo
82
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Las
mayores
complicaciones
se
evidenciaron a la hora de extrapolar los
resultados de las distintas variables
medidas en términos de su nivel de
deterioro, ya que al utilizar distintos
instrumentos
cuyas
escalas
de
puntuación, desviaciones estándar y
resultados corresponden a criterios
distintos de conceptualización de nivel
de alteración, resultó imposible valorar
homogéneamente cuando una variable
presentaba un nivel leve, moderado o
severo de deterioro en comparación
con las demás. Incluso en una misma
variable, los resultados obtenidos
fueron difíciles de comparar. Un
ejemplo de ello es la discrepancia que
se produce al comparar las dos
subrpuebas que miden la variable de
fluidez fonológica, compuesta por el
indicador de palabras del Test Stroop y
la subprueba de fluencia verbal del
NEUROPSI. En la aplicación de
muestra el primero arroja un puntaje t
de 27, cuyo significado implica un
indicador disminuido, mientras que el
segundo muestra un puntaje t de -3,
cuyo significado corresponde a un
deterioro severo. En este caso, si bien
es cierto que ambos indicadores
demuestran la existencia de un
deterioro, no es posible aunar criterios
conceptuales para determinar el grado
de este.
Lo mismo ocurre al valorar el
desempeño de la dimensión de control
cognitivo, evaluada por los indicadores
de palabra-color y sensibilidad a la
interferencia del Stroop, y la subprueba
de dígitos en regresión del NEUROPSI,
y nuevamente si se intenta aunar
criterios con el desempeño registrado
entre las variables medidas por sub
pruebas del WAIS respecto de las
www.neuropsicologia.cl
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
demás. En otras palabras, si bien es
posible evidenciar la existencia de una
alteración de cada variable medida, es
imposible comparar el grado de
alteración de cada una en conceptos
equivalentes. Sería apropiado sugerir,
entonces, la necesidad de realizar un
futuro
análisis
estadístico
que
correlacione los distintos instrumentos
que componen esta compilación,
establezca medidas homogéneas de
comparación a través de puntajes
stardard, y permita determinar grados
de deterioro equivalentes entre las
distintas variables evaluadas. De esta
forma, sería posible obtener conceptos
integradores entre ellas, lo que
permitiría la elaboración de un perfil
del funcionamiento ejecutivo de los
sujetos evaluados.
A pesar de estas limitaciones, durante
la aplicación de la compilación a los
pacientes
evaluados,
se
pudo
comprobar la utilidad de la misma a la
hora de determinar la existencia de
alteraciones en las distintas dimensiones de la función ejecutiva, cumpliendo cabalmente con el objetivo
inicial para el que se planteó: la
evaluación de estas dimensiones y la
posibilidad de comparar el rendimiento
de los pacientes pre y post
intervención.
De esta forma, y a pesar de la
necesidad de realizar estudios más
acuciosos y que incluyan un adecuado
análisis estadístico comparativo y
correlativo entre las puntuaciones de
las pruebas que incluye la presente
compilación,es posible afirmar que ella
cumple con las características mínimas
que permiten una evaluación de las
83
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
distintas
dimensiones
del
funcionamiento ejecutivo, de una
manera completa y eficiente, a la hora
de proponer un programa de
rehabilitación enfocado en ellas.
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
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Agradecimientos
La autora agradece de manera especial a los
profesionales de la Unidad de Medicina Física
y Rehabilitación del Centro de Diagnóstico y
Tratamiento Dra. Eloísa Díaz, por el espacio
clínico y apoyo necesario para llevar a cabo la
práctica profesional, especialmente a la Dra.
Carolina González Bandera, al Dr. Guillermo
Saavedra y la T.O. Alejandra Ávila Farías,
coordinadora del programa AUGE de
rehabilitación de ACV. A los psicólogos Inés
Díaz Tapia, supervisora en terreno, y Fernando
Urra Silva, supervisor clínico de la Universidad
de las Américas.
Revisado: 08 Febrero 2010.
Aceptado:
11 Junio 2010
85
Cuad. Neuropsicol. 2010; 4 (1); 63 – 86
Evaluación de la función ejecutiva Buller, I.
Anexo 1
RESUMEN DE RESULTADOS
NOMBRE
VARIABLE
INSTRUMENTO
Pensamiento
Divergente
Memoria de Trabajo
Razonamiento
Abstracto
Fluencia Verbal
Comprensión
Dígito – Símbolo
Semejanzas
WCST
Categorías encontradas
Errores totales
Errores perseverativos
% Errores perseverativos
Fluidez Fonológica
(NEUROPSI)
Palabras (Stroop Test)
Modulación e
Inhibición de
Respuestas
Regulación de la
Conducta Social
Go – No Go
Palabra-Color
Sensibilidad a la
interferencia
Frontal Behavioral Inventory
– FBI
Stroop
Test
Control Cognitivo
RESULTADO
Trail Making Test (A)
Trail Making Test (B)
Dígitos en Regresión
Flexibilidad Mental
Planificación y
Resolución de
Problemas
Fecha de
Evaluación
PUNTAJE
OBSERVACIONES:
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