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TFG Estelas de Guerrero

2018, LAS ESTELAS DEL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Las Estelas del Suroeste son un conjunto de losas de diferentes materiales y tamaño, grabadas con motivos que remiten a la figura del guerrero y a elementos asociados al mismo. Se localizan principalmente en el suroeste de la península ibérica y se adscriben al periodo del Bronce Final, principios de la Edad del Hierro. En este documento se hace una panorámica sobre este fenomeno y las principales teorias que distintos autores han propuesto sobre él; y un análisis formal sobre las estelas.

Universidad de Castilla-La Mancha / Facultad de Humanidades de Toledo GRADO EN HUMANIDADES Y PATRIMONIO Curso Académico: 2018-2019 LAS ESTELAS DEL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Trabajo de Fin de Grado realizado por: María Isabel Cansino López Dirigido por: Dr. Juan Pereira Sieso 1 0. INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 3 1. EL ESTADO DE LA CUESTIÓN ....................................................................... 5 2. 1.1. LOS INICIOS DE LA INVESTIGACIÓN ..................................................... 5 1.2. ALMAGRO BASCH. EL PRIMER CORPUS SOBRE LAS ESTELAS. ....... 6 1.3. AÑOS 70 Y 80. LAS ESTELAS, A LA LUZ DE LAS COLONIZACIONES. . 8 1.4. LA ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE Y NUEVOS METODOS. ...................11 1.5. LAS ESTELAS EN EL SIGLO XXI. ...........................................................15 APROXIMACIÓN A LAS ESTELAS .................................................................29 2.1. LOS SOPORTES. ....................................................................................29 2.2. LAS TECNICAS DE GRABADO. ..............................................................30 2.3. LOS ELEMENTOS GRABADOS ..............................................................31 2.3.1. LAS ARMAS. .....................................................................................31 2.3.2. LOS ELEMENTOS DE PRESTIGIO. .................................................34 2.3.3. LOS OBJETOS NO FIGURATIVOS. .................................................36 3. NUEVAS ORIENTACIONES EN LA INVESTIGACION. ...................................39 4. LA ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL COMO VIA DE INVESTIGACIÓN. ......44 5. CONCLUSIONES. ...........................................................................................46 6. ANEXO ............................................................................................................49 7. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.......................................................................53 2 0. INTRODUCCIÓN El fenómeno de las Estelas del Suroeste es tan interesante como complejo. Desde que en 1898 se descubriera la primera se losa grabada, los investigadores han ido aportando distintas hipótesis sobre la interpretación de las mismas, configurando un panorama en el que todas las opciones están abiertas, ante la falta de datos concretos que las acoten. El propio título del trabajo es producto de esta falta de consenso, pues a estas piezas se las conoce bajo distintas denominaciones: estelas extremeñas, decoradas, grabadas, de guerrero, por lo que he elegido la posición más neutral, sin inclinarme por ninguna de las posibilidades que han aportado los investigadores, durante más de un siglo. Las Estelas del Suroeste son un conjunto de losas de diferentes materiales y tamaño, grabadas con motivos que remiten a la figura del guerrero y a elementos asociados al mismo. Se localizan principalmente en el suroeste de la península ibérica y se adscriben al periodo del Bronce Final, principios de la Edad del Hierro. La mayoría de las piezas se encontraron en labores agrícolas y se abandonaron en majanos, pasaron a formar parte de tapias o incluso se utilizaron como piezas decorativas en jardines, hasta que llamaron la atención de estudiosos que comprendieron su singularidad y fueron pasando a formar parte de museos y colecciones. Hoy en día se consideran elementos imprescindibles para conocer la protohistoria del cuadrante suroccidental de nuestra geografía. El hecho de que fueran hallazgos accidentales supone para el investigador dos problemas: en primer lugar, en su mayoría carecen de contexto arqueológico, lo que ha impedido su estudio a través de la estratigrafía o de elementos asociados, en segundo lugar, se desconoce en la mayoría de los casos la ubicación original de las mismas, por lo que es difícil la interpretación de su función en relación con el paisaje. Por otro lado, la escasez restos materiales de los asentamientos del Bronce Final impide que se conozcan las condiciones de la sociedad en que se crearon, lo que al mismo tiempo las convierte en documentos excepcionales para el conocimiento de esta etapa bisagra de nuestro pasado. Se trata de tema de interés, que nos es cercano en cuanto a la geografía nacional y regional, forma parte de nuestro pasado, es un asunto de actualidad que continúa vivo tanto por la ausencia de conclusiones a cerca de su significado y 3 función, como por el hecho de que se sigan encontrando más estelas y realizándose publicaciones sobre los hallazgos. El objetivo del presente trabajo de fin de grado es recoger la bibliografía hasta la fecha, exponer las teorías que sobre estos monumentos han hecho los principales autores a lo largo del siglo XX , aproximarnos a la realidad de las losas grabadas y finalmente como se aborda el estudio de las estelas en el siglo XXI, a través de la incorporación de las nuevas tecnologías y la arqueología experimental, las recientes líneas de investigación y las hipótesis que plantean, ante el reto de dar una explicación a los distintos interrogantes se mantienen irresueltos. Este no pretende ser una exposición exhaustiva de todos los trabajos e investigadores que se han ocupado de las estelas, por este motivo, solo se incluirán aquellos que han supuesto aportaciones significativas o nuevos enfoques en el tema. En cuanto a la metodología para realizar esta labor, comencé con la investigación bibliográfica revisando la literatura científica sobre las estelas, monografías y artículos relacionados con la época del Bronce Final, así como de los elementos que forman parte de la iconografía de estas. Como trabajo de campo he visitado los museos donde se recogen las principales piezas: el Museo Arqueológico Nacional en Madrid, Museo de Cáceres, Museo Arqueológico Provincial de Badajoz y Museo de Santa Cruz en Toledo, y realicé fotografías de las piezas expuestas. Finalmente, para conocer cómo se investiga actualmente en el campo de las estelas, acompañé al profesor Pereira y a la profesora Carmen Gutiérrez Sáez de la UAM, en una sesión de trabajo en el Museo de Santa Cruz. Para la elaboración del trabajo, he acompañado el texto con fotografías y de dibujos, la tradicional utilización de estos últimos se justifica por la dificultad de diferenciar los trazos de los elementos grabados. En el capítulo sobre las estelas, he utilizado la estela de Herencias I, por disponer de material fotográfico de alta resolución, proporcionada por el profesor Pereira, y por ser más cercanas a nosotros. En relación con las imágenes, conviene aclarar que las estelas no puestas en escala, pero se dan las dimensiones de los soportes. Por último, con el objetivo de facilitar la comparación entre los autores más significativos he confeccionado una serie de fichas incluidas en el anexo, así como otros esquemas y tablas que se incluyen a lo largo del trabajo. 4 1. EL ESTADO DE LA CUESTIÓN 1.1. LOS INICIOS DE LA INVESTIGACIÓN Durante más de un siglo distintos investigadores han estudiado las estelas del suroeste, desde que, a finales del siglo XIX, Mario Roso de Luna (1898) publicara el hallazgo de la primera en Solana de Cabañas, Cáceres. Hasta hoy el número de estas ha ido creciendo, en la actualidad se contabilizan más de 150 estelas, continúan apareciendo nuevos ejemplares, lo que permite que el fenómeno siga completamente vivo y se realicen publicaciones que aportan nuevos datos. A principios del siglo XX historiadores de España y Portugal se ocuparon de dar a conocer los nuevos hallazgos, como P. Tavares de Proença (1905), Leite de Vasconcelos (1906), Pedro Bosch Gimpera (1921). Pronto llamó la atención de prehistoriadores de la fama de Henri Breuil (1917) quien estudia las armas y los elementos grabados, pero debido a la errónea identificación de la espada de Solana de Cabañas con una espada de antenas, las fecha en la Edad del Hierro. El arqueólogo Juan Cabré, escribe varios artículos sobre las estelas en 1921 y 1923 donde da a conocer la estela de Alburquerque, siendo su principal aportación la conexión de los escudos de las estelas con los modelos del centro y norte de Europa y en especial con el irlandés de Clonbrin. Tras elaborar nuevos dibujos de las estelas extremeñas rechazó la existencia de antenas en los grabados de Solana de Cabañas, lo que le permitió fechar las estelas en la Edad de Bronce (Celestino, 2001: 26). No será hasta 1942 cuando José Ramón Fernández Oxea se vuelva a fijar en las misteriosas losas grabadas. Atraen el interés de arqueólogos como el irlandés Mac White (1947), el profesor de la Universidad de Viena, Richard Pittioni (1948) y el profesor de Harvard, Hugh Hencken (1950), quienes las incorporan dentro del estudio de la prehistoria europea. La primera obra que recogió todas las estelas conocidas fue de José Ramón Fernández Oxea, en 1950, en el artículo “Lapidas sepulcrales de la Edad de Bronce en Extremadura” publicado en Archivo Español de Arqueología, realizó un mapa de distribución geográfica de los doce ejemplares, y un estudio de cada una con dibujos, descripción de sus elementos y un breve análisis, este autor sigue la hipótesis de Cabré en el sentido que las estelas son testimonio del mismo pueblo que realizó las estelas alentejanas, y que proveniente del sur de Portugal se introdujo por el 5 Guadiana y el Tajo (Galán, 1993: 19) Este mismo estudioso contribuye con dos nuevas aportaciones en 1955. Continuaron los hallazgos y publicaciones por distintos investigadores, ampliando el catálogo de estelas conocidas. Figura nº1: Estela de Solana de Cabañas. Dibujo y datos (Celestino, 2001: 348-349). Fotografía, propia. 1.2. ALMAGRO BASCH. EL PRIMER CORPUS SOBRE LAS ESTELAS. En 1966 se publica el que es el primer gran corpus obre las estelas, realizado por el profesor de la Universidad de Madrid y director del Instituto de Prehistoria del C.S.I.C. Martín Almagro Basch, Las Estelas Decoradas del Suroeste Peninsular, un texto que va a establecer el canon que van a seguir los sucesivos estudios sobre este tema. Se trata de una obra de gran formato, dividida en dos partes. La primera es un catálogo que recoge un total de 42 ejemplares entre estelas alentejanas y del suroeste, en la que realiza una ficha para cada una de ellas, con esquema común: soporte (material, medidas, preparación de la piedra), ubicación actual, descubridor, estado de conservación, circunstancias del hallazgo, descripción de los elementos grabados y referencias bibliográficas, e incorpora un dibujo. En la segunda parte, se hace un estudio de los elementos grabados. Identifica: espadas, puñales y machetes, escudos, cascos y yelmos, alabardas, hachas, lanzas, arcos y flechas, escoplos o cinceles, gubias, broches de cinturón, fíbulas, espejos y carros. Relaciona las representaciones con objetos encontrados en la península, como el depósito de espadas de la Ria de Huelva, o en Europa, establece paralelos con otros restos materiales similares, con referencia a su origen, datación y el recorrido que han 6 podido tener hasta llegar a la península. Establece una primera tipología en función de los objetos que se incluyen en las estelas. Martín Almagro data las estelas en función del análisis individualizado de los elementos representados. Afirma que las estelas más antiguas serían las del Alentejo, posteriormente las de tipo II localizadas en la zona de la Beira Alta y del Guadalquivir y Guadiana, y las de tipo II b, las más modernas y alejadas (Almagro Basch, 1966: 197-198) La cronología de las estelas alentejanas el autor establece en una fecha entre 1000-800 A.C y mientras que las piezas del suroeste serían posteriores con una datación entre el 800- 400 A.C (Almagro Basch, 1966: 208). TIPO I Estelas Alentejanas. Bronce II ESTELAS DECORADAS TIPO II Estelas Del Suroeste. Bronce III o Bronce Final. TIPO I a. Estela con idolo dolménico TIPO I b. Estela de panoplias. TIPO II a. Estelas de panoplias. Tipo II b. Estelas con antropomorfos. Figura nº2: Tipología de Estelas de Martín Almagro. Elaboración propia. El profesor Almagro, también realiza una interpretación cultural de estos monumentos. Defiende que la función funeraria de las estelas alentejanas, identificándolas como losas que cubrían cistas de inhumación, y también de las estelas decoradas de tipo II (las estelas del suroeste), que corresponde a la zona de Beira Alta y cuencas del Guadiana y Guadalquivir, basándose en los restos asociados a la estela de Granja Céspedes (Badajoz) y de Solana de Cabañas (Cáceres) y así afirma: “…estas piedras ornamentadas eran estelas funerarias, ofrendadas a personajes importantes de un pueblo al aparecer guerrero, jerárquicamente organizado bajo un caudillo o rey” (Almagro Basch, 1966: 200). La ausencia de necrópolis, le conduce a pensar en la practica del rito de la incineración, consecuencia de la invasión de pueblos germánicos de los Campos de Urnas. La inhumación, asociada la estela conmemorativa, sería reservada para los personajes relevantes, como un rito mediterráneo ancestral preexistente en la península y que perdura al estilo de las tumbas de príncipes centroeuropeos. 7 Por último, Almagro Basch busca el significado histórico de las estelas en los textos grecolatinos, especialmente de Avieno, Herodoro y Herodoto que hablan de un pueblo denominado conio o cinete, habitante de la zona del Algarve. AlmagroBasch lo relaciona con la toponimia de ciertas localidades como Conimbriga y estas gentes serían los creadores de las necrópolis de cistas relacionadas con las estelas alentejanas. Las estelas de tipo II correspondería a un nuevo pueblo unión de los conios originarios del suroeste y de los cempsos conocidos como celtas, pueblo indoeuropeo llegado en el Bronce Final, y que dominó todo el suroeste de la península ibérica (Almagro Basch, 1966: 209-215). La obra se completa con un anexo de fotografías, en blanco y negro, de las estelas y de los paralelos encontrados, para que el lector pueda visualizar el contenido de los textos. 1.3. AÑOS 70 Y 80. LAS ESTELAS, A LA LUZ DE LAS COLONIZACIONES. En 1968 se celebra el primer simposio sobre Tartessos en Jerez de la Frontera, que significó un giro a la búsqueda del pasado protohistórico de la península ibérica, en la que Tartessos deja de ser un reino mítico para ser una realidad histórica cuyos perfiles comienzan a dibujarse, y progresivamente se reconoce la importancia de la colonización fenicia y griega. Durante los siguientes años se publicarán los hallazgos de nuevas estelas a medida que iban sucediéndose, pero no surgieron teorías alternativas mediados de los años 70, cuando Volker Pinkel (1974), arqueólogo alemán y profesor de las universidades de Marburg y Bochun, publica un artículo sobre las mismas, donde desarrolla una clasificación, de profunda repercusión en los años siguientes, pues supone el comienzo del reconocimiento de importancia a la influencia “FeniciaTartésica”, especialmente presente en los modelos más elaborados (estelas con elementos de accesorios y antropomorfos). En 1977, Mario Varela Gomes, arqueólogo y profesor de la Universidad Nova de Lisboa, y J. Pinho Monteiro, médico, publican un artículo sobre la necrópolis de Heredade do Pomar, en la región portuguesa del Alentejo, datada en la Edad de Bronce, donde se encontraron restos óseos asociados a cistas de inhumación y dos estelas que encuentran en las cercanías, las denominadas Evirdel I y Evirdel II. La primera es una estela alentejana (tipo I) y la segunda una estela del tipo extremeño (tipo II), por lo que Varela Gomes realiza un estudio comparativo entre ambos tipos. 8 En relación con las estelas del tipo II, las que se corresponden con las denominadas por nosotros estelas del suroeste, establece analogías con las 27 piezas que se habían encontrado hasta la fecha, y realiza una clasificación de estas en cuatro subtipos (Gomes y Monteiro, 1977: 185-188): • Subtipo II a: con la composición escudo en posición central, espada, lanza en paralelo. • Subtipo II b: escudo, espada y lanza, espejo, peine, fíbula, carro y casco. • subtipo II c: se introduce un personaje antropomorfo, el tema es “el guerrero rodeado de sus objetos”. • Subtipo II d: se narran momentos de la vida del guerrero y un segundo nivel se representan las escenas relativas su funeral, con otros antropomorfos o figuras de animales. Figura nº3: Clasificación de estelas, según composición, de Gomes y Monteiro. Datos y dibujos nº1,2,3, (Celestino:342, 343, 359, 422). Dibujo nº4 Gomes y Monteiro. Elaboración propia. Para establecer una cronología de las estelas, analizan los elementos de los distintos subtipos, y su dispersión geográfica. Parten del planteamiento de Almagro Basch sobre el origen centroeuropeo de los pueblos que crearon las estelas tipo II. a, y anticipan las invasiones de estos al siglo XI-X A.C, de acuerdo con dataciones de radiocarbono en la cerámica tipo boquique y de espadas, asociadas a los pueblos celtas halladas en el castro de Castillo de Henayo (Álava). Por el contrario, los elementos de los tipos b, c y d: peines, fíbulas, espejos y carros, se asocian al mundo mediterráneo y serían fruto de los primeros contactos comerciales de los fenicios, 9 que sitúan a partir del siglo X. Las estelas tipo c se datan entre el siglo IX a VIII y las enmarca dentro de un proceso de transformación de los pueblos indígenas que están asimilando la nueva cultura fenicio-tartésica, siendo las más modernas las del tipo II. d. que se fechan a finales del siglo VIII A.C (Gomes y Monteiro, 1977: 194-197). Gomes y Monteiro ven una evolución en el tiempo y un proceso de difusión geográfica con dirección norte-sur, e interpretan los diferentes formatos de las estelas como producto de una evolución social, y así en los tipos II a y b, las armas tienen un lugar central, se privilegia la representación de emblemas de la comunidad asociadas al difunto, mientras que en los formatos II c y d, la figura protagonista es el antropomorfo y sus pertenencias personales que le dan el estatus. La función funeraria de las estelas que desde el principio había quedado asumida, queda ahora reforzada por su función memorialista, que facilita el recuerdo de personajes relevantes para la comunidad (Gomes y Monteiro, 1977: 198-199). En 1977, Almagro Gorbea publica El Bronce Final y el Periodo Orientalizante en Extremadura, donde incluye nuevos hallazgos de estelas y establece una nueva tipología. El estudio de los objetos representados le lleva a una solución que acepta el origen centroeuropeo de algunos materiales y el mediterráneo de otros. Como novedad introduce el concepto de precolonización, entendida como una serie de contactos comerciales previos al asentamiento de colonias fenicias que será básico para entender el Bronce Final, en un periodo denominado “Protoorientalizante” (Celestino, 2001: 32). Ese mismo año, Manuel Bendala Galán publica en la revista Habis el artículo “Notas sobre las estelas decoradas del suroeste y los orígenes de Tartessos”, en el que defiende la hipótesis que relaciona las estelas con el mundo griego, y las sitúa en torno al siglo VIII A.C. Se basa fundamentalmente en el origen mediterráneo de los elementos representados: espadas, cascos, escudos, los carros de dos ruedas y especialmente las liras que relaciona con la phormix que aparece representada en la cerámica del periodo geométrico griego. Este autor observa paralelismos entre la estela de Ategua y los vasos de Dipylon, del periodo citado, tanto en el estilo esquemático que ambas comparten, como en el contenido de las escenas, dispuestas en vertical, que representan momentos del funeral de personajes relevantes con una danza ceremonial, cuadrúpedos junto al difunto yacente en una pira y en la zona inferior de ambas una escena con carros (Bendala, 1977: 191-193). La influencia del mundo del Egeo, en la sociedad indígena peninsular, mediante la 10 acción colonizadora greco-chipriota, sería fundamental para el fenómeno de las estelas y el desarrollo de Tartessos (Bendala, 1977: 202-203). Figura nº4: Comparativa de escena y estilo. Estela de Ategua (Fotografía Wikipedia). Dibujo (Bendala, 1977: 192) y Vaso de Dipylon, del Metropolitan Museum de Nueva York, periodo Geométrico Griego (750-735 A.C). Elaboración propia. Durante los años 80 continúan los nuevos hallazgos de estelas. Los estudios sobre estas, se basan en la interpretación o significado que se le había otorgado y no se generan nuevas ideas 1.4. LA ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE Y NUEVOS METODOS. En 1991, aparece en el nº48 de Trabajos de Prehistoria un artículo de Belén, Escacena y Bozzino con el título “El mundo funerario del Bronce Final en la fachada atlántica de la península ibérica. I. Análisis de la documentación”, donde revisan las necrópolis y tumbas de la zona oeste de la península que se han atribuido al Bronce Final (1.200-750 A.C) e incluyen las estelas, por la función funeraria que se les había asignado en la bibliografía tradicional. Los autores llegan a la conclusión de que no existen hallazgos suficientes como para establecer un patrón común a toda el área, pues se ven inhumaciones en cista en monumentos megalíticos, tumbas o cuevas o incineraciones, de manera coetánea. La práctica inexistencia de registro funerario, en toda la fachada atlántica en el Bronce Final, lleva a pensar a los autores en la existencia de una relación cultural entre todas ellas y coligen la práctica de algún tipo de ritual funerario que no deja huellas en el registro arqueológico, por parte de las 11 gentes que habitaban el área occidental (Belén, et al, 1994: 252). Se cuestiona la asociación tumba-estela y se refieren a la posibilidad, apuntada por Ruiz Gálvez, de una función de señalización territorial para estas losas grabadas, similar a las piedras vikingas de la zona de Dinamarca estudiadas por Randsborg.( Belén, et al, 1994: 247). En el año 1993 Eduardo Galán Domingo, publica Estelas, paisaje y territorio en el Bronce Final del suroeste de la península ibérica, y supone la ruptura de la visión tradicional de las estelas como monumentos funerarios, tras más de veinticinco años de aceptación general. Propone nuevas hipótesis gracias a la aplicación al presente fenómeno de innovadores métodos, vinculados en su mayoría a la arqueología del paisaje, como geología, estudios palinológicos, localización por coordenadas UTM de las estelas, creación de una base de datos de los objetos representados y análisis multivariantes, antropología y etnoarqueología. Por otro lado, el número de estelas había crecido, siendo 74, cuatro de ellas diademadas y una de representación parietal, lo que permitía tener una visión más amplia del fenómeno. Realiza un estudio a una escala micro con el análisis del binomio espacioestela, y a escala macro con un estudio vinculándolo a las distintas áreas comarcales de las cuencas del Tajo y del Guadiana, buscando puntos de conexión. Su investigación tiene un punto de partida diferente, pues niega que las piezas se hayan encontrado fuera de su ubicación original, tan solo se habrían desplazado a las lindes o a majanos, lo que le permite estudiar el contexto en el que los creadores de las estelas las situaron (Galán, 1993: 32). Su primer objetivo es analizar el marco espacial donde se han hallado las piezas, para conocer donde vivían los pueblos del Bronce Final, con qué recursos contarían y las vías de comunicación. Para ello examina los recursos minerales que se encuentran cercanos a los hallazgos, la vegetación y el clima con el objetivo de aproximarse a como era el paisaje y el posible aprovechamiento agropecuario, las costas y los ríos para conocer las vías de comunicación y de penetración de productos e ideas desde el mar, y el relieve para conocer los pasos y caminos transitados. Tras el estudio paleoambiental, y a la vista de que no están asociadas especialmente a los recursos naturales (Galán, 1993: 36). Galán Domingo concluye que las estelas serían marcadores espaciales, que facilitan el viaje de poblaciones nómadas en un amplio espacio donde señalan zonas de paso, otra función sería delimitar territorios concretos de comunidades asentadas frente a otras, o introducir de una manera visual el nuevo concepto de territorio, en comunidades que se hallan inmersas en procesos de sedentarización, en estos dos últimos supuestos serían marcadores de límites territoriales (Galán, 1993: 38). 12 Si entendemos las estelas como señales, el autor supone que contienen alguna forma de lenguaje ideográfico, representaciones simbólicas, un medio de comunicación complejo pero entendible para la gente de la época. Se toman como piezas lingüísticas: los escudos, espadas, lanza, figura humana, cascos, espejos, peines, fíbulas, carros, arcos y animales, su presencia/ausencia y posición dentro de la estela; y a través del análisis de datos se buscan patrones o secuencias que se repitan, así como el área donde predominan las principales combinaciones (Galán, 1993: 43-50). Por otro lado, abre la posibilidad de que esos objetos no tuvieran un sentido de correspondencia con el referente real, sino que las comunidades lo adoptaran por imitación de sus vecinos a los que quisieran emular, o que su importancia no fuese por la función del objeto sino por su carácter especial de bien de prestigio (Galán, 1993: 52). Todas esas poblaciones del suroeste peninsular, donde aparecen las estelas, participan de ese lenguaje con función de indicador de poder. Esa proyección de fuerza tiene sentido en sociedades que viven procesos de transformación, como en el bronce final, donde están apareciendo diferencias dentro de las comunidades y configurándose los grupos privilegiados, fortalecen su posición a través de estas manifestaciones. Las estelas marcan el estatus: del pueblo al que pertenece, de parte de la comunidad, de un individuo, o las tres por inclusión (pueblofamilia-individuo), con un objetivo hacia dentro de la comunidad como reforzador de una posición privilegiada, y hacía fuera, advirtiendo a los visitantes del estatus del grupo. Del estudio de la composición de las estelas el autor (Galán, 1993: 50) considera que pueden diferenciarse seis grupos: • Grupo 1: sin antropomorfo, protagonismo del escudo. • Grupo 2: con antropomorfo, pero con menor importancia que el escudo. • Grupo 3: antropomorfo con espada en cinto y escudo escotado. • Grupo 4: antropomorfo con espada en cinto y escudo redondo. • Grupo 5: estelas con composición formal libre. • Grupo 6: estelas con composición formal libre en la zona del Guadalquivir. 13 Figura nº5: Clasificación de estelas, según su composición, por Eduardo Galán Domingo. Fuente: Datos y dibujos del autor. Anexo nº catalogo 32, 45, 39, 46, 52, 69. (Galán, 1993: 93-110). Elaboración propia. Para este autor, el fenómeno de las estelas tendría su inicio en época precolonial. La llegada de los objetos importados, en épocas tempranas, queda atestiguada por sus hallazgos y son consecuencia de las relaciones comerciales que ya existen en el Bronce Final. Se admite la procedencia atlántica o mediterránea de los elementos representados, pues en la zona de las estelas confluyen ambas rutas. Para explicar el comercio en el Mediterráneo, adopta el modelo centro-periferia, pero añade un tercer elemento: el margen, donde quedaría la península ibérica, como receptora de bienes, que serían tomados por la sociedad indígena como elementos exóticos, de prestigio para las elites. El autor especula con la posibilidad de que estos objetos, por su condición de exclusivos, estarían fuera del concepto de comercio que tenemos en nuestra economía de mercado, semejante al modelo del Kula o de intercambio de dones, cuya finalidad es establecer relaciones o alianzas con otras comunidades (Galán, 1993: 63). Buscando referentes en el exterior de la península Galán encuentra paralelismos en las conocidas como “piedras de héroes” de la India, que poseen un valor conmemorativo, y por otro lado con representaciones de objetos de valor que son sustitutivas de ofrendas del mundo nórdico. En cuanto a la cronología, niega la posibilidad de fechar las estelas a través de la datación de los referentes reales de los objetos grabados. No da una fecha concreta para la aparición de las primeras estelas, pero lo contextualiza en el Bronce 14 Final, fase proto-colonial, siendo las más antiguas las de la zona del Tajo. Su fin estaría asociado a la creación de colonias fenicias, que modifican las rutas comerciales tradicionales en el siglo VIII A.C. (Galán, 1993: 79). El trabajo de Eduardo Galán ofrece nuevos caminos de indagación que quedan sin conclusiones definitivas por la falta de información y la escasez de restos arqueológicos de la época, si bien los últimos estudios sobre las estelas refuerzan la hipótesis de este autor sobre la función como marcadores territoriales, como veremos más adelante. 1.5. LAS ESTELAS EN EL SIGLO XXI. En el año 2000 se Manuel Bendala Galán publica Tartesios, Iberos y Celtas, de. Se trata de una obra destinada a un público interesado en la protohistoria, no dirigido a la comunidad científica, en la que no hay referencias, ni citas bibliográficas. Mantiene su tesis inicial que sitúa el fenómeno de las estelas en el periodo formativo de Tartessos entre el siglo XI-VIII A.C. en una sociedad en transformación, que se está organizando territorialmente en fase de protoestado, jerarquizada, en la que las elites controlan los recursos agropecuarios y los depósitos de minerales, especialmente el estaño, al tiempo que facilitan el comercio. Dentro de esa sociedad, la guerra y por ende la figura del guerrero son de suma importancia y las estelas son expresión de su estatus privilegiado. El autor también afirma que la exhibición de armas y objetos de prestigio no corresponde a una realidad, sino que conforman un lenguaje que era entendible por los miembros de aquellas comunidades. “las estelas no contienen representaciones derivadas de la inspiración “artística” de sus realizadores en cada caso, sino expresiones de un lenguaje formal bastante rígido y perfectamente codificado. Se trata de una especie de lenguaje ideográfico, que se expresa en formas y signos convencionales que aluden a realidades u objetos concretos, pero que se combinan en una suerte de escritura; las figuras y sus nexos aluden a conceptos y transmiten mensajes de gran nitidez para sus autores y su ambiente, con una eficacia comunicativa basada en la constancia y regularidad en la preservación de las figuras, en su sintaxis o combinaciones significativa” (Bendala, 2000: 70-71) Tanto el origen de los elementos representados como el simbolismo de ellos se relacionan con el Mediterráneo Oriental, y los agentes del Egeo que llegaron a la península como consecuencia del fin del mundo micénico, buscando metales. El escudo parece tener una significación especial, tanto por la frecuencia con la que se graba, como por la posición central que ocupa en muchas piezas y el gran tamaño que tiene en relación con los otros objetos representados, razones que inducen al 15 autor a interpretarlo como emblema (Bendala, 2000: 71) Los carros se relacionan con el mundo funerario y el viaje al más allá (Bendala, 2000: 74) La función de la estela es pues funeraria, aunque también ensalza la figura del guerrero que representa junto con sus armas y objetos de prestigio, incluso el autor conjetura con el hecho de que los cascos de cuernos con los que en ocasiones va tocado el antropomorfo simbolicen poderes más allá de un simple humano, para ser considerado como un héroe o un dios (Bendala, 2000: 77), esta posibilidad que empieza a tomarse en cuenta y después en 2012 será desarrollada por Tejera y Fernández Rodríguez . En 2001 aparece en el mundo editorial la tesis de Sebastián Celestino Pérez, bajo el titulo Estelas de guerrero y estelas diademadas. La precolonización y formación del mundo tartésico. Se trata de un trabajo exhaustivo que recoge las investigaciones que durante más de un siglo se habían ido realizando y 50 años desde el gran corpus de Almagro-Basch, y las revisa a la luz de los datos arrojados por las nuevas tecnologías, sin renunciar al tradicional estudio compositivo y de la distribución geográfica. El número de estelas que estudia son 95 de las que 6 son estelas diademadas y 89 son las denominadas estelas de guerrero, el incremento considerable de losas permite definir mejor la geografía, morfología y tipología de las estelas. Por último, elabora un catálogo de todas las estelas que se conocen en ese momento, que contiene un dibujo y una ficha en la que se detalla: localización, técnica (soporte y técnica de grabado), elementos decorativos, ubicación y bibliografía. En cuanto a la relación de las estelas con el paisaje en un estudio macro, determina cuatro áreas geográficas. • Zona I: Sierra de Gata • Zona II: Valle del Tajo-Sierra de Montánchez. • Zona III: Valle del Guadiana- Valle del Zujar. • Zona IV: Valle del Guadalquivir. En cuanto al estudio micro, estela-enclave, reconoce la dificultad para una investigación concluyente por el modo en que se han hallado la mayoría de las piezas. Ante la disyuntiva de las dos grandes corrientes sobre la función de las estelas de acuerdo con el estudio de su lugar de hallazgo, el autor se inclina por la función funeraria, por su localización aislada en el paisaje, alejadas de poblados y de recursos naturales, y descarta que hayan sido utilizadas como marcadores territoriales pues no hay una buena visibilidad en los lugares elegidos, y su ubicación 16 no se corresponde con las vías de comunicación principales que podían haber sido utilizadas en la época (Celestino, 2001: 76-77). El aumento significativo de monumentos permite al autor realizar un completo análisis de las piezas en tres aspectos: los soportes, las técnicas de grabado y la composición escénica. De acuerdo con la disposición de los objetos en la piedra el autor (Celestino, 2001: 92-97) diferencia tres tipos: 1. Losas de composición básica. La piedra sustituye al cuerpo del guerrero y las armas tienen una disposición rígida que corresponde con su lugar natural. - Escudo: elemento principal, en el centro, equidistante de los extremos. Su lugar corresponde a la posición de defensa cubriendo el cuerpo. - Lanza: zona superior, posición horizontal orientación izquierda. Su disposición es de ser blandida sobre la cabeza. - Espada: zona inferior, posición horizontal orientación de la hoja a la derecha. Su colocación corresponde a ser sujeta al cinto o la mano. 2. Estela básica con objetos de prestigio. Se van añadiendo objetos, con una situación acorde con la posición que tendría si la estela fuera el cuerpo del guerrero. - - Zona superior, lateral. (por orden de aparición cronológica): o Espejo o Peine o Fíbula o Casco cónico, superior central. Zona central: o - Arco y flechas, en paralelo al escudo, a la altura de los brazos. Zona inferior: o Carro, a los pies del guerrero. 3. Estela con figura antropomorfa. La piedra deja de simbolizar el cuerpo del guerrero y los objetos cambian de situación, poniéndose en relación con el individuo. El escudo va desplazándose, y tomando una posición secundaria respecto del antropomorfo. Al combinar las tipologías basadas en la dispersión geográfica y en la composición, observa la prevalencia de las losas con composición básica en la zona I, del Zújar, mientras que en la zona II y III conviven los tres tipos de estelas, y en la zona IV hay una preminencia de losas en que el antropomorfo es el protagonista. 17 Figura nº6: Tipología de estelas de acuerdo con la composición de los grabados, a partir de Sebastián Celestino. Dibujos Sebastián Celestino (2001). Fotografías y elaboración, el autor. De acuerdo con la historiografía tradicional, Sebastián Celestino aborda el estudio de los elementos grabados en las losas. A diferencia de otros autores, considera que no pueden sacarse conclusiones cronológicas basándose en el estudio tipológico de las armas o de los objetos de prestigio. Uno de los más extensos e interesantes capítulos es el dedicado a los escudos, el autor llega a la conclusión de que los escudos con escotadura son un diseño indígena realizado en materiales perecederos, madera y cuero, y situándolos cronológicamente en el siglo XI A.C. (Celestino, 2001: 150) Se incluye en la investigación los puntos o cazoletas que aparecen en casi todas las estelas, barajando la hipótesis de que sea un sistema ponderal, con lo que haría alusión al control del comercio, que correspondería a los jefes de las comunidades (Celestino, 2001: 181-185). Los últimos capítulos están dedicados a entender la sociedad y el contexto en el que se desarrolla el fenómeno de las estelas, correspondiente con el bronce final. Celestino da como punto de origen la Sierra de Gata, basándose en su tipo básico, de configuración: escudo-espada-lanza (Celestino, 2001: 305). La clase dirigente indígena comienza con la exhibición de armas. La conexión de las primeras estelas de guerrero y las estelas diademadas permite fechar el comienzo del fenómeno en el siglo XII, basándose la aparición de la orfebrería atlántica. Desde el noroeste se produce una expansión hacia el sureste de este pueblo, bajo la dirección de jefesguerreros, a la búsqueda de nuevos pastos para el ganado (Celestino, 2001: 271, 18 304). A partir del siglo X y IX, se producen transformaciones generadas como consecuencia de los contactos comerciales con agentes llegados del Mediterráneo. El autor observa que a medida que las estelas son más meridionales, las armas ceden el protagonismo, en favor de los exclusivos objetos mediterráneos. La exhibición de riqueza y poder cambia, esto puede entenderse como resultado de una modificación en el modo de ejercer el dominio por las elites, que ahora se funda en el control del territorio y de las vías pecuarias y de comunicación, todo ello consolidado por alianzas. La estabilización de la situación permite que los poblados abandonen posiciones de defensa en lugares altos, y se asienten en las zonas llanas y fértiles (Celestino, 2001: 308). A partir del siglo VIII, cuando se crean las primeras factorías fenicias, el fenómeno de Tartessos eclosiona, sirviéndose de las ya existentes estructuras de jefaturas y su experiencia con agentes de otros lugares como el Atlántico o el Egeo. Toda esa base previa facilita el comercio y potencia los cambios, que darán lugar a una nueva etapa orientalizante. Antes hemos comentado, como Sebastián Celestino descartaba la función de marcador territorial para las estelas, afirmando su función funeraria. El problema que recoge el autor, y ha sido puesto de manifiesto anteriormente, es que no existe un registro arqueológico que permita conocer el mundo de las ideas y rituales asociados a la muerte. Esa foto en negativo indica a los investigadores que en el Bronce Final se practicaba algún tipo de ceremonia que eliminaba los cuerpos. El único resto de cultura material que se asocia a ritos funerarios son las estelas. Solo se ha podido establecer una relación directa con estas, en el caso de Solana de Cabañas, Granja Céspedes, Córdoba II asociadas a restos de cenizas, y como reutilizaciones en Setefilla y Cancho Roano. La cremación es una posibilidad que tiene lógica, en cuanto no deja rastros por si sola. Esta costumbre pudiera responder a la influencia de los Campos de Urnas o del mediterráneo Oriental o ritos del mundo atlántico relacionados con cursos de agua. El autor también recoge la hipótesis de Manuel Bendala sobre la influencia del Geométrico griego en la estela de Ategua. En el periodo orientalizante conviven la inhumación y la cremación como ritos funerarios. Las estelas es un fenómeno indígena, que se transforma por la influencia exterior, a lo largo del tiempo. Es posible que el sentido conmemorativo y de exhibición de riqueza que se intuye en las estelas desapareciera al tiempo que el estatus político y económico se manifiestan por otros medios. El fin de estas piedras grabadas queda marcado por su reutilización en Cancho Roano, en el siglo V A.C. 19 En 2004, se publica el primer libro sobre las estelas en el panorama internacional: Symbols and Warriors, Images of the European Bronze Age, escrito por Richard J. Harrison. Este autor considera a las losas como un medio de expresión de valores sociales, usando imágenes estereotipadas como medio de conmemoración de determinados individuos. A través de los grabados se puede llegar a conocer la cosmovisión del pueblo que los creo, lo que los convierte en un documento excepcional para acercarnos a la Europa del Bronce Final. En ese periodo se producen transformaciones económicas y sociales, fruto de una nueva ideología. donde el individuo cobra cada vez más importancia respecto de la comunidad, culminando con la aparición de las jefaturas, un sistema que perdurará, para este autor, durante toda la Edad de Bronce en el occidente de Europa. Las estelas son un reflejo de estos cambios, pues se plasma en la piedra un lenguaje iconográfico del poder que nos remite al mundo atlántico, que conecta las Islas Británicas, Francia y el oeste de la península ibérica. Estos monumentos también tienen un papel activo en la propagación y mantenimiento del poder por parte de una elite guerrera (Harrison, 2004: 179) Harrison fecha las estelas en entre el 1250 a 750 A.C. El fenómeno comenzaría con los contactos comerciales del siglo XIII A.C que se extiende desde el Egeo hasta Irlanda, anterior a la instalación de colonias fenicias. Ubica este fenómeno dentro de la tensión por el control de los recursos ganaderos en un paisaje de la dehesa, donde las estelas tendrían un papel de marcador territorial, dentro de un significado más amplio (Harrison, 2004: 180). Este autor (Harrison, 2004: 180) diferencia cuatro áreas geográficas: • Zona I: Sierra de Gata. • Zona II: Valle del Tajo, Montánchez. • Zona III: Valles del Guadiana y Zújar. • Zona IV: Valle del Guadalquivir. Este autor reconoce una función funeraria de estas losas, a pesar de que la mayoría no se hayan encontrado asociadas a tumbas y carecen de un contexto arqueológico que determina esa asociación. Harrison plantea la curiosa hipótesis de que la ausencia de restos humanos fuera motivada por los ritos que hacen desaparecer los cuerpos al ser devorados por fieras, al igual que ocurre en el oeste de Francia y las Islas Británicas (Harrison, 2004: 180). 20 Los objetos representados en las losas eran posesiones de los individuos a los que se conmemora y no simples iconos de prestigio. Los objetos grabados serían parte del ajuar del guerrero, dentro de un comportamiento compartido en el Bronce Final de Europa, pero con particularidades regionales. Se pone de manifiesto que las elites compartían una ideología común que exalta la figura del guerrero y los valores asociados a su persona (Harrison, 2004: 183-184). Completa su obra con un estudio de cada uno de los objetos grabados y un catálogo donde recoge un total de 105 estelas, con fichas que incluyen dibujos, circunstancia de descubrimiento, soporte (material y dimensiones) y otros comentarios (Harrison, 2004: 187-325). En algunos ejemplares realiza una reinterpretación de la imagen, en la que el autor propone su propia idea sobre el significado de los elementos de la composición, como en la estela toledana de Aldeanueva de San Bartolomé (Harrison, 2004: 228-229). Figura nº7: Comparativa de los elementos grabados en la estela de San Bartolomé (Harrison 2004: 229). Imagen A: (Celestino, 2001: 356) Imagen B y C, (Pacheco et al; 1998) El último gran trabajo de síntesis, sobre las estelas es la de realizada en 2009 Marta Diaz-Guadarmino Uribe, con el título Las Estelas Decoradas en la Península Ibérica, bajo la dirección del profesor Martín Almagro-Gorbea, de la Universidad Complutense de Madrid. Esta obra, por la estructura formal de la misma, ahonda en los objetivos y la metodología de la investigadora, proporcionando una información 21 adicional que los libros especializados de autores conocidos no abordan. La exposición de las metas permite visualizar el sentido de investigación, así como la metodología nos da a conocer el camino que ha seguido para llegar a las conclusiones. Su idea es utilizar los restos materiales para a partir de ellos recomponer la sociedad en la que se crearon. Se ocupa de estelas antropomorfas y estelas-menhir, estelas alentejanas y estelas del suroeste, pero nosotros vamos a centrarnos en la parte que se refiere al tercer tipo. En su estudio el número de ejemplares se amplía a 115 estelas y 3 paneles de Arroyo Tamujoso y La Serrezuela. Para Diaz-Guadarmino cuando nos enfrentamos a un resto de cultura material y buscamos su significado le estamos atribuyendo un contenido más allá de lo aparente. Nos preguntamos en el caso de las estelas que pretendían comunicar los autores de las estelas cuando las realizaban: respeto, veneración, poder, honor, orgullo, posesión. Se aborda el estudio de las estelas como si de un lenguaje se tratara Para ello debemos descifrar el contenido de las estelas: sus elementos representados y conocer la voluntad de los creadores de las piezas, si querían comunicar voluntariamente un mensaje o si tan solo son indicios que nos permiten sacar información de estas. Las estelas son parte pasiva y activa en el contexto socio-económico. Por una parte, son resultado de las relaciones de poder y de producción, de la sociedad que las crea y por otro lado son generadoras de este, al participar en la configuración de los nexos que se establecen en la comunidad (Diaz-Guadarmino, 2009: 50). Resalta que, tradicionalmente, el estudio de las estelas se ha centrado en su iconografía y rasgos formales y a partir de ellos los autores han elaborado sus teorías y clasificaciones, y expone las distintas hipótesis que, sobre la procedencia de los objetos representados, la cronología y el significado se barajan, sin que en el presente exista una opinión pacifica en torno a estos temas. Uno de los problemas al que se han enfrentado todos los investigadores es el hecho de que las estelas se han encontrado de manera casual, lo que ha impedido estudiar su registro arqueológico. Ante este contratiempo, se ha establecido la cronología de las piezas a través del estudio de los objetos representados y la datación de estos. Pero se pueden representar objetos antiguos, que tengan un valor especial en la comunidad, por lo que la fecha resultante sería errónea. También sería incorrecta la datación por el paralelismo entre el objeto grabado y el objeto real, si como afirma Galán estos son 22 solo símbolos y no existe una correspondencia cronológica entre el momento en que se graban y el momento en que aparecen (Diaz-Guadarmino, 2009: 52) La autora (Diaz-Guadarmino, 2009: 334) analiza las estelas, desde el punto de vista del “formato iconográfico”, diferenciando tres tipos: • Tipo B: Básico. Se representa la panoplia básica del guerrero: escudo, lanza y espada. • Tipo B+O: formato básico al que se han añadido otros objetos: espejos, carros, cascos, fíbulas, peines y liras. • Tipo A: formato con antropomorfo, incluye una figura humana o más, acompañada de otros objetos: escudo, lanza, espada, y tocados, cascos, cuernos, fíbulas, espejos, peines, pinzas, instrumentos musicales, carros, perros, series de puntos, navaja de afeitar, arcos flechas o carcaj. Imagen nº8: Fuente, Datos Diaz Guadarmino 2009. Dibujos: Almagro-Basch. 1966:84) Almagro-Basch (1974: 25-28), Tera S, L.L (2005). Fotografías y elaboración, el autor. Admite Diaz-Guadarmino que existe una evolución en las estelas. Las más antiguas son las básicas que se datan a partir de ca. 1400/1250. Las de tipo B+O y las A, serían coetáneas y estarían situadas a partir de ca. 1200/1050 A.C (DiazGuadarmino, 2009: 334). La diferencia formato puede suponer un cambio de significado siendo fundamental la inclusión del antropomorfo, y así para Gomes y Monteiro, el tipo B y B+O tienen un valor emblemático y el tipo A, un valor conmemorativo, individual. Para Barceló el cambio iconográfico expresa el cambio hacía una Sociedad de Roles, con competencia por el control de la riqueza, y 23 finalmente Harrison ve en la inclusión del antropomorfo un cambio iconográfico que tiene como objeto reafirmar la autoridad en una sociedad en transformación. (DiazGuadarmino, 2009: 410) Advierte la autora que los objetos representados tienen una procedencia mediterránea, relacionándolos con el comercio del periodo precolonial (1200/1100 AC y las liras 1400/1300 A.C.) si bien reconoce que no todos tienen un contexto arqueológico claro (Diaz-Guadarmino, 2009: 336). Se han encontrado: espadas, puntas de lanza, regatones, puntas de flecha, fíbulas de codo o cascos. DiazGuadarmino baraja tres opciones para el origen de los referentes: a. Son propios de las sociedades indígenas. b. Son importaciones producto de las relaciones comerciales atlánticas y mediterráneas, ello nos informaría de cuando comenzaron los contactos. c. Son fabricaciones locales a imitación o inspirados en productos importados, adaptándolos a los gustos indígenas. d. Los objetos metálicos encontrados en su mayoría son de factura local, de acuerdo con el análisis de la aleación con la que fueron realizados, y en el caso del depósito de Huelva tienen una composición similar, lo que es indicativo de un origen común. En las espadas se utiliza la tradicional técnica del bronce binario, que se relaciona con la metalurgia del Mediterráneo Oriental y no del Atlántico. (Rovira 2007: 156-157, en Diaz-Guadarmino, 2010: 352) Para los objetos que no se han encontrado en la península, como carros, espejos y liras, ha de buscarse su origen, que la autora identifica con el Mediterráneo Oriental. Una línea de historiadores se inclina por admitir la presencia de los objetos representados y no hallados, en tanto y cuanto se han hallado otros objetos de procedencia exterior, en su mayoría del Mediterráneo Oriental, que probarían la existencia de distintos “vectores de interacción” con esas áreas, señalando la autora (Diaz-Guadarmino, 2009: 353) tres vías: • Vector Micénico: 1400-1200/1100 AC, identificado por las cerámicas de Montoro y el hallazgo de “cerámicas a torno, cuchillos de hoja curva y hachas de enmangue directo”. • Vector Chipriota 1100-900 AC. En este periodo hay que situar la llegada a la península de los carros y las liras. No se han encontrado carros, pero si pasarriendas en la Ria de Huelva. Una vía de conocimiento indirecto de estos 24 artefactos se podría haber producido a través de la difusión de cerámica micénica decorada con motivos de carros. • Fenicios, ya en época orientalizante. A partir del 800 A.C. En último caso las comunidades indígenas pudieron conocer los objetos a través de la decoración de objetos, como la cerámica, que llegaron antes los referentes reales (Diaz-Guadarmino, 2009:410). En cuanto los objetos representados, la autora examina su presencia en las estelas según el formato y distribución geográfica de las piedras grabadas y así como sus referentes, si los hubiera. Se acompaña de un mapa de localización de las estelas, para cada uno de los objetos representados. Para conocer el significado de las estelas uno de los elementos es el estudio de su ubicación, Marta Diaz-Guadarmino abre la posibilidad de que no existiera un único criterio para la localización de las piezas, sino que fueran erigidas en lugares de significación especial como lugares de paso, de celebración de ritos o por ser lugares sagrados donde ya había otros restos megalíticos. La escasez de restos de cultura material de esta época de poblados y la ausencia de necrópolis impide llegar a conclusiones definitivas, pero si puede establecerse una conexión del fenómeno de las estelas y el proceso de sedentarización que vive la población del suroeste peninsular en el Bronce Final, pues estos monumentos pueden haber jugado un papel activo en los procesos de territorialización y de fijación de población. Otro proceso que se produce en el Bronce Final es la progresiva diferenciación social y aparición-consolidación de las jefaturas. Si bien la posición dentro de la comunidad es fijada por el parentesco y el linaje, los objetos de prestigio juegan un papel activo como medio de exteriorizar esa diferenciación, son un medio de materializar la desigualdad y facilitar su reconocimiento. El control de la producción, comercio, uso y amortización de esos bienes exclusivos son fundamentales en la creación y legitimación de esos grupos privilegiados, de acuerdo con dos modelos diferentes que la autora reseña (Diaz-Guadarmino, 2009: 404): • Teoría Económica-política de Earle: en la que las elites controlan la producción e intercambio de bienes de subsistencia y especialmente de los bienes de prestigio. • Teoría de M. Rowlands y K. Kristiansen. de acuerdo con el punto de vista del marxismo estructural, los bienes de prestigio quedarían al margen del 25 comercio, y serían un medio para afianzar alianzas y matrimonios, la posesión de un objeto tan exclusivo hace que no puedan transmitirse, hay una vinculación persona-objeto. El fin de las estelas llega con los fenicios, en el siglo XI, y las últimas estelas se localizan en el interior en el siglo VIII algunas ya como reutilizaciones o como soporte para inscripciones epigráficas (Diaz-Guadarmino, 2009: 358). La autora establece una relación entre todas las estelas decoradas, compartirían una iconografía relacionada con los ancestros, y su función de legitimación. A través de la colocación de una estela se asocia una comunidad con un territorio, pudiendo reclamar determinados recursos como agua o pastos. Por otro lado, la vinculación con los ancestros se relaciona con el linaje, que como hemos visto en el Bronce Final determina la posición social y por ende una situación de privilegio dentro de una sociedad jerarquizada. Las estelas tendrían pues una función de territorial, hito espacial y de iconografía del poder, siendo también compatible con la función conmemorativa y la funeraria. Todos estos aspectos forman parte de los procesos de transformación social que llevaran a la sedentarización y formación de jefaturas (Diaz-Guadarmino, 2009: 404). En 2012 se publicó el último estudio de conjunto en relación con el fenómeno de las estelas del suroeste con el sugestivo título Los dioses de los tartesios, escrito por los profesores Antonio Tejera Gaspar y Jesús Fernández Rodríguez. Los propios autores reconocen en el prólogo, que el planteamiento del libro es atrevido y solo son “propuestas” para generar un debate en el mundo académico, alejado de las ideas tradicionales y servir de nueva vía de investigación. Las estelas del decoradas del suroeste se conceptúan como un fenómeno de la sociedad tartésica, integrante del ámbito de influencia de la Europa Atlántica por el tratamiento que estos pueblos daban a los objetos de prestigio, que se canalizaban en rituales y ceremonias, como la amortización de espadas en ríos o lagos. Los autores afirman que sería una sociedad teocrática donde el poder y la religión se aúnan. Las estelas del suroeste estarían relacionadas con rituales y ceremonias que se celebrarían en la naturaleza y del que las estelas formarían parte del paisaje religioso (Tejera y Fernández Rodríguez, 2012: 32). Los grabados de las piedras formarían un leguaje simbólico, que se ha interpretado tradicionalmente como la manifestación de poder de una clase guerrera, pero hay otra línea de investigadores 26 como Ruiz Gálvez y Galán (1991) y Harrison (2004: 15) M. V. Gomes (1990) y Bendala ((2000) que ven en esas figuras la imagen de antepasados, personajes significativos de la comunidad que son heroizados, y pasan a ser parte de la historia de la comunidad a través de la tradición oral y los mitos. Lo que se ha interpretado como objetos de prestigio serían los símbolos de esos seres sobrehumanos que conforman una iconografía propia que apoya las narraciones de sus hazañas, al igual que ocurre en otras sociedades del Egeo con los relatos de la Odisea y la Iliada o en los pueblos del centro y norte de Europa. Una aproximación a las creencias y dioses tartésicos puede realizarse a través de antiguos mitos de la península que se conocen a través de fuentes grecorromanas y de restos de la cultura material que se han hallado: • Los mitos fundacionales de Gargoris y Habis y el relato sobre la figura de Argantonio como monarca guerrero y sabio, un rey histórico de la época precolonial la existencia de un estado centralizado con una monarquía de un rey que tenía carácter divino o se divinizó tras su muerte. • Los smitting goods. El hallazgo en la ría de Huelva y en otros lugares, de pequeñas figuras con una lanza en la mano, según los autores se tratarían de dioses-guerreros similares a Melkart, Reshef o Baal Melkart. • Las estelas de guerrero y estelas diademadas, que sería la representación de la pareja primordial, el sol y la luna. • Pareja de figuras, como los “gemelos divinos” que aparecen en multitud de mitos en Europa central y norte y Grecia (religión minoica-micénica), en la época del Bronce, tiene un sustrato indoeuropeo, relacionado con los mitos fundacionales, las jefaturas y la aparición de las leyes 1 . Pueden ser una explicación para las estelas en las que aparecen dos figuras de guerrero y del hallazgo de parejas idénticas de espadas en depósitos en ríos. En esta interpretación de las estelas. Los objetos representados, considerados tradicionalmente como la panoplia del guerrero, pasan a ser a interpretados como atributos de los dioses: • Las armas se consideran propias de los dioses, al igual que los atributos de los dioses griegos o los nórdicos. 1 Esta idea ya fue apuntada por García Sanjuan en relación al hallazgo de una estela de Almadén de la Plata II, que representa a una pareja de antropomorfos (GARCÍA SANJUAN y et al 2006, 150). 27 • El grabado que se atribuye a espejos se presume que sean mazas como los de los dioses-guerreros asirios. • Los escudos son tomados por símbolos solares. • Los dibujos triangulares que los autores suelen atribuir a fíbulas, los identifica como gorros cónicos. Los cascos con cuernos son muestra del poder sobrenatural que posee la figura representada. • Los peines para los autores son liras muy esquemáticas. • Los dedos de los manos alargados son símbolos solares, como los rayos de sol o bien indica que existía un pacto de hospitalidad que se suscribía con un apretón de manos entre los jefes. • Las figuras de antropomorfas con pies ponen en relación con rituales de toma de posesión de reyes, símbolo de poder. • Las puntuaciones o puntos en las estelas se interpretan como cazuelas de libaciones si las estelas estaban situadas en horizontal. En relación con la función de las estelas los autores piensan que tendrían como función: “sacralizar un lugar, conmemorar un hecho destacado, señalar un hito funerario de la persona enterrada en su entorno o de una ofrenda votiva, con la que se recordaría en donde se depositaron las cenizas del muerto” (Tejera y Fernández Rodríguez, 2012: 126) Las estelas serían una parte importante de los espacios sagrados de los primeros tartesios, que realizarían en la naturaleza sus ceremonias y ritos, eligiendo lugares cercanos a ríos o corrientes de agua, áreas de especial significación para la comunidad que son señalados y delimitados con un sencillo circulo de piedra, un conjunto de estelas o con una acumulación de piedras blancas, como en el caso de las estelas de Almadén de la Plata. La revisión de los documentos donde se recogen hallazgos de estelas, ha hecho que los autores Diaz-Guadarmino Uribe, 2009: 345) se fijen en la reiterada referencia que estas se encontraron en majanos, lugares donde los agricultores acumulan las piedras que les estorban en las labores del campo, pero puede ser que en realidad sean túmulos o soportes elevados para las estelas que con el paso del tiempo se derruyeron, y a las se sumaron en tiempos recientes más piedra que estorbaban a los labradores. Los autores ponen en relación con antiguos ritos funerarios como los de Hermes ctonico que se realizaban ante montones de piedras. Para finalizar los autores sostienen que los lugares elevados como el del cerro del Carambolo, cuevas y aguas sagradas también serían lugares venerados por los tartesios, y allí se realizarían ceremonias y ritos de amortización de armas y objetos de prestigio. 28 2. APROXIMACIÓN A LAS ESTELAS Una vez que hemos repasado el estado de la cuestión, creemos necesario hacer una aproximación a los datos que han ido aportando los distintos investigadores, para ello estudiaremos los soportes, las técnicas de grabado y los elementos representados. 2.1. LOS SOPORTES Por soporte entendemos la piedra sobre la cual se realizan los grabados. Estos tienen una serie de características generales de las que participan las losas pétreas (Enríquez y Fernández, 2010: 153). 1. Son bloques homogéneos. 2. Obtenidos al aire libre. 3. Se encuentran en la zona del hallazgo. 4. Se eligen por la forma y el tamaño y presentar una superficie apta para el grabado. 5. Son transportables pues, aunque pesados, pueden ser movidos por la fuerza de varios hombres. Hay casos de reutilización, de piedras antiguas, menhires que se grabaron con nuevos objetos, pasando a ser estelas y también de estelas del bronce final, que fueron utilizadas como soportes epigráficos de escritura tartésica y romana, (curiosamente hemos observado que en algunas estelas se invierten para realizar la nueva inscripción como el caso de Capote, de Higuera La Real, mientras que en otras se mantiene la posición original como en la pieza de Majada Honda). Los creadores de las estelas utilizaron distintos tipos de piedras para hacer los grabados. Las materias primas tienen unas características distintas que condicionan tanto el grabado como su conservación. Generalmente estos eligieron materiales propios de la zona (Celestino 2001: 79-80): 1. Cuarcita. Se trata de una roca metamórfica, formada por cristales de cuarzo. Es resistente a la intemperie, por lo que han llegado en buen estado. Se trata de un material adecuado tanto por el preparado de la superficie, lográndose superficies lisas, como para el grabado, pues al trazar las líneas se aprecia un color más claro que resalta el contorno del objeto. Predomina en la zona del Zújar. 2. Pizarra y Esquistos. Es una roca metamórfica y tiene el grano fino. Se graba con facilidad, los objetos son visibles, pues la superficie está patinada por los 29 rojos del oxido de la piedra que contrasta con los grises de los dibujos. La facilidad con la que se desgaja en laminas, ha causado daños en las estelas 3. Dioritas y Diabasas. Rocas eruptivas. No son homogéneas. 4. Granito. Roca plutónicas. Se graba con dificultad y los trazos son más profundos y se deteriora con la erosión, por lo que los elementos se distinguen peor. En cuanto a las dimensiones, es difícil establecerlas puesto que muchas de las estelas han aparecido rotas. En general tienen un tamaño entre el metro y metro y medio. La estela de Fuente de Cantos es la mayor con 2.31 metros de las estela y las más pequeña es la de las Herencias con tan solo una altura de 0.75 metros (Celestino, 2001: 81). Su disposición es discutible y depende en gran medida de la función que tuvieran, pues una función de señalización territorial sería más compatible con una disposición vertical. Para Celestino, en principio, pudieron ser losas que cubrían cistas, mientras que las más modernas tienen la zona inferior del soporte sin trabajar, lo que hace pensar que sería para hincarlas en el suelo y mantenerlas en posición vertical (Celestino, 2001: 306) 2.2. LAS TECNICAS DE GRABADO En cuanto al estilo, se trata de figuras de trazo esquemático muy sencillas y qué en algunos casos resultan estereotipadas, como los carros, mientras que en otras ocasiones se precisan los detalles como en el caso de los escudos y las espadas gracias a los cuales se ha podido identificar algunos tipos y realizar clasificaciones La sencillez de los dibujos hace que en ocasiones se hayan producido equivocaciones en su interpretación cómo fíbulas por cascos cónicos o espejos por mazas Como hemos mencionado que las características de la piedra condicionan el grabado, por lo que en algunos casos solo son marcas incisas y en otros fuertes surcos. Para conocer los distintos métodos utilizados para trabajar la piedra es clave el trabajo de Enrique Navascués y Fernández Algaba, “Notas sobre técnicas de grabado y composición de las estelas diademadas y de guerreros”, un estudio sobre las estelas de Badajoz que, por su amplio número y diversa tipología, podemos generalizar al resto de estelas del suroeste. Resaltan los autores que preparación de la base y la aplicación de distintos métodos de grabado. La técnica básica es el piqueteado con posterior abrasión, lo que permite al artista elegir el grosor, intensidad y anchura de la línea. Diferencian los autores (Navascués y Fernández, 2010:160161) hasta tres modalidades de esta técnica: 30 1. Piqueteado profundo+ abrasión: como en el caso de Cabeza buey III. 2. Piqueteado somero. Mas irregulares, motivos secundarios. 3. Piqueteados menos someros. Por otro lado, se utiliza también las incisiones, mucho más finas. En ocasiones se elige para motivos secundarios, como peines, o detalles, como los dedos de las manos y pies. Celestino ve una evolución en la técnica de grabado. Las de tipo básico, las más antiguas, comienzan siendo de incisión sin rebaje. A partir de la zona II se utiliza el rebaje para espadas o los espejos y a medida que se acerca a la zona del Guadalquivir se vuelven más complejas. En cuanto a los materiales que se utilizaron para marcar la piedra, se piensa que pudieron utilizarse cinceles de bronce, de distintas puntas y grosores (Celestino, 2001: 87). Por otro lado, no se descarta que utilizaran otros materiales cinceles líticos, o mazas de madera. 2.3. LOS ELEMENTOS GRABADOS Los elementos que contienen las estelas se han identificado como objetos asociados a la figura del guerrero del Bronce Final, de ahí que algunos autores las denominen “estelas de guerrero”. Dentro de estos grabados pueden distinguirse las armas, los objetos de prestigio y los elementos informes. Todos ellos se disponen en la posición natural que tendrían respecto del guerrero, teniendo en cuenta que, en la tipología básica, la piedra es la figura del individuo, mientras que en las piezas con antropomorfo los objetos se distribuyen en torno al personaje principal. 2.3.1. LAS ARMAS Las armas que se representan son defensivas, escudo, casco y coraza; y ofensivas: espada, lanza, cuchillos, arco y carcaj. Escudo: es un elemento fundamental en las estelas. Cuantitativamente por su presencia en un alto porcentaje de ellas, y cualitativamente por su protagonismo, que se manifiesta en el tamaño desmedido respecto del resto de figuras. En muchas losas, especialmente en las tipo básico, y básico con objetos, el escudo tiene una situación central, cubriendo el cuerpo. Dentro del estilo esquemático, se ve la intención de representar verazmente el escudo, gracias a lo cual pueden distinguirse las partes: umbo, asidero, claveteado y decoración de círculos concéntricos y especialmente la escotadura en “V”. Ese deseo de plasmar el escudo de manera detallista, plasmando la singularidad, abre la hipótesis de que el escudo fuese el 31 emblema de la comunidad (Bendala Galán, Tartesios, Iberos y Celtas. 2000, 71), un emblema que los une identifica y une como grupo; este sentido que iría perdiendo con el tiempo a medida que el individuo va tomando mayor importancia. Los detalles que se reflejan permiten establecer una amplia tipología. Principalmente se pueden diferenciar dos tipos: con escotadura en “V” y sin escotadura. Como ya comentamos, la falta de referentes en la península ha hecho que se busquen sus paralelos en Escandinavia, relacionándolos con los escudos nórdicos de escotadura en “U” tipo Herzsprung, en Centroeuropa con los modelos representados en una sítula de bronce de la Certosa (Bolonia) o en el Mediterráneo Oriental con los restos de la pieza del Monte Idda en Creta, o el encontrado en Idaliaon (Chipre) (Almagro Basch 1966: 159-160; Celestino, 2001: 129-130). Tras el hallazgo del escudo de cuero de Clonbrin, en Irlanda, cada vez cobra más fuerza la idea de que los escudos representados fueron realizados en materiales perecederos, siendo su origen atlántico (Galán, 1993: 73; Harrison, 2004: 183; Díaz-Guadarmino, 2009: 348) o abogando por un diseño de origen indígena (Celestino, 2001: 150). Cascos: presentan diferentes formas: cónico, con o sin cimera, con cuernos, bien en forma de “U” o de “V”. Se representa de manera esquemática y su situación es sobre la cabeza del antropomorfo. Existe un ejemplar de casco cónico, el hallado en la ría de Huelva, un modelo que puede tener su referente en el mundo asirio y llegaría a la península en un momento precolonial. En general, el origen de los cascos cónicos la mayoría de los autores lo remiten al mundo del mediterráneo oriental, pero también podría haber llegado por vía terrestre con los pueblos de Campos de Urnas (Celestino, 2001: 155-156). Diaz-Guadarmino por su parte atribuye una fabricación autóctona (Diaz-Guadarmino, 2009: 352). En cuanto a los cascos con cuernos, se abren todas las posibilidades a su origen pues aparecen en Escandinavia, Centroeuropa, en relieves egipcios representando a los “pueblos del mar” y a guerreros en decoraciones de cerámica micénica (Almagro Basch, 1966: 171-172). Una posibilidad ya apuntada, es que los grandes cuernos que adornan a los guerreros sean símbolo de su carácter sobrenatural que querrían atribuirse a los guerreros heroizados. Corazas: Solo conocemos la interpretación que se da Celestino, en su presencia en la estela de Ategua, destacando su similitud a la que aparece en la decoración de una pieza de cerámica del museo de Nicosia (Celestino, 2001: 162). 32 Espadas: son un elemento privilegiado en las estelas. No solo por su funcionalidad, sino por ser el atributo que marca el estatus de su portador. Su situación en la composición cambia, en un primer momento, con las estelas básicas, aparece en posición vertical en la zona inferior derecha, como si el soporte-guerrero las llevara en la mano, posteriormente cuando aparece el antropomorfo se coloca en paralelo al cuerpo del individuo con la punta hacia abajo o cruzada a la altura de la cintura como si estuviera colgada del cinturón sin desenvainar. Estas armas se graban con tal detalle que se pueden diferenciar varios tipos por la hoja y la empuñadura (Almagro Basch, 1966). Hay espadas en la península como los del depósito de la ría de Huelva, donde se encontraron armas sin utilizar lo que supone un carácter ritual relacionado con ritos funerarios o a de amortización, cuyos referentes nos remiten al mundo atlántico. A los tradicionales estudios sobre tipología, hay que añadir los nuevos estudios sobre la composición metalúrgica de las armas, que nos pueden dar un mapa de distribución de complementario, como el trabajo de Brandherm y Moskal-del Hoyo (2010) sobre “Las espadas en Lengua de Carpa”. Por su parte Celestino aprecia un cambio en el modelo de espadas que le ayuda a establecer una evolución de las estelas en función del modelo que contenga (Celestino, 2001: 105). 1. Las espadas de la Zona I responden a una tipología única, muy básica, pero que no se corresponde con ninguna espada hallada en registro arqueológico en la Península. 2. En la zona II conviven las espadas arcaicas de la Zona I, con nuevos modelos que presentan un mayor realismo, la hoja se estiliza, se diferencia la guarda y el pomo. 3. En la zona III y IV, la espada se vuelve cada vez más esquemática, se mantiene como elemento diferenciador de estatus. Celestino, no obstante, reconoce la dificultad de determinar los modelos de las espadas representadas en referencia con sus paralelos hallados, y por tanto los resultados no los considera definitorios (Celestino, 2001: 107). Harrison establece una relación entre las espadas de lengua de carpa, con empuñadura de cruz, con la isla de Cerdeña (Harrison 2004: 183) Lanzas: es el objeto más común. Su posición es horizontal sobre el escudo o vertical en paralelo a la espada, pero con la hoja hacía arriba. Suelen presentar una hoja con nervadura central y un astil largo. Se han encontrado hojas y regatones en el depósito de la Ria de Huelva (Celestino, 2001: 101-102). Por su parte Almagro 33 Basch establece un origen centroeuropeo basándose en la tipología de la hoja de la lanza (Almagro Basch, 1966: 180). Arco: tiene una posición secundaria y variable en la composición. Es considerado como un arma relacionada con la caza, como en la estela de San Martinho II. Puede en ocasiones ir acompañado del carcaj y flechas. Se han encontrado puntas de flecha en el depósito de Huelva. (Almagro Basch, 1966: 180181). Celestino observa que en algunas estelas la presencia de arcos está asociada a dos antropomorfos, correspondiendo el arco con el individuo de menor tamaño, y lo interpreta como un signo de menor rango (Celestino, 2009, 159). 2.3.2. LOS ELEMENTOS DE PRESTIGIO Las estelas incorporan progresivamente una serie de objetos de prestigio, cuya posesión sería indicativo de un estatus privilegiado del individuo representado respecto del resto de la comunidad, o con relación a otras vecinas, de modo que la iconografía del poder deja de estar centrada en las armas y la guerra, para trasladarse a la ostentación de la riqueza. La inclusión de esos objetos, según Harrison pueden ser la manifestación exterior de una ideología que ensalza la figura del guerrero, su fuerza, valentía y su belleza, dentro del ethos del guerrero en la antigüedad. “The “warriors beatuy” is an ideal at the centre of Bronze Age life-styles. It is the idea tha a specific way of living, behaving and dressing defines a warrior and, by extension, sets him apart from the rest of socity (…) The stealae compositions show many elements of such a life-style and function metaphorically exactly like a burial, showing the warrior ( or his main emblems) surrounded by those objetcs that are necessary for his grooming and personal beauty” Harrison, 2004: 111). Muchos de los referentes de los objetos grabados se han encontrado en las tumbas de personajes principales como ajuar. Dentro de las composiciones se incluyen: espejo, peine, navaja de afeitar, pinzas, liras y carros. Espejos: Estos tienen una doble lectura, en la consideración de objeto mágico y como bien de lujo. Su posición en la composición no es fija, suele estar asociada un peine, y su ubicación natural sería en la zona superior del soporte. Almagro advierte, en la sencillez del trazado, el motivo de su errónea interpretación, pues se ha catalogado como mazas, cazos o incluso cabezas-trofeo. Para este autor tiene sentido su inclusión dentro de las estelas por ser parte del ajuar funerario en el mundo micénico, al tiempo que establece como paralelo el espejo encontrado en Lloseta, Mallorca (Almagro, 1966: 188-189). Por su parte Celestino estudia los 34 modelos representados, observando variaciones en el rebaje de la pantalla y en el mango, que pueden incorporar de una a tres bolas (Celestino, 2009,164); por otra parte, destaca la existencia de espejos en ajuares funerarios en tumba micénicas, pero lo considera suficiente para descartar su inclusión en las estelas como parte del ajuar de cuidado del guerrero (Celestino, 2009, 169). Peine: solo se valora como objeto de prestigio por el material del que están fabricados, cuando los comerciantes los traen fabricados el marfil (Celestino 2001: 165). Suele realizarse con sencillos trazos incisos por lo que en ocasiones han sido confundidas con liras o broches de cinturón. (Almagro Basch 1966, 182). Navaja de afeitar: Para Celestino se trata de un objeto de difícil identificación, pero gracias al gran tamaño de la pieza de la estela de Capilla III se pudo establecer los paralelos con otros ejemplares del sur de Portugal y Cerdeña. No obstante, el autor reconoce que se trata de una pieza de uso común en Europa Central y en el Mediterráneo Oriental, por lo que estas navajas pudieron llegar a través de los pueblos de Campos de Urnas o de comerciantes orientales (Celestino, 2009: 169170). Pinzas: aparecen en dos estelas Aldea del Rey II y Ecija III. Se han encontrado como ajuar en distintas necrópolis del Mediterráneo y en una tumba de Portugal, junto con otros elementos de aseo personal, como navajas y espejos. Celestino, 2001: 171). Liras: se trata de un objeto musical, de gran tradición en Oriente. Dentro de la composición se ubica aislada o en la cintura del antropomorfo, su lugar natural de apoyo. El gran realismo con el que fue dibujada en la roca de Luna-Valpalmas, ha llevado a su identificación por M. Bendala) con una phorminx del geométrico griego, por el ejemplar que tiene el guerrero del vaso de Dipylon, quedando asociado este objeto a las ceremonias y ritos funerarios (Bendala, 1977: 191-193). Las liras han sido objeto de estudios musicológicos, como los realizados por Mederos Martín “Representaciones de liras en las estelas decoradas del Bronce Final de la península ibérica”, Santos Cancelas “La música de las estelas: liras, identidad y memoria en el suroeste peninsular del Bronce Final” y recientemente la profesora de Arqueología de la Música, Jiménez Pasalodos (2012) ha planteado la hipótesis de su origen fenicio o chipriota. En Chipre también ubica Diaz-Guadarmino el origen de las liras de las estelas, que habrían llegado a la península en una época tan temprana como el siglo XIV A.C (Diaz-Guadarmino, 2009: 336) 35 Fíbulas: las piezas halladas en yacimientos arqueológicos proporcionan un elemento material para poder compararla con su representación. A pesar de la sencillez del objeto y el esquematismo del grabado pueden diferenciarse distintos tipos: fíbula de arco, de codo, rectangular, de puente curvo y de antenas. Desde el primer estudio de Almagro-Basch (1966) se comprendió el potencial de estas representaciones pues la posibilidad establecer una cronología de las fíbulas puede ser utilizada para datar las estelas (Celestino, 2001: 197). Solo aparece a partir de la Zona II, celestino hace un completo análisis de las fíbulas estableciendo paralelismos y cronologías, para finalmente aceptando el origen mediterráneo de las mismas. Carros: en la mayoría de las composiciones se ubica en la zona inferior de la estela. Su representación es estereotipada y se hace en base a un modelo único con la misma perspectiva superior, que permite distinguir las distintas partes del carro: caja curva con dos ruedas sujetas por un eje, unas pequeñas asas al final del carro a donde se agarra el antropomorfo. El carro va tirado por dos animales cuadrúpedos sujetos por un timón central. Se discute la naturaleza del carro, si propia del guerrero o de comercio, si es de combate o si su función se entiende dentro del ritual funerario que representa la estela. Si es de dos ruedas es de combate, si es de cuatro de comercio, si los animales representados son équidos sería de combate o si son animales de tiro como bueyes. No se ha encontrado ningún carro en la península, pero si restos en la necrópolis de la Joya (Huelva), que pueda aportar un referente. Almagro tras estudiar profusamente los grabados y los referentes en Europa, se plantea el origen indoeuropeo como el del Mediterráneo, sin decantarse por ninguno (Almagro 1966: 195). Posteriormente se ha buscado su origen en el Mediterráneo Oriental, y para distintos autores el modelo es de origen micénico (Celestino, 2001: 227), no obstante, su difusión en el interior como elemento de prestigio asociado a la elite pudo darse no directamente con los propios carros sino a través de la decoración de la cerámica micénica (Díaz-Guadarmino, 2009: 354). Se admite el simbolismo del carro como un modo de trasladarse al más allá, y como elemento del ritual funerario que aparece en la cerámica de Dipylon, de acuerdo con la hipótesis planteada por Bendala (Bendala, 2000: 72). 2.3.3. LOS OBJETOS NO FIGURATIVOS. Hay una serie de elementos grabados sobre las piedras que no tienen una forma definida, son puntos, cazoletas, líneas y retículas. Puntos: Aparecen en grupo de cinco, de manera lineal vertical u oblicua, no teniendo un sitio concreto en la composición pues no se vincula ni con las armas ni con los objetos de prestigio. Todos los puntos tienen el mismo tamaño y profundidad. 36 Está ausente de las Zonas I y II, y en una sola de la zona IV, por el contrario es frecuente en la Zona III Celestino plantea la hipótesis de que sea un sistema ponderal, con lo que la figura del guerrero adquiriría un nuevo significado de control de comercio de alguna mercancía que implicase su uso, asociándolo al hallazgo en yacimientos arqueológicos de tortas de metal: el sistema ponderal de Cancho Roano, las pesas de cabeza de Araya (Museo de Cáceres), (Celestino, 2001: 182). Elementos geométricos: Hasta hace poco se pensaba que eran producto de las rejas de los arados al voltearlas o deterioros por el tiempo, pero el análisis con luces contrastadas y la fotografía digital está posibilitando su estudio. Una primera hipótesis es que se practicara algún tipo de ritual repetitivo que implicara realizar grabados a la piedra. (Navascués y Algaba, 2010: 167) Figura nº 9: Análisis de los elementos grabados en la estela de las Herencias I (Museo de Santa Cruz, Toledo) Fuente: Dibujo y datos (Celestino 2001: 356) Fotografía Pedro Saura, Proyecto BITH. Elaboración propia. 37 Figura nº10: Principales objetos grabados en la estelas del suroeste. Fuente: Imagen nº1, 4, 5, 7, 8, (Celtiberia. net). Imagen nº3 y 11. Estela de Ategua. (Wikipedia). nº 9, Estela de Luna-Valpalmas (Museo de Zaragoza). nº 10. Fotografía propia. 38 3. NUEVAS ORIENTACIONES EN LA INVESTIGACION. La ausencia de estelas halladas en su contexto arqueológico es uno de los principales problemas, según venimos manifestando. Los hallazgos casuales son una mayoría, pero recientemente la colaboración de las fuerzas de seguridad y la mayor concienciación sobre el patrimonio por parte de la sociedad ha hecho que se comuniquen a las autoridades la situación de algunas piezas, sin moverlas de donde se han encontrado. La colaboración de universidades, museos y autoridades ha permitido una serie de trabajos que vamos a reflejar a continuación, en los que se realizan estudios del terreno y se aplican nuevas tecnologías. Uno de los hitos en el reciente estudio de las estelas es el hallazgo en el norte de Sevilla, cerca de Sierra Morena, de dos losas grabadas en su contexto arqueológico lo que permitió que se realizara una actuación arqueológica con todo el rigor científico, a cargo de un equipo de arqueólogos de la Universidad de Sevilla, y con colaboración con otras universidades, bajo la dirección de Leonardo García Sanjuán. Resultado de esta investigación es el artículo que se incluyó en el número dos del año 2006 en la revista Trabajos de Prehistoria, bajo el título “Las estelas de guerrero de Almadén de la Plata (Sevilla). Morfología, Tecnología y Contexto”, En 2004 se da cuenta de un hallazgo de una estela por un miembro de la Guardia Civil, al norte de la provincia de Sevilla, en una finca agrícola de Almadén de la Plata. La estela (nº1) se encuentra en sobre un majano, donde posteriormente se encuentra una segunda estela (nº2). Es de las pocas ocasiones, en que los propios arqueólogos son quienes encuentran una estela, por lo que se puede estudiar el contexto arqueológico del hallazgo. Se realiza un completo estudio que comprende: • análisis morfológico: tamaño, forma y tipo de roca de las estelas. • análisis de los símbolos grabados en las estelas. • técnica de la preparación de la piedra y de realización del grabado. • estudio micro: se delimita un área de 9 hectáreas en la finca donde se encontraron y se realiza los siguientes trabajos: levantamiento topográfico, prospección manométrica y prospección de superficial intensiva. • estudio meso y macro: del paisaje y de la zona. A raíz de los datos recogidos en todo el proceso, el equipo de investigadores llega a una serie de consecuencias. El hecho de que sea una de las pocas ocasiones en que un equipo de expertos encuentra una estela, permite realizar todos los trabajos precisos para que sea un documento arqueológico válido, y que su contextualización pueda informar de los detalles necesarios para ir conociendo más a fondo el fenómeno de las Estelas del Suroeste. En el presente caso, no se hallaron 39 ni estructuras funerarias, de poblamiento o de otro tipo en el área de prospección, si se puedo documentar que el majano donde se encontraron formaba una elevación del terreno, y existía una alta concentración de cuarzo blanco (guijarros de rio) que no se hallaba en otro lugar de la finca (García Sanjuán et al, 2006: 145). Según los investigadores este tipo de roca blanca se utiliza en las estructuras megalíticas, lo que puede conectar el lugar de origen de las estelas con un monumento anterior, “un espacio sacralizado”. En cuanto al estudio de la zona, el hallazgo en relación con el resto de los trabajos que el equipo de la Universidad de Sevilla lleva a cabo en la zona, donde se han encontrado a una distancia de 2.5 km, restos megalíticos de función funeraria con una datación compatible con la de las estelas2. Por otro lado, los investigadores constatan que se trata de un área de contacto entre la zona de agricultura del Guadalquivir y la zona de sierra de usos tradicionales ganaderos, destacando su proximidad al “Cordel de El Pedroso” una vía de traslado de ganado entre el valle y la montaña. Estos datos acercan al equipo a la interpretación de las estelas como marcadores territoriales, señalizadores de lugares de frontera, de vías pecuarias, caminos o pasos naturales (García Sanjuán et al, 2006: 147-148) coincidiendo con la hipótesis que propuso Galán Domingo (1993). En cuanto al sentido ideológico de las estelas, el equipo investigador considera que una estela supone un trabajo excesivamente simple como para que por sí solas supongan una expresión poder, si bien se puede suponer una exteriorización de este a través de otras conexiones, como las que pueden establecerse con monumentos megalíticos de los antepasados. En la Edad del Bronce, se vive una transformación en la que lo colectivo (ideas, antepasados) pierde peso, para dar preponderancia al individuo, quien en el Bronce Final exterioriza su poder a través de la exhibición de sus objetos de prestigio y utiliza las estelas como manifestación de su poder. En las jefaturas la posesión de objetos de prestigio está vinculado con el estatus diferenciado que corresponde a un líder. (Conget Vicente y García- Arilla Oliver 2017) En relación con la segunda estela que representa un personaje diademado y otro con la panoplia del guerrero, es muy interesante el planteamiento de la posibilidad de que las estelas representen dioses o antepasados glorificados en la línea de Kristiansen y Larsson, que después seguirá Tejera Gaspar y Fernández Rodríguez en su trabajo de 2012. 2 Este hecho vendría a avalar la hipótesis de continuidad entre las estelas y otros monumentos anteriores, que se ha expuesto en el trabajo de Marta Diaz-Guadarmino. 40 El equipo investigador finaliza admitiendo un significado multidimensional y polisémico de las estelas, y admite que aún faltan muchos datos para poder establecer conclusiones definitivas sobre el fenómeno de las estelas. Un segundo estudio es publicado en 2017, la revista SALDVIE, bajo el título “La estela de Luna-Valpalmas en su contexto territorial: Primera campaña de prospecciones geomagnéticas en la Tiñica del Royo” realizado por Héctor Conget Vicente y Andrés García-Arilla Oliver. La mencionada pieza fue descubierta en labores agrícolas a principios de los años 70, en Luna, comarca de las Cinco Villas al norte de Zaragoza, muy alejada de la zona suroeste donde se enmarca este fenómeno, razón por la que es más interesante conocer el porqué de su ubicación. Los investigadores se pusieron en contacto con el descubridor para conocer donde se había encontrado y este los guio por primera vez al lugar del hallazgo. Por una parte, se estudia el terreno donde se encontró la estela de Luna-Valpalmas, en una zona rocosa, que llaman “moroño”, y conocemos comúnmente como majano. Se analiza el cuadrante con prospección geomagnética. Se realizan dos catas y no se encuentran nada que pueda ser asociado a la estela, salvo una losa trabajada en los perfiles, pulimentada, pero sin grabar. Recordemos que esas losas fueron tomadas en cuenta por otros autores (Celestino, 2001: 364; Tejera y Fernández Rodríguez, 2012: 130). Se realizó un estudio del paisaje, vías de comunicación y recursos naturales para conocer el contexto arqueológico y los autores si relacionan el lugar del hallazgo con vías ganaderas, pues a menos de 1 km pasa una cañada real y varias minas de cobre que se encuentran en un radio de 25 km. Las aportaciones de este trabajo quizás no sean tan extraordinarias, pero se ha localizado gracias a la persona que descubrió la estela, el lugar donde se encontró, el labrador no había sido interrogado hasta ese momento por el lugar concreto ni se lo había enseñado a ningún investigador, la ubicación corresponde con un afloramiento natural, una elevación que se utiliza como majano, y finalmente se ha encontrado una estela sin grabar. Todos estos nuevos datos sobre el contexto espacial de la estela de LunaValpalmas y que pueden ayudar a comprender su singular localización y significado. En 2012, aparece un artículo de Almagro Gorbéa sobre las IV Jornadas Raianas, celebradas en 2009, en la localidad portuguesa de Sabugal, organizadas por el Instituto de Arqueología de la Universidad de Coimbra y el Centro de Estudios Arqueológicos de las Universidades de Coimbra e de Porto. Esos días se reunieron los principales estudiosos del tema de las estelas: Varela Gomes, Celestino Pérez, Galán, Marta Díaz-Guadarmino, para actualizar la información que se tiene sobre el tema y sobre la utilización de nuevas tecnologías en el estudio de las Estelas. La conferencia de Hugo Pires, Paulo Lima y L. Bravo Pereira expuso “Novos métodos 41 de registro digital de arte rupestre: digitalizào tridimensional e fotografia multiespectral” (p. 175-186), y se abordó la aplicación “de nuevos métodos de documentación digital tridimensional y de fotografía multiespectral”. Por otro lado, Pastor Fábrega- Álvarez, Joáo Fonte y Francisco J. González García., bajo el título “Mobilidade e materialidade: uma aproximação à análise da localização das estátuasmenir transfronteiriças (Norte de Portugal e Sul da Galiza) “, hablaron sobre el estudio de la distribución de distintos monumentos megalíticos mediante un análisis SIG aplicado a la movilidad territorial, pero se reconoce la dificultad de la aplicación de este sistema al estudio del fenómeno de las estelas. El profesor Almagro-Gorbea, como conclusión expresa que a pesar de que no se muestren resultados definitivos dentro de la comunidad científica, es interesante la celebración de reuniones para llegar a conclusiones válidas para todos, y así reconocen la existencia de una evolución a lo largo del tiempo de las estelas, y dentro de estas la mayor antigüedad de las estelas básicas y las más recientes las de la zona del Guadalquivir. El autor recoge como una posibilidad la hipótesis del origen lusitano del fenómeno, con una expansión dirección norte-sur y un trasfondo religioso, relacionado con los mitos fundacionales de origen indoeuropeo y como herederos de los monumentos megalíticos. (Almagro-Gorbea, 2012: 238) En relación con el estudio de la morfología y composición de las propias estelas es muy interesante el trabajo de Juan J. Enríquez Navascués y Milagros Fernández Algaba, que con motivo del nuevo catálogo del Museo de Badajoz realizan, que fue publicado con posterioridad en la revista Cuadernos de Arqueología, en 2010. Los investigadores revisan las nuevas fotografías y estudian de nuevo las estelas, aplicando distintas técnicas para conocer el contenido de las losas. Siguen el siguiente proceso: 1. Calco directo sobre plástico trasparente adherido a las estelas. Utilizando distintos tipos de luces (artificiales y natural) proyectadas en distintas direcciones para resaltar cualquier pequeña marca en la piedra. 2. Fotografía cambiando la orientación de las luces para destacar los grabados. 3. Cotejo del calco con la fotografía. 4. Digitalización de las imágenes en múltiples capas, incluyendo los motivos y las modificaciones. 5. Realización de una completa ficha de cada una de las estelas. El procedimiento seguido les permite hallar elementos nuevos como puntos, cazoletas, líneas que no se habían tenido en cuenta y algún grabado que aparecía muy desdibujado, así como desvelar las técnicas utilizadas por los artistas del Bronce Final. 42 Por último, para conocer de primera mano las nuevas técnicas de investigación y estudio de las estelas acompañe al profesor Pereira al Museo de Santa Cruz de Toledo, en una mañana de trabajo junto a la profesora Carmen Gutiérrez y Pedro Muñoz, del Laboratorio de Arqueología Experimental de la Universidad Autónoma de Madrid, para examinar las piezas que se encuentran allí expuestas: Las Herencias y La Estrella y las depositadas de Aldeanueva de San Bartolomé, Arroyo Manzanas y Barranca del Águila (estela-menhir). A través de la utilización de lentes de aumento, luz artificial y fotografía digital se pretende: 1. Descubrir todos los objetos grabados: Las piedras y los grabados han sufrido daños a lo largo de los siglos y para poder ver todos los trazos se utilizan. Hay objetos que no se distinguen a simple vista y solo se perciben sometiendo al soporte a luces y contrastes, para descubrir más grabados. Se buscan nuevos elementos figurativos, líneas, cazoletas. Se miden los distintos elementos con un calibre de precisión, para conocer si hay cánones que se repitan en las estelas. 2. Conocer el significado de la estela. Muy interesante es la observación de objetos y antropomorfos que han sido modificados, para identificar cuáles de ellos son los errores en la ejecución y cuales otros cambios que han sido producto de cambios voluntarios, como las actualizaciones. Es importante conocer la posición espacial de los grabados dentro de la estela por si la composición pudiera indicarnos algo sobre la función de esta. Si realmente los grabados de las estelas son un lenguaje, como afirman distintos autores, hay que tener toda la información, pues la estela se convertiría en un texto. 3. Conocer las técnicas de grabado que utilizaros sus creadores Buscan diferenciar las distintas técnicas empleadas en la realización de la estela: piqueteado, abrasión, incisión. Hemos de admitir que solo a través de fotografías de alta resolución pueden descubrirse nuevos elementos y alteraciones, que a simple vista no pueden observarse. El tratamiento de la imagen a través de ordenador y la digitalización de estas y la creación de una completa base de datos, es una vía de futuro muy interesante para analizar las estelas, comparando de manera rápida y eficaz los elementos grabados, descubriendo similitudes y diferencias y dando sentido a las composiciones. 43 4. LA ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL COMO VIA DE INVESTIGACIÓN. Otra vía para el estudio de las estelas es la Arqueología experimental, los investigadores construyen objetos o reproducen situaciones similares, a las que se estudian en épocas pasadas, para enfrentarse con los mismos problemas y llegar a las mismas soluciones que se utilizaron entonces. Uno de los elementos que más debates ha suscitado son los escudos grabados, pues no se ha encontrado ninguno hasta el momento en la península, hecho que ha llevado a los autores a buscar sus referentes en distintas áreas de Europa, encontrando similitudes con los escandinavos, centroeuropeos, egeos y sobre todo con los irlandeses. En relación con estos elementos defensivos se publicó en 2016 un artículo en el Boletín de Arqueología Experimental, con el título de “El escudo de piel con escotadura en «V» durante el Bronce Final Atlántico: Elaboración y funcionalidad a través de la Arqueología Experimental” firmado por Jorge del Reguero González, de la Universidad Autónoma de Madrid. En Irlanda se han descubierto escudos del Bronce Final realizados en madera, el escudo de Annandale y el de Cloonalara, como el ejemplar en cuero de Clonbrin, cuyo excelente estado de conservación ha sido gracias a la turbera donde fue encontrado; así como dos moldes de madera para hacer escudos de piel, con relieve de círculos concéntricos. La ausencia de este elemento de defensa del guerrero en la península puede ser debida a que estaban fabricados con material perecedero. El objetivo de la experiencia recogida en el artículo es realizar un escudo de piel con una piel de res, enfrentarse a los problemas de su construcción y ver su rendimiento con diferentes armas y ataques. El autor narra todo el proceso desde que tiene la piel fresca hasta que tiene un escudo similar al del Clonbrin, solo con la tecnología de la que disponían en la época del Bronce Final. Para la realización del escudo se han tomado los datos del su referente irlandés. Cuenta el autor los desafíos a los que fue enfrentando, muchos de los cuales ni siquiera se habían planteado, como el hecho de que el molde tuviera que ser en negativo o el secado correcto de la piel. Finalmente obtuvieron dos escudos ligeros y resistentes que fueron sometidos a un ataque de armas de bronce, espada y lanza, teniendo un rendimiento muy superior al esperado y que incluso dobló la espada. El autor llega a la conclusión de que se trata de un escudo plenamente funcional, por lo que no sería necesario que fueran objetos metálicos y aparece como hipótesis que la escotadura no fuera meramente decorativa y estuviera en relación con el secado de la piel. 44 Un segundo trabajo realizado por el Laboratorio de Arqueología Experimental de la Universidad Autónoma de Madrid ha tenido como objetivo experimentar con las técnicas de grabado, a través de la fabricación de cinceles de bronce con los que se debieron realizar las estelas. Para ello se han fabricado dos cinceles reproduciendo la composición y características de un cincel hallado en un depósito del Bronce Final en Portugal (Freiza) Una vez fabricadas estas piezas se utilizaron para reproducir una estela similar a las documentadas en el occidente del Toledo, utilizando una losa a partir de una pizarra, procedente del término municipal de la Estrella (Toledo), de características similares a las estelas toledanas de la Estrella y la Aldehuela, para ver su comportamiento y el rendimiento para el grabado. Como modelo de referencia para la realización de los distintos modelos grabados se utilizaron las estelas de Las Herencias I, Talavera, Aldehuela y Aldeanueva de San Bartolomé. Los resultados obtenidos en cuanto a técnicas, diseño, problemas de ejecución, tiempo invertido están pendiente de una próxima publicación. Figura nº11: Reproducción de estela realizada por Proyecto BITH. Identidad y Territorio en el Tajo Medio durante el Bronce Final y la Edad del Hierro. Fotografía Pedro Saura. Como vemos se buscan nuevos caminos para conocer nuevos datos que den un sentido al grabado y colocación de estas grandes piedras, por parte de nuestros antepasados, Mientras, las hipótesis expuestas quedan a la espera de hallazgos futuros que puedan arrojar luz sobre las losas grabada del suroeste y la sociedad del Bronce Final en el suroeste peninsular. 45 5. CONCLUSIONES A lo largo del trabajo hemos visto como los diferentes autores que se han interesado por el fenómeno de las estelas del suroeste se han enfrentado a una serie de problemas comunes: 1. No existen necrópolis, ni restos de rituales funerarios, siendo muy escasas las urnas con restos incinerados, por lo que no tenemos un rastro material que pueda informarnos de las creencias religiosas o la cosmovisión de estos pueblos del siglo XIII-VIII A.C. 2. La mayoría de las estelas los hallazgos han sido casuales, en los que las piezas se habían movido de su emplazamiento original, estas se encontraron descontextualizadas por lo que resulta imposible el estudio de la estela como documento arqueológico. 3. En cuanto a la relación de las estelas con el paisaje, entra dentro de la lógica analizar la ubicación para ver si hay aspectos espaciales que permitan entender el significado de las losas grabadas. El principal problema es el desconocimiento del sitio exacto en el que se encontraron. Su antiguo emplazamiento no debe estar alejado del sitio donde se hallaron, pero al desconocer el lugar exacto se pierde la relación con el entorno que puede ser fundamental para entender el fenómeno. 4. No se han encontrado en la península los referentes materiales de algunos elementos grabados que aparecen en las estelas, y los restos que se han hallado son escasos, por lo que la datación es problemática, siendo necesaria acudir a referentes de otros lugares. 5. Aun siendo analizado el fenómeno de las estelas en relación con Tartessos, son escasas las piezas halladas en el núcleo tartésico clásico: el triángulo Sevilla, Huelva, Cádiz. Ante este panorama, las estelas, pues configuran como un importante documento arqueológico para conocer del periodo del Bronce Final, en la zona del suroeste Peninsular. Estas nos informan de la situación antes de la llegada de colonizadores, en un periodo de cambios y transformaciones de la sociedad, la economía y el poder. Las estelas nos ofrecen a través de sus grabados nos ofrecen datos gracias a los que llegamos a una serie de conclusiones: 1. Había una población indígena. 2. Estos monumentos son la manifestación cultural de estas comunidades. 46 3. La presencia de objetos de prestigio de factura atlántica y mediterránea indica que existen los contactos comerciales que traen productos de otros ámbitos territoriales y culturales. 4. Esas poblaciones estaban volviéndose más complejas un contexto de progresiva estratificación social y de territorialización, que llevara a la sedentarización de la población y a la aparición de jefaturas. 5. En la composición de las estelas se ve un cambio en los objetos los grabados En las estelas básicas se eligen escudos y armas que nos hablan de una sociedad con una ideología del poder basada en la guerra y la fuerza. A medida que se acerca al Guadalquivir se ven composiciones más complejas con mayor número de objetos de prestigio, lo que nos informa de una ideología basada en la ostentación de bienes exclusivos. 6. Las estelas tienen una sentido honorifico en relación con los jefes territoriales, vivos o muertos. 7. Se pueden establecer diferentes zonas dentro de la geografía de las estelas, por su mayor incidencia, y en ellas predomina un tipo compositivo. 8. Hay una conexión espacial con otras áreas del Atlántico, en donde se encuentran otras estelas grabadas, y una conexión temporal, con monumentos anteriores de los que estas losas grabadas serían herederas y con las lapidas y posteriores soportes epigráficos funerarios. Este vínculo se hace presente en la reutilización de menhires para grabar los característicos objetos de las estelas y en el aprovechamiento de algunas estelas como soporte de escritura tartésica o incluso romana. Ante este la falta de conclusiones definitivas sobre la función, sentido y cronología de las estelas continúa siendo una tema que suscita el interés dentro de la comunidad científica. 1. Hay distintas líneas de investigación en las estelas: a. Análisis de los elementos de las estelas, i. Para determinar su origen y como han llegado a las estelas. ii. Para establecer la cronología de estos y de manera indirecta la de las propias estelas. iii. Para conocer las personas que las realizaron. b. Análisis de los elementos para establecer patrones, similitudes y poder establecer tipologías, señalar ámbitos geográficos de estelas con elementos comunes y conocer la evolución cronológica (que cambios de iconografía se dan a lo largo del tiempo y proceso de expansión). 47 2. Respecto a los objetos representados se abren distintas posibilidades: a. Que los objetos representados sean réplicas de objetos reales. - Que los grabadores conocían directamente. - Que los grabadores solo conocían por referencias en decoraciones cerámicas o por otras fuentes. b. Que los objetos representados sean símbolos, con un lenguaje codificado que conocían las gentes de ese ámbito cultural, y por eso hay que analizar tanto los elementos grabados, la forma y posición y los que no aparecen y deberían aparecer En relación con la función de las estelas, un cuadro resumen puede permitirnos tener una visión más completa de la complejidad de su significado en una sociedad que vive un proceso de transformación. Figura nº12: Funciones que pudieron cumplir las estelas del suroeste. Fuente: Elaboración propia Para finalizar, comprobamos que las estelas del suroeste son piezas esenciales para completar el complejo panorama que supone el conocimiento de la protohistoria en la península ibérica. A través de nuevos hallazgos o métodos de investigación pueden aportarse los datos necesarios para llegar a conclusiones definitivas, que sean aceptadas de manera pacífica por toda la comunidad y nos acerque a la realidad de nuestros antepasados. 48 6. ANEXO AUTOR Martín Almagro Basch TITULO DE LA OBRA Las Estelas Decoradas del Suroeste Peninsular (1966) Función principal: funeraria PRINCIPAL TESIS Origen indoeuropeo. Sociedad: Jefaturas. CRONOLOGÍA DE LAS ESTELAS Bronce II o Bronce Final. (800-400 AC) ESTELAS ESTUDIADAS 25 TIPOLOGÍA Y MAPA DE DISTRIBUCIÓN Tipo I. Estelas alentejanas Tipo II. Estelas del Suroeste Tipo I a. Tipo I b. Tipo II a. Tipo II b. Estela con ídolo Estela con Estela con Estela con dolménico panoplias panoplias antropomorfo Figura nº 13. Fuente: Martín Almagro Basch (1966). Esquema: elaboración propia. 49 AUTOR Eduardo Galán Domingo TITULO Y AÑO DE LA OBRA Estelas, paisaje y territorio en el Bronce Final del suroeste de la península ibérica (1993) PRINCIPAL TESIS Estelas: tipo de lenguaje a través de una iconografía del poder, exhibe elementos de prestigio Función: • marcadores territoriales • hitos señalizadores de puntos nodales en vías de comunicación • marcador de estatus de la comunidad o del jefe. Sociedad jerarquizada, en proceso de sedentarización. Bronce Final. Etapa precolonial. Fin: siglo VIII A.C. 70 CRONOLOGÍA ESTELAS ESTUDIADAS TIPOLOGÍA Y MAPA DE DISTRIBUCIÓN Grupo 1: sin antropomorfo, protagonismo del escudo. Grupo 2: con antropomorfo, menor importancia que el escudo. Grupo 3 antropomorfo con espada en cinto y escudo escotado Grupo 4 antropomorfo con espada en cinto y escudo redondo Grupo 5 estelas con composición formal libre Grupo 6 composición formal libre en la zona del Guadalquivir Figura nº14: Fuente: Galán Domingo (1993). Esquema: Elaboración propia 50 AUTOR Sebastián Celestino Pérez TITULO DE LA OBRA Estelas de guerrero y estelas diademadas. La precolonización y formación del mundo tartésico. (2001) PRINCIPAL TESIS CRONOLOGÍA Función funeraria. Fenómeno autóctono. Se origina en la Sierra de Gata y se extiende en dirección noroeste-sureste. Los objetos grabados son de procedencia indígena, atlántica y mediterránea. Sociedad jerarquizada, de economía basada en la ganadería y la agricultura de subsistencia. Siglo XII A.C- Siglo VI A.C. ESTELAS ESTUDIADAS 89 estelas del suroeste y 6 diademadas TIPOLOGÍA, POR COMPOSICIÓN. MAPA DE DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Estela de composición básica Estela básica con objetos de prestigio Estela con figura antropomorfa. Escudo elemento principal + espada +lanza. La estela simboliza el cuerpo del guerrero. Se van añadiendo objetos, con una disposición acorde con la posición que tendría si la estela fuera el cuerpo del guerrero. Elemento principal es el guerrero, Los objetos cambian de situación, poniéndose en relación natural con el individuo. Figura nº 15. Fuente: Celestino (2001). Esquema: elaboración propia. 51 AUTOR Marta Diaz-Guadarmino Uribe TITULO DE LA OBRA Las Estelas Decoradas en la Península Ibérica. 2009 PRINCIPAL TESIS Hay una relación de continuidad entre las estelas megalíticas y las estelas del suroeste. CRONOLOGÍA DE LAS ESTELAS 1400/1250- 700 A.C. ESTELAS ESTUDIADAS 115 estelas del suroeste, Bronce Final. TIPOLOGÍA Y MAPA DE DISTRIBUCIÓN Tipo B: Se representa la panoplia básica del guerrero: escudo, lanza y Básico espada Tipo B+O Formato básico al que se han añadido otros objetos: espejos, carros, cascos, fíbulas, peines y liras Tipo A Formato con antropomorfo, incluye una figura humana o más, acompañada de otros objetos: escudo, lanza, espada, y tocados, cascos, cuernos, fíbulas, espejos, peines, pinzas, instrumentos musicales, carros, perros, series de puntos, navaja de afeitar, arcos flechas o carcaj Figura nº16: Fuente: Díaz-Guadarmino (2009). Esquema, elaboración propia. 52 7. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA. ALMAGRO BASCH, Martín (1966): Las estelas decorads del suroeste penínsular. Madrid: CSIC y Universidad de Madrid,. ALMAGRO-GORBEA, Martín (1977): El Bronce Final y el Periodo Orientalizante en Extremadura. Madrid: Bibliotheca Praestorica Hispana XIV, -. (2012): «Estelas e estatuas-menhires da Pré à Protohistória;. 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