ASIA Y ÁFRICA ACTUALES
IDENTIDAD, DIFERENCIA
Y E L ASUNTO D E LOS TALIBANES
SAURABH DUBE
El ColegiodeM
éxico
E n este pequeño ensayo se exploran cuestiones relacionadas con
la identidad y la diferencia, al considerar críticamente las condiciones clave de cultura y poder, particularmente las estipulaciones de las categorías de lo "medieval" y l o " m o d e r n o " . Dichas
cuestiones y estos temas se encuentran en el centro de las políticas contemporáneas, y tienen diversas articulaciones en las
investigaciones recientes. Para los propósitos de la presente
discusión, sería útil distinguir entre dos amplias orientaciones
académicas. Por u n lado, a lo largo de las dos últimas décadas,
u n cercano cuestionamiento de los límites de l o "local" (como
categoría) ha sido acompañado p o r u n énfasis en las múltiples
cartografías de las historias coloniales y de los diseños plurales
de las culturas contemporáneas, especialmente dentro de los
enfoques recientes de la etnografía y la antropología histórica.
Aquí, la identidad y la diferencia se entienden como constituidas a l o largo de procesos transnacionales, culturas que se
intersecan, e historias que se traslapan. Por o t r o lado, durante
1
2
Lleva un esclarecimiento que en la distinción posterior, cada grupo de orientación académica que identifico está formado por una enorme variedad de tendencias
- q u e en algunos momentos, hasta contienden. Estas orientaciones pueden traslaparse
ocasionalmente. A l mismo tiempo, cuando se entienden más ampliamente, estos dos
grupos conllevan y sugieren imperativos académicos distintos frente a las determinaciones de diferencia y los engaños de la identidad.
Por ejemplo, A k h i l Gupta, "The song of the nonaligned w o r l d : Transnational
identities and the reinscription of space in late capitalism", Cultural Anthropology 7,
1992, p p . 63-79; A r j u n Appadurai, Modernity at Large: Cultural Dimensions of
Globalization, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1996; Frederick Cooper
1
2
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este tiempo los estudios críticos han versado sobre los engastes
de la historia moderna en las narrativas de la nación, los modelos de progreso y el telos de la modernidad. Esto ha virado hacia
la recuperación de l o singular, l o fragmentario y l o cotidiano
en los procesos del pasado y el presente, haciendo énfasis en
las éticas de la diferencia crítica sobre la razón de la identidad
histórica o igualdad. Tomado en conjunto, implicado en tan
disímiles aprehensiones, se encuentra el lugar de la identidad y
la presencia de la diferencia entre los nuevos regímenes de poder
y de los cuadros disciplinarios del conocimiento.
Esto sigue aquella única manera de articular cuestiones de
identidad y diferencia, consistente en enfocarse en dichos rasgos traslapados en el estudio contemporáneo. A l m i s m o tiempo, este ensayo adopta una diferente orientación al dirigir los
asuntos inmediatos, discutiendo más bien u n ejemplo de polí3
y A n n Stoler (eds.), Tensions of Empire: Colonial Cultures in a Burgeois World, Berkeley,
University of California Press, 1997; Nancy Rose H u n t , A Colonial Lexicon of Birth
Ritual, Medicalizatwn, and Mobility in the Congo, Durham, Duke University Press,
1999; Anna Lowenhaupt Tsing, In the Realm of the Diamond Queen: Margmality in
an Out-of-the-way Place, Princeton, Princeton University Press, 1993; Paul Gilroy,
The Black Atlantic: Modernity and Double Consciousness, Cambridge, Mass., Harvard
University Press, 1993; Brackette Williams, Stains on My Name, War in My Veins: Guyana and the Politics of Cultural Struggle, Durham, Duke University Press, 1991; John
Comaroff y Jean Comaroff, Ethnography and the Historical Imagination, Boulder,
Westview, 1992; John Comaroff y Jean Comaroff, Of Revelation and Revolution: The
Dialectics of Modernity on the South African Frontier, vol. 2, Chicago, University of
Chicago Press, 1997. Véanse también Michael Taussig, Shamanism, Colonialism, and
the Wild Man: A Study in Terror and Healing, Chicago, University of Chicago Press,
1987; Paul G i r o y , Between Camps: Race, Identity and Nationalism at the End of the Colour Line, Londres, Allen Lane, 2000; y Luise White, Speaking with Vampires: Rumor
and History in East and Central Africa, Berkeley, University of California Press, 2000.
Para ejemplos de la historia crítica de Asia del Sur, véase Gyanendra Pandey,
" I n defense of the fragment: Writing about Hindu-Muslim riots i n India today," Representations, 37, invierno 1992, pp. 27-55; Ashis Nandy, The Intimate Enemy: Loss
and Recovery of the Self under Colonialism, Delhi, Oxford University Press, 1982;
Shail Mayaram, Resisting Regimes, Myth, Memory and the Shaping of a Muslim Identity,
Delhi, Oxford University Press, 1997; y Ranajit Guha, "The small voice of history",
en Shahid A m i n y Dipesh Chakrabarty (eds.) Subaltern Studies IX: Writings on South
Asian History and Society, Delhi, Oxford University Press, 1996, pp. 1-12. Véase también, Partha Chatterjee, The Nation and its Fragments: Colonial and Postcolonial Histories, Princeton, Princeton University Press, 1993; Dipesh Chakrabarty, Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historical Difference, Princeton, Princeton
University Press, 2000; y Walter Mingóla, Local Histories/Global Designs: Coloniality,
Subaltern Knowledges', and Border Thinking, Princeton, Princeton University Press,
2000.
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ticas culturales y culturas políticas en el aquí y el ahora. A c t u a l mente, a su m o d o , dicho esfuerzo también proporciona la base
para pensar valiéndose de las discretas orientaciones académicas frente a la identidad y la diferencia que he subrayado anter i o r m e n t e . Así m i s m o , este artículo explora u n evento crítico
de la historia actual, la destrucción de los budas de Bamiyan a
manos de los talibanes de Afganistán a principios de 2001. C o n
el riesgo de apropiarse de alguna manera de los hechos, en el
caso de las diferentes representaciones dominantes de los talibanes, éstas aparecen de manera simultánea como incrustadas
en el pasado y como emblemáticas del presente, ya sea con respecto a la destrucción de los budas gigantes, o en el asunto, t o davía más reciente, de los ataques suicidas de Nueva Y o r k y
Washington. Esto sugiere los riesgos de privilegiar a priori la
diferencia cultural y la subjetividad de la identidad, ética, epistemológica y ontològica, frente al poder, l o que también revela los límites de imaginar el m u n d o en términos de identidad
histórica - c o n f r o n t a n d o la argucia de imaginar todos los pasados, cada presente, cada f u t u r o , en el espejo de u n Occidente imaginario e inflado. Brevemente, a manera de ejemplo y
como coda analítica, busco pasar p o r u n rasero crítico los asuntos de identidad y diferencia y las cuestiones de poder y alteridad.
4
Hechos "medievales"
La línea histórica es recta, simple y seductora. Hace aproximadamente cinco años, u n grupo islámico ultra-militante, los taClaramente, el término "identidad" ha sido articulado en registros gemelos,
como se ve: primero, como una identidad social que en sí misma acarrea diferencia
cultural; y en segundo lugar, como identidad en el sentido de igualdad en imágenes
modulares de la historia. A continuación, m i uso del término "diferencia" incluirá la
primera connotación de identidad, de manera que mis comentarios críticos sobre
identidad concernirán en primera instancia al segundo sentido de igualdad histórica.
Para comentarios pertinentes sobre los vínculos entre identidad cultural y diferencia
cultural, véase, por ejemplo, Ruth Frankenberg y Lata Mani, "Crosscurrents, crosstalk:
Race, 'postcoloniality', and the politics of location", en Padmini Mongia (ed.), Contemporary Postcolonial Theory:A Reader, Londres, A r n o l d , 1966, pp. 347-364; y varios de
los colaboradores en Craig Calhoun (ed.), Social Theory and the Politics of Identity,
Oxford, Blackwell, 1994.
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libanes, t o m a r o n el poder de 90% de Afganistán. M u y p r o n t o
iniciaron u n régimen de t e r r o r , marcado p o r una aguda violación de los derechos humanos, particularmente contra las m u jeres, y arrasando con el p a t r i m o n i o de una nación devastada
p o r feudos "tribales" y milicias "islámicas". Y en el amanecer
de u n nuevo milenio, destruyeron dos antiguas y valiosas estatuas del Buda de Bamiyan, u n p a t r i m o n i o cultural de la humanidad.
D e acuerdo con las predilecciones ideológicas y el sentido
común, esa destrucción aparece como inherente al islam, o se
entiende como una forma de intensa intolerancia - y a sea religiosa, política o c u l t u r a l - , que ha existido a l o largo de la
historia de la humanidad. O , la destrucción se comprende a
través de las variaciones y las conexiones de las posturas mencionadas arriba. A l mismo tiempo, en cada caso, la condena de
los talibanes fue pronta y rápida. Desde diversas posturas, su
acto de destrucción m o n u m e n t a l fue condenado c o m o la
"vandalización" de la historia, llegando a convertirse en genocidio cultural. Sus acciones, y como consecuencia los mismos
talibanes, eran salvajes y medievales. N o estoy sugiriendo que
las denuncias de las acciones de los talibanes estén fuera de l u gar o que sean erróneas. Tampoco estoy negando que el régimen talibán de t e r r o r físico o ideológico sea u n verdadero hor r o r en curso. Lejos de eso. M i argumento es o t r o . Se refiere a
la simplicidad y facilidad con la que la historia de los talibanes
se narra. M i inquietud se deriva de los encantamientos y seducciones de estas historias. E n una palabra, los talibanes se encuentran fuera de nuestro p r o p i o m u n d o - e l l o s son retrógrados:
nosotros progresistas. Ellos son intolerantes: nosotros somos
tolerantes. Ellos están locos: nosotros estamos bien. Ellos son
medievales: nosotros modernos. Ellos son ellos: nosotros, somos
nosotros.
Ya debe haber quedado claro que m i esfuerzo conlleva
más que la necesidad de introducir una complejidad empírica
y u n matiz conceptual a lo que es al final una historia directa.
A l c o n t r a r i o , lo que deseo es explorar la posibilidad de contar
la misma historia de otras maneras -posibilidades de narración que ponen frente a u n espejo nuestras suposiciones sin
cuestionamiento, y formas de descripción que entienden de
DUBE: IDENTIDAD, DIFERENCIA Y EL ASUNTO DE LOS TALIBANES
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manera crítica las acciones de los talibanes. Ambas, como partes
de u n conjunto analítico y u n campo narrativo. Por una lado,
el asunto de la comprensión - y , por supuesto, el de una política
c r í t i c a - no simplemente termina con una denuncia de "vandalismo". Más allá, dicho empeño conlleva el rasgo de considerar críticamente la lógica de los "vándalos" y sus acciones. P o r
o t r o lado, precisamente este asunto requiere colocar u n signo
de interrogación en nuestras suposiciones más apreciadas, una
reconsideración del suelo consagrado sobre el cual nosotros
mismos estamos parados.
Comencemos entonces con la difundida afirmación de que
los talibanes y sus acciones son "medievales". ¿Cuál es la i m p o r tancia de esta palabra, preguntarán? Bueno, en realidad, m u cho. Por una parte, la mayor parte de los lectores de este texto
serán conscientes de la intensa demonología que rodea al islam, el cual durante mucho tiempo ha caracterizado a los m u sulmanes y sus culturas como una inversión de l o m o d e r n o .
E n pocas palabras, los atributos "medievales" del islam se han
articulado tanto mediante imágenes del "déspota o r i e n t a l " de
la literatura clásica como con los tropos de "árabe fanático"
del periodismo terrorista, en el mismo grado. E l modo en que dichas representaciones aplastan la diversidad del islam ha sido
sujeto de mucha investigación crítica, percepciones siempre
exorcizadas p o r aprehensiones autoritativas y gubernamentales de política y cultura.
Aquí, m i visión es que dichas representaciones derivan de
una conjetura dominante, a saber: desde la Reforma cristiana,
en el Occidente moderno, la religión ha sufrido una p r o f u n d a
transformación, haciéndose mucho más tolerante y convirtiéndose más en u n asunto privado. (Las tradiciones, los rituales y
las creencias de las religiones en el Occidente han sido, en m u chas ocasiones, tácitamente lanzadas de una vez hacia fuera,
pero también acompañadas de procesos de modernidad y secularización). L a fuerza y alcance de su conjetura sirve como u n
5
Aquí dos clásicos son Alain Grosrichard, The Sultán '$ Court: European Fantasis
oftheEast, trad. L i z Heron, Londres, Verson, 1998; y, por supuesto, Edward Said,
Orientalism, Nueva York, Pantheon, 1978. Véase también, Hamid Mowlana, George
Gerbner y Herbert Schiller (eds.), Trmmph ofthelmage: TheMedia's War in thePersian
Gulf-A
Global Pmpecííw, Boulder, Westview, 1992.
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modelo para orientaciones trilladas (y académicas) frente a la
religión y la política. Existen consecuencias significativas. Es
de gran pertinencia la elisión de distintivos engranajes mutuos
entre religión y política en el Occidente moderno - p o r ejemp l o , en judaismo y cristianismo; en G r a n Bretaña y en Estados
U n i d o s de América. E l asunto no es simplemente aquél de la
brecha entre l o ideal (del Occidente moderno secular) y lo actual (que comparte determinaciones religiosas y políticas). La
pregunta es, críticamente, sobre la manera en que l o ideal y l o
actual se f o r m a n y reconfiguran mutuamente uno sobre o t r o ,
cada cual separado y nunca entretejido, ambos siendo m u c h o
más que meras figuras insignificantes.
Por o t r o lado, la invocación frecuente de l o "medieval"
como f o r m a de caracterizar distintas creencias o prácticas, significados y acciones, culturas e historias, está igualmente basada en jerarquías que son básicas para las representaciones de la
modernidad. Entonces, en los conocimientos dominantes, como
u n ideal y una ideología, las premisas de la modernidad y lo
moderno descansan sobre principios de estar adelante (o detrás), y muchas veces, p o r encima de nociones de rupturas
fundamentales: una superación de la tradición, u n r o m p i m i e n t o
con l o medieval. E n esta visión del pasado, el presente y la
prosperidad, u n Occidente singular, imaginario e inflado se
convierte en historia, modernidad y destino - p a r a cada sociedad, cada cultura, toda la humanidad. Toda acción, cada práctica, cada cultura, debe encajar diversamente en este horizonte
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9
Véase en especial Talal Asad, Genealogies of Religion: Discipline and Reasons of
Power in Christianity and Islam, Baltimore, The Johns Hopkins University Press,
1993. Véase también Russell McCutheon, Manufacturing Religion: The Discourse on
Sui Generis Religion and the Politics of Nostalgia, Nueva Y o r k , Oxford University
Press, 1997.
Considero la tendencia en las aprehensiones cotidianas y las disposiciones cotidianas para examinar las políticas de la religión - u n problema que se agudiza particularmente en relación con los asuntos de género y en el pensamiento c o t i d i a n o - como
una de esas consecuencias.
Véase, por ejemplo, Peter van der Veer y Hartmut Lehmann (eds.), Nation
and Religion: Perspectives on Europe and Asia, Princeton, Princeton University Press,
1999.
Para estar seguros, esta penetrante impresión - u n caso de "metageografías"está elaborada de varias maneras, desde lo aparentemente benigno hasta lo evidentemente agresivo. También encuentra articulaciones contradictorias dentro de discre6
7
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de l o moderno como p r i m i t i v o u oriental, perdido o redimible,
lo que quiere decir como inherentemente medieval o esencialmente exótico, o aproximado a eso. H a n perdido el autobús
de la historia universal, o van colgados de uno de sus lados.
Esperan pacientemente p o r el próximo vehículo, o se sientan
lejos confortable o incómodamente, dentro de este transporte
del t i e m p o .
10
Modernidades históricas
Pero escucho a los lectores preguntar: ¿si existe algo así como
una genealogía del término "medieval", entonces de qué maneras l o narrado hace modernos a los talibanes? D e una manera crítica, respondo y o . Para empezar, la modernidad n o es solamente una idea, u n ideal, una ideología. La modernidad es
igualmente - s i no m á s - la elaboración de distintos procesos históricos a lo largo de los cinco siglos anteriores. A h o r a , com o historia, la modernidad consiste en procesos transformadores que se intersecan, caracterizados, p o r ejemplo, p o r el
capital y el consumo, la industria y el imperio, las naciones y
tas expresiones de "tradición" en distintos contextos de modernidad, un punto que se
discute más adelante. De hecho, como es bien conocido, diversas políticas alternativas y radicales cuestionan la modernidad al darle vuelta al valor moral de sus jerarquías constitutivas, oponiéndose a la modernidad mediante reclamos sobre la tradición. M i punto es que el asunto de pensar a través de dichas oposiciones y estas políticas
- i n c l u y e n d o los exámenes críticos de la planimetría que los apuntalan- debe llegar
más allá de u n mero desenmascaramiento que sencilla e implacablemente apunte hacia la fundación de los binarios analíticos de los principios de la Ilustración y los
conocimientos post-Ilustración. Más allá, me parece que un asunto así necesita articular el significado crítico y los rasgos contrarios de estas categorías al construir y desconstruir el pasado y el presente de los mundos en que habitamos - m u n d o s que se
intersecan sin remedio, mundos que son inevitablemente heterogéneos.
Algunos trabajos que han influido especialmente en m i visión de estos temas
son: Uday Mehta, Liberalism andEmpire:A Study in Nineteenth-Century British Liberal Uought, Chicago, University of Chicago Press, 1999, y Charkrabarty, Provincializing Europe. Véase también Lisa Rofel, Other Modernities: Gendered Yearnings in
China after Socialism, Berkeley, University of California Press, 1998; H a r r y Harootunian, Overcome by Modernity: History, Culture, and Community in Interwar Japan,
Princeton, Princeton University Press, 2000; y Michel-Rolph Trouillot, "Anthropology and the savage slot: The poetics and politics of otherness", en Richard J. Fox
(ed.), RecapturingAnthropology:
Workingin thePresent, Santa Fe, School of American
Research Press, 1991, pp. 17-44.
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las colonias, los ciudadanos y los sujetos, las esferas públicas
y los espacios privados, los Estados normalizados y las sociedades seculares, los encantos del gobierno y la magia de l o modern o , y la(s) religiones) circunscrita(s) y los saberes desencantados. Y como la historia, la modernidad n o es singular. Más
bien, la modernidad existe en plural, como modernidades. Pero
esto n o es t o d o . Pues ya sea vista como modernidad o modernidades, los procesos implicados aquí n o son n i monolíticos n i
homogéneos - l a modernidad / modernidades señala procesos
decisivamente frenados, decididamente contingentes y distintivamente contradictorios. De hecho, es dentro de dicha contingencia y contradicción que se insertan y elaboran las representaciones dominantes de la modernidad, incluyendo las jerarquías
constitutivas y distinciones descritas anteriormente.
Aquí la modernidad de los talibanes n o recae simplemente en el hecho de que usen armas modernas y medios de comunicación contemporáneos, objetos prístinos maravillosos para
una sensibilidad juvenil salvaje. N o será terriblemente difícil
establecer que los talibanes no habitan una tierra de destrucción
desenfrenada, esencialmente cerrada p o r nuestras propias palabras. Debería ser obvio que la posición de los talibanes es tan
intrincada como la de cualquiera de nosotros en procesos de
historia y modernidad, entrampada en flujos globales de productos y consumo. Ellos trafican con heroína barata y realpoli¬
tik. Los talibanes trafican con armas de destrucción masiva, y
comercian con arte y antigüedades, particularmente aquellas
que son saqueadas del museo de K a b u l (y ahora con fragmentos de los budas de Bamiyan), que van a las colecciones de arte
de Asia del Sur hasta Norteamérica. Es decir, los talibanes se infiltran mediante transacciones centrales a redes globales y transferencias internacionales.
U n a vez más, siento la impaciencia: ¿comercio con pistolas y heroína?, ¿circulación de armas mortales y piezas de arte?
11
Estos asuntos tienen una elaboración contextual delimitante en Saurabh Dube
(ed.), Enduring Enchantments: Tradition/Community,
Colony /Modernity, número
especial de South Atlantic Quarterly, 101, 3, Duke University Press, de próxima aparición, y Saurabh Dube, Ishita Banerjee Dube, y Edgardo Lander (eds.), Critical Conjunctions: Foundations of Colony and Formations of Modernity, número especial de Nepantla: Views from South, 3, 2, Duke University Press, 2002.
11
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¿Cómo se conectan dichas maniobras con las insinuaciones de
la modernidad? ¿Cuál es m i respuesta a estas preguntas? Posiblemente no la cara brillante de la modernidad, sino el lado
oscuro de la historia, pero dichos procesos se encuentran en el
corazón de la modernidad como historia, al inicio del nuevo
milenio - u n componente crítico de los incesantes m o v i m i e n tos globales del contrabando y la "cultura".
Historias monumentales
A l m i s m o t i e m p o , n o es simplemente su inserción en los p r o cesos globales de la historia contemporánea lo que hace a los
talibanes modernos. M i p u n t o es que la modernidad de los talibanes está atada de manera crítica a su p r o p i o grupo de representaciones, los términos de sus prácticas. Hemos notado que
las representaciones de modernidad saturan las categorías y
los campos con una característica distintiva. U n a de esas categorías / campos es el concepto-base de tradición. N o sorprende que esto ha significado que en la tarea de negociar y p r o m u l gar la modernidad, grupos distintos y diferentes comunidades
- d e s d e el p r i m e r o hasta el cuarto m u n d o - han definido distintas tradiciones como constitutivas de sus identidades particulares. Si dichos movimentos han involucrado "comunidades locales", son igualmente característicos de los reclamos sobre la
nación.
Aquí, las nuevas invenciones y reificaciones de la tradición han ido de la mano con la concepción y construcción de
historias monumentales de la nación. Esto es tan cierto para la
derecha hindú en India como para el islamismo talibán de A f ganistán, como l o es para el énfasis cambiante de la narrativa
épica de la nación mestiza mexicana y el despliegue de luces de
los fuegos artificiales del cuatro de julio en Estados U n i d o s .
Pero esto n o debe sorprendernos tanto. Después de t o d o , p o r
historia m o n u m e n t a l no me refiero simplemente a la historia que se encuentra en los monumentos - h a b l o más bien de
la historia como se imagina e instituye en una escala m o n u mental. Y dichas visiones de la historia m o n u m e n t a l se encuentran en el centro de las narrativas del Estado y las histo-
ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA XXXVII: 2, 2002
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rias de la nación, n o obstante que asumen críticamente formas
diferentes.
Entonces, ¿de qué manera los talibanes encajan en este más
amplio panorama? Precisamente en su búsqueda de una historia m o n u m e n t a l , los talibanes han investido tanto a la tradición
como al islam de u n nuevo rasgo y u n nuevo significado. D e
hecho, su esfuerzo está puesto en combinar las tradiciones "islámicas" con las "tribales" a f i n de convertir a Afganistán en la
nación y sociedad islámicas más puras. Curiosamente, dicha negociación de historia monumental es igualmente u n esfuerzo
por-parte de los talibanes de ganarse el reconocimiento de la
comunidad internacional, p o r lo menos de algunas de las naciones que la componen. Antes, durante el último tercio de 1998,
la dirigencia de los talibanes declaró que dos enormes estatuas
de Buda en Bamiyan no serían destruidas. Pero de alguna manera, dos años después, ellos enfrentaron sanciones tanto de
armas c o m o de recursos, impuestas p o r el Consejo de Seguridad, y los talibanes t o m a r o n venganza. De hecho, de acuerdo
con la retórica talibán, su acción también vengaba la destrucción
de la mezquita babri en A y o d h y a perpetrada por las fuerzas de
la derecha hindú en el norte de India en diciembre de 1992.
Así, la historia monumental dio u n giro diferente - e n n o m bre del islam y para la fama de la nación, a través de los filtros
de la historia monumental, y los talibanes destruyeron los budas
monumentales.
A l t o m a r este ejemplo m i esfuerzo ha sido doble. Por una
parte, he tratado de subrayar la importancia de cuestionar las
suposiciones de la identidad histórica - d e interrogar designios modulares del pasado, presente y la p o s t e r i d a d - al reconocer la prominencia de la diferencia crítica. Por la otra, he tratado de mostrar que privilegiar la diferencia o la alteridad podría
reinstalar las dualidades de la historia vs. la diferencia, poder
vs. alteridad. Estas son preguntas a las cuales regresaré en u n
m o m e n t o . E l asunto inmediato al que quiero llegar es éste:
12
Aquí no estoy creando nuevos atributos modulares de modernidad, enfrentados
a previas ortodoxias. Más allá, mis argumentos apuntan hacia la concatenación de distintas temporalidades en los enredos de la modernidad y la historia que están en discusión. Dichas preguntas encuentran excitantes (e intrigantes) formulaciones en Chakrabarty, Provincializing
Europe.
12
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pensar a través de dichas antinomias es elaborar u n espacio alternativo más allá de dos concepciones influyentes y en pugna, que cuestionan el imaginario eurocéntrico dominante sin
sucumbir a rasgos fáciles de retórica anti-Ilustración en los escenarios tanto occidentales como no-occidentales.»
Coda
A l final, permítaseme enfatizar que m u y frecuentemente en
los análisis críticos de la fuerza del poder - p o r ejemplo, los
términos colonia y nación, los imperativos de modernidad y
g l o b a l i z a c i ó n - pueden aparecer como u n terreno totalizador,
una totalidad distópica. De igual manera, con frecuencia a través de conocimientos radicales el trabajo de la diferencia tiende
a ser articulado como lo particular irrecuperable, escondido del
poder.
Es precisamente aquí que me pregunto acerca de las diferentes posibilidades que existen de interpretación y escritura. Se trata de interpretaciones que t o m a n en cuenta el espírit u del pensamiento crítico que siempre sospecha del poder
totalizador y la razón de la ley, pero son análisis que n o sucumben a la tendencia de presentar a la "totalidad despreciada" com o monolítica. Dichos movimientos cuestionan la proyección
del poder como "terreno totalizador" y evitan la "celebración de
la diferencia dondequiera que ésta aparezca", aún si ellos nie14
15
En lo que respecta a m i trabajo, se encuentran elaboraciones críticas en este
tenor en, Saurabh Dube, Untouchable Pasts: Religión, Identity, and Power among a
Central India Community, 1780-1950, Albany, State University of N e w Y o r k Press,
1998, y Saurabh Dube, Stitches on Time: Colonial Cultures and Postcolonial Pasts,
indédito.
Recuérdense aquí los dos grupos de orientaciones académicas con respecto a la
identidad y la diferencia que fueron introducidos al inicio de este artículo. Mientras
que podría parecer que estoy meramente concurriendo con el primer grupo de propuestas y siendo simplemente crítico con el segundo cúmulo de consideraciones, m i
esfuerzo, de hecho, es aprender de ambas al ponerlas en una tensión productiva. En
otras palabras, al explorar el interjuego entre poder y diferencia, considero imperativo enunciar el juego del poder mediante la labor de la diferencia y articular el lugar de
la diferencia en el trabajo del poder. Esto debería quedar claro en los argumentos
posteriores.
13
14
Desarrollos posteriores de los argumentos y énfasis a ellos se encuentran en
Dube, Stitches on Time, especialmente en el capítulo 1.
15
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358
gan la autonomía y la integridad del sujeto singular y la identidad e igualdad de la historia. Se posicionan a ellos mismos a
l o largo, pero también aparte, de las tendencias influyentes
que reproducen la heterogeneidad como "particulares sin recuperar", el antídoto a los términos del poder. Discuten más
p o r la constitución de los sujetos a través de las relaciones sociales, definidos p o r provisiones de significado y configurado
a través de los crisoles del poder. E n vez de apegarse a la idea
de diferencia como a una intocabilidad inclusiva a pnon, más
allá del trabajo de la razón y frente a la productividad del poder, los términos de la heterogeneidad son hilvanados en la
sustancia de la constitución y la práctica de los sujetos de
la historia.
Si las prácticas constitutivas de los sujetos sociales están
engastadas dentro y actualizadas a través de la densidad del
significado y la gravedad del poder, dichas modalidades de significado y estos perfiles de poder rara vez están terminados,
siempre sujetos a distinción, pospuestos y desplazados. Aquí
es i m p o r t a n t e trazar el interés apasionado, la inestabilidad i n cesante, y la ambivalencia agonizante en el corazón de los proyectos dominantes del significado y el poder. Pero es igualmente significativo reconocer que dichas operaciones están atadas
a acciones contradictorias y constitutivas de los sujetos sociales. E n la práctica, la obstinación espectacular puede i r acompañada de términos de poder y las rutinas cotidianas pueden
exceder los significados dominantes, ambos sujetos a cambio
y reelaboración, siempre marcados p o r las posibilidades de las
entonaciones de verdades antiguas y las inflexiones de nuevas
realidades. A n t e el clamor constante p o r autonomía y agencia, las auténticas definiciones de democracia, los significados
de modernidad y los propósitos de pluralidad no pueden separarse de las inherentemente diferentes formaciones de los sujetos sociales en los mundos inevitablemente heterogéneos, configurados p o r el pasado y nacientes en el presente. Más allá de
visiones vanguardistas, copias tecnocráticas, y u n orgullo erudit o con respecto a los términos para realizar y /o negar los tér16
Los términos entre comillas provienen todos de John McGowan, Postmodernism andas Critics, Ithaca, Cornell University Press, 1991, pp. 15-16 y passim.
16
DUBE: IDENTIDAD, DIFERENCIA Y EL ASUNTO DE LOS TALIBANES
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minos de la modernidad, la pluralidad y la democracia descansan en éticas y políticas que desembocan en las prácticas de los
sujetos sociales en el aquí y el ahora - a t a d o s al pasado, volcados en el presente y traficando en el f u t u r o . •
Traducción del inglés: Gabriela Lara
C o n la colaboración de: Germán
Franco