ISSN 2222-789X
Abril / Junio / No. 45 / 2020
Ensayos
Una cascada de rabias
John Holloway/5
Universidad de San Carlos
de Guatemala
Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
Linda Romero Orduña/10
El texto poético
Ing. Murphy Olympo Paiz Recinos
Rector
Arq. Carlos Enrique Valladares Cerezo
Secretario General
Rafael Gutiérrez Esquivel
Director de Revista USAC
M.Sc. Francis Urbina
Jefa
División de Publicidad e Información
Colaboradores
José Mejía/Dina Posada/Anabella Paiz/
Miguel Ángel Barrios/Luis Díaz/
Moisés Barrios/Sergio Tishler/Carlos
Figueroa Ibarra/Eduardo Halfon
Ilustración de portada, separadores
e ilustraciones interiores
Celestina Rojo
Jaime Alberto Vélez/20
Gentrificación del Centro Histórico
Muralismo y revolución
Matheus Kar/24
Verónica González/31
Letras
Relato
Miguel Huezo Mixco/37
Relato
Lucinda Swann/41
Relato
Camilo Villatoro/48
Poemas
Jorge López/51
Poemas
Diseño
Rafael Gutiérrez Esquivel
Sergio Rodríguez
Marco Tulio Lailson/55
Poemas
Armando Maldonado/60
Diagramación
Sergio Rodríguez
Abril / Junio / Número 45 / 2020
Correspondencia y canje
Universidad de San Carlos de Guatemala
Ciudad Universitaria, zona 12 Ciudad
Guatemala, Edificio de Rectoría
Oficina 310
Teléfonos: (502) 24187640 y 24187642
Correo electrónico
[email protected]
Debate
Memoria y el lugar antropológico
Raúl Monterroso/65
Arte
Celestina Rojo: memoria de la luz y la sombra
Rafael Gutiérrez/75
Comentario
Nuestra parte de noche
Distribución gratuita
Nadal Sau/81
1
A
fuera la pintura, la de afuera, es como un juego a todo color. Lo
lúdico, ingenioso y retozón la recorre con un halo asimismo de
misterio, imágenes oníricas y a ratos disparatadas y hasta surreales pero siempre familiares, a amarradas al cielo y a la tierra de
la razón utilitaria. Y una belleza que estalla como un girasol o una luna que
palpita como una giraluna. La naturaleza juega un papel primordial en su
imaginario poético que crea y recrea historias relacionadas, en su mayoría,
con el ámbito familiar evocando lugares comunes de la infancia y adolescencia. Se trata de animales y objetos comunes dentro de un escenario agrícola
donde se ubica o desplaza una diversidad de animales como ratones, zanates,
toros, zorros, conejos y zopilotes así como una variedad de paisajes locales
y utensilios de uso doméstico y laboral. La riqueza de la imaginación y su
forma de articular la espacialidad física, decíamos, haciendo uso de la geometría y del deliberado desenfoque de los planos cuya remitencia genética
procede, en parte, de las búsquedas y hallazgos de la pintura moderna europea, y desde luego, de las dislocaciones tunianas, pero esta vez dotadas de
una visión fantasiosa, lírica, lúdica y con asomos sombríos y espectrales: las
respuestas íntimas en torno a esos referentes concretos de la vivencia regional de Celestina Rojo. Ese campo que, desde su particular apariencia, gracias
a las cualidades expresivas de la artista, se transfigura y muta en un mundo
renovadamente autónomo y distinto.
Adentro situarse adentro define y expone la esfera de lo privado, tanto
en lo afectivo y psicológico como en el dispositivo instrumental que entraña
la economía familiar. Así, en la obra de Celestina Rojo el situarse frente a
este mundo entraña internarse en una suerte de arqueología de la memoria.
Rafael Gutiérrez
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ENSAYOS
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4
Una cascada de rabias
John Holloway
Mi fantasía Covid-19
ño ha cambiado nuestras vidas, pero
¿de dónde provino? Primero apareció
en Wuhan, China, pero cuanto más
leemos, más nos damos cuenta de que
podría haber aparecido en cualquier lugar del mundo. Los expertos han estado
advirtiendo durante años sobre la probabilidad de una pandemia, incluso si
no comprendían qué tan rápido podría
propagarse. No es que provenga de un
lugar en particular, sino de la destrucción de nuestra relación con el ambiente natural. De la industrialización de la
agricultura, la destrucción del campesi-
Las puertas se abren. Puedes sentir
la energía acumulada incluso antes de
que aparezcan los rostros. El encierro
ha terminado. Es una represa que estalla y vierte un torrente de enojos, ansiedades, frustraciones, sueños, esperanzas, miedos. Es como si no pudiéramos
respirar.
Todos hemos estado encerrados.
Separados físicamente del mundo exterior. Hemos estado tratando de entender
lo que está sucediendo. Un virus extra5
John Holloway: Una cascada de rabias
meses no puede tener semejante efecto.
Por el contrario, deberíamos regresar
renovados y llenos de energía para hacer todas las cosas que deben hacerse.
Pensamos un poco más, y nos damos
cuenta de que, por supuesto, la crisis
económica no es la consecuencia del
virus, aunque puede haber sido desencadenada por él. De la misma manera
que se predijo la pandemia, la crisis
económica también fue predicha, aún
más claramente. Durante treinta años, o
más, la economía capitalista ha sobrevivido literalmente con dinero prestado:
su expansión se ha basado en el crédito.
Un castillo de naipes, listo para colapsar. Casi se derrumbó, con los efectos
más terribles, en 2008, pero una renovada y enorme expansión del crédito le
dio impulso nuevamente. Los comentaristas económicos sabían que no podía durar. «Dios le dio a Noé el signo
del arco iris, no más agua, el fuego la
próxima vez»: la crisis financiera de
2008 fue la inundación, pero la próxima
vez, que no se retrasaría mucho, sería
un incendio (1). Eso es lo que estamos
viviendo ahora: el fuego de la crisis
capitalista. Tanta miseria, hambre, esperanzas destrozadas, no por un virus,
sino sólo para restaurar la rentabilidad
del capitalismo. ¿Y si acabáramos por
deshacernos de un sistema basado en
las ganancias? ¿Qué pasaría si saliéramos con nuestra energía renovada e
hiciéramos lo que hay que hacer, sin
preocuparnos por las ganancias: limpiar las calles, construir hospitales, fabricar bicicletas, escribir libros, plantar
árboles y sembrar vegetales, tocar música… lo que sea? Sin desempleo, sin
hambre, sin sueños destrozados. ¿Y los
capitalistas? Colgarlos de la farola más
nado en todo el mundo, el crecimiento
de las ciudades, la destrucción de los
hábitats de los animales salvajes, la comercialización de estos animales con
fines de lucro. Y aprendemos de los expertos que si no hay un cambio radical
en nuestra relación con otras formas de
vida, es muy probable que sigan apareciendo más pandemias. Es una advertencia: deshacerse del capitalismo o
avanzar en el camino de la extinción.
Deshacerse del capitalismo: en efecto, una fantasía. Y crece en nosotros el
miedo y el enojo y, tal vez, incluso, la
esperanza de que podría existir alguna
manera de hacerlo.
Y a medida que avanza el encierro,
nuestra atención cambia, va más allá
de la enfermedad, a lo que nos dicen
que son las consecuencias económicas. Estamos entrando en la peor crisis
económica desde, al menos, la década
de 1930. La peor crisis en trescientos
años en Gran Bretaña, nos dicen. Más
de cien millones de personas caerán en
la pobreza extrema, nos alerta el Banco Mundial. Otra década perdida para
América Latina. Millones y millones de
personas desempleadas en todo el mundo. Gente hambrienta, mendigando,
más crimen, más violencia, esperanzas
rotas, sueños destrozados. No habrá
una recuperación rápida, es probable
que cualquier recuperación sea frágil y
débil. Y pensamos: ¿todo esto es porque tuvimos que quedarnos en casa
durante un par de meses? Sabemos que
no puede ser así. Por supuesto, seremos
un poco más pobres si la gente deja de
trabajar durante un par de meses, pero
¿millones y millones de desempleados,
personas que morirán de hambre? Seguramente no. El descanso de un par de
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John Holloway: Una cascada de rabias
sido un gran desenmascaramiento del
capitalismo, que se encuentra expuesto
como rara vez antes y de muchas maneras. Para empezar, la enorme diferencia en la experiencia del encierro, que
depende de cuánto espacio se disponga,
de si tiene un jardín, o una segunda casa
a la que pueda retirarse. En relación con
esto, el impacto enormemente diferente
del virus sobre los ricos y los pobres,
cercana (siempre es una tentación) o,
simplemente, olvidarse de ellos. Mejor
solo olvidarse de ellos. Otra fantasía,
pero más que una fantasía: una necesidad urgente. Y nuestros miedos y nuestras rabias y nuestras esperanzas crecen
dentro de nosotros.
Y hay más, mucho, mucho más,
para alimentar nuestra ira en el encierro. Todo el suceso del coronavirus ha
7
John Holloway: Una cascada de rabias
algo que se ha vuelto más y más claro con el avance de la enfermedad. Y
la gran diferencia en las tasas de infección y muerte entre blancos y negros.
También la insuficiencia de los servicios médicos, después de treinta años
de abandono. La terrible incompetencia
de muchos Estados. La expansión evidente de la vigilancia y de los poderes
policiales y militares en casi todos los
países. La discriminación en la provisión educativa entre aquellos que tienen
acceso a internet y aquellos que no, por
no mencionar el aislamiento completo
de los sistemas educativos de los cambios que están ocurriendo en el mundo
en el que viven los niños. La exposición de tantas mujeres a situaciones de
violencia terrible. Todo esto, y mucho
más, al mismo tiempo que los propietarios de Amazon y Zoom y muchas
otras empresas tecnológicas obtienen
beneficios increíbles, y el mercado de
valores, impulsado por la acción de los
bancos centrales, continúa con la transferencia descarada de riqueza de los
pobres hacia los ricos. Y nuestro enojo
crece, también nuestros miedos, nuestra
desesperación y nuestra determinación
de que no debe ser así, de que NO DEBEMOS DEJAR QUE ESTA PESADILLA SE CONVIERTA EN REALI-
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John Holloway: Una cascada de rabias
para el capitalismo, sino también contra
la violencia hacia las mujeres y todas
las formas de sexismo, y por lo tanto,
las enormes marchas del 8M resurgen
nuevamente cantando. Los chilenos
vuelven a salir a las calles y continúan
su revolución. Y el pueblo de Kurdistán
derrota a los Estados que no pueden tolerar la idea de una sociedad sin Estado.
Y el pueblo de Hong Kong inspira a todos los chinos en su repudio a la burla
del comunismo: no más comunismo,
gritan, comunicémonos. Y los zapatistas crean un mundo en el que caben muchos mundos. Y los campesinos dejan
sus barrios bajos y regresan a la tierra
y comienzan a sanar la relación con las
otras formas de vida. Y los murciélagos
y los animales salvajes vuelven a sus
hábitats. Y los capitalistas vuelven a sus
hábitats naturales, debajo de las escaleras. Y el trabajo, el trabajo capitalista,
esa horrible máquina que genera riqueza y pobreza y destruye nuestras vidas,
llega a su fin. Y comenzamos a hacer
lo que queremos hacer, comenzamos a
crear un mundo diferente basado en el
reconocimiento mutuo de las dignidades. Y entonces no habrá una década
perdida, ni desempleados, ni cientos de
millones de personas arrojadas a la pobreza extrema. Y nadie morirá de hambre. Y entonces, sí, entonces, podemos
respirar.
DAD. Y entonces se abren las puertas
y se rompe la represa. Nuestras rabias
y esperanzas estallan en las calles. Escuchamos hablar de George Floyd, oímos sus últimas palabras: «No puedo
respirar». Esas palabras dan vueltas y
vueltas en nuestras cabezas. No tenemos la rodilla de un policía asesino en
el cuello, pero tampoco podemos respirar. No podemos respirar porque el capitalismo nos está matando. Sentimos
una violencia, una violencia que explota desde nuestras entrañas (2). Pero ese
no es nuestro camino, es el de ellos. Sin
embargo, nuestras rabias-esperanzas,
esperanzas-furias tienen que respirar,
tienen que respirar. Y lo hacen: en las
manifestaciones masivas contra la brutalidad policial y el racismo en todo el
mundo, en el lanzamiento de la estatua del traficante de esclavos, Edward
Colston, al río en Bristol, en la creación
de la Zona Autónoma de Capitol Hill en
Seattle, en la quema del recinto policial
en Minneapolis, en tantos puños levantados hacia el cielo.
Y el torrente de enojos-esperanzasmiedos-hambres-sueños-frustraciones,
va en cascada, de un enojo a otro, viviendo cada enojo y desbordando hacia
el siguiente. La ira que arde dentro de
nosotros no es solo contra la brutalidad
policial, contra el racismo, no solo contra la esclavitud que generó las bases
Notas:
(1) Ver el último capítulo de The Shifts and the Shocks,
de Martin Wolf, Penguin Press, Nueva York, 2014: «Conclusión: El fuego la próxima vez» (Conclusion: Fire Next
Time).
(2) Ver: Linton Kwesi Johnson, «Time Come»: «now yu
si fire burning in mi eye/ smell badness pan mi breat/ feel
vialence, vialence, /burstin outta mi;/ look out!» Dread Beat
and Blood, Bogle-L’Ouverture Publications, Londres.
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Control y vigilancia en
tiempos del coronavirus
Linda Romero Orduña
Ante la contingencia sanitaria actual ocasionada por la pandemia del
SARS-CoV-2 o mejor conocido como
COVID-19 (acrónimo del inglés Coronavirus Disease 2019) que está afectando a todos los sectores poblacionales
y causando muertes en todo el mundo,
la atención se centra principalmente
en la necesidad de contar con información médica sobre la enfermedad en sí
misma, como su diagnóstico, síntomas,
tratamientos y vacuna, así como en los
mecanismos de prevención ante las
alarmantes tasas de contagio y de mortalidad.
No obstante, me parece que no es
menos importante prestar atención y
cuestionarnos sobre los efectos psicológicos y sociales que a corto, mediano y
largo plazo generarán dichas medidas de
prevención contra el COVID-19 como
el confinamiento, los procesos de desinfección y sanitización constantes, el uso
de mascarillas y caretas, etc. Pero con
ello no me estoy refiriendo a la reciente
preocupación sobre la «salud mental»
que se ha convertido en tema frecuente
de los webinars, pues no considero que
esto implique una ruptura crítica frente
al discurso médico dominante que se
10
Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
alimenta del miedo frente a la enferme-
los agentes contaminantes presentes en
dad y a la muerte, sino por el contrario,
sirve para legitimar cualquier medida
de control y vigilancia que aniquile el
sentido de comunidad y empatía con tal
de garantizar —paradójicamente— una
mejor vida: una vida saludable.
Pareciera, entonces, que en la actualidad entendemos por «saludable»
el distanciamiento y aislamiento social,
la desinfección constante de nuestros
cuerpos y nuestras pertenencias frente a
todos lados de nuestro entorno, y la defensa de poder respirar nuestro propio
aire libre de contaminación vírica que
representan los demás, gracias al uso de
mascarillas o cubrebocas. En este sentido, quizá podríamos hacernos varias
interrogantes: ¿Qué entendemos por
«salud» y por lo «saludable» en tiempos del coronavirus? ¿Cuál es el tipo de
vida al que nos aferramos? ¿Acaso es la
vida del consumidor la que tanto defen11
Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
Trabajo y dominación
demos y la que tanto nos preocupa dejar
de vivir?. Quizá se trata de aquella vida
que nos ofrece la posibilidad de pedir
comida a domicilio por Uber Eats, comprar en línea por Amazon, ver series y
películas por Netflix o Claro Video. ¿O
acaso es que estamos convencidos del
supuesto carácter provisional de lo que
han llamado «nueva normalidad»? La
cual busca instaurar filtros para poder
respirar «seguros»; el sedentarismo
para el consumo digital; la prescindibilidad de la convivencia física tanto para
actividades académicas como recreativas; el home office 24/7; la hiperconectividad de los niños, jóvenes y adultos
atrapados en sus pantallas de televisión,
tablet o celular; el olvido de la caricia,
el abrazo y la sonrisa, y el miedo como
el invitado de honor en nuestras vidas.
En otras palabras, todos estos mecanismos de control y vigilancia que apelan
a la cultura cívica para salvaguardar la
salud pública se normalizan y se introyectan cada vez más en nosotros, y en
consecuencia, están organizando y gestionando los modos de vida de nuestras
sociedades actuales de acuerdo a las
normas de higiene y salud como parte de una red de dominación sobre los
cuerpos y la subjetividad, donde la verdad médica se ha convertido en ideología de dominio y donde se está aniquilando el sentido de una vida más allá de
la instrumentalidad del individualismo
y del consumo. Pues pareciera que se
están estableciendo todas estas medidas
de control y vigilancia sanitarias para
cuidar la salud de aquellos sectores de
población que son significativos para el
funcionamiento de las economías pues
deben de mantenerse sanos para seguir
trabajando y así seguir consumiendo.
Esta situación de pandemia ha implicado la desmaterialización y digitalización de varias áreas del trabajo y la
subordinación del trabajador a esta lógica, a través de la propuesta del Home
Office y de las posibilidades tecnológicas de comunicación a distancia a través de plataformas como Zoom o Jitsi.
Además, se precariza la condición del
trabajador cada vez más explotado pues
ahora no solo pone su fuerza de trabajo
sino que además tiene que aportar los
medios de producción (su computadora,
servicio de internet, celular, luz, internet, vehículo, agua…), sin tener la posibilidad de contar con un espacio o tiempo liberado del trabajo (bombardeado a
toda hora por notificaciones de mensajes de WhatsApp, correos electrónicos,
recordatorios de reuniones de grupo…
que le exigen ser revisadas bajo los incesantes bips de su smartphone). Se trata de un trabajador consumido física y
emocionalmente por las demandas del
trabajo que nunca se acaban y que han
invadido hasta el último resquicio de
privacidad y descanso que le quedaba:
su hogar. Se le exige más, trabaja más y
se desgasta más pero su salario no aumenta.
Trabajadores con mayor ansiedad,
depresión, desesperación y soledad que
quizá encuentran en el consumo un aliciente para sobrellevar esa lógica enajenante de trabajo al que están siendo
sometidos. Al mismo tiempo, ante sus
ojos se erige un mundo seductor de
mercancías que gracias a las facilidades
y comodidades ofrecidas por el e-commerce o comercio electrónico, que nos
dice que todo está a un click de distan12
Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
cia para que sea llevado hasta la puerta de nuestro hogar, manteniéndonos a
salvo del peligro latente que representa
cualquier acercamiento o contacto fisico con el «otro» que pudiera estar infectado. Ante las medidas preventivas
de la pandemia, el comercio electrónico se ha convertido en una alternativa
fundamental para seguir manteniendo
en pie la mayoría de las operaciones y
trasacciones comerciales: vendiendo y
comprando en línea todo tipo de bienes
desde alimentos, abarrotes, ropa o calzado hasta muebles, juguetes o equipo
médico.
Pero no se trata solamente de la
compra-venta de bienes sino también
de muchos servicios adquiridos por medio de internet. Por ejemplo, la entrega
de comida a domicilio por medio de
aplicaciones como Uber Eats o Rappi
han aumentado bastante el tráfico electrónico; incluso Uber como aplicación
de movilidad —servicio de taxi y paquetería (Uber Flash)— se ha convertido en una alterativa al transporte público o al servicio de paquetería que ya
está sobresaturado.
Los trabajadores de estas empresas digitales además de recibir salarios
precarios dependen del número de estrellas y comentarios de los usuarios de
estas aplicaciones para poder conseguir
más viajes y, así, más oportunidades
de mejorar sus ingresos. Otro ejemplo
de aplicaciones que se están usándose
bastante en estos tiempos de pandemia
es Parkimovil, una aplicación mexicana
para el pago de estacionamientos a través de la lectura de un código QR desde
el celular; así, el usuario se evita hacer
filas para pagar en los cajeros elctrónicos, tocar las tarjetas de entrada y sali-
da, pagar con efectivo o ir directamente
a las escasas casetas de pago a cargo de
personal humano que aún quedan en
ciertas plazas o establecimientos. Ciertamente, aplicaciones como Parkimovil
representan no solo la precarización del
trabajador en este rubro sino también
una tendencia a la desaparición de ciertos segmentos de trabajadores.
Aunque lo planteado hasta el momento permite ver ciertas características de la digitalización del trabajo y de
las formas de dominación, la categoría
central para entender la totalidad de las
relaciones del capital bajo las condiciones actuales es la de trabajo abstracto
propuesta por Moishe Postone (2006),
pues es justamente el trabajo abstracto
el que posibilita el intercambio entre las
mercancías cualitativamente distintas
por medio del dinero. En una sociedad
caracterizada por la universalidad de
la forma mercancía […] un individuo
no adquiere los bienes producidos por
otros por medio de relaciones sociales
manifiestas. En lugar de ello, el trabajo mismo —tanto directamente como
expresado en sus productos— reemplaza esas relaciones sirviendo de medio
«objetivo» por el que se adquieren los
productos de otros. El trabajo mismo
constituye una mediación social en lugar de las relaciones sociales abiertas.
(Postone, 2006, p. 213).
Sociabilidad y biopolítica
Ante el incremento de contagios y
muertes por COVID-19 en todas partes
del mundo y la consecuente saturación
y colapsamiento de los sistemas de salud de varios países que se quedaron sin
camas de hospital o sin equipo médico,
13
Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
el anfitrión como el visitante tendrían
que ser procesados conforme a la nueva
ley. Esta severa norma provocó revuelo
en las redes sociales pues se anunciaba bajo la alarmante leyenda que decía:
«Reino Unido prohíbe tener sexo con
una persona que no viva en la misma
casa» (Salazar, 2020). Así, con la satanización del contacto físico, el estado
inglés lograría tener total injerencia y
control sobre sus ciudadanos al normativizar hasta sus espacios y deseos más
íntimos bajo el pretexto de la pandemia;
la esfera de lo privado acaba por ser absorbida por el dominio de lo público.
Me parece inquietante que aunque cada
nueva prohibición dentro de esta contingencia sanitaria causa en un principio
extrañeza, incomodidad y resistencia,
rápidamente se asume como necesaria
y urgente ante el terror que representa
la enfermedad y la muerte, instaurándose y normalizándose en la cotidianidad
de la mayoría de la población, sin importar nada más y desencadenando una
serie de malestares emocionales y enfermedades mentales provocadas por el
completo aislamiento, fragmentación y
control sobre los cuerpos y sus deseos
—tales como ansiedad, paranoia y depresión— que cambiarán de manera
radical la manera de percibirnos a nosotros mismos y de relacionarnos con
los demás.
Así es como en la escala de la dominación, cada medida posterior para
la prevención de contagios por COVID-19 incrementa el grado de control
y vigilancia, de represión y disciplinamiento de los cuerpos y subjetividades, adquiriendo un carácter cada vez
más coercitivo y punitivo. Se trata de
un gobierno de sí, diría Michel Fou-
la mayoría de los países optó por reforzar las medidas obligatorias de distanciamiento social, suspendiendo todas
las actividades consideradas «no esenciales» para las economías nacionales
e instaurando el confinamiento en casa
como la principal estrategia, sumándoseles los toques de queda, la clausura
de espacios públicos, los programas de
control vehicular, entre otros.
Algunos gobiernos están castigando
con gran severidad la falta de cumplimiento de alguna de estas medidas preventivas frente a la enfermedad, ya sea
con multas y/o cárcel, especialmente en
Europa y en algunos países de América
Latina. Un ejemplo de medidas severas
es la reciente decisión del gobierno de
Inglaterra de considerar ilegal cualquier
reunión con una o más personas de otra
familia dentro de un espacio privado
—principalmente, las casas—, por lo
que, en caso de ser descubiertos, tanto
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Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
cault (2007), que no necesariamente
está obedeciendo a la propia voluntad
de los individuos sino más bien es un
mecanismo de adaptación a la voluntad
de los demás, donde se experimenta un
estado de alienación del sentido de la
vida y una transformación radical de la
convivencia humana.
Quizá los adultos podríamos entender esta situación como un momento
excepcional que terminará tan pronto
como se erradique o controle la enfermedad, pero quizá en los niños más
pequeños —como son los menores de
5 años, quienes dependen de la socialización para desarrollarse intelectual,
física y emocionalmente— estos controles de permanente vigilancia y distanciamiento social en un ambiente de
miedo o terror latente tengan repercusiones graves en su manera de ser, de
percibir y relacionarse con su entorno,
siendo agravadas por la sobreexposición diaria de éstos frente a las pantallas de sus computadoras, smartphones
y iPads para tomar sus cursos escolares
online.
Pareciera que las preocupaciones de las
instituciones educativas y de los padres
de familia apuntan más hacia los conocimientos que debieran ser aprendidos
por ellos pese a la pandemia y según
el grado escolar que le corresponda al
niño por su edad, en vez de una preocupación por la salud mental y emocional
de los pequeños. Quizá «perder el año
escolar» sería lo menos grave que les
pudiera pasar a estos infantes. Por esta
razón, valdría la pena preguntarse y
analizar cómo la falta de contacto físico
provocada por el distanciamiento social
impacta en la socialización y fomenta
una educación que facilita la instaura-
ción, aceptación e internalización de
sistemas sociales basados en el miedo,
odio y control.
Por lo tanto, ¿este confinamiento
social por cuarentena también podría
leerse como un modelo estratégico de
control y fragmentación social más que
una simple medida sanitaria de prevención frente a los contagios por COVID-19? Y si es así, ¿cuáles serían las
repercusiones que podría tener la internalización de las consecuencias de este
modelo para la configuración del sujeto
político actual? Y también cabría preguntarnos si el discurso médico-científico está preparando el terreno para un
cambio de orden mundial aún más idóneo para la dominación en la sociedad
actual.
En cuanto a la necesidad de la socialización en las escuelas y universidades, recientemente Giorgio Agamben
señalaba que la pandemia solo estaba
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Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
no se superan resistencias corporales,
sino que se optimizan procesos psíquicos y mentales. El disciplinamiento corporal cede ante la optimización mental.
(Han, 2019, pp. 41-42)
De esta manera, según Han, estamos frente a la explotación de todas las
prácticas y formas de libertad como la
emoción, el juego y la comunicación:
creemos que «no somos un sujeto sometido sino un proyecto libre que constantemente se replantea y se reinventa»
(Han, 2019, p. 11) y, en consecuencia,
nos autoexplotamos creyendo que nos
estamos realizando. Buscamos la autencidad, ser diferentes a los demás pero
«en esa voluntad de ser distinto prosigue lo igual», siendo las diferencias
comercializables las únicas permitidas
por el sistema social en el que vivimos. El hombre pierde soberanía sobre
sí mismo y es reducido a mero dato, a
«una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba» (Geli, 2018);
se trata de un pleno dataísmo, del Big
Data, nos dice Han. Y el mejor ejemplo de esto es el caso chino donde el
gobierno tiene absoluto control y ejerce
una permanente vigilancia digital sobre
sus ciudadanos pudiendo conocer todo
lo que hacen, su localización exacta y
estado de salud en tiempo real, y si su
conducta social es considerada inapropiada por el gobierno pierden puntos
dentro del sistema digital de valoración.
En sus recientes reflexiones sobre
la pandemia ocasionada por el COVID-19, Byung-Chul Han (2020a) señala con agudeza que ésta no es sólo
un problema médico sino también uno
social, pues, el choque pandémico hará
que la biopolítica digital se consolide
a nivel mundial. Para él, el virus es un
siendo el pretexto perfecto para la difusión cada vez más generalizada de las
tecnologías digitales, en especial para
«la cancelación de la vida de cada experiencia de los sentidos y la pérdida de
la mirada, permanentemente aprisionada en una pantalla espectral» (Agamben, 2020) y denunciaba que las clases
en línea acabarían con las comunidades
de estudiantes, puntualizando sobre dos
fuertes consignas dirigidas a los profesores universitarios y a los estudiantes:
1) Los profesores que terminan
aceptando —como lo están haciendo
en masa— someterse a la nueva dictadura telemática y realizar sus cursos sólo en línea son el equivalente
perfecto de los docentes universitarios que juraron lealtad al régimen
fascista en 1931. Como ocurrió entonces, es probable que sólo quince
de mil se nieguen, pero ciertamente
sus nombres serán recordados junto
con los de los quince docentes que
no hicieron juramento.
2) Los estudiantes que aman verdaderamente el estudio tendrán que
negarse a inscribirse en las universidades así transformadas y, como
en su origen, constituirse en nuevas
universitates, dentro de las cuales
sólo, frente a la barbarie tecnológica, podrá permanecer viva la palabra del pasado y nacerá —si es que
nace— algo así como una nueva
cultura. (Agamben, 2020)
Diría Byung-Chul Han, filósofo y
ensayista surcoreano, que nos encontramos frente a un capitalismo
de la emoción que además de explotar el cuerpo también lo hace con la
psique y las emociones.
Para incrementar la productividad,
16
Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
espejo que nos muestra el tipo de sociedades que tenemos: sociedades de
la sobrevivencia donde se pierde todo
sentido de la buena vida y donde el placer se sacrifica por la salud; sociedades
inhumanas a causa de la histeria por la
supervivencia, donde se sacrifica voluntariamente todo lo que vale la pena
en la vida, como la sociabilidad, el sentimiento de comunidad y la cercanía;
sociedades que desmuestran que la vul-
nerabilidad o mortalidad humanas no
son democráticas, sino que dependen
del estatus social (Han, 2020b).
Reflexión final
La pandemia ocasionada por la enfermedad COVID-19 está transformando
nuestra cotidianidad y percepción de la
realidad y del «otro», siendo el confinamiento por la cuarentena el principal
17
Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
mecanismo para contrarrestarla y el que
más está trastocando nuestras subjetividades pero también la realidad misma,
es decir, no sólo está cambiando nuestra
manera de percibir e interpretar nuestro entorno sino también las condiciones materiales de existencia misma de
todo lo que nos rodea. Todo esto nos
ha sumergido en dinámicas sociales
caracterizadas por la tecnologización
y digitalización de la vida, orillándonos a aceptar las nuevas condiciones de
comunicación, socialización y trabajo
como medidas urgentes y necesarias
ante la situación de emergencia mundial
que vivimos por el miedo al contagio y,
en consecuencia, a la muerte. Me parece pertinente y necesario incentivar miradas críticas que cuestionen y planteen
alternativas sobre el rumbo que están tomando nuestras sociedades. Ciertamente, no estamos hablando de que antes no
hubiese una tendencia importante hacia
la digitalización de la vida, a la precarización del trabajo a causa de la digitalización, al consumo por medio del ecommerce, o a la fragmentación social
y distanciamiento físico fomentado por
18
Linda Romero Orduña: Control y vigilancia en tiempos del coronavirus
el uso de redes sociales y aplicaciones
de comunicación instantánea, como es
WhatsApp. Todo esto ya estaba presente aunque no había logrado expandirse
a un mayor número de ámbitos y sectores de la sociedad como hasta ahora;
por supuesto, esto implica un sistema
nuevo de exclusión y marginación para
seguir dejando fuera y rezagados a los
más pobres de nuestras sociedades. Es-
tamos frente a sociedades cada vez más
tecnologizadas, digitalizadas y deshumanizadas que aceptan y normalizan
estos mecanismos digitales para seguir
produciendo, consumiendo y comunicándose durante y después del confinamiento social como si esta pandemia
nos hubiera permitido por fin completar
esa transición de lo presencial-físico a
lo virtual.
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19
El texto poético
Jaime Alberto Vélez
La poesía es imprevisible: cansada de corrección, buenos modales y
formas convencionales unánimemente
aceptadas, puede llegar a proponer la
perdición, el camino equivocado, la derrota. Pero más que imprevisible, impone su naturaleza rebelde: en oposición a
la idea de belleza adoptada por la gran
masa, ella puede engendrar modelos
que produzcan horror y repulsión. La
poesía carece, en todo caso, de un carácter complaciente y, por tal razón, ocupa
un lugar adelante y no detrás del gusto
imperante. Su preeminencia en la sociedad, además, explica su función profética. El verdadero poeta procede como un
adelantado, en ningún caso como cronista o como notario de la sensibilidad
pública. Así que cuando todos esperan
de la poesía la salvación, ella, la verdadera, puede abrir las puertas a un nuevo
extravío. Al fin de cuentas, su propósito
no consiste en competir con la técnica,
ni con la política ni con la teleología.
A este nuevo poeta, debatiéndose entre
innumerables embaucadores, corresponde una pugna continua e inevitable
contra una sociedad que lo desprecia, o
que le promete, en caso de ceder, atractivas formas de triunfo y de reconocimiento. En esta lucha que es también,
y sobre todo, contra sí mismo, nadie se
encuentra más solo que él. Puesto que
debe recorrer el camino sin seguridades
ni ayudas, rodeado de una oscuridad
nueva, termina por transformarse en
20
Jaime Alberto Vélez: El texto poético
ridad. Aunque no lo proclama, también
conoce el fracaso y el repudio, especialmente si se compara con aquellos otros
que medran a la sombra, temerosos de
la luz. La belleza que en este caso sienta
el poeta sobre sus rodillas también es
amaraga, y como si fuera poco, carece
de gracia luego de pasar por incontables
adoradores que han repetido el mismo
estribillo a sus oídos. Una perdición
asumida con un respaldo bibliográfico
respetable constituye uno de los nombres de la fe. De un poeta seguidor de
otro podrá afirmarse cualquier cosa,
excepto que sea un verdadero poeta.
En medio de ebriedad generalizada, nadie más incómodo y estorboso que un
hombre sobrio, plenamente consciente
un vidente. Es probable, no obstante,
que su camino no conduzca a ninguna
parte, o que desfallezca antes de cruzar
alguna meta. También resulta probable,
como sucede en la mayoría de las oportunidades, que lo aniquile el método de
búsqueda. En el caso más excepcional,
es decir, cuando haya logrado retornar
del averno, su locura podrá convertirse
en el objetivo de otros, simples seguidores, aunque a él ya no le importe, o
ni siquiera continúe vivo o en condiciones para comprobarlo. La insania,
el desvarío, la escritura con sangre, en
general, todas las formas conocidas de
autoinmolación, serán frecuentadas por
estos seguidores, cuyo objetivo consistirá en poner lo inalcanzable al alcance
de todos. Estos perdidos, innumerables
por lo demás, mueren sin conocer su
propio camino, pues se tratá de simples seguidores. Alcanzan a perderse,
es cierto, pero no se encuentran jamás
a sí mismos, pese al patetismo conmovedor de la búsqueda. Cuando esta idea
de la poesía se haya generalizado, con
seguridad aparecerá un nuevo rebelde,
opuesto a dicho extravío y celebrado
por la mayoría. Contra la manada, que
recorre unida el mismo camino, la poesía podrá hablar ahora, inesperadamente, de vigor, de salud y de optimismo.
En vez de oscuridad, propondrá la luz
y en vez del absurdo, el sentido. Este
esfuerzo por subvertir el orden establecido se torna aún más dificil por tratarse
de un sendero recorrido en sentido inverso al de la multitud. Hasta los suyos
podrían pisotearlo. En contra de la insolencia y de la ambición que guían a los
extraviados con permiso oficial y con
mapa, este poeta se aventura solo en un
viaje presidido por una intachable cla21
Jaime Alberto Vélez: El texto poético
que la poesía lírica significa, por definición, el canto individual, su objetivo
se realiza fuera del grupo, distante de la
unanimidad. El gran poeta lírico dice,
escandalosamente, lo que más tarde,
sumisamente, todos repetirán. De ahí
que llegue siempre, sin remedio, a la incomprensión y soledad. En rigor, pues,
no existen buenos tiempos para la poe-
de su sobriedad. Entre la habladuría
desbordada, las únicas palabras distintas provendrían de él. Sin embargo,
cuando este estado haya terminado por
imponerse, y la mayoría adopte la misma conducta, habrá llegado el momento
de la más completa ebriedad. El poeta
entonces necesitará embriagarse de
cualquier cosa, así sea de virtud. Puesto
22
Jaime Alberto Vélez: El texto poético
disfrutar del prestigio de la poesía ante
un público abierto y dispuesto. En esas
tierras de nadie, algunos, ladinamente,
no hacen otra cosa que vivir de los intereses producidos por ese gran capital acumulado por los grandes poetas
del pasado. Un énfasis en la voz, tanto como el eco ingenioso de un verso,
pueden evocar de inmediato a un prestigiosdo muerto. Solo que estos intentos
por revelar las profundidades aciagas de
la poesía equivalen, en realidad, a simples planes turísticos. En este terreno,
las grandes vías pavimentadas, recorrridas por hordas civilizatorias, conducen
sin falta al lugar común, la forma más
cercana al reconocimiento y al aplauso. Un poeta actual, como ha ocurrrido
con otras figuras de la historia literaria, puede ser ciego, jamás mudo, esa
constituiría su peor desgracia. Este exhibicionismo poético, realizado como
cualquier espectáculo de farándula, se
apoya en un engaño compartido: no se
discute la simulación, mientras el espectáculo garantice la diversión general. Una vez doblada la carpa sobre la
hierba pisoteada, el aprendiz, capaz ya
de copiar con gran aplicación los malabares linguísticos y los trucos internacionales de moda, volverá a convertirse
en un ciudadano común, perdido, ahora
sí, durante una larga temporada, en el
infierno, en el indeseado infierno de la
vida cotidiana.
sía, en cualquier época debe remontar
la corriente y oponerse a las multitudes
que adoran el becerro de de oro de la
opinión general. Mal síntoma si todos
cantan al unísono y aplauden al unísono. En ese instante, más que nunca, se
requiere una poesía que aniquile la miserable idea del ser humano fomentado
por la masa. Cuando ese perpetuo extravío llamado poesía se transfigura en una
actividad inocua, celebrada y manoseada por la sociedad, el verdadero poeta
renuncia a la sociedad, no a la poesía,
los interesados en el reconocimiento,
por supuesto, realizarán lo contrario. El
principal enemigo de la poesía posee su
misma apariencia y sus mismos rasgos,
de modo que puede suplantarla sin levantar sospechas y simulando inclusive
sus efectos transformadores. Se trata de
una experiencia fútil y complaciente,
a la medida de todos, que termina por
confirmar al hombre mediocre en sus
ideas y aspiraciones. Esta simulación se
equipara al lenguaje del político en su
capacidad para congregar multitudes,
satisfacer el oído colectivo y proponer
estados de ánimo ilusorios, derivados
de las circunstancias. ¿Porque, qué eficacia real puede alcanzar una idea que
comparten por igual poetas y políticos?
Si fuera verdadera, uno de los dos tendría que salir perdiendo. Por lo visto,
sin embargo, los políticos parecen conocer más la utilidad de la mala poesía,
que los demás la función de la verdadera poesía. Resulta cómodo y tentador
Tomado de la revista colombiana El malpensante
23
Gentrificación del
Centro Histórico
Matheus Kar
Cierto día me encontraba presentando un libro en el antiguo cine Lux,
o sea el Centro Cultural de España en
Guatemala, cuando me atreví a decir,
por el micrófono, quizá para quitarme
los nervios, que a ver cuándo fundamos un Centro Cultural de Guatemala
en España. El comentario, eso sí, abrió
las válvulas de la risa y ayudó a romper
el hielo. Pero, aparte de eso, el asunto
quedó enterrado inmediatamente, pues
no era ese el tema. Sin embargo, al terminar la presentación, un anciano se
acercó a platicar. «Es cierto, es impensable poner un Centro Cultural de Guatemala del otro lado», me dijo.
Y quizá no solo eso sea imposible,
quizá también sea imposible un Centro Cultural de Guatemala en la propia
Guatemala. Y digo esto con el afán de
empezar a pensar en el diseño político
del espacio y cómo las políticas que lo
rigen y lo corrigen han «desguatemalizado» a «Guatemala» . Por ejemplo, se
puede empezar a pensar en los cambios
que ha vivido la famosa «Sexta Avenida», ahora llamada «Paseo de la sexta»,
en la expulsión de los vendedores de
cedés piratas y la invasión neoliberal de
comercios.
Al proceso de transformación o
rehabilitación edificatoria de un espa24
Matheus Kar: Gentrificación del Centro Histórico
y como dice la página web Urbanística,
dicho lugar está «dignificando la actividad comercial y sirviendo de punto de
cio urbano deteriorado o en declive,
que provoca un aumento de los alquileres o del coste habitacional en estos
espacios, se le llama gentrificación. Es
posible que se mejore la apariencia de
las calles, edificios y barrios completos
de una ciudad. Es posible que mejore
la economía del territorio, la mercancía
aumente su precio y el público asista
más seguido a consumir. Es posible que
se remocen los servicios básicos, las
vías de acceso, se cierren algunas y se
construyan nuevas, así como es posible
la seguridad del espacio y el desalojo de
la delincuencia o el crimen organizado.
Las consecuencias, grosso modo, parecen altamente beneficiosas. Sin embargo, en nuestro caso, o el caso que
nos aqueja, si se le examina bien, no
parece ser así. La Sexta Avenida por
muchos años sirvió para la diversión y
esparcimiento de los sectores urbanos
y populares de Guatemala. A través de
los años, a principio del siglo, se fue
poblando del comercio informal. Se
avizoraban columnas enteras de ventas
de ropa, comida, misceláneas y, sobre
todo, productos piratas. Así se mantuvo, al menos, por diez años. Las consecuencias fueron la migración de los
habitantes cercanos hacia otros sectores
de vivienda, delincuencia y crimen organizado, deterioro de la estructura y el
rediseño paulatino de las vías de acceso.
Para el 2009, la Sexta Avenida era
un caos. El 9 de octubre de ese año, el
alcalde Álvaro Arzú inició un proyecto que rediseñaría el espacio del Centro Histórico: la Plaza el Amate. Dicha
Plaza llegaría a albergar 670 vendedores que anteriormente ocupaban la Sexta Avenida, de la 8ª. a la 18 calles, y tal
25
Matheus Kar: Gentrificación del Centro Histórico
samos su contraparte: el Paseo de la
Sexta. Ya desalojados todos los vendedores, el Paseo de la Sexta se ha convertido, nuevamente, en el centro del
esparcimiento y diversión de las clases
urbanas. Hay restaurantes, ventas de
ropa, de zapatos, mueblerías, ventas de
electrodomésticos, heladerías, iglesias
y centros comerciales (eso sí, sin espacios de descanso). Si se les examina
bien, todos estos espacios están hechos
para el consumo. Las bancas son escasas y todos los parqueos son excesivos
en sus precios, lo que implica es que un
visitante del Paseo no puede estar allí
más de dos horas, o tendrá que pagar la
ridícula suma de 20 a 25 quetzales.
Además, el precio de los alimentos
o la ropa aumentan según la distancia
a la que se encuentren de la 18 calle,
donde se encuentra el Amate. Tiendas
como Distefano gozan de una posición excelente, incluso pueden darse
el beneficio de tener dos tiendas, una
de mercadería nueva y otra de saldos
(obviamente, esta última se encuentra
cerca de la 18 calle). En cambio, Saúl
o San Martín, restaurantes de tenedor,
que prefieren vender poco pero mantener una imagen de prestigio, se localizan lo más alejados posible de la Plaza
el Amate. Asimismo, los inmuebles que
se encuentran más cercanos al Portal
del Comercio pertenecen a empresas
de comida rápida o macronegocios. Es
decir, el Paseo está diseñado para que
las clases paupérrimas y las clases en
ascenso no se mezclen.
La página de la Municipalidad de
Guatemala, respecto a este proyecto,
comunica: Los beneficios del proyecto
se extenderán gradualmente hacia un
amplio sector de la población de nues-
partida al programa municipal de Modernización del Comercio Popular».
La página prosigue: «El diseño del
conjunto es una síntesis de elementos
funcionales urbanos y antropología de
la venta de calle, enlazando elementos
tipológicos de carácter social y simbólico, lo que sumado a la participación de
los vendedores durante el desarrollo del
proyecto, dio el resultado esperado». El
Amate (el nombre que se le dio y por
el cual le conocemos) serviría como
conector entre diversas modalidades de
transporte, lo que garantiza flujos peatonales de forma permanente, conducidos por pasajes interconectados, en sentido horizontal y vertical, «recreando la
costumbre de compra de paso, típica de
calles».
Esta última frase da la sensación
de que más que un producto, se está
ofreciendo una experiencia. Más adelante aclara: «su objetivo fue crear un
ambiente estancial propicio para el encuentro y la socialización. Desde una
perspectiva estético-simbólica, la arquitectura retoma reminiscencias de los
elementos efímeros desmontables, propios de la venta de calle».
En pocas palabras, el conjunto sintetiza dos ideas antagónicas: el desarrollo y la precariedad. Estos son dos discursos para dos tipos de población: los
que venden y los que consumen. Si los
objetivos del proyecto hubiesen sido el
desarrollo y la dignificación, bien pudieron haberse ahorrado la intención
de mantener la experiencia banquetera
de las ventas: «las estructuras metálicas, las lonas tensadas con lazos y su
imagen ligera fueron reelaboradas en
un lenguaje de alta tecnología». Esto
empieza a tener sentido cuando revi26
Matheus Kar: Gentrificación del Centro Histórico
jara a los vendedores, la Casa fue comprada a menos de la mitad de su valor
actual. Hasta donde se sabe, el comprador es un pariente cercano de la familia
Arzú. Esto no está escrito en ninguna
parte, lo que sí es constatable es que la
casa cambió de dueño y ahora goza los
beneficios. Así lo expresa el arquitecto
Ricardo Rodríguez, director del Centro Histórico de la Municipalidad de
Guatemala: «El nuevo vecino demuestra una vez más que los inmuebles con
carácter patrimonial poseen un valor
adicional, y saber aprovechar ese valor
puede ser la clave para hacer historia.
¡Bienvenida San Martin al Paseo de la
Sexta!».
Pero lo que es falso, al menos en
Guatemala, es que los habitantes originales o anteriores a la gentrificación
gocen de los beneficios de esta. La estrategia parece ser: devaluar un espacio
con claras potencialidades mercantiles
en el valor de uso y de cambio, comprar
el espacio devaluado, eliminar los aspectos negativos, reorganizar el espacio
y disfrutar los beneficios de la nueva
renta. Esto no podría ser posible, claro,
sin la complicidad de la Alcaldía.
Sería de visitar el Registro General
de la Propiedad e investigar quiénes son
los nuevos dueños de la Sexta Avenida,
o Paseo de la Sexta, como prefieren llamarle. Lo que es evidente es el cambio
de dueño que muchos negocios sufrieron con la transición entre la Sexta y
el Paseo de la Sexta. Al menos así se
puede leer en la página web Luis Figueroa Carpe Diem, cuando hace alusión al
caso del restaurante Fu Lu Sho: Hace
años, para que no se diga que me morí
sin ir a dicho restaurante chino ubicado en el Centro Histórico de la ciudad
tra ciudad ya que todos contaremos con
un espacio público limpio, ordenado y
controlado. Por lo tanto, la participación del vecino es de gran importancia
y vital para el éxito del proyecto, el Paseo de La Sexta, será un punto de encuentro donde vecinos, comerciantes,
trabajadores y visitantes confluyan para
disfrutar de los beneficios de la recuperación de un espacio público (Revista
Cultura).En otro apartado, aclara uno
de los objetivos: El objetivo del proyecto consistió en revitalizar uno de los
sectores más emblemáticos del Centro
Histórico a través de acciones estratégicas, que sumadas a otras líneas de trabajo actuales de la comuna, innovan en
la manera de abordar el espacio público
y de este modo se impacta positivamente en el entorno inmediato y en la calidad de vida de los vecinos. Otro factor
importante de destacar es que para garantizar el éxito del proyecto será vital
la participación ciudadana y el diálogo
constante entre vendedores y funcionarios de la alcaldía (Revista Cultura).
El proyecto se mantuvo a la expectativa. En los medios escritos se puede
y se podía leer titulares como «¿Recobrará La Sexta su encanto?», «Panadería revitaliza Casa Pavón en la sexta
avenida», «¿Cómo terminó en Guatemala el creador de los shawarmas de la
Sexta Avenida?», «El Taco Bell de la
Sexta Avenida entre los más elegantes
del mundo» o «La renovación visual y
comercial a lo largo de la Sexta Avenida».
La Casa Pavón fue uno de los complejos habitacionales que sufrió más
daño y abandono durante los años de la
invasión a la Sexta. Según algunos rumores, meses antes de que Arzú desalo27
Matheus Kar: Gentrificación del Centro Histórico
de Guatemala, fui a cenar ahí. Me comí
una hamburguesa y un milk shake de
vainilla; y lo puse en mi currículo. Para
que tuviera verdadero valor cultural fui
antes de que fuera remozada la Sexta
Avenida y los otros comensales eran
prostitutas y taxistas, principalmente.
Todo esto viene al caso porque el inmueble que ocupa aquel negocio –que
existe desde 1956– cambió de dueños;
y con el remozamiento de la Sexta Ave-
nida, muchos propietarios –incluidos
los del edificio en el que está el restaurante– han subido los alquileres de sus
locales. Esto, claro, incomoda a los inquilinos.
La gentrificación se plantea, entonces, como negocio y, acaso, como
táctica ideológica. Nuevamente, en la
página Urbanística se puede leer: «El
Paseo de la Sexta representa un nuevo
paradigma: espacios públicos gene-
28
Matheus Kar: Gentrificación del Centro Histórico
rosos, opciones de movilidad, medio
ambiente sano, comercio pujante, arte
público y diversidad de modalidades de
vivienda». El proyecto se plantea como
recuperación del patrimonio urbano y
dignificación del espacio. Basta con recordar dónde murió Oliverio Castañeda
de León o dónde mataron a monseñor
Gerardi para empezar a reconocer «la
Sexta Avenida». La Sexta, como espacio de memoria, ha sido maquillada y
convertida en un espacio de consumo,
donde la reflexión no tiene cabida y
menos la guatemalidad, porque por
más canciones, exposiciones de fotos y
eventos publicitarios se hagan para recuperar la memoria, los pobladores originales de estas calles han sido desalojados, han abandonado sus hogares ante
el súbito aumento del costo de vida, los
arbitrios municipales exorbitantes y los
nuevos códigos de conducta impuestos
por la urbanización. Marx lo explica
de esta manera: «para crear un sistema
global universal las fuerzas del capitalismo intentan ocultar la violencia
político-discursiva de su construcción
mediante una especie de gentrificación
de ese sistema».
Es irónico que el espacio donde
falleció Gerardi ahora esté ocupado
por un letrero tridimensional de tres
metros por dos donde se lee: SAN SEBASTIÁN, como si la gente no supiera
dónde se encuentra, o acaso el mensaje
implícito sea: «esta es tu Guatemala, así
ha sido siempre, nada ha cambiado».
Por eso mismo será muy difícil encontrar un Centro Cultural de Guatemala
en la misma Guatemala: porque llegará
el momento en que no podremos reconocerla ni reconocernos. Y todo esto se
impone como ideología. Tal y como ex-
plica Žižek: lo que la ideología ofrece
es la construcción simbólica de la realidad –la recuperación ilusoria de algo
que no se tuvo– como un modo de escapar a los efectos traumáticos de lo Real
–las grietas invisibles y las consecuencias impenetrables del conflicto armado–. Por eso mismo, para el esloveno,
la ideología es la matriz generadora que
regula la relación entre lo invisible y lo
visible, entre lo imaginable y lo no imaginable, así como los cambios en estas
relaciones. La pretendida racionalidad
en la que los ideólogos se basan enmascara una posición del sujeto enunciante
que oculta los condicionamientos materiales de su enunciación. Por esa razón,
la Municipalidad de Guatemala puede
contagiar a la ciudadanía del espíritu
de gentrificación. Como ejemplo final,
lo siguiente: «En esta nueva edición,
el proyecto denominado «Pintemos la
Sexta A» tiene como principal objetivo la recuperación de la imagen urbana del espacio que comprende la Sexta
29
Matheus Kar: Gentrificación del Centro Histórico
Avenida «A», de 14 a 21 calles de la
zona 1, tramo en el cual existen diferentes edificaciones de gran valor patrimonial». La idea central es «la nostalgia», la oportunidad de recuperar algo
que se ha «perdido». «El truco ideológico –según Žižek– es el de mantener
el objeto a cierta distancia para sostener
la satisfacción derivada del fantasma
(la Guatemala de antaño): «si pudiera
tener x podría realizar mi sueño»». Sin
embargo, nostalgia no es equivalente a
memoria. En esta cruzada ideológica
no son necesarios los soldados, pues lo
ciudadanos son militantes gratuitos de
la causa, por algo son voluntarios, ponen su «voluntad» a disposición de la
ideología. La resistencia se concentra,
entonces, en la insubordinación de algunos subalternos, como los skaters o
los vendedores ambulantes.
La nostalgia es un recurso explotable; la Alcaldía puede seguir gentrificando y remozando el Centro Histórico hasta el cansancio, pero la idea de
«recuperación» seguirá operando de la
misma manera en el espacio. El discurso de recuperación del Centro Histórico
de la Muni es equiparable al discurso
hitleriano de la recuperación de Alemania a manos de los judíos, que justifica,
ideológicamente, el genocidio, la edición de la memoria y la hegemonía de
una cultura sobre otra.
30
Muralismo y revolución
Verónica González
El desarrollo de las Bellas Artes
a partir del 44
La Revolución de Octubre de 1944
marca un antes y un después en el panorama cultural de Guatemala. El impulso que tomaron las Bellas Artes, bajo la
tutela de dichos gobiernos y las obras
que se ejecutaron en esa época orientadas a exaltar los valores y logros de revolución, merece una especial revisión,
principalmente la obra mural. Aunque
los ejemplos de esa época son escasos
y algunos de ellos poco conocidos, vale
la pena mencionar no solo los acontecimientos políticos e históricos en que
se dan, sino también la importancia que
tienen como legado de aquella gesta cívica y patriótica.
Durante los catorce años que duró
la dictadura del general Jorge Ubico
Castañeda (1931-44), la vida cultural
en el país era prácticamente inexistente.
Las pocas manifestaciones culturales
que había eran no solo limitadas sino
controladas por el régimen. Hay que
recordar, que en ese entonces, Ubico
privilegiaba el orden y la estabilidad
en el país como medios para lograr el
progreso económico. Esa misma visión «de orden» que lo guiaba también
lo traslado al campo educativo, tenien31
Verónica González: Muralismo y revolución
do como resultado un retroceso a nivel
pedagógico que junto con la limitación
de las libertades ciudadanas, produjo un
estancamiento cultural en todo sentido.
Al respecto, en su libro Reflexiones
de un Artista, Roberto González Goyri (1924-2007) nos dice: «antes de la
Revolución de Octubre del 44 era muy
poco el público amante de la pintura y
el arte en general. No existía un cuerpo
de ballet; casi no habían manifestacio-
nes teatrales; las exposiciones de pintura eran muy escasas; no habían temporadas sinfónicas; apenas una incipiente
orquesta; en fin, el ambiente cultural
que se vivía en aquel entonces era fiel
reflejo de la situación socio-política,
producto de una dictadura que tenía al
país sumido en el atraso y la ignorancia.
Por lo mismo, a su vez, el arte era expresión de ese estancamiento y oscurantismo, o sea, lo que prevalecía –volviendo
32
Verónica González: Muralismo y revolución
al Atlántico, son temas que el segundo gobierno de la Revolución requería
no solo a manera de propaganda, sino
también para que la población se identificara con los avances y logros de la
Revolución.
Sin embargo, antes de revisar las
pocas obras que quedaron como testimonio de esa época convendría analizar
¿por qué este esfuerzo de muralismo
orientado a hacer un arte comprometido
o al servicio de una gran causa perdió
fuerza o más bien se diluyó? ¿Qué quedó de todo ello?
a pintura- era un gusto conservador, tradicional, sin el menor asomo de rebeldía o renovación».
Con la llegada al poder, del doctor
Juan José Arévalo Bermejo (1945-51)
un humanista, escritor y educador quien
tenía otra visión de la realidad, la situación del país cambia en ese sentido.
Arévalo venía de residir varios años en
la Argentina, país en donde la cultura
y la educación tenían gran relevancia,
en consecuencia deseaba lo mismo
para Guatemala. De allí que, durante
su administración se crea la Facultad
de Humanidades, la Dirección General
de Bellas Artes, el Ballet Nacional, la
Orquesta Sinfónica Nacional, etc. con
el fin de poner en la agenda nacional a
la cultura y fomentar su desarrollo.
Este momento, es aprovechado por
los artistas de toda índole para expresar sin cortapisas toda su creatividad
y afán de cambio. El Estado, respalda
todas estas iniciativas pues a su vez necesitaba que el arte se democratizara y
saliera a las calles. Así pues, se organizan exposiciones de pintura, festivales de teatro y conciertos al aire libre.
Temas como: las angustias y las luchas
del pueblo guatemalteco, la nobleza,
la dignidad humana, las desigualdades
sociales, la explotación de las grandes
mayorías, salen a luz por primera vez
en esta efervescencia revolucionaria.
Con la llegada al poder, del segundo
gobierno de la Revolución, del militar y
político Jacobo Arbenz Guzmán (195154), es cuando se hace más énfasis en
un arte comprometido con temas nacionales o de hondo contenido social. La
lucha contra el imperialismo yanqui, la
Reforma Agraria, la inversión en educación, la construcción de la carretera
El muralismo mexicano vrs el guatemalteco
En Guatemala a diferencia de lo
acontecido en México con su revolución y muralismo, cuya proyección fue
fecunda en muchos aspectos, en nuestro país más bien todo este esfuerzo se
fue diluyendo, no cuajó y a la postre no
quedó casi nada. En consecuencia no
cambió ni transformó la situación, en
parte explicable por las siguientes razones.
Una de ellas fue el derrocamiento
del segundo gobierno de la revolución,
por causas que todos conocemos. Por
otra parte, en Guatemala a diferencia
del caso de México, no hubo la coincidencia de sus mejores artistas con el
movimiento renovador a nivel social,
político y cultural que se vivía en ese
entonces. Muchos de sus artistas, que
posteriormente regresaron a Guatemala, a hacer muralismo en la década del
60 se encontraban fuera del país, realizando estudios de arte en el extranjero
y ampliando sus horizontes. Estos eran
Roberto González Goyri y Roberto
33
Verónica González: Muralismo y revolución
hubo un intento de muralismo, siendo
la de Mixco, la única que contiene un
mural del maestro Juan Antonio Franco, pintado al fresco quien, por cierto,
fue ayudante y colaborador de los grandes muralistas José Clemente Orozco y
Diego Rivera.
En la otra escuela de ese mismo
tipo, en la de Pamplona, existe el monumento escultórico a la Revolución,
obra del maestro Rodolfo Galeotti Torres. Es un tríptico que encarna a las
tres figuras decisivas que coadyuvaron
al triunfo: el obrero, el estudiante y el
militar. Al respecto, el maestro Roberto
González Goyri nos comenta «el monumento en sí es hermoso pero, desafortunadamente, está concebido para una escala mucho mayor para que tuviera más
prestancia y aparte de ello, no está bien
encajado dentro del contexto urbanístico y el resultado es que no luce bien,
pasa desapercibido y para ajuste de males no le dan mantenimiento. Creo que
casi nadie sabe que existe un monumento a la Revolución de Octubre del
44. ¡Qué diferencia con el Monumento
a la Revolución que existe en México!»
Por último y quizá éste sea el proyecto más conocido que se enmarca
dentro de esta tendencia debido al lugar
donde está ubicado, es el mural realizado en la Biblioteca del Congreso de
la República por los artistas Víctor Manuel Aragón, Juan de Dios González y
Miguel Ángel Ceballos Milián.
En su libro Reflexiones de un Artista, el maestro Roberto González Goyri,
nos dice «desgraciadamente este ensayo
no fue muy feliz desde sus inicios, toda
vez que no se hizo ningún análisis de
integración con la arquitectura y el resultado es que luce como algo postizo.
Ossaye, en Nueva York, Dagoberto
Vásquez y Guillermo Grajeda Mena,
en Chile. Todos ellos becados por el
gobierno del doctor Juan José Arévalo
Bermejo.
Es decir, si bien los gobiernos de
la revolución invirtieron e impulsaron
a sus artistas con becas para completar sus estudios en el extranjero, a su
regreso, los mencionados artistas encontraron que todo este movimiento
revolucionario había sido coartado y
cercenado. Por consiguiente, su contribución y colaboración artística fue posterior a ese período, específicamente,
en los murales del Centro Cívico.
En este sentido, parafraseando al
escritor Luis Cardoza y Aragón, refiriéndose a México decía «Fue un pueblo y sus circunstancias históricas, así
como la personalidad de varios grandes
artistas empeñados por diversos cambios, en un mismo propósito lo que
puso en marcha a la pintura mexicana
contemporánea».
Para González Goyri, la razón fundamental es que en Guatemala no se dio
como en el caso de México, la coincidencia del renacimiento de la pintura
guatemalteca con la Revolución. Aunque sí considera que «la revolución de
octubre de 1944 inicia el momento actual de la plástica contemporánea guatemalteca».
Testimonios artísticos de esa época
Dentro de las pocas obras que quedaron como testimonio de esta época se
encuentran: las llamadas Escuelas Tipo
Federación, realizadas durante la administración del ex presidente, doctor
Juan José Arévalo. En estas escuelas
34
Verónica González: Muralismo y revolución
Por otro lado, el mural no tiene ninguna
personalidad, no acusa ningún estilo, es
híbrido, no me seduce. Si bien estamos
de acuerdo con que se realicen obras de
este tipo, deben ser bien planificadas y
no como mera expresión precipitada y
romántica de determinado momento».
En este caso, continúa González
Goyri, «los murales en mención adole-
cen de esta calidad artística requerida y
puede disociarse con validez la forma
del contenido, simple y sencillamente
porque están mal concebidos; pobreza
de dibujo, de composición, deformidades que no son intencionales sino de
falta de capacidad. Es muy diferente
cuando un artista deforma a propósito la
figura humana porque así lo exige la ex-
35
Verónica González: Muralismo y revolución
presión que quiere imprimirle, a cuando
esa deformación obedece a que no logra
controlar su dibujo». «Obviamente, con
este mural se quiso emular a los grandes
muralistas mexicanos, Orozco, Rivera y
Siqueiros, pero la diferencia estriba en
que éstos eran sencillamente geniales,
De nada sirve que una obra sea muy
hermosa en su contenido si a la par de
ello no existen valores formales de gran
solidez ya que a la postre esto último
es lo que cuenta», concluye González
Goyri. Con la llegada de Castillo Armas
al poder, se tenía la consigna de borrar
o desaparecer todo vestigio que repre-
sentara al movimiento revolucionario,
en cuenta, el mural de la Biblioteca del
Congreso de la República. Por alguna
razón, ya no lo hizo y afortunadamente
aunque son pobres artísticamente, quedaron para la posteridad como testimonio de esa época. Para finalizar, aunque
estas obras han perdurado en el tiempo,
la verdad es que todas ellas se encuentran muy deterioradas. No sé si alguna
vez, el mural que está en la Biblioteca
del Congreso, haya sido restaurado ya
que también en este se usó la técnica de
la pintura al fresco, pero su deterioro es
muy visible.
36
LETRAS
37
38
Relato de Miguel Huezo Mixco
PITFALL. EL REBROTE
¿Por qué no se lo pregunté al cocodrilo?
No eran días fáciles. La sirena de las ambulancias era la única señal de que el
enemigo silencioso no daba tregua. Por si fuera poco, apenas habían pasado las
primeras semanas de la cuarentena cuando la primera tormenta tropical del año
rompió la tubería de aguas negras y dejó a la vista las inmundicias que brotaban de
las letrinas del vecindario. Los trabajadores de obras públicas llegaron a hacer una
inspección, pero de momento no había nada que hacer. La lluvia no cesaba. Rodearon la hendidura con cintas amarillas asidas a unas ramas y se largaron.
Cuando las lluvias, días más tarde, comenzaron a moderarse, los vigilantes del residencial miraron entre la niebla pegajosa que algo se sacudía en el interior de la
cárcava abierta a mitad de la calle. Se acercaron con sigilo blandiendo sus pistolas y
los hachones de luz dejaron al descubierto sus ojos, quietos y vibrantes, y su hocico,
amenazante, abierto en ángulo, mostrando hileras de afilados dientes.
Yo vivía en un pequeño cuadro de casas rodeado de un muro coronado con una
cerca electrificada, a unas pocas cuadras del lugar donde, una vez pasó el temporal
y se relajaron las medidas de confinamiento, el cocodrilo, con voz de predicador,
respondía las preguntas de los vecinos. El animal no solo anticipó la fecha en que
la pandemia tendría un rebrote (lo que en efecto ocurrió, con resultados catastróficos), y el mes en que se reanudarían los partidos de la liga de campeones, sino que
39
Relato de Miguel Huezo Mixco
también predijo quienes conseguirían un nuevo empleo o morirían por causa de
la peste. A media tarde el saurio no atendía a nadie. Dormía entre fango y mierda.
Algunos impacientes llegaron al extremo de arrojarle sus mascotas, a modo de
ofrenda, algo que ahora podría considerarse monstruoso, pero hay que entender que
aquellos fueron días de mucha incertidumbre.
Yo nunca fui a verlo y ahora me arrepiento.
El día que se declaró la alerta mi mujer se encontraba en México en cosas de
trabajo. La llamé en el mismo minuto para pedirle que cogiera un vuelo de regreso. No lo consiguió. Me dijo que los almacenes y los cines seguían abiertos, pero
mucha gente comenzaba a encerrarse en sus casas. Por suerte, encontró un hostal
barato en el centro, que incluía wifi, cama y ducha. El único inconveniente era que
el servicio sanitario era compartido. Asearse en el mismo lugar donde los demás
colocan sus detritos le preocupaba, pero no tenía opción.
Durante el primer mes del encierro hablábamos todas las noches. Ella, de las
precauciones que tomaba cada vez que entraba al baño. Y del dinero. De mi parte,
me preocupaba cuánto tiempo iba a pasar para que los taxis volvieran a circular,
pues ese era mi trabajo. Ya se nos ocurrirá algo, Miguel. Ahora, lo más importante
es la salud. Por nada del mundo dejes de tomarte tus pastillas, me decía.
Confiábamos en que todo se iría arreglando y ella volvería pronto a casa. A medida que pasaron las semanas fuimos perdiendo el entusiasmo. Aparte de la curva
de contagios, que no paraba de subir, no teníamos mucho más que contarnos. Su
cara desconsolada, con los audífonos pendiendo sobre el cuello, se volvió deprimente. Como se quejaba de que el wifi del hostal era malísimo, y estaba gastando
de más comprando datos, decidimos llamarnos una o, a lo sumo, dos veces por
semana.
La pequeña casa se me hizo grande. Mi rutina consistía en prepararme un plato
con avena en la mañana; a media tarde prendía el Nissan y le daba acelerones para
asegurar la carga de la batería. Comía cualquier cosa, a cualquier hora. Los rincones de la casa se fueron poblando de telarañas. Más que la torre de platos sucios,
lo que me enfadaba era el polvo, que caía imperceptiblemente como una mancha,
arruinándolo todo.
─Miguel, báñate. Rasúrate, al menos.
Yo vivía pegado al móvil, mirando las noticias. Todas malas. Nunca me imaginé
que la papada me creciera con tanta rapidez. Las piernas comenzaron a hormiguearme. El tiempo que pasaba entre la hamaca y el sofá empezaba a cobrarme la factura,
y ella, en lo mismo:
─Cuídate. ¡Sube y baja las escaleras!
Cuando lograba coger señal, ella me enviaba publicaciones sobre yoga, meditación, salud alimenticia y ejercicios caseros de cardio, que no conquistaron mi
atención, pero me llevaron directamente a las procelosas aguas de las páginas para
adultos. Y conocí a Lili Bu.
Ella no era una de esas celebridades que cobran jugosas cantidades por desnudarse, pero la rondaban, como abejorros, veinte mil anhelantes seguidores, embru40
Relato de Miguel Huezo Mixco
jados por su cuerpo potente y hermoso, como un mascarón de proa. Me convertí en
uno de ellos. La mayoría éramos hombres, pero también abundaban chicas jugando
a ser modelos, hadas madrinas del trabajo sexual y nudistas a secas.
Lili Bu tenía los brazos y el vientre cubiertos de vistosos tatuajes, como de
trapecista. Usaba su pelo para esconder los cabos sonrosados que coronaban sus
pechos, y con la sombra de sus muslos, esculpidos a fuerza de extenuantes rutinas,
encubría el vértice de su sexo. Se retrataba en playas nudistas y en campos arbolados, entre almohadones de plumas y mullidas alfombras. Cada vez que publicaba
una foto recibía decenas de mensajes que ella correspondía con un corazón verde.
Su belleza, y sobre todo su desenfado (apenas usaba maquillaje, posaba con las
gafas puestas y a veces sin peinarse), no solo convocaban admiradores. A los que
la llamaban zorra les contestaba con una ortografía impecable: «Puta, sí, pero no
tuya».
Como yo, y como todos, Lili Bu también intentaba ponerse a salvo de la peste.
Sus fotos y vídeos más recientes tenían lugar en la cocina, frente al espejo del living
y en la pequeña terraza de su apartamento con vista a la avenida 10 de Julio, en
Santiago de Chile, con fondo de vacías torres de oficinas, perreando de una manera
que yo, sentado en la taza del inodoro, con los pantalones en los tobillos, no podía
dejar de mirar.
¿Que cómo supe que ella estaba en Santiago? Fácil. Para saber que vivía en
Chile me bastó mirar los empaques de comida a domicilio ─helado, donas, bollos, suchi, pizza─ de sus patrocinadores. No necesité mirar los picos nevados que
rodean Santiago para adivinar que estaba en Santiago. Me fijé en los anuncios de
neumáticos, gimnasios y ropa para damas que asoman en segundo plano, y ya. He
contemplado desde el cielo el edificio donde vive, no en sueños, sino en Google
Earth. Aunque hay cinco mil kilómetros en línea recta entre mi habitación y la suya,
yo anhelaba llegar a su lado en sus horas más solitarias, cuando los teléfonos entran
en modo avión, para cantarle:
«Soy el loco loquito en tu sonrisa
Y doy todo porque dure una eternidad»*
Mientras yo batía alas en los cielos del sur, el mundo se tornaba cada vez más
surreal. Las imágenes de gente desplomándose sin vida en plena calle, como ocurrió en China al inicio de la peste, comenzaron a producirse en mi derredor. Para
muchos, la imagen de un enorme pez remo avistado en el sector de Barra Salada,
fue una señal de mal augurio. La noticia de un bebé de facciones horrendas que al
no más salir del vientre de su madre dijo, con un acento parecido al de los habitantes del oriente del país, que lo más feo estaba por venir, convocó a una jornada
nacional de oración.
Unos días después llegó Amanda, la tormenta tropical. Desde mi ventana, entre las nubes bajas, la cordillera se miraba como entre un velo de ceniza. Amanda
derribó puentes, inundó poblados, sepultó personas bajo toneladas de lodo y abrió
la grieta hedionda por donde brotó el cocodrilo. La noticia me produjo una enorme
impresión y comencé a soñarme dentro de un juego de Atari, cogido de una lia41
Relato de Miguel Huezo Mixco
na, balanceándome sobre un foso donde un cocodrilo hambriento me miraba. Solo
Lili Bu, sumergida en la tina, rodeada de velas, como una madona, conseguía que
olvidara mis sinsabores. «Tú no sabes lo que vales para mí», Lili Bu, le escribía.
Muchos (miles, acaso) le dirían lo mismo. Y yo, como ellos, recibía agradecido el
minúsculo corazón verde que ella colocaba en mi lengua, como una hostia.
La curva de contagios siguió subiendo, sin parar. Los muertos dejaron de ser
un número y se convirtieron en personas conocidas. El cerco en torno a mí se iba
cerrando. Por esos días anunciaron los primeros vuelos para traer a las personas
que quedaron varadas en el extranjero por la cuarentena. La inminencia del retorno
provocó un inesperado frenesí en mi mujer. Comenzó a llamarme a diario. Entonces, se me ocurrió salir a buscar al cocodrilo y preguntarle si, como se dice, al final
del túnel existe una luz. Pero ya era tarde. Un túmulo de grava y arena era el único
rastro que quedaba de la rajadura.
Unas horas antes de que abordara su avión, hablé con mi mujer. Con los ojos
llorosos y los audífonos en los oídos, murmuró:
─Estás mal, Miguel.
Yo estaba mejor que nunca.
─Mírate la pinta. Estás en los puros huesos.
Le conté sobre la aparición del cocodrilo en la esquina de la casa de las señoras
Bondanza.
─¿Has tomado tus pastillas?
Ante su insistencia, no tuve más remedio. Comencé por decirle:
─Querida, he conocido a alguien.
* Canción de PJ Sin Suela y Jorge Drexler
42
Relato de Lucinda Swann
Revivamos a Lou Reed
Matemos a Miguel Ángel Asturias.
MRM
a E.P. y M. E.
Parpadeo.
No sé dónde estoy.
Roberto está arrodillado y un hombre de oscuras canas le coloca una pistola contra
la cabeza y le grita: «¡Quiero mi dinero!».
A nosotros también nos apuntan con rifles y pistolas.
No estoy seguro, pero creo que me han drogado.
Algunos recuerdos se agitan borgeanamente en mi cabeza.
Ahora que lo recuerdo, yo andaba en la presentación del nuevo libro de Roberto.
Pero eso, por la luz del sol, supongo, fue anoche.
***
Otto y Luis, los presentadores, están junto al más reciente libro de Roberto. Entre
los dos recurren a una serie de comentarios utilizados, en su mayoría, por aquellos
que están destinados a presentar un libro que no han leído:
43
Relato de Lucinda Swann
a) Palabras de agradecimiento.
b) Lectura de la información contenida en la solapa.
c) Relato de alguna anécdota que sugiere una prolongada intimidad entre el autor
y el presentador.
d) Lecturas irónicas y humorísticas respecto al título —Revivamos a Lou Reed—
y más de alguna risa incómoda sin eco.
e) Mención de autores, obras, pinturas o películas referentes de la cultura pop
para hacer gala de los kilos de cultura que se posee.
f) Cita de algún breve fragmento del libro; por lo general, el de la contraportada.
g) Lecturas de fragmentos más extensos, para enseguida dejarlas in media res,
buscando crear un aura de suspenso y curiosidad en el público, pero sin lograrlo.
h) Mención del delicado cuidado editorial y la respectiva salutación al diseñador
de la portada (curiosamente ausente en la presentación).
i) Algún elogio sin ambages: «Puede ser que el siguiente año, ojalá así sea, le den
el Premio Nacional de Literatura a Roberto», para quizá convencer al lector de
que su compra será un negocio inteligente.
Aunque es muy posible que el próximo año, o el siguiente, le otorguen el Premio
Nacional de Literatura, ese día no es hoy.
***
El público huye sin comprar el libro. Las sillas desordenadas son la única prueba
de la fenecida presentación.
***
No hemos cenado. Ni hace falta. Hay dos litros sobre la mesa. Roberto narra una
anécdota interesante. O así lo parece: Luis y Otto no pueden parar de reírse. Me reviso la bolsa. Tengo lo justo para el taxi. Dudo si quedarme. Son las 11 de la noche.
Estamos en una cafetería china. Me levanto. Voy hacia la salida.
Inexplicablemente, evado la puerta y soy atraído hacia los imantados pechos de la
camarera.
***
Estamos en la calle. Roberto discute con la camarera de pechos enormes. O tal vez
solo ella discute. Él parece razonable. Ella me señala: «Puerco. No los quiero ver
por aquí», se da la vuelta pero enseguida regresa, «o llamo a la policía».
44
Relato de Lucinda Swann
***
Se acaba la presentación. Roberto no ha vendido ni un solo libro. Hablamos de
estos, después de otros, luego de otros que no hemos leído pero nos da vergüenza
aceptarlo. Otto y Luis se acercan. Siguiendo con las bromas de la presentación,
alguno propone: «¡Revivamos a Lou Reed!».
***
Otto llama por teléfono. Ha pedido un colmillo de coca. Treinta. Cuarenta. Otra vez
treinta. Solo yo no aporto dinero. Busco entre mis bolsillos. No encuentro el dinero
para el taxi. Sorprendentemente, no me preocupo.
***
Me siento increíblemente lúcido. Puedo sentir el aire que viene de la calle, las conversaciones mezcladas con el humo de los cigarrillos, los palos golpeando las bolas
de billar, el tanque del sanitario sediento de agua para limpiar la taza, los gemidos
provenientes de al lado, el condón que se rompe por la fricción del momento.
Tocan la puerta. Antes de abrir, sé quién es. Otto me aconseja que me limpie la
nariz. Ahora es su turno. Sobre la tapa del sanitario hay dos líneas blancas, hechas
con maestría.
***
Hay dos litros sin dueño en la mesa de al lado. Están fríos, helados. Sin destapar.
Estoy seguro de que llevo más de veinte minutos viendo fijamente hacia esa mesa.
Sin voluntad, o simplemente sin oponer resistencia, soy arrastrado hacia los dos
litros, los tomo pegándomelos al pecho y se los llevo a Roberto y a Luis.
***
Otto está derramado en el suelo. La mitad de él está bajo la mesa. La otra, en una
orilla de la banca. No tenemos dinero. Pero Luis afirma que a Otto le quedan algunos billetes. Por eso le registramos los bolsillos, mientras duerme.
45
Relato de Lucinda Swann
***
Hablamos sobre la mejor forma de revivir a Lou Reed. No logramos convenir. Roberto sugiere esto. Luis aquello. Yo no digo nada. Finalmente, hacemos lo que dice
el gritón de Otto: comprar otro colmillo.
***
«No los quiero ver por aquí», dice una mujer de dimensiones porcinas, posiblemente la dueña del billar, «¡ladrones de litros!». La calle está desierta. Antes de irnos,
somatamos la puerta de madera. Roberto mira a Luis. Luis observa a Otto. Otto no
sabe qué pasa, sigue dormido, pero camina.
***
Hora poscrepuscular. Estoy seguro de que ya estuvimos aquí. La camarera viene
hacia nosotros. También sus pechos enormes. Nos da la bienvenida y pregunta qué
vamos a beber. Roberto dice que no importa y tira sobre la mesa un billete de los
grandes. Pide un par. Pero un par de qué. ¿De vasos, de botellas, de litros, de galones o de barriles?
***
No aguanto las piernas. Roberto, el más viejo de todos, se queja y por momentos
pierde el paso. Veo mi aliento, apenas iluminado por algunos faroles, perderse en
la madrugada. Seguimos caminando. Luis y Otto, incansables, hablan de llegar a
«La Mezquita».
Me restriego los ojos. Yo no sé qué es La Mezquita.
***
«Aquí es.» «No.» «Que sí.» «Que no.» «Es el único «punto» abierto.» «Vas a ver
que no, hombre.» Otto y Luis se gritan. Por tercera vez no hallamos La Mezquita.
Roberto me mira, cansado. Le regreso la mirada. Soy el más joven del grupo. En
la bolsa del pantalón, algo incómodo, grande y cuadrado me exige atención: es la
novela de Roberto. En algún punto de la noche o de la madrugada, no recuerdo, me
la ha regalado.
Otto grita: «¡Hoy sí vamos a revivir a Lou Reed!»
46
Relato de Lucinda Swann
***
Termina la presentación. Roberto y su novela son aplaudidos, elogiados, venerados.
Incluso le dicen que es el mejor escritor vivo del país. Sorprendentemente, ninguno
compra el libro.
***
Estoy solo. Roberto, Otto y Luis han desaparecido. Alguien me toca el hombro.
Es un hombre feo y arrugado, un Nosferatu moreno. Pero lo que más me llama la
atención son las oscuras canas sobre la cabeza. Me dice que entre: «Afuera no me
servís de nada». Entro, no sé por qué. Me da más miedo enojarlo que pensar en lo
que pueda pasarme.
***
Es La Mezquita; lo sé, lo presiento. Y no me siento aliviado. Estoy en el primer
nivel. No hay luz. La única iluminación proviene de la llama de algunas velas de
colores pegadas al suelo. Me paralizo. Una máscara sin rostro debajo, envuelto con
trapos e incienso, fuma un habano, un habano eterno: es Maximón. En la esquina
contraria, la imagen de yeso de la Santa Muerte se carcajea sobre el mundo. «Vamos, caminá», me susurra el hombre de oscuras canas. Pero me detengo de nuevo.
Esta vez, el temblor es entre las piernas. Dos esculpidos cuerpos femeninos, por los
que uno no dudaría en pagar, se encuentran sentados sobre un sillón de cuero. El
orden críptico del montaje me perturba. Largas y delgadas piernas. Talle de avispa.
Abundantes perforaciones. Altos tacones de color rojo. Senos protuberantes y coherentes con los rostros llenos de vigoroso maquillaje. Aunque no son creaciones
de Dios, sino de la Cirugía, son reales.
Intento adivinar el género de los canónicos seres, pero son demasiado femeninos
para ser hombres y demasiado perfectos para ser mujeres. Antes de que el hombre
de oscuras canas me diga que suba, veo que los dos seres de andrógina belleza están
encadenados al sillón.
***
Segundo nivel. Hay una letanía de basura de todo tipo murmurando a lo largo de
la alfombra. Sobre más sillones se encuentran algunos adolescentes, hombres y
mujeres por igual, como zombis: ojerosos, pálidos, con la boca abierta, durmiendo
47
Relato de Lucinda Swann
o balbuceando nombres o tal vez solo quejándose (pero es un quejido vergonzoso,
como el de un animal atropellado), rodeados de jeringas, cucharas y horribles improvisaciones de hornos con latas de gaseosa.
«Seguí subiendo», me vuelve a decir.
***
Tercer nivel. Mujeres, calibradas mujeres. Posiblemente menores de edad. Sobre
el regazo de hombres que visten corbata y saco, gordos, con anillos en las manos y
un cigarro entre los dientes, al igual que en las películas de gánsteres; dirigen sus
tentáculos hacia el interior de las faldas, mientras ellas sonríen satisfechas, sin abrir
los ojos.
Hay una, una sola, de frágil sonrisa, con un moño rosa sobre la cabeza. No es la
primera vez que la veo. Sé que la he visto antes, ¿pero dónde?
***
Otto y Luis comentan el libro. En la primera fila (una de las pocas en llenarse) hay
una mujer, bella, de frágil sonrisa, con un moño rosa sobre la cabeza. Todo en
ella luce infantil. Se ríe, incluso de las pésimas bromas; en su mayoría las de Luis.
Quisiera caminar hasta ella y hablarle del mundo, mi mundo, de los libros, de cómo
cambia el mundo con ellos, de las miles de páginas escritas en mi diario, presintiendo el encuentro con un otro inalcanzable. Pero temo balbucear.
Además, ya tengo que irme.
***
En el cuarto piso, me esperan Roberto, Luis y Otto. Están ansiosos no por comprar
coca sino piedra. La proteica piedra.
El hombre de oscuras canas saca de su maletín la bolsa con la proteica piedra y
menciona la cantidad a pagar. Es un número elevado. Roberto nos mira, preocupado, mientras se busca en el pantalón. Otto y Luis hacen lo mismo. Yo hace mucho
que perdí lo del taxi. «Espero no se trate de una broma», se limita a decir el hombre
de oscuras canas.
***
Nos zangolotean como piñatas para ver si salen escupidos algunos billetes. Pero no.
Entonces el hombre de oscuras canas, juntando las cejas, apunta a nuestro posible
48
Relato de Lucinda Swann
Premio Nacional de Literatura y le ordena que se arrodille. «Quiero mi dinero»,
grita el hombre mientras aspira efusivamente un poco de polvo blanco de la punta
de un cuchillo que alguno de sus lacayos le acerca.
***
Ya lo decía Borges, o tal vez fue Sábato: «Los famosos no pueden vivir a la vuelta.
Tienen, necesariamente, que vivir en el país de ninguna parte. Lejos. Porque, si los
ven tomar café, por ejemplo, ya no creen en su fama. La gente parece ignorar que
el hombre no siempre escribe El Quijote. A veces, también, paga impuestos». O, en
este caso, a veces no tiene para pagar la coca o la proteica piedra. «Arrodíllense»,
nos gritan y apuntan con las armas. Son las 5 de la mañana. O las 6. Quizá, después
de todo, no vamos a revivir a Lou Reed. Pero algo sí es seguro: nos vamos a reunir
con él.
49
Relato de Camilo Villatoro
REM
Me encuentro en medio del salón de nuestro piso, con un maletín lleno de mota,
cocaína y pepas. ¿Qué haré con esto? ¿A quién se lo coloco? ¿Dónde será el mejor
escondite en caso de una contingencia policiaca? ¿Por qué putas me metí a este
bisne tan jodido? ¿Y si no reuno la parte del cartel? No quiero amanecer colgado
de un puente, me digo, mientras Memo me observa con una sonrisita inoportuna,
adivinando qué secretos esconde mi cara desesperada. «Va, dame una pues», y me
extiende un Francisco Marroquín que en esos momentos de angustia me cae de
perlas. Le doy la tacha transada y saco una propia que me voy zampando pensando
en acompañarlo en el trip, pero Memo guarda la suya para quién sabe cuándo; en
fin que de pendejo me harto media pepa de mdma en este momento impropio del
día en que los niños todavía juegan con total impunidad en los parques y las calles
hediondas a urea de borracho palpitan como heridas bucales purulentas.
Memo no tiene llaves, así que debo abrirle la puerta cada vez que llama. Otras
veces, como ahora que me lo pide así en buena onda, lo acompaño a la tienda a
hacer mandados cortos, como si fuera yo un chucho al que se lo saca a pasear, y
todo para garantizar que no se quede afuera a su vuelta. Mientras caminamos siento
ya la divina euforia del narcótico invadiendo mi espíritu, sintiéndome un cabrón
invencible, aun si voy con las tetas al aire y sin las benditas llaves. Palpo por sobre
los bolsillos del pantalón y lo confirmo: «Ah la gran puta, las llaves…» Vuelvo
50
Relato de Camilo Villatoro
de retache para el edificio donde transcurre nuestra ilusoria existencia y subiendo
pisos veo una puerta entornada en lo de nuestros vecinos de abajo, unos jóvenes
cantadores de trap medio famosillos en la fauna artística de la comarca. Juegan videojuegos como si no hubiera cuentas por pagar en sus resueltas vidas. Entro y me
dirijo al plebe que me resulta más familiar, un chavillo delgado y paliducho, pelo
rizado y gafas de pasta: «Mano, hacéme el paro, necesito tus pantalones [los señalo
con la mirada], sólo será un momento, es un tema de emergencia nacional, como
comprenderás», y el mocoso se los saca de inmediato y me los entrega. Pronuncio
entonces, con el tono de incertidumbre acorde a la ocasión: «No te agüevés, sólo
hago este mi mandado y enseguida te los vengo a dejar. Sin paja». «Simón, no te
agüevés. Dale fresh, no hay clavo», responden ambos chavos en un eco acompasado. El otro, una cara borrosa que de un momento a otro se torna asquerosamente nítida, me dice, sincero y empático, señalando con la mirada unas repisas al otro lado
de la sala: «Tenemos tenis también. Si necesitás, dale fresco, con todo». Dirijo mis
ojos hacia las repisas exclamando al tiempo «Ah la… ¿En serio? Verga, muchá, qué
buena mierda». Encuentro un par de tenis verdes plásticos que al parecer me gustan
y me los encajo, me despido de los muchachos emocionado por sus obsequios, me
desean suerte y subo a nuestro piso.
Dos personas de traje esperan de pie frente a la entrada del piso. No se mueven.
Me fijo en sus zapatos y descubro una llaves tiradas en el suelo. Es que Gabriela,
otra roomie, siempre anda perdiendo sus putas llaves, es una tradición que sigue religiosamente desde épocas difíciles de recordar. Las recojo y marcho a toda mierda
a contarle a Memo que encontré las llaves de Gaby tiradas en el tapete de la entrada,
el mismo que dice «Bienvenidos a nuestro humilde cantón». Le dejo a Memo las
llaves de Gaby para que pueda volver cuando se le dé la gana.
Caminamos. De un momento a otro decidimos separarnos sin mediar palabra,
sin despedidas ni simulacros cívicos. En el semáforo entre la Calle Gonorrea y la
Avenida Happy Days, veo una multitud haciendo un performance. ¿Dónde he visto
esto? Cuando el semáforo hace el guiño verde, las gentes avanzan hacia la acera de
enfrente, pero sin continuar el camino voltean y observan de nuevo al semáforo, esperando que haga el guiño verde para regresar; cuando llegan a la acera de enfrente,
voltean, esperan el guiño verde y la historia vuelve a comenzar. Desconcertados, un
señor de sombrero bombacho y gabardina larga y yo miramos el absurdo espectáculo de la repetición. Cuando volteo a verle para cerciorarme de que está pensando lo
mismo que yo, noto que su cuerpo es una torre de gatos que se tambalea debajo la
gabardina. Bajo el sombrero asoma una carita humana y bigotuda que me roba las
palabras que estaban a punto de salir de mi boca: «Mierda, qué cosa tan enigmática,
¿cierto?». «Simón», respondo, y al ver de nuevo al semáforo, el cíclope intermitente sabotea todo marcando colores daltónicos que confunden a la concurrencia. Los
artistas performáticos desilusionados se marchan a buscar un semáforo que sirva.
Yo continúo mi camino sin saber adónde voy.
51
Relato de Camilo Villatoro
No sé qué calle es la que me trajo a estos aposentos de piedra de estilo romano
imperial, pero very cool porque no hay cristianos en la costa y sobre las aguas de la
piscina principal exhiben un documental en el que Pasolini habla sin parar.
Mis manos me desnudan y sumerjo un pie comprobando la temperatura. Desciendo
chapoteando la escalinata de la alberca con la gracia de observar que no es mi cuerpo masculino el que se sumerge, sino el culo impresionante de una valquiria. Entre
la voz de Pasolini que fuma viéndome surcar las aguas, olvido todas las palabras
que existen, exceptuando al verbo que nada. Avanzar un animal en el agua haciendo
los movimientos necesarios con el cuerpo y las extremidades, sin tocar el fondo ni
otro apoyo. Nada, nada, nada.
52
Poemas de Jorge Lopéz
II
Hice un río con tus lágrimas entre las piedras;
y con él lavé las sombras de mis ojos.
Se diluyó en tus labios, el barro de mi cuerpo.
Y cuando la muda y trémula voz de tus ojos llamó hasta mi muerte y mi silencio
emergí
como loto entre el cieno.
Tus tibias manos apagaron mis miedos.
Tus pestañas abrazaron mis lágrimas.
Llegó tu aliento hasta mi boca
y mis palabras pintaron con el color del cielo.
Y ahora, entre tus párpados, Brenda,
se arropan mis sueños.
PARA INVOCAR A LOS PÁJAROS
Cada noche derramo el alma
desde las venas abiertas de mi mano.
La dejo caer como granos
que los niños lanzan en los parques
para invocar a los pájaros.
53
Poemas de Jorge López
PROFETA
Al abrir tu cráneo encontré la misma lágrima
con que fui bautizado.
Besé tu mano
y veo mis ojos tras la edad del ocaso.
Por eso tus ojos son
calles, vorágines
a póstumas épocas.
Profeta,
hermano de años lejanos,
déjame beber de tus manos,
la orina de esos ángeles desterrados.
Porque esas aguas tienen
la premonición de mi último sol en esta Tierra.
Porque el vómito de tus manos
es mi alimento. Y tus lágrimas,
agua bendita que fulmina todos los espectros.
Profeta,
aunque tienes más tiempo
de arder en el estiércol,
somos hermanos
─alga y lodo-─
habitando la misma grieta.
DECISIÓN DEL BASTARDO
Buscas tu rostro entre los rostros más grises
de la niebla.
Debajo de tu estrella derrotada
todo se iluminó con la luz de un cadáver.
Y aun sabiéndote bastardo
soñaste con un beso que rompiera
el sortilegio de tu sangre.
54
Poemas de Jorge López
Niño de la edad perdida,
la niña de ojos con signos claros murió en la espera.
Ahora decide si el aullido sobre tu frente será herida
o la luz de una sed insondable.
REDENCIÓN
Pronuncié mal la oración de los astros.
Invoqué a los pájaros adentro de mi niebla
e intenté cambiar sus nombres
por otros
más hermosos que el de los cometas.
Por eso iba de rodillas hacia la tormenta
que se acerca por el horizonte.
Pero una sombra con el idioma de los sueños conjuró las estrellas.
Entonces
recuperé la habilidad se salir intacto de la lluvia
de desvanecerme con un beso
en los ojos de la muchacha sentada junto al estero
de las albas.
Pero la sombra en llamas
aún me mira desde los sueños y me dice,
desde su patria de sangre, de lágrimas y de heces:
Muchacho, el universo puede ser el mar
sólo si lo dices con los astros adecuados
***
Despierto bajo una madrugada de cielos extraños
junto a una pequeña que traza el nombre de mis estrellas
entre sus primeras lágrimas,
mientras dice:
«Cierra tus ojos
y escucha el correr de mi sangre por todas tus venas.
Yo soy la luz del poema».
55
Poemas de Jorge López
BREVE EPÍLOGO DE LA ORFANDAD
Toda muerte nace de la infancia
Pronunciar mi nombre es cruzar una calle de niebla
y encontrase ausente
Por eso mi nombre solo puede escucharse bajo la lluvia
II
Todos mis sueños están podridos
Papalotas oscuras
de mi boca
Fríos callejones
en mis lágrimas
Mi piel
epílogo de la orfandad
III
La muerte comienza cuando se comprenden
los fonemas de la niebla
IV
Mi nombre es el nombre de los muertos.
No puede pronunciarse
Porque la voz se convertirá en un lugar sin mañana donde te encuentras
arrodillado
Mientras el sueño
respira sobre tu sangre con las heridas de tu cuerpo
V
Soy una ciudad
Donde el silencio ha sido crucificado
56
Poemas de Marco Tulio Lailson
Entre brumas
A Lilia Martha Partida Flores, bella como la luz de la mañana
TRIPALIUM
En la vértebra
de esta ciudad herida por la piedra
del insomnio,
los hombres del subsuelo
muestran cicatrices de otros palos:
desde la punta inmóvil
de sus pupilas hasta la estatura
exacta de la noche,
un aullido purísimo se eleva.
Las miradas cautivas
tras las rejas del frío,
cada gesto sujeto a la costumbre,
a la fibra más íntima del llanto;
y el vacío monótono golpea,
como gotera abierta en la conciencia,
el sueño, la memoria, la palabra.
57
Poemas de Marco Tulio Lailson
AQUÍ PASÓ ALGO QUE SIEMPRE PASA
Aquí pasó algo que siempre pasa,
el dolor de las piedras
caer de bruces, caer de cruces.
Aquí pasó algo que siempre abrasa,
memoria herida, el grito hecho polvo,
la cólera en girones.
Pesa tu ausencia en el insomnio. Nos faltas.
Tu voz, tu calcio, tu humareda.
Tu sangre vuelta río,
tus amaneceres de furia,
tu silencio
nos faltan.
Tu amor que crece enredadera,
mano crispada.
Nos falta el cielo de tus sueños
y tu ausencia cala hasta la médula,
hasta los litorales del frío
hasta las sílabas rotas
de la palabra rabia.
Hasta el aullido,
hasta la última esperanza. Ayotzinapa,
Aquí faltan 43.
NOMBRAR DE NUEVO LA ESPERANZA
Nuestra tierra dejada de la mano de Dios,
la sal de la congoja y en harapos,
cicatriz.
En el principio
era el verde y las afluentes,
flor y canto y el cenzontle
así lo repetía,
y el equinoccio así lo repetía,
y el filo de obsidiana y Gucumatz
así lo repetían.
58
Poemas de Marco Tulio Lailson
Aquello es otra historia.
Cerrar los ojos,
colmarse de silencio. Resistir.
Una gota de agua cae en el estanque,
la estancia sosegada se ilumina,
plena de ausencia. Lámpara
que alumbre en horizontes al salir
multiplicado y en banderas,
salir
a donde allá a la distancia se avecina
pero también acá tan íntimo, el prójimo
comparte el pan y la esperanza abierta
sin otra condición que el aguacero.
La vida reside adentro
del torrente sanguíneo y el bolsillo,
en la chistera del mago en el zapato,
y habrá que ir al tuétano al calcio a la osamenta.
habrá que ir y cobijarla,
nutrirse en sus afluentes,
almendro de su luz.
Afuera el continente se levanta,
eleva en su ramaje
el fruto de su ofrenda
y generoso esparce la semilla,
en corceles del viento cabalgando
hacia los cuatro rumbos.
El tiempo ya es cumplido.
59
Poemas de Armando Maldonado
LA JIRAFA
La tinta
de Shen Du
se secaba
en el sueño
del emperador.
La jirafa
miraba sobre
la Ciudad Prohibida
y su lengua muda
advertía
de la guerra
y la caída
mientras
el emperador
se dormía
en la tinta
de Shen Du.
60
Poemas de Armando Maldonado
EVA BRAUND
Eva Braund bebe té inglés
mientras se firma la ejecución de los judíos.
Eva Braund es una mujer vestida,
metal y plumas de halcón.
Se sienta todas las tardes
a ver la puesta de sol
y a sentir el aroma
que viaja como ruiseñores
desde los hornos de Auschwitz.
Juega con las orquídeas:
Guten morgen
Seil heil
Eva Braund no tuvo hijos,
solo noches de encierro y bombas.
Eva Braund creyó morir de amor
en un bunker de Berlín.
CARTA DE LA POSTERGACIÓN
Para cuando leas esto posiblemente esté sentado en mi balcón fumando un tabaco
con sabor a vainilla. Realmente no importa. Donde tú leerás esto posiblemente no
estaré, no sabré del sabor de la nieve en el amanecer de los monjes de la escarcha,
ni del calor de los lechos de las mujeres que venden orquídeas a la humedad de
las monedas. Quizá no sepa el nombre de la banca ni del parque donde fustigarás
el papel con los sollozos más mudos que pueden habitar las calles de Dallas. No
sabré quizá, si un avión me podría arrancar de tus brazos para llevarme a Estambul
o comprar una pajarera y envejecer con el recuerdo de las acacias floreciendo en el
trópico. Para cuando leas esto, realmente no importará la muerte de mis geranios
o las aves exóticas que pasabas en tu tamiz. ¿Ves que simple es la vida cuando los
años nos enrollan? Ahora tendrás una serenata de hielo guardada en el borde de tu
anillo, los alientos agónicos de todos los inviernos en el tornillo de un reloj de arena. No podrás decirme ahora que la vida es un trampolín de agua donde se pierden
las estrellas que guardamos en el bolsillo, no podrás decir ahora que la vida es una
libreta azul que se te perdió en el aeropuerto.
61
Poemas de Armando Maldonado
MORADA
Vivo en el cráter de todos los miedos.
Acá los astros
nunca llegan a las ventanas de los niños.
Acá donde se juntan mis obscenidades y mis rezos.
Acá en el territorio absoluto de la muerte.
REX TREMENDAE (Dueño del destino)
De lo inefable de los destinos
está construido
el llanto de las madres
frente a las tumbas.
62
DEBATE
63
64
Memoria y el lugar antropológico
Raúl Monterroso
En el año 2006 Giovanna Maselli,
Sandra Monterroso, Lucía Menéndez,
Rodolfo Arévalo y el suscrito, reunidos
en torno a la idea y búsqueda de un espacio para confabular, pensar y hacer
propuestas sobre el arte y el diseño, nos
encontramos con ese espacio abandonado por más de doce años, ese penthouse en el corazón de la ciudad, en
la otrora avenida más importante. De
la mente de dos diseñadoras gráficasartistas, dos arquitectos-urbanistas y
un filósofo, ve la luz DAC, Asociación
Diseño Arte y Cultura. Surge un laboratorio de ideas sobre cómo el diseño, el
arte y la cultura pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de la sociedad.
Las preocupaciones de Giovanna
Maselli por el ambiente, las reflexiones de Sandra Monterroso acerca de la
identidad y el arte contemporáneo, la
sofisticada linea de diseño editorial de
Lucía Menéndez, las breves, pero densas conversaciones conceptuales con
Rodolfo Arévalo, junto al propio interés en poner el conocimiento y el diseño al servicio de la sociedad, fueron
dando forma a este espacio en el Centro
Histórico de la ciudad de Guatemala.
El Centro iniciaba a ser reconocido por
65
Raúl Monterroso: Memoria y el lugar antropológico
puesta museográfica aplicada a la arquitectura para los Portales de Transferencia del Transmetro: El Amate, Plaza
Barrios y Centro Cívico.
Luego de un análisis, se toma la decisión de adoptar el concepto de museografía según Hugues de Varine-Bohan
(1976), quien dice que «La nueva visión museológica se planteó la posibilidad de considerar no un edificio sino
un territorio, no una colección sino un
patrimonio colectivo, y no un público
sino una comunidad participativa. De
esta manera se establece la ecuación
que servirá de base a la nueva museología: territorio, patrimonio, comunidad.»
La propuesta inició a tomar forma
sobre el siguiente criterio: un territorio
delimitado por tres puntos claves localizados al sur del perímetro conocido
como Centro Histórico, que además
generarían un circuito, por lo que había
que vincular al patrimonio urbano arquitectónico con otros elementos relacionados con la memoria colectiva de la
comunidad usuaria de dichos espacios.
Adicionalmente, la complejidad del
problema consistía en lograr el objetivo
en un período de tiempo muy corto, ya
que los Portales de Transferencia son
espacios arquitectónicos cuya finalidad
es el flujo constante de personas, no son
espacios para la contemplación de piezas, como en un museo tradicional; en
tal sentido, la propuesta de la intervención debía permitir un diálogo abierto y
dinámico entre el usuario y la propuesta de diseño, una experiencia espacial,
sensorial y racional.
Para generar esa experiencia, se
pensó que la propuesta debería ser sensorial, visual, auditiva, pero al mismo
tiempo reflexiva, por lo que el conteni-
artistas e intelectuales, como ese espacio emblemático, con valores olvidados
por una sociedad más ávida de centros
comerciales que de lugares auténticos.
En ese mismo año Álvaro Véliz y
Roberto Soundy fundan un taller de arquitectura y urbanismo para la ciudad,
dedicado a rescatar la importancia de la
centralidad del área metropolitana y el
espacio público como elemento urbano
capaz de transformar el paradigma de
la ciudad expansionista definida por las
imposiciones de la especulación inmobiliaria, sujeto al imperio de lo privado,
lamentablemente aún vigente, le llamaron Urbanística, Taller del espacio público.
El espíritu de Urbanística era el de
un taller a la vieja usanza, con cierta influencia de la Bauhaus, donde el oficio
de la arquitectura iniciaba con una profunda reflexión sobre las necesidades
espaciales en cada uno de sus niveles
de organización, un proceso intelectual
donde el diseño se aplica para buscar la
solución y la obra se ejecuta con la más
fina factura, bajo el concepto de calidad
del diseño y de los materiales a utilizar
para dignificar al usuario a través del
espacio público.
En ese contexto, Urbanística invita
a DAC a diseñar una propuesta museográfica para los denominados Portales
de Transferencia, edificaciones dedicadas al intercambio de líneas del recién
inaugurado sistema de transporte tipo
RBT impulsado por la municipalidad,
denominado Transmetro. Por razones
laborales, Menéndez y Arévalo, no se
suman en esta ocasión al equipo.
El objetivo principal de diseño era
generar una experiencia a partir de un
sistema de comunicación visual y pro66
Raúl Monterroso: Memoria y el lugar antropológico
do temático se organizó según cada uno
de los portales, su ubicación en relación con distintos momentos históricos
de la ciudad y encontrar un tema para
cada uno, por lo que El Amate, estaría
dedicado al Siglo XVIII, La ciudad del
traslado; Plaza Barrios al Siglo XIX la
Ciudad Ilustrada y Centro Cívico al Siglo XX, la ciudad Moderna. No vamos
a extendernos en este artículo en los dos
primeros, el texto se enfocará, cómo se
evidencia en el título, al tercer portal.
En consecuencia, la propuesta es un
sistema de diseño integrado por las siguientes variables: lo visual, lo auditivo
y lo racional.
Los elementos visuales serían elementos de diseño característicos de
cada época, impresos en calcomanía
digital semi transparente, adosadas a
las paredes de vidrio. Para la variable auditiva, cada portal contaría con
67
Raúl Monterroso: Memoria y el lugar antropológico
vitaran a pensar, impresos en tipografía
típica de cada época, montados en planchas de vinilo transparente colocadas
de manera alterna en las vigas principales del espacio interior, en cada plancha
un verso para completar un segmento
de la estrofa del poema seleccionado,
el cual pudiera ser leído por la perspectiva generada en el espacio. Como ya
se ha descrito, cada uno de los portales
un sistema de audio, donde además de
anuncios y avisos institucionales, se
ejecutaría una lista musical con compositores locales correspondientes a cada
una de las épocas descritas, la música
estaría intercalada por sonidos de la
ciudad y la lectura de segmentos de los
versos seleccionados para cada portal.
La variable de lo racional, estaría compuesta por segmentos de poesía, que in68
Raúl Monterroso: Memoria y el lugar antropológico
co, está claro que es una obra maestra,
sobre ello ya se ha hablado en otras
ocasiones, sin hacer de menos a los arquitectos y maestros de la plástica que
intervinieron, quienes gozan de la admiración y reconocimiento local e internacionalmente; no obstante, haciendo una revisión crítica se evidenció que
no había presencia femenina en dicha
intervención, el equipo estaba consciente de que lamentablemente el espacio cedido a la mujer, aún actualmente,
sigue siendo limitado. Por lo que se decidió basar la variable visual en la obra
de Margarita Azurdia.
La idea motivadora, se enfocó en
recrear una escena del momento, un
viaje en el tiempo hacia los años sesenta y setenta, mostrar el espíritu del
tiempo, a partir de la intervención del
objeto arquitectónico. Las propuestas
artísticas vigentes en ese momento,
eran el resultado de los distintos impactos ocasionados por la explosión cultural que, entre otros aspectos, marcó la
está localizado en diferentes áreas patrimoniales; sin embargo, el conjunto
monumental más emblemático de todos
es el Centro Cívico, por lo que existía
la preocupación de intervenir una pieza
arquitectónica que alteraba la autenticidad del conjunto patrimonial, ícono
de la arquitectura y el urbanismo moderno nacional, y por que no decirlo de
talla mundial, por lo que se llegó a la
determinación que debería representar
un beneficio relevante para la sociedad,
complementar el patrimonio existente y
dialogar con el mismo, desde un punto
de vista crítico y no desde la visión monumental o anticuaria, parafraseando a
Nietzsche.
La propuesta arquitectónica diseñada y ejecutada por Urbanística-Taller
del Espacio Público de la Municipalidad de Guatemala, es una serie de tres
elementos arquitectónicos concebidos
dentro de la más rigurosa escuela moderna, despojados de cualquier elemento decorativo y con una especial atención en los detalles, todo elaborado con
acero como material noble, muy a la
escuela de Mies Van der Rohe.
El proceso de diseño implicó investigar dentro del basto inventario de
recursos que conforman nuestros bienes naturales y culturales, referentes
para interpretarlos conceptualmente,
en lugar de copiarlos, crear metáforas
para evocar las distintas épocas y que
el usuario viva una experiencia no solo
estética, sino también intelectual. Cobrando distancia de cualquier elemento
relacionado con un falso nacionalismo.
Al hacer una revisión del contexto, inmediatamente resalta la integración de la plástica a la arquitectura del
conjunto monumental del Centro Cívi69
Raúl Monterroso: Memoria y el lugar antropológico
nacionales, una propuesta conceptualmente metafórica, justo lo que el equipo de diseño buscaba.
Por otra parte, a pesar que Azurdia
también escribía, para el contenido de
la variable poética intelectual se determinó que Ana María Rodas podría muy
bien encajar en la idea que se pretendía lograr, ya que Rodas es una poeta,
cuentista, periodista y referente intelectual. Su obra más potente marcó dicho momento histórico, Poemas de la
izquierda erótica (1973), el cual ha sido
traducido a varios idiomas y editado en
varias ocasiones. No obstante, se encuentran otros poemas igual de fuertes,
para esta intervención se seleccionó el
poema titulado «El más hermoso mito
inventado por el hombre» (1984), sin
embargo, en este punto vale aclarar que
los dos últimos versos fueron los que
finalmente fueron aceptados, por una
especie de revisor institucional de ese
entonces, hay que recordar que palabras
como «socialismo» aún hoy día generan resquemor en una sociedad conservadora como la guatemalteca; de igual
manera, son dos versos, como ya se ha
dicho potentes:
Más hermoso que el odio, la invención
más hermosa.
El amor.
Para la experiencia auditiva, además de escuchar los versos en la voz de
Ana María Rodas, se determinó, luego
de una reflexión en la cual contribuyó
el músico Paulo Alvarado, quien evidenció que a pesar de existir grupos
populares como Caballo Loco, Apple
Pie, SOS, entre otros, quienes con sus
interpretaciones capturaban el espíritu
de la época; no obstante, había muy
poca producción musical propia, ade-
denominada Primavera Democrática,
la emblemática década vivida entre
1944 y 1954, pero el contexto también
estaba fuertemente marcado por las secuelas de la guerra fría y el incipiente
conflicto armado interno nacional, que
a su vez era un reflejo de lo que sucedía en el mundo, principalmente en
Latinoamérica.
Por lo que la propuesta pretendía
ser un espacio para la reivindicación
no solo de las mujeres, sino también de
los jóvenes, dos minorías que luchaban
en esa época por hacer oír sus voces;
por supuesto que los aspectos sociales,
económicos y políticos eran motivo de
lucha en ese entonces, pero la idea central de diseño se enfocó en abordar los
aspectos feministas y de juventud, por
que además representan minorías que
abren el camino a otras reivindicaciones, el objetivo era hacer visible que
tanto jóvenes como mujeres han aportado a partir de su producción intelectual
contenido importante al discurso de la
cultura moderna en Guatemala.
No es que la obra de Margarita
Azurdia o Margot Fanjul, estuviera del
todo ignorada, sin duda era y es alguien
importante en la escena artística nacional, como se ha ratificado en la más reciente muestra denominada «Margarita
Azurdia, Todo es Una», montada en el
Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida, a inicios de marzo del 2020,
días antes del confinamiento. Habiendo
iniciado su carrera en el arte en el año
de 1959, durante una estadía en California, Roberto Cabrera (1967) la catalogó
como la más radical en su concepción
espacial, haciendo una interpretación
muy propia del Op Art pero a partir de
usar como referencia los tejidos típicos
70
Raúl Monterroso: Memoria y el lugar antropológico
más para dialogar con la propuesta intelectual de Azurdia y Rodas, se requería de una banda sonora, llámesele así,
tomando prestado el término del cine,
que fuere coherente con ese discurso,
que pudiese dialogar con ellas, por lo
que se consideró el trabajo de Joaquín
Orellana, músico nacional quien desde
los años sesentas cuando estudió en el
Instituto Torcuato di Tella en Buenos
Aires, había incursionado en la música
electrónica, en 1968 compuso la pieza
propuesta: Metéora, sonido electrónico que resultaba propicio para generar
esa experiencia de época moderna, pero
también un buen representante del espíritu joven e innovador de la época.
Para ocasiones especiales, lo anterior podría invadir incluso el contexto
inmediato de cada una de los portales
de transferencia, creando intervenciones de Videomapping como se imaginó
71
Raúl Monterroso: Memoria y el lugar antropológico
el DJ Julio Dávila, trascendiendo la experiencia arquitectónica a nivel urbano.
En resumen, la idea consistía en integrar estas tres propuestas para generar
una experiencia que lograra llegar a los
sentidos y provocara la reflexión, llevar
estas propuestas a la cotidianidad, para
que el usuario del sistema de Transmetro viviera la experiencia de un lugar
antropológico, desde la tesis de Marc
Augé, un lugar donde la memoria puede fortalecer las relaciones sociales
y propiciar el encuentro y a partir de
elementos conceptuales y metafóricos
que surgen de referentes de la memoria
colectiva de los ciudadanos, diseñar un
lugar.
El trabajo se entregó a Urbanística
en su oportunidad, se desconocen los
motivos por los cuales nunca se llevó
a cabo, posiblemente por esa dicotomía
entre lo político y académico que ha
castigado tanto a nuestra ciudad y a sus
habitantes. Queda como un aporte a la
ciudad utópica, esa que construimos en
nuestros sueños y en la que algún día
podremos vivir y buscar la máxima
condición del ser humano, ser felices..
Referencias
dedicados al arte y la arquitectura en Guatemala. Recortes,
impresos, críticas, imágenes, entrevistas, catálogos, información. 2007. Serviprensa. Guatemala.
De Varine, H. (1976). La culture des autres. Editorial Seuil.
París.
Museo Nacional de Arte Moderno. (2020) Margarita Azurdia. Toda es Una. Catálogo de la exposición. Milagro de
Amor, S. A. Guatemala.
Rodas, A.M. (1984). El fin de los mitos y los sueños. Editorial Rin. Guatemala.
Alvarado, P. (2018). Metéora-1968- y otros metéoros. En
Prensa Libre, Opinión, 29 de julio de 2018. Recuperado el
19 de julio de 2020. https://www.prensalibre.com/opinion/
meteora-%C2%961968%C2%96-y-otros-meteoros/
Auge. M. (1993). Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Traducción
Margarita Mizraji. Editorial Gedisa, S. A. Barcelona.
Cabrera, R. (1967). La Nueva Generación. En El Imparcial, Imagen Crítica, 23 de agosto de 1967. Recuperado
de: El Gukumatz en persona. Luis Díaz, más de 45 años
72
73
ARTE
74
Celestina Rojo: memoria
de la luz y la sombra
Rafael Gutiérrez
El ámbito rural ha tenido diversas
vías de acercamiento visual, desde el
paisaje hasta las últimas expresiones
declaradamente conceptuales. La primera impresión, una suerte de bocanada aireante que asalta de entrada el
ojo del observador es el color. Colores
que, apelando a la arbitrariedad cromática moderna no se corresponde con su
correlato externo: una montaña amarilla estalla al igual que una carretera
tan azul y vibrante como si fuese el
mar que no bulle frente a una gaviota o
un albatroz sino ante un armadillo. Es,
pues, el ámbito rural, recreado de una
manera particularmente personal, briosa y solar, poseedor de unas características igualmente particulares. Al igual
que el mexicano Rufino Tamayo, Celestina Rojo transgrede frontalmente el
color y lo forma y transforma a las exigencias de sus intuiciones formales. No
hay bodegones ni naturalezas muertas
como en el mexicano, cierto, pero hay,
igual, apetencias, asombros y disfrute
frente a la maleabilidad y redistribución
espacial. Es, pues, esa visión primaria,
magnífica y casi infantil que en el niño
desaparece, lo sabemos, frente a los rigores del convencionalismo, la norma y
75
Rafael Gutiérrez: Celestina Rojo: Memoria de la luz y la sombra
cualidades expresivas de la artista, se
transfigura y muta en un mundo renovadamente autónomo y distinto.
ritos adultos, y en el artista permanece
gracias a la adopción voluntaria y consciente de un oficio o vocación acorazada.
Adentro
Afuera
Situarse adentro define y expone la
esfera de lo privado, tanto en lo afectivo y psicológico como en el dispositivo
instrumental que entraña la economía
familiar. Así, en la obra de Celestina
Rojo el situarse frente a este mundo
entraña internarse en una suerte de arqueología de la memoria.
Los colores y las formas adquieren
un carácter cercano donde los espacios
familiares dan acomodo, y esencialmente, se erigen como el detonador del
prodigio de una imaginación vigorosa
y sugerente donde a su vez los objetos
adquieren una densidad poética y hasta
metafísica. Tal como esa jarrilla naranja
precipitándose sobre el sueño o pesadilla de una durmiente ausente y solitaria.
O de un barquito de papel navegando
sobre una olla como una bítacora marítima cuya ruta de navegación pareciera ser la Vía Láctea. O el naufragio
en una ruta indescifrable y angustiante
del Tiempo o del destino humano. Pero
todo, siempre, bajo la construcción de
un trazo, formalmente instintivo, arcaico a ratos que busca, y acaso encuentra
las interrogantes insondables agazapadas en la memoria o el sueño bajo el
techo de una vivienda sumergida en una
profunda soledad y hasta agobio, que
pareciera identificarse como el espacio
de una finca ladina en algún ignoto punto de la región de oriente, la finca como
un surtidor de una rica simbología de
objetos remitidos a un ámbito donde la
ausencia humana es casi absoluta. Y de
La pintura, la de afuera, es como un
juego a todo color. Lo lúdico, ingenioso y retozón la recorre con un halo asimismo de misterio, imágenes oníricas
y a ratos disparatadas y hasta surreales
pero siempre familiares, amarradas al
cielo y a la tierra de la razón utilitaria. Y
una belleza que estalla como un girasol
o una luna que palpita como una giraluna. La naturaleza juega un papel primordial en su imaginario poético que
crea y recrea historias relacionadas, en
su mayoría, con el ámbito familiar evocando lugares comunes de la infancia
y adolescencia. Se trata de animales y
objetos comunes dentro de un escenario
agrícola donde se ubica o desplaza una
diversidad de animales como ratones,
zanates, toros, zorros, conejos y zopilotes así como una variedad de paisajes
locales y utensilios de uso doméstico y
laboral. La riqueza de la imaginación
y su forma de articular la espacialidad
física, decíamos, haciendo uso de la
geometría y del deliberado desenfoque
de los planos cuya remitencia genética
procede, en parte, de las búsquedas y
hallazgos de la pintura moderna europea, y desde luego, de las dislocaciones
tunianas, pero esta vez dotadas de una
visión fantasiosa, lírica, lúdica y con
asomos sombríos y espectrales: las respuestas íntimas en torno a esos referentes concretos de la vivencia regional de
Celestina Rojo. Ese campo que, desde
su particular apariencia, gracias a las
76
Rafael Gutiérrez: Celestina Rojo: Memoria de la luz y la sombra
a poco bajamos cayendo en un universo como quien visita en el entresueño
un museo del pasado donde la vida ha
sido hipotecada por un presente descarnado, desolado, inhabitable. Aquí,
en esta zona de la obra, se evidencia a
nuestro juicio los más logrados hallazgos de Celestina Rojo tanto en elaboración técnica, distribución espacial de
la materia, la ubicación formalmente
sabia pero también instintiva de cada
objeto: las sillas como una recurrencia
dentro de nuestra tradición visual contemporánea, el molino de maíz, las botas rancheras como elemento de trabajo
o expresión de machismo, la silla de
montar, el sombrero. Y particularmente
las camas, ese sitio donde tiene lugar el
espacio más sugerente, seductor y perturbante. «Cuando la razón es abatida
77
Rafael Gutiérrez: Celestina Rojo: Memoria de la luz y la sombra
en el sueño, la poesía es,» como escribiera Luis Cardoza y Aragón. Afuera,
una textura lisa, adentro una textura porosa y erizada de oscuras sensaciones y
presagios. Eso, que en la cama fuimos,
pero que inexorablemente dejaremos
de ser. Ahí soñamos. Ahí despertamos
a nuestro esqueleto cotidiano. La cama
antes del suelo primitivo, ancestral, paranoico y amenazante, la plataforma
como fuente de malestar corporal pero
desprotegida y asediada de sueños y pesadillas cuando la realidad deja de ser
crudamente concreta para tornarse en la
región temblorosa y temida de nuestro
inconsciente. Así es, con un puñado de
arena, un trazo de ocre, una superficie
de acrílico, una espátula, el pasado no
miente. Pero tampoco confirma el futuro.
78
COMENTARIO
79
80
Nuestra parte de noche
Mariana Enríquez
Editorial Anagrama
España,
Premio Herralde, 2019
680 páginas
Comentario de
Nadal Sau
Para empezar con un elemento informativo, digamos
que Nuestra parte de noche es
literatura de género, una novela de terror que abraza las reglas de esa disciplina narrativa
con un rigor, una explicitud y
un entusiasmo indisimulables,
festivos (macabramente festivos). Es cierto que los relatos
de Mariana Enriquez (Buenos
Aires, 1973) ya lo eran, pero
aquí hay un salto más desacomplejado, una asunción de
modelos y tópicos rastreables
en las formas más populares o
masivas del gótico, así como
la minuciosa elaboración de
una mitología ocultista menos
disimulable en sublimaciones
alegóricas que su nouvelle
Éste es el mar (Random House, 2018).
Con ello pretendo advertir
de que, si entre nosotros queda algún lector que necesite
de excusas ambivalentes o
prestigiantes para acercarse a
una horror-story sin fruncir el
ceño, más vale que deje correr
este último y adictivo Premio
Herralde. Para entendernos:
81
Nuestra parte de noche se
publica en Anagrama y podría hacerlo en Valdemar. En
ambos catálogos, ocuparía un
puesto de honor.
Hacía tiempo que un autor contemporáneo no lograba «engancharme» como lo
hicieron estas casi setecientas
Nadal Sau: Nuestra parte de noche
páginas, y me doy el gusto de
utilizar ese verbo tan cliché
y de barra de bar porque en
verdad la Enriquez ha escrito
un novelón inabandonable, de
los de pasar un par de noches
insomne hasta llegar al final.
Luego, acabarlo sigue sin ser
abandonarlo, porque entonces
se despliegan ante el superviviente todas las posibilidades
interpretativas de esta historia
de familias perversas, sectas
malignas y rituales sangrientos.
Por lo demás, la novela es
perturbadora, llena de oscuridad, con voces narrativas que
aceptan las mayores crueldades y depravaciones de clase
con la naturalidad del fatalismo y del privilegio. Este es
un tratado sobre la maldad,
apenas desafiada por algunas
formas asediadas de lealtad,
amor y juventud. También es
un greatest hits de situaciones
y recursos archisabidos: los
adolescentes en bicicleta alrededor de una casa encantada a
lo Stephen King, las mágicas
arquitecturas imposibles de
un Danielewski, las perforaciones e incisiones y escarificaciones de un Clive Baker
o del martirológico gore francés (para cualquier aficionado
a ese nicho cinematográfico
será fácil establecer paralelismos razonables con la muy
cruda Martyrs, otro relato en
el que dolor y trascendencia
van de la mano), ecos de fo-
togramas de Polanski o Friedkin. Y al mismo tiempo, con
la naturalidad ajena a compartimentos estancos de un ente
devorador, aquí también está
la tradición argentina, claro
que sí, Cortázar y Borges y
Ocampo, la lección disfrutona
de Laiseca con su placer por
contar historias con decapitación jovial.
Pero insisto: el segundo
linaje no es blanqueador del
primero, ninguno de esos estratos queda subordinado a
otros: cuando Nuestra parte
de noche dice «Un Dios», dice
«Un Dios»; cuando dice «Historia de Argentina», sin duda
dice «Historia de Argentina».
Ambos planos de realidad son
convocados con una fe aprendida en la doble visión de
William Blake, según la cual
todo lo que podemos imaginar
pasa a conformar el tejido del
mundo con igual certeza.
El mundo que Nuestra
parte de noche quiere que
imaginemos (es decir, que conozcamos) es aterrador. Voy
a enumerar algunas lecturas
posibles de este libro. Es una
historia sobre la herencia familiar y su impacto mucilaginoso en las parejas. Es una
historia sobre paternidad o filiación, sobre la crueldad que
se necesita para lograr ejercer
el bien y no solo la docilidad.
Es una novela sobre el Poder,
sobre lo rápido que viajan él
y su mellizo el dinero en un
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mundo a dos velocidades. Es
una novela sobre el deseo,
incontrolable y multiforme,
lindante con la muerte o la
violencia. Habla de amistad.
En gran medida, y con minucioso morbo, habla de cuerpos: torturados, desaparecidos, violados, auscultados o
intervenidos por la medicina,
radiografiados, poseídos por
almas negras, cercenados, humedecidos por el calor o por
el ardor, secuestrados. Cuerpos pobres y cuerpos ricos.
Cuerpos que albergan mentes
dañadas, reverberantes, en
conflicto con sus propios sentidos y con la posibilidad de la
felicidad.
Quizás, a fin de cuentas,
quepa sintetizar todo lo anterior en una sola afirmación:
Nuestra parte de nochees una
novela sobre la Argentina en
la segunda mitad de siglo,
sobre el cuerpo profanado o
invocado de Perón, sobre las
dictaduras y las familias omnipotentes que matan y nada
ocurre, sobre la exigencia de
la memoria. Una historia que
también tiene sus reliquias,
sus fantasmas, sus cadáveres
supurantes, sus cárceles-zoológico en sótanos innombrables. Una historia, en definitiva, que Mariana Enriquez
lleva ya varios libros sintetizando poéticamente en la
imagen constante de una tierra
(calles, lecho de ríos, selvas
tanto da) en la que escarbar
Nadal Sau: Nuestra parte de noche
conduce necesariamente al
hallazgo de huesos humanos.
Todo esto, la escritora
argentina lo ejecuta mediante una arquitectura narrativa
precisa, en un salto deslumbrante de las formas breves de
sus relatos previos a la notable
extensión de este trabajo. De
hecho, para un lector como el
que escribe estas líneas, que
siempre observa con sospecha
los trazos excesivamente calculados o domesticados de las
novelas «perfectas», este es
un caso poco habitual de clasicismo narrativo inapelable.
La presencia de David Bowie,
anunciada sinuosamente en
la contraportada, es elegante,
puntual y atmosférica (por
cierto, nota al margen: desde
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su muerte, puede que Bowie
se haya convertido en el personaje real más mencionado
y recreado de la literatura en
lengua castellana). Esta novela aspira a la perfección
estructural, al encaje perfecto
de las piezas: lo consigue casi
siempre, y casi siempre sin
impostación. Cuando al fin
se cierra, lo hace en un linde,
en una expectativa: «a veces,
ahora, años después», a Nuestra parte de noche se la ve
llamada a ser una puerta entreabierta. Quizás a la ternura,
quizás al infierno. A un lugar,
en fin, en el que quieres y no
quieres estar.
Imágenes:
Celestina Rojo
Nací en 1973 en la finca de mis padres San José
El Tenosco. Mi infancia se desarrolló en un ambiente puramente rural. De allí que mis primeras
vivencias están relacionadas con la naturaleza
y también con las leyendas y creencias que son
parte de la cultura popular. Al entrar a la adolescencia, estudié en Jalapa cabecera departamental
y allí entré en contacto con lo que se podría llamar la cultura moderna en una dinámica social
de desarrollo social y económico, aunque tomando en cuenta las grandes carencias de todo tipo.
Fue en aquellos años que empecé a pintar pequeños paisajes en los que recogía no sólo los
elementos de la naturaleza sino también algo de
la atmósfera rural de mis primeros años. Eran
paisajes que pretendían ser objetivos y guardar
fidelidad con los bosques, los campos, los sembradíos, los animales silvestres y domésticos.
Siguió entonces una etapa de introspección, de
tratar de desentrañar lo que le faltaba a mis paisajes y de intentos por determinar lo que quería
expresar con mi pintura. Allí descubrí que lo que
les faltaba a mis objetivos paisajes era espíritu, vida, animación. A partir de este momento,
mis paisajes dejaron de ser descriptivos pues se
convirtieron en la expresión poética misma de la
cultura-naturaleza.
Portada
Cuánto tiempo /Adentro
Acrílico sobre tela
90 x 90 cm
2020.
Ensayos
Cuánto tiempo /Afuera
Acrílico sobre tela
90 x 90 cm
2020.
Letras
Cuánto tiempo /Afuera
Acrílico sobre tela
50 x 50 cm
2019.
Debate
Cuánto tiempo /Afuera
Acrílico sobre tela
50 x 50 cm
2019.
Arte
Cuánto tiempo /Adentro
Acrílico sobre tela
127 x 90 cm
2020
Comentario
Cuánto tiempo /Afuera
Acrílico sobre tela
90 x 90 cm
2020.
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Sobre los colaboradores:
John Holoway
Irlandés. Profesor del Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado, entre otras obras, algunas en coautoría, State and Capital: a Marxist
Debate, In an Against the State, Fundamentos teóricos para una crítica de
la Administración Publica y Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolución hoy.
Linda Romero Orduña
Mexicana. Doctora en Sociología por la Benemérita Universidad de Puebla.
Colabora en diversos órganos de divulgación científica.
Jaime Alberto Vélez
Colombiano. Crítico y profesor de la Universidad de Antioquia.
Matheus Kar
Guatemalteco. Poeta y crítico, ha publicado varios libros de poesía. Psicólogo. Promotor cultural, desarrolla una activa labor en este ámbito.
Verónica González
Guatemalteca. Ha desarrollado una actividad periódica en diversos espacios
culturales del país.
Miguel Huezo Mixco
Salvadoreño. Narrador, poeta y ensayista. Ha escrito innumerables libros de
poesía, narrativa, crónica y periodismo. Trabajó para Prensa gráfica en su
país.
Lucinda Swann
Guatemalteca. Narradora. Ha publicado en diversas publicaciones culturales
del país.
Camilo Villatoro
Guatemalteco. Cursó estudios en la Escuela de Historia de la Universidad de
San Carlos de Guatemala. Narrador. Escribe en distintas revistas impresas y
digitales del país. Mantiene una activa presencia en las redes sociales.
Jorge López
Salvadoreño. Egresado de la Licenciatura en Ciencias del Lenguaje y la literatura de la Universidad de San Salvador. Ha participado en festivales de
poesía y ferias internacionales del libro. Miembro fundador de THT. Algunos de sus textos han aparecido en revistas digitales. Ha publicado Historia
de un espantapájaros, Para invocar a los pájaros y Doppelgänger.
Marco Tulio Lailson
Mexicano. Posee una maestría en Letras por la UNAM. Promotor cultural y
docente en diversas universidades de Ciudad de México. Ha publicado, entre otras obras, La misma brújula, La simulación y las caretas, En el centro
de los nombres.
Armando Maldonado
Hondureño. Poeta, editor y gestor cultural. Fundador del grupo literario
Máscara suelta. Director de ediciones Malpaso. Corresponsal de la revista
bliterariedad. Ha publicado Misa de los suicidas, Coloquio de la tempestad,
Un poema que hable del mar y Así tu cuerpo.
Raúl Monterroso
Guatemalteco. Arquitecto. Catedrático universitario en la Universidad de
San Carlos de Guatemala. Colabora activamente en proyectos de carácter
urbanístico.
Rafael Gutiérrez
Guatemalteco. Poeta, narrador y ensayista. Cursó estudios en la Universidad
de San Carlos de Guatemala. Ejerció docencia universitaria. Ha publicado
varios libros, entre otros, Sin amor ni libertad, jamás, Epigramas a Angélica
(español/ cackchiquel), Oficio de genitalia, Las 12 hogueras de O y El árbol
que vino del cielo y de la tierra, libro infantil. Incluido en diversas antologías. Traducido a varios idiomas.
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Ensayos: John Holloway/ Linda Romero Orduña/
Letras:
Debate:
Arte:
Comentarios:
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Verónica González
Miguel Huezo Mixco/ Lucinda Swann/
Camilo Villatoro/ Jorge López/
Marco Tulio Lailson/ Armando Maldonado
Raúl Monterroso
Rafael Gutiérrez
Nadal Sau